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El Vicealmirante suspiró y terminó de rellenar el informe. Odiaba la burocracia y el papeleo, y por desgracia la necesaria para llevar a cabo sus labores parecía haberse multiplicado desde su ascenso. "Quién me mandaría a mi, con lo feliz que era dejándole estas cosas a mis superiores..." Aunque al menos al fin tenía un poco de acción. Le había encargado su primer trabajo de campo desde hacía meses, lo cual le serviría para estirar un poco los músculos y entrenarse un poco. Necesitaba estar en forma para lo que se avecinaba... era muy consciente de que la captura de la yonkou Katrina Belatona anunciada por el Gobierno pocas semanas atrás era uno de los eventos más trascendentales en décadas. Probablemente habría una gran batalla en que los piratas intentarían salvarla, y si quería destacar y labrarse méritos para llegar a Almirante no tenía una oportunidad mejor.
Karl se hallaba sentado tras una mesa de madera bastante tosca, en una tienda de campaña medianamente grande. Acababan de desembarcar unas horas atrás en Ennies Lobby, y había tomado la decisión de asentarse frente a las puertas por comodidad, pues no iban a pasar demasiado tiempo en la zona. Su Flota, la Brigada Disciplinaria, era una división especial de la Marina. Estaba compuesta única y exclusivamente por voluntarios, y se especializaban en misiones de castigo y asalto. Solían llamarlos cuando se sabía que un pueblo apoyaba abierta o secretamente a la Revolución, o para destruir asentamientos piratas. Eran los responsables de la quema de Mock Town, hacía ya casi un año. Su capitán, el Vicealmirante Lion D. Karl, era un marine temido y famoso. Se lo conocía de muchas maneras, el Vicealmirante Karl, Quimera Karl, el Terror del East Blue, el Mejor Luchador de los Siete Mares... Su fama había llegado ya a todos los rincones del mundo. Hacía menos de cinco años que se había alistado a la Marina, y desde entonces había escalado puestos a gran velocidad, convirtiéndose en Vicealmirante con 28 años. Se rumoreaba que había llegado a medir sus fuerzas en una gran batalla contra el legendario Comandante Revolucionario Azumi Kento.
Su apariencia, desde luego, era imponente. El Vicealmirante era un hombre de elevada estatura, de casi dos metros de altura. Era corpulento, de musculatura fuerte y con la piel llena de cicatrices y heridas de guerra. Al ir vestido únicamente con la chaqueta de oficial y unos pantalones blancos, se le podían ver perfectamente las marcas del torso y brazos. La más destacable de estas era un gran corte que iba de su pectoral izquierdo hasta la cadera derecha. Alrededor de la herida había marcas de quemaduras. Por último, sus siguientes rasgos más remarcables era su gran melena castaña, su barba y un parche negro que le tapaba el ojo izquierdo. Era de conocimiento general que había perdido este en una pelea contra el fundador de Sons of Anarchy, Red Stinger. Con gesto ausente, Karl se atusó la barba y dejó su estilográfica en la mesa. Al fin había acabado el informe, pero aun faltaba algo antes de salir hacia su misión. Le habían asignado a un miembro del Cipher Pol para que le ayudase en la misión. Realmente no necesitaba ayuda, y sus superiores lo sabían, pero sería una gran experiencia para el agente del Gobierno. "Si se parece un mínimo a Zhown, será una misión divertida." Zhown era otro agente del CP, con el cual había tenido el placer de trabajar en una misión sofocando una revuelta en el East Blue. Le había caído bien y había resultado ser un formidable aliado. Por desgracia, no había vuelto a cruzarse con él. Bostezó, aburrido y algo molesto, y estiró los brazos. La misión consistía en eliminar a una banda criminal que operaba en el Paraíso, una mafia. Tenían su sede en los bajos fondos de la ciudad, y habían pasado a convertirse en una molestia para el Gobierno.
- Sería interesante como misión si mi compañero apareciese de una vez - dijo, mientras recogía la estilográfica y la hacía girar entre sus dedos.
Karl se hallaba sentado tras una mesa de madera bastante tosca, en una tienda de campaña medianamente grande. Acababan de desembarcar unas horas atrás en Ennies Lobby, y había tomado la decisión de asentarse frente a las puertas por comodidad, pues no iban a pasar demasiado tiempo en la zona. Su Flota, la Brigada Disciplinaria, era una división especial de la Marina. Estaba compuesta única y exclusivamente por voluntarios, y se especializaban en misiones de castigo y asalto. Solían llamarlos cuando se sabía que un pueblo apoyaba abierta o secretamente a la Revolución, o para destruir asentamientos piratas. Eran los responsables de la quema de Mock Town, hacía ya casi un año. Su capitán, el Vicealmirante Lion D. Karl, era un marine temido y famoso. Se lo conocía de muchas maneras, el Vicealmirante Karl, Quimera Karl, el Terror del East Blue, el Mejor Luchador de los Siete Mares... Su fama había llegado ya a todos los rincones del mundo. Hacía menos de cinco años que se había alistado a la Marina, y desde entonces había escalado puestos a gran velocidad, convirtiéndose en Vicealmirante con 28 años. Se rumoreaba que había llegado a medir sus fuerzas en una gran batalla contra el legendario Comandante Revolucionario Azumi Kento.
Su apariencia, desde luego, era imponente. El Vicealmirante era un hombre de elevada estatura, de casi dos metros de altura. Era corpulento, de musculatura fuerte y con la piel llena de cicatrices y heridas de guerra. Al ir vestido únicamente con la chaqueta de oficial y unos pantalones blancos, se le podían ver perfectamente las marcas del torso y brazos. La más destacable de estas era un gran corte que iba de su pectoral izquierdo hasta la cadera derecha. Alrededor de la herida había marcas de quemaduras. Por último, sus siguientes rasgos más remarcables era su gran melena castaña, su barba y un parche negro que le tapaba el ojo izquierdo. Era de conocimiento general que había perdido este en una pelea contra el fundador de Sons of Anarchy, Red Stinger. Con gesto ausente, Karl se atusó la barba y dejó su estilográfica en la mesa. Al fin había acabado el informe, pero aun faltaba algo antes de salir hacia su misión. Le habían asignado a un miembro del Cipher Pol para que le ayudase en la misión. Realmente no necesitaba ayuda, y sus superiores lo sabían, pero sería una gran experiencia para el agente del Gobierno. "Si se parece un mínimo a Zhown, será una misión divertida." Zhown era otro agente del CP, con el cual había tenido el placer de trabajar en una misión sofocando una revuelta en el East Blue. Le había caído bien y había resultado ser un formidable aliado. Por desgracia, no había vuelto a cruzarse con él. Bostezó, aburrido y algo molesto, y estiró los brazos. La misión consistía en eliminar a una banda criminal que operaba en el Paraíso, una mafia. Tenían su sede en los bajos fondos de la ciudad, y habían pasado a convertirse en una molestia para el Gobierno.
- Sería interesante como misión si mi compañero apareciese de una vez - dijo, mientras recogía la estilográfica y la hacía girar entre sus dedos.
Date Musashi
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Las razones que sus superiores le habían dado para aceptar aquella misión no lograban sofocar la rabia que se había acumulado en su interior. Primero una guardia doble como castigo por provocar a un superior, después una tarea especial que consistió en transportar unas mercancías al puerto y ahora una tarea que le sacaría de la fortaleza por quién sabe cuánto tiempo. Apenas había visto a la pequeña Ame Sora cinco minutos aquel día y parecía como si estuvieran intentando que no la viera, hecho que le molestaba en demasía pues de una forma u otra en su interior sospechaba lo que podía estar pasando. No obstante y tras asegurarle que la niña estaba bien y que nadie había hablado con ella en todo el día aceptó las palabras de aquel agente, mas no lo hizo gustoso y esa sensación quedó impregnada en su mirada. Su único ojo parecía buscar a alguien al que partir en dos o hacrlo explotarlo por simple rabia acumulada, pero no lo haría por el bien de Sora.
Aquellas palabras que tanto habían molestado al semigigante eran instrucciones claras de lo que tenían que hacer, y se refiere al plural del verbo porque había sido asignado a un marine de aparente alto nivel. La excusa que le habían dado era que un representante directo bajo las órdenes del Gobierno Mundial y más concretamente del Cipher Pol tenía que estar allí, pero la realidad era mucho más sencilla que eso. Simplemente querían tener a Date lejos durante un tiempo para hablar con la niña y además "domesticar" al semigigante para que su estancia allí se convirtiera en una cuestión de sentimiento y no de obligación. Pero eso no pasaría, mientras aquellos hombres mantuvieran encerrada a Sora en aquella habitación y no le dieran libertad, además de perder cualquier interés por ella, Musashi no permitiría que le cambiaran la mente por muchos años que pasaran. Tuvo que aceptar que era su deber ir hasta el lugar de la misión, las órdenes son órdenes y si quería seguir sin que se montara una buena es lo que tenía que hacer. —Si algo le pasara a Sora mientras yo no estoy me aseguraré de buscarte a ti y a todo el que haya estado cerca suya alguna vez y desearéis estar muertos.— le dijo amenazante pero sin alzar la voz al que era su superior. Sabía que más tarde tendría que hacer horas extras por su comentario, pero no le importaba si aquel hombre entendía el mensaje.
