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Byakuro Kyoya
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Byakuro vio cómo Yumiko caía en la trampa. Vaya... aquel sitio parecía un templo oculto de un videojuego, lleno de trampas y enigmas por resolver. Que emocionante. El cazador no cabía en sí mismo del gozo. Observó el techo, donde Yumiko le decía que sería una buena idea hacer un agujero. No lo veía del todo mal, sería una táctica interesante para coger por sorpresa al jefecillo de todo aquel asunto tan turbio. El cazador suspiró y sacó un dial láser y apuntó al techo con una sonrisa. Antes de darle tiempo a Yumiko para que lo detuviese, disparó el arma, que dejó una preciosa estela de destrucción a su paso, abriendo una serie de agujeros hasta salir por el tejado del almacén.
- Vaya... tal vez me he pasado un poco. -el cazador se encogió de hombros, contento con el resultado. Mientras el daño no hiciera que el edificio se derrumbase sobre ellos, todo estaba bien.
Tras el espectáculo, el cazador creó una cadena en el techo del piso superior para poder escalar por ella. Miró a Yumiko, y pensó en dejarle en ir a ella primero. La verdad es que tendría unas buenas vistas. Sin embargo, decidió que lo mejor sería ser él el primero en subir. Tenía demasiada curiosidad por ver qué les esperaba en el piso superior. Empezó a escalar como un mono por la cadena, y llegó al piso superior en unos segundos. Lo que tenía ante él lo dejó bastante intrigado. Parecía que había llegado a una especie de despacho. Frente a él había un enorme escritorio, y tras el, un sillón de respaldo alto, de tela azul. En uno de los reposabrazos se podía ver un brazo terminado en una mano llena de anillos enjoyados. Byakuro arrugó la nariz. Demasiados abalorios para su gusto. Si aquel era el jefe final de la aventura, no le caía bien.
- Etto... hola, tú. -dijo, apuntando al sillón con el bastón tridente. Esperaba que se girase con una música tétrica, pero la persona que estaba allí sentada, simplemente se levantó y se encaró hacia él.
- Oh... así que vosotros sois los mequetrefes que habéis entregado a mis contactos. Bueno, no eran de fiar -el que hablaba era un hombre mayor, debía rondar los cuarenta años, con un traje negro que le hacía parecer un mafioso y un puro humeante en la boca-. Habéis demostrado que tenéis lo que hace falta... dejadme que os proponga un trato. Uníos a mi tripulación. Sea lo que sea que queráis, será vuestro -el hombre miró a Byakuro y detrás de él, por lo que el cazador supuso que Yumiko ya había subido-. Dinero, fama, armas, mujeres... -el mafioso sonrió, mostrando una dentadura con ambos colmillos superiores de oro macizo.
- No, gracias, colmillitos-san. No me caes bien, no me gustan esos dientes, ni esos anillos... y además eres feo. -sonrió el cazador. No trataba de picar al pirata, simplemente era sincero como un niño pequeño.
- Vaya... tal vez me he pasado un poco. -el cazador se encogió de hombros, contento con el resultado. Mientras el daño no hiciera que el edificio se derrumbase sobre ellos, todo estaba bien.
Tras el espectáculo, el cazador creó una cadena en el techo del piso superior para poder escalar por ella. Miró a Yumiko, y pensó en dejarle en ir a ella primero. La verdad es que tendría unas buenas vistas. Sin embargo, decidió que lo mejor sería ser él el primero en subir. Tenía demasiada curiosidad por ver qué les esperaba en el piso superior. Empezó a escalar como un mono por la cadena, y llegó al piso superior en unos segundos. Lo que tenía ante él lo dejó bastante intrigado. Parecía que había llegado a una especie de despacho. Frente a él había un enorme escritorio, y tras el, un sillón de respaldo alto, de tela azul. En uno de los reposabrazos se podía ver un brazo terminado en una mano llena de anillos enjoyados. Byakuro arrugó la nariz. Demasiados abalorios para su gusto. Si aquel era el jefe final de la aventura, no le caía bien.
- Etto... hola, tú. -dijo, apuntando al sillón con el bastón tridente. Esperaba que se girase con una música tétrica, pero la persona que estaba allí sentada, simplemente se levantó y se encaró hacia él.
- Oh... así que vosotros sois los mequetrefes que habéis entregado a mis contactos. Bueno, no eran de fiar -el que hablaba era un hombre mayor, debía rondar los cuarenta años, con un traje negro que le hacía parecer un mafioso y un puro humeante en la boca-. Habéis demostrado que tenéis lo que hace falta... dejadme que os proponga un trato. Uníos a mi tripulación. Sea lo que sea que queráis, será vuestro -el hombre miró a Byakuro y detrás de él, por lo que el cazador supuso que Yumiko ya había subido-. Dinero, fama, armas, mujeres... -el mafioso sonrió, mostrando una dentadura con ambos colmillos superiores de oro macizo.
- No, gracias, colmillitos-san. No me caes bien, no me gustan esos dientes, ni esos anillos... y además eres feo. -sonrió el cazador. No trataba de picar al pirata, simplemente era sincero como un niño pequeño.
Yumiko Mei
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Byakuro cogió un dial láser y lo disparó hacia el techo, haciendo varios agujeros, los cuales llegaban y atravesaban el techo. Consiguió abrir un bonito camino por donde pasar, lo que pasaría a continuación sería más épico que todo lo que había pasado hasta ahora, por fin nos tocaba un verdadero rival, o eso es lo que yo creía.
Una cadena colgaba desde el techo atravesando todos los agujeros, Byakuro la había puesto y me subí después de que lo hiciera el. Al poder vislumbrar por fin el primer piso pude ver a un gran hombre delante del joven pelimorado, era de tamaño humano, pero algo más grande que la media y tenía dos dientes de oro. Este nos ofreció unirnos a su banda, ¿pero que se creía el viejo?, pensé en ese momento, ¿a caso no sabía que íbamos a cazarlo? El joven contestó al grandullón diciendo que no aceptaríamos, y lo hizo muy bien, porque yo tampoco pensaba aceptar a ese viejo.
-Ya lo sentimos, formar parte de una banda pirata no es para nada divertido, y menos cuando los cazas, así que preferimos acabar contigo aquí y ahora, a no ser que te entregues tu mismo, lo cual dudo que hagas.-Dije sonriendo hacia el viejo grandullón, este tenía en su boca un gran trabuco humeante
-Vaya, es una pena que no aceptéis entrar en la tripulación, podríais haber conseguido cualquier cosa, pero visto que no aceptáis, tendré que mataros aquí y ahora. Y sobre lo que dice esa guapa jovencita, no voy a entregarme, y vosotros no me vais a cazar, no tenéis el poder para luchar contra esta tripulación. Habéis caído.-Dijo el viejo mafioso a la vez que sonreía de forma maléfica, una zona del techo empezó a caer súbitamente en ese momento.
Intenté esquivar la parte caída del techo, pero al final quedé atrapada dentro y después de atravesar con la cabeza el duro yeso del techo, me di cuenta que es lo que había caído, era una jaula. Había caído por completo dentro de la jaula, ahora solo faltaba ver de que estaba hecha esta. Toqué con mis manos las paredes de esta y me dí cuenta de lo peor, estaba sintiéndome cada vez más débil, los barrotes de la jaula estaban recubiertos de kairouseki, no podía haber tenido peor suerte. En ese momento pensé que aún tenía algo, todas mis armas, eso me serviría para salir de ahí y quizás si veía la llave podría hacer un duplicado de tungsteno.
-Es usted mucho más precavido de lo que pensaba.-Dije mientras el hombre se giró algo sonrojado, cuando este se giró tomé una flecha y una bala de poder, esta vez introduje en la bala de poder el máximo de energía posible, probablemente cayera desmayada después de eso, pero habría conseguido matarlo.
En cuanto la bala estaba cargada de energía, la introduje en una de mis Hollow-Point Arrow y tensé la cuerda del arco con esta, la falta de energía estaba haciendo sus efecto, pero dispararía antes de caer desmayada. Apunté a su pecho y le llamé la atención con un grito de dolor, era más bien fingido, el hombre se giró y recibió el disparo directo al centro de su pecho. A esa distancia era imposible fallar y la bala alcanzaría 7 veces su velocidad y poder, además de que la flecha también haría su efecto a esa distancia. En cuanto el hombre vio lo que pasó puso su mano en el pecho para ver como estaba agujereado y al darse cuenta de ello cambió su cara a una cara de asombro total.
-Aunque es precavido no es lo suficiente, disfrute de esa bala disparada con todo mi cariño. Byakuro... por favor... acaba con el y sácame de aquí...-Dije con voz entrecortada, pero manteniendo mi sonrisa peculiar, mientras tanto mi visión se nublaba lentamente y caía contra una manta de nubes, había caído desmayada después de haber gastado tanta energía.
En el suelo empezaba a oír disparos e inmensas cantidades de ruidos, así como de gritos provenientes de fuera, parece que la marina vino a ayudar en la zona, aunque ellos no serían los que cobraran la recompensa de este horrible pirata.
Una cadena colgaba desde el techo atravesando todos los agujeros, Byakuro la había puesto y me subí después de que lo hiciera el. Al poder vislumbrar por fin el primer piso pude ver a un gran hombre delante del joven pelimorado, era de tamaño humano, pero algo más grande que la media y tenía dos dientes de oro. Este nos ofreció unirnos a su banda, ¿pero que se creía el viejo?, pensé en ese momento, ¿a caso no sabía que íbamos a cazarlo? El joven contestó al grandullón diciendo que no aceptaríamos, y lo hizo muy bien, porque yo tampoco pensaba aceptar a ese viejo.
-Ya lo sentimos, formar parte de una banda pirata no es para nada divertido, y menos cuando los cazas, así que preferimos acabar contigo aquí y ahora, a no ser que te entregues tu mismo, lo cual dudo que hagas.-Dije sonriendo hacia el viejo grandullón, este tenía en su boca un gran trabuco humeante
-Vaya, es una pena que no aceptéis entrar en la tripulación, podríais haber conseguido cualquier cosa, pero visto que no aceptáis, tendré que mataros aquí y ahora. Y sobre lo que dice esa guapa jovencita, no voy a entregarme, y vosotros no me vais a cazar, no tenéis el poder para luchar contra esta tripulación. Habéis caído.-Dijo el viejo mafioso a la vez que sonreía de forma maléfica, una zona del techo empezó a caer súbitamente en ese momento.
Intenté esquivar la parte caída del techo, pero al final quedé atrapada dentro y después de atravesar con la cabeza el duro yeso del techo, me di cuenta que es lo que había caído, era una jaula. Había caído por completo dentro de la jaula, ahora solo faltaba ver de que estaba hecha esta. Toqué con mis manos las paredes de esta y me dí cuenta de lo peor, estaba sintiéndome cada vez más débil, los barrotes de la jaula estaban recubiertos de kairouseki, no podía haber tenido peor suerte. En ese momento pensé que aún tenía algo, todas mis armas, eso me serviría para salir de ahí y quizás si veía la llave podría hacer un duplicado de tungsteno.
