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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {Dom 28 Abr 2013 - 16:36}

Tras conocer a mis nakamas en la isla de Õkyū mazushī partimos todos juntos hacia nuevas aventuras. Tras unos días de travesía llegamos a la Isla del Kárate, aquella isla era conocida por su multitud de dojos de muy diferentes artes marciales, la verdad yo no tenía ni idea de artes marciales simplemente tenía las nociones básicas del combate cuerpo a cuerpo ya que yo era tirador y no era mi especialidad. Cuando atracamos el barco le dije a Rayder si me acompañaba a dar una vuelta por la isla para estirar las piernas y ver si nos divertíamos un rato.

-Oye Ray, ¿te apetece que nos demos una vuelta por la isla? Podríamos buscar algo que hacer mientras nos relajamos un rato ¿que te parece?

Mientras le decía esto bajaba un bote al agua ya que si no se venía el al menos iría yo a dar una vuelta porque siempre que parábamos en una isla si no nos decían que nos quedáramos en el barco a mi me gustaba bajar a dar una vuelta para entretenerme un rato y buscar cosas que desenterrar.
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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Re: Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {Lun 29 Abr 2013 - 14:09}

Los Piratas de Barba Rubia surcaban el South Blue con su precioso barco, el Hundred Moon. Clima soleado, sin una nube por el cielo, todo era adecuado y perfecto para un buen paseo bajo el astro mayor. A lo lejos, el pelinegro aficionado a la cartografía y navegación, pudo ver en sus mapas que aquel contorno de tierra y vegeación se asemejaba a las descripciones propias y escritas sobre la Isla del Kárate, un lugar en el que la mayoría de habitantes practicaban las artes marciales como estilo de vida. Era algo que ayudaba al bienestar de las personas, y nunca venía mal por si les atracaban: sus índices de criminalidad son muy bajos, debido a que todos los que viven en dicha isla se pueden encargar a la perfección de dar caza y mamporrazos a los criminales. Sin embargo, no es la primera vez que se dan casos de "karatekas locos", que reniegan del buen servicio que prestan a la comunidad y se rebelan en busca de poder o dinero. "Será una isla muy interesante para visitar", pensó Rayder, mesándose la barbilla con el dedo índice de su mano derecha mientras portaba una de sus mejores sonrisas de gala. Enrollando el pergamino que tenía en su otra mano, el joven lo dejó cerca del timón, en un pequeño cubil para sus cosas. El compañero cyborg también estaba en cubierta, y cuando tocaron tierra fue el único que le dijo de ir a dar una vuelta por aquel lugar. Sus ojos incoloros se dirigieron hacia su compañero, mientras que daba algún que otro paso para acercarse a su posición, momento en el cuál sus labios se movieron para contestar a su oferta:

- Por supuesto, Yuu. Vamos a echar un vistazo, tal vez encontremos chicas sexys a las que cortejar - Aferrado siempre a su fiel sentido de la perversión. Un hombre que siempre buscaba mujeres en todos lados, olfateando cada esquina para encontrar ínfimos rastros de perfume femenino. Aquello le perdía, y era plenamente consciente de ello. Pero algo en su interior no le dejaba apartarse simplemente del camino de la mujer, sino que le hacía ir hacia él y entrometerse hasta el fondo, aunque pudiera acarrearle malos resultados.

Mientras que su compañero sacaba a flote un bote pequeño, que a ciencia cierta podría con ambos, el pelinegro entraba al interior de los camarotes para tomar sus armas, no fuera a ser que las necesitase. Colgada del cinto en la parte derecha, Yoru, regalo de su madre y un arma muy preciada por el pelinegro. Y en la parte izquierda, Yoru No Taiyō, su espada eléctrica y reciente adquisición. Una vez que ambas estuvieron perfectamente ajustadas y no dieron indicios de caerse del cinturón del señor Backstraw, este volvió con sus oscuros atuendos hacia el exterior del barco, donde Yuu había comenzado a montar en el pequeño navío predispuesto a su nueva aventura. Recorriendo la cubierta a trote, con los faldones de su gabardina negra meciéndose por el movimiento, el joven apoyó su bota derecha en el lateral del Hundred Moon, divisando la distancia que había entre su posición y el bote. Tras subirse a la barandilla, dio un salto con voltereta incluida, aterrizando como una sílfide de cuerpo escultural y esbelto en el lugar donde se encontraba su metálico amigo.

