¡Quiero mi café! [Theo y Viole]

¿Para qué demonios había vuelto a esta isla? ¿Tanto esfuerzo al garete? ¿Entrenarse fue en vano? Preguntas resonaban por mi cabeza, dejándome atontado, cual cuerpo sin vida. Cerraba los ojos, calmaba la expresión, relajaba el cuerpo y soltaba un suspiro mientras empezaba a pensar de nuevo. ¿Todo este viaje fue para llegar a un destino inexistente? Ahora no tengo rumbo en la vida ninguno...

Hubiera sido gracioso verme a mí mismo, pues en un momento perdí el equilibrio y caí para atrás. Resultaba estar sentado en una silla, con los pies sobre una mesa y cubierto por una chillona sombrilla al pie de esta. Había olvidado esto y caí al suelo de cabeza, atrayendo la atención de viandantes y gente que estaba allí. Sin siquiera moverme del suelo, cual zombie, miré al letrero que estaba a unos escasos metros de mí. Café Thina.
Recordé que había venido a pasar un rato, tomar mi desayuno (pues era por la mañana) e irme, pero la cosa se me había ido de la mente y ahora estaba tumbado en el suelo.

Las katanas estaban dispersas por él, pues se habían aflojado tras no hacerle caso en mucho tiempo. Las fui cogiendo mientras decía su nombre: Kronos, Huracane.... Las apreté bien a mi cintura y puse la silla en pie, al lado de la mesa. Me senté tranquilamente en esta obviando las caras aún sorprendidas de la gente y puse la anterior postura: pies sobre la mesa, la silla a dos patas y mirando hacia arriba. Había decidido hacer todo cuanto el destino me deparase.

¿Que hacía ahí? Ni siquiera me gusta el café. Daba golpes en la barra esperando mi bebida. Me daba igual que no me gustara el café. Necesitaba energías. La gente me miraba, pues se extrañaba de ver a una "señorita" tan poco sofisticada en un lugar de tanto "renombre". Bah. No valen nada. Al fin llegó mi café. En una taza pequeña de porcelana.

"Que dem..."

Cogí la taza con la mano, mirándola. Entonces, una señora justo a mi lado me habló.

- No, no. Debes cogerlo desde el asa. Así.

Cogió su propia taza con dos dedos, levantando el meñique. La miro extrañada y cojo la taza de la misma forma. Al ver lo que estaba haciendo, me sonrojo y vuelvo a coger la taza normal. Miro enfurruñada a la señora y me bebo el café de una sentada.

"Que poco había..."

Después de pagar el café con unas monedas, salgo de allí, tan solo para ver en la terraza del lugar a un muchacho cayéndose de la silla. Se quedó absorto en el suelo un momento, sin darse cuenta de que lo estaba mirando. Se sentó de nuevo y miró al frente, completamente fijo y sin moverse. Después, se puso en la postura que lo condenó a caer la otra vez. Levanto el pie y lo pongo sobre el respaldo de su silla, empujando al suelo y haciendo que caiga otra vez, esta vez poniendo mi cara por encima para que me vea.

- Si te sientas así te caerás siempre.

De nuevo, sin saberlo siquiera me vi de nuevo tirado en el suelo, esta vez bajo la atenta mirada de lo que suponía una mujer por lo que se interponía entre nosotros. Me quedé pensativo un momento, con los ojos entrecerrados. Puede que si le dijera algo se lo tomara a mal, pues al parecer me quería ''ayudar'' de alguna manera. Decidido aunque intranquilo, terminé por dirigir unas palabras hacia ella.

-Esto... Gracias por el consejo. - Me levanté de la silla para ver que había puesto su pie en el respaldo de esta, haciendo que cayera inevitablemente al suelo - ¿Quieres tomarte algo?

Me di cuenta segundos después de decirlo. La había invitado a tomar algo a pesar de lo que denominaba timidez. Estaba entre el estrés, la felicidad y el nerviosismo en ese momento, pues el miedo a que rechazara la invitación estaba presente en todo momento. Así, me coloqué bien de nuevo la camisa y el vaquero y la miré a los ojos. Una chica preciosa a mi gusto, la verdad. Aunque con las temperaturas que hacían en Sabaody no me acostumbraba a ver a todas las mujeres con trapitos tan pequeños, que casi no cubrían nada.

Solté las espadas al lado de la silla aún en el suelo y me acerqué al interior del que provenía un olor dulce, entre la confitería y la pastelería. Además, un ligero olor a café también se colaba, el cual no había probado hasta ahora.

-Ahm... Hay dulces... café... bocatas... lo que quieras.

Si bien el muchacho parecía sorprendido, se levantó y... ¿Me invitó a sentarme? No dije nada y simplemente me senté. Miré alrededor y dejé mi bolsa en el suelo. Me quité el sombrero, pues me habían enseñado que es de mala educación llevar sombrero en la mesa, y lo dejé junto a la bolsa. Me quedé mirando al muchacho, el cual... no parecía tan muchacho. Entonces, el muchacho dijo lo único que tiene que decir una persona para tener mi total y completa confianza y amistad. Que aquí sirven comida.