Por lo visto y escuchando algunos murmullos que se intesificaban conforme se acercaba a la estación y puerto de la fortaleza parecía que el hombre que iba a conocer era bastante conocido. "Lion D. Karl", le había dicho su superior, pero la verdad es que Musashi no tenía ni idea de ningún nombre ni persona famosa. Había vivido en la ignorancia primero en Little Garden, sin contacto alguno, y después en los desiertos de Arabasta donde apenas recibía noticias. Sin embargo comprendía que alguien con suficiente rango y reputación debía ser suficiente fuerte para merecerlo, o ser un farsante. Atravesó la última puerta de la gran muralla y observó un campamento asentado en el exterior, además de varios barcos de los cuales alguno debía pertenecer a ese hombre. Descendió por el camino hacia el campamento, no sería difícil que lo identificaran al ser tan alto y llevar el típico traje oscuro que todos los Cipher Pol llevaban. Aún le dolía mirar a la chica con ese traje puesto, teniendo en cuenta que fueron hombres de la misma organización los que mataron a su familia.
Se situó delante de una mesa algo tosca donde había un hombre que, pese a ser más bajo que Musashi, era bastante alto y grande en comparación con el resto de personas normales. Desde luego tenía un aspecto amenazador pero no por ello podría intimidar a alguien como Musashi, pues pocas cosas podrían hacerlo aunque él supiera cuan por encima de su fuerza podrían llegar a ser. Además del traje y el parche llevaba consigo una mochila de deporte de enorme tamaño que parecía estar hecha a medida para él, siendo que escondía sus armas ahí para no llamar la atención de los civiles. Cargaba esta sobre su hombro sujetándola con una mano, doblando el codo para ello, y mantenía una postura algo informal con una mano en el bolsillo y la pierna derecha ligeramente flexionada, cargando el peso en la otra. Observó a Karl sin abrir demasiado el párpado, casi como si demostrara cansancio. —Soy Date Musashi, he sido asignado para... "acompañarle".— dijo sarcástico casi a punto de decir "ser vigilado" en lugar de lo que había dicho.
No quería sonar demasiado arrogante o prepotente, pero conforme se sentía con todo lo que había pasado cualquier cosa que dijera iba a sonar así. Optó por simplemente mantener la boca cerrada y evitar que se dieran situaciones comprometidas que pudieran arruinar la misión, aunque no pudo evitar preguntar algo. —¿Iremos hasta la ciudad en el Tren Marítimo o utilizaremos alguno de sus barcos?— dijo con voz firme mirando las embarcaciones que permanecían ancladas no demasiado lejos de allí. No sabía cuáles pertenecían a aquel hombre ni si tenía más de una, pero no le importaría tomar el timón de alguna de ellas en algún momento. A pesar de haber sido criado en tierra tanto tiempo y de poseer una akuma no mi la navegación era una de sus principales pasiones ocultas, algo que probablemente nunca podría utilizar debido a la situación en la que se encontraba.
Aquellas palabras que tanto habían molestado al semigigante eran instrucciones claras de lo que tenían que hacer, y se refiere al plural del verbo porque había sido asignado a un marine de aparente alto nivel. La excusa que le habían dado era que un representante directo bajo las órdenes del Gobierno Mundial y más concretamente del Cipher Pol tenía que estar allí, pero la realidad era mucho más sencilla que eso. Simplemente querían tener a Date lejos durante un tiempo para hablar con la niña y además "domesticar" al semigigante para que su estancia allí se convirtiera en una cuestión de sentimiento y no de obligación. Pero eso no pasaría, mientras aquellos hombres mantuvieran encerrada a Sora en aquella habitación y no le dieran libertad, además de perder cualquier interés por ella, Musashi no permitiría que le cambiaran la mente por muchos años que pasaran. Tuvo que aceptar que era su deber ir hasta el lugar de la misión, las órdenes son órdenes y si quería seguir sin que se montara una buena es lo que tenía que hacer. —Si algo le pasara a Sora mientras yo no estoy me aseguraré de buscarte a ti y a todo el que haya estado cerca suya alguna vez y desearéis estar muertos.— le dijo amenazante pero sin alzar la voz al que era su superior. Sabía que más tarde tendría que hacer horas extras por su comentario, pero no le importaba si aquel hombre entendía el mensaje.
Por lo visto y escuchando algunos murmullos que se intesificaban conforme se acercaba a la estación y puerto de la fortaleza parecía que el hombre que iba a conocer era bastante conocido. "Lion D. Karl", le había dicho su superior, pero la verdad es que Musashi no tenía ni idea de ningún nombre ni persona famosa. Había vivido en la ignorancia primero en Little Garden, sin contacto alguno, y después en los desiertos de Arabasta donde apenas recibía noticias. Sin embargo comprendía que alguien con suficiente rango y reputación debía ser suficiente fuerte para merecerlo, o ser un farsante. Atravesó la última puerta de la gran muralla y observó un campamento asentado en el exterior, además de varios barcos de los cuales alguno debía pertenecer a ese hombre. Descendió por el camino hacia el campamento, no sería difícil que lo identificaran al ser tan alto y llevar el típico traje oscuro que todos los Cipher Pol llevaban. Aún le dolía mirar a la chica con ese traje puesto, teniendo en cuenta que fueron hombres de la misma organización los que mataron a su familia.
Se situó delante de una mesa algo tosca donde había un hombre que, pese a ser más bajo que Musashi, era bastante alto y grande en comparación con el resto de personas normales. Desde luego tenía un aspecto amenazador pero no por ello podría intimidar a alguien como Musashi, pues pocas cosas podrían hacerlo aunque él supiera cuan por encima de su fuerza podrían llegar a ser. Además del traje y el parche llevaba consigo una mochila de deporte de enorme tamaño que parecía estar hecha a medida para él, siendo que escondía sus armas ahí para no llamar la atención de los civiles. Cargaba esta sobre su hombro sujetándola con una mano, doblando el codo para ello, y mantenía una postura algo informal con una mano en el bolsillo y la pierna derecha ligeramente flexionada, cargando el peso en la otra. Observó a Karl sin abrir demasiado el párpado, casi como si demostrara cansancio. —Soy Date Musashi, he sido asignado para... "acompañarle".— dijo sarcástico casi a punto de decir "ser vigilado" en lugar de lo que había dicho.
No quería sonar demasiado arrogante o prepotente, pero conforme se sentía con todo lo que había pasado cualquier cosa que dijera iba a sonar así. Optó por simplemente mantener la boca cerrada y evitar que se dieran situaciones comprometidas que pudieran arruinar la misión, aunque no pudo evitar preguntar algo. —¿Iremos hasta la ciudad en el Tren Marítimo o utilizaremos alguno de sus barcos?— dijo con voz firme mirando las embarcaciones que permanecían ancladas no demasiado lejos de allí. No sabía cuáles pertenecían a aquel hombre ni si tenía más de una, pero no le importaría tomar el timón de alguna de ellas en algún momento. A pesar de haber sido criado en tierra tanto tiempo y de poseer una akuma no mi la navegación era una de sus principales pasiones ocultas, algo que probablemente nunca podría utilizar debido a la situación en la que se encontraba.
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Un ruido de pasos pesados alertó a Karl de que había alguien frente a la entrada de su tienda. Rápidamente se irguió y dejó la pluma en la mesa, poniéndose en una postura más seria. No era de recibo que entraran y lo encontrasen tirado sobre la mesa jugando con una estilográfica. Se aclaró la garganta carraspeando y entrecruzó los dedos. En ese momento entró un hombre de talla monumental, más alto incluso que él, vestido de smoking y con un parche en el mismo ojo que él. "Todo un tipo duro del Cipher Pol... ¿es esto alguna clase de mensaje por parte del Almirante Molón? No me extrañaría que sea cosa suya pretendiendo meterme miedo. Parece que aun no ha entendido que no le temo." El Almirante Irvin la Vega era su gran rival en la Marina, y había hecho lo imposible por entorpecer sus ascensos. Por su culpa lo habían mantenido como un simple teniente durante años a pesar de sus muchos méritos y su fama. No había llegado a capitán hasta hacía algo más de un año y medio, y a Vicealmirante más recientemente. Por lo tanto no le extrañaría que le asignaran a un gigantón como compañero para decirle que en cualquier momento podía mandar a cinco como ese a por él.
- Saludos, señor Musashi. Yo soy el Vicealmirante Lion D. Karl, como ya estaréis informado.
Aprovechó un momento para examinar a su interlocutor. Parecía estar de malas, y algo a desgana por su expresión. ¿O tal vez fuesen imaginaciones suyas? Llevaba una bolsa de deportes consigo, y tratándose de un agente del Gobierno no creía que fuera porque le interesase el golf o algo así. Podía tratarse de algo realmente peliagudo. "Esto no me dirá nada, pero si es algo realmente fuera de lo común tal vez lo detecte." Activó la visión térmica de su ojo cyborg, el cual se hallaba oculto bajo su parche. Al instante su percepción del mundo cambió, pasando a ver a los seres vivos en colores vivos e intensos. En la bolsa no parecía haber nada que desprendiera calor. No era un dato crucial ni realmente relevante, pero no perdía nada por haberlo intentando. Desactivó la visión térmica y se levantó, alisándose la capa:
- Mis barcos son más lentos que el Umi Reesha, así que será mejor aprovechar que poseemos este magnífico tren. Tengo intención de acabar este trabajo de manera rápida y limpia - dijo, en un tono algo informal pero sin tomarse confianzas.
