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Nieve, nieve por todos los lados. Aquella congregación cristalina de diversas formas por el enfriamiento del agua de lluvia era algo especial. El suelo estaba repleto de ella, y no era un buen lugar para tomar el sol, claramente. El astro rey se ocultaba detrás de las amplias nubes grisáceas que tapaban el manto del cielo. Un ambiente un poco pesado, triste y lúgubre para todo aquel que ansiara los colores vivos. Sin embargo, todo clima invernal conlleva un paisaje asociado a él, y las personas no son quién para determinar el poder o no cambiarlo a su antojo. El frío calaba hasta los huesos, por lo que todos los habitantes estaban vestidos con calientes prendas de invierno. Tequila Wolf, la isla del West Blue donde se está construyendo actualmene el mayor puente de comunicación entre islas que jamás haya existido. Los trabajadores, que normalmente suelen ser presos políticos o criminales, trabajan día y noche para cumplir el sueño de aquel emprendedor al que se le hubiera ocurrido tal idea. Ataviados con el traje de rayas blancas y negras típico de ellos, con sus picas daban forma a la piedra, y con el cemento propio de la construcción hacían que dicha estructura fuera resistente a tracciones y compresiones. Un nuevo lugar de destino, al que dos de los piratas de la tripulación de Barba Rubia se habían encaminado en otra de sus grandes aventuras por los mares, como las personas raudas y valientes que eran. Ninguno de los dos decía nada, puesto que a veces un silencio era mucho mejor que frases sin sentido.
Su pequeño bote, justamente extenso para llevarles a ellos dos a dicho lugar, navegaba por las olas de aquel mar semi-helado, hasta tocar tierra de una vez por todas. El pelinegro fue el primero que bajó al suelo, vestido con un gran abrigo de pieles negras, con forraje de cuero. Este le llegaba desde la mitad de la nariz hasta los tobillos, tapando la mitad de su rostro y dejando únicamente a la vista sus dos ojos incoloros y perforantes. Aquellos ojos sin pigmentación atraían muchas miradas, y eran tan espectaculares que la mayoría de personas que establecían un contaco visual con ellos quedaban casi hipnotizados por su peculiaridad. Fuera del abrigo, podía verse cómo un cinturón gris oscuro mantenía sujetas a la cintura del pelinegro dos espadas, las cuáles siempre llevaba consigo en caso de que fueran necesarias para defenderse. Desde que inició su vida pirata había aprendido dos cosas: a no confiar en nadie que no fuera de su tripulación, y a ir armado siempre. Aunque cumpliera a rajatabla el segundo concepto, en el primero siempre solía trastabillar a veces. Bien fueran las relaciones que había iniciado antes de pertenecer a aquella familia de nakamas, o bien las señoritas que se ganaban su corazón con una única mirada. Las dos excepciones que siempre confirman la regla, eran aquellas dos para él:
- ¿Qué te parece si buscamos una taberna en la que nuestras narices no enrojezcan por el frío? Aunque bueno, a ti parece que no te afecta mucho, Mr. Metálico. Ya va siendo hora de tomar un trago juntos, que dentro del barco siempre estamos atareados - Comentó el ex-noble con aquella voz que únicamente hablaba en las expiraciones, momento en que las cuerdas vocales se agrandaban más de lo normal, ejerciendo matices más varoniles que de costumbre. Las botas del pirata se hundían con cada paso que daban en aquel erial blanco, avanzando hasta llegar a las primeras casas y edificios de Tequila Wolf.
Las luces de las ventanas estaban encendidas, por lo que seguramente la gente estaría tan cómoda en sus apartamentos. "Cabrones con suerte, y yo aquí muriéndome de frío", admitió para sí mismo el pelinegro, sin dejar que sus palabras no salieran al exterior, no fuera a ser que algún viandante pudiera tomar sus palabras como ofensas. Así, tanto él como su compañero cyborg, recorrieron las calles de aquella isla a la que habían desembarcado minutos atrás. Su objetivo no estaba a mucho tiempo de paseo, puesto que se encontraba en un punto medio de la ciudad. Con un cartel reflectante y unos sonoros aullidos desde su interior, estaba más que claro que se trataba de una taberna lo suficientemente calentita como para pasar un buen rato en su interior.
