Teravan Finger-bullet
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Características
fuerza
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Agilidad
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El sol brillaba sobre los relucientes canales de Water Seven. Teravan caminaba como un día cualquiera por sus concurridas calles, buscando algo que hacer. No deseaba tener que volver al bar como de costumbre para matar el aburrimiento con unos litros de alcohol.
Miraba a su alrededor, nada fuera de lo normal, todo en orden. Había esperado que la vida de marine fuese un poco más entretenida. Desde que empezó su estancia en aquella ciudad. Un par de peleas insignificantes y poco más. Deseaba más que nada un buen combate. La adrenalina, el sudor deslizándose por su rostro, la sangre bombeando su cabeza... Una sensación indescriptible.
Pasaron un par de horas hasta que Teravan se dio cuenta de que no iba a ocurrir nada, como de costumbre. Así que se encaminó hacia el sucio tugurio que en aquella isla osaban llamar taberna. Caminó con paso rápido entre la alterada gente que le soltaba improperios cuando les empujaba. El marine hizo caso omiso, no estaba de humor para escuchar las estupideces de unos ciudadanos. Siguió caminando, fijándose en las callejuelas por si, en una última esperanza, encontraba algo de acción.
Dicha esperanza no fue satisfecha, y entró en el sucio bar, se sentó en la barra y pidió una cerveza, miró alrededor, observando qué demonios hacían los parroquianos de aquel lugar.
Miraba a su alrededor, nada fuera de lo normal, todo en orden. Había esperado que la vida de marine fuese un poco más entretenida. Desde que empezó su estancia en aquella ciudad. Un par de peleas insignificantes y poco más. Deseaba más que nada un buen combate. La adrenalina, el sudor deslizándose por su rostro, la sangre bombeando su cabeza... Una sensación indescriptible.
Pasaron un par de horas hasta que Teravan se dio cuenta de que no iba a ocurrir nada, como de costumbre. Así que se encaminó hacia el sucio tugurio que en aquella isla osaban llamar taberna. Caminó con paso rápido entre la alterada gente que le soltaba improperios cuando les empujaba. El marine hizo caso omiso, no estaba de humor para escuchar las estupideces de unos ciudadanos. Siguió caminando, fijándose en las callejuelas por si, en una última esperanza, encontraba algo de acción.
Dicha esperanza no fue satisfecha, y entró en el sucio bar, se sentó en la barra y pidió una cerveza, miró alrededor, observando qué demonios hacían los parroquianos de aquel lugar.
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