Allen vs Rayder y Natsu Shion

Una vez que ambos contrincantes estuvieron tranquilos y preparados para hablar sobre el resultado de su confrontación, fue el peliblanco el que comenzó la conversación, siendo el pelinegro un tímido oyente que le dejaba expresar todas sus palabras, sin ninguna interrupción aparente. Desde bien pequeño le habían inculcado unos modales exquisitos, propios de los de la nobleza. Era una persona que, por mucho que llegara a odiar a una persona, o no pudiera soportarla, nunca le interrumpiría en una conversación que hubieran empezado. Es más, aquel peliblanco no era tan malo después de todo, ya que incluso les había permitido subir al barco para que Natsu y su tigre pudieran ser atendidos a la perfección, buscando su bienestar. Un pequeño peso cayó del pecho de Rayder, que descubría una nueva personalidad de Allen, mucho más abierta y agradable que la de Sert. Cruzando sus brazos por delante del pecho, el ex-noble permanecía en completo silencio, observando una nueva isla que aparecía en la lejanía, a la que Allen se refería como el destino en el que se celebraría el final de la pelea que habían empezado. Él les llevaría hacia allí, seguro que volando, como le habían encontrado al principio de su travesía en el barco que actualmente naufragaba.

También prometió que no usaría sus poderes de energía y que se centraría exclusivamente en los de su fruta del Diablo y armas, cosa que no terminó de agradar al pelinegro. En el fondo quería que su enemigo peleara con todo su arsenal contra él, pero viendo cómo habían terminado las dos peleas anteriores, aquel pequeño respiro sería algo bueno. Ni se le ocurriría pensar que estuviera a su altura, pero sin la sensación de tener una pequeña o grande explosión de cerca, se sentía un poco más aliviado. Por tanto, él no quería ser menos que su contrincante, así que tras pensarlo detenidamente, le comentó mientras sus ojos incoloros se clavaban con fuerza en los de él:

- Sólo usaré mi espada, entonces. Si quiero ser el mejor espadachín no puedo depender tanto de mi Akuma No Mi. Además, estás empezando a caerme un poco mejor - Mientras que en sus labios nacía una nueva sonrisa, dedicándosela a la persona que tenía exclusivamente a su lado.

Ambos acordaron entonces encontrarse dos horas más tarde, en el mismo lugar de la cubierta en que estaban. Durante todo aquel tiempo, podrían cambiarse de ropa, tomar algo para recuperar sus fuerzas y paliar el supuesto hambre que todos estaban pasando, o matar su tiempo libre buscando estrategias para cuando el combate de verdad hubiera llegado. Lo único malo de todo aquello es que Rayder perdería el apoyo bélico de su compañero pelirrosa, que tanto le había ayudado tiempo atrás. Enfrentar a Allen él solo necesitaría de todos sus reflejos e instintos concentrados al máximo, algo a lo que no estaba muy acostumbrado. Pero bueno, correr riesgos con enemigos tan peligrosos contra él no era nada del todo malo, puesto que así podría intentar superarse, que era lo que buscaba desde el principio de su aventura como pirata. Si él consiguiera ponerle a su límite, no sabría cómo reaccionaría, pero para saberlo tendría que intentarlo. Así, el compañero de tripulación de Natsu se despidió y entró en los camarotes del barco, desapareciendo de su vista mientras que el pelinegro cerraba los ojos y dejaba pasar el tiempo.

