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Titania
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Los tenues y débiles rayos de luz poco a poco van ahuyentando la noche, que cobarde se esconde detrás de su Reina la Luna a expensas que el todopoderoso sol haga su brillante aparición. Todo mientras las estrellas, todavía expectantes y comprensivas, anuncian una temprana victoria del ente cálido y luminoso a la par que sonríen al darse cuenta que una mujer de cabello corto las observa sentada, desde el palo mayor de una poderosa nave, a la vez que se encuentra tapada y con una buena taza de café caliente. Esta mujer de mirada gélida no es otra que Titania, la encargada esa velada de cubrir el turno de vigilante por si llegan a tierra o se topan con algún barco inesperado y dispuestos a pelear. Sin embargo esta no iba a ser la ocasión, puesto que durante el reinado de la luna no hubo nada a destacar salvo una fugaz lluvia.
La cazarrecompensas se ha pasado la noche entera meditando profundamente sobre lo que había pasado el día anterior, más o menos por estas horas. Rememora ligeramente lo transcurrido en el camarote del capitán del navío, siguiendo luego en sus actos en cubierta y, por fin, llegando a la conclusión concreta y sencilla. Pero justamente en el momento que está por pronunciar la idea en voz alta, la muchacha divisa en el fondo del paisaje una fragmentada línea de tierra. Calmada pero rápida, como dictan las normas básica de la vigía, avisa a todos los tripulantes del Black Lotus para que tomen sus respectivos puestos.
-¡Arriba, holgazanees!- grita la joven para después tocar con su dedo índice la madera del palo mayor.
Esto ocasiona un brusco temblor controlado que sacude todas las habitaciones, consiguiendo levantar a todos los miembros que conforman la "familia" de Byakuro. El pequeño seísmo dentro del barco se pasa pronto y da paso a las órdenes por parte de Shun y Buakuro, los cuales mandan a todos a alistarse para tomar tierra. No obstante arriba del todo, la ex prostituta comprueba anomalías en la isla que tiene a la vista, como por ejemplo: la falta de relieves, los grandes espejos que adornan su llanura o, y que es lo más llamativo, la oscura y tétrica arena que baña las playas. Todo en conjunto conforman una oscura extensión del reino de la noche que no gusta para nada a la cazadora, que rauda baja para reunirse con el capitán.
-No me gusta el aspecto que tiene ese islote, deberías mandar un grupo de expedición- comenta la mujer al peliblanco, pensando que quizás la pueda mandar a ella de nuevo.
La cazarrecompensas se ha pasado la noche entera meditando profundamente sobre lo que había pasado el día anterior, más o menos por estas horas. Rememora ligeramente lo transcurrido en el camarote del capitán del navío, siguiendo luego en sus actos en cubierta y, por fin, llegando a la conclusión concreta y sencilla. Pero justamente en el momento que está por pronunciar la idea en voz alta, la muchacha divisa en el fondo del paisaje una fragmentada línea de tierra. Calmada pero rápida, como dictan las normas básica de la vigía, avisa a todos los tripulantes del Black Lotus para que tomen sus respectivos puestos.
-¡Arriba, holgazanees!- grita la joven para después tocar con su dedo índice la madera del palo mayor.
Esto ocasiona un brusco temblor controlado que sacude todas las habitaciones, consiguiendo levantar a todos los miembros que conforman la "familia" de Byakuro. El pequeño seísmo dentro del barco se pasa pronto y da paso a las órdenes por parte de Shun y Buakuro, los cuales mandan a todos a alistarse para tomar tierra. No obstante arriba del todo, la ex prostituta comprueba anomalías en la isla que tiene a la vista, como por ejemplo: la falta de relieves, los grandes espejos que adornan su llanura o, y que es lo más llamativo, la oscura y tétrica arena que baña las playas. Todo en conjunto conforman una oscura extensión del reino de la noche que no gusta para nada a la cazadora, que rauda baja para reunirse con el capitán.
-No me gusta el aspecto que tiene ese islote, deberías mandar un grupo de expedición- comenta la mujer al peliblanco, pensando que quizás la pueda mandar a ella de nuevo.
Byakuro Kyoya
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Byakuro estaba de pie en cubierta, con su chaqueta negra y una camiseta blanca por debajo. Llevaba unos pantalones vaqueros y unas botas de estilo militar, de cuero negro. Se llevó la mano a la boca, ahogando un bostezo.
- ¿Qué has visto, Titania? -la chica le contó el aspecto de la isla que acababan de encontrar, y Byakuro echó un rápido vistazo. En cuento vio la isla, no pudo evitar hacer una pequeña mueca: Shoko, una isla pantanosa. Y lo que eso significaba: mosquitos-. Odio los pantanos... -murmuró para sí.
Miró a la rubia, parece que le ha dicho una frase completa, y no un simple "Tsk" de los suyos. Sonríe para sí y la mira con curiosidad.
- ¿Quieres acompañarme, Titania? -preguntó con un tono galán, aunque sabía que tal vez a ella no le hiciera gracia la broma.
- ¿Qué has visto, Titania? -la chica le contó el aspecto de la isla que acababan de encontrar, y Byakuro echó un rápido vistazo. En cuento vio la isla, no pudo evitar hacer una pequeña mueca: Shoko, una isla pantanosa. Y lo que eso significaba: mosquitos-. Odio los pantanos... -murmuró para sí.
Miró a la rubia, parece que le ha dicho una frase completa, y no un simple "Tsk" de los suyos. Sonríe para sí y la mira con curiosidad.
- ¿Quieres acompañarme, Titania? -preguntó con un tono galán, aunque sabía que tal vez a ella no le hiciera gracia la broma.
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Y ahí está, la pegajosa y tediosa caballerosidad del peliblanco condensada en apenas unas simples palabras. Esto al principio no cansaba tanto a la mujer pero hoy le resulta francamente molesto, dado que no se imaginaba un trato parecido por parte del capitán del navío ni en mil años. Aunque eso realmente no era lo que más preocupación le daba a la muchacha, puesto que la isla con la cual se han topado parecía querer engullirlos a todos sin la más mínima compasión. No obstante, y pese al panorama que se le presenta férreo a Titania, ella se lo toma como una oportunidad más para crecer y avanzar puestos de poder; no es necesario recordar que de su última salida con el cazador obtuvo la Gura Gura no Mi, o lo que es lo mismo, el poder para hacer temblar al mundo. Por lo que despreocupada, asiente al muchacho.
-No queda de otra...- contesta la muchacha, lista ya para desembarcar.
Veinte minutos después ambos cazadores bajan de la nave en una barca, dejando al navío en una situación segura todavía en la mar para evitar robos e imprevistos, y avanzan por las aguas casi negras de la zona, lentamente y sin perder un ápice del paisaje que conforman los escasos árboles grandes del lugar.
-¡Tsk!- farfulla la mujer al empezar a oler la peste que emitía el lugar.
El aroma de la muerte y la putrefacción hacen mella en el sentido olfativo de la muchacha de ojos celestes. Una fragancia extraña cubre la playa y todos sus alrededores, haciendo pensar rápidamente a la cazadora que sería imposible obtener indicios de otras personas por rastros como fogatas. Sin embargo un tercer dato del sitio que dificulta mucho la misión de ambos cazadores de recompensas es la oscura arena, que rápidamente borra todo rastro de huellas o actividad natural o artificial a sorpresa de la joven novata.
-¿Dirección?- pregunta la muchacha, puesto que no sabe a dónde ir.
-No queda de otra...- contesta la muchacha, lista ya para desembarcar.
Veinte minutos después ambos cazadores bajan de la nave en una barca, dejando al navío en una situación segura todavía en la mar para evitar robos e imprevistos, y avanzan por las aguas casi negras de la zona, lentamente y sin perder un ápice del paisaje que conforman los escasos árboles grandes del lugar.
-¡Tsk!- farfulla la mujer al empezar a oler la peste que emitía el lugar.
El aroma de la muerte y la putrefacción hacen mella en el sentido olfativo de la muchacha de ojos celestes. Una fragancia extraña cubre la playa y todos sus alrededores, haciendo pensar rápidamente a la cazadora que sería imposible obtener indicios de otras personas por rastros como fogatas. Sin embargo un tercer dato del sitio que dificulta mucho la misión de ambos cazadores de recompensas es la oscura arena, que rápidamente borra todo rastro de huellas o actividad natural o artificial a sorpresa de la joven novata.
-¿Dirección?- pregunta la muchacha, puesto que no sabe a dónde ir.
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- Vamos a esa zona de allí -el cazador señala una pequeña península de arena negruzca-. Quiero probar una cosa de tu nuevo poder.
El hombre dirige el bote hacia el lugar, y cuando nota el suelo arenoso bajo la embarcación, salta hacia tierra, espera a que Titania se apee y tira de la barca para evitar que se deslice por el agua, alejándose. Cuando está listo, el hombre se gira hacia Titania.
- Bien... tal vez no lo sepas, pero vamos a pasar una pequeña temporada en esta isla. Yo le pedí a Shun de parar en la isla más cercana. Nos dejarán durante un mes a nuestro aire, así tendremos tiempo de hablar y entrenar. -el chico habla en tono neutro, mientras asegura la barca bien. Tras eso, empieza a caminar hacia el interior de la isla-. Ah, sí... si no quieres perderte sola, mejor que me sigas. -su tono sigue siendo amable, pero ha pasado de la típica amabilidad respetuosa y amigable a una amabilidad severa, como si esperase la condescendencia de Titania.
El cazador empezó a caminar hacia el interior del pantano. Había estado en demasiadas islas pantanosas como para saber dos cosas sobre ellas: la primera era no fiarse nunca del suelo que se pisaba. Y la segunda era que los mosquitos muertos no picaban. El chico convirtió su sangre en tinta. Cualquier animal que lo picase se envenenaría con la tinta. El chico se giró entonces, para ver si Titania lo seguía.
El hombre dirige el bote hacia el lugar, y cuando nota el suelo arenoso bajo la embarcación, salta hacia tierra, espera a que Titania se apee y tira de la barca para evitar que se deslice por el agua, alejándose. Cuando está listo, el hombre se gira hacia Titania.
- Bien... tal vez no lo sepas, pero vamos a pasar una pequeña temporada en esta isla. Yo le pedí a Shun de parar en la isla más cercana. Nos dejarán durante un mes a nuestro aire, así tendremos tiempo de hablar y entrenar. -el chico habla en tono neutro, mientras asegura la barca bien. Tras eso, empieza a caminar hacia el interior de la isla-. Ah, sí... si no quieres perderte sola, mejor que me sigas. -su tono sigue siendo amable, pero ha pasado de la típica amabilidad respetuosa y amigable a una amabilidad severa, como si esperase la condescendencia de Titania.
El cazador empezó a caminar hacia el interior del pantano. Había estado en demasiadas islas pantanosas como para saber dos cosas sobre ellas: la primera era no fiarse nunca del suelo que se pisaba. Y la segunda era que los mosquitos muertos no picaban. El chico convirtió su sangre en tinta. Cualquier animal que lo picase se envenenaría con la tinta. El chico se giró entonces, para ver si Titania lo seguía.
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La situación poco a poco se va complicando más, sin embargo el cazador parece tomar las riendas y decidir él los caminos a seguir en esta isla moribunda y asquerosa. Esto le viene muy bien a la mujer de cabellera corta y rubia, puesto que así no dejará a la vista su total desorientación e inutilidad en este pedazo de tierra húmeda y putrefacta. Pero por otro lado, a modo de noticia, la muchacha recibe una mayúscula sorpresa por parte del capitán peliblanco al enterarse que se quedarán allí, en ese misterioso y desagradable islote, todo un mes entero. Y por si no fuera poco la única posibilidad de supervivencia que la mujer tiene, a parte de mejorar su condición física bastante más, es la de seguir incondicionalmente al Yonkaikyo todo el tiempo, pues el riesgo de morir en las arenas movedizas es enorme y poco agradable.
-Cabrón- murmura la cazadora a la vez que comienza a seguir a su capitán.
Unos minutos más tarde nos podemos fijar como avanzan el dúo de cazadores de recompensas por las difíciles aguas del pantano. El hombre camina a su manera mientras, a unos metros detrás de él, la muchacha de la mirada celeste marcha espantando la abultada cantidad de mosquitos y haciendo un esfuerzo terrible para levantar sus pies del barro y las hojas mojadas de su interior. Aquello sumado a la alta temperatura y la humedad en el ambiente, hacen que la tétrica isla conforme un nido de insectos propio del mismísimo infierno en el cual es imposible dar dos pasos seguidos sin pisar algo extraño.
-¿Qué quieres hacer?- pregunta "inocente" la joven, preparada por si ocurría cualquier cosa.