Sin más dilación, el pelinegro se dirigió hacia allá y abrió la puerta con su hombro derecho, sin sacar las manos congeladas del interior de los bolsillos de su gabardina. Nada más entrar, sus ojos se cerraron debido al contraste de luz que había en aquel bar. La gente reía y las copas se deslizaban por la barra de servicio, donde un camarero y una camarera se entretenían haciendo cocktails de distintos colores y sabores. Sin ir a la barra, el pelinegro fue directamente hacia una de las mesas, tomando una silla y poniendo los pies cruzados encima de la mesa. Sus ojos persiguieron a la joven camarera de pelo castaño con mechas rubias, hasta que el contacto se hizo entre ambos. Un sutil guiño se hizo presente en su expresión facial, mientras le señalaba que quería algo para beber. Una vez que la chica se acercó sonrojada por Rayder, y sorprendida por la corpulencia de su amigo Yuu, les preguntó a ambos:
- Buenas noches, ¿qué desean tomar? - Sacando una libreta del interior de su falda de terciopelo, agachando la cabeza para evitar mirar a los ojos al pelinegro.
- Una jarra de cerveza para mí, si es tan amable la dulce joven de dorados orbes - Comentó el pelinegro con una de sus galantes sonrisas, pensando en cómo se quedaría la joven una vez que el cyborg le pidiera su "super bebida".
¿Con qué les deleitaría Yuu en aquel momento? ¿Un tonel de cinco litros de su mejor cerveza? ¿O tal vez de diez? Con aquel cuerpo gigantesco y robótico, tenía que aguantar como una bestia el alcohol. Así que el ex-noble se relajó, esperando que le trajeran su pedido, y comenzando a entrar en calor, que buena falta le hacía.
Su pequeño bote, justamente extenso para llevarles a ellos dos a dicho lugar, navegaba por las olas de aquel mar semi-helado, hasta tocar tierra de una vez por todas. El pelinegro fue el primero que bajó al suelo, vestido con un gran abrigo de pieles negras, con forraje de cuero. Este le llegaba desde la mitad de la nariz hasta los tobillos, tapando la mitad de su rostro y dejando únicamente a la vista sus dos ojos incoloros y perforantes. Aquellos ojos sin pigmentación atraían muchas miradas, y eran tan espectaculares que la mayoría de personas que establecían un contaco visual con ellos quedaban casi hipnotizados por su peculiaridad. Fuera del abrigo, podía verse cómo un cinturón gris oscuro mantenía sujetas a la cintura del pelinegro dos espadas, las cuáles siempre llevaba consigo en caso de que fueran necesarias para defenderse. Desde que inició su vida pirata había aprendido dos cosas: a no confiar en nadie que no fuera de su tripulación, y a ir armado siempre. Aunque cumpliera a rajatabla el segundo concepto, en el primero siempre solía trastabillar a veces. Bien fueran las relaciones que había iniciado antes de pertenecer a aquella familia de nakamas, o bien las señoritas que se ganaban su corazón con una única mirada. Las dos excepciones que siempre confirman la regla, eran aquellas dos para él:
- ¿Qué te parece si buscamos una taberna en la que nuestras narices no enrojezcan por el frío? Aunque bueno, a ti parece que no te afecta mucho, Mr. Metálico. Ya va siendo hora de tomar un trago juntos, que dentro del barco siempre estamos atareados - Comentó el ex-noble con aquella voz que únicamente hablaba en las expiraciones, momento en que las cuerdas vocales se agrandaban más de lo normal, ejerciendo matices más varoniles que de costumbre. Las botas del pirata se hundían con cada paso que daban en aquel erial blanco, avanzando hasta llegar a las primeras casas y edificios de Tequila Wolf.
Las luces de las ventanas estaban encendidas, por lo que seguramente la gente estaría tan cómoda en sus apartamentos. "Cabrones con suerte, y yo aquí muriéndome de frío", admitió para sí mismo el pelinegro, sin dejar que sus palabras no salieran al exterior, no fuera a ser que algún viandante pudiera tomar sus palabras como ofensas. Así, tanto él como su compañero cyborg, recorrieron las calles de aquella isla a la que habían desembarcado minutos atrás. Su objetivo no estaba a mucho tiempo de paseo, puesto que se encontraba en un punto medio de la ciudad. Con un cartel reflectante y unos sonoros aullidos desde su interior, estaba más que claro que se trataba de una taberna lo suficientemente calentita como para pasar un buen rato en su interior.
Sin más dilación, el pelinegro se dirigió hacia allá y abrió la puerta con su hombro derecho, sin sacar las manos congeladas del interior de los bolsillos de su gabardina. Nada más entrar, sus ojos se cerraron debido al contraste de luz que había en aquel bar. La gente reía y las copas se deslizaban por la barra de servicio, donde un camarero y una camarera se entretenían haciendo cocktails de distintos colores y sabores. Sin ir a la barra, el pelinegro fue directamente hacia una de las mesas, tomando una silla y poniendo los pies cruzados encima de la mesa. Sus ojos persiguieron a la joven camarera de pelo castaño con mechas rubias, hasta que el contacto se hizo entre ambos. Un sutil guiño se hizo presente en su expresión facial, mientras le señalaba que quería algo para beber. Una vez que la chica se acercó sonrojada por Rayder, y sorprendida por la corpulencia de su amigo Yuu, les preguntó a ambos:
- Buenas noches, ¿qué desean tomar? - Sacando una libreta del interior de su falda de terciopelo, agachando la cabeza para evitar mirar a los ojos al pelinegro.