-Es usted mucho más precavido de lo que pensaba.-Dije mientras el hombre se giró algo sonrojado, cuando este se giró tomé una flecha y una bala de poder, esta vez introduje en la bala de poder el máximo de energía posible, probablemente cayera desmayada después de eso, pero habría conseguido matarlo.
En cuanto la bala estaba cargada de energía, la introduje en una de mis Hollow-Point Arrow y tensé la cuerda del arco con esta, la falta de energía estaba haciendo sus efecto, pero dispararía antes de caer desmayada. Apunté a su pecho y le llamé la atención con un grito de dolor, era más bien fingido, el hombre se giró y recibió el disparo directo al centro de su pecho. A esa distancia era imposible fallar y la bala alcanzaría 7 veces su velocidad y poder, además de que la flecha también haría su efecto a esa distancia. En cuanto el hombre vio lo que pasó puso su mano en el pecho para ver como estaba agujereado y al darse cuenta de ello cambió su cara a una cara de asombro total.
-Aunque es precavido no es lo suficiente, disfrute de esa bala disparada con todo mi cariño. Byakuro... por favor... acaba con el y sácame de aquí...-Dije con voz entrecortada, pero manteniendo mi sonrisa peculiar, mientras tanto mi visión se nublaba lentamente y caía contra una manta de nubes, había caído desmayada después de haber gastado tanta energía.
En el suelo empezaba a oír disparos e inmensas cantidades de ruidos, así como de gritos provenientes de fuera, parece que la marina vino a ayudar en la zona, aunque ellos no serían los que cobraran la recompensa de este horrible pirata.
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Parecía que al tipo no le gustó la respuesta del cazador, porque sobre ellos dos cayó una jaula enorme, que el cazador no pudo esquivar. Se encogió de hombros. El suelo seguía sin ser de kairoseki, así que no le preocupaban los barrotes. Vio cómo Yumiko cargaba una de sus flechas y disparaba al pecho del pirata. El pecho del hombre fue atravesado limpiamente, y de la herida empezó a manar sangre en abundancia.
- Vaya... -el cazador creó una copia fuera de la jaula. La verdad es que se preguntaba como era que un pirata tuviera acceso a kairoseki, pero en ese momento no le importaba mucho.
Al otro lado de los barrotes apareció una figura gaseosa, que tomó forma hasta ser un clon de Byakuro, con bastón y todo, que de un golpe seco hundió la garganta del pirata, que cayó inconsciente al suelo. La copia rebuscó en los bolsillos del hombre, hasta encontrar un llavero con tres llaves de acero. Probó la primera, y no lo logró. La segunda, sin embargo, logró abrir la jaula en la que estaban prisioneros, la copia se desvaneció al instante, dejando caer el manojo de llaves al suelo, que repiquetearon con un sonido metálico.
- Bien, estamos libres... -miró a Yumiko, parecía agotada. El chico la agarró y se la echó a la espalda. Su ojo brillaba con fuerza mientras el cazador saltó al exterior por la ventana. En la diestra llevaba su bastón, en la siniestra, agarraba el cuerpo del mafioso, a la espalda estaba Yumiko, y colgando en un lateral, su bolsa de cosas útiles.
Lo recibió una escena de caos absoluto. Marines y piratas peleando en el puerto. Podían haber llegado un tiempo antes. Ahora que el trabajo estaba hecho, se atribuirían el mérito. Pero oye, al menos ellos cobrarían la recompensa.
- Tu tranquila, Yumiko. Ya te llevo al cuartel. Tu descansa. -el cazador hizo aparecer un bisonte acorazado como los que había creado antes, y montó en él. El animal empezó a correr, abriéndose paso entre los combatientes. El cazador se rió como un loco mientras a su lado la gente se convertía en un borrón informe.
- Vaya... -el cazador creó una copia fuera de la jaula. La verdad es que se preguntaba como era que un pirata tuviera acceso a kairoseki, pero en ese momento no le importaba mucho.
Al otro lado de los barrotes apareció una figura gaseosa, que tomó forma hasta ser un clon de Byakuro, con bastón y todo, que de un golpe seco hundió la garganta del pirata, que cayó inconsciente al suelo. La copia rebuscó en los bolsillos del hombre, hasta encontrar un llavero con tres llaves de acero. Probó la primera, y no lo logró. La segunda, sin embargo, logró abrir la jaula en la que estaban prisioneros, la copia se desvaneció al instante, dejando caer el manojo de llaves al suelo, que repiquetearon con un sonido metálico.
- Bien, estamos libres... -miró a Yumiko, parecía agotada. El chico la agarró y se la echó a la espalda. Su ojo brillaba con fuerza mientras el cazador saltó al exterior por la ventana. En la diestra llevaba su bastón, en la siniestra, agarraba el cuerpo del mafioso, a la espalda estaba Yumiko, y colgando en un lateral, su bolsa de cosas útiles.
Lo recibió una escena de caos absoluto. Marines y piratas peleando en el puerto. Podían haber llegado un tiempo antes. Ahora que el trabajo estaba hecho, se atribuirían el mérito. Pero oye, al menos ellos cobrarían la recompensa.
- Tu tranquila, Yumiko. Ya te llevo al cuartel. Tu descansa. -el cazador hizo aparecer un bisonte acorazado como los que había creado antes, y montó en él. El animal empezó a correr, abriéndose paso entre los combatientes. El cazador se rió como un loco mientras a su lado la gente se convertía en un borrón informe.
Yumiko Mei
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Me sentía completamente exhausta, mi visión se nublaba lentamente, pero no me dormí, me quedé despierta y observé como Byakuro se ocupaba de dejar inconsciente al jefe de esa tripulación pirata, para poco después robarle las llaves y abrir la jaula de kairouseki. El se dio cuenta de que no podía moverme y me cogió en su espalda, llevaba dos cuerpos encima, además de su bastón y su bolsa, lo cual parecía muy pesado, pero era todo un caballero y eso me hizo esbozar una sonrisa.
-Gracias, Byakuro.-Susurré acercando mis labios a su oído, era una voz entrecortada y suave, pero dejando mi sincero mensaje claro.
Una vez salimos hizo aparecer uno de sus bisontes acorazados y limpió la zona, mientras reía a carcajadas, parecía divertirse mucho, lo que me hacía a mi igual de feliz que el. Mientras seguía el camino hacia el cuartel de la marina empecé a notar que podía mover mis dedos, faltaría algo de tiempo para que pudiera ponerme en pie, pero eso era una buena señal de que me estaba recuperando lentamente. Esas balas eran un alma de doble filo, consumían tanta energía como daño hacían. Al menos podríamos conseguir bastante dinero por ese pirata, de no ser por Byakuro no podría siquiera haber llegado a el, le debía muchísimo al joven pelimorado.
-Creo que podré quedarme fuera esperando apoyada en esa pared, me siento mejor ahora.-Dije esta vez hablando algo más claro y con una voz no tan entrecortada, ya habían pasado unos 10 minutos desde que habíamos salido de la torre y teníamos el cuartel delante de nosotros, cuando un grupo de francotiradores se dispuso a atacarnos desde el fondo del callejón.
-Ten cuidado Byakuro, arriba a al fondo, un par de francotiradores. Si no nos movemos rápido sus balas nos darán, el cuartel esta en el callejón de la derecha.-Dije alarmada cuando los francotiradores ya habían disparado sus balas.
Con un gran esfuerzo y dolor cogí el arco de mi espalda y salté empujando a Byakuro contra el suelo, probablemente acabaría con la cara contra el suelo, pero lo hacía por su bien, esas balas no tendría tiempo de esquivarlas. Al empujarle contra el suelo y con el impulso, llegué a una altura de dos metros, tomé dos flechas y las disparé a la cabeza de los dos francotiradores. Las dos flechas atravesaron el tubo de los rifles, para poco después atravesar sus cabezas con la misma facilidad. Al terminar eso caí al suelo sin poder levantarme, me dolían todos los músculos y articulaciones, y para colmo, probablemente le haya hecho pupa a Byakuro también.
-Lo siento mucho, pero era necesario para que no te dieran esas balas, siento si ya sabías que venían hacia ti.-Dije girando mi cabeza lentamente hacia donde se encontraba Byakuro, yo seguía tirada en el suelo sin poder levantarme.-Si quieres puedes entregar al pirata y recogerme después, es probable que haya más francotiradores en los tejados de la ciudad, al final y al cabo, los marines no los tienen vigilados.-Añadí intentando vocalizar claramente, aunque era muy complicado con mi dolor, me dolía hasta arquear las cuerdas vocales.
Poco después miré hacia el cielo, las nubes se disponían encima de mi y pequeñas gotas de agua chocaban contra mi piel, empezaba a llover en la ciudad del agua. Probablemente fuera una lluvia torrencial, las nubes eran de un color muy oscuro, parecían nubes llenas de rayos.
-Gracias, Byakuro.-Susurré acercando mis labios a su oído, era una voz entrecortada y suave, pero dejando mi sincero mensaje claro.
Una vez salimos hizo aparecer uno de sus bisontes acorazados y limpió la zona, mientras reía a carcajadas, parecía divertirse mucho, lo que me hacía a mi igual de feliz que el. Mientras seguía el camino hacia el cuartel de la marina empecé a notar que podía mover mis dedos, faltaría algo de tiempo para que pudiera ponerme en pie, pero eso era una buena señal de que me estaba recuperando lentamente. Esas balas eran un alma de doble filo, consumían tanta energía como daño hacían. Al menos podríamos conseguir bastante dinero por ese pirata, de no ser por Byakuro no podría siquiera haber llegado a el, le debía muchísimo al joven pelimorado.
-Creo que podré quedarme fuera esperando apoyada en esa pared, me siento mejor ahora.-Dije esta vez hablando algo más claro y con una voz no tan entrecortada, ya habían pasado unos 10 minutos desde que habíamos salido de la torre y teníamos el cuartel delante de nosotros, cuando un grupo de francotiradores se dispuso a atacarnos desde el fondo del callejón.
-Ten cuidado Byakuro, arriba a al fondo, un par de francotiradores. Si no nos movemos rápido sus balas nos darán, el cuartel esta en el callejón de la derecha.-Dije alarmada cuando los francotiradores ya habían disparado sus balas.
Con un gran esfuerzo y dolor cogí el arco de mi espalda y salté empujando a Byakuro contra el suelo, probablemente acabaría con la cara contra el suelo, pero lo hacía por su bien, esas balas no tendría tiempo de esquivarlas. Al empujarle contra el suelo y con el impulso, llegué a una altura de dos metros, tomé dos flechas y las disparé a la cabeza de los dos francotiradores. Las dos flechas atravesaron el tubo de los rifles, para poco después atravesar sus cabezas con la misma facilidad. Al terminar eso caí al suelo sin poder levantarme, me dolían todos los músculos y articulaciones, y para colmo, probablemente le haya hecho pupa a Byakuro también.
