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¿Cómo había llegado allí? El clima era completamente helado, tanto que aún a pesar de llevar mi enorme gabardina negra, sentía frio. Al menos era un lugar lo suficientemente pacífico como para descansar un poco. Salí del pequeño barco de madera que nos había traído hasta ahí, y digo nos, porque tenía mis dos pequeños acompañantes conmigo. La niña, que ahora estaba dormida y había tapado con una manta que me habían dejado antes de bajar, y mi hermano menor, que no paraba, pues él era así. Aún así conseguí llevarlo hasta una posada cercana, en la cual nos dejaron hospedarnos, gratis al menos por el día de hoy, por lo menos ir con ellos me daba esa pequeña ventaja.
Le dije que cuidara de la pequeña, que yo iba a por algo de comer. Lo dije bastante serio, por lo que esperaba que no hiciera de la suyas, aunque seguramente pasara algo, esperaba que fuera una pequeña broma y no algo mas grande. Tras un rato tapando bien a la cría, salí por la puerta, viendo como el sol estaba cayendo por el horizonte.
Rondé un poco por la ciudad, sin ningún tipo de pensamiento más que divagaciones varias, hasta el punto de perderme en medio del bosque. No recordaba por donde había entrado, ni como había llegado hasta ahí, por lo que no me quedaba más remedio que seguir andando. Tras un rato andando por caminos que quien sabe cuánto llevarían sin usar, intentando evitar todo tipo de bichos, animalejos y ramas de árboles que a pesar del clima frio parecían crecer aún más alto que otros tipos de flora. Pero algo me hizo levantar la cabeza, al principio pensé en un animal, aunque podía ser cualquier cosa. Lo que vi… estaba seguro de que no era un animal, pero paso rápidamente y se perdió otra vez en la espesura del bosque. No tenía mis armas encima y por un segundo dudé si debía o no correr, pero hacía tiempo que no me entretenía con alguna tontería así. Agarré el sombrero y me lo quité de la cabeza, para llevarlo en la mano mientras emprendía mi carrera, solía caerse así que preferí no perderlo en medio de un bosque que no conocía para nada.
Le dije que cuidara de la pequeña, que yo iba a por algo de comer. Lo dije bastante serio, por lo que esperaba que no hiciera de la suyas, aunque seguramente pasara algo, esperaba que fuera una pequeña broma y no algo mas grande. Tras un rato tapando bien a la cría, salí por la puerta, viendo como el sol estaba cayendo por el horizonte.
Rondé un poco por la ciudad, sin ningún tipo de pensamiento más que divagaciones varias, hasta el punto de perderme en medio del bosque. No recordaba por donde había entrado, ni como había llegado hasta ahí, por lo que no me quedaba más remedio que seguir andando. Tras un rato andando por caminos que quien sabe cuánto llevarían sin usar, intentando evitar todo tipo de bichos, animalejos y ramas de árboles que a pesar del clima frio parecían crecer aún más alto que otros tipos de flora. Pero algo me hizo levantar la cabeza, al principio pensé en un animal, aunque podía ser cualquier cosa. Lo que vi… estaba seguro de que no era un animal, pero paso rápidamente y se perdió otra vez en la espesura del bosque. No tenía mis armas encima y por un segundo dudé si debía o no correr, pero hacía tiempo que no me entretenía con alguna tontería así. Agarré el sombrero y me lo quité de la cabeza, para llevarlo en la mano mientras emprendía mi carrera, solía caerse así que preferí no perderlo en medio de un bosque que no conocía para nada.
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Se encontraba paseando en medio de aquel frío bosque. Era de noche ya entrada, por lo que el frío y el miedo a las bestias en teoría alejarían a posibles cazadores y personas en general, o eso pensaba ella. Cualquiera que la viera en medio de la noche ahí se sorprendería, quizá pensasen: -Oh, una niña pérdida.- Aunque no era ese el caso.
Se estiró un poco antes de seguir avanzando. Había llegado a esa isla helada en la mañana, sin apenas unos berries obtenidos a lo largo de las dos últimas islas, donde no había necesitado gastar tanto. Sin embargo, estos solo los podía gastar en una cosa y ante la decisión de conseguir ropa o una cama para una noche, opto por lo segundo, llevando entonces puestos unos leotardos gruesos por debajo del mono, de un color verde más oscuro que este y una sudadera que le quedaba algo larga, de color azul oscuro, pero que al ser unas tallas más grandes de lo que usaba le hacían parecer "mona", aunque eso a ella le daba igual, lo unico que importaba es que le sirvieran de abrigo. Por suerte, su Akuma no mi le daba cierta resistencia al frío.
Salió de la tienda, de segunda mano, donde compró la ropa en dirección al bosque que se veía a las afueras de la ciudad. Si la noche fuera demasiado fría incluso para ella y no le quedará otra más que transformarse, no sería conveniente hacerlo en la ciudad, además, se sentía más cómoda rodeada de naturaleza, y siempre podía cazar si necesitaba comida.
Así paso el día, sin embargo, al caer la noche, a pesar de haberse acomodado en un gran árbol hueco, tapada con la tela que solía llevar atada a su cinturón, no era capaz de conciliar el sueño. Ante esta situación, decidió que sería agradable dar un paseo. Se puso la tela como una bufanda y salió de su improvisado "refugio".
Y así es como llego a donde se encontraba en ese momento, observando al cielo mientras seguía caminando. Siguió caminando con sigilo, no por miedo, si no por que había tomado por habito el ocultar su presencia.
camino durante unos minutos más, algo perdida en sus pensamientos, hasta que un olor peculiar hizo que se alertara. -¿Un humano? ¿Qué hace aquí?- Murmuró para sí misma. No tenía motivos para huir, quizá solo lo hizo por instinto, como movida por un recuerdo del pasado. Hecho a correr, en forma humana, para evitar a quien fuera que se acercara, sin notar que había sido vista por este. No creyó necesario el transformarse, ya que su velocidad era bastante mayor que lo normal.
Tras varios minutos corriendo, se detuvo al llegar a un claro del bosque, sus largos cabellos, de un rojo anaranjado, se mecían por la fría y suave brisa nocturna de aquel paraíso invernal. No se encontraba exhausta, por lo que podía haber corrido más, pero no lo vio necesario, además, aún si no estaba cansada, se sentía adormilada por el frío y el no haber dormido casi nada en las últimas veinticuatro horas.