- ¡¿Aquí sirven comida?!

No tardé en pedir toda la comida posible. La mesa se llenó de platos llenos de carne y bocadillos. Empecé a comer, esperando a que el muchacho hablara. Después de tal cosa, estaba dispuesta a responder lo que sea. Soy una chica agradecida después de todo.

- ¿Y tu? ¿No quieres nada? -Dije tragando un bocado y señalándolo con un trozo de carne.

Nada más decir comida, la chica soltó una especie de grito que me descolocó mucho. Tanto es así, que me hizo dar un paso para atrás del susto y casi caigo al suelo de culo. Al parecer, dudaba que aquí se sirviera siquiera comida, sabiendo que era una cafetería. Me decepcionó un poco, pues al parecer no tendría una conversación realmente interesante con alguien hoy.

La chica entró al local rápidamente, dejando atrás una silla vacía y una mesa casi en el suelo, dando giros inesperados. Al parecer a la chica le apasionaba comer, al igual que a mí. Aunque... su afición era algo peor, viendo que parecía ciertamente desesperada por pedir comida. Una vez salió, se sentó en la silla y esperó a un momento. Acto seguido, salió un chico joven por la puerta, con alrededor de seis platos en las manos demostrando una técnica digna del mejor de los camareros. Puso todos los platos en la mesa y la chica no empezó a comer, más bien a engullir y devorar todo trozo de carne que se le plantaba delante.

Pasó un corto lapso de tiempo hasta que, apuntándome con un trozo de carne en mano y mordiendo otro, hizo un solo comentario. Si quería comer... Esa era la idea, no creía que fuera a pedir todo eso. Además, mi cartera iba a resentirlo durante semanas. Entré al local y encargué una caña de chocolate calentita junto con un vaso de leche, para llevármelo a la mesa y empezar a dar pequeños bocados al contrario que la mujer.

-Por cierto... ¿Cuál es su nombre? El mío, Viole. Encantado de conocerla.

El muchacho se pidió una caña de chocolate. ¿En serio? Estaba dispuesta a compartir toda esta carne. Bueno, allá el. Más para mi. Seguí comiendo a la par que el muchacho me hizo una pregunta. Se presentó y me preguntó mi nombre. Tragué el trozo de carne que tenía en la boca y contesté.

- Soy Theoba... Theo. Theo Thawne. Encantada.

No quería decirle mi nombre completo. Es ridículo. A nadie le gusta. A parte, el muchacho tenía modales. Yo debía aparentar tenerlos. No se me daban muy bien tampoco. Después se me ocurrió que tal vez todo esto no iba a ir bien para la cartera del chico... Intentaría poner yo también de mi dinero.

- Bueno, chico. ¿Qué te trae por Shabaody? -Dije entre mordiscos.

Tal vez yo tuviese mal humor a veces, pero si algo era mientras comía era una mansa. En ese momento, no habría motivo alguno por el cual yo me podría enfadar. Bueno... tal vez si alguien quisiese quitarme la comida.

Respondió a mi pregunta en un momento, primero diciendo una parte de un nombre y luego cortándolo y diciendo su apellido. Al parecer su nombre completo no le gustaba o le ocurría algo con él, pero mi curiosidad primitiva me obligaba a hacer la pregunta. Le di el último bocado a la caña, terminé de beberme la leche y me apoyé en la mesita con los dos codos.

-¿Y su nombre completo? Porque Theo es un diminutivo, me parece.

Antes siquiera de responder y entre bocados, me preguntó la razón de estar en esta isla. Ni yo bien sabía que responder, pues había optado por renegar todo mi pasado y centrarme en el presente y futuro. Soy un humano normal con una vida normal. Al menos eso decía de mí aunque fuera todo lo contrario.

-Pues... Ahm... Diría... sí... que vengo por mero ocio. ¿Y usted?

Yo mismo notaba que el puño se me cerraba demasiado, pues era el tick que tenía a la hora de mentir a la gente. Por suerte, la chica no lo veía a través de la mesa y pasaba desapercibido.

Vi también que la comida ya escaseaba y yo veía demasiada comida para un simple desayuno. Que sí... que el desayuno hay que empezarlo con consistencia. Pero no de esta manera... Así, esperé a que terminara de comer lo que quedaba en la mesa y fui a pagar al local. Al final me salió bastante cara la visita de aquella mujer, pero podría pasar un día con compañía al menos. Me acerqué a donde estaba la chica sentada, le tendí la mano junto con una pequeña sonrisa bastante tímida... y esbocé unas palabras.

-¿Vamos a otro sitio?

Su respuesta a mi pregunta fue bastante ambigua. ¿Por mero ocio? No hay quien se lo crea. La cantidad de comida bajaba por momentos. El muchacho se levantó y fue a pagar. Intenté llamarle la atención para pagar yo mismo mi parte pero fue en vano, ya había entrado y pagado. Inflé los mofletes y lo dejé hacer. Ya le daría yo misma en mano el dinero mas tarde.

