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"No hacía mucho, el joven miembro perdido del clan Satsujin ingresó a formar parte de una tripulación pirata conocida como 'Kage Akuma'. Junto a su capitán, Kedra, que fue quién le reclutó, y junto a otros camaradas, Shein ahora viaja en el mundo de la piratería. Sin saber en qué tipo de mundo se ha metido, Shein confía plenamente en su capitán, y le seguirá allá donde Kedra vaya. todo con tal de lograr re-encontrarse con su desaparecido clan Satsujin."
No sabía exactamente qué hacía allí ni cómo diablos había llegado a parar. Me sentía terriblemente extraño, mareado con el movimiento de este "barco", que así lo llamaban, realmente nunca había visto nada que pudiese ir por encima del mar tanto tiempo sin hundirse. Cada vez añoraba más mi clan, y temía por su seguridad. Pero por más que quisiera volver a reunirme con ellos, solo con desearlo no era suficiente. Ahora estaba en un mundo mucho más grande del que cabe imaginar dentro de mi isla natal. Y estaba solo.
Bueno, realmente solo no. Había conocido una persona a la que parecía que podía confiar mi vida. Él me acogió como uno de los suyos en mitad de un combate. Suena extraño, pero con la sed de sangre que en aquél momento sentía emanar de él jamás habría podido llegar a pensar en aliarme a él, sin embargo aquí estoy. Él ahora es el lider de mi nuevo clan, los Kage Akuma, un clan con un enemigo muy numeroso según me ha comentado Kedra, y sin embargo nosotros no llegamos a una decena de personas, mientras el clan conocido como 'Marina' podrá tener centenares de miembros y soldados entre sus filas.
Mas no conocía todavía a nadie más que no fuera Kedra. Tan solo nos encontrábamos por el barco y con una simple mirada nos saludábamos y cada uno continuaba a lo suyo. Con el único que tenía la confianza de hablar y, tal vez, bajar un poco mi guardia, era con el capitán del barco, el líder del clan, Kedra. Mas yo solía vagar por las numerosas salas de la embarcación, me recorría todo el barco tratando de aprenderme rápidamente cada uno de los recovecos. En caso de hallarse problemas militares es bueno conocer cada uno de los rincones del lugar al que llamas tu hogar, así como saber dónde se hallan cada una de las cosas que hay en su interior.
Me hallaba en la zona exterior del barco. Sentía el aire azotando con fuerza en mi rostro, lo que me obligaba a mantenerlos entrecerrados para evitar molestias en los mismos. Pero había algo extraño, hacía mucho frío, y más, y más... Y cada vez hacía más frío. Maldita sea, jamás había tenido que pasar tanto frío. En la isla de mi clan natal la temperatura siempre había sido constante, hacía más frío o más calor, pero nunca había llegado a estos extremos. El mundo exterior realmente es temible, y más peligroso de lo que jamás me había esperado, pues nunca había estado en tales condiciones climatológicas.
De pronto algo llamó la atención. Alguien en lo más alto del barco pegó un grito diciendo que había avistado tierra. Al parecer nos aproximábamos a una nueva isla, una nueva oportunidad para poner a prueba mis habilidades y tratar de buscar información sobre mi desaparecido clan. Pero algo estaba mal. Lo único que veía acercarse era el frío, y un manto de tierra envuelta en un velo blanquecino. Y el frío aumentaba cada vez más. Sentía que el paso por ésta isla iba a resultar algo más peligroso de lo que me esperaba. Pero no estaba asustado. Al fin y al cabo me había propuesto superar todos y cada uno de los retos que se me plantearan en mi camino. Nada me impediría re-encontrarme con mi clan.
Bueno, realmente solo no. Había conocido una persona a la que parecía que podía confiar mi vida. Él me acogió como uno de los suyos en mitad de un combate. Suena extraño, pero con la sed de sangre que en aquél momento sentía emanar de él jamás habría podido llegar a pensar en aliarme a él, sin embargo aquí estoy. Él ahora es el lider de mi nuevo clan, los Kage Akuma, un clan con un enemigo muy numeroso según me ha comentado Kedra, y sin embargo nosotros no llegamos a una decena de personas, mientras el clan conocido como 'Marina' podrá tener centenares de miembros y soldados entre sus filas.
Mas no conocía todavía a nadie más que no fuera Kedra. Tan solo nos encontrábamos por el barco y con una simple mirada nos saludábamos y cada uno continuaba a lo suyo. Con el único que tenía la confianza de hablar y, tal vez, bajar un poco mi guardia, era con el capitán del barco, el líder del clan, Kedra. Mas yo solía vagar por las numerosas salas de la embarcación, me recorría todo el barco tratando de aprenderme rápidamente cada uno de los recovecos. En caso de hallarse problemas militares es bueno conocer cada uno de los rincones del lugar al que llamas tu hogar, así como saber dónde se hallan cada una de las cosas que hay en su interior.
Me hallaba en la zona exterior del barco. Sentía el aire azotando con fuerza en mi rostro, lo que me obligaba a mantenerlos entrecerrados para evitar molestias en los mismos. Pero había algo extraño, hacía mucho frío, y más, y más... Y cada vez hacía más frío. Maldita sea, jamás había tenido que pasar tanto frío. En la isla de mi clan natal la temperatura siempre había sido constante, hacía más frío o más calor, pero nunca había llegado a estos extremos. El mundo exterior realmente es temible, y más peligroso de lo que jamás me había esperado, pues nunca había estado en tales condiciones climatológicas.
De pronto algo llamó la atención. Alguien en lo más alto del barco pegó un grito diciendo que había avistado tierra. Al parecer nos aproximábamos a una nueva isla, una nueva oportunidad para poner a prueba mis habilidades y tratar de buscar información sobre mi desaparecido clan. Pero algo estaba mal. Lo único que veía acercarse era el frío, y un manto de tierra envuelta en un velo blanquecino. Y el frío aumentaba cada vez más. Sentía que el paso por ésta isla iba a resultar algo más peligroso de lo que me esperaba. Pero no estaba asustado. Al fin y al cabo me había propuesto superar todos y cada uno de los retos que se me plantearan en mi camino. Nada me impediría re-encontrarme con mi clan.
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Re: [Pasado][Grupal][Exclusivo Satsujin/Kedra/Kryword] Una aventura fresca. {Sáb 9 Ago 2014 - 22:00}
El Soul Of Dragón se movía a toda velocidad por el mar del Grand Line. El día parecía estar tranquilo y no había rastro de lluvia ni nada por el estilo. La tranquilidad reinaba en el barco totalmente, se respiraba calma y no parecía haber nada fuera de lo normal. Kedra se hallaba en su camarote, el cual estaba cerrado con varios cerrojos pues no vivía solo en él. El castaño estaba ahora levantado, su mirada era calmada y observaba la puerta. Vestía una sudadera blanca con la capucha puesta, además de un pañuelo blanco que le tapaba el rostro dejando ver solo sus ojos y un par de mechones castaños de su oscuro pelo. Los dorados ojos observaron los cerrojos y fue cuando el asesino los fue abriendo uno por uno muy despacio. No tardó mucho en hacerlo y después abrió la puerta. Dio un par de pasos a fuera, sonó algo de metal debido a sus botas de acero, en la rodilla llevaba la funda de su revólver y en el cinturón una funda de una pequeña navaja. El chico se disponía a salir cuando de repente escuchó una voz tras él.
- Ten cuidado caramelo.
En ese momento sus pasos se detuvieron y el asesino se quedó callado manteniendo la mirada al frente, con actitud seria y muy tranquila. Al parecer Kira estaba despierta, creía que la chica estaba dormida después de la noche que habían pasado juntos, habían hecho mucho “deporte” y no se esperaba que fuera a despertar tan pronto. Sin embargo, el castaño no se giró, permaneció callado unos segundos con la mirada fija en la pared de en frente, tras unos instantes de paciencia, se giró un poco observándola con sus dorados ojos. Estaba preciosa como de costumbre, sus ojos felinos verdosos y su pelo azulado, además de su pequeña pero esbelta figura y su dulce mirada. Todo un ángel, aunque el lobo negro sabía muy bien que la chica era toda una asesina sádica y temible. Sin embargo parecían sentir algo el uno por el otro, después de otros incómodos segundos, el luchador asintió despacio mirándola con confianza. Después salió de la sala mientras se despedía tranquilamente con su tono de voz grave de siempre. No solía usar otro tono para nada, ni siquiera cuando estaba enfadado o en plena batalla.
- No te preocupes Kira.
Ahora se dirigió al pasillo y empezó a caminar muy despacio hasta salir al exterior. No tardó mucho en localizar el olor de sus hombres, principalmente el de dos personas. Satsujin e Inaga. El primero estaba contemplando una isla invernal y el segundo pegó desde arriba el típico grito de que había tierra a la vista. Se trataba de la isla de Reino Sakura, el lobo de las sombras ya había estado antes allí. Sin embargo no le disgustaba volver a hacerlo. Se dirigió al ancla y la cogió como si fuera un simple trozo de pan, después la tiró al mar para parar el barco. Una vez hizo esto, se dirigió a la borda y observó el panorama. Su cabeza en las últimas semanas había llegado al precio superior a los 300.000.000 B. Ahora era muy buscado, sin embargo pocos tenían la capacidad de plantarle cara, había desarrollado unas habilidades increíbles. De repente giró su cabeza observando al joven espadachín que reclutó en la isla de los cactus, la cual no quedaba muy lejos de aquel lugar.
- Satsujin, voy a salir. Pasas mucho en el barco, ven a dar una vuelta si te apetece, de paso iremos a una taberna a preguntar sobre tu clan.
El Cadejo negro era de muchas cosas, pero nunca mentía a nadie. No iba a parar hasta ayudar aquel chico a encontrar a los suyos tal y como le había prometido. Tal vez en la taberna podrían matar dos pájaros de un tiro ya que él estaba interesado en encontrar algo de información sobre su hermano. No colocó la tablilla habitual que usaban los demás miembros para salir, directamente saltó por la borda aterrizando sobre la nieve, clavando su rodilla derecha en ella. Después se levantó y empezó a caminar rumbo al pueblo mientras mantenía la mirada seria y esperaba que el chico le siguiera.
- Ten cuidado caramelo.
En ese momento sus pasos se detuvieron y el asesino se quedó callado manteniendo la mirada al frente, con actitud seria y muy tranquila. Al parecer Kira estaba despierta, creía que la chica estaba dormida después de la noche que habían pasado juntos, habían hecho mucho “deporte” y no se esperaba que fuera a despertar tan pronto. Sin embargo, el castaño no se giró, permaneció callado unos segundos con la mirada fija en la pared de en frente, tras unos instantes de paciencia, se giró un poco observándola con sus dorados ojos. Estaba preciosa como de costumbre, sus ojos felinos verdosos y su pelo azulado, además de su pequeña pero esbelta figura y su dulce mirada. Todo un ángel, aunque el lobo negro sabía muy bien que la chica era toda una asesina sádica y temible. Sin embargo parecían sentir algo el uno por el otro, después de otros incómodos segundos, el luchador asintió despacio mirándola con confianza. Después salió de la sala mientras se despedía tranquilamente con su tono de voz grave de siempre. No solía usar otro tono para nada, ni siquiera cuando estaba enfadado o en plena batalla.
- No te preocupes Kira.
Ahora se dirigió al pasillo y empezó a caminar muy despacio hasta salir al exterior. No tardó mucho en localizar el olor de sus hombres, principalmente el de dos personas. Satsujin e Inaga. El primero estaba contemplando una isla invernal y el segundo pegó desde arriba el típico grito de que había tierra a la vista. Se trataba de la isla de Reino Sakura, el lobo de las sombras ya había estado antes allí. Sin embargo no le disgustaba volver a hacerlo. Se dirigió al ancla y la cogió como si fuera un simple trozo de pan, después la tiró al mar para parar el barco. Una vez hizo esto, se dirigió a la borda y observó el panorama. Su cabeza en las últimas semanas había llegado al precio superior a los 300.000.000 B. Ahora era muy buscado, sin embargo pocos tenían la capacidad de plantarle cara, había desarrollado unas habilidades increíbles. De repente giró su cabeza observando al joven espadachín que reclutó en la isla de los cactus, la cual no quedaba muy lejos de aquel lugar.
- Satsujin, voy a salir. Pasas mucho en el barco, ven a dar una vuelta si te apetece, de paso iremos a una taberna a preguntar sobre tu clan.
El Cadejo negro era de muchas cosas, pero nunca mentía a nadie. No iba a parar hasta ayudar aquel chico a encontrar a los suyos tal y como le había prometido. Tal vez en la taberna podrían matar dos pájaros de un tiro ya que él estaba interesado en encontrar algo de información sobre su hermano. No colocó la tablilla habitual que usaban los demás miembros para salir, directamente saltó por la borda aterrizando sobre la nieve, clavando su rodilla derecha en ella. Después se levantó y empezó a caminar rumbo al pueblo mientras mantenía la mirada seria y esperaba que el chico le siguiera.
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Re: [Pasado][Grupal][Exclusivo Satsujin/Kedra/Kryword] Una aventura fresca. {Dom 10 Ago 2014 - 4:08}
El joven rubio se encontraba en un bote de camino hacía ningún lado, la verdad es que no sabía en que dirección iba y solo pensaba en alcanzar una isla y poder tomarse un descanso. Llevaba unos dos días de viaje e incontables noches, la verdad es que perdió la noción del tiempo pasado el primer día de su viaje solitario. Antes de irse en el bote solo, se había despedido de la banda por un tiempo con la excusa de que se iría a buscar algo de información sobre su padre.
Y aquí me encontraba, en un pequeño bote a ningún lugar, el tiempo era decente, puede que algo demasiado soleado pero no era molesto como los desiertos, si los malditos desiertos en los que caminas dos metros y te sofocas completamente. Olvidando el asunto de los desiertos, en ese momento me encontraba hojeando uno de los libros de historia que me había traído de la biblioteca del preciado barco de nuestra banda, el Red Love Machine. Al lado de este tenía un libro de navegación, que llevaba custodiando desde el principio de mi odisea y no lo había olvidado nunca porque me sacó de muchos apuros, sobre todo cuando aparecían remolinos de la nada, o empezaban a aparecer nubes negras y no sabía que estaba pasando. Definitivamente, el libro me había sacado de infinidad de apuros, que de no ser por el, seguramente habría acabado en el agua y debido a mi akuma no mi, acabaría ahogado. Mientras leía el libro de historia algo me llamó la atención, estaba leyendo sobre una civilización antigua que usaba a Ymir, un Dios del frío o la nieve como su Dios y también explicaba varios ritos de sacrificio que se hacían para este Dios. Me llamó bastante la atención de que se enterraran chicas vivas dentro de la nieve como sacrificio a este Dios. Era aterrador pero no tanto como otras tribus que tenían ritos aun más dolorosos y algunos duraban para toda la vida.
Mientras leía todo esto empezaba a oler algo familiar, no solo lo olía si no que también lo sentía y oía, esa sensación me recordaba a casa, estaba sintiendo frío, pero no solo frío, era nieve. Nada más percatarme de lo que estaba sintiendo dejé el libro de lado en la improvisada biblioteca que había montado en el pequeño bote y miré hacía adelante, era tierra por fin y por si fuera poco, era una isla nevada. La isla dibujaba un extraño perfil y tenía unas montañas verticales y cilíndricas, eso significaba que esa isla solo podía ser el Reino de Sakura, una isla impresionante sin duda y que tenía un aire parecido a la isla en la que había pasado toda mi infancia, Gelum. En cuanto pude ver la playa casi tocando mis pies, salté del bote y até este bote a un árbol para que no se fuera de ahí, pues seguramente lo necesitaría para volver de esa isla. Una vez en tierra firme empecé a estirar todas mis articulaciones, estar en un bote no es para nada sano y las articulaciones se vuelven chicle. Una vez todos mis huesos se encontraban en su sitio decidí tomar camino hacía algún lugar aleatorio.
Necesitaba encontrar civilización y a ser posible algo de comida y bebida, las provisiones que había traído conmigo se habían consumido pocas horas antes de llegar y eso solo fue posible porque racioné mi comida debidamente, si no se habría acabado en un abrir y cerrar de ojos. Dicho este me encontré en el suelo con algo que necesitaba, huellas, huellas de humano, visto esto las olí y parecían ser frescas. La mujer probablemente había estado ahí hace unas horas, el olor era claramente femenino, por eso lo de mujer y también había otro olor acompañando ese, era un olor a animal, posiblemente una ardilla o un conejo, aunque no tenía la certeza necesaria para identificarlo. Después de pensar en que dirección iban las huellas tomé camino hacía allá en busca de una ciudad con una buena taberna. Una vez llegara a la ciudad preguntaría por la taberna y comería algo, o eso era lo que tenía planeado. Mientras caminaba me sumergí en mis pensamientos y fui caminando lentamente siguiendo las huellas y el olor femenino que antes había inspeccionado, al fin y al cabo era un felino y eso lo podía hacer por instinto, no necesitaba estar todo el rato pensando en donde se encontraban las huellas.
Y aquí me encontraba, en un pequeño bote a ningún lugar, el tiempo era decente, puede que algo demasiado soleado pero no era molesto como los desiertos, si los malditos desiertos en los que caminas dos metros y te sofocas completamente. Olvidando el asunto de los desiertos, en ese momento me encontraba hojeando uno de los libros de historia que me había traído de la biblioteca del preciado barco de nuestra banda, el Red Love Machine. Al lado de este tenía un libro de navegación, que llevaba custodiando desde el principio de mi odisea y no lo había olvidado nunca porque me sacó de muchos apuros, sobre todo cuando aparecían remolinos de la nada, o empezaban a aparecer nubes negras y no sabía que estaba pasando. Definitivamente, el libro me había sacado de infinidad de apuros, que de no ser por el, seguramente habría acabado en el agua y debido a mi akuma no mi, acabaría ahogado. Mientras leía el libro de historia algo me llamó la atención, estaba leyendo sobre una civilización antigua que usaba a Ymir, un Dios del frío o la nieve como su Dios y también explicaba varios ritos de sacrificio que se hacían para este Dios. Me llamó bastante la atención de que se enterraran chicas vivas dentro de la nieve como sacrificio a este Dios. Era aterrador pero no tanto como otras tribus que tenían ritos aun más dolorosos y algunos duraban para toda la vida.
Mientras leía todo esto empezaba a oler algo familiar, no solo lo olía si no que también lo sentía y oía, esa sensación me recordaba a casa, estaba sintiendo frío, pero no solo frío, era nieve. Nada más percatarme de lo que estaba sintiendo dejé el libro de lado en la improvisada biblioteca que había montado en el pequeño bote y miré hacía adelante, era tierra por fin y por si fuera poco, era una isla nevada. La isla dibujaba un extraño perfil y tenía unas montañas verticales y cilíndricas, eso significaba que esa isla solo podía ser el Reino de Sakura, una isla impresionante sin duda y que tenía un aire parecido a la isla en la que había pasado toda mi infancia, Gelum. En cuanto pude ver la playa casi tocando mis pies, salté del bote y até este bote a un árbol para que no se fuera de ahí, pues seguramente lo necesitaría para volver de esa isla. Una vez en tierra firme empecé a estirar todas mis articulaciones, estar en un bote no es para nada sano y las articulaciones se vuelven chicle. Una vez todos mis huesos se encontraban en su sitio decidí tomar camino hacía algún lugar aleatorio.
Necesitaba encontrar civilización y a ser posible algo de comida y bebida, las provisiones que había traído conmigo se habían consumido pocas horas antes de llegar y eso solo fue posible porque racioné mi comida debidamente, si no se habría acabado en un abrir y cerrar de ojos. Dicho este me encontré en el suelo con algo que necesitaba, huellas, huellas de humano, visto esto las olí y parecían ser frescas. La mujer probablemente había estado ahí hace unas horas, el olor era claramente femenino, por eso lo de mujer y también había otro olor acompañando ese, era un olor a animal, posiblemente una ardilla o un conejo, aunque no tenía la certeza necesaria para identificarlo. Después de pensar en que dirección iban las huellas tomé camino hacía allá en busca de una ciudad con una buena taberna. Una vez llegara a la ciudad preguntaría por la taberna y comería algo, o eso era lo que tenía planeado. Mientras caminaba me sumergí en mis pensamientos y fui caminando lentamente siguiendo las huellas y el olor femenino que antes había inspeccionado, al fin y al cabo era un felino y eso lo podía hacer por instinto, no necesitaba estar todo el rato pensando en donde se encontraban las huellas.
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Akuma no mi
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"El viaje junto a Kedra y su tripulación, los Kage Akuma, llevó a Shein a una isla nevada conocida como el Reino de Sakura. Esto era nuevo para Shein, quien jamás había experimentado tan frío. Pero sin dudarlo dos veces se dispuse a seguir a su capitán, quien descendió hacia dicha isla. Pero Shein tenía algo que decirle a su capitán, y pensó que ese sería el momento perfecto."
La isla ya se había aproximado hasta el punto de tener que detener el barco para evitar que se subiese en tierra y se dañase. Al fin y al cabo debíamos recorrer largos caminos con este barco, y no podíamos permitir que fuese dañado. El clima era horriblemente frío, hasta el punto que mi cuerpo reaccionó solo, no pude evitar sentir un escalofrío por todo el cuerpo, y eso me frustró. Pretendía no dar la sensación de que estaba helado, pero mi cuerpo no opinaba igual, parecía moverse por propia voluntad con ligeros temblores de vez en cuando. Que sensación tan frustrante.
Me asomé por el borde del barco y lo único que podía ver era aquél manto blanquecino que parecía recubrir la isla en toda su totalidad. Árboles, montañas, animales, hogares... Todo allí parecía estar hundido entre una espesa y densa capa blanquecina, que algo me decía debía ser el origen de todo aquél horrible frío. De pronto por detrás de mí, Kedra llamó me atención. Cogió una enorme pieza de metal que parecía ser más grande que él mismo y sin ningún esfuerzo la levantó y la alzó al mar, dando un fuerte chapuzón al golpear contra éste.
Me quedé observándole, él me miró y de pronto me habló. Me dijo que si quería podía acompañarle, que él iba a bajar y a irse del barco. Supuse que para un rato, al fin y al cabo por lo que sabía ese barco era suyo. Me dijo que pasaba mucho tiempo en él, y lo cierto es que tenía razón. Desde pequeño fui criado únicamente para la guerra, y no conocía nada más que no fuese entrenar y luchar, aunque nunca me había enfrentado a ningún miembro del clan rival. Por esa razón mientras no entrenaba siempre permanecía en el hogar, y ahora el hogar era el barco. ¿Qué si no podría hacer? Si no podía entrenar no merecía la pena perder el tiempo por ahí, sin hacer absolutamente nada.
Pero no, ahora las cosas habían cambiado. Todavía pertenecía al clan Satsujin, y así será hasta el día de mi propia muerte, pero las circunstancias me hacían sentir que si quería volver a encontrarme con ellos tan solo con estar quieto en el hogar no iba a lograr nada. No, debía salir afuera y buscarlos, ello mejoraría mi entrenamiento si me encontraba con algún miembro del clan Marina, clan que de momento no he tenido el placer de ver, pero según me ha comentado Kedra, van todos vestidos igual, por lo que serían inconfundibles.
Kedra saltó al manto blanquecino y comenzó a andar. Yo no dudé en seguirle, pero de momento continuaba temblando a ratos todavía. Me frustraba, y algo me decía que no podría contener la ira que se estaba almacenando dentro de mí, debía reprimirla de alguna forma antes de aproximarme a pisar aquél manto gélido de allí. Mis ropas no serían suficientes para protegerme de aquél frío. Mis piernas eran débiles. Un nuevo temblor me hizo cometer un acto que ni siquiera pensé antes de realizar. Desenfundé la espada y me hice un pequeño corte en el muslo, lo suficiente para hacer bombear lo suficiente la sangre en abundancia hacia allí por el impacto, eso ayudaría a entrar un poco en calor, pero sobretodo ayudaría a que dejaran de temblar. Eso me hizo volver a la realidad.
Enfundé la espada, ni siquiera se había manchado con sangre del corte, pues fue bastante superficial. Entonces nuevamente sin pensarlo seguí al líder del clan. Subí al borde desde el cual me asomaba y di un salto hacia adelante, para caer todo lo cercano a él que pudiera. La caída era algo alta, pero la pude amortiguar perfectamente dejándome arrodillar para amortiguar la caída y que mis piernas no sufrieran. Al arrodillarme con la rodilla derecha clavé mi puño en el manto blanco. La sensación era horriblemente gélida. En unos segundos dejé de sentir el frío, no, ya no había frío, ahora ardía. Me ardía la mano izquierda. La retiré con fuerza y esa sensación se perdió. No entendía que diablos era.
Con mi mente cavilando acerca de qué diantres podría haber ocurrido, y qué sería esa capa blanquecina, que a propósito, era como un polvo bastante denso y espeso, avancé hacia adelante, alcanzando a Kedra y poniéndome a su lado. El frío todavía azotaba, y sentía que cada vez iría a más. Por suerte ya me había hecho a la idea, y no volvería a perder el control sobre mis piernas, ya no volvería a temblar.
Ahora solo quedaba lo más importante. Hallar un poblado, encontrar un lugar con gente reunida y buscar información sobre mi desaparecido clan. No sería trabajo fácil, pero mientras no me vea envuelto en un trifulca como cuando conocí a Kedra no creo que pasara nada. Aun así ahora éramos dos, no creo tener graves dificultades en ésta ocasión.
-Kedra. -Comencé a hablarle. Mi voz resonó aguda como siempre.- Necesito saberlo. ¿Por qué me decidiste ayudarme? Estábamos en mitad de una batalla, sentí tu sed de sangre, pretendías acabar conmigo. Pero ahora estamos juntos en ésto. No se que pasaría por tu mente, pero necesito saberlo. No estoy seguro de poder confiar plenamente en alguien que quiso mi sangre.
Mis palabras salieron casi sin pensarlo. Realmente era todo cuanto sentía, y por supuesto confiaba en Kedra, pero por más que confiara tenía una espina clavada en mi interior, una extraña sensación que me decía que allí había algo raro. Nunca terminé de creerme que pudiera ser que realmente no me quiera ayudar, y tal vez me intente utilizar. Pero la duda siempre está ahí. Necesitaba saber toda la verdad acerca de nuestro primer encuentro.
Me asomé por el borde del barco y lo único que podía ver era aquél manto blanquecino que parecía recubrir la isla en toda su totalidad. Árboles, montañas, animales, hogares... Todo allí parecía estar hundido entre una espesa y densa capa blanquecina, que algo me decía debía ser el origen de todo aquél horrible frío. De pronto por detrás de mí, Kedra llamó me atención. Cogió una enorme pieza de metal que parecía ser más grande que él mismo y sin ningún esfuerzo la levantó y la alzó al mar, dando un fuerte chapuzón al golpear contra éste.
Me quedé observándole, él me miró y de pronto me habló. Me dijo que si quería podía acompañarle, que él iba a bajar y a irse del barco. Supuse que para un rato, al fin y al cabo por lo que sabía ese barco era suyo. Me dijo que pasaba mucho tiempo en él, y lo cierto es que tenía razón. Desde pequeño fui criado únicamente para la guerra, y no conocía nada más que no fuese entrenar y luchar, aunque nunca me había enfrentado a ningún miembro del clan rival. Por esa razón mientras no entrenaba siempre permanecía en el hogar, y ahora el hogar era el barco. ¿Qué si no podría hacer? Si no podía entrenar no merecía la pena perder el tiempo por ahí, sin hacer absolutamente nada.
Pero no, ahora las cosas habían cambiado. Todavía pertenecía al clan Satsujin, y así será hasta el día de mi propia muerte, pero las circunstancias me hacían sentir que si quería volver a encontrarme con ellos tan solo con estar quieto en el hogar no iba a lograr nada. No, debía salir afuera y buscarlos, ello mejoraría mi entrenamiento si me encontraba con algún miembro del clan Marina, clan que de momento no he tenido el placer de ver, pero según me ha comentado Kedra, van todos vestidos igual, por lo que serían inconfundibles.
Kedra saltó al manto blanquecino y comenzó a andar. Yo no dudé en seguirle, pero de momento continuaba temblando a ratos todavía. Me frustraba, y algo me decía que no podría contener la ira que se estaba almacenando dentro de mí, debía reprimirla de alguna forma antes de aproximarme a pisar aquél manto gélido de allí. Mis ropas no serían suficientes para protegerme de aquél frío. Mis piernas eran débiles. Un nuevo temblor me hizo cometer un acto que ni siquiera pensé antes de realizar. Desenfundé la espada y me hice un pequeño corte en el muslo, lo suficiente para hacer bombear lo suficiente la sangre en abundancia hacia allí por el impacto, eso ayudaría a entrar un poco en calor, pero sobretodo ayudaría a que dejaran de temblar. Eso me hizo volver a la realidad.
Enfundé la espada, ni siquiera se había manchado con sangre del corte, pues fue bastante superficial. Entonces nuevamente sin pensarlo seguí al líder del clan. Subí al borde desde el cual me asomaba y di un salto hacia adelante, para caer todo lo cercano a él que pudiera. La caída era algo alta, pero la pude amortiguar perfectamente dejándome arrodillar para amortiguar la caída y que mis piernas no sufrieran. Al arrodillarme con la rodilla derecha clavé mi puño en el manto blanco. La sensación era horriblemente gélida. En unos segundos dejé de sentir el frío, no, ya no había frío, ahora ardía. Me ardía la mano izquierda. La retiré con fuerza y esa sensación se perdió. No entendía que diablos era.
Con mi mente cavilando acerca de qué diantres podría haber ocurrido, y qué sería esa capa blanquecina, que a propósito, era como un polvo bastante denso y espeso, avancé hacia adelante, alcanzando a Kedra y poniéndome a su lado. El frío todavía azotaba, y sentía que cada vez iría a más. Por suerte ya me había hecho a la idea, y no volvería a perder el control sobre mis piernas, ya no volvería a temblar.
Ahora solo quedaba lo más importante. Hallar un poblado, encontrar un lugar con gente reunida y buscar información sobre mi desaparecido clan. No sería trabajo fácil, pero mientras no me vea envuelto en un trifulca como cuando conocí a Kedra no creo que pasara nada. Aun así ahora éramos dos, no creo tener graves dificultades en ésta ocasión.
-Kedra. -Comencé a hablarle. Mi voz resonó aguda como siempre.- Necesito saberlo. ¿Por qué me decidiste ayudarme? Estábamos en mitad de una batalla, sentí tu sed de sangre, pretendías acabar conmigo. Pero ahora estamos juntos en ésto. No se que pasaría por tu mente, pero necesito saberlo. No estoy seguro de poder confiar plenamente en alguien que quiso mi sangre.
Mis palabras salieron casi sin pensarlo. Realmente era todo cuanto sentía, y por supuesto confiaba en Kedra, pero por más que confiara tenía una espina clavada en mi interior, una extraña sensación que me decía que allí había algo raro. Nunca terminé de creerme que pudiera ser que realmente no me quiera ayudar, y tal vez me intente utilizar. Pero la duda siempre está ahí. Necesitaba saber toda la verdad acerca de nuestro primer encuentro.
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El ambiente era bastante frio, se notaba que aquella isla era de las peores en los temas invernales. Sin embargo el encapuchado continuaba avanzando despacio mientras dejaba sus manos en los bolsillos. Su mente en ese momento estaba en blanco, casi tanto como la nieve que había por doquier. El asesino suspiró despacio mientras empezaba a oler gente a una distancia normal, su olfato estaba perfectamente desarrollado por su fruta. Debido a esto, a su olfato llegó un olor que conocía bastante bien, un olor que le rodeaba siempre que iba hacia muchos sitios y además no estaba nada lejos. Ese olor se trataba del líquido carmesí llamado sangre. Este estaba mezclado con el olor del espadachín, estaba seguro de que se había cortado. No entendía el motivo del porqué y no se iba a girar a preguntar. Le quitó importancia al asunto y cerró los ojos mientras continuaba.
La habilidad del lobo negro quizás había sido en su tiempo temible, sangriento y descontrolado, pero la había dominado ya a la perfección. Al menos sabía reconocer amigo de enemigo en sus formas hibrida y completa, además de que el olor a sangre fresca cerca, no despertaba ningún apetito ni nada por el estilo en su ser. Por fin pudo divisar una taberna cercana y empezó a dirigirse a ella tranquilamente. Sus ojos estaban con algunas lágrimas debido al frio que hacía y que el viento le pegaba de lleno en los ojos. Aquel clima no le gustaba mucho, pero peor era el calor o al menos eso pensaba el lobo espectral. Sus pisadas eran bastante exageradas debido a la fuerza con la que pisaba y a sus botas de metal, las cuales estaban heladas por la nieve del suelo, de todas formas aquello no le importaba mucho. Bostezó con pereza mientras seguía avanzando despacio, aquello solo decía una cosa, le estaba entrando un sueño brutal y seguramente se dormiría más adelante en la misma barra de la taberna si hacía falta, no era algo que le importara mucho.
De repente pudo notar el olor del chico más cerca a su posición, efectivamente este no tardó en ponerse a su lado. De repente el chico comenzó a hablar, esto hizo que el lobo negro escuchara atentamente sus palabras. Estas le impresionaron un poco y además le pillaron de improviso. Cierto era que pretendía acabar con él, pero de repente decidió darla la oportunidad de ir con él. Además de que era un buen espadachín y podría ayudarle, de ese modo él le ayudaría a encontrar a su clan. De todas formas, el lobo negro tuvo un motivo aquel día. Un motivo muy lógico y difícil de creer para todo aquel que no conociera la historia del castaño. En ese momento el chico giró su mirada observándole con sus dorados ojos, el pañuelo blanco le tapaba la boca y la nariz, sin embargo el sonido de su voz no variaba nada y continuaba siendo aquella voz grave de siempre. De repente comenzó a hablar muy despacio mientras avanzaba un poco más lento para tener algo más de tiempo para hablar antes de llegar a la taberna que estaba ya bastante cercana al parecer.
- Cierto, aquella noche pretendía matarte, pero no te des por aludido solo tú. Deseo la muerte de todo aquel que se enfrenta a mí. De modo que soy así con todos menos con los hombres de mi tripulación. Fuiste el primero que llegó al punto de hacerme usar mi forma hibrida, nunca antes la había usado. Sin embargo te propuse ayudarnos mutuamente por…
El Cadejo negro se quedó callado unos segundos. Cerró los ojos de repente recordando ciertas cosas que le hacían mosquearse bastante, pero su nivel de autocontrol era impresionante y no mostraba sus emociones. Permaneció serio totalmente mientras de repente se paraba, esperaba que el chico se parase también al haberlo hecho él. Ahora miró al cielo mientras suspiraba y sacaba las manos de los bolsillos, se quedó mirando al chico de forma calmada, con una mirada totalmente inexpresiva y calmada, pero esta era algo más extraña, parecía que iba con bastante confianza. Una mirada que pocas personas podían ver por parte del sujeto de pelo oscuro y ojos dorados.
- Por qué no vi a un espadachín peleando conmigo. Me vi a mi mismo más joven. Chico, yo odio al planeta entero, yo fui abandonado a maldad a los cuatro años de edad, torturado, golpeado, aplastado y humillado por las personas de este mundo. Mujeres, hombres, niños, todos fueron unos miserables que mataron a mi mejor amigo y trataron de hacerlo conmigo, a un crio de cuatro años. Estuve perdido mucho tiempo sin saber qué hacer, en ese momento me recordaste a mí, estabas perdido y no sabían dónde ir o que hacer. Solo se te ocurrió seguirme, por eso no iba a permitir que sufrieras mi destino. En tu clan tal vez las cosas sean distintas, pero este mundo en el que estas ahora es una pocilga y o sobrevives tu o sobreviven ellos. Solo hay oscuridad y miedo y ahora yo soy ambas. Por eso purificare este mundo junto a mi banda y acabare con la marina y el gobierno ya que son la mierda del planeta. Ya sabes el motivo, no me pareciste una mala persona y dejé toda mi confianza en ti.
Tras aquellas palabras, el castaño miró a otro lado colocándose bien la capucha y se dirigió al interior de la taberna abriendo la puerta despacio con su mano y entrando en ella con calma. Estaba muy tranquilo debido a que nunca se puso nervioso salvo de pequeño, su mirada estaba fija en muchas personas, pero estas al verle tan tapado no le reconocieron y siguieron a lo suyo. La capucha blanca y el pañuelo ocultaban el rostro de un asesino de más de 300.000.000 B. Por su cabeza y era normal que no le gustase ser visto. Ahora se acercó a la barra despacio mientras con un gesto indicaba al chico que se divirtiera, era un gesto raro, como si abanicara el aire con la mano.
La habilidad del lobo negro quizás había sido en su tiempo temible, sangriento y descontrolado, pero la había dominado ya a la perfección. Al menos sabía reconocer amigo de enemigo en sus formas hibrida y completa, además de que el olor a sangre fresca cerca, no despertaba ningún apetito ni nada por el estilo en su ser. Por fin pudo divisar una taberna cercana y empezó a dirigirse a ella tranquilamente. Sus ojos estaban con algunas lágrimas debido al frio que hacía y que el viento le pegaba de lleno en los ojos. Aquel clima no le gustaba mucho, pero peor era el calor o al menos eso pensaba el lobo espectral. Sus pisadas eran bastante exageradas debido a la fuerza con la que pisaba y a sus botas de metal, las cuales estaban heladas por la nieve del suelo, de todas formas aquello no le importaba mucho. Bostezó con pereza mientras seguía avanzando despacio, aquello solo decía una cosa, le estaba entrando un sueño brutal y seguramente se dormiría más adelante en la misma barra de la taberna si hacía falta, no era algo que le importara mucho.
De repente pudo notar el olor del chico más cerca a su posición, efectivamente este no tardó en ponerse a su lado. De repente el chico comenzó a hablar, esto hizo que el lobo negro escuchara atentamente sus palabras. Estas le impresionaron un poco y además le pillaron de improviso. Cierto era que pretendía acabar con él, pero de repente decidió darla la oportunidad de ir con él. Además de que era un buen espadachín y podría ayudarle, de ese modo él le ayudaría a encontrar a su clan. De todas formas, el lobo negro tuvo un motivo aquel día. Un motivo muy lógico y difícil de creer para todo aquel que no conociera la historia del castaño. En ese momento el chico giró su mirada observándole con sus dorados ojos, el pañuelo blanco le tapaba la boca y la nariz, sin embargo el sonido de su voz no variaba nada y continuaba siendo aquella voz grave de siempre. De repente comenzó a hablar muy despacio mientras avanzaba un poco más lento para tener algo más de tiempo para hablar antes de llegar a la taberna que estaba ya bastante cercana al parecer.
- Cierto, aquella noche pretendía matarte, pero no te des por aludido solo tú. Deseo la muerte de todo aquel que se enfrenta a mí. De modo que soy así con todos menos con los hombres de mi tripulación. Fuiste el primero que llegó al punto de hacerme usar mi forma hibrida, nunca antes la había usado. Sin embargo te propuse ayudarnos mutuamente por…
El Cadejo negro se quedó callado unos segundos. Cerró los ojos de repente recordando ciertas cosas que le hacían mosquearse bastante, pero su nivel de autocontrol era impresionante y no mostraba sus emociones. Permaneció serio totalmente mientras de repente se paraba, esperaba que el chico se parase también al haberlo hecho él. Ahora miró al cielo mientras suspiraba y sacaba las manos de los bolsillos, se quedó mirando al chico de forma calmada, con una mirada totalmente inexpresiva y calmada, pero esta era algo más extraña, parecía que iba con bastante confianza. Una mirada que pocas personas podían ver por parte del sujeto de pelo oscuro y ojos dorados.
- Por qué no vi a un espadachín peleando conmigo. Me vi a mi mismo más joven. Chico, yo odio al planeta entero, yo fui abandonado a maldad a los cuatro años de edad, torturado, golpeado, aplastado y humillado por las personas de este mundo. Mujeres, hombres, niños, todos fueron unos miserables que mataron a mi mejor amigo y trataron de hacerlo conmigo, a un crio de cuatro años. Estuve perdido mucho tiempo sin saber qué hacer, en ese momento me recordaste a mí, estabas perdido y no sabían dónde ir o que hacer. Solo se te ocurrió seguirme, por eso no iba a permitir que sufrieras mi destino. En tu clan tal vez las cosas sean distintas, pero este mundo en el que estas ahora es una pocilga y o sobrevives tu o sobreviven ellos. Solo hay oscuridad y miedo y ahora yo soy ambas. Por eso purificare este mundo junto a mi banda y acabare con la marina y el gobierno ya que son la mierda del planeta. Ya sabes el motivo, no me pareciste una mala persona y dejé toda mi confianza en ti.
Tras aquellas palabras, el castaño miró a otro lado colocándose bien la capucha y se dirigió al interior de la taberna abriendo la puerta despacio con su mano y entrando en ella con calma. Estaba muy tranquilo debido a que nunca se puso nervioso salvo de pequeño, su mirada estaba fija en muchas personas, pero estas al verle tan tapado no le reconocieron y siguieron a lo suyo. La capucha blanca y el pañuelo ocultaban el rostro de un asesino de más de 300.000.000 B. Por su cabeza y era normal que no le gustase ser visto. Ahora se acercó a la barra despacio mientras con un gesto indicaba al chico que se divirtiera, era un gesto raro, como si abanicara el aire con la mano.
Angeline Labelle
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Akuma no mi
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Me encontraba caminando hacía la ciudad o eso es lo que parecía al seguir esas huellas del suelo nevado. Ese día llevaba una camiseta de tirantes de color naranja, unos pantalones cortos blancos y con rayas que no llegaban hasta las rodillas. De calzado llevaba unas sandalias, en resumen, parecía ir vestido para un típico día de verano pero en pleno invierno y no sentía frío alguno. De vez en cuando un pequeño escalofrío, pero ni me inmutaba por ello, ese aire me era demasiado familiar, el frío de mi isla natal pudo haber sido más frío que en esta isla. Ahí estuve entrenando de pequeño todos los días y no con mucha ropa digamos, debido a ese entrenamiento de niño, el frío casi no me afectaba y caminar por la nieve no me resultaba un problema.
La capa de nieve no era demasiado gruesa, como mucho sería de unos 15 centímetros y no me parecía hundir porque caminaba a una velocidad media. Aprendí que caminar rápido te hace hundirte con más facilidad, así como caminar lento, por lo tanto lo mejor era caminar a una velocidad media por aquella dura nieve. Tardé varios minutos en vislumbrar un edificio, o eso es lo que pensaba que era, pues todo estaba cubierto por un manto de nieve y poco se podía distinguir entre un oso o un edificio. En ese caso era un edificio debido a que salía humo por lo que parecía ser la chimenea de este, eso me decía que ahí debía de haber civilización y podría encontrar algo para comer y beber, pues estaba muerto de hambre.
No parecía una ciudad exageradamente grande pero lo suficiente para que tuviera una taberna con comida caliente. Al no vislumbrar esta, me dirigí a un ciudadano que paseaba por las nevadas calles de la ciudad y le pregunté lo siguiente:
-¿Perdone señor, sabe por donde podría llegar a la taberna de esta increíble ciudad?-Dicho esto, el me responde sorprendido por mi atuendo lo siguiente:
-Dios mio, ¿no tienes frío?, ¿como puedes ir vestido así en pleno invierno y con un vendaval en camino?, vístete con algo rápido porque en unos minutos va a llegar una tormenta de nieve.-Dijo este alarmado
-¿Un vendaval? No creo que sea un problema si encuentro la taberna pronto, ahí podre refugiarme, así que si es tan amable, ¿me puede decir donde se encuentra?-Dije yo intentando calmar al ciudadano que seguía alarmado y sorprendido por los ropajes que llevaba.
-La taberna se encuentra pasando por esa calle y girando a la derecha en el último callejón. Pero date prisa ya que si la ventisca llega antes no vas a poder ver el camino con facilidad y difícilmente vas a poder moverte con esta. Yo me voy ya a casa, un placer ver turistas como tu por aquí, espero que tengas una bonita estancia en este país nevado y frío.- Me respondió el ciudadano amablemente y yo le contesté con las siguientes palabras:
-Muchas gracias por su tiempo, y tranquilo, llegaré a tiempo, no me suelen apodar lento y ahora que sé el camino todo será más fácil. Espero que llegue usted también a casa y no le pase nada, hasta la próxima.-Dicho esto último sigo mi camino lentamente haciendo una señal con la mano, como si me fuera despidiendo.
Al ver girarse al ciudadano y perderle de vista, me convertí en mi forma completa de guepardo y fui corriendo hasta la taberna. No tardé en llegar y encontrarme con el cartel de "Taberna" cubierto por la nieve ante mis ojos, una vez delante de este, cambié a mi forma humana y entré dentro de forma normal. Dentro todas las personas dirigieron la mirada hacía mi y se quedaron una una extraña cara al ver mis ropajes pero poco después dejaron de mirar y volvieron a sus asuntos. Yo me dirigí hacía la barra y observé algo extraño, dos personas que no había visto al principio, pues pasaron desapercibidas ante mis ojos, una de estas estaba encapuchada y eso supondría que quiere esconder su identidad o simplemente le gusta vestir así, el mundo tiene gustos muy extraños pero me iba más por la primera opción. Al lado suya se encontraba un joven de pelo plateado y unas orejas extrañas, puntiagudas, no sabía si tendría que empezar una conversación con ellos ahí o me estaba metiendo en un lío al hacerlo y decidí pedir algo al tabernero antes. Pensando esto le dije al tabernero viendo que los otros dos no habían pedido nada aún:
-Oye, tabernero, un buen sake para mí y un par de copas de lo que quieran a estos señores.-diciendo esto me encontraba señalando a los dos extraños que se encontraban a mi derecha, no lo había dicho gritando pero lo suficiente para que me oyera el y nadie más, a no ser que se quedase a escuchar atentamente.
Esperaba no meter la pata demasiado adentro al hacer eso y decidí entablar conversación con esos dos en voz baja y mirando hacía el frente para que no pareciera que nos encontrábamos hablando, las primeras palabras iban dirigidas hacía el encapuchado aunque el peli-plateado también podía responder:
-Bueno, siento el entrometimiento, ¿pero que os trae por aquí forasteros?, yo tampoco soy de aquí y he acabado en esta isla sin saber como, mis dotes de navegante son bastante malos, visto lo visto. Me preocupa que entabléis una mala idea de mi personalidad y por ello quiero preguntaros si os apetece salir a fuera a conversar un rato después de acabar con la bebida, si es que la bebierais, claro.- dije, estas palabras relajadamente y susurrando, sin embargo el acento se mantenía normal y serio, no estaba burlándome de ellos aunque estuviera sonriendo después de decir mis frases. Tarde o temprano acabaríamos hablando de una manera u otra pero no me inspiraba demasiada confianza el tipo encapuchado y creía haberme metido en un gran lío al haberles dirigido la palabra y sobre todo al haberles invitado a una copa. No era muy caballero, pero ese día me había entrado la vena de invitar a gente sin saber siquiera su nombre y nada de ellos. Esos tipejos me habían inspirado algo de confianza comparado a los mirones que me observaron nada más entrar.
Me quedé esperando la respuesta de estos mientras estaba bebiendo el sake que me había traído el tabernero. Un buen sake sin duda, tenía el mismo sabor del sake que bebía el maestro y que le solía robar por las noches.
La capa de nieve no era demasiado gruesa, como mucho sería de unos 15 centímetros y no me parecía hundir porque caminaba a una velocidad media. Aprendí que caminar rápido te hace hundirte con más facilidad, así como caminar lento, por lo tanto lo mejor era caminar a una velocidad media por aquella dura nieve. Tardé varios minutos en vislumbrar un edificio, o eso es lo que pensaba que era, pues todo estaba cubierto por un manto de nieve y poco se podía distinguir entre un oso o un edificio. En ese caso era un edificio debido a que salía humo por lo que parecía ser la chimenea de este, eso me decía que ahí debía de haber civilización y podría encontrar algo para comer y beber, pues estaba muerto de hambre.
No parecía una ciudad exageradamente grande pero lo suficiente para que tuviera una taberna con comida caliente. Al no vislumbrar esta, me dirigí a un ciudadano que paseaba por las nevadas calles de la ciudad y le pregunté lo siguiente:
-¿Perdone señor, sabe por donde podría llegar a la taberna de esta increíble ciudad?-Dicho esto, el me responde sorprendido por mi atuendo lo siguiente:
-Dios mio, ¿no tienes frío?, ¿como puedes ir vestido así en pleno invierno y con un vendaval en camino?, vístete con algo rápido porque en unos minutos va a llegar una tormenta de nieve.-Dijo este alarmado
-¿Un vendaval? No creo que sea un problema si encuentro la taberna pronto, ahí podre refugiarme, así que si es tan amable, ¿me puede decir donde se encuentra?-Dije yo intentando calmar al ciudadano que seguía alarmado y sorprendido por los ropajes que llevaba.
-La taberna se encuentra pasando por esa calle y girando a la derecha en el último callejón. Pero date prisa ya que si la ventisca llega antes no vas a poder ver el camino con facilidad y difícilmente vas a poder moverte con esta. Yo me voy ya a casa, un placer ver turistas como tu por aquí, espero que tengas una bonita estancia en este país nevado y frío.- Me respondió el ciudadano amablemente y yo le contesté con las siguientes palabras:
-Muchas gracias por su tiempo, y tranquilo, llegaré a tiempo, no me suelen apodar lento y ahora que sé el camino todo será más fácil. Espero que llegue usted también a casa y no le pase nada, hasta la próxima.-Dicho esto último sigo mi camino lentamente haciendo una señal con la mano, como si me fuera despidiendo.
Al ver girarse al ciudadano y perderle de vista, me convertí en mi forma completa de guepardo y fui corriendo hasta la taberna. No tardé en llegar y encontrarme con el cartel de "Taberna" cubierto por la nieve ante mis ojos, una vez delante de este, cambié a mi forma humana y entré dentro de forma normal. Dentro todas las personas dirigieron la mirada hacía mi y se quedaron una una extraña cara al ver mis ropajes pero poco después dejaron de mirar y volvieron a sus asuntos. Yo me dirigí hacía la barra y observé algo extraño, dos personas que no había visto al principio, pues pasaron desapercibidas ante mis ojos, una de estas estaba encapuchada y eso supondría que quiere esconder su identidad o simplemente le gusta vestir así, el mundo tiene gustos muy extraños pero me iba más por la primera opción. Al lado suya se encontraba un joven de pelo plateado y unas orejas extrañas, puntiagudas, no sabía si tendría que empezar una conversación con ellos ahí o me estaba metiendo en un lío al hacerlo y decidí pedir algo al tabernero antes. Pensando esto le dije al tabernero viendo que los otros dos no habían pedido nada aún:
-Oye, tabernero, un buen sake para mí y un par de copas de lo que quieran a estos señores.-diciendo esto me encontraba señalando a los dos extraños que se encontraban a mi derecha, no lo había dicho gritando pero lo suficiente para que me oyera el y nadie más, a no ser que se quedase a escuchar atentamente.
Esperaba no meter la pata demasiado adentro al hacer eso y decidí entablar conversación con esos dos en voz baja y mirando hacía el frente para que no pareciera que nos encontrábamos hablando, las primeras palabras iban dirigidas hacía el encapuchado aunque el peli-plateado también podía responder:
-Bueno, siento el entrometimiento, ¿pero que os trae por aquí forasteros?, yo tampoco soy de aquí y he acabado en esta isla sin saber como, mis dotes de navegante son bastante malos, visto lo visto. Me preocupa que entabléis una mala idea de mi personalidad y por ello quiero preguntaros si os apetece salir a fuera a conversar un rato después de acabar con la bebida, si es que la bebierais, claro.- dije, estas palabras relajadamente y susurrando, sin embargo el acento se mantenía normal y serio, no estaba burlándome de ellos aunque estuviera sonriendo después de decir mis frases. Tarde o temprano acabaríamos hablando de una manera u otra pero no me inspiraba demasiada confianza el tipo encapuchado y creía haberme metido en un gran lío al haberles dirigido la palabra y sobre todo al haberles invitado a una copa. No era muy caballero, pero ese día me había entrado la vena de invitar a gente sin saber siquiera su nombre y nada de ellos. Esos tipejos me habían inspirado algo de confianza comparado a los mirones que me observaron nada más entrar.
Me quedé esperando la respuesta de estos mientras estaba bebiendo el sake que me había traído el tabernero. Un buen sake sin duda, tenía el mismo sabor del sake que bebía el maestro y que le solía robar por las noches.
- PD:
- Siento haber tardado tanto, desde ahora tendréis el rol contestado más rápido. La cuestión es que no estaba lo suficientemente inspirado ayer para contestarlo de manera coherente y divertida. Espero que disfrutéis de mi interacción :D
Shad M. Ashi
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"Shein enseguida obtuvo respuesta por parte de su acompañante. Su reacción fue inmediata, y esto le hizo aclarar su mente acerca de los pensamientos sobre quien era su capitán. Tras llegar a la taberna del pueblo, algo comenzó a ocurrir."
Tras lanzar al aire mi alocada pregunta, Kedra comenzó a andar algo más lentamente, y se puso a responderme a esa pregunta. Sus palabras resultaban convincentes, y desde luego no parecía haber falacias en aquellas palabras que sonaban tan sinceras. Según dijo, fui el primero en hacerle utilizar su "forma híbrida". No entendía que significaba eso, pero algo me decía que era la transformación que se hizo así mismo en aquella extraña bestia. También dijo que le recordé a él mismo en el pasado.
No podía quejarme de mi vida, cuando yo había pasado por complicaciones para conseguir ser uno más de mi clan, él había sido torturado, y quien sabe que otras cosas peores. Por lo que me había contado, su vida antes de ser quien es ahora había sido bastante más complicada que cualquier problema en el clan Satsujin. Mi mente se despejó. Las dudas respecto a Kedra desaparecieron casi al momento. No dudaba de que me estuviese engañando, pues sus palabras y acciones demostraban gran veracidad y sinceridad. Cuando acabó cerré los ojos por un instante mientras continuábamos avanzando.
- Cuenta conmigo para cuanto necesites. -dije sin vacilar- Mi espada es tuya.
Volví a abrir los ojos para encontrarme con que ya estábamos en una agrupación de casas, posiblemente el poblado más cercano, si no el único de esta isla nevada. Tras colocarse correctamente la capucha, Kedra se adentró hacia el interior de un edificio. Yo miré hacia un lado y hacia otro y le seguí. No había nadie cercano que nos siguiese o algo parecido. Estando en territorio desconocido desconfío hasta de mi sombra.
Al poco de adentrarme al interior me di cuenta que era un lugar como en aquél en el cual conocí por primera vez a Kedra. Si mal no recuerdo dijo que era una taberna, aunque desconocía el significado de esa palabra, pero sin duda el lugar de éste tipo de lugares, donde una gran agrupación de personas festejan y beben en un mismo lugar. Sentí atraer algunas miradas, debido a mi característico aspecto. Cabe destacar que no había nadie que tuviese rasgos similares míos. No podía ver a ningún tipo con cabellos plateados, ni tampoco con las orejas puntiagudas. Nuevamente me sentía desplazado del resto del mundo.
Llegamos a una barra al fondo de la habitación. Kedra se sentó y me hizo un gesto con la mano. No lo terminé de entender, pero si que parecía querer decir que me pusiera manos a la obra. Es decir, que era hora de buscar información. Me aproximé a la barra, al lado de Kedra, pero me puse de espaldas a la barra, apoyándome. Observé a las personas que allí hubieran, en busca de alguien que tal vez pudiese saber algo. Sus acciones podrían decir más de lo que quisieran demostrar, y el no haber aprendido a reprimirlas como cualquier Satsujin les podría delatar.
Observé detenidamente a todas y cada una de las personas. Iba entrando y saliendo gente, aunque poca gente salía de allí, tan solo hacían más que entrar. La gente simplemente ignoraba nuestra presencia, algunos se quedaban mirándonos algunos segundos, pero enseguida apartaban la mirada. Simplemente mi aspecto llamaba la atención, y supuse que más todavía al estar mirando hacia todas las personas de allí. Pero no observé ningún gesto sospechoso, nadie cuchicheaba mirándonos, simplemente nos miraban y tras examinar mi aspecto volvían a alzar el codo y a beber. Me parecía que debería de encontrar otro método para buscar sospechosos y hallar información.
Pero de pronto algo cercano ocurrió que me llamó bastante más la atención. Un tipo se acercó también a la barra, poniéndose al lado de Kedra, al otro lado del que estaba yo. Se puso a hablar con Kedra, nos invitaba a salir fuera, tal vez buscaba algún tipo de pelea, aunque dijese que no quería que nos llevásemos una mala impresión de su personalidad. Yo sinceramente estaba en la gloria allí dentro, ya no sentía el frío infernal que acechaba fuera, aunque seguía helado ya no era lo mismo. Allí se estaba mejor y prefería no tener que salir si era posible. Pero si buscaba pelear no sería yo el que se echase atrás ante tal tentativa.