No le gustaba ser muy estricto o estirado, aunque lo era siempre que la ocasión lo requería. Prefería dejarse de formalismos y hablar de manera más relajada. Silbando por lo bajo una canción marinera, se dirigió hacia una funda de guitarra que había junto al improvisado catre. De uno de los bolsillos laterales sacó unos magníficos guanteletes dorados con gemas azules incrustadas. Estos iban unidos por una cadenilla de metal. "No creo que los vaya a necesitar realmente... pero prefiero ser precavido. No se qué peligros nos esperan allí. Mi experiencia me dice que no todos los mafiosos son hombres gordos y con mal genio... algunos son hombres fuerte con mal genio." Contuvo una risa ante ese pensamiento peregrino y se enganchó los guantes al cinto. Por último cogió una pequeña bolsa con su instrumental médico y se la colgó del mismo sitio. Entonces se giró hacia Musashi cruzándose de brazos, observándolo con su ojo sano.
- Bien, señor tres metros, antes de marcharnos quiero comprobar hasta qué punto eres de fuerte. Me gustaría saber de antemano si puedo contar contigo o si voy a tener que... cubrirte las espaldas - se corrigió rápidamente, pues por un momento estuvo a punto de decir "hacer de niñera".
Prefería evitar roces innecesarios. Lo último que quería era que el asesino posiblemente enviado por Irvin tuviese motivos personales para querer destriparlo. Salió de la tienda y avanzó unos metros, hasta un espacio vacío donde pudiesen pelear con comodidad sin derribar medio campamento. Karl se crujió el cuellos y las manos, hizo un par de estiramientos rápidos con las piernas para entrar en calor y observó a su compañero. Con gesto distraído, se tocó el brazo izquierdo con la mano derecha, recorriendo unas cicatrices finas de dos cortes. En esos puntos era donde Jaffar le había atravesado con sus sables en su combate contra él. En un movimiento suicida, había dejado que le atravesase el brazo izquierdo con sus armas para poder golpearle con el derecho y sentenciar la batalla. Los médicos marines habían logrado evitar que tuviese daños permanentes, por suerte, y tras la operación a la que le habían sometido para mejorar sus brazos ya sólo tenía que preocuparse de que no le mutilasen. Miró con un brillo feroz en su mirada al semigigante y le dijo:
- Atácame a matar. Es una orden. Solo así sabré hasta qué punto llegan tus capacidades. Después de que me golpees, yo corresponderé atacándote para que veas que no he llegado a mi posición por nada. Procuraré no causar daños demasiado graves - dijo, riéndose con voz de trueno.
- Saludos, señor Musashi. Yo soy el Vicealmirante Lion D. Karl, como ya estaréis informado.
Aprovechó un momento para examinar a su interlocutor. Parecía estar de malas, y algo a desgana por su expresión. ¿O tal vez fuesen imaginaciones suyas? Llevaba una bolsa de deportes consigo, y tratándose de un agente del Gobierno no creía que fuera porque le interesase el golf o algo así. Podía tratarse de algo realmente peliagudo. "Esto no me dirá nada, pero si es algo realmente fuera de lo común tal vez lo detecte." Activó la visión térmica de su ojo cyborg, el cual se hallaba oculto bajo su parche. Al instante su percepción del mundo cambió, pasando a ver a los seres vivos en colores vivos e intensos. En la bolsa no parecía haber nada que desprendiera calor. No era un dato crucial ni realmente relevante, pero no perdía nada por haberlo intentando. Desactivó la visión térmica y se levantó, alisándose la capa:
- Mis barcos son más lentos que el Umi Reesha, así que será mejor aprovechar que poseemos este magnífico tren. Tengo intención de acabar este trabajo de manera rápida y limpia - dijo, en un tono algo informal pero sin tomarse confianzas.
No le gustaba ser muy estricto o estirado, aunque lo era siempre que la ocasión lo requería. Prefería dejarse de formalismos y hablar de manera más relajada. Silbando por lo bajo una canción marinera, se dirigió hacia una funda de guitarra que había junto al improvisado catre. De uno de los bolsillos laterales sacó unos magníficos guanteletes dorados con gemas azules incrustadas. Estos iban unidos por una cadenilla de metal. "No creo que los vaya a necesitar realmente... pero prefiero ser precavido. No se qué peligros nos esperan allí. Mi experiencia me dice que no todos los mafiosos son hombres gordos y con mal genio... algunos son hombres fuerte con mal genio." Contuvo una risa ante ese pensamiento peregrino y se enganchó los guantes al cinto. Por último cogió una pequeña bolsa con su instrumental médico y se la colgó del mismo sitio. Entonces se giró hacia Musashi cruzándose de brazos, observándolo con su ojo sano.
- Bien, señor tres metros, antes de marcharnos quiero comprobar hasta qué punto eres de fuerte. Me gustaría saber de antemano si puedo contar contigo o si voy a tener que... cubrirte las espaldas - se corrigió rápidamente, pues por un momento estuvo a punto de decir "hacer de niñera".
Prefería evitar roces innecesarios. Lo último que quería era que el asesino posiblemente enviado por Irvin tuviese motivos personales para querer destriparlo. Salió de la tienda y avanzó unos metros, hasta un espacio vacío donde pudiesen pelear con comodidad sin derribar medio campamento. Karl se crujió el cuellos y las manos, hizo un par de estiramientos rápidos con las piernas para entrar en calor y observó a su compañero. Con gesto distraído, se tocó el brazo izquierdo con la mano derecha, recorriendo unas cicatrices finas de dos cortes. En esos puntos era donde Jaffar le había atravesado con sus sables en su combate contra él. En un movimiento suicida, había dejado que le atravesase el brazo izquierdo con sus armas para poder golpearle con el derecho y sentenciar la batalla. Los médicos marines habían logrado evitar que tuviese daños permanentes, por suerte, y tras la operación a la que le habían sometido para mejorar sus brazos ya sólo tenía que preocuparse de que no le mutilasen. Miró con un brillo feroz en su mirada al semigigante y le dijo:
- Atácame a matar. Es una orden. Solo así sabré hasta qué punto llegan tus capacidades. Después de que me golpees, yo corresponderé atacándote para que veas que no he llegado a mi posición por nada. Procuraré no causar daños demasiado graves - dijo, riéndose con voz de trueno.
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—Algo había oído, sí...— dijo sin malicia mientras se cruzaba de brazos sin dejar de mirarle y escuchando lo que tenía que decir. Se había presentado en respuesta a la presentación de Musashi y, aparentemente, parecía ser alguien bien educado y formal que era lo que cabría esperar de una situación como aquella. Solo esperaba que no fuera demasiado recto ni que tampoco estuviera como una cabra, solo quería hacer la misión lo más rápido que pudiera y volver antes de que Sora se diera cuenta. Le gustó la sugerencia que propuso: Utilizar el tren de forma que llegaran antes. De esta forma todo sería más rápido, aunque le quedaba la astillita clavada de lo que podía haber visto encimo de aquellos grandes barcos que permanecían anclados en la zona.
Lo observó con curiosidad cuando fue hasta una parte de la tienda para recoger algo que no llegó a ver, pero parecía estar hecho de algún material valioso. No preguntaría por ellos pese a tener ciertas ganas de saber qué había recogido que pensaba que podría ser útil para aquello. Tomó una bolsa más y se volvió hacia donde él estaba haciendo que pudiera ver con mayor claridad su rostro. Al igual que él había perdido el ojo izquierdo, o quizás lo ocultaba por alguna razón o para que el rival se confiara al verlo mutilado. Musashi sabía por experiencia propia que aunque le faltara un ojo eso no reducía las capacidades ofensivas de un hombre si este estaba entrenado, por lo que no le dio más importancia de la que tenía. Cuando parecía que estaban a punto de marcharse de aquella tienda el hombre mencionó unas palabras que le hicieron alzar una ceja interrogante sin quitarle la vista de encima.
Lo acompañó hasta afuera de la tienda sin comprender muy bien la razón por la que lo había dicho hasta escuchar una orden directa dada por aquel hombre y que tendría que obedecer de alguna forma, aunque no estaba seguro de si era su obligación. En su cabeza se preguntaba si debía obedecer las órdenes de un marine aunque él estuviera bajo las órdenes directas del Gobierno Mundial, pero teniendo en cuenta que le habían entregado para que cumpliera la misión junto a él se respondió a sí mismo afirmativamente. —Si es lo que quieres...— dijo en voz baja soltando la mochila al suelo sin cuidado. Un tintineo metálico indicó que lo que probablemente guardaba allí eran sus armas y en efecto así era. No obstante no abrió la mochila para tomarlas sino que se acercó hasta él bajo la atenta mirada de algunos transehúntes que parecían estar a punto de saltar para evitar que Musashi lo hiciera. Eran miembros del Cipher Pol que pensaban que el semigigante sería destrozado si lo provocaba, pero ninguno tenía valor suficiente para parar aquello.
—Independientemente de tu fuerza, no necesito que nadie me cuida las espaldas.— mencionó con calma. El semigigante alzó su puño y lo cargó hacia atrás una vez estaba cerca de él, girando toda la cadera en el proceso para darle mayor fuerza de impulso y sin temor a destrozarse los nudillos contra el cráneo de aquel hombre. Tras un segundo lanzó el puño con fuerza directo a su rostro a gran velocidad, mas no estaba cargado de rabia ni sentimiento, era un simple puñetazo lanzado como si un cañón lo acababa de disparar. No estaba preocupado acerca de lo que pasaría después, pero sí que se preguntaba cuál sería la respuesta de su "compañero". Si le había pedido aquello era porque no era un farsante, y quizás quería comprobar si el farsante era él mismo aunque sonara un poco estúpido. Sabía que no estaba a la altura de hombres como ese, no de momento, pero no por ello se dejaría cuidar por un desconocido aunque la muerte fuera susurrándole al oído.
