Émile vs Miden

"Este mundo está podrido." Pensó, con una mirada seria y dura. "Mi padre luchó por él durante años. Se enfrentó a duras pruebas y derrotó a innumerables enemigos. Sufrió miles de heridas que hubiesen matado a otras personas. Sintió una y otra vez el horrible dolor de que te arranquen a un ser querido de los brazos... y a pesar de eso, siguió luchando. ¿Y qué destino reservó el mundo para él?" Frunció el ceño con rabia, mientras el iris de sus ojos se volvía rojo y el globo ocular negro. "El desprecio... ¡el ser tratado como un traidor, y no como el gran héroe que fue! Este mundo está podrido" repitió "pero yo lo purgaré." El pirata abrió la túnica negra y extrajo de esta dos pìstolas. Una era blanca, con símbolos tribales rojo oscuro. La otra era negra, con los mismos dibujos pero en dorado. Hades y Averno, sus armas predilectas.

- Miden... tú serás mi mensaje para el mundo. El mensaje de que Lion D. Émile ha vuelto, y esta vez para traer caos, muerte y destrucción - murmuró.

Llevaba siguiendo la pista del cazador un tiempo, y en aquel momento se encontraba allí mismo, en la Villa de Syrup. Era el momento perfecto: arrasaría la aldea, y a Miden con ella. La muerte de un Señor de la Caza y la destrucción de una aldea serían un mensaje contundente para el mundo. El joven pirata observó la isla bajo sus pies. En aquel momento estaba sobrevolándola, a unos seiscientos metros de altura, cerca de su límite de alcance. Iba vestido con una túnica negra, bajo la cual llevaba una camisa blanca, una corbata roja, vaqueros y mocasines. Dos alas negras a su espalda le daban un aspecto majestuoso y terrible a la vez, y su expresión era de odio puro. Desde la Comunión Diabólica con Lucifer, se había comenzado a hundir lentamente en el mal más profundo y absoluto. Su antiguo yo no habría hecho lo que estaba a punto de hacer. De repente, sus labios compusieron una leve sonrisa.

- Que comience el espectáculo.

Apuntó con sus pistolas hacia dos puntos del poblado, y comenzó a cargar energía. Le llevaría diez segundos concentrar la energía necesaria, pero cuando acabase, sus disparos (que viajarían a la velocidad del sonido) generarían dos explosiones de 30 metros de radio cada una. Y la cosa no se acabaría ahí. Además de su propia energía, estaba cargando energía demoníaca en los proyectiles. La energía demoníaca tenía la particularidad de no afectar a la materia en sí, si no que atacaba a la esencia misma de la vida. Además de las brutales explosiones, la energía demoníaca arrasaría con todas las personas cercanas, al menos las más débiles. El resto... quedarían demasiado debilitados para andar. Se preguntó si un Señor de la Caza podría sobrevivir a algo como aquello... un ataque que difícilmente vería venir.

- Una vez haya disparado, bajaré a comprobar los resultados y a presentarme a los supervivientes... al fin y al cabo, quiero que digan quién ha sido el responsable. Que el mundo tiemble al escuchar mi nombre.

Sus tiros ya casi estaban. Con los proyectiles imbuidos en haki armadura y energía demoníaca, apuntó al suelo. Calcularía para tratar de hacer que las explosiones estuvieran separadas entre sí y causar la máxima destrucción posible. Podía escuchar en su interior la risa de Lucifer, y por un instante pensó si estaba haciendo lo correcto. Si era él quien estaba tomando las decisiones o si el demonio lo estaba guiando a él. "No... yo decido aquí. He elegido un camino oscuro, es normal que nuestros objetivos coincidan." Estaba determinado a hacerlo, pondría toda su voluntad, poder y sentimientos en ello. Sus armas comenzaron a vibrar con fuerza, y Émile esbozó una sonrisa diabólica:

- ¡DEMON SONIC CANNON! - gritó tras apretar los gatillos.

La diabólica sonrisa de Émile se ensanchó. Varias columnas de humo se alzaban desde los restos de la aldea. ¿Cómo le habría sentado eso al tipejo? Comenzó a descender hacia el suelo a gran velocidad, plegando las alas y dejando que la gravedad hiciera su trabajo. Su túnica ondeó con fuerza a causa del aire, y la tierra se acercó velozmente. En cuanto comenzó a estar lo bastante cerca para distinguir cadáveres en el suelo, apuntó hacia abajo con sus pistolas y empleó su Powered Propulsion para reducir su velocidad de descenso poco a poco. De sus armas salieron sendos chorros de energía, haciendo que fuese cada vez más lento. Finalmente desplegó sus alas, y desactivando el poder de sus pistolas se posó sobre una pared derruida. Observó a algunos supervivientes arrastrándose penosamente por el suelo tratando de alejarse, y supo que no vivirían mucho más. Eligió a un grupo de ellos, y tras asegurarse que ninguno de ellos era Miden, alzó su mano. Un haz de luz dorada comenzó a curar sus heridas. Lo hizo lo justo para que sobrevivieran, y cesó de canalizar su poder.

- ¡Habitantes de Syrup! Mi nombre es Lion D. Émile, y yo he causado esto. A partir de ahora, podéis conocerme como el Ángel de la Destrucción, el Dios Castigador venido para purgar a la humanidad por sus terribles crímenes. Hoy entre vosotros teníais a un invitado especial: nada más ni nada menos que el Señor de la Caza Miden Black. Ahora ya debe estar criando malvas. ¡Sobrevivid, y contad al mundo lo que he hecho hoy! Tendréis el honor de ser mis heraldos. ¡Sentíos halagados!