- Una jarra de cerveza para mí, si es tan amable la dulce joven de dorados orbes - Comentó el pelinegro con una de sus galantes sonrisas, pensando en cómo se quedaría la joven una vez que el cyborg le pidiera su "super bebida".
¿Con qué les deleitaría Yuu en aquel momento? ¿Un tonel de cinco litros de su mejor cerveza? ¿O tal vez de diez? Con aquel cuerpo gigantesco y robótico, tenía que aguantar como una bestia el alcohol. Así que el ex-noble se relajó, esperando que le trajeran su pedido, y comenzando a entrar en calor, que buena falta le hacía.
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Una estructura metálica cubierta por una fina capa de un elemento natural de color blanco, un puente cubierto de nieve o lo que es lo mismo el llamado puente interminable de Tequila Woolf, aquel puente que se construye con esclavos para conectar varias islas, aquel puente que siempre volvía al ruedo, un puente construido con el dinero de la nobleza, un puente lleno de corrupción, un puente que marcaba una especie de sitio de poder de la plata del Gobierno Mundial.
Ahora se preguntan ¿Que querría una pelirroja sádica como Yoruhana en aquella isla? Pues bueno, si había algo que la pelirroja no podía soportar y mucho menos intentar de entender era el poder de la nobleza, un poder que hasta hacia relativamente poco ella también poseía, un poder que es completamente corrupto y que solo llama para el beneficio propio.
En cuanto piso el suelo de cemento cubierto de una capa importante de nieve, ella esperaba encontrarse rodeada por un centenar de guardias, tal vez de esclavos pidiéndole ayuda pero nada de eso pasó, el abandono del pequeño bote que había usado para llegar y el arribo al enorme puente habían sido de lo más fácil. En cuanto toco pie en el puente para comenzar a caminar, el frio se hizo presente para aquella pelirroja que solo llevaba ese vestido típico de ella que más que cubrir demostraba su figura y aquellos guantes que no se sacaba nunca, el frio ante esas ropas era un arma mortal.
Asique mientras se adentraba por aquel puente en busca de la civilización, seguramente se preguntan cómo es que ahí civilización en un puente pero bueno, son esclavos que viven en el puente y que trabajan día y noche en aquel lugar. Volviendo al tema, la pelirroja se adentro en aquel puente intentando encontrar algún lugar donde resguardarse para usar el poder de su Akuma y de esa manera sacarse algo de frio de enzima, tras unas horas de caminata en la cual el frio le cortaba el rostro y le sacaba lagrimas de los ojos encontró lo que parecía ser un pueblo, unas casas con chimeneas expulsando humo hacia el aire, ventanas iluminadas por velas o faroles entre otros tantos detalles, otros detalles que la pelirroja ya ni prestaba atención.
En cuanto vio aquel pueblo sin pensarlo dos veces y siquiera calcularlo salió corriendo hacia lo que parecía ser la casa más cercana, una taberna para su suerte, en cuanto se paro en la puerta de aquel local la abrió de un golpe con el pie o mejor denominada como patada y entro cerrando la puerta golpeando con el tobillo de su pie derecho, la nieve que tenia enzima la pelirroja comenzó a derretirse muy lentamente hasta el punto tal que ya no tenía nada de ella enzima y el frio se le había ido, aunque claro, tarde o temprano iba a volver en una isla de aquel estilo. Al entrar y estirarse un poco a la pelirroja se encamino hacia la barra para pedir dos cosas básicas: Sake y abrigo.
-Tal vez le suene rara mi pregunta pero podría venderme algo de abrigo y por otro lado unas dos o tres botellas de Sake, el mejor que tenga-
El tono de la pelirroja era más bien un tono autoritario y mandón mientras que la respuesta del tabernero fue un simple "Tsk" al que le siguieron tres botellas golpeando su base de manera tal que sonaran pero no se rompieran en la barra y un abrigo largo que vaya a saber uno de donde saco aquel tipo. Luego de colocarse aquel abrigo tan blanco como la nieve que cubría el puente y que le llegaba a los tobillos tomo las tres botellas con una sola mano y dejo una bolsa de Berries a cambio antes de tomar camino directo hacia la salida de aquel bar, después de todo no quería ni necesitaba nada mas de aquel lugar además de lo que había comprado. Su pasos de salida eran los de una típica noble, un pie por delante y otro por detrás a cada pisada, un paso que parecía arrojar sobre los que tenía por delante su desprecio hacia su posición aunque todo ese porte estaba destruido cuando se veía el arma, aquella katana de hoja extensa que colgaba de su cintura, ahora por debajo del abrigo, y rápidamente se regresaba a ese porte con solo ver su mueca de desprecio hacia todos, aquellos ojos rojos y aquel cabello ondeando a la par de los movimientos de cadera.