-Cabrón- murmura la cazadora a la vez que comienza a seguir a su capitán.
Unos minutos más tarde nos podemos fijar como avanzan el dúo de cazadores de recompensas por las difíciles aguas del pantano. El hombre camina a su manera mientras, a unos metros detrás de él, la muchacha de la mirada celeste marcha espantando la abultada cantidad de mosquitos y haciendo un esfuerzo terrible para levantar sus pies del barro y las hojas mojadas de su interior. Aquello sumado a la alta temperatura y la humedad en el ambiente, hacen que la tétrica isla conforme un nido de insectos propio del mismísimo infierno en el cual es imposible dar dos pasos seguidos sin pisar algo extraño.
-¿Qué quieres hacer?- pregunta "inocente" la joven, preparada por si ocurría cualquier cosa.
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Byakuro empezó a caminar, dejando un rastro de mosquitos muertos allá por donde pasaba. Los animales morían intoxicados en cuanto ingerían su sangre negra. Aaaah... después de tantos años podía vengarse de esos molestos animales. Titania no parecía estar bien, sin embargo, amenazada por las nubes de insectos que se lanzaban sobre ella. El cazador sonrió cuando dejaron atrás la zona más cenagosa y llegaron a un lugar con un suelo algo más firme y compacto.
- Bien, lo primero será construir un lugar donde dormir. No creo que quieras pasar la noche a la intemperie... -el chico bajó la voz- y menos con los bichos rondando por aquí.
Señaló un grupo de árboles de madera oscura y troncos retorcidos. No eran el mejor material de construcción del mundo, pero valdrían para hacer una pequeña cabaña improvisada.
- Bien, vamos a tener que cargar con un poco de leña. -tras eso, pensó "Con suerte al acabar estarás tan cansada que no podrás replicarme cuando te pregunte".
El chico se acercó a uno de los árboles y su brazo tomó la forma de una guadaña negra, similar a la de la mismísima Parca. De un golpe seco, pasó la guadaña literalmente a través del tronco, mientras el filo brillaba con unas llamas rojizas y negras, y el pelo y los ojos del chico se tornaron del mismo color. Al terminar el movimiento, el chico apoyó la mano en el tronco y dio un pequeño empujón, haciendo que el finísimo corte se hiciera visible, y tirando el tronco al suelo.
- Árbol va... -murmuró, mientras su pelo y ojos volvían al color habitual, para un instante después, volverse dorados. Su cuerpo se recubrió por completo con unas llamas del mismo color, y el chico empezó a arrastrar el enorme tronco hacia el lugar donde montarían el refugio..
- Bien, lo primero será construir un lugar donde dormir. No creo que quieras pasar la noche a la intemperie... -el chico bajó la voz- y menos con los bichos rondando por aquí.
Señaló un grupo de árboles de madera oscura y troncos retorcidos. No eran el mejor material de construcción del mundo, pero valdrían para hacer una pequeña cabaña improvisada.
- Bien, vamos a tener que cargar con un poco de leña. -tras eso, pensó "Con suerte al acabar estarás tan cansada que no podrás replicarme cuando te pregunte".
El chico se acercó a uno de los árboles y su brazo tomó la forma de una guadaña negra, similar a la de la mismísima Parca. De un golpe seco, pasó la guadaña literalmente a través del tronco, mientras el filo brillaba con unas llamas rojizas y negras, y el pelo y los ojos del chico se tornaron del mismo color. Al terminar el movimiento, el chico apoyó la mano en el tronco y dio un pequeño empujón, haciendo que el finísimo corte se hiciera visible, y tirando el tronco al suelo.
- Árbol va... -murmuró, mientras su pelo y ojos volvían al color habitual, para un instante después, volverse dorados. Su cuerpo se recubrió por completo con unas llamas del mismo color, y el chico empezó a arrastrar el enorme tronco hacia el lugar donde montarían el refugio..
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El progreso por las pantanosas aguas fue mortal para la resistencia de la mujer, que agotada escucha al yonkaikyo. Levanta su mirada y ve al muchacho ya fuera de las pútridas aguas en una parcela de aparente tierra firme y sólida, lo suficientemente fuerte como para que la rubia dejara de batallar y pueda tomar un breve respiro. Así que con esas expectativas Titania se da prisa y sale del enorme charco hecho de barro, negra agua y cosas muertas, pero solamente para encontrarse de frente con una propuesta lógica y extenuante del peliblanco. A estas alturas es evidente que la joven no está, ni de lejos, acostumbrada a esfuerzos prolongados, al menos si tenían que ver con potencia muscular. Ella solía salir todas las mañanas a correr unos kilómetros, sí, pero nunca lo hizo con peso encima o arrastrando nada, puesto que lo único que la interesaba era el correr por mucho tiempo y huir así de cualquier peligro. Sin embrago ahora, pese no haber recorrido ni mil metros, está completamente cansada y con la respiración totalmente alterada.
-De... acuerdo- contestó la muchacha, aunque más bien se sienta un rato para coger aire.
La cazadora intenta inflar lo máximo posible sus pulmones, pero no lo consigue pues el olor que desprendían las ajenas aguas era tan mortal que impedía recuperarse correctamente del agotamiento sufrido por el camino. Tose al percibir que no le llega suficiente oxigeno a sus células y, por lo tanto, poco a poco sus ojos se van quedando cerrados; se siente muy ahogada. No obstante se niega a aceptar la realidad. Hace un tremendo esfuerzo y llena por completo sus órganos de respiración para después soltar todo el gas tóxico que ha inhalado, vomitando seguidamente pero repitiendo el proceso una vez más.
-No... no te... lo... voy a perdonar... hijo de...- intenta decir aquello la chica entre jadeos.
Pocos minutos más tarde, y casi sin quererlo, observa al cazador llevar un tronco de árbol completamente ennegrecido a pulso. El hombre no usa poleas, ni cuerdas, ni nada parecido para transportar el pesado cuerpo muerto de madera hasta la localización donde construirían el refugio. Este hecho consigue sorprender gratamente a la rubia, que levantándose toma camino hasta uno de esos grandes árboles de negro tronco y hojas muertas. Seguramente la mujer no consiga derribar con tanta facilidad como su compañero esa pieza, es lo más probable dadas las circunstancias, mas lo intentaría con todas sus fuerzas y recursos, ya que su orgullo así se lo dicta.
Alza la cabeza y admira la altura del robusto tronco, tragando saliva y preparándose para lo que será un fracaso en mayúsculas. No obstante siempre cabe la probabilidad de la sorpresa, la suerte o la casualidad.
-¡¡Árbol va!!- grita alzando su puño y golpeando brutalmente contra el tronco.
En seguida se escucha un "crack", mas no venía de la gigantesca y dura madera. Los siguientes gritos de dolor provenientes de la mujer indican que su mano se ha dislocado o, peor, roto. Pero no pasan más de unos segundos cuando la muchacha se agarra la mano y con la otra se recoloca todo lo aparentemente destruido de su puño, demostrando valor y la sangre fría suficiente para no perder los estribos y poder continuar con su tarea. Lo último que quieres es quedar en evidencia delante de Byakuro. No piensa quedarse atrás y va a conseguir derrumbar todos los troncos necesarios, aunque se rompa las manos.
Sube decidida su otra mano y, apretando con rabia su puño, procura concentrarse en el golpe todo lo que puede. Ignora si puede usar su nuevo poder de la Akuma en esos momentos, sin embargo le da igual. No va a rendirse. Así que, con los ojos cerrados y lista para lanzar su puñetazo, no espera más y lleva su mano cerrada hasta la superficie oscura del árbol para hacerlo caer de una vez por todas.
-¡Aah!- vuelve a gritar mientras su mano impacta furiosa contra el tronco.
Por alguna razón que no llega a comprender ella misma, no consigue desplomar el gran pedazo de madera anclado en el difunto suelo. El efecto y resultado inmediato de todo su odio concentrado en un único golpe es conseguir que unas hojas marrones vuelen de la copa del árbol, a la vez que no se ha hecho ningún tipo de daño a su extremidad. Sin duda algo ha pasado y Titania no va a descansar hasta descubrir el porqué en esta ocasión no ha habido daño a su puño, puesto que es algo tan extraño como el hecho que no se haya caído el tronco.
-Mierda...- susurra pensativa la rubia, mirando fijamente la negruzca madera.
-De... acuerdo- contestó la muchacha, aunque más bien se sienta un rato para coger aire.
La cazadora intenta inflar lo máximo posible sus pulmones, pero no lo consigue pues el olor que desprendían las ajenas aguas era tan mortal que impedía recuperarse correctamente del agotamiento sufrido por el camino. Tose al percibir que no le llega suficiente oxigeno a sus células y, por lo tanto, poco a poco sus ojos se van quedando cerrados; se siente muy ahogada. No obstante se niega a aceptar la realidad. Hace un tremendo esfuerzo y llena por completo sus órganos de respiración para después soltar todo el gas tóxico que ha inhalado, vomitando seguidamente pero repitiendo el proceso una vez más.
-No... no te... lo... voy a perdonar... hijo de...- intenta decir aquello la chica entre jadeos.
Pocos minutos más tarde, y casi sin quererlo, observa al cazador llevar un tronco de árbol completamente ennegrecido a pulso. El hombre no usa poleas, ni cuerdas, ni nada parecido para transportar el pesado cuerpo muerto de madera hasta la localización donde construirían el refugio. Este hecho consigue sorprender gratamente a la rubia, que levantándose toma camino hasta uno de esos grandes árboles de negro tronco y hojas muertas. Seguramente la mujer no consiga derribar con tanta facilidad como su compañero esa pieza, es lo más probable dadas las circunstancias, mas lo intentaría con todas sus fuerzas y recursos, ya que su orgullo así se lo dicta.
Alza la cabeza y admira la altura del robusto tronco, tragando saliva y preparándose para lo que será un fracaso en mayúsculas. No obstante siempre cabe la probabilidad de la sorpresa, la suerte o la casualidad.
-¡¡Árbol va!!- grita alzando su puño y golpeando brutalmente contra el tronco.
En seguida se escucha un "crack", mas no venía de la gigantesca y dura madera. Los siguientes gritos de dolor provenientes de la mujer indican que su mano se ha dislocado o, peor, roto. Pero no pasan más de unos segundos cuando la muchacha se agarra la mano y con la otra se recoloca todo lo aparentemente destruido de su puño, demostrando valor y la sangre fría suficiente para no perder los estribos y poder continuar con su tarea. Lo último que quieres es quedar en evidencia delante de Byakuro. No piensa quedarse atrás y va a conseguir derrumbar todos los troncos necesarios, aunque se rompa las manos.
Sube decidida su otra mano y, apretando con rabia su puño, procura concentrarse en el golpe todo lo que puede. Ignora si puede usar su nuevo poder de la Akuma en esos momentos, sin embargo le da igual. No va a rendirse. Así que, con los ojos cerrados y lista para lanzar su puñetazo, no espera más y lleva su mano cerrada hasta la superficie oscura del árbol para hacerlo caer de una vez por todas.
-¡Aah!- vuelve a gritar mientras su mano impacta furiosa contra el tronco.
Por alguna razón que no llega a comprender ella misma, no consigue desplomar el gran pedazo de madera anclado en el difunto suelo. El efecto y resultado inmediato de todo su odio concentrado en un único golpe es conseguir que unas hojas marrones vuelen de la copa del árbol, a la vez que no se ha hecho ningún tipo de daño a su extremidad. Sin duda algo ha pasado y Titania no va a descansar hasta descubrir el porqué en esta ocasión no ha habido daño a su puño, puesto que es algo tan extraño como el hecho que no se haya caído el tronco.
-Mierda...- susurra pensativa la rubia, mirando fijamente la negruzca madera.
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Byakuro deja el tronco en el lugar que le corresponde y las llamas doradas desaparecen de su cuerpo. El cazador jadea por el esfuerzo. Ha debido lograr arrastrar casi una tonelada, algo impensable para un ser humano promedio. Se sienta sobre el tronco para recuperar el aliento mientras observa en silencio a Titania en sus intentos por romper el árbol.
- Tal vez tu poder sea útil ahora. -le dice desde su posición. Acaba de ver cómo la chica se recoloca la mano dislocada y observa el segundo golpe, que si bien no ha logrado derribar el árbol, al menos no ha tenido efectos tan nocivos en la mano de la chica.
Viéndose un poco más recuperado, el chico se levanta y se dirige al lugar donde está la mujer, colocándose a su lado. Observa la zona del árbol donde el puño ha impactado. La corteza está resquebrajada por el impacto, pero el tronco parece seguir en su sitio, sólido y firme. Los brazos del cazador se cubren de un tono negro metalizado, mientras apoya las manos en el tronco. Entonces, empieza a empujar, lo que genera crujidos de la madera al ser desgarrada.
