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- Un whisky.
No tardó en venir el camarero de aquel bar a ponerme un whisky con dos hielos. Doble, por supuesto. El alcohol nunca me había afectado demasiado y siempre tenía que beber cantidades ingentes solo para ponerme un poco contento. La taberna estaba vacía, pues era aún el mediodia y la gente no venía a divertirse a esas horas. Yo tan sólo buscaba beber algo. La puerta se abrió y entró una muchacha encapuchada con una prenda roja. Se quitó la capucha y mostró ser una belleza castaña. Llevaba un vestido rojo bajo la capucha y, tras ella, había un enorme lobo que parecía seguirla a todas partes.
- Aquí no pueden entrar animales. -Dijo el tabernero.
- Oh... lo siento. -acarició la cabeza del lobo. - Has de quedarte fuera. Nos vemos enseguida.
El lobo soltó un ligero aullido y se quedó fuera de la taberna. La muchacha, por su parte, se sentó en una silla y pidió tan solo una botella de agua. Sacó un extraño libro de cuero con una gema verde en la portada y empezó a leer.
Seguí a mi whisky echando fugaces miradas a la muchacha sin que me viese, buscando el momento para acercarme y empezar una conversación, aunque parecía que nunca llegaba.
No tardó en venir el camarero de aquel bar a ponerme un whisky con dos hielos. Doble, por supuesto. El alcohol nunca me había afectado demasiado y siempre tenía que beber cantidades ingentes solo para ponerme un poco contento. La taberna estaba vacía, pues era aún el mediodia y la gente no venía a divertirse a esas horas. Yo tan sólo buscaba beber algo. La puerta se abrió y entró una muchacha encapuchada con una prenda roja. Se quitó la capucha y mostró ser una belleza castaña. Llevaba un vestido rojo bajo la capucha y, tras ella, había un enorme lobo que parecía seguirla a todas partes.
- Aquí no pueden entrar animales. -Dijo el tabernero.
- Oh... lo siento. -acarició la cabeza del lobo. - Has de quedarte fuera. Nos vemos enseguida.
El lobo soltó un ligero aullido y se quedó fuera de la taberna. La muchacha, por su parte, se sentó en una silla y pidió tan solo una botella de agua. Sacó un extraño libro de cuero con una gema verde en la portada y empezó a leer.
Seguí a mi whisky echando fugaces miradas a la muchacha sin que me viese, buscando el momento para acercarme y empezar una conversación, aunque parecía que nunca llegaba.
- Spoiler:
El día estaba resultando ser de lo más aburrido ahora que el monasterio estaba cerrado. El tiempo siempre me transcurría de manera lenta y constante, mis heridas ya se habían curado, lo que implicaba que en poco tiempo tendría que volver al trabajo en la escuela básica, pero la emocionante experiencia en el monasterio, por la cual llevó a su cierre, me hacía pensar a cada instante que mi futuro no estaba en Banaro, que mi destino era algo más que dar clases, entrenar e investigar el pasado con el escaso material que tenía en la isla.
Mis pensamiento me llevaron a la taberna de Pitt, lugar donde solía comer cada domingo con Cassius, mi hermano; la nostalgia de los buenos tiempos me hizo entrar a comer y beber algo. En la puerta había un canido, un lobo para ser exactos, me agaché y le salude, parecía majo, pero olía un poco mal, todo hay que decirlo. Nada más entrar contemplo que la taberna está algo vacía, solo un sujeto que no había visto en mi vida, no parecía más mayor que yo, aunque su rostro mostraba algo que no me proporcionaba una total confianza, al menos a primera vista.
Al ver al viejo Pitt en la barra, aceleré el paso para saludarle, no me gustaba dar voces como un gañán, al menos en sitios donde me conocen, sin querer me tropecé cayendo encima del sujeto aquel, cuya mirada si matara me hubiera mandado al otro mundo en pocos segundo.
-Perdona tío –dije levantándome, notando olor alcohol sobre mi hombro, -pide lo que quieras, corre de mi cuenta esta noche –dije.
Pitt al ver aquello rió y se acerco –De patoso como siempre Giotto –comentó con gesto de circunstancia.
-Las buenas costumbres que no cesen Pitt –respondí. –Ponle a nuestro amigo un par de copas a mi cuenta y una ración de carne, y para mí un poco de ese rancho que sueles hacer y un buen zumo de frutas silvestres.
Seguidamente me senté en la mesa de al lado de la de aquel individuo.
Mis pensamiento me llevaron a la taberna de Pitt, lugar donde solía comer cada domingo con Cassius, mi hermano; la nostalgia de los buenos tiempos me hizo entrar a comer y beber algo. En la puerta había un canido, un lobo para ser exactos, me agaché y le salude, parecía majo, pero olía un poco mal, todo hay que decirlo. Nada más entrar contemplo que la taberna está algo vacía, solo un sujeto que no había visto en mi vida, no parecía más mayor que yo, aunque su rostro mostraba algo que no me proporcionaba una total confianza, al menos a primera vista.
Al ver al viejo Pitt en la barra, aceleré el paso para saludarle, no me gustaba dar voces como un gañán, al menos en sitios donde me conocen, sin querer me tropecé cayendo encima del sujeto aquel, cuya mirada si matara me hubiera mandado al otro mundo en pocos segundo.
-Perdona tío –dije levantándome, notando olor alcohol sobre mi hombro, -pide lo que quieras, corre de mi cuenta esta noche –dije.
Pitt al ver aquello rió y se acerco –De patoso como siempre Giotto –comentó con gesto de circunstancia.
-Las buenas costumbres que no cesen Pitt –respondí. –Ponle a nuestro amigo un par de copas a mi cuenta y una ración de carne, y para mí un poco de ese rancho que sueles hacer y un buen zumo de frutas silvestres.
Seguidamente me senté en la mesa de al lado de la de aquel individuo.
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Seguí echando fugaces pero fijas miradas en la muchacha de rojo, esquivando su atención cada vez que parecía mirarme por si yo la observaba. De golpe, un muchacho me golpeó por un lado, tirando mi whisky. Lo miré y el joven se disculpó, pagándome otro. No me negué, pero tampoco le dije nada. Volví a mirar a la mesa, pero la muchacha ya no estaba. Me levanté cogiendo mi guadaña y saliendo por la puerta, pero el lobo aún estaba allí. Me miró con la lengua fuera y soltó un ladrido alegre. Le acaricié la cabeza y volví a entrar en la taberna.
- ¿Dónde...?
Resoplé y me volví a sentar. ¿Dónde demonios estaba la chica? ¿Cómo había podido desaparecer cuando sólo aparté la mirada un segundo? Cogí de nuevo el vaso de whisky y miré a los lados, buscándola con la mirada y esperando verla en cualquier momento.
- ¿Dónde...?
Resoplé y me volví a sentar. ¿Dónde demonios estaba la chica? ¿Cómo había podido desaparecer cuando sólo aparté la mirada un segundo? Cogí de nuevo el vaso de whisky y miré a los lados, buscándola con la mirada y esperando verla en cualquier momento.
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