Ahora se preguntan ¿Que querría una pelirroja sádica como Yoruhana en aquella isla? Pues bueno, si había algo que la pelirroja no podía soportar y mucho menos intentar de entender era el poder de la nobleza, un poder que hasta hacia relativamente poco ella también poseía, un poder que es completamente corrupto y que solo llama para el beneficio propio.
En cuanto piso el suelo de cemento cubierto de una capa importante de nieve, ella esperaba encontrarse rodeada por un centenar de guardias, tal vez de esclavos pidiéndole ayuda pero nada de eso pasó, el abandono del pequeño bote que había usado para llegar y el arribo al enorme puente habían sido de lo más fácil. En cuanto toco pie en el puente para comenzar a caminar, el frio se hizo presente para aquella pelirroja que solo llevaba ese vestido típico de ella que más que cubrir demostraba su figura y aquellos guantes que no se sacaba nunca, el frio ante esas ropas era un arma mortal.
Asique mientras se adentraba por aquel puente en busca de la civilización, seguramente se preguntan cómo es que ahí civilización en un puente pero bueno, son esclavos que viven en el puente y que trabajan día y noche en aquel lugar. Volviendo al tema, la pelirroja se adentro en aquel puente intentando encontrar algún lugar donde resguardarse para usar el poder de su Akuma y de esa manera sacarse algo de frio de enzima, tras unas horas de caminata en la cual el frio le cortaba el rostro y le sacaba lagrimas de los ojos encontró lo que parecía ser un pueblo, unas casas con chimeneas expulsando humo hacia el aire, ventanas iluminadas por velas o faroles entre otros tantos detalles, otros detalles que la pelirroja ya ni prestaba atención.
En cuanto vio aquel pueblo sin pensarlo dos veces y siquiera calcularlo salió corriendo hacia lo que parecía ser la casa más cercana, una taberna para su suerte, en cuanto se paro en la puerta de aquel local la abrió de un golpe con el pie o mejor denominada como patada y entro cerrando la puerta golpeando con el tobillo de su pie derecho, la nieve que tenia enzima la pelirroja comenzó a derretirse muy lentamente hasta el punto tal que ya no tenía nada de ella enzima y el frio se le había ido, aunque claro, tarde o temprano iba a volver en una isla de aquel estilo. Al entrar y estirarse un poco a la pelirroja se encamino hacia la barra para pedir dos cosas básicas: Sake y abrigo.
-Tal vez le suene rara mi pregunta pero podría venderme algo de abrigo y por otro lado unas dos o tres botellas de Sake, el mejor que tenga-
El tono de la pelirroja era más bien un tono autoritario y mandón mientras que la respuesta del tabernero fue un simple "Tsk" al que le siguieron tres botellas golpeando su base de manera tal que sonaran pero no se rompieran en la barra y un abrigo largo que vaya a saber uno de donde saco aquel tipo. Luego de colocarse aquel abrigo tan blanco como la nieve que cubría el puente y que le llegaba a los tobillos tomo las tres botellas con una sola mano y dejo una bolsa de Berries a cambio antes de tomar camino directo hacia la salida de aquel bar, después de todo no quería ni necesitaba nada mas de aquel lugar además de lo que había comprado. Su pasos de salida eran los de una típica noble, un pie por delante y otro por detrás a cada pisada, un paso que parecía arrojar sobre los que tenía por delante su desprecio hacia su posición aunque todo ese porte estaba destruido cuando se veía el arma, aquella katana de hoja extensa que colgaba de su cintura, ahora por debajo del abrigo, y rápidamente se regresaba a ese porte con solo ver su mueca de desprecio hacia todos, aquellos ojos rojos y aquel cabello ondeando a la par de los movimientos de cadera.