- Mmmm... es un tronco duro -dice tras unos segundos, dejando de empujar-. ¿Aún no has logrado utilizar el haki? -la mira a los ojos-. Sí, sé que lo usaste la otra vez, cuando peleamos contra Azul... tal vez sería un buen momento para mostrármelo -el hombre lo miró con una media sonrisa, para provocarla-. Eso... o dormir abrazada a mí.
Esperaba que aquello fuera suficiente para hacerla reaccionar. Y si no lograba derribar el tronco, bueno... ya pensaría en algún modo de ayudarla con el tema del haki. Al fin y al cabo, tenían un mes por delante.
- Tal vez tu poder sea útil ahora. -le dice desde su posición. Acaba de ver cómo la chica se recoloca la mano dislocada y observa el segundo golpe, que si bien no ha logrado derribar el árbol, al menos no ha tenido efectos tan nocivos en la mano de la chica.
Viéndose un poco más recuperado, el chico se levanta y se dirige al lugar donde está la mujer, colocándose a su lado. Observa la zona del árbol donde el puño ha impactado. La corteza está resquebrajada por el impacto, pero el tronco parece seguir en su sitio, sólido y firme. Los brazos del cazador se cubren de un tono negro metalizado, mientras apoya las manos en el tronco. Entonces, empieza a empujar, lo que genera crujidos de la madera al ser desgarrada.
- Mmmm... es un tronco duro -dice tras unos segundos, dejando de empujar-. ¿Aún no has logrado utilizar el haki? -la mira a los ojos-. Sí, sé que lo usaste la otra vez, cuando peleamos contra Azul... tal vez sería un buen momento para mostrármelo -el hombre lo miró con una media sonrisa, para provocarla-. Eso... o dormir abrazada a mí.
Esperaba que aquello fuera suficiente para hacerla reaccionar. Y si no lograba derribar el tronco, bueno... ya pensaría en algún modo de ayudarla con el tema del haki. Al fin y al cabo, tenían un mes por delante.
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El resoplido que regala la mujer de los ojos azules claros al aire es escuchado por su compañero, pues antes de que se pudiera dar cuenta lo tenía al lado. Sin embrago no parece querer esconder sus emociones. Está frustrada por el fracaso en su intento de abatir al gran árbol, pero al menos agradece el no tener la mano rota. Titania es consciente de las consecuencias que traería estar lesionada en un sitio así, puesto que oscilan entre la muerte y la tortura física y mental por gracia de los tediosos mosquitos.
-Aunque quiera, no puedo usar eso que llamas Haki- respondió la joven, recordando su última batalla.
Por primera vez en semanas, se ve incapaz de repetir una hazaña como la hecha en la isla del templo del fuego, ya que sus sentimientos no acompañan los que sintió ese día al golpear a Azul o al Ciervo Volador. Tampoco es que la vida de la cazadora corriera peligro par despertar de nuevo esa fuerza sobrehumana de la que disfrutó por un minuto, ya que su adversario estaba inmóvil delante de ella. No obstante lo que resultaba más deprimente de todo ello, es que ni la provocación del peliblanco parece hacer efecto en la mentalidad de la chica. Resultaba perturbador el hecho que Titania aceptara como castigo aquello, pasar la noche abrazada al yonkaikyo. Mas pronto se pudo ver que no, las cosas no cambian tan fácilmente.
-Dime cómo utilizar el Haki en cualquier momento- dice la rubia, girándose para mirar a los ojos al tipo.
La cazadora de recompensas entiende entonces que puede estar eternamente dando golpes al tronco, pero si no sabe lo que busca no tendrá ningún efecto en ella. Eso era demasiado estúpido como para intentarlo, sería como esperar que una bestia salvaje intentara realizar una poseía: inútil. Pero si Byakuro le revela qué es exactamente un Haki y, sobretodo, como usarlo en todas las ocasiones, en aquel momento ella podrá pretender dominar esa fuerza. Como en todos los poderes, es de esperar que se necesiten algo más que sentimientos para conseguir un poder superior; de lo contrario, menuda perdida de tiempo.
-Aunque quiera, no puedo usar eso que llamas Haki- respondió la joven, recordando su última batalla.
Por primera vez en semanas, se ve incapaz de repetir una hazaña como la hecha en la isla del templo del fuego, ya que sus sentimientos no acompañan los que sintió ese día al golpear a Azul o al Ciervo Volador. Tampoco es que la vida de la cazadora corriera peligro par despertar de nuevo esa fuerza sobrehumana de la que disfrutó por un minuto, ya que su adversario estaba inmóvil delante de ella. No obstante lo que resultaba más deprimente de todo ello, es que ni la provocación del peliblanco parece hacer efecto en la mentalidad de la chica. Resultaba perturbador el hecho que Titania aceptara como castigo aquello, pasar la noche abrazada al yonkaikyo. Mas pronto se pudo ver que no, las cosas no cambian tan fácilmente.
-Dime cómo utilizar el Haki en cualquier momento- dice la rubia, girándose para mirar a los ojos al tipo.
La cazadora de recompensas entiende entonces que puede estar eternamente dando golpes al tronco, pero si no sabe lo que busca no tendrá ningún efecto en ella. Eso era demasiado estúpido como para intentarlo, sería como esperar que una bestia salvaje intentara realizar una poseía: inútil. Pero si Byakuro le revela qué es exactamente un Haki y, sobretodo, como usarlo en todas las ocasiones, en aquel momento ella podrá pretender dominar esa fuerza. Como en todos los poderes, es de esperar que se necesiten algo más que sentimientos para conseguir un poder superior; de lo contrario, menuda perdida de tiempo.
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El chico mueve afirmativamente la cabeza. Puede enseñarle a utilizar el haki, al fin y al cabo no sería la primera vez que lo hace. Se preguntó qué sería de Guldrik, no había vuelto a ver a aquel hombre.
- Bien... en primer lugar debes entender qué es el haki -el chico se acercó al árbol- y cuántos tipos hay -el cazador imbuyó su pierna en un aura negra metalizada, y de una patada partió el tronco en dos, haciendo que el árbol cayese al lado de los dos-. El primero de ellos es el haki de la armadura, que es el que tú has usado ya en una ocasión. El segundo... -el cazador cerró los ojos, detectando las auras a su alrededor, y de un rápido movimiento de mano, agarró un pequeño mosquito que orbitaba su cabeza- es el haki de la visión, que te permite ver el mundo que te rodea de otro modo. Y el último de todos... -la presencia de Byakuro se expandió hasta rodear a Titania. Era una sensación abrumadora, pero el cazador se estaba conteniendo. Con una diferencia tal entre ambos, si hubiera querido la habría podido intimidar hasta el punto de desmayarla-. Es el haki del conquistador.
Byakuro soltó al mosquito y dejó que el animal siguiera volando. Luego, abrió los ojos y miró a Titania con intensidad. Tras unos segundos, habló de nuevo.
- Estas son las formas de manifestar el haki. Y ahora viene lo importante. El haki es una representación de tu voluntad. Tienes que tener la voluntad de lograr algo para que así puedas utilizarlo -el chico imbuyó su cuerpo en llamas doradas, y sus ojos adquirieron una tonalidad tornasol. Agarró el tronco y empezó a moverlo hacia el campamento-. Prepárate, porque este mes vamos a entrenar muy duro para que puedas lograrlo. Oh, y... -se giró hacia ella- hoy duermes conmigo.
- Bien... en primer lugar debes entender qué es el haki -el chico se acercó al árbol- y cuántos tipos hay -el cazador imbuyó su pierna en un aura negra metalizada, y de una patada partió el tronco en dos, haciendo que el árbol cayese al lado de los dos-. El primero de ellos es el haki de la armadura, que es el que tú has usado ya en una ocasión. El segundo... -el cazador cerró los ojos, detectando las auras a su alrededor, y de un rápido movimiento de mano, agarró un pequeño mosquito que orbitaba su cabeza- es el haki de la visión, que te permite ver el mundo que te rodea de otro modo. Y el último de todos... -la presencia de Byakuro se expandió hasta rodear a Titania. Era una sensación abrumadora, pero el cazador se estaba conteniendo. Con una diferencia tal entre ambos, si hubiera querido la habría podido intimidar hasta el punto de desmayarla-. Es el haki del conquistador.
Byakuro soltó al mosquito y dejó que el animal siguiera volando. Luego, abrió los ojos y miró a Titania con intensidad. Tras unos segundos, habló de nuevo.
- Estas son las formas de manifestar el haki. Y ahora viene lo importante. El haki es una representación de tu voluntad. Tienes que tener la voluntad de lograr algo para que así puedas utilizarlo -el chico imbuyó su cuerpo en llamas doradas, y sus ojos adquirieron una tonalidad tornasol. Agarró el tronco y empezó a moverlo hacia el campamento-. Prepárate, porque este mes vamos a entrenar muy duro para que puedas lograrlo. Oh, y... -se giró hacia ella- hoy duermes conmigo.
Titania
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Comprender todas las formas del Haki es la primera lección de Titania en esta materia, la cual no pasaría mucho tiempo sin una demostración demasiado ruidosa y aparatosa por cortesía del peliblanco. Todo apunta que ella, hace unos días, había usado algo llamado Haki de Armadura contra el gigantesco bicho y el capitán pirata, pero desde luego que no fue lo suficientemente fuerte. La evidencia de este hecho se vio clara en el momento que Byakuro tornó su pierna de un color negro muy brillante, como la piel del demonio mismo, y partió de una patada horizontal el robusto árbol de corteza oscura e impenetrable para la rubia. Pero ahí no acabó la cosa, ya que la segunda forma quedó demostrada con la caza al vuelo de un diminuto mosquito que revoloteaba por la cabeza del yonkaikyo. El hombre lo llamó Haki de Visión e indicaba que con ese poder el mundo se veía distinto, quizás más ralentizado o de forma que diera una ventaja abrumadora en un combate a todas las distancias. Sin embargo el colapso del entendimiento de la mujer fue, sin lugar a dudas, en el instante que el líder cazador manifestó lo que sería el Haki Conquistador; pues de pronto, el cuerpo de la muchacha se hizo más pesado y su respiración se debilitó.
-In... increíble...- alcanza a pronunciar la mujer, notoriamente extenuada y casi al borde del desmayo.
Ahora, en este preciso minuto, la chica de la mirada gélida comprende que está a años del hombre. Lo observa desde la lejanía, mirando como se lleva el árbol que ella no pudo derribar como si nada, pensando que los treinta días que la esperan van a cambiar su percepción del mundo y el poder que anhela con todas sus fuerzas, puesto que si esas formas tienen como base la voluntad humana... no se puede esperar menos que ella consiga dominar al menos una, y esa será aquella que ya tiene cierta familiaridad: El Haki de Armadura. Aunque antes está, de igual manera, su Akuma no Mi; aprender sus entresijos será un factor importante ahora, ya que podrá decidir batallas con un solo uso de la Gura Gura no Mi.
-No estaré a tu sombra por mucho tiempo, Byakuro- comenta para sí misma la muchacha.
A continuación, y a la par que se recupera, se acerca hasta otro enorme y poderoso árbol. La madera de éste tiene aspecto de ser fuerte como el hierro, y unas raíces extremadamente ancladas al suelo negro que pisan ambos, con lo que se puede esperar que será un interesante adversario para moldear su voluntad y comprobar si es tan fuerte como dice el capitán del Black Lotus.
-Interesantes formas tiene la tenacidad humana... Vamos a ver la mía propia- dice la muchacha, a solas.
Cierra los ojos y, mientras siente en su piel las innumerables picaduras de los mosquitos, inicia el proceso para asestar otro golpe como el de antes. La mujer ha comprendido las palabras del peliblanco, ahora sólo tiene que aplicar su voluntad a los golpes y su anhelo de poder al impacto. Tal vez con todo eso pueda adquirir la fuerza necesaria para ejecutar, de la misma manera que lo hizo su capitán, su tarea de tumbar troncos con un peso superior por cien al de un ser humano estándar. Mas el curso del golpe es más complicado de lo que parece desde afuera, ya que por los bichos es imposible concentrarse debidamente.
Titania lleva en posición de golpear unos largos minutos, procurando condensar sus emociones en su puño y precipitar todos esos sentimientos en una única acción ofensiva; no obstante es francamente difícil obtener el grado de introspección con los jodidos mosquitos dándose un festín con la cálida sangre de la muchacha, puesto que su atención se va a querer apartarlos y rascarse las rojizas picaduras que dejan.
