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Sato se había enterado de que se estaban acumulando diversas bandas criminales al rededor de la mayor ciudad de toda Arabasta, la llamada Ciudad de los Sueños. Tras horas de viaje, por fin había llegado a la ciudad, era hora de empezar a investigar.
Por suerte, aún no era conocido por los mares (algo que quería cambiar cuanto antes) a si que su peculiar aspecto no iba a interferir en su misión de infiltración. No tardó nada en localizar el enorme edificio donde se acumulaba casi todo el juego ilegal de la nación, sin duda esa especie de cocodrilo de oro localizado en la cumbre no ayudaba mucho a pasar desapercibido
Debido a su nula orientación tardó una hora en llegar al edificio, cansado de dar tantas vueltas decidió tomar un trago. Así que se sentó en la barra del bar que se encontraba cerca de las partidas de poker.
-Un vaso de leche por favor-dijo en un tono amable. El camarero empezó a reírse por su peculiar selección de bebida, pero la risa le duró poco cuando vio las dos katanas reposando en el regazo del samurai.
-Marchando señor- Dijo en un tono nervioso. En menos de un minuto Sato ya tenía su vaso de leche en la mano, y procedió a dar lentos tragos al vaso esperando alguna acción peculiar de alguno de las personas que se encontraban en la sala, l mejor era esperar a que los criminales se delatasen a ellos mismos
Por suerte, aún no era conocido por los mares (algo que quería cambiar cuanto antes) a si que su peculiar aspecto no iba a interferir en su misión de infiltración. No tardó nada en localizar el enorme edificio donde se acumulaba casi todo el juego ilegal de la nación, sin duda esa especie de cocodrilo de oro localizado en la cumbre no ayudaba mucho a pasar desapercibido
Debido a su nula orientación tardó una hora en llegar al edificio, cansado de dar tantas vueltas decidió tomar un trago. Así que se sentó en la barra del bar que se encontraba cerca de las partidas de poker.
-Un vaso de leche por favor-dijo en un tono amable. El camarero empezó a reírse por su peculiar selección de bebida, pero la risa le duró poco cuando vio las dos katanas reposando en el regazo del samurai.
-Marchando señor- Dijo en un tono nervioso. En menos de un minuto Sato ya tenía su vaso de leche en la mano, y procedió a dar lentos tragos al vaso esperando alguna acción peculiar de alguno de las personas que se encontraban en la sala, l mejor era esperar a que los criminales se delatasen a ellos mismos
Rainbow662
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Realmente odiaba el desierto. No soportaba las largas caminatas bajo el Sol sin un ápice de sombra o agua con la que refrescarse, viendo como los increíbles oasis que tomaba por extraordinarios se deshacían en sus manos como un cruel espejismo. Ni siquiera tenía claro lo que hacía ahí, supuso que el destino quería darle una lección por volver a colarse en un barco con el que comerciaban con alcohol mandándole al rincón más sofocante del mundo y haciendo que le tirasen allí mientras estaba borracho. Lo bueno era que soportaba el alcohol fácilmente y no tenía resaca, algo que podía haber sido la guinda a un día, por el momento, nefasto. Sin embargo la suerte volvía a sonreírle por fin. A lo lejos alcanzaba a distinguir la figura borrosa de una ciudad, y donde había una ciudad había sombra y agua y eso era suficiente para hacerle sacar fuerzas de flaqueza y continuar caminando hasta ella. Solo esperaba que no se tratase de otro espejismo.
Por suerte para él, el destino no fue tan cruel en esta ocasión y al cabo de una interminable travesía por el desierto llegó a la ciudad de RainBase. Curiosamente conocía ese lugar, en multitud de ocasiones había oído hablar de su famoso casino y según tenía entendido era un lugar hecho a su medida. En cuanto se adentró a la ciudad vio como se alzaba ante él un enorme cocodrilo dorado que anunciaba la localización del gran casino. El pirata emprendió la marcha hacia allí, dispuesto a jugarse los pocos berries que llevaba encima, mientras por el camino robaba todas las cantimploras de agua que encontraba.