Yuu Kinzoku
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Otra nueva aventura le esperaba a aquellos dos compañeros de la tripulación de Barba Rubia, esta vez era en Tequila Wolf, aquel país en el que se estaba construyendo el mayor de los puentes jamás imaginados, corría el rumor de que el puente fue mandado construir por un Tenryuubito a finales del Siglo Vacío por un capricho suyo. En la isla en la que desembarcamos había una gruesa capa de nieve que llegaba por los tobillos de ambos piratas. Hacía frío pero gracias a mi condición de cyborg no notaba apenas el frío, pero mi pobre compañero no lo llevaba tan bien. La travesía había sido bastante dura y ajetreada, el mar semi-congelado y los pequeños icebergs no hacían tarea fácil el surcar aquellas aguas con un pequeño bote. Cuando llegamos a la orilla Rayder fue el primero el bajar del bote, el pelinegro llevaba puesto un abrigo negro que solo dejaba a la vista la mitad superior de su cara y sus pies. Mi atuendo constaba de unos pantalones cortos que llegaban un poco por debajo de las rodillas y una sudadera gris de cremallera abierta dejando el pecho al descubierto.
- ¿Qué te parece si buscamos una taberna en la que nuestras narices no enrojezcan por el frío? Aunque bueno, a ti parece que no te afecta mucho, Mr. Metálico. Ya va siendo hora de tomar un trago juntos, que dentro del barco siempre estamos atareados. - Dijo mi compañero al verme bajar del bote.
-Pues mira si, tengo algo de sed la verdad, no nos vendría mal darnos una vuelta a ver que se cuece por estos lares.
Nos pusimos rumbo a la ciudad y al ir pasando por las calles veíamos como que la gente estaba en sus casas y mi compañero sufría al verlos dentro al calor del hogar. Al fin llegamos a un bar, en el cual parecía que había bastante gente, se escuchaba un gran algarabío dentro. Rayder abrió la puerta con su hombro debido al frío que tenía supuse. Cuando estábamos los dos dentro del bar nos sentamos en una mesa y Rayder hizo un gesto a la camarera para que se acercase, esta con un tono vergonzoso se acercó y nos preguntó que que queríamos para beber, mi compañero se pidió una jarra de cerveza pero yo la verdad aún no sabía que quería por lo que decidí reírme un rato.
-Bueno... Querría algo de sangre de gyojin ¿tenéis algo por ahí?
La cara de la camarera fue indescriptible, yo no pude contenerme más y comencé a reirme a carcajada limpia, todo el bar me miró y se quedaron callados.
-Ehh que era una broma no hace falta que os pongáis así... Ponme el barril más grande de cerveza que tengáis y mientras lo traéis trae unas botellas de sake para que me hidrate un poco.
Tras decir esto el bar volvió a la normalidad con sus charlas su alboroto y demás. Poco después entró una esbelta mujer pelirroja que nada más entrar se acercó a la barra y pidió algo lo cual no pude llegar a oír pero acto seguido vi que el camarero se acercó a ella con tres botellas de sake y un abrigo largo blanco.
-Eh Ray, ¿has visto a esa pedazo de mujer que acaba de entrar?
- ¿Qué te parece si buscamos una taberna en la que nuestras narices no enrojezcan por el frío? Aunque bueno, a ti parece que no te afecta mucho, Mr. Metálico. Ya va siendo hora de tomar un trago juntos, que dentro del barco siempre estamos atareados. - Dijo mi compañero al verme bajar del bote.
-Pues mira si, tengo algo de sed la verdad, no nos vendría mal darnos una vuelta a ver que se cuece por estos lares.
Nos pusimos rumbo a la ciudad y al ir pasando por las calles veíamos como que la gente estaba en sus casas y mi compañero sufría al verlos dentro al calor del hogar. Al fin llegamos a un bar, en el cual parecía que había bastante gente, se escuchaba un gran algarabío dentro. Rayder abrió la puerta con su hombro debido al frío que tenía supuse. Cuando estábamos los dos dentro del bar nos sentamos en una mesa y Rayder hizo un gesto a la camarera para que se acercase, esta con un tono vergonzoso se acercó y nos preguntó que que queríamos para beber, mi compañero se pidió una jarra de cerveza pero yo la verdad aún no sabía que quería por lo que decidí reírme un rato.
-Bueno... Querría algo de sangre de gyojin ¿tenéis algo por ahí?
La cara de la camarera fue indescriptible, yo no pude contenerme más y comencé a reirme a carcajada limpia, todo el bar me miró y se quedaron callados.
-Ehh que era una broma no hace falta que os pongáis así... Ponme el barril más grande de cerveza que tengáis y mientras lo traéis trae unas botellas de sake para que me hidrate un poco.
Tras decir esto el bar volvió a la normalidad con sus charlas su alboroto y demás. Poco después entró una esbelta mujer pelirroja que nada más entrar se acercó a la barra y pidió algo lo cual no pude llegar a oír pero acto seguido vi que el camarero se acercó a ella con tres botellas de sake y un abrigo largo blanco.
-Eh Ray, ¿has visto a esa pedazo de mujer que acaba de entrar?