-Lo siento mucho, pero era necesario para que no te dieran esas balas, siento si ya sabías que venían hacia ti.-Dije girando mi cabeza lentamente hacia donde se encontraba Byakuro, yo seguía tirada en el suelo sin poder levantarme.-Si quieres puedes entregar al pirata y recogerme después, es probable que haya más francotiradores en los tejados de la ciudad, al final y al cabo, los marines no los tienen vigilados.-Añadí intentando vocalizar claramente, aunque era muy complicado con mi dolor, me dolía hasta arquear las cuerdas vocales.
Poco después miré hacia el cielo, las nubes se disponían encima de mi y pequeñas gotas de agua chocaban contra mi piel, empezaba a llover en la ciudad del agua. Probablemente fuera una lluvia torrencial, las nubes eran de un color muy oscuro, parecían nubes llenas de rayos.
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Cuando estaban a punto de llegar al cuartel, Yumiko hizo un movimiento extraño y trató de tirar a Byakuro al suelo. El cazador se inclinó y puso las manos por delante para no estamparse el rostro contra el suelo. La arquera disparó dos flechas y erradicó la amenaza. Era un poco bruta, pero era buena. El cazador se levantó. Había visto las dos balas, gracias al haki, pero no importaba ya. Se limpió el polvo de la ropa y dejó que la chica se quedara a descansar apoyada en un muro cercano.
El cazador entró en el cuartel y dejó el cuerpo del pirata mafioso en el suelo, frente a la recepción, sin mucha delicadeza.
- He vueeeeeltooooo -sonrió a la mujer que estaba allí. La chica se levantó a observar el cuerpo del pirata.
- Oh, dios... este tipo es... -se acercó a la mesa y agarró un puñado de carteles y se puso a buscar uno.
- Sí, es un tipo de cincuenta millones. Más los dos de antes hacen cincuenta y cuatro. Entonces... ¿me los das, o tengo que traer más gentuza? -el cazador sonrió con simpatía.
La chica se levantó y asintió. Se dirigió al interior del cuartel y tras unos minutos salió con un maletín lleno de billetes. Byakuro sonrió y abrió el maletín con cuidado sobre la mesa. Creó una copia idéntica del maletín y empezó a vaciar el otro, repartiendo el dinero entre los dos.
- Perfecto, así está mejor. -el cazador agarró los dos maletines y salió a la calle, ante la atónita mirada de la mujer.
Afuera había empezado a llover con fuerza, así que el cazador se pasó los maletines a una mano y en la otra generó un paraguas. Se acercó al lugar donde había dejado a Yumiko y la cubrió con el paraguas.
- Hace algo de mal tiempo... ¿te parece si buscamos un sitio cubierto para tomar algo? -el cazador le tendió uno de los maletines y esperó a que respondiera.
El cazador entró en el cuartel y dejó el cuerpo del pirata mafioso en el suelo, frente a la recepción, sin mucha delicadeza.
- He vueeeeeltooooo -sonrió a la mujer que estaba allí. La chica se levantó a observar el cuerpo del pirata.
- Oh, dios... este tipo es... -se acercó a la mesa y agarró un puñado de carteles y se puso a buscar uno.
- Sí, es un tipo de cincuenta millones. Más los dos de antes hacen cincuenta y cuatro. Entonces... ¿me los das, o tengo que traer más gentuza? -el cazador sonrió con simpatía.
La chica se levantó y asintió. Se dirigió al interior del cuartel y tras unos minutos salió con un maletín lleno de billetes. Byakuro sonrió y abrió el maletín con cuidado sobre la mesa. Creó una copia idéntica del maletín y empezó a vaciar el otro, repartiendo el dinero entre los dos.
- Perfecto, así está mejor. -el cazador agarró los dos maletines y salió a la calle, ante la atónita mirada de la mujer.
Afuera había empezado a llover con fuerza, así que el cazador se pasó los maletines a una mano y en la otra generó un paraguas. Se acercó al lugar donde había dejado a Yumiko y la cubrió con el paraguas.
- Hace algo de mal tiempo... ¿te parece si buscamos un sitio cubierto para tomar algo? -el cazador le tendió uno de los maletines y esperó a que respondiera.
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Byakuro me ayudó dejándome apoyada en una de las paredes. Fuera empezaba a llover cada vez más y se sentía la pequeña brisa junto a las gotas de agua chocando contra mi debilitado cuerpo. Era una sensación muy placentera, pero pronto acabaría empapada si eso seguiría así. El joven pelimorado había entrado con el cuerpo del jefe pirata y después de negociar con la señorita que llevaba esa base de la marina salió. Al salir llevaba dos maletines y un paraguas, el cual usó para taparme de la fuerte lluvia que se avecinaba.
Acepté encantada el maletín y con dificultad me levanté cogiéndolo de la mano. Habíamos conseguido según mis cálculos un total de 27 millones de berries cada uno, un gran botín para una ciudad tan fantástica. Era el momento de tomar algo y festejar el hecho de que conseguimos capturarlos, por suerte los francotiradores ya se habían ido, la marina los tenía vigilados y se informó a toda la ciudad que el pirata ya se encontraba en la base marine capturado.
-Estaría encantada en tomar algo contigo, y gracias por tu caballerosidad.-Dije mientras me encontraba debajo del paraguas con Byakuro y buscaba con los ojos una taberna cercana.
Mis ojos consiguieron vislumbrar una taberna a unas calles de ahí y cogiendo de la mano a Byakuro empecé a correr hacia ese lugar, me dolía el cuerpo bastante, pero no me importaba si iría a compartir ese dolor con el joven. La taberna tenía un cartel algo extraño que decía "Taberna de las aguas calmadas", lo que me saltó bastante la atención, sería una especie de bebida especial en la isla o por casualidad sería algún cocktail nuevo. Con fuerza abrí la puerta y entré, dentro había un ambiente caluroso, a la vez que húmedo y con un fuerte olor a rosas. Este lugar es increíble, es perfecto para tomar algo, pensé en ese momento. Y con una mirada asombrada por la decoración llena de plantas diferentes me acerqué al tabernero y le pedí una taza de chocolate caliente, sentía aún algo de frío y eso me haría entrar en calor.
-Me siento bien por que hayamos podido capturar a esos piratas con vida, aunque visto lo visto, la marina se atribuirá todos los méritos. Mientras ellos siguen limpiando la zona, aprovechemos para hablar sobre nuestras vidas en esta increíble taberna.-Sonreí mientras miraba a Byakuro-¿Cuál es tu comida favorita?-Añadí con una voz curiosa y manteniendo la sonrisa habitual
Acepté encantada el maletín y con dificultad me levanté cogiéndolo de la mano. Habíamos conseguido según mis cálculos un total de 27 millones de berries cada uno, un gran botín para una ciudad tan fantástica. Era el momento de tomar algo y festejar el hecho de que conseguimos capturarlos, por suerte los francotiradores ya se habían ido, la marina los tenía vigilados y se informó a toda la ciudad que el pirata ya se encontraba en la base marine capturado.
-Estaría encantada en tomar algo contigo, y gracias por tu caballerosidad.-Dije mientras me encontraba debajo del paraguas con Byakuro y buscaba con los ojos una taberna cercana.
Mis ojos consiguieron vislumbrar una taberna a unas calles de ahí y cogiendo de la mano a Byakuro empecé a correr hacia ese lugar, me dolía el cuerpo bastante, pero no me importaba si iría a compartir ese dolor con el joven. La taberna tenía un cartel algo extraño que decía "Taberna de las aguas calmadas", lo que me saltó bastante la atención, sería una especie de bebida especial en la isla o por casualidad sería algún cocktail nuevo. Con fuerza abrí la puerta y entré, dentro había un ambiente caluroso, a la vez que húmedo y con un fuerte olor a rosas. Este lugar es increíble, es perfecto para tomar algo, pensé en ese momento. Y con una mirada asombrada por la decoración llena de plantas diferentes me acerqué al tabernero y le pedí una taza de chocolate caliente, sentía aún algo de frío y eso me haría entrar en calor.
-Me siento bien por que hayamos podido capturar a esos piratas con vida, aunque visto lo visto, la marina se atribuirá todos los méritos. Mientras ellos siguen limpiando la zona, aprovechemos para hablar sobre nuestras vidas en esta increíble taberna.-Sonreí mientras miraba a Byakuro-¿Cuál es tu comida favorita?-Añadí con una voz curiosa y manteniendo la sonrisa habitual
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Byakuro acompañó a la cazadora a una de las cafeterías del lugar. El establecimiento era precioso, con un toque muy fino. El ambiente estaba caldeado, pero no hasta el punto de ser desagradable, y en el aire flotaba una fragancia floral. La cazadora se dirigió a la barra y le pidió al encargado un chocolate caliente. Byakuro sonrió y le hizo un gesto al hombre para que le sirviera otro. Yumiko le dijo que estaba contenta de haber podido atrapar a aquellos piratas, y le preguntó al chico sobre su comida favorita.
- Bueno... -el chico sacó una bolsa de la chaqueta a modo de respuesta, y se llevó un malvavisco a la boca. Un segundo después, cogió otro y se lo pasó a Klaus- creo que puedes adivinarlo.
El camarero llegó poco después con dos tazas humeantes llenas de chocolate espeso y delicioso. Además, les dio un pequeño bollo relleno por si lo querían mojar en el chocolate. El cazador cogió un cuchillo y partió el bollo a la mitad, para darle a Yumiko. Después, hundió su trozo en el chocolate y lo llevó a la boca. Estaba calentito, dulce y delicioso.
- ¿Y la tuya? -dijo entonces-. ¿Cuál es tu comida favorita?
- Bueno... -el chico sacó una bolsa de la chaqueta a modo de respuesta, y se llevó un malvavisco a la boca. Un segundo después, cogió otro y se lo pasó a Klaus- creo que puedes adivinarlo.
El camarero llegó poco después con dos tazas humeantes llenas de chocolate espeso y delicioso. Además, les dio un pequeño bollo relleno por si lo querían mojar en el chocolate. El cazador cogió un cuchillo y partió el bollo a la mitad, para darle a Yumiko. Después, hundió su trozo en el chocolate y lo llevó a la boca. Estaba calentito, dulce y delicioso.
- ¿Y la tuya? -dijo entonces-. ¿Cuál es tu comida favorita?
Yumiko Mei
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Ante mi pregunta, el joven pelimorado sacó un malvavisco de su chaqueta y se lo comió, dándole un trozo a su compañero y camaleón Klaus. Poco después el camarero llegó con las tazas de chocolate caliente y cogiendo la taza por el asa ya que se encontraba exageradamente caliente. Soplé suavemente sobre la fina capa de espuma que se había formado y sorbí un poco del dulce chocolate. El chocolate bajaba lentamente por mi garganta mientras sentía el placentero sabor que este había dejado en mis papilas gustativas, y por otro lado se sentía la sensación de calor de este. En definitiva, estaba delicioso.
