"H" de farsante [Privado - Pasado] [Arribor y Zach]

El vaivén de las olas conseguía mecer a toda la tripulación. No sabía ya exactamente cuantos días llevaba en aquella embarcación a la que me subí para emprender este viaje y aunque al principio los días fueron entretenidos, puesto que toda la tripulación había salido con ganas de puerto, pero una vez comenzaron a pasar los días y las provisiones escasearon también, todo el ambiente cambió.

Estábamos todos muchos más aburridos e irascibles, no encontrábamos entretenimiento ni jugando a las cartas y para colmo no había nada de alcohol desde una semana. Había habido varias peleas a bordo, aunque nadie hizo acopio de querer pararlas ya que eran nuestro único entretenimiento, pero hoy estaba siendo todo distinto.

Se respiraba un ambiente renovado por la cubierta de aquel barco y es que por fin estábamos llegando a nuestro destino. Ya podía vislumbrarse una gran plataforma marina donde debía estar aquel pirata tan famoso, Harribor.

La mayoría de piratas que iban en esta embarcación y en otras muy similares viajaban por una misma razón, unirse a dicho pirata. Se había corrido la voz por todos los Blues de que uno de los piratas más poderosos buscaba gente para su tripulación y muchos de ellos no dudaron en embarcarse y probar suerte. La verdad es que podría ser beneficioso ser miembro de la tripulación de alguien influyente, pero el motivo de mi viaje había sido otro. Yo por mi parte lo que quería era encontrar a alguien en concreto.

Justo antes de emprender este viaje alguien me había robado mi querida espada y no dudaría en remover todos los mares hasta dar con él, el muy maldito aprovechó una noche que estuve de juerga para darme algún tipo de somnífero, pero por suerte había oído que dicho ladrón vendría aquí. Por lo visto quería unirse al tal Harribor y pretendía regalarme mi espada como obsequio, asique cuando por fin llegamos a la plataforma y desembarcamos, prendí un cigarro y me dispuse a dar un paseo para buscarlo.

La verdad es que podría ser una tarea difícil, puesto que habían venido demasiadas embarcaciones y todas ellas llenas. Podían verse varias velas negras, aunque hubo una de ellas que me sorprendió.

-¿Cómo coño ha podido venir alguien en eso? - pensé observando una barca a pedales con forma de ave.

Seguramente habría venido remolcado por algún barco, ya que dudaba que hubiese alguien tan resistente para lograr tal proeza, aunque ahora lo que más me preocupaba era mi arma, puesto que quería conseguirla y salir de allí pintando. Lo más seguro es que la invitación del tal Harribor también hubiese llegado a oídos marines y podría ser una encerrona para cogernos a todos.

Tras subir la larga escalinata que conectaba el embarcadero con la plataforma, comencé mi paseo buscando algún rastro del ladrón. Observaba todos los rostros con los que me cruzaba buscando al tipo por todos lados, aunque rápidamente me di cuenta de que iba a ser una tarea más ardua de lo que esperaba. Ya no era sólo porque la plataforma era más grande de lo que imaginaba, sino porque la afluencia de gente era abrumadora. Había demasiadas personas apiñadas en una larga cola que se adentraba en una estructura que parecía ser la principal de la plataforma. Seguramente ahí estaba el tal Harribor, asique me dirigí a aquella zona directamente.

Si era verdad la información que había obtenido el ladrón debía estar por allí, ya que sólo me llevaba unas horas de ventaja en el viaje y no le habría dado tiempo a marcharse, asique comencé a mirar a cada una de las personas que allí había buscando a aquel tipejo, aunque más bien lo que buscaba con la mirada era mi espada. Podría reconocerla en cualquier lugar, era como un apéndice más de mí, además de que por su tamaño no es fácil de ocultar.

Recorría la cola de arriba a abajo buscando mi preciada arma, algunos piratas se mostraban molestos o incluso incómodos por mi escrutinio, pero me daba igual. No me paraba a escuchar sus palabras malsonantes ni nada parecido, pues mi objetivo era claro. Debía atrapar al tipo, recuperar lo que es mío y coger prestado algún bote de los que allí había para marcharme de aquí, pero no anduve fino y no conseguí ver a aquel tipo.

Había demasiadas personas allí apiñadas y la mirada se me perdía entre todos ellos, así que tras soltar un resoplido de indignación, me giré con intención de airearme la cabeza dando un paseo mientras buscaba una solución.

Encendí otro cigarro con intención de comenzar mi paseo cuando escuché una voz dando voces a mis espaldas.

- ¡Ten cuidado subnormal! Me has clavado esa estúpida arma en el estómago.

