Lion D. Émile
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En un mar lejano
Un imponente barco surcaba las olas. Era una fragata de gran tamaño, más grande incluso que los navíos corrientes de la Marina. Su mascarón de proa era una gran calavera roja con dos imponentes cuernos y colmillos afilados. Esto, junto con otros adornos macabros como compuertas para los cañones con caras de demonios, le daban un aspecto fiero y siniestro. Pero lo que más hacía temblar a todos lo que contemplaban tan ominosa visión era la bandera que ondeaba en lo alto del mástil: una calavera sobre un pentáculo invertido en un fondo negro. No era otro que el Jolly Roger de Shichi no Akuma, la banda del temido pirata Lion D. Émile, un sanguinario bucanero hijo del difunto ex-Almirante Lion D. Karl. El joven capitán reposaba en aquellos instantes en un trono instalado sobre el castillo de popa. Era alto y delgado, de pelo castaño claro y ojos caoba. En aquel momento tenía aspecto de estar aburriéndose bastante, pero por suerte para él pronto tendría asuntos de los que encargarse. Su den den mushi comenzó a sonar, y como despertando de un sueño lúcido, se puso recto y tomó el comunicador, descolgando.
- ¿Quién es?
- Alguien a quien conoces bien, Lion D. Émile.
Entrecerró sus ojos, reconociendo la voz. "Garoon..." pensó "¿Qué querrá ahora? Ya le prometí un pago por sus servicios..." En un tono de voz firme, contestó:
- ¿Qué queréis ahora? Decidimos evitar contactar a menos que fuese totalmente necesario.
Había buenos motivos para aquello. Tenían un plan juntos, y cuanto menos contactaran, menos posibilidades de que alguien se diese cuenta de que se conocían y estaban colaborando.
- Y no lo hubiera hecho de no ser estrictamente imperativo. Hay algo que debes saber, Émile. Alguien ha estado en cierta torre en cierta isla.
¿Qué? Maldita sea... Yuki era una fortaleza inexpugnable de hielo y muerte. ¿Quién había sido capaz de escalar la montaña y encontrar la torre? Desde luego, esa persona debía morir. Allí había pruebas que vinculaban a ambos, y no le apetecía que el Gobierno descubriera sus planes antes de tiempo. Así pues, cualquier testigo debía morir.
- Su nombre es Brand. Es todo lo que se de él - continuó Garoon - ¿Tienes a alguien en la zona?
- Sí... hice un pacto con un lugareño. Le resolví ciertos problemas a cambio de que se convirtiera en mis ojos y oídos en el Archipiélago. Será un lugar apartado, pero sigue siendo territorio de uno de los diez Ju Senshi. Conviene saber lo que pasa por la zona. Descuida, me encargaré de ese infeliz.
- Eso me deja más tranquilo. Avísame si ocurre algo relevante. De lo contrario, ya sabes cómo proceder. Adiós.
Émile colgó sin más ceremonias y se concentró. Gracias al poder de su Pacto de Lealtad, podía mantener comunicación telepática con todas las personas que hubiesen jurado servirle. Pero además de eso, podía ocupar sus cuerpos y poseerlos, como haría ahora. Una vez localizó a su hombre, un viejo pirata llamado John, le mandó el aviso "Es hora de que pagues tus deudas. Necesito tu cuerpo para unos asuntos en Arashi... no debería llevarme más de unas horas." Tras recibir la confirmación del hombre, activó la posesión. Todo a su alrededor comenzó a dar vueltas, y la cubierta de su barco desapareció frente a sus ojos.
Kumo
Se tambaleó, algo mareado, y se apoyó torpemente sobre una mesa, derribando un florero. Aun no estaba acostumbrado a los cambios de cuerpo. Con no mucha maña, dio un par de pasos vacilantes. Acto seguido comenzó a pasear por la estancia con algo más de seguridad, acostumbrándose poco a poco. Aquel hombre era más corpulento y más bajito que él, y en proporción tenía las piernas más cortas. Se acercó a un espejo en el fondo de la estancia y se contempló en él. Era un hombre moreno, con una espesa barba negra y pelo corto. Vestía bastante mal para el gusto de Émile, acostumbrado a ir siempre elegante. Sin embargo, no destacaría entre los pueblerinos de Kumo con aquella ropa: un kimono azul oscuro, sandalias de madera y un kasa (un sombrero cónico). Rebuscó en el interior de la ropa, encontrando únicamente una bolsita con un puñado de berries y las llaves de la casa. Pero no era eso lo que buscaba. Comenzó a abrir cajones y mirar por todos lados de la vivienda hasta encontrar lo que buscaba: un machete desafilado y una pistola de pólvora. Dedicó unos minutos a poner apunto el machete, tras lo cuál se lo guardó en el interior del kimono. Después cargó la pistola y se la ocultó también junto con un saquito de pólvora y balas.
- Preferiría ir mejor armado, pero no se puede pedir todo. Al menos tiene una pistola, aunque un tanto antigua - murmuró para sí.
Sorprendiéndose de su propia voz, decidió probar a pronunciar y entonar durante un rato hasta acostumbrarse. Una vez estuvo listo, buscó la puerta principal y salió de la casa. Estaba en las afueras, junto a un pequeño huerto. Parecía que John había cambiado los cañones por las hortalizas... curioso. En fin, a él le convenía que lo hubiera hecho. Sin tener muy claro cómo de lejos estaba de la ciudad, decidió apurar el paso y seguir el camino. Evitó hablar a la gente que se fue encontrando por si reconocían al hombre, y bajó un poco la parte delantera del kasa para que le tapara parte del rostro. Aprovechó el camino para ir planeando la búsqueda. "Cabe la posibilidad de que no esté en esta isla, sin embargo... Kumo es el centro de la vida en este archipiélago. Si es alguna clase de aventurero, lo que es bastante probable, posiblemente habrá venido hasta aquí a equiparse para su siguiente viaje. Al fin y al cabo, los lugareños evitan Yuki. ¿Quién estaría lo suficientemente loco para ir sabiendo lo que le aguarda allí? sacudió la cabeza. Definitivamente debía tratarse de un extranjero. Y sabiendo eso, comenzaría buscando por las posadas, tabernas, el mercado y lógicamente el puerto. Brand no era un nombre muy común, así que no debería tener problemas en localizarle.
Brand
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El espadachín de pelo blanco avanzaba por las concurridas calles de la ciudad de Kumo, tomando rumbo hacia la zona del mercado. El joven portaba en la espalda una katana de una calidad normal, luego en la cadera izquierda llevaba otra katana, un Wakizashi y un boken; dichas armas estaban anudadas en una especie de cinturón que bordeaba la cintura, por el interior del ropaje que llevaba encima del kimono. La ropa interna era de un color negro y la ropa exterior presentaba unas tonalidades blancas con algunos dibujos negros, en su cuello una bufanda verde tapaba la cuerda del colgante que le regaló Amelia, su madre.
<< He de ir a comprar… ya me queda poco para continuar mi viaje. Solo un día y ya estaré volando sobre ese oleaje >>
Su paso era decidido y por el momento no llevaba ninguna bolsa que delatara sus compras, solo un pequeño saquito oculto bajo esos ropajes, los ahorros que había conseguido hasta ahora. Avanzaba entre la muchedumbre mirando los puestos del mercado, debía conseguir algunos suministros para seguir su viaje y algo de comida le vendría bien. Sacó una pequeña nota y allí tenía toda una lista apuntada de utensilios que debía de comprar: cuerdas, comida, bebida, bolsas, caja de herramientas, una vela náutica de recambio, etc; algunas de las palabras ya estaban tachadas y su pequeña barca, con las compras, le esperaba en el puerto de la ciudad.
Se acercaba a la carnicería esquivando a la gente, pero en uno de esos movimientos su hombro golpeó sin querer el de una persona. Brandom alzó la vista viendo a un hombre moreno con una espesa barba negra, iba vestido con un kimono azul oscuro, unas sandalias y en la cabeza llevaba un sombrero cónico – Perdón, no era mi intención golpearle – dijo inclinando la cabeza en gesto de disculpa todo educado. El pirata se acercó al dependiente que había detrás de la barra de esa carnicería – ¡Oh! ¡Dichosos mis ojos! ¡BRAND! ¡Cuánto tiempo! – Dijo el vendedor con una potente voz dibujando una gran sonrisa de bienvenida – Hola Tom ¿Cómo estás? – Respondió el peliblanco con cierto tono de vergüenza al escuchar el vozarrón – Todo bien, no me puedo quejar del negocio ¿Qué necesitas? – El pirata con gesto pensativo miraba el género – Ponme varios muslos, voy hacer un viaje largo por lo que me vendrá bien tener algo de suministros – el dependiente soltó una carcajada - ¡Marchando! ¡Espero que tus viajes sean prósperos, Brandom! – allí se empezaron a escuchar los golpes del cuchillo trocear la carne mientras el pirata seguía mirando lo que ofrecía. Luego se dio la vuelta para mirar la cantidad de personas que había en aquel lugar, quería localizar la pescadería del mercado pero ese cúmulo de individuos… le agobiaba; al fin y al cabo era algo normal, se encontraba en la ciudad más importante del Archipiélago de Arashi.
Unos nubarrones empezaron a oscurecer ese hermoso día, poco a poco esas nubosidades avanzaban terreno en ese cielo azulado, tapando el sol y presentando claros síntomas de una posible llovizna, tampoco se apreciaban indicios de una fuerte tormenta, pero alguna leve precipitación sí que podía caer.
<< Ohhh… espero que el temporal mejore para mañana >> sus mofletes se hincharon por la incertidumbre de no saber si al día siguiente podrá zarpar para seguir sus sueños. Con cierto aspecto de que le han arruinado los planes, seguía en esa carnicería esperando que Tom le colocara el género en las respectivas bolsas.
<< He de ir a comprar… ya me queda poco para continuar mi viaje. Solo un día y ya estaré volando sobre ese oleaje >>
Su paso era decidido y por el momento no llevaba ninguna bolsa que delatara sus compras, solo un pequeño saquito oculto bajo esos ropajes, los ahorros que había conseguido hasta ahora. Avanzaba entre la muchedumbre mirando los puestos del mercado, debía conseguir algunos suministros para seguir su viaje y algo de comida le vendría bien. Sacó una pequeña nota y allí tenía toda una lista apuntada de utensilios que debía de comprar: cuerdas, comida, bebida, bolsas, caja de herramientas, una vela náutica de recambio, etc; algunas de las palabras ya estaban tachadas y su pequeña barca, con las compras, le esperaba en el puerto de la ciudad.
Se acercaba a la carnicería esquivando a la gente, pero en uno de esos movimientos su hombro golpeó sin querer el de una persona. Brandom alzó la vista viendo a un hombre moreno con una espesa barba negra, iba vestido con un kimono azul oscuro, unas sandalias y en la cabeza llevaba un sombrero cónico – Perdón, no era mi intención golpearle – dijo inclinando la cabeza en gesto de disculpa todo educado. El pirata se acercó al dependiente que había detrás de la barra de esa carnicería – ¡Oh! ¡Dichosos mis ojos! ¡BRAND! ¡Cuánto tiempo! – Dijo el vendedor con una potente voz dibujando una gran sonrisa de bienvenida – Hola Tom ¿Cómo estás? – Respondió el peliblanco con cierto tono de vergüenza al escuchar el vozarrón – Todo bien, no me puedo quejar del negocio ¿Qué necesitas? – El pirata con gesto pensativo miraba el género – Ponme varios muslos, voy hacer un viaje largo por lo que me vendrá bien tener algo de suministros – el dependiente soltó una carcajada - ¡Marchando! ¡Espero que tus viajes sean prósperos, Brandom! – allí se empezaron a escuchar los golpes del cuchillo trocear la carne mientras el pirata seguía mirando lo que ofrecía. Luego se dio la vuelta para mirar la cantidad de personas que había en aquel lugar, quería localizar la pescadería del mercado pero ese cúmulo de individuos… le agobiaba; al fin y al cabo era algo normal, se encontraba en la ciudad más importante del Archipiélago de Arashi.
Unos nubarrones empezaron a oscurecer ese hermoso día, poco a poco esas nubosidades avanzaban terreno en ese cielo azulado, tapando el sol y presentando claros síntomas de una posible llovizna, tampoco se apreciaban indicios de una fuerte tormenta, pero alguna leve precipitación sí que podía caer.
<< Ohhh… espero que el temporal mejore para mañana >> sus mofletes se hincharon por la incertidumbre de no saber si al día siguiente podrá zarpar para seguir sus sueños. Con cierto aspecto de que le han arruinado los planes, seguía en esa carnicería esperando que Tom le colocara el género en las respectivas bolsas.
- Brand:
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Al llegar a la ciudad se relajó algo más. Era más probable que se encontrara con algún conocido de John, pero por otro lado en medio del gentío era más fácil que no se fijaran en él, a diferencia de en los caminos. Mientras avanzaba, iba mirando a la gente. "¿Qué espero encontrar exactamente? Ni siquiera conozco su aspecto..." Ciertamente era estúpido esperar encontrárselo sin más por la calle. Ni que fuera a tropezarse con él en cualquier momento... lo mejor sería mantener el plan original y buscar en tabernas y posadas. A lo mejor debería empezar por el puerto, aunque por otro lado estaba empezando a ponerse mal día. "No creo que vaya a salir de la isla con este tiempo... aunque debería probar suerte igual y preguntar a algunos marineros." Por otro lado tenía que ir pensando una excusa por si se topaba con algún conocido de John. Lo lógico sería actuar como si fuese otra persona, pero no tenía medios para disfrazarse en aquel momento. Podría fingir que era su hermano gemelo, de visita en el archipiélago. Al fin y al cabo un viejo pirata como él tendría bastantes enemigos, y seguramente no habría hablado con nadie. De repente, alguien interrumpió sus pensamientos empujándole. Émile retrocedió un paso, intentando recuperar el equilibrio.