Poco después de probar el chocolate Byakuro me preguntó cuál era mi comida favorita, y para responderle saqué una bolsita de galletas del bolsillo derecho de mi chaqueta. Eran galletas pequeñas pero rellenas por chocolate en su interior y con una capa crujiente que las cubría en totalidad. Cogí una galleta y me la comí, para poco después sacar otra galleta y ofrecérsela con mi mano, acercándosela a su boca, esperando que aceptara, pues estaban deliciosas y sorprendentemente eran de una de las tiendas más extrañas de Water Seven.
-Mi comida favorita son las galletas, aunque no sean una comida. Y bien, mi segunda pregunta es, ¿qué te trajo a esta isla? No pareces de aquí, al igual que yo tampoco parezco de aquí.-Decía sonrojada mientras sonreía sutilmente al joven Byakuro, cada vez sentía más confianza en el joven pelimorado.
Mientras esperaba su respuesta, recordé que me había dado la mitad de su bollo y mojándolo en el chocolate caliente me lo comí lentamente, estaba increíblemente delicioso. Esperaba que Byakuro me contestase mi pregunta mientras disfrutaba de esa improvisada, aunque deliciosa merienda.
Poco después de probar el chocolate Byakuro me preguntó cuál era mi comida favorita, y para responderle saqué una bolsita de galletas del bolsillo derecho de mi chaqueta. Eran galletas pequeñas pero rellenas por chocolate en su interior y con una capa crujiente que las cubría en totalidad. Cogí una galleta y me la comí, para poco después sacar otra galleta y ofrecérsela con mi mano, acercándosela a su boca, esperando que aceptara, pues estaban deliciosas y sorprendentemente eran de una de las tiendas más extrañas de Water Seven.
-Mi comida favorita son las galletas, aunque no sean una comida. Y bien, mi segunda pregunta es, ¿qué te trajo a esta isla? No pareces de aquí, al igual que yo tampoco parezco de aquí.-Decía sonrojada mientras sonreía sutilmente al joven Byakuro, cada vez sentía más confianza en el joven pelimorado.
Mientras esperaba su respuesta, recordé que me había dado la mitad de su bollo y mojándolo en el chocolate caliente me lo comí lentamente, estaba increíblemente delicioso. Esperaba que Byakuro me contestase mi pregunta mientras disfrutaba de esa improvisada, aunque deliciosa merienda.
Byakuro Kyoya
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Ella le ofreció una galleta como respuesta a su pregunta. El chico abrió la boca y mordió la galleta con delicadeza. La verdad es que estaba muy buena, con aquel relleno de chocolate. Ella le preguntó de dónde venía, ya que se notaba que no era de allí. Y ella tampoco lo era.
- Bueno, soy de una isla de este mar, pero digamos que no soy de cerca. -su rostro se ensombreció levemente-. Aunque he estado viajando por varios mares, incluido este.
Ella tomó el trozo de bollo y lo mojó en el chocolate. Él le sonrió y dio un largo sorbo a su taza de chocolate. Le dejó una marca de chocolate alrededor de los labios, cercándolos con una marca marrón de deliciosa dulzura.
- Vaya... -el chico abrió los ojos mucho-. Este chocolate está muy rico. Y la compañía es casi mejor, ¿verdad, Klaus? -miró al camaleón, que le respondió con su habitual gruñido indiferente.
En aquel momento, el cazador estaba completamente relajado, en aquel cálido ambiente con aroma de rosas, disfrutando de un chocolate delicioso y con una compañía agradable. Y con veintisiete millones más en el bolsillo. La visita a la isla había valido la pena.
- Bueno, soy de una isla de este mar, pero digamos que no soy de cerca. -su rostro se ensombreció levemente-. Aunque he estado viajando por varios mares, incluido este.
Ella tomó el trozo de bollo y lo mojó en el chocolate. Él le sonrió y dio un largo sorbo a su taza de chocolate. Le dejó una marca de chocolate alrededor de los labios, cercándolos con una marca marrón de deliciosa dulzura.
- Vaya... -el chico abrió los ojos mucho-. Este chocolate está muy rico. Y la compañía es casi mejor, ¿verdad, Klaus? -miró al camaleón, que le respondió con su habitual gruñido indiferente.
En aquel momento, el cazador estaba completamente relajado, en aquel cálido ambiente con aroma de rosas, disfrutando de un chocolate delicioso y con una compañía agradable. Y con veintisiete millones más en el bolsillo. La visita a la isla había valido la pena.
Yumiko Mei
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El joven pelimorado contestó que provenía de ese mismo mar, el Grand Line, un mar increíblemente grande y lleno de aventuras, de ahí que me encontrase en este mar en busca de estas. Al igual que yo, afirmaba que había viajado por el mundo y había visitado multitud de lugares.
-Yo provengo del East Blue, el llamado mar de los débiles, opinión que no comparto. Al igual que tu, he viajado por multitud de islas y he conocido muchísimas personas e historias.-Dije sonriendo hacia Byakuro, me encontraba en total confianza, podría ser tanto bueno como malo.
Poco después el joven mostró sus gustos sobre el chocolate, le había encantado, pero al final, afirmó que lo que estaba mejor que el chocolate era la compañía y en ese momento me sonrojé. No me habían dicho anteriormente frases como esa, aunque había viajado mucho, nunca encontré un compañero cazador como el, que compartiese mis gustos sobre el chocolate y además que pensara que soy una buena persona.
-Tu también eres una compañía perfecta.-Dije sonriendo y algo sonrojada.
-¿Por qué no visitamos el muelle oeste después de terminar con el chocolate?, tengo entendido que hay muy buena comida en esa zona y mejor aún, hay comida que solo se vende en esta isla. También tengo entendido que no hubo estragos en esa zona de la ciudad y las tiendas se han mantenido abiertas. Sería un honor que me acompañaras.-Susurré al oído del joven, pues no quería que me oyera toda la taberna, aunque parecía un sitio tranquilo y confiable, no tenía porque serlo. Mi voz sonaba suave y relajada, menos al final que sonaba algo más entrecortada al decir que sería un honor que me acompañara, en verdad me estaba gustando tenerle al lado.
Mientras esperaba la respuesta del joven seguí bebiendo del delicioso chocolate caliente y disfrutando del intenso olor a rosas que esa taberna ofrecía, era increíble la cantidad de plantas que había alrededor, pero mi mirada no se fijaba en estas, si no en el joven que tenía delante, Byakuro.
-Yo provengo del East Blue, el llamado mar de los débiles, opinión que no comparto. Al igual que tu, he viajado por multitud de islas y he conocido muchísimas personas e historias.-Dije sonriendo hacia Byakuro, me encontraba en total confianza, podría ser tanto bueno como malo.
Poco después el joven mostró sus gustos sobre el chocolate, le había encantado, pero al final, afirmó que lo que estaba mejor que el chocolate era la compañía y en ese momento me sonrojé. No me habían dicho anteriormente frases como esa, aunque había viajado mucho, nunca encontré un compañero cazador como el, que compartiese mis gustos sobre el chocolate y además que pensara que soy una buena persona.
-Tu también eres una compañía perfecta.-Dije sonriendo y algo sonrojada.
-¿Por qué no visitamos el muelle oeste después de terminar con el chocolate?, tengo entendido que hay muy buena comida en esa zona y mejor aún, hay comida que solo se vende en esta isla. También tengo entendido que no hubo estragos en esa zona de la ciudad y las tiendas se han mantenido abiertas. Sería un honor que me acompañaras.-Susurré al oído del joven, pues no quería que me oyera toda la taberna, aunque parecía un sitio tranquilo y confiable, no tenía porque serlo. Mi voz sonaba suave y relajada, menos al final que sonaba algo más entrecortada al decir que sería un honor que me acompañara, en verdad me estaba gustando tenerle al lado.
Mientras esperaba la respuesta del joven seguí bebiendo del delicioso chocolate caliente y disfrutando del intenso olor a rosas que esa taberna ofrecía, era increíble la cantidad de plantas que había alrededor, pero mi mirada no se fijaba en estas, si no en el joven que tenía delante, Byakuro.
Byakuro Kyoya
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Ella pertenecía al East Blue. Vaya, había estado hacía poco allí. Era un lugar mayormente tranquilo. El cazador se sonrojó un poco cuando ella le dijo que él también era una compañía perfecta. Estaba sonrojado como un adolescente frente a la chica que le gusta. Normalmente estaría dominando la situación, pero sinceramente, no le apetecía ligar. No hacía falta, se sentía a gusto con aquella chica. Así que cuando ella se inclinó sobre él para proponerle ir al muelle oeste, el rubor se extendió aún más. Sin dudarlo medio instante, aceptó la invitación. Sintió un leve cambio en su tono cuando le dijo que sería un honor que lo acompañase. Ella también parecía un poco cohibida.
- ¡Claro, me encantaría! -sonrió. Se dio cuenta de que tal vez había sonado demasiado entusiasmado o impetuoso, por lo que añadió-. Bueno, si no crees que vaya a molestar, claro.
El cazador supo que estaba pareciendo un idiota, por lo que se limitó a coger su taza de chocolate y darle un par de sorbos rápidos para evitar hablar. Luego mordió su trozo de bollo y, no contento con eso, se terminó el chocolate restante de un trago. El calor se extendió rápidamente de su estómago al resto del cuerpo, con lo que el rubor no hizo sino aumentar.
- Ufff... que calentito -murmuró, y Klaus le gruñó en la oreja, como reprimiéndolo por ser tan impulsivo-. Jooo... Klaus, no te enfades -el cazador habló con tono de disculpa, como si de verdad al camaleón le importase lo que le fuera a pasar a su dueño-. Bu-bueno... por mi parte, estoy listo. -el joven esperó a que Yumiko terminase su chocolate y en cuanto lo hizo, se levantó del asiento con rapidez y, tras dejar unos billetes en el mostrador, suficiente para pagar los dos chocolates, se dirigió a la puerta del local.
- ¡Claro, me encantaría! -sonrió. Se dio cuenta de que tal vez había sonado demasiado entusiasmado o impetuoso, por lo que añadió-. Bueno, si no crees que vaya a molestar, claro.
El cazador supo que estaba pareciendo un idiota, por lo que se limitó a coger su taza de chocolate y darle un par de sorbos rápidos para evitar hablar. Luego mordió su trozo de bollo y, no contento con eso, se terminó el chocolate restante de un trago. El calor se extendió rápidamente de su estómago al resto del cuerpo, con lo que el rubor no hizo sino aumentar.
- Ufff... que calentito -murmuró, y Klaus le gruñó en la oreja, como reprimiéndolo por ser tan impulsivo-. Jooo... Klaus, no te enfades -el cazador habló con tono de disculpa, como si de verdad al camaleón le importase lo que le fuera a pasar a su dueño-. Bu-bueno... por mi parte, estoy listo. -el joven esperó a que Yumiko terminase su chocolate y en cuanto lo hizo, se levantó del asiento con rapidez y, tras dejar unos billetes en el mostrador, suficiente para pagar los dos chocolates, se dirigió a la puerta del local.