Nada más volver a girarme, pude ver como un tipo con una larga barba castaña alzaba el puño en contra de otro tipo más renacuajo.

-¡Oh sí! - pensé maravillado por este giro tan repentino de los acontecimientos.

Allí se encontraba encogido aquel vil ladronzuelo, pero no porque aquel tipo lo estuviese amenazando, sino que su mirada estaba clavada en la mía con un gesto de terror. El muy maldito casi se libra, pero pensaba vengarme por aquella ofensa, así que salí disparado hacia él nada más ver que comenzaba a correr.

El ladrón era bastante más rápido que yo, incluso cargado con mi gran espada no era capaz de alcanzarle. El caco no dudaba en ir empujando a la gente para hacerse hueco entre ellos, hasta me pareció ver como pisaba un enorme animal al pasar por unos de los puestos de comida que había por allí improvisados. Seguramente al dueño no le gustaría aquello, pero  gracias a eso dio un tropezón y casi se le cae el arma, aunque el muy suertudo fue capaz de mantenerla en sus manos a duras penas. Llevaba la punta arrastrando por aquel suelo de madera produciendo un ruido bastante peculiar, cosa que me enfureció bastante al pensar que aquel estúpido iba a estropear mi preciosa vaina. Fue la gota que colmó el vaso.

Proferí un grito de rabia mientras me transformaba en mi Speed Point cambiando absolutamente mi aspecto físico. Varios rasgos de tejón se podían ver en mí, pero lo más importante ahora era que gracias a esa transformación era más rápido y pude alcanzar por fin a mi objetivo. Me abalancé sobre sus espaldas con tanta furia y entusiasmo que salimos disparados en línea recta contra una edificación que allí había en el medio atravesando la fina pared de listones de madera.

El golpe fue bastante contundente, pero ahora mismo no tenía momento de quejarme, sino que me levanté bastante deprisa sin fijarme siquiera en donde me encontraba buscando mi arma entre los trozos de pared. No podía creer que no estuviese allí, incluso levanté al cuerpo desmayado del ladrón por si estaba debajo, pero no había rastro de ella.

Comencé a pensar en darme la vuelta para salir a buscarla cuando una voz grave llamó mi atención haciendo que le fijase donde estaba.

- ¡Qué alguien mate a esa bestia ya! ¿Quién cojones ha dejado suelto algo así? - gritaba un tipo grandote con un parche en el ojo. A su lado había dos hombres que comenzaban a desenfundar sus armas a la vez que caminaban en mi dirección, mientras que por otro lado había un par de personas más allí que se habían quedado pasmados.

Al ver aquellos gestos entendí que la presunta bestia era yo, así que me apresuré a volver a mi forma humana mientras intentaba calmar las aguas.

- Tranqui tíos, ha sido un accidente. Yo iba detrás de este cabronazo que me había robado - dije en tono amigable a la vez que le daba una pequeña patada al ladró para enfatizar mis palabras. - No hace falta que nos pongamos violentos, yo ya me marcho. Tengo que encontrar lo que es mío - seguí hablando mientras sacaba otro cigarrillo.

-¡Qué te has creído tú eso! - gritó el del parche. - Nadie destroza la casa de Harribor y sale indemne. Asique deberás pagar un tributo, ya sea en dinero u sangre. ¡Tú eliges!

Me quedé un momento pensativo al oír sus palabras. No porque me intimidasen sus palabras, sino porque cuando me dijo que era Harribor no pude creer que fuera él. Está claro que es un tipo grandote con un parche, pero me lo imaginaba de otra manera.

- Lo siento compañero, pero no llevo suelto ni tengo ganas de ver vuestra sangre. Acabo de atravesar una jodida pared, dejadme al menos encenderme el cigarro.

- Maldito renacuajo insolente, tú lo has querido. Dadle "fuego" chicos - espetó mientras se reclinaba en su asiento.

Algo me decía que aquellos tipos no iban a darme el fuego que yo quería y para colmo no encontraba mi mechero por más que me lo buscaba en los bolsillos.

Técnica usada:

Al parecer aquellos tíos estaban bastante molestos por mi intromisión. Yo en su situación también estaría enfadado, sólo con imaginarme una situación así en mi chalet sin estrenar me ofuscaba, aunque eso no significaba que fuese a estar quieto si estos idiotas querían pelear conmigo. Habría perdido mi espada, pero eso significaba que no podía defenderme. Nada más ver la situación había usado la excusa de que no me encontraba el mechero para coger una de mis rumbles de uno de mis bolsillos. Debía estar preparado por si la mitad de las cosas que se decían sobre el tipo del parche eran verdad, aunque cuando me encontraba a punto de introducirme aquella píldora en la boca un grito que hizo retumbar toda la estancia nos quedó a todos como paralizados.