- ¡Eh! Ten más cuidado.
Entonces se fijó en la persona que había chocado con él. Era un chico bajito, de pelo inmaculadamente blanco y de un tono llamativo de azul. Iba con ropas bastante particulares, blancas y negras, y llevaba tres katanas y una espada de madera consigo. Una era notoriamente más corta. "¿Wakizashi? Creo que se llamaban así" pensó, distraídamente. El joven se disculpó educadamente y continuó su camino con paso rápido. Émile lo siguió con la mirada un par de segundos, para luego continuar su camino. Menudo elemento... desde luego no era la clase de persona que pasaba desapercibida. Aunque estaba en una isla donde toparse con piratas y viajeros era el plato de cada día; no era raro encontrarse a gente así. Iba a alejarse sin darle mayor importancia al accidente, cuando de repente escuchó algo que le hizo quedarse quieto en el sitio.
- ¡Oh! ¡Dichosos mis ojos! ¡BRAND! ¡Cuánto tiempo! - dijo una voz grave y resonante.
Acto seguido se giró de golpe, abriendo mucho los ojos y llevándose la mano al lugar donde escondía su pistola. ¡Brand! ¡¿Dónde estaría?! Buscó a la persona que había dicho aquel nombre, hasta ver un puesto del mercado tras el cuál se hallaba un hombretón con un delantal y un cuchillo de carnicero. "Ha sido un gran golpe de suerte. Bien... ahora podré encargarme de él rápido y volver a mi cuerpo. Está claro que alguna clase de deidad me sonríe... o algo más oscuro" se dijo a sí mismo, con cierta ironía. Dándose cuenta de que llamaba mucho la atención parado en mitad de la calle con la mano a medio llevar al interior de su kimono, comenzó a acercarse disimuladamente a los vendedores, como quien no quiere la cosa. Una de las claves de pasar desapercibido es la actitud, y si lograba simular estar calmado, le harían menos caso. Intentó ver a la persona que hablaba con el carnicero, pero había demasiada gente de por medio. Se abrió paso como pudo, cuando de repente un grupo de hombres se pararon frente a él. Al instante percibió el hedor a alcohol que emanaba de ellos, y cuando uno le apoyó una de sus manazas en el hombro, reprimió el impulso de apartársela y partirle la nariz de un derechazo.
- ¡Hey John! - dijo, atufando a Émile con el pestazo a sake barato - ¡Vente con nosotros! ¡Harry el Largo acaba de cobrar un pastón en una herencia y nos invita! Paga él todas las rondas.
- Lo siento, pero...
- ¡Ni peros ni una mierda en vinagre! ¡Te vienes con nosotros, viejo! Por un día que no trabajes no te vas a morir.
Dos de ellos lo agarraron por los brazos y comenzaron a tirar de él, mientras uno empezó el estribillo de una canción obscena que pronto todo el grupo comenzó a seguir, con más o menos acierto y ritmo nulo. Émile observó desesperado cómo lo iban alejando inexorablemente de la carnicería. La sangre se le subió a la cabeza, y su ansia asesina comenzó a despertar. Escuchó a Lucifer despertando en su interior y exigiéndole que los matara a todos. "¿En serio dejas que te traten así? ¡Castígales por su insolencia! El pirata se mordió el labio con fuerza y apretó las manos, conteniéndose por no degollarlos a todos. ¡Habrase visto! Un poderoso capitán pirata, reconocido como un Conquistador de los Océanos y temido en dos Blues arrastrado por una panda de pueblerinos borrachos. En un arranque de ira y orgullo, se los sacudió violentamente de encima, retorciéndose. Acto seguido, se giró hacia los borrachines, que lo miraban un tanto sorprendidos. Los ojos de Émile, o más bien de John, se volvieron de un rojo sangre tan intenso que casi parecían brillar, y hablando bajo pero con una voz profunda y gutural, ordenó:
- Seguid vuestro camino. Tengo asuntos que resolver.
Abrumados por el poderío de su voz y mirada, y superados por el miedo, comenzaron a huir tan rápido como se lo permitían sus piernas. Por el camino arrollaban a todo el desafortunado que pillasen por medio. No fueron los únicos afectados por su Presencia Diabólica, pues un buen número de personas cercanas se alejaron bastante de él, notoriamente intimidados. Émile respiró hondo para relajarse, y volvió hacia la carnicería tratando de apurarse. No quería perder de vista a quien fuera que estuviera comprando. Si se apuraba, aun debería pillarlo. Efectivamente, cuando llegó hasta allí vio al chico peliblanco de antes mirando con aburrimiento otros puestos de la plaza, mientras el tendero empaquetaba muslos. Posiblemente de pollo, pero en un lugar como Arashi uno no podía fiarse. Bien podían venderte ternera como mapache. "Es lo que tiene un lugar donde la vida es tan dura... y donde abundan los buscavidas y piratas de baja estofa." Y bien, ¿ahora qué? Podía cargárselo ya mismo y armar un escándalo perdiendo en el proceso a su único hombre en el Archipiélago, o... podría tratar de ganarse su confianza, llevárselo consigo y matarlo en un lugar alejado. "Casi mejor lo segundo. No me preocupa particularmente la vida de John, pero su lealtad me es indispensable. Si lo convierto en un criminal buscado, romperá el Pacto." Se acercó al joven y le dijo, con una sonrisa amistosa:
- Disculpe joven, no he podido evitar escuchar lo que decía antes sobre un viaje. Brand, ¿verdad? - le tendió la mano - Mi nombre es John. Soy un viajero que por varios motivos lleva un tiempo en esta isla, y no me vendría mal una forma de salir. Perdona que sea tan directo, pero por su apariencia parece un aventurero avezado, y pensaba que tal vez no le importaría que viajase con usted, o en caso de no fiarse de mi pensé que podría darme algún consejo para irme de este lugar. Se lo recompensaré, no le quepa duda.
Ahora quedaba ver si mordía el anzuelo. De ser así, podría llevárselo consigo a alguna taberna, tratar de ganarse su confianza y sonsacarle qué había ido buscando a Yuki... y cuánto había visto en la torre. Y luego ya lo eliminaría. "Si logro que se venga conmigo, podré entretenerlo contándole historias. Parece joven, y si es tan inocente como creo... debería servir. Un par de relatos sobre la guerra de Loguetown y seguramente acabe cayéndole bien." Y hablando sobre inocencia... un brillo rojizo iluminó durante apenas un instante los ojos de Émile, mientras este activaba su Visión Demoníaca sobre Brand. Como pensaba, su aura era de un rojo tan blanquecino que apenas se distinguía. No albergaba mal en su interior. "Alguien tan joven y tan bienintencionado... como pensaba, es probable que le pueda engañar" pensó el capitán pirata, contento y agradecido por su suerte. "No cantes victoria tan pronto, Émile. Tal vez el chiquillo acabe escapándose" le replicó Lucifer en su mente, con una risa malévola. El joven ignoró al Diablo, y aguardó la respuesta del peliblanco.
- ¡Eh! Ten más cuidado.
Entonces se fijó en la persona que había chocado con él. Era un chico bajito, de pelo inmaculadamente blanco y de un tono llamativo de azul. Iba con ropas bastante particulares, blancas y negras, y llevaba tres katanas y una espada de madera consigo. Una era notoriamente más corta. "¿Wakizashi? Creo que se llamaban así" pensó, distraídamente. El joven se disculpó educadamente y continuó su camino con paso rápido. Émile lo siguió con la mirada un par de segundos, para luego continuar su camino. Menudo elemento... desde luego no era la clase de persona que pasaba desapercibida. Aunque estaba en una isla donde toparse con piratas y viajeros era el plato de cada día; no era raro encontrarse a gente así. Iba a alejarse sin darle mayor importancia al accidente, cuando de repente escuchó algo que le hizo quedarse quieto en el sitio.
- ¡Oh! ¡Dichosos mis ojos! ¡BRAND! ¡Cuánto tiempo! - dijo una voz grave y resonante.
Acto seguido se giró de golpe, abriendo mucho los ojos y llevándose la mano al lugar donde escondía su pistola. ¡Brand! ¡¿Dónde estaría?! Buscó a la persona que había dicho aquel nombre, hasta ver un puesto del mercado tras el cuál se hallaba un hombretón con un delantal y un cuchillo de carnicero. "Ha sido un gran golpe de suerte. Bien... ahora podré encargarme de él rápido y volver a mi cuerpo. Está claro que alguna clase de deidad me sonríe... o algo más oscuro" se dijo a sí mismo, con cierta ironía. Dándose cuenta de que llamaba mucho la atención parado en mitad de la calle con la mano a medio llevar al interior de su kimono, comenzó a acercarse disimuladamente a los vendedores, como quien no quiere la cosa. Una de las claves de pasar desapercibido es la actitud, y si lograba simular estar calmado, le harían menos caso. Intentó ver a la persona que hablaba con el carnicero, pero había demasiada gente de por medio. Se abrió paso como pudo, cuando de repente un grupo de hombres se pararon frente a él. Al instante percibió el hedor a alcohol que emanaba de ellos, y cuando uno le apoyó una de sus manazas en el hombro, reprimió el impulso de apartársela y partirle la nariz de un derechazo.
- ¡Hey John! - dijo, atufando a Émile con el pestazo a sake barato - ¡Vente con nosotros! ¡Harry el Largo acaba de cobrar un pastón en una herencia y nos invita! Paga él todas las rondas.
- Lo siento, pero...
- ¡Ni peros ni una mierda en vinagre! ¡Te vienes con nosotros, viejo! Por un día que no trabajes no te vas a morir.
Dos de ellos lo agarraron por los brazos y comenzaron a tirar de él, mientras uno empezó el estribillo de una canción obscena que pronto todo el grupo comenzó a seguir, con más o menos acierto y ritmo nulo. Émile observó desesperado cómo lo iban alejando inexorablemente de la carnicería. La sangre se le subió a la cabeza, y su ansia asesina comenzó a despertar. Escuchó a Lucifer despertando en su interior y exigiéndole que los matara a todos. "¿En serio dejas que te traten así? ¡Castígales por su insolencia! El pirata se mordió el labio con fuerza y apretó las manos, conteniéndose por no degollarlos a todos. ¡Habrase visto! Un poderoso capitán pirata, reconocido como un Conquistador de los Océanos y temido en dos Blues arrastrado por una panda de pueblerinos borrachos. En un arranque de ira y orgullo, se los sacudió violentamente de encima, retorciéndose. Acto seguido, se giró hacia los borrachines, que lo miraban un tanto sorprendidos. Los ojos de Émile, o más bien de John, se volvieron de un rojo sangre tan intenso que casi parecían brillar, y hablando bajo pero con una voz profunda y gutural, ordenó:
- Seguid vuestro camino. Tengo asuntos que resolver.
Abrumados por el poderío de su voz y mirada, y superados por el miedo, comenzaron a huir tan rápido como se lo permitían sus piernas. Por el camino arrollaban a todo el desafortunado que pillasen por medio. No fueron los únicos afectados por su Presencia Diabólica, pues un buen número de personas cercanas se alejaron bastante de él, notoriamente intimidados. Émile respiró hondo para relajarse, y volvió hacia la carnicería tratando de apurarse. No quería perder de vista a quien fuera que estuviera comprando. Si se apuraba, aun debería pillarlo. Efectivamente, cuando llegó hasta allí vio al chico peliblanco de antes mirando con aburrimiento otros puestos de la plaza, mientras el tendero empaquetaba muslos. Posiblemente de pollo, pero en un lugar como Arashi uno no podía fiarse. Bien podían venderte ternera como mapache. "Es lo que tiene un lugar donde la vida es tan dura... y donde abundan los buscavidas y piratas de baja estofa." Y bien, ¿ahora qué? Podía cargárselo ya mismo y armar un escándalo perdiendo en el proceso a su único hombre en el Archipiélago, o... podría tratar de ganarse su confianza, llevárselo consigo y matarlo en un lugar alejado. "Casi mejor lo segundo. No me preocupa particularmente la vida de John, pero su lealtad me es indispensable. Si lo convierto en un criminal buscado, romperá el Pacto." Se acercó al joven y le dijo, con una sonrisa amistosa:
- Disculpe joven, no he podido evitar escuchar lo que decía antes sobre un viaje. Brand, ¿verdad? - le tendió la mano - Mi nombre es John. Soy un viajero que por varios motivos lleva un tiempo en esta isla, y no me vendría mal una forma de salir. Perdona que sea tan directo, pero por su apariencia parece un aventurero avezado, y pensaba que tal vez no le importaría que viajase con usted, o en caso de no fiarse de mi pensé que podría darme algún consejo para irme de este lugar. Se lo recompensaré, no le quepa duda.
