[Priv. Simo-Rose-Altaïr] Unión extraña por un escándalo extraño. ¡El trío que lo devasta todo!

Ahora me encontraba en Shellstown, uno de los últimos lugares en los que me encontraré antes de entrar en “el cementerio de los piratas” como suelen llamarlo. Pero el nombre de Grand Line es mejor. No era la mejor isla a la que había ido a parar, la verdad es que esta es de las pocas del East Blue con base naval. Eso sólo significaba dos cosas, marines y problemas.
La verdad es que siendo yo pirata no me convenía mucho el pasar por esa isla. Sin embargo tenía una razón y es darme a conocer más, antes de adentrarme al Grand Line. Quería que mi nombre tuviera algo de peso. Y también, robar algún barco más grandecito si me era posible. Quedaría un poco mal seguir yendo en un barco pesquero.
Lo único que se me antojaba era patear un par de traseros de marines, para ganar algo más por mi cabeza. Algo no propio de mi, que me gustaba pasar algo desapercibido, sin embargo era algo que tenía que hacer. La familia Sharp vuelve a las andadas y el mundo tenía que saberlo.

Tras dejar amarrado aquél pequeño transporte en la costa, empecé a caminar deleitándome del bonito paisaje de la ciudad. Estaba mejor que otras que había visto. Se podía apreciar el dinero que habrá costado montar todo esto. No había mucha flora visible en lo que era la ciudad, poco más que edificios sólidos con los mismos patrones de colores.
Me encontraba en una larga calle, donde al final de ella se podía ver una plaza, con una fuente en el centro. En esta calle había de todo, sobretodo pequeños comercios y negocios. Me preguntaba si por aquí cerca habría alguna tienda de katanas, ciertamente me gustaría obtener una, aunque… Si no tengo para un barco, no tendré para una katana, y aun siendo pirata, no me va eso de robar. Seguramente me quede con mi pequeña barca durante un largo tiempo más. Ojalá me topase con algo de dinero, así, sin más, que me caiga del cielo. Sé que en este mundo puede ocurrir de todo, pero eso sería casi imposible, jajajaja, en menudas cosas pienso.
En una pared había varios carteles de “Se Busca”, en un futuro esperaba tener el mío. Les eché un mero vistazo, pero uno me llamo la atención. “¡Capturen a la banda de Sons Of Anarchy! ¡A cualquiera de sus integrantes!”. Parecía una banda grande, una de las más conocidas al parecer, porque no era la primera vez que oía ese nombre, Sons Of Anarchy. Un nombre un poco raro, mas a la misma vez era bueno.
Junto a ese anuncio había pequeños nombres, de los integrantes: Zarlet, Drak D. Rose, Zane, Abyss… Todos con algo de recompensa. Sobretodo el capitán, cosa que no era de extrañar.
Hasta ahora no me había topado con otro pirata, sería interesante.

Continué mi camino hasta llegar a aquella plaza. Me lave la cara en la fuente y bebí un poco. Me tendría que preparar para pelear. Lo primero sería hacer alguna tontería, algo no muy grave, pero lo suficiente para que llamen a la marina. Creo que montar un escándalo en alguna taberna diciendo que era pirata, o algo por ese estilo estaría bien. Bien, decidido, tan sólo tenía que ir a alguna taberna y montar un pollo, me lo estaba imaginando. Rompería algo y el tabernero me echará la bronca, y yo en plan profesional soltaré algo como “Qué pasa, hago lo que quiero, y si no te gusta, puedes llevarle la contraria a este pirata sanguinario”, sí, sí, y mientras saco mi espada. Eso sería impactante. Mientras pensaba eso, una sonrisa se dibujaba en mi rostro.

Estaba a punto de partir cuando algo captó mi atención. “¡Es ese! ¡Es ese! ¡Ese es el pirata que me ha robado!”, esa frase provenía de una mujer mayor que me estaba apuntando con su dedo índice descaradamente. Y de repente, tras ella salieron varios marines apuntándome con sus armas. “Maldita escoria, ¡devuelve lo robado a la señora!” me decían.

-¡EH, EH! Que yo no he hecho nada, acabo de llegar a esta isla.- Dije con las manos en alto. Genial, esto no estaba pensado. ¿Me tenía que escapar? La verdad es que no tenía por qué, pero no me gustaba que me acusaran de cosas que no he hecho.- No sé qué dice esa mujer, pero yo no he robado nada. Repito que acabo de llegar a esta isla.

