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Empiezas, Drake... si quieres... o puedes dejar a las damas primero
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Dexter llegó a tiempo para ver cómo el extraño Gyojin era destruido sin ninguna piedad por el coloso de la armadura. No podía aseverar nada, pero era el único de los Trilobites que no tenía cartel... "Te equivocas, falta el ingeniero", pensó, atando cabos. Si hasta el sonrisitas de la banda actuaba de aquella manera no sabía qué esperar de la capitana, famosa por su vida dedicada a la lucha y al combate. Al ver aquella escena, todas sus esperanzas de poder ganar la batalla por Mariejoa se truncaban sin remedio, hasta que la mujer concha hizo un gesto y sus tripulantes abandonaron la posición mientras ella se preparaba. El único que se mantenía en el área era el sereno Jingu, alguien que, de no ser por su raza, no pegaría en absoluto con la sanguinaria banda Pirata, pero por algún motivo ahí estaba. "Sería un buen fichaje para mi tripulación, la verdad", pensó, retirándose la chaqueta, ya rota por todo el movimiento de aquel día, dejando ver un chaleco sobre él. La camisa, como la chaqueta, estaba destrozada, dejando ver sus anchos hombros casi por completo. Para luchar con un ser de tantos brazos necesitaría estar atento a todo, e incluso llegado el caso podría recurrir a aquello.
Avanzó un paso, recogiendo sus alas mientras dejaba surgir en ambas manos un par de hojas largas de doble filo, perfectas para combinar con el Masaenkokempou y bastante peligrosas para quien tuviera la desgracia de topar con ellas. Kiara parecía ruborizada por algo. ¿Tal vez iban a luchar por su corazón? No podía negar que era una mujer muy atractiva, y con diez extremidades daba pie y mano a verdaderas delicias como... "Un momento, no me mira a mí". Giró instintivamente el cuello y pudo ver un Gyojin bastante fornido de presencia intimidatoria. Debía de decirle algo para que no le quitara a aquel crustáceo de tan buen ver.
-No interfieras en un duelo de honor- dijo, con una mirada que emanaba electricidad, aunque habría deseado decir "No toques a mi pez favorito". Sin embargo sonaba bastante ofensivo y, por muy atractiva que resultara, era un malvado pez megalómano y pretencioso. Volvió a mirar hacia Kiara-. ¿Por dónde íbamos?
En algún otro momento se habría planteado golpear con decisión a puño limpio, pero en aquella ocasión se enfrentaba a un rival que escapaba a su imaginación enfrentar. Lion D. Karl fue el primero que tuvo como pareja de baile hacía un tiempo, y ahora la capitana de los Trilobite deseaba unirse al juego aquel día. Una mujer que abarcaba el poder casi de un Yonkou y... Y bueno, para mejorarlo Kirito andaba por la zona. "Bravo, ahora tengo más problemas en qué pensar. Al menos la comadreja voladora esa le limpiaría un poco la zona. Tal vez el espadachín negro resultara de utilidad después de todo.
"Ésta va por Midorima", dijo para sí mientras trazaba ondas cortantes en el aire con forma de pierna suelta, y la lanzaba a por ella con la celeridad propia de una onda de ese estilo, normal y corriente. Probablemente lo pararía sin ninguna dificultad, pero si no lo hacía sabría que su victoria estaba asegurada.
Por Midorima [AD]
Avanzó un paso, recogiendo sus alas mientras dejaba surgir en ambas manos un par de hojas largas de doble filo, perfectas para combinar con el Masaenkokempou y bastante peligrosas para quien tuviera la desgracia de topar con ellas. Kiara parecía ruborizada por algo. ¿Tal vez iban a luchar por su corazón? No podía negar que era una mujer muy atractiva, y con diez extremidades daba pie y mano a verdaderas delicias como... "Un momento, no me mira a mí". Giró instintivamente el cuello y pudo ver un Gyojin bastante fornido de presencia intimidatoria. Debía de decirle algo para que no le quitara a aquel crustáceo de tan buen ver.