Ahora quedaba ver si mordía el anzuelo. De ser así, podría llevárselo consigo a alguna taberna, tratar de ganarse su confianza y sonsacarle qué había ido buscando a Yuki... y cuánto había visto en la torre. Y luego ya lo eliminaría. "Si logro que se venga conmigo, podré entretenerlo contándole historias. Parece joven, y si es tan inocente como creo... debería servir. Un par de relatos sobre la guerra de Loguetown y seguramente acabe cayéndole bien." Y hablando sobre inocencia... un brillo rojizo iluminó durante apenas un instante los ojos de Émile, mientras este activaba su Visión Demoníaca sobre Brand. Como pensaba, su aura era de un rojo tan blanquecino que apenas se distinguía. No albergaba mal en su interior. "Alguien tan joven y tan bienintencionado... como pensaba, es probable que le pueda engañar" pensó el capitán pirata, contento y agradecido por su suerte. "No cantes victoria tan pronto, Émile. Tal vez el chiquillo acabe escapándose" le replicó Lucifer en su mente, con una risa malévola. El joven ignoró al Diablo, y aguardó la respuesta del peliblanco.
Brand
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Saberes
Akuma no mi
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El joven pirata seguía esperando que el carnicero acabara de colocar todo el género que le había pedido, en una bolsa - ¿Algo más Brandom? – Dijo el vendedor, por lo que el espadachín respondió a su pregunta – Sí, ponme algunos trozos para hacer caldo, esos de allí – los señaló para que Tom acabara de realizar su pedido. Mientras, el pirata seguía mirando su alrededor, la gente iba comprando y paseando por aquella zona céntrica del mercado. Había una gran multitud de personas, entre ellos: ancianos, familias con las criaturas paseando para arriba y para abajo, grupos de individuos que iban a disfrutar de un día en una taberna, fiestas, alcohol; un día normal en la ciudad con el mayor núcleo urbano del Archipiélago de Arashi.
Brandom seguía con su vista puesta en el mercado, sumergido en sus pensamientos, hasta que una voz le despertó de ese atontamiento. Lo miró, reconociendo al tipo con el que había chocado momentos antes y escuchó lo que le decía – Esto... sí - se apreciaba que no tenía muchas facilidades comunicativas – Hola – sentenció mirando cómo le tendía la mano, finalmente alzó la suya para estrecharla. << Que querrá este tipo… >> meditó una vez soltó la mano de John, parecía ser otro intrépido viajero que iba en búsqueda de aventuras y por algunos motivos debía de estar en la isla de Kumo.
<< ¿Quiere viajar conmigo? Esto… no sé yo si sería buena idea fiarse de un desconocido, pero bueno… por lo menos decirle alguna forma de abandonar la isla… no creo que haya problema alguno en eso… pero me sabe mal que el pobre este aquí sin poder abandonar la ciudad. Podría llevarlo a alguna isla cercana fuera del Archipiélago de Arashi… No sé… >> se podía apreciar la incerteza en el rostro del espadachín, que no hacía esfuerzo alguno en esconderla, era como un libro abierto.
La potente voz del carnicero resonó en esa zona del mercado - ¡BRAND! ¡DEJA DE SER TAN VERGONZOSO QUE POR COMPARTIR ALGUNAS PALABRAS NO TE VA A PASAR NADA! – las carcajadas resonaron desde el interior de la tienda. El pequeño espadachín se iba a girar para recriminarle su acción, pero se quedó a medio camino clavando la mirada en los ojos de John << ¿Qué fue eso? >> Se fijó en un pequeño brillo en ambas pupilas del hombre, pero parecía ser que todo estaba normal, no había nada raro << Habrá sido mi imaginación o algún reflejo… >> se pasó la mano por la cara como si quisiera despejarse mientras la potente voz del vendedor seguía resonando – Aquí tienes Brand – el pirata afirmó – Un momento John – le dijo al viajero que se había presentado. El peliblanco se encaró hacia Tom para recoger la bolsa con lo que había pedido, una vez entregados los respectivos berries para finalizar la transacción, volvió con John.
- Esto… - se queda en silencio como si quisiera meditar las palabras – Supongo que si el tiempo mejora mañana zarparé, podemos ir a alguna posada y podría darte algún consejo para abandonar este lugar. En los peores casos podría acercarte a alguna isla cercana si tu viaje requiere necesidad… pero… preferiría saber quién eres - le costaba decir que no, era como si no supiera expresarse.
- Es un poco tímido, pero es un buen chaval – dijo el carnicero - ¡Nos vemos! – Alzó la manaza con el machete despidiéndose – Adiós Tom – respondió el pirata de pelo blanquecino. Brand inició la caminata junto al viajero tomando rumbo hacia la zona de las posadas, habían varias por lo que el pirata le preguntó – John ¿En qué posada estas residiendo? – tenía intenciones de ir a la misma y así compartir algunos consejos con ese desconocido, al fin y al cabo sabía que debía de abrirse más, ser más sociable.
- Oh… - se llevó la mano a la cara mientras negaba – Discúlpame, me llamo Brand – ni se había presentado el pirata – Mañana iniciaré mi travesía por el mar, por fin conseguí el permiso de mi maestro y cumpliré una promesa que hice – dijo alzando el puño en gesto de victoria, había pasado muchos años entrenando para ese día – Tengo 17 años y bueno… nací en uno de los islotes de las Lágrimas de Arashi – allí que iba intentando dar conversación mientras miraba al viajero, gesticulando de forma exagerada. Esa conversación para Brandom era una pequeña prueba para ir mejorando su capacidad para hablar e ir perdiendo esa vergüenza que tanto le amargaba la vida.
- Si eres un viajero estoy seguro que tienes muchas cosas que contar John – dijo el pirata con una gran sonrisa mientras lo miraba, en ese momento el espadachín pudo ver por el rabillo de su ojo un pequeño brillo en un objeto de un transeúnte. La expresión del pirata cambió en un instante, envainó la katana dando un paso para interponerse entre el desconocido y John. El movimiento de Brand fue fluido, rebelando que no era un muchacho común, los entrenamientos desde los cinco años estaban dando sus frutos y su potencial podía ser explotado siguiendo su propio camino, un largo trayecto que aún tenía por delante. La susodicha persona que intento atentar, con un machete, contra el viajero era un hombre corpulento, tenía pinta de pirata con varios tatuajes en ese torso corpulento y cabeza rapada. La katana chocó contra el filo del machete impidiendo que el pirata cometiera su acción - ¡Maldito Mocoso! ¡Quítate del medio! – gritó en plena calle, parecía ser que se iba a formar una buena trifulca en esa zona de la ciudad.
Había gente que se apartaba de ese pequeño trío, pero un grupo de unas 8 personas se quedaron quietas. Uno de esos individuos reaccionó diciendo - ¡POR FIN APARECES CABRONAZO! ¡YA ESTAS DEVOLVIENDONOS TODO LO QUE NOS DEBES! – esos desconocidos empezaron a rodear al pirata y al viajero.
- John… Este… este… ¿Es uno de los motivos por los que querías abandonar la isla? – dijo el espadachín sujetando una katana con la mano, la otra reposaba en la empuñadura del otro sable, mientras la bolsa estaba sujetada por la muñeca. Brandom miraba a los piratas que les rodeaban, estaba a un metro de distancia de John, espalda contra espalda.
- ¿Sabes defenderte, no? Porqué tienen pinta que dialogar… dialogaran poco… - dejó caer su peso en la pierna delantera, colocándose en una posición defensiva.
- ¡Tú lo has decidido! – el pirata que había delante de Brandom, arremetió contra él. El espadachín interpuso el filo de su katana para desviar la trayectoria del corte, parecía ser que no eran individuos con mucha mentalidad, simplemente se beneficiaban de lo numerosos que eran. Una vez desviado el golpe de su contrincante, Brand se introdujo en su defensa. Desenvainó la otra katana con la mano libre que tenía en la empuñadura, para propinarle un profundo corte en el torso y aprovechando la inercia del movimiento de él se colocó en su espalda, ejecutando un corte en “X” sin ningún tipo de remordimiento.
<< Mierda… he cometido un fallo… >> alzó entonces la voz para advertir a John - ¡Vigila! ¡Son 7! – el desplazamiento de Glash D. Brandom dejó al viajero vendido, los enemigos consiguieron su objetivo que era rodear a ese hombre.
- No hagas ninguna locura John, te sobrepasamos en número – esos desconocidos iban armados con espadas, uno de ellos portaba una pistola pero por el momento la tenía enfundada en su cintura. La tensión en ese lugar era palpable, los más curiosos habían formado un pequeño círculo alrededor de ellos, otros simplemente continuaban con su paseo alejándose de esa trifulca.
<< Mierda que hago… joder… >> volvía las indecisiones en la mente de Brand, no sabía cómo actuar, estaba esperando alguna reacción del viajero.
Brandom seguía con su vista puesta en el mercado, sumergido en sus pensamientos, hasta que una voz le despertó de ese atontamiento. Lo miró, reconociendo al tipo con el que había chocado momentos antes y escuchó lo que le decía – Esto... sí - se apreciaba que no tenía muchas facilidades comunicativas – Hola – sentenció mirando cómo le tendía la mano, finalmente alzó la suya para estrecharla. << Que querrá este tipo… >> meditó una vez soltó la mano de John, parecía ser otro intrépido viajero que iba en búsqueda de aventuras y por algunos motivos debía de estar en la isla de Kumo.
<< ¿Quiere viajar conmigo? Esto… no sé yo si sería buena idea fiarse de un desconocido, pero bueno… por lo menos decirle alguna forma de abandonar la isla… no creo que haya problema alguno en eso… pero me sabe mal que el pobre este aquí sin poder abandonar la ciudad. Podría llevarlo a alguna isla cercana fuera del Archipiélago de Arashi… No sé… >> se podía apreciar la incerteza en el rostro del espadachín, que no hacía esfuerzo alguno en esconderla, era como un libro abierto.
La potente voz del carnicero resonó en esa zona del mercado - ¡BRAND! ¡DEJA DE SER TAN VERGONZOSO QUE POR COMPARTIR ALGUNAS PALABRAS NO TE VA A PASAR NADA! – las carcajadas resonaron desde el interior de la tienda. El pequeño espadachín se iba a girar para recriminarle su acción, pero se quedó a medio camino clavando la mirada en los ojos de John << ¿Qué fue eso? >> Se fijó en un pequeño brillo en ambas pupilas del hombre, pero parecía ser que todo estaba normal, no había nada raro << Habrá sido mi imaginación o algún reflejo… >> se pasó la mano por la cara como si quisiera despejarse mientras la potente voz del vendedor seguía resonando – Aquí tienes Brand – el pirata afirmó – Un momento John – le dijo al viajero que se había presentado. El peliblanco se encaró hacia Tom para recoger la bolsa con lo que había pedido, una vez entregados los respectivos berries para finalizar la transacción, volvió con John.
- Esto… - se queda en silencio como si quisiera meditar las palabras – Supongo que si el tiempo mejora mañana zarparé, podemos ir a alguna posada y podría darte algún consejo para abandonar este lugar. En los peores casos podría acercarte a alguna isla cercana si tu viaje requiere necesidad… pero… preferiría saber quién eres - le costaba decir que no, era como si no supiera expresarse.
- Es un poco tímido, pero es un buen chaval – dijo el carnicero - ¡Nos vemos! – Alzó la manaza con el machete despidiéndose – Adiós Tom – respondió el pirata de pelo blanquecino. Brand inició la caminata junto al viajero tomando rumbo hacia la zona de las posadas, habían varias por lo que el pirata le preguntó – John ¿En qué posada estas residiendo? – tenía intenciones de ir a la misma y así compartir algunos consejos con ese desconocido, al fin y al cabo sabía que debía de abrirse más, ser más sociable.
- Oh… - se llevó la mano a la cara mientras negaba – Discúlpame, me llamo Brand – ni se había presentado el pirata – Mañana iniciaré mi travesía por el mar, por fin conseguí el permiso de mi maestro y cumpliré una promesa que hice – dijo alzando el puño en gesto de victoria, había pasado muchos años entrenando para ese día – Tengo 17 años y bueno… nací en uno de los islotes de las Lágrimas de Arashi – allí que iba intentando dar conversación mientras miraba al viajero, gesticulando de forma exagerada. Esa conversación para Brandom era una pequeña prueba para ir mejorando su capacidad para hablar e ir perdiendo esa vergüenza que tanto le amargaba la vida.
- Si eres un viajero estoy seguro que tienes muchas cosas que contar John – dijo el pirata con una gran sonrisa mientras lo miraba, en ese momento el espadachín pudo ver por el rabillo de su ojo un pequeño brillo en un objeto de un transeúnte. La expresión del pirata cambió en un instante, envainó la katana dando un paso para interponerse entre el desconocido y John. El movimiento de Brand fue fluido, rebelando que no era un muchacho común, los entrenamientos desde los cinco años estaban dando sus frutos y su potencial podía ser explotado siguiendo su propio camino, un largo trayecto que aún tenía por delante. La susodicha persona que intento atentar, con un machete, contra el viajero era un hombre corpulento, tenía pinta de pirata con varios tatuajes en ese torso corpulento y cabeza rapada. La katana chocó contra el filo del machete impidiendo que el pirata cometiera su acción - ¡Maldito Mocoso! ¡Quítate del medio! – gritó en plena calle, parecía ser que se iba a formar una buena trifulca en esa zona de la ciudad.