Se rió malévolamente, y se encorvó sobre la pared, esperando sentado sobre sus piernas a ver si el Kari no Ryoushu aparecía. Activó su mantra por si acaso, junto con su Visión Demoníaca. La Visión Demoníaca le permitía percibir a los seres vivos aunque hubiese obstáculos de por medio, y ver su nivel de maldad. Aguardaría a ver si venía a buscarle, y si no lo buscaría él mismo y lo remataría. Al cabo de unos segundos, sin embargo, cambió de opinión... no le apetecía esperar. Descendió al suelo de un salto, y comenzó a caminar entre las ruinas. No tuvo que avanzar mucho, pues entre los escombros de un edificio vio a un hombre con ropas llamativas tirado en el suelo. Seguía vivo, de momento. Y reconocía su rostro: era Miden. El pirata esbozó una sonrisa malévola.

- Oh, el poderoso cazador arrinconado como una rata. ¿Qué se siente? ¿Estás desesperado? ¿Impotente? Sufre y desespérate, porque vas a morir.

Se acercó a él con una sonrisa maníaca, e imbuyendo su zapato en haki, le intentó meter un fuerte pisotón en la mano derecha. Su intención era romperle los dedos para que no pudiese usarla, y prolongar su sufrimiento.

Cuando el tipo comenzó a insultar a su padre, su sonrisa se borró de su rostro. Hizo más fuerza con el pie, para causarle más daño, y lo retorció. Entonces mencionó el "suicidio" de Karl y lo llamó bastardo traidor. Los ojos del pirata comenzaron a relucir, mientras notaba la ira crecer en su interior. Aquella era la clase de escoria infecta que menospreciaba el noble sacrificio de su padre. La clase de personas que le demostraban que el mundo debía ser castigado y purgado. Lo miró con una expresión de odio infinito. La situación pareció volverse irreal a causa de la intensa rabia que sentía, haciéndole poco a poco perder el control. Su cuerpo comenzó a brillar en un tono rojizo, mientras el suelo cercano temblaba y el propio aire comenzaba a vibrar por la presión que ejercía su intenso poder. Lo miró, mientras activaba su Mirada del Señor del Abismo.

- Retira eso... escoria - su voz se iba volviendo más grave y gutural con casa palabra - ¡TU NO TIENES NI IDEA DE TODO POR LO QUE PASÓ MI PADRE!

Seguramente el poder de su Mirada lo mantendría callado y paralizado del terror. Empleando de nuevo su haki, le lanzó una patada a la boca con intención de romperle los dientes. Apretó sus puños y rugió, mientras un pentáculo invertido aparecía en su frente. Aquel tipo se había atrevido a insultar a su padre... y él le haría pagar por ello. Tenía gracia, unos meses atrás él también odiaba a su propio padre. No sabía las cosas que conocía ahora. Alzó su pierna derecha en el aire, y unas llamas siniestras comenzaron a brotar de esta. Era la hora del castigo; no tenía por qué prolongar aquello más.

- ¡MUERE! - bramó, con una voz demoníaca y gutural.

Su pie descendió velozmente hacia la cabeza del cazador, imbuido en haki y en llamas del Averno. Su fuerza en aquel momento se había duplicado por el poder de su Pacto con el Diablo, así que aquel golpe sería brutal. Si no le reventaba la cabeza con la patada, las llamas harían el resto.

Notó la amenaza con su mantra, y se recubrió con haki armadura a tiempo. De repente notó un intenso dolor en sus piernas, torso y oídos, y salió despedido por la potencia del contraataque. Cayó sobre algo duro, haciéndose daño en la espalda. Estaba desorientado y todo daba vueltas a su alrededor. ¿Qué narices había pasado? Respiró con dificultad, y trató de incorporarse, pero se mareó y notó fuertes náuseas. Entonces se dio cuenta de que no escuchaba nada. "Mierda... ha usado sus poderes." Asustado ante la posibilidad de que el otro siguiese vivo y lo rematase, comenzó a curarse a sí mismo con el poder de Luzbel. Su cuerpo brilló levemente mientras las heridas se iban cerrando. Tardó varios largos y tensos minutos, pero al fin pudo levantarse de nuevo. Entonces vio que tenía toda la ropa desgarrada y ensangrentada.

- Mierda, ese capullo casi me mata. Bueno... parece que al menos se ha muerto.

Se acercó a donde debía estar el cuerpo de Miden, y efectivamente, había muerto. Tenía la cabeza aplastada y parcialmente quemada por el poder de sus llamas. Escupió sobre el cadáver con rabia, y se alejó. Estaba bastante cansado y hambriento por haber empleado tanta energía en curarse heridas tan graves, así que antes de irse buscaría comida. Buscó entre los edificios destruidos alguno donde aun se pudiese entrar, y saqueó la despensa. Después de comerse una buena ración de pan cargado de mantequilla, bajar de una sentada una botella de sake y devorar un tarro lleno de frutos secos, desplegó sus alas y echó a volar en dirección al Corazón del Diablo. En su barco podría comer más a gusto aun y tirarse en su camarote a dormir.