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Sus ojos se abrieron como platos al ver que su movimiento había sido detenido, con tal facilidad que parecía que el ronin tan solo estaba jugando. Un quejido escapó de su garganta cuando sintió el codo clavándose bajo su esternón para, en apenas un parpadeo, sentir la hoja de la katana cerca de su cuello. ¿Cómo podía aquel hombre haber reaccionado tan rápido? En toda su vida había conocido espadachines veloces pero aquello no tenía punto de comparación. La voz clara y fría de Shun llegó de forma nítida a sus oídos. Su vida estaba en sus manos. Realmente... No tenía ninguna posibilidad contra ese hombre, por mucho que él se negara a creerlo. Apretó los dientes mientras su mano, aún en la empuñadura de Yoake, temblaba de pura rabia. Sus miradas se mantenieron clavadas la una sobre la otra durante unos segundos y fue justo entonces cuando pudo percibir aquél instinto asesino que había nacido en el interior del Señor de la Caza. ¿"Y ya está? ¿Es así como acaba todo?" Pudo escuchar entonces la voz del Yonkaikyo, así como una fuerte presión y el movimiento del aire. Kazuo se quedó paralizado por un instante. ¿Tanto poder tenían aquellos dos? Su ceño se frunció al ver que el ronin le soltaba y retrocedía unos pasos mientras envainaba su katana.
- ¿¡Qué te crees que estás haciendo!? -le gritó con ira, apretando cada vez más fuerte la empuñadura de su propia espada- ¿¡Crees que necesito tu jodida piedad!? ¡No tienes...!
Pero no pudo terminar aquella frase. Con apenas un simple gesto de su mano su rival doblegó bajo su voluntad al viento, generando una onda cortante que se movió a tal velocidad que Kazuo apenas pudo verla. El impacto fue terrible, alcanzándole entre el hombro derecho y el pectoral, haciendo que el renegado de Wano sintiera un dolor intenso como nada que hubiese vivido antes. Un grito ahogado surgió de su garganta mientras retrocedía por la fuerza del impacto, llevándose la mano a la herida y cayendo de espaldas al suelo. Su cuerpo temblaba ligeramente y su mano se aferraba a la zona herida, manchándose con su propia sangre. Lentamente separó esta del lugar, pudiendo ver entonces lo que había hecho el ronin: una marca en su piel. No una marca cualquiera. Tenía la forma del kanji de la justicia y seguramente le quedara una cicatriz de por vida. Sus mirada se dirigió a Shun mientras sus ojos relampagueaban de pura ira. Trató de incorporarse, llevando de nuevo la mano a la empuñadura de Yoake, dispuesto a hacerle pagar aquella humillación... Mas no pudo. El dolor que sentía era tan intenso que al mover el brazo tuvo que inclinarse de dolor, soltando otro quejido más mientras cerraba los ojos con fuerza.
- Esto... Esto no quedará así -murmuró, lo suficientemente alto como para que el cazador lo escuchase. Las lágrimas querían salir, pero Kazuo no lo permitió. Únicamente por conservar lo poco que quedaba de su orgullo, ahora herido- No importa cómo... No importa el tiempo que me lleve... Desde hoy y hasta que llegue el momento, mi meta será superarte, Shun Hiroyuki -esto último lo dijo en un tono más elevado, clavando de nuevo su mirada en él- Y juro que lo haré...
No dijo nada más, simplemente apoyó la frente sobre el suelo, sintiendo el áspero tacto de la arena en esta mientras su mano cubría lo que se convertiría en su vergüenza, una marca que le recordaría su objetivo en los días venideros. Su cuerpo seguía temblando de ira, aunque de forma más leve e inapreciable que hacía unos segundos.
- ¿¡Qué te crees que estás haciendo!? -le gritó con ira, apretando cada vez más fuerte la empuñadura de su propia espada- ¿¡Crees que necesito tu jodida piedad!? ¡No tienes...!