Había gente que se apartaba de ese pequeño trío, pero un grupo de unas 8 personas se quedaron quietas. Uno de esos individuos reaccionó diciendo - ¡POR FIN APARECES CABRONAZO! ¡YA ESTAS DEVOLVIENDONOS TODO LO QUE NOS DEBES! – esos desconocidos empezaron a rodear al pirata y al viajero.
- John… Este… este… ¿Es uno de los motivos por los que querías abandonar la isla? – dijo el espadachín sujetando una katana con la mano, la otra reposaba en la empuñadura del otro sable, mientras la bolsa estaba sujetada por la muñeca. Brandom miraba a los piratas que les rodeaban, estaba a un metro de distancia de John, espalda contra espalda.
- ¿Sabes defenderte, no? Porqué tienen pinta que dialogar… dialogaran poco… - dejó caer su peso en la pierna delantera, colocándose en una posición defensiva.
- ¡Tú lo has decidido! – el pirata que había delante de Brandom, arremetió contra él. El espadachín interpuso el filo de su katana para desviar la trayectoria del corte, parecía ser que no eran individuos con mucha mentalidad, simplemente se beneficiaban de lo numerosos que eran. Una vez desviado el golpe de su contrincante, Brand se introdujo en su defensa. Desenvainó la otra katana con la mano libre que tenía en la empuñadura, para propinarle un profundo corte en el torso y aprovechando la inercia del movimiento de él se colocó en su espalda, ejecutando un corte en “X” sin ningún tipo de remordimiento.
<< Mierda… he cometido un fallo… >> alzó entonces la voz para advertir a John - ¡Vigila! ¡Son 7! – el desplazamiento de Glash D. Brandom dejó al viajero vendido, los enemigos consiguieron su objetivo que era rodear a ese hombre.
- No hagas ninguna locura John, te sobrepasamos en número – esos desconocidos iban armados con espadas, uno de ellos portaba una pistola pero por el momento la tenía enfundada en su cintura. La tensión en ese lugar era palpable, los más curiosos habían formado un pequeño círculo alrededor de ellos, otros simplemente continuaban con su paseo alejándose de esa trifulca.
<< Mierda que hago… joder… >> volvía las indecisiones en la mente de Brand, no sabía cómo actuar, estaba esperando alguna reacción del viajero.
Lion D. Émile
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Émile evitó una sonrisa malévola. Las cosas no podrían estar saliéndole mejor. Aunque aquel Brand no parecía idiota del todo, pues no aceptó inmediatamente, parecía inseguro y tímido y su voluntad debió quebrarse cuando el carnicero lo regañó. "Perfecto. Me será muy fácil manipularlo." Mientras Brand se giraba para recoger la carne, se permitió un amago de sonrisa triunfal, mientras vigilaba a su alrededor. Le inquietaba no disponer de su haki... al no estar en su cuerpo no podía emplearlo. Estaba acostumbrado a poseer su mantra activado en todo momento, y no disponer de él le hacía sentirse desprotegido, como si se hubiera quedado ciego o sordo. Percibir las presencias de los demás era tan natural para él como respirar. De repente el chico se le giró y además de indicarle que podía acompañarle o darle algún consejo, pero que quería saber quién era.
- Si no te es incoveniente me gustaría acompañarte hasta tu siguiente destino. Desde allí ya me las apañaré yo mismo. Me llamo John, y soy un navegante. Era el timonel de una nave mercante que accidentalmente naufragó en estas costas, y ahora me he quedado en tierra.
A pesar de que la pregunta le había pillado por sorpresa, Émile era un buen mentiroso y supo salir del paso sin titubear. El carnicero se despidió de ellos, a lo que Émile contestó con un gesto de mano. Brand le preguntó entonces por su posada. Bueno... le tocaba improvisar de nuevo.
- Aun no tengo ninguna. En realidad estaba alojado al norte de la isla, y aun he llegado hoy a la capital.
De repente, a pesar de su vergüenza inicial, Brand comenzó a hablarle amistosamente. Al parecer no era un extranjero, si no que vivía en el Archipiélago y se había estado entrenando antes de empezar a viajar. Interesante... había tenido suerte de que no fuese habitante de Kumo, o de lo contrario podría haberse dado la coincidencia de que fuese un conocido de John. Mientras Émile pensaba en qué podía contestarle al joven, de repente percibió un cambio en la actitud de este. Se puso en tensión y se llevó la mano a la katana, desenvainándola mientras avanzaba hacia el pirata. "¡Mierda! ¿Me ha descubierto?" Se llevó su propia mano al interior de su kimono, buscando el mango de su machete, pero por falta de costumbre a utilizar aquel cuerpo (y a estar en uno tan lento y torpe en comparación con él mismo) reaccionó lento. Para cuando hubo agarrado la empuñadura, Brand ya había pasado junto a él y un sonido metálico sonó a su espalda. Se giró, sacando su arma, para ver al chico bloqueando un arma de filo similar a la que empuñaba él.
- Gracias Brand, ¡me has salvado!
"Menos mal que he tardado en reaccionar. De haber estado en mi cuerpo, le hubiese rajado el cuello antes de que hubiese tenido tiempo siquiera a sacar el arma de la vaina... aunque también hubiera percibido el otro ataque con mi mantra." Comenzó a mirar a su alrededor, percibiendo movimientos entre la multitud. Antes de que hubiesen salido de entre la gente (que se estaba dispersando, espantada) ya había localizado a los otros siete atacantes. Al fin y al cabo, no había llegado vivo hasta el día de hoy por nada... no le había resultado difícil identificar a los que tenían actitudes más hostiles a pesar de que intentasen ocultarla. Brand se enzarzó en un corto encuentro contra el primer enemigo, despachándolo en un instante. Sin embargo, mientras lo hacía el resto aprovecharon para rodearle a él. Por sus palabras y actitud era más que obvio que él era su objetivo. "Genial... ahora me toca sacarle las castañas del fuego a este gilipollas. Tal vez mate a John antes de volver a mi cuerpo, como castigo." Por otro lado, no debía llevarse por las emociones. Le necesitaba, no tenía a nadie más en Arashi.
- Tranquilos, no hay por qué recurrir a la violencia. Os pagaré lo que os debo. ¿Cómo podéis dudar de mi? Precisamente os estaba buscando - dijo serenamente, alzando sus manos en son de paz, pero sin soltar el machete.
- Menos milongas y saca los berries, John. No pongas a prueba mi paciencia - dijo el de la pistola, con un ligero tono de duda.
Parece que no estaban acostumbrados a que aquel hombre actuase con tanta calma. "Ahora que lo recuerdo, John es un cobarde y hombre servil y arrastrado. Bien... seguramente vinieron en tanto número para que no escapara, no esperando que plantara batalla." Rápidamente planteó sus opciones y trazó posibles estrategias. Podía revelar sus poderes y exterminarlos en un instante combinando el poder del Pacto Demoníaco con su Fuego del Averno, pero eso desvelaría a Brand sus técnicas y dificultaría el asesinarlo más tarde. Descartado. Hacerlos huir como a los borrachos podría funcionar... pero dudaba que el chico se fiara de él tras verle hacer algo así, pues ahora estaba lo bastante cerca como para verse afectado si activaba su Presencia Diabólica. Intentar derrotarlos a pura fuerza física sería estúpido y estaba descartado. John no era un combatiente, y su frágil cuerpo no era la herramienta más adecuada para Émile... a menos que la potenciara con el Pacto Demoníaco. En ese caso podría combinar sus golpes cuerpo a cuerpo con un discreto uso de la energía demoníaca para que Brand no lo notara. Aun así era arriesgado, así pues... "La solución es hacer una exhibición de fuerza, tomar a un rehén y ahuyentarlos." Fingió buscar el dinero, y dijo:
- Por suerte lo tengo todo aquí...
Aprovechando que tenía la mano por dentro del kimono, se tocó la piel del costillar, colocando sobre el cuerpo de John el pentáculo de Lucifer. Notó la impía energía recorriendo su cuerpo y potenciándolo enormemente. "Eso está mejor... ahora ya puedo luchar." A una velocidad brutal y sorprendemente para un humano corriente, le lanzó una patada al pecho al que estaba a la derecha del que parecía el jefe. Se escuchó un ruido de huesos rotos y hombre salió disparado varios metros hacia atrás. Acto seguido lanzó el machete al aire y se encaró al de la izquierda del tipo. Con una mirada de determinación, preparó su brazo derecho y le lanzó una palmada al estómago, al tiempo que canalizaba energía demoníaca por la palma de su mano. Durante un leve instante, hubo un destello verde en el lugar del impacto. El golpe había sido un movimiento de Sokudan, el Direct Palm. "En esta clase de situaciones es útil haber estudiado artes marciales con Lao-sensei... aunque en este inútil cuerpo no son ni la mitad de efectivas que en el mío." Con la respiración cortada y su fuerza vital consumida por la energía demoníaca, el tipo se desplomó. Los otros cuatro ya estaban lanzando sus golpes sobre él, y el jefe desenfundando su pistola.
- Ilusos...
Tan velozmente como había eliminado a los dos hombres, se plantó a la espalda del líder y alzó una mano, recogiendo el machete que en ese momento caía. Apoyó el filo sobre el cuello del hombre, y con el brazo libre le hizo una presa.
- Se acabó el juego. Ya habéis visto lo que puedo hacer, así que no si no os vais...
No le dejaron terminar. Los hombres cargaron contra ambos. Viendo venir sus intenciones, Émile soltó a su prisionero y retrocedió de un salto. Un instante después las cuatro espadas estaban atravesando el cuerpo del moribundo pistolero, de tal manera que si el pirata hubiese mantenido la presa hubiese sido golpeado también. Parecía que se había confundido, y si aquel tipo era su líder, al menos no era el deudor. Debía ser sólo un cobrador. "Y si su misión es tan importante como para eliminar a un compañero para cargarse a John, es que el verdadero jefe es un pez gordo. John es gilipollas... tras esto, voy a tener que encargarme de él y buscar a un nuevo confidente en estas islas." Aprovechando que sus armas estaban aun clavadas al cabecilla, Émile avanzó un paso al tiempo que trazaba un veloz corte descendente con el machete, cortando y destrozando el cráneo de uno de los tres hombres. La gente comenzó a gritar y a escandalizarse por la feroz pelea y la visión de sangre y vísceras. Rápidamente arrancó el arma del cráneo del moribundo y le gritó a Brand:
- ¡Ahora! ¡Vayámonos antes de que esto vaya a más!
Podría haberlos matado a todos, pero prefería evitar mostrar su lado más sádico... que posiblemente saldría a flote si seguían combatiendo. Podía excusarse por un muerto, al fin y al cabo habían estado a punto de matarle, pero si de repente degollaba y mutilaba a los tres restantes cuando tenían una oportunidad obvia para huir, posiblemente Brand ya no confiaría en él.
- Si no te es incoveniente me gustaría acompañarte hasta tu siguiente destino. Desde allí ya me las apañaré yo mismo. Me llamo John, y soy un navegante. Era el timonel de una nave mercante que accidentalmente naufragó en estas costas, y ahora me he quedado en tierra.
A pesar de que la pregunta le había pillado por sorpresa, Émile era un buen mentiroso y supo salir del paso sin titubear. El carnicero se despidió de ellos, a lo que Émile contestó con un gesto de mano. Brand le preguntó entonces por su posada. Bueno... le tocaba improvisar de nuevo.
- Aun no tengo ninguna. En realidad estaba alojado al norte de la isla, y aun he llegado hoy a la capital.
De repente, a pesar de su vergüenza inicial, Brand comenzó a hablarle amistosamente. Al parecer no era un extranjero, si no que vivía en el Archipiélago y se había estado entrenando antes de empezar a viajar. Interesante... había tenido suerte de que no fuese habitante de Kumo, o de lo contrario podría haberse dado la coincidencia de que fuese un conocido de John. Mientras Émile pensaba en qué podía contestarle al joven, de repente percibió un cambio en la actitud de este. Se puso en tensión y se llevó la mano a la katana, desenvainándola mientras avanzaba hacia el pirata. "¡Mierda! ¿Me ha descubierto?" Se llevó su propia mano al interior de su kimono, buscando el mango de su machete, pero por falta de costumbre a utilizar aquel cuerpo (y a estar en uno tan lento y torpe en comparación con él mismo) reaccionó lento. Para cuando hubo agarrado la empuñadura, Brand ya había pasado junto a él y un sonido metálico sonó a su espalda. Se giró, sacando su arma, para ver al chico bloqueando un arma de filo similar a la que empuñaba él.
- Gracias Brand, ¡me has salvado!
"Menos mal que he tardado en reaccionar. De haber estado en mi cuerpo, le hubiese rajado el cuello antes de que hubiese tenido tiempo siquiera a sacar el arma de la vaina... aunque también hubiera percibido el otro ataque con mi mantra." Comenzó a mirar a su alrededor, percibiendo movimientos entre la multitud. Antes de que hubiesen salido de entre la gente (que se estaba dispersando, espantada) ya había localizado a los otros siete atacantes. Al fin y al cabo, no había llegado vivo hasta el día de hoy por nada... no le había resultado difícil identificar a los que tenían actitudes más hostiles a pesar de que intentasen ocultarla. Brand se enzarzó en un corto encuentro contra el primer enemigo, despachándolo en un instante. Sin embargo, mientras lo hacía el resto aprovecharon para rodearle a él. Por sus palabras y actitud era más que obvio que él era su objetivo. "Genial... ahora me toca sacarle las castañas del fuego a este gilipollas. Tal vez mate a John antes de volver a mi cuerpo, como castigo." Por otro lado, no debía llevarse por las emociones. Le necesitaba, no tenía a nadie más en Arashi.