-No interfieras en un duelo de honor- dijo, con una mirada que emanaba electricidad, aunque habría deseado decir "No toques a mi pez favorito". Sin embargo sonaba bastante ofensivo y, por muy atractiva que resultara, era un malvado pez megalómano y pretencioso. Volvió a mirar hacia Kiara-. ¿Por dónde íbamos?
En algún otro momento se habría planteado golpear con decisión a puño limpio, pero en aquella ocasión se enfrentaba a un rival que escapaba a su imaginación enfrentar. Lion D. Karl fue el primero que tuvo como pareja de baile hacía un tiempo, y ahora la capitana de los Trilobite deseaba unirse al juego aquel día. Una mujer que abarcaba el poder casi de un Yonkou y... Y bueno, para mejorarlo Kirito andaba por la zona. "Bravo, ahora tengo más problemas en qué pensar. Al menos la comadreja voladora esa le limpiaría un poco la zona. Tal vez el espadachín negro resultara de utilidad después de todo.
"Ésta va por Midorima", dijo para sí mientras trazaba ondas cortantes en el aire con forma de pierna suelta, y la lanzaba a por ella con la celeridad propia de una onda de ese estilo, normal y corriente. Probablemente lo pararía sin ninguna dificultad, pero si no lo hacía sabría que su victoria estaba asegurada.
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Kiara coloca sus dos espadas imbuidas en haki frente a ella, deteniendo sin grandes complicaciones las ondas cortantes. Te mira con enfado, mientras se prepara para pelear. Coloca sus armas apuntándote y de un simple movimiento, corto pero rápido y brutal, envía una onda cortante y contundente hacia ti. Si la onda no te golpea, seguramente golpee a las personas que están detrás de ti, mandándolas a volar con el cuerpo destrozado.
Hachi Hyaku Extreme Pondo Ho [AI]
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"Concentración", pensó Dexter, tratando de abstraerse de todo lo que no fuera combate alrededor de él, pero era imposible. Demasiadas variables, demasiada tensión y demasiado riesgo. La apuesta que estaba haciendo era digna de un loco, pero sentía el olor a muerte y auras desvaneciéndose a su alrededor. Gyojins, humanos, ¿Qué importaba aquello? La venganza de Kiara estaba llevando al mundo hacia una guerra genocida, y nadie parecía querer ponerle fin, sólo estaban enfrascados en la batalla sin pensar en nada más. ¿Era el único capaz de ver que aquel día el destino del mundo iba a dar un vuelco? Ganara quien ganase todos perderían. Midorima ya sin pierna, los Sky Pirates sin el tal Kirk, gente muriendo por todas partes... Un horror, un error de Kiara. Había ido a aquel lugar esperando una resistencia nula, había deseado matar y destruir, pero no contaba con enfrentarse a él. Ni en aquel momento era consciente. La furia comenzaba a calentar su cuerpo, y se sentía algo más ligero. Iba a destruirla. Iba a acabar con aquella guerra, y se levantaría aunque consiguiera hacerlo caer.
La onda chocó contra dos espadas, que con gesto simple la rechazaron, aunque la cara de Kiara era de completa tensión iracunda. "Me lo esperaba", pensó, con una sonrisa medio crispada, aunque tranquilo en cierto modo. Aún podía controlar su ira, y aunque olía la sangre el animal en su interior no había despertado, y con suerte tardaría un buen rato en despertar. "No me dejaré llevar por las emociones", se dijo mientras hacía a las armas girar en sus manos, esperando que la onda con la que Kiara respondía llegara. Y llegó. Imbuidas en resistencia dracónida, cortó la onda con un movimiento vertical en abanico, haciendo que dos ondas algo más débiles se perdieran a sus lados. Una de ellas impactó contra un edificio, abriendo una brecha que dejaba ver el interior del local allí asentado. "Realmente tiene una fuerza impresionante", pensó, asombrado por el estado de aquella pared. Pero no era la única que podía hacer aquel tipo de cosas, y... ¿Le había rasgado la camisa por el pecho? A pesar de haberla desviado había logrado golpear su cuerpo. Menos mal que tenía una fortaleza extraordinaria desde su regreso a Darmer, y su piel no llegó a herirse por el corte. Pero tendría que andarse con ojo.
