Invasion rebelde (Pasado privado) (Kedra y Afro)

Arabasta, la isla más calurosa o una de las más calurosas que existen. Los pasos de Kedra le conducían a Nanohana, había escuchado rumores de que Drake hubo estado por allí y quería encontrarle. Estaba en esos momentos en mitad del desierto, el calor era sofocante, por lo menos llevaba lo justo para no deshidratarse. No llevaba camiseta, su cuerpo estaba a pleno sol, su musculoso cuerpo era increíble, sus pectorales eran enormes, sus abdominales estaban muy desarrollados. Sus brazos tenían un buen grosor y su cuello era firme y musculados, sus piernas fuertes y firmes y su espalda ancha y portentosa. Mediría como 1,92. Tan solo llevaba consigo un pantalón blanco largo en el que portaba un cinturón, en dicho cinturón llevaba una pequeña funda atada, en esta había una navaja. En su pecho se podía ver un tatuaje de una luna en forma cuarto creciente de color negro. En sus pies unas botas blancas metálicas las cuales ahora eran un horno y le estaban dando mucho calor en los pies. En la pierna derecha llevaba una pequeña funda atada donde se podía ver el mango de una pequeña arma de fuego del tamaño de una pequeña pistola. Su pelo era castaño oscuro y corto con varios mechones alborotados y algunos cayéndole sobre la frente. Sus extraños ojos eran dorados, el blanco de los ojos, él lo tenía de color negro. Su aspecto era temible e impresionaba a muchos, en su hombro cargaba con una bolsa de tela de color marrón claro. Dentro de dicha bolsa, llevaba seis botellas de agua fresca para poder hidratarse y refrescarse.
 
Era la primera vez que visitaba aquella isla y no sabía cómo serían sus habitantes o qué clase de seres rondarían por aquel lugar. Sus ojos pudieron ver por fin las casas del lugar a donde se dirigía, el calor era insoportable, llevó la mano a su bolsa de tela y sacó una de las botellas para después abrirla y tras beber un poco echarse el contenido por la cabeza y el cuerpo quedando empapado. Era increíble el calor que llegaba a hacer en aquella zona, después de un rato mas andando pudo ver la entrada a Nanohana. Sin pensárselo entró en ella observando que había varios mercados por todos lados. Mirara a donde mirara, había puestos de antigüedades o de carne. En otros había objetos de valor como piezas de joyas o de oro.
 
Estar en aquel lugar no le molestaba pero tampoco le resultaba agradable, era una extraña sensación.  Aún no había conseguido precio por su cabeza, por lo que no tenía problemas con marines, cazadores o agentes del gobierno, de todas formas no solía hablar con nadie y pasaba de todos. El lobo espectral continuaba caminando por el mercado sin decir o hacer nada, no parecía haber mucha seguridad pues solo se veían un par de guardias paseando de forma tranquila. El castaño se dirigió a una casa y cogió carrerilla corriendo y saltando al tejado, desde allí tenía una visión perfecta, sin embargo su objetivo era otro. Desde allí arriba pudo ver un castillo a unos cien metros, entrecerró los ojos y en ese momento pensó en dirigirse allí. Era un buen sitio para comenzar con su investigación, si interrogaba a los dueños del castillo y sacaba algo, el viaje no habría sido en vano. Debía ser sigiloso ya que seguramente aquello estaría lleno de guardias, saltó del tejado cayendo sobre un solo brazo y después se levantó de forma calmada dirigiéndose hacia el lugar. Tardaría unos minutos en llegar debido a lo lento que caminaba, de todas formas no llevaba prisa.

Arabasta un muy seco clima y un calor insoportable es lo que define esta isla, tal vez una de las islas más calurosas de todo el mundo. Me dirigía a Nanohana por un contrato que había recibido a cambio de proteger a un grupo de personas que se encontraba en un importante edificio de la ciudad vigilado por montones de guardias pero estos a pesar de esto no se encontraban tranquilos. Era una situación bastante extraña que se contratase a un cazarrecompensas de mercenario pero el dinero era algo que necesitaba para poder costearme algunas cosas así que no me importaba tener que proteger a un grupo de noble o políticos, aquello no era mi problema yo solo cumplía mi trabajo.
Yo llevaba mis vestimentas de diario con mi kimono blanco en la parte superior y mis pantalones negros algo acampanados en mis piernas. Llevaba mis tan usadas sandalias de taco y mi cinta en la frente. Aquel calor dificultaba el desplazamiento por la isla pues te deshidratabas con facilidad por lo que llevaba una botella en forma de calabacín llena de sake y iba pegando tragos cuando me notaba algo deshidratado. Pronto llegue a mi destino y comencé a desplazarme por las calles, muy transitadas y llenas de gente yendo y viniendo lo que formaba un ajetreo bastante molesto.
Tras varios minutos dando vueltas por las calles de la ciudad pronto encontré mi destino pues este era fácilmente reconocible por su tamaño y esplendor. Este era un castillo de construcción clásica de Arabasta este estaba lleno de guardias que se apostaban en las puertas del castillo, en sus murallas y en sus torres exteriores. Así a bote pronto pude contar unas 4 decenas de guardias solo en la parte frontal del castillo. Me acerqué a la puerta principal para entrar y buscar a mi cliente pero como era de esperar los guardias no me iban a dejar entrar tan fácilmente.