Tampoco iba a cargar contra él con toda su fuerza, liberando su Zoan para darle un mazazo en llamas en la cabeza, no sería tan estúpido de mostrarle todas sus cartas sobre la mesa. Ese poder era algo que debía mantener oculto para evitar llamar la atención, simplemente su fuerza bruta hablaría acerca de él por el momento y quizás a lo largo de la misión y solo de ser necesario el semigigante mostraría la que ahora se había convertido en su verdadera forma. Mientras tanto los nudillos de Date serían reforzados con simple carne y no con duras escamas y garras.
In tha face [AIF]
Lo observó con curiosidad cuando fue hasta una parte de la tienda para recoger algo que no llegó a ver, pero parecía estar hecho de algún material valioso. No preguntaría por ellos pese a tener ciertas ganas de saber qué había recogido que pensaba que podría ser útil para aquello. Tomó una bolsa más y se volvió hacia donde él estaba haciendo que pudiera ver con mayor claridad su rostro. Al igual que él había perdido el ojo izquierdo, o quizás lo ocultaba por alguna razón o para que el rival se confiara al verlo mutilado. Musashi sabía por experiencia propia que aunque le faltara un ojo eso no reducía las capacidades ofensivas de un hombre si este estaba entrenado, por lo que no le dio más importancia de la que tenía. Cuando parecía que estaban a punto de marcharse de aquella tienda el hombre mencionó unas palabras que le hicieron alzar una ceja interrogante sin quitarle la vista de encima.
Lo acompañó hasta afuera de la tienda sin comprender muy bien la razón por la que lo había dicho hasta escuchar una orden directa dada por aquel hombre y que tendría que obedecer de alguna forma, aunque no estaba seguro de si era su obligación. En su cabeza se preguntaba si debía obedecer las órdenes de un marine aunque él estuviera bajo las órdenes directas del Gobierno Mundial, pero teniendo en cuenta que le habían entregado para que cumpliera la misión junto a él se respondió a sí mismo afirmativamente. —Si es lo que quieres...— dijo en voz baja soltando la mochila al suelo sin cuidado. Un tintineo metálico indicó que lo que probablemente guardaba allí eran sus armas y en efecto así era. No obstante no abrió la mochila para tomarlas sino que se acercó hasta él bajo la atenta mirada de algunos transehúntes que parecían estar a punto de saltar para evitar que Musashi lo hiciera. Eran miembros del Cipher Pol que pensaban que el semigigante sería destrozado si lo provocaba, pero ninguno tenía valor suficiente para parar aquello.
—Independientemente de tu fuerza, no necesito que nadie me cuida las espaldas.— mencionó con calma. El semigigante alzó su puño y lo cargó hacia atrás una vez estaba cerca de él, girando toda la cadera en el proceso para darle mayor fuerza de impulso y sin temor a destrozarse los nudillos contra el cráneo de aquel hombre. Tras un segundo lanzó el puño con fuerza directo a su rostro a gran velocidad, mas no estaba cargado de rabia ni sentimiento, era un simple puñetazo lanzado como si un cañón lo acababa de disparar. No estaba preocupado acerca de lo que pasaría después, pero sí que se preguntaba cuál sería la respuesta de su "compañero". Si le había pedido aquello era porque no era un farsante, y quizás quería comprobar si el farsante era él mismo aunque sonara un poco estúpido. Sabía que no estaba a la altura de hombres como ese, no de momento, pero no por ello se dejaría cuidar por un desconocido aunque la muerte fuera susurrándole al oído.
Tampoco iba a cargar contra él con toda su fuerza, liberando su Zoan para darle un mazazo en llamas en la cabeza, no sería tan estúpido de mostrarle todas sus cartas sobre la mesa. Ese poder era algo que debía mantener oculto para evitar llamar la atención, simplemente su fuerza bruta hablaría acerca de él por el momento y quizás a lo largo de la misión y solo de ser necesario el semigigante mostraría la que ahora se había convertido en su verdadera forma. Mientras tanto los nudillos de Date serían reforzados con simple carne y no con duras escamas y garras.
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El marine observó al enorme semigigante ponerse en posición. Su postura, aunque básica, era buena. Su experiencia en combate era ya tal que podría haber descrito sin problemas y con gran acierto y detalle todos los movimientos que el agente iba a hacer antes de que ocurriesen. Sabía exactamente cómo iba a ser su golpe, y se le ocurrían muchas maneras diferentes de esquivarle o bloquearle y contraatacar. Sin embargo le había ordenado atacarle para probar su fuerza, no para hacer alarde de sus habilidades. Bastaría con detener su golpe y ver cómo de potente era. Con un gesto casi perezoso, alzó su mano izquierda y bloqueó el puñetazo con la palma. Empleó haki armadura por si acaso, pues no quería llevarse un susto y lesionarse por ser descuidado. El puño se estrelló contra su bloqueo sin moverle el brazo ni un milímetro del sitio. A pesar de eso, Karl notó bastante presión. "Su fuerza tal vez no se compare a la mía, pero no es ningún principiciante. Sabe golpear y tiene fuerza. Servirá."
- No está mal, gigantón-san. Ahora me toca a mi darte una pequeña muestra de mi fuerza.
Musashi le recordaba, al menos en cuanto a sus habilidades, a él mismo cuando se alistó en la Marina. Era una joya en bruto por trabajar, y con el adiestramiento apropiado llegaría a ser un rival temible. Y con la motivación apropiada, podría llegar muy lejos. Karl era una muestra de ello, pues la idea de derrotar a su gran rival Allen era lo que le había dado fuerzas para superar todos los obstáculos en su camino. Y había sido lo que le había llevado a seguir mejorando hasta la situación actual. Esta vez sería listo y no haría como con Zhown, le mantendría un ojo echado encima a Date y seguiría su progreso. Podría llegar a ser un rival increíble en un futuro, y un aliado potencial. Eso claro si no resultaba ser un asesino de su querido Almirante. Pero por su actitud empezaba a dudarlo. Algo le decía que Musashi no era esa clase de tipo, y su instinto no solía fallarle.
- Flaming Mode. Paso Instantáneo.
De repente un aura de tonos rojizos, anaranjados y amarillos envolvió al Vicealmirante. Sus músculos se contrajeron, disminuyeron ligeramente su tamaño y se definieron más. Esa técnica era su Segundo Camino, y lo que hacía era disminuir su fuerza y masa corporal para darle velocidad y agilidad. Entonces se desplazó a una velocidad increíble, superior a la velocidad base del soru, hasta la espalda de Musashi. No esperaba que le hubiese visto realizar aquel movimiento, pues aunque bueno, aquel agente tenía pinta de novato. "Si lo engaño con mi Paso Instantáneo, será un seguro de vida si es un asesino. Será mostrarle mi técnica, pero por mucho que la conozca, si no puede seguirme con la vista le servirá de poco." Alzó la mano izquierda como si apuntase con ella a la espalda del agente, y echó hacia atrás el brazo derecho, colocándose en posición. De repente golpeó el aire con la palma derecha en dirección a su enemigo, adelantando el brazo de manera repentina. Se escuchó un sonido como de una detonación y se generó una potente onda expansiva. Esta no haría demasiado daño a Musashi, pero probablemente lo mandaría volando o lo tumbaría. Era su "Speed Burst", una técnica pensada más para desviar proyectiles y derribar o empujar a enemigos que para causar daños serios.
- Advanced Sokudan, Speed Burst! [AI]
Tras eso, desactivó su Flaming Mode y su Segundo Camino y se dio la vuelta, sin pararse a ver el resultado. Se dirigió hacia el tren, colocándose bien la chaqueta de oficial. A su alrededor algunos marines y agentes del CP observaban la escena, bastante impresionados. Los del CP estaban especialmente boquiabiertos. No todos los días podía verse a un Vicealmirante en acción, y menos a uno capaz de superar la velocidad del soru con tan insultante facilidad. La mayoría de marines presentes eran de su Flota, así que muchos no estaban tan sorprendidos, y alguno incluso soltó algún comentario despectivo hacia el semigigante que Karl acalló con feroces miradas. Sus hombres le temían y respetaban, y dejaron de hablar al momento. Sin embargo algunos se pusieron a hablar en susurros. El luchador sacudió la cabeza y fue hasta la entrada al vagón más cercano del Umi Reesha.
- ¿Te vienes, Musashi? No tenemos todo el día - dijo a voces, entrando.
- No está mal, gigantón-san. Ahora me toca a mi darte una pequeña muestra de mi fuerza.
Musashi le recordaba, al menos en cuanto a sus habilidades, a él mismo cuando se alistó en la Marina. Era una joya en bruto por trabajar, y con el adiestramiento apropiado llegaría a ser un rival temible. Y con la motivación apropiada, podría llegar muy lejos. Karl era una muestra de ello, pues la idea de derrotar a su gran rival Allen era lo que le había dado fuerzas para superar todos los obstáculos en su camino. Y había sido lo que le había llevado a seguir mejorando hasta la situación actual. Esta vez sería listo y no haría como con Zhown, le mantendría un ojo echado encima a Date y seguiría su progreso. Podría llegar a ser un rival increíble en un futuro, y un aliado potencial. Eso claro si no resultaba ser un asesino de su querido Almirante. Pero por su actitud empezaba a dudarlo. Algo le decía que Musashi no era esa clase de tipo, y su instinto no solía fallarle.