Yumiko Mei
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El joven respondió entusiasmado diciendo que estaba encantado de ir conmigo, para poco tiempo después minimizar ese entusiasmo diciendo cabalmente que solo si no sería una molestia. Eso me hizo reír durante un tiempo, puesto que me hacía gracia como había contestado, al final era un placer pasar el tiempo a su lado. Después de reírme, cogí la taza y bebí lo que quedaba de chocolate, ya no estaba tan caliente como antes, pero seguía estando delicioso. Unos segundos después lamí mis labios porque había quedado chocolate y cogí una servilleta para limpiarme.
Al terminar el joven Byakuro pagó la bebida y el bollo, era todo un caballero al haberme invitado, y le estaba muy agradecida, por ello se lo mostré con un beso en la mejilla derecha.
-Muchas gracias, es un placer pasar el tiempo a tu lado.-Dije después sonrojada, no quería que pensase que le quería, pues se equivocaba, simplemente que me encantaba estar a su lado, era una persona agradable.
Una vez fuera la lluvia había cesado y el sol estaba saliendo, no había pasado mucho tiempo, o al menos no para mi, pues mi percepción del espacio tiempo cambio por completo cuando entré en esa taberna. Cogí a Byakuro de la mano y empecé a caminar hacia el puerto, el cual estaba al oeste de la isla, un gran puerto marítimo que era lugar de visita mundial, pues Enies Lobby estaba muy cerca y esta ciudad era mundialmente famosa.
-Será muy divertido estar en el puerto, me han contado que también tienen atracciones y peluches.-Dije sonriendo entusiasmada, mostrando unos ojos muy curiosos y haciendo un movimiento constante con las orejas hacia arriba y hacia abajo, la verdad es que mis orejas eran diferentes a las de los demás, eran puntiagudas y largas. Cuando hacía ese movimiento significaba que tenía muchas ganas de ver algo o que estaba demasiado curiosa.
Al terminar el joven Byakuro pagó la bebida y el bollo, era todo un caballero al haberme invitado, y le estaba muy agradecida, por ello se lo mostré con un beso en la mejilla derecha.
-Muchas gracias, es un placer pasar el tiempo a tu lado.-Dije después sonrojada, no quería que pensase que le quería, pues se equivocaba, simplemente que me encantaba estar a su lado, era una persona agradable.
Una vez fuera la lluvia había cesado y el sol estaba saliendo, no había pasado mucho tiempo, o al menos no para mi, pues mi percepción del espacio tiempo cambio por completo cuando entré en esa taberna. Cogí a Byakuro de la mano y empecé a caminar hacia el puerto, el cual estaba al oeste de la isla, un gran puerto marítimo que era lugar de visita mundial, pues Enies Lobby estaba muy cerca y esta ciudad era mundialmente famosa.
-Será muy divertido estar en el puerto, me han contado que también tienen atracciones y peluches.-Dije sonriendo entusiasmada, mostrando unos ojos muy curiosos y haciendo un movimiento constante con las orejas hacia arriba y hacia abajo, la verdad es que mis orejas eran diferentes a las de los demás, eran puntiagudas y largas. Cuando hacía ese movimiento significaba que tenía muchas ganas de ver algo o que estaba demasiado curiosa.
Byakuro Kyoya
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El chico sonrió y se sonrojó levemente ante aquel gesto por parte de la chica. No cualquier persona le besaba, aunque fuera en la mejilla. Le dijo que era un placer pasar el tiempo a su lado. La verdad es que ella tampoco era para nada mala compañía. Se planteó el besarla, pero desechó la idea. No era buena idea el apresurarse.
Sintió como ella le agarraba con suavidad la mano, y se dejó llevar hacia el puerto. Las últimas gotas de la lluvia caían lastimosamente en los charcos formados en los adoquines de las calles. El sol brillaba ahora con fuerza entre las nubes grisáceas. El cazador vislumbró el arco iris entre los edificios a su lado, sobre el mar. La chica a su lado parecía emocionada por llegar al puerto. Decía que había grandes atracciones y peluches. Byakuro observó con complicidad a Klaus en su hombro. Peluches... los conseguiría todos. Todos y cada uno de ellos.
Llegaron al puerto. Parecía haber una enorme feria montada. El altercado de los piratas no había llegado hasta allí, por lo que el ambiente era animado y festivo. En cuanto llegaron, Byakuro se dirigió a un puesto de peluches. Había de todo tipo, desde pequeños ositos marrones de pelo suave hasta enormes osos blancos de tamaño casi humano. El cazador observó al feriante, un hombre corpulento y con un pequeño bigote con las puntas hacia arriba. En cuanto lo vio, sonrió y dijo:
- Oh, señor ¿quiere probar suerte? Consiga un oso de peluche para su novia. -le tendió una bola de cuero antes de que Byakuro lograse decir que Yumiko no era su novia-. Tiene que derribar ese montón de latas de ahí enfrente. -señaló tres latitas formando una pirámide.
- Está bien... déjame probar -el cazador dejó un billete de berries en la mesa del puesto y apuntó, cerrando el ojo derecho para tener más precisión. Bajo el párpado, el iris se había tornado carmesí. El cazador lanzó la bola, y de un solo disparo, derribó la pirámide. Además, la bola rebotó y tiró otra de las pirámides-. Vaya... -el hombre del bigote parecía impresionado.
- P-premio para el señor. ¿Qué desea? -Byakuro señaló un enorme oso panda que colgaba en una esquina y el hombre se lo acercó.
- Gracias, señor -Byakuro se giró hacia Yumiko y se encogió de hombros. Luego se lo tendió-. Toma, un panda.
Sintió como ella le agarraba con suavidad la mano, y se dejó llevar hacia el puerto. Las últimas gotas de la lluvia caían lastimosamente en los charcos formados en los adoquines de las calles. El sol brillaba ahora con fuerza entre las nubes grisáceas. El cazador vislumbró el arco iris entre los edificios a su lado, sobre el mar. La chica a su lado parecía emocionada por llegar al puerto. Decía que había grandes atracciones y peluches. Byakuro observó con complicidad a Klaus en su hombro. Peluches... los conseguiría todos. Todos y cada uno de ellos.
Llegaron al puerto. Parecía haber una enorme feria montada. El altercado de los piratas no había llegado hasta allí, por lo que el ambiente era animado y festivo. En cuanto llegaron, Byakuro se dirigió a un puesto de peluches. Había de todo tipo, desde pequeños ositos marrones de pelo suave hasta enormes osos blancos de tamaño casi humano. El cazador observó al feriante, un hombre corpulento y con un pequeño bigote con las puntas hacia arriba. En cuanto lo vio, sonrió y dijo:
- Oh, señor ¿quiere probar suerte? Consiga un oso de peluche para su novia. -le tendió una bola de cuero antes de que Byakuro lograse decir que Yumiko no era su novia-. Tiene que derribar ese montón de latas de ahí enfrente. -señaló tres latitas formando una pirámide.
- Está bien... déjame probar -el cazador dejó un billete de berries en la mesa del puesto y apuntó, cerrando el ojo derecho para tener más precisión. Bajo el párpado, el iris se había tornado carmesí. El cazador lanzó la bola, y de un solo disparo, derribó la pirámide. Además, la bola rebotó y tiró otra de las pirámides-. Vaya... -el hombre del bigote parecía impresionado.
- P-premio para el señor. ¿Qué desea? -Byakuro señaló un enorme oso panda que colgaba en una esquina y el hombre se lo acercó.
- Gracias, señor -Byakuro se giró hacia Yumiko y se encogió de hombros. Luego se lo tendió-. Toma, un panda.
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Akuma no mi
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Tras mi beso, Byakuro también se sonrojo y seguimos corriendo hacia el puerto. Nada más entrar se podía ver una inmensa feria con multitud de atracciones y muchísimas personas, parecía no haber sido afectada en lo más mínimo por los piratas de antes y eso estaba muy bien, puesto que una feria sin gente no es una feria. Seguí caminando entusiasmada hasta que vi que Byakuro se había separado de mi y se había puesto en uno de los puestos de peluches, de un solo tiro consiguió el peluche más grande que tenían, un panda gigante.
Poco después de eso me lo regaló, y entonces me sentí más entusiasmada todavía, antes de coger el peluche le dí un fuerte abrazo. Su piel se sentía muy bien, y era una persona achucable, es decir, te sentías bien al abrazarle.
-Muchas gracias, me encantan los peluches, y sobre todo los pandas.-Dije sonriendo hacia el, era el momento de probar una de las atracciones de esa feria.
Cogiéndolo de nuevo de la mano y sujetando con el otro brazo el peluche panda, seguimos caminando hacia la rueda gigante que sobresalía entre el resto de atracciones, era una noria y parecía el lugar perfecto para divertirse. Cuando me acerqué a la taquilla, había una persona flaca y de enorme altura, se podía decir que medía dos metros y medio. Y poco después de verme empezó a hablarme.
-¿Hola señorita, quiere entrar a esta preciosa noria con su novio?-Preguntaba el hombre sonriendo- Para ustedes dos la entrada es gratis, pasen por detrás del mostrador y suban las escaleras.-Añadió a continuación con la misma sonrisa.
-¡Muchas gracias!- Dije entusiasmada mientras cogía a Byakuro de la mano y seguía las instrucciones del hombre del mostrador. La verdad es que no me había dado cuenta de que había dicho que Byakuro era mi novio, pero no me importaba, era agradable estar con el y nos lo pasaríamos muy bien en este increíble parque.
Una vez al lado de la enorme noria, un hombre con un cuerpo esbelto y caballeroso nos abrió las puertas de una de las cápsulas, donde entramos yo y Byakuro y poco después nos dijo que tuviéramos un bonito viaje, con una sonrisa de oreja a oreja y una voz agradable.
-Esto es increíble, no crees Byakuro, me encantan las atracciones y sobre todo si tengo compañía, es muy agradable.- Dije manteniendo mi sonrisa y entusiasmo, mientras miraba a Byakuro algo sonrojada.
Poco después de eso me lo regaló, y entonces me sentí más entusiasmada todavía, antes de coger el peluche le dí un fuerte abrazo. Su piel se sentía muy bien, y era una persona achucable, es decir, te sentías bien al abrazarle.
-Muchas gracias, me encantan los peluches, y sobre todo los pandas.-Dije sonriendo hacia el, era el momento de probar una de las atracciones de esa feria.
Cogiéndolo de nuevo de la mano y sujetando con el otro brazo el peluche panda, seguimos caminando hacia la rueda gigante que sobresalía entre el resto de atracciones, era una noria y parecía el lugar perfecto para divertirse. Cuando me acerqué a la taquilla, había una persona flaca y de enorme altura, se podía decir que medía dos metros y medio. Y poco después de verme empezó a hablarme.