- ¡ Perdone pero esta es una zona privada, solo gente con autorización ! - Dijo encarándome una alabarda y señalándome con el brazo que le quedaba libre. -

Yo metí la mano en mi kimono y saqué un cigarro y una nota, prendí el cigarro y lo puse entre mis labios para pegar una larga calada de este mientras le entregaba el papel al dichoso guardia. Este al verlo retomó su posición de formación y retiró su alabarda rápidamente.

- Lo siento señor no era mi intención importunarle, pase le estaban esperando en el salón de la segunda planta. Si necesita cualquier información no dude en preguntar a cualquiera de los guardias, señor.

Yo le dí un toque en el hombro y hizo una seña al guardia que controlaba la puerta para que la abriese. Esta estaba compuesta tanto por un gran portón de madera como por unas rejas de acero que bajan de manera vertical para proteger este portón. No sabía quienes eran mis clientes pero algo estaba claro por aquella situación no eran personas poco importantes precisamente.
Entre al castillo y comencé a dirigirme al salón del segundo piso donde al fin iba a conocer a mi cliente. Por el camino cada guardia con el que me encontraba me realizaba el saludo militar de Arabasta. Tras entrar en cuatro cuartos del segundo piso que no eran el que yo andaba buscando por fin entre a la sala en la que estaban reunidos aquellos hombres. Yo no tenía claro si eran políticos o nobles pero algo estaba claro y era que aquello era bastante importante.

Los pasos del temible lobo espectral continuaban avanzando lentamente, hacía un calor cada vez menos soportable y todo parecía estar cada vez más seco. La gente iba sudando por las calles y algunos puestos empezaban a cerrar antes de que sus productos se secaran, de repente un extraño ruido llegó a los desarrollados oídos del “perro infernal”. Eran pisadas de caballos, de repente se giró mientras sentía gritos y pudo ver como jinetes asediaban la ciudad, estos portaban lanzas y espadas y empezaban a atacar a los guardias. Poco pasó cuando las calles comenzaron a llenarse de rebeldes armados con armas de fuego y espadas, dichos rebeldes no atacaban a los ciudadanos pero si a los guardias. Esto resultaba perfecto para el asesino, mientras los guardias combatían en la entrada, él podría colarse por otra parte del castillo para completar su misión personal. Un rebelde pasó por su lado mientras le observaba, era un tipo de pelo moreno y ojos grisáceos, llevaba una armadura de bronce y una katana en su mano derecha.
 
-          ¡Vamos camarada, es hora de asediar el castillo!
 
-          Piérdete…

Dijo de repente aquel castaño para después elevar su pierna derecha de forma elegante y golpear el cuello de aquel tipo tirándolo al suelo con fuerza, al ver esto, otros dos rebeldes fruncieron el ceño y corrieron a por Kedra con sus lanzas, este solo se limitó a sonreír mientras los observaba. Ambos lanzaron un ataque al mismo tiempo, las dos lanzas iban directas a su torso, el poderoso lobo fantasmal sacó rápidamente su navaja y paró la primera lanza fácilmente solo con esto. Fue una acción muy humillante, pero tenía más fuerza que aquel tipo y pudo hacerlo, la segunda la esquivo echándose a un lado, tras aquello se desplazó muy rápido hasta ellos. Al primero le cortó el cuello de un simple corte de su navaja mientras que al segundo le lanzó un rodillazo en la boca tirándolo al suelo. Una vez hizo esto, guardó su navaja y observó al que le había pegado el rodillazo, tenía la nariz rota y le había partido tres dientes, sin pensárselo le pegó un puñetazo tirándolo de nuevo al suelo. El puñetazo le pegó en toda la cara. Ahora se acercó al pobre rebelde y sin piedad alguna pisó su cuello con fuerza usando la bota blanca y metiéndole la nuez para adentro mientras se la aplastaba con fuerza. Cuando vio como la luz desaparecía de los ojos de aquel tipo, empezó a caminar cuando notó una mano en su pie. Se trataba del primer tipo al que golpeó. Los ojos de Kedra brillaron en un tono dorado cuando le pisó la cabeza con fuerza hundiéndola en la arena sin ninguna piedad, tras aquello siguió caminando.
 