-¡Hijos de puta!- exclama insultando a los mosquitos la joven, a la vez que lanza su puño al negro tronco.
En esta ocasión una pequeña aura rodea una parte mínima de la mano de la joven, pero es insuficiente dado al impactar en la negruzca corteza poco o nada hace. Unas brechas se forman en la zona del golpe y unas hojas caen débiles, pero poco más. De nuevo el resultado se repite. Sin embargo el consuelo de la rubia es que siente que ha dado más fuerte, y que la madera se ha movido un poco entre otras cosas.
-Como mínimo progreso algo- se dijo la muchacha a la par que alistaba otro puñetazo.
-In... increíble...- alcanza a pronunciar la mujer, notoriamente extenuada y casi al borde del desmayo.
Ahora, en este preciso minuto, la chica de la mirada gélida comprende que está a años del hombre. Lo observa desde la lejanía, mirando como se lleva el árbol que ella no pudo derribar como si nada, pensando que los treinta días que la esperan van a cambiar su percepción del mundo y el poder que anhela con todas sus fuerzas, puesto que si esas formas tienen como base la voluntad humana... no se puede esperar menos que ella consiga dominar al menos una, y esa será aquella que ya tiene cierta familiaridad: El Haki de Armadura. Aunque antes está, de igual manera, su Akuma no Mi; aprender sus entresijos será un factor importante ahora, ya que podrá decidir batallas con un solo uso de la Gura Gura no Mi.
-No estaré a tu sombra por mucho tiempo, Byakuro- comenta para sí misma la muchacha.
A continuación, y a la par que se recupera, se acerca hasta otro enorme y poderoso árbol. La madera de éste tiene aspecto de ser fuerte como el hierro, y unas raíces extremadamente ancladas al suelo negro que pisan ambos, con lo que se puede esperar que será un interesante adversario para moldear su voluntad y comprobar si es tan fuerte como dice el capitán del Black Lotus.
-Interesantes formas tiene la tenacidad humana... Vamos a ver la mía propia- dice la muchacha, a solas.
Cierra los ojos y, mientras siente en su piel las innumerables picaduras de los mosquitos, inicia el proceso para asestar otro golpe como el de antes. La mujer ha comprendido las palabras del peliblanco, ahora sólo tiene que aplicar su voluntad a los golpes y su anhelo de poder al impacto. Tal vez con todo eso pueda adquirir la fuerza necesaria para ejecutar, de la misma manera que lo hizo su capitán, su tarea de tumbar troncos con un peso superior por cien al de un ser humano estándar. Mas el curso del golpe es más complicado de lo que parece desde afuera, ya que por los bichos es imposible concentrarse debidamente.
Titania lleva en posición de golpear unos largos minutos, procurando condensar sus emociones en su puño y precipitar todos esos sentimientos en una única acción ofensiva; no obstante es francamente difícil obtener el grado de introspección con los jodidos mosquitos dándose un festín con la cálida sangre de la muchacha, puesto que su atención se va a querer apartarlos y rascarse las rojizas picaduras que dejan.
-¡Hijos de puta!- exclama insultando a los mosquitos la joven, a la vez que lanza su puño al negro tronco.
En esta ocasión una pequeña aura rodea una parte mínima de la mano de la joven, pero es insuficiente dado al impactar en la negruzca corteza poco o nada hace. Unas brechas se forman en la zona del golpe y unas hojas caen débiles, pero poco más. De nuevo el resultado se repite. Sin embargo el consuelo de la rubia es que siente que ha dado más fuerte, y que la madera se ha movido un poco entre otras cosas.
-Como mínimo progreso algo- se dijo la muchacha a la par que alistaba otro puñetazo.
Byakuro Kyoya
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Byakuro arrastró el segundo tronco hasta el lugar en el que montaría el refugio improvisado. Durante las siguientes tres horas, el chico se dedicó a partir ramas para hacer el refugio. Cortó las más pequeñas e inútiles y repartió las demás en dos montones. Luego partió en dos uno de los troncos y lo utilizó de base. El otro lo colocó a modo de viga. Y luego, el resto de ramas y palos los colocó a modo de techo y paredes. El resultado final era una especie de pequeña caseta de palos, abierta por uno de los lados, pero lo suficientemente espaciosa para que ambos pudieran dormir sin mojarse si llovía. El cazador sonrió, satisfecho, y observó a Titania, frente al árbol. No había avanzado mucho, la verdad.
- Voy a por unas hojas para cubrir esto... -dijo, a modo de despedida, antes de salir volando en dirección al sur, donde un pequeño bosque se encontraba. Avanzaba por el aire, impulsándose con pequeños estallidos, hasta llegar al lugar.
Estuvo un rato recogiendo ramas y musgo del bosquecillo, antes de regresar. El día llegaba a su culmen, y el sol brillaba en lo más alto, con una luz mortecina. "Vaya... qué agradable" pensó el chico con ironía antes de que el estómago le rugiese. "Y encima tengo hambre..." suspiró, mientras aterrizaba y seguía con el refugio.
- Voy a por unas hojas para cubrir esto... -dijo, a modo de despedida, antes de salir volando en dirección al sur, donde un pequeño bosque se encontraba. Avanzaba por el aire, impulsándose con pequeños estallidos, hasta llegar al lugar.
Estuvo un rato recogiendo ramas y musgo del bosquecillo, antes de regresar. El día llegaba a su culmen, y el sol brillaba en lo más alto, con una luz mortecina. "Vaya... qué agradable" pensó el chico con ironía antes de que el estómago le rugiese. "Y encima tengo hambre..." suspiró, mientras aterrizaba y seguía con el refugio.
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La brisa putrefacta y moribunda recorre la isla entera, llegando más temprano que tarde al rostro de una Titania pensativa. La muchacha de la corta melena está posicionada para coger el máximo impulso posible sin separarse más de un metro y medio de su adversario, un árbol de incontables metros de altura e igual de ancho casi que una montaña. Respira profundamente y suelta el aire tranquila. Procura recordar sus emociones en el templo de fuego mientras, atenta en el presente, intenta lidiar lo mejor que puede con las irritantes picaduras de los infinitos mosquitos que la acosan sin parar desde que pisó la negruzca tierra del islote; y es que lo a este lugar lo que le falta de acogedor y sencillamente habitable, le sobra de pesadillesco, molesto e insufrible. Pero algo bueno tendrá...
Concentrada separa un poco más sus piernas y, por última vez antes del choque, coge aire. A estas alturas su olor ya no la afecta, pues se ha acostumbrado al ambiente. Medita sobre la posible muerte que pudo haber tenido en su penúltima aventura, sobre las situaciones tan descabelladas que vivido desde que está subida junto al Byakuro y Lowell en el Black Lotus, y, también, acerca de la cantidad de momentos sorprendes, frustrantes y rocambolescos. Sin embargo llega a la conclusión que todo lo vivo hasta el día de hoy la han llevado allí, a quedarse de pie frente a un pedazo de madera oscura para partirla por la mitad y dejar de ser una molestia. Se auto-convence que si no es capaz de hacer algo así, para qué seguir el viaje.
-¡Cae!- exclama a la vez que tira su puño contra la corteza negra, de nuevo.
Su mano se dirige imparable y directa hacia el tronco inmóvil, recubierta por una aura blanca semi transparente que forma una esfera un poco más pequeña que la última vez que lo intentó. En un primer momento no entiende qué era eso, ya que nunca antes ha notado aquello en sus manos, no obstante, y una vez golpea con todo al árbol, consigue entender de qué se trataba. Llega al a hipótesis siguiente: El recubrimiento negro que invadió la pierna del cazador era una versión entrenada y refinada de lo que estaba viendo poco a poco en su mano; una especie de primer contacto que con el paso de los intentos va ir ajustándose a su extremidad, hasta al final obtener el color que vio en la patada de su capitán.
Esta idea cobró mucha fuerza en la cabeza de Titania en el instante que vio el resultado de su puñetazo. La piel del árbol, por llamarla de alguna manera, está totalmente destruida y, una vez pasada ésta, se puede observar como el golpe en cuestión ha llegado a hacer mucho daño en la férrea madera. Pero lo más increíble de todo, y lo que más agrada a la rubia, es que su puño no tiene rastro de la colisión sufrida.
-¡Sí!- se dice a sí misma, mostrando en la ausencia del peliblanco algo de satisfacción.
Concentrada separa un poco más sus piernas y, por última vez antes del choque, coge aire. A estas alturas su olor ya no la afecta, pues se ha acostumbrado al ambiente. Medita sobre la posible muerte que pudo haber tenido en su penúltima aventura, sobre las situaciones tan descabelladas que vivido desde que está subida junto al Byakuro y Lowell en el Black Lotus, y, también, acerca de la cantidad de momentos sorprendes, frustrantes y rocambolescos. Sin embargo llega a la conclusión que todo lo vivo hasta el día de hoy la han llevado allí, a quedarse de pie frente a un pedazo de madera oscura para partirla por la mitad y dejar de ser una molestia. Se auto-convence que si no es capaz de hacer algo así, para qué seguir el viaje.
-¡Cae!- exclama a la vez que tira su puño contra la corteza negra, de nuevo.
Su mano se dirige imparable y directa hacia el tronco inmóvil, recubierta por una aura blanca semi transparente que forma una esfera un poco más pequeña que la última vez que lo intentó. En un primer momento no entiende qué era eso, ya que nunca antes ha notado aquello en sus manos, no obstante, y una vez golpea con todo al árbol, consigue entender de qué se trataba. Llega al a hipótesis siguiente: El recubrimiento negro que invadió la pierna del cazador era una versión entrenada y refinada de lo que estaba viendo poco a poco en su mano; una especie de primer contacto que con el paso de los intentos va ir ajustándose a su extremidad, hasta al final obtener el color que vio en la patada de su capitán.
Esta idea cobró mucha fuerza en la cabeza de Titania en el instante que vio el resultado de su puñetazo. La piel del árbol, por llamarla de alguna manera, está totalmente destruida y, una vez pasada ésta, se puede observar como el golpe en cuestión ha llegado a hacer mucho daño en la férrea madera. Pero lo más increíble de todo, y lo que más agrada a la rubia, es que su puño no tiene rastro de la colisión sufrida.
-¡Sí!- se dice a sí misma, mostrando en la ausencia del peliblanco algo de satisfacción.
- ¿Por qué Editar? [off rol]:
- - Edité el post para corregir un par de fallos ortográficos, nada más. Gracias~
Byakuro Kyoya
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Byakuro había terminado su obra maestra de ingeniería rupestre. Puso los brazos en jarras y sonrió satisfecho mientras observaba a Titania golpear el árbol. La escuchó exclamar algo, y el árbol tembló ligeramente, provocando una caída de hojas podridas por la humedad.
- Vaya... enhorabuena. -sonrió el cazador mientras se acercaba a felicitar a la chica, que no parecía dolorida por el puñetazo. Tal vez había logrado algún avance importante.
El cazador se agachó y observó de cerca el agujero en la corteza negra del árbol. No había sido un golpe muy devastador, pero había logrado abrir una brecha en las madera, y ese era un buen comienzo. El chico miró a la mujer a los ojos y decidió hacer una cosa. Se acercó veloz a ella y le dió un apasionado beso en los labios, apretándose contra ella. Tras unos segundos, se separó y dijo:
- Me gusta como saben tus labios... -sonrió, mientras centraba su mantra en la rubia, previendo todos sus movimientos. En cuanto lo intentase atacar, simplemente tomaría forma intangible, haciendo así que fuera intocable por ella.
Si la chica le atacaba y se daba cuenta de ello, el cazador diría:
- Otra utilidad del haki armadura es la capacidad de tocar el cuerpo físico de los usuarios logia, por lo que es un arma a tener en cuenta. -el chico sonrió de nuevo y ya con un tono más amigable, le dijo-. Buscaré algo de cenar. Puedes seguir pegándote con el árbol o ir a descansar un rato al refugio... -dicho esto, el chico empezó a correr por la zona de lagos, buscando algo que llevarse a la boca.
Tras media hora cazando cangrejos, el chico regresó al campamento con un montón de crustáceos de color verduzco. Encendió una fogata con un poco de su tinta inflamable y los empezó a cocinar, para terminar tendiéndole uno a Titania.
- Vaya... enhorabuena. -sonrió el cazador mientras se acercaba a felicitar a la chica, que no parecía dolorida por el puñetazo. Tal vez había logrado algún avance importante.