“¡Mentira! El ladrón tenía un pañuelo rojo en su brazo, ¡como ese!” Dijo aquella mujer de nuevo, sin dejar de señalarme. Me miré el brazo, la verdad es que eso me vuelve en sospechoso, pero no he hecho nada. “Y yo no veo a nadie más con algo en el brazo así.” Seguía diciendo la mujer. Los marines que tenían armas de fuego las cargaron y me apuntaron con ellas, los que tenían espada se ponían en posición de ataque. Eran un total de cinco, tres con armas blancas, y los otros con balas. Podría acabarles, y parece que no me dejaban otra opción.

-Os repito que yo no he sido, puede haber otra persona con un pañuelo rojo en el brazo, es una moda muy usual ¿sabe? Pero si no me van a creer, no me queda más remedio que…- Dije mientras acercaba mi mano a mi espada. Los marines se ponían un poco tenso, aunque pensaban que tenían la situación controlada. Claro, armas de fuego, así cualquiera. La gente empezaba a acercarse formando un círculo a nuestro alrededor. Mi mano llegó a tocar el mango de la katana, mas no la saqué.- Hay mucha gente aquí, no merece la pena luchar y que gente inocente salga herida ¿no creen? Además, yo no he sido. Se equivocan de hombre.- Dije intentando convencer.

Los marines estaban en presión. ¿Se atreverían a atacarme si eso pudiera causar algún herido? Lo dudo, pero… “¡Vallan a por él, cobardes!” soltó aquella mujer. Y lo continuó el resto de la gente. Genial, metan más leña al fuego. Eso obligó a uno de los marines a atacarme de frente con su espada. Algo un tanto insensato.- No me subestimes.- Dije desenvainando mi espada para detener su ataque, e incluso pude hacerle un corte. No era más que un recluta, nada del otro mundo. Ahora las cosas se habían vuelto complicadas.
Es hora de luchar. Y cuando termine con esto encontraré a ese maldito ladrón yo mismo para darle una paliza. Anda que meterme en este marrón. Con un par de golpes más acabé con el primer marine. Los demás se quedaron de piedra. “T..¡Tú! ¡¿Quie.. ¡¿Quén eres?!” me dijo uno que sostenía la pistola.

-¿Mi nombre? Soy Sharp D. Drake.- Sonreí.- El que se convertirá en el pirata más grande de todos.- Dije dejando descansar el filo de mi espada sobre mi hombro derecho.

La tensión se sentía en el ambiente, los marines restantes se quedaron quietos, los dos de las armas de fuego me observaban a la vez que tenían el dedo en el gatillo. Moverme sería difícil, podría esquivar las balas o volverme de ceniza, pero por ello se podría herir a alguien que estuviera a mi espalda, y dudo que los marines lo tengan en cuenta. No me quedaba más opción que esperar algo que haga que aquellos idiotas pierdan la concentración.
Había murmullos de la gente de alrededor, la mujer a la que robaron se ocultó detrás de los marines, al parecer era “peligroso”. El marine al que derroté tan solo estaba inconsciente, pero la forma en la que estaba tendida en el suelo, inerte, hacía parecer cosas que no son. Yo no pensaba matarles, sólo asustarles, pero no creo que ellos tengan el mismo trato conmigo. La gente estaba asustada, si ya había vencido a uno, los otros serían igual de fáciles, o eso se escuchaba. Que era un monstruo, un canalla, un maldito, un pecador… Larga lista que hay que aumentarle a un pirata, aunque aún no había hecho nada.

Estaba esperando, ¿qué sucedería primero? ¿Una  distracción, o que disparen? Parecía que esperase mi ejecución, JA, menuda risa. Sin embargo algo sucedió, en pleno duelo de miradas se escuchó un gran ruido, un gran estruendo que provenía de un lugar un poco lejano de aquí, pero fue tal el escándalo que sirvió como distracción a los marines, al resto de la gente, y en pequeña medida, mía. Venía de unos edificios que se encontraban a varios metros, se había levantado una gran mota de polvo, como si se hubiera destruido el suelo. Perfecto.
Con rapidez me apresuré y le pegué un golpe a uno de los que tenían un fusil en su centro de equilibrio llevándole al suelo. Seguidamente me puse detrás del otro con arma de fuego, y lo utilicé para disparar en la pierna al hombre que quedaba con espada, después le pegué un golpe en el cuello para dejarle dolorido.
Una vez hecho esto, me quedé más ancho que pancho. Pero algo no me gustaba… Giré mi cabeza y vi una embestida de marines que se dirigían hacia mi posición, muy bien, los refuerzos ya llegaron. No es que hubiera tenido muchos problemas con aquellos marines, pero como antes, había mucha gente alrededor que podía resultar herida, así que no me quedó otra. Eché a correr, ¿a dónde? Ni idea, simplemente me quería alejar del lugar, para que los ciudadanos no se vieran involucrados. Anda, que de lo cotilla que puede llegar a ser la gente, pueden acabar heridos. Me sorprendía bastante que los marines no pensaran en ello, en fin, hay gente para todo.