~ Dos horas más tarde ~

Dándole el último mordisco a aquella manzana roja que tenía en su mano, el pelinegro terminó la comida que había ingerido para recuperar sus fuerzas. Los amables integrantes de aquel barco le habían preparado una bandeja de distintas frutas, puesto que era lo único que tenían y que les sobraba para darle. No se había cambiado de ropa, pero había ido al lavabo a darse con un poco de agua en las partes sucias de su cuerpo, además de solicitar al enfermero que revisase los quemazones de su espalda. Este le había dicho que no eran nada preocupantes, le saldrían ampollas y se le despellejaría la piel con el tiempo, pero que no era nada grave. Pero no podía decir lo mismo de Natsu. Pudo verle tumbado en una camilla, la mayor parte de su cuerpo vendado y con una máquina que registraba las pulsaciones del paciente, mostrando al pelirrosa con una baja condición vital. El médico no daba mucho por él, pero el pelinegro se resignaba a pensar que su compañero y amigo terminase de aquella forma. Era un chico fuerte, y estaba completamente seguro de que lo lograría, solo había que darle el tiempo necesario.

Atravesando los pasillos del barco, volvió a la cubierta, donde Allen lo estaba esperando para dirigirse hacia la isla en cuestión, donde terminarían el encuentro bélico que habían comenzado horas atrás. Sin mediar una palabra, la piel del peliblanco se tornó negra, y tomándole por la cadera salió volando, igual que lo habían encontrado mientras navegaban por el mar. Cada uno llevaba las armas que habían tirado al suelo nada más llegar al barco, sujetas alrededor de su cuerpo o en la cintura. No tardaron demasiado en aterrizar en su destino: una isla con vegetación abundante, de suelo árido y bajo el sol del atardecer sobre sus cabezas. El paraje donde se encontraban actualmente era una vasta extensión de árboles, como si de un bosque se tratase, con un claro en el centro. Allí podrían moverse a la perfección, sin molestarse de la vegetación existente. Mas no sabían si habría fauna mirándoles, pero en el fondo era algo que le daba igual. Posicionándose a tres metros de Allen, el pelinegro desenfundó su arma y la sujetó con ambas manos, dejándola delante de su cuerpo.

- Venga, no perdamos el tiempo. Hay gente que nos está esperando a cada uno - Comentó mientras sus fríos ojos incoloros se clavaban como garras en el cuerpo del chico que tenía enfrente, intentando no despistarse y seguir todos los movimientos que pudiera realizar. Su posición era meramente defensiva, aunque tenía los pies colocados de una forma en la que podría contraatacar sencillamente. Pero como en todas sus batallas, siempre prefería esperar y analizar a su oponente, y más sabiendo que contra el que se enfrentaba ahora estaba en una liga distinta de la suya.

La batalla empezaría en cuestión de segundos, y ambos contrincantes estaban dispuestos a darlo todo el uno contra el otro. La tensión del ambiente era más que palpable, y los dos chicos que se encontraban frente a frente esperaban a que el otro diera un paso en falso para comenzar con aquel enfrentamiento. Justo como le había dicho en el barco un tiempo atrás, Allen se centraría única y exclusivamente en pelear con sus poderes físicos, sin depender de la Fruta del Diablo que poseía, o su extraña afición por la manipulación de energía explosiva. Colocándose en una posición de combate, el joven de pelo blanco acercó una de sus manos a la contraria, mientras que una luz etérea imbuía sus dedos. De repente, con un movimiento de brazo, un gran mandoble comenzó a aparecer de la nada, como si hubiera sido invocado por el contrincante del pelinegro. Pero lo más extraño de todo, era que, por arte de magia, uno de sus brazos había desaparecido. ¿Se había quedado manco en menos de un segundo? ¿Cómo podía ser eso? Uno no puede ir tan tranquilo y perder un brazo como si nada. El ex-noble se encontraba totalmente anonadado, hasta que se dio cuenta de una cosa, que pensó para sí mismo, sin reportarlo al exterior "¿Y si esa gran espada es en lo que se ha convertido su brazo?". Sin apartar la vista de él, intentó razonar aquella extravagante idea. Además escuchó sus palabras, que afirmaban que aquella arma pesaba una media tonelada.