El cazador se agachó y observó de cerca el agujero en la corteza negra del árbol. No había sido un golpe muy devastador, pero había logrado abrir una brecha en las madera, y ese era un buen comienzo. El chico miró a la mujer a los ojos y decidió hacer una cosa. Se acercó veloz a ella y le dió un apasionado beso en los labios, apretándose contra ella. Tras unos segundos, se separó y dijo:
- Me gusta como saben tus labios... -sonrió, mientras centraba su mantra en la rubia, previendo todos sus movimientos. En cuanto lo intentase atacar, simplemente tomaría forma intangible, haciendo así que fuera intocable por ella.
Si la chica le atacaba y se daba cuenta de ello, el cazador diría:
- Otra utilidad del haki armadura es la capacidad de tocar el cuerpo físico de los usuarios logia, por lo que es un arma a tener en cuenta. -el chico sonrió de nuevo y ya con un tono más amigable, le dijo-. Buscaré algo de cenar. Puedes seguir pegándote con el árbol o ir a descansar un rato al refugio... -dicho esto, el chico empezó a correr por la zona de lagos, buscando algo que llevarse a la boca.
Tras media hora cazando cangrejos, el chico regresó al campamento con un montón de crustáceos de color verduzco. Encendió una fogata con un poco de su tinta inflamable y los empezó a cocinar, para terminar tendiéndole uno a Titania.
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La tierra en sus pies está quieta, al igual que el negro tronco del tétrico árbol, a la par que lo están las aguas que rodean el lugar. Los mosquitos revolotean allá donde por donde van, asentándose a veces en la blanca piel de la mujer y alimentándose de la cálida sangre de la misma. Todo mientras ella, la rubia de mirada glacial, se encontraba concentrada y con el ceño fruncido. Desde hace un buen rato que busca el estado perfecto para reunir toda su rabia, temor y ambición, en un solo punto de su puño; el cual prepara desde una posición perfecta para asestar el mortífero golpe, no muy lejos de la clara madera a abatir.
-¡Tsk!- refunfuña molesta la mujer, pues los mosquitos no le dan ningún descanso.
Vuelve a intentar concentrarse a la vez que, contrariamente casi, rememora la sensación de ahogamiento que tuvo en los segundos que Azul, el pirata que cazó hace no mucho, la sujetaba en las alturas por la garganta. La fatiga de querer librarse fue aquello que la salvó en ese momento, dado que desde su interior la joven sacó esa fuerza sobrehumana para no morir, mientras ahora sencillamente intenta despertar otra vez esa triste emoción con el único fin aprovecharla nuevamente. Sin embargo... algo sigue fallando.
Otro puñetazo vuela libre hacia el poderoso tronco, efectuando un impacto sonoro que hizo crujir levemente al árbol pero poco más. Nuevamente las hojas muertas se deslizan en el aire, posándose más tarde en la cabeza de Titania como burlándose de su mala suerte o su falta de energía en la voluntad.
La cazadora de recompensas suspira bastante agotada y con grandes abismos de falta de ganas por continuar, pero se recupera "milagrosamente" al oír las pocas ramas del suelo romperse al pesado paso de Byakuro. No obstante, y cuando la muchacha iba a retornar a su posición inicial de combate, el hombre de aspecto cada vez más poderosos a los ojos de ella habla. La felicita por sus visibles avances, acercándose a la destruida corteza del tronco para comprobar que efectivamente está hecha pedazos. Mas lo siguiente no se lo habría imaginado jamás Titania, ya que cuando se quiso dar cuenta era demasiado tarde. Lo único que siente la muchacha son los labios del peliblanco juntarse bruscamente contra los suyos, de mala manera y movidos horriblemente, para luego de unos instantes, donde básicamente él solo hacía todo, separarse y hacerse el interesante con una estúpida frase a la que ella responde, a su manera claro está:
-Normal que te gusten, por lo que es mi lengua ni la has tocado. No sabes besar-. Su tono era bastante neutral en la contestación, como si hubiera pasado algo de cada día. -Anda, ven aquí-. Tras decir eso le obsequia al cazador un banco de golpes. Primero a la barriga pero va subiendo, hasta llegar a la cara.
La golpiza que ofrece la mujer de cabello corto y rubia al hombre es legendaria. La velocidad de sus puños en el momento de impacta en el viscoso cuerpo de su adversario es atípica, puesto que ella jamás se vio obligada a realizar tales actos a nadie. La tinta chorrea por todos lados. La cabeza del imbécil muchacho se deshace y se vuelve a rehacer, para de nuevo ser destruida como resultado de la ira de la joven. Sin embargo la cazarrecompensas más tarde que pronto se da cuenta de una cosa fundamental, y es que su pervertido compañero a penas recibe daño. Sí, la chica lo destroza, pero éste se vuelve a su posición inicial y no parece sufrir dolor alguno. Esto desanima y cansa a la ex prostituta, deteniendo la paliza al sujeto.
-Ha... habla... imbécil...- exige la joven mientras jadea, está totalmente agotada.
En aquel momento el asqueroso cazador le explica las singularidades del Haki de Armadura. Esto no hace más que emocionar a la joven, pues la motiva a conseguir lo antes posible tal poder para darle por fin una somanta de palos al idiota de Byakuro. No obstante ella misma reconoce que está cansada y dolorida. Aún siente en su mano derecha el dolor de los huesos dislocados, ya que aunque ahora estén bien puestos la aflicción sigue ahí. debe reposar un rato, seguramente más tarde podrá proseguir con el entrenamiento.
Sin darle más vueltas, la rubia se dirige al refugio que ha creado el yonkaikyo. Al llegar se echa al lado del fuego, y en poco menos de diez segundos se duerme profundamente, ignorante a cualquier cosa que pase a su alrededor. Pero de nuevo, y como si de una tortura se tratase, la pesadilla vuelve...
-¡Tsk!- refunfuña molesta la mujer, pues los mosquitos no le dan ningún descanso.
Vuelve a intentar concentrarse a la vez que, contrariamente casi, rememora la sensación de ahogamiento que tuvo en los segundos que Azul, el pirata que cazó hace no mucho, la sujetaba en las alturas por la garganta. La fatiga de querer librarse fue aquello que la salvó en ese momento, dado que desde su interior la joven sacó esa fuerza sobrehumana para no morir, mientras ahora sencillamente intenta despertar otra vez esa triste emoción con el único fin aprovecharla nuevamente. Sin embargo... algo sigue fallando.
Otro puñetazo vuela libre hacia el poderoso tronco, efectuando un impacto sonoro que hizo crujir levemente al árbol pero poco más. Nuevamente las hojas muertas se deslizan en el aire, posándose más tarde en la cabeza de Titania como burlándose de su mala suerte o su falta de energía en la voluntad.
La cazadora de recompensas suspira bastante agotada y con grandes abismos de falta de ganas por continuar, pero se recupera "milagrosamente" al oír las pocas ramas del suelo romperse al pesado paso de Byakuro. No obstante, y cuando la muchacha iba a retornar a su posición inicial de combate, el hombre de aspecto cada vez más poderosos a los ojos de ella habla. La felicita por sus visibles avances, acercándose a la destruida corteza del tronco para comprobar que efectivamente está hecha pedazos. Mas lo siguiente no se lo habría imaginado jamás Titania, ya que cuando se quiso dar cuenta era demasiado tarde. Lo único que siente la muchacha son los labios del peliblanco juntarse bruscamente contra los suyos, de mala manera y movidos horriblemente, para luego de unos instantes, donde básicamente él solo hacía todo, separarse y hacerse el interesante con una estúpida frase a la que ella responde, a su manera claro está:
-Normal que te gusten, por lo que es mi lengua ni la has tocado. No sabes besar-. Su tono era bastante neutral en la contestación, como si hubiera pasado algo de cada día. -Anda, ven aquí-. Tras decir eso le obsequia al cazador un banco de golpes. Primero a la barriga pero va subiendo, hasta llegar a la cara.
La golpiza que ofrece la mujer de cabello corto y rubia al hombre es legendaria. La velocidad de sus puños en el momento de impacta en el viscoso cuerpo de su adversario es atípica, puesto que ella jamás se vio obligada a realizar tales actos a nadie. La tinta chorrea por todos lados. La cabeza del imbécil muchacho se deshace y se vuelve a rehacer, para de nuevo ser destruida como resultado de la ira de la joven. Sin embargo la cazarrecompensas más tarde que pronto se da cuenta de una cosa fundamental, y es que su pervertido compañero a penas recibe daño. Sí, la chica lo destroza, pero éste se vuelve a su posición inicial y no parece sufrir dolor alguno. Esto desanima y cansa a la ex prostituta, deteniendo la paliza al sujeto.
-Ha... habla... imbécil...- exige la joven mientras jadea, está totalmente agotada.
En aquel momento el asqueroso cazador le explica las singularidades del Haki de Armadura. Esto no hace más que emocionar a la joven, pues la motiva a conseguir lo antes posible tal poder para darle por fin una somanta de palos al idiota de Byakuro. No obstante ella misma reconoce que está cansada y dolorida. Aún siente en su mano derecha el dolor de los huesos dislocados, ya que aunque ahora estén bien puestos la aflicción sigue ahí. debe reposar un rato, seguramente más tarde podrá proseguir con el entrenamiento.
Sin darle más vueltas, la rubia se dirige al refugio que ha creado el yonkaikyo. Al llegar se echa al lado del fuego, y en poco menos de diez segundos se duerme profundamente, ignorante a cualquier cosa que pase a su alrededor. Pero de nuevo, y como si de una tortura se tratase, la pesadilla vuelve...
- Posición de Combate, descripción gráfica:
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Byakuro ve que la chica no se mueve. Lo que en un principio había supuesto que era enfurruñamiento, ve que se trata de sueño. Un sueño no muy agradable, por lo que parece. El chico deja de lado la hoguera y los cangrejos y se quita la chaqueta para ponérsela por encima a la mujer y evitar que pase frío. Los pantanos no son lugares cálidos de noche, y lo último que quiere es que la mujer se enferme. Tras un rato, se pone a comer los cangrejos en silencio para no despertar a la mujer, hasta que las llamas se consumen y el cazador se recuesta al lado de ella. Se coloca a su espalda, atento a la mujer. No parece estar teniendo un sueño muy tranquilo. Durante un instante duda el si despertarla o no, pero tras pensárselo dos veces llega a la conclusión de que bastante mal se ha tomado el beso como para despertarla en medio de la noche. Poco a poco, cierra los ojos y se termina por dormir a duras penas.
A la mañana siguiente, una gran niebla ha aparecido en el pantano. El Shichibukai se frota los ojos, medio dormido, y se levanta en silencio, aún a ciegas...
- Ohayo, Titania-san... -dice, en medio de un pequeño bostezo, mientras estira los brazos. Es después de eso cuando abre los ojos y busca a su compañera en el campamento con la mirada.
A la mañana siguiente, una gran niebla ha aparecido en el pantano. El Shichibukai se frota los ojos, medio dormido, y se levanta en silencio, aún a ciegas...
- Ohayo, Titania-san... -dice, en medio de un pequeño bostezo, mientras estira los brazos. Es después de eso cuando abre los ojos y busca a su compañera en el campamento con la mirada.
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La oscuridad la asecha, rápida y sin descanso persigue a la muchacha allá donde va. La rubia huye lo más rápido que puede, pero es imposible salir de allí. Se esconde, salta por encima de los obstáculos, se desliza por debajo de las gigantescas vallas metálicas de la frontera e, incluso, entra en las casas rurales buscando cobijo. No obstante nada puede hacer, todo esfuerzo que realiza es inútil. La noche, oscura y fría, no hace otra cosa que dificultar los pocos pasos que da la joven antes de caer extenuada al suelo, buscando alguna ayuda gritando. Llama a Lowell y Byakuro, mas no responden; mientras a su espalda, el velo de oscuridad que la sigue se va aproximando más y más. Consume la tierra, el aire, y en definitiva todo lo que encuentra a su paso. Engulle edificios y objetos varios que lanza la mujer de cabello corto para ganar tiempo, sin embargo todo se acaba volviendo negro. El aliento gélido de la muerte vence a la cazadora.
En ese preciso instante Titania se despierta, alterada por la terrible pesadilla que aun la persigue noche tras noche. Hasta el día de hoy no comprende el porqué, sin embargo va atando cabos de lo que significa con cada terrible experiencia que este mal sueño le brinda. Tal vez, y de forma muy improbable, venga a decir que su fin está cerca, que el tipo que la persigue acabará cumpliendo su objetivo de pillarla y devolverla a su sitio de donde vino; como dice esa religión en sus textos: "Polvo eres y al polvo volverás".
-Mierda- susurra la mujer, colocando su mano en la cara mostrando un dolor de cabeza horrible.