Se estiró un poco antes de seguir avanzando. Había llegado a esa isla helada en la mañana, sin apenas unos berries obtenidos a lo largo de las dos últimas islas, donde no había necesitado gastar tanto. Sin embargo, estos solo los podía gastar en una cosa y ante la decisión de conseguir ropa o una cama para una noche, opto por lo segundo, llevando entonces puestos unos leotardos gruesos por debajo del mono, de un color verde más oscuro que este y una sudadera que le quedaba algo larga, de color azul oscuro, pero que al ser unas tallas más grandes de lo que usaba le hacían parecer "mona", aunque eso a ella le daba igual, lo unico que importaba es que le sirvieran de abrigo. Por suerte, su Akuma no mi le daba cierta resistencia al frío.
Salió de la tienda, de segunda mano, donde compró la ropa en dirección al bosque que se veía a las afueras de la ciudad. Si la noche fuera demasiado fría incluso para ella y no le quedará otra más que transformarse, no sería conveniente hacerlo en la ciudad, además, se sentía más cómoda rodeada de naturaleza, y siempre podía cazar si necesitaba comida.
Así paso el día, sin embargo, al caer la noche, a pesar de haberse acomodado en un gran árbol hueco, tapada con la tela que solía llevar atada a su cinturón, no era capaz de conciliar el sueño. Ante esta situación, decidió que sería agradable dar un paseo. Se puso la tela como una bufanda y salió de su improvisado "refugio".
Y así es como llego a donde se encontraba en ese momento, observando al cielo mientras seguía caminando. Siguió caminando con sigilo, no por miedo, si no por que había tomado por habito el ocultar su presencia.
camino durante unos minutos más, algo perdida en sus pensamientos, hasta que un olor peculiar hizo que se alertara. -¿Un humano? ¿Qué hace aquí?- Murmuró para sí misma. No tenía motivos para huir, quizá solo lo hizo por instinto, como movida por un recuerdo del pasado. Hecho a correr, en forma humana, para evitar a quien fuera que se acercara, sin notar que había sido vista por este. No creyó necesario el transformarse, ya que su velocidad era bastante mayor que lo normal.
Tras varios minutos corriendo, se detuvo al llegar a un claro del bosque, sus largos cabellos, de un rojo anaranjado, se mecían por la fría y suave brisa nocturna de aquel paraíso invernal. No se encontraba exhausta, por lo que podía haber corrido más, pero no lo vio necesario, además, aún si no estaba cansada, se sentía adormilada por el frío y el no haber dormido casi nada en las últimas veinticuatro horas.
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Era rápido. Aquello a lo que estaba persiguiendo se movía lo suficientemente rápido como para dejarme atrás, al menos si no me esforzaba, así que aceleré un poco más el paso, intentando alcanzar a mi huidiza ¿presa? Ni si quiera sabía lo que estaba persiguiendo, podría haber sido todo un producto de mi propia mente, que se habría aburrido de rondar, mas no dejé de correr, por simple inercia.
Tras un rato, empecé a pensar realmente que había sido solo un truco de mi mente aburrida que quería jugarme una mala pasada. Paré en un pequeño claro, sin darme cuenta de que había alguien ahí, pues estaba lo suficientemente cansado como parar a recuperar oxígeno. No me había fijado que mientras me adentraba en el bosque, también lo hacía en la noche. A mis ojos les costaban ver entre la penumbra, pero cuando levanté la cabeza pude verla. Una chica que se alzaba en medio del claro. El rasgo más destacable y el que me hizo fijarme en ella, fue el hecho de que tenía una larga cabellera de color de las llamas, le llegaba hasta la altura de las caderas, quizás un poco por debajo y le ondeaba ligeramente por el viento que corría en el lugar, tragué un poco de saliva porque era una escena que si bien no es algo fuera de lo común, pero me impacto bastante, parecía un ser celestial llegado de otro mundo. No sabía que decir o hacer, era la primera vez que me pasaba eso, además no podía apartar los ojos de ella, que iban inspeccionándola más detalladamente.
Me di cuenta de que estaba ahí quieto como un estúpido, mientras el viento hacía que mi ropa se ondeara ligeramente, y sentí un leve escalofrío, pero no podría decir con exactitud si era por su presencia o por el simple hecho de que hacía una pequeña brisa por aquel lugar.
-Ah… Ehm… S-siento haberte seguido.-conseguí balbucear, parecía que no sabía hablar correctamente, pero no era como si pudiera controlarlo.-Había oído un ruido y… bueno, pensaba que había pasado algo, no pretendía perseguir a nadie.-dije llevándome una mano a la nuca, cerrando los ojos y soltando una carcajada tonta, todo esto mientras alzaba un poco el cuerpo. Si no calculaba mal, medía más o menos lo mismo que ella, por lo que podría mirarle a los ojos… Si no huía tras mi patética actuación, claro.-
Tras un rato, empecé a pensar realmente que había sido solo un truco de mi mente aburrida que quería jugarme una mala pasada. Paré en un pequeño claro, sin darme cuenta de que había alguien ahí, pues estaba lo suficientemente cansado como parar a recuperar oxígeno. No me había fijado que mientras me adentraba en el bosque, también lo hacía en la noche. A mis ojos les costaban ver entre la penumbra, pero cuando levanté la cabeza pude verla. Una chica que se alzaba en medio del claro. El rasgo más destacable y el que me hizo fijarme en ella, fue el hecho de que tenía una larga cabellera de color de las llamas, le llegaba hasta la altura de las caderas, quizás un poco por debajo y le ondeaba ligeramente por el viento que corría en el lugar, tragué un poco de saliva porque era una escena que si bien no es algo fuera de lo común, pero me impacto bastante, parecía un ser celestial llegado de otro mundo. No sabía que decir o hacer, era la primera vez que me pasaba eso, además no podía apartar los ojos de ella, que iban inspeccionándola más detalladamente.
Me di cuenta de que estaba ahí quieto como un estúpido, mientras el viento hacía que mi ropa se ondeara ligeramente, y sentí un leve escalofrío, pero no podría decir con exactitud si era por su presencia o por el simple hecho de que hacía una pequeña brisa por aquel lugar.
