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Un barco se acercaba a la prisión de máxima seguridad del Grand Line. Dicho barco era de un tamañao pequeño y no destacaba mucho, sin embargo el fondo estaba hecho de Kairouseki, en aquellos mares plagados de reyes marinos debían de tener precaución. En cubierta había varios hombres que empezaban a echar el ancla pues ya estaban prácticamente en la entrada. En uno de los camarotes de aquel lugar, se encontraba una persona tumbada en su cama. Su pelo era moreno, su ojo derecho era de un tono rojizo mientras que el izquierdo era de un tono extraño de color azulado y con granjas. Su piel era algo pálida y parecía de estatura media, no era muy musculoso pero tampoco muy delgado, estaba definido. Vestía con un traje de color negro, además de una corbata negra y una camisa blanca por dentro, como solían vestir muchos de los agentes del gobierno. Su rango era el de CP3. Sus zapatos estaban relucientes y en sus manos había colocados unos guantes de cuero ajustados. Parecía todo una gente del gobierno, de los serios que se toman las cosas en serio, sin embargo este no era otro que Kogáto Uchiha o como por su apariencia secreta solían llamarle, Jin Surfer.
En su mano derecha sostenía un mango blanco y alargado hecho de acero, dicho mango acababa en una hoja curva y retráctil, se trataba de una enorme guadaña casi más grande que él. En el mango además había una pequeña cadena de acero que iba atada disimuladamente a la muñeca del moreno, la cadena era bastante larga, por lo que podía llevar su arma amarrada a la espalda y no se daría cuenta nadie a simple vista. Estaba todo muy bien planeado, ahora estaba allí debido a que había recibido un objetivo. Él y el agente Shiroi debían hacer una inspección sobre la seguridad de la prisión e informar, tan solo les había tocado el nivel dos. Algo aburrido pues el moreno quería ver lo bien protegido que estaba el nivel siete o al menos el seis o el cinco. Sin embargo debían vigilar el dos, algo injusto según pensaba. Él mismo podía llegar a estar allí encerrado algún día y eso suponía solo una cosa, todo su plan al garete. Por lo que pretendía saber todos los sistemas de seguridad, aquella misión iba a tener su lado bueno y además no le había tocado estar con la idiota de Kaori. Shiroi le parecía un tipo más acorde con su forma de ser y alguien más serio y de fiar que la tía egocéntrica. En el combate del coliseo, el agente pudo saber quién le parecía de fiar y quién no.
Ahora el moreno se levantó de su cama y suspiró dirigiéndose a un armario, lo abrió y se colocó en frente mientras observaba su reflejo en el espejo del interior. Se ajustó bien la corbata y el traje mientras se peinaba un poco el alborotado cabello. Si quería llegar alto en el gobierno y obtener más información sobre sus metas, primero debía dar buena imagen, tanto de persona como de asesino, aunque la segunda la tenía muy bien desarrollada a escondidas. Una vez hubo acabado, salió por la puerta mientras suspiraba. Ya en el pasillo del barco, cerró la puerta y empezó a caminar despacio dirigiéndose a la borda del barco. No tardó mucho en llegar y nada más hacerlo observó como preparaban la tablilla. Se dirigió a ella y no tardó mucho en cruzarla y quedarse en tierra, no iba a irse sin su compañero, metió las manos en los bolsillos, no sin antes amarrarse la guadaña a la espalda. Después de aquello se quedó esperando mientras mantenía su mirada fija en el barco, demasiada tranquilidad, sin embargo era así de despreocupado.
En su mano derecha sostenía un mango blanco y alargado hecho de acero, dicho mango acababa en una hoja curva y retráctil, se trataba de una enorme guadaña casi más grande que él. En el mango además había una pequeña cadena de acero que iba atada disimuladamente a la muñeca del moreno, la cadena era bastante larga, por lo que podía llevar su arma amarrada a la espalda y no se daría cuenta nadie a simple vista. Estaba todo muy bien planeado, ahora estaba allí debido a que había recibido un objetivo. Él y el agente Shiroi debían hacer una inspección sobre la seguridad de la prisión e informar, tan solo les había tocado el nivel dos. Algo aburrido pues el moreno quería ver lo bien protegido que estaba el nivel siete o al menos el seis o el cinco. Sin embargo debían vigilar el dos, algo injusto según pensaba. Él mismo podía llegar a estar allí encerrado algún día y eso suponía solo una cosa, todo su plan al garete. Por lo que pretendía saber todos los sistemas de seguridad, aquella misión iba a tener su lado bueno y además no le había tocado estar con la idiota de Kaori. Shiroi le parecía un tipo más acorde con su forma de ser y alguien más serio y de fiar que la tía egocéntrica. En el combate del coliseo, el agente pudo saber quién le parecía de fiar y quién no.
Ahora el moreno se levantó de su cama y suspiró dirigiéndose a un armario, lo abrió y se colocó en frente mientras observaba su reflejo en el espejo del interior. Se ajustó bien la corbata y el traje mientras se peinaba un poco el alborotado cabello. Si quería llegar alto en el gobierno y obtener más información sobre sus metas, primero debía dar buena imagen, tanto de persona como de asesino, aunque la segunda la tenía muy bien desarrollada a escondidas. Una vez hubo acabado, salió por la puerta mientras suspiraba. Ya en el pasillo del barco, cerró la puerta y empezó a caminar despacio dirigiéndose a la borda del barco. No tardó mucho en llegar y nada más hacerlo observó como preparaban la tablilla. Se dirigió a ella y no tardó mucho en cruzarla y quedarse en tierra, no iba a irse sin su compañero, metió las manos en los bolsillos, no sin antes amarrarse la guadaña a la espalda. Después de aquello se quedó esperando mientras mantenía su mirada fija en el barco, demasiada tranquilidad, sin embargo era así de despreocupado.