Pero no pudo terminar aquella frase. Con apenas un simple gesto de su mano su rival doblegó bajo su voluntad al viento, generando una onda cortante que se movió a tal velocidad que Kazuo apenas pudo verla. El impacto fue terrible, alcanzándole entre el hombro derecho y el pectoral, haciendo que el renegado de Wano sintiera un dolor intenso como nada que hubiese vivido antes. Un grito ahogado surgió de su garganta mientras retrocedía por la fuerza del impacto, llevándose la mano a la herida y cayendo de espaldas al suelo. Su cuerpo temblaba ligeramente y su mano se aferraba a la zona herida, manchándose con su propia sangre. Lentamente separó esta del lugar, pudiendo ver entonces lo que había hecho el ronin: una marca en su piel. No una marca cualquiera. Tenía la forma del kanji de la justicia y seguramente le quedara una cicatriz de por vida. Sus mirada se dirigió a Shun mientras sus ojos relampagueaban de pura ira. Trató de incorporarse, llevando de nuevo la mano a la empuñadura de Yoake, dispuesto a hacerle pagar aquella humillación... Mas no pudo. El dolor que sentía era tan intenso que al mover el brazo tuvo que inclinarse de dolor, soltando otro quejido más mientras cerraba los ojos con fuerza.
- Esto... Esto no quedará así -murmuró, lo suficientemente alto como para que el cazador lo escuchase. Las lágrimas querían salir, pero Kazuo no lo permitió. Únicamente por conservar lo poco que quedaba de su orgullo, ahora herido- No importa cómo... No importa el tiempo que me lleve... Desde hoy y hasta que llegue el momento, mi meta será superarte, Shun Hiroyuki -esto último lo dijo en un tono más elevado, clavando de nuevo su mirada en él- Y juro que lo haré...
No dijo nada más, simplemente apoyó la frente sobre el suelo, sintiendo el áspero tacto de la arena en esta mientras su mano cubría lo que se convertiría en su vergüenza, una marca que le recordaría su objetivo en los días venideros. Su cuerpo seguía temblando de ira, aunque de forma más leve e inapreciable que hacía unos segundos.
Byakuro Kyoya
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Byakuro vio cómo Shun envainaba la espada. Suspiró, aliviado, para a continuación observar cómo el samurai marcaba con una onda de viento cortante a su oponente en el pecho. Byakuro no vio nada malo en eso, él mismo había hecho cosas similares cuando la gente se había metido con Klaus en el pasado. Gente como Midorima. Seguía sin saber nada del cabeza verde, y empezaba a sospechar que estaría recluido en algún sitio lejano, entrenando para ser más rápido que una centella, más poderoso que un trueno y más letal que un rayo.
- Bien, Shun... ¿has terminado? -se dirigió a su compañero para empezar a caminar hacia el perdedor-. Y tú... -se agachó a su lado, viendo cómo temblaba ligeramente- tú vienes con nosotros. No hay mejor tutor que aquel al que quieres derrotar. Y estoy seguro de que a Shun no le importará instruirte. -miró al samurai de gafas. Si de verdad consideraba que el honor y el bushido eran tan importantes, intentaría lograr que aquel hombre los aceptase, o al menos no los negase por completo. Y si su compañero ya era fuerte, el tener a alguien a su lado intentando derrotarlo continuamente, lo haría más poderoso. Y sería divertido, para qué negarlo.
Tras eso, le tendió la mano al chico, con una sonrisa, a la par amable y divertida. Esperaba que el otro aceptase.
- Bien, Shun... ¿has terminado? -se dirigió a su compañero para empezar a caminar hacia el perdedor-. Y tú... -se agachó a su lado, viendo cómo temblaba ligeramente- tú vienes con nosotros. No hay mejor tutor que aquel al que quieres derrotar. Y estoy seguro de que a Shun no le importará instruirte. -miró al samurai de gafas. Si de verdad consideraba que el honor y el bushido eran tan importantes, intentaría lograr que aquel hombre los aceptase, o al menos no los negase por completo. Y si su compañero ya era fuerte, el tener a alguien a su lado intentando derrotarlo continuamente, lo haría más poderoso. Y sería divertido, para qué negarlo.