No sabía si lo estaba haciendo adrede o inconscientemente, pero estaba corriendo hasta donde se escuchó el  ruido. Puede que algo pasara allí, otro pirata en mi misma situación tal vez. No lo sabría hasta que llegue allí. Por un segundo pensé que habría dejado atrás a esa brigada de marines que venían a mi, pero parece que sólo se rezagaron, para ver a sus compañeros heridos quizás. Pero poco después volví a notar esa sensación del gato y el ratón. No me podía detener, ¿es que en todos lados había gente? Ni que fuera una gran ciudad o algo… Ah espera, que sí lo era. Quién no viviría en una ciudad que se encuentra protegida por los marines. No habría mucha diversión, supongo.
Finalmente y sin darme cuenta llegué al lugar del incidente, este se encontraba más desierto, pero no me paré. Entre el polvo pude distinguir que el suelo estaba destrozado y pude ver a un mujer de pie, de pelo rosado y ojos celestes preciosos. Tenía un buen porte. Seguía corriendo y de pasada vi a alguien en el suelo, y de lo poco que pude fijarme de él es que tenía una cinta roja en el brazo. Seguí corriendo sin hacerles mucho caso, hasta que segundos después me di cuenta. ¡Ese era el ladrón! Volví  lentamente sobre mientras echaba un poco de aliento sobre mi puño derecho. La muchacha se me quedó mirando, con cara rara como si se preguntara qué iba a hacer. El otro individúo estaba sentado sobre escombros, y me miraba de la misma forma.
Cuando estaba frente a él, le di un golpe en la cabeza.

-¡Idiota! ¡Por tu culpa me han acusado de ladrón!- Dije con una cara de lunático[Nota: algo como esto http://images2.wikia.nocookie.net/__cb20110702153342/onepiece/es/images/thumb/9/98/Namisauer.jpg/577px-Namisauer.jpg] Pero tampoco me lo tomé muy a pecho.- Tienes suerte de que no haya tenido problemas.- Dije cruzándome de brazos.

Me quedé mirándoles a ambos fijamente, al igual que ellos me miraban a mi. Menuda situación más extraña… Un momento… No… En el momento en que me di cuenta de algo miré fijamente al muchacho que seguía sentado.

-No me digas que… ¡¿Abyss?!- Me giré a la muchacha.- Por lo cual tu debes de ser… La segunda al mando… ¡Dark D. Rose!

Mi cara reflejaba algo de sorpresa, ciertamente no me esperaba encontrarme a estas personas aquí. Y algo más sorprendente, le había arreado un capón a uno de la banda, ups, esto podría haber sido contraproducente… Si es que, me meto en cada lío…
En fin, la verdad es que no sabría cómo reaccionar ahora. Escuchaba gritos, “Está por aquí”. Eran los marines, que finalmente habían llegado a mi posición. Genial, aunque ciertamente, estaba bien, porque en este lugar no había nadie. Bueno, nadie menos estos dos. Ahora la batalla se facilitaba más aun. Los marines se quedaron sorprendidos con mis compañeros, “Ahora entiendo que hayas vencido a los otros, ¡eres de su banda!”. Me quedé con una “pokerface”, me habían confundido como uno de los pertenecientes a la banda pirata capitaneada por el capitán Zarlet. Intenté decirles que se equivocaban, pero no daba resultado. Nos habían rodeado una horda de marines, entre ellos no sólo reclutas, si no algunos rangos más altos. ¿Acaso había venido medio cuartel? En fin, no quedaba otra que pelear. “Perdonad que estos tipos corten nuestra conversación, pero tendremos que luchar.” Les dije a los que por breve tiempo se han convertido en mis compañeros. Puse mi mano en el mango de mi espada mientras me disponía a desenvainarla lentamente.

-Empieza el juego.