Por un segundo todo el mundo se quedó estático sin saber reaccionar. No sabría explicar exactamente porqué pasó eso, pero entonces cuando mi mente por fin quiso reaccionar, me di cuenta que comenzó la locura. Un tipo parecido al que me había amenazado era la fuente de aquel terrible grito. Aquel nuevo invitado tras entrar como un loco se fue directo a por su semejante golpeándolo fuertemente en la cabeza con una patada que lo quedó noqueado.

No comprendí bien que era lo que le pasaba, pero no iba a perder mi oportunidad ahora que los tipos que iban a por mí se habían dado la vuelta hacia el nuevo tipo parcheado dejando sus espaldas al descubierto. Recurrí de nuevo a mi "Speed Point" y en unos segundos me planté cerca de ellos.

- ¡Pts! ¡Mentecatos! No os olvidéis que estoy aquí - chisté al oído del que más cerca estaba llamando de nuevo su atención a la vez que lanzaba una especie de puñetazo, pero con aquellas garras era más bien como una gran puñalada.

Estos se giraron ante el sonido de mi voz para encontrarse mi ataque de frente. El golpe impactó de llenó en el hombro del más cercano causando que este profiriese un grito de dolor, aunque su compañero no tardó en unirse a él ya que nada más golpear al primero, saqué mi garra del primero y rápidamente me acerqué al tipo esquivando un ataque horizontal que me lanzó con su espada, pasando justo por debajo del arco del arma para lanzar así un golpe bajo buscando la pantorrilla del tipo. Nada más que mi garra rasgó su pantalón y se introdujo en su piel, el pirata soltó su arma e intentó recular mientras se agarraba la pierna herida. La verdad es que era una imagen ridícula, asique no le dejé seguir haciendo el memo. Recorrí la distancia que nos separa y le lancé un puñetazo directo hacia la cara. El tipo vio su muerte dirigirse a él ya que veía mis garras dirigirse directamente a su cráneo dispuestas a atravesarlo, pero justo antes de que las uñas llegasen a él estas desaparecieron dejando visible una especie de mano humana recubierta de pelaje. No veía necesidad de matarlo sin más, asique por eso había pasado a mi forma híbrida para simplemente quedarlo noqueado tras salir despegado del suelo un par de metros.

- Mira que os dije que sólo había venido a buscar mi arma, pero no. Tuvisteis que poneros pesados - dije transformándome de nuevo a mi forma  mientras volvía a la zona del agujero por donde había entrado.

-Por fin - pensé aliviado tras encontrar mi espada allí escondida bajo uno de los listones que antes eran parte de la pared.

-Gracias por tu ayuda tío, te invito a algo de comer por ahorrarme el patearle el trasero a ese tal Harribor. La verdad en que en parte esperaba que fuese alguien más fuerte, pero menuda decepción- comencé a decir dirigiéndome al tipo del parche que había entrado como un loco. - Creo que hasta para un pirata de segunda como yo es poca cosa, no entiendo a que viene tanta fama - terminé mientras hacía un ligero movimiento de hombros.

Busqué otro cigarro, puesto que el otro se me había caído en la pelea, y tras darle una larga calada me dirigí a los curiosos que comenzaban a asomarse tanto por la puerta como por el boquete.

-Aquí no hay nada que ver chicos. Quien ya se haya unido a él que llore por tener a un necio debilucho por jefe y al que no lo haya hecho que no pierda ni el tiempo. Creo que el señor Harribor estará indispuesto un par de días.

El tipo del parche que quedaba en pie parecía dispuesto a aceptar mi invitación de comer a pesar de que no dijo palabra alguna, pero pude comprobar como había cambiado su rostro al oír mis palabras. Estaba contento por haber recuperado mi espada y por eso no me importaba gastar algo de dinero con aquel desconocido, pero antes de que pudiésemos marcharnos a llenar nuestros estómagos vacíos un hombre entrado en edad y vestido de mujer se hizo oír por encima del resto.

Tenía un aspecto realmente ridículo a pesar de su inmensa musculatura. Iba ridículo vestido de mujer, pero el muy bastardo estaba consiguiendo remover el ánimo ya enardecido de los seguidores del tal Harribor que aún quedaban en pie, aunque la peor parte se la estaba llevando mi inesperado compañero por su parecido físico con dicho tipo. Al principio pensé que mi mudo amigo reaccionaría como antes, pero se encontraba ahí quieto mirando con ojos desorbitados al travesti sin hacer nada.