-Ah… Ehm… S-siento haberte seguido.-conseguí balbucear, parecía que no sabía hablar correctamente, pero no era como si pudiera controlarlo.-Había oído un ruido y… bueno, pensaba que había pasado algo, no pretendía perseguir a nadie.-dije llevándome una mano a la nuca, cerrando los ojos y soltando una carcajada tonta, todo esto mientras alzaba un poco el cuerpo. Si no calculaba mal, medía más o menos lo mismo que ella, por lo que podría mirarle a los ojos… Si no huía tras mi patética actuación, claro.-
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Oyó unos paso detrás de ella al poco de haber alcanzado aquel claro. -Será algún animal nocturno...- Pensó, creyendo que era imposible que aquel hombre la hubiera seguido y que la hubiera alcanzado tan rápido. Sin embargo, su olfato no tardó mucho en advertirla de que se equivocaba.
No se giró hasta escuchar las palabras de aquella persona, la cual parecía asombrado o confundido al ver que su "presa" era una chica. Este hablaba con algo de dificultad al principio, quizá por la sorpresa, o solo por el simple hecho de que hacia mucho frío y estaba tiritando mientras hablaba. Murasaki se mantuvo unos segundos en silencio, observándole desde su posición. A pesar de su buena vista, no era capaz de diferenciar del todo su figura, que se integraba con la oscura corteza de los árboles, aunque si había logrado distinguir su silueta, al igual que su color de cabello, un tanto peculiar a su parecer, fijando ,finalmente,sus ojos violeta en las gemas ámbar de este.
La chica le sonrió de forma amistosa, relajándose un poco tras "estudiar" la postura del chico, la cual demostraba que en verdad no tenía intención de darle caza. -No te preocupes, no me he asustado.- Dijo en su típico y encantador tono de voz. -Me llamo Murasaki, encantada- Se presentó alegre, incluso algo inocente, mientras se ponía de frente a él, aún sin acortar las distancias.
No se giró hasta escuchar las palabras de aquella persona, la cual parecía asombrado o confundido al ver que su "presa" era una chica. Este hablaba con algo de dificultad al principio, quizá por la sorpresa, o solo por el simple hecho de que hacia mucho frío y estaba tiritando mientras hablaba. Murasaki se mantuvo unos segundos en silencio, observándole desde su posición. A pesar de su buena vista, no era capaz de diferenciar del todo su figura, que se integraba con la oscura corteza de los árboles, aunque si había logrado distinguir su silueta, al igual que su color de cabello, un tanto peculiar a su parecer, fijando ,finalmente,sus ojos violeta en las gemas ámbar de este.
La chica le sonrió de forma amistosa, relajándose un poco tras "estudiar" la postura del chico, la cual demostraba que en verdad no tenía intención de darle caza. -No te preocupes, no me he asustado.- Dijo en su típico y encantador tono de voz. -Me llamo Murasaki, encantada- Se presentó alegre, incluso algo inocente, mientras se ponía de frente a él, aún sin acortar las distancias.
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Era… extraño, la chica no se había alarmado porque pareciera un loco que hasta hace pocos momentos le había estado persiguiendo, pero por una vez no iba a cuestionar eso, no me interesaba hacerlo. La chica se había dado la vuelta y ahora estaba mirándome, por lo que le devolví esa mirada, buscando sus ojos, aunque no me concentraba, quizás porque estaba demasiado nervioso intentando no morderme la lengua al hablar. El viento aún seguía moviendo mis ropas, ahora de manera más leve y casi imperceptible, pero sus cabellos aún seguían en movimiento, en una pequeña y dulce danza, de sus cabellos llameantes, como si estuvieran cobrando vida por momentos y empezaran a extenderse por la corriente de aire.
Cuando me dijo su nombre volví en mí, me había quedado ausente contemplándola, como si de una obra de arte se tratase, por lo que tragué un poco de saliva para responderle, esperando que no se hubiera dado cuenta de que me había quedado embobado.
-Yo… me puedes llamar Ryuta, es decir me llamo Ryuta, pero tú me puedes llamar Ryu.-me había costado terminar la frase, posiblemente porque ni si quiera estaba pensando en lo que decía y había soltado una retahíla de palabras bastante rápido. Tenía que decir algo más, pero no se me ocurría que decir, que podría decirle para que no se fuera, no podía ser una absurdez, no quería correr ese riesgo.-Esto… Me he perdido, ¿podrías ayudarme? No es porque no quiera estar aquí, es que tengo unas cosas que recoger y... creo que es mejor que no intenté arreglarlo más.-dije nerviosamente, había parado un segundo para respirar pero ahora volvía a hablar, un poco más calmado-A lo que me refería era… Hace una buena noche para no dar un paseo por el bosque.-¿lo habría arreglado? No estaba seguro, nada seguro, pero al menos no parecía que le iba a dar un ataque cardíaco ahí mismo.
Antes de empezar a caminar, se acercó un poco a Murasaki, haciendo un gesto con la mano, para que avanzara junto a él durante el trayecto, esperaba que no se diera cuenta de que me estaba temblando el brazo por lo nervioso que estaba y mis mofletes seguramente habían tornado una tonalidad ligeramente sonrojada, por el simple hecho de estar un poco más cerca de ella.
Cuando me dijo su nombre volví en mí, me había quedado ausente contemplándola, como si de una obra de arte se tratase, por lo que tragué un poco de saliva para responderle, esperando que no se hubiera dado cuenta de que me había quedado embobado.
-Yo… me puedes llamar Ryuta, es decir me llamo Ryuta, pero tú me puedes llamar Ryu.-me había costado terminar la frase, posiblemente porque ni si quiera estaba pensando en lo que decía y había soltado una retahíla de palabras bastante rápido. Tenía que decir algo más, pero no se me ocurría que decir, que podría decirle para que no se fuera, no podía ser una absurdez, no quería correr ese riesgo.-Esto… Me he perdido, ¿podrías ayudarme? No es porque no quiera estar aquí, es que tengo unas cosas que recoger y... creo que es mejor que no intenté arreglarlo más.-dije nerviosamente, había parado un segundo para respirar pero ahora volvía a hablar, un poco más calmado-A lo que me refería era… Hace una buena noche para no dar un paseo por el bosque.-¿lo habría arreglado? No estaba seguro, nada seguro, pero al menos no parecía que le iba a dar un ataque cardíaco ahí mismo.