Me relajé. Supongo que el hecho de estar con dos miembros de una banda conocida me daba más seguridad de la que ya tenía. Todos estábamos en guardia, los marines nos rodeaban por completo. Salieron muchos marines de la nada. ¿De verdad sacan tantos marines por un robo? No creo, debe de ocurrir algo más en esta isla… La pregunta es el qué. Tal vez hayan visto el barco de Sons… O puede que no.
Fuera lo que fuese ahora estábamos a su merced. Aunque que nos superaran en número no significaba nada, me había entrenado durante mucho tiempo para situaciones como ésta. Durante unos segundos ambas bandas estaban inertes, ninguno movía ficha primero, podría ser catastrófico. Sin embargo recordé algo que me dijo mi padre: “En una pelea, siempre tienes que ser el que dé el primer golpe. Así tomarás el control de la batalla.” Si me arriesgaba a atacar, tendría que ser de forma certera. Pasaron de nuevo un par de minutos y decidí acabar con ésta agonía. Ataqué.
De manera rápida y puede que inesperada por algunos, lancé mi ataque a los marines que se encontraban en frente de mi. Eran varios así que no ataqué de manera floja, no soy de la clase de personas que menosprecian a los enemigos, aparte de que quería acabar con ésta situación de tensión cuanto antes. Un ataque frontal sin protección, o eso creería el contrario. Me enfrenté abiertamente con un golpe totalmente inspirado en fuerza con Senpū, pero era un engaño. Giré mi espada de tal manera que la cambiaba de posición dejándola inversa gracias a un juego de manos. Ahora donde ellos no esperaban el golpe sería donde lo recibirían, y así fue. Un corte limpio en su abdomen, no les mataría, pero sí dejaría K.O a los tres marines que tenía enfrente de, que cayeron al suelo.

Claramente el resto de marines de alrededor se abalanzaron en mi contra. Corté a uno, esquivé a otro, jugaba con mi cuerpo alternando entre patadas, puñetazos y algunos cortes con la espada, que también utilizaba para defenderme. Puede que ellos sean reclutas y nada del otro mundo, pero nunca me había enfrentado a gente así y esto me costaba un poco. A parte de que cada vez me rodeaban más y más, me estaban “asfixiando”. Cuando me vi completamente rodeado, esperé a que alguno me atacara para evadirlo y que me pueda acercar a su espada, y, usándola de apoyo salté entre, la que en el aire se veía fina, capa de marines que me seguían con la cabeza mientras yo volvía a mi posición principal junto a los piratas de Sons. Ya me había ocupado de unos cuantos, y mirando alrededor podría ver menos densidad en la zona.
Los piratas ya habíamos tomado la delantera, ahora nosotros llevamos el control de la situación, es lo bueno de atacar primero y hacerlo bien. Cada vez veía más un futuro en el que pidan recompensa por mi cabeza, y si yo que me considero un buen luchador he salido ileso, los integrantes de ésta banda tan conocida serían capaces de más.
Entre corte y corte, porque los marines empezaban a venir a saco a por nosotros, dialogaba con los piratas. Cuando veo a los marines atacar de esta forma apresurada y sin formación, me pregunto qué será lo que les enseñan, porque así no conseguían nada más que la derrota.

-La verdad, es que no esperaba encontrarme con piratas como vosotros tan pronto.- Dije mientras bloqueaba un golpe.- En cualquier caso, mi nombre en Sharp D. Drake, pero me podéis llamar simplemente Drake. Es un placer, a menos que queráis cortarme en pedazos. Esto es culpa suya.-Dije en medio de la lucha, sin prestar atención a mi contrincante, de manera burlona. Y con los mofletes inflados, señalé a Abyss [Nota: como el típico puchero al estilo anime].- Si él no hubiera robado el bolso a esa insoportable cotorra, ahora no estaríamos así. Pero…- Mi expresión cambió a una en la que se me veía concentrado, acompañada de una gran sonrisa. Ahora volvía a mirar a mis adversarios.- Os estoy agradecido. Esto es precisamente lo que buscaba.

Pisando fuerte y con una sonrisa, corté a los enemigos que tenía enfrente. Había llegado un momento donde ya no sabía cuánto tiempo había pasado tras el comienzo de la batalla, de a cuántos enemigos había enfrentado ya. Lo único que sabía es que estaba cansado y que no paraban de salir marines por todos lados.- ¿Acaso hay naves secretas para guardar marines?- pensé para relajarme un poco. Empezaba a aburrirme un poco, cierto es que quería armarla, pero esto se me hacía repetitivo.- Si al menos hubiera alguien de rango mayor…- Dije con un susurro para mí mismo. Sin embargo parece que de susurro o petición, pasó a ser realidad. Al final de toda esa masa de Marines se podían escuchar unos gritos de alegría. La batalla cesó por unos segundos. Me reagrupé con mis compañeros.
Los marines iban alejándose dejando pasar poco a poco a una persona. Los marines parecían contentos, yo empezaba a preocuparme un poco, me preguntaba qué traerían o a quién. Después de un paso lento, un hombre se posó delante de mí. Tenía el pelo largo y una cara de pocos amigos, por no mencionar que era un poco cuadrada. El pelo era liso y de un color negro, ojos marrones, se le notaban los músculos. Una vestimenta un tanto distinta a los demás, pero de los mismos tonos de colores, así que sospechaba que era un marine.- ¿Éstos son los ladrones? No parecen mucha cosa.- Se encendió un cigarrillo.- Muy bien chicos, yo me encargo de esto. A menos que me digáis dónde está lo robado, así os libraréis, al menos de ser machacados. El Cabo Mario listo para el ataque.-
No me lo podía creer, han mandado a un cabo por el caso del robo de un bolso. No… Aquí definitivamente tiene que pasar otra cosa… Pero no era el momento de sacar deducciones, ahora teníamos a un cabo enfrente de nosotros, pero había diferencia en número. Éste tipo estaba tan seguro que ninguno de los demás marines iban a intervenir, por lo cual somos tres piratas fuertes contra un marine. Estoy seguro de que para ellos esto será coser y cantar.- En fin, ¿quién va por el primer ataque?- Dije sonriente, inquietando y mosqueando a aquél cabo, dando a entender que no le consideraba lo suficientemente fuerte.