- Ya te ibas sin mí, ¿eh? Haha - Quedándose de pie y cruzando los brazos por debajo de su pecho, mientra que las dos espadas reposaban a ambos lados de su cadera, deseando que llegara la hora de estrenarlas ambas a la vez. Suspiró y dirigió su mirada hacia la orilla del lugar, que no quedaba demasiado lejana. Desde allí podía ver a la perfección la clara arena de partículas finas, que mojada adquiría una tonalidad un tanto más oscura. Lo mejor de las islas, a parte de las mujeres que pudieras encontrar, siempre era la playa. Pocas zonas más bellas podrían hallarse.

Minutos más tarde, con el movimiento y rugir de las mareas, llegaron a su destino. El bote encayó su parte delantera en la orilla de la playa, quedándose inmóvil tras un período de reducción de movimiento por la llegada a la arena. De otro pequeño salto, intentando no rozar el agua del mar por cuestiones más que obvias, las botas del pelinegro se hundieron ante el contacto con el suelo mojado. Comenzó a andar hacia adelante, buscando una parte que estuviera más seca. Allí, tras girarse y ver lo que había a los alrededores, volvió a mirar a Yuu con una sonrisa. Haciéndole un gesto con la mano para que fuera con él, adjunto a una afirmación de cabeza conjunta, el pirata de los Barba Rubia comenzó a correr hacia el interior de la Isla del Kárate.

Su mente estaba impaciente. Muchas cosas habían pasado desde su última aventura, y la verdad era que le gustaría conocer un poco más al hombre cyborg. Solo sabía de sus poderes de la Fruta del Diablo y un poco de su carácter, además de sus aficiones. Sin embargo, críptico y misterioso como solía ser aquella sombra de pelo negro, Rayder no había mostrado nada del potencial a ninguno de sus compañeros, ni siquiera al capitán Suzaku. Ardía en deseos de enseñarles que sus aptitudes eran bastante creíbles y admirables, y que su determinación había alcanzado puntos que muchas personas abandonaban a medio camino. Su alma reforzada con Haki y aquella canalización de energía, habilidades aprendidas y ocultas en lo más profundo de su cuerpo, podrían salir a la luz en dicha isla si la situación lo requería. Dándose la vuelta, viendo cómo su compañero intentaba seguirle, le dijo, señalando a la entrada de la ciudad:

- ¡Hemos llegado, Yuu. Estamos en la Isla del Kárate!
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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Re: Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {Mar 30 Abr 2013 - 1:03}

Tras bajar el bote al agua me subí a él y esperé a que Rayder viniese ya que había aceptado mi propuesta, saltó desde el barco y grácil como un colibrí se posó en el bote apenas sin moverle. Emprendimos rumbo a la isla y tras unos minutos navegando llegamos a la playa de la isla, Rayder se adelantó bastante emocionado cosa que me sorprendía, nunca le había visto así de excitado.

Supongo que querrá encontrar mujeres que poder llevarse a la cama... Este Rayder... Nunca cambiará...

Conocía poco del pelinegro pero algo que si sabía a ciencia cierta por las veces que habíamos hablado en el barco y demás era que le perdían las mujeres, era su punto débil, cualquier otra cosa podría pasarla por alto pero si se le presentaba una mujer bonita delante nada podría pararle.
Mi compañero se adelantó, cuando el bote tocó la arena saltó y comenzó a andar adentrándose en la isla, unos metros mas adelante se paró y me hizo un gesto con la mano acompañado con una afirmación de cabeza como pidiendo que me acercase. Agarré el bote y le arrastré adentrándole en la playa y ocultándole entre unos matorrales que había cerca para que nadie pudiera apropiarse de él. Cuando terminé de ocultar bien el barco proseguí mi camino hacia Rayder, al estar a un par de metros de él se dio la vuelta y comenzó a correr hacia los adentros de la isla.