-¿Hola señorita, quiere entrar a esta preciosa noria con su novio?-Preguntaba el hombre sonriendo- Para ustedes dos la entrada es gratis, pasen por detrás del mostrador y suban las escaleras.-Añadió a continuación con la misma sonrisa.
-¡Muchas gracias!- Dije entusiasmada mientras cogía a Byakuro de la mano y seguía las instrucciones del hombre del mostrador. La verdad es que no me había dado cuenta de que había dicho que Byakuro era mi novio, pero no me importaba, era agradable estar con el y nos lo pasaríamos muy bien en este increíble parque.
Una vez al lado de la enorme noria, un hombre con un cuerpo esbelto y caballeroso nos abrió las puertas de una de las cápsulas, donde entramos yo y Byakuro y poco después nos dijo que tuviéramos un bonito viaje, con una sonrisa de oreja a oreja y una voz agradable.
-Esto es increíble, no crees Byakuro, me encantan las atracciones y sobre todo si tengo compañía, es muy agradable.- Dije manteniendo mi sonrisa y entusiasmo, mientras miraba a Byakuro algo sonrojada.
Byakuro Kyoya
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Byakuro entró en la noria con Yumiko. Le recordaba la noria de Sabaody, en la que había estado hacía meses. Le traía recuerdos de tiempos pasados, con menos peleas. Últimamente estaba metido en demasiados conflictos. Desde las peleas en Coliseo Corrida a aquella extraña Liga de los Campeones.
- Aish... -el chico dejó escapar un leve suspiro, mezcla de melancolía y tristeza. Luego miró a Yumiko y sonrió de nuevo. El sol había logrado abrirse paso entre las nubes, e iluminaba gran parte de la ciudad. Según ascendían en la enorme rueda, las vistas iban haciéndose más espectaculares, y Byakuro se dejó llevar por la emoción-. ¡Mira que altos estamos!¡Es genial!
La noria se detuvo cuando estaban empezando a alcanzar el punto más alto de la misma, lo que les dejó ver toda la ciudad. Era una vista impresionante. Byakuro observó a Yumiko y le sonrió. Klaus, que se encontraba en el hombro del cazador, dio un pequeño paseo hasta el hombro de ella, y le gruñó al oído con suavidad. El animal pasó de su habitual color verde apagado a un color verde esmeralda. La noria se movió lentamente de nuevo.
- Creo que le gustas. -dijo el chico, sonriendo ampliamente. Hasta la fecha, tan solo había ocurrido aquello en contadas ocasiones. La noria volvió a pararse, esta vez en su punto más alto. El sol empezaba a descender en el cielo, y la luz que emitía empezó a tornarse amarillenta, anunciando las últimas horas de luz.
- Aish... -el chico dejó escapar un leve suspiro, mezcla de melancolía y tristeza. Luego miró a Yumiko y sonrió de nuevo. El sol había logrado abrirse paso entre las nubes, e iluminaba gran parte de la ciudad. Según ascendían en la enorme rueda, las vistas iban haciéndose más espectaculares, y Byakuro se dejó llevar por la emoción-. ¡Mira que altos estamos!¡Es genial!
La noria se detuvo cuando estaban empezando a alcanzar el punto más alto de la misma, lo que les dejó ver toda la ciudad. Era una vista impresionante. Byakuro observó a Yumiko y le sonrió. Klaus, que se encontraba en el hombro del cazador, dio un pequeño paseo hasta el hombro de ella, y le gruñó al oído con suavidad. El animal pasó de su habitual color verde apagado a un color verde esmeralda. La noria se movió lentamente de nuevo.
- Creo que le gustas. -dijo el chico, sonriendo ampliamente. Hasta la fecha, tan solo había ocurrido aquello en contadas ocasiones. La noria volvió a pararse, esta vez en su punto más alto. El sol empezaba a descender en el cielo, y la luz que emitía empezó a tornarse amarillenta, anunciando las últimas horas de luz.
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La noria se paró en lo más alto, y de ahí se podía ver la enorme ciudad del agua y unas impresionantes vistas hacia el océano, esas vistas eran increíbles. No podía dejar de mirar a Byakuro en todo momento y sonreír, pues ese lugar estaba hecho para disfrutarlo entre dos, y el era una buena compañía.
-¡Es increíble como se ve la ciudad desde aquí, me encanta!-Dije manteniendo mi entusiasmo y sonrisa, con voz sincera y suave
Minutos después la noria dio otra vuelta y se paró en lo más alto. El sol se encontraba sumergiéndose en el azulado océano, mientras caía se podía ver como su color cambiaba lentamente hacia un color más anaranjado, era la señal de que el atardecer estaba llegando y la noche se aproximaba. Desde arriba se podía ver otra gran atracción, era una montaña rusa de tamaño gigantesco, la cual por extrañas circunstancias no conseguí ver antes, fue como si había aparecido de la nada.
Mientras miraba como la gente gritaba en la montaña rusa, llenos de la combinación entre miedo y diversión, el pequeño camaleón de Byakuro se posó sobre mi hombro y me gruñó al oído, cambiando su color a un color mucho más claro. Ese gruñido me hizo sentir un escalofrió, pues no esperaba a que viniera a mi, siempre lo había visto sobre el hombro del joven pelimorado. Después de sentir el escalofrío lo acaricié con mi mano derecha y le dí un beso en la mejilla, la verdad es que era una amante de los animales y los reptiles también me gustaban, pues de pequeña jugueteaba con la serpiente del circo, la cual medía unos tres metros, a pesar de su peligrosidad, nos llevábamos muy bien.
-¿Tu crees? Tu también me gustas Klaus- Susurré sonriendo tras el comentario de Byakuro
El sol ya se encontraba casi sumergido en el mar, al ver como se estaba haciendo de tarde, cogí el peluche panda y lo abracé con fuerza, me encantaban los peluches. Poco después dejé el peluche y me acerqué a Byakuro para darle un abrazo también, pues el fue el que me regaló el peluche. Nos encontrábamos abrazados mientras los últimos rayos de sol se encontraban sumergiéndose en el dulce mar azul.
-¡Es increíble como se ve la ciudad desde aquí, me encanta!-Dije manteniendo mi entusiasmo y sonrisa, con voz sincera y suave
Minutos después la noria dio otra vuelta y se paró en lo más alto. El sol se encontraba sumergiéndose en el azulado océano, mientras caía se podía ver como su color cambiaba lentamente hacia un color más anaranjado, era la señal de que el atardecer estaba llegando y la noche se aproximaba. Desde arriba se podía ver otra gran atracción, era una montaña rusa de tamaño gigantesco, la cual por extrañas circunstancias no conseguí ver antes, fue como si había aparecido de la nada.
Mientras miraba como la gente gritaba en la montaña rusa, llenos de la combinación entre miedo y diversión, el pequeño camaleón de Byakuro se posó sobre mi hombro y me gruñó al oído, cambiando su color a un color mucho más claro. Ese gruñido me hizo sentir un escalofrió, pues no esperaba a que viniera a mi, siempre lo había visto sobre el hombro del joven pelimorado. Después de sentir el escalofrío lo acaricié con mi mano derecha y le dí un beso en la mejilla, la verdad es que era una amante de los animales y los reptiles también me gustaban, pues de pequeña jugueteaba con la serpiente del circo, la cual medía unos tres metros, a pesar de su peligrosidad, nos llevábamos muy bien.
-¿Tu crees? Tu también me gustas Klaus- Susurré sonriendo tras el comentario de Byakuro
El sol ya se encontraba casi sumergido en el mar, al ver como se estaba haciendo de tarde, cogí el peluche panda y lo abracé con fuerza, me encantaban los peluches. Poco después dejé el peluche y me acerqué a Byakuro para darle un abrazo también, pues el fue el que me regaló el peluche. Nos encontrábamos abrazados mientras los últimos rayos de sol se encontraban sumergiéndose en el dulce mar azul.
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Byakuro se sonrojó cuando ella lo abrazó, y correspondió al abrazo, rodeando su cuello con los brazos. Pese a que el sol había desaparecido, aún había una luz anaranjada en el cielo. Las nubes reflejaban la luz y se tornaban doradas, como si el cielo estuviese ardiendo en llamas, con tonos otoñales.
- Vaya... la verdad es que el día se me ha pasado volando. -suspiró el chico, mientras se atrevía a apretar ligeramente a Yumiko con su abrazo. La sentía pegada a él, cálida y agradable. Lo que en un principio le parecieron leves golpes acompasados se volvieron fuertes latidos rítmicos cuando el chico activó su fruta y sus sentidos se ampliaron. No eran los suyos, sino los de ella. Parecía emocionada, o quizás nerviosa.
La noria volvió a ponerse en marcha con lentitud, haciendo un par de paradas antes de que la cabina llegase a la parte más baja del recorrido y el mismo chico que les había abierto la puerta los invitase amablemente a salir. El chico se levantó del asiento y salió. El cielo empezaba a teñirse con un tono púrpura como su cabello, y las diferentes atracciones se iluminaban con cientos de bombillas de todos los colores. Era genial. El chico sintió un olor en el aire, un olor dulzón y delicioso. Algodón de azúcar. Empezó a correr, siguiendo el olor hasta llegar al puesto del que provenía. Dos minutos después, volvía hacia Yumiko con un gigantesco algodón de azúcar. Empezó a comérselo, pellizcando trocitos con los dedos y llevándoselos a la boca.
- Bueno, Yumiko-chan... ¿a dónde te apetece ir ahora? -dijo con una sonrisa mientras se llevaba otro trozo de dulce a la boca.
- Vaya... la verdad es que el día se me ha pasado volando. -suspiró el chico, mientras se atrevía a apretar ligeramente a Yumiko con su abrazo. La sentía pegada a él, cálida y agradable. Lo que en un principio le parecieron leves golpes acompasados se volvieron fuertes latidos rítmicos cuando el chico activó su fruta y sus sentidos se ampliaron. No eran los suyos, sino los de ella. Parecía emocionada, o quizás nerviosa.
La noria volvió a ponerse en marcha con lentitud, haciendo un par de paradas antes de que la cabina llegase a la parte más baja del recorrido y el mismo chico que les había abierto la puerta los invitase amablemente a salir. El chico se levantó del asiento y salió. El cielo empezaba a teñirse con un tono púrpura como su cabello, y las diferentes atracciones se iluminaban con cientos de bombillas de todos los colores. Era genial. El chico sintió un olor en el aire, un olor dulzón y delicioso. Algodón de azúcar. Empezó a correr, siguiendo el olor hasta llegar al puesto del que provenía. Dos minutos después, volvía hacia Yumiko con un gigantesco algodón de azúcar. Empezó a comérselo, pellizcando trocitos con los dedos y llevándoselos a la boca.
- Bueno, Yumiko-chan... ¿a dónde te apetece ir ahora? -dijo con una sonrisa mientras se llevaba otro trozo de dulce a la boca.
