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El perro de las sombras continuaba corriendo siguiendo el olor de sus hombres. Ahora notó el de Vince. Al parecer estaba bastante cerca, dejó de usar su habilidad especial y volvió a una velocidad normal. Sus cuatro patas poco a poco comenzaron a desaparecer apareciendo dos piernas. Se echó la capucha hacia atrás mientras se arrancaba el pañuelo que le molestaba. Sus piernas le desplazaban a una velocidad normalita, finalmente pudo notar el olor más cerca y llegó hasta la posición del cocinero ciego. Su mirada era seria pero se podía apreciar poco debido a la capucha. El cocinero no estaba solo, había otro tipo castaño frente a sus ojos, el chico espectral no estaba muy al loro de las noticias que pasaban y no tenía ni idea de que aquel tipo era un Yonkaikyo. Ahora miró al miembro de su tripulación mientras avanzaba varios pasos con las manos en los bolsillos.
- Vince…
Antes de que pudiera seguir hablando, una terrible explosión llegó a los oídos del Cadejo, este frunció el ceño tapándose de la cabeza mientras ahora soltaba un gruñido y su capucha caía a un lado dejando ver sus ojos y su pelo. La maldita explosión le había dejado un poco medio sordo debido a sus sentidos avanzados. Lo siguiente que pasó fue algo más peligroso, el chico tenía su haki activado y notó algo ir hacia él. Se giró despacio y pudo ver una maldita espada de energía, pegó un salto con agilidad esquivando el golpe de aquella cosa mientras ahora se escuchaba una voz. Algo de un proyecto Halo iniciado y que en treinta segundos iba a comenzar una detonación. ¿Dónde coño le habían metido Inaga y Vince? Estaba tan feliz jugando a las cartas y de repente estaba escuchando aquello. No había tiempo que perder, no se iba a quedar allí para explotar por los aires. Además el olor de Inaga no parecía estar muy lejos.
- Vince, Inaga está cerca, lo huelo. No pienso quedarme en esta ciudad, detonación suena muy mal. Es hora de largarnos a un lugar más seguro o estallaremos. Será mejor que me sigas.
Los dorados ojos del lobo oscuro ahora se fijaron en el otro castaño, tal vez era un amigo del cocinero o tal vez no, sin embargo no había tiempo para empezar una charla. Simplemente levantó la mano en señal de saludo para después girarse, si el chico no le seguía, no iba a quedarse allí para morir. Esa ejecución estaba liando demasiado al parecer. Algo más empezó a suceder, una música algo sonaba, parecía una guitarra y sin duda alguna, la persona que tocaba, tenía muy buen gusto, esa música era bastante agradable para el lobo o más bien lo poco que escuchaba debido a la maldita explosión. Si el castaño o Vince le hablaban, no se iba a enterar, los malditos oídos le pitaban, era la desventaja de ser un usuario con buenas oídos, los ruidos muy potentes le dañaban.
A continuación mantuvo su haki de observación activado a su máximo potencial para evitar cualquier tontería por parte de otra explosión. No había predicho la anterior, ahora comenzó a correr. Su destino aún no lo había imaginado, pero no se iba a quedar cerca de los edificios. Tal vez el bosque era un lugar seguro, pero no iría a lo más profundo, se dirigiría a la entrada más bien. Iría por el lado Este, alejándose del cuartel y sin tener que pasar por la plaza, aunque las sorpresas que le esperaran por el camino podían ser igual de peligrosas, al menos esperaba que Vince le siguiera e Inaga pudiera localizarles. El chico lobo estaba preparando la bronca del siglo para sus dos miembros. Lo que se estaba liando no era algo normal, en esos treinta segundos, podía pasar de todo y los árboles del bosque parecían un buen refugio para evitar posibles explosiones, o eso pensaba el chico lobo que ahora se volvió a colocar la capucha blanca.
- Vince…
Antes de que pudiera seguir hablando, una terrible explosión llegó a los oídos del Cadejo, este frunció el ceño tapándose de la cabeza mientras ahora soltaba un gruñido y su capucha caía a un lado dejando ver sus ojos y su pelo. La maldita explosión le había dejado un poco medio sordo debido a sus sentidos avanzados. Lo siguiente que pasó fue algo más peligroso, el chico tenía su haki activado y notó algo ir hacia él. Se giró despacio y pudo ver una maldita espada de energía, pegó un salto con agilidad esquivando el golpe de aquella cosa mientras ahora se escuchaba una voz. Algo de un proyecto Halo iniciado y que en treinta segundos iba a comenzar una detonación. ¿Dónde coño le habían metido Inaga y Vince? Estaba tan feliz jugando a las cartas y de repente estaba escuchando aquello. No había tiempo que perder, no se iba a quedar allí para explotar por los aires. Además el olor de Inaga no parecía estar muy lejos.
- Vince, Inaga está cerca, lo huelo. No pienso quedarme en esta ciudad, detonación suena muy mal. Es hora de largarnos a un lugar más seguro o estallaremos. Será mejor que me sigas.
Los dorados ojos del lobo oscuro ahora se fijaron en el otro castaño, tal vez era un amigo del cocinero o tal vez no, sin embargo no había tiempo para empezar una charla. Simplemente levantó la mano en señal de saludo para después girarse, si el chico no le seguía, no iba a quedarse allí para morir. Esa ejecución estaba liando demasiado al parecer. Algo más empezó a suceder, una música algo sonaba, parecía una guitarra y sin duda alguna, la persona que tocaba, tenía muy buen gusto, esa música era bastante agradable para el lobo o más bien lo poco que escuchaba debido a la maldita explosión. Si el castaño o Vince le hablaban, no se iba a enterar, los malditos oídos le pitaban, era la desventaja de ser un usuario con buenas oídos, los ruidos muy potentes le dañaban.
A continuación mantuvo su haki de observación activado a su máximo potencial para evitar cualquier tontería por parte de otra explosión. No había predicho la anterior, ahora comenzó a correr. Su destino aún no lo había imaginado, pero no se iba a quedar cerca de los edificios. Tal vez el bosque era un lugar seguro, pero no iría a lo más profundo, se dirigiría a la entrada más bien. Iría por el lado Este, alejándose del cuartel y sin tener que pasar por la plaza, aunque las sorpresas que le esperaran por el camino podían ser igual de peligrosas, al menos esperaba que Vince le siguiera e Inaga pudiera localizarles. El chico lobo estaba preparando la bronca del siglo para sus dos miembros. Lo que se estaba liando no era algo normal, en esos treinta segundos, podía pasar de todo y los árboles del bosque parecían un buen refugio para evitar posibles explosiones, o eso pensaba el chico lobo que ahora se volvió a colocar la capucha blanca.
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Mientras se levantaba, tosiendo aun, vio a un chico cuyo rostro le sonaba de haberlo visto en algún lado. Este se compadeció con él por lo de la fruta. Entonces se escuchó un mensaje que no auguraba nada bueno, y ambos comenzaron a correr hacia la salida. Una vez fuera, se alejaron de la base. El otro comenzó a hablarle cuando sus respectivos den den mushis comenzaron a sonar. Cuando los cogieron, la voz de la misma persona salió por ambos. ¡Era Hiren!Jack sonrió ante sus palabras. Colgó el den den mushi, se lo guardó y le dijo a su compañero.
- Veo que estamos bajo la misma bandera. Nos veremos en el cuartel. Si no os importa, yo me iré adelantando.
Comenzó a correr por el bosque. Por el camino, se arrancó la máscara y la lanzó a un lado. Ya no la necesitaría. Ni siquiera le era ya útil. Llevaba ya un tiempo pensándolo, y aquel era el momento. A partir de ahora peleaba como Jack Silvers, a rostro descubierto. Con su capa ondeando a su espalda, se quitó también el sombrero y lo lanzó a otro lado. De repente comenzó a correr por el aire, mientras una estela de fuego negro aparecía bajo sus pies. Era su Kuroi Hono Pasu. Se elevó por encima de los árboles, y comenzó a correr a toda velocidad hacia la ciudad. En nada llegaría al cuartel, pues el camino de fuego negro aumentaba su velocidad. Mientras corría, se dio cuenta que no notaba aun nada extraño ni ningún cambio con respecto a la fruta.
- ¿Cómo se usará esto?
Comenzó a intentar concentrarse, no sabía muy bien en qué, a ver si ocurría algo. Intentó emplear su determinación para sacar sus ansias de pelea y ver si cambiaba algo.
- Veo que estamos bajo la misma bandera. Nos veremos en el cuartel. Si no os importa, yo me iré adelantando.
Comenzó a correr por el bosque. Por el camino, se arrancó la máscara y la lanzó a un lado. Ya no la necesitaría. Ni siquiera le era ya útil. Llevaba ya un tiempo pensándolo, y aquel era el momento. A partir de ahora peleaba como Jack Silvers, a rostro descubierto. Con su capa ondeando a su espalda, se quitó también el sombrero y lo lanzó a otro lado. De repente comenzó a correr por el aire, mientras una estela de fuego negro aparecía bajo sus pies. Era su Kuroi Hono Pasu. Se elevó por encima de los árboles, y comenzó a correr a toda velocidad hacia la ciudad. En nada llegaría al cuartel, pues el camino de fuego negro aumentaba su velocidad. Mientras corría, se dio cuenta que no notaba aun nada extraño ni ningún cambio con respecto a la fruta.
- ¿Cómo se usará esto?
Comenzó a intentar concentrarse, no sabía muy bien en qué, a ver si ocurría algo. Intentó emplear su determinación para sacar sus ansias de pelea y ver si cambiaba algo.
Derian Markov
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El edificio enteró retumbó ante la potente explosión. Derian cayó de rodillas con las manos en los oídos a causa del dolor. Le pitaban, y le costaba mantener el equilibrio en consecuencia. Tras unos segundos, logró levantarse y bajó al piso de abajo a ver si encontraba algo interesante. Aun le dolían los oídos. Llamó su atención un brillo metálico en la cocina. ¿Alguna espada o arma? En ese momento escuchó una voz salida de algún megáfono o den den mushi avisando de una detonación en treinta segundos. El conde se alarmó. Entró corriendo en la cocina, cogió lo que quiera que fuese aquello, y desenvainó la Kokuto con un movimiento violento y feroz. Generó al hacerlo una potente onda verde que reventó el techo de aquel piso y el siguiente.
- ¡Nos vamos antes de que todo esto estalle, Drake!
Comenzó a volar a máxima velocidad en vertical, ascendiendo para tomar la mayor altitud posible. No quería estar en tierra cuando aquella detonación comenzase, dado que no sabía de dónde provendría. Aprovechó para observar todo en general, y vio un caso enorme. Gente corriendo para salvar sus vidas, edificios destrozados y peleas en la plaza central. Había un buen número de personas corriendo hacia el bosque del norte. A lo mejor debería dirigirse hacia allí tras aquello, puede que se encontrara a alguien interesante a quien cazar.
- Todo este asunto está resultando más peligroso y menos interesante de lo que esperaba. Debería haberme quedado con Alex en Halstat.
- ¡Nos vamos antes de que todo esto estalle, Drake!
Comenzó a volar a máxima velocidad en vertical, ascendiendo para tomar la mayor altitud posible. No quería estar en tierra cuando aquella detonación comenzase, dado que no sabía de dónde provendría. Aprovechó para observar todo en general, y vio un caso enorme. Gente corriendo para salvar sus vidas, edificios destrozados y peleas en la plaza central. Había un buen número de personas corriendo hacia el bosque del norte. A lo mejor debería dirigirse hacia allí tras aquello, puede que se encontrara a alguien interesante a quien cazar.
- Todo este asunto está resultando más peligroso y menos interesante de lo que esperaba. Debería haberme quedado con Alex en Halstat.
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Akuma no mi
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Maldita explosión de mierda, eso fue lo último que pensó el lobo blanco antes de ser lanzado por la maldita explosión y sentir como los oídos se quedaban medio sordos. Gruñó mostrando los colmillos mientras se llevaba las patas a la cabeza. Poco a poco fue siguiendo al vampiro mientras fruncía el ceño por el maldito pitido que notaba en sus orejas, le había afectado bastante debido a sus capacidades de Zoan. Ahora notó un olor que le llamó la atención, podía ser algo delicioso pues le recordaba mucho a carne. Corrió a la cocina y deslizó los dientes por el mango de la nevera destrozando este totalmente y abriéndola. Metió la cabeza apartando las verduras y demás y sus ojitos se pusieron de estrellitas. Había un delicioso pollo congelado. La felicidad le invadió totalmente mientras abría sus fauces para devorarlo, sin embargo no pudo hacerlo.