En cuanto llegó, por fin calmada su sed, ignoró las miradas inquietas del personal por ver entrar a un tipo con sus pintas y se encaminó hacia la ruleta. No era muy fan de los juegos de concentración así que prefería dejarlo todo en manos del azar, así era más emocionante. Sin pensárselo comenzó a jugar sin control, hasta que irremediablemente acabó perdiendo todo su dinero. Menos mal que no era suyo. Sin embargo aún no tenía pensado marcharse por lo que tendría que echar mano al bolsillo de algún incauto.
Enseguida localizó a su objetivo, un tipo armado con un par de katanas que bebía sentado en la barra. No tenía claro que era, pero había algo en él que le llamaba la atención, no se trataba de alguien normal. Arribor se acercó a él y se sentó a su lado, no sin antes hacerse con un fajo de billetes cortesía de los jugadores de póker. El pirata pidió algo de beber y se quedó mirando al hombre de las espadas sin ningún tipo de disimulo, seguía habiendo algo en él que le resultaba raro. En ese momento cayó en la cuenta, y aquella revelación le dejó boquiabierto, tanto que fue incapaz de evitar preguntarle por ello.
-Vaya, ¿estás bebiendo leche?
Por suerte para él, el destino no fue tan cruel en esta ocasión y al cabo de una interminable travesía por el desierto llegó a la ciudad de RainBase. Curiosamente conocía ese lugar, en multitud de ocasiones había oído hablar de su famoso casino y según tenía entendido era un lugar hecho a su medida. En cuanto se adentró a la ciudad vio como se alzaba ante él un enorme cocodrilo dorado que anunciaba la localización del gran casino. El pirata emprendió la marcha hacia allí, dispuesto a jugarse los pocos berries que llevaba encima, mientras por el camino robaba todas las cantimploras de agua que encontraba.
En cuanto llegó, por fin calmada su sed, ignoró las miradas inquietas del personal por ver entrar a un tipo con sus pintas y se encaminó hacia la ruleta. No era muy fan de los juegos de concentración así que prefería dejarlo todo en manos del azar, así era más emocionante. Sin pensárselo comenzó a jugar sin control, hasta que irremediablemente acabó perdiendo todo su dinero. Menos mal que no era suyo. Sin embargo aún no tenía pensado marcharse por lo que tendría que echar mano al bolsillo de algún incauto.
Enseguida localizó a su objetivo, un tipo armado con un par de katanas que bebía sentado en la barra. No tenía claro que era, pero había algo en él que le llamaba la atención, no se trataba de alguien normal. Arribor se acercó a él y se sentó a su lado, no sin antes hacerse con un fajo de billetes cortesía de los jugadores de póker. El pirata pidió algo de beber y se quedó mirando al hombre de las espadas sin ningún tipo de disimulo, seguía habiendo algo en él que le resultaba raro. En ese momento cayó en la cuenta, y aquella revelación le dejó boquiabierto, tanto que fue incapaz de evitar preguntarle por ello.
-Vaya, ¿estás bebiendo leche?
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Off rol : Siento no haberlo puesto antes xD
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Por fin se veían las largas calles y los altos edificios de la ciudad de Rainbase, Úrsula se había dirigido a este desamparado lugar por culpa de la fama de sus casinos, en los que esperaba conseguir una pequeña fortuna para poder costearse los gastos del ejército que pensaba adquirir. Había dejado el Holandés Volador oculto en el fondo del rio Sandora, y se desplazaba por el desierto montada en su fiel compañero y arma “Dundee” el cual en su forma animal era un gigantesco cocodrilo Bananawani, en su lomo portaba unos barriles llenos de agua para hidratarse en su caminata por el desierto.
Cuando llego a la ciudad apenas le quedaba agua para refrescarse, por lo que decidió ir al bar del casino antes de empezar a probar suerte con los dados. Observó de camino como la escoria se refugiaba en apestosas casas, mientras la clase alta se rodeaba de todo tipo de lujos, para no llamar más la atención, Úrsula convirtió a “Dundee” en un hacha y fue en busca del gran casino que tenía un gran cocodrilo en su cima.
