Las Sombras de Shoko | Entrenamiento | [Privado]

Desde el día en que los ojos de Titania se transformaron en la encarnación misma de Las Tres Furias, ambos cazadores se han tranquilizado bastante. Los dos compañeros han podido pensar fríamente lo ocurrido durante ese combate de hace cinco días. No obstante las ideas de a mujer prevalecen sobre cualquier explicación del shichibukai, pues aunque no lo demuestre tan visualmente como en su momento sigue muy enfadada. La ira de la humillación ha recorrido, durante más de ciento veinte horas, las venas de la muchacha, que marcada por ese acontecimiento no ha parado de entrenar y practicar su Haki. Lo consigue despertar de vez en cuando, sí, sin embargo no lo domina hasta el punto de hacerlo aparecer a voluntad, y eso la frustra cada día más. Al mismo tiempo va sintiendo la rabia acumulada en su mente de tal manera que aumenta, poco a poco eso sí, la potencia del aura blanca con detalles brillantes con la cual se recubrió para pelear contra el capitán. Su poder parece crecer, mas hay algo que la bloquea sin parar.

Con todo esto explicado, hoy en el sexto día, la joven cazarrecompensas decide solucionar de una vez por todas su problema con la preparación y dominio del Haki de Armadura, por lo que al alba se va a meditar.

La cazadora de recompensas es plenamente consciente de sus recuerdos, por lo que rememora una vez está sentada en serenidad las palabras de Byakuro: "Si crees que enfadándote así vas a conseguir algo, ten por seguro que no es cierto". Tal vez, y en una situación muy hipotética para los pensamientos de la chica de ojos celestes, si el peliblanco tenía razón y el motivo por el cual ella no dominaba aún la técnica de voluntad era por su enfado con él mismo, con el capitán del Black Lotus. Mas es reacia a comprobarlo.

La tozuda muchacha prefiere quedarse meditando antes que ir a hablar seriamente con el shichibukai, centrándose en los blancos pensamientos y la nada que ocupada toda la extensión de su mente en esos momentos. Sin embargo no tardo mucho en ver algo que no le gustaba para nada. Una forma material se dibujo en la habitación albina donde se encontraba escondida dentro de su mente, cogiendo cuerpo rápidamente de un viejo de pelo largo y blanco y vestimentas extrañas hasta para ella. Luego, y haciendo movimientos propios de un antiguo samurái, se presentó como Jimbo El Grande. Esto no inmutó para nada a la mujer de peinado despuntado, más bien al contrario, asimila esa entrada como una estúpida picadura de mosquito, a los cuales ya está más que acostumbrada a estas alturas de la estancia en Shoko.

Tras una larga y tediosa conversación, que fácilmente pudo haber durado cinco o seis horas, la cazarrecompensas se pone en pie, dando fin a su alargada reflexión y visión de una parte de su mente que ni ella misma sabía que tenía, y tomando rauda camino hasta la posición en la cual se encontraba el shichibukai. Titania no sabe aún qué decir o cómo comenzar a hablar, pero debe intentarlo y lo sabe.

-Tenemos que hablar, Byakuro- le dice la fría mujer con su tono habitual. -Lo del otro día, no de mi entrenamiento-. Traga saliva algo nerviosa quizás, mas prosigue aparentando naturalidad: -¿Tienes algo que decir al respecto?-. Ciertamente, ella no esperaba disculpas ni nada, no obstante solamente pregunta para iniciar la conversación, ya que a lo mejor con eso puede ponerse en paz y dominar ya el Haki.

Titania está algo confusa, así como perdida con el rumbo de la conversación que lleva con el peliblanco, ya que le da la sensación de querer implorar o rogar algo innecesario y no quiero eso; no hay nada en este mundo que posea tanta importancia para la cazadora para llegar a ese punto, de eso está completamente segura y orgullosa. No obstante la cazarrecompensas, como rara vez pasa en sí misma, tampoco delata esa emoción de sus pensamientos o emociones internas hacia afuera, de hecho se encuentra extraviada con la mirada en los músculos y cicatrices del shichibukai. Las heridas que el sujeto enseña sin camiseta son, como poco, varias docenas y, lo que es más interesante, cada cual más profunda que la anterior. Pero ahí no termina todo. Las carnosas fibras musculares que están talladas por todo el cuerpo del cazador, junto con los cortes y magulladuras, otorgan e implantan un sentimiento completamente nuevo en la mente de la rubia; aunque en verdad está más relacionado con las marcas de batalla que en la tonalidad muscular del tipo. Este efecto emocional del que hablo es, ni más ni menos, el sincero respeto al capitán.