Un grito llegó a sus dañados oídos, el olor de Derian era el más cercano, debía ser entonces su voz. No llegó a escuchar lo que dijo, pero apartó su cabeza de la nevera sin llegar a coger el pollo para poder mirarle. Sacó la espada que le había regalado y lanzó un tajo destrozando el techo varias escombros cayeron sobre la cocina. No pudo escuchar nada más y agitó la cabeza un poco, el vampiro comenzó a levitar intentando largarse de allí. No entendía porque quería irse, pero no iba a quedarse allí para saberlo. Miró al pollo con pena y tras aquello activó su habilidad Learning To Fly, empezando a levitar. Después utilizó su SN1 y salió disparado hacia las alturas mientras su velocidad superaba la del Soru. Sin embargo permaneció a la altura de su maestro en todo momento para tener más fácil acceso a él. El aura negra le rodeaba mientras subía y observaba todo a su alrededor.
El animal ahora tomó la forma humana mientras observaba a las personas correr al bosque. Debido a lo cerca que estaba de su maestro, pudo escuchar mejor sus palabras. Razón no le faltaba, aquello estaba siendo realmente peligroso y debían irse de allí cuanto antes. Sin embargo una sensación recorría el estomago del castaño, algo le decía que podía ayudar con aquello. Deseaba correr a la plaza y liarse a golpes con alguien de su nivel. Aún recordaba la última vez que estuvo en una verdadera batalla, su pelea con los tres gyojines al mismo tiempo. Lo que le recordó algo en ese momento, Krabbo era un Shichibukai y tal vez estuviera por allí. El chico frunció el ceño de repente y comenzó a olisquear con fuerza activando su haki de observación también. Si encontraba el olor de ese cangrejo cobarde, ese imbécil lo iba a lamentar. Pero por el momento debía permanecer allí con su maestro.
- En ese caso seguramente los perros del gobierno se hubieran quejado por no haber asistido Lord Derian. Si quiere puede partir enseguida, yo puedo quedarme en su nombre y resguardar sus espaldas inventando una excusa.
Un grito llegó a sus dañados oídos, el olor de Derian era el más cercano, debía ser entonces su voz. No llegó a escuchar lo que dijo, pero apartó su cabeza de la nevera sin llegar a coger el pollo para poder mirarle. Sacó la espada que le había regalado y lanzó un tajo destrozando el techo varias escombros cayeron sobre la cocina. No pudo escuchar nada más y agitó la cabeza un poco, el vampiro comenzó a levitar intentando largarse de allí. No entendía porque quería irse, pero no iba a quedarse allí para saberlo. Miró al pollo con pena y tras aquello activó su habilidad Learning To Fly, empezando a levitar. Después utilizó su SN1 y salió disparado hacia las alturas mientras su velocidad superaba la del Soru. Sin embargo permaneció a la altura de su maestro en todo momento para tener más fácil acceso a él. El aura negra le rodeaba mientras subía y observaba todo a su alrededor.
El animal ahora tomó la forma humana mientras observaba a las personas correr al bosque. Debido a lo cerca que estaba de su maestro, pudo escuchar mejor sus palabras. Razón no le faltaba, aquello estaba siendo realmente peligroso y debían irse de allí cuanto antes. Sin embargo una sensación recorría el estomago del castaño, algo le decía que podía ayudar con aquello. Deseaba correr a la plaza y liarse a golpes con alguien de su nivel. Aún recordaba la última vez que estuvo en una verdadera batalla, su pelea con los tres gyojines al mismo tiempo. Lo que le recordó algo en ese momento, Krabbo era un Shichibukai y tal vez estuviera por allí. El chico frunció el ceño de repente y comenzó a olisquear con fuerza activando su haki de observación también. Si encontraba el olor de ese cangrejo cobarde, ese imbécil lo iba a lamentar. Pero por el momento debía permanecer allí con su maestro.
- En ese caso seguramente los perros del gobierno se hubieran quejado por no haber asistido Lord Derian. Si quiere puede partir enseguida, yo puedo quedarme en su nombre y resguardar sus espaldas inventando una excusa.
mientras seguía mi teatro apreciando mi lluvia de fuego, las explosiones, cortes y demás símbolos de destrucción un edificio cercano a mi explotó, lo cual pudo causarme mucho daño si no fuera por mis agudos reflejos, justo en el instante de la explosión tomé instintivamente un as de corazones y me introduje en él mientras que lo lanzaba en dirección a un lugar seguro.
[Teleport]
Al llegar a un balcón que se asomaba de un edificio cercano, ubicado en un callejón angosto que desembocaba hacia la caótica plaza, pensé en salir del naipe para ver lo que ocurría, pero antes de activar mi poder de belcebú, me detuve a mi mismo, pues daba la casualidad que el alboroto y mi repentina desaparición eran la escusa perfecta para el cambio de apariencia, y no podía desperdiciar esta oportunidad única, así que raudamente me quité mis holgadas ropas grisaseas dando a relucir el elegante smoking morado que traía puesto debajo, tomé el tinte verde oscuro de mi bolsillo y teñí mi cabellera a la vez que acomodaba esta misma peinándola hacia atrás. La idea era esperar al comandante y sus hombres antes de actuar, pero era claro que estaba retrasado y que no podía desperdiciar esta oportunidad, acabé en un santiamén con el maquillaje de mi rostro y salí del naipe para reconocer mi posición. Al mirar a mi alrededor el caos de la destrucción sumado a un preocupante aviso de cuenta regresiva me confundió un poco, pero un fuerte sonido de un rifle disparando cerca de mi me ayudó a recuperar el equilibrio mental, miré hacia la plaza y vi pequeñas chispas saltar del patíbulo cerca de la apresada Katrina, alguien había disparado, probablemente para matarla de una vez. Este hecho no solo me preocupó un poco si no que además me avisó de la buena vista que tenía del patíbulo y de la yonkou, acto seguido mientras analizaba las posibilidades, repentinamente una espada de energía me pasó a centímetros de la cara, di un salto reflejo hacia atrás y al mirar sobre mi cabeza pude observar gran cantidad de estas peculiares armas que caían al son de una interesante melodía, para asegurar mi bienestar lancé unos cuantos naipes hacía el cielo para que absorbieran las peligrosas armas de energía que pudieran acerarse a mi.
Eso me relajó un poco pero la cuenta regresiva continuaba, esto se volvía estresante, así que sin pensarlo mucho desenfundé mi arma de precisión predilecta y con un solo movimiento vacié las balas de la cabina en el piso y luego la rellene con 6 balas especiales, para ser exacto: ice shot - bala largo alcance - ice shot - bala largo alcance - poker bullet (trébol) - poker bullet (corazón); en ese orden, hecho esto, igual de raudamente levanté mi arma en modo silencioso y acomodé la mirilla en la cima del patíbulo luego afiné mi vista, aguanté la respiración y aumenté el zoom del blanco, comencé a sentir la adrenalina del momento y llegó ese trastornante sentimiento de que el tiempo se movía más lento ubiqué y centré la cruz sobre los grilletes de las esposas que apresaban a Katrina inmediatamente despues comenzó la sigilosa balacera.
[Flower Gunfire + Nice Shot][AF]
Efectué dos tiros precisos a cada muñeca de Katrina el primero las congelaría y el siguiente las destrozaría con facilidad, dado que el objetivo estaba quieto era un tiro sencillo y el metal congelado sería fácil de romper con la potencia de las balas de largo alcance, era una jugada prácticamente perfecta. Luego bajé la mirilla, me sobraba un tiro para recoger algo útil del campo de batalla con mi bala de trébol, todos se alejaban del lugar para ponerse a salvo y no me sentía satisfecho huyendo con las manos vacías, fue entonces cuando divisé la imponente figura del almirante Kurokku, y junto a él una deslumbrante y evidentemente valiosa espada. Y aunque no dominó muy bien esta clase de armas, se veía que sería fácilmente negociable, además tenerla en mi poder podría ser muy provechoso en el futuro, un as bajo la manga a cambio de un poco de riesgo, decidí intentarlo, tomaría la espada y huiría con ella sin que nadie lo descubriese, una vez más el cañón silencioso de mi pequeña "Sikaria" me salvaría el pellejo, centré con mi quinto tiro la espada que yacía clavada en el suelo y procurando que Kurokko no se cruzara en el trayecto de la bala para que no previera el disparo con su haki apreté el gatillo.
bastaba que el proyectil rozara el inmóvil objetivo para que lo absorbiera en su interior y viajara instantáneamente hasta mi mano, pero no me quedaría a mirar el resultado de mis tiros, la cuenta estaba por acabar y yo tenía que salir de ahí.
Procedí a dar un gran salto por sobre los edificios y luego de acercar levemente mi meñique al cañón de mi arma, puse esta misma en dirección a la costa noreste, escaparía a la velocidad de una bala y evitaría cualquier confrontamiento por ahora. Apreté el gatillo sin apuntar mucho, y la bala rozó con gran fuerza y energía la punta de mi dedo quemandolo y a la vez me absorviendome en su interior.
[Shot Teleport]
En un parpadeo salí del naipe ya estaba a la altura de la playa, el aterrizaje fue un poco forzoso, estaba a mucha altura por sobre el suelo y no pude reaccionar muy bien debido al intenso ardor en mi meñique lo que me desconcentró bastante y caí en seco sobre una duna de arena, que amortiguó mi caída pero de todas formas dolió bastante.
CARAJO! Como duele!!
Exlcamé mientras me ponía de pie con mucho dolor tanto en mi espalda como en mi dedo de la mano izquierda. Luego sacudí la cabeza y me di cuneta que la baja había llegado a mi mano así que expulsé lo que había en su interior para ver si había llegado con la inusual espada en su interior.
[Teleport]
Al llegar a un balcón que se asomaba de un edificio cercano, ubicado en un callejón angosto que desembocaba hacia la caótica plaza, pensé en salir del naipe para ver lo que ocurría, pero antes de activar mi poder de belcebú, me detuve a mi mismo, pues daba la casualidad que el alboroto y mi repentina desaparición eran la escusa perfecta para el cambio de apariencia, y no podía desperdiciar esta oportunidad única, así que raudamente me quité mis holgadas ropas grisaseas dando a relucir el elegante smoking morado que traía puesto debajo, tomé el tinte verde oscuro de mi bolsillo y teñí mi cabellera a la vez que acomodaba esta misma peinándola hacia atrás. La idea era esperar al comandante y sus hombres antes de actuar, pero era claro que estaba retrasado y que no podía desperdiciar esta oportunidad, acabé en un santiamén con el maquillaje de mi rostro y salí del naipe para reconocer mi posición. Al mirar a mi alrededor el caos de la destrucción sumado a un preocupante aviso de cuenta regresiva me confundió un poco, pero un fuerte sonido de un rifle disparando cerca de mi me ayudó a recuperar el equilibrio mental, miré hacia la plaza y vi pequeñas chispas saltar del patíbulo cerca de la apresada Katrina, alguien había disparado, probablemente para matarla de una vez. Este hecho no solo me preocupó un poco si no que además me avisó de la buena vista que tenía del patíbulo y de la yonkou, acto seguido mientras analizaba las posibilidades, repentinamente una espada de energía me pasó a centímetros de la cara, di un salto reflejo hacia atrás y al mirar sobre mi cabeza pude observar gran cantidad de estas peculiares armas que caían al son de una interesante melodía, para asegurar mi bienestar lancé unos cuantos naipes hacía el cielo para que absorbieran las peligrosas armas de energía que pudieran acerarse a mi.
Eso me relajó un poco pero la cuenta regresiva continuaba, esto se volvía estresante, así que sin pensarlo mucho desenfundé mi arma de precisión predilecta y con un solo movimiento vacié las balas de la cabina en el piso y luego la rellene con 6 balas especiales, para ser exacto: ice shot - bala largo alcance - ice shot - bala largo alcance - poker bullet (trébol) - poker bullet (corazón); en ese orden, hecho esto, igual de raudamente levanté mi arma en modo silencioso y acomodé la mirilla en la cima del patíbulo luego afiné mi vista, aguanté la respiración y aumenté el zoom del blanco, comencé a sentir la adrenalina del momento y llegó ese trastornante sentimiento de que el tiempo se movía más lento ubiqué y centré la cruz sobre los grilletes de las esposas que apresaban a Katrina inmediatamente despues comenzó la sigilosa balacera.