-Esto se va a poner...- relamió el labio superior instintivamente, sin terminar la frase. Era un gesto que últimamente hacía involuntariamente en momentos de tensión, la última vez en el combate contra el tal Cifra, en la final del Torneo con Alex Drachen. Aquel día habían vencido, y hoy él iba a vencer, por varias razones. El futuro del mundo estaba en sus manos, Kiara había aceptado un combate honorable y, además, el Yonkaikyo le debía una comida. No tenía ninguna importancia, pero en aquel momento pensar en algo más allá del combate de su vida lo hacía centrarse y relajarse. Pero era el momento de seguir a la ofensiva-. Interesante.
Podía sentir una ligera brisa golpearle la cara, y en poco tiempo la volvió un huracán que lo rodeaba por completo, girando a tanta velocidad que su abrigo salió despedido a un lado, agrietando los restos de la pared que Kiara había destrozado con su corte. Debía de ir a unos cuatrocientos kilómetros por hora, y brillaba con una tonalidad azul. Además iba imbuida en resistencia Dracónida, lo que lo ayudaría a resistir golpes con mayor eficiencia. Cruzó las espadas, formando una X perfecta, y las dejó bajar, formando con sus brazos una V invertida, mientras comenzaba a avanzar. A la velocidad que se movía para cualquier persona parecería que se teletransportaba, pero sólo se movía a unos trescientos kilómetros hora, suficiente para desestabilizar la defensa de la Trilobite y para que el viento que lo rodeaba no se desvaneciera por su cambio brusco de momento inercial. Tras el acercamiento a la capitana de la banda, haría el movimiento simétrico con las armas al anterior, pasando de la V a la X. Sin duda era un movimiento absurdo, pero en el momento que lo bloqueara, si es que lo hacía, de sus hombros se alargarían dos aguijones de viento sólido imbuidos en resistencia dracónida, directos a las articulaciones de los brazos que lo bloquearan, al tiempo que de sus manos surgían exactamente los mismos, tratando de perforar la pelvis para dejarla definitivamente vendida. Si no lo bloqueaba directamente el corte en cruz muy probablemente le haría gran daño.
Wind Swordstorm, Shoulder and Fist Sting [AF]
La onda chocó contra dos espadas, que con gesto simple la rechazaron, aunque la cara de Kiara era de completa tensión iracunda. "Me lo esperaba", pensó, con una sonrisa medio crispada, aunque tranquilo en cierto modo. Aún podía controlar su ira, y aunque olía la sangre el animal en su interior no había despertado, y con suerte tardaría un buen rato en despertar. "No me dejaré llevar por las emociones", se dijo mientras hacía a las armas girar en sus manos, esperando que la onda con la que Kiara respondía llegara. Y llegó. Imbuidas en resistencia dracónida, cortó la onda con un movimiento vertical en abanico, haciendo que dos ondas algo más débiles se perdieran a sus lados. Una de ellas impactó contra un edificio, abriendo una brecha que dejaba ver el interior del local allí asentado. "Realmente tiene una fuerza impresionante", pensó, asombrado por el estado de aquella pared. Pero no era la única que podía hacer aquel tipo de cosas, y... ¿Le había rasgado la camisa por el pecho? A pesar de haberla desviado había logrado golpear su cuerpo. Menos mal que tenía una fortaleza extraordinaria desde su regreso a Darmer, y su piel no llegó a herirse por el corte. Pero tendría que andarse con ojo.
-Esto se va a poner...- relamió el labio superior instintivamente, sin terminar la frase. Era un gesto que últimamente hacía involuntariamente en momentos de tensión, la última vez en el combate contra el tal Cifra, en la final del Torneo con Alex Drachen. Aquel día habían vencido, y hoy él iba a vencer, por varias razones. El futuro del mundo estaba en sus manos, Kiara había aceptado un combate honorable y, además, el Yonkaikyo le debía una comida. No tenía ninguna importancia, pero en aquel momento pensar en algo más allá del combate de su vida lo hacía centrarse y relajarse. Pero era el momento de seguir a la ofensiva-. Interesante.
