Saiiko Naoto
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El Diario había anunciado nuevamente una gran ventisca para esa noche, y los aldeanos habían cerrado sus puertas y ventanas para calentar sus hogares a partir de horas tempranas. Allá donde se veía un pueblo normal y corriente, había una civilización avanzada conocida como 'Baltimore, el Reino Futurístico', para la mayoría, donde había nacido ese legendario Dr. Vegapunk. La gente que habitaba allí solía mostrarse poco sociable y además, antipática con los visitantes, por lo que la peliazul decidió buscarse su propia 'madriguera'.
Nunca había tenido planes de ir a parar allí, de hecho había hecho todo lo posible por no tener que hacerlo y, sin embargo, sus pocos recursos la obligaban a pasar la noche y buscar algo de comida para su viaje. Además lamentaba el pobre estado en el que se encontraba su vehículo marítimo, pequeño y que la había acompañado desde hacía unas semanas, bastante desgastado.
Ató la cuerda del barco en el puerto y, vestida con todo lo que tenía subió hasta el pueblo. Todas las ventanas de las casas estaban encendidas, de algunas ya salía un increíble y muy apetitoso olor a cena servida, y de otras, únicamente sonidos de conversaciones familiares. Saiiko colocó una mueca bastante vaga en cuanto su estómago rugió, y de repente se le pasaron por la cabeza cientos de platos riquísimos que podría cocinar en ese momento.
Se abrazó ambos brazos, frotándolos de arriba a abajo, en un pobre intento de entrar en calor y caminó buscando alguna casa con las luces apagadas y con suerte sin señales de personas o algo similar. Pero fueron largos minutos, hasta salir del lugar donde concernían la mayor parte de hogares, donde visualizó una especie de... cabaña. La peliazul con el cuerpo absolutamente congelado, avanzó a grandes zancadas, subiendo una colina cubierta de nieve hasta llegar a la casita. Tenía la madera de las paredes raída y sucia, las ventanas, que eran también bases de madera, rechinaban al abrirse y cerrarse por el viento. La chica levantó la mano, pequeña y pálida, y golpeó un par de veces.
Esperó unos segundos, hasta que se oyeron dentro un par de murmullos, y Saiiko pegó la oreja a la puerta, manteniendo una leve distancia. Primero fue un rumor. Probablemente el rumor del viento. Luego se le sumó a ese mismo rumor tétrico un sonido agudo, con una tonalidad tremendamente elevada y, poco a poco, el crescendo de murmuros fue aumentando. La chica frunció el ceño, y apoyó una mano abierta sobre la puerta, recorriendo suavemente la madera hasta encontrar el pomo. Sin embargo, antes de que pudiera notarlo, salió despedida hacia atrás, golpeándose contra la nieve. Dos osos, al principio, salieron de allí, uno más oscuro y grande que el otro, y se acercaban gruñendo.
Saiiko se levantó del suelo a regañadientes y se alejó unos cuantos pasos sin sacarle el ojo a las bestias, que doblaban el tamaño de un oso normal. Sabía perfectamente que allí el rendimento de su Akuma No Mi era prácticamente nefasto, y contando con que ella estaba calada hasta los huesos, intentar huir era mal plan, que sin duda sería lo que primero habría hecho si estuviera en una superficie sin nieve. Bufó y separó los brazos, como si el suelo fuera a derrumbarse en cualquier momento y estuviera preparada para ello. Con cuidado, buscó dentro de su abrigo los cuchillos que colgaban de su cinturón, y sacó uno. La puntería la sacaría de ese aprieto, con suerte.
Nunca había tenido planes de ir a parar allí, de hecho había hecho todo lo posible por no tener que hacerlo y, sin embargo, sus pocos recursos la obligaban a pasar la noche y buscar algo de comida para su viaje. Además lamentaba el pobre estado en el que se encontraba su vehículo marítimo, pequeño y que la había acompañado desde hacía unas semanas, bastante desgastado.