Al llegar apenas pudo atravesar las puertas debido a su gran volumen, un desdichado hombre que estaba ebrio tubo el infortunio de reírse de ella, una de las cosas que ella mas odiaba, con un movimiento rápido fingió un traspiés con sus muchos tentáculos, y al caer aplastó con su mórbido cuerpo al pobre desdichado. Todo quedo en un ligero accidente, pero ese hombre seguramente no volviera a caminar en su vida. Aproximándose a la barra Úrsula iba observando a toda la gente por si algún iluso mas se atrevía a mofarse de ella.
Camarero deme 5 litros de agua y un Martini, agitado no removido.
Dijo mientras aposentaba su figura en tres taburetes de la barra.
Cuando llego a la ciudad apenas le quedaba agua para refrescarse, por lo que decidió ir al bar del casino antes de empezar a probar suerte con los dados. Observó de camino como la escoria se refugiaba en apestosas casas, mientras la clase alta se rodeaba de todo tipo de lujos, para no llamar más la atención, Úrsula convirtió a “Dundee” en un hacha y fue en busca del gran casino que tenía un gran cocodrilo en su cima.
Al llegar apenas pudo atravesar las puertas debido a su gran volumen, un desdichado hombre que estaba ebrio tubo el infortunio de reírse de ella, una de las cosas que ella mas odiaba, con un movimiento rápido fingió un traspiés con sus muchos tentáculos, y al caer aplastó con su mórbido cuerpo al pobre desdichado. Todo quedo en un ligero accidente, pero ese hombre seguramente no volviera a caminar en su vida. Aproximándose a la barra Úrsula iba observando a toda la gente por si algún iluso mas se atrevía a mofarse de ella.
Camarero deme 5 litros de agua y un Martini, agitado no removido.
Dijo mientras aposentaba su figura en tres taburetes de la barra.
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El joven samurai seguía bebiendo de su fresco vaso de leche cuando una sensación extraña le inundó, se sentía...observado. Al girar la cabeza para intentar ver de donde procedía pudo ver a un sujeto extraño sentado justo a su lado, observándolo fijamente.
El extraño debería medir al rededor del 1,80 y la chaqueta negra abierta dejaba ver su bien formado cuerpo, algo que también le llamó la atención fue el parche que poseía en el lado derecho.
-Parece que no soy el único tuerto aquí- pensaba de forma divertida el samurai. Justo al darse cuenta de que Sato había captado su presencia, el joven le había preguntado en un tono sorprendido que hacía bebiendo leche en uno de los mayores casinos del mundo,normal que le resultara extraño.
-Antes de formular preguntas sería mejor que me dijeras tu nombre Sr.Desconocido, el mío es Sato y soy un honorable guerrero procedente del temido país de Wano. Y si, tus ojos no te engañan, estoy bebiendo leche; hace ya mucho que prometí abstenerme del alcohol, y un guerrero de verdad nunca rompe sus promesas.
Al acabar de presentarse otra variopinta figura se aproximó a la barra, era colosal: como 3 o 4 metros de una extraña criatura marina. Sato pensaba que lo más lógico es que fuera un gyojin, pero no se imaginaba que raza de pez sería, sin duda alguna debería de ser terrible.
Fijándose más detalladamente Sato se dio cuenta de que el gyojin era hembra, y parecía estar sedienta; no todos los días se piden 5 litros de agua.
Sin poder evitarlo Sato empezó a analizar con la mirada a la extraña, su única arma visible era una enorme hacha de combate, pero suponía que tenía mas ases en la manga. De manera desapercibida, Sato siguió mirando a la gyojin mientras seguía analizándola.
El extraño debería medir al rededor del 1,80 y la chaqueta negra abierta dejaba ver su bien formado cuerpo, algo que también le llamó la atención fue el parche que poseía en el lado derecho.
-Parece que no soy el único tuerto aquí- pensaba de forma divertida el samurai. Justo al darse cuenta de que Sato había captado su presencia, el joven le había preguntado en un tono sorprendido que hacía bebiendo leche en uno de los mayores casinos del mundo,normal que le resultara extraño.