Después, el muchacho se acercó y me... ¿tendió la mano? Me preguntó si nos vamos a otro sitio. Miré la mano con duda y una ceja alzada. Me volví a poner el sombrero y me levanté sin coger su mano. No me gusta que me ofrezcan ayuda para situaciones ridículamente fáciles como esta. Sonreí al muchacho para hacerle ver que no estaba enfadada ni ofendida por que me haya tendido su mano y le respondí:

- ¿A dónde quieres ir?

Al parecer, el haberle tendido la mano no le había sentado del todo bien a la chica, pues me miró con cara de duda y se levantó por sí misma rechazando mi ofrecimiento. Aunque sea, tras levantarse mostró una mueca de felicidad por lo que me dio a entender que no estaba enfadada o algo parecido. Luego, me preguntó algún destino. Me rasqué por detrás de la cabeza inconscientemente, pues estaba en duda. Supongo que era madura, así que no iba a ofrecerle un sitio de juegos ni nada por el estilo. Algo... digno, bonito.

Muchas cosas me rondaban por la cabeza, pero ninguna acertaba en lo que buscaba. Era por la mañana, así que aunque sea, el abanico de posibilidades aumentaba. De compras... aburrido. Un bar... vulgar. Quizás un museo iba bien, eran interesantes aunque se podía aburrir. El hacerla esperar me ponía más nervioso aún, pues ahí seguía con su sonrisa mirándome y esperando alguna respuesta.

-T... Te vale... ¿un museo? Cerca hay un museo de historia.

Era bastante pesimista en estas cosas, así que lo que esperaba era claramente una negativa. Al menos, así no me decepcionaría.

En el momento en el que el muchacho, que se presentó como Viole, mencionó un museo de historia como posible destino, Theo soltó un chillido y lo abrazó fuertemente, repitiendo un "si" varia veces con voz aguda. Después, cogió al muchacho de la muñeca y lo arrastró hasta la ubicación del museo. Sabía exactamente donde estaba. Era el primer lugar que aprendió su ubicación en Shabaody desde que llegó. Tenía pensado visitarlo tarde o temprano.

Mientras tiraba del muchacho se dio cuenta de la diferencia de tamaño de ambos y que, seguramente, al abrazarlo su cara se quedó un rato contra los pechos de Theo. Esta sonrió ligeramente ante la idea. Tampoco le avergonzaba. Total, a lo mejor eso hacía que ella le gustara mas al muchacho. Aunque...

¿Porque Theo se preocupaba de si le gustaba o no? Es un desconocido...

Se sacó ese pensamiento de la cabeza y siguió tirando del muchacho, cada vez con menos fuerza porque este empezaba a coger su ritmo. Llegaron a la puerta del museo, decorada con una enorme pancarta que tenía la foto de un jarrón antiguo de una antigua civilización que solía habitar una isla del East Blue. Theo miraba al museo con las manos juntas y los ojos brillantes cual niña pequeña.

La chica aceptó rápidamente y de una manera muy sorprendente a mi parecer, pues se alegraba bastante de que se lo hubiera propuesto. Soltó un chillido agudo y se acercó a mí para abrazarme. Esto casi me ahoga, pues me apretó en todo su pecho entre ''esas'' dos cosas. Luego, me cogió de la muñeca y tiró de mí hacia donde estaba el museo, al parecer se sabía el camino bastante bien.

Si bien me alegraba de que hubiera aceptado mi propuesta, me ponía nervioso el hecho de no conocer absolutamente nada sobre la historia del mundo en general. En mitad del camino, esbozó una ligera sonrisa sin razón aparente, mas a mí también me pasaba inconscientemente a menudo. Llegamos a la puerta del museo, decorada por colores sabiamente elegidos para que quedaran bien junto a una pancarta con la imagen de un jarrón. Miré a la muchacha y esta estaba observando el museo en general cual niño pequeño en el parque de atracciones.

Me acerqué a la puerta en la que se encontraba un hombre gigantesco y de grandes músculos protegiendo el acceso. Daba un poco de miedo, a decir verdad pues de un puñetazo suyo bien me podría romper algún hueso. Nos observó un momento y quitó una especie de cuerdecita de... ¿lana? No sé, era de color rojo y lisa, la cual taponaba la entrada. Se puso en posición cordial, nos miró y soltó unas palabras con una grave voz:

-Da gusto ver como las madres llevan a sus hijas a museos... Espero que mi mujer sea así.

No pude evitar contener una mala cara, más bien infantil al escuchar las palabras del hombre. Inflé los mofletes, apreté los puños y lancé una mirada fulminante al guarda, seguida de las siguientes palabras:

-Ajam... señor, esta no es mi madre. Es demasiado joven, ¿no le parece? Me tendría que haber tenido con... ¿4 o 5 años? Y por cierto... soy un niño.

El guarda me miró un poco avergonzado y miró luego a la chica, para luego disculparse rápidamente:

-Lo siento, chico... - Metió su mano en el bolsillo y sacó una piruleta, a lo que me cambió la cara de golpe a una de felicidad - Toma, como disculpa

Me la dio y la acepté dando las gracias y una pequeña sonrisa. Luego, miré a la chica y le acerqué la piruleta.

-¿Quieres?