No tardó mucho en llegar a la parte de atrás del castillo, los rebeldes atacaban la delantera, por lo que esa estaba menos vigilada. No pensaba entrar por una zona baja, pretendía primero llegar al tejado. No se lo pensó mucho y cogió carrerilla colocando su pie en el muro, para después impulsarse y con la otra mano alcanzar el filo de la entrada, tras aquello saltó el muro. No había guardias, estaban todo en la entrada conteniendo a los rebeldes, el castaño rápidamente empezó a observar unas escaleras que daban a una pequeña plaza y corrió hacia allí. Al llegar observó aquella plaza, era una especie de jardín interior y estaba vacío, estaría por la parte más baja de aquel lugar. Sus ojos observaban todo con detalle, al no ver a nadie empezó a caminar por el vestíbulo mientras usaba su olfato para detectar el olor de la gente.

Me encontraba en aquel salón y el grupo de nobles comenzó asaltarme con mi trabajo y que tenía que evitar.

- Tienes que defendernos de todo peligro hasta que acabe el ataque rebelde, pues nuestros espías nos han informado que durante el día de hoy la ciudad será atacada.

Yo asentí y entonces se presentó ante mi el capitán de la guardia del castillo dando instrucciones de que ahora yo estaba al mando de toda la guardia del castillo y que diese órdenes.

- Esta bien, señores ustedes suban al piso más elevado del castillo una vez allí encierrense en el lugar más oculto y seguro que halla. Capitán prepare una escolta para los señores de al menos 20 hombres y disponga patrullas de dos docenas en todas las plantas. Además mande el resto del grueso de la guardia a la puerta para contener el ataque de esta manera podremos asegurar a los nobles de la mejor manera posible.

- Si señor, entonces segun sus instrucciones ordenaré que 260 soltados protejan los pisos del 1 al 13 y que las tropas restantes que se sumarian en unas 250 se dispongan en la puerta para defenderla del ataque frontal de los rebeldes.

- En efecto capitán y quiero que usted se haga cargo de la seguridad de los señores yo bajaré a la planta baja y ayudaré a los soldados a defender el vestíbulo. Confió en usted.

Tras esta conversación el capitán asintió y yo me llevé el cigarro a la boca. Los nobles se marcharon con el capitán hacia lo más alto del castillo y yo me dirigí hacia el vestíbulo. Antes de que yo llegará a este la pelea ya había comenzado en el exterior del castillo y se podía oír desde el interior. Lo que no me esperaba era la visita que me esperaba en el vestíbulo un joven chico de apariencia extraña con los ojos dorados rodeados de color negro- Yo me puse frente a este y le mire cara a cara mientras me disponía a desenvainar mi katana.

- ¿ Quién eres y qué quieres hacer aquí ?

Los pasos de Kedra seguían avanzando por el vestíbulo cuando de repente pudo notar como dos presencias se acercaban a su posición, el olor les delataba. Estos no parecían estar muy aseados pues olían fatal. Se quedó allí quieto y estos finalmente llegaron. El primero era un guardia con barba y pelo marrón cogido por una cola, el segundo se trataba de un tipo algo más joven de ojos azules y pelo rubio. Ambos vestían una coraza de hierro y portaban espadas. Los ojos del ser fantasmal se quedó observándolos mientras se quedaba quieto. Aquellos dos guardias no lo conocían y lo tomaron por un rebelde, rápidamente el chico rubio salió corriendo a por él. Al ser el más joven, se emocionó un poco y creyó que podría hacer frente a Kedra. Este se quedó quieto y no hizo nada, de repente aquel joven lanzó un tajo tratando de atravesarle por el pecho, el chico lobo saltó a un lado esquivándolo y lanzando una patada con maldad a su rodilla la cual hizo un sonido de crujir y el chico cayó al suelo doliéndose. Antes de que siguiera haciendo el payaso, lanzó un tremendo golpe con su bota blanca derecha en la cabeza del guardia rubio partiéndole el cuello en el acto sin ninguna piedad en su acto de maldad.
 