[Flower Gunfire + Nice Shot][AF]
Efectué dos tiros precisos a cada muñeca de Katrina el primero las congelaría y el siguiente las destrozaría con facilidad, dado que el objetivo estaba quieto era un tiro sencillo y el metal congelado sería fácil de romper con la potencia de las balas de largo alcance, era una jugada prácticamente perfecta. Luego bajé la mirilla, me sobraba un tiro para recoger algo útil del campo de batalla con mi bala de trébol, todos se alejaban del lugar para ponerse a salvo y no me sentía satisfecho huyendo con las manos vacías, fue entonces cuando divisé la imponente figura del almirante Kurokku, y junto a él una deslumbrante y evidentemente valiosa espada. Y aunque no dominó muy bien esta clase de armas, se veía que sería fácilmente negociable, además tenerla en mi poder podría ser muy provechoso en el futuro, un as bajo la manga a cambio de un poco de riesgo, decidí intentarlo, tomaría la espada y huiría con ella sin que nadie lo descubriese, una vez más el cañón silencioso de mi pequeña "Sikaria" me salvaría el pellejo, centré con mi quinto tiro la espada que yacía clavada en el suelo y procurando que Kurokko no se cruzara en el trayecto de la bala para que no previera el disparo con su haki apreté el gatillo.
bastaba que el proyectil rozara el inmóvil objetivo para que lo absorbiera en su interior y viajara instantáneamente hasta mi mano, pero no me quedaría a mirar el resultado de mis tiros, la cuenta estaba por acabar y yo tenía que salir de ahí.
Procedí a dar un gran salto por sobre los edificios y luego de acercar levemente mi meñique al cañón de mi arma, puse esta misma en dirección a la costa noreste, escaparía a la velocidad de una bala y evitaría cualquier confrontamiento por ahora. Apreté el gatillo sin apuntar mucho, y la bala rozó con gran fuerza y energía la punta de mi dedo quemandolo y a la vez me absorviendome en su interior.
[Shot Teleport]
En un parpadeo salí del naipe ya estaba a la altura de la playa, el aterrizaje fue un poco forzoso, estaba a mucha altura por sobre el suelo y no pude reaccionar muy bien debido al intenso ardor en mi meñique lo que me desconcentró bastante y caí en seco sobre una duna de arena, que amortiguó mi caída pero de todas formas dolió bastante.
CARAJO! Como duele!!
Exlcamé mientras me ponía de pie con mucho dolor tanto en mi espalda como en mi dedo de la mano izquierda. Luego sacudí la cabeza y me di cuneta que la baja había llegado a mi mano así que expulsé lo que había en su interior para ver si había llegado con la inusual espada en su interior.
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Mientras hablábamos Deadpool y yo podía escuchar como algunos edificios se derrumbaban y grandes explosiones procedentes de la plaza, en ese momento Deadpool se fue. Me quedé un tanto pensativo, siendo sincero no tenía ni idea de qué hacer. Unos pocos segundos después, se escuchó algo por toda la isla.
-Proceso Halo iniciado. Secuencia iniciada para detonación. 30 segundos.
Nada más escuchar esto no dudé ni un segundo, hice uso de mi akuma no mi y, poniéndome inmediatamente en modo velocidad, salí corriendo. Mientras saltaba de tejado en tejado, si había algo que me importaba poco era que me descubrieran por usar mi poder, la verdad, prefería salvar mi vida. Mientras corría miré por unos instantes al cielo, podía ver como unas de espadas energía, pero sin darle mucha importancia seguí corriendo. Tras unos pocos segundos tuve una sensación extraña. Acto seguido recibí un corte en mi brazo izquierdo. No sabría explicar muy bien como había sucedido, pude percibir como una de las espadas terminaría dándome. Para mi sorpresa, este hecho había sucedido también en la realidad. A pesar de eso no me detuve y continué adelante. A los pocos segundos me percate de la presencia de alguien a quien ya había visto en más de una ocasión en carteles. Se trataba de Itami kiba, un pirata que doblaba mi recompensa. Aunque estaba en peligro y, a pesar del riesgo y los problemas que quizás me daría, decidí atacarle, dado que sabia que ya estábamos cerca del bosque.
Impacto Sorpresa (Amf)
Gracias a mi akuma no mi aparecí cerca de el, e intente atacarle con el propósito de lanzarlo varios metros atrás debido a que varias espadas de Jeremy se clavarían en aquel lugar.
Acto seguido me quite la ropa de marine y el maquillaje y una sonrisa apareció en mi rostro. -¿Jugamos un rato?-
-Proceso Halo iniciado. Secuencia iniciada para detonación. 30 segundos.
Nada más escuchar esto no dudé ni un segundo, hice uso de mi akuma no mi y, poniéndome inmediatamente en modo velocidad, salí corriendo. Mientras saltaba de tejado en tejado, si había algo que me importaba poco era que me descubrieran por usar mi poder, la verdad, prefería salvar mi vida. Mientras corría miré por unos instantes al cielo, podía ver como unas de espadas energía, pero sin darle mucha importancia seguí corriendo. Tras unos pocos segundos tuve una sensación extraña. Acto seguido recibí un corte en mi brazo izquierdo. No sabría explicar muy bien como había sucedido, pude percibir como una de las espadas terminaría dándome. Para mi sorpresa, este hecho había sucedido también en la realidad. A pesar de eso no me detuve y continué adelante. A los pocos segundos me percate de la presencia de alguien a quien ya había visto en más de una ocasión en carteles. Se trataba de Itami kiba, un pirata que doblaba mi recompensa. Aunque estaba en peligro y, a pesar del riesgo y los problemas que quizás me daría, decidí atacarle, dado que sabia que ya estábamos cerca del bosque.
Impacto Sorpresa (Amf)
Gracias a mi akuma no mi aparecí cerca de el, e intente atacarle con el propósito de lanzarlo varios metros atrás debido a que varias espadas de Jeremy se clavarían en aquel lugar.
Acto seguido me quite la ropa de marine y el maquillaje y una sonrisa apareció en mi rostro. -¿Jugamos un rato?-
Minato Kazuo
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Akuma no mi
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Sus palabras parecían no haber sido una gran revelación para el almirante de flota que parecía mucho más interesado en otras cosas, asuntos que no compartió con el pelirrojo. Este se limitó a dejar los pastelitos en el suelo, cuadrarse con el saludo militar como si la salud de su espalda dependiera de ello y disponerse a marcharse. Lo más útil sería investigar y tratar de detener por el mismo las explosiones, aunque era obvio que no lograría detener el "proyecto halo" que se había anunciado. Sin embargo sospechaba que podía haber más de estos explosivos en diferentes edificios de la zona y por tanto quizás pudiera evitar una catástrofe. No obstante debía asegurarse de cuándo salir de "la zona de protección" que suponía estar cerca del almirante de flota, y la derrota de Jeremy Brighthand parece el momento idóneo. Esquivó una extraña onda de energía sin llegar a moverse de la cima del patíbulo mientras veía como la espada que poseía, la Saijo O Wazamono legendaria, caía a su lado clavándose en la madera. Estuvo tentado de tomarla, pero él no saqueaba a los muertos si podía evitarlo y había una alternativa mucho mejor. —Cuide la espada si le es posible, Almirante de flota Kurokku-sama, se lo ruego, no puede caer en malas manos.— le pidió cuando estaba a punto de salir a investigar los edificios cercanos.
Sin embargo el fuerte sonido de un disparo resonó por toda la plaza, viniendo desde el frente de donde se encontraba aunque no podía determinar bien desde donde. Parecía que alguien les había disparado, por lo que cambió la dirección en la que correría y salió directamente recto cruzando por en medio de la plaza mientras seguía pensando en las explosiones. Eran muy extrañas, ninguna parecía estar atentando directamente contra la plaza sino que parecían rodearlo completamente, podía comprobarlo gracias a que conocía la localización de una y había escuchado y visto el humo de las otras. Sin embargo ahora mismo tenía otra cosa en la cabeza, y era encontrar al tirador que había disparado momentos atrás para meterlo entre rejas. Su mente estaba demasiado ocupada como para pensar siquiera en que algún shichibukai pudiera confundirlo con el propio tirador, pero cuando se estaba acercando al final de la plaza se detuvo en seco, perplejo ante lo que acababa de pasar por su cabeza.
—Proyecto... ¿¡Halo!?— pronunció, girando la cabeza para observar el humo de las explosiones. No, aquello era mucho más importante que un tirador pues cualquiera podría acercarse hasta él desde una posición más cercana. Sin embargo, la idea que le había venido sugería que las explosiones no eran aleatorias, sino que habían sido elegidas con el propósito de derribar enclaves importantes para, de lograrlo... Producir un derrumbamiento en masa del suelo de la plaza y salvar a Katrina con todo aquello. No podía permitirlo si es que era cierto, y si no lo era no habría perdido tanto tiempo como para saltarse la ejecución de Katrina. —¡Un maldito mapa!— gritó, más nadie se lo ofreció por lo que subió a lo más alto de un edificio cercano y trató de hacer un mapa mental antes de echarse a la carrera. —Proyecto Halo...— murmuraba constantemente mientras trataba de localizarse. Podría estar equivocado, no sabía nada de la estructura de aquella isla pero encajaría con el sacrificio de varios piratas que habían aparecido para lo que parecía "ganar tiempo". No sabía de nadie que estuviera encargándose de las explosiones.
Se posicionó en lo alto del edificio que según su mente completaba el "halo" y trató de entrar, activando el Mantra tan concentrado como pudo y tratando de encontrar cualquier rastro de explosivos o de un posible terrorista, pues si lo que sospechaba era cierto podía encontrarse ante el inicio de una catástrofe.
[Acciones tomadas: No tomar la espada, avanzar en la dirección del francotirador, darse la vuelta y avanzar hasta el edificio que forma un "halo" o más bien un círculo ovalado, intentando encontrar explosivos en él para neutralizarlos]
Sin embargo el fuerte sonido de un disparo resonó por toda la plaza, viniendo desde el frente de donde se encontraba aunque no podía determinar bien desde donde. Parecía que alguien les había disparado, por lo que cambió la dirección en la que correría y salió directamente recto cruzando por en medio de la plaza mientras seguía pensando en las explosiones. Eran muy extrañas, ninguna parecía estar atentando directamente contra la plaza sino que parecían rodearlo completamente, podía comprobarlo gracias a que conocía la localización de una y había escuchado y visto el humo de las otras. Sin embargo ahora mismo tenía otra cosa en la cabeza, y era encontrar al tirador que había disparado momentos atrás para meterlo entre rejas. Su mente estaba demasiado ocupada como para pensar siquiera en que algún shichibukai pudiera confundirlo con el propio tirador, pero cuando se estaba acercando al final de la plaza se detuvo en seco, perplejo ante lo que acababa de pasar por su cabeza.
—Proyecto... ¿¡Halo!?— pronunció, girando la cabeza para observar el humo de las explosiones. No, aquello era mucho más importante que un tirador pues cualquiera podría acercarse hasta él desde una posición más cercana. Sin embargo, la idea que le había venido sugería que las explosiones no eran aleatorias, sino que habían sido elegidas con el propósito de derribar enclaves importantes para, de lograrlo... Producir un derrumbamiento en masa del suelo de la plaza y salvar a Katrina con todo aquello. No podía permitirlo si es que era cierto, y si no lo era no habría perdido tanto tiempo como para saltarse la ejecución de Katrina. —¡Un maldito mapa!— gritó, más nadie se lo ofreció por lo que subió a lo más alto de un edificio cercano y trató de hacer un mapa mental antes de echarse a la carrera. —Proyecto Halo...— murmuraba constantemente mientras trataba de localizarse. Podría estar equivocado, no sabía nada de la estructura de aquella isla pero encajaría con el sacrificio de varios piratas que habían aparecido para lo que parecía "ganar tiempo". No sabía de nadie que estuviera encargándose de las explosiones.
Se posicionó en lo alto del edificio que según su mente completaba el "halo" y trató de entrar, activando el Mantra tan concentrado como pudo y tratando de encontrar cualquier rastro de explosivos o de un posible terrorista, pues si lo que sospechaba era cierto podía encontrarse ante el inicio de una catástrofe.
[Acciones tomadas: No tomar la espada, avanzar en la dirección del francotirador, darse la vuelta y avanzar hasta el edificio que forma un "halo" o más bien un círculo ovalado, intentando encontrar explosivos en él para neutralizarlos]
Date Musashi
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Azufre, algo que debido a sus poderes como demonio había logrado olfatear en el lugar de la explosión. Aquello era provocado y eso no le cabía duda, pero el hecho de que aquella pastelería no demasiado lejana de donde se había encontrado la de Brack explotara no significaba nada para el semigigante, sino que solo sirvió para que se apresurara a pesar del dolor que sentía en sus músculos por la derrota de Brack. Llegó a la plaza, el lugar parecía bastante deteriorado pero no había rastro de que se fuera a cancelar la ejecución ni nada por el estilo y, con suerte, lograría encontrar a un superior del Cipher Pol al que entregarle sus resultados. No es que sonara muy bien "los dejé escapar" en su cabeza, por lo que lo omitiría y les enseñaría los datos que había recopilado de la mejor forma posible para que no notaran aquel defecto.