Subieron las escaleras del museo hasta llegar al portero. Un hombre de ancho porte y traje negro que sonrió al verles.

- Da gusto ver como las madres llevan a sus hijas a museos... Espero que mi mujer sea así.

El puño de Theo se cerró y empezó a temblar, mientras una vena se marcaba en su sien, imposible de ser vista por la cabellera negra. Viole contestó, con varios modales que Theo no tendría. El hombre se disculpó y le dio un dulce a Viole.

Pero no era suficiente para Theo. Dio una patada al suelo y empezó a gritar.

- ¡¿Cómo se atreve?! ¡¿No ve claramente que es un chico?!

El portero se sobresaltó y se quedó mirando a Theo, con los ojos como platos y empezando a fruncir el ceño.

- Cuide su lenguaje, jovencita...

Aquello fue lo que hizo que Theo perdiese la razón. Movió el puño hacía atrás y descargó un fuerte puñetazo en el abdomen del portero. Este soltó aire de golpe pero no se movió. Miró a Theo mientras empezaba a enseñar los dientes por la furia. Theo empezó a ver lo que había hecho y saltó hacía atrás, poniendo los puños en ristre. Entonces, se dirigió a Viole.

- Espero que sepas defenderte...

El portero gritó y dirigió un puñetazo alzado hacía Viole. Y parecía educado el tío. Theo esquivó el potente pero lento golpe y dirigió su propio puño al brazo del hombre. Nada más golpear este y con velocidad, dirigió un segundo puñetazo a su mandíbula, haciendo que reculara hacía atrás.

- ¡Vamos! -Gritó Theo, emocionada en el fondo.

Yo no me había enfadado por el comentario del hombre, el cual había confundido totalmente la situación. Extrañamente, la chica sí que dio una patada al terreno a la par que gritaba defendiéndome. Al parecer, no le importaba el fallo de ''madre'', sino el de ''hija''. Lo veía innecesario, pero eso dejaba entrever que me había cogido un mínimo de cariño.

Acto seguido, el hombre la intentó calmar con unas palabras no muy bien elegidas y la muchacha dio un fuerte golpe a la altura de su abdomen, desatando la ira del gigantesco hombre. Nada más recuperarse de la sorpresa y el dolor, se lanzó hacia mí intentando golpearme. Un lento golpe acorde a su constitución pesada y alta. Simplemente tuve que dar un pequeño salto hacia atrás y salí de su puñetazo. Me obligaba a pelear...

Miré hacia todos lados para determinar si podía hacer algo normal o me tendría que contener. La respuesta fue que todo estaba completamente desértico, ni marines ni ciudadanos se veían por la zona. Así no tendría que estar haciendo tonterías. Miré de nuevo al hombre y me lo encontré de pie y dolido, con un notable golpe en el mentón y mandíbula. Debía de ser obra de la chica, que se encontraba a escasos pasos del hombre preparada para seguir luchando.

Puse mi mano en la cintura y hice tonterías varias para encontrar la espada, que desenvainé al acto. La puse en alto, cual héroe de leyenda y esta propinó un reflejo bastante intenso al pie del guarda. No era lo que quería, pero me valía. Puse la espada en posición y la giré un poco hasta tenerla totalmente horizontal. Luego, le di la vuelta para no hacerle cortes y matarlo, mejor darle con el contrafilo.

Salí corriendo hacia el enemigo a la máxima velocidad posible y lo alcancé en pocos segundos. Bajé mi cabeza  poco a poco gradualmente hasta llegar a estar casi agachado en carrera. En cuanto estuve a la distancia apropiada, me tiré al suelo y pasé por la mitad de las largas piernas del hombre. Daban lugar a un espacioso hueco que podría pasar sin siquiera agacharme demasiado. Después, me levanté de golpe en su espalda y me subí a ella, para luego ubicar la espada a la altura de su cuello por la parte cortante y susurarrle unas palabras a su oreja que seguramente Theo no escuchara:

-Como la toques de nuevo, no lo cuentas.

Instintivamente había pronunciado esas palabras y en el momento me parecieron lógicas, aunque, segundos después me plantaron una duda en la cabeza. Le di la vuelta al filo, posicionando el contrafilo en su cuello y dándole un fuerte golpe. La sostuve allí haciendo fuerza y cogiéndola con la otra mano por la punta, haciéndole una especie de candado con la espada. Fue cayendo al suelo gradualmente hasta que cerró los ojos y se desmayó por la falta de aire.

Quité la espada y me levanté del suelo tranquilo. Envainé la espada en su sitio y miré a la chica, la cual me tranquilizó naturalmente al ver que no estaba dañada. Me interesaba la razón de empezar a pensar así, pero ya la encontraría en otro momento. Solamente me acerqué a la chica, le tendí la mano junto a una sonrisa y le pregunté una sola cosa:

-¿A dónde vamos?

Tal y como Theo pensaba, el muchacho sabía defenderse. Sacó una espada y empezó a golpear al guardia, aunque sin herirle gravemente. No solo sabía defenderse, si no que además sabía controlarse. Y eso Theo lo encontraba una cualidad de las mas admirables. La acción se movió durante varios minutos en un intercambio de golpes de un dos contra uno.