Está sentada en el suelo, con la espalda algo curvada. Mueve la cabeza de lado a lado lentamente, aguantándola con su mano a la par que nota la presencia de su compañero a un costado. La neblina que se ha levantado el día de hoy a penas la deja ver los interiores del refugio, el cual nota la muchacha muy sorprendida con bastante solidez. La joven francamente no esperaba tantos recursos de supervivencia por parte del peliblanco, pero no se queja puesto que le han venido muy bien y gracias a eso ha podido dormir.
-¿Qué hora es?- se pregunta la rubia en voz baja, levantándose definitivamente y saliendo a fuera.
No repara los límites de la rustica cabaña y termina dando una vuelta por los alrededores, medio dormida y pensativa en todo lo ocurrido el día de ayer. Rememora con calma las palabras de su capitán cuando le explicó las tres formas de las voluntades, así como sus intentos por conseguir domar la primera: El Haki de Armadura. No obstante la cazadora de recompensas recuerda también que le fue muy complicado conseguir una pequeña mejora, confirmando finalmente que su mes allí va a ser muy duro y revelador.
Sumergida íntegramente en sus meditaciones y conclusiones, la cazadora se acaba dando un golpe contra el árbol que ayer estuvo golpeando con el fin de progresar en su técnica. Suelta un pequeño exclamo de dolor que no tarda en ser apaciguado por las caricias que se da en la zona impactada, alcanzando despertarse de una vez por todas. Luego observa calladamente la corteza negruzca del tronco, por primera vez en esta jornada, y ve con claridad la silueta de los puñetazos dados. La parte donde ayer estuvo acertando está completamente despellejada, dejando entrever el corazón de la madera y el autentico color del viejo árbol. Este hecho produce un sentimiento contradictorio en Titania, como tristeza.
-¿No hay otra manera?- se cuestiona la muchacha, posando sus dedos en la herida del oscuro tronco.
En ese preciso instante Titania se despierta, alterada por la terrible pesadilla que aun la persigue noche tras noche. Hasta el día de hoy no comprende el porqué, sin embargo va atando cabos de lo que significa con cada terrible experiencia que este mal sueño le brinda. Tal vez, y de forma muy improbable, venga a decir que su fin está cerca, que el tipo que la persigue acabará cumpliendo su objetivo de pillarla y devolverla a su sitio de donde vino; como dice esa religión en sus textos: "Polvo eres y al polvo volverás".
-Mierda- susurra la mujer, colocando su mano en la cara mostrando un dolor de cabeza horrible.
Está sentada en el suelo, con la espalda algo curvada. Mueve la cabeza de lado a lado lentamente, aguantándola con su mano a la par que nota la presencia de su compañero a un costado. La neblina que se ha levantado el día de hoy a penas la deja ver los interiores del refugio, el cual nota la muchacha muy sorprendida con bastante solidez. La joven francamente no esperaba tantos recursos de supervivencia por parte del peliblanco, pero no se queja puesto que le han venido muy bien y gracias a eso ha podido dormir.
-¿Qué hora es?- se pregunta la rubia en voz baja, levantándose definitivamente y saliendo a fuera.
No repara los límites de la rustica cabaña y termina dando una vuelta por los alrededores, medio dormida y pensativa en todo lo ocurrido el día de ayer. Rememora con calma las palabras de su capitán cuando le explicó las tres formas de las voluntades, así como sus intentos por conseguir domar la primera: El Haki de Armadura. No obstante la cazadora de recompensas recuerda también que le fue muy complicado conseguir una pequeña mejora, confirmando finalmente que su mes allí va a ser muy duro y revelador.
Sumergida íntegramente en sus meditaciones y conclusiones, la cazadora se acaba dando un golpe contra el árbol que ayer estuvo golpeando con el fin de progresar en su técnica. Suelta un pequeño exclamo de dolor que no tarda en ser apaciguado por las caricias que se da en la zona impactada, alcanzando despertarse de una vez por todas. Luego observa calladamente la corteza negruzca del tronco, por primera vez en esta jornada, y ve con claridad la silueta de los puñetazos dados. La parte donde ayer estuvo acertando está completamente despellejada, dejando entrever el corazón de la madera y el autentico color del viejo árbol. Este hecho produce un sentimiento contradictorio en Titania, como tristeza.
-¿No hay otra manera?- se cuestiona la muchacha, posando sus dedos en la herida del oscuro tronco.
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El chico se fijó en la zona del árbol negro, donde la mujer parecía haberse detenido. Si lo sabía, no era porque la viera, ya que el enorme tronco oscuro era apenas un borrón entre la espesa niebla, sino por el aura que tenía la mujer. Desperezándose con lentitud, el cazador se levantó y se dirigió al sitio donde Titania había estado entrenando el día anterior. Por el camino, pensaba en cómo podía iniciar una conversación con la cazadora, pero cuando la vio mirando los golpes que había dado el día anterior, sintió curiosidad.
- ¿Ocurre algo? -preguntó, aún algo ido por acabar de levantarse-. Aún quedan unos cuantos cangrejos de anoche, puedo prepararlos con un poco de especias picantes y ver qué tal están. -le dijo, mientras estiraba los brazos-. Y luego tal vez podamos entrenar juntos un poco... -tras eso, se fijó en el árbol y en la mujer-. ¿Vas a tomarte el tirar ese árbol como un reto personal? Porque madera tenemos suficiente...
Un par de minutos después, Byakuro estaba en la hoguera, encendida de nuevo, con varios cangrejos clavados en palos, haciéndose lentamente. Había usado un par de especias que había sustraído de la cocina el día anterior para hacer una especie de mojo picante. Esperaba que a la chica le gustase. No tenía muchos recursos ahí, él prefería una buena cocina y muchas herramientas para cocinar, pero en caso de emergencia podía hacer pequeños arreglos con lo que encontrase. Morir de hambre no era una opción. Mientras los cangrejos empezaban a hacerse, el chico agarró el cuenco con mojo y lo olisqueó.
- Bueno, bueno... veamos cómo queda esto... -murmuró, probando un poco-. Sí, no está mal... -sonrió satisfecho con el resultado.
- ¿Ocurre algo? -preguntó, aún algo ido por acabar de levantarse-. Aún quedan unos cuantos cangrejos de anoche, puedo prepararlos con un poco de especias picantes y ver qué tal están. -le dijo, mientras estiraba los brazos-. Y luego tal vez podamos entrenar juntos un poco... -tras eso, se fijó en el árbol y en la mujer-. ¿Vas a tomarte el tirar ese árbol como un reto personal? Porque madera tenemos suficiente...
Un par de minutos después, Byakuro estaba en la hoguera, encendida de nuevo, con varios cangrejos clavados en palos, haciéndose lentamente. Había usado un par de especias que había sustraído de la cocina el día anterior para hacer una especie de mojo picante. Esperaba que a la chica le gustase. No tenía muchos recursos ahí, él prefería una buena cocina y muchas herramientas para cocinar, pero en caso de emergencia podía hacer pequeños arreglos con lo que encontrase. Morir de hambre no era una opción. Mientras los cangrejos empezaban a hacerse, el chico agarró el cuenco con mojo y lo olisqueó.
- Bueno, bueno... veamos cómo queda esto... -murmuró, probando un poco-. Sí, no está mal... -sonrió satisfecho con el resultado.
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Un sensación corroía la mente de la cazadora a la vez que tocaba la brecha en la corteza negra, oyendo a la vez como alguien se aproxima a su posición. Seguramente se tratase de Byakuro, el cual ya habrá despertado. Instantes más tarde la rubia confirma la identidad del ente que se acerca, pues escucha a su espalda la pregunta del yonkaikyo. La mujer se queda pensativa por unos segundos y, al final, responde con un suspiro que denota sus sentimientos y a la vez invita a alejarse al tipo; y éste parece comprender el mensaje de la cazadora, puesto que lanza un par de frases más y se marcha por donde ha venido. Ahora vuelve a estar la joven en completo silencio, volviendo a sus pensamientos y reflexionando sobre lo que ocurre en esa isla maldecida con pesados mosquitos. Mas no tarda mucho en llegar firmemente a una simple conclusión: no está costumbrada, para nada, a la compañía de las personas por tanto tiempo.
-¡Tsk!- masculla la chica a la par que se cruza de brazos y vuelve al refugio de madera.
Al aproximarse a la cabaña lentamente, mira curiosa al peliblanco que allí se halla. A estas alturas de la aventura le resultaba muy extraño a la ex prostituta tener un lazo así con un desconocido, y más si tenemos en cuenta el cómo se encontraron, ya que no está para nada familiarizada con el compañerismo y aprecio que parece mostrar el peliblanco por todos los integrantes de la tripulación. Es, sencillamente para ella, de otro mundo completamente opuesto al que está habituada, de otra especie por así decirlo.
-Así que no bromeabas cuando te referías a desayunar cangrejos- dijo la muchacha, avanzando hasta él.
Su tono, aunque frío, intentaba disimular amabilidad. Las reflexiones de la rubia parecían dar sus frutos en el momento que se sentaba y miraba al capitán del Black Lotus, ya que lo hace de una manera muy distinta y compleja. Por un lado se debaten en su interior las ideas preconcebidas que posee del mundo y, en otro bando contrario, las vivencias que ha compartido con el cazador; las cuales, por cierto, eran de lo más descabelladas y "divertidas". La chica no sabe qué pensar ya; demasiadas cosas han cambiado desde aquella noche en que Lowell la salvó de continuar con su errática y esclavizada vida, eso sin duda alguna.
-Te responderé a tres preguntas, sea cuales sean. Aprovecha la ocasión, va a ser la única tal vez-. Dijo cruzando los brazos. Sí, no es broma, Titania está regalando esa oportunidad a Byakuro como exclusiva...
-¡Tsk!- masculla la chica a la par que se cruza de brazos y vuelve al refugio de madera.
Al aproximarse a la cabaña lentamente, mira curiosa al peliblanco que allí se halla. A estas alturas de la aventura le resultaba muy extraño a la ex prostituta tener un lazo así con un desconocido, y más si tenemos en cuenta el cómo se encontraron, ya que no está para nada familiarizada con el compañerismo y aprecio que parece mostrar el peliblanco por todos los integrantes de la tripulación. Es, sencillamente para ella, de otro mundo completamente opuesto al que está habituada, de otra especie por así decirlo.
-Así que no bromeabas cuando te referías a desayunar cangrejos- dijo la muchacha, avanzando hasta él.
Su tono, aunque frío, intentaba disimular amabilidad. Las reflexiones de la rubia parecían dar sus frutos en el momento que se sentaba y miraba al capitán del Black Lotus, ya que lo hace de una manera muy distinta y compleja. Por un lado se debaten en su interior las ideas preconcebidas que posee del mundo y, en otro bando contrario, las vivencias que ha compartido con el cazador; las cuales, por cierto, eran de lo más descabelladas y "divertidas". La chica no sabe qué pensar ya; demasiadas cosas han cambiado desde aquella noche en que Lowell la salvó de continuar con su errática y esclavizada vida, eso sin duda alguna.
-Te responderé a tres preguntas, sea cuales sean. Aprovecha la ocasión, va a ser la única tal vez-. Dijo cruzando los brazos. Sí, no es broma, Titania está regalando esa oportunidad a Byakuro como exclusiva...
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Byakuro alza la mirada de la hoguera hacia Titania, y ante su pregunta, no puede evitar sonreír durante un breve instante. Puede hacerle tres preguntas. Puede saber más de la misteriosa chica de ojos azules que viaja en su barco.
- Está bien... -aparta su atención del fuego y la mira a los ojos, mientras alza el dedo índice-. Quiero que me digas con qué soñabas anoche. No parecía ser agradable, y no puedo protegerte de tus enemigos si no sé quienes son -alzó el dedo corazón, teniendo dos estirados-. Lo segundo... quiero saber cuál es tu objetivo, cual es tu sueño y tu motivación. No puedo ayudarte a cumplir tus objetivos si no los conozco. Y por último... -el chico bajó los dedos y señaló con el pulgar a la hoguera donde se estaban cocinando los cangrejos-. ¿Te gustan muy hechos o poco hechos? -el chico sonrió a la mujer. Con saber esas tres cosas, por ahora le valía.
Tras un desayuno más o menos frugal, Byakuro se levantó, apagando la hoguera, y regresó a la zona del árbol. El tronco estaba dañado, pero aún seguía firmemente sujeto a tierra. Byakuro se giró hacia Titania y le dijo:
- Bien, tal vez pegarse contra un árbol no sea la mejor opción para ti... -el chico había despertado su haki armadura golpeando una pared gigante de roca con los puños desnudos tiempo atrás, y no había sido agradable para él o sus nudillos-. Así que vamos a hacerlo de una forma más sencilla... -el cazador se cruzó de brazos frente a ella y le dijo-. Atrápame. No me moveré del sitio, pero quiero que me apreses. Y por cada vez que falles, te daré un beso. -esto no tenía por qué ser así, la verdad, pero un incentivo siempre venía bien. Además, tal vez ni la besase, pero el poder de la psicología es un arma muy fuerte.