Tras eso, le tendió la mano al chico, con una sonrisa, a la par amable y divertida. Esperaba que el otro aceptase.
Ichimura Hachiro
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Shun se colocó bien el kimono, con rostro tranquilo. Escuchó las amenazas y quejas del otro con cierta indiferencia. Aquel era su castigo... Kazuo se había beneficiado de las enseñanzas de los maestros samurais de Wano y ahora despreciaba el Camino del Guerrero. Se giró hacia Byakuro, escuchando con cierta sorpresa sus palabras. Su primer pensamiento fue que no podía tolerar aquello. ¿Cómo iba a entrenar él a una persona sin honor, a un traidor al bushido? La mera idea era ridícula. ¿O no? Se acarició la barbilla, pensativo. "Ahora mismo es demasiado débil como para sostener un duelo a muerte y que sea honorable por mi parte llevarlo a cabo. No podría llegar ni a rozarme. Si lo entreno, cuando sea fuerte de verdad podremos terminar nuestros asuntos pendientes. Y si por el camino logro instruirle en el bushido, tal vez no tenga que matarlo." Con gesto serio, avanzó un par de pasos hacia el otro, evaluándolo con la mirada.
- Justicia... una de las siete virtudes del bushido. El guerrero debe ser justo en todos sus actos. Pero no sigue la justicia de otros, si no la suya propia y la del bushido. Para un samurai no hay puntos intermerdios, solamente justicia o injusticia.
Con parsimonia, se giró y se dirigió hacia el bar. Había pagado esa botella de sake, ahora no iba a dejarla allí. Además, se había dejado su kasa dentro. Cuando estaba en la puerta, se paró y giró la cabeza.
- Recoge tus cosas. A partir de hoy eres mi pupilo. El día que seas lo bastante fuerte como para que sea honorable que nos enfrentemos, o que te hayas y respetes el bushido, serás libre. Eso sí... - Shun se giró del todo, y la misma mirada amenazante de antes reapareció - Si es el primer caso, no volveré a tener piedad. Te mataré.
Le sostuvo nuevamente la mirada, aunque no tanto tiempo como antes, para luego girarse y entrar definitivamente en la taberna. Avanzó hacia la barra, un tanto pensativo. ¿Él, con un aprendiz? ¿Y uno que pretendía matarle? ¿Qué clase de locura era esa? Suspiró, llevándose la mano a la cara. Aquella situación era absurda. "Un día me arrepentiré de haber tomado esta decisión." Sin embargo, sus manos estaban atadas. Había dicho que le entrenaría, y dado que respetaba el bushido si decía algo, estaba obligado a hacerlo. Una cosa era mentir a gente sin honor... otra, romper una promesa. Y Shun podía reinterpretar el bushido a su conveniencia a veces, pero en general procuraba respetarlo. Se acercó a la barra, pero no había nada sobre era. Carraspeó, algo enfadado, e inmediatamente apareció el tabernero. Este se llevó un susto al verlo.
- ¡Oh, mi señor Shun! Le-le estaba guardando la botella...
- Ya, ya. Dádmela - dijo, extendiendo la mano.
El tembloroso hombre le entregó la botella, que Shun abrió y olisqueó. Efectivamente...
- ¿Quién os ha pagado? - preguntó, frunciendo el ceño.
- N-nadie, ¿qué ocurre?
El aterrorizado tabernero estaba pálido como la leche. Shun tiró la botella envenenada al suelo, y acto seguido desenvainó y trazó un par de rápidos cortes, partiendo la barra. Su objetivo trató de huir hacia la cocina, pero no se puede ser más rápido que el viento... al instante, tenía la hoja de la wakizashi al cuello.
- Si valoráis vuestra vida, hablaréis...