Antes de empezar a caminar, se acercó un poco a Murasaki, haciendo un gesto con la mano, para que avanzara junto a él durante el trayecto, esperaba que no se diera cuenta de que me estaba temblando el brazo por lo nervioso que estaba y mis mofletes seguramente habían tornado una tonalidad ligeramente sonrojada, por el simple hecho de estar un poco más cerca de ella.
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El chico se presentó de forma un tanto...enrevesada,parecía bastante nervioso, como si fuera un niño al que acabaran de pillar vagueando en medio de los entrenamientos, o eso le pareció a ella. No era capaz de encontrar algo en sus recuerdos que explicara mejor la actuación del joven, aunque esa actitud le pareció bastante...¿tierna? Ella no solía fijarse en esas cosas, por muy amable que fuera con las personas, rara vez le daba especial atención a sus comportamientos y de más.
"-Yo… me puedes llamar Ryuta, es decir me llamo Ryuta, pero tú me puedes llamar Ryu.-" Dijo al presentarse.
Tras su torpe presentación, comenzó a hablar sobre que le había traído hasta aquel bosque. Por lo visto, se había perdido y tenía que encontrar el camino de vuelta para poder ir a recoger algo, o eso creyó haber entendido de su enrevesada explicación, la cual finalizó con él pidiéndole que lo acompañara en un paseo para, a parte de disfrutar de la hermosa y tranquila naturaleza nocturna de aquel país helado, indicarle como "volver" o, al menos, llevarle hasta la ciudad más cercana. Murasaki pensó en que debería hacer ante aquella petición. No tenía ningún motivo para quejarse, ya que aquel joven, en el cual comenzó a fijarse de forma más detenida, notando entonces que, al menos en su opinión, era bastante atractivo, le había agradado bastante, por lo menos en una primera impresión, y el ayudar a una persona que le agradaba era algo típico en ella. Por otro lado, así no tendría que pasarse la noche caminando sola, por lo que decidió acceder a su petición.
-¡Claro1.. esto...Ryu-kun. Me encantará pasear contigo.- Respondió poniéndose a su altura, creyendo notar la cara del chico algo roja. -¿Estará así por el frío?- Se preguntó en su cabeza.
"-Yo… me puedes llamar Ryuta, es decir me llamo Ryuta, pero tú me puedes llamar Ryu.-" Dijo al presentarse.
Tras su torpe presentación, comenzó a hablar sobre que le había traído hasta aquel bosque. Por lo visto, se había perdido y tenía que encontrar el camino de vuelta para poder ir a recoger algo, o eso creyó haber entendido de su enrevesada explicación, la cual finalizó con él pidiéndole que lo acompañara en un paseo para, a parte de disfrutar de la hermosa y tranquila naturaleza nocturna de aquel país helado, indicarle como "volver" o, al menos, llevarle hasta la ciudad más cercana. Murasaki pensó en que debería hacer ante aquella petición. No tenía ningún motivo para quejarse, ya que aquel joven, en el cual comenzó a fijarse de forma más detenida, notando entonces que, al menos en su opinión, era bastante atractivo, le había agradado bastante, por lo menos en una primera impresión, y el ayudar a una persona que le agradaba era algo típico en ella. Por otro lado, así no tendría que pasarse la noche caminando sola, por lo que decidió acceder a su petición.
-¡Claro1.. esto...Ryu-kun. Me encantará pasear contigo.- Respondió poniéndose a su altura, creyendo notar la cara del chico algo roja. -¿Estará así por el frío?- Se preguntó en su cabeza.
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Ah… Había dicho que si, no sabía qué hacer excepto caminar, así que antes de empezar a pensar y ponerme aún más nervioso de lo que ya estaba, ni si quiera sabía que me pasaba y eso era lo peor. Habiamos vuelto a adentrarnos en el bosque, el cual estaba en su mayor parte cubierto y no dejaba pasar la luz de la luna, pero esta se colaba por pequeños resquicios, haciendo que el camino no estuviera en una completa oscuridad, aunque no se podía andar por ahí, al menos no de manera veloz, así que mi paso era lento, para asegurar que no pisaba en ningún lugar extraño, si caía ahora quedaría ridículo.
Por suerte, el camino era lo suficientemente ancho como para andar dos por él, así que intentaba, ir siempre al lado de Murasaki, me había puesto a su derecha y de rato a rato echaba miradas furtivas a su rostro, rezando cada vez que no me pillara, pero es que no podía evitarlo, era absurdo ¿qué demonios me pasaba? Es decir, la chica era guapa, pero… Sería mejor no pensar en nada e intentar hablar de algo, pero ¿de qué? Mi cabeza pensaba tan rápido que parecía echar humo, no se me ocurría nada de lo que hablar sin parecer un loco. El clima del lugar era bastante frio, y ahora empezaba a bajar las temperaturas, tenía frio, para que mentir, pero la atmosfera del lugar que, junto a aquella muchacha, me había atrapado por completo y no me daba cuenta de que estaba tiritando de manera casi imperceptible.
El bosque estaba demasiado tranquilo, como si pareciera que fuéramos los únicos de allí y eso en cierto modo me ayudaba a relajarme un poco, hasta que se me ocurría mirarle a la cara de nuevo, por lo que intenté mirar al suelo, formulando la primera frase que se me venía a la mente, tal como había aparecido.
-Eh… Hace frio ¿no?-era una afirmación tonta, pero hacía ya rato que no parecía decir nada con un poco de lógica, así que intenté no fustigarme más con eso, total… la chica seguía ahí y no parecía haberse molestado. No había parado para preguntarle y esperaba no tener que hacerlo pronto, porque sabía que me iba a quedar embobado de nuevo-
Por suerte, el camino era lo suficientemente ancho como para andar dos por él, así que intentaba, ir siempre al lado de Murasaki, me había puesto a su derecha y de rato a rato echaba miradas furtivas a su rostro, rezando cada vez que no me pillara, pero es que no podía evitarlo, era absurdo ¿qué demonios me pasaba? Es decir, la chica era guapa, pero… Sería mejor no pensar en nada e intentar hablar de algo, pero ¿de qué? Mi cabeza pensaba tan rápido que parecía echar humo, no se me ocurría nada de lo que hablar sin parecer un loco. El clima del lugar era bastante frio, y ahora empezaba a bajar las temperaturas, tenía frio, para que mentir, pero la atmosfera del lugar que, junto a aquella muchacha, me había atrapado por completo y no me daba cuenta de que estaba tiritando de manera casi imperceptible.