-Antes de formular preguntas sería mejor que me dijeras tu nombre Sr.Desconocido, el mío es Sato y soy un honorable guerrero procedente del temido país de Wano. Y si, tus ojos no te engañan, estoy bebiendo leche; hace ya mucho que prometí abstenerme del alcohol, y un guerrero de verdad nunca rompe sus promesas.
Al acabar de presentarse otra variopinta figura se aproximó a la barra, era colosal: como 3 o 4 metros de una extraña criatura marina. Sato pensaba que lo más lógico es que fuera un gyojin, pero no se imaginaba que raza de pez sería, sin duda alguna debería de ser terrible.
Fijándose más detalladamente Sato se dio cuenta de que el gyojin era hembra, y parecía estar sedienta; no todos los días se piden 5 litros de agua.
Sin poder evitarlo Sato empezó a analizar con la mirada a la extraña, su única arma visible era una enorme hacha de combate, pero suponía que tenía mas ases en la manga. De manera desapercibida, Sato siguió mirando a la gyojin mientras seguía analizándola.
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¿Cómo pudo no darse cuenta antes? Aquel tipo llevaba una extraña máscara de oso en la cabeza, la pregunta entonces era ¿cómo demonios podía beber? A pesar de la reducida capacidad de concentración de Arribor, no pudo evitar preguntarse si aquella cosa tendría algún agujero por el que beber o al menos respirar. SIn embargo supuso que lo que decía aquel singular espadachín tenía cierto sentido.
-Supongo que si debería presentarme. Puedes llamarme Arribor, o como te de la gana, en realidad eso es lo de men... -El pirata vio interrumpida su presentación debido a la aparición de otro curioso. Por su apariencia debía de ser un gyojin, una gyojin mejor dicho, de apariencia violenta y amenazante y que portaba una gran hacha. Lo cierto era que no podía imaginarse que clase de persona pedía 5 litros de agua y un martini, aunque teniendo en cuenta que era una criatura marina y que estaban en el desierto no era tan raro. El pirata no pudo evitar mirar a aquella mujer con interés, era realmente curiosa la forma en la que se movía usando sus numerosos tentáculos. Solo esperaba que no se le cayese encima o terminaría aplastándolo.
Arribor decidió ignorar por el momento el peculiar aspecto de la gyojin y pidió otra copa. La vació de un trago y una vez saciada su sed se dedicó a saciar su curiosidad. No pudo evitar preguntarse por la rareza de la gente que se había reunido allí y, aunque no creía que siempre hubiese tantas personas extrañas en aquel casino, no fue capaz de reprimir el instinto de mirar a su alrededor ne busca de algún otro bicho raro.
-En fin. -dijo dirigiéndose a sus dos compañeros de barra. -¿Vosotros os habéis escapado de un circo o qué -La sutileza no era precisamente su fuerte, aunque él mismo no era el más indicado para preguntar algo así, debido a su absurda cantidad de rarezas.
-Supongo que si debería presentarme. Puedes llamarme Arribor, o como te de la gana, en realidad eso es lo de men... -El pirata vio interrumpida su presentación debido a la aparición de otro curioso. Por su apariencia debía de ser un gyojin, una gyojin mejor dicho, de apariencia violenta y amenazante y que portaba una gran hacha. Lo cierto era que no podía imaginarse que clase de persona pedía 5 litros de agua y un martini, aunque teniendo en cuenta que era una criatura marina y que estaban en el desierto no era tan raro. El pirata no pudo evitar mirar a aquella mujer con interés, era realmente curiosa la forma en la que se movía usando sus numerosos tentáculos. Solo esperaba que no se le cayese encima o terminaría aplastándolo.
Arribor decidió ignorar por el momento el peculiar aspecto de la gyojin y pidió otra copa. La vació de un trago y una vez saciada su sed se dedicó a saciar su curiosidad. No pudo evitar preguntarse por la rareza de la gente que se había reunido allí y, aunque no creía que siempre hubiese tantas personas extrañas en aquel casino, no fue capaz de reprimir el instinto de mirar a su alrededor ne busca de algún otro bicho raro.