—¿¡Hola!? ¿Algún miembro del Cipher Pol por aquí!?— gritó sin demasiado disimulo en la entrada de la plaza, pues supuestamente aquella zona era un lugar seguro y controlado. Quería dar el informe cuanto antes y marcharse de la isla, aunque una parte de sí mismo le decía que quería volver a ver a Brack aunque no sabía qué resultado habría. Estaba satisfecho con salir de allí y volver a ver a Ame Sora una vez más, pues sabía que algún día, fuera como fuese, escaparía de las garras del Gobierno y le daría un hogar a la niña para que fundara una familia, viviera feliz y nadie más volviera a molestarla. Incluso si tenía que perder la vida por ello. Sin embargo sabía que aquello era mucho más grande que eso, y por ello y aunque terminara tendría que esperar órdenes para la ejecución de la pirata.
[Acciones tomadas: No mucho que hacer. Desechar la idea de buscar a Brack y buscar a un miembro del Cipher Pol con el que terminar su misión. Esperar nuevas órdenes, si es que las hay.]
—¿¡Hola!? ¿Algún miembro del Cipher Pol por aquí!?— gritó sin demasiado disimulo en la entrada de la plaza, pues supuestamente aquella zona era un lugar seguro y controlado. Quería dar el informe cuanto antes y marcharse de la isla, aunque una parte de sí mismo le decía que quería volver a ver a Brack aunque no sabía qué resultado habría. Estaba satisfecho con salir de allí y volver a ver a Ame Sora una vez más, pues sabía que algún día, fuera como fuese, escaparía de las garras del Gobierno y le daría un hogar a la niña para que fundara una familia, viviera feliz y nadie más volviera a molestarla. Incluso si tenía que perder la vida por ello. Sin embargo sabía que aquello era mucho más grande que eso, y por ello y aunque terminara tendría que esperar órdenes para la ejecución de la pirata.
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Inaga observó con estupor los acontecimientos, después del derrumbamiento del edificio y los daños provocados por su terremoto, aun habían sido mayor la fuerzas enfrentadas de ambos luchadores, su destrucción causo más daños hasta el punto de que uno de los láseres estuvo a punto de asarlo.
El desenlace del combate fue fatídico para uno de ellos el cual exploto en un festival de espadas de energía las cuales como último réquiem empezaron a impactar por toda la isla, Inaga se cubrió como pudo de una de las espadas que impactó a 5 metros a du derecha. Si no llega a haber formado su técnica “Duro como la montaña” seguramente hubiera acabado mal herido, gracias a la protección que la pirámide y su cuerpo de cuarzo le concedían, pudo escapar mas que con unas ligeras quemaduras. En el mismo instante una sonata cubrió todo la plaza.
Que Réquiem más bonito.
Inaga se sintió fascinado por este hecho, era lo que él consideraba una muerte perfecta, la cual al morir producía la más dulce de todas las melodías. Este hecho se le quedaría grabado a fuego en la memoria del monje. La belleza de la explosión y el ritmo le llegaron a lo más hondo del corazón. Pero no tuvo tiempo a disfrutarlo pues uno de los 4 Yonkou Akasubi el cual reto a uno de los tres almirantes de la marina y enseguida se enzarzaron en combate.
El monje decidió reunirse con sus compañeros pues las fuerzas desatadas en la plaza eran superiores a las suyas con bastante diferencia de poder. Se dirigió a la salida de la plaza por la que había un agente del chiper poll preguntando por otros miembros del gobierno. Inaga el cual se encontraba transparente ya lo conocía de sus viajes anteriores del reino de Lvneel, el semigigante. El monje corrió lo más rápido posible pues aun se encontraba en su forma de cuarzo transparente y no tenía intención alguna de golpear al agente si este no se entrometía en su camino.
Creyendo haberlo dejado atrás Inaga corrió hacia donde había sentido las presencias de Kedra y Vince.
El desenlace del combate fue fatídico para uno de ellos el cual exploto en un festival de espadas de energía las cuales como último réquiem empezaron a impactar por toda la isla, Inaga se cubrió como pudo de una de las espadas que impactó a 5 metros a du derecha. Si no llega a haber formado su técnica “Duro como la montaña” seguramente hubiera acabado mal herido, gracias a la protección que la pirámide y su cuerpo de cuarzo le concedían, pudo escapar mas que con unas ligeras quemaduras. En el mismo instante una sonata cubrió todo la plaza.
Que Réquiem más bonito.
Inaga se sintió fascinado por este hecho, era lo que él consideraba una muerte perfecta, la cual al morir producía la más dulce de todas las melodías. Este hecho se le quedaría grabado a fuego en la memoria del monje. La belleza de la explosión y el ritmo le llegaron a lo más hondo del corazón. Pero no tuvo tiempo a disfrutarlo pues uno de los 4 Yonkou Akasubi el cual reto a uno de los tres almirantes de la marina y enseguida se enzarzaron en combate.
El monje decidió reunirse con sus compañeros pues las fuerzas desatadas en la plaza eran superiores a las suyas con bastante diferencia de poder. Se dirigió a la salida de la plaza por la que había un agente del chiper poll preguntando por otros miembros del gobierno. Inaga el cual se encontraba transparente ya lo conocía de sus viajes anteriores del reino de Lvneel, el semigigante. El monje corrió lo más rápido posible pues aun se encontraba en su forma de cuarzo transparente y no tenía intención alguna de golpear al agente si este no se entrometía en su camino.
Creyendo haberlo dejado atrás Inaga corrió hacia donde había sentido las presencias de Kedra y Vince.
Eris Takayama
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No le resultó demasiado complicado el pensar si quiera en cambiarse de ropa. Lo vio como algo vergonzoso, pero no algo que se saliera de lo habitual. Lo raro, sinceramente, hubiera sido que el peliblanco no hiciera ningún comentario al respecto. Sí, aquello no era algo que ella esperara. Por eso, cuando su hermanastro lazó aquel improperio ella siguió vistiéndose como si nada, riéndose por lo bajo al verle maniobrar a él con toda aquella ropa. Sonrió, de medio lado, porque si había algo que Eris tenía era una baja estima, una baja moral. No, ella no pensaba que pudiera ser una mujer guapa o que pudiera ser atractiva a los ojos de nadie, por eso, cuando se dio cuenta de que quizás si pudiera serlo para una persona se puso ligeramente roja. Pero no, aquello no le duró demasiado. —Cierra la boca, blanquito, porque si vuelves a decir que este disfraz de marinera me queda sexy acabarás con la cabeza metida en el agua— porque no hacía falta ser una navegante experta -o simplemente una navegante- para saber que el mar estaba cerca. Se escuchaba. Evidentemente, estaban en una isla no excesivamente grande.
Pero algo la hizo dar un respingo antes de que propusiera su plan de corretear hasta el edificio de la marina y, aprovechando sus disfraces saquearlo como bien pudieran. ¿Halo? ¿Qué diantres era eso? Evidentemente, ella tampoco tenía ni la más remota idea de lo que se trataba. Sonaba a un haz de luz. ¿Y qué hay que produzca un haz de luz enorme. —Quizás sea una detonación— musitó, aunque quizás fuera para ella sola. No quería hacer partícipe a su hermano de sus alocadas teorías más si bien no le importaría que la viera como una loca, él seguramente acabaría algo enfadado con ella por lanzar ese tipo de conspiraciones. —Si tomamos el barco de ese estúpido moriremos igual que si nos da la explosión, pero de forma más lenta: en el mar, sin saber navegar ni seguramente arriar una maldita vela— espetó ella, molesta. Sí, había algo que siempre la había reconcomido: el no saber nada de navegación. No obstante, eso no quedó demasiado en su mente.
Pero aquella idea de ir a la zona del cuartel se desechó. Una explosión en esa dirección. —Será mejor que nos quedemos en la zona del bosque, sí— asintió ella de forma callada, sonriendo ligeramente al verse rodeada de naturaleza. Había metido al leopardo en su mochila la cual se había colocado en los hombros sobre sus armas. Allí, el pequeño asomaba la cabecilla asustado de vez en cuando porque, como era de adivinar, estaba muerto de miedo y temblando, refugiado -creyendo que de forma segura- entre las ropa de la joven. No obstante, caminaron por el bosque. Quedarse quietos tampoco era una buena idea: demasiadas explosiones, esa cosa del Halo y las visibles peleas que se extendíane en forma de columnas de humo a través de las copas de los árboles, o al menos aquello era lo que ellos podrían observar. Pero pronto, se hayaron ante un puerto. Ella escuchó al peliblanco, que para variar tenía una buena idea pero… Entre ellos siempre había existido una lucha de egos palpable. No, eso es algo que no podemos negar. Y por eso asintintió, únicamente, mirando de soslayo a su hermanastro para andar hacia el puerto.
—Quizás podamos encontrar algo interesante— musitó ella, comenzando a rebuscar entre todas las cosas en cuanto sus pies tocaron aquella sólida, resistente madera. No buscaba nada en especial y, a la vez, lo buscaba todo. En una supervivencia como los que ellos llevaban todo era útil.
[Acciones. Se ponen un uniforme de la marina y piensan en dirigirse al cuartel pero, entre el Halo y las explosiones desechan la idea y se quedan en el bosque. Andando contemplan un puerto, al que se dirigen y el que empienza -al menos Eris- a registrar para ver si puede encontrar algo valioso o de utilidad.]
Pero algo la hizo dar un respingo antes de que propusiera su plan de corretear hasta el edificio de la marina y, aprovechando sus disfraces saquearlo como bien pudieran. ¿Halo? ¿Qué diantres era eso? Evidentemente, ella tampoco tenía ni la más remota idea de lo que se trataba. Sonaba a un haz de luz. ¿Y qué hay que produzca un haz de luz enorme. —Quizás sea una detonación— musitó, aunque quizás fuera para ella sola. No quería hacer partícipe a su hermano de sus alocadas teorías más si bien no le importaría que la viera como una loca, él seguramente acabaría algo enfadado con ella por lanzar ese tipo de conspiraciones. —Si tomamos el barco de ese estúpido moriremos igual que si nos da la explosión, pero de forma más lenta: en el mar, sin saber navegar ni seguramente arriar una maldita vela— espetó ella, molesta. Sí, había algo que siempre la había reconcomido: el no saber nada de navegación. No obstante, eso no quedó demasiado en su mente.
Pero aquella idea de ir a la zona del cuartel se desechó. Una explosión en esa dirección. —Será mejor que nos quedemos en la zona del bosque, sí— asintió ella de forma callada, sonriendo ligeramente al verse rodeada de naturaleza. Había metido al leopardo en su mochila la cual se había colocado en los hombros sobre sus armas. Allí, el pequeño asomaba la cabecilla asustado de vez en cuando porque, como era de adivinar, estaba muerto de miedo y temblando, refugiado -creyendo que de forma segura- entre las ropa de la joven. No obstante, caminaron por el bosque. Quedarse quietos tampoco era una buena idea: demasiadas explosiones, esa cosa del Halo y las visibles peleas que se extendíane en forma de columnas de humo a través de las copas de los árboles, o al menos aquello era lo que ellos podrían observar. Pero pronto, se hayaron ante un puerto. Ella escuchó al peliblanco, que para variar tenía una buena idea pero… Entre ellos siempre había existido una lucha de egos palpable. No, eso es algo que no podemos negar. Y por eso asintintió, únicamente, mirando de soslayo a su hermanastro para andar hacia el puerto.
—Quizás podamos encontrar algo interesante— musitó ella, comenzando a rebuscar entre todas las cosas en cuanto sus pies tocaron aquella sólida, resistente madera. No buscaba nada en especial y, a la vez, lo buscaba todo. En una supervivencia como los que ellos llevaban todo era útil.
[Acciones. Se ponen un uniforme de la marina y piensan en dirigirse al cuartel pero, entre el Halo y las explosiones desechan la idea y se quedan en el bosque. Andando contemplan un puerto, al que se dirigen y el que empienza -al menos Eris- a registrar para ver si puede encontrar algo valioso o de utilidad.]