Maldito... Que hoy estoy vago...

Comencé a correr tras de él, se que sabía defenderse de sobra pero no quería perderme nada para poder contarlo en el barco al volver y reírnos todos juntos. Cuando llevaba unos metros corriendo Rayder se dio la vuelta y me habló bastante ilusionado.

- ¡Hemos llegado, Yuu. Estamos en la Isla del Kárate!

No se que pasaba que Rayder había cambiado su comportamiento normal a otro completamente diferente, estaba muy exaltado, no sabía si era por el hecho de ir a un lugar nuevo, por si quería probar la comida y la bebida del lugar o lo más probable era que tenía ganas de comer si, pero a alguna mujer...

-¡Vale, pero espérame!

Tras andar un poco más Rayder y yo llegamos al centro de la ciudad, por el camino todo el mundo nos miraba extraño, debido al calor yo me había quitado la camiseta dejando al descubierto mi torso semimetálico y llevaba las unos pantalones cortos que me llegaban por las rodillas de un color vaquero. La verdad era una estampa bastante graciosa, un cyborg de más de dos metros y medio de alto y más ancho que tres humanos de tamaño medio juntos y un humano de metro ochenta de alto bastante delgado pero musculado con el porte que deja entrever su alta posición social en antiguos tiempos y dos katanas en su cinturón.
Tras unos minutos andando por la ciudad llegamos a la entrada de un bar el cual parecía cerrado ya que no se escuchaba nada dentro pero en un cartel de fuera ponía que si estaba abierto por lo que le dije a Rayder que me siguiera que me apetecía refrescarme el gaznate. Al entrar al bar me fijé que había bastante gente pero que todo el mundo estaba en silencio, según crucé la puerta todo el mundo me miró con una cara de asombro que no me sorprendía la verdad, pocos como yo habría por el mundo la verdad. Me senté en una silla y llamé al camarero.

-Oye, estoy seco, tengo dinero y tu tienes bebida. ¿Hace falta decir más? Bueno si, traeme un barril de cerveza, el más grande que tengas en el almacén y a mi amigo ponle lo que él quiera.
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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Re: Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {Miér 1 Mayo 2013 - 21:51}

Sin ánimo de que les robaran, y mostrando un sentido precavido por su parte, el gran hombre metálico al que tenía por amigo, llevó con sus gruesas manos el bote en el que habían llegado a la isla, hacia los matorrales de la playa de la Isla del Kárate. Camuflándolo bajo los hierbajos y dejándolo a buen recaudo, ambos personajes de la tripulación de Barba Rubia comenzaron su caminata hacia el interior de la civilización. El pelinegro, con una gran sonrisa en sus labios, pensaba para sí mismo, loco por las mujeres como siempre solía estar: "¿Cómo serán las karatekas de este lugar? ¿Tendrán los culos duritos por el ejercicio?". Su mirada se había perdido en el horizonte, y no daba crédito a lo que su imaginación creaba en su mente. Mujeres con kimonos de artes marciales, esperándole para quitarse los ropajes y mostrarle unos cuerpos esbeltos pero nada de musculados, perfectos para un encuentro amoroso gigantesco. Mordiendo con aquellos dientes blanquecinos de marfil su labio inferior, el pelinegro cerraba cada tres pasos los ojos para dejarse llevar por su gran imaginación en el campo de las mujeres. Cuántas veces hubiera soñado estar con tantas chicas que no cupiesen en una sola cama, cuántas veces hubiera deseado quitarles la ropa con sus propios dientes. Era joven, y no había tenido malas experiencias en el pasado, pero él siempre decía que lo mejor estaba por llegar. ¿Sería en aquella isla donde descubriría el verdadero placer? ¿O no era más que un destino pasajero en su vida como pirata?