Es probable que esto se tome como algo sin sentido y, por qué no, obvio de antes, mas no es así. Un dicho que navega por los mares, de tripulación en tripulación, desde que se inició la gran era es que si los integrantes de un navío le pierden el respeto a su capitán significa que la banda, gremio o, todavía peor, buque gubernamental, está perdida y desintegrada para siempre y sin posible remedio. ¿Pero qué pasa si nunca se le ha tenido consideración alguna al líder de un barco? He ahí el problema que había con Titania.

La muchacha no es que sintiera demasiado apego hacia nadie, casi no tolera a la gente con excepción de Lowell, sin embargo al ver la trayectoria de Byakuro marcada en la propia piel de éste, la situación cambia irremediablemente. Hasta la fecha la cazadora nunca se había topado con alguien al cual guardar ningún tipo cortesía o deferencia, pero el caso de este hombre era totalmente distinto aunque no inmediato.

-Cuida tu tono- dijo recuperando algo de su férreo carácter la mujer. -Recuerda que no estás con ninguna cualquiera-. La muchacha se mantiene firme, puesto que una cosa es dar respeto y otra muy distinta ser una imbécil sumisa. No obstante la joven pronto identifica el motivo de frustración del peliblanco, y no duda en actuar al respecto, ya que las viejas costumbres no se olvidan tan fácilmente: -Que no seas capaz ni de romper esa roca no es culpa mía, así que guarda tus formas. Además, y olvida esa idiotez de hablar lo del otro día, quiero que sepas que ya consigo utilizar el Haki de Armadura; el problema es que va a ratos-. Pero no contenta con ello, y haciendo tal vez una jugada en estrategia psicológica, la cazadora decide poner toda la información a disposición del shichibukai: -Diría que no puedo estar concentrada por culpa de la pelea de hace una semana atrás, más o menos, ya que algo me hace estar demasiado confundida-.

A continuación la cazadora de recompensas se cruza de brazos, expectante a ver cómo reacciona el muchacho o escuchar sus impresiones con susodicho problema, ya que no es algo a subestimar para nada.

La muchacha de rubia y pálida media melena escucha atenta las tontas palabras huecas, y sin sentido, de su capitán. Al parecer era verdad que los tipos "duros" del nuevo mundo solamente conocían una manera de conseguir el poder: el enfrentamiento físico y directo; pero la verdad es que hay muchos más métodos y modos para llegar a un mismo destino, no solo la pelea, y eso era lo que diferenciaba a una persona con cerebro de otra. Sin embargo esa conclusión que se acaba de presentar no es más que el fruto de la larga conversación que Titania ha mantenido con su sub consciente mientras meditaba, pues ella prefiere normalmente ser directa y breve; las cosas que duran demasiado la aburren o agobian de mala manera.

-No seas bobo- dijo la cazadora acercándose a él. -Existen otros métodos mucho más efectivos que la mecánica de golpear, una y otra vez, una fría y muerta pared-. Suspiro la muchacha a la vez que posaba la mano izquierda en el seguramente cansado hombro del peliblanco y, pocos segundos más tarde, comenzaba a caminar en círculos alrededor del shichibukai muy lentamente. -Sólo hablar, ¿de acuerdo?-.

La mujer no despega la vista del tipo mientras gira suavemente a su alrededor, sin soltarle con su zurda, a la par que piensa en calma qué decir. Este tipo de interacciones se le dan muy mal porque nunca la consideró necesaria, no obstante el camino al Haki pasa por tener cierta templanza con su compañero.