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Dentro del calor del hogar, aquella taberna empezaba a gustarle de sobremanera. Había dejado de tiritar por el frío, y se encontraba tan a gusto que pudo relajarse perfectamente. Sin embargo, no se quitó la gran gabardina negra que le tapaba casi la mayoría de su cuerpo, sino que lo dejó puesto para seguir en esa temperatura elevada a la que se acostumbraría pasados unos cuantos minutos. La camarera miró estupefacta a Yuu una vez que este le bromeó acerca de lo que quería tomar. "Sangre de gyojin ... Rico, rico", pensó para sus adentros, mientras que bajo la capa negra que tapaba su boca se esbozaba una perfecta sonrisa irónica. Sus manos estaban dentro de los bolsillos, enguantadas al máximo para retener aquella temperatura basal. Echó el cuello atrás, mientras rompía el silencio con una gran carcajada, producida por la tomadura de pelo de su compañero cyborg, que parecía haber calado en todos los clientes de la taberna en la que ambos estaban. Una vez que la muchacha supo lo que tenía que traer, se largó de la mesa y fue a la barra, donde preparó todo lo que habían pedido. Tuvieron que sacar entre dos hombres un barril de diez litros de cerveza, acercándolo hacia la posición de Yuu. Por otra parte, llevaron unas cuántas botellas de sake y el pedido del pelinegro, que se llevó a los labios en cuanto se posó en la mesa. El calor que recorrió su garganta sirvió para hacerle salir de aquel frío mortal que gobernaba Tequila Wolf, cosa que le encantó. Sonriendo y mostrando unas mejillas sonrosadas, el ex-noble habló, dirigiéndose a su compañero:
- ¿Todo eso vas a beberte? Tienes que tener un pedazo de almacén ahí debajo, cabrón - Señalando su estómago con uno de sus dedos índice. - No pienso cargar contigo de vuelta como estés muy borracho, ¡haha! - Tomando la copa una segunda vez y dándole un largo sorbo, mientras que suspiraba por el buen momento que estaba pasando.
Sus ojos se giraron rápidamente hacia la puerta cuando esta fue abierta, consiguiendo que una fuerte brisa muy fresca recorriera todo el lugar y diera un fuerte escalofrío en el pelinegro. "¿Quién coño ha abierto la puerta? ...", pensó, puesto que no le gustaba para nada que estando en un lugar calentito, se estuviera abriendo y cerrando la puerta cada dos por tres. Podía sacarle de quicio, y eso no era algo bueno que pudiera pasar con un pelinegro al lado. Sin embargo, el nuevo visitante sería perdonado rápidamente, pues su pelo rojo como si hubiera sido besado por el fuego, sus atributos femeninos y esa manera adecuada de andar lo encandilaron en menos que canta un gallo. La ceja derecha de Rayder se alzó, interrogante y lleno de misterio, mientras que un aura de seductor aparecía en sus ojos incoloros. La chica era bastante guapa, y atravesó la habitación dejando como tontos a todos los que osaban mirarla. Empleando su oído fino y dado para el espionaje, el chico escuchó cómo la joven pedía al mesonero unas cuántas botellas de sake y un abrigo. "Qué fresquita va, y quiero algo que le de calor", dijo para sí mismo, sin dejar que ese comentario fuera escuchado por nadie más que su propia mente. Yuu hizo un inciso en su momento de bebedor para preguntarle al señor Backstraw si se había fijado en la presencia de la dulce pelirroja, mientras que este asentía con una sonrisa en sus labios, desabrochando lentamente la cremallera de su gabardina, hasta dejar a la vista su rostro completo.
- No hay ninguna chica que escape al radar de Ray, y esta no ha sido menos. Creo que voy a invitarla a que se venga a tomar unas copas con nosotros, ella también va servida y tal vez terminemos la noche con el puño en alto. Espérame un momento - Sonriendo como un bellaco cuyas proposiciones eran más que previsibles, levantándose tras dar un último trago a la bebida que había solicitado anteriormente y dejando a Yuu con su barril de cerveza y las botellas de sake.