- Flaming Mode. Paso Instantáneo.
De repente un aura de tonos rojizos, anaranjados y amarillos envolvió al Vicealmirante. Sus músculos se contrajeron, disminuyeron ligeramente su tamaño y se definieron más. Esa técnica era su Segundo Camino, y lo que hacía era disminuir su fuerza y masa corporal para darle velocidad y agilidad. Entonces se desplazó a una velocidad increíble, superior a la velocidad base del soru, hasta la espalda de Musashi. No esperaba que le hubiese visto realizar aquel movimiento, pues aunque bueno, aquel agente tenía pinta de novato. "Si lo engaño con mi Paso Instantáneo, será un seguro de vida si es un asesino. Será mostrarle mi técnica, pero por mucho que la conozca, si no puede seguirme con la vista le servirá de poco." Alzó la mano izquierda como si apuntase con ella a la espalda del agente, y echó hacia atrás el brazo derecho, colocándose en posición. De repente golpeó el aire con la palma derecha en dirección a su enemigo, adelantando el brazo de manera repentina. Se escuchó un sonido como de una detonación y se generó una potente onda expansiva. Esta no haría demasiado daño a Musashi, pero probablemente lo mandaría volando o lo tumbaría. Era su "Speed Burst", una técnica pensada más para desviar proyectiles y derribar o empujar a enemigos que para causar daños serios.
- Advanced Sokudan, Speed Burst! [AI]
Tras eso, desactivó su Flaming Mode y su Segundo Camino y se dio la vuelta, sin pararse a ver el resultado. Se dirigió hacia el tren, colocándose bien la chaqueta de oficial. A su alrededor algunos marines y agentes del CP observaban la escena, bastante impresionados. Los del CP estaban especialmente boquiabiertos. No todos los días podía verse a un Vicealmirante en acción, y menos a uno capaz de superar la velocidad del soru con tan insultante facilidad. La mayoría de marines presentes eran de su Flota, así que muchos no estaban tan sorprendidos, y alguno incluso soltó algún comentario despectivo hacia el semigigante que Karl acalló con feroces miradas. Sus hombres le temían y respetaban, y dejaron de hablar al momento. Sin embargo algunos se pusieron a hablar en susurros. El luchador sacudió la cabeza y fue hasta la entrada al vagón más cercano del Umi Reesha.
- ¿Te vienes, Musashi? No tenemos todo el día - dijo a voces, entrando.
Date Musashi
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Su puño impactó contra el suyo bloqueándolo por completo, de forma que ni usando toda la fuerza que sus músculos le brindaban le hizo retroceder ni un solo milímetro. Al ser bloqueado sintió como si hubiera golpeado una pared de hierro y ciertamente se hizo daño en el puño, pero lo mantuvo firme sin echarse atrás por el dolor que le ocasionó. Una vez dejó de hacer fuerza con el puño retomó la compostura y se colocó de nuevo de pie, observando cualquier movimiento que pudiera hacer su rival y buscando las intenciones en sus actos tal y como había aprendido a hacer recientemente. Le sorprendió ver cómo un aura pareció rodearle e incluso como si su tamaño variara, pero apenas tuvo la sensación de que aquello pasaba perdió de vista a aquel hombre. Sí, así es, estaba a uno o dos metros de él mirándole fijamente y lo había perdido de vista sin comprender qué acababa de pasar. Abrió los ojos asombrado tratando de comprender durante una milésima de segundo qué había pasado, pero en su mente una luz se encendió indicándole que no estaba a salvo.
Una intención, la sensación de una intención se hizo presente en una pequeña fracción de segunda en la cabeza de Musashi que giró el cuello unos pocos grados hacia su derecha y movió los ojos hasta el límite de su visión, más ni siquiera llegó a ver al que se había colocado tan rápido a su espalda. Fue el mantra el que le había avisado de la presencia de aquel hombre, pero esa velocidad era difícil de seguir incluso para el sentido especial que había adquirido. No tuvo tiempo de reacción, ni siquiera pudo pensar en endurecer su cuerpo para reducir los daños tomados sino que simplemente notó esa intención de un ataque apagarse y su cuerpo volando por el aire. Se enderezó en el aire y giró sobre sí mismo buscando impactar con algo que no fuera la cabeza, más fue frenando por una tienda de lona que se vino abajo con el cuerpo del semigigante pero que amortiguó los daños que pudiera haber recibido por su caída.
Escuchó una voz mientras se levantaba entre la lona de la tienda, la de aquel hombre que se acercaba al tren y le incitaba a que le acompañara en aquella misión. Musashi había comprendido, estaba a una distancia enorme de alcanzar a alguien con tanta fuerza como era aquel hombre, pero no por ello se rendiría o se mostraría más cuidadoso con sus acciones, al contrario. Si quería proteger a Sora tendría que hacer a tipos con fuerza similar a Lion D. Karl, y para ello tenía que entrenar en desmedida. Aquel marine se convertiría en el objetivo de Musashi de ahí en adelante, no para ocasionarle ningún mal, sino para ser tan fuerte como él y enfrentarse en una honorable lucha como hacían los guerreros de Elbaf. Si alcanzaba ese poder no habría nada que pudiera dañar a la niña, podría llevársela de allí y empezar una nueva vida en otro lugar alejado.
Montó en el Umi Ressha, al fin y al cabo cuanto antes terminaran la misión antes podría volver con ella. Durante el viaje Musashi se preguntaba qué habría pasado si tras recibir el ataque de Karl él hubiera enfurecido, transformándose en demonio y lanzándose con todo lo que hubiera tenido a por aquel hombre. Dudaba siquiera que pudiera herirlo, no con esa velocidad y poderío físico, pero sentía curiosidad por saber qué reacción habría tenido aquel hombre. El viaje no fue excesivamente largo pero Musashi no se mostró muy hablador, solo quería llegar a aquel lugar y hacer la misión que le habían asignado. —¿Qué hacemos ahora?— preguntó en voz alta pidiendo instrucciones al hombre que había sido asignado para vigilarle una vez llegaron a la estación.
Una intención, la sensación de una intención se hizo presente en una pequeña fracción de segunda en la cabeza de Musashi que giró el cuello unos pocos grados hacia su derecha y movió los ojos hasta el límite de su visión, más ni siquiera llegó a ver al que se había colocado tan rápido a su espalda. Fue el mantra el que le había avisado de la presencia de aquel hombre, pero esa velocidad era difícil de seguir incluso para el sentido especial que había adquirido. No tuvo tiempo de reacción, ni siquiera pudo pensar en endurecer su cuerpo para reducir los daños tomados sino que simplemente notó esa intención de un ataque apagarse y su cuerpo volando por el aire. Se enderezó en el aire y giró sobre sí mismo buscando impactar con algo que no fuera la cabeza, más fue frenando por una tienda de lona que se vino abajo con el cuerpo del semigigante pero que amortiguó los daños que pudiera haber recibido por su caída.
Escuchó una voz mientras se levantaba entre la lona de la tienda, la de aquel hombre que se acercaba al tren y le incitaba a que le acompañara en aquella misión. Musashi había comprendido, estaba a una distancia enorme de alcanzar a alguien con tanta fuerza como era aquel hombre, pero no por ello se rendiría o se mostraría más cuidadoso con sus acciones, al contrario. Si quería proteger a Sora tendría que hacer a tipos con fuerza similar a Lion D. Karl, y para ello tenía que entrenar en desmedida. Aquel marine se convertiría en el objetivo de Musashi de ahí en adelante, no para ocasionarle ningún mal, sino para ser tan fuerte como él y enfrentarse en una honorable lucha como hacían los guerreros de Elbaf. Si alcanzaba ese poder no habría nada que pudiera dañar a la niña, podría llevársela de allí y empezar una nueva vida en otro lugar alejado.
Montó en el Umi Ressha, al fin y al cabo cuanto antes terminaran la misión antes podría volver con ella. Durante el viaje Musashi se preguntaba qué habría pasado si tras recibir el ataque de Karl él hubiera enfurecido, transformándose en demonio y lanzándose con todo lo que hubiera tenido a por aquel hombre. Dudaba siquiera que pudiera herirlo, no con esa velocidad y poderío físico, pero sentía curiosidad por saber qué reacción habría tenido aquel hombre. El viaje no fue excesivamente largo pero Musashi no se mostró muy hablador, solo quería llegar a aquel lugar y hacer la misión que le habían asignado. —¿Qué hacemos ahora?— preguntó en voz alta pidiendo instrucciones al hombre que había sido asignado para vigilarle una vez llegaron a la estación.
- Spoiler:
- Para agilizar el proceso de llegar allí he hecho ese pequeño salto, pero si querías comentar algo en el Umi Ressha simplemente hazlo y lo roleamos en el siguiente post.
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Karl se subió al vagón al ver que Musashi ya se estaba levantando y se dirigió al asiento más cercano. Se dejó caer sobre este, apoyando ambos brazos a lo largo del respaldo y la pierna derecha sobre la mesa. No era precisamente algo que denotase muchos modales, pero si bien hubiese podido estar peleando mucho rato, hacer un Paso Instantáneo siempre le cansaba. O dicho de otra manera, le apetecía ir a su gusto y le importaba más bien poco lo que un agente del Gobierno de bajo rango pensase de él. Miró por la ventana, se acomodó y comenzó a cantar por lo bajo una canción lenta y solemne.