Podía sentir una ligera brisa golpearle la cara, y en poco tiempo la volvió un huracán que lo rodeaba por completo, girando a tanta velocidad que su abrigo salió despedido a un lado, agrietando los restos de la pared que Kiara había destrozado con su corte. Debía de ir a unos cuatrocientos kilómetros por hora, y brillaba con una tonalidad azul. Además iba imbuida en resistencia Dracónida, lo que lo ayudaría a resistir golpes con mayor eficiencia. Cruzó las espadas, formando una X perfecta, y las dejó bajar, formando con sus brazos una V invertida, mientras comenzaba a avanzar. A la velocidad que se movía para cualquier persona parecería que se teletransportaba, pero sólo se movía a unos trescientos kilómetros hora, suficiente para desestabilizar la defensa de la Trilobite y para que el viento que lo rodeaba no se desvaneciera por su cambio brusco de momento inercial. Tras el acercamiento a la capitana de la banda, haría el movimiento simétrico con las armas al anterior, pasando de la V a la X. Sin duda era un movimiento absurdo, pero en el momento que lo bloqueara, si es que lo hacía, de sus hombros se alargarían dos aguijones de viento sólido imbuidos en resistencia dracónida, directos a las articulaciones de los brazos que lo bloquearan, al tiempo que de sus manos surgían exactamente los mismos, tratando de perforar la pelvis para dejarla definitivamente vendida. Si no lo bloqueaba directamente el corte en cruz muy probablemente le haría gran daño.
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Kiara se concentra y de pronto su cuerpo se imbuye con un color negro. Acaba de entrar en su primer mundo. Se trata de una técnica defensiva que la cubre con su caparazón de tal forma que crea una defensa casi impenetrable. El ataque del dragón es detenido, y Kiara lanza un contraataque con sus dos espadas al pecho del Shichibukai, tratando de atravesarlo. En ese momento, un gyojin llega al combate, armado con un enorme espadón. Kiara grita de rabia.
Double strike [AIF]
- ¡Maldita sea! ¡Este es un maldito duelo de hono...! -se detiene y mira al gyojin que acaba de llegar. En ese momento, Dexter recibe los mensajes de sus compañeros. Kiara mira a Cánabar y sonríe con timidez-. ¿Cumplirás mis sueños? ¿Vengarás la muerte de Krabbo a mi lado? Dime, ¿cuál es tu nombre, hermano? -parece haber recuperado la compostura.
Double strike [AIF]
- ¡Maldita sea! ¡Este es un maldito duelo de hono...! -se detiene y mira al gyojin que acaba de llegar. En ese momento, Dexter recibe los mensajes de sus compañeros. Kiara mira a Cánabar y sonríe con timidez-. ¿Cumplirás mis sueños? ¿Vengarás la muerte de Krabbo a mi lado? Dime, ¿cuál es tu nombre, hermano? -parece haber recuperado la compostura.
- NOTA:
- Cánabar se ha unido
Cánabar
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Kiara respondió a Cánabar. Quiso saber si de verdad cumpliría lo que había prometido. ¿Accedería cuando se lo confirmara? Era la mejor oportunidad que tenían, no podía fallar. Además, cuando él daba su palabra la cumplía pues la valoraba tanto como su honor. Se acercó a ella y la miró con una sonrisa y clavando sus ojos en los de la capitana. Era hermosa y tenía un aspecto fiero... tal y como a él le gustaban. Pero eso no era lo importante en aquél momento.
-Sí, cumpliré tus sueños y llegará la venganza de Krabbo. Nuestro legado, todo aquello que consigamos, será mucho más grande de lo que pudiste imaginar a su lado. Una nueva era se avecina y nosotros seremos quienes la traigan. Mi nombre es Cánabar. Únete a nosotros y comparte la grandeza de nuestra raza- Le dijo a la mujer.
