El comienzo de un largo camino. [Privado] [Barbazul]

El chico se puso bastante nervioso con la revelación, parecía mirar en todas direcciones, quizás en busca de ayuda. Al final se acercó, parecía tener miedo de hablar:

- ¿Q-Q-Qué es lo que quiere? Si descubren que estoy hablando con un asesino me tacharán de cómplice, y me mandarán ejecutar también. – su voz temblaba, no sabría si de miedo o emoción - He de suponer... que si te has tomado las molestias de encontrarme es para no dejar ningún testigo, ¿me equivoco?

-Pobre muchacho, si quisiera acabar contigo lo habría hecho en el bosque mientras dormías. Por cierto no deberías hacerlo más, cualquier animal te podría matar, sube a un árbol la próxima vez.-Pude ver como el chico tocaba el colgante con la mano, eso parecía tranquilizarlo, debía ser un regalo importante como mi brazal.- he venido para ofrecerte unirte a mí. Sé que piensas que soy un asesino, y no lo negaré. Pero no mató sin motivo, la gentuza de las temas lo merecía y la guardia no hace nada porque es corrupta.- en ese momento pasó un marine por la ventana.- Esos son los malos de este mundo, acompáñame y puede que pida tu unión a nuestra banda si te veo capaz. Por cierto la anciana sigue viva y la ayude con la basura que había quedado en las termas.

Me recosté en la silla mientras pedía una jarra al camarero, no pensaba que se fuera a ir corriendo, y menos que avisara a la guardia a sí que no habría problema. Si lo hacía condenaría a los que vinieran y a sí mismo, pues lo encontraría.

Su respuesta le impresionó, tras haber caído en lo que acababa de decirle, mucho más de lo que se esperaba. Al parecer, el llamado Gaedor había estado observándole todo este tiempo desde el incidente de la terma. Mientras le daba sus razones para lo que había sucedido allí, parecía que a Kenichi le entraba por una oreja y le salía por la otra, se dio cuenta de lo que acababa de decirle. Le había pedido que se uniera a su banda de piratas. Continuó con su explicación, haciendo referencia al marine que había pasado por la ventana segundos antes, según él, ellos eran los auténticos criminales en este mundo, no movían un dedