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Después del percance del reino de Goa, ahora el barco de la tripulación se desplazaba por el mar del Grand line. Dexter había abandonado la banda en un momento crítico y además ahora el comandante segundo al mando era Inaga. Gracias al monje y Akai, el lobo negro no tuvo muchos problemas, de no ser por ellos dos lo habría podido pasar peor, eso era un voto más de confianza para ellos y por lo tanto mejor relación entre los tres. El tiempo estaba nublado, sin embargo no había señales de lluvia, el día era tranquilo y el viento se paseaba por el paisaje de forma tranquila. El capitán de la tripulación de las sombras se encontraba en la sala de entrenamiento, una sala que había sido totalmente vaciada de muebles y demás. Tan solo había suelo y estaba bastante iluminada, solo había un armario con colchonetas, fundas para dormir y demás. Kedra se hallaba en el centro de la sala con los ojos cerrados y concentrado.
No llevaba la camiseta puesta, de ese modo se podía ver su poderoso cuerpo, los pectorales marcados y definidos, además de sus abdominales desarrollados. El cuello musculado y un grosor de brazos bastante bueno, su cabello se mecía por el viento que entraba debido a una ventana abierta de la sala. Sus dorados ojos ahora se abrieron analizando bien la situación, una sala solitaria y el viento corriendo. Llevaba puestos sus pantalones blancos largos, sin embargo no llevaba las botas de acero, estaba descalzo. En un rincón de la sala se podían ver sus botas, la funda de su navaja con ella dentro y la funda de su revólver con él dentro también. Sonrió de lado dejando ver sus dientes afilados, en un momento dado comenzó con lo que tenía planeado pues estaba entrenando en ese momento. Llevaba ya unas tres horas, estaba tomándose un descanso, pero ahora volvía a la carga, debía volverse lo más fuerte posible para seguir protegiendo a la banda.
Saltó con elegancia y comenzó a lanzar poderosas patadas en pleno aire, sin embargo no usaba toda su fuerza, debido a que podía sin querer formar una onda de choque y reventar una pared. Una vez cayó al suelo comenzó a lanzar puñetazos al aire con más velocidad que fuerza, sus puños estaban pigmentados en un color negro metálico debido a su haki armadura, sin embargo no tardó en anularlo. Ahora comenzó a saltar simplemente buscando altura para después aterrizar con un solo brazo y ponerse a hacer el pino con ese único brazo. Cerró los ojos mientras ahora bajaba las piernas y comenzaban las flexiones con una mano, el sudor recorría su cuerpo debido a la velocidad con la que hacía todo aquello. Le siguieron después las abdominales y segundos después de hacer unas sesenta, se levantó ejerciendo el poder de su energía y levantando un humo negro a su alrededor mientras lanzaba un rugido al aire con todas sus fuerzas.
- ¡Grrrrrrrrrr! ¡Aaaaaaaaght!
Tras su rugido cerró los ojos dejándose caer lentamente hacia atrás haciendo que su espalda chocase contra el suelo pero sin dañarse para nada. Quedó exhausto jadeando y respirando agitado, tres horas usando su velocidad a tope y con un solo descanso de tres minutos, era agotador en todos los sentidos. No pensaba levantarse en un buen rato, desactivó su haki de observación, pero de todas formas su olfato seguía atento a todo y podría oler a quién se acercase debido a que conocía los olores de sus hombres. Llevó su mano derecha a la zona del corazón, donde se podía ver un tatuaje negro de una luna creciente, se trataba de su Yami Moon, este tatuaje tenía una característica especial, pero solo la usaba en combate para no derrochar su energía. Notaba como el corazón se le aceleraba, debido a lo intenso que había sido, sin embargo se relajó y tras unos segundos pudo respirar mejor y con normalidad. De todas formas se quedó allí tirado con la ventana abierta notando el aire en su cara, estaría un par de minutos más hasta recuperarse por completo, a saber que estaban haciendo los demás en el barco de las sombras.
No llevaba la camiseta puesta, de ese modo se podía ver su poderoso cuerpo, los pectorales marcados y definidos, además de sus abdominales desarrollados. El cuello musculado y un grosor de brazos bastante bueno, su cabello se mecía por el viento que entraba debido a una ventana abierta de la sala. Sus dorados ojos ahora se abrieron analizando bien la situación, una sala solitaria y el viento corriendo. Llevaba puestos sus pantalones blancos largos, sin embargo no llevaba las botas de acero, estaba descalzo. En un rincón de la sala se podían ver sus botas, la funda de su navaja con ella dentro y la funda de su revólver con él dentro también. Sonrió de lado dejando ver sus dientes afilados, en un momento dado comenzó con lo que tenía planeado pues estaba entrenando en ese momento. Llevaba ya unas tres horas, estaba tomándose un descanso, pero ahora volvía a la carga, debía volverse lo más fuerte posible para seguir protegiendo a la banda.
Saltó con elegancia y comenzó a lanzar poderosas patadas en pleno aire, sin embargo no usaba toda su fuerza, debido a que podía sin querer formar una onda de choque y reventar una pared. Una vez cayó al suelo comenzó a lanzar puñetazos al aire con más velocidad que fuerza, sus puños estaban pigmentados en un color negro metálico debido a su haki armadura, sin embargo no tardó en anularlo. Ahora comenzó a saltar simplemente buscando altura para después aterrizar con un solo brazo y ponerse a hacer el pino con ese único brazo. Cerró los ojos mientras ahora bajaba las piernas y comenzaban las flexiones con una mano, el sudor recorría su cuerpo debido a la velocidad con la que hacía todo aquello. Le siguieron después las abdominales y segundos después de hacer unas sesenta, se levantó ejerciendo el poder de su energía y levantando un humo negro a su alrededor mientras lanzaba un rugido al aire con todas sus fuerzas.
- ¡Grrrrrrrrrr! ¡Aaaaaaaaght!
Tras su rugido cerró los ojos dejándose caer lentamente hacia atrás haciendo que su espalda chocase contra el suelo pero sin dañarse para nada. Quedó exhausto jadeando y respirando agitado, tres horas usando su velocidad a tope y con un solo descanso de tres minutos, era agotador en todos los sentidos. No pensaba levantarse en un buen rato, desactivó su haki de observación, pero de todas formas su olfato seguía atento a todo y podría oler a quién se acercase debido a que conocía los olores de sus hombres. Llevó su mano derecha a la zona del corazón, donde se podía ver un tatuaje negro de una luna creciente, se trataba de su Yami Moon, este tatuaje tenía una característica especial, pero solo la usaba en combate para no derrochar su energía. Notaba como el corazón se le aceleraba, debido a lo intenso que había sido, sin embargo se relajó y tras unos segundos pudo respirar mejor y con normalidad. De todas formas se quedó allí tirado con la ventana abierta notando el aire en su cara, estaría un par de minutos más hasta recuperarse por completo, a saber que estaban haciendo los demás en el barco de las sombras.
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Akuma no mi
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Me encontraba tumbado en mi habitación mirando al techo y pensando en cuando encontraría a mis hermanos perdidos, mi única meta y mi mayor motivación para seguir avanzando y no perecer en el camino. Mis ojos estaban medio cerrados por lo que apenas notaba la decoración de ésta y lo que veía eran imágenes de mi pasado de cuando me ponía a jugar con mis tres hermanos en el bosque de Tenrou y como nuestros padres nos gritaban y castigaban por desobedecer las prohibiciones de entrar al bosque solos, pero era el mejor lugar donde jugar al escondite o para mantenerse en continuo movimiento huyendo de los animales desarrollando una gran resistencia al huir todos los días de los mismos animales. En un momento dado volví al presente y me levanté tranquilamente mientras recordaba la forma tan curiosa en la que conocí a mi actual capitán pese a que le daba muchos dolores de cabeza con mi poca obediencia y mi sentido del humor particular, el cual se volvió aún más exagerado cuando se unió a la banda la pirata llamada Kira.
Me levanté de un salto y me vestí ya que estaba tumbado completamente desnudo, una costumbre que cogí en mi isla por el calor que hacía durante todo el año. Me puse una ropa más ligera que mi ropa habitual, unos calzoncillos normales y por encima unos pantalones hawaianos rojos con estampado de flores de color amarillo y con solo eso salí de la habitación ya que al estar en el barco no necesitaba llevar conmigo la bufanda ya que en teoría no necesitaría pelear por mi vida sino que simplemente tenía que pasármelo bien y disfrutar del día. Empecé a vagar por el barco rumbo a cubierta con el saxofón en mi mano derecha. Mis pasos se detuvieron al pasar delante de la cocina y notar el olor de chocolate y entré al habitáculo y sin preocuparme si el chocolate era de otra persona lo cogí y empecé a comerlo mientras volvía a caminar tranquilamente por los pasillos del barco cuando escuché una especie de rugido, seguramente Kedra estaría entrenando y ese rugido seguramente significaba que ya había acabado y era un buen momento para gastarle una pequeña broma. Me coloqué tras la pared de la sala de entrenamiento y empecé a tocar el saxofón del cual sonaba una melodía agradable que animaba a moverse y según me decían hacían el descanso más llevadero.
La melodía sonaba bastante por lo que sería audible en el resto del barco también, al menos en parte de él. Sin embargo al acabar la melodía empecé a crear un poco de fuego que empecé a empujar por debajo de la puerta y a dirigir hacia el centro de la habitación que era donde solía entrenar el capitán y conforme las llamas llegaban al centro yo me estaba levantando y continuaba caminando hacia la cubierta riéndome tranquilamente esperando a que Kedra viniera corriendo a intentar matarme. Finalmente, tras tanto cambio de planes salí a la cubierta donde me subí a una barandilla y volví a tocar el saxofón, pero con una melodía más alegre.
Me levanté de un salto y me vestí ya que estaba tumbado completamente desnudo, una costumbre que cogí en mi isla por el calor que hacía durante todo el año. Me puse una ropa más ligera que mi ropa habitual, unos calzoncillos normales y por encima unos pantalones hawaianos rojos con estampado de flores de color amarillo y con solo eso salí de la habitación ya que al estar en el barco no necesitaba llevar conmigo la bufanda ya que en teoría no necesitaría pelear por mi vida sino que simplemente tenía que pasármelo bien y disfrutar del día. Empecé a vagar por el barco rumbo a cubierta con el saxofón en mi mano derecha. Mis pasos se detuvieron al pasar delante de la cocina y notar el olor de chocolate y entré al habitáculo y sin preocuparme si el chocolate era de otra persona lo cogí y empecé a comerlo mientras volvía a caminar tranquilamente por los pasillos del barco cuando escuché una especie de rugido, seguramente Kedra estaría entrenando y ese rugido seguramente significaba que ya había acabado y era un buen momento para gastarle una pequeña broma. Me coloqué tras la pared de la sala de entrenamiento y empecé a tocar el saxofón del cual sonaba una melodía agradable que animaba a moverse y según me decían hacían el descanso más llevadero.
La melodía sonaba bastante por lo que sería audible en el resto del barco también, al menos en parte de él. Sin embargo al acabar la melodía empecé a crear un poco de fuego que empecé a empujar por debajo de la puerta y a dirigir hacia el centro de la habitación que era donde solía entrenar el capitán y conforme las llamas llegaban al centro yo me estaba levantando y continuaba caminando hacia la cubierta riéndome tranquilamente esperando a que Kedra viniera corriendo a intentar matarme. Finalmente, tras tanto cambio de planes salí a la cubierta donde me subí a una barandilla y volví a tocar el saxofón, pero con una melodía más alegre.
kira "killer honey"
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Kira estaba tumbada panza arriba durmiendo una pequeña siesta cuando comenzó a mover la nariz arrugándola.
Abrió un ojo con un gruñido y miró hacia la puerta entreabierta del camarote, estaba tan tranquila, soñando que se bañaba en una piscina de chocolate cuando detecto un ligero pero claro olor a quemado.
-ese guasón de Akai, ya ha estado haciendo de las suyas.
Bostezó y se desperezó, al fin y al cabo, ahora que estaba despierta era mejor que aprovechara su tiempo.
Se levantó, en ropa interior y sacó del armario lo primero que pilló, que resultó ser una camiseta de Kedra, la miró un segundo y encogiéndose de hombros se la puso. Le llegaba casi a las rodillas así que no se molestó en ponerse un pantalón.
No era demasiado alta, pero sus piernas eran largas y estilizadas y su cuerpo tenia una bonitas curvas, por no hablar del generoso pecho. En general, la genética y el entrenamiento le habían dado un físico agradable, aunque a veces odiaba parecer tan frágil y dulce, normalemnte le costaba que cualquiera, sobretodo los hombres, la tomaran en cuenta como luchadora por su aspecto de niña buena que no rompe un plato.
No tenía ahí sus zapatos ni su cinturón de armas pero no tenía ganas de ir a su camarote a buscar ropa, aunque ahora que lo pensaba, tal vez debería traerla al del capitán, al fin y al cabo, siempre dormía ahí, la cama de su camarote permanecía intacta siempre, pero ella no tenía la culpa, aquel camarote tenía ventana más grande, y ella odiaba los espacios cerrados.
Descalza y acomodándose su negro cabello con algunos mechones azules con sus palillos en un moño revuelto salió del camarote, siguiendo el olor a quemado hasta llegar a una puerta, sabía que el lobo solía entrenar ahí y apostaba una tableta de chocolate a que Akai había gastado una de sus bromas, sonrió de medio lado, negando con la cabeza y decidió dejar el asunto así, que ellos solucionaran sus cosas, ella tenía hambre y no pensaba esperar para comer algo.
Miró a todos lados asegurándose de que no había nadie y se coló en la bodega del barco. Donde guardaban municiones y provisiones y se dirigió a un rincón oscuro y abandonado, donde solo había un arcón de metal.
Sonriendo con malicia, saco de su escote una llave y abrió el enorme candado que lo cerraba.
Enseguida un fuerte olor a perfume se esparció por el lugar. Una mezcla de varias fragancias, cada una más fuerte que la anterior, capaz de marear al más duro. Pero era la única manera de esconder su preciado tesoro de la curiosa y potente nariz de ciertos elementos que tenia por compañeros.
Sabía que el olfato de algunos de sus compañeros era excepcional, terriblemente fino pero también por eso, más sensible a los químicos. Así que escondía su amado y sagrado chocolate en aquel lugar después de rociarlo con cada crema, colonia y perfume que encontró.
Sacó un par de tabletas de chocolate con leche y almendras y volvió a cerrar el arcón devolviendo la llave a su sitio.
Comiendo felizmente el dulce subió a la cubierta y se sentó en la borda, estirando las piernas al sol y sonriendo ante el viento que le daba en la cara.
De algún lugar cercano llegaba una agradable música que le hizo seguir el ritmo con la cabeza, reconoció la canción y sonrió, comenzando a cantar a media voz, siguiendo la melodía con el pie en el aire.
-Tall and tan
And young and lovely
The girl from Ipanema
Goes walking
And when she passes
Each one she passes goes
Oooh
Abrió un ojo con un gruñido y miró hacia la puerta entreabierta del camarote, estaba tan tranquila, soñando que se bañaba en una piscina de chocolate cuando detecto un ligero pero claro olor a quemado.
-ese guasón de Akai, ya ha estado haciendo de las suyas.
Bostezó y se desperezó, al fin y al cabo, ahora que estaba despierta era mejor que aprovechara su tiempo.
Se levantó, en ropa interior y sacó del armario lo primero que pilló, que resultó ser una camiseta de Kedra, la miró un segundo y encogiéndose de hombros se la puso. Le llegaba casi a las rodillas así que no se molestó en ponerse un pantalón.
No era demasiado alta, pero sus piernas eran largas y estilizadas y su cuerpo tenia una bonitas curvas, por no hablar del generoso pecho. En general, la genética y el entrenamiento le habían dado un físico agradable, aunque a veces odiaba parecer tan frágil y dulce, normalemnte le costaba que cualquiera, sobretodo los hombres, la tomaran en cuenta como luchadora por su aspecto de niña buena que no rompe un plato.
No tenía ahí sus zapatos ni su cinturón de armas pero no tenía ganas de ir a su camarote a buscar ropa, aunque ahora que lo pensaba, tal vez debería traerla al del capitán, al fin y al cabo, siempre dormía ahí, la cama de su camarote permanecía intacta siempre, pero ella no tenía la culpa, aquel camarote tenía ventana más grande, y ella odiaba los espacios cerrados.
Descalza y acomodándose su negro cabello con algunos mechones azules con sus palillos en un moño revuelto salió del camarote, siguiendo el olor a quemado hasta llegar a una puerta, sabía que el lobo solía entrenar ahí y apostaba una tableta de chocolate a que Akai había gastado una de sus bromas, sonrió de medio lado, negando con la cabeza y decidió dejar el asunto así, que ellos solucionaran sus cosas, ella tenía hambre y no pensaba esperar para comer algo.
Miró a todos lados asegurándose de que no había nadie y se coló en la bodega del barco. Donde guardaban municiones y provisiones y se dirigió a un rincón oscuro y abandonado, donde solo había un arcón de metal.
Sonriendo con malicia, saco de su escote una llave y abrió el enorme candado que lo cerraba.
Enseguida un fuerte olor a perfume se esparció por el lugar. Una mezcla de varias fragancias, cada una más fuerte que la anterior, capaz de marear al más duro. Pero era la única manera de esconder su preciado tesoro de la curiosa y potente nariz de ciertos elementos que tenia por compañeros.
Sabía que el olfato de algunos de sus compañeros era excepcional, terriblemente fino pero también por eso, más sensible a los químicos. Así que escondía su amado y sagrado chocolate en aquel lugar después de rociarlo con cada crema, colonia y perfume que encontró.
Sacó un par de tabletas de chocolate con leche y almendras y volvió a cerrar el arcón devolviendo la llave a su sitio.
Comiendo felizmente el dulce subió a la cubierta y se sentó en la borda, estirando las piernas al sol y sonriendo ante el viento que le daba en la cara.
De algún lugar cercano llegaba una agradable música que le hizo seguir el ritmo con la cabeza, reconoció la canción y sonrió, comenzando a cantar a media voz, siguiendo la melodía con el pie en el aire.
-Tall and tan
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The girl from Ipanema
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- video de la canción:
Vagadus Vares
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“Que día” dije en mi mente, estaba en mi camarote, sentado en la orilla de la cama mientras pensaba en… varias cosas, no sabía qué hacer, tenía ganas de cocinar pero también quería entrenar, me lleve la mano a la cabeza, rascándome y frotándomela, como si eso funcionara para que tomara una decisión. Me puse de pie y camine hacia la cocina, tenía puesto un pantalón, un par de botas de piel y mi venda cubriéndome a la altura de mis ojos, por lo que la parte superior quedaba totalmente expuesta, mostrando cicatrices por batallas, la que más destacaba era la que tenía una marca de bala en mi hombro derecho; en mi espalda se mostraba un cuervo con las alas abiertas, un recuerdo de mi pasado al igual que la marca de bala.
El tiempo estaba nublado, y se iba a poner peor, tenía un mal presentimiento, sabía que era peligroso el Grand Line, es más, había nacido en este mar, pero esta sensación era demasiada poderosa como para poder hacerle caso omiso, aun asi, parecía que faltaba mucho para que llegue esa parte del día. Escuche un grito que provenía de la sala de entrenamiento, Kedra seguramente estaba entrenando, su aura estaba concentrada y dedicada, pero a la vez cansada, se estaba esforzando, y así tiene que ser un capitán.
Después pude apreciar una melodía que venía desde el camarote de Akai, una agradable y suave, relajante, contraria al clima que iba a llegar, pero me distraía de mis problemas y traía un ambiente cómodo al barco; dejo de tocar y poco tiempo después me llego a un olor a quemado, proveniente de la sala de entrenamiento, “ahí va otra vez” pensé, ese Akai siempre de payaso, gastando bromas en el barco, le agregaba ese toque… cómico a esta banda.
Llegue a la cocina y empecé a calentar los sartenes, ponerle aceite y cocinar un rico corte de res, unas verduras al vapor, arroz, una ensalada para acompañar y puré de papa, también un jugo de carne para la entrada; cocine en grandes cantidades, puesto a que ya éramos mucha gente, a comparación a cuando me uní, donde solo éramos 3 en la banda, sentía el aura de la niña en la bodega, pero le hice caso omiso puesto a que cuando iba no faltaban provisiones o municiones, tal vez este escribiendo en su diario o algo por el estilo.
“Cipher pol”, no sé porque recordé el nombre, debía ser mi imaginación, pero ya no me entraba el odio que antes sentía, tal vez había cambiado, solo un poco, pero lo suficiente para no despertar mi sed de sangre. Saque una botella de vino blanco del refrigerador y lo abrí con un cuchillo, me servi en una copa y le di un sorbo mientras la comida se calentaba adecuadamente. Prepare la mesa, poniendo cubiertos, platos y copas para todos, suspire y le di otro trago a la copa, bajándole hasta la mitad.
Empezó a sonar una melodía más alegre en la cubierta, me frote los ojos con los dedos de mi mano derecha, de manera extraña me sentía cansado, empecé a mover mis hombros y cuello, relajándolos y me acabe con otro sorbo lo que sobraba de la copa, ya faltaba poco para que la comida estuviera lista; suspire otra vez y libere un poco mi poder, extendiéndolo por un breve momento, eso de alguna manera me relajaba, quitándome el cansancio y estrés, el cual me estaban atacando sin piedad a mi cuerpo, espero que no se habían dado cuenta, pero eso era imposible, puesto a que mi poder se extiende por todo el barco de una manera un poco... hostil, de todas maneras ya iba a ser hora de comer, por lo que esto le serviría de aviso.
El tiempo estaba nublado, y se iba a poner peor, tenía un mal presentimiento, sabía que era peligroso el Grand Line, es más, había nacido en este mar, pero esta sensación era demasiada poderosa como para poder hacerle caso omiso, aun asi, parecía que faltaba mucho para que llegue esa parte del día. Escuche un grito que provenía de la sala de entrenamiento, Kedra seguramente estaba entrenando, su aura estaba concentrada y dedicada, pero a la vez cansada, se estaba esforzando, y así tiene que ser un capitán.
Después pude apreciar una melodía que venía desde el camarote de Akai, una agradable y suave, relajante, contraria al clima que iba a llegar, pero me distraía de mis problemas y traía un ambiente cómodo al barco; dejo de tocar y poco tiempo después me llego a un olor a quemado, proveniente de la sala de entrenamiento, “ahí va otra vez” pensé, ese Akai siempre de payaso, gastando bromas en el barco, le agregaba ese toque… cómico a esta banda.
Llegue a la cocina y empecé a calentar los sartenes, ponerle aceite y cocinar un rico corte de res, unas verduras al vapor, arroz, una ensalada para acompañar y puré de papa, también un jugo de carne para la entrada; cocine en grandes cantidades, puesto a que ya éramos mucha gente, a comparación a cuando me uní, donde solo éramos 3 en la banda, sentía el aura de la niña en la bodega, pero le hice caso omiso puesto a que cuando iba no faltaban provisiones o municiones, tal vez este escribiendo en su diario o algo por el estilo.
“Cipher pol”, no sé porque recordé el nombre, debía ser mi imaginación, pero ya no me entraba el odio que antes sentía, tal vez había cambiado, solo un poco, pero lo suficiente para no despertar mi sed de sangre. Saque una botella de vino blanco del refrigerador y lo abrí con un cuchillo, me servi en una copa y le di un sorbo mientras la comida se calentaba adecuadamente. Prepare la mesa, poniendo cubiertos, platos y copas para todos, suspire y le di otro trago a la copa, bajándole hasta la mitad.
Empezó a sonar una melodía más alegre en la cubierta, me frote los ojos con los dedos de mi mano derecha, de manera extraña me sentía cansado, empecé a mover mis hombros y cuello, relajándolos y me acabe con otro sorbo lo que sobraba de la copa, ya faltaba poco para que la comida estuviera lista; suspire otra vez y libere un poco mi poder, extendiéndolo por un breve momento, eso de alguna manera me relajaba, quitándome el cansancio y estrés, el cual me estaban atacando sin piedad a mi cuerpo, espero que no se habían dado cuenta, pero eso era imposible, puesto a que mi poder se extiende por todo el barco de una manera un poco... hostil, de todas maneras ya iba a ser hora de comer, por lo que esto le serviría de aviso.
- Poder de la fruta:
- Nivel 30: El usuario es capaz de extender o contraer su aura, haciendo que las demás personas crean que es un tipo más fuerte o más débil de lo normal.
Liberacion de aura
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Midorima lentamente abrió sus ojos, estaba acostado con la cabeza de Sakura en su pecho, hace un tiempo que estaban viajando ambos en el barco de Kedra pero aun así no habían tenido mucho roce con los demás tripulantes, aunque Shintaro sabía quien era Akai meramente porque tuvo que pelear con él hace un tiempo, cosa que le daba alegría encontrarlo de nuevo ya que así podría luchar contra él de nueva cuenta y aparte justo ahora se encontraba con mucha confianza en sí mismo porque su poder había aumentado en cierta manera muy apresurada y ahora era capaz de usar un nuevo nivel de Haki que antes no lograba usar ya que le faltaba cierta práctica, no era algo grave pero ahora que lo tenía podía relajarse un rato e iba a aprovechar este espacio para hacerlo y nada ni nadie lo iba a impedir.
Midorima se levantó de forma tranquila tratando de hacer que Sakura no se despertará ya que quería que durmiera un rato más, le beso de forma tierna la frente para luego salir de la habitación cerrando la puerta con cuidado, su habitación era prácticamente la última y estaba todo en bastante silencio o por lo menos así se notaba hasta que a sus oídos llegó una linda melodía, al parecer el chico de fuego estaba tocando algo cosa que en cierta manera lo tranquilizaba, Shintaro tan solo vestía con un pantalón corto que solo llegaba a las rodillas y nada más, ni siquiera se había preocupado en ponerse las pesas y solo dejaba al aire sus poderosos músculos. Sus abdominales bien marcados, sus brazos muy gruesos y su cuello medianamente desarrollado, el peli verde bostezó con tranquilidad mientras se arreglaba sus gafas y siguió caminando con tranquilidad por el largo pasillo.
La tranquilidad duró poco cuando sintió una gran presión sobre el cuerpo, cosa que hizo que en cierta manera quedará preocupado pero no por él sino que por Sakura…esos malditos lunáticos aun no sabían controlar sus poderes, así que se mantuvo en el pasillo por si su hermosa mujer salía de la habitación, pero eso no sucedió ya que al parecer estaba muy sumida en el mundo de Morfeo, así que continuó su paseo tranquilamente hasta que logró llegar al lugar que buscaba, la cocina donde al parecer alguien estaba haciendo algo para comer ya que olía demasiado bien, así que entró tranquilamente mientras veía al hombre que estaba en ella…si no mal recordaba era Vince y era el encargado de hacer la comida, así que Midorima se sentó en la mesa y le dijo de forma tranquila al cocinero:
Midorima: Vince ¿Verdad? Lo siento soy nuevo y aun no me aprendo sus nombres pero ¿podrías darme esa comida que huele tan bien? Que me muero de hambre.
Mencionó de forma tranquila mientras sonreía, aunque dudaba que ese sujeto viera la sonrisa ya que estaba de espaldas, pero le daba igual y espero alguna respuesta o algo inclusive mejor, no tener que hablar mucho pero por culpa de la comida que entraría en su boca…así que se quedó esperando la respuesta de Vince de forma tranquila y calmada.
Midorima se levantó de forma tranquila tratando de hacer que Sakura no se despertará ya que quería que durmiera un rato más, le beso de forma tierna la frente para luego salir de la habitación cerrando la puerta con cuidado, su habitación era prácticamente la última y estaba todo en bastante silencio o por lo menos así se notaba hasta que a sus oídos llegó una linda melodía, al parecer el chico de fuego estaba tocando algo cosa que en cierta manera lo tranquilizaba, Shintaro tan solo vestía con un pantalón corto que solo llegaba a las rodillas y nada más, ni siquiera se había preocupado en ponerse las pesas y solo dejaba al aire sus poderosos músculos. Sus abdominales bien marcados, sus brazos muy gruesos y su cuello medianamente desarrollado, el peli verde bostezó con tranquilidad mientras se arreglaba sus gafas y siguió caminando con tranquilidad por el largo pasillo.
La tranquilidad duró poco cuando sintió una gran presión sobre el cuerpo, cosa que hizo que en cierta manera quedará preocupado pero no por él sino que por Sakura…esos malditos lunáticos aun no sabían controlar sus poderes, así que se mantuvo en el pasillo por si su hermosa mujer salía de la habitación, pero eso no sucedió ya que al parecer estaba muy sumida en el mundo de Morfeo, así que continuó su paseo tranquilamente hasta que logró llegar al lugar que buscaba, la cocina donde al parecer alguien estaba haciendo algo para comer ya que olía demasiado bien, así que entró tranquilamente mientras veía al hombre que estaba en ella…si no mal recordaba era Vince y era el encargado de hacer la comida, así que Midorima se sentó en la mesa y le dijo de forma tranquila al cocinero:
Midorima: Vince ¿Verdad? Lo siento soy nuevo y aun no me aprendo sus nombres pero ¿podrías darme esa comida que huele tan bien? Que me muero de hambre.
Mencionó de forma tranquila mientras sonreía, aunque dudaba que ese sujeto viera la sonrisa ya que estaba de espaldas, pero le daba igual y espero alguna respuesta o algo inclusive mejor, no tener que hablar mucho pero por culpa de la comida que entraría en su boca…así que se quedó esperando la respuesta de Vince de forma tranquila y calmada.
Baozar
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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El ruido de las olas meciendo lentamente el barco era muy relajante para el monje que en cuanto salía el alba, se ponía a meditar ayudado por la suave brisa marina y el sonido tranquilizante de la marea. Su mente poco a poco iba calmándose hasta entrar en un estado de paz total, todo a su alrededor se desvanecía en los pensamientos del monje que veía su alma como era en realidad una continua danza entre el bien y el mal un Ying y un Yang enfrentándose entre ellos para equilibrarse mutuamente.
Al cabo de dos horas los demás miembros de la tripulación empezaron a levantarse, el día se había vuelto nublado y empezaba a haber actividad en el barco, su fino oído le permitía escuchar a su capitán ejercitándose, sin contar el rugido que seguramente habría despertado a todos los miembros de la tripulación que siguieran dormidos. Uno de los miembros seguramente Akai había empezado a tocar una alegre melodía, pero el estilo musical del monje no era precisamente tan alegre, se quedo escuchando la música observando pasar las nubes hasta que algo lo saco de su ensoñación, la música hacía tiempo que había desaparecido, pero un agradable aroma a comida llego hasta sus fosas nasales. Seguramente Vince estaría preparando la comida, no había nadie mejor que ese joven ciego para cocinar, desde luego poseía un don increíble.
Al cabo de unos segundos se sintió una liberación de energía procedente de la cocina, este Vince seguramente quería impresionar a los nuevos. Lentamente el monje se levanto y se dispuso a bajar de su camarote en el mástil del barco, realizando una voltereta aterrizo en la cubierta principal con su flauta en la mano. Cogió aire y empezó a tocar una lúgubre melodía más acorde a su estilo musical. (el sonido con su flauta travesera no con violin)
Cuando llego a la cocino se encontró con uno de los miembros más recientes, preguntándole al cocinero si podía coger algo de comer. El monje dejando de tocar se acerco a la puerta y dijo.
Vince danos de comer ¿no ves que estos jóvenes se mueren de hambre? Ven siéntate, me llamo Inaga Castamere y tu cómo te llamas?
Si esperar la respuesta del cocinero, Inaga se sentó en la mesa y le hizo una indicación a su nuevo compañero para que se sentara a su lado si quería, posteriormente saco una botella de vino de la despensa y empezó a bebérsela, esperando que su nuevo compañero les hiciera compañía.
Al cabo de dos horas los demás miembros de la tripulación empezaron a levantarse, el día se había vuelto nublado y empezaba a haber actividad en el barco, su fino oído le permitía escuchar a su capitán ejercitándose, sin contar el rugido que seguramente habría despertado a todos los miembros de la tripulación que siguieran dormidos. Uno de los miembros seguramente Akai había empezado a tocar una alegre melodía, pero el estilo musical del monje no era precisamente tan alegre, se quedo escuchando la música observando pasar las nubes hasta que algo lo saco de su ensoñación, la música hacía tiempo que había desaparecido, pero un agradable aroma a comida llego hasta sus fosas nasales. Seguramente Vince estaría preparando la comida, no había nadie mejor que ese joven ciego para cocinar, desde luego poseía un don increíble.
Al cabo de unos segundos se sintió una liberación de energía procedente de la cocina, este Vince seguramente quería impresionar a los nuevos. Lentamente el monje se levanto y se dispuso a bajar de su camarote en el mástil del barco, realizando una voltereta aterrizo en la cubierta principal con su flauta en la mano. Cogió aire y empezó a tocar una lúgubre melodía más acorde a su estilo musical. (el sonido con su flauta travesera no con violin)
Cuando llego a la cocino se encontró con uno de los miembros más recientes, preguntándole al cocinero si podía coger algo de comer. El monje dejando de tocar se acerco a la puerta y dijo.
Vince danos de comer ¿no ves que estos jóvenes se mueren de hambre? Ven siéntate, me llamo Inaga Castamere y tu cómo te llamas?
Si esperar la respuesta del cocinero, Inaga se sentó en la mesa y le hizo una indicación a su nuevo compañero para que se sentara a su lado si quería, posteriormente saco una botella de vino de la despensa y empezó a bebérsela, esperando que su nuevo compañero les hiciera compañía.
movmasan
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Akuma no mi
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Me reincorporé rápidamente debido a la pesadilla que acababa de tener, el rápido movimiento hizo que me tuviera que llevar las manos a las costillas, ya que aún estaba convaleciente después del combate con Kedra. Asustado miré al mi alrededor, ¿dónde estaba?, me encontraba en una habitación confortable, estaba sobre la cama, pero me hallaba totalmente cubierto de sangre de pies a cabeza. Me toqué todo el cuerpo buscando la fuente, pero por lo visto aquella sangre no era mía,¿Qué demonios está pasando?. Tenía que encontrar respuestas, así que traté de relajarme, la habitación se movía, por lo que deduje que estaba en un barco, seguramente algún arma caritativa me vio destrozado en el suelo y se apiadó de mí.
Mis cosas estaban en el suelo tiradas de cualquier manera, cogí mi chaqueta y la colgué de una percha que había detrás de la puerta, me la pondría, pero la dejaría llena de sangre también. Acto seguido recogí mis tres katanas y las dejé de pie al lado del cabezal de la cama. Lo primero es lo primero, una vez recogida la habitación, tenía que agradecer la hospitalidad y encontrar un sitio donde lavarme la ropa y darme una ducha para quitar toda aquella sangre, además también me gustaría saber como había llegado a ponerme así de embadurnado.
Cuando fui a abrir la puerta, escuché un fuerte grito, un grito inconfundible, era Kedra. Después de escuchar el grito di dos pasos hacia atrás alejándome de la puerta ¿Qué hacía Kedra allí? ¿Lo estaban torturando o simplemente les ha seguido y los está matando a todos? Si era lo primero, no me podía ni imaginar que clase de monstruos tenían que ser para conseguir atrapar a Kedra, y si era lo segundo, podría ser que hubiera venido para acabar lo que empezó. Pero eso no tenía mucha lógica, dijo que era un combate amistoso y si me hubiera querido matar, había tenido la oportunidad perfecta después de asestarme aquel tremendo puñetazo.
No podía salir de allí desprotegido sin saber lo que me esperaría la otro lado de esa puerta, por lo que decidí coger mis katanas, me dirigí de nuevo hacia la puerta, intenté abrirla de nuevo, pero cuando tenía la mano sobre el pomo, noté un aura oscura procedente del exterior que hizo que un fuerte escalofrío recorriese todo mi cuerpo. Del miedo que sentí, me quedé paralizado y se me cayeron al suelo las katanas.¿Qué demonios había sido eso?
Me senté en la cama con las manos en la cabeza, hundiendo los dedos en mi cabello blanco, ahora rojo por la sangre que me cubría. Mientras intentaba pensar qué podía hacer, comencé a escuchar una agradable melodía de saxofón. Aquello era un barco de locos, estaba ensangrentado, se oían gritos, se notaban auras hostiles y oscuras, se escuchaban melodías tranquilizadoras ¿Dónde demonios me había metido? Casi prefería que Kedra me hubiese matado en el dojo.
Al final me decidí, si estaba en aquel barco y debía morir, daría igual que me quedará en aquella cama o que saliera a por ellos, si estaba en aquel camarote y ya habíamos zarpado, ellos debían saber de sobra que yo estaba allí así que si querían matarme ya lo podían haber hecho. Quedarme en aquella habitación no me daba más que angustia causada por el desconocimiento de lo que había al otro lado de aquella puerta, y la única forma de acabar con la angustia a lo desconocido, era conociéndolo. Me levanté de nuevo, cogí mis katanas, y ahora si, abrí la puerta.
Seguí por el pasillo recto hacia la cubierta, donde pude contemplar a un hombre sin camisa y con unos extraños pantalones tocando el saxofón sobre la barandilla, el era la fuente de aquella melodía tranquilizadora y, posiblemente, la única cosa pacífica de aquel barco. Me acerqué a el músico pensando que podría ser amigable dada la relajante música que tocaba, aunque también cabía la posibilidad de que fuera el más loco de todos por tocar tan tranquilamente cuando Kedra estaba chillando y alguien estaba emitiendo auras asesinas. De todos modos no quería interrumpirle, no fuera a ser que se molestase y, hipnotizado por aquella melodía, me quedé observándole desde una distancia de unos 5 metros, con las dos katanas de acero empuñadas, pero no estaba en pose ofensiva, estaba con los brazos relajados, haciendo que parte de los filos de las puntas de las katanas reposasen sobre el suelo. Aquello era una temeridad porque si decidía girarse y atacarme no me daría tiempo a defenderme ya que me pillaría con la guardia baja, pero si se giraba y me veía en pose ofensiva puede que, sin tener pensado atacarme, no le quedara más remedio que matarme por lo que opté por no darle motivos de preocupación. Que fuera lo que dios quiera.
Mis cosas estaban en el suelo tiradas de cualquier manera, cogí mi chaqueta y la colgué de una percha que había detrás de la puerta, me la pondría, pero la dejaría llena de sangre también. Acto seguido recogí mis tres katanas y las dejé de pie al lado del cabezal de la cama. Lo primero es lo primero, una vez recogida la habitación, tenía que agradecer la hospitalidad y encontrar un sitio donde lavarme la ropa y darme una ducha para quitar toda aquella sangre, además también me gustaría saber como había llegado a ponerme así de embadurnado.
Cuando fui a abrir la puerta, escuché un fuerte grito, un grito inconfundible, era Kedra. Después de escuchar el grito di dos pasos hacia atrás alejándome de la puerta ¿Qué hacía Kedra allí? ¿Lo estaban torturando o simplemente les ha seguido y los está matando a todos? Si era lo primero, no me podía ni imaginar que clase de monstruos tenían que ser para conseguir atrapar a Kedra, y si era lo segundo, podría ser que hubiera venido para acabar lo que empezó. Pero eso no tenía mucha lógica, dijo que era un combate amistoso y si me hubiera querido matar, había tenido la oportunidad perfecta después de asestarme aquel tremendo puñetazo.
No podía salir de allí desprotegido sin saber lo que me esperaría la otro lado de esa puerta, por lo que decidí coger mis katanas, me dirigí de nuevo hacia la puerta, intenté abrirla de nuevo, pero cuando tenía la mano sobre el pomo, noté un aura oscura procedente del exterior que hizo que un fuerte escalofrío recorriese todo mi cuerpo. Del miedo que sentí, me quedé paralizado y se me cayeron al suelo las katanas.¿Qué demonios había sido eso?
Me senté en la cama con las manos en la cabeza, hundiendo los dedos en mi cabello blanco, ahora rojo por la sangre que me cubría. Mientras intentaba pensar qué podía hacer, comencé a escuchar una agradable melodía de saxofón. Aquello era un barco de locos, estaba ensangrentado, se oían gritos, se notaban auras hostiles y oscuras, se escuchaban melodías tranquilizadoras ¿Dónde demonios me había metido? Casi prefería que Kedra me hubiese matado en el dojo.
Al final me decidí, si estaba en aquel barco y debía morir, daría igual que me quedará en aquella cama o que saliera a por ellos, si estaba en aquel camarote y ya habíamos zarpado, ellos debían saber de sobra que yo estaba allí así que si querían matarme ya lo podían haber hecho. Quedarme en aquella habitación no me daba más que angustia causada por el desconocimiento de lo que había al otro lado de aquella puerta, y la única forma de acabar con la angustia a lo desconocido, era conociéndolo. Me levanté de nuevo, cogí mis katanas, y ahora si, abrí la puerta.
Seguí por el pasillo recto hacia la cubierta, donde pude contemplar a un hombre sin camisa y con unos extraños pantalones tocando el saxofón sobre la barandilla, el era la fuente de aquella melodía tranquilizadora y, posiblemente, la única cosa pacífica de aquel barco. Me acerqué a el músico pensando que podría ser amigable dada la relajante música que tocaba, aunque también cabía la posibilidad de que fuera el más loco de todos por tocar tan tranquilamente cuando Kedra estaba chillando y alguien estaba emitiendo auras asesinas. De todos modos no quería interrumpirle, no fuera a ser que se molestase y, hipnotizado por aquella melodía, me quedé observándole desde una distancia de unos 5 metros, con las dos katanas de acero empuñadas, pero no estaba en pose ofensiva, estaba con los brazos relajados, haciendo que parte de los filos de las puntas de las katanas reposasen sobre el suelo. Aquello era una temeridad porque si decidía girarse y atacarme no me daría tiempo a defenderme ya que me pillaría con la guardia baja, pero si se giraba y me veía en pose ofensiva puede que, sin tener pensado atacarme, no le quedara más remedio que matarme por lo que opté por no darle motivos de preocupación. Que fuera lo que dios quiera.
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Akuma no mi
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Una vez más, estaba en aquella sala oscura, frente a la figura de aquella persona misteriosa que lideraba las fuerzas de aquella lúgubre organización sin mancharse las manos y sin dar la cara. Mi trabajo como infiltrado de la revolución había finalizado, aunque para mi mala suerte, no como el gobierno esperaba. Jin había muerto, o eso decía, pues yo no presencié su fallecimiento ni vi su cuerpo inerte. La banda se disolvió y yo me quedé sin información, cosa que disgustaba a mis superiores. Pero un clavo saca a otro clavo y como no cumplí mi trabajo, debería compensarlo con algo mejor.
-Kage Akuma se está convirtiendo en un problema. Su capitán está demostrando ser bastante peligroso y no podemos dejarlos campar a sus anchas. Klein, volverás a infiltrarte, esta vez en una banda pirata, pero no queremos información, queremos destruirlos. Tienes que ganarte su confianza, demostrar lealtad, a cualquier precio, y cuando confíen ciegamente en ti, te encargarás de eliminarlos.- Decía aquel hombre, en un tono serio como siempre, dando una calada poco después, de aquel puro que sostenía con su mano derecha y exhalando el humo en forma de círculos.
-¿A cualquier precio?- Pregunté extrañado. -¿Qué pasa si tengo que matar marines u otros agentes del gobierno?- Continué.
-Los matas.- Respondió.
-¿Tan importante es la erradicación de esta banda que eliminaríais a cientos de hombres de vuestro propio bando?- Cuestioné yo.
-Eres un simple peón. Cumple tu cometido y deja de interrogar a tus superiores. No eres más que el arma que ejecuta, nosotros somos los que te dirigen y tu no tienes elección. Ahora ve en busca de Kage Akuma y conviértete en uno de ellos.- Fueron las últimas palabras antes de que realizara un gesto con la mano para que me fuese.
-"Algún día cumpliré mi parte del trato y os tragaréis todas vuestras palabras, cerdos del gobierno."- Pensaba yo mientras me dirigía hacia fuera del edificio.
Tenía que ir al Grand Line, su barco navegaba por alta mar, cerca de Arabasta, esa era la última información que tenía, así que agarré mi Waver y me lancé al agua. Tenía que ir rápido si quería alcanzarlos, aunque tenía la suerte de que los piratas no solían ir a gran velocidad por el mar si no tenían prisa o estaban en medio de una guerra y mi vehículo era bastante rápido. La única pega es que debía de pensar la forma de llegar al barco sin que me tomaran como un enemigo y el cómo me uniría a la banda. No era cuestión de meterme en su barco y pedir un puesto, no todo era tan fácil.
-Kage Akuma se está convirtiendo en un problema. Su capitán está demostrando ser bastante peligroso y no podemos dejarlos campar a sus anchas. Klein, volverás a infiltrarte, esta vez en una banda pirata, pero no queremos información, queremos destruirlos. Tienes que ganarte su confianza, demostrar lealtad, a cualquier precio, y cuando confíen ciegamente en ti, te encargarás de eliminarlos.- Decía aquel hombre, en un tono serio como siempre, dando una calada poco después, de aquel puro que sostenía con su mano derecha y exhalando el humo en forma de círculos.
-¿A cualquier precio?- Pregunté extrañado. -¿Qué pasa si tengo que matar marines u otros agentes del gobierno?- Continué.
-Los matas.- Respondió.
-¿Tan importante es la erradicación de esta banda que eliminaríais a cientos de hombres de vuestro propio bando?- Cuestioné yo.
-Eres un simple peón. Cumple tu cometido y deja de interrogar a tus superiores. No eres más que el arma que ejecuta, nosotros somos los que te dirigen y tu no tienes elección. Ahora ve en busca de Kage Akuma y conviértete en uno de ellos.- Fueron las últimas palabras antes de que realizara un gesto con la mano para que me fuese.
-"Algún día cumpliré mi parte del trato y os tragaréis todas vuestras palabras, cerdos del gobierno."- Pensaba yo mientras me dirigía hacia fuera del edificio.
Tenía que ir al Grand Line, su barco navegaba por alta mar, cerca de Arabasta, esa era la última información que tenía, así que agarré mi Waver y me lancé al agua. Tenía que ir rápido si quería alcanzarlos, aunque tenía la suerte de que los piratas no solían ir a gran velocidad por el mar si no tenían prisa o estaban en medio de una guerra y mi vehículo era bastante rápido. La única pega es que debía de pensar la forma de llegar al barco sin que me tomaran como un enemigo y el cómo me uniría a la banda. No era cuestión de meterme en su barco y pedir un puesto, no todo era tan fácil.
Tsang Yue
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Un día nublado, sin mucho calor, una visibilidad bastante débil para la mayoría de las personas, pero el joven Etsu no es normal, posee una habilidad que le permite ver más allá que cualquiera, y en casi cualquier situación, la verdad es que para su forma de combatir, basada mayormente en el uso de su par de pistolas su habilidad le viene de perlas. El joven se encuentra en lo alto del mástil, en el puesto de vigía, suele dormir en aquél lugar pues es el más indicado para vigilar las distancias, la verdad es que tiene que hablar con el capitán de la tripulación, está cansado y adolorido de dormir en tan precarias condiciones, le dirá que le construya un puesto de vigilancia en condiciones, en el que pueda dormir sin problemas. Su mente se encuentra inmersa en un sinfín de pensamientos, recuerdos del pasado, memorias de lo que un día tuvo y se le arrebató, tormentos de la infancia, pesos muertos que carga en su consciencia, aún no se perdona no haber tenido el poder de defender a los suyos y de vengar la muerte de su padre, muerte que hasta el día de hoy le atormenta, le persigue como un fantasma para recordarle que debe seguir fortaleciéndose, que debe cumplir con su objetivo de vengar a su familia.
El joven se encuentra sentado en el mástil observando las inmediaciones del barco, inmediaciones del joven es muy superior a lo que todos entienden por inmediaciones, su visión alcanza a atisbar perfectamente un objeto hasta doce kilómetros de distancia, algo inaudito para cualquier humano. Con el tiempo el aburrimiento empieza a tomar control de la situación, no tiene mucho interés en aburrirse, pues el aburrimiento lo convierte en una máquina de matar. De modo que juega a disparar a todo ave que entra en su campo de visión, su puntería es asombrosa, no parece tener problemas en acertar aún a larga distancia. Es por eso que se encarga de vigilar desde el mástil, lleva una marca de aciertos del cien por cien, si bien se entretiene variando los puntos en los que golpea, así entrena más que tirando siempre al mismo punto.
De pronto sale gente del interior del barco, los demás tripulantes de la banda, no tiene mucho contacto con ellos la verdad, es que apenas conoce a la gente, pero eso no es problema, tarde o temprano se encontrarían unidos y tendrían que conocerse por fuerza mayor. La verdad es que está deseoso de conocer con quien compartirá viaje y aventuras en el futuro y quienes pueden serle de ayuda en una meta que tiene que cumplir por fuerza mayor. Matar al asesino de su padre y robarle todo su poder. La verdad es que no tiene pensado cuando pero sabe que esa meta se cumplirá.
El joven se encuentra sentado en el mástil observando las inmediaciones del barco, inmediaciones del joven es muy superior a lo que todos entienden por inmediaciones, su visión alcanza a atisbar perfectamente un objeto hasta doce kilómetros de distancia, algo inaudito para cualquier humano. Con el tiempo el aburrimiento empieza a tomar control de la situación, no tiene mucho interés en aburrirse, pues el aburrimiento lo convierte en una máquina de matar. De modo que juega a disparar a todo ave que entra en su campo de visión, su puntería es asombrosa, no parece tener problemas en acertar aún a larga distancia. Es por eso que se encarga de vigilar desde el mástil, lleva una marca de aciertos del cien por cien, si bien se entretiene variando los puntos en los que golpea, así entrena más que tirando siempre al mismo punto.
De pronto sale gente del interior del barco, los demás tripulantes de la banda, no tiene mucho contacto con ellos la verdad, es que apenas conoce a la gente, pero eso no es problema, tarde o temprano se encontrarían unidos y tendrían que conocerse por fuerza mayor. La verdad es que está deseoso de conocer con quien compartirá viaje y aventuras en el futuro y quienes pueden serle de ayuda en una meta que tiene que cumplir por fuerza mayor. Matar al asesino de su padre y robarle todo su poder. La verdad es que no tiene pensado cuando pero sabe que esa meta se cumplirá.
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