-En fin. -dijo dirigiéndose a sus dos compañeros de barra. -¿Vosotros os habéis escapado de un circo o qué -La sutileza no era precisamente su fuerte, aunque él mismo no era el más indicado para preguntar algo así, debido a su absurda cantidad de rarezas.
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Que delicia sentir el agua bajar por su garganta, agua fría que contrarrestaba el calor infernal que había en estas tierras. Después de que el glorioso líquido fluyera por todo su cuerpo ya sentía mejor, acto seguido agarro el Martini y le dio un par de sorbos pausadamente levantando el dedo meñique como costumbre de la corte. Cuando apenas se había tomado dos tragos se fijo en las personas que había en la barra. Uno de ellos bebía leche y portaba una extraña mascara de oso en su cabeza. Observo como el hombre tuerto que no le había quitado el ojo de encima estaba apoyado en la barra al lado del hombre de la cabeza de oso.
Ambos se presentaron, El de la cabeza de oso y varias katanas se llamaba Sato y el tuerto Arribor, Úrsula se fijo en que parecían hombres fuertes, quizás solo tal vez, pudieran ayudarle a conseguir su objetivo. Empezó a soñar despierta, solo la idea de llevar a cabo los planes que tenia en su cabeza le aumentaba la lívido. Para mas inri, un joven se paseo a su lado con sandalias, dejándole ver sus preciosos pies bien formados y bronceados, a Úrsula eso le habría mucho el apetito. En medio de sus divagaciones escucho como Arribor decía.
-¿Vosotros os habéis escapado de un circo o qué?-
Una sincera carcajada salió desde lo más hondo de la tritón, a decir verdad en la barra se encontraban los tres especímenes más raros de aquel casino.
-Dile a tu padre, que el trauma que te ha causado al sacarte el ojo, te ha provocado problemas mentales. ¿Te has mirado en un espejo?- Riéndose mientras seguía la gracia- ¿Y tu tan feo eres para llevar la cabeza tapada? Dijo refiriéndose a Sato. –Y falto yo, la guapísima sirena que no cabe en su pecera, ¿seriamos un circo muy raro no? Por cierto encantada, mi nombre es Úrsula.
Dijo mientras se acaba el Martini y esperaba la reacción de sus improvisados compañeros de feria.
Ambos se presentaron, El de la cabeza de oso y varias katanas se llamaba Sato y el tuerto Arribor, Úrsula se fijo en que parecían hombres fuertes, quizás solo tal vez, pudieran ayudarle a conseguir su objetivo. Empezó a soñar despierta, solo la idea de llevar a cabo los planes que tenia en su cabeza le aumentaba la lívido. Para mas inri, un joven se paseo a su lado con sandalias, dejándole ver sus preciosos pies bien formados y bronceados, a Úrsula eso le habría mucho el apetito. En medio de sus divagaciones escucho como Arribor decía.
-¿Vosotros os habéis escapado de un circo o qué?-
Una sincera carcajada salió desde lo más hondo de la tritón, a decir verdad en la barra se encontraban los tres especímenes más raros de aquel casino.
-Dile a tu padre, que el trauma que te ha causado al sacarte el ojo, te ha provocado problemas mentales. ¿Te has mirado en un espejo?- Riéndose mientras seguía la gracia- ¿Y tu tan feo eres para llevar la cabeza tapada? Dijo refiriéndose a Sato. –Y falto yo, la guapísima sirena que no cabe en su pecera, ¿seriamos un circo muy raro no? Por cierto encantada, mi nombre es Úrsula.
Dijo mientras se acaba el Martini y esperaba la reacción de sus improvisados compañeros de feria.
Sato
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-¿Cómo osa insultarme de tal manera, a mi, un honorable guerrero del País de Wano- pensaba Sato mientras daba un profundo sorbo a su vaso de leche para reprimirse de contestarle de mala forma a su acompañante tuerto.
Como si un solo insulto no fuera suficiente, la enorme gyojin que también se encontraba en la barra también insultó a los otros dos humanos, en opinión de Sato se había pasado con el tuerto, había mancillado también el honor de su familia. Pero bueno, ella parecía decirlo en un tono divertido, con tal de que no intentase machar aposta el honor del samurai Sato no tomaría represalias.