El bosque estaba demasiado tranquilo, como si pareciera que fuéramos los únicos de allí y eso en cierto modo me ayudaba a relajarme un poco, hasta que se me ocurría mirarle a la cara de nuevo, por lo que intenté mirar al suelo, formulando la primera frase que se me venía a la mente, tal como había aparecido.
-Eh… Hace frio ¿no?-era una afirmación tonta, pero hacía ya rato que no parecía decir nada con un poco de lógica, así que intenté no fustigarme más con eso, total… la chica seguía ahí y no parecía haberse molestado. No había parado para preguntarle y esperaba no tener que hacerlo pronto, porque sabía que me iba a quedar embobado de nuevo-
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Se mantuvieron callados desde que comenzaron su trayecto, cosa que al menos en ella era raro, después de todo, su pasado no había hecho más que fortalecer en ella una actitud alegre, y algo infantil, durante la mayor parte del tiempo, lo que la convertía en una chica a veces algo hiperactiva y charlatana. Pero por alguna razón, en aquellos momentos no era capaz de decir nada, y lo mismo parecía que le ocurría al chico, al cual observaba de vez en cuando de reojo, aprovechando el momento en que creía que él la miraba y apartaba la mirada. No estaba segura de si estaba en lo cierto respecto a eso o solo era su imaginación, pero sus "sentidos felinos" la hacían creer que ese era el caso.
Mientras iban avanzando, observaba las "manchas" de luz blanca en el suelo, el cual, a pesar de estar cubierto por hermosas y gruesas capas de "seda" blanca, helada, se veía, por las sombras de los tupidos y altos árboles, en tonos oscuros, a excepción de en donde se filtraba la luz.
Fue Ryuta quien rompió el silencio, con una frase que reflejaba una realidad bastante obvia, aunque quizá la chica ya se había acostumbrado a ese frío lo suficiente para que le pareciera que se encontraban a más temperatura que la real.
En todo caso, al oír que el chico tenía frío solo se le ocurrió una cosa. -Ryu-kun, ¿tienes frío?- Preguntó de forma algo tonta, ya que era claro que hacía frío, más para alguien humano, mientras se quitaba la tela que llevaba al cuello a modo de bufanda y se adelantaba unos pasos para ponerse frente a él y rodeando su cuello con esta. -Ten.- Dijo con una sonrisa. -Yo no tengo demasiado frío ahora.-Dicho esto, se alejo un par de pasos, sin mirar donde pisaba, ya que tenía excesiva confianza en su buen equilibrio, para evitar que pudiera protestar o devolverle la prenda tan fácilmente.
Mientras iban avanzando, observaba las "manchas" de luz blanca en el suelo, el cual, a pesar de estar cubierto por hermosas y gruesas capas de "seda" blanca, helada, se veía, por las sombras de los tupidos y altos árboles, en tonos oscuros, a excepción de en donde se filtraba la luz.
Fue Ryuta quien rompió el silencio, con una frase que reflejaba una realidad bastante obvia, aunque quizá la chica ya se había acostumbrado a ese frío lo suficiente para que le pareciera que se encontraban a más temperatura que la real.
En todo caso, al oír que el chico tenía frío solo se le ocurrió una cosa. -Ryu-kun, ¿tienes frío?- Preguntó de forma algo tonta, ya que era claro que hacía frío, más para alguien humano, mientras se quitaba la tela que llevaba al cuello a modo de bufanda y se adelantaba unos pasos para ponerse frente a él y rodeando su cuello con esta. -Ten.- Dijo con una sonrisa. -Yo no tengo demasiado frío ahora.-Dicho esto, se alejo un par de pasos, sin mirar donde pisaba, ya que tenía excesiva confianza en su buen equilibrio, para evitar que pudiera protestar o devolverle la prenda tan fácilmente.
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No tenía que haber dicho nada, la chica se había quitado la bufanda que llevaba alrededor del cuello, y tras adelantarse unos pocos pasos, se coloco delante mio solo para ponerme la tela en el cuello, esto me había hecho parar, además de que me había ruborizado bastante por el hecho de ver como se acercaba tanto, junto a la sonrisa que había esbozado en su rostro, esta parecía una pequeña pincelada dada de manera imprecisa pero haciéndola, por eso, sencillamente perfecta. El corazón se me había acelerado con esta pequeña actuación, y parecía que quería escapar de mi cuerpo, no había respondido a lo anterior, porque estaba demasiado nervioso incluso como para responderle, e incluso había encogido el cuello para que no viese mi cara, la cual había tomado una tonalidad roja que se notaba debido a el color níveo de mi piel.
-No… No tienes porque, puedo soportarlo.-dije bajando el tono, el cual ya había empezado bajo, hasta hacerlo casi imperceptible, porque me había dado cuenta de que si se acercaba de nuevo no podría aguantar-
Seguía caminando, intentando calmarme, pero el corazón aún me latía como si hubiera llegado de correr tres maratones seguidas sin descansar, el sendero parecía llegar a su fin, así que aceleré ligeramente el paso, junto a un pequeño gesto con la mano para ver donde estábamos.
Salí a un pequeño acantilado, no demasiado alto, que dejaba ver aún más espesura del bosque y delante de nosotros, sin nada que lo impidiera, la Luna, estaba llena, además parecía enorme, como si estuviera muy cerca del suelo, y estaba tintada de un color blanco puro, tanto que hasta se reflejaba como luz, aunque lo había visto cuando estaba en medio del camino. A parte del astro que ahora mismo dominaba en el cielo, había pequeñas lucecillas titilando ocasionalmente en medio del oscuro escenario que las cubría, además de alguna pequeña nube ocasional. Hacía mucho que no veía un espectáculo como ese y en cierto modo, me relajo un poco, hasta el punto de poder mirarla a la cara sin sonrojarme demasiado.