No le había hecho falta más que un par de movimientos para acabar con aquél oficial. Observé con placer aquella espada que portaba. Por lo visto era una espada “especial”, no me suelen gustar esa clase de armas, sin embargo admito que son efectivas. Todos los marines de nuestro alrededor se quedaron perplejos, con la boca abierta. La confianza que depositaron en aquel hombre se desvaneció de igual forma que vino, de la nada. He de de decir que yo también me sorprendí. Pregunté quién sería el primero en atacar, pero al parecer no habría un segundo. No pude hacer otra cosa más que una reverencia, su fama la correspondía. Incluso solté una pequeña carcajada debido a su comentario. Sin duda ella ha sido la que más se ha lucido.
-Supongo que el pobre hombre no daba para más.- Pausa breve.- ¿Y bien? ¿Alguien más se va a unir a la fiesta?- Dije mientras dejaba descansar el filo de mi espada sobre mi hombro derecho.
Pose chulesca y sonrisa en la cara. El plan que tenía no podía ir mejor… O eso pensaba hasta que escuché una voz, una voz que haría que esto cambiara de situación.
-¿Qué es lo que está pasando aquí?- Era una pregunta proveniente de una voz grave, que se escuchaba bastante. Parecía ser de alguien un poco mayor. Tras escucharla, todos los marines gritaban de alegría otra vez, creo que estaba teniendo un deja vi. “¡Los monstruos de Shellstown!” pude escuchar entre los marines.

No tenía conocimiento de esa persona a la que apodaban monstruo. Al igual que su antecesor, éste individuo se abrió camino entre los reclutas marines. Pude observar tres sombras en vez de una, eso daba mala espina. Cuanto más se acercaba se podía ver mejor que había humo alrededor de éstos sujetos. Finalmente llegaron posándose ahora delante de la Subcapitana Rose.
En efecto, eran tres tipos. Uno de ellos, y al parecer el que habló, estaba fumándose un puro. Pelo castaño y corto. Portaba uniforme, uno parecido al de Mario, el cabo. Eso me hacía pensar que era marine.  Parte de que tenía un tatuaje en su musculoso brazo con la insignia marine. Él estaba mirando a Rose con una sonrisa maquiavélica mientras disfrutaba de aquél puro. Su mirada era penetrante.- Jajaja, así que la pequeña Dark D. Rose se encuentra aquí. Ahora entiendo cómo ha podido desaparecer la mercancía.- Se gira hacia los marines.- Enhorabuena a los que aun estéis de pie, habéis aguantado una pelea contra la Subcapitana de Sons Of Anarchy, y dos de sus lacayos.- Todo el mundo empezó a murmurar sobre nosotros después de esas palabras.

¿Lacayos? Esa palabra me había enfadado un poquito, pero cuando pensé un momento… ¿Mercancía? ¿De qué porras estaba hablando? ¿Qué leñes habría en ese bolso? Aunque seguramente nos estén confundiendo con otros ladrones.
-¿Así que son estos los que han atacado la embarcación que nos traía las armas especiales? No parecen para tanto…- Dijo uno de los dos tipos que vinieron con “el del purito”. Tenía el pelo negro, largo hasta la altura del cuello, rizado. Portaba unas ropas parecidas, pero con una chaqueta negra por encima. También pude distinguir lo que era una espada, y una botella de ron en su mano izquierda. Se tambaleaba… Parecía que estaba bebido…
-Sin embargo yo no veo que nuestras armas estén aquí.- Dijo una voz más aguda que las demás, que provenía del último de esos tres sujetos. Era rubio, pero tenía un sombrero, de no ser porque llevara flequillo, no lo sabría. Éste tipo, a diferencia de los demás portaba ropa “como la de un vaquero del lejano oeste”, con un chaleco marrón, camisa, botas… Se podría distinguir dos armas de fuego en su cinturón, parecían ser un par de revolvers.