Tal vez fuera eso, tal vez Allen hubiera preferido perder ese brazo para ganar una potencia horrorosa. Un corte de esa espada, además de cercenar la carne, sería como una embestida de un camión a gran velocidad. Mascullando por lo bajo, el joven lanzó una maldición tenaz contra aquella ventaja/desventaja del peliblanco. Por su parte, él podría aprovechar ese lado "inútil" del pirata, pero a la vez tendría que estar más que atento para que la hoja de esa espada no le rozase ni un pelo. Mas el joven parecía moverla como si no le costase el más mínimo esfuerzo. Es más, lo afirmó. Entrecerrando un poco los ojos, el pelinegro preguntó a su adversario:

- ¿Esa potencia bestial suple la carencia de tu brazo? - Interesado en el tema que estaba por debatir. Realmente, el peliblanco debería de estar cien por cien seguro de que aquella apuesta le convendría, puesto que había "sacrificado" su propio brazo para blandir aquel enorme mandoble legendario. Pero todavía se seguía preguntando el porqué de cómo era capaz de zarandearlo con tanta facilidad, como si estuviera moviendo un palo con su mano.

Y entonces, el combate comenzó por parte de Allen. Este se lanzó a por el pelinegro para lanzar una estocada horizontal, moviendo el mandoble para atravesar cualquier cosa que se pusiera en su camino como si de un papel se tratase. Era como si estuviera blandiendo una espada normal, su velocidad llevaba el mismo ritmo que con cualquier otra arma. El pelinegro intentó agacharse, haciendo que su cuerpo quedara en horizontal con el suelo. La distancia entre ellos tal vez fuera lo necesaria, pero era cuestión de arriesgarse. Conforme la hoja del mandoble Crownel se acercaba, el cuerpo de Rayder descendía hacia el suelo, extendiendo sus manos en horizontal, como si de una cruz se tratase, para que el peso se redistribuyera mejor y le hiciera caer más rápido. El tajo pasó por encima de su cabeza, mas sintió como una cantidad considerable de pelos de su cabellera eran rasurados. Estos cayeron al suelo, largos mechones oscuros que perderían su vitalidad conforme el tiempo pasase. Pero por suerte, prefería que hubieran caído aquellos pelos, a que su cabeza entera. "Joder, eso ha estado muy cerca, este tío está empezando fuerte ... No puedo quedarme atrás", pensó, mientras que su cuerpo finalmente chocaba con los hierbajos tímidos del suelo y la tierra que lo formaba.

Ahora era su momento. Aprovechando que Allen dejaba pasar la espada por encima de su cabeza, y que por la aceleración de la misma no podría reaccionar con suficiente presteza para bloquear su futuro ataque con su mandoble, el joven de piel blanquecina lanzó hacia adelante su espada metálica, apoyando una rodilla y una mano para alcanzar un poco de altura. El ataque iría dirigido hacia la axila del único brazo de su enemigo, de forma que si conseguía acertar con suficiente exactitud, podría llegar a conseguir que su oponente tuviera problemas de movimiento al mover su arma. La poca distancia que había entre ambos, tras ese esquive del corte horizontal, podría dar el factor de rapidez hacia Rayder, pero también había que contar con la agilidad del muchacho que tenía enfrente. Mientras movía su espada hacia adelante, en un corte frontal, dijo con una voz un poco seca:

- Contra-estocada [AMB]

Los ojos incoloros del señor Backstraw estaban fijados en el cuerpo de su contrincante, mientras que la espada de Allen todavía no había terminado de cerrar aquel círculo de ataque que había descrito horizontalmente. Aquel contraataque intentaría ser lo más rápido posible, de forma que tuviera poco tiempo para pensar. Y a veces, a no ser que uno tuviera los reflejos de un animal, esas cosas podrían ser un verdadero contratiempo.