Al final, Viole consiguió reducirlo con su espada. Lo cual es algo bastante admirable, en un muchacho capaz de hacer que un armario como ese perdiese el sentido. Después, tendió una mano a Theo y le preguntó a donde quería ir. Theo agarró la mano del muchacho mientras oía pasos del interior del museo acercándose a la puerta.

- De momento... a cualquier lado lejos de aquí.

Theo tiró de la mano de Viole y empezó a correr. Su corazón latía a toda velocidad por la alegría y la acción que acababa de pasar. Se lo pasaba bien viviendo aventuras, aunque sean pequeñas como aquella. La carrera se hizo larga, pasando por uno o dos distritos, hasta que Theo se aseguró de que no les seguían. Se paró para respirar con las manos en las rodillas, sonriendo. Después, Theo se levantó y miró a Viole.

- Bueno... ¿Te parece este un buen sitio? -Dijo señalando a su izquierda, donde se veían las atracciones del parque de diversiones.

La chica me cogió de la mano, mas no para ir tranquilamente. Salió corriendo hacia cualquier lado a mi parecer, sin decidir a donde ir previamente. No sabía la razón de este comportamiento tan extraño, pero sus razones tendría. Después de unos minutos que se me hicieron bastante largos perseguidos por gente furibunda, llegamos a un barrio bastante alegre. Todo estaba lleno de puestecitos ambulantes vendiendo cosas demasiado dulces hasta para mí. Desde manzanas de caramelo a figuras de chocolate... La chica se paró un momento apoyando sus manos en las rodillas y me sonrió, para luego decirme si me gustaba el lugar.

Señaló a su izquierda y me quedé bastante sorprendido. Se veía por detrás de un conjunto de casas bastante pequeñas una noria gigantesca, una montaña rusa, carteles chillones... Todo de tema de parque de atracciones. Me brillaron los ojos, pues nunca me habían dejado visitarlo ni montarme en ninguna de sus atracciones. Acepté rápidamente haciendo el gesto con mi cabeza y la cogí de la mano, para salir al momento raudo hacia allí.

En cuanto llegamos, me encontré el cartel de entrada junto a una gigantesca zona de recreo. Todo lleno de personas, puestos de juego y gigantescas atracciones que sacaban un ''Wow'' a cualquiera. Puse mis manos en las mejillas por la emoción y me quedé boquiabierto. Para mi desgracia, escuché unos pasos provenientes de la entrada del parque y, a continuación, vi un rostro enfurecido. Tardé en reaccionar unos momentos, pero supuse que eran las personas que nos habían perseguido. Cogí de la mano a Theo con más fuerza y salí corriendo hacia la atracción más cercana al ritmo de:

-¡Corre!

Me acerqué a la que mi vista captó primero y me dirigí a una chica que estaba allí, cobrando tickets. Me dijo una cantidad y yo solté otra distinta, aún mayor. Ni miré al cartel cuando entré. Se me presentaba un pequeño canal de agua que corría rápida y un bote de dos plazas, todo bajo el manto de una tenue luz. Sin soltar aún su mano, me senté en el bote y le hice una seña para que se sentara rápidamente, pues justo detrás estaban nuestros perseguidores, tenaces como ellos solos.

En cuanto lo hizo, empezó a moverse y atravesó un estrecho túnel para luego llegar a una habitación de techo semicircular bastante más amplia. Todo estaba en la completa oscuridad hasta que, tras el sonido de algo fundiéndose, aparecieron un cartel bastante grande que iba cambiando de color, tornando entre el rosa y el morado. ''TÚNEL DEL AMR''. Donde debía estar la O estaba algo bastante extraño, un signo que no reconocía.

Bajo la luz que proporcionaban las letras del letrero pude ver que el fondo del túnel estaba aún lejano, así que me propuse entablar alguna conversación para hacerlo todo más rápido:

-¿Puedo hacerte una pregunta? - Ni esperé a una respuesta - ¿Cómo se siente el cariño de un padre y madre? - Siempre había querido hacer esta pregunta por muy extraña que pareciera, pues tristemente nunca lo había sentido. Los pocos años que estuve con ellos y recuerdo, están llenos de otras personas como maestros o cuidadores.

OFF - ROL:

A Viole pareció encantarle la idea. Theo se dio cuenta de algo entonces. Es como un niño. Tal vez no sea tan joven, pero tiene una mentalidad muy inocente. Theo sonrió y se dejó llevar por la mano del muchacho, que la arrastraba hasta el parque. Theo se puso a pensar sobre el motivo por el cual el muchacho pueda ser tan inocente. Tan solo se ocurrieron dos. O ha tenido la suerte de no sufrir... o ha sufrido tanto que no pudo crecer con propiedad. Cualquiera de los dos casos hacía que Theo sintiera tristeza por el y tan solo quisiese abrazarle. Pero no importaba. Ya llegaría el momento.

El griterío de los guardias y empleados del museo llegó hasta ellos. Los encontraron. Pero Viole los detectó antes y tiró de Theo de nuevo hasta... El túnel del amor.