-Increíble…-dije tras dedicarle una leve mirada a la pelirroja, mientras volvía al asombroso escenario que se extendía ante nosotros, tenía la boca un poco abierta, aunque no era por la emoción, que también, era más bien por la pequeña excursión que había tenido-Simplemente increíble…-No podía decir otra cosa, pero de que podía hablar un chico que solo había vivido la mayor parte abandonado, obviamente había contemplado el cielo, pero nunca lo había visto así y estaba bastante fascinado por aquel espectáculo.-
-No… No tienes porque, puedo soportarlo.-dije bajando el tono, el cual ya había empezado bajo, hasta hacerlo casi imperceptible, porque me había dado cuenta de que si se acercaba de nuevo no podría aguantar-
Seguía caminando, intentando calmarme, pero el corazón aún me latía como si hubiera llegado de correr tres maratones seguidas sin descansar, el sendero parecía llegar a su fin, así que aceleré ligeramente el paso, junto a un pequeño gesto con la mano para ver donde estábamos.
Salí a un pequeño acantilado, no demasiado alto, que dejaba ver aún más espesura del bosque y delante de nosotros, sin nada que lo impidiera, la Luna, estaba llena, además parecía enorme, como si estuviera muy cerca del suelo, y estaba tintada de un color blanco puro, tanto que hasta se reflejaba como luz, aunque lo había visto cuando estaba en medio del camino. A parte del astro que ahora mismo dominaba en el cielo, había pequeñas lucecillas titilando ocasionalmente en medio del oscuro escenario que las cubría, además de alguna pequeña nube ocasional. Hacía mucho que no veía un espectáculo como ese y en cierto modo, me relajo un poco, hasta el punto de poder mirarla a la cara sin sonrojarme demasiado.
-Increíble…-dije tras dedicarle una leve mirada a la pelirroja, mientras volvía al asombroso escenario que se extendía ante nosotros, tenía la boca un poco abierta, aunque no era por la emoción, que también, era más bien por la pequeña excursión que había tenido-Simplemente increíble…-No podía decir otra cosa, pero de que podía hablar un chico que solo había vivido la mayor parte abandonado, obviamente había contemplado el cielo, pero nunca lo había visto así y estaba bastante fascinado por aquel espectáculo.-
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El chico aceleró el paso al ver el final del camino y ella le siguió, dándose cuenta de que no había puesto de su parte con sus habilidades para llegar al pueblo donde recordaba haber dejado el bote en el que llegó a la isla, pero que más daba en aquel momento, por alguna razón decidió hacer las preocupaciones de lado, inconscientemente, centrándose en disfrutar la compañía del peliverde, al cual se aseguró de alcanzar en el momento justo en que salía a una zona despejada, a unos metros de un acantilado bastante alto, desde el cual se observaba una maravillosa vista.
Miró al chico que estaba fascinado en el cielo estrellado, un hermoso tapiz con diminutas joyas de colores, que creaban figuras sobre este, destacando la luna, como una enorme y reluciente perla blanca.
A pesar del grandioso espectáculo ante ellos, la chica tardó un poco en dejar que este acaparara su atención, la cual había centrado en el chico sin darse cuenta, quizá por que iba siguiéndole antes de salir del tupido bosque. Se fijo en sus ojos ámbar una vez más, esta vez con más detenimiento, como si fueran los antagonistas de aquella visión nocturna. Le pareció ver en ellos dos gemas deslumbrantes como el sol.
Su rostro se había ruborizado de golpe y su corazón se había acelerado. ¿Qué ocurría? Murasaki nunca había sentido algo así.
Trató de cambiar de lugar su atención al notar que su piel comenzaba a arder, llegando entonces a fijarse en el susodicho cielo. Las estrellas de este se reflejaban en sus profundos y oscuros ojos violeta, como si en estos se encontrara aquel mismo cielo en miniatura.
Ante esa hermosa visión, una parte de ella pareció sentir nostalgia, aunque en su corazón se sentía un poco diferente, ¿sería por la presencia del chico? No tenía idea. Sin embargo, esa cálida sensación trajo a su mente una canción. No se dió cuenta de ello, simplemente dejo los versos salir de sus labios.
Miró al chico que estaba fascinado en el cielo estrellado, un hermoso tapiz con diminutas joyas de colores, que creaban figuras sobre este, destacando la luna, como una enorme y reluciente perla blanca.
A pesar del grandioso espectáculo ante ellos, la chica tardó un poco en dejar que este acaparara su atención, la cual había centrado en el chico sin darse cuenta, quizá por que iba siguiéndole antes de salir del tupido bosque. Se fijo en sus ojos ámbar una vez más, esta vez con más detenimiento, como si fueran los antagonistas de aquella visión nocturna. Le pareció ver en ellos dos gemas deslumbrantes como el sol.
Su rostro se había ruborizado de golpe y su corazón se había acelerado. ¿Qué ocurría? Murasaki nunca había sentido algo así.
Trató de cambiar de lugar su atención al notar que su piel comenzaba a arder, llegando entonces a fijarse en el susodicho cielo. Las estrellas de este se reflejaban en sus profundos y oscuros ojos violeta, como si en estos se encontrara aquel mismo cielo en miniatura.
Ante esa hermosa visión, una parte de ella pareció sentir nostalgia, aunque en su corazón se sentía un poco diferente, ¿sería por la presencia del chico? No tenía idea. Sin embargo, esa cálida sensación trajo a su mente una canción. No se dió cuenta de ello, simplemente dejo los versos salir de sus labios.
- canción:
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Murasaki… ¿Estaba cantando? No estaba atento, pero me parecía haberla oído cantar, por lo giré la cabeza hacía ella, que miraba al cielo mientras seguía dejando salir los versos, que bailaban para dejar sus labios, formando una bella melodía. Mi oído no estaba acostumbrado a la música, pero su voz era meliflua, y me hacía sentir relajado, como si en esa canción estuviera liberando todo el peso de su alma.
Sin haberme dado cuenta, me había acercado para oírla mejor, porque lo cantaba en una entonación muy baja, lo hacía casi entre susurros, parecía no haberse dado cuenta de que me había acercado y a parte de oír lo que cantaba, observaba una vez más su cara, que se había quedado mirando al escenario de antes, como si algo le hubiera llamado la atención. No podía evitar mirar a su rostro, tenía la cara de un ángel y aquella canción, en aquel lugar, hacían parecer que estaba intentado volver a su lugar natal.