-Puta vida... - pensé mientras me adelantaba unos pasos poniéndome en primera línea convirtiéndome en el foco de todas las miradas.

-¡Mirad mamones! - grité terminando de llamar la atención mientras desenfundaba mi espada y la sostenía con una mano. -Si la mitad de cosas que se dicen de vuestro jefe fuesen verdad no estaría ahí tendido como un niño, aquí los únicos farsantes que hay sois vosotros, ni siquiera deberíais llamaros piratas sucias sabandijas. Me avergüenza que cuando alguien piense en una banda de piratas poderosos seáis vosotros, incluso me entran ganas de dejar la piratería... - dije caldeando aún más el ambiente.

Parte de mis palabras sólo eran para encabronar a los tipos, aunque la gran mayoría las pensaba de verdad. Yo me consideraba pirata por muchas cosas, pero resultaba que uno de los hombres más famosos de la piratería resultó ser un blandengue que reclutaba rateros y delincuentes de poca monta. La piratería era algo más que los actos, pero dudaba que ninguno de aquellos estúpidos lo entendiese.

- Haré que te tragues tus palabras niñato - gritó repentinamente el okama.

En realidad era a él a quien había querido provocar todo el rato con mis palabras. Tenía pinta de ser el segundo al mando del tal Harribor o al menos su mayor fan. El motivo de querer provocar a aquel tipo residía en que era el único que conseguía animar al resto de bandoleros y pensé que si lo vapuleaba también se acabaría la reyerta, como la falsa reputación que tenían.

- Después de darte la paliza de tu vida pienso usarte como compañero de catre guapito, prepárate para lo que es bueno - siguió gritando mientras se separaba del grupo para encararme a la vez que los demás piratillas jaleaban su nombre una y otra vez.

Pensé mil cosas que responder a aquel asqueroso tipo, pero pensé que podría desquiciarlo de una manera más simple y sin gastar saliva. Apoyé la punta de mi arma en el suelo de la estancia como bajando la guardia mientras con la otra mano daba una larga calada apurando el pitillo que me había encendido con pasmosa tranquilidad. Al tipo no pareció hacerle mucha gracia mi actitud y menos cuando levanté mi dedo corazón hacia él mientras lanzaba el cigarrillo en su dirección.

Eso pareció ser la gota que colmó el vaso para el okama, ya que lanzó un rugido de rabia y salió corriendo en mi dirección. La verdad es que resultó ser más rápido de lo pensaba, pero aún así el muy torpe cayó en la provocación precipitándose. Esperé pacientemente sin mover un solo músculo como si estuviese sorprendido o asustado mientras el travesti avanzaba, hasta que entonces estuvo a unos dos metros de mi posición con el puño ya en alto dispuesto a lanzarme un puñetazo al rostro. Entonces cambié mi gesto de sorpresa por uno de burla y activé mi ámbito de devastación, haciendo que la silueta del demonio Raiju recubriese todo mi cuerpo formando una especie de coraza a mi alrededor interponiéndose a el golpe del okama. El tipo lanzó un gritito de sorpresa bastante ridículo e intentó recular dando un salto hacia atrás, pero de nada le valió ya que acto seguido de bloquear su golpe con mi "armadura" me lancé a por él empuñando mi espada ahora con las dos manos mientras usaba la técnica de mi ámbito.

El corte fue dirigido hacia su cadera, con toda la potencia que impregnaba mi cuerpo en perfecta armonía en aquella estocada horizontal. El grandullón intentó interponer su brazo por delante, pero con eso sólo consiguió sufrir un poco más antes de morir. Noté como la espada cortaba el antebrazo del okama con suma facilidad, aunque más me sorprendí cuando también corté al tipo por la mitad. Había notado una pequeña resistencia inicial, pero tras imprimir un poco más de fuerza el cuerpo terminó en el suelo en dos partes tras proferir un terrible grito de dolor.

Las voces se acallaron ante el espectáculo dantesco que había montado, ya nadie gritaba el nombre del travesti muerto y el rojo tenía todo el suelo y mi arma.

Cosas usadas:

El silencio duró apenas un segundo y conseguí el efecto contrario de lo esperado. Las cosas no se calmaron, sino que parecía que aquellos estúpidos tenían en más estima de lo esperado a su querido okama y todos se pusieron hechos una furia.

- ¡Estúpido! ¿Ya estás liándola de nuevo? - me auto-recriminé nada más ver desenfundar las armas a unos cuantos con clara actitud asesina.