- Justicia... una de las siete virtudes del bushido. El guerrero debe ser justo en todos sus actos. Pero no sigue la justicia de otros, si no la suya propia y la del bushido. Para un samurai no hay puntos intermerdios, solamente justicia o injusticia.
Con parsimonia, se giró y se dirigió hacia el bar. Había pagado esa botella de sake, ahora no iba a dejarla allí. Además, se había dejado su kasa dentro. Cuando estaba en la puerta, se paró y giró la cabeza.
- Recoge tus cosas. A partir de hoy eres mi pupilo. El día que seas lo bastante fuerte como para que sea honorable que nos enfrentemos, o que te hayas y respetes el bushido, serás libre. Eso sí... - Shun se giró del todo, y la misma mirada amenazante de antes reapareció - Si es el primer caso, no volveré a tener piedad. Te mataré.
Le sostuvo nuevamente la mirada, aunque no tanto tiempo como antes, para luego girarse y entrar definitivamente en la taberna. Avanzó hacia la barra, un tanto pensativo. ¿Él, con un aprendiz? ¿Y uno que pretendía matarle? ¿Qué clase de locura era esa? Suspiró, llevándose la mano a la cara. Aquella situación era absurda. "Un día me arrepentiré de haber tomado esta decisión." Sin embargo, sus manos estaban atadas. Había dicho que le entrenaría, y dado que respetaba el bushido si decía algo, estaba obligado a hacerlo. Una cosa era mentir a gente sin honor... otra, romper una promesa. Y Shun podía reinterpretar el bushido a su conveniencia a veces, pero en general procuraba respetarlo. Se acercó a la barra, pero no había nada sobre era. Carraspeó, algo enfadado, e inmediatamente apareció el tabernero. Este se llevó un susto al verlo.
- ¡Oh, mi señor Shun! Le-le estaba guardando la botella...
- Ya, ya. Dádmela - dijo, extendiendo la mano.
El tembloroso hombre le entregó la botella, que Shun abrió y olisqueó. Efectivamente...
- ¿Quién os ha pagado? - preguntó, frunciendo el ceño.
- N-nadie, ¿qué ocurre?
El aterrorizado tabernero estaba pálido como la leche. Shun tiró la botella envenenada al suelo, y acto seguido desenvainó y trazó un par de rápidos cortes, partiendo la barra. Su objetivo trató de huir hacia la cocina, pero no se puede ser más rápido que el viento... al instante, tenía la hoja de la wakizashi al cuello.
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El castaño siguió en el suelo, estático, sin variar su posición e incapaz de alzar la cabeza. Se sentía humillado, destruido por dentro. ¿Acaso no era él quien se convertiría en el mejor espadachín de todo Wano? ¿Del mundo entero? ¿El que demostraría que ningún samurái defensor del bushido podría derrotar su katana? No entendía cómo podía existir una diferencia de poder tan abismal entre Shun y él. ¿Cuál había sido su error? Tal vez confiarse demasiado... O más bien subestimar al ronin. Había sido temerario, más de lo que acostumbraba, y aquello había supuesto su derrota. Pudo escuchar entonces la voz de Byakuro, el cual se había acercado. Alzó la mirada y pudo verle frente a él, agachado y ofreciéndole la mano mientras sonreía de forma amable... Estaba siendo amable con quien segundos antes había tratado de acabar con la vida de su compañero. No comprendía por qué lo hacía, ni siquiera sabía si aquel tipo estaba realmente en sus cabales, pero le estaba ofreciendo ir junto a él. No solo eso, sino que además el ronin pasaría a ser su maestro de hacerlo.
- ¿Ir con vosotros...? -musitó, incrédulo, aún con la mano sobre aquél kanji que hacía que le ardiese de dolor la piel.