- Yuu, quitándote la camiseta me vas a robar a todas las hembras. Vayamos a partes iguales, una para ti y una para mí - Quedando a su derecha y caminando a su par, dándole un toque amistoso en la espalda con la palma de su mano. Sonrió, y luego dirigió su vista al frente, percatándose de cómo la mayoría de las personas que se cruzaban entornaban su vista hacia ellos. Era claro que no pertenecían a la isla: un cyborg metálico de dos metros y pico de alto, y un pelinegro con espadas. Tal vez allí, al ser la Isla del Kárate, no estuvieran bien vistos los espadachines, pero eso es como todo: o te gusta, o te aguantas. Él no iba a cambiar su forma de defenderse, a no ser que una bella mujer se lo dijera. En ese caso, hasta aprendería a pelear con su nariz, si tuviera que ser necesario.

Hombre extremo y excesivo donde los haya, pero en el fondo buena persona. El Sol se encontraba en lo alto del cielo, reflejando aquellos rayos que despedía su cuerpo hacia ellos. El calor resultaba ser algo agobiante, por lo que el pelinegro desabrochó los botones superiores de su gabardina y camisa, pero sin llegar a quitárselas. Su atuendo negro imbuía mucho más calor del normal, debido a que los colores oscuros no dejan pasar tanto calor como los claros, y se calientan mucho antes. Además, remangó las dos partes inferiores de sus mangas, hasta llevarlas a una altura del codo. Sus brazos de piel blanquecina y pocos pelos casi llegó a brillar, mientras que ambos piratas buscaban un lugar en el que refrescar su cuerpo. O un baño de agua fría, o una taberna para refrescar sus gargantas. Cualquiera de las dos opciones haría feliz al pelinegro, cuya frente empezaba a crear mínimas gotas de sudor que bajaban por los laterales de su cara, hasta que finalmente eran secadas por su mano. No tardaron demasiado en encontrar lo que buscaban, aunque parecía por el exterior del establecimiento que este se encontraba fuera de disponibilidad. Acercándose a él, abrieron la puerta y entraron al interior, por lo que tal vez los clientes de aquel lugar se hubieran olvidado de darle la vuelta al cartel que indicaba el grado de accesibilidad, o bien no querían forasteros que se acercasen a sus barras. El ambiente era totalmente silencioso, para nada agradable, y los ojos se clavaron en los dos nada más verles. Sentándose en una de las mesas anexas a su posición, Yuu pidió un barril de cerveza para él, además de lo que quisiera Rayder. Este, cerrando los ojos y cruzando los brazos bajo el pecho, dijo en voz alta:

- Un whisky triple con hielo, si no es molestia - Dijo su voz en un tono amigable y suficientemente alto como para ser escuchado por los camareros. Para decepción del señor Backstraw, no había ninguna mujer a la redonda. El local estaba lleno, pero la mayoría de clientes eran hombres adultos, además de uno o dos adolescentes y ancianos. Moviendo la cabeza a los lados, dejó que sus huesos crujieran mientras se relajaba un poco, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda y adoptando aquella posición que tanto le gustaba cuando se dedicaba a mirar mapas en la cubierta del barco, o simplemente para tomar un descanso al navegar.

El camarero, un poco hosco y sin mediar palabra, llevó lo que ambos personajes habían podido. La copa con mucha facilidad, pero para el barril necesitó la ayuda de un compañero. Tras eso, les dejaron solos y volvieron a su barra, limpiándola con trapos sucios. De una mesa cercana, un hombre se levantó con una mirada prepotente, mirando a las espadas del pelinegro. Su compañero, y los otros tres que conformaban una mesa de cinco, se encararon contra los piratas, diciéndoles casi como un mandato:

- No necesitamos extranjeros cobardes con espadas y cuerpos de hierro. Aquí se premia el duro esfuerzo del cuerpo, y no con armas ajenas a él. Asco me dais - Afirmó el que parecía ser el cabecilla de todos. Tenían cuerpos musculados por el deporte, y caras rudas que no dudaban en buscar una pelea allá donde pudieran encontrarla.