Por lo menos la mujer también sabía reírse de sus propios defectos, en este caso de su enorme tamaño. Una mujer muy extraña, sin duda alguna. Poco después de hablar se presentó, su nombre era Úrsula. No sabía por que, pero a Sato le parecía el nombre ideal para esa mujer.
-No sé si llegaríamos a hacer un circo, creo que nos lincharía nantes de poder juntarnos- dijo en un tono divertido Sato mientras le daba el último sorbo a su vaso.
-Mi nombre es Sato, y soy un guerrero samurai del País de Wano, aunque supongo que ya lo habrás escuchado- dijo Sato mientras le hacía un gesto al asustado camarero para que le trajese otro vaso de rica leche
Como si un solo insulto no fuera suficiente, la enorme gyojin que también se encontraba en la barra también insultó a los otros dos humanos, en opinión de Sato se había pasado con el tuerto, había mancillado también el honor de su familia. Pero bueno, ella parecía decirlo en un tono divertido, con tal de que no intentase machar aposta el honor del samurai Sato no tomaría represalias.
Por lo menos la mujer también sabía reírse de sus propios defectos, en este caso de su enorme tamaño. Una mujer muy extraña, sin duda alguna. Poco después de hablar se presentó, su nombre era Úrsula. No sabía por que, pero a Sato le parecía el nombre ideal para esa mujer.
-No sé si llegaríamos a hacer un circo, creo que nos lincharía nantes de poder juntarnos- dijo en un tono divertido Sato mientras le daba el último sorbo a su vaso.
-Mi nombre es Sato, y soy un guerrero samurai del País de Wano, aunque supongo que ya lo habrás escuchado- dijo Sato mientras le hacía un gesto al asustado camarero para que le trajese otro vaso de rica leche
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Arribor no pudo evitar reírse. Era curioso como las tres personas más extrañas del lugar se habían juntado en la barra del casino, atrayendo las miradas curiosas e incluso atemorizadas de la mayoría de jugadores y trabajadores. Aunque le sorprendió aún más saber que el tipo de la máscara de oso era un samurái. A pesar de que ya le había dicho que era un guerrero, no imaginaba que sería un samurái. Lo poco que sabía de esa gente era que eran muy orgullosos y que se especializaban en el dominio de la espada. Realmente era una situación peculiar.
-Bien invito a una ronda a todo el mundo. –exclamó el pirata a voz en grito, causando entre los presentes la alegría y el desconcierto a partes iguales. Parecía que dudaban entre aceptar su invitación o temerle por sus pintas de delincuente. Mientras tanto sacó de su bolsillo el grueso fajo de billetes que le había robado a uno de los jugadores de póker y lo dejó caer sobre la mesa, para asombro del camarero. -Bueno, no soy yo quien invita exactamente. –puntualizó en voz más baja, de forma que solo los de la barra pudieran escucharlo.
Mientras el camarero servía las copas, Arribor notó como algo le golpeaba por la espalda. Al principio lo ignoró pues no era un golpe demasiado fuerte, aunque cuando estos se volvieron insistentes decidió girarse dispuesto a devolverlos. Frente a él se encontraba un hombre vestido con un elegante traje azul marino y que portaba un bastón con una especie de figura de oro con forma de vaca en la parte superior.
-Ese dinero con el que osas invitar a bebida es mío. Estoy seguro de que acabas de robármelo, maldito criminal. Exijo que me lo devuelvas de inmediato o me veré obligado a tomar represalias. –dijo el hombre del traje. No parecía la clase de gente que iba por ahí peleando contra cualquiera, pero si algo había aprendido era a no fiarse de las apariencias.
Ante esta amenaza Arribor no tuvo más remedio que coger lo que quedaba del fajo de dinero y acercárselo a su legítimo dueño. Sin embargo no llevaba muy bien que le amenazaran, así que no pudo evitar la tentación de lanzarlo por los aires y contemplar divertido como la gente se empujaba por conseguirlo.