Dando pasos que demostraban una autoestima demasiado alta y una seguridad en sí mismo que echaría hacia atrás a todos los indecentes, el pelinegro avanzaba hacia la joven hasta interponerse en su camino hacia la salida. Quedando en la puerta, apoyó su espalda contra ella, mientras cruzaba los brazos y una pierna delante de la otra, adoptando una posición un tanto encantadora y persuasiva. Guiñándole un ojo nada más verla, el joven comenzó a hablar, mientras que sus espada seguían descansando en la parte izquierda y derecha de su cadera. Girando un poco la cabeza hacia un lado, Rayder empezó a hablar:
- Perdona señorita, pero no son horas para que una preciosidad como tú vaya rondando sola por un lugar tan frío como lo es Tequila Wolf. ¿Te importa si mi amigo y yo te invitamos a unas cuántas copas? Así entras en calor, y no te resultará tan tedioso y congelante el regreso a casa - Dijo, señalándole con una mirada de trayectoria hacia la mesa donde se encontraba su amigo Yuu, para luego añadir. - Es un tío grandote e intimidante, pero no muerde. ¿Vienes? - Regresando sus orbes incoloros hacia la pelirroja para mantener un nuevo contacto visual establecido, en el cuál sus ojos se clavaban como si estuvieran intentando descifrar el interior de la joven, además de mostrarse misterioso, como a él le gustaba hacer.
- ¿Todo eso vas a beberte? Tienes que tener un pedazo de almacén ahí debajo, cabrón - Señalando su estómago con uno de sus dedos índice. - No pienso cargar contigo de vuelta como estés muy borracho, ¡haha! - Tomando la copa una segunda vez y dándole un largo sorbo, mientras que suspiraba por el buen momento que estaba pasando.
Sus ojos se giraron rápidamente hacia la puerta cuando esta fue abierta, consiguiendo que una fuerte brisa muy fresca recorriera todo el lugar y diera un fuerte escalofrío en el pelinegro. "¿Quién coño ha abierto la puerta? ...", pensó, puesto que no le gustaba para nada que estando en un lugar calentito, se estuviera abriendo y cerrando la puerta cada dos por tres. Podía sacarle de quicio, y eso no era algo bueno que pudiera pasar con un pelinegro al lado. Sin embargo, el nuevo visitante sería perdonado rápidamente, pues su pelo rojo como si hubiera sido besado por el fuego, sus atributos femeninos y esa manera adecuada de andar lo encandilaron en menos que canta un gallo. La ceja derecha de Rayder se alzó, interrogante y lleno de misterio, mientras que un aura de seductor aparecía en sus ojos incoloros. La chica era bastante guapa, y atravesó la habitación dejando como tontos a todos los que osaban mirarla. Empleando su oído fino y dado para el espionaje, el chico escuchó cómo la joven pedía al mesonero unas cuántas botellas de sake y un abrigo. "Qué fresquita va, y quiero algo que le de calor", dijo para sí mismo, sin dejar que ese comentario fuera escuchado por nadie más que su propia mente. Yuu hizo un inciso en su momento de bebedor para preguntarle al señor Backstraw si se había fijado en la presencia de la dulce pelirroja, mientras que este asentía con una sonrisa en sus labios, desabrochando lentamente la cremallera de su gabardina, hasta dejar a la vista su rostro completo.
- No hay ninguna chica que escape al radar de Ray, y esta no ha sido menos. Creo que voy a invitarla a que se venga a tomar unas copas con nosotros, ella también va servida y tal vez terminemos la noche con el puño en alto. Espérame un momento - Sonriendo como un bellaco cuyas proposiciones eran más que previsibles, levantándose tras dar un último trago a la bebida que había solicitado anteriormente y dejando a Yuu con su barril de cerveza y las botellas de sake.
Dando pasos que demostraban una autoestima demasiado alta y una seguridad en sí mismo que echaría hacia atrás a todos los indecentes, el pelinegro avanzaba hacia la joven hasta interponerse en su camino hacia la salida. Quedando en la puerta, apoyó su espalda contra ella, mientras cruzaba los brazos y una pierna delante de la otra, adoptando una posición un tanto encantadora y persuasiva. Guiñándole un ojo nada más verla, el joven comenzó a hablar, mientras que sus espada seguían descansando en la parte izquierda y derecha de su cadera. Girando un poco la cabeza hacia un lado, Rayder empezó a hablar:
- Perdona señorita, pero no son horas para que una preciosidad como tú vaya rondando sola por un lugar tan frío como lo es Tequila Wolf. ¿Te importa si mi amigo y yo te invitamos a unas cuántas copas? Así entras en calor, y no te resultará tan tedioso y congelante el regreso a casa - Dijo, señalándole con una mirada de trayectoria hacia la mesa donde se encontraba su amigo Yuu, para luego añadir. - Es un tío grandote e intimidante, pero no muerde. ¿Vienes? - Regresando sus orbes incoloros hacia la pelirroja para mantener un nuevo contacto visual establecido, en el cuál sus ojos se clavaban como si estuvieran intentando descifrar el interior de la joven, además de mostrarse misterioso, como a él le gustaba hacer.