Yumiko Mei
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El joven me abrazó también y al bajar de la noria este fue corriendo hacia lo que parecía un puesto de venta, para poco tiempo después venir con una gran nube de algodón de azúcar sujeta por un palo, parecía estar deliciosa. Era el momento de probar la gran atracción que se veía desde la noria y ver lo que era una montaña rusa, pues nunca había probado una. Se oían gritos de miedo y alegría provenientes de esa zona y empecé a caminar hacia ahí. Mientras caminaba le robé un poco de algodón de azúcar a Byakuro y me chupe los dedos, era suave y delicioso.
-Probaremos la gran montaña rusa, tengo ganas de ver porque la gente grita de esa manera y que mejor que gritar juntos.-Dije sonriendo hacia el joven pelimorado mientras nos aproximábamos a las taquillas
Una vez delante de la taquilla un hombre corpulento y con cierta cara de pervertido me miró y me dio dos entradas, para poco después pedirme mi número de den den mushi, cosa que obviamente no hice, ese hombre parecía querer violarme. Era el momento perfecto para dejar tonto a ese viejo, y me giré para darle un beso a Byakuro, no calculé bien las distancias y le besé en la boca sin querer. Nada más darme cuenta me sonrojé por completo y tenía los pómulos completamente rojos, esperaba que no hubiera destruido nuestra bonita amistad con ese beso. El viejo al vernos se giró y se fue a una esquina, o eso es lo que pensé yo en ese momento, pero nosotros seguíamos teniendo nuestras entradas gratis.
-¿Va-vamos a la atracción Byakuro?-Dije con voz entrecortada hacia Byakuro, aún estaba sonrojada y mi corazón no paraba de latir, parecía a punto de salirse de mi pecho
-Probaremos la gran montaña rusa, tengo ganas de ver porque la gente grita de esa manera y que mejor que gritar juntos.-Dije sonriendo hacia el joven pelimorado mientras nos aproximábamos a las taquillas
Una vez delante de la taquilla un hombre corpulento y con cierta cara de pervertido me miró y me dio dos entradas, para poco después pedirme mi número de den den mushi, cosa que obviamente no hice, ese hombre parecía querer violarme. Era el momento perfecto para dejar tonto a ese viejo, y me giré para darle un beso a Byakuro, no calculé bien las distancias y le besé en la boca sin querer. Nada más darme cuenta me sonrojé por completo y tenía los pómulos completamente rojos, esperaba que no hubiera destruido nuestra bonita amistad con ese beso. El viejo al vernos se giró y se fue a una esquina, o eso es lo que pensé yo en ese momento, pero nosotros seguíamos teniendo nuestras entradas gratis.
-¿Va-vamos a la atracción Byakuro?-Dije con voz entrecortada hacia Byakuro, aún estaba sonrojada y mi corazón no paraba de latir, parecía a punto de salirse de mi pecho
Byakuro Kyoya
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Byakuro se dejó llevar a la montaña rusa, pero en la cola de la atracción pasó algo inesperado. Un hombre le dio un par de entradas a Yumiko, y ella se giró hacia él y lo besó en los labios. Byakuro se quedó tenso durante un instante. Había sido agradable, pero no se lo esperaba. Sin embargo, cuando ella se separó de repente de él, maldijo para sí mismo el no haber respondido. Se inclinó durante una décima de segundo hacia delante, para no perder el contacto, pero enseguida se detuvo. Tal vez Yumiko no hubiera querido hacer aquello y el beso había sido un accidente. La miró completamente azorada, preguntándole si le apetecería subir con ella a la montaña rusa. Él sonrió y le dijo:
- Por supuesto, Yumiko-chan. -el hombre que le había regalado las entradas a Yumiko había regresado y lo miraba con odio, así que el se acercó a ella y la besó, intencionadamente. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver al hombre temblando de rabia. No sabía cómo se lo tomaría la cazadora, así que por si acaso activó su haki de visión y preparó su cara para una bofetada, endureciéndola con haki armadura.
- Por supuesto, Yumiko-chan. -el hombre que le había regalado las entradas a Yumiko había regresado y lo miraba con odio, así que el se acercó a ella y la besó, intencionadamente. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver al hombre temblando de rabia. No sabía cómo se lo tomaría la cazadora, así que por si acaso activó su haki de visión y preparó su cara para una bofetada, endureciéndola con haki armadura.
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Poco después de girarme para caminar en dirección a la entrada a la montaña rusa, Byakuro me besó, intencionadamente y sonriendo, en ese momento mi corazón dio un revolcón y me caí al suelo. Fue tan inesperado que no sabía como debía reaccionar. Unos segundos después me levanté, lo abracé y lo cogí de la mano, para seguir caminando hacia las cabinas de la montaña rusa, su beso fue cálido y placentero, una sensación inexplicable en términos escritos, era demasiado perfecto.
-Byakuro, te quiero.-Susurré al oído del joven completamente sonrojada mientras subíamos a las cabinas de esa increíble montaña rusa.
No estaba segura de si era una buena idea haber entrado ahí, mi corazón estaba latiendo sin parar y esa atracción haría casi duplicar su velocidad, era muy probable que me explotase el corazón de la emoción. Me calmé respirando hondo y cogí de la mano a Byakuro, me sentía mucho más segura si tenía sus dedos entretejidos con los míos, era una sensación agradable y placentera que recorría todo mi cuerpo en un efímero escalofrío.
-¿Qué te gustaría probar después? A mi me da igual, todo lo que sea contigo será perfecto.-Dije sonrojada mientras miraba al joven pelimorado con curiosidad y con la misma sonrisa de siempre
-Byakuro, te quiero.-Susurré al oído del joven completamente sonrojada mientras subíamos a las cabinas de esa increíble montaña rusa.
No estaba segura de si era una buena idea haber entrado ahí, mi corazón estaba latiendo sin parar y esa atracción haría casi duplicar su velocidad, era muy probable que me explotase el corazón de la emoción. Me calmé respirando hondo y cogí de la mano a Byakuro, me sentía mucho más segura si tenía sus dedos entretejidos con los míos, era una sensación agradable y placentera que recorría todo mi cuerpo en un efímero escalofrío.
-¿Qué te gustaría probar después? A mi me da igual, todo lo que sea contigo será perfecto.-Dije sonrojada mientras miraba al joven pelimorado con curiosidad y con la misma sonrisa de siempre
Byakuro Kyoya
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Byakuro se sonrojó ante las palabras de Yumiko. ¿Le quería? Aquello lo descolocó un poco. Hacía tiempo que alguien no tenía sentimientos hacia él así. Mucho tiempo. La miró y sonrió. Le dio un leve beso de nuevo y juntos se dirigieron a la montaña. Sintió cómo ella entrelazaba sus dedos con los suyos. Eran suaves y delicados. Apretó levemente y ambos entraron en la atracción. Mientras tanto, ella le preguntó que podían probar después.
- Podríamos ir a tomar algo, pero creo que Klaus está algo cansado del día de hoy. Ha sido intenso para él, casi tanto como para mi. -puso la maleta en la consigna de la montaña rusa y sonrió. Posteriormente se sentó en la vagoneta, al lado de la cazadora.
La atracción era rápida, vertiginosa y emocionante. A Byakuro le recordó a cuando volaba. Gritaba como un loco de la emoción. El vagón giraba, daba vueltas, se retorcía por las vías y subía y bajaba. Era divertido. Aunque Klaus no debió opinar lo mismo. El camaleón parecía mareado y sus ojos daban vueltas. Byakuro reía como un niño, y cuando la atracción se detuvo, estuvo tentado a no levantarse y dar otra vuelta. Nada más salir del vagón, recogió su maletín y rebuscó una cosa en su bolsa de cosas útiles. Con una ilusión, marcó a fuego un corazón en un papel y se lo entregó a Yumiko.
- Toma, usa esto y me encontrarás siempre que quieras. Es mi Vibre Card. -sonrió y se la depositó en la mano. Después de eso, le dio un beso breve pero intenso. Klaus gruñó, mareado. Byakuro lo miró con un deje de preocupación-. Creo que ha sido demasiado para él. Tal vez deberíamos salir y dejar que le de un poco el aire fresco.
- Podríamos ir a tomar algo, pero creo que Klaus está algo cansado del día de hoy. Ha sido intenso para él, casi tanto como para mi. -puso la maleta en la consigna de la montaña rusa y sonrió. Posteriormente se sentó en la vagoneta, al lado de la cazadora.
La atracción era rápida, vertiginosa y emocionante. A Byakuro le recordó a cuando volaba. Gritaba como un loco de la emoción. El vagón giraba, daba vueltas, se retorcía por las vías y subía y bajaba. Era divertido. Aunque Klaus no debió opinar lo mismo. El camaleón parecía mareado y sus ojos daban vueltas. Byakuro reía como un niño, y cuando la atracción se detuvo, estuvo tentado a no levantarse y dar otra vuelta. Nada más salir del vagón, recogió su maletín y rebuscó una cosa en su bolsa de cosas útiles. Con una ilusión, marcó a fuego un corazón en un papel y se lo entregó a Yumiko.
- Toma, usa esto y me encontrarás siempre que quieras. Es mi Vibre Card. -sonrió y se la depositó en la mano. Después de eso, le dio un beso breve pero intenso. Klaus gruñó, mareado. Byakuro lo miró con un deje de preocupación-. Creo que ha sido demasiado para él. Tal vez deberíamos salir y dejar que le de un poco el aire fresco.
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Una vez habíamos bajado de la montaña rusa, en la que me sentí completamente asombrada, no paraba de gritar y Byakuro tampoco, fue impresionante, una mezcla entre miedo y diversión, lo que algunos llaman adrenalina, pude ver que el joven pelimorado me ofrecía un papel con un corazón, al principio no sabía que era, pero preferí guardarlo, era probable que en un futuro me sirviese de algo. El joven me confirmo que el papel era una de esas Vibre Cards, que comentaba la gente, pero que nunca conseguí entender que era, y por lo visto me permitiría llegar a el cuando lo quisiera.
El pequeño camaleón Klaus estaba algo mareado y parecía algo cansado, así que preferí despedirme de Byakuro y tomar el camino hacia el puerto, donde llevaba días anclado mi pequeño barco. Me acerqué a Byakuro para poder decirle lo que quería.
-Fue un placer estar contigo, me encantaría poder pasar cada segundo de mi vida contigo, pero eso resultaría complicado, pues mi vida y la tuya tienen destinos distintos, solo espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar de nuevo, puesto que tu compañía es incomparable con nada, te quiero Byakuro.-Dije sonriendo, para después acariciar a Klaus y finalizar mi despedida con un beso. Después me encaminé hacia el puerto e intentaba mantener sobre todo mi sonrisa sin llorar, se me hacía muy difícil esa despedida, después de todos los momentos bonitos que habíamos pasado ese día.
Cogí el panda de peluche entre brazos y sujeté la maleta a uno de mis bolsillos con una unión de tungsteno, eso debería resistir el peso de esos veintisiete millones de berries. La verdad es que me sentía mejor por los momentos que había pasado con el joven, que por haber conseguido esa suma de dinero. Mientras me encaminaba al puerto cogí la Vibre Card y le dí un beso, para ponerla después dentro del oso de peluche que siempre había llevado conmigo y que probablemente nunca llegase a perder, era tan especial para mi, que lo guardé en el lugar que me parecía más seguro.