- Tranquilos, no hay por qué recurrir a la violencia. Os pagaré lo que os debo. ¿Cómo podéis dudar de mi? Precisamente os estaba buscando - dijo serenamente, alzando sus manos en son de paz, pero sin soltar el machete.
- Menos milongas y saca los berries, John. No pongas a prueba mi paciencia - dijo el de la pistola, con un ligero tono de duda.
Parece que no estaban acostumbrados a que aquel hombre actuase con tanta calma. "Ahora que lo recuerdo, John es un cobarde y hombre servil y arrastrado. Bien... seguramente vinieron en tanto número para que no escapara, no esperando que plantara batalla." Rápidamente planteó sus opciones y trazó posibles estrategias. Podía revelar sus poderes y exterminarlos en un instante combinando el poder del Pacto Demoníaco con su Fuego del Averno, pero eso desvelaría a Brand sus técnicas y dificultaría el asesinarlo más tarde. Descartado. Hacerlos huir como a los borrachos podría funcionar... pero dudaba que el chico se fiara de él tras verle hacer algo así, pues ahora estaba lo bastante cerca como para verse afectado si activaba su Presencia Diabólica. Intentar derrotarlos a pura fuerza física sería estúpido y estaba descartado. John no era un combatiente, y su frágil cuerpo no era la herramienta más adecuada para Émile... a menos que la potenciara con el Pacto Demoníaco. En ese caso podría combinar sus golpes cuerpo a cuerpo con un discreto uso de la energía demoníaca para que Brand no lo notara. Aun así era arriesgado, así pues... "La solución es hacer una exhibición de fuerza, tomar a un rehén y ahuyentarlos." Fingió buscar el dinero, y dijo:
- Por suerte lo tengo todo aquí...
Aprovechando que tenía la mano por dentro del kimono, se tocó la piel del costillar, colocando sobre el cuerpo de John el pentáculo de Lucifer. Notó la impía energía recorriendo su cuerpo y potenciándolo enormemente. "Eso está mejor... ahora ya puedo luchar." A una velocidad brutal y sorprendemente para un humano corriente, le lanzó una patada al pecho al que estaba a la derecha del que parecía el jefe. Se escuchó un ruido de huesos rotos y hombre salió disparado varios metros hacia atrás. Acto seguido lanzó el machete al aire y se encaró al de la izquierda del tipo. Con una mirada de determinación, preparó su brazo derecho y le lanzó una palmada al estómago, al tiempo que canalizaba energía demoníaca por la palma de su mano. Durante un leve instante, hubo un destello verde en el lugar del impacto. El golpe había sido un movimiento de Sokudan, el Direct Palm. "En esta clase de situaciones es útil haber estudiado artes marciales con Lao-sensei... aunque en este inútil cuerpo no son ni la mitad de efectivas que en el mío." Con la respiración cortada y su fuerza vital consumida por la energía demoníaca, el tipo se desplomó. Los otros cuatro ya estaban lanzando sus golpes sobre él, y el jefe desenfundando su pistola.
- Ilusos...
Tan velozmente como había eliminado a los dos hombres, se plantó a la espalda del líder y alzó una mano, recogiendo el machete que en ese momento caía. Apoyó el filo sobre el cuello del hombre, y con el brazo libre le hizo una presa.
- Se acabó el juego. Ya habéis visto lo que puedo hacer, así que no si no os vais...
No le dejaron terminar. Los hombres cargaron contra ambos. Viendo venir sus intenciones, Émile soltó a su prisionero y retrocedió de un salto. Un instante después las cuatro espadas estaban atravesando el cuerpo del moribundo pistolero, de tal manera que si el pirata hubiese mantenido la presa hubiese sido golpeado también. Parecía que se había confundido, y si aquel tipo era su líder, al menos no era el deudor. Debía ser sólo un cobrador. "Y si su misión es tan importante como para eliminar a un compañero para cargarse a John, es que el verdadero jefe es un pez gordo. John es gilipollas... tras esto, voy a tener que encargarme de él y buscar a un nuevo confidente en estas islas." Aprovechando que sus armas estaban aun clavadas al cabecilla, Émile avanzó un paso al tiempo que trazaba un veloz corte descendente con el machete, cortando y destrozando el cráneo de uno de los tres hombres. La gente comenzó a gritar y a escandalizarse por la feroz pelea y la visión de sangre y vísceras. Rápidamente arrancó el arma del cráneo del moribundo y le gritó a Brand:
- ¡Ahora! ¡Vayámonos antes de que esto vaya a más!
Podría haberlos matado a todos, pero prefería evitar mostrar su lado más sádico... que posiblemente saldría a flote si seguían combatiendo. Podía excusarse por un muerto, al fin y al cabo habían estado a punto de matarle, pero si de repente degollaba y mutilaba a los tres restantes cuando tenían una oportunidad obvia para huir, posiblemente Brand ya no confiaría en él.
Brand
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
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El pirata se quedó observando la situación, la cosa no pintaba bien y ese sentimiento de incertidumbre se reflejaba en el rostro del espadachín. Brandom observaba como ese grupo había rodeado al viajero llamado John, el hombre que decía ser un navegante y timonel de una nave mercante, que accidentalmente naufragó en las cosas de Kumo. Dicho desconocido quería acompañar a Brand hasta su siguiente destino, con el propósito de apañárselas fuera de esa isla ¿Tal vez el motivo era por el problema que tenía con ese grupo de piratas? En esos momentos daba igual responder esa pregunta, el pirata ya estaba metido en ese fregado desde el momento en que interceptó ese cuchillo.
<< Mierda, John está rodeado. Tal vez si logró llamar la atención de unos cuantos… he de atacar… si no lo hago dudo que ese navegante pueda acabar con todos ellos… >> Sujetó con firmeza las empuñaduras de las dos katanas, cargando el peso en la pierna de delante y rotando levemente la cintura, estaba preparado para actuar. Las palabras de John calmaron el avance del espadachín mientras seguía en esa posición, cargando la cintura, sin dejar de mirar al grupo de siete personas, que rodeaban al aventurero. << Uff… por suerte tiene el dinero, todo acabará pronto >> El inocente pensamiento tranquilizaba al pirata, pero esos rivales parecían tener muy poca paciencia y querían ver los berries, sí o sí. Aunque Brandom estuviera más relajado, no dejaba de estar en esa posición firme, con las katanas preparadas para realizar cualquier ofensiva que pudiera salvarle su propia vida y la del hombre llamado John.
La muchedumbre estaba alejada de ese corrillo, algunos empezaban a cerrar las ventanas adentrándose en sus domicilios claramente asustados. En ese margen de tiempo de charla entre John y los piratas, la mayoría de gente que observaba era adulta, las criaturas y niños pequeños abandonaron esa zona de la calle y algunos valientes se quedaron mirando desde los establecimientos o locales, sin emitir sonido alguno.
En el momento en que John pasó a la acción, la mirada del pirata se quedó atónita ante la habilidad de ese navegante, pudo ver como golpeaba, con una patada, el pecho de uno de los rivales; haciendo que éste saliera despedido varios metros. Alzó el rostro para visualizar ese machete rodar hacia el cielo, con un movimiento ascendente. La rápida reacción de John hizo que el peliblanco volviera a reparar la atención en él, el círculo se había roto y tenía una mejor perspectiva de lo que sucedía. La palma del desconocido golpeó el vientre de uno de los piratas, logró ver un tipo de destello antes de que el pobre desgraciado, que recibió el golpe, cayera desplomado.
<< El tipo es muy rápido y fuerte… ¡Increíble! ¡Qué velocidad!>>
Brand no dejaba de mirar a John, como se había colocado en la espalda del cabecilla del grupo sujetando ese machete que caía del cielo, lo tenía todo calculado, milimetrado; con la intención de querer chantajear y finalizar aquella situación. La expresión del espadachín, que anteriormente transmitía asombro, cambió a sorpresa y algo de rabia al ver como los enemigos restantes apuñalaban al supuesto jefe, con la intención de acabar con John.
<< Hijos de puta… Se han cargado a uno de los suyos… Cabrones… >>
Apretó fuertemente la empuñadura de las katanas, estaban de espaldas, podía acabar con ellos en ese momento y descargar esa rabia que se iba acumulando en su interior, el pirata odiaba todo ese tipo de abusos, traiciones. Justo en el instante que iba a iniciar esa corta carrera, el machete de John reventó literalmente el cráneo de uno de los enemigos, matándolo al instante, dejando parte del cerebro por el suelo junto a un buen charco de sangre, que emanaba como una fuente de la cabeza del fallecido hombre.
<< Un golpe basto… pero necesario >> no es que le llegara a impactar mucho esa escena, lo tenía merecido y fue una muerte rápida, certera, hasta se podría decir espontánea; lo único descortés era la cantidad de vísceras que había al lado del cadáver. La voz de John hizo que Glash D. Brandom iniciara su carrera junto a él, abandonando ese grupo que se había quedado atónito ante la habilidad del navegante, sin espectadores ya que acabaron huyendo al ver como ese conflicto llegaba a más.
- ¡Oye! – Recriminó el muchacho de pelo blanquecino - ¡Eres fuerte y rápido! – había envainado las katanas y mantenía ese ritmo junto al navegante dirigiéndose hacia la zona de las posadas, escapando de aquel lugar de Kumo.
- ¡Me tienes que enseñar ese golpe! – mientras avanzaba hizo le gesto de golpear con la palma, claramente exagerado - ¡Lo has dejado inconsciente! ¿Hiciste artes marciales? – Seguía expresándose con asombro - ¡Lo hiciste tan rápido que hasta se vio como un destello verde! Tal vez algún reflejo del sol aunque… no hay mucho – dijo alzando la vista, viendo como esas nubes se iban cerrando sobre la isla, amenazando en descargar en cualquier momento. Cogió aire que hablaba muy rápido y debía de tomar un respiro - Ohh fue espectacular, muy buenos movimientos, sí - alardeando ante la habilidad de lucha del navegante.
Finalmente llegaron a una posada, era la más apartada que había de aquella zona en que entraron en conflicto. El local era de un estilo rústico, combinado con varias zonas de piedra que daban un ambiente agradable y acogedor. Una vez dentro se podía apreciar una gran sala común, con una chimenea que crispaba a plena potencia ofreciendo así una buena temperatura, al lado izquierdo había un pequeño mostrador con una mujer que atendía a los visitantes. En esa planta baja, había unas escaleras que iban a los diferentes pisos, un total de tres, dónde se encontraban todas las habitaciones; otra salida de esa zona comunal llevaba al comedor adornado con varias mesas y sillas, en uno de los extremos había otra pequeña chimenea.
- Hola – saludó a la dependiente que había detrás de la barra, la mujer sonrió devolviéndole el saludo por lo que el pirata siguió con su petición – Una mesa para dos – la mujer sin problema alguno les acompañó hasta el comedor, ofreciéndoles sitio.
- ¿Queréis algo para comer o beber?– Preguntó la trabajadora de aquel establecimiento, el espadachín respondió – Yo el menú del día y para beber agua – todo correcto y educado. Después de esa breve intervención de la mujer, Brand se dirigió a John - ¿Quiénes eran esos tipos? Si vas acompañarme, tendré que saber que te ha sucedido… mira… que no quiero problemas… - rechazando ese conflicto, pero un brillo de rabia se podía ver en el rostro – Aunque esos cabrones… mirar que apuñalar a su propio compañero… - apretó el puño, tensando los músculos, eso sí que le cabreaba y mucho.
<< Mierda, John está rodeado. Tal vez si logró llamar la atención de unos cuantos… he de atacar… si no lo hago dudo que ese navegante pueda acabar con todos ellos… >> Sujetó con firmeza las empuñaduras de las dos katanas, cargando el peso en la pierna de delante y rotando levemente la cintura, estaba preparado para actuar. Las palabras de John calmaron el avance del espadachín mientras seguía en esa posición, cargando la cintura, sin dejar de mirar al grupo de siete personas, que rodeaban al aventurero. << Uff… por suerte tiene el dinero, todo acabará pronto >> El inocente pensamiento tranquilizaba al pirata, pero esos rivales parecían tener muy poca paciencia y querían ver los berries, sí o sí. Aunque Brandom estuviera más relajado, no dejaba de estar en esa posición firme, con las katanas preparadas para realizar cualquier ofensiva que pudiera salvarle su propia vida y la del hombre llamado John.
La muchedumbre estaba alejada de ese corrillo, algunos empezaban a cerrar las ventanas adentrándose en sus domicilios claramente asustados. En ese margen de tiempo de charla entre John y los piratas, la mayoría de gente que observaba era adulta, las criaturas y niños pequeños abandonaron esa zona de la calle y algunos valientes se quedaron mirando desde los establecimientos o locales, sin emitir sonido alguno.
En el momento en que John pasó a la acción, la mirada del pirata se quedó atónita ante la habilidad de ese navegante, pudo ver como golpeaba, con una patada, el pecho de uno de los rivales; haciendo que éste saliera despedido varios metros. Alzó el rostro para visualizar ese machete rodar hacia el cielo, con un movimiento ascendente. La rápida reacción de John hizo que el peliblanco volviera a reparar la atención en él, el círculo se había roto y tenía una mejor perspectiva de lo que sucedía. La palma del desconocido golpeó el vientre de uno de los piratas, logró ver un tipo de destello antes de que el pobre desgraciado, que recibió el golpe, cayera desplomado.