Kagemaru Korosuki
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Sin esperar a la mínima de espera mi mono recoge mi tarjeta de Cyper phol con un gesto de burla de las manos de mi rival, ya que Karl no realiza ninguna acción contra nosotros y se queda en su mundo, lo que me permite evacuar la situación y escapar de una posible batalla que no pienso tomar. Con un gesto alegre me dirijo hacia mi compañero quien hace un momento parece haberse comunicado con alguien por un Den Den mushi, lo cual ya le preguntare de quien se trata cuando no estemos en una situación de tan calibre. Una vez cerca de este le guiño el ojo y procedo a comentarle-Vámonos. Parece que aquí sobramos ya-Expreso bastante convencido de nuestra patraña y extrañándome de que mi enemigo mortal no me haya reconocido, lo que me hace sentirme bien por ver que aun con todas nuestras batallas puedo ocultarme bastante facilmente. Sin esperar mucho más me coloco de cuclillas tras decirle de irnos para estirar el brazo de forma que pudiera mi mono escalar por este y posicionarse en mi hombro, con lo que consigo ya estar preparado para alejarme y salir de esta situación tan decidida por el destino, ante lo cual una voz se asoma tras de nosotros:
Vosotros no sois del Ciper Phol-Escucho cerca de mi posición, lo que me hace sorprenderme bastante ya que no cometí ningún error para que me descubriesen, siendo extraño esta situación que parece obra del destino, como no- Pero si hacéis hoy un buen trabajo puede que dé un informe favorable para que entréis.-Dicho esas palabras pude fijarme en su rostro y en sus vestimentas. Se trata de un almirante de estos chungos, los que no saben valorar a sus congéneres y se creen los dioses de este mundo.-Espero que luchéis con honor, y…- nos mira fijamente por un momento-. Que hoy sea flexible no significa que lo vaya a ser más. ¿Entendido? Largo de mi vista, y luego quiero vuestros nombres completos.-Dicho esas últimas palabras me alejo algo de su posición y me dirijo hacia mi compañero, al cual expreso en voz baja para que solo este me oiga, llegando a susurrarle cerca de su rostro-¿Qué hacemos? Nos ha descubierto y no se ni como…-digo bastante intrigado-¿Acaso ahora los almirantes se saben todos sus súbditos?-Sin esperar una respuesta hacia esta afirmación mía miro hacia la zona y procedo a pensar en algo-Tal vez deberíamos hacerle caso y ayudar. No sé. Decide tu, yo te seguiré, don súper héroe-Dicha esas palabras me cruzo de brazos y me quedo algo pensativo, ante lo que se oye una especie de explosión con la que muchas espadas comienzan a volar por el cielo, siendo una tragedia el ver como un par de estas se posicionan hacia nosotros, siendo mi única reacción emplear el Soru para desplazarme hacia un lado, con lo que consigo desplazarme lo suficiente y no ser atacado por esta ni ninguna otra. Ya una vez seguro vuelvo al punto de origen empleando el mismo medio -¿Y esto? ¿Acaso alguien quiere matarnos a todos?-Expreso alarmante en espera de un comentario de mi compañero.
Vosotros no sois del Ciper Phol-Escucho cerca de mi posición, lo que me hace sorprenderme bastante ya que no cometí ningún error para que me descubriesen, siendo extraño esta situación que parece obra del destino, como no- Pero si hacéis hoy un buen trabajo puede que dé un informe favorable para que entréis.-Dicho esas palabras pude fijarme en su rostro y en sus vestimentas. Se trata de un almirante de estos chungos, los que no saben valorar a sus congéneres y se creen los dioses de este mundo.-Espero que luchéis con honor, y…- nos mira fijamente por un momento-. Que hoy sea flexible no significa que lo vaya a ser más. ¿Entendido? Largo de mi vista, y luego quiero vuestros nombres completos.-Dicho esas últimas palabras me alejo algo de su posición y me dirijo hacia mi compañero, al cual expreso en voz baja para que solo este me oiga, llegando a susurrarle cerca de su rostro-¿Qué hacemos? Nos ha descubierto y no se ni como…-digo bastante intrigado-¿Acaso ahora los almirantes se saben todos sus súbditos?-Sin esperar una respuesta hacia esta afirmación mía miro hacia la zona y procedo a pensar en algo-Tal vez deberíamos hacerle caso y ayudar. No sé. Decide tu, yo te seguiré, don súper héroe-Dicha esas palabras me cruzo de brazos y me quedo algo pensativo, ante lo que se oye una especie de explosión con la que muchas espadas comienzan a volar por el cielo, siendo una tragedia el ver como un par de estas se posicionan hacia nosotros, siendo mi única reacción emplear el Soru para desplazarme hacia un lado, con lo que consigo desplazarme lo suficiente y no ser atacado por esta ni ninguna otra. Ya una vez seguro vuelvo al punto de origen empleando el mismo medio -¿Y esto? ¿Acaso alguien quiere matarnos a todos?-Expreso alarmante en espera de un comentario de mi compañero.
Roland von Klauswitz
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Akuma no mi
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Paz, esa fue su respuesta. Lo cierto era que el marine no se esperaba que le hablase de algo así y de manera tan seria, no lograba entender como alguien que volaba edificios le hablaba de paz a alguien cuyo deber era proteger al mundo de los criminales. Kodama lo miró muy serio, estudiando su expresión y esperando alguna explicación más, sin embargo no la obtuvo. Cuando quiso darse cuenta, el hombre esposado llamó a su criatura. En ese momento una especie de mechero surgió de la manga de su camisa, pero no era algo normal, el mechero tenía patas y cola y cabeza. Más que un objeto parecía una... lagartija.
-"¿Qué clase de animal es ese?" -pensó Kodama preparándose para un posible ataque. Parecía demasiado viva como para ser alguna clase de máquina por lo que solo le quedaba una explicación, se trataba sin duda de un objeto fusionado con una Akuma no mi. El extraño animal parecía actuar como un arma para aquel hombre, pues para algo lo habría llamado, estaba claro que tendría que pelear.
El marine comenzaba a preguntarse que daño podría hacerle una cosa así, cuando sin previo aviso la criatura expulsó una pequeña llamarada por su boca metálica a modo de advertencia. Esto reactivó su miedo al fuego e hizo que el hombre-árbol atacara sin piedad, sin importar el tamaño de su oponente. Rápidamente retrocedió unos pasos en el pavimento empapado y dio un fuerte salto en dirección al edificio contra el que se hallaba apoyado su prisionero. Entonces usó un par de ramas para impulsarse en el balcón del segundo piso y elevarse en el aire, unos cuatro metros justo por encima del hombre. Una vez en el aire, contrajo las dos ramas y comenzó a girar sobre sí mismo mientras caía con sus dos espadas desenvainadas y de esa forma descargó dos potentes cortes verticales sobre la extraña criatura y, posiblemente el hombre también se hubiera visto afectado.
Cortes giratorios [AF]
Lo cierto era que no le gustaba la idea de atacar a un animal como aquel, por muy raro que este pudiera ser. De hecho esperaba no haberlo matado, pues apreciaba la naturaleza y todas sus criaturas, aunque era incapaz de mantener en control enfrente del fuego. No pudo evitar pensar que no pasaría mucho tiempo hasta que toda la isla se viera inundada en un mar de humo y fuego y no podía perder la cabeza a cada momento. Supuso que tendría que aprender a dominar su miedo al fuego.
Antes de que se disipara la nube de polvo que su ataque había provocado, el marine retrocedió y se colocó a unos dos metros del edificio, esperando a ver que daños había causado. En ese momento se dio cuenta de que el enorme estruendo que sacudía la plaza y sus alrededores segundos atrás acababa de cesar en su mayoría. El marine se giró hacia el centro de la ciudad y vio como desde una zona cercana surgían decenas, no, cientos de luces con forma de espada que salían disparadas en todas direcciones, calvándose en edificios, objetos y personas sin hacer distinción. Kodama tuvo que detener varias de ellas con sus propias espadas y aún así tuvo problemas para evitar que el ensartaran. Al final una de ellas acabó por perforar su tronco para luego clavarse en el suelo y desaparecer entre lo que parecía ser una canción. Aunque al ser un árbol aquella herida no tendría demasiado efecto sobre él, por si acaso cubrió la herida con algo de resina y observó al hombre y a su peculiar mascota esperando alguna reacción. Fue entonces cuando oyó la megafonía.
-"¿Qué clase de animal es ese?" -pensó Kodama preparándose para un posible ataque. Parecía demasiado viva como para ser alguna clase de máquina por lo que solo le quedaba una explicación, se trataba sin duda de un objeto fusionado con una Akuma no mi. El extraño animal parecía actuar como un arma para aquel hombre, pues para algo lo habría llamado, estaba claro que tendría que pelear.
El marine comenzaba a preguntarse que daño podría hacerle una cosa así, cuando sin previo aviso la criatura expulsó una pequeña llamarada por su boca metálica a modo de advertencia. Esto reactivó su miedo al fuego e hizo que el hombre-árbol atacara sin piedad, sin importar el tamaño de su oponente. Rápidamente retrocedió unos pasos en el pavimento empapado y dio un fuerte salto en dirección al edificio contra el que se hallaba apoyado su prisionero. Entonces usó un par de ramas para impulsarse en el balcón del segundo piso y elevarse en el aire, unos cuatro metros justo por encima del hombre. Una vez en el aire, contrajo las dos ramas y comenzó a girar sobre sí mismo mientras caía con sus dos espadas desenvainadas y de esa forma descargó dos potentes cortes verticales sobre la extraña criatura y, posiblemente el hombre también se hubiera visto afectado.
Cortes giratorios [AF]
Lo cierto era que no le gustaba la idea de atacar a un animal como aquel, por muy raro que este pudiera ser. De hecho esperaba no haberlo matado, pues apreciaba la naturaleza y todas sus criaturas, aunque era incapaz de mantener en control enfrente del fuego. No pudo evitar pensar que no pasaría mucho tiempo hasta que toda la isla se viera inundada en un mar de humo y fuego y no podía perder la cabeza a cada momento. Supuso que tendría que aprender a dominar su miedo al fuego.
Antes de que se disipara la nube de polvo que su ataque había provocado, el marine retrocedió y se colocó a unos dos metros del edificio, esperando a ver que daños había causado. En ese momento se dio cuenta de que el enorme estruendo que sacudía la plaza y sus alrededores segundos atrás acababa de cesar en su mayoría. El marine se giró hacia el centro de la ciudad y vio como desde una zona cercana surgían decenas, no, cientos de luces con forma de espada que salían disparadas en todas direcciones, calvándose en edificios, objetos y personas sin hacer distinción. Kodama tuvo que detener varias de ellas con sus propias espadas y aún así tuvo problemas para evitar que el ensartaran. Al final una de ellas acabó por perforar su tronco para luego clavarse en el suelo y desaparecer entre lo que parecía ser una canción. Aunque al ser un árbol aquella herida no tendría demasiado efecto sobre él, por si acaso cubrió la herida con algo de resina y observó al hombre y a su peculiar mascota esperando alguna reacción. Fue entonces cuando oyó la megafonía.
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Al salir de la taberna el joven de larga cabellera llega a la plaza del patíbulo, lugar en el que se lleva a cabo el combate entre dos hombres que parecen poseer un poder fuera de lo común. Sus ojos grises se fijan en la plaza, observando todo lo que hay por allí, y su mirada se posa en una cosa en concreto, la espada del hombre que portaba una de las Saijos es derrotado por el otro, y su espada sale volando hasta el patíbulo, una mala suerte tremenda para todo el que la quiera, pero bueno, el que no arriesga no gana, el joven revolucionario está a punto de crear un enorme ave de color gris oscuro formada por coltan, pero ve que está justo al lado del Almirante en Flota, y prefiere emprender camino hacia el bosque que se sitúa en la parte norte de la isla, por detrás del patíbulo, lugar en el cual estaría a salvo al menos por un tiempo.
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La situación en pocos segundos había pasado de peligrosa a apocalíptica, mientras ayudaba a uno de mis camaradas, uno de los shichibukais, explotó literalmente en un montón de espadas de luz…había muerto. No obstante, su último pensamiento debió ser que no se iría solo al otro barrio, pues dos de esas espadas se dirigía hacia mí y otra hacia mi camarada, el decidió lanzarse a un callejón para evitarla y yo hice lo mismo.
Había llegado la hora de que los ateos, se volvieran creyentes y que rezaran todo lo que supieran para ganarse un sitio en el cielo, pues quizás todos los que estuviéramos en esa isla muriésemos en 30 segundos. La razón era que una voz, dijo que la operación halo había comenzado y que en 30 segundos habría una explosión, lo curioso de las explosiones es que podían ser pequeñas, o por el contrario ser tan grandes que hicieran volar por los aires una isla al completo, y esa era la razón de mi optimismo. Cuando salí de mis cavilaciones me acerque a mi compañero herido, me saqué las gafas de mi chaqueta y se las dí:
- Póntelas compañero.
Acto seguido me transformé en la forma completa de mi akuma, la cual era un ángel con un par de alas blancas, con mayor altura y musculatura que la que tenía sin transformarme e irradiaba una potente luz blanca. Esta medida la había tomado en algunas ocasiones con fines bélicos, pero esta vez era diferente. Lo había hecho porque en mi forma completa, mis poderes curativos aumentaban y en hecho de que fuera médico también ayudaba. Puse mis manos sobre la herida de mi compañero y de ellas salió una luz blanquecina, esta hizo que el sangrado cesara, se cerrara algo su herida y que el dolor de esa herida disminuyese.
- Camarada, será mejor que vayamos hacia el bosque dónde nos espera Takeshi.