No le gustaba para nada la idea de tener que considerar al Señor de la Caza como un "maestro". Era incapaz de admitir que hubiera alguien por encima de él, incluso cuando la realidad fuese demasiado clara como para negarlo. No solo eso, sino que además era la persona que acababa de quebrantar su orgullo y su arrogancia, mostrándole que realmente no estaba preparado para enfrentarse a todo el que se interpusiera en su camino. No, necesitaba mejorar... Y no podía negar que nadie podría ayudarle a ello que el hombre que se había convertido en su máximo rival y objetivo. "Sigue siendo una leyenda de Wano y... En cualquier caso... No importa el modo, no importa el tiempo que lleve. Lo único que importa es lograr superarle." El ronin le advirtió de las consecuencias de ello, de modo que llegado el momento de enfrentarse a él no mostraría piedad alguna. Kazuo no podía estar más de acuerdo, pues lo más probable es que él no la tendría con él de llegar a vencerle. Sí, por qué no... Además de eso disfrutaría de las ventajas de viajar junto a un Yonkaikyo. Tal vez sacará más beneficios de la situación de lo que se esperaba.
- Está bien... -separó la mano de la herida y estrechó la de Byakuro, ayudándose a erguirse para dejar de sentirse "inferior"- Os seguiré hasta que esta situación se resuelva, pero no esperes que sea el hombre más voluntarioso del mundo. Colaboraré, mas no olvides cual es mi meta... Y una vez se concluya, de una forma u otra, me marcharé.
No pensaba mentir en aquella ocasión, al fin y al cabo probablemente era gracias a su intervención por lo que su corazón aún seguía latiendo. Podría considerarse que le estaba agradecido por aquello, pero nada más. Fue entonces cuando escuchó el sonido de un recipiente quebrar contra el suelo, desviando su mirada a la entrada de la taberna.
- Creo que deberíamos entrar... Algo parece no ir bien -le dijo al peliblanco, comenzando a caminar con algo de dificultad hacia el interior.
- ¿Ir con vosotros...? -musitó, incrédulo, aún con la mano sobre aquél kanji que hacía que le ardiese de dolor la piel.
No le gustaba para nada la idea de tener que considerar al Señor de la Caza como un "maestro". Era incapaz de admitir que hubiera alguien por encima de él, incluso cuando la realidad fuese demasiado clara como para negarlo. No solo eso, sino que además era la persona que acababa de quebrantar su orgullo y su arrogancia, mostrándole que realmente no estaba preparado para enfrentarse a todo el que se interpusiera en su camino. No, necesitaba mejorar... Y no podía negar que nadie podría ayudarle a ello que el hombre que se había convertido en su máximo rival y objetivo. "Sigue siendo una leyenda de Wano y... En cualquier caso... No importa el modo, no importa el tiempo que lleve. Lo único que importa es lograr superarle." El ronin le advirtió de las consecuencias de ello, de modo que llegado el momento de enfrentarse a él no mostraría piedad alguna. Kazuo no podía estar más de acuerdo, pues lo más probable es que él no la tendría con él de llegar a vencerle. Sí, por qué no... Además de eso disfrutaría de las ventajas de viajar junto a un Yonkaikyo. Tal vez sacará más beneficios de la situación de lo que se esperaba.
- Está bien... -separó la mano de la herida y estrechó la de Byakuro, ayudándose a erguirse para dejar de sentirse "inferior"- Os seguiré hasta que esta situación se resuelva, pero no esperes que sea el hombre más voluntarioso del mundo. Colaboraré, mas no olvides cual es mi meta... Y una vez se concluya, de una forma u otra, me marcharé.
No pensaba mentir en aquella ocasión, al fin y al cabo probablemente era gracias a su intervención por lo que su corazón aún seguía latiendo. Podría considerarse que le estaba agradecido por aquello, pero nada más. Fue entonces cuando escuchó el sonido de un recipiente quebrar contra el suelo, desviando su mirada a la entrada de la taberna.
- Creo que deberíamos entrar... Algo parece no ir bien -le dijo al peliblanco, comenzando a caminar con algo de dificultad hacia el interior.
Byakuro Kyoya
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- Bueno, yo no te obligo a estar con nosotros... solo digo que puede ser divertido, y supongo que a ti te interesa la oferta.