Un espadachín borracho, un tirador, y por descarte, un luchador. Interesante. Tras un poco de silencio alcé la voz.- Bueno bueno, si parece que sois la última esperanza de éstos marines digo yo que será por algo. De todas formas, te equivocas. Para empezar yo no soy ningún lacayo, el lacayo es él.- Señalé a Abyss.- Yo soy un pirata solitario, Sharp D. Drake, será mejor que recuerdes ese nombre.- Pequeña pausa.- Segundo, nosotros no hemos robado ningunas armas, es más, lo más malo que hemos hecho es que el “lacayo” robara un bolso. No tenemos nada que ver con lo que sea que os han birlado. Y tercero, ¿Quiénes sois?- Todo esto dicho con la misma postura chulesca de antes. Empleaba un tono de ironía, como si esto se tratara de una sátira.
-Jajaja, me da lo mismo que tengáis o no que ver con lo del robo, sois piratas, encarcelarles es mi mayor disfrute personal, jajaja. Con que Sharp D. Drake, eh. Si sirves para entretenerme, lo recordaré. Como Jefe De La Flota Menos de ésta isla que soy, os detendré aquí,  junto mis dos compañeros, los Cabos.

Con ese último discurso me quedé de piedra, ¡¿Jefe de la flota menor?! Eso es un rango superior al Cabo. Sin embargo, a Rose no le costó mucho ganar al anterior Cabo… ¿Pero en qué estoy pensando? Yo también tengo que lucirme y no debo dejarles lo más divertido a ellos. Me decidí, yo les enfrentaré y aunque me había interesado aquél espadachín, lo que quería era cerrarle la boca a ese maldito tío, y que se tragara su maldito puro. Por lo cual di dos pasos al frente, poniéndome al lado de Rose y le apunté con mi katana.- Cuando quieras, mahcote.- Dije en tono arrogante. Era hora de la fiesta.

Mis dos compañeros ya habían saltado al ataque para acabar con dos de los integrantes del “Trío Monstruoso”. Abyss se encargó de aquél borrachuzo, mientras que “La Pelirroja” fue en contra del cowboy. Y ahora tan sólo nos encontrábamos “El Jefe”, yo, y un numeroso grupo de marines que nos cerraban en círculo. Así, a diferencia de nuestros compañeros, nadie más podría escapar. Miré a un lado y a otro, efectivamente, no había salida, y tampoco podía distinguir quién andaba ganando la batalla, tan solo se escuchaban sonidos de disparos y de golpes.- Bien, parece, que estamos solos.- Solté mientras guardaba mi katana lentamente, a lo cual, el hombre me miró algo sorprendido.- ¿Piensas enfrentarme con las manos desnudas? No seas tan arrogante, chico, jajajajaja.- Reía el Marine.- No. A diferencia de otros, tengo honor y “códigos morales”, si tú luchas con las manos desnudas, yo también debiera de hacerlo. Además, no te creas que lo único que sé hacer sea cortar con el filo de una katana.- Dije muy seguro de mí mismo. Así pues, con paso firme me fui acercando a él. El marine se quedó embobado conmigo, y no sé bien por qué. Pero aproveché para arrearle tal golpe en la cara que le eché para atrás y le tumbé en el suelo por el susto.
Impresionante, había conseguido tumbarle. Eso había estado bien, a lo mejor no era tan duro como yo me creía… O tal vez sí. Se levantó a los dos segundos para arrearme él otro golpe. No sería ningún experto con el cuerpo a cuerpo, pero me acordaba de los consejos y correcciones de mi “padre”. Posición correcta, cogió bien el impulso, estaba listo para defenderse, golpe rápido y preciso… Es normal que me llevara un puñetazo en toda la boca y saliera disparado por los aires hasta varios metros de él.- Mierda.- Mascullé mientras escupía un poco de sangre. Estaba claro que estábamos a niveles completamente diferentes. Si quería ganarle, tendría que tirar de astucia más que de fuerza bruta, porque sino jamás conseguiría darle ningún rasguño. Él era un luchador nato que ya me había demostrado su experiencia con ese majestuoso golpe. Cuando aproveché su mirada a las musarañas, intenté dar mi mejor golpe, y lo ha aguantado como el que más. Tenía una gran resistencia corporal.