Mushashi se subió y se sentó en el otro asiento el de enfrente de la mesa, justo al momento en que el tren comenzaba a ponerse en marcha. No se mostró muy comunicativo, lo que Karl agradeció en cierto modo. No le apetecía ponerse a socializar en aquel momento. Bostezó, rascándose el sobaco en un gesto más bien desmañado, y sacó un informe de su chaqueta. Era acerca de la mafia que tenían que destruir. Al parecer traficaban a lo largo del Paraíso con material ilegal de todo tipo, pero esta vez habían ido muy lejos. No hacía demasiado habían robado kairoseki a un oficial marine, y todo apuntaba a que lo habían guardado en su cuartel general. Dado que se trataba de una misión de alta prioridad, la situación exigía la presencia de un marine de alto rango como él. "En fin... no se cómo se las arregla Irvin, pero siempre me manda a las misiones más aburridas. Maldito amargado..." Tras un tiempo indeterminado, que Karl se pasó tarareando canciones, el Umi Ressha comenzó a disminuir su velocidad. Estaban entrando en la estación de Water Seven.
- Por fin... ¿preparado para la acción, señor Date? Es la hora de repartir justicia a puñetazos - dijo Karl, con una sonrisa fiera.
Bajaron al andén. En la estación no había mucho movimiento. Además de dos o tres agentes más del Gobierno, nadie más bajó del tren. En ese momento Musashi le pidió órdenes.
- No se si te han informado, pero tenemos que arrasar el cuartel general de una mafia local y recuperar un alijo de kairoseki robado. Sígueme, se dónde se haya el lugar. Tienes carta blanca para atacar a matar una vez hayamos llegado. Primero dispara, luego pregunta.
"No dejar títere con cabeza, esa es la idea." Pensó Karl. Tenía mucha gracia, pues cuando estaba más metido en temas de corrupción había hecho negocios con aquella mafia. Ahora que era Vicealmirante, no podía correr el riesgo de ver su reputación manchada porque se supiesen sus chanchullos, así que había dejado todo el tema y "limpiado" cualquier rastro y prueba de su delito. Era una suerte que le hubiesen mandado a él aquella misión, pues aprovecharía para "limpiar" aquella prueba. Eran de las pocas que le habían quedado. Lo había dejado pasar hasta la fecha porque nunca habían sabido el nombre del marine con el que traficaban, pero era mejor no dejar cabos sueltos. El marine se crujió los dedos de las manos y atravesó las calles a grandes pasos, en dirección a una zona vieja de la ciudad, alejada de los canales. Se metieron entre unas callejuelas y acabaron frente a un edificio de tres pisos medio en ruinas. El marine se acercó a la puerta y llamó a esta.
- Contraseñ... - comenzó a decir alguien, abriendo una mira de madera.
Al instante la cerraron. Karl llegó a ver una expresión asustada al verle. El marine sonrió y retrocedió dos pasos. Apretó el puño derecho y echó hacia atrás ese mismo brazo, preparando un puñetazo. La misma aura roja, amarilla y naranja que le había envuelto en Ennies Lobby volvió a envolverle. De repente golpeó el aire y una onda de choque de los colores de su aura reventó la puerta y un gran cacho de la pared del edificio, aplastando al guardia con un gran estruendo. Parte de la fachada se derrumbó frente al luchador, sin darle. Dentró comenzaron a sonar gritos de alarma. Karl se rió entre dientes y le dijo a su acompañante.
- Hora de divertirse.
Mushashi se subió y se sentó en el otro asiento el de enfrente de la mesa, justo al momento en que el tren comenzaba a ponerse en marcha. No se mostró muy comunicativo, lo que Karl agradeció en cierto modo. No le apetecía ponerse a socializar en aquel momento. Bostezó, rascándose el sobaco en un gesto más bien desmañado, y sacó un informe de su chaqueta. Era acerca de la mafia que tenían que destruir. Al parecer traficaban a lo largo del Paraíso con material ilegal de todo tipo, pero esta vez habían ido muy lejos. No hacía demasiado habían robado kairoseki a un oficial marine, y todo apuntaba a que lo habían guardado en su cuartel general. Dado que se trataba de una misión de alta prioridad, la situación exigía la presencia de un marine de alto rango como él. "En fin... no se cómo se las arregla Irvin, pero siempre me manda a las misiones más aburridas. Maldito amargado..." Tras un tiempo indeterminado, que Karl se pasó tarareando canciones, el Umi Ressha comenzó a disminuir su velocidad. Estaban entrando en la estación de Water Seven.
- Por fin... ¿preparado para la acción, señor Date? Es la hora de repartir justicia a puñetazos - dijo Karl, con una sonrisa fiera.
Bajaron al andén. En la estación no había mucho movimiento. Además de dos o tres agentes más del Gobierno, nadie más bajó del tren. En ese momento Musashi le pidió órdenes.
- No se si te han informado, pero tenemos que arrasar el cuartel general de una mafia local y recuperar un alijo de kairoseki robado. Sígueme, se dónde se haya el lugar. Tienes carta blanca para atacar a matar una vez hayamos llegado. Primero dispara, luego pregunta.
"No dejar títere con cabeza, esa es la idea." Pensó Karl. Tenía mucha gracia, pues cuando estaba más metido en temas de corrupción había hecho negocios con aquella mafia. Ahora que era Vicealmirante, no podía correr el riesgo de ver su reputación manchada porque se supiesen sus chanchullos, así que había dejado todo el tema y "limpiado" cualquier rastro y prueba de su delito. Era una suerte que le hubiesen mandado a él aquella misión, pues aprovecharía para "limpiar" aquella prueba. Eran de las pocas que le habían quedado. Lo había dejado pasar hasta la fecha porque nunca habían sabido el nombre del marine con el que traficaban, pero era mejor no dejar cabos sueltos. El marine se crujió los dedos de las manos y atravesó las calles a grandes pasos, en dirección a una zona vieja de la ciudad, alejada de los canales. Se metieron entre unas callejuelas y acabaron frente a un edificio de tres pisos medio en ruinas. El marine se acercó a la puerta y llamó a esta.
- Contraseñ... - comenzó a decir alguien, abriendo una mira de madera.
Al instante la cerraron. Karl llegó a ver una expresión asustada al verle. El marine sonrió y retrocedió dos pasos. Apretó el puño derecho y echó hacia atrás ese mismo brazo, preparando un puñetazo. La misma aura roja, amarilla y naranja que le había envuelto en Ennies Lobby volvió a envolverle. De repente golpeó el aire y una onda de choque de los colores de su aura reventó la puerta y un gran cacho de la pared del edificio, aplastando al guardia con un gran estruendo. Parte de la fachada se derrumbó frente al luchador, sin darle. Dentró comenzaron a sonar gritos de alarma. Karl se rió entre dientes y le dijo a su acompañante.
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El viaje por aquella ciudad no fue excesivamente largo. En su mente había varias incógnitas acerca de aquel hombre, Lion D. Karl, el cual había decidido cantar durante la travesía aunque no pudo escuchar lo que decía. Desde luego llamaba su atención, quizás tuviera buenas historias que poder contarle a la pequeña Ame Sora, pero por el momento se limitaría a cumplir la misión. Las órdenes eran muy sencillas, liberar todo el poder y después buscar debajo de los escombros a supervivientes que les dijeran dónde estaban los materiales robados. No parecía una misión demasiado complicada pues tan solo tendría que hacer lo que mejor se le daba y tenía a alguien muy poderoso que lo respaldaba. Sin embargo tenía que tener en cuenta que se enfrentaban a traficantes de kairoseki y que alguien fuerte debía estar detrás de ellos o no sería posible que lo hubieran hecho.
Sin más dilación, Karl destruyó la puerta tirándola con la misma técnica con la que lo había empujado a él poco antes y comenzó lo que se convertiría en una misión de limpieza aparentemente sin complicaciones. Musashi entró en aquella guarida tomando de su bolsa de deporte sus armas y colocando el sable en el cinto, la maza en sus manos. Tuvo que agacharse ligeramente para poder pasar y tuvo que quedarse así para no golpearse la cabeza con el techo pues no era excesivamente alto, por lo que la posibilidad de transformarse con su Zoan quedaba prácticamente descartada. Sin embargo y a pesar de que su movilidad quedaba reducida aún tenía mucho que decir, aunque no fue su boca la que hablo sino su maza que inmediatamente se convirtió en el algo aterrador para los que allí se refugiaban. Un hombre se armó de valor y se lanzó al ataque, siendo literalmente "bateado" fuera de la sala por el semigigante abriendo un pequeño agujero en la pared y terminando con la inconsciencia total y probablemente la fractura de varias costillas del traficante.
Le preocupaba que tuvieran armas de fuego ya que no podría maniobrar bien, mas no fue este tipo de armas el que le atacaba sino otro muy diferente pero no menos letal. Con una especie de lanza otro de los traficantes trataba de aprovechar el punto ciego de la espalda de Musashi para golpearle, pero haciendo uso de su sentido especial "mantra" pudo observar aquella intención. Puesto que su cuerpo era lento en aquel lugar decidió que lo mejor sería usar el Haki armadura, endurecer su piel de forma que no fuera ni un simple rasguño. La cara del hombre al observar que la lanza no le hacía nada salvo rasgar levemente su traje fue digna de la mejor actuación de teatro, pero pronto fue estropeada por tremendo puñetazo que le hizo quedar inconsciente y con varios dientes menos sobre lo que antes de eso era una mesa.