Si no fuesen tantos hubiese intentado seguir usando sólo mi espada y habilidad, pero no era lo suficiente rápido como para salir indemne de allí, asique tras envainar mi nodachi en su funda comencé a rebuscar nuevamente en mis bolsillos. Mis manos buscaban rápidamente una de aquellas píldoras rojas que siempre me acompañaban, con ellas estaba seguro de poder destrozar este asqueroso sitio, pero entonces justo cuando me encontraba a punto de coger una de ellas, mi compañero el "mudo" se adelantó lanzándose él solo a por todo el grupo mostrando unas habilidades bastantes admirables.

No sólo era fuerte, sino que fue capaz de resistir que le cortasen un brazo tras ennegrecerlo repentinamente. Esa armadura era mejor que la mía y ahí me quedé boquiabierto mirando como el tipo del parche los vapuleaba un poco. Hubiese sido divertido ver como les daba una paliza a todos ellos, pero entonces mi nuevo compañero tras hacer unas cabriolas para esquivar a los enemigos se colocó a mi lado agarrándome de repente.

Por acto reflejo quise quitármelo de encima de un tirón, pero me encontré con una fuerza sobrehumana. El muy cabrón ni siquiera notaba que estaba intentando zafarme de él, incluso parecía no escuchar todos los improperios que salían de mi boca. El puto loco me llevó a rastras hasta el borde de la plataforma y me llevó hacia el abismo.

El estómago acto seguido se me subió hacia arriba sintiendo una sensación horrorosa. El simple hecho de pensar en morir ahogado porque a un puto demente súper fuerte se le hubiese antojado hizo que durante la caída gritase bastante fuerte, pero de repente noté un nuevo tirón en dirección ascendente.

Hubo un momento en el que estuvimos suspendidos en el aire antes de volver a caer, en el cual pude admirar una maravillosa vista del mar bajo los rayos del sol, aunque aquella bonita sensación duró poco. Caímos de nuevo como la gravedad dictaba, pero parecía ser que aquel loco sólo lo estaba a medias. Caímos de una forma estrepitosa en un barco que por allí había reventando uno de los mástiles en el transcurso, pero cuando quise darme cuenta me encontraba en un suelo más o menos estable y completamente seco.

-¿Pero qué coño te pasa tío? - pregunté enfadado haciendo caso omiso a la suya y cogiendo un poco de distancia por si decidía agarrarme de nuevo. - Casi haces que me dé un puto infarto...

Enseguida a nuestro alrededor comenzaron a congregarse los tripulantes aún más enfadados que yo, pero ahora mismo todos me daban igual. Sólo tenía ojos para el tipo tuerto que al parecer sólo pensaba en comer.

- Además, ¿Qué coño vamos a comer aquí, cachos de barco? - pregunté irónicamente clavando mis iris carmesís en el único ojo del tipo mientras señalaba el caos a nuestro alrededor.

Necesitaba tranquilizarme. Aquel tipo me había dado un susto de muerte, pero aún así me había librado de aquella gran escaramuza, asique busqué un cigarrillo encendiéndomelo rápidamente intentando calmar mis nervios.

- Por no hablar de que ahora quizás tengamos que pegarles a estos también

Dudaba que aquellos tipos estuviesen muy contentos.

El tipo del parche me tachaba de exagerado, pero como bien le dejé ver los integrantes del barco no parecían muy contentos con nuestra intromisión. Comenzaron a apiñarse formando un semicírculo cortándonos la retirada, asique decidí que lo mejor era desenvainar a Espina Azul de nuevo. No es que tuviese muchas ganas de luchar después de lo sucedido, pero en parte tenía curiosidad de hasta donde podía llegar a destruir con mi nueva técnica. Estaba seguro de poder cortar el palo mayor y así crear una nueva distracción, pero aún no había echado mano a mi arma cuando mi "secuestrador" intervino.

-¿Qué...? - pensé confuso ante las palabras que decía el tipo del parche.

¿En serio era él el auténtico Neus o era una treta para salir indemnes? Desde luego este era más fuerte que el supuesto Harribor al que le habíamos dado una paliza, pero mi cabeza no quería creer sus palabras ya que no hacía tanto tiempo me había estado metiéndome con él. Estuve incluso a punto de sumarme al grupo de piratas que dudaban de él, pero entonces el tipo sacó un cartel de Wanted con su rostro y el nombre bien escrito. Sí que era él.

Iba directo a quejarme al tipo del parche por mantenerme engañado, pero este entonces hizo un comentario que cortó todas mis palabras.