"Oh dios mio..."

El cartel del túnel brillaba, con un corazón en la posición de la O. Viole saltó con Theo hasta una de las barquitas de dos plazas, ignorando el grito de protesta del encargado de la atracción.

- ¡Mas cuidado!

- ¡Lo siento! -Gritó Theo respondiendo.

El encargado se giró de nuevo murmurando algo parecido a "estas parejitas de hoy en dia...". Theo se sonrojó y se acomodó en el asiento de la barquita mientras esta se movía hacía dentro del túnel.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?- Dijo de golpe - ¿Cómo se siente el cariño de un padre y madre.

La pregunta pilló de sorpresa a Theo, que se sonrojó aún mas y se movió a un lado. Se dio cuenta de que aún estaba dándole la mano a Viole y la apartó con un pequeño grito agudo, sonrojándose aún mas. Su cara parecía un tomate e intentó taparse con el sombrero.

"Tranquila, Theo... te ha hecho una pregunta normal... No es algo difícil de responder pero... Tan solo debes recordar lo que sentías por Leyla."

- A ver... -Dijo mientras el color carmesí de su rostro bajaba varios tonos. - Amm... Cuando una persona... siente mucho aprecio por otra... Y... solo piensas en estar con esa persona. Es lo único que quieres y deseas siempre. Es... un amor especial que no se tiene con un amigo. No... no puedo explicarlo con palabras. Ya lo sentirás...

La chica respondió al momento, no sin antes temblar cual flan y mostrar una cara roja, del color de la mismísima sangre. Con voz entrecortada y algo avergonzada al parecer, me dijo varias cosas. De todas éstas, me quedé solamente con que te tenían mucho aprecio y querer pasar tiempo con ella. Lo demás era demasiado subjetivo y había palabras de las cuales desconocía su significado. Amor era una de ellas. Siempre la escuchaba por la calle, pero nunca me habían explicado su significado. Además, al final me dijo que no me lo podía explicar con palabras, que ya lo sentiría.

Ladeé la cabeza y la miré fijamente. ¿Sentirlo? Dudaba que mis padres fueran a aceptarme a día de hoy si aunque sea siguieran vivos. Además, todo en la frase no acababa de encajar, pues me hablaba de una sola persona y no de dos. Omití esto de mi cabeza y bajé la mirada para pensar un momento, pues sus ojos me ponían nervioso. Nunca me había pasado esto, siempre podía mirar a alguien sin avergonzarme. Pero esta persona era una excepción y no entendía demasiado a que se debía. La subí y la miré atento, apuntando a los ojos.

-Dices que no puedes mostrármelo teóricamente. ¿Por qué no probamos de manera práctica? - Sonreí y proseguí - ¿Podrías hacer que hoy sienta ese cariño?

En el fondo de mi corazón ansiaba sentirlo de alguna manera u otra, pues siempre que veía a una ''familia feliz'' me preguntaba por ello, que sentía el niño y su relación con sus padres.

La pregunta con la que salió después de la respuesta hizo que Theo volviese a enrojecerse cual tomate maduro. El muchacho miraba a Theo fijamente, con los ojos brillantes y llenos de curiosidad por saber lo que es ese "cariño". Theo miró hacía todos los lados buscando una solución mientras temblaba de los nervios. Las paredes del túnel estaban llenas de corazoncitos y dibujos de un niño desnudo con alas y un arco con flechas. Empezó a pensar si Viole la había traído ahí a propósito y todo eso de ser ingenuo era un juego para llevársela al catre. No, era imposible. Nada parecía mentira. Del techo cayó un muñeco sujeto por unos hilos, poniéndose delante de la barca. El muñeco de Cupido empezó a apuntarlos a los dos con su arco y flechas rojas mientras cantaba con una voz grabada.

- ¡EL AMOOOOOR!

Theo se llevó la palma de la mano a la cara y espero a que el muñeco volviese a subir. Miró a Viole y resopló, quitándose un mechón de pelo de la cara. Suspiró una última vez y cerró los ojos.

"Que demonios..."

Puso una mano sobre la mejilla izquierda de Viole y levanto su rostro ligeramente. Después, se acercó y junto sus labios con los suyos, en un beso suave y, que en un principio, debía ser corto. Pero Theo mantuvo el beso mas de lo que pensaba. Cuando se dio cuenta, abrió los ojos y se apartó. Miró al frente, sonrojada.

Ante mi pregunta, la chica se puso muy roja. Luego, se puso a mirar nerviosa hacia todos lados, como si buscara algo que no fueran dibujitos tontos. En un momento de descuido, cayó un muñequito de un niño desnudo y alado, el cual se puso a cantar algo que parecía tener que ver con el amor. Lo ignoré completamente y seguí mirando a Theo, con los ojos abiertos. La chica reaccionó desesperándose hasta que se fue de nuevo. Luego, sopló y se quito pelo de la cara, como yo habituaba a hacer casi siempre. Cerró los ojos y me puso su mano en mi mejilla.