No dije nada, me permanecí estático, atento a las acciones de aquél tipo y de Kedra. Si comenzaba a haber problemas me lanzaría contra el otro tipo rápidamente con mi espada. Kedra había confiado en mí, me había acogido como uno de los suyos y viajaba con él en busca de información. Me ayudaba a re-encontrarme con mi clan. De alguna forma, sentía que tenía una gran deuda con él, y no permitiría que le causasen problemas tan a la ligera.
No podía quejarme de mi vida, cuando yo había pasado por complicaciones para conseguir ser uno más de mi clan, él había sido torturado, y quien sabe que otras cosas peores. Por lo que me había contado, su vida antes de ser quien es ahora había sido bastante más complicada que cualquier problema en el clan Satsujin. Mi mente se despejó. Las dudas respecto a Kedra desaparecieron casi al momento. No dudaba de que me estuviese engañando, pues sus palabras y acciones demostraban gran veracidad y sinceridad. Cuando acabó cerré los ojos por un instante mientras continuábamos avanzando.
- Cuenta conmigo para cuanto necesites. -dije sin vacilar- Mi espada es tuya.
Volví a abrir los ojos para encontrarme con que ya estábamos en una agrupación de casas, posiblemente el poblado más cercano, si no el único de esta isla nevada. Tras colocarse correctamente la capucha, Kedra se adentró hacia el interior de un edificio. Yo miré hacia un lado y hacia otro y le seguí. No había nadie cercano que nos siguiese o algo parecido. Estando en territorio desconocido desconfío hasta de mi sombra.
Al poco de adentrarme al interior me di cuenta que era un lugar como en aquél en el cual conocí por primera vez a Kedra. Si mal no recuerdo dijo que era una taberna, aunque desconocía el significado de esa palabra, pero sin duda el lugar de éste tipo de lugares, donde una gran agrupación de personas festejan y beben en un mismo lugar. Sentí atraer algunas miradas, debido a mi característico aspecto. Cabe destacar que no había nadie que tuviese rasgos similares míos. No podía ver a ningún tipo con cabellos plateados, ni tampoco con las orejas puntiagudas. Nuevamente me sentía desplazado del resto del mundo.
Llegamos a una barra al fondo de la habitación. Kedra se sentó y me hizo un gesto con la mano. No lo terminé de entender, pero si que parecía querer decir que me pusiera manos a la obra. Es decir, que era hora de buscar información. Me aproximé a la barra, al lado de Kedra, pero me puse de espaldas a la barra, apoyándome. Observé a las personas que allí hubieran, en busca de alguien que tal vez pudiese saber algo. Sus acciones podrían decir más de lo que quisieran demostrar, y el no haber aprendido a reprimirlas como cualquier Satsujin les podría delatar.
Observé detenidamente a todas y cada una de las personas. Iba entrando y saliendo gente, aunque poca gente salía de allí, tan solo hacían más que entrar. La gente simplemente ignoraba nuestra presencia, algunos se quedaban mirándonos algunos segundos, pero enseguida apartaban la mirada. Simplemente mi aspecto llamaba la atención, y supuse que más todavía al estar mirando hacia todas las personas de allí. Pero no observé ningún gesto sospechoso, nadie cuchicheaba mirándonos, simplemente nos miraban y tras examinar mi aspecto volvían a alzar el codo y a beber. Me parecía que debería de encontrar otro método para buscar sospechosos y hallar información.
Pero de pronto algo cercano ocurrió que me llamó bastante más la atención. Un tipo se acercó también a la barra, poniéndose al lado de Kedra, al otro lado del que estaba yo. Se puso a hablar con Kedra, nos invitaba a salir fuera, tal vez buscaba algún tipo de pelea, aunque dijese que no quería que nos llevásemos una mala impresión de su personalidad. Yo sinceramente estaba en la gloria allí dentro, ya no sentía el frío infernal que acechaba fuera, aunque seguía helado ya no era lo mismo. Allí se estaba mejor y prefería no tener que salir si era posible. Pero si buscaba pelear no sería yo el que se echase atrás ante tal tentativa.
No dije nada, me permanecí estático, atento a las acciones de aquél tipo y de Kedra. Si comenzaba a haber problemas me lanzaría contra el otro tipo rápidamente con mi espada. Kedra había confiado en mí, me había acogido como uno de los suyos y viajaba con él en busca de información. Me ayudaba a re-encontrarme con mi clan. De alguna forma, sentía que tenía una gran deuda con él, y no permitiría que le causasen problemas tan a la ligera.
- off:
- Perdón por tardar. Estuve ausente sin internet fuera de casa. Intentaré que no vuelva a pasar sin avisaros antes
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Re: [Pasado][Grupal][Exclusivo Satsujin/Kedra/Kryword] Una aventura fresca. {Mar 19 Ago 2014 - 0:18}
Kedra se sentó en la barra de aquel bar manteniendo ante todo su capucha puesta y el pañuelo igual. Le sitio parecía tranquilo, no como la taberna de la isla del Grand Line. Si alguno buscaba problemas no le costaría mucho arrancarle la cabeza, era su especialidad. Pudo observar la ágil postura del chico que iba con él, analizando a los demás y buscando algún tipo de pista entre ellos. Además su respuesta le había agradado pese a todo, iba a ayudarle de la forma que fuese. Antes de poder hablar con el camarero, escuchó ahora con su fino oído de Cadejo, como alguien decía de invitarles, no tardó ni un segundo en cerrar los ojos y mantener su oído a la conversación, pero de repente un olor se desplazó a su lado. El chico peli plateado estaba a su otro lado, por lo que era imposible que fuera él, sin embargo la otra persona estaba muy cerca y no atacaba, no podía ser un enemigo debido a que un asesino atacaría con el factor sorpresa. El luchador abrió los ojos ahora despacio mientras giraba su mirada hacia su lado, clavando sus dorados ojos con el fondo negro en el chico.
Era un chico que vestía con una camiseta de tonos naranjas y un pantalón blanco, además portaba unas sandalias. Ese hombre parecía venir de la playa en época de verano al parecer, debido a las pintas que llevaba. Su cabello era corto y anaranjado también y no parecía una mala persona para nada, quería invitarles y él no iba a quejarse de nada. Pudo notar como ahora el camarero le miraba esperando una respuesta, era un tipo mayor de pelo grisáceo y largo, vestía con un abrigo negro con los bordes blancos, además sus ojos eran verdes intensos. Le estaba poniendo nervioso con aquella mirada, pero entendió que el hombre solo esperaba a que le dijera lo que iba a tomar. Dedicó otra mirada al chico peli plateado y lentamente tomó una carta pasándosela a su compañero, dándole un toque suave en el hombro para que se enterase. Después miró al camarero de forma calmada y tranquila y dejó salir una voz bastante grave, además de seria.
- A mí póngame un vaso de agua, si hielo. Al chico de mi lado póngale lo que le diga, pero preferiblemente si es alcohol no en mucha cantidad.
El lobo oscuro escuchó ahora las palabras de aquel chico, quería salir a fuera a conversar, con lo calentito que se estaba allí dentro y la pereza que daba tener que moverse a la salida. Además tenía unas cosas que hacer en aquella taberna. Había ido por un motivo en especial y debía cumplirlo, ahora miró al camarero para que se le acercara. Una vez este estuvo cerca le preguntó que quería.
- Necesito hablar contigo a solas.
- Lo lamento, lo que quiera decir dígalo aquí señor o espere cinco minutos y le atenderé, pero no sé porqué debería.
El castaño sonrió de lado mientras ahora se quitaba la capucha y el pañuelo, la mirada de aquel hombre cambió enseguida, retrocedió incluso varios pasos tragando saliva al ver quién era el encapuchado que estaba frente a sus ojos. Kedra, la pesadilla, un hombre con 300.000.000 B. Precisamente un cartel con su cara estaba allí puesto junto a otros, la gente de la taberna empezó a salir de ella con la cabeza agachada sin hacer ruido. El anciano asintió indicándole que si quería le siguiera al almacén, se notaba que el hombre estaba tremendamente asustado y no sabía qué hacer, pero no era tonto y no quería hacerle enfadar ahora. Kedra se levantó mientras ahora bostezaba despacio y miraba al chico peli naranja y al peli plateado para hablarles en un tono tranquilo y calmado, pero serio y grave como de costumbre pues era la voz de aquel asesino.
- Voy a hacerle unas preguntas a ese hombre, si queréis podéis ir vosotros a fuera y después iré yo.
Dijo mientras ahora dejaba las manos sobre los bolsillos, después hablaría con el peli naranja más calmado, por el momento debía averiguar un par de cosas y estaba claro que lo descubriría a la fuerza si aquel hombre no cooperaba, aunque viendo el miedo que tenía, cooperar lo iba a hacer y muy bien. Se metió con él y cerró la puerta tras de sí mientras ahora se cruzaba de brazos a punto de empezar la conversación con aquel hombre mayor.
Era un chico que vestía con una camiseta de tonos naranjas y un pantalón blanco, además portaba unas sandalias. Ese hombre parecía venir de la playa en época de verano al parecer, debido a las pintas que llevaba. Su cabello era corto y anaranjado también y no parecía una mala persona para nada, quería invitarles y él no iba a quejarse de nada. Pudo notar como ahora el camarero le miraba esperando una respuesta, era un tipo mayor de pelo grisáceo y largo, vestía con un abrigo negro con los bordes blancos, además sus ojos eran verdes intensos. Le estaba poniendo nervioso con aquella mirada, pero entendió que el hombre solo esperaba a que le dijera lo que iba a tomar. Dedicó otra mirada al chico peli plateado y lentamente tomó una carta pasándosela a su compañero, dándole un toque suave en el hombro para que se enterase. Después miró al camarero de forma calmada y tranquila y dejó salir una voz bastante grave, además de seria.