En el puerto se encontraba mi barco completamente limpio y reluciente, pues días antes pedí que lo limpiaran por unos 500 berries. Me subí a este y quitando la cuerda que me unía con esa ciudad, abriendo las velas y redirigiendo el timón, zarpé hacia una nueva aventura, una nueva isla, un nuevo reto y un nuevo día. Era de noche cuando salí de ahí, pero el viento era apacible y se podía navegar bien. No olvidaría aquel día nunca.
El pequeño camaleón Klaus estaba algo mareado y parecía algo cansado, así que preferí despedirme de Byakuro y tomar el camino hacia el puerto, donde llevaba días anclado mi pequeño barco. Me acerqué a Byakuro para poder decirle lo que quería.
-Fue un placer estar contigo, me encantaría poder pasar cada segundo de mi vida contigo, pero eso resultaría complicado, pues mi vida y la tuya tienen destinos distintos, solo espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar de nuevo, puesto que tu compañía es incomparable con nada, te quiero Byakuro.-Dije sonriendo, para después acariciar a Klaus y finalizar mi despedida con un beso. Después me encaminé hacia el puerto e intentaba mantener sobre todo mi sonrisa sin llorar, se me hacía muy difícil esa despedida, después de todos los momentos bonitos que habíamos pasado ese día.
Cogí el panda de peluche entre brazos y sujeté la maleta a uno de mis bolsillos con una unión de tungsteno, eso debería resistir el peso de esos veintisiete millones de berries. La verdad es que me sentía mejor por los momentos que había pasado con el joven, que por haber conseguido esa suma de dinero. Mientras me encaminaba al puerto cogí la Vibre Card y le dí un beso, para ponerla después dentro del oso de peluche que siempre había llevado conmigo y que probablemente nunca llegase a perder, era tan especial para mi, que lo guardé en el lugar que me parecía más seguro.
En el puerto se encontraba mi barco completamente limpio y reluciente, pues días antes pedí que lo limpiaran por unos 500 berries. Me subí a este y quitando la cuerda que me unía con esa ciudad, abriendo las velas y redirigiendo el timón, zarpé hacia una nueva aventura, una nueva isla, un nuevo reto y un nuevo día. Era de noche cuando salí de ahí, pero el viento era apacible y se podía navegar bien. No olvidaría aquel día nunca.
Byakuro Kyoya
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Byakuro asintió. Él también quería que sus caminos se cruzasen de nuevo, para eso le había dado la Vibre Card. Cuando ella lo besó de nuevo sintió cómo se sentía revitalizado. No importaban las penurias que había pasado aquel día. Sin embargo, al separarse, sintió cómo el frío lo rodeaba. Estaba solo, al menos hasta que ella decidiera volver a verlo. ¿Quedaría esperando?
- Klaus... ¿tú que opinas? - miró, taciturno, a su camaleón.
- Grrrr... -gruñó el animal, mirándolo con apatía extrema.
- Tienes razón -el chico sonrió y se enjuagó las lágrimas que habían tratado de brotar de sus ojos. De su espalda brotaron dos alas blancas y resplandecientes, y dando un pisotón en el suelo cogió impulso para despegar hacia el puerto a toda velocidad. Vio un pequeño bote alejándose en la oscuridad, tan solo iluminado por las luces de la feria. Debía arriesgarse, si aquel era el bote que buscaba, lo tomaría como una señal. Descendió dando vueltas para acabar posándose delicadamente en la proa de la embarcación. Miró a la pasajera: era ella.
- Mi destino ha cambiado ahora mismo -la miró-. Nuestros caminos se han vuelto a cruzar. La agarró por la cintura con un brazo y la acercó a él. Esta Vibre Card representa algo más de lo que es. Es una invitación. ¿Querrías venir conmigo a surcar los mares, en compañía de mis aliados? Hay algunos que pueden parecerte extraños, e incluso un par de ellos tienen recompensa por su cabeza, pero son buena gente. Todos ellos. Si lo haces, nuestros caminos no tienen por qué separarse de nuevo. -esbozó una amplia sonrisa al tiempo que esperaba la respuesta de la chica.
- Klaus... ¿tú que opinas? - miró, taciturno, a su camaleón.
- Grrrr... -gruñó el animal, mirándolo con apatía extrema.
- Tienes razón -el chico sonrió y se enjuagó las lágrimas que habían tratado de brotar de sus ojos. De su espalda brotaron dos alas blancas y resplandecientes, y dando un pisotón en el suelo cogió impulso para despegar hacia el puerto a toda velocidad. Vio un pequeño bote alejándose en la oscuridad, tan solo iluminado por las luces de la feria. Debía arriesgarse, si aquel era el bote que buscaba, lo tomaría como una señal. Descendió dando vueltas para acabar posándose delicadamente en la proa de la embarcación. Miró a la pasajera: era ella.
- Mi destino ha cambiado ahora mismo -la miró-. Nuestros caminos se han vuelto a cruzar. La agarró por la cintura con un brazo y la acercó a él. Esta Vibre Card representa algo más de lo que es. Es una invitación. ¿Querrías venir conmigo a surcar los mares, en compañía de mis aliados? Hay algunos que pueden parecerte extraños, e incluso un par de ellos tienen recompensa por su cabeza, pero son buena gente. Todos ellos. Si lo haces, nuestros caminos no tienen por qué separarse de nuevo. -esbozó una amplia sonrisa al tiempo que esperaba la respuesta de la chica.
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Me encontraba navegando con la poca luz que quedaba cuando de repente mi osito de peluche empezó a brillar cada vez más, algún usuario se estaba acercando. Cuando me di cuenta ya estaba ahí, era Byakuro, había vuelto, con lo difícil que era la despedida, eso me resultaría todavía más difícil de olvidar. No quería que viese que había llorado y me quité las lagrimas usando mi brazo, luego lo miré a la cara y escuché lo que quería decirme. Me contaba que su destino había cambiado y que ahora no tendrémos que separarnos nunca más, también me comunico que esa Vibre Card era una invitación a una alianza, o eso es lo que entendí. Siempre había barajeado la idea de conocer y tener nakamas, y ese era el momento perfecto, si Byakuro confiaba en ellos, no debería ser un problema que yo lo hiciera.
-Me encantaría formar parte de tus aliados y pasar muchas más aventuras juntos. Me pregunto si podría seguir mi objetivo en tu organización, siempre desee conocer una isla en la que pudiera dejar vivir a mi familia sin problemas y que estuvieran protegidos, ese es mi sueño y si puedo alcanzarlo estando contigo, aceptaré.-Dije sonriendo hacia el joven pelimorado con algunas marcas de lágrimas, había llorado desde que salí del puerto y todo fue porque no podía resistir esa despedida.
Mientras esperaba su respuesta lo abracé con fuerza, ese calor que antes se había desvanecido volvió y me sentí totalmente segura. La noche se estaba haciendo cada vez más densa y en el cielo se podían ver las millones de estrellas que lo poblaban, cada una con una intensidad distinta y cada una a una distancia diferente, era una vista perfecta y la compañía incomparable. Poco después le susurré al oído al joven con una voz suave e intentando vocalizar correctamente, ya no estaba tan nerviosa como antes y mi corazón, aunque seguía palpitando con fuerza, no lo hacía al mismo ritmo desenfrenado de antes.
-No quiero separarme nunca más de ti, Byakuro.-Susurré a su oído para poco después dejar una sonrisa dibujada en mi rostro y abrazarlo hasta el infinito, no quería separarme de el.
-Me encantaría formar parte de tus aliados y pasar muchas más aventuras juntos. Me pregunto si podría seguir mi objetivo en tu organización, siempre desee conocer una isla en la que pudiera dejar vivir a mi familia sin problemas y que estuvieran protegidos, ese es mi sueño y si puedo alcanzarlo estando contigo, aceptaré.-Dije sonriendo hacia el joven pelimorado con algunas marcas de lágrimas, había llorado desde que salí del puerto y todo fue porque no podía resistir esa despedida.
Mientras esperaba su respuesta lo abracé con fuerza, ese calor que antes se había desvanecido volvió y me sentí totalmente segura. La noche se estaba haciendo cada vez más densa y en el cielo se podían ver las millones de estrellas que lo poblaban, cada una con una intensidad distinta y cada una a una distancia diferente, era una vista perfecta y la compañía incomparable. Poco después le susurré al oído al joven con una voz suave e intentando vocalizar correctamente, ya no estaba tan nerviosa como antes y mi corazón, aunque seguía palpitando con fuerza, no lo hacía al mismo ritmo desenfrenado de antes.
-No quiero separarme nunca más de ti, Byakuro.-Susurré a su oído para poco después dejar una sonrisa dibujada en mi rostro y abrazarlo hasta el infinito, no quería separarme de el.
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Byakuro se abrazó a ella y sonrió
- Claro, encontraremos esa isla. Yo te ayudaré a encontrarla. -la miró a los ojos antes de tumbarse en la barca con ella. Creó un suave colchón para dormir con comodidad y se quedó mirando el manto estrellado del cielo.
Según pasaba el tiempo, los ojos del chico se fueron entrecerrando cada vez más, hasta llegar a un punto en el que no podía abrirlos de nuevo. Sintió cómo el sueño lo invadía poco a poco, atrapando todas las partes de su cuerpo y dejándolas fatigadas y quietas. Soltó un ligero bostezo, antes de caer dormido. No soltó a la cazadora ni por un momento. Estaba feliz, hacía tiempo que no dormía tan a gusto. Los siguientes días serían intensos. Aquel día había empezado algo que el cazador esperaba que durase mucho tiempo.
En cubierta, Klaus miró la luna con su expresión de indiferencia total. Tras unos minutos en silencio, el camaleón se giró sobre sí mismo y se recostó sobre el cuerpo del cazador, para dormitar.
- Claro, encontraremos esa isla. Yo te ayudaré a encontrarla. -la miró a los ojos antes de tumbarse en la barca con ella. Creó un suave colchón para dormir con comodidad y se quedó mirando el manto estrellado del cielo.
Según pasaba el tiempo, los ojos del chico se fueron entrecerrando cada vez más, hasta llegar a un punto en el que no podía abrirlos de nuevo. Sintió cómo el sueño lo invadía poco a poco, atrapando todas las partes de su cuerpo y dejándolas fatigadas y quietas. Soltó un ligero bostezo, antes de caer dormido. No soltó a la cazadora ni por un momento. Estaba feliz, hacía tiempo que no dormía tan a gusto. Los siguientes días serían intensos. Aquel día había empezado algo que el cazador esperaba que durase mucho tiempo.
En cubierta, Klaus miró la luna con su expresión de indiferencia total. Tras unos minutos en silencio, el camaleón se giró sobre sí mismo y se recostó sobre el cuerpo del cazador, para dormitar.
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