En ese momento, se escuchó un ruido en el interior de la taberna, y cuando Byakuro entró vio a Shun amenazando con su katana al dependiente. "Vaya... menos mal que dije que no causaríamos alboroto". El cazador vio una botella de sake en el suelo y pensó, en voz alta:
- No soy un fan de esto, pero habrá que terminárselo... -el chico agarró la botella y se la empezó a beber. La verdad es que era bastante suave, y no estaba tan malo.
Cuando terminó de beber sintió cómo su visión se emborronaba. ¿Tan fuerte era aquella bebida? No... aquel sake llevaba algo extraño. El cuerpo del cazador empezó a oscurecerse, al tiempo que sus venas se marcaron por todo él. El chico se hizo un pequeño corte en el antebrazo y dejó que un chorro de tinta negra saliera al exterior.
- Bej... que asco -murmuró, mientras su visión volvía a la normalidad y la herida se cerraba cuando un montón de cicatrices empezaron a recorrer la zona. Su cuerpo volvió a la normalidad entonces-. Parece que habían envenenado tu bebida, Shun.
En ese momento, se escuchó un ruido en el interior de la taberna, y cuando Byakuro entró vio a Shun amenazando con su katana al dependiente. "Vaya... menos mal que dije que no causaríamos alboroto". El cazador vio una botella de sake en el suelo y pensó, en voz alta:
- No soy un fan de esto, pero habrá que terminárselo... -el chico agarró la botella y se la empezó a beber. La verdad es que era bastante suave, y no estaba tan malo.
Cuando terminó de beber sintió cómo su visión se emborronaba. ¿Tan fuerte era aquella bebida? No... aquel sake llevaba algo extraño. El cuerpo del cazador empezó a oscurecerse, al tiempo que sus venas se marcaron por todo él. El chico se hizo un pequeño corte en el antebrazo y dejó que un chorro de tinta negra saliera al exterior.
- Bej... que asco -murmuró, mientras su visión volvía a la normalidad y la herida se cerraba cuando un montón de cicatrices empezaron a recorrer la zona. Su cuerpo volvió a la normalidad entonces-. Parece que habían envenenado tu bebida, Shun.
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Shun se fijó en que Byakuro estaba recogiendo la botella de sake del suelo. ¿Pero qué hacía? ¡Aquella cosa había sido adulterada! A saber qué podía tener... apartó de un empujón al tabernero y se lanzó a arrebatársela de las manos, pero era tarde. Ya había bebido. El cazador puso una expresión extraña y se tambaleó, mientras sus venas se volvían negras.
- ¡¿Pero qué has hecho?! - exclamó Shun, alarmado.
De repente su compañero se hizo un corte en el antebrazo... ¿con el dedo? Y de la herida comenzó a brotar un líquido negro. Al cabo de un instante se cerró, y su cuerpo volvió a la normalidad. Había... ¿eliminado el veneno? No era mal método, si bien un poco extraño. "Es logia, no debería extrañarme tanto." Frunció el ceño y observó a Byakuro.
- Eso ya lo sabía. ¿Cómo se te ocurre coger una botella del suelo? ¿Qué hubieses hecho si no... tuvieses ese poder?
Entonces se dio cuenta de que el tabernero había aprovechado para huir. Shun soltó un improperio típico de Wano y envainó la wakizashi.
- El dueño ha sido el que ha intentado envenenarme. Y estoy bastante seguro de que alguien le ha pagado. ¡Vamos, tras él!
Activó su mantra y buscó su presencia. Había salido ya del bar. Dando una maldición, corrió hacia unas de las paredes. Apoyó la mano sobre la empuñadura de Meiyo, y se preparó para el iai.
- Kuchibue no Ken, ¡Kagutsuchi!