-Bien invito a una ronda a todo el mundo. –exclamó el pirata a voz en grito, causando entre los presentes la alegría y el desconcierto a partes iguales. Parecía que dudaban entre aceptar su invitación o temerle por sus pintas de delincuente. Mientras tanto sacó de su bolsillo el grueso fajo de billetes que le había robado a uno de los jugadores de póker y lo dejó caer sobre la mesa, para asombro del camarero. -Bueno, no soy yo quien invita exactamente. –puntualizó en voz más baja, de forma que solo los de la barra pudieran escucharlo.
Mientras el camarero servía las copas, Arribor notó como algo le golpeaba por la espalda. Al principio lo ignoró pues no era un golpe demasiado fuerte, aunque cuando estos se volvieron insistentes decidió girarse dispuesto a devolverlos. Frente a él se encontraba un hombre vestido con un elegante traje azul marino y que portaba un bastón con una especie de figura de oro con forma de vaca en la parte superior.
-Ese dinero con el que osas invitar a bebida es mío. Estoy seguro de que acabas de robármelo, maldito criminal. Exijo que me lo devuelvas de inmediato o me veré obligado a tomar represalias. –dijo el hombre del traje. No parecía la clase de gente que iba por ahí peleando contra cualquiera, pero si algo había aprendido era a no fiarse de las apariencias.
Ante esta amenaza Arribor no tuvo más remedio que coger lo que quedaba del fajo de dinero y acercárselo a su legítimo dueño. Sin embargo no llevaba muy bien que le amenazaran, así que no pudo evitar la tentación de lanzarlo por los aires y contemplar divertido como la gente se empujaba por conseguirlo.
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Tras un par de minutos el extraño hombre invitó a todos los que se encontraban en el edificio a una ronda, pero al parecer el dinero no era suyo, que deshonroso.
En ese mismo instante el legítimo dueño del dinero apareció reclamando lo que era suyo, su acompañante le devolvió el fajo de billetes de mala gana, se le notaba en la cara.
Parecía un hombre impulsivo, sabía que esa acción podía provocar un altercado, y el samurai ya se había cansado de investigar lago inexistente, era hora de volver con el resto de Heroe´s Force.
Tomando el último vaso de leche pagado por el tuerto, el joven se levantó bruscamente de la silla y se disponía a ir con paso lento hacia la salida.
-Un placer haber pasado una buena noche con vosotros señores, espero que el destino nos vuelva a juntar alguna vez, aunque sin robos preferentemente- dijo mientras se le salía una risita. Podría haber arrestado al hombre, pero le caía bien, aparte los hombres pijos no eran de su agrado.
Tras salir del casino se dirigió a la balsa que había utilizado para viajar hasta la desértica isla, tardó varias horas debido sus nefastas dotes de orientación. Ya listo para zarpar Sato soltó la vela de la pequeña embarcación, le quedaba un largo viaje de vuelta.
TEMA CERRADO
Off rol: Siento las molestias pero prefiero cerrar el tema por tanto la inactividad como que me es urgente recaudar la mayor experiencia posible ne poco tiempo. Siento las molestias :)
En ese mismo instante el legítimo dueño del dinero apareció reclamando lo que era suyo, su acompañante le devolvió el fajo de billetes de mala gana, se le notaba en la cara.
Parecía un hombre impulsivo, sabía que esa acción podía provocar un altercado, y el samurai ya se había cansado de investigar lago inexistente, era hora de volver con el resto de Heroe´s Force.
Tomando el último vaso de leche pagado por el tuerto, el joven se levantó bruscamente de la silla y se disponía a ir con paso lento hacia la salida.
-Un placer haber pasado una buena noche con vosotros señores, espero que el destino nos vuelva a juntar alguna vez, aunque sin robos preferentemente- dijo mientras se le salía una risita. Podría haber arrestado al hombre, pero le caía bien, aparte los hombres pijos no eran de su agrado.
Tras salir del casino se dirigió a la balsa que había utilizado para viajar hasta la desértica isla, tardó varias horas debido sus nefastas dotes de orientación. Ya listo para zarpar Sato soltó la vela de la pequeña embarcación, le quedaba un largo viaje de vuelta.
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