Rayder giró su cabeza hacia ellos, mostrando una gran sonrisa. De reojo, miró a Yuu y le hizo una señal para ir a por ellos, devolviendo la vista hacia sus enemigos. Su mano derecha se alzó hasta el cuello, donde el dedo del pelinegro comenzó a recorrerlo como si una navaja estuviera destinada a rajar el cuerpo de sus adversarios. Ese gesto les cabreó, las mesas salieron volando, y el verdadero espectáculo dio comienzo.
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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Re: Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {Jue 2 Mayo 2013 - 15:25}

Cuando nos sentamos en aquella mesa de aquel silencioso bar recordé lo que Rayder me había dicho momentos antes.

- Yuu, quitándote la camiseta me vas a robar a todas las hembras. Vayamos a partes iguales, una para ti y una para mí

Sonreí para mis adentros, llegó el camarero y nos tomó nota. Yo ya había pedido y Rayder pidió un whisky triple con hielo. Cuando el camarero se alejó para traer nuestras bebidas hablé a mi compañero.

-Oye Ray, respecto a lo de antes, por las mujeres no te preocupes, a mi solo se acercarían si estuviesen hechas de imanes, se que soy super guay, eso se ve a primera vista, pero atractivo, eso ya es otro tema.

Empecé a reírme al ver que tenían que traer mi barril entre dos personas, cuando lo dejaron en la mesa lo agarré con una mano, con la otra hice un agujero en el borde y comencé a beber. Vi que unos tipos que estaban sentados se levantaron y se acercaban con cara de malas pulgas. Cuando llegaron se dirigió a nosotros el que parecía ser el cabecilla.

- No necesitamos extranjeros cobardes con espadas y cuerpos de hierro. Aquí se premia el duro esfuerzo del cuerpo, y no con armas ajenas a él. Asco me dais

Esas palabras me cabrearon, nadie se metía con un amigo mío y salía ileso. Rayder me hizo un gesto y estaba claro que quería acción. Tras esto Rayder se levantó e hizo un gesto arrastrando un dedo por su cuello, esto enfadó mucho a los tipos y comenzaron a lanzar las mesas por al aire. Antes de que las cosas se salieran de madre dejé mi barril en la mesa y me levanté, di un pisotón en el suelo y dos de los atacantes se asustaron, esa fue mi oportunidad y agarré a uno del pecho con la mano derecha y al otro de la cabeza con la mano izquierda. Al que tenía sujeto con la mano derecha lo miré a los ojos y le hablé.

-Os habéis dado de bruces con dos tipos que no deberíais haber jugado, ahora vais a saber lo que es bueno.

Cuando dije esto le solté y le di un puñetazo en en pecho, cayó redondo al suelo, desmayado, el otro que tenía en la mano derecha comenzó a revolverse y le tuve que agarrar con las dos manos y sin pensármelo le lancé por una de las ventanas del bar.

-¿Veis? Eso es lo que pasa cuando os metéis con los piratas de Barba Rubia. Vamos Ray, tu turno, déjales bien claro quién manda aquí.
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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Re: Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {Vie 3 Mayo 2013 - 14:07}

Antes de que empezase la pelea en el bar de la Isla del Kárate, ambos personajes de la tripulación de Barba Rubia se encontraban charlando tranquilamente, a lo que el cyborg le respondía con cierta gracia las palabras que le dedicó Rayder en un principio, acerca de las mujeres de la isla. Afirmó que ninguna se le acercaría, cosa con la que el pelinegro no estaba de acuerdo. Levantando su mano derecha y uno de sus dedos índice, comenzó a moverlo horizontalmente para negar, además que hacía un leve sonido de chasquido con su boca para corroborarlo. Sus ojos incoloros se pegaron en el mastodóntico cuerpo de Yuu, para que luego sus labios se despegaran y comenzase a hablarle con una voz que mostraba respeto por su compañero en grandes proporciones. Sabía que era una buena persona, y no por ello las chicas se alejarían de él:

- Créeme que alguna querrá colgarse de tu metálico miembro, amigo. Las tiene que haber de todos los gustos, y ya vendrá una que lo tenga demasiado abierto como para que quepas en ella, haha - Rió el pelinegro, dando un sorbo al whisky que había pedido. Era suficientemente gracioso ver cómo el barril que habían transportado dos personas hacia su posición era tomado por el cyborg con una única mano, bebiendo de él como si no pesara nada y fuera lo más fácil del mundo.