<< El tipo es muy rápido y fuerte… ¡Increíble! ¡Qué velocidad!>>
Brand no dejaba de mirar a John, como se había colocado en la espalda del cabecilla del grupo sujetando ese machete que caía del cielo, lo tenía todo calculado, milimetrado; con la intención de querer chantajear y finalizar aquella situación. La expresión del espadachín, que anteriormente transmitía asombro, cambió a sorpresa y algo de rabia al ver como los enemigos restantes apuñalaban al supuesto jefe, con la intención de acabar con John.
<< Hijos de puta… Se han cargado a uno de los suyos… Cabrones… >>
Apretó fuertemente la empuñadura de las katanas, estaban de espaldas, podía acabar con ellos en ese momento y descargar esa rabia que se iba acumulando en su interior, el pirata odiaba todo ese tipo de abusos, traiciones. Justo en el instante que iba a iniciar esa corta carrera, el machete de John reventó literalmente el cráneo de uno de los enemigos, matándolo al instante, dejando parte del cerebro por el suelo junto a un buen charco de sangre, que emanaba como una fuente de la cabeza del fallecido hombre.
<< Un golpe basto… pero necesario >> no es que le llegara a impactar mucho esa escena, lo tenía merecido y fue una muerte rápida, certera, hasta se podría decir espontánea; lo único descortés era la cantidad de vísceras que había al lado del cadáver. La voz de John hizo que Glash D. Brandom iniciara su carrera junto a él, abandonando ese grupo que se había quedado atónito ante la habilidad del navegante, sin espectadores ya que acabaron huyendo al ver como ese conflicto llegaba a más.
- ¡Oye! – Recriminó el muchacho de pelo blanquecino - ¡Eres fuerte y rápido! – había envainado las katanas y mantenía ese ritmo junto al navegante dirigiéndose hacia la zona de las posadas, escapando de aquel lugar de Kumo.
- ¡Me tienes que enseñar ese golpe! – mientras avanzaba hizo le gesto de golpear con la palma, claramente exagerado - ¡Lo has dejado inconsciente! ¿Hiciste artes marciales? – Seguía expresándose con asombro - ¡Lo hiciste tan rápido que hasta se vio como un destello verde! Tal vez algún reflejo del sol aunque… no hay mucho – dijo alzando la vista, viendo como esas nubes se iban cerrando sobre la isla, amenazando en descargar en cualquier momento. Cogió aire que hablaba muy rápido y debía de tomar un respiro - Ohh fue espectacular, muy buenos movimientos, sí - alardeando ante la habilidad de lucha del navegante.
Finalmente llegaron a una posada, era la más apartada que había de aquella zona en que entraron en conflicto. El local era de un estilo rústico, combinado con varias zonas de piedra que daban un ambiente agradable y acogedor. Una vez dentro se podía apreciar una gran sala común, con una chimenea que crispaba a plena potencia ofreciendo así una buena temperatura, al lado izquierdo había un pequeño mostrador con una mujer que atendía a los visitantes. En esa planta baja, había unas escaleras que iban a los diferentes pisos, un total de tres, dónde se encontraban todas las habitaciones; otra salida de esa zona comunal llevaba al comedor adornado con varias mesas y sillas, en uno de los extremos había otra pequeña chimenea.
- Hola – saludó a la dependiente que había detrás de la barra, la mujer sonrió devolviéndole el saludo por lo que el pirata siguió con su petición – Una mesa para dos – la mujer sin problema alguno les acompañó hasta el comedor, ofreciéndoles sitio.
- ¿Queréis algo para comer o beber?– Preguntó la trabajadora de aquel establecimiento, el espadachín respondió – Yo el menú del día y para beber agua – todo correcto y educado. Después de esa breve intervención de la mujer, Brand se dirigió a John - ¿Quiénes eran esos tipos? Si vas acompañarme, tendré que saber que te ha sucedido… mira… que no quiero problemas… - rechazando ese conflicto, pero un brillo de rabia se podía ver en el rostro – Aunque esos cabrones… mirar que apuñalar a su propio compañero… - apretó el puño, tensando los músculos, eso sí que le cabreaba y mucho.
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A pesar de haber iniciado él la carrera, en cuanto se hubieron alejado de la zona Émile dejó que fuese Brand el que le guiase. Al fin y al cabo, no conocía la ciudad. Mientras se alejaban, sacó un pañuelo sucio y secó la sangre del machete con este, para a continuación tirarlo y volver a guardar el arma en el interior de su ropa. Había hecho bien en escoger como coartada el no ser de allí, pues así no tendría que fingir conocer el lugar. Era una lástima, por otro lado, no haberlo explorado previamente. Cuantos más datos tuviera tanto de su víctima como del entorno, más sencillo sería llevar a cabo el asesinato sin inconvenientes inesperados. Por ahora se estaba ganando la confianza del chico, lo que lo ponía en una situación de ventaja. Sólo le faltaba un lugar tranquilo y solitario en el que poder interrogarle y eliminarlo. Al fin y al cabo, podía ser que el chico no supiera nada, o que no fuera la persona que buscaba. Le dirigió una breve mirada, para encontrarse con que este le estaba mirando a él con admiración.
- Bueno, he estudiado algo de artes marciales, sí. No es para tanto, realmente soy sólo un novato - dijo, con una risa.
Qué asco... odiaba tener que comportarse así. En su verdadero cuerpo no habría tenido que fingir ser un novato, pues podría haber aprovechado sus habilidades. En cambio, no estaba acostumbrado a John ni a su cuerpo, que era bastante menos ágil y atlético que el suyo propio. De hecho, aquellos brazos gruesos le parecían una herramienta tosca y pesada en comparación con los suyos propios. Ni siquiera era más resistente que Émile pese a ser más robusto. Pero bueno, ¿qué se podía esperar de un debilucho? La escoria siempre sería escoria. Finalmente el chico entró en un local, haciendo que Émile dejase sus pensamientos a un lado. Entonces se fijó en la hermosa camarera, y al instante pensó en la posibilidad de seducirla. "No te dejes llevar... no estás en tu cuerpo, y eliminar a este chico es más importante que conseguir un polvo" se recordó a sí mismo, algo molesto.
- Tomaré lo mismo que él
Entonces Brand retomó el fatídico tema. Mierda... ahora tendría que buscarse una explicación, pues ni él conocía el motivo que había llevado a esos hombres a perseguir a John. Sin embargo, tenía la ventaja de que parecía molestarle bastante la forma de actuar de sus perseguidores, lo que lo haría propenso a tragarse alguna historia que se inventara en la que los tipos esos aparecieran como gente malvada y sin corazón. Por suerte era un buen mentiroso, y se le daba bien inventarse historias rápidamente.
- Tomemos asiento y te explicaré lo que ocurre. Te lo debo, al fin y al cabo te he metido en este asunto sin querer. Esperaba no toparme con ellos.
Eligió una mesa alejada para evitar curiosos indeseados. Sabía de sobra que actuar así sólo llamaba más la atención, pero seguía siendo mucho más discreto que hablarlo rodeado de desconocidos, y no había nadie buscándolos activamente... excepto los tipos de antes. Y estos no le preocupaban demasiado, dado que los problemas de John no eran los suyos. Si alguien les espiaba sólo escucharía la sarta de mentiras que se iría inventando para lograr ganarse la confianza de Brand. Una vez sentados, juntó las manos entrecruzando los dedos, con actitud seria, y comenzó:
- Verás... la nave que traía hacia aquí resultó llevar mercancía para unos hombres bastante peligrosos... me consideran el responsable de la pérdida de esta, y al parecer ya habían pagado. Ahora pretenden que les compense por la pérdida, o que responda por ella con mi vida. Es un asunto feo y bastante serio, y por eso pretendo salir de aquí cuanto antes. De nuevo, perdona por meterte en esto. Si tan sólo no me hubieran visto en el mercado, podríamos habernos ido sin problemas. Lo entenderé si después de eso no quieres viajar conmigo.
Empleando sus dotes de manipulador, intentó transmitirle cierta empatía y solidaridad, al tiempo que procuraba no quedar mal por no haberle avisado antes reiterando lo mucho que lamentaba el incidente y ofreciéndole irse solo. Así tal vez aumentaría las posibilidades de que Brand decidiera prestarle su ayuda. Dejó de hablar en el momento en que la camarera se pasó a dejarles el agua, y acto seguido decidió pasar al ataque. Debía comenzar a tantearle sobre el tema que le había llevado hasta allí.
- Hablando de algo más agradable... he oído hablar de que en este archipiélago tenéis una isla montaña. Yuki, creo que se llamaba. Me han dicho que está llena de animales feroces y es increíblemente alta, además de que los lugareños la evitáis. ¿Es cierto? - preguntó, fingiendo curiosidad.
- Bueno, he estudiado algo de artes marciales, sí. No es para tanto, realmente soy sólo un novato - dijo, con una risa.
Qué asco... odiaba tener que comportarse así. En su verdadero cuerpo no habría tenido que fingir ser un novato, pues podría haber aprovechado sus habilidades. En cambio, no estaba acostumbrado a John ni a su cuerpo, que era bastante menos ágil y atlético que el suyo propio. De hecho, aquellos brazos gruesos le parecían una herramienta tosca y pesada en comparación con los suyos propios. Ni siquiera era más resistente que Émile pese a ser más robusto. Pero bueno, ¿qué se podía esperar de un debilucho? La escoria siempre sería escoria. Finalmente el chico entró en un local, haciendo que Émile dejase sus pensamientos a un lado. Entonces se fijó en la hermosa camarera, y al instante pensó en la posibilidad de seducirla. "No te dejes llevar... no estás en tu cuerpo, y eliminar a este chico es más importante que conseguir un polvo" se recordó a sí mismo, algo molesto.
- Tomaré lo mismo que él
Entonces Brand retomó el fatídico tema. Mierda... ahora tendría que buscarse una explicación, pues ni él conocía el motivo que había llevado a esos hombres a perseguir a John. Sin embargo, tenía la ventaja de que parecía molestarle bastante la forma de actuar de sus perseguidores, lo que lo haría propenso a tragarse alguna historia que se inventara en la que los tipos esos aparecieran como gente malvada y sin corazón. Por suerte era un buen mentiroso, y se le daba bien inventarse historias rápidamente.
- Tomemos asiento y te explicaré lo que ocurre. Te lo debo, al fin y al cabo te he metido en este asunto sin querer. Esperaba no toparme con ellos.
Eligió una mesa alejada para evitar curiosos indeseados. Sabía de sobra que actuar así sólo llamaba más la atención, pero seguía siendo mucho más discreto que hablarlo rodeado de desconocidos, y no había nadie buscándolos activamente... excepto los tipos de antes. Y estos no le preocupaban demasiado, dado que los problemas de John no eran los suyos. Si alguien les espiaba sólo escucharía la sarta de mentiras que se iría inventando para lograr ganarse la confianza de Brand. Una vez sentados, juntó las manos entrecruzando los dedos, con actitud seria, y comenzó:
- Verás... la nave que traía hacia aquí resultó llevar mercancía para unos hombres bastante peligrosos... me consideran el responsable de la pérdida de esta, y al parecer ya habían pagado. Ahora pretenden que les compense por la pérdida, o que responda por ella con mi vida. Es un asunto feo y bastante serio, y por eso pretendo salir de aquí cuanto antes. De nuevo, perdona por meterte en esto. Si tan sólo no me hubieran visto en el mercado, podríamos habernos ido sin problemas. Lo entenderé si después de eso no quieres viajar conmigo.
Empleando sus dotes de manipulador, intentó transmitirle cierta empatía y solidaridad, al tiempo que procuraba no quedar mal por no haberle avisado antes reiterando lo mucho que lamentaba el incidente y ofreciéndole irse solo. Así tal vez aumentaría las posibilidades de que Brand decidiera prestarle su ayuda. Dejó de hablar en el momento en que la camarera se pasó a dejarles el agua, y acto seguido decidió pasar al ataque. Debía comenzar a tantearle sobre el tema que le había llevado hasta allí.
- Hablando de algo más agradable... he oído hablar de que en este archipiélago tenéis una isla montaña. Yuki, creo que se llamaba. Me han dicho que está llena de animales feroces y es increíblemente alta, además de que los lugareños la evitáis. ¿Es cierto? - preguntó, fingiendo curiosidad.
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El espadachín se frotaba las manos, un típico gesto que hacia mientras observaba a la joven camarera abandonar esa sala; para dirigirse a la cocina. Visualizó todo su alrededor, se habían colocado en una de las zonas más apartadas. Era temprano para la comida, por eso estaban solos en aquel solitario salón.
El peliblanco escuchó cada pedazo de información que le iba ofreciendo John. Toda la historia sobre la nave, que contenía en su interior un tipo de mercancía destinada a unos hombres peligrosos. El rostro de Brand reflejaba cierta curiosidad al ser conocedor de esa historia contada por el navegante, que aunque fuera un cuento, el espadachín se la creía toda.