- ¡Putos marines! - espeté desenfundando por fin mi espada ante todos aquellos piratillas que ahora temblaban de miedo ante Arribor y la presencia marine. - ¡Vamos estúpidos! ¡Comenzad a mover el culo y preparar los armas del barco si es que este zarrio tiene! - grité a los piratas intentando que reaccionasen. No quería terminar teniendo una tumba acuática, asique me acerqué al verdadero Arribor.

- Bien te habías guardado tú identidad, pero ya hablaremos de eso más tarde. Ahora dime si tienes algo pensado para salir vivos de aquí

El cigarro casi se me cae de la boca cuando ésta se me quedó abierta tras escuchar las palabras del tipo del parche. Sólo se me ocurrían miles de improperios para decirle, pero el retumbar de los cañones que comenzaron a disparar disolvieron todo foco de hostilidad hacia aquel tipo, dejando paso a la objetividad. Ahora mismo me encontraba en una situación de lo más peliaguda y el verdadero Arribor era el tipo más fuerte que había en aquella maldita plataforma marina, asique no pensaba separarme de su lado hasta encontrarme a salvo, y por ello lo acompañe bajo cubierta creyendo que prepararía algún tipo de ataque.

-¿¡Qué!? - pensé sorprendido una vez más cuando lo vi "atacar" a la nevera dejándola tiritando. Definitivamente el tipo estaba demasiado seguro de su poder o realmente estaba loco, pero no me dio tiempo a preguntárselo, puesto que se puso a gritar como un loco llamando a un tal Franklin tras salir a cubierta de nuevo. Desde luego estaba loco.

El barco ya había sido asaltado por los marines y cuando me quise dar cuenta un par de ellos me atacaban separándome del tipo parcheado. Al principio temí que fuese a perderlo, pero los marines no resultaron ser más que unos inútiles y no tardaron en caer bajo el filo de mi espada. La verdad es que descargué parte de mi frustración en ellos y me sentí bastante bien cuando vi su sangre manchar el suelo de madera. Estaba dispuesto a seguir atacando a los demás marines que llegaban mientras pensaba un plan de huida, pero entonces apareció de nuevo Arribor aún con el emparedado en la mano y diciendo que sabía como salir de allí.

No tuve tiempo a preguntar, puesto que el pirata volvió a cogerme como si tal cosa arrastrándome por la cubierta. Incluso me quedé sin palabras cuando me entregó su bocata aún a medias, simplemente lancé un gran grito cuando salimos despedidos usando el plan del luchador y volvimos a volar, aunque esta vez con el destino invertido.

La plataforma marítima se acercaba cada vez más y tuve que recurrir a transformarme en mi Forma Completa para amortiguar la gran caída que sufrimos. No sabía como se las apañaría Arribor para el aterrizaje, pero yo aún transformado, el golpe consiguió sacar cada gota de oxígeno que quedaba en mis pulmones de tejón.

-¡Joder tío! Lo tuyo no es la sutileza - espeté al tipo del parche aún transformado nada más verlo.

Los piratas corrían en desbandada por todos lados intentando huir de los marines, pero todos al verme con forma de tejón se separaban de mi lado.

-¿Es que nunca habías visto un puto tejón? - espeté de mala forma para asombro de todo el que me miraba. -Ahora dime que coño hacemos aquí otra vez - dije ya a Arribor de nuevo. -Como no consigamos algún transporte veo que terminamos en una maldita tumba acuática.

Algunos buques marines ya habían atracado y comenzaban a subir por las enormes escalinatas de madera. No podía permitir el sentirme acorralado en aquella plataforma, asique pasando a la Forma Híbrida, en la cual podía empuñar mi arma, me acerqué a una de las escalinatas nodachi en mano, dispuesto a cortar la sujeción de aquella escalinata con intención de parar el avance del resto de marines, asique sin más dilación activé mi Ámbito de Devastación y me puse manos a la obra.

Tras mi enfurecido ataque conseguí frenar uno de los puntos de acceso de los marines, aunque también una de las pocas salidas que tenían los piratas, los cuales se mostraron algo molestos por mi acción, pero ninguno se atrevió a decir nada directamente.

Al volver al lado del verdadero Arribor me encontré con que no había hecho nada más allá de mordisquear aquel enorme bocadillo que se había preparado y para colmo me llamó mofeta.

- Pues no soy una asquerosa mofeta - contesté algo molesto a la par que incómodo. - Yo comí la Ita Ita no mi por suerte o por desgracia... - solté mientras volvía a mi aspecto normal.

- Y comer como lo que todo el mundo, aunque a decir verdad le he cogido el gusto a la carne poco hecha... Pero no sé como cojones nos va a ayudar eso a salir de aquí.

