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Akuma no mi
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El día parecía estar soleado, no había rastros de nubes raras ni cosas así por el estilo. Por el ancho mar azul navegaba un pequeño barco con una pequeña bandera del gobierno mundial, en este transporte solo se podía ver la figura de Dranser que se encontraba tirado en cubierta. Estaba abierto de piernas tranquilamente con la boca abierta roncando totalmente, los sonidos eran impresionantes y parecía un maldito dragón del abismo infernal. No llevaba la camiseta dejando ver así su cuerpo delgado pero definido, su pelo estaba alborotado y varias gotas de sudor bajaban por su cuello, sus pantalones estaban en perfecto estado al menos, sus sandalias estaban también bien. ¿Por qué estaba por allí este hombre y en esas condiciones? Era algo fácil de explicar, se aburría y había salido a dar una vuelta, su ropa estaba en el interior del barco.
Una ola bastante grande arremetió contra el barco y la espuma de mar se colocó por su boca abierta al igual que un maldito y pequeño pez tropical de color naranja y verde. Los ojos azulados del agente de repente se abrieron como platos, la sensación de estar quedándose sin oxigeno le estaba alertando. El maldito pez se coló por su garganta y la respiración se detuvo, de repente con todas sus fuerzas, se levantó como loco corriendo hacia el interior del barco. Nada más llegar a un pequeño baño donde había un espejo, comenzó a pegarse golpes en la espalda y el estomago. Pero no, el pez estaba alojado en aquella garganta de cinco estrellas, de repente el castaño pegó un golpe con su espalda en la pared y el pez salió de su boca cayendo al fregadero. El chico clavó su rodilla en el suelo empezando a toser con algunas lágrimas en los ojos, tras aquello observó al pez con un aura demoniaca poniendo los ojos en blanco.
- ¡Maldito pez del diablo, voy a matarte y voy a destriparte!
Tras sus palabras sacó de golpe su katana dorada electrificada lanzando un tajo al maldito pez del averno, este era más ágil y pegó un salto golpeando la nariz del castaño y tirándole al suelo. Justo al caer, el chico se pegó el solo con su katana en la pierna y al estar esta electrificada le pegó un calambrazo. De la boca del agente salió un grito que parecía de niña de diez años, la verdad que hasta el tono que tuvo recordaba a una chica. Tras el grito de zorra se levantó con la pierna algo dormida pero el pez ya no estaba. Sus ojos observaban a su alrededor con cierto temor, aquel peligroso ser estaba acechándole. Si no tenía cuidado su vida podría llegar a su fin, con calma, recogió su espada enfundándola. Ahora se alejaba y se dirigía a cubierta donde tendría mejor visión. Al llegar allí vio lo imposible. Había en cubierta seis peces más iguales al otro, en ese momento lo único que se escuchó fue un grito de terror del castaño.
- ¡Gyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Una ola bastante grande arremetió contra el barco y la espuma de mar se colocó por su boca abierta al igual que un maldito y pequeño pez tropical de color naranja y verde. Los ojos azulados del agente de repente se abrieron como platos, la sensación de estar quedándose sin oxigeno le estaba alertando. El maldito pez se coló por su garganta y la respiración se detuvo, de repente con todas sus fuerzas, se levantó como loco corriendo hacia el interior del barco. Nada más llegar a un pequeño baño donde había un espejo, comenzó a pegarse golpes en la espalda y el estomago. Pero no, el pez estaba alojado en aquella garganta de cinco estrellas, de repente el castaño pegó un golpe con su espalda en la pared y el pez salió de su boca cayendo al fregadero. El chico clavó su rodilla en el suelo empezando a toser con algunas lágrimas en los ojos, tras aquello observó al pez con un aura demoniaca poniendo los ojos en blanco.
- ¡Maldito pez del diablo, voy a matarte y voy a destriparte!
Tras sus palabras sacó de golpe su katana dorada electrificada lanzando un tajo al maldito pez del averno, este era más ágil y pegó un salto golpeando la nariz del castaño y tirándole al suelo. Justo al caer, el chico se pegó el solo con su katana en la pierna y al estar esta electrificada le pegó un calambrazo. De la boca del agente salió un grito que parecía de niña de diez años, la verdad que hasta el tono que tuvo recordaba a una chica. Tras el grito de zorra se levantó con la pierna algo dormida pero el pez ya no estaba. Sus ojos observaban a su alrededor con cierto temor, aquel peligroso ser estaba acechándole. Si no tenía cuidado su vida podría llegar a su fin, con calma, recogió su espada enfundándola. Ahora se alejaba y se dirigía a cubierta donde tendría mejor visión. Al llegar allí vio lo imposible. Había en cubierta seis peces más iguales al otro, en ese momento lo único que se escuchó fue un grito de terror del castaño.
- ¡Gyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
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