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
Varios
En cuanto tomo aquellas botellas se largo de aquel bar a paso tranquilo y definiendo de manera perfecta su anterior posición como noble. En cuanto poso su delicada mano sobre el picaporte de la puerta de salida de aquella taberna, un joven bien pálido, un tanto más o tal vez igual de pálido que la pelirroja, con una cabellera oscura como la noche misma y unos ojos extrañamente incoloros. En cuanto la puerta se cerró nuevamente por culpa de aquel joven la pelirroja le echo una mirada que demostraba ciertamente la intriga de alguien que fuera capaz de ponerse en su camino, al hacer eso escucho la voz, una voz en exceso confiada y que demostraba los intentos por enamorar... Si, enamorar a la pelirroja.
-Perdona señorita, pero no son horas para que una preciosidad como tú vaya rondando sola por un lugar tan frío como lo es Tequila Wolf. ¿Te importa si mi amigo y yo te invitamos a unas cuantas copas? Así entras en calor, y no te resultará tan tedioso y congelante el regreso a casa-
-Solo acepto por las copas que ando corta de Berries...-
Aunque tenía tres botellas llenas de Sake en la mano si había algo que podía ganarle o con lo que podían engatusar a la pelirroja era una pelea a muerte o bien invitarla a tomar. Invitarla a tomar Sake casi sin límites era una propuesta que aunque intentara no podía rechazar. En cuanto comenzó a acercarse a la mesa entendió la definición de "tío grandote e intimidante", realmente con aquella enormes manos de metal y su cuerpo algo extraño era un tanto intimidante aunque claro, nada era más intimidante que un hombre capaz de destruir una isla con el poder de una Akuma no mi como lo era su compañero de tripulación. Además claro de que era algo muy difícil el intimidar a Yoruhana.
En cuanto alcanzo la mesa se sentó de lado a aquel hombre cruzando una de sus piernas por encima de la otra para luego destapar y tomarse una de las tres botellas que ella había llevado de una trago y en un periodo de tiempo extrañamente corto, paso a dejar las otras dos botellas en la mesa y a presentarse con aquellos dos hombres que tan amablemente la habían invitado a tomar.
-Es un placer mi nombre es Kuchiki Yoruhana y ¿Ustedes dos son?-
Tras soltar aquella pregunta tomo otra de las botellas y tras golpear el pico para destaparla contra el borde de la mesada la tomo de un solo trago a la misma velocidad que antes. Realmente era una bebedora excepcional y los efectos que causan normalmente tomar tanto no le hacía efecto de manera tan repentina como al resto, incluso es muy difícil verla llegar a ese estado. Tras terminarse aquella botella tomo la tercera entre los delicados dedos de su mano derecha y se quedo mirando al rubio que tenia sentada a su lado esperando que este contestara su pregunta.
-Perdona señorita, pero no son horas para que una preciosidad como tú vaya rondando sola por un lugar tan frío como lo es Tequila Wolf. ¿Te importa si mi amigo y yo te invitamos a unas cuantas copas? Así entras en calor, y no te resultará tan tedioso y congelante el regreso a casa-
-Solo acepto por las copas que ando corta de Berries...-
Aunque tenía tres botellas llenas de Sake en la mano si había algo que podía ganarle o con lo que podían engatusar a la pelirroja era una pelea a muerte o bien invitarla a tomar. Invitarla a tomar Sake casi sin límites era una propuesta que aunque intentara no podía rechazar. En cuanto comenzó a acercarse a la mesa entendió la definición de "tío grandote e intimidante", realmente con aquella enormes manos de metal y su cuerpo algo extraño era un tanto intimidante aunque claro, nada era más intimidante que un hombre capaz de destruir una isla con el poder de una Akuma no mi como lo era su compañero de tripulación. Además claro de que era algo muy difícil el intimidar a Yoruhana.
En cuanto alcanzo la mesa se sentó de lado a aquel hombre cruzando una de sus piernas por encima de la otra para luego destapar y tomarse una de las tres botellas que ella había llevado de una trago y en un periodo de tiempo extrañamente corto, paso a dejar las otras dos botellas en la mesa y a presentarse con aquellos dos hombres que tan amablemente la habían invitado a tomar.
-Es un placer mi nombre es Kuchiki Yoruhana y ¿Ustedes dos son?-
Tras soltar aquella pregunta tomo otra de las botellas y tras golpear el pico para destaparla contra el borde de la mesada la tomo de un solo trago a la misma velocidad que antes. Realmente era una bebedora excepcional y los efectos que causan normalmente tomar tanto no le hacía efecto de manera tan repentina como al resto, incluso es muy difícil verla llegar a ese estado. Tras terminarse aquella botella tomo la tercera entre los delicados dedos de su mano derecha y se quedo mirando al rubio que tenia sentada a su lado esperando que este contestara su pregunta.
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