Mientras la hoja salía de la vaina, un montón de llamas comenzaron a envolverla, y un torrente de ondas cortantes envueltas en fuego destrozaron la pared. Salió de un salto a la calle por el boquete ardiente, y vio al hombre huyendo. Se planteó sus opciones. Podía lanzarle una onda cortante y herirlo en las piernas, o lanzarse a su persecución. En ningún caso se libraría, era más veloz que él.
- ¡¿Pero qué has hecho?! - exclamó Shun, alarmado.
De repente su compañero se hizo un corte en el antebrazo... ¿con el dedo? Y de la herida comenzó a brotar un líquido negro. Al cabo de un instante se cerró, y su cuerpo volvió a la normalidad. Había... ¿eliminado el veneno? No era mal método, si bien un poco extraño. "Es logia, no debería extrañarme tanto." Frunció el ceño y observó a Byakuro.
- Eso ya lo sabía. ¿Cómo se te ocurre coger una botella del suelo? ¿Qué hubieses hecho si no... tuvieses ese poder?
Entonces se dio cuenta de que el tabernero había aprovechado para huir. Shun soltó un improperio típico de Wano y envainó la wakizashi.
- El dueño ha sido el que ha intentado envenenarme. Y estoy bastante seguro de que alguien le ha pagado. ¡Vamos, tras él!
Activó su mantra y buscó su presencia. Había salido ya del bar. Dando una maldición, corrió hacia unas de las paredes. Apoyó la mano sobre la empuñadura de Meiyo, y se preparó para el iai.
- Kuchibue no Ken, ¡Kagutsuchi!
Mientras la hoja salía de la vaina, un montón de llamas comenzaron a envolverla, y un torrente de ondas cortantes envueltas en fuego destrozaron la pared. Salió de un salto a la calle por el boquete ardiente, y vio al hombre huyendo. Se planteó sus opciones. Podía lanzarle una onda cortante y herirlo en las piernas, o lanzarse a su persecución. En ningún caso se libraría, era más veloz que él.
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Kazuo observó con asombro e incredulidad la situación. Byakuro había tomado la botella del suelo para, acto seguido, beberse el contenido con toda la despreocupación del mundo. ¿Acaso se había vuelto loco? Reconocía aquella botella y si el ronin la había arrojado al suelo debía de haber una razón de peso, sobre todo teniendo en cuenta que mantenía el filo de su wakizashi pegado al cuello del tabernero. Por la reacción que hubo en el cuerpo del yonkaikyo supo que aquella cosa había sido claramente envenenada. Sin embargo, para acrecentar su sorpresa, el albino se realizó un corte en el brazo del cual comenzó a emerger un líquido negro para, acto seguido, observar cómo la herida se cerraba, volviendo todo su cuerpo a la normalidad.
- ¿Qué...? -musitó, con los ojos abiertos como platos y sin poder apartar la mirada del brazo del cazador.
"Un usuario de tipo logia, tal vez. ¿Pero de qué elemento?" se preguntaba mientras miraba de forma alternativa tanto a Shun como a Byakuro, esperando tal vez algún tipo de explicación. El tabernero había huido sin que ninguno de los tres se diese cuenta y, como respuesta, el Señor de la Caza soltó un improperio que hizo que el castaño necesitase contener una risa. Le habría gustado soltarle algún comentario para tratar de humillarle, aunque tras la herida que acababa de recibir tal vez no habría sido la opción más adecuada. Había tentado a la muerte en una ocasión, suficiente por ese día. El hombre de gafas rápidamente y empleando una técnica que dejó perplejo a Kazuo reventó una de las paredes de la taberna en un festival de llamas cortantes, saliendo inmediatamente de esta por el hueco. La salida improvisada aún ardía, pero si pretendían alcanzar a ese tipo no podían permitirse el lujo de darle una mayor ventaja al fugitivo. Tomando algo de impulso para pasar lo más rápido posible entre las llamas el castaño atravesó la apertura, gruñendo de dolor al caer sobre el suelo en el otro lado, sintiendo punzadas justo en el lugar donde se encontraba su herida.