- A mí póngame un vaso de agua, si hielo. Al chico de mi lado póngale lo que le diga, pero preferiblemente si es alcohol no en mucha cantidad.
El lobo oscuro escuchó ahora las palabras de aquel chico, quería salir a fuera a conversar, con lo calentito que se estaba allí dentro y la pereza que daba tener que moverse a la salida. Además tenía unas cosas que hacer en aquella taberna. Había ido por un motivo en especial y debía cumplirlo, ahora miró al camarero para que se le acercara. Una vez este estuvo cerca le preguntó que quería.
- Necesito hablar contigo a solas.
- Lo lamento, lo que quiera decir dígalo aquí señor o espere cinco minutos y le atenderé, pero no sé porqué debería.
El castaño sonrió de lado mientras ahora se quitaba la capucha y el pañuelo, la mirada de aquel hombre cambió enseguida, retrocedió incluso varios pasos tragando saliva al ver quién era el encapuchado que estaba frente a sus ojos. Kedra, la pesadilla, un hombre con 300.000.000 B. Precisamente un cartel con su cara estaba allí puesto junto a otros, la gente de la taberna empezó a salir de ella con la cabeza agachada sin hacer ruido. El anciano asintió indicándole que si quería le siguiera al almacén, se notaba que el hombre estaba tremendamente asustado y no sabía qué hacer, pero no era tonto y no quería hacerle enfadar ahora. Kedra se levantó mientras ahora bostezaba despacio y miraba al chico peli naranja y al peli plateado para hablarles en un tono tranquilo y calmado, pero serio y grave como de costumbre pues era la voz de aquel asesino.
- Voy a hacerle unas preguntas a ese hombre, si queréis podéis ir vosotros a fuera y después iré yo.
Dijo mientras ahora dejaba las manos sobre los bolsillos, después hablaría con el peli naranja más calmado, por el momento debía averiguar un par de cosas y estaba claro que lo descubriría a la fuerza si aquel hombre no cooperaba, aunque viendo el miedo que tenía, cooperar lo iba a hacer y muy bien. Se metió con él y cerró la puerta tras de sí mientras ahora se cruzaba de brazos a punto de empezar la conversación con aquel hombre mayor.
Angeline Labelle
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Agilidad
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Akuma no mi
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Después de decir mis palabras sin mirar siquiera a ninguno de los jóvenes, el peli-plateado parecía algo molesto con mis palabras, pues mostraba sus ganas de ir fuera, que resultaban ser nulas. Los dos parecían unos forasteros, pues no mostraban ser de ahí, nada más haber invitado al encapuchado y sin tardar demasiado, este me miró a la cara. Había algo extraño en el, sus ojos no tenían como fondo el blanco, eran unos ojos negros y su iris era de color dorado, unos extraños ojos sin duda y que aparentaban ser los ojos del monstruo de cualquier pesadilla. No tenía miedo, pues el mar tenía todo tipo de personas y sin duda, cada vez había personas más raras y ya no existían casi cosas que pudieran sorprenderme, todos los días encontraba cosas más raras y anormales.
El encapuchado había pedido un vaso de agua y su compañero estaba a punto de pedir algo, y fue entonces cuando le había invitado a salir fuera a hablar, este parecía no tener muchas ganas de salir por el calor que hacía dentro y el frío de fuera, sin duda alguna, las personas de hoy en día no saben soportar el frío. El encapuchado llamó al camarero y le pidió hablar a solas, sin embargo este lo rechazo y dijo que esperase 5 minutos, pues parecía algo ocupado sirviendo a la clientela de aquella calurosa taberna. En la pared se encontraban un montón de carteles con piratas o revolucionarios con precios por sus cabezas, era interesante encontrarte esos carteles, pues algún día esperaba que uno de esos fuese por mi cabeza.
Después de la respuesta negativa del camarero, algo interesante se producía en aquella aburrida isla, el tipo encapuchado se quitó la capucha y el pañuelo que llevaba y todas las personas de la taberna lo reconocieron y salieron corriendo como si de niños asustados se tratase. No sabía quien era ni que había hecho ese hombre para que todos se fueran corriendo, pero girando mi cabeza por el tablón de carteles de recompensas, observé una persona igualita a el y que tenía el increíble precio de 300.000.000 berries por su cabeza, algo sin duda, peligroso. Viendolo de cerca, ese tipo encapuchado de antes, era exactamente esa persona y eso conllevaba ese precio por su cabeza, la verdad es que tenía pintas de asesino si me lo preguntaran.
El tabernero le invitó asustado al almacén a hablar y el joven nos dijo a mi y su compañero peli-plateado que si queremos podemos esperarlo fuera, pues no tardaría mucho en hablar sus asuntos con el tabernero. Parece que estaba buscando algo de información y la única manera de hacerlo era llamar la atención, seguramente no tardasen en llamar a la marina para que llegase a esta isla, pero tardaría un tiempo, pues la isla se encontraba algo inaccesible por los fuertes ventiscos que esta producía. El joven se metió en el almacén y yo decidí ir saliendo fuera de aquel lugar y esperar a ver que tenían pensado hacer los ciudadanos que ya habían observado la cara de aquel peligroso y famoso pirata. Una vez fuera me senté en las escaleras del pórtico y le grité al peli-plateado con voz amigable y sin buscar reirme de el:
-¿Que os trae por esta isla? Supongo que vacaciones no, porque esta isla no parece hecha para vosotros, el frío y la fuerte ventisca suelen resistirse difícilmente y bañarse en estas aguas conllevaría un completo y absurdo suicidio. El tiempo en esta isla no es para nada de lo mejor y sin embargo os encontráis aquí, si lo que buscáis es información, deberíamos visitar la casa del alcalde, seguro que el sabe mucho más que estos ciudadanos incultos. Ya siento mi entrometimiento y no hace falta contestar si es algo privado. Yo he llegado a esta isla en busca de algo de información sobre mi desaparecido padre que aún no he conseguido reencontrar y ni siquiera se si sigue vivo.- Todas mis palabras fueron sinceras y para nada irónicas, puede que me haya entrometido un poco con la primera pregunta, pero esperaba romper el hielo con las siguientes frases y que no se me tratase como enemigo, pues lo último que esperaba era un enemigo con 300.000.000 berries por su cabeza, me resultaría excesivamente complicado escapar de el.
El encapuchado había pedido un vaso de agua y su compañero estaba a punto de pedir algo, y fue entonces cuando le había invitado a salir fuera a hablar, este parecía no tener muchas ganas de salir por el calor que hacía dentro y el frío de fuera, sin duda alguna, las personas de hoy en día no saben soportar el frío. El encapuchado llamó al camarero y le pidió hablar a solas, sin embargo este lo rechazo y dijo que esperase 5 minutos, pues parecía algo ocupado sirviendo a la clientela de aquella calurosa taberna. En la pared se encontraban un montón de carteles con piratas o revolucionarios con precios por sus cabezas, era interesante encontrarte esos carteles, pues algún día esperaba que uno de esos fuese por mi cabeza.
Después de la respuesta negativa del camarero, algo interesante se producía en aquella aburrida isla, el tipo encapuchado se quitó la capucha y el pañuelo que llevaba y todas las personas de la taberna lo reconocieron y salieron corriendo como si de niños asustados se tratase. No sabía quien era ni que había hecho ese hombre para que todos se fueran corriendo, pero girando mi cabeza por el tablón de carteles de recompensas, observé una persona igualita a el y que tenía el increíble precio de 300.000.000 berries por su cabeza, algo sin duda, peligroso. Viendolo de cerca, ese tipo encapuchado de antes, era exactamente esa persona y eso conllevaba ese precio por su cabeza, la verdad es que tenía pintas de asesino si me lo preguntaran.
El tabernero le invitó asustado al almacén a hablar y el joven nos dijo a mi y su compañero peli-plateado que si queremos podemos esperarlo fuera, pues no tardaría mucho en hablar sus asuntos con el tabernero. Parece que estaba buscando algo de información y la única manera de hacerlo era llamar la atención, seguramente no tardasen en llamar a la marina para que llegase a esta isla, pero tardaría un tiempo, pues la isla se encontraba algo inaccesible por los fuertes ventiscos que esta producía. El joven se metió en el almacén y yo decidí ir saliendo fuera de aquel lugar y esperar a ver que tenían pensado hacer los ciudadanos que ya habían observado la cara de aquel peligroso y famoso pirata. Una vez fuera me senté en las escaleras del pórtico y le grité al peli-plateado con voz amigable y sin buscar reirme de el:
-¿Que os trae por esta isla? Supongo que vacaciones no, porque esta isla no parece hecha para vosotros, el frío y la fuerte ventisca suelen resistirse difícilmente y bañarse en estas aguas conllevaría un completo y absurdo suicidio. El tiempo en esta isla no es para nada de lo mejor y sin embargo os encontráis aquí, si lo que buscáis es información, deberíamos visitar la casa del alcalde, seguro que el sabe mucho más que estos ciudadanos incultos. Ya siento mi entrometimiento y no hace falta contestar si es algo privado. Yo he llegado a esta isla en busca de algo de información sobre mi desaparecido padre que aún no he conseguido reencontrar y ni siquiera se si sigue vivo.- Todas mis palabras fueron sinceras y para nada irónicas, puede que me haya entrometido un poco con la primera pregunta, pero esperaba romper el hielo con las siguientes frases y que no se me tratase como enemigo, pues lo último que esperaba era un enemigo con 300.000.000 berries por su cabeza, me resultaría excesivamente complicado escapar de el.
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