Todavía recordaba el aliento del mandoble en su nuca, cercenando algunos pelos de su hermosa cabellera oscura. Estos caían al suelo, cerca de la cara de Rayder, que se agachaba con todo su ímpetu para que su cabeza no fuera rebanada por el monstruoso peso de aquella arma, que se movía como si pesara menos de un gramo. Y así, la katana del joven Backstraw se lanzaba como un aguijón hacia su enemigo, entrechocando con su cuerpo mientras la sonrisa que esbozaba el mismo ex-noble desaparecía. El filo fue repudiado por la carne, como si esta última estuviera hecha de algún material resistente como el acero o el hierro, desviando la espada y, por consiguiente, el brazo que la empuñaba. Aprovechando aquella inercia, el chico que se encontraba en el suelo comenzó a rodar hacia su izquierda, que era el lugar hacia el que había salido despedido su brazo. Alguna vez tenía que levantarse, y podría aprovechar aquel momento para no perder demasiado tiempo y hacerlo correctamente. Sentía los hierbajos del suelo rozar su cara con cada vuelta que daba hacia su izquierda, mientras que le decía a su contrincante:

- ¿Es que eres un cyborg? No es la primera vez que te intento cortar, pero las demás me han salido mejor que esta - Comentó con una mínima sonrisa, mientras que observaba de reojo cómo Allen preparaba su próximo ataque, que tendría que esquivar si no quería ir directo al cementerio con los muertos. Un ataque de ese calibre bastaría para cerrar sus ojos para siempre, pero su historia acababa de comenzar.

El peliblanco, dejando su espada en el aire, golpeó el mango de esta de arriba a abajo, haciendo que esta bajase muy rápido hacia el suelo, para intentar clavarse en el chico. Por pura suerte, pues no hay otra forma de describirlo, conforme había dado las vueltas en el suelo tras ver que su ataque no había surtido efecto, la hoja no llegó a tocar su cuerpo, mas quedó lo suficientemente cerca de su cadera como para infundirle respeto. El arma del señor Walker quedó clavada en el terrenoso suelo, soltando una pequeña onda de viento por la fuerza con la que había sido lanzada. Esta sirvió completamente para lanzar al joven Rayder unos metros a su derecha, alejándolo del enemigo y aprovechando para ponerse en pie. Tenía razón desde el principio, no podía dejar que ese gran mandoble tocase su cuerpo o estaría perdido, tenía que hacer lo que fuera para esquivarlo y contraatacar en la medida de lo posible. "Desde luego, es jodido aun teniendo solo un brazo ... Vamos, si tuviera los dos ya estaría más que muerto", pensaba con detenimiento. Una vez que apoyó su rodilla y una de sus manos para ponerse de pie, el joven irguió su espalda y tomó su espada con ambas manos, encarándose a su enemigo por segunda vez consecutiva. Su voz comenzó a salir rauda de su garganta, intentando distraer a su adversario con la labia que le había dado la edad:

- ¿Cómo es que para ti pesa tan poco? O tienes mucha fuerza en ese brazo, o yo estoy muy desentrenado - Argumentó, preguntando para sonsacar información que pudiera resultarle útil. Tal vez podría tener algún punto débil relacionado con aquella pose, o a lo mejor su zona más desvalida, que era el brazo que faltaba, podía ser la zona donde más daño pudiera recibir.

Así que decidió emplear una estrategia para ello. Siendo él el que tomaba la iniciativa por primera vez en aquel combate, se lanzó a por el peliblanco con el objetivo de desestabilizarle. Cuando estaba a más o menos un metro de distancia de él, se dejó deslizar, arqueando su cuerpo hacia atrás como si fuera a pasar por debajo de una fina rejilla. Con su espada preparada, los siguientes objetivos de Rayder serían los tobillos, intentando reducir su calidad de movimiento con algún que otro corte. Si conseguía atravesar el cuerpo del peliblanco por debajo de las piernas, mientras que atacaba los tobillos, a aquella técnica le seguiría un corte en la espalda mientras que se pusiera de pie. Pero por el momento, no sabía si su plan funcionaría, o el peliblanco sería capaz de esquivar y neutralizar su ataque. De todas formas, dijo, comenzando a disfrutar de aquella pelea:

- Gyaku Kurosu [AM] (Cruz Inversa)