Tras decir esto lo cogí por debajo de los sobacos, pues no era muy recomendable que lo cogiera de la cintura, pues era en esa zona donde tenía la herida, desplegué mis alas y puse rumbo hacia el bosque.
Mientras iba volando con mi compañero, algo me rondaba la cabeza, si quedaban 23 minutos para la ejecución de la yonko y solo quedaban 30 segundos para la operación halo, solo había una explicación en aquella isla había un tercer bando, al cual no le importaba la vida de la yonko ni tampoco la de todos los que estábamos allí, en el supuesto de que la explosión que se iba a producir, fuera tan potente que destruyese toda la isla.
Había llegado la hora de que los ateos, se volvieran creyentes y que rezaran todo lo que supieran para ganarse un sitio en el cielo, pues quizás todos los que estuviéramos en esa isla muriésemos en 30 segundos. La razón era que una voz, dijo que la operación halo había comenzado y que en 30 segundos habría una explosión, lo curioso de las explosiones es que podían ser pequeñas, o por el contrario ser tan grandes que hicieran volar por los aires una isla al completo, y esa era la razón de mi optimismo. Cuando salí de mis cavilaciones me acerque a mi compañero herido, me saqué las gafas de mi chaqueta y se las dí:
- Póntelas compañero.
Acto seguido me transformé en la forma completa de mi akuma, la cual era un ángel con un par de alas blancas, con mayor altura y musculatura que la que tenía sin transformarme e irradiaba una potente luz blanca. Esta medida la había tomado en algunas ocasiones con fines bélicos, pero esta vez era diferente. Lo había hecho porque en mi forma completa, mis poderes curativos aumentaban y en hecho de que fuera médico también ayudaba. Puse mis manos sobre la herida de mi compañero y de ellas salió una luz blanquecina, esta hizo que el sangrado cesara, se cerrara algo su herida y que el dolor de esa herida disminuyese.
- Camarada, será mejor que vayamos hacia el bosque dónde nos espera Takeshi.
Tras decir esto lo cogí por debajo de los sobacos, pues no era muy recomendable que lo cogiera de la cintura, pues era en esa zona donde tenía la herida, desplegué mis alas y puse rumbo hacia el bosque.
Mientras iba volando con mi compañero, algo me rondaba la cabeza, si quedaban 23 minutos para la ejecución de la yonko y solo quedaban 30 segundos para la operación halo, solo había una explicación en aquella isla había un tercer bando, al cual no le importaba la vida de la yonko ni tampoco la de todos los que estábamos allí, en el supuesto de que la explosión que se iba a producir, fuera tan potente que destruyese toda la isla.
El Cid
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El cid se encontraba pescando los restos de los ahogados intentando rescatar a alguno de sus compañeros en total consiguió rescatar a 3 personas de las cuales una de ellas portaba un tridente gigante. Extraño el Cid intento arrebatarle el tridente para inspeccionarlo. Si eran piratas los ataba a un poste y si eran marines les inyectaba esteroides con la esperanza de que recobraran fuerzas.
Mientras realizaba las acciones fue testigo de la explosión, con su altura privilegiada vio como dos cuerpos se alzaban sobre la plaza y uno salía disparado para explotar en el aire, cuando estalló lanzo desde su cuerpo miles de espadas de energía que sacudían toda la isla. Varias de ellas se dirigían al puerto donde el gigante se encontraba, concretamente hacia Babieca, su fiel compañero el cual no fue capaz de detectar el ataque.
Clavándose sus propias manos en el costado el Cid se introdujo esteroides para aumentar su resistencia y fuerza, con un rápido impulso salto hacia babieca y lo saco del radio de la explosión por segundos. Rodando en posición fetal a causa de la onda expansiva se desplazo varios metros y por poco se cae al agua.
Babieca tenemos que tener cuidado aquí hay verdaderos monstruos.
Dijo mientras inspeccionaba en busca de un barco que aguantara su tamaño y peso.
Mientras realizaba las acciones fue testigo de la explosión, con su altura privilegiada vio como dos cuerpos se alzaban sobre la plaza y uno salía disparado para explotar en el aire, cuando estalló lanzo desde su cuerpo miles de espadas de energía que sacudían toda la isla. Varias de ellas se dirigían al puerto donde el gigante se encontraba, concretamente hacia Babieca, su fiel compañero el cual no fue capaz de detectar el ataque.
Clavándose sus propias manos en el costado el Cid se introdujo esteroides para aumentar su resistencia y fuerza, con un rápido impulso salto hacia babieca y lo saco del radio de la explosión por segundos. Rodando en posición fetal a causa de la onda expansiva se desplazo varios metros y por poco se cae al agua.
Babieca tenemos que tener cuidado aquí hay verdaderos monstruos.
Dijo mientras inspeccionaba en busca de un barco que aguantara su tamaño y peso.
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Tras volver al cuartel y evitar mayors problemas por el momento el joven Kaishi tiene que decidir, volver a la plaza o dirigirse al puerto para así vigilar la zona. Es en esos momentos en los que el joven tiene que plantearse el movimiento, la situación es tal que un movimiento en falso podría significar el fin de su vida, algo que el joven no puede permitir. Así que el joven se dirige al puerto, el lugar que por el momento es más seguro de la isla, aunque no tanto, pues desde hace un rato cae una lluvia de espadas de luz que no se sabe de donde salieron. El joven Kaishi se mueve en zig-zag evitando mantener mucho rato el mismo rumbo, así evita todas las espadas que van cayendo a su paso.
Tsang Yue
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El joven de negros cabellos se aleja raudo y veloz de la plaza en la que un combate entre dos terribles luchadores destruye todo lo que se interpone en sus ataques, sus pasos son tranquilos y sigilosos para estar en plena carrera, así sigue hasta llegar a puerto donde la situación no es más halagüeña, una flota de botes se acercan cada vez más mientras muchos tratan de atracar, parece ser una panda de criminales que tratan de avanzar e invadir la ciudad. Una situación en la que Etsu desde luego se une, no sabe si se meterá en grandes problemas, pero sabe que eso es lo mejor que puede hacer para así poder pasar más inadvertido que ir solo por ahí. De pronto en el cielo aparecen innumerables espadas de luz que de repente empiezan a caer, como si fueran dirigidas hacia la isla, un peligro mortal para aquél no esté atento, así el joven ha de esquivar un par de ellas en menos de diez minutos.
Qiang Jing
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El joven espadachín empieza a correr como alma que lleva el diablo, su mirada refleja la preocupación que tiene en su interior al estar tan cerca de un combate tan destructivo como el que se da en la plaza, la lluvia le lleva a su isla natal, pero el peligro lo mantiene sin ahondar en recuerdos, remordimientos y especulaciones, su mente divaga levemente en las posibles sucesiones de acontecimientos que se puedan dar ahora que el combate ya ha empezado. Sus pasos resuenan en el suelo encharcado por la lluvia mientras sus ojos perciben claramente por dónde camina, aún con la lluvia cayendo. De pronto se percata de que su rumbo de huida no es el más adecuado, pues un pedazo de edificio cruza su cuerpo despedido de una explosión al tiempo que del otro lado ocurre lo mismo, los edificios que le rodean están siendo destruidos por explosiones, mientras una voz anuncia un proceso llamado Halo, algo muy intrigante. De pronto en el cielo surgen espadas de luz, que se precipitan al suelo destruyendo lo que no era destruido por las explosiones. Tanto es que el joven ha de esquivar un par de ellas en su huida hacia el bosque, lugar a salvo al menos de las explosiones de los edificios.
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El compañero del Supernova comenzó a soltar un discurso que a Émile le pareció mera palabrería. Grandes palabras en boca de alguien que no parecía tener muy claro lo que realmente pasaba allí, y que las usabas para justificar un asesinato a sangre fría sin un motivo claro. En ese momento llegó también Kedra, y el yonkaikyo decidió que era hora de marcharse. No quería una pelea contra un Supernova. Debía buscar a Drake cuanto antes para dar comienzo al plan. Suspiró, se dio la vuelta y comenzó a alejarse.
- Nos volveremos a encontrar.
En ese momento comenzó a sonar un solo de guitarra por toda la ciudad. Émile miró en todas direcciones, extrañado, hasta que vio el origen. Salía de los den den mushi con megáfonos que había por toda esta. Un poco extrañado, siguió caminando por las calles. Entonces lo escuchó. ¿Halo? ¿Treinta segundos? ¿Qué coj...? Comenzó a correr hacia la plaza. Pasase lo que pasase, debía hacer que su padre sobreviviese. Como antes, entró corriendo en un edificio y subió al tejado, colocándose allí y buscando con la mirada su padre, a pesar de que debía quedar muy poco tiempo ya. Entonces miró casualmente hacia el cielo y vio algo cayendo. Una especie de figura humana enarbolando una guitarra...
- No me jodas... - dijo Émile, con cara de no acabar de creerse lo que veía - ¿En serio es él...?
- Nos volveremos a encontrar.
En ese momento comenzó a sonar un solo de guitarra por toda la ciudad. Émile miró en todas direcciones, extrañado, hasta que vio el origen. Salía de los den den mushi con megáfonos que había por toda esta. Un poco extrañado, siguió caminando por las calles. Entonces lo escuchó. ¿Halo? ¿Treinta segundos? ¿Qué coj...? Comenzó a correr hacia la plaza. Pasase lo que pasase, debía hacer que su padre sobreviviese. Como antes, entró corriendo en un edificio y subió al tejado, colocándose allí y buscando con la mirada su padre, a pesar de que debía quedar muy poco tiempo ya. Entonces miró casualmente hacia el cielo y vio algo cayendo. Una especie de figura humana enarbolando una guitarra...
- No me jodas... - dijo Émile, con cara de no acabar de creerse lo que veía - ¿En serio es él...?
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El albino logra escapar de la destrucción de la plaza y de la muerte de permanecer cerca de aquellas bestias que pelean en el lugar. Sus pasos veloces lo llevan hasta la zona portuaria de la isla, donde se encuentra con su compañero, Cid, pescando humanos, dada su raza le resulta fácil llevar centenares de personas como si de chucherías se tratara. Pero no es momento para comparaciones y tonterías, es momento de preparar una defensa ante la oleada de piratas que se acercan a la isla con intenciones varias y que ninguna parece buena.
Helado-chan
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Y ahí me encontraba, en un baño que al final no resultó ser público, con una encrucijada moral: ¿limpiaba aquel apocalipsis que había causado o por contra dejaba que se extendiera y destrozara todo el baño? Una difícil decisión, y mi mente, más relajada gracias a la deposición, no se decidía del todo.
Y para colmo lo único que había para arreglar el estropicio era ni más ni menos que una espada. Parecía hasta buena, de esas que solo se encuentran en un baño privado y con clase.
-Bueno, si la nota lo dice será verdad.
Cogí la katana y con la vaina aún puesta la incrusté en el trono de un rey perdido, casi literalmente, y la desplacé de lado a lado un buen rato, como si fuera una batidora. Un buuuuuen rato.
Cuando vi que el agua empezaba a menguar respiré tranquilo... Más o menos, el ambiente no es que oliera a rosas presurosamente. Limpié la vaina con sumo cuidado, jabón, colonia, más jabón, un buen chorro de agua, un poco más de jabón y algo más de colonia y la fui a dejar en su sitio, pero entonces me carcomió la conciencia. ¿Y si el dueño de la espada se enteraba de que alguien había usado su retrete, o más importante, su desatascador favorito, iba a por el que lo hizo? No me quise arriesgar y me la llevé de allí, para que nadie se enterara de que la había usado.
Puede que dejarla en su sitio hubiera dejado menos sospechas, pero así soy yo, todo inteligencia.
Salí de la casa por la azotea -solo dios sabe como- y me dirigí hacia el siguiente edificio saltando por la cornisa de un tercer piso. Y bueno, hay que decir que desde que me comí aquel melón, no había tenido mucha coordinación.
Y para colmo lo único que había para arreglar el estropicio era ni más ni menos que una espada. Parecía hasta buena, de esas que solo se encuentran en un baño privado y con clase.
-Bueno, si la nota lo dice será verdad.
Cogí la katana y con la vaina aún puesta la incrusté en el trono de un rey perdido, casi literalmente, y la desplacé de lado a lado un buen rato, como si fuera una batidora. Un buuuuuen rato.
Cuando vi que el agua empezaba a menguar respiré tranquilo... Más o menos, el ambiente no es que oliera a rosas presurosamente. Limpié la vaina con sumo cuidado, jabón, colonia, más jabón, un buen chorro de agua, un poco más de jabón y algo más de colonia y la fui a dejar en su sitio, pero entonces me carcomió la conciencia. ¿Y si el dueño de la espada se enteraba de que alguien había usado su retrete, o más importante, su desatascador favorito, iba a por el que lo hizo? No me quise arriesgar y me la llevé de allí, para que nadie se enterara de que la había usado.