Retomando la historia actual, los cinco karatekas se habían vuelto un poco irascibles, y levantándose de sus mesas por la provocación de Rayder, se prepararon para entrar en la pelea. Fue el señor Kinzoku el que paró los pies de dos de ellos, además de sus amigos. Primero, un fuerte pisotón en el suelo les dejó intrigados con respecto a la fuerza del hombre de hierro, mientras que cogía con cada una de sus manos a una persona distinta. Una de ellas salió volando por la ventana, y la otra cayó inconsciente al suelo tras un golpe bien dado, afirmando que había sido una sublime tontería meterse con los piratas de Barba Rubia. Razón no le faltaba, y además cedió el turno a su amigo de ojos incoloros, que se levantaba y avanzaba hacia los tres enemigos que quedaban en pie. Con sus dos manos, y sin desenvainar su espada, la cuál seguía apostada en su cintura, les incitó a ir hacia él con una sonrisa en los labios:

- Vamos, mariconas. Entretenedme un rato - Añadiendo aquel improperio para enfadarlos todavía más, a posta. Y lo consiguió, pues los tres enemigos se lanzaron a por él al mismo tiempo. Él se quedó allí parado, recibiendo una patada y dos puñetazos que no le movieron ni un mísero centímetro de su posición. Su cuerpo había repelido los golpes con un sonido metálico, y los karatekas mostraban expresiones de dolor y rojeces en las zonas donde sus manos y pies habían golpeado a Rayder.

Claramente, había utilizado el Busoushoku Haki en las zonas donde sus enemigos habían querido darle, transmutando sus capacidades defensivas a unas mucho más resistentes, como las del metal. Aquel poder inhumano que aprendió mediante un duro entrenamiento, historia que no olvidaría nunca y la mantendría siempre como uno de sus referentes. Aprovechando la situación débil en la que había quedado los tres enemigos, el pelinegro se movió con rapidez para tocar a los tres con un único dedo en el estómago, transmitiéndoles aquella energía que era capaz de controlar. No la sustancia oscura de su Akuma No Mi, sino la energía que había aprendido a manejar recientemente con Allen. Las zonas que el dedo tocó estallaron como si pequeñas bombas fueran, lanzando a los karatekas hacia atrás y rompiendo varias mesas al caer. Las ropas de la zona que explotó se resquebrajaron y quemaron al instante, dejándolos inconsciente en cuestión de segundos. Y él ni siquiera se había despeinado, un acto muy propio del pelinegro. Se tocó las manos varias veces, para quitar posibles restos de polvo que hubiera podido acumular en aquel "fugaz" encuentro.

- Esto no son karatekas, son imbéciles del tres al cuarto. ¡Que lo oiga todo el mundo! ¡Nadie se interpone en el camino de los piratas de Barba Rubia! ... Y el que lo haga, bueno, tiene un ejemplo aquí mismo de cómo puede acabar - Con una sonrisa en sus labios, volviendo hacia la mesa en la que él y Yuu habían estado bebiendo tan tranquilamente, antes de que los idiotas se les pusieran gallitos únicamente para marcar territorio. La gente no sabía con quienes se estaban metiendo, y eso les pasaba por confiarse demasiado.

La gente de alrededor comenzó a chillar, algunos corriendo despavoridos por el miedo que había entrado a formar parte de sus cuerpos. Los piratas solían tomar aquella reacción como algo normal, y el pelinegro se sentó en su silla y cruzó las piernas por encima de la mesa, para tomar su vaso de whisky y darle un buen sorbo. Apoyó una mano en la barandilla superior de la silla, y miró alrededor de él como la gente cundía en pánico. ¿Dónde estaban los katarekas de los que se decía que defendían la isla de todo mal que pudiera desembarcar en ella? Tal vez solo fueran mitos, o a lo mejor solo había que darles tiempo para que llegasen a su encuentro, cosa que sería bastante entretenida para el cyborg y el ex-noble.
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Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] Empty Re: Los karatekas locos [Privado] [Rayder & Yuu Kinzoku] {}

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