- No sé tú, pero yo no puedo perseguir a ese tío así -le dijo malhumorado al ronin, haciendo alusión al kanji que había grabado en su piel mientras veía cómo aquel hombre cada vez se alejaba más y más.
- ¿Qué...? -musitó, con los ojos abiertos como platos y sin poder apartar la mirada del brazo del cazador.
"Un usuario de tipo logia, tal vez. ¿Pero de qué elemento?" se preguntaba mientras miraba de forma alternativa tanto a Shun como a Byakuro, esperando tal vez algún tipo de explicación. El tabernero había huido sin que ninguno de los tres se diese cuenta y, como respuesta, el Señor de la Caza soltó un improperio que hizo que el castaño necesitase contener una risa. Le habría gustado soltarle algún comentario para tratar de humillarle, aunque tras la herida que acababa de recibir tal vez no habría sido la opción más adecuada. Había tentado a la muerte en una ocasión, suficiente por ese día. El hombre de gafas rápidamente y empleando una técnica que dejó perplejo a Kazuo reventó una de las paredes de la taberna en un festival de llamas cortantes, saliendo inmediatamente de esta por el hueco. La salida improvisada aún ardía, pero si pretendían alcanzar a ese tipo no podían permitirse el lujo de darle una mayor ventaja al fugitivo. Tomando algo de impulso para pasar lo más rápido posible entre las llamas el castaño atravesó la apertura, gruñendo de dolor al caer sobre el suelo en el otro lado, sintiendo punzadas justo en el lugar donde se encontraba su herida.
- No sé tú, pero yo no puedo perseguir a ese tío así -le dijo malhumorado al ronin, haciendo alusión al kanji que había grabado en su piel mientras veía cómo aquel hombre cada vez se alejaba más y más.
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Byakuro sonrió al samurai:
- Oh, pero hay un factor a tener en cuenta... Sí que tengo este poder. -la lógica del peliblanco era irrefutable.
Shun se dio cuenta entonces de que el tabernero se había ido. Tanto el samurai como su nuevo alumno salieron corriendo tras él a través de la pared, de una forma un tanto violenta. Byakuro dejó vagar la mirada por la habitación. Por mucho que corriera un tabernero, no iba a poder escapar del hombre de gafas. Vio a los dos de antes, aún cuchicheando entre ellos en la misma mesa, con cara de miedo. Y decidió volver a hacer una visita.
- Bueno, bueno... vosotros dos... ¿habéis visto quien ha envenenado la botella? -preguntó con una sonrisa torcida, mientras sacaba el bastón y de un golpe seco partía la mesa en dos, tirando todo lo que había en ella-. Porque estoy muy enfadado de que alguien haya intentado envenenar a mi amigo, y quiero saber quién lo ha hecho.
El cazador en ese momento estaba bastante cabreado. Y aunque no quería daños innecesarios, aquellos hombres seguro que sabían algo. Y él iba a saber la verdad.
- Oh, pero hay un factor a tener en cuenta... Sí que tengo este poder. -la lógica del peliblanco era irrefutable.
Shun se dio cuenta entonces de que el tabernero se había ido. Tanto el samurai como su nuevo alumno salieron corriendo tras él a través de la pared, de una forma un tanto violenta. Byakuro dejó vagar la mirada por la habitación. Por mucho que corriera un tabernero, no iba a poder escapar del hombre de gafas. Vio a los dos de antes, aún cuchicheando entre ellos en la misma mesa, con cara de miedo. Y decidió volver a hacer una visita.
- Bueno, bueno... vosotros dos... ¿habéis visto quien ha envenenado la botella? -preguntó con una sonrisa torcida, mientras sacaba el bastón y de un golpe seco partía la mesa en dos, tirando todo lo que había en ella-. Porque estoy muy enfadado de que alguien haya intentado envenenar a mi amigo, y quiero saber quién lo ha hecho.
El cazador en ese momento estaba bastante cabreado. Y aunque no quería daños innecesarios, aquellos hombres seguro que sabían algo. Y él iba a saber la verdad.
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