Puede que dejarla en su sitio hubiera dejado menos sospechas, pero así soy yo, todo inteligencia.
Salí de la casa por la azotea -solo dios sabe como- y me dirigí hacia el siguiente edificio saltando por la cornisa de un tercer piso. Y bueno, hay que decir que desde que me comí aquel melón, no había tenido mucha coordinación.
Alex14ac
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Alex estuvo esperando durante varios minutos a Krauser. Mientras tanto pudo observar a los marines moviéndose de aquí para allá cargando con infinidad de papeles y armas. Estaba claro que aquí ocurría algo grande, pues dudaba que un cuartel corriente tuviera tanto movimiento. De repente pudo escuchar algunas explosiones de bajo calibre. fue entonces cuando la puerta del despacho se abrió. El cazador se levantó para saludar de nuevo a su amigo, aunque algo e lo impidió. Un estruendo titánico se hizo presente y se sacudieron los cimientos del edificio. Todo el que estaba en el interior sintió el temblor. Alex salió disparado contra un pared golpeándose la espalda.
Se levantó en el momento justo para ver como un pedazo de techo caía sobre el intendente que lo había mandado arrestar. Corrió hacia él, con un flagrante dolor en la espalda y partió la roca con un puñetazo. El hombre lo miró con asombro. Quizás no esperaba que el cazador lo salvara después de lo que había ocurrido entre ellos. Pero Alex no era así, debía ayudar a todo el que lo necesitara y, hoy, mucha gente iba a necesitar ayuda. El marine le propuso ir al bosque del norte de la isla. Allí estarían a salvo para preparar un plan de ataque. Con los piratas a punto de atacar la isla necesitarían un muy buen plan. Además las explosiones amenazaban con ser más peligrosas todavía.
El cazador de recompensas aceptó la oferta, aunque no lo dijo en voz alta. Escuchó como Krauser llamaba a alguien apodado Deadpool y le decía lo mismo que a él. Además le pedía que trajera refuerzos. Al parecer se preparaban para el ataque. A Alex no le apetecía morir, la lucha sería entre grandes guerreros, de los más importantes del momento. y, seguramente, participaría algún yonkou. Pero tampoco tenía nada que perder, si moría lo haría luchando por lo que creía. Y si sobrevivía habría ayudado a hacer del mundo un lugar mejor, aunque había algo que no le agradaba del asunto. La ejecución no debería haber sido privada, todo esto se podría haber evitado si los jefazos hubieran querido.
-Con todos mis respetos, tus jefes son unos cabrones. Si hubieran hecho la ejecución en privado podrían haber evitado todo esto. Ahora se perderán muchísimas vidas inocentes sin contar las bajas de cada bando- Le dijo algo apenado a Krauser.
No sabía cómo se lo tomaría el marine, pero algo le decía que él opinaba igual. Aunque quizás también prefería la guerra, pues era la mejor oportunidad de atrapar a los piratas más importantes y otros criminales. Todos ellos se reunirían aquí y facilitarían el trabajo a la Marina. Pero... si perdían no habría nadie que parara los pies a aquellos criminales, el mundo estaría condenado. Alex vio correr a Krauser e inició la carrera tras él. Como bien había dicho su amigo, se dirigían hacia el norte de la isla, en dirección al bosque. Evitaban acercarse a los edificios, eran peligrosos por las explosiones. Aunque el cazador estaba preocupado pro ls civiles. ¿Cuantas vidas se perderían por esta mala decisión?
Se levantó en el momento justo para ver como un pedazo de techo caía sobre el intendente que lo había mandado arrestar. Corrió hacia él, con un flagrante dolor en la espalda y partió la roca con un puñetazo. El hombre lo miró con asombro. Quizás no esperaba que el cazador lo salvara después de lo que había ocurrido entre ellos. Pero Alex no era así, debía ayudar a todo el que lo necesitara y, hoy, mucha gente iba a necesitar ayuda. El marine le propuso ir al bosque del norte de la isla. Allí estarían a salvo para preparar un plan de ataque. Con los piratas a punto de atacar la isla necesitarían un muy buen plan. Además las explosiones amenazaban con ser más peligrosas todavía.
El cazador de recompensas aceptó la oferta, aunque no lo dijo en voz alta. Escuchó como Krauser llamaba a alguien apodado Deadpool y le decía lo mismo que a él. Además le pedía que trajera refuerzos. Al parecer se preparaban para el ataque. A Alex no le apetecía morir, la lucha sería entre grandes guerreros, de los más importantes del momento. y, seguramente, participaría algún yonkou. Pero tampoco tenía nada que perder, si moría lo haría luchando por lo que creía. Y si sobrevivía habría ayudado a hacer del mundo un lugar mejor, aunque había algo que no le agradaba del asunto. La ejecución no debería haber sido privada, todo esto se podría haber evitado si los jefazos hubieran querido.
-Con todos mis respetos, tus jefes son unos cabrones. Si hubieran hecho la ejecución en privado podrían haber evitado todo esto. Ahora se perderán muchísimas vidas inocentes sin contar las bajas de cada bando- Le dijo algo apenado a Krauser.
No sabía cómo se lo tomaría el marine, pero algo le decía que él opinaba igual. Aunque quizás también prefería la guerra, pues era la mejor oportunidad de atrapar a los piratas más importantes y otros criminales. Todos ellos se reunirían aquí y facilitarían el trabajo a la Marina. Pero... si perdían no habría nadie que parara los pies a aquellos criminales, el mundo estaría condenado. Alex vio correr a Krauser e inició la carrera tras él. Como bien había dicho su amigo, se dirigían hacia el norte de la isla, en dirección al bosque. Evitaban acercarse a los edificios, eran peligrosos por las explosiones. Aunque el cazador estaba preocupado pro ls civiles. ¿Cuantas vidas se perderían por esta mala decisión?
Cánabar
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Las primeras explosiones fueron muy suaves comparadas con lo que las sucedió. Los dos gyojin estaban corriendo hasta que algo los hizo perder la noción tanto del tiempo como de la ubicación. Una sonora explosión que los lanzó hacia atrás por la onda expansiva. Los oídos del tiburón pitaban y sentía la piel ardiendo a pesar de no tener ninguna herida. le dolía la cabeza y todos los huesos por el golpe. Pero, al menos, estaba vivo y sin ningún problema visible. Esa había estado muy cerca. Quizás ir a la plaza no era la mejor idea. Quería participar en la guerra, pero no morir en ella. Si se marchaban hacia el puerto podrían esperar a que la guerra llegara allí. Además, estarían a salvo en el agua.
-Kaiser, no es seguro ir a la plaza. Si vamos nos matará una de estas explosiones. Es mejor ir a puerto y esperar a que llegue la guerra. Mientras tanto podemos protegernos de las explosiones en el agua- Le explicó.
Entonces recordó los buques de la marina. Mierda, no podían ir al puerto sin peligro. Casi estarían más seguros en la plaza que cerca del agua. Antes de que pudiera decirle a su capitán la corrección ,algo brillante surcó los cielos. Con un grito de "¡A cubierto!" Cánabar empujó a la orca hacia una puerta haciendo que esta se rompiera y su capitán cayera dentro del edificio. Él hizo lo mismo con la construcción paralela. Pero demasiado tarde. Una espada de energía cayó a su lado rozando su brazo izquierdo y produciéndole una herida algo grave. En cuanto la lluvia cesó salió del edificio y esperó a Kaiser mientras cosía la herida con una aguja e hilo. El dolor era horrible, pero lo aguantaba.
Terminó de tratarse el brazo y guardó la aguja de nuevo en el bolsillo. Aunque era una estupidez, ya no quedaba hilo con el que cerrarse próximas heridas. Cuando se cercioró de que estaba bien se quedó en medio de la plaza mirando el resto de edificios. En la calle no había nada sospechoso, así que las bombas debían estar dentro de los hogares y comercios. había sido muy peligroso entrar así, podrían haber topado con un explosivo. Pero el riesgo les había salvado la vida. Aunque debía pensárselo mejor antes de volver a hacer algo similar. Suponía que Kaiser también había visto las espadas, por lo que no le dijo nada ni se disculpó por el empujón. Después de todo, lo acababa de salvar.
-Sigamos avanzando, lo del puerto no era buena idea. he sido idiota y no he pensado en los barcos. pero hay que avanzar lento y con mucho cuidado, por lo visto no solo nos esperan bombas por el camino- Avisó.
Después de hablar continuó andando. Esta vez no corría, era lo más sensato. A tanta velocidad no podían fijarse bien en lo que había a su alrededor. Además, no podrían reaccionar tan bien ante las situaciones como la que acababa de pasar. En cambio, a ritmo lento, podrían fijarse en todo y actuar de forma veloz ante imprevistos. Y la guerra ya se habría iniciado para cuando llegaran. No quería ser de los primeros en participar habiendo personas tan fuertes como podía haber en el lugar. Tenía una sensación que jamás había sentido. Era como si pudiera adivinar que había gente de gran poder en el lugar, como si lo notaba en el aire. Aunque no solía fiarse de las corazonadas. Pero algo le asustaba.
-Kaiser, no es seguro ir a la plaza. Si vamos nos matará una de estas explosiones. Es mejor ir a puerto y esperar a que llegue la guerra. Mientras tanto podemos protegernos de las explosiones en el agua- Le explicó.
Entonces recordó los buques de la marina. Mierda, no podían ir al puerto sin peligro. Casi estarían más seguros en la plaza que cerca del agua. Antes de que pudiera decirle a su capitán la corrección ,algo brillante surcó los cielos. Con un grito de "¡A cubierto!" Cánabar empujó a la orca hacia una puerta haciendo que esta se rompiera y su capitán cayera dentro del edificio. Él hizo lo mismo con la construcción paralela. Pero demasiado tarde. Una espada de energía cayó a su lado rozando su brazo izquierdo y produciéndole una herida algo grave. En cuanto la lluvia cesó salió del edificio y esperó a Kaiser mientras cosía la herida con una aguja e hilo. El dolor era horrible, pero lo aguantaba.
Terminó de tratarse el brazo y guardó la aguja de nuevo en el bolsillo. Aunque era una estupidez, ya no quedaba hilo con el que cerrarse próximas heridas. Cuando se cercioró de que estaba bien se quedó en medio de la plaza mirando el resto de edificios. En la calle no había nada sospechoso, así que las bombas debían estar dentro de los hogares y comercios. había sido muy peligroso entrar así, podrían haber topado con un explosivo. Pero el riesgo les había salvado la vida. Aunque debía pensárselo mejor antes de volver a hacer algo similar. Suponía que Kaiser también había visto las espadas, por lo que no le dijo nada ni se disculpó por el empujón. Después de todo, lo acababa de salvar.
-Sigamos avanzando, lo del puerto no era buena idea. he sido idiota y no he pensado en los barcos. pero hay que avanzar lento y con mucho cuidado, por lo visto no solo nos esperan bombas por el camino- Avisó.
Después de hablar continuó andando. Esta vez no corría, era lo más sensato. A tanta velocidad no podían fijarse bien en lo que había a su alrededor. Además, no podrían reaccionar tan bien ante las situaciones como la que acababa de pasar. En cambio, a ritmo lento, podrían fijarse en todo y actuar de forma veloz ante imprevistos. Y la guerra ya se habría iniciado para cuando llegaran. No quería ser de los primeros en participar habiendo personas tan fuertes como podía haber en el lugar. Tenía una sensación que jamás había sentido. Era como si pudiera adivinar que había gente de gran poder en el lugar, como si lo notaba en el aire. Aunque no solía fiarse de las corazonadas. Pero algo le asustaba.
Kaiser
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Cada paso que daba me hacía dudar sobre mi propia decisión. Las explosiones eran terribles y por si fuera poco, pude divisar un batallón de marines que se dirigía a la plaza a paso raudo. Por suerte no nos vieron, pero no debíamos confiarnos, una señal de alarma y podríamos vernos perseguidos por un ejército entero. Continuamos el paso, a pesar de mis dudas y en cierto momento, se escuchó una voz, anunciando una detonación en un periodo de tiempo tan corto que no tuvimos tiempo a reaccionar. Ya casi estábamos en la plaza pero otra explosión, esta mucho más abrumadora, consiguió echarnos hacia atrás con su onda expansiva. El atronador sonido hizo mella en mis oídos y la onda fue tan intensa que notaba como si me quemara la piel, mas no fue así. Seguidamente, Cánabar materializó las palabras que yo mismo estaba pensando. Ir a la plaza era un error, pero su sugerencia no era la más acertada. Ir al puerto nos llevaría de cabeza contra los buques de la marina.