-¿Qué es de tu dojo a días de hoy?- pregunta la joven recordando segundos antes las previas conversaciones con él. -¿Qué planes tienes para mí?- continúa intentando conversar la rubia, aunque en verdad se está esforzando por intentar apaciguar la ira que siente dentro de sí misma. -¿Tienes idea de qué quiero conseguir con todo esto?-. Esta pregunta es interesante para ella, ya que ni ella misma lo llega a saber en estas alturas del día y entrenamiento. -La verdad, si te sor sincera, no sé cómo conversar, por eso he estado evitando la charla-. Termina por confesar dado que ella se siente estúpida la tontería ésta.

La cazadora de recompensas escucha las contestaciones del shichibukai. No decía nada que sorprendiera a la rubia de forma excepcional, no más de lo común al menos, puesto que esa frase de "ayudarla hasta donde él pueda" es propia del peliblanco, ya que siempre se mostraba desinteresado ante los objetivos individuales de Titania. Sin embargo este hecho no dejó del todo indiferente a la joven de ojos azules, mas se distrajo enseguida con la posterior línea de dialogo del muchacho, y es que parecía mostrar bastante más receptividad que hace unos segundos atrás. Luego el capitán del Black Lotus sencillamente se puso la camiseta y se volvió a acercar a la cazarrecompensas hablándola amistosamente. Por su parte, la cazadora de pálida cabellera dorada, continua confusa con todo lo que transcurre por su caótica mente.

-Como te he dicho...- el tono de voz en la chica es como siempre, no parece querer aflojar nada su expresividad verbal. -...consigo despertarlo y aguantarlo un rato, no constantemente, como tampoco lo activo cuando deseo-. La muchacha gira su mirada hacia un lado cualquiera y, al cabo de unos segundos, retorna sus ojos sobre Byakuro: -Apostaría lo que sea a que "aquello" me distrae cuando estoy concentrada-. A continuación la cazadora dibuja una tenue sonrisa en su cara: -¿Sabes de qué te hablo?-.

Es obvio, si se tiene en cuenta los antecedentes de ese día, que Titania se refiere claramente al combate de entrenamiento de hace una semana aproximadamente; aquel que se enfadó de verdad con el peliblanco. Desde ese día la rubia cazarrecompensas ha visto aumentar su fuerza usando la aura blanca aquella, también la frecuencia de la aparición del Haki de Armadura, no obstante es incapaz de utilizar susodicha herramienta de su voluntad a placer, por más irónica que suene la chocante circunstancia.

-Sigo enfadada contigo- concluyó la cazadora de recompensas borrando toda señal emocional de la cara.

La mujer de cabellos amarilleados se queda mirando fijamente al muchacho de los ojos alilados, expresando cierta satisfacción con al aparente arrepentimiento de éste. La cazadora de recompensas no sabe el porqué, pero esa acción de parte del shichibukai producía en el interior de ella misma una sensación parecida a la de cuando golpeaba al insurgente de turno. Sin embargo, dejando a un lado absolutamente todo lo reflexionado hasta ahora, la joven no desperdiciará la oportunidad de atizar tanto como quiera el cuerpo de su capitán, ya que él mismo así lo quería en estos instantes de remordimiento.

-Como quieras...- digo la cazadora a la par que se preparaba para golpearle.-Te va a doler, que lo sepas-.

La cazarrecompensas, tranquila como si aquello fuera algo inofensivo y normal, da un paso hacia atrás y se posiciona lista para luchar; alza nuevamente ambos brazos, cubriendo su cabeza de cualquier golpe, y prepara la pierna diestra para cualquier acción indiferentemente si es ofensiva o defensiva. Luego, mientras la rubia intenta controlar su respiración notoriamente, lleva lentamente su puño hacia atrás disponiéndose a soltar su puñetazo en el cuerpo del peliblanco; todo a la vez que el aura blanca la recubre progresivamente, comenzando por las manos y expandiéndose después por el resto del cuerpo.

-¿Listo?- pregunta la muchacha antes de lanzarse a por el shichibukai. -Sólo será uno, te lo prometo-.

A parte de ser compasiva, que la ocasión así lo merece, Titana se impone a sí misma la última gran prueba que tendrá en esta isla de penumbras y mosquitos. Ella es consciente que si no lo consigue esta vez, no lo conseguirá nunca; no hay nada que la moleste ahora, no hay escusas, y la cazarrecompensas lo entiende.