<< Ostras… que putada. Claro, si John debía de traer esa mercancía, pero resulta ser que su mercancía no llegó a destino… los otros quieren hacerle pagar todo el valor ¿Cómo debió de perder la mercancía? En menudo lío se ha metido, por eso tiene tantas prisas por salir de la isla, pero mira que utilizarme para abandonarla... Bueno… por lo menos se está sincerando y me lo cuenta >>
- Supongo que una vez solucionemos y aclaremos el motivo de la pérdida de la mercancía, decidiré ayudarte a salir de la isla y abandonar el Archipiélago Arashi – comentó, que por el momento no dijo que sí, aunque si se visualizara una balanza la parte afirmativa tendría todo el peso.
<< No puedo dejar al pobre navegante solo… aunque se ha defendido bien, pero claro, si no tiene ningún navío ¿Cómo conseguirá salir? Ohh… ¿Qué puedo hacer? Que dilemas hay en esta vida y ni he comenzado a navegar >>
El rostro del espadachín volvió a mirar a John, prestándole toda la atención ante las siguientes palabras que decía. El hombre, sentía curiosidad por una de las islas de ese Archipiélago, la llamada Yuki. En aquel islote habitaba una aldea de pescadores, en la única playa de la zona; por lo que no había más asentamientos humanos. Otros datos a destacar, era la gran montaña de casi dos mil metros de altura, nevada con una fauna compuesta por grandes depredadores, y hasta criaturas desconocidas para el ser humano.
- Sí, es cierto – comentó el pirata, respondiendo las palabras del navegante. Luego prosiguió con su breve explicación, no sin antes, reservarse unos segundos para responder; meditando así las palabras que debía de utilizar para expresarse de forma correcta. Visto en ojos ajenos, parecía ser que no quisiera rebelar algo de suma importancia, aunque la única verdad era su dificultad para comunicarse verbalmente - Pero bueno, eso no quiere decir que no haya gente viviendo en la isla. Hay una aldea de pescadores en la única playa de Yuki. No hay más asentamientos humanos por la peligrosidad de su fauna – va exponiendo haciendo gestos con sus manos para expresarse, dejando ver el nerviosismo que sentía en esos momentos – Espero explicarme… no se me da bien el habla – añadió como disculpa, llevándose una mano al pelo para rascarse la cabeza – Lo que decía, hay bestias muy peligrosas. Por eso la gente intenta evitar esa isla. Hay animales como el oso astado y el sapo de tormenta, producen descargas eléctricas con su lengua y otras bestias. Por ejemplo, me encontré con una parecida a un Oso Astado, pero ¡Más grande! – Dijo ampliando los brazos – Tenía el pelaje blanquecino como la mismísima nieve – volvió a quedarse en ese estado pensativo - ¡OOOOOOOOHHHHHHHH! ¡En la cima había un monstruo! – Sus ojos mostraron un brillo de ilusión al contarlo - ¡Tenía una garra! ¡Tan grande como ese oso! – Allí que se incorporaba de pie, alzando ambas extremidades superiores para abarcar el tamaño – Cuando me percaté de su presencia, el oso y yo salimos por patas. Nunca había corrido tanto, adelanté hasta el pobre animal que se quedó retrasado en el descenso – volvió a sentarse – No recomiendo ir, no, no. Solo espero no encontrarme con bestias de semejante tamaño – allí finalizaba su charla sobre las peligrosidades que habitaban en aquella isla.
- ¿Por qué te interesa esa isla? ¿Dijiste que querías salir de Arashi, no? – preguntó ahora el peliblanco, mientras la camarera volvía de la zona de servicio con dos platos de sopa y un par de vasos con una botella de agua. Con suma naturalidad, dejó los recipientes encima de la mesa frente a ellos- ¡Qué aproveche! Si me necesitáis estaré en la recepción – el peliblanco afirmó con la cabeza que ya tenía la cuchara en la boca, no podía esperarse en comer. Sus ojos se humedecían y caía una lagrimilla de lo caliente que estaba la sopa.
- ¡Sopla, que la sopa está ardiendo! – comentó la mujer mientras se reía, camino a la recepción de la posada, abandonando así el salón.
El peliblanco escuchó cada pedazo de información que le iba ofreciendo John. Toda la historia sobre la nave, que contenía en su interior un tipo de mercancía destinada a unos hombres peligrosos. El rostro de Brand reflejaba cierta curiosidad al ser conocedor de esa historia contada por el navegante, que aunque fuera un cuento, el espadachín se la creía toda.
<< Ostras… que putada. Claro, si John debía de traer esa mercancía, pero resulta ser que su mercancía no llegó a destino… los otros quieren hacerle pagar todo el valor ¿Cómo debió de perder la mercancía? En menudo lío se ha metido, por eso tiene tantas prisas por salir de la isla, pero mira que utilizarme para abandonarla... Bueno… por lo menos se está sincerando y me lo cuenta >>
- Supongo que una vez solucionemos y aclaremos el motivo de la pérdida de la mercancía, decidiré ayudarte a salir de la isla y abandonar el Archipiélago Arashi – comentó, que por el momento no dijo que sí, aunque si se visualizara una balanza la parte afirmativa tendría todo el peso.
<< No puedo dejar al pobre navegante solo… aunque se ha defendido bien, pero claro, si no tiene ningún navío ¿Cómo conseguirá salir? Ohh… ¿Qué puedo hacer? Que dilemas hay en esta vida y ni he comenzado a navegar >>
El rostro del espadachín volvió a mirar a John, prestándole toda la atención ante las siguientes palabras que decía. El hombre, sentía curiosidad por una de las islas de ese Archipiélago, la llamada Yuki. En aquel islote habitaba una aldea de pescadores, en la única playa de la zona; por lo que no había más asentamientos humanos. Otros datos a destacar, era la gran montaña de casi dos mil metros de altura, nevada con una fauna compuesta por grandes depredadores, y hasta criaturas desconocidas para el ser humano.
- Sí, es cierto – comentó el pirata, respondiendo las palabras del navegante. Luego prosiguió con su breve explicación, no sin antes, reservarse unos segundos para responder; meditando así las palabras que debía de utilizar para expresarse de forma correcta. Visto en ojos ajenos, parecía ser que no quisiera rebelar algo de suma importancia, aunque la única verdad era su dificultad para comunicarse verbalmente - Pero bueno, eso no quiere decir que no haya gente viviendo en la isla. Hay una aldea de pescadores en la única playa de Yuki. No hay más asentamientos humanos por la peligrosidad de su fauna – va exponiendo haciendo gestos con sus manos para expresarse, dejando ver el nerviosismo que sentía en esos momentos – Espero explicarme… no se me da bien el habla – añadió como disculpa, llevándose una mano al pelo para rascarse la cabeza – Lo que decía, hay bestias muy peligrosas. Por eso la gente intenta evitar esa isla. Hay animales como el oso astado y el sapo de tormenta, producen descargas eléctricas con su lengua y otras bestias. Por ejemplo, me encontré con una parecida a un Oso Astado, pero ¡Más grande! – Dijo ampliando los brazos – Tenía el pelaje blanquecino como la mismísima nieve – volvió a quedarse en ese estado pensativo - ¡OOOOOOOOHHHHHHHH! ¡En la cima había un monstruo! – Sus ojos mostraron un brillo de ilusión al contarlo - ¡Tenía una garra! ¡Tan grande como ese oso! – Allí que se incorporaba de pie, alzando ambas extremidades superiores para abarcar el tamaño – Cuando me percaté de su presencia, el oso y yo salimos por patas. Nunca había corrido tanto, adelanté hasta el pobre animal que se quedó retrasado en el descenso – volvió a sentarse – No recomiendo ir, no, no. Solo espero no encontrarme con bestias de semejante tamaño – allí finalizaba su charla sobre las peligrosidades que habitaban en aquella isla.
- ¿Por qué te interesa esa isla? ¿Dijiste que querías salir de Arashi, no? – preguntó ahora el peliblanco, mientras la camarera volvía de la zona de servicio con dos platos de sopa y un par de vasos con una botella de agua. Con suma naturalidad, dejó los recipientes encima de la mesa frente a ellos- ¡Qué aproveche! Si me necesitáis estaré en la recepción – el peliblanco afirmó con la cabeza que ya tenía la cuchara en la boca, no podía esperarse en comer. Sus ojos se humedecían y caía una lagrimilla de lo caliente que estaba la sopa.
- ¡Sopla, que la sopa está ardiendo! – comentó la mujer mientras se reía, camino a la recepción de la posada, abandonando así el salón.
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Definitivamente, aquel tipo era idiota perdido. ¿Cómo que la razón de la pérdida de la mercancía? ¿No le había dejado claro que había sido en un naufragio? ¿O es que simplemente no se había tragado la historia? No tenía mucho sentido que se tragase todo lo demás y no que el barco hubiera naufragado en una tormenta. No, lo que había pasado es que le había explicado por separado lo del naufragio y lo de la mercancía, y no había llegado aun a la obvia conclusión de que ambos hechos estaban correlacionados. Contuvo su frustración e ira, y mostró una expresión de confusión e incomprensión, ocultando bajo el papel que estaba interpretando sus verdaderas emociones. Por suerte era buen actor y sabía mantener la calma, por lo que no dejó que su pequeño arranque de cólera saliera a la luz.
- Oh, ¿no recuerdas? Mi barco naufragó junto a las costas de Kumo, por eso perdí la mercancía. Ni siquiera sabía lo que estaba transportando; yo pensaba que era carne en salazón y telas, pero se ve que era algo más - desvió la mirada y se cruzó de brazos, fingiendo inquietud - Mira, lo siento por meterte en mis problemas, pero estaba desesperado. Mis compañeros se ahogaron en el naufragio, y acabé en esta isla sin recursos y perseguido por esta gente. Necesitaba una forma de huir lo más rápido posible, y aunque fue una táctica un poco egoísta, decidí pedirte ayuda. No esperaba que me encontraran tan rápido, perdóname. Esperaba que nos hubiese dado tiempo a irnos sin incidentes.
En cuanto Brand comenzó a explicar lo de Yuki, Émile se olió al instante algo raro. Estaba vacilando demasiado, como si dudara sobre si contar o no algo. ¿Qué era lo que ocultaba? Centró su atención en él, muy interesado en lo que tenía que decir, y aguardó con paciencia. ¿Qué sentido tenía que dudara en contar su aventura? Había dejado una nota en la torre, ¿no? ¿Entonces cuáles eran las posibilidades de que lo que estuviera dudando en contar era aquel incidente? Al fin y al cabo, hasta había dejado una nota de disculpas. ¿Había visto algo que no debía y suponiendo que descubrirían la intrusión decidió aparentar normalidad? En ese caso, tal vez ahora dudara sobre si contarlo por miedo a que fuera en realidad alguien dándole caza, en cuyo caso... debería andarse con ojo. Tal vez el propio Brand estuviera siguiéndole el juego y esperando para matarlo él. Tal vez no fuese tan idiota como aparentaba y fuese alguien astuto y peligroso... tal vez.
Sus deducciones se fueron al garete en cuanto abrió la boca, y vio claro lo que pasaba allí. No podía ser de otra forma... aquel chico era rematadamente idiota, hasta extremos insospechados. Tuvo que contenerse y emplear todo su autocontrol para seguir fingiendo, maravillado por su estupidez. "Oh, un monstruo" se burló para sus adentros. Sí, había seres extraños en Yuki, pero no había tal cosa como un "monstruo". El chaval habría visto algún depredador extraño de gran tamaño y se habría alborotado por nada. ¿O se equivocaba y Brand era un gran actor? Ciertamente aparentaba ser tan lerdo que no podía descartar que estuviera actuando... o que sólo fuese un inepto social, incapaz de entablar conversación con los demás y de socializar correctamente. Ambas opciones era posibles y debía tenerlas presentes a la hora de actuar. Al terminar de hablar, sin mencionar en ningún momento la torre (pese a decir que había estado él mismo allí), le preguntó de dónde venía su interés.
- Oh... mera curiosidad. He oído historias, y está bien saber más sobre los sitios que visitas - se paró cuando estaba a punto de comer al ver que el chico se quemaba con la sopa, y dejo la cuchara junto al plato - ¿Entonces has estado en esa montaña? Eso es impresionante. Pero, ¿la cima no está a una gran altura? Aun desde aquí puede verse, y el pico está tan alto que lo tapan las nubes. ¿Cómo es que subiste hasta la cima sin congelarte? No se, como mínimo debió haberte llevado tanto tiempo que necesitarías un refugio... y allí no hay poblados, como bien has dicho.
Tal vez debería haber sido un poco más sutil. Había metido un poco la pata al ir tan a saco... pero ahora ya estaba hecho, y dependiendo de cómo fuese Brand, tal vez aclarase ese asunto allí mismo, y a otra cosa.
- Oh, ¿no recuerdas? Mi barco naufragó junto a las costas de Kumo, por eso perdí la mercancía. Ni siquiera sabía lo que estaba transportando; yo pensaba que era carne en salazón y telas, pero se ve que era algo más - desvió la mirada y se cruzó de brazos, fingiendo inquietud - Mira, lo siento por meterte en mis problemas, pero estaba desesperado. Mis compañeros se ahogaron en el naufragio, y acabé en esta isla sin recursos y perseguido por esta gente. Necesitaba una forma de huir lo más rápido posible, y aunque fue una táctica un poco egoísta, decidí pedirte ayuda. No esperaba que me encontraran tan rápido, perdóname. Esperaba que nos hubiese dado tiempo a irnos sin incidentes.