-Qué bonito.-no pude evitar decir, empezando sentir la cara caliente, como si me hubiera acercado a un incendio, solo para darle un cabezazo a un árbol en llamas, seguramente la hubiera pifiado al decir eso, pero bueno, ya estaba hecho-
El clima descendía poco a poco, ya que se notaba, pero aún así yo me había quedado ruborizado, mirándola a la cara tras decirle eso, poniendo una mano en el sombrero, como un gesto de nerviosismo ante la posible reacción de la chica.
Sin haberme dado cuenta, me había acercado para oírla mejor, porque lo cantaba en una entonación muy baja, lo hacía casi entre susurros, parecía no haberse dado cuenta de que me había acercado y a parte de oír lo que cantaba, observaba una vez más su cara, que se había quedado mirando al escenario de antes, como si algo le hubiera llamado la atención. No podía evitar mirar a su rostro, tenía la cara de un ángel y aquella canción, en aquel lugar, hacían parecer que estaba intentado volver a su lugar natal.
-Qué bonito.-no pude evitar decir, empezando sentir la cara caliente, como si me hubiera acercado a un incendio, solo para darle un cabezazo a un árbol en llamas, seguramente la hubiera pifiado al decir eso, pero bueno, ya estaba hecho-
El clima descendía poco a poco, ya que se notaba, pero aún así yo me había quedado ruborizado, mirándola a la cara tras decirle eso, poniendo una mano en el sombrero, como un gesto de nerviosismo ante la posible reacción de la chica.
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Oyó la voz del chico al lado de su oído, la cual la devolvió a la realidad, deteniendo su canto para mirarle sorprendida. Su rostros estaban realmente cerca y eso hizo, junto con la sorpresa que se llevo al no haberse dado cuenta de que la estaba escuchando cantar, que se ruborizara notablemente. ¿Sentía vergüenza? Eso era demasiado extraño en ella, que acostumbraba a cantar delante de multitudes en calles y plazas para ganarse el pan del día, cuando no cazaba. Sin duda, no era miedo escénico lo que sentía, eso lo había superado tiempo atrás. ¿entonces?
Se quedó unos segundos mirando los ojos del chico, cuyo rostro parecía estar levemente ruborizado también, aunque ella no era capaz de percatarse de eso en aquel momento.
-Ah...ah...esto..- Cuando al fin logró reaccionar, no pudo evitar dar un paso hacía atrás de forma un tanto precipitada y algo exagerada, pareciendo que, más que dar un paso, hubiera pegado un brinco por la sorpresa. Lo que no se podía esperar la chica, era que, en la zona donde había pisado, hubiera una capa de hielo, en lugar de nieve. Esto provocó que, al apoyar el pie, resbalara, haciendo que cayera hacia atrás, no sin antes haberse agarrado a Ryuta, para intentar evitar la fría y torpe caída.
Se quedó unos segundos mirando los ojos del chico, cuyo rostro parecía estar levemente ruborizado también, aunque ella no era capaz de percatarse de eso en aquel momento.
-Ah...ah...esto..- Cuando al fin logró reaccionar, no pudo evitar dar un paso hacía atrás de forma un tanto precipitada y algo exagerada, pareciendo que, más que dar un paso, hubiera pegado un brinco por la sorpresa. Lo que no se podía esperar la chica, era que, en la zona donde había pisado, hubiera una capa de hielo, en lugar de nieve. Esto provocó que, al apoyar el pie, resbalara, haciendo que cayera hacia atrás, no sin antes haberse agarrado a Ryuta, para intentar evitar la fría y torpe caída.
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Venga ya… ¿Por qué me había tocado? Me había acercado, quizás demasiado porque Murasaki se había caído, agarrándose a mí, que, al estar distraído, perdí el equilibrio cayendo encima de ella, por suerte puse las manos antes de tocar el suelo, así que no se había hecho más daño que el de la propia caída suya. Estaba respirando por la boca, dejando escapar grandes bocanadas de aire por la boca, y este se transformaba en vaho al entrar en contacto con el frio ambiental. Hasta ahora no me había fijado bien pero… sus ojos eran de un precioso color morado, y por un pequeño infinito, me perdí en estos, buscando algo, no sabía el que ¿puede que un pequeño vistazo a su alma? No sabía porque pero… el corazón me ardía, además de tamborilear de manera rápida, formando una pequeña orquesta sinfónica dentro de mi pecho. No sabía porque, pero… me gustaba esa sensación, había estado poco tiempo junto a ella, sabía que quería sentir eso una vez y otra. Mi mente voló por unos instantes, pensando si debía o no y por una vez, decidí no hacer caso y actuar por un impulso.
No estaba seguro de lo que iba a pasar, la orquesta iba en un crescendo que aumentaba a cada milímetro que me acercaba, la miraba a los ojos, aún a riesgo de perderme entre estos de nuevo, aún con el riesgo de no encontrar la salida nunca. Tragué saliva, fijándome en que estaba cada vez más cerca y tenía su cara bastante próxima. En mi faz se había formado un cuadro un poco abstracto de colores rojos, acompañados del dorado y un ligero matiz blanco que parecía empezar a diluirse entre el rojo. Uno de los extremos de la bufanda había caído y reposaba suavemente sobre ella, y el sombrero había caído por la inclinación que había tomado mi cuerpo, y floto durante unas milésimas de segundo, para caer sobre la nieve. Cuando me quise dar cuenta ya casi podía rozar sus labios con los míos, quería sonreír pero ante la idea de quedar como un idiota simplemente esbocé ligeramente una pequeña mueca que duro unos pocos segundos, acompañado de unas palabras casi ininteligibles, y únicamente la chica, que estaba lo suficientemente cerca como para poder notar mi aliento cálido.