Acto seguido se acercó al hombre con el que ella estaba luchando. Tenía un aspecto muy peculiar y, sin lugar a dudas, residía en el un poder desmesurado. Cuantas ganas tenía el gyojin de batirse con aquel guerrero. Tantas que casi echó a perder todo su plan y los objetivos de Atesaki. Pero debía comportarse, era algo más que una bestia. Envainó su espada en señal de respeto y lo miró con seriedad.
-Eres realmente fuerte y siento el deseo de luchar contigo. Pero no es el momento, aunque me encantaría comparar nuestro poder, esta guerra no tiene sentido y estaríamos perdiendo el tiempo. Permíteme que me la lleve y seguramente termine todo esto. Además, han llegado nuevos enemigos y serían demasiados frentes. Si no aceptas me ofrezco como su campeón- Le ofreció al humano.
-Sí, cumpliré tus sueños y llegará la venganza de Krabbo. Nuestro legado, todo aquello que consigamos, será mucho más grande de lo que pudiste imaginar a su lado. Una nueva era se avecina y nosotros seremos quienes la traigan. Mi nombre es Cánabar. Únete a nosotros y comparte la grandeza de nuestra raza- Le dijo a la mujer.
Acto seguido se acercó al hombre con el que ella estaba luchando. Tenía un aspecto muy peculiar y, sin lugar a dudas, residía en el un poder desmesurado. Cuantas ganas tenía el gyojin de batirse con aquel guerrero. Tantas que casi echó a perder todo su plan y los objetivos de Atesaki. Pero debía comportarse, era algo más que una bestia. Envainó su espada en señal de respeto y lo miró con seriedad.
-Eres realmente fuerte y siento el deseo de luchar contigo. Pero no es el momento, aunque me encantaría comparar nuestro poder, esta guerra no tiene sentido y estaríamos perdiendo el tiempo. Permíteme que me la lleve y seguramente termine todo esto. Además, han llegado nuevos enemigos y serían demasiados frentes. Si no aceptas me ofrezco como su campeón- Le ofreció al humano.
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Dexter vio, sorprendido, cómo el caparazón de Kiara bloqueaba por completo su corte. Era una hazaña épica teniendo en cuenta la fuerza que se había demostrado a sí mismo en los últimos acontecimientos, y hablaba muy bien de las aptitudes guerreras de la capitana trilobite. Sin embargo había algo que lo seguía escamando, y era la rapidez de aquella transformación. Si algo le habían enseñado sus nociones de física, era que las reacciones más rápidas eran las más inestables, y se colocó en una posición defensiva, esperando el golpe de la mujer crustáceo.
Cuatro espadas, y el viento silbó al chocar con el acero. Era increíble que no estuviera tratando de golpearlo con todo lo que tenía en lugar de entablar un duelo de espadas. En verdad lo prefería, pero era algo extraño. Estaba algo crispado ya, pero en la mujer era peor; bajo su rabia podía sentir el dolor de la pérdida, el amor por el cangrejo y todos los sueños rotos que el chico lobo había dejado esparcidos por la mesa. Por un instante hasta sintió ternura en su corazón, y casi perdió el choque de armas al recuperar la calma en el peor momento. Sus armas cruzadas en torno a los raíles que formaban las espadas de Kiara detenían el embate, pero hubo un golpe que le llegó más hondo.
-Su nombre es Cánabar- dijo. Lo conocía de los carteles Wanted y acababa de verlo hacía un momento. Él había provocado que ella se sonrojara, estaba muy claro-. Kiara- dijo, con un tono que trataba de sonar tranquilizador, firme pese al esfuerzo que hacía por mantener las armas en una posición menos comprometedora-, yo no te odio, y esta lucha ha llegado ya muy lejos. ¿Cuántos tenemos que morir? Tú, yo... Podemos volver a enfrentarnos en el futuro- comenzó a henchirse ligeramente-. O tal vez luchar codo con codo por un mundo mejor para ambos.
No podía retroceder. Si daba un paso atrás podía significar el último, aunque tal vez ese último paso fuera el que aquella guerra necesitaba. "¿Tú que dices, padre?", dijo a su mente, esperando la atronadora voz del dragón celestial, aquella voz que sólo vivía en su mente.