- Está bien... -aparta su atención del fuego y la mira a los ojos, mientras alza el dedo índice-. Quiero que me digas con qué soñabas anoche. No parecía ser agradable, y no puedo protegerte de tus enemigos si no sé quienes son -alzó el dedo corazón, teniendo dos estirados-. Lo segundo... quiero saber cuál es tu objetivo, cual es tu sueño y tu motivación. No puedo ayudarte a cumplir tus objetivos si no los conozco. Y por último... -el chico bajó los dedos y señaló con el pulgar a la hoguera donde se estaban cocinando los cangrejos-. ¿Te gustan muy hechos o poco hechos? -el chico sonrió a la mujer. Con saber esas tres cosas, por ahora le valía.
Tras un desayuno más o menos frugal, Byakuro se levantó, apagando la hoguera, y regresó a la zona del árbol. El tronco estaba dañado, pero aún seguía firmemente sujeto a tierra. Byakuro se giró hacia Titania y le dijo:
- Bien, tal vez pegarse contra un árbol no sea la mejor opción para ti... -el chico había despertado su haki armadura golpeando una pared gigante de roca con los puños desnudos tiempo atrás, y no había sido agradable para él o sus nudillos-. Así que vamos a hacerlo de una forma más sencilla... -el cazador se cruzó de brazos frente a ella y le dijo-. Atrápame. No me moveré del sitio, pero quiero que me apreses. Y por cada vez que falles, te daré un beso. -esto no tenía por qué ser así, la verdad, pero un incentivo siempre venía bien. Además, tal vez ni la besase, pero el poder de la psicología es un arma muy fuerte.
Titania
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La mujer lo mira atenta, expectante por descubrir las curiosidades del capitán. En su cabeza pasan miles de cosas, cuestiones que el hombre podría preguntarle y ella debería responder sí o sí. Cosas vergonzosas, reveladoras o, tal vez, profundas; como por ejemplo sus sentimientos o opiniones sobre cualquier miembro de la tripulación y él mismo. Las dudas se apoderan de Titania hasta que el Yonkaikyo se pronuncia por fin.
La rubia traga saliva al escuchar la primera interrogante, a la cual asiente. Acepta esa pregunta puesto que tiene sentido y no la perjudica en absoluto, al menos de forma directa ya que las razones que le da el sujeto la convencen. La segunda es bastante seria, más quizás de lo que se esperaría del cazador, así que no tiene inconveniente en contestar cuáles son sus metas y motivaciones en la vida. No obstante el tercer interrogante la deja algo descolocada y decepcionada, pues el rumbo de la charla iba en un sentido que la satisfacía. La joven es sorprendida con una cuestión que trata sobre sus gustos, concretamente el de los cangrejos de pantano. Con las bases a responder, la muchacha suspira y se dispone a cumplir su palabra.
-No me gustan los crustáceos. Los tolero, pero poco más- dijo con tono frío, tal vez dejada de cualquier pizca de emoción. Pero instantes después continúo: -Y con lo que respecta a la pesadilla...-. Guarda un segundo de silencio a la par que mira al suelo. Segundos más tarde alza de nuevo su mirada y prosigue con su explicación, puesto que ya ha pensado las palabras que iba a pronunciar: -Siempre es lo mismo. Un humo negro, como la noche misma, que me persigue allá donde vaya y se alimenta de todo lo que encuentra a su paso. No queda nada allá por donde va-. Lo observa fijamente a los ojos: -Pienso que es mi destino, la muerte me asecha desde que salimos de Shellstown...-. Tomó aire y reanuda las respuesta: -Y con lo que se refiere a mi meta... no tengo una clara. Tal vez solamente sea vivir tranquila y en paz-.
Luego ambos cazadores se pusieron a desayunar. Ella cogió un par de cangrejos y se los comió a su ritmo, sin prisas pero sin pausa y de forma relativamente educada. Pequeños mordiscos seguidos de un o dos tragos de agua, la cual tiene sabor a viejo estanque. Como mínimo el líquido estaba hervido y limpio, ya que con el calor eliminarían una gran cantidad de bacterias perjudiciales. Más tarde, y en el momento que ambas personas terminaron de comer, el chico apagó la fogata y tomó raudo rumbo al árbol de entrenamiento de la muchacha rubia. No tiene opción, la joven debe seguir el entrenamiento sin falta.
Cuando ya se encuentran allí ambos, el yonkaikyo da media vuelta y habla con la cazadora. Propuso un nuevo estilo de entrenamiento que produjo emociones contradictorias en Titania. Por un lado no dañaría más al ser vivo indefenso, sin embargo por otra debía soportar los besos del pesado chico tinta.
-Te aprovechas- contestó con una tonalidad que mostraba desconformidad.
Un segundo más tarde, pero, la muchacha dio el primer golpe dirigido a la cabeza del peliblanco. Un puñetazo muy potente si vemos las particularidades físicas de la mujer. Su peso no alcanzaría ni de lejos los cincuenta y cinco kilos, pero sin dudas su puñetazo hubiera sido capaz de traspasar y derrumbar una pared de cualquier casa de su ciudad de origen de la ex prostituta. Sin embargo el resultado fue negativo, no pudo dañar el cuerpo del cazador. Entonces rauda se tiró hacia atrás para esquivar el beso del capitán.
-¡Tsk!- farfulla la muchacha viendo el resultado, para luego continuar con otros tantos.
La rubia traga saliva al escuchar la primera interrogante, a la cual asiente. Acepta esa pregunta puesto que tiene sentido y no la perjudica en absoluto, al menos de forma directa ya que las razones que le da el sujeto la convencen. La segunda es bastante seria, más quizás de lo que se esperaría del cazador, así que no tiene inconveniente en contestar cuáles son sus metas y motivaciones en la vida. No obstante el tercer interrogante la deja algo descolocada y decepcionada, pues el rumbo de la charla iba en un sentido que la satisfacía. La joven es sorprendida con una cuestión que trata sobre sus gustos, concretamente el de los cangrejos de pantano. Con las bases a responder, la muchacha suspira y se dispone a cumplir su palabra.
-No me gustan los crustáceos. Los tolero, pero poco más- dijo con tono frío, tal vez dejada de cualquier pizca de emoción. Pero instantes después continúo: -Y con lo que respecta a la pesadilla...-. Guarda un segundo de silencio a la par que mira al suelo. Segundos más tarde alza de nuevo su mirada y prosigue con su explicación, puesto que ya ha pensado las palabras que iba a pronunciar: -Siempre es lo mismo. Un humo negro, como la noche misma, que me persigue allá donde vaya y se alimenta de todo lo que encuentra a su paso. No queda nada allá por donde va-. Lo observa fijamente a los ojos: -Pienso que es mi destino, la muerte me asecha desde que salimos de Shellstown...-. Tomó aire y reanuda las respuesta: -Y con lo que se refiere a mi meta... no tengo una clara. Tal vez solamente sea vivir tranquila y en paz-.
Luego ambos cazadores se pusieron a desayunar. Ella cogió un par de cangrejos y se los comió a su ritmo, sin prisas pero sin pausa y de forma relativamente educada. Pequeños mordiscos seguidos de un o dos tragos de agua, la cual tiene sabor a viejo estanque. Como mínimo el líquido estaba hervido y limpio, ya que con el calor eliminarían una gran cantidad de bacterias perjudiciales. Más tarde, y en el momento que ambas personas terminaron de comer, el chico apagó la fogata y tomó raudo rumbo al árbol de entrenamiento de la muchacha rubia. No tiene opción, la joven debe seguir el entrenamiento sin falta.
Cuando ya se encuentran allí ambos, el yonkaikyo da media vuelta y habla con la cazadora. Propuso un nuevo estilo de entrenamiento que produjo emociones contradictorias en Titania. Por un lado no dañaría más al ser vivo indefenso, sin embargo por otra debía soportar los besos del pesado chico tinta.
-Te aprovechas- contestó con una tonalidad que mostraba desconformidad.
Un segundo más tarde, pero, la muchacha dio el primer golpe dirigido a la cabeza del peliblanco. Un puñetazo muy potente si vemos las particularidades físicas de la mujer. Su peso no alcanzaría ni de lejos los cincuenta y cinco kilos, pero sin dudas su puñetazo hubiera sido capaz de traspasar y derrumbar una pared de cualquier casa de su ciudad de origen de la ex prostituta. Sin embargo el resultado fue negativo, no pudo dañar el cuerpo del cazador. Entonces rauda se tiró hacia atrás para esquivar el beso del capitán.
-¡Tsk!- farfulla la muchacha viendo el resultado, para luego continuar con otros tantos.
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Byakuro sonrió cuando el primer puñetazo le atravesó la cabeza y al instante la recompuso. Titania se lanzó hacia atrás, posiblemente para evitar el beso del chico, que ahogó con la mano una pequeña risita.
- No ha estado mal... pero intenta centrarte en el golpe -mientras hablaba, varios puñetazos y golpes intentaban golpearle en el cuerpo, con idénticos resultados que el primero-. No gastes energía tontamente. Es mejor un único golpe que sentencie a diez que solo alarguen la pelea. -dijo, emulando una de las múltiples cosas que su tío le había dicho cuando lo había entrenado en el Ryu Yoshiki, años atrás.
Los minutos pasaron, pero los golpes no lograban dar en el chico. En un par de ocasiones hizo un amago de intentar besar a la mujer, pero no llegaba a acercarse a su cara más que para hacerle ver que él podría contraatacar si quisiera.
- Creo que podemos parar un poco... -murmuró el hombre, tras un rato de golpes fallidos-. Al principio es así, no te preocupes. -le dijo a modo de consuelo.
El chico había estado pensando en lo que le había dicho la chica. La muerte le perseguía, decía ella. Qué irónico.
- ¿Sabes? La muerte no solo te ha perseguido a ti, Titania. Yo ya he estado muerto -ignorando la posible reacción de la mujer, prosiguió-. Y te aseguro que fue una experiencia que... me abrió los ojos -el chico soltó aire, mientras sonreía-. Es más, posiblemente yo no estaría aquí, contigo, de no ser por eso -la observó y dijo-. Creo que por ahora podemos dejar de intentar usar haki y pasar a algo más... personal. Quiero que me muestres todo el poder que puedes extraer de tu fruta -el chico generó una figura de tinta a su lado, con su mismo aspecto, pero de color negro intenso-. Usa tu fruta en él. -el chico sonrió, divertido.
Mientras tanto, una pregunta fue cobrando forma en su cabeza, con respecto al tema de la muerte. Una pregunta que podía haberle hecho, pero que casi prefería que contase ella por sí misma. Sin embargo, viendo las ganas de contar cosas de su compañera, pensó que podría preguntarle algo:
- Titania... -la miró-. ¿Temes a la muerte?
- No ha estado mal... pero intenta centrarte en el golpe -mientras hablaba, varios puñetazos y golpes intentaban golpearle en el cuerpo, con idénticos resultados que el primero-. No gastes energía tontamente. Es mejor un único golpe que sentencie a diez que solo alarguen la pelea. -dijo, emulando una de las múltiples cosas que su tío le había dicho cuando lo había entrenado en el Ryu Yoshiki, años atrás.
Los minutos pasaron, pero los golpes no lograban dar en el chico. En un par de ocasiones hizo un amago de intentar besar a la mujer, pero no llegaba a acercarse a su cara más que para hacerle ver que él podría contraatacar si quisiera.
- Creo que podemos parar un poco... -murmuró el hombre, tras un rato de golpes fallidos-. Al principio es así, no te preocupes. -le dijo a modo de consuelo.
El chico había estado pensando en lo que le había dicho la chica. La muerte le perseguía, decía ella. Qué irónico.
- ¿Sabes? La muerte no solo te ha perseguido a ti, Titania. Yo ya he estado muerto -ignorando la posible reacción de la mujer, prosiguió-. Y te aseguro que fue una experiencia que... me abrió los ojos -el chico soltó aire, mientras sonreía-. Es más, posiblemente yo no estaría aquí, contigo, de no ser por eso -la observó y dijo-. Creo que por ahora podemos dejar de intentar usar haki y pasar a algo más... personal. Quiero que me muestres todo el poder que puedes extraer de tu fruta -el chico generó una figura de tinta a su lado, con su mismo aspecto, pero de color negro intenso-. Usa tu fruta en él. -el chico sonrió, divertido.