La mano se sentía cálida, familiar... Instintivamente, cerré los ojos y solamente me dejé llevar por los otros 4 sentidos, sobre todo el tacto. Levantó mi rostro un poco. Su mano era suave, no quería que ese momento pasara nunca. Era tan... mágico, especial. Acto seguido, mis labios entraron en contacto con lo que parecían ser los suyos. En ese pequeño momento, el cual no llegaría a durar ni 15 segundos, sentí demasiadas cosas y a la vez una sola. Todas ellas eran inexplicables y únicas, cosas que nunca había sentido en esta vida. Solamente se puede explicar con una palabra: Deseo.

En ese momento, me llegó a asustar que de pronto se apartara y dejara de estar en contacto conmigo. Deseaba volver a hacerlo alguna vez más. La chica se quedó mirando al frente, con su mirada perdida en cualquier lugar. Me di cuenta en ese momento de que mi mano se situaba en la mejilla de Theo y la quité lentamente de allí. Animado y más excitado que nunca, me puse de pie en el bote con gran equilibrio sacado de la locura del momento y le puse las manos en los hombros a la chica. Me quedé mirándola un momento, atenta a sus ojos. Empezaba a sentir cosas nuevas. En ese momento, sin siquiera pensarlo antes, la abracé de golpe, poniéndome de rodillas en la barca. No sé cuanto duró, pero de algo estoy seguro, y es de que el trayecto había terminado pues la luz me cegaba y una voz enfadada me decía:

-¿Podéis dejar los cariñitos para luego? Tenemos gente esperando, ¿sabe?

Al llegar casi al final del túnel, Viole se levantó y se quedó mirando a Theo con una mirada casi perdida. Después, se levantó y agarró a Theo de los hombros, la cual se sonrojó mas que antes. Después, la abrazó fuertemente. Theo se sobresaltó pero le devolvió el abrazo, poniendo suavemente su mano en la parte trasera de su cabeza y acariciando levemente su pelo. Una luz cegadora entra de golpe en los ojos de Theo, haciendo que los cierre de golpe. Y un grito estridente y ronco de alguien que mataba toda la magia del túnel desgarró sus oídos.

-¿Podéis dejar los cariñitos para luego? Tenemos gente esperando, ¿sabe?

Theo se separó un poco de Viole, mirándolo a los ojos. Le dio otro beso, esta vez mas corto, y se levantó, acercándose al desagradable hombre encargado de la atracción. Un obeso sentado en una silla cuyo trasero se salía por ambos lados de esta, con un cigarro en la boca sobre una papada que le cubría todo el cuello. El hombre miró a Theo con la boca abierta y soltó una risita, mirando hacía otro lado. Theo le cogió la cabeza y le dio un golpe contra su pequeña mesa. No muy fuerte, pero lo suficiente como para borrarle esa sonrisa. Después, se acercó a su oído y le dijo:

- Esto es un túnel del amor. Así que a partir de ahora vas a recibir a todo el mundo con amor. ¿De acuerdo?

El obeso balbuceó un "de acuerdo" y Theo lo soltó. Esta volvió a la barquita y tendió la mano a Viole para salir de allí.

Aquella voz que me molestó tanto en su momento provenía de un hombre. No estaba... flaco, que digamos. Además de que no le sobraban modales y se encontraba fumando tranquilamente en su sillita que, a su lado, parecía de juguete. La chica salió de la barca sin mayor dificultad y se acercó al hombre sin presentar los modales debidos, aunque tampoco me importaba. Él primeramente tampoco los mostró, así que ese trato era merecido. Theo le pegó un golpe contra la mesa y le susurró algo al oído, a lo que el hombre aceptó. La verdad es que me sacó una sonrisa y una ligera risa, pues era bastante cómica la situación.

La chica se acercó de nuevo a la barca y me tendió la mano, a lo cual acepté y la tomé. De nuevo, cálida. Me levanté y salí de la barca que de inmediato continuó su recorrido. Me acerqué a la chica y le dije:

-¿A dónde vamos? - Mis ojos mostraban bastante curiosidad, al menos a mí me parecía eso.

Salí andando hacia la entrada y lo que parecía ser la ''plaza'' de aquel parque de atracciones de tamaño monstruoso. Me discutí mentalmente entre varias atracciones, como la veloz montaña rusa o la subida del terror. Pero fue ver una cabina a muchísimos metros del suelo y brillarme los ojos. Quería ir a la noria con toda mi alma. Pero tampoco quería parecer demasiado infantil... Simplemente, le señalé la noria, la miré y pregunté:

-¿Quieres ir? Habrá buenas vistas.

Viole cogió la mano de Theo y salió de la barca. Después, el muchacho preguntó con los ojos llenos de curiosidad a donde irían ahora. Theo se quedó dudando, con la mirada algo perdida. Salimos por completo de la atracción y Viole observó las demás atracciones. Después, señaló la noria.

"Vale, esto ya no puede ser. Está fingiendo ser inocente para ligar contigo, Theo. Seguro."