Los ojos morados del tipo de la barba se abrieron mucho al ver como su joven compañero caía al suelo muerto, apretó su puño mientras blandía su espada con fuerza y observaba  al tipo del pelo castaño. Lanzó un tajo contra este una vez se acercó, Kedra lo evadió agachándose y lanzando un puñetazo en la barbilla de aquel tipo, lanzándole a unos metros del suelo y haciendo que se mordiera la lengua. El hombre cayó al suelo mientras se quejaba de dolor sangrando por la boca, el lobo oscuro no se lo pensó y de una patada en el estomago lo hizo callar cortándole la respiración unos segundos. Acto seguido el guardia de la barba se levantó mientras escupía sangre y de nuevo observaba a Kedra. Sin pensárselo un instante más, volvió a correr a por él y lanzó un nuevo tajo a su hombro. El estilo Akumu del castaño consistía en estarse quieto hasta el último momento, ya faltando poco para que el golpe de aquel hombre se realizase, el peligroso luchador pegó una zancada a un lado dejando que aquel hombre tropezara al golpear el aire y cayera al suelo. Antes de que volviera a levantarse, este lanzó su puño al rostro de aquel hombre dejándolo inconsciente y a continuación con su navaja le cortó el cuello. Cogió las piernas de los dos cadáveres y los escondió en otra sala, después volvió al vestíbulo dispuesto a subir cuando detectó un nuevo olor.
 
Frente a él  había un tipo de piel negra y pelo afro, además tenía una extraña cola y portaba un arma que parecía ser una katana. Sus dorados ojos se clavaron en los suyos mientras le miraba atentamente, no parecía ser un simple guardia. No sabía nada sobre la gente que vivía allí, por lo que pensó que tal vez era un noble. Su arma no le intimidaba nada, aún podía usar su revólver magnum 44 o recurrir al poder que aún no había mostrado, un poder terrible que dejaba a mucha gente temblando. Si aquel tipo tenía cola, es que no era un hombre normal, tal vez un usuario de las frutas del diablo como él. Le daba lo mismo quien fuera, de repente una voz muy seria y muy fría salió de los labios de Kedra, esta voz resultó ser una pregunta que se dirigía hacia el hombre de pelo afro y esperaba que la respondiera o se vería obligado a buscar a los demás nobles y matarlos.
 
-          ¿Dónde está Drake?

Este chico, más bien un crío, hubiese dicho que era parte de su "bando" si no hubiese sido por el charco de sangre que bañaba el suelo del vestíbulo del castillo. No sabía de quién era pero algo estaba claro, alguien había muerto y dudaba que fuese un revolucionario. Este crío tenía un aspecto extraño pues no parecía una persona normal y tenía un toqué demoníaco. Alguien como el no pintaba mucho como guardia en un lugar como este así que supuse que no esta de mi lado y que su objetivo era eliminar a mis clientes. No lo iba a permitir pero lo que me más me extraño de todo fue la pregunta que él me formulo.

- ¿Dónde está Drake?

Yo pensé quién era Drake y yo no conseguía recordarme en primera instancia de nadie con ese nombre. Entonces fue cuando una clara imagen vino a mi cabeza y recordé quien era Drake. Drake era el guardaespaldas de uno de los poderes del gobierno uno de los yonkaikyos. No se que querría alguien como ese crío de alguien como Drake pero algo estaba claro, este no estaba allí así que no entendía porque me preguntaba a mi sobre este pero si lo buscaba yo no le iba a facilitar aquella información.

- No se que querrás de alguien como Drake pero me temo que no esta aquí e incluso aunque lo estuviese no iba a ser yo quien te dijese donde encontrarlo. - Le dije mientras encendía un cigarro y me lo llevaba a la boca para pegarle una calada, tras esta continué. - Y bueno... ¿ Que trae a un crío como tú a un lugar como este ?