-Si llegas a necesitarme, siempre estaré- un rayo dorado cayó a lo lejos, y unas casi transparentes nubes negras comenzaron a anillarse sobre él-. Pero no has de buscarme ahora, hijo mío, mi tiempo aún no ha llegado.
Un rayo dorado cayó de nuevo, y las nubes se disiparon. La voz que nacía y habitaba su mente se desvaneció, y frente a él estaba Kiara, aún presionando por atravesar su pecho con la furia del dolor. No pudo evitar derramar una lágrima.
-Yo también he perdido a gente, Kiara. He perdido algo que perseguí años, algo por lo que lloré y con lo que reí, un amor que jamás nadie me devolverá- Empujó con todas las fuerzas que pudo reunir para desestabilizarla sus armas, esperando que necesitara retroceder un par de pasos [AIF], y tomó una posición defensiva algo más relajada-. Si pudiera destruiría piedra a piedra este lugar, pero si lo hago quiero saber que es para construir un mundo mejor. Para todos- Hizo una pausa, y atendiendo a la masa de calor que su olfato detectaba como "Kiara" se dirigió a Cánabar, torciendo el gesto hacia él-. Algún día nos enfrentaremos, estoy seguro. Pero no puedo dejar a nadie ocupar el lugar de Kiara- tomó algo de aire, manteniendo el ceño ligeramente fruncido-. Ambos luchamos por lo que creemos correcto, y para cada uno el otro se equivoca. ¿Por qué luchar contigo y no con ella? Tu futuro podría ser más brillante que morir aquí si yo te derroto, pero ella... ¿A ella qué le queda? Es una viuda desconsolada, y no hay un dolor más fuerte que el de alguien que pierde su amor- devolvió la mirada a Kiara, sin esperar respuesta del otro Gyojin-. Si os vais ahora, capitana, aún podemos negociar una paz en la que nadie ocupe un lugar que no le corresponde. No más esclavos, ni más esclavistas. Te doy mi palabra.
Esperaba que aquello funcionara. Al fin y al cabo su meta era, en gran medida, desestabilizar el Gobierno Mundial. Aunque jamás habría imaginado aquella manera. Si aquello funcionaba próximamente debería sentarse en una mesa con Kiara a negociar una alianza. Se sentía casi animado por la idea, a decir verdad. Aunque... ¿Qué opinaría la mujer trilobite?
Cuatro espadas, y el viento silbó al chocar con el acero. Era increíble que no estuviera tratando de golpearlo con todo lo que tenía en lugar de entablar un duelo de espadas. En verdad lo prefería, pero era algo extraño. Estaba algo crispado ya, pero en la mujer era peor; bajo su rabia podía sentir el dolor de la pérdida, el amor por el cangrejo y todos los sueños rotos que el chico lobo había dejado esparcidos por la mesa. Por un instante hasta sintió ternura en su corazón, y casi perdió el choque de armas al recuperar la calma en el peor momento. Sus armas cruzadas en torno a los raíles que formaban las espadas de Kiara detenían el embate, pero hubo un golpe que le llegó más hondo.
-Su nombre es Cánabar- dijo. Lo conocía de los carteles Wanted y acababa de verlo hacía un momento. Él había provocado que ella se sonrojara, estaba muy claro-. Kiara- dijo, con un tono que trataba de sonar tranquilizador, firme pese al esfuerzo que hacía por mantener las armas en una posición menos comprometedora-, yo no te odio, y esta lucha ha llegado ya muy lejos. ¿Cuántos tenemos que morir? Tú, yo... Podemos volver a enfrentarnos en el futuro- comenzó a henchirse ligeramente-. O tal vez luchar codo con codo por un mundo mejor para ambos.
No podía retroceder. Si daba un paso atrás podía significar el último, aunque tal vez ese último paso fuera el que aquella guerra necesitaba. "¿Tú que dices, padre?", dijo a su mente, esperando la atronadora voz del dragón celestial, aquella voz que sólo vivía en su mente.