En cuanto Brand comenzó a explicar lo de Yuki, Émile se olió al instante algo raro. Estaba vacilando demasiado, como si dudara sobre si contar o no algo. ¿Qué era lo que ocultaba? Centró su atención en él, muy interesado en lo que tenía que decir, y aguardó con paciencia. ¿Qué sentido tenía que dudara en contar su aventura? Había dejado una nota en la torre, ¿no? ¿Entonces cuáles eran las posibilidades de que lo que estuviera dudando en contar era aquel incidente? Al fin y al cabo, hasta había dejado una nota de disculpas. ¿Había visto algo que no debía y suponiendo que descubrirían la intrusión decidió aparentar normalidad? En ese caso, tal vez ahora dudara sobre si contarlo por miedo a que fuera en realidad alguien dándole caza, en cuyo caso... debería andarse con ojo. Tal vez el propio Brand estuviera siguiéndole el juego y esperando para matarlo él. Tal vez no fuese tan idiota como aparentaba y fuese alguien astuto y peligroso... tal vez.
Sus deducciones se fueron al garete en cuanto abrió la boca, y vio claro lo que pasaba allí. No podía ser de otra forma... aquel chico era rematadamente idiota, hasta extremos insospechados. Tuvo que contenerse y emplear todo su autocontrol para seguir fingiendo, maravillado por su estupidez. "Oh, un monstruo" se burló para sus adentros. Sí, había seres extraños en Yuki, pero no había tal cosa como un "monstruo". El chaval habría visto algún depredador extraño de gran tamaño y se habría alborotado por nada. ¿O se equivocaba y Brand era un gran actor? Ciertamente aparentaba ser tan lerdo que no podía descartar que estuviera actuando... o que sólo fuese un inepto social, incapaz de entablar conversación con los demás y de socializar correctamente. Ambas opciones era posibles y debía tenerlas presentes a la hora de actuar. Al terminar de hablar, sin mencionar en ningún momento la torre (pese a decir que había estado él mismo allí), le preguntó de dónde venía su interés.
- Oh... mera curiosidad. He oído historias, y está bien saber más sobre los sitios que visitas - se paró cuando estaba a punto de comer al ver que el chico se quemaba con la sopa, y dejo la cuchara junto al plato - ¿Entonces has estado en esa montaña? Eso es impresionante. Pero, ¿la cima no está a una gran altura? Aun desde aquí puede verse, y el pico está tan alto que lo tapan las nubes. ¿Cómo es que subiste hasta la cima sin congelarte? No se, como mínimo debió haberte llevado tanto tiempo que necesitarías un refugio... y allí no hay poblados, como bien has dicho.
Tal vez debería haber sido un poco más sutil. Había metido un poco la pata al ir tan a saco... pero ahora ya estaba hecho, y dependiendo de cómo fuese Brand, tal vez aclarase ese asunto allí mismo, y a otra cosa.
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El peliblanco iba comiendo esa deliciosa sopa mientras escuchaba cada palabra que le dedicaba John. Mientras disfrutaba de ese sabor iba pensando que responderle a todas aquellas incógnitas que le había presentado. Ya le quedó bien claro lo que sucedió con la mercancía, el pobre navegante no tenía culpa de que el barco naufragara y fuera el único superviviente. Podría haber sospechas ya que era mucha casualidad que no hubiera sobrevivido nadie, pero el peliblanco se lo tragaba todo. Brand alternaba la cuchara con el vaso de agua para saciar su sed, luego de nuevo el pucherazo de la exquisita sopa que calentaba toda su garganta.
Los ojos azulados del pirata observaban a John mientras hablaba, le preguntaba sobre su aventura en el montaña de Yuki. El joven empezó a pensar la explicación que le tenía que dar mientras iba vaciando aquel plato. Finalmente dejó la cuchara y se limpió los labios con la servilleta, luego procedió a hablar – La cima está a gran altura, no te la sabría decir exactamente pero está todo nevado. ¡Mira! Me llevé guantes para el frío, pero antes llevaba unos de goma para los sapos tormenta. Su lengua electrocuta y me sirvió para aislar dichos calambres – sonreía en gesto de victoria, que se las ideó el espadachín para sobrepasar aquellos animales que habitaban la montaña - Había mucha nieve y cada paso que daba me hundía más. Llevaba un buen calzado y también ropajes para protegerme del frío pero… - se hizo un poco de silencio, duró unos 5 segundos aproximadamente – Era una prueba… tenía que subir a la cima y coger un premio – le mostró la empuñadura del arma que llevaba en la cintura, el wakizashi – Después de obtener el arma tenía que bajar pero… - parecía que estaba algo incómodo contándolo, como si no quisiera que nadie lo supiera – No se lo digas a nadie… no quiero que mi maestro se entere de que hice un poco de trampa. Mira… resulta ser que al llegar a la cima me encontré con una especie de torreón. Me ayudó bastante porque pude resguardarme del frío y descansar un poco… pero solo un poco de verdad. No hice mucha trampa… simplemente, tomé un descanso en tierra firme y no en la nieve. ¡Pero fui justo! No sé si tenía propietario ya que no había nadie. Tal vez sea un refugio para los que escalan. Dejé una nota dando las gracias y unos cuantos berries para reparar la ventana… no la rompí, pero sí que la desencaje un poco para poder entrar –.
Para Brand explicarle todo aquello era normal, se había interesado en su ascenso a la montaña de Yuki y no veía ningún inconveniente en narrarle la historia. El espadachín ya dejó de atrabancarse a mitad de la conversación, su voz era más fluida al igual que sus explicaciones; era como si hubiera conseguido pillar rodaje para continuar con la charla. Alternaba algunos segundos en ir dando cucharadas a la sopa, estaba deliciosa.
- Estuve muy poco tiempo la verdad, tenía que volver antes de que el sol iluminara la isla de mi maestro por lo que recogí las cosas apagué el fuego y salí por patas, allí es cuando me encontré con ese oso de pelaje blanquecino y la enorme bestia que no llegué a identificar – allí terminó toda su historia, rebelando de esa manera su instancia en aquel solitario torreón.
- ¿Crees que se enfadaran los dueños de ese torreón? Estaba preocupado por si mi maestro se enteraba de que descansé… pero no pensé en las molestias causadas al propietario por mi fortuita entrada. ¡Espero que no se haya tomado mal las palabras que le dejé escritas! – una sincera sonrisa se dibujó en sus labios, soltando unas pequeñas carcajadas.
- Pero yo no soy el que tiene más historias ¿No? – allí intentó hacerse el intrigado como si supiera cosas – Venga… que estoy seguro que tú tienes muchas más que contar John – y así pensaba el muchacho, siendo navegante y con más años debería de tener una gran cantidad de historias a contar. Luego añadió otra pregunta, fijándose en las extremidades superiores del hombre adulto, concretamente en las manos - ¿No te gusta la sopa? – allí que no le vio catar la deliciosa comida.
Los ojos de Brand se pararon unos segundos en las manos del navegante, su curiosa mirada estaba fija en la parte que se veía del antebrazo, dorso y la palma. Saboreó el caldo, sin hacer ruido, mirándolo de nuevo a los ojos - ¿Necesitaras ayuda contra esos tipos si vienen de nuevo? – por lo que pudo ver en aquel combate, ese desconocido se desenvolvía muy bien reflejando unas buenas aptitudes de combate superiores a la media con una técnica excepcional.
<< Tiene varias cicatrices para ser un simple navegante que transporta suministros. El tipo se guarda parte de la verdad… o todo es una mentira. Las cicatrices con su forma de luchar pueden tener algo de lógica, pero esa técnica al ejecutar los movimientos.... el hombre sabe lo que hace. ¿Por qué dedicarse a transportar suministros? ¿Tendrá algún pasado oculto que no quiera rebelar como Grehim? >> se le podía ver pensativo esperando la respuesta del hombre.
- Estoy seguro que cada cicatriz tiene su historia – dijo como puntualización, tal vez tuviera un repertorio a contar, pero esperaba la respuesta del hombre a una de sus anteriores preguntas y no solo la verbal, quería ver sus facciones.
<< ¡¿Y si el anciano me ha puesto una prueba antes de que salga del Archipiélago?! >> dejó de comer y todo esperando esas respuestas, en su mente ya se difuminaba la idea de que su maestro le hubiera preparado algo. ¿El qué? No tenía ni idea, pero había mucha coincidencia en juntarse en el mercado con tanta gente, el incidente durante el camino y ahora la pieza del puzzle que no cuadraba. ¿Quién era de verdad aquel tipo?.
Los ojos azulados del pirata observaban a John mientras hablaba, le preguntaba sobre su aventura en el montaña de Yuki. El joven empezó a pensar la explicación que le tenía que dar mientras iba vaciando aquel plato. Finalmente dejó la cuchara y se limpió los labios con la servilleta, luego procedió a hablar – La cima está a gran altura, no te la sabría decir exactamente pero está todo nevado. ¡Mira! Me llevé guantes para el frío, pero antes llevaba unos de goma para los sapos tormenta. Su lengua electrocuta y me sirvió para aislar dichos calambres – sonreía en gesto de victoria, que se las ideó el espadachín para sobrepasar aquellos animales que habitaban la montaña - Había mucha nieve y cada paso que daba me hundía más. Llevaba un buen calzado y también ropajes para protegerme del frío pero… - se hizo un poco de silencio, duró unos 5 segundos aproximadamente – Era una prueba… tenía que subir a la cima y coger un premio – le mostró la empuñadura del arma que llevaba en la cintura, el wakizashi – Después de obtener el arma tenía que bajar pero… - parecía que estaba algo incómodo contándolo, como si no quisiera que nadie lo supiera – No se lo digas a nadie… no quiero que mi maestro se entere de que hice un poco de trampa. Mira… resulta ser que al llegar a la cima me encontré con una especie de torreón. Me ayudó bastante porque pude resguardarme del frío y descansar un poco… pero solo un poco de verdad. No hice mucha trampa… simplemente, tomé un descanso en tierra firme y no en la nieve. ¡Pero fui justo! No sé si tenía propietario ya que no había nadie. Tal vez sea un refugio para los que escalan. Dejé una nota dando las gracias y unos cuantos berries para reparar la ventana… no la rompí, pero sí que la desencaje un poco para poder entrar –.
Para Brand explicarle todo aquello era normal, se había interesado en su ascenso a la montaña de Yuki y no veía ningún inconveniente en narrarle la historia. El espadachín ya dejó de atrabancarse a mitad de la conversación, su voz era más fluida al igual que sus explicaciones; era como si hubiera conseguido pillar rodaje para continuar con la charla. Alternaba algunos segundos en ir dando cucharadas a la sopa, estaba deliciosa.
- Estuve muy poco tiempo la verdad, tenía que volver antes de que el sol iluminara la isla de mi maestro por lo que recogí las cosas apagué el fuego y salí por patas, allí es cuando me encontré con ese oso de pelaje blanquecino y la enorme bestia que no llegué a identificar – allí terminó toda su historia, rebelando de esa manera su instancia en aquel solitario torreón.
- ¿Crees que se enfadaran los dueños de ese torreón? Estaba preocupado por si mi maestro se enteraba de que descansé… pero no pensé en las molestias causadas al propietario por mi fortuita entrada. ¡Espero que no se haya tomado mal las palabras que le dejé escritas! – una sincera sonrisa se dibujó en sus labios, soltando unas pequeñas carcajadas.
- Pero yo no soy el que tiene más historias ¿No? – allí intentó hacerse el intrigado como si supiera cosas – Venga… que estoy seguro que tú tienes muchas más que contar John – y así pensaba el muchacho, siendo navegante y con más años debería de tener una gran cantidad de historias a contar. Luego añadió otra pregunta, fijándose en las extremidades superiores del hombre adulto, concretamente en las manos - ¿No te gusta la sopa? – allí que no le vio catar la deliciosa comida.
Los ojos de Brand se pararon unos segundos en las manos del navegante, su curiosa mirada estaba fija en la parte que se veía del antebrazo, dorso y la palma. Saboreó el caldo, sin hacer ruido, mirándolo de nuevo a los ojos - ¿Necesitaras ayuda contra esos tipos si vienen de nuevo? – por lo que pudo ver en aquel combate, ese desconocido se desenvolvía muy bien reflejando unas buenas aptitudes de combate superiores a la media con una técnica excepcional.
<< Tiene varias cicatrices para ser un simple navegante que transporta suministros. El tipo se guarda parte de la verdad… o todo es una mentira. Las cicatrices con su forma de luchar pueden tener algo de lógica, pero esa técnica al ejecutar los movimientos.... el hombre sabe lo que hace. ¿Por qué dedicarse a transportar suministros? ¿Tendrá algún pasado oculto que no quiera rebelar como Grehim? >> se le podía ver pensativo esperando la respuesta del hombre.
- Estoy seguro que cada cicatriz tiene su historia – dijo como puntualización, tal vez tuviera un repertorio a contar, pero esperaba la respuesta del hombre a una de sus anteriores preguntas y no solo la verbal, quería ver sus facciones.
<< ¡¿Y si el anciano me ha puesto una prueba antes de que salga del Archipiélago?! >> dejó de comer y todo esperando esas respuestas, en su mente ya se difuminaba la idea de que su maestro le hubiera preparado algo. ¿El qué? No tenía ni idea, pero había mucha coincidencia en juntarse en el mercado con tanta gente, el incidente durante el camino y ahora la pieza del puzzle que no cuadraba. ¿Quién era de verdad aquel tipo?.
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