-Creo… creo que te quiero.-lo había dicho, aún de manera ridículamente baja, lo había dicho, eso había fomentado a que el calor me hubiera subido, no tenía frío ahora mismo
Estaba lo suficientemente cerca como para rozar sus labios levemente, pero no me había atrevido aún a besarla, aunque quería sentía miedo de que esa sensación de felicidad se esfumara para siempre, aún así, tenía que hacerlo pues ese sentimiento de atracción era mucho mayor y venció con facilidad ese miedo. Busqué su boca con la mía, y cuando la encontré, no pude evitar besarla, seguramente de manera torpe. Era la primera vez que sentía eso, las miles de sensaciones recorriendo mi cuerpo conducidas como simples impulsos eléctricos. Estuve así un rato, pues me había dado cuenta de que aquellas sensaciones de las que tenía miedo que desaparecieran, simplemente se habían acentuado. Me separé de ella únicamente cuando necesité respirar, y antes de volver a darle un segundo beso, me di cuenta de que un copo de nieve se había quedado enganchado en su larga cabellera roja, era un bello adorno que fue acompañado de varios más a posteriori, dado que había empezado a nevar, era una pequeña nevada que no duraría mas de unos minutos, pero había empezado en los minutos más perfectos que había sentido nunca.
No estaba seguro de lo que iba a pasar, la orquesta iba en un crescendo que aumentaba a cada milímetro que me acercaba, la miraba a los ojos, aún a riesgo de perderme entre estos de nuevo, aún con el riesgo de no encontrar la salida nunca. Tragué saliva, fijándome en que estaba cada vez más cerca y tenía su cara bastante próxima. En mi faz se había formado un cuadro un poco abstracto de colores rojos, acompañados del dorado y un ligero matiz blanco que parecía empezar a diluirse entre el rojo. Uno de los extremos de la bufanda había caído y reposaba suavemente sobre ella, y el sombrero había caído por la inclinación que había tomado mi cuerpo, y floto durante unas milésimas de segundo, para caer sobre la nieve. Cuando me quise dar cuenta ya casi podía rozar sus labios con los míos, quería sonreír pero ante la idea de quedar como un idiota simplemente esbocé ligeramente una pequeña mueca que duro unos pocos segundos, acompañado de unas palabras casi ininteligibles, y únicamente la chica, que estaba lo suficientemente cerca como para poder notar mi aliento cálido.
-Creo… creo que te quiero.-lo había dicho, aún de manera ridículamente baja, lo había dicho, eso había fomentado a que el calor me hubiera subido, no tenía frío ahora mismo
Estaba lo suficientemente cerca como para rozar sus labios levemente, pero no me había atrevido aún a besarla, aunque quería sentía miedo de que esa sensación de felicidad se esfumara para siempre, aún así, tenía que hacerlo pues ese sentimiento de atracción era mucho mayor y venció con facilidad ese miedo. Busqué su boca con la mía, y cuando la encontré, no pude evitar besarla, seguramente de manera torpe. Era la primera vez que sentía eso, las miles de sensaciones recorriendo mi cuerpo conducidas como simples impulsos eléctricos. Estuve así un rato, pues me había dado cuenta de que aquellas sensaciones de las que tenía miedo que desaparecieran, simplemente se habían acentuado. Me separé de ella únicamente cuando necesité respirar, y antes de volver a darle un segundo beso, me di cuenta de que un copo de nieve se había quedado enganchado en su larga cabellera roja, era un bello adorno que fue acompañado de varios más a posteriori, dado que había empezado a nevar, era una pequeña nevada que no duraría mas de unos minutos, pero había empezado en los minutos más perfectos que había sentido nunca.
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No era capa de pensar con claridad en aquellos momentos, o más bien se había quedado completamente en blanco, observando el rostro del chico, observando sus hermosos ojos, y fijándose ahora también en sus facciones. Pudo entonces notar, por la proximidad que este estaba igual de ruborizado que ella, cosa que conmovió su corazón, le parecía tierno verle así, y así se mantuvo, con la mirada fija en él, dejando que sus mejillas tomarán cada vez más y más un tono rosado, casi rojo, que parecía querer llegar a ser tan llamativo como el de su cabello.
Tenía la boca levemente abierta, dejando escapar pequeñas bocanadas de vaho, las cuales se fundían con la cálida respiración de Ryu, cuyo rostro se acercaba más y más, acelerando la respiración de la pelirroja, para luego hacer que se detuviera por completo con un simple gesto, tras una frase que había fundido su corazón: "-Creo… creo que te quiero.-" Aquellas palabras resonaron en la mente de la joven Puma, dejándola en blanco, para que solo la acaparara el joven en aquellos momentos.
Esa era sin duda la primera vez que experimentaba algo así. Un contacto tan fugaz con otra persona que, sin embargo, le había hecho sentir más emociones y calidez de lo que cualquier otra persona le había dado jamás. Se dejo llevar, cerrando los ojos también y siguiendo aquel suave beso con dulzura, el cual se llevo toda su respiración en segundos, en más de un sentido.
Este se vio continuado por otro más por parte del chico, algo más breve, pero esa brevedad solo sería una pequeña pausa, por todos los que les quedaba por vivir.
-Yo...creo que también te quiero...- Susurró sonriendo de forma algo tonta, mientras tomaba entre sus manos, con torpeza, el rostro de Ryu, para ser ella esta vez la que le besara.
Todo esto mientras una "nevada de estrellas" les rodeaba aquella noche.
Tenía la boca levemente abierta, dejando escapar pequeñas bocanadas de vaho, las cuales se fundían con la cálida respiración de Ryu, cuyo rostro se acercaba más y más, acelerando la respiración de la pelirroja, para luego hacer que se detuviera por completo con un simple gesto, tras una frase que había fundido su corazón: "-Creo… creo que te quiero.-" Aquellas palabras resonaron en la mente de la joven Puma, dejándola en blanco, para que solo la acaparara el joven en aquellos momentos.
Esa era sin duda la primera vez que experimentaba algo así. Un contacto tan fugaz con otra persona que, sin embargo, le había hecho sentir más emociones y calidez de lo que cualquier otra persona le había dado jamás. Se dejo llevar, cerrando los ojos también y siguiendo aquel suave beso con dulzura, el cual se llevo toda su respiración en segundos, en más de un sentido.
Este se vio continuado por otro más por parte del chico, algo más breve, pero esa brevedad solo sería una pequeña pausa, por todos los que les quedaba por vivir.
-Yo...creo que también te quiero...- Susurró sonriendo de forma algo tonta, mientras tomaba entre sus manos, con torpeza, el rostro de Ryu, para ser ella esta vez la que le besara.
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