Fui pensando alternativas. Tras todo lo que habíamos luchado contra los pequeños pero tenaces reclutas, en la plaza habían quedado buenos destrozos, y entre ellos había bastantes escombros, tierra y rocas amontonadas en lugares. Decidí aprovecharme de esto. Ahora no podía hacer otra cosa que esquivarle y callar ante sus provocaciones, me llamaba cobarde y charlatán. No tenía más que hacer que al menos intentar usar el entorno a mi favor. Mi plan era que mientras esquivase los golpes que me fuer proporcionando aquél “orangután”, ir llevándole hacia donde se encontraban dichos escombros y… Tendría que usar mis habilidades secretas.- Eres tan lento que no me puedes dar ni una sola vez. ¡Tortuga!- Le decía provocativo.
Cuando nos hubimos acercado lo suficiente a unas rocas, le di la espalda y transformé mi brazo en ceniza. Introduje mi brazo entre la roca mal formada haciendo que ceniza se incrustase entre los huecos que dejaba y las grietas que tuviese por el destroce. Ahora se sólo tenía que mantener la roca como “mano” y ya estaba. Ahora tenía puños de roca. Cierto era que mi golpe anterior no le habría hecho prácticamente nada. Sin embargo, si ahora consiguiera arrearle otro golpe con mis nuevas fuerzas, es posible que consiguiese hacerle algo más de daño. Mis compañeros estaban luchando ferozmente para ganar, yo no podía ser menos.
Así dicho, realicé mi plan. Ahora que tenía mis “puños de roca” no tuve más que esquivar el derechazo que me iba a pegar, para después impulsarme y pegarle yo mi derechazo. Se quedó boquiabierto, es posible que lo de mis brazos le impresionara. De igual forme no me detuve y le di con todo lo que tenía. Fui arreándole golpes con mis puños uno tras otro. Ahora parecía que le afectaban más, puesto que pude observar cómo salpicaba la sangre. Supongo que eso era a efecto de haberle arreado todos, o casi todos los golpes que pude en la cara. Seguí hasta que los fragmentos de roca se destruyeron por completo y ya sólo quedaban mis puños de ceniza. Tras ello, le pequé una petada para tumbarlo.
Allí estaba, con las manos en su cara y en su pecho, casi roto.- Eres más fuerte que yo, lo admito. Sin embargo te ha faltado algo más de… Cómo decirlo… Perspicacia. Supongo que pensabas que ya me tenías ganado. Prepotencia, la clave del éxito para los débiles.- Dije mientras me marchaba. Pensaba que ya había acabado todo, sin embargo aquél hombre se levantó y me miraba muy furioso.- ¿Te crees que esto ha acabado, chico? Prepárate a morir.- Me decía completamente ensangrentado, debido a que las gotas de sangre le recorrían el cuerpo, bajando por la cara. Los marines que por un momento estaban llenos de temor por que haya derrotado a uno del “Trío monstruoso” ahora no hacían más que gritar que me llevaría mi merecido. Yo estaba cansado, usé casi todas mis fuerzas en ese único y más potente ataque que podía hacer en este momento. Sin dejarme ni siquiera pensar vino corriendo para darme otro golpe, a lo que yo sólo pude responder cubriéndome con los brazos. Mal, me había defendido por auto reflejo, pero ahora tenía la parte inferior desprotegida para un segundo ataque, y mira por donde, él también se dio cuenta. Caí al suelo retorciéndome por dolores en el estómago. Cómo era posible que sabiéndome la teoría de la lucha cuerpo a cuerpo, no pudiese llevarlo a la práctica. Maldición, la falta de costumbre. Desde que conseguí la espada apenas luchaba cuerpo a cuerpo.
Se había acabado, pero no para mi. Ahora era el momento de acabar. Tendría que seguir usando mi habilidad, por ende. Dejé que se acercara a mi de nuevo para que me arreara otro golpe, si es que podría. Yo me quedé completamente quieto, y los marines que nos rodeaban estaban llenos de euforia, como si su equipo fuera a marcar el gol de la victoria. Sin embargo toda esa emoción se fue cuando pegó el golpe. Me traspasó el pecho, el pecho estaba hecho ceniza. Y una vez más, aprovechando su ignorancia y su sorpresa, volví a arrearle golpes rápidamente. Ya estaba herido, cansado y ensangrentado, no podría aguantar mis golpes como antes. Seguí y seguí dándole golpe tras golpe hasta que me cansé. Cayó al suelo haciendo un ruido atronador. Y ya, se había acabado.- Espero volvamos a vernos. Espero que hayas cambiado.- Mascullé flojamente mientras me alejaba, y, mis puños que ahora estaban sueltos dejaban caer gotas de sangre, del marine. Ahora tenía que limpiarme esa porquería, o mi espada y mis ropas se podrían ensuciar.