Se detuvo y agarró por la cabeza a un tercero evitando que pudiera realizar cualquier ataque contra ellos. Lo levantó para que no tocara el suelo y observó el lugar a su alrededor, descubriendo como una puerta se cerraba delante suya probablemente de los que huían a una habitación interior más segura o eso pensaban. Utilizando al hombre como bola de demolición lo lanzó con bastante fuerza tirando la puerta abajo y desvelando así la nueva sala donde varios tiradores se cubrían detrás de una mesa volcada. Cuando vieron el rostro del semigigante observándoles no dudaron en disparar, pero para evitar sufrir cualquier tipo de daño Musashi tomó la puerta principal que era bastante gruesa y la utilizó como escudo cubriéndose de los ataques.
Aquel escudo improvisado no aguantaría mucho pero esperaba que le sirviera hasta que pudiera recorrer la distancia que lo separaba de sus agresores. Sería difícil hacerlo sin salir herido, sin embargo, por lo que manteniendo la guardia en alto se mantuvo a la espera, expectante, de ver si el vicealmirante tenía alguna idea mejor acerca de cómo abordar aquella situación.
Sin más dilación, Karl destruyó la puerta tirándola con la misma técnica con la que lo había empujado a él poco antes y comenzó lo que se convertiría en una misión de limpieza aparentemente sin complicaciones. Musashi entró en aquella guarida tomando de su bolsa de deporte sus armas y colocando el sable en el cinto, la maza en sus manos. Tuvo que agacharse ligeramente para poder pasar y tuvo que quedarse así para no golpearse la cabeza con el techo pues no era excesivamente alto, por lo que la posibilidad de transformarse con su Zoan quedaba prácticamente descartada. Sin embargo y a pesar de que su movilidad quedaba reducida aún tenía mucho que decir, aunque no fue su boca la que hablo sino su maza que inmediatamente se convirtió en el algo aterrador para los que allí se refugiaban. Un hombre se armó de valor y se lanzó al ataque, siendo literalmente "bateado" fuera de la sala por el semigigante abriendo un pequeño agujero en la pared y terminando con la inconsciencia total y probablemente la fractura de varias costillas del traficante.
Le preocupaba que tuvieran armas de fuego ya que no podría maniobrar bien, mas no fue este tipo de armas el que le atacaba sino otro muy diferente pero no menos letal. Con una especie de lanza otro de los traficantes trataba de aprovechar el punto ciego de la espalda de Musashi para golpearle, pero haciendo uso de su sentido especial "mantra" pudo observar aquella intención. Puesto que su cuerpo era lento en aquel lugar decidió que lo mejor sería usar el Haki armadura, endurecer su piel de forma que no fuera ni un simple rasguño. La cara del hombre al observar que la lanza no le hacía nada salvo rasgar levemente su traje fue digna de la mejor actuación de teatro, pero pronto fue estropeada por tremendo puñetazo que le hizo quedar inconsciente y con varios dientes menos sobre lo que antes de eso era una mesa.
Se detuvo y agarró por la cabeza a un tercero evitando que pudiera realizar cualquier ataque contra ellos. Lo levantó para que no tocara el suelo y observó el lugar a su alrededor, descubriendo como una puerta se cerraba delante suya probablemente de los que huían a una habitación interior más segura o eso pensaban. Utilizando al hombre como bola de demolición lo lanzó con bastante fuerza tirando la puerta abajo y desvelando así la nueva sala donde varios tiradores se cubrían detrás de una mesa volcada. Cuando vieron el rostro del semigigante observándoles no dudaron en disparar, pero para evitar sufrir cualquier tipo de daño Musashi tomó la puerta principal que era bastante gruesa y la utilizó como escudo cubriéndose de los ataques.
Aquel escudo improvisado no aguantaría mucho pero esperaba que le sirviera hasta que pudiera recorrer la distancia que lo separaba de sus agresores. Sería difícil hacerlo sin salir herido, sin embargo, por lo que manteniendo la guardia en alto se mantuvo a la espera, expectante, de ver si el vicealmirante tenía alguna idea mejor acerca de cómo abordar aquella situación.
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Karl observó con admiración la fuerza del semigigante. Tenía madera para ser en el futuro un gran oponente, un rival digno y poderoso. Cuando los tiradores empezaron a acribillarles, el marine se limitó a hacerle una seña para que se retirase y recubrió su cuerpo totalmente de haki armadura. Entró en la sala caminando tranquilamente, con las balas rebotando en su cuerpo como si nada. Se acercó al parapeto, y los hombres entraron en pánico. Soltaron las armas dando gritos y trataron de huir hacia una puerta. Usando su prodigiosa velocidad mediante un Super Shadow, corrió más rápido que ellos y se situó entre los hombres y la salida. Estos se frenaron en seco, observando al sonriente Vicealmirante. De un veloz puñetazo, uno de ellos salió volando hacia atrás y recorrió toda la estancia hasta estamparse contra la pared. Sin perder tiempo, se abalanzó sobre el tiempo y los tumbó en una cadena de movimientos devastadores, moviéndose entre los hombres con una precisión que evidenciaba su experiencia.
- Todo despejado - declaró, crujiéndose los ensangrentados nudillos.
Reventó la siguiente puerta de un puñetazo, encontrándose con un almacén lleno de hombre armados que se giraron hacia él. Se envolvió de nuevo en haki y comenzó a destrozarlos a gran velocidad, saltando de uno a otro empleando nuevamente su Super Shadow. Aplastaba cráneos y destrozaba extremidades con una facilidad insultante, como si rompiese muñecos de papel. Pronto hubo un buen número de moribundos en la zona. Velozmente Karl se metió en una cabina que sabía que era la oficina principal. Ya había estado allí anteriormente. Entró y comenzó a rebuscar en cajones, hasta encontrar un fichero con el nombre en clave que usaba antes para sus negocios ilegales. Sonrió y usó su poder "Human Beast" para transformar su garganta, pulmones y boca en los de su forma híbrida, y escupir una llamarada sobre los papeles. Los dejó caer al suelo y arder. Para no levantar sospechas ante Date, cogió unos cuantos ficheros que podrían ser de utilidad a la Marina y el CP para desmontar otras bandas y salió del lugar. Entonces escuchó un ruido a su espalda y trató de girarse.
- ¿Pero qué...?
Notó un dolor punzante en su costado y su fuerza se desvaneció. Un cacho afilado de un metal de color siniestro le asomaba de ahí. Kairoseki. El marine emitió un gruñido y se desplomó, incapaz de moverse. Un cacho de kairoseki puro... cuando Red Stinger le había atacado con kairoseki había sido capaz de arrancárselo por pura fuerza de voluntad, pero en aquel momento estaba en mitad de un combate y los altos niveles de adrenalina le habían ayudado. Ahora le habían pillado por sorpresa. Se giró hacia su atacante, y vio a un asustado pero decidido mafioso cargando una pistola y apuntándole a su sien. "¿En serio es así como se acaba todo? ¿Asesinado por un sicario del tres al cuarto? Yo tenía grandes planes. Iba a cambiar el mundo. Y aun tengo un hijo al que proteger... se lo juré a Emily. Entonces se dio cuenta de que su duro trabajo no había sido en vano. Émile gozaba de la protección de una banda y del título que había trabajado para otorgarle, y el Proyecto Amanecer continuaría sin él. Kaín, Nat y Drake se asegurarían de que así fuese. Esbozó una sonrisa y se preparó para morir.
- Todo despejado - declaró, crujiéndose los ensangrentados nudillos.
Reventó la siguiente puerta de un puñetazo, encontrándose con un almacén lleno de hombre armados que se giraron hacia él. Se envolvió de nuevo en haki y comenzó a destrozarlos a gran velocidad, saltando de uno a otro empleando nuevamente su Super Shadow. Aplastaba cráneos y destrozaba extremidades con una facilidad insultante, como si rompiese muñecos de papel. Pronto hubo un buen número de moribundos en la zona. Velozmente Karl se metió en una cabina que sabía que era la oficina principal. Ya había estado allí anteriormente. Entró y comenzó a rebuscar en cajones, hasta encontrar un fichero con el nombre en clave que usaba antes para sus negocios ilegales. Sonrió y usó su poder "Human Beast" para transformar su garganta, pulmones y boca en los de su forma híbrida, y escupir una llamarada sobre los papeles. Los dejó caer al suelo y arder. Para no levantar sospechas ante Date, cogió unos cuantos ficheros que podrían ser de utilidad a la Marina y el CP para desmontar otras bandas y salió del lugar. Entonces escuchó un ruido a su espalda y trató de girarse.
- ¿Pero qué...?
Notó un dolor punzante en su costado y su fuerza se desvaneció. Un cacho afilado de un metal de color siniestro le asomaba de ahí. Kairoseki. El marine emitió un gruñido y se desplomó, incapaz de moverse. Un cacho de kairoseki puro... cuando Red Stinger le había atacado con kairoseki había sido capaz de arrancárselo por pura fuerza de voluntad, pero en aquel momento estaba en mitad de un combate y los altos niveles de adrenalina le habían ayudado. Ahora le habían pillado por sorpresa. Se giró hacia su atacante, y vio a un asustado pero decidido mafioso cargando una pistola y apuntándole a su sien. "¿En serio es así como se acaba todo? ¿Asesinado por un sicario del tres al cuarto? Yo tenía grandes planes. Iba a cambiar el mundo. Y aun tengo un hijo al que proteger... se lo juré a Emily. Entonces se dio cuenta de que su duro trabajo no había sido en vano. Émile gozaba de la protección de una banda y del título que había trabajado para otorgarle, y el Proyecto Amanecer continuaría sin él. Kaín, Nat y Drake se asegurarían de que así fuese. Esbozó una sonrisa y se preparó para morir.