La verdad es que el tipo mostraba una tranquilidad ante la situación que llegaba a ser irritante. No podía entender su forma de actuar, y menos cuando consiguió ponerme en las manos una loncha de jamón asegurando de que así Franklyn aparecería.

-¿Acaso estamos perdiendo el tiempo por su perro? - pensé flipando mientras observaba lo que tenía en la mano.

Desde luego debía de tenerle mucho cariño al bicho que fuese, pero no entendía como podíamos estar arriesgando el pellejo por un animal y eso me dispuse a decirle al tipo del parche.

- Oye tío, yo creo que... - dije quedándome a medias.

Algo muy pesado me había golpeado por la parte posterior de las rodillas haciéndome quedar en un postura bastante ridícula por unas segundos. Estaba dispuesto a ensartar a lo que fuese con mi espada cuando de repente note algo frío y pegajosa en la mano.

- ¡Puaj! - grité asqueado mientras observaba como una enorme bola de grasa me relamía la mano. - ¿Enserio "esto" es Franklyn? - pregunté poniéndome de nuevo de pie y colándome frente a Arribor. -Desde luego tienes unos gustos raros para todo.

Me hubiese quedado allí de charla la verdad, la escena con aquel estúpido animal había conseguido desubicarme, pero entonces un silbido seguido de una explosión en un lugar muy cercano hizo que recobrase la compostura. Al parecer los piratas que ya no tenían forma de bajar estaban haciendo que los marines no subiesen. No hubiese sido una mala inicial, pero los marines al ver que no podían subir habían comenzado a dirigir sus cañones hacia todos nosotros.

Me sorprendió ver como Arribor le daba un capón a su mascota para que separase de él, cosa que no terminaba de entender muy bien ya que nos estábamos arriesgando inútilmente por ella precisamente, aunque más me sorprendió cuando aquella mole sebosa se transformó en una especie de concha reduciendo su tamaño considerablemente.

- No sólo me tendrás que enseñar el poder de tu akuma, sino también explicarme funciona eso - dije como respuesta a sus palabras iniciales.

No conocía el hecho de que un animal pudiese transformarse en un objeto, quizás fuese cosa de alguna fruta del diablo y comencé a imaginar cuantos miles de combinaciones podrían existir si también podía aplicarse a las armas. Si era así tenía que informarme bien, ya que si descubría que era así mis planes de futuro podrían cambiar ligeramente. Sería una forma curiosa de hacer especial mi arte, aunque no pude seguir pensando más en ello. Las palabras del pirata me devolvieron a la realidad, al igual que estruendo de los cañones al disparar.

De nuevo volvió a sorprenderme su forma de ver las cosas. Si habíamos bajado a la zona de los barcos era porque él había saltado al vacío arrastrándome con él y no porque yo hubiese querido, pero como comenzaba a comprender que era tontería rebatirle aquellos comentarios me quedé callado observándole fijamente. Dicen que a veces un silencio vale más que mil palabras.

Al tipo del parche pareció darle igual mi actitud y tras escuchar el fogonazo del fuego enemigo no muy lejos de donde estábamos el tipo reaccionó. Me sorprendió de sobremanera el verlo sangrar por las manos, aunque más lo hizo ver como ese líquido carmesí se transformaba en proyectiles que salieron despedidos hacia los navíos enemigos. El resultado de aquel ataque resultó ser bastante devastador para lo poco que le había costado hacerlo y comencé a comprender el poder que escondía aquel descerebrado.

Definitivamente era una caja de sorpresas y por ello no dudé en agarrarme al brazo que este me tendía. Seguramente saltaríamos de nuevo abajo ahora que habíamos recuperado a su mascota, pero el descenso fue aún más alucinante que eso, el verdadero Arribor formó unos ganchos con lo que parecía ser su sangre y en un santiamén nos descolgamos. El tipo del parche comenzó a correr en una dirección concreta golpeando a todo aquel que se interponía en su avance y no dudé una vez más en seguirlo. Saqué mi larga espada por fin recuperada y no dudé en cortar a todo pirata o marine que se me cruzaba. Esperaba que el pirata me estuviese dirigiendo a su navío, pero cuando vi que se paraba sólo veía un par de barcos de la marina, un navío pirata completamente destrozado y el ridículo transporte a pedales con forma de cisne que había visto a mi llegada.

- Espero que encuentres lo que buscas rápido, porque esos se han fijado en nosotros - dije llamando la atención del pirata mientras señalaba una de las embarcaciones marines.