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El hombre de blancos cabellos se encontraba sentado en lo alto del mástil de la embarcación, un barco pequeño y sin mucho espacio, por ello el joven se quedaba en lo alto de la zona menos transitada del mismo, no quería estar rodeado de personas que quizás no se merezcan ni la menor intención del albino. Su mirada estaba fija en el mar, un mar lleno de seres capaces de matar a un sinfín de personas con solo abrir la boca, por ello los barcos que estaban por aquella zona debían llevar una placa de kairoseki en la zona que contacta con el agua, para no sufrir el ataque de aquellas criaturas. La verdad es que se encontraba en una misión, debía ir a la prisión marina a supervisar el segundo nivel de la misma, le acompañaría un sujeto llamado Kógato, no sabía mucho de él, solo que usaba una guadaña para combatir. Nada más. El barco al fin había legado, el joven vestía como siempre, no le gustaba el típico traje del gobierno, le parecía una tontería ir de traje solo por agradar a alguien. Poco tardó su compañero en salir a esperarlo en la entrada, así que el peliblanco decidió no darle muchas vueltas al asunto y saltó desde donde se encontraba hasta caer al lado de su compañero, portando su enorme espada en su espalda.
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Kogáto continuaba observando el barco de forma calmada y simple, no tardó mucho en sonreír de lado cuando vio al peliblanco saltar desde el mástil y aterrizar a su lado. Aquello ya estaba preparado, los dos agentes estaban listos para su misión. Por unos segundos, el traidor miró el agua del mar despacio, sabía lo que había en aquel mar, los malditos reyes marinos, de tamaño inmenso, peligrosos como ellos solos. Pegó un pequeño suspiro y ahora metió las manos en los bolsillos. Olvidó llevarse una pequeña libreta para tomar apuntes, aquello podía servirle, pero ahora no podía hacer nada o levantaría sospechas, de modo que usaría su buena memoria para tratar de acordarse de todo. Miró por unos momentos al navío de nuevo y tomó aire, después pegó un potente silbido. Su enorme tigre surgió de la cubierta y no tardó en llegar a dónde él estaba, era musculoso y hermoso. Le acarició la cabeza y este se dejó de forma tranquila, después el moreno miró a su compañero de forma calmada.
- Muy bien, vamos a ello.
Tras aquellas simples palabras, comenzó a caminar de forma lenta y tranquila. Observaba cada detalle de aquella isla, quedándose con todos y cada uno de los rincones. El interés que sentía por la prisión era bastante grande. Al llegar a la entrada principal, había un portón de unos siete metros de altura, se notaba que era de madera, algo que su forma completa no pudiera destrozar. Los dos guardias que se hallaban en la parte inferior junto a ellos, eran dos tipos vestidos con cascos y armaduras de acero. En sus cinturas se veían fundas de espadas bastardas, tan solos sus ojos estaban al descubierto, el de la derecha los tenía dorados mientras que el de la izquierda los poseía azulados. Miraron a los dos agentes de forma seria y el de la derecha dio un paso adelante mientras llevaba la mano a la funda de su arma, algo que hizo que el moreno sonriera de forma engreída mientras se relamía. Las palabras de aquel soldado salieron después de su boca.
- Identificación por favor.
- Agente del Cipher Pol de rango cuatro, Agente 666. Solicito permiso en nombre del gobierno mundial para investigar y supervisar el nivel dos de la prisión junto a mi compañero.
El tipo asintió despacio cuando le escuchó, después miró hacia arriba e hizo un gesto con su mano. El portón se abrió despacio dejándoles paso a ellos, en ese momento el moreno suspiró y dirigió su mirada hacia su compañero. Estiró la mano derecha señalando el camino mientras ahora miraba hacia atrás varias veces.
- No me fio de que nos sigan, déjame ir detrás, controlare que nadie se acerque con mi haki.
- Muy bien, vamos a ello.
Tras aquellas simples palabras, comenzó a caminar de forma lenta y tranquila. Observaba cada detalle de aquella isla, quedándose con todos y cada uno de los rincones. El interés que sentía por la prisión era bastante grande. Al llegar a la entrada principal, había un portón de unos siete metros de altura, se notaba que era de madera, algo que su forma completa no pudiera destrozar. Los dos guardias que se hallaban en la parte inferior junto a ellos, eran dos tipos vestidos con cascos y armaduras de acero. En sus cinturas se veían fundas de espadas bastardas, tan solos sus ojos estaban al descubierto, el de la derecha los tenía dorados mientras que el de la izquierda los poseía azulados. Miraron a los dos agentes de forma seria y el de la derecha dio un paso adelante mientras llevaba la mano a la funda de su arma, algo que hizo que el moreno sonriera de forma engreída mientras se relamía. Las palabras de aquel soldado salieron después de su boca.
- Identificación por favor.
- Agente del Cipher Pol de rango cuatro, Agente 666. Solicito permiso en nombre del gobierno mundial para investigar y supervisar el nivel dos de la prisión junto a mi compañero.
El tipo asintió despacio cuando le escuchó, después miró hacia arriba e hizo un gesto con su mano. El portón se abrió despacio dejándoles paso a ellos, en ese momento el moreno suspiró y dirigió su mirada hacia su compañero. Estiró la mano derecha señalando el camino mientras ahora miraba hacia atrás varias veces.
- No me fio de que nos sigan, déjame ir detrás, controlare que nadie se acerque con mi haki.
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