Ató la cuerda del barco en el puerto y, vestida con todo lo que tenía subió hasta el pueblo. Todas las ventanas de las casas estaban encendidas, de algunas ya salía un increíble y muy apetitoso olor a cena servida, y de otras, únicamente sonidos de conversaciones familiares. Saiiko colocó una mueca bastante vaga en cuanto su estómago rugió, y de repente se le pasaron por la cabeza cientos de platos riquísimos que podría cocinar en ese momento.
Se abrazó ambos brazos, frotándolos de arriba a abajo, en un pobre intento de entrar en calor y caminó buscando alguna casa con las luces apagadas y con suerte sin señales de personas o algo similar. Pero fueron largos minutos, hasta salir del lugar donde concernían la mayor parte de hogares, donde visualizó una especie de... cabaña. La peliazul con el cuerpo absolutamente congelado, avanzó a grandes zancadas, subiendo una colina cubierta de nieve hasta llegar a la casita. Tenía la madera de las paredes raída y sucia, las ventanas, que eran también bases de madera, rechinaban al abrirse y cerrarse por el viento. La chica levantó la mano, pequeña y pálida, y golpeó un par de veces.
Esperó unos segundos, hasta que se oyeron dentro un par de murmullos, y Saiiko pegó la oreja a la puerta, manteniendo una leve distancia. Primero fue un rumor. Probablemente el rumor del viento. Luego se le sumó a ese mismo rumor tétrico un sonido agudo, con una tonalidad tremendamente elevada y, poco a poco, el crescendo de murmuros fue aumentando. La chica frunció el ceño, y apoyó una mano abierta sobre la puerta, recorriendo suavemente la madera hasta encontrar el pomo. Sin embargo, antes de que pudiera notarlo, salió despedida hacia atrás, golpeándose contra la nieve. Dos osos, al principio, salieron de allí, uno más oscuro y grande que el otro, y se acercaban gruñendo.
Saiiko se levantó del suelo a regañadientes y se alejó unos cuantos pasos sin sacarle el ojo a las bestias, que doblaban el tamaño de un oso normal. Sabía perfectamente que allí el rendimento de su Akuma No Mi era prácticamente nefasto, y contando con que ella estaba calada hasta los huesos, intentar huir era mal plan, que sin duda sería lo que primero habría hecho si estuviera en una superficie sin nieve. Bufó y separó los brazos, como si el suelo fuera a derrumbarse en cualquier momento y estuviera preparada para ello. Con cuidado, buscó dentro de su abrigo los cuchillos que colgaban de su cinturón, y sacó uno. La puntería la sacaría de ese aprieto, con suerte.
Crimson
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La isla Karakuri, era una ciudad futurista en la que antaño vivió el gran científico Dr. Vegapunk del que poco se conoce, sólo se sabe que su mente, sus conocimientos e invenciones estaban varios siglos por delante de su época, hace aproximadamente 200 años. Incluso en el año en que el que ellos estaban la tecnología era inferior a la que él tenía, sus logros en el campo científico eran innumerables. Esa isla era especial por ese mismo motivo, gran parte de sus conocimientos se hallaban ocultos en ese lugar invernal. Él como buen ingeniero buscaba encontrar la máxima información posible para mejorar en sus creaciones. Era un lado de él que no solía mostrar demasiado, pero de vez en cuando no estaba mal informarse un poco de nuevos avances que incluso podría servir para reforzar su barco.
Así que de esta forma es como zarparon hacia la isla Karakuri, no sin antes pasar por diversos aprietos, pues el Grand Line no era un sitio fácil por el que navegar, incluso con una navegante talentosa como su "más reciente adquisición" Dark D. Rose, las corrientes eran duras. El ambiente frío y con ventiscas no ayudaba, era difícil mantenerse en cubierta cuidando del barco cuando la temperatura bajaba tan drásticamente, el viento incluso cortaba la piel de lo baja que era la temperatura y lo fuerte del vendaval.