Estaba claro que después de aquella provocación no iba a reaccionar bien o eso esperaba yo así que eché mano al mango de mi katana preparando para defenderme en caso de que me atacase, tenía que ganar tiempo hasta que los guardias acabasen con la ofensiva rebelde y desde luego no podía dejar que aquel chico llegase a los pisos superiores o no cumpliría con mi contrato. Ahora mismo mi único objetivo era contener todo lo que pudiese cualquiera que quisiera pasar de allí y esperar a que llegarán los refuerzos de la capital para contener la rebelión. Esto iba a ser un largo rato así que tenía que darlo todo para poder cumplir mi misión con éxito. Confiaba en que el capitán mantuviese a los nobles en el torreón más elevado del castillo que debía estar situado a unos 32 metros de altura respecto al vestíbulo. Esto y los 200 guardias que había en las plantas intermedias esperaba que fuesen suficiente como para contener a todo atacante que tratase de dañar a mis clientes.

La situación se ponía bastante difícil para mi cliente pues ahora el vestíbulo se hallaba repleto de rebeldes que habían irrumpido de todos lados. ¿Qué cómo era esto posible? Una bala de cañón que había interrumpido mi conversación con aquel extraño crío había atravesado la sala de lado a lado cruzando ante mis ojos. Esta había destruido ambas paredes del vestíbulo dejándolo abierto a visitas no deseadas y que iban a molestarme por un largo rato. Por si esto fuese poco uno de esos desagradables rebeldes lanzó una granada que destruyó el precioso suelo de mármol del vestíbulo del castillo destrozando también el diseño que había en este. El crío cayó a causa en el agujero provocado a causa de la explosión seguido de un par de rebeldes. Todos estos cayeron a la parte más inferior del castillo, el sótano.

Mientras tanto yo seguía sentado en aquellas escaleras del vestíbulo observando la pelea entre los guardias y los rebeldes. Aquello era una carnicería, ninguno de los dos bandos dudaba un solo segundo antes de degollar o destrozar a cualquier integrante del otro. Aquello era un escenario digno de admirar pues esto se repetía en aquel país casi a diario en todas las ciudades que eran azotadas por la rebelión. Yo me encendí un cigarro mientras veía a un pequeño grupo de rebeldes abrirse paso entre la multitud de rebeldes y guardias. Mientras acababan con todos los guardias que se ponían en su camino yo pude ver claramente por cuantos estaba formado aquel pequeño grupo: 3 jóvenes, un hombre y una joven bastante guapa. Todos ellos iban armados con rifles y con sables, parecían ser algo más fuertes que los demás rebeldes pero no representaban una gran amenaza. Para su desgracia cambiaron su rumbo y comenzaron a dirigirse hacia las escaleras del vestíbulo en las que yo estaba sentado ya que al parecer su objetivo era el mismo que el del resto, mis clientes. Rápidamente llegaron hasta el pie de las escaleras y se quedaron observándome por unos segundos mientras yo exhalaba el humo del cigarro. Uno de los jóvenes tomó la cabeza y empezó a subir los escalones de una manera decidida, lo sentía por él pero esto no era un juego. Cuando llegó a mi escalón cerca de la mitad de la escalera pasó por mi lado con una sonrisa en su rostro, poco le duraría pues yo eché mano rápidamente a mi katana y sin desenfundarla le golpeé en la espalda haciéndolo caer escaleras abajo. El rebelde cayó de una manera torpe mientras se quejaba por los golpes que recibía contra la escalera hasta que llego al pie de esta. Cuando sus compañeros vieron esto los otros dos jóvenes prepararon sus rifles y me apuntaron para matarme. Yo salté, tiré el cigarro al aire y desenfundé la katana para acabar con aquellos jóvenes. Oí como disparaban pero fallaron, para su mala suerte , permitiéndome lanzarles mi ataque desde el aire mientras caía. Este les cortó en el costado provocándoles una herida bastante profunda pero no mortal a la vez que decía:

- Esto no es un juego y yo no falló así que... ¿ Por que no volvéis a casa, novatos ?

Les dije mientras envainaba de nuevo la katana y recogía el cigarro que aun caía después de haberlo lanzado. El hombre y la joven fueron rápidamente a socorrer a sus compañeros que yacían en el suelo gritando de dolor. La joven desenfundó su sable y cargó a hacia mi de manera desesperada mientras gritaba. Yo esquivé el corte de su sable y la golpeé en la nuca con el brazo dejándola inconsciente.y pegándole una patada al sable que portaba en su mano mientras decía:

- ¿ Que hace una chica como tú en un campo de batalla ? Porque no estas en tu pueblo ligando con los chicos de tu edad. - Dije mientras miraba al más mayor de todo el grupo y decía - Tú que pareces ser el que tiene más experiencia saca de aquí a estos críos y asegúrate de que no se vuelvan a meter en medio de las peleas de los mayores.