-Si llegas a necesitarme, siempre estaré- un rayo dorado cayó a lo lejos, y unas casi transparentes nubes negras comenzaron a anillarse sobre él-. Pero no has de buscarme ahora, hijo mío, mi tiempo aún no ha llegado.
Un rayo dorado cayó de nuevo, y las nubes se disiparon. La voz que nacía y habitaba su mente se desvaneció, y frente a él estaba Kiara, aún presionando por atravesar su pecho con la furia del dolor. No pudo evitar derramar una lágrima.
-Yo también he perdido a gente, Kiara. He perdido algo que perseguí años, algo por lo que lloré y con lo que reí, un amor que jamás nadie me devolverá- Empujó con todas las fuerzas que pudo reunir para desestabilizarla sus armas, esperando que necesitara retroceder un par de pasos [AIF], y tomó una posición defensiva algo más relajada-. Si pudiera destruiría piedra a piedra este lugar, pero si lo hago quiero saber que es para construir un mundo mejor. Para todos- Hizo una pausa, y atendiendo a la masa de calor que su olfato detectaba como "Kiara" se dirigió a Cánabar, torciendo el gesto hacia él-. Algún día nos enfrentaremos, estoy seguro. Pero no puedo dejar a nadie ocupar el lugar de Kiara- tomó algo de aire, manteniendo el ceño ligeramente fruncido-. Ambos luchamos por lo que creemos correcto, y para cada uno el otro se equivoca. ¿Por qué luchar contigo y no con ella? Tu futuro podría ser más brillante que morir aquí si yo te derroto, pero ella... ¿A ella qué le queda? Es una viuda desconsolada, y no hay un dolor más fuerte que el de alguien que pierde su amor- devolvió la mirada a Kiara, sin esperar respuesta del otro Gyojin-. Si os vais ahora, capitana, aún podemos negociar una paz en la que nadie ocupe un lugar que no le corresponde. No más esclavos, ni más esclavistas. Te doy mi palabra.
Esperaba que aquello funcionara. Al fin y al cabo su meta era, en gran medida, desestabilizar el Gobierno Mundial. Aunque jamás habría imaginado aquella manera. Si aquello funcionaba próximamente debería sentarse en una mesa con Kiara a negociar una alianza. Se sentía casi animado por la idea, a decir verdad. Aunque... ¿Qué opinaría la mujer trilobite?
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La trilobite retrocede un par de pasos, con una expresión de resentimiento. Observa a Cánabar y le toma la mano, tirando hacia ella. Tras eso observa el cuerpo del anciano gyojin, que se haya muerto a unos metros de distancia. Se dirige a Dexter y entonces habla:
- Krabbo no merecía morir. Traedme la cabeza del hombre que lo mató, y estaré dispuesta a negociar la paz con vosotros. No me devolverán a mi capitán, pero juré sobre su tumba que lo vengaría- sonríe de forma macabra-. Y el Gobierno también lo pagará. Esta isla está condenada, Goru ya casi ha alcanzado su límite de poder... Si quieres volver a enfrentarte a mí, huye, humano. -envaina sus armas.
Dicho esto, la mujer observa a Cánabar y sonríe. Parece que la idea de una alianza con los gyojins le atrae más. Si lo que promete Cánabar es cierto, su sueño de destruir el Gobierno puede ser llevado a cabo.
- Krabbo no merecía morir. Traedme la cabeza del hombre que lo mató, y estaré dispuesta a negociar la paz con vosotros. No me devolverán a mi capitán, pero juré sobre su tumba que lo vengaría- sonríe de forma macabra-. Y el Gobierno también lo pagará. Esta isla está condenada, Goru ya casi ha alcanzado su límite de poder... Si quieres volver a enfrentarte a mí, huye, humano. -envaina sus armas.
Dicho esto, la mujer observa a Cánabar y sonríe. Parece que la idea de una alianza con los gyojins le atrae más. Si lo que promete Cánabar es cierto, su sueño de destruir el Gobierno puede ser llevado a cabo.
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