-No creo que...- Antes de acabar la frase, un sonido extraño, proveniente del cielo, me hizo alzar la mirada para ver como varios destellos blancos caían sobre nosotros. El tiburón blanco me empujó y choqué contra una puerta, derribándola al acto y cayendo en el interior del edificio. -Estoy empezando a cansarme de esta mierda...- Dije yo, pensando en voz alta a la vez que me levantaba.
Salí de la casa y pude ver que mi compañero estaba bien, con una nueva herida en uno de sus brazos, pero con vida al fin y al cabo y capaz de caminar por su propio pie. Podría haberle agradecido que me salvara, pero después de todo, para eso eramos de la misma banda, si no necesitara ayuda a lo largo de mi vida, estaría navegando solo, pero no era así. El tiburón reflexionó sobre su idea sobre ir al mar y propuso seguir avanzando, pero de forma lenta y precavida.
-Espero no tener que pelear contra nadie capaz de explotar esta maldita ciudad. Mas vale que el desenlace sonría un poco hacia nosotros o nos largaremos de esta mierda de fiesta.- Añadí yo, observando todo a mi al rededor, pendiente de cualquier ataque.
Tenía muy claro que no me suicidaría por el pellejo de una estúpida Yonkou que había sido tan inútil como para que la atrapasen. No estaba de más una alianza y otras posibles recompensas, pero si moría, de nada habría servido. Lo único que me aliviaba era la lluvia que aún descendía por mi resbaladiza piel, humedeciéndola y mejorando aquel sofoco que había sentido tras la onda expansiva. Caminamos por poco tiempo, suficiente como para divisar la plaza. Un enorme lugar, con cierta forma ovalada, o así debía ser, pues lo poco que se veía eran grandes nubarrones de humo y destrucción por doquier. No debíamos entrar allí, aquello se había vuelto un coliseo, y los leones eran demasiado fieros y grandes para unos gladiadores del montón. No era capaz de distinguir rostros, pero parecía que un par de figuras estaban a punto de iniciar un combate.
-Mantengamos cierta distancia.- Susurré yo, esperando que Cánabar lo escuchara, aunque seguramente él pensaría lo mismo.
-No creo que...- Antes de acabar la frase, un sonido extraño, proveniente del cielo, me hizo alzar la mirada para ver como varios destellos blancos caían sobre nosotros. El tiburón blanco me empujó y choqué contra una puerta, derribándola al acto y cayendo en el interior del edificio. -Estoy empezando a cansarme de esta mierda...- Dije yo, pensando en voz alta a la vez que me levantaba.
Salí de la casa y pude ver que mi compañero estaba bien, con una nueva herida en uno de sus brazos, pero con vida al fin y al cabo y capaz de caminar por su propio pie. Podría haberle agradecido que me salvara, pero después de todo, para eso eramos de la misma banda, si no necesitara ayuda a lo largo de mi vida, estaría navegando solo, pero no era así. El tiburón reflexionó sobre su idea sobre ir al mar y propuso seguir avanzando, pero de forma lenta y precavida.
-Espero no tener que pelear contra nadie capaz de explotar esta maldita ciudad. Mas vale que el desenlace sonría un poco hacia nosotros o nos largaremos de esta mierda de fiesta.- Añadí yo, observando todo a mi al rededor, pendiente de cualquier ataque.
Tenía muy claro que no me suicidaría por el pellejo de una estúpida Yonkou que había sido tan inútil como para que la atrapasen. No estaba de más una alianza y otras posibles recompensas, pero si moría, de nada habría servido. Lo único que me aliviaba era la lluvia que aún descendía por mi resbaladiza piel, humedeciéndola y mejorando aquel sofoco que había sentido tras la onda expansiva. Caminamos por poco tiempo, suficiente como para divisar la plaza. Un enorme lugar, con cierta forma ovalada, o así debía ser, pues lo poco que se veía eran grandes nubarrones de humo y destrucción por doquier. No debíamos entrar allí, aquello se había vuelto un coliseo, y los leones eran demasiado fieros y grandes para unos gladiadores del montón. No era capaz de distinguir rostros, pero parecía que un par de figuras estaban a punto de iniciar un combate.
-Mantengamos cierta distancia.- Susurré yo, esperando que Cánabar lo escuchara, aunque seguramente él pensaría lo mismo.
Simo
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Bizarro. Eso era lo que mejor describía el momento. En menos de un segundo todo cambió, y pasamos de la “tranquilidad” a toda una batalla campal apenas faltando media hora para la ejecución. Edificios que explotan sin explicaciones aparentes, una llovizna que no venía a cuento, ya que iba a hacer un buen día, malas bestias en la plaza demostrando quienes son los mejores cargándose a todo lo que se mueve, y algunos “platos” para jugar a tirar a ellos corriendo por toda la plaza. Sí, supongo que la palabra Bizarro, sería la que mejor palabra para describir la situación, de lo extraño que se volvió todo en tan sólo un abrir y cerrar de ojos.
Mi objetivo principal era el de buscar y reunir a toda la banda, esto se estaba volviendo algo peligroso y lo mejor sería que nos encontráramos todos juntos. Lo curioso es que pude sentir que Émile se encontraba cerca de mi. Me dispuse a seguir mis instintos cuando algo me hizo cambiar de opinión. Un gigantesco estruendo escuché proveniente de la plaza… Uno de aquellos dos mastodontes que querían demostrar que peleaban entre sí lanzó un gran corte de energía, o eso es lo que pude ver, que se dirigía a la parte trasera del patíbulo… Increíble. Allí había una persona, y no una persona cualquiera. No sabía con exactitud quién era, pero lo había visto en los periódicos, perteneciente a la banda de un Shichibukai. Y si alguien era perteneciente a una banda de tal calibre, no deberían de ser moco de pavo. El caso es que esa persona no pudo ni moverse, y fue cazado… Lo más increíble de todo es que acabó por transformarse en ceniza… Literalmente aquella persona, con un solo gesto había desintegrado a otra, y eso demostraba su enorme fuerza.- Parece que el estar aquí no será un simple paseo por el parque.- Me dije a mi mismo.
Pero algo más me llamó la atención, mientras todo su cuerpo y pertenencias se transformaban en ceniza, había algo entre ella que me hacía ver que no todo se “esfumó”. Había algo que se encontraba más denso entre la ceniza, y yo bien podía distinguir si algo era ceniza o no, obvio. Y soy un chico muy curioso, y la curiosidad pudo conmigo. Portaba mi enorme capa con la que intentaría pasar desapercibido, más por si las moscas, si algo fuera mal, me transformaría en ceniza y me haría “el muerto”. No es que quisiera ser un cobarde, simplemente usaría el entorno, lleno de explosión, fuego y restos orgánicos, a mi favor. Pero había un problema, mi espada de kairoseki. Lo único que se me ocurrió fue ponerle una capa de ceniza por encima, que aunque la hiciera algo más pesada, si diera el caso de usar mi habilidad se encontraría camuflada.
Y pensado todo esto, puse rumbo hacia la parte trasera del patíbulo. Entre tanta lucha pretendía pasar desapercibido, a parte de aparentar no ser más que un simple ciudadano que no salió d ela isla a tiempo. En medio d ela plaza había gente luchando, y en el patíbulo se encontraba la famosa Yonkou… Ahora la pude mirar bien… Hubo algo en mi interior, algo que emanó. No tenía aún idea de lo que es, pero… Presentía que obtendría problemas por ello. Y tras haberme dejado embobar por ella, decidí seguir mi viaje a la exploración de cenizas.
No tardé mucho en llegar, aunque tuve que moverme con cuidado y sigilo para que no me vieran las dos personas que se encontraban en el patíbulo, que eran el Almirante de la flota y un marine, creo. Y tampoco causar expectación en la gente de la plaza, de manera general. Miré los restos de desgraciado hombre.- Dios, es algo “extraño”.- Dije mientras metía mis manos en busca de aquello que noté. Menos mal que era ceniza y no restos gelatinosos, sino eso hubiera resultado bastante asqueroso… Y bingo. Encontré lo que era una pequeña bolsa, desgarrada y muy rota. En su interior encontré pequeñas esferas como del tamaño de… ¿Una bala?.. No… No eran balas normales. Toqué el filo de mi nueva espada, y el de mis nuevas adquisiciones… La sensación al tocarlo era muy similar. ¿Balas de Kairoseki? ¡Genial! Hoy era mi día de suerte, a Émile le encantarían éstas balas, además, tengo que mimar un poco a mis tripulantes. Y así, con una alegría que nadie me quitaba me guardé las balas en un pequeño bolsillo.
Ahora me disponía a volver al punto anterior, ya que era donde pude sentir a Émile y poder encontrarle… Aunque algo de nuevo me lo impidió. Pude ver como alguien se dirigía a mi posición. Era una persona que me resultaba familiar, ya la había visto antes…- ¡No jodas! ¿Abyss?- Me dije para mi mismo.
Mi objetivo principal era el de buscar y reunir a toda la banda, esto se estaba volviendo algo peligroso y lo mejor sería que nos encontráramos todos juntos. Lo curioso es que pude sentir que Émile se encontraba cerca de mi. Me dispuse a seguir mis instintos cuando algo me hizo cambiar de opinión. Un gigantesco estruendo escuché proveniente de la plaza… Uno de aquellos dos mastodontes que querían demostrar que peleaban entre sí lanzó un gran corte de energía, o eso es lo que pude ver, que se dirigía a la parte trasera del patíbulo… Increíble. Allí había una persona, y no una persona cualquiera. No sabía con exactitud quién era, pero lo había visto en los periódicos, perteneciente a la banda de un Shichibukai. Y si alguien era perteneciente a una banda de tal calibre, no deberían de ser moco de pavo. El caso es que esa persona no pudo ni moverse, y fue cazado… Lo más increíble de todo es que acabó por transformarse en ceniza… Literalmente aquella persona, con un solo gesto había desintegrado a otra, y eso demostraba su enorme fuerza.- Parece que el estar aquí no será un simple paseo por el parque.- Me dije a mi mismo.
Pero algo más me llamó la atención, mientras todo su cuerpo y pertenencias se transformaban en ceniza, había algo entre ella que me hacía ver que no todo se “esfumó”. Había algo que se encontraba más denso entre la ceniza, y yo bien podía distinguir si algo era ceniza o no, obvio. Y soy un chico muy curioso, y la curiosidad pudo conmigo. Portaba mi enorme capa con la que intentaría pasar desapercibido, más por si las moscas, si algo fuera mal, me transformaría en ceniza y me haría “el muerto”. No es que quisiera ser un cobarde, simplemente usaría el entorno, lleno de explosión, fuego y restos orgánicos, a mi favor. Pero había un problema, mi espada de kairoseki. Lo único que se me ocurrió fue ponerle una capa de ceniza por encima, que aunque la hiciera algo más pesada, si diera el caso de usar mi habilidad se encontraría camuflada.
Y pensado todo esto, puse rumbo hacia la parte trasera del patíbulo. Entre tanta lucha pretendía pasar desapercibido, a parte de aparentar no ser más que un simple ciudadano que no salió d ela isla a tiempo. En medio d ela plaza había gente luchando, y en el patíbulo se encontraba la famosa Yonkou… Ahora la pude mirar bien… Hubo algo en mi interior, algo que emanó. No tenía aún idea de lo que es, pero… Presentía que obtendría problemas por ello. Y tras haberme dejado embobar por ella, decidí seguir mi viaje a la exploración de cenizas.
No tardé mucho en llegar, aunque tuve que moverme con cuidado y sigilo para que no me vieran las dos personas que se encontraban en el patíbulo, que eran el Almirante de la flota y un marine, creo. Y tampoco causar expectación en la gente de la plaza, de manera general. Miré los restos de desgraciado hombre.- Dios, es algo “extraño”.- Dije mientras metía mis manos en busca de aquello que noté. Menos mal que era ceniza y no restos gelatinosos, sino eso hubiera resultado bastante asqueroso… Y bingo. Encontré lo que era una pequeña bolsa, desgarrada y muy rota. En su interior encontré pequeñas esferas como del tamaño de… ¿Una bala?.. No… No eran balas normales. Toqué el filo de mi nueva espada, y el de mis nuevas adquisiciones… La sensación al tocarlo era muy similar. ¿Balas de Kairoseki? ¡Genial! Hoy era mi día de suerte, a Émile le encantarían éstas balas, además, tengo que mimar un poco a mis tripulantes. Y así, con una alegría que nadie me quitaba me guardé las balas en un pequeño bolsillo.
Ahora me disponía a volver al punto anterior, ya que era donde pude sentir a Émile y poder encontrarle… Aunque algo de nuevo me lo impidió. Pude ver como alguien se dirigía a mi posición. Era una persona que me resultaba familiar, ya la había visto antes…- ¡No jodas! ¿Abyss?- Me dije para mi mismo.
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