Cinco marines bien uniformados se encontraban colocados en la cubierta del barco apuntándonos con unos mosquetes. La suerte seguía de nuestro lado.

Como si de una mala pesadilla se tratase, el pirata reaccionó a mis palabras de la peor forma que podía imaginar, saltó a lo que parecía que iba a ser nuestra embarcación, aquel cochambroso cisne a pedales.

Mil insultos acudieron a mi boca una vez más, aunque esta vez lo que cortaron mis palabras fue la mirada que me echó el tuerto. El luchador parecía haber decidido algo, pero no sabría decir el qué, ya que sus escuetas palabras no lo hacían fácil de comprender, aunque he de decir que sus siguientes pasos sí los entendí.

Arribor de un enorme salto, que consiguió hundir el cisne unos centímetros en el agua, se lanzó al barco marine llamando la atención de aquellos que nos apuntaban a la vez que lanzaba más proyectiles de sangre causando estragos entre sus filas. Quizás en otra ocasión hubiese buscado una opción alternativa de salir de allí, pero el tiempo que tenía para pensar en ello una vez que varios marines se volvieron a fijar en mí fue escaso. Lo mejor era esperar a aquel descerebrado, aunque fuese para maldecirlo antes de morir.

Cambiando una vez más a forma híbrida, agarré mi espada y concentré energía en esta, para acto seguido lanzar un tajo al aire generando una onda cortante [Manual Excalibur] en dirección a tres marines que corrían en mi dirección. Uno cayó de espaldas con un profundo corte en el pecho tras proferir un alarido, pero a los otros dos los tuve que enfrentar directamente.

Bloqueé la estocada del primero a la vez que daba una patada al segundo alejándolo, para luego con un giro de pies situarme en el flanco izquierdo del tipo y clavar mi espada que brillaba con un tono azulado en la abdominal. El brillo de mi arma indicaba en el estado de ánimo en el que me encontraba, por lo que no dejé que el marine que quedaba en pie, e intentaba huir, se saliese con la suya, sino que desahogué parte de la frustración que llevaba acumulada del día y atravesé la espalda de aquel desgraciado, el cual cayó a plomo nada más sacar el arma.

Estaba dispuesto a ir a buscar a Arribor y sacarlo de donde cojones se hubiese metido, pero entonces al fijarme de nuevo en la embarcación que el pirata había abordado, comprobé que había un revuelo enorme y ya nadie más me prestaba atención, aunque no los culpaba. Aquel demente insaciable había aparecido con una nevera en la mano, con la cual no dudaba en golpear a todo aquel que cruzaba en su camino, y un barril en la otra.

-¡Puto loco! - espeté ya sin poderme contener. ¿Es qué sólo sabe pensar en llenar el buche?

Vi la trayectoria que llevaba, asique tras quitarme a otro marine del medio que había aparecido con otro golpe de espada, me lancé a aquel estúpido navío con el que íbamos a escapar. Noté un balanceo bajo mis pies nada más tocar la embarcación, pero nada comparable al meneo que noté cuando Arribor cayó con todo aquel peso extra, incluso me pareció notar como el suelo crujía unos instantes, aunque sólo fue eso. Un instante. El pirata generó una especie de escudo de sangre con el cual nos cubrió mientras soltaba unas palabras de disculpa.

La verdad es que el muy loco tenía razón, yo sólo había pensado en salir de allí cuanto antes y no en el trayecto que nos quedaba si salíamos de allí, asique asentí como respuesta a sus palabras y me preparé para la huida, por si tenía que cubrir al tipo mientras él pedaleaba, pero me encontré con que sólo pude agarrarme fuertemente a lo primero que pillé. El cisne comenzó a moverse a una velocidad vertiginosa, incluso tuve que transformar mis manos en garras para no salir despedido cuando atravesamos lo que parecía ser un barco. Una vez más había conseguido sorprenderme y no fue sólo por su asombrosa fuerza, sino por las palabras que soltó una vez comenzamos a alejarnos.

- Mientras me dejes hacer lo que quiera me apunto - dije un poco asombrado por mis palabras.

Nunca antes me había planteado unirme a ninguna tripulación, pero nunca antes había conocido a nadie tan poderoso. Bueno, quizás Madara lo fuese, pero ese se dedicaba a cazar piratas y no a serlo, asique no era mala idea unirme a él. Quizás podría ayudarme a conseguir materiales que están fuera de mi alcance, como que a su lado podría ganar fama y hacerme poderoso. Todos eran pasos encaminados hacia mi meta, pero algo me decía que a partir de ahora mi vida iba a ser más entretenida.

- Puedes contar con mi espada.