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Akuma no mi
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Observaba con mezcla de admiración y respeto al hombre que se habría paso entre sus enemigos con tremenda facilidad, como si solo fuera un juego en el que él usaba trucos y los enemigos estaban en nivel de dificultad "absurdamente fácil". Pero como todo en esta vida, uno nunca puede pensar que ha terminado antes de tiempo y darle la espalda a los problemas que se pueden presentar al más mínimo pestañeo. En esta ocasión, mientras Karl se adelantaba a lo que parecía ser una oficina en una enorme nave él se limitó a limpiar el resto de la zona, golpeando entre sí a dos hombres que se escondían y dejándolos inconscientes en el suelo, apoyados contra una pared cualquiera. Le había sorprendido la rapidez con la que su superior de la marina se había dirigido hasta allí, pero se lo achacó a que debía haber detectado algo con el Haki mantra y no a que ya hubiera estado allí antes, por lo que no sospechó nada fuera de lo normal.
Un disparo llamó la atención del semigigante, que si bien se acercó hasta donde había sido ejecutado para comprobar quién lo había disparado no pensaba que hubiera hecho nada al marine que sin duda lo habría detenido como el resto de ellos. Sin embargo y viendo el rostro conmocionado del tirador y que no recibía ningún tipo de reprimenda se extrañó y abalanzó contra él, usando su cabeza de bola de demolición contra el muro de su derecha, creando un pequeño hueco por el que cayó el cuerpo inconsciente de aquel hombre. —¿Hm? ¿Algo se ha quemado?— mencionó el semigigante, cuyo olfato para oler cosas quemadas o elementos de la tabla periódica que tuvieran algo de referencia a los demonios, como el azufre, era muy útil en varias situaciones. Ignoró este hecho con un gesto claramente desinteresado y entró un poco más en la habitación en la que Karl estaba, como si simplemente estuviera entrando en la oficina de su jefe porque lo había llamado.
Observó la escena confuso, pues esperaba ver un Karl prepotente como hasta ahora que simplemente mostrara unos documentos y simplemente ordenara la marcha del lugar, quizás hasta con una bala chafada resbalándose por sus mejillas después de darle en la frente. Sin embargo la escena era diferente, con el hombre herido en el costado por lo que parecía haber sido ese disparo anterior y sin aparentes fuerzas para hacer nada. Un cacho de metal asomaba ligeramente por su cuerpo, como si no hubiera llegado a clavarse por completo y fuera una pista clave de lo que estaba sucediendo. —Pensaba que eras inmune a las balas. Como sea, si tienes los documentos salgamos de aquí.— dijo dándose la vuelta despreocupado, mas con un solo paso y al no escuchar respuesta ni movimiento, volvió a darse la vuelta con las manos en los bolsillos y lo miró como si le preguntara lo peor con solo un gesto de cejas.
Se acercó hasta donde él estaba, con aspecto debilitado, y sin pedir permiso alguno alcanzó la bala de kairoseki con un dedo y lo posó muy suavemente sobre este, comprobando al instante que sus fuerzas eran mermadas y confirmando que aquella bala estaba echa de kairoseki. —Hm. Contrabandistas de tres al cuarto que poseen balas de kairoseki... La marina debe darlas de regalo con el raciocinio de alimentos, ¿no?— criticó molesto, pues no le gustaba que todo el mundo tuviera el único arma que podía debilitarlo en combate, o eso creía él, aunque evidentemente si ese hombre tenía la bala era por algo. —Te informo de que también poseo una akuma no mi, por lo que la extracción de esa bala mediante mis manos desnudas resulta imposible...— decía. —Aunque podemos probar algo.— mencionó fijándose en el lugar donde estaban. La bala estaba muy poco profunda, y no quería tener que salir con Karl en brazos pues eso provocaría por un lado la "humillación" de Karl al tener que ser salvado por un novato y que él llamara la atención frente a la marina y sus superiores, algo que no le interesaba en absoluto.
Si no tuviera akuma estaba seguro de poder extraer esa bala simplemente con sus dedos, pero lamentablemente tenía que utilizar algún utensilio o perdería todas sus fuerzas nada más tocarla. Por tanto observó por encima de la mesa hasta que encontró lo que buscaba, un quitagrapas lo suficiente grande para albergar una bala entre sus tenazas. Se agachó un poco y lo acercó con cuidado hasta donde se veía el extremo de la bala y apretando un poco la piel de Karl colocó el quitagrapas de forma que la bala quedara entre las dos tenazas, como si alguien hubiera intentado sacarla con las muelas. Apretó con fuerza y la sacó de un simple tirón haciendo que la sangre brotara con más intensidad que antes, pero eso a Musashi no le importaba en absoluto. Dejó el quitagrapas con la bala de kairoseki en la mesa por si Karl lo quería "de recuerdo" y se aproximó a la puerta de nuevo dándole la espalda. —¿Tienes los papeles? Si es así, salgamos de aquí, y no hace falta que menciones esto a nadie.— le dijo, aunque en verdad no quería que nadie supiera nada de aquello.
Un disparo llamó la atención del semigigante, que si bien se acercó hasta donde había sido ejecutado para comprobar quién lo había disparado no pensaba que hubiera hecho nada al marine que sin duda lo habría detenido como el resto de ellos. Sin embargo y viendo el rostro conmocionado del tirador y que no recibía ningún tipo de reprimenda se extrañó y abalanzó contra él, usando su cabeza de bola de demolición contra el muro de su derecha, creando un pequeño hueco por el que cayó el cuerpo inconsciente de aquel hombre. —¿Hm? ¿Algo se ha quemado?— mencionó el semigigante, cuyo olfato para oler cosas quemadas o elementos de la tabla periódica que tuvieran algo de referencia a los demonios, como el azufre, era muy útil en varias situaciones. Ignoró este hecho con un gesto claramente desinteresado y entró un poco más en la habitación en la que Karl estaba, como si simplemente estuviera entrando en la oficina de su jefe porque lo había llamado.
Observó la escena confuso, pues esperaba ver un Karl prepotente como hasta ahora que simplemente mostrara unos documentos y simplemente ordenara la marcha del lugar, quizás hasta con una bala chafada resbalándose por sus mejillas después de darle en la frente. Sin embargo la escena era diferente, con el hombre herido en el costado por lo que parecía haber sido ese disparo anterior y sin aparentes fuerzas para hacer nada. Un cacho de metal asomaba ligeramente por su cuerpo, como si no hubiera llegado a clavarse por completo y fuera una pista clave de lo que estaba sucediendo. —Pensaba que eras inmune a las balas. Como sea, si tienes los documentos salgamos de aquí.— dijo dándose la vuelta despreocupado, mas con un solo paso y al no escuchar respuesta ni movimiento, volvió a darse la vuelta con las manos en los bolsillos y lo miró como si le preguntara lo peor con solo un gesto de cejas.
Se acercó hasta donde él estaba, con aspecto debilitado, y sin pedir permiso alguno alcanzó la bala de kairoseki con un dedo y lo posó muy suavemente sobre este, comprobando al instante que sus fuerzas eran mermadas y confirmando que aquella bala estaba echa de kairoseki. —Hm. Contrabandistas de tres al cuarto que poseen balas de kairoseki... La marina debe darlas de regalo con el raciocinio de alimentos, ¿no?— criticó molesto, pues no le gustaba que todo el mundo tuviera el único arma que podía debilitarlo en combate, o eso creía él, aunque evidentemente si ese hombre tenía la bala era por algo. —Te informo de que también poseo una akuma no mi, por lo que la extracción de esa bala mediante mis manos desnudas resulta imposible...— decía. —Aunque podemos probar algo.— mencionó fijándose en el lugar donde estaban. La bala estaba muy poco profunda, y no quería tener que salir con Karl en brazos pues eso provocaría por un lado la "humillación" de Karl al tener que ser salvado por un novato y que él llamara la atención frente a la marina y sus superiores, algo que no le interesaba en absoluto.
Si no tuviera akuma estaba seguro de poder extraer esa bala simplemente con sus dedos, pero lamentablemente tenía que utilizar algún utensilio o perdería todas sus fuerzas nada más tocarla. Por tanto observó por encima de la mesa hasta que encontró lo que buscaba, un quitagrapas lo suficiente grande para albergar una bala entre sus tenazas. Se agachó un poco y lo acercó con cuidado hasta donde se veía el extremo de la bala y apretando un poco la piel de Karl colocó el quitagrapas de forma que la bala quedara entre las dos tenazas, como si alguien hubiera intentado sacarla con las muelas. Apretó con fuerza y la sacó de un simple tirón haciendo que la sangre brotara con más intensidad que antes, pero eso a Musashi no le importaba en absoluto. Dejó el quitagrapas con la bala de kairoseki en la mesa por si Karl lo quería "de recuerdo" y se aproximó a la puerta de nuevo dándole la espalda. —¿Tienes los papeles? Si es así, salgamos de aquí, y no hace falta que menciones esto a nadie.— le dijo, aunque en verdad no quería que nadie supiera nada de aquello.
- Aspecto del quitagrapas:
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