Mientras tanto, una pregunta fue cobrando forma en su cabeza, con respecto al tema de la muerte. Una pregunta que podía haberle hecho, pero que casi prefería que contase ella por sí misma. Sin embargo, viendo las ganas de contar cosas de su compañera, pensó que podría preguntarle algo:
- Titania... -la miró-. ¿Temes a la muerte?
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La cazadora de recompensas cae extenuada al suelo, apoyada todavía en sus brazos y piernas; ha hecho alcanzar un sin fin de golpes al cuerpo viscoso de su compañero, pero ninguno logró su objeto. Es más, en un par de ocasiones casi la llega a tocar el sujeto con sus tintados labios. Así que enfurecida por ello la joven cierra sus dedos en un puño, aun encima de la esponjosa tierra tomando un buen puñado de arena negra y soltándola después, procurando desahogarse todo lo posible para no perder la calma y concentrarme mejor en las futuras acciones que cometa contra el capitán, puesto que ahí está la clave.
Sin embargo en el instante que la cazadora iba a levantarse para ejecutar más y más golpes, el yonkaikyo comienza a platicar solo. El chico toca temas muy extraños, ausentes de la parsimonia que demostraba el resto del tiempo. El tema de la muerte es algo que toca el interés de Titania, y quizás por ello lo escucha atentamente y sin perderse detalles. Mas a poco rato la mujer se da cuenta de las tonterías que dice el peliblanco, ya que es imposible resucitar, y le deja de prestar mucha atención, demostrando así su opinión.
-¡No!- exclama negándose a la ordenes del cazador líder. -Lo conseguiré, lo prometo-.
La muchacha se puso en pie y miró la figura de tinta que ha creado su compañero y capitán, dejando aparentemente a un lado sus opiniones. Esto no agrado en absoluto a la cazadora, lo cual la lleva a que se enfureciera y tomara su ya típica colocación de combate. Alza ambos brazos y, a la vez que los coloca cubriéndose la cabeza y cerrando con fuerza sus puños, coloca un pie detrás de otro. Ya está preparada.
No obstante, y en el instante que la joven estaba a punto de soltar una nueva carga a la copia del peliblanco, éste mismo habla interrumpiéndola. Pregunta a la mujer de cabellera corta si temía a la muerte, lo cual arrancó una sonrisa particular en el rostro de la muchacha mientras tensaba sus músculos del brazo para finalizar la acción del puñetazo. Todo a la vez que la rubia está con los ojos cerrados.
-Idiota...- contestó la cazadora con una tonalidad casi entrañable, dando a entender muchas cosas.
Acto seguido tira el certero golpe a la cabeza del clon de tinta negra, reventando en mil pedazos su objetivo y cubriendo todo el lugar de aquel líquido negruzco y viscoso. Mas no pasaba nada, porque pronto las gotas de tintura pronto volverías a su sitio y forma correspondiente. Luego otro golpe, más lento que los anteriores, alcanza de nuevo la diana inerte. La cazarrecompensas comienza a concentrarme más para golpear, y eso hace al parecer más potentes sus puñetazos. La longitud a la cual expande los chorros de tinta aumentan con cada tiro, progresando más rápida de lo que esperaba en un principio. O eso piensa.
Sin embargo en el instante que la cazadora iba a levantarse para ejecutar más y más golpes, el yonkaikyo comienza a platicar solo. El chico toca temas muy extraños, ausentes de la parsimonia que demostraba el resto del tiempo. El tema de la muerte es algo que toca el interés de Titania, y quizás por ello lo escucha atentamente y sin perderse detalles. Mas a poco rato la mujer se da cuenta de las tonterías que dice el peliblanco, ya que es imposible resucitar, y le deja de prestar mucha atención, demostrando así su opinión.
-¡No!- exclama negándose a la ordenes del cazador líder. -Lo conseguiré, lo prometo-.
La muchacha se puso en pie y miró la figura de tinta que ha creado su compañero y capitán, dejando aparentemente a un lado sus opiniones. Esto no agrado en absoluto a la cazadora, lo cual la lleva a que se enfureciera y tomara su ya típica colocación de combate. Alza ambos brazos y, a la vez que los coloca cubriéndose la cabeza y cerrando con fuerza sus puños, coloca un pie detrás de otro. Ya está preparada.
No obstante, y en el instante que la joven estaba a punto de soltar una nueva carga a la copia del peliblanco, éste mismo habla interrumpiéndola. Pregunta a la mujer de cabellera corta si temía a la muerte, lo cual arrancó una sonrisa particular en el rostro de la muchacha mientras tensaba sus músculos del brazo para finalizar la acción del puñetazo. Todo a la vez que la rubia está con los ojos cerrados.
-Idiota...- contestó la cazadora con una tonalidad casi entrañable, dando a entender muchas cosas.
Acto seguido tira el certero golpe a la cabeza del clon de tinta negra, reventando en mil pedazos su objetivo y cubriendo todo el lugar de aquel líquido negruzco y viscoso. Mas no pasaba nada, porque pronto las gotas de tintura pronto volverías a su sitio y forma correspondiente. Luego otro golpe, más lento que los anteriores, alcanza de nuevo la diana inerte. La cazarrecompensas comienza a concentrarme más para golpear, y eso hace al parecer más potentes sus puñetazos. La longitud a la cual expande los chorros de tinta aumentan con cada tiro, progresando más rápida de lo que esperaba en un principio. O eso piensa.
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Byakuro sonrió. Mantenía la concentración en el monigote de tinta, reformándolo con la tinta que salía disparada con cada golpe de la rubia, que demostraba un ímpetu y energías que llegaron a satisfacer al chico. Tal vez no lograba dominar el haki aún por simple falta de práctica, pero ahí estaba demostrando que su voluntad era fuerte, y su tenacidad, más aún si cabe, con lo que el peliblanco supo que aquella chica lo conseguiría.
La respuesta de Titania le había dejado algo confundido. Tal vez era la primera vez que la escuchaba usar aquella entonación. Sonrió levemente, y entonces decidió que era el momento de contraatacar. Su copia se movió y la tinta se endureció con haki, golpeando puño contra puño. Se escuchó un ruido duro, cuando ambos puños chocaron. Ambos, la copia de Tinta y Titania, estaban uno frente al otro, puño contra puño.
- Un enemigo no va a quedarse quieto esperando a que le ataques. -la copia empezó a moverse, lanzando una patada al costado derecho de Titania. Era un ataque fácil de esquivar, pero eso no era lo que buscaba el cazador, que había ido creando de forma casi imperceptible un charco de pegajosa tinta en los pies de Titania, para evitar que pudiera hacerse a un lado.
El cazador suspiró. Sentía ser duro con la chica, pero si quería mejorar en el uso de su haki, aquel era un método de lo más efectivo. Mientras la chica atacaba, el chico había estado analizando los golpes. Eran directos y potentes, pero no tenían nada en especial. Si la fruta era la que él sospechaba, había visto su potencial en Mariejoa, y sabía que aquella podía ser un arma de destrucción masiva. Y quería ver hasta que punto podía dominarla la chica.
La respuesta de Titania le había dejado algo confundido. Tal vez era la primera vez que la escuchaba usar aquella entonación. Sonrió levemente, y entonces decidió que era el momento de contraatacar. Su copia se movió y la tinta se endureció con haki, golpeando puño contra puño. Se escuchó un ruido duro, cuando ambos puños chocaron. Ambos, la copia de Tinta y Titania, estaban uno frente al otro, puño contra puño.
- Un enemigo no va a quedarse quieto esperando a que le ataques. -la copia empezó a moverse, lanzando una patada al costado derecho de Titania. Era un ataque fácil de esquivar, pero eso no era lo que buscaba el cazador, que había ido creando de forma casi imperceptible un charco de pegajosa tinta en los pies de Titania, para evitar que pudiera hacerse a un lado.
El cazador suspiró. Sentía ser duro con la chica, pero si quería mejorar en el uso de su haki, aquel era un método de lo más efectivo. Mientras la chica atacaba, el chico había estado analizando los golpes. Eran directos y potentes, pero no tenían nada en especial. Si la fruta era la que él sospechaba, había visto su potencial en Mariejoa, y sabía que aquella podía ser un arma de destrucción masiva. Y quería ver hasta que punto podía dominarla la chica.
Titania
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Agilidad
Destreza
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Akuma no mi
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Y de repente un "boom" seco y duro despeja en circulo la neblina que les envolvía. La copia de tinta ha contraatacado a la mujer, que haciendo una mueca de satisfacción comienza a prepararse para el combate. Aguanta el choque contra la líquida mano de aquella cosa, porque humano no se le podía decir, a la vez que piensa fríamente qué hacer ahora. El entrenamiento se complica, mas no importa puesto que la joven lleva esperando esa circunstancia desde hace un buen rato. El pulso de puños prosigue unos buenos segundos más, Ninguno de los contrincantes se rinde, no ceden por nada. El orgullo obliga a la cazadora a continuar, aunque sienta progresivamente que no puede más por sus condiciones naturales.
La mujer, con los ojos del mismo color que el mar que ya no puede tocar, medita e intenta descubrir por sí sola sus siguientes acciones, pero el humanizando trozo de tinta hecho a partir del poder del capitán yonkaikyo toma la iniciativa. Una rápida patada horizontal parte el aire y se aproxima peligrosa a las costillas diestras de la rubia, que por instinto procura irse hacia atrás sin éxito. Un tedioso pegamento la retiene en el sitio, y si quiere ahorrarse lesiones debe pensar rápido la muchacha. No obstante, y como era de esperar, toma la decisión de parar la ofensiva enemiga de la misma manera, confirmando las mejoras conseguidas por ella misma o rompiendo la ilusión que poco a poco se ha ido creando con cada golpe.
Sin romper su postura de combate, observa llegar el pie tintado de la cosa aquella. Rápidamente la cazadora se concentra el máximo que puede en la acción a ejecutar, hasta que al final la lanza; con su puño izquierdo contraataca y acierta en la pierna de la copia, destrozándola en cientos de gotas y liberándose de la preocupación del golpe. Pero ahí no acabó el movimiento. La cazarrecompensas enlaza el defensivo puñetazo con otro, el cual se dirige a la mandíbula del clon como un gancho poderoso. Al instante, y tanto si falla como si no, la joven recupera su brazo izquierdo a en su posición inicial velozmente y da otro directo, pero esta vez al tronco y por la zona donde deberían haber los pulmones de "eso".
Sin embargo algo pasa con este último directo, pues una luz completamente blanca envuelve el puño. De hecho, una resplandeciente aura recubre medio brazo de la rubia. La muchacha se da cuenta de ello, pero no detiene el ataque. Quiere observar qué sucede, ya que es muy extraño y siente una increíble curiosidad. Tal vez por fin haya completado ese primer grado del Haki de Armadura, confirmando su teoría.
La mujer, con los ojos del mismo color que el mar que ya no puede tocar, medita e intenta descubrir por sí sola sus siguientes acciones, pero el humanizando trozo de tinta hecho a partir del poder del capitán yonkaikyo toma la iniciativa. Una rápida patada horizontal parte el aire y se aproxima peligrosa a las costillas diestras de la rubia, que por instinto procura irse hacia atrás sin éxito. Un tedioso pegamento la retiene en el sitio, y si quiere ahorrarse lesiones debe pensar rápido la muchacha. No obstante, y como era de esperar, toma la decisión de parar la ofensiva enemiga de la misma manera, confirmando las mejoras conseguidas por ella misma o rompiendo la ilusión que poco a poco se ha ido creando con cada golpe.
Sin romper su postura de combate, observa llegar el pie tintado de la cosa aquella. Rápidamente la cazadora se concentra el máximo que puede en la acción a ejecutar, hasta que al final la lanza; con su puño izquierdo contraataca y acierta en la pierna de la copia, destrozándola en cientos de gotas y liberándose de la preocupación del golpe. Pero ahí no acabó el movimiento. La cazarrecompensas enlaza el defensivo puñetazo con otro, el cual se dirige a la mandíbula del clon como un gancho poderoso. Al instante, y tanto si falla como si no, la joven recupera su brazo izquierdo a en su posición inicial velozmente y da otro directo, pero esta vez al tronco y por la zona donde deberían haber los pulmones de "eso".
Sin embargo algo pasa con este último directo, pues una luz completamente blanca envuelve el puño. De hecho, una resplandeciente aura recubre medio brazo de la rubia. La muchacha se da cuenta de ello, pero no detiene el ataque. Quiere observar qué sucede, ya que es muy extraño y siente una increíble curiosidad. Tal vez por fin haya completado ese primer grado del Haki de Armadura, confirmando su teoría.
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