Ese pensamiento se le fue de la cabeza de nuevo cuando vio la cara de Viole. O estaba fingiendo muy bien... o de verdad era así. Suspiró y sonrió, aceptando ir a la noria. Llegaron y vieron la cola. No era muy larga, tan solo había que esperar a que se bajaran los que y habían subido. Se pusieron a la cola y esperaron. No fueron mas de cinco minutos cuando bajaron los que ya estaban y los de la cola empezaron a entrar. Theo y Viole entraron los últimos en una de las cabinas de la noria. Theo se sentó en uno de los bancos y se cruzó de piernas, mirando al exterior. Después miró a Viole.

- Se te nota entusiasmado con todo esto.

La chica no se quejó y aceptó en el momento, sonriendo. Caminamos hasta allí y vimos una gran línea de gente, delimitada por unas vallas. No miré más, pues estaba absorto viendo como giraba la noria y se llegaba a subir a más de 50 metros del suelo, cosa que pocas veces había hecho con seguridad, para disfrutar las vistas. Estuvimos esperando unos minutos que en mi cabeza se alargaron más de lo debido, llegando a parecerme horas. Tras la espera, una cabina estacionó al final de la línea de personas, bajaron un grupo de cuatro personas y se montó un grupo de tres. Al parecer, te podías montar en los grupos que quisieras y no tenías que ir obligado con un desconocido. Así, ocurrió allá por 10 veces y llegó nuestro momento.

Bajó la última cabina y por el cristal de ésta se podía observar a un chico y chica de corta edad, allá por los veinte años, besándose y abrazándose. Se abrió la puerta y bajaron de allí, cogidos de la mano tranquilamente mientras se intercambiaban miraditas extrañas. No le dí mayor importancia y subí a la cabina con Theo, a solas. Empezó a moverse la noria, y la chica se sentó tranquilamente cruzada de piernas. Yo aproveché el momento y me pegué al cristal, mirando el gran complejo turístico completamente. Las personas empezaban a disminuir de tamaño hasta llegar a ser simples insectos a mi ojo. En ese momento, la chica me hizo un comentario, ''Se te nota muy entusiasmado con todo esto''.

-Claro que estoy entusiasmado... Desde que tengo memoria, nunca me han dejado venir a un parque de atracciones, ni mirarlo siquiera. Y gracias a ti, estoy pasando uno de lo mejores días de mi vida, con grata compañía... - Dejé de mirar al cristal y la miré a ella, con una sincera sonrisa en la cara - Te lo agradezco. Si quieres, te compensaré de alguna manera. ¿Buscas algo en especial?

Me senté tranquilamente al lado de Theo y me puse a mirar por la ventana mientras escuchaba atentamente.

Viole contestó. Fue una respuesta bastante sincera y como la de un niño inocente. Pero aún así había un deje de madurez en su voz. Agradeció a Theo por estar pasando uno de los mejores días de su vida, para después preguntar si Theo quería algo a cambio. Compensar de alguna manera. Theo sonrió.

- No deberías dar nada a cambio por estas cosas. Pero... si insistes... Me conformo con compañía también. Estoy... bastante sola últimamente. Hace tiempo perdí a alguien y... no consigo superarlo.

"Aunque tal vez esté a punto de hacerlo." Dijo Theo para sus adentros.

No le gustaba compartir su historia con Leyla con absolutamente nadie. Pero Viole empezaba a ser alguien de confianza, alguien con quien poder hablar. Y seguramente, Theo acabe contándoselo todo algún día. Theo lo pensó mejor, y pensó que, si no lo contaba a nadie, moriría. No podía mantenerlo dentro. Debía contarlo a quien sea. Esa era la oportunidad.

- Viole... ¿Te importa si te cuento algo? Es... importante para mi. Solo necesito alguien que me escuche.

La chica parecía estar decaída, pues al parecer había perdido a alguien y no la podía olvidar. Sabía lo que se sentía cuando ocurría y podía acompañarla en la tristeza, pero en mi cara ya no había cabida para una mueca de tristeza o una lágrima. Después de todo lo que había pasado sin derramar lágrima alguna, no iba a llorar ahora ni iba a entristecer a las personas que tuviera a mi alrededor. Ahora que tenía ocasión de tener una amiga de verdad, no quería hacer que se pusiera triste por mi culpa. Igualmente, ella se tenía que desahogar de alguna manera y quería decirle que me lo contara, quizá así se sintiera mejor, pero se me adelantó.

Asentí cerrando un poco los ojos y apoyé mi cabeza en su hombro, cerrándolos totalmente para concentrarme totalmente en escucharla a ella. Al parecer, iba a olvidar totalmente que estábamos en la noria para meterme en la historia de Theo. Y no me sentaba mal. A pesar de entrar queriendo disfrutar de la sensación y de las preciosas vistas que me proporcionaba ésto, terminaría dejando de lado todo aquello y me preocuparía por una mujer, la cual había conocido allá por cuatro horas atrás. Normalmente la gente no era tan dada a socializar conmigo, una persona la cual era bastante tímida y necesitaba un empujón para hacer cualquier cosa. Igualmente, debía de atender a su historia y, para darle paso, me aclaré la voz, pronunciándome en la pequeña sala que ofrecía la nora y diciendo:

-Te escucharé de inicio a fin, cuando quieras y donde quieras.