Tras varios días de intenso viaje lograron llegar a la isla. Antes de desembarcar Crimson iba a ordenarles algo. Colocándose bien la chupa con el símbolo de su tripulación, Sons of Anarchy, se paró en frente de todos, aguantando a su pesar las extremas condiciones climáticas. Es lo que tiene no usar camisetas y solo portar la chupa, aunque quizás debería ir a por su característico abrigo rojo para no poder guarecerse un poco más de la helada. Ordenó a sus tripulantes que se dispersen por el pueblo para que busquen información acerca de las isla y de dónde podría estar la ubicación del antiguo laboratorio. Por esa razón había mandado al resto a ir al pueblo, peinar la zona interrogando sutilmente a los ciudadanos.
Sin más tardar el también debería hacer lo propio. Se convirtió en un águila real de un color marrón-dorado que resaltaba entre todo el blanco pueblo, siendo el primero en ir, surcando la noche, volando raudo y veloz entre toda con su majestuoso plumaje. No tardó mucho más en llegar. Sin embargo estaba todo cerrado, quizás por la hora o quizás por lo poco amistoso que era ese pueblo frente a extranjeros. Entonces vio una cabaña a la que podía entrar por una ventana trasera que estaba abierta de par en par, rota, como si la hubiesen destrozado hace poco. Era extraño, probablemente hubiese algo de valor. Entró en picado por el agujero y se topó con inmenso oso que se asustó por el choque fortuito del ave rapaz contra su lomo. Éste salió disparado por el sobresalto y causó que se incorporara también otro oso que estaba junto a él, saliendo a toda velocidad por la puerta, derribándola. Tras ésto se convirtió nuevamente en su forma de humano, sin importarle demasiado los dos animales que gruñían a algo fuera de la cabaña, él por su parte intentaba averiguar algo. Si tenía un golpe de suerte podría encontrara alguna pista.
Así que de esta forma es como zarparon hacia la isla Karakuri, no sin antes pasar por diversos aprietos, pues el Grand Line no era un sitio fácil por el que navegar, incluso con una navegante talentosa como su "más reciente adquisición" Dark D. Rose, las corrientes eran duras. El ambiente frío y con ventiscas no ayudaba, era difícil mantenerse en cubierta cuidando del barco cuando la temperatura bajaba tan drásticamente, el viento incluso cortaba la piel de lo baja que era la temperatura y lo fuerte del vendaval.
Tras varios días de intenso viaje lograron llegar a la isla. Antes de desembarcar Crimson iba a ordenarles algo. Colocándose bien la chupa con el símbolo de su tripulación, Sons of Anarchy, se paró en frente de todos, aguantando a su pesar las extremas condiciones climáticas. Es lo que tiene no usar camisetas y solo portar la chupa, aunque quizás debería ir a por su característico abrigo rojo para no poder guarecerse un poco más de la helada. Ordenó a sus tripulantes que se dispersen por el pueblo para que busquen información acerca de las isla y de dónde podría estar la ubicación del antiguo laboratorio. Por esa razón había mandado al resto a ir al pueblo, peinar la zona interrogando sutilmente a los ciudadanos.
Sin más tardar el también debería hacer lo propio. Se convirtió en un águila real de un color marrón-dorado que resaltaba entre todo el blanco pueblo, siendo el primero en ir, surcando la noche, volando raudo y veloz entre toda con su majestuoso plumaje. No tardó mucho más en llegar. Sin embargo estaba todo cerrado, quizás por la hora o quizás por lo poco amistoso que era ese pueblo frente a extranjeros. Entonces vio una cabaña a la que podía entrar por una ventana trasera que estaba abierta de par en par, rota, como si la hubiesen destrozado hace poco. Era extraño, probablemente hubiese algo de valor. Entró en picado por el agujero y se topó con inmenso oso que se asustó por el choque fortuito del ave rapaz contra su lomo. Éste salió disparado por el sobresalto y causó que se incorporara también otro oso que estaba junto a él, saliendo a toda velocidad por la puerta, derribándola. Tras ésto se convirtió nuevamente en su forma de humano, sin importarle demasiado los dos animales que gruñían a algo fuera de la cabaña, él por su parte intentaba averiguar algo. Si tenía un golpe de suerte podría encontrara alguna pista.
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