Tras decirle esto aquel hombre asintió y golpeando a otro rebelde que estaba a su espalda se llevó a aquellos jóvenes imprudentes. Yo volví a la escalera y me senté mientras espiraba el humo de una de las últimas caladas del cigarro,

- Me pregunto que habrá pasado con aquel extraño crío...

La oscuridad inundaba el sótano totalmente, tan solo el pequeño hilo de luz del agujero daba seguridad a los rebeldes que miraban a todos lados. Los gruñidos y pisadas del chico lobo estaban poniendo a los hombres muy nerviosos, no sabían a dónde mirar y sus corazones palpitaban de forma exagerada mientras se mantenían juntos con sus espadas en alto, lo seguro de aquello era que no iban a salir con vida de aquel lugar. Ambos estaban ya desesperados y de repente uno de ellos con su espada en mano pegó dos pasos hacia la oscuridad, el chico salió de esta dándole un navajazo en el cuello y cortándoselo en poco tiempo para después entrar en la oscuridad de nuevo. Había sido un corte limpio debido a la fuerza que poseía y a la velocidad que había tenido en aquel ataque tan bien hecho y tan paciente pues había puesto nervioso al chico.

El otro hombre temblaba de miedo mientras gritaba de terror ante la escena que había visto, comenzó a dar tajos al aire con su espada de forma aleatoria mientras gritaba y se mantenía bajo la luz que entraba por el agujero. De nada le sirvió, el chico salió de la oscuridad mientras caminaba hacia él, este se puso a suplicar mientras le miraba rezando por su vida. Los dorados ojos del lobo espectral mostraban crueldad y una furia fuera de lo común. Aquel hombre corrió a por el chico lanzándole un tajo que este esquivó con mucha facilidad para de un puñetazo ascendente hacer que el tipo se mordiera la lengua. Soltó su arma mientras sangraba con la mano en la lengua, para cuando quiso mirar al chico, este ya había pateado su cabeza con fuerza partiéndole el cuello y dejándole allí tirado con una expresión de miedo antes de morir.

Ahora miraba por el agujero, notaba la batalla y como el ruido cesaba, al parecer los rebeldes ya no estaban ahí. Quizás habían perdido, lo importante era que el chico lobo debía llegar a los nobles en el alto piso. De repente notó unos pasos por encima de la cabeza, sonrió de lado mientras sus ojos quedaban iluminados en un tono rojo, aquel hombre que pasaba por encima era un soldado que ahora miraba al chico del pelo afro. Este fue a decirle algo al hombre que habían contratado cuando de repente del suelo surgió un enorme brazo peludo de color negro que agarró las piernas de aquel tipo y tiró par debajo de él. El hombre gritó de terror mientras trataba de agarrarse a una columna pero un chorro de sangre surgió del agujero y el tipo comenzó a sangrar por la boca hasta morir.

De repente un enorme hombre lobo de unos cuatro metros de color negro saltó del sótano derribando el suelo y haciendo otro agujero para salir al vestíbulo. Era una bestia enorme, se trataba del chico, ahora era diez veces más fuerte, tendría la misma fuerza que un Gyojin más o menos. Era un ser terrible, su mirada era de crueldad. Observó al cazador durante unos segundos y después sonrió de lado, saltó al techo a toda prisa derribándolo y haciendo un agujero por donde avanzó al piso superior rápidamente. Estaba claro que en esa forma era más rápido que un ser humano, mucho más rápido a no ser que el humano fuera un tipo rapidísimo. Mientras que el hombre debía subir escaleras, él solo tenía que dar saltos pues su altura le permitía llegar a los pisos. No tardó mucho en ver a más soldados pero le daba igual, subió a toda velocidad ignorando a todos lo más alto que pudo.

Al llegar al último piso pudo ver a cinco tipos vestidos de traje con una guardia de más de diez hombres, eran dos niñas pequeñas, un hombre, una mujer y un adolescente. El enorme lobo corrió agarrando lo más rápido que pudo al adolescente y al hombre por el cuello, uno para cada mano. Pegó un temible rugido mientras observaba a los guardias dándoles a entender que los tenía como rehenes, estos no sabían qué hacer y todos sacaron sus armas, el terrible ser sabía que el tipo del pelo afro no tardaría en llegar, pero si lo hacía, usaría a los dos nobles de escucho humano. La mujer suplicaba diciendo darle joyas y demás pero el lobo no iba a dejarse sobornar, había ido para ganar una buena recompensa por su cabeza y por eliminar a los malditos nobles.