Bien, tanto yo como mis compañeros temporales habíamos acabado con nuestros oponentes. Sin embargo no estaría bien continuar con ésta lucha sin sentido. Ya había conseguido seguramente mi objetivo, el cual era obtener un poco más de recompensa. Lo mejor sería largarse de ese lugar en cuanto antes. El tal Abyss nos había comentado que podríamos obtener aquello que la marina había perdido y así hacerles algo más de daño. Sonaba interesante. –Bien, vamos a por ello. –Dije a la par que me deshacía de otra tanda de marines para dejar el espacio libre. –¡Vamos! ¡Por aquí! –Grité indicándoles el camino. Y para que sea el mismo Abyss quien nos dijera por dónde llegar a aquellos murmullos.

Empecé a correr tras ellos cuando… -¡Sargento, Sargento! ¡Por aquí! –Escuché de gritos provenientes de reclutas. ¿¡Un sargento!? Eso ya era demasiado, al menos para mi. No sabría que tan fuertes eran aquellos dos pero… Lo mejor era no arriesgarse. Además, nos encontrábamos cansado, no había más que mirar nuestros rostros. Además, al parecer ellos tampoco estaban en posición de querer seguir peleando. Vaya, lo mejor sería retirarse antes de tener algún daño grande. No sabía cuál sería aquella cosa que le robaron a la marina, pero seguramente sea munición armamentística o algo por el estilo. –Chicos, ha sido un placer. Pero me temo que debo irme. ¡Ya nos veremos en otra ocasión! –Dije mientras cambiaba mi dirección, para ir hacia el puerto.

Mientras corría para escapar del escenario del crimen comencé a fantasear. Finalmente había logrado lo que quería, ¿qué sería de mi ahora? ¿Hablaría de mi la prensa? ¿Me empezarían a buscar? En verdad pensaba como un buen crío, cierto es que había hecho una pequeña cosa, mas aquello no significaba mucho, más repercusión tenía la presencia de aquellos otros dos “monstruos”. Pero algo era algo.
En proceso de mis pensamientos egoístas me choqué sin darme cuenta con un tipo que también estaba corriendo. –¡Auch! Perdone. –Le dije con un intento de disculpa, sin embargo siguió su camino con la misma marcha. Iba en sentido contrario al mío, y la verdad es que no entendía por qué tanto ímpetu en querer ir al núcleo de la batalla que se estaba disputando.

Me propuse a continuar mi cometido de huída cuando me di cuenta de que había algo en el suelo. Se trataba de una especie de sobre. Debería de habérsele caído a aquella persona. Como gato curioso que soy, no pude evitar abrirlo. Encontré una nota y una vieja llave. El contenido de la nota decía así:
“No teng tempo, perdn ls faltás de orto grafia estoi escibendo muy rapido. Marina me busca, escondido lo cogido en bote color berde de costa”
Me costó un poquito entenderla, aunque más bien me dieron ataques en la retina. Sin embargo eso me hizo pensar. ¿La marina lo busca? Seguramente este se trataba del ladrón famoso del que había oído hablar. En tal caso tenía algo que hacer antes de abandonar por completo esta isla. Después de todos estos problemas no me iría sin un premio.
Ahora sí emprendí y con más ímpetu mi marcha en dirección de la costa. Lo único que debía de hacer era encontrar un pequeño bote verde, y ahí vería algo, algo que seguramente esta llave abriera.

No tardé mucho en llegar. Los barcos marines se encontraban un tanto alejados y tampoco es que me encontrase a muchos por la playa. De igual manera yo era el desconocido, no tenían por qué sospechar nada de mi. No hice más que buscar con la mirada un trozo de madera flotante de tono verdoso. Y a decir verdad, no tardé mucho. Se encontraba amarrado, en un intento de ser oculto, pero visible perfectamente. Me apresuré hacia su posición. No había nadie vigilando cerca. La superficie del bote se encontraba medianamente cubierta con una manta de color claro. Se notaba que había un gran bulto debajo de ella. Con rapidez, sin paciencia, me deshice de aquella manta. Me encontré con un cofre, bastante grande, con un gran hueco para incrustar la llave. Era extraño, la llave tenía la apariencia de tener muchos años, al contrario que el cofre. Además, en el mismo se podía ver en grande la palabra MARINE.
Con cuidado, me decidí a penetrar el aparato en el agujero, para moverlo, así conseguir el placer que buscaba. Giré la llave y un “clic” sonó, haciendo que por inercia moviera mi mano restante, abriendo el cofre. El contenido del mismo, me dejó satisfecho. El viaje al final sí que había merecido la pena.
Agarré el cofre con mis dos manos, y con cuidado lo llevé hasta mi pequeño transporte, el cual curiosamente no se encontraba lejos. Simplemente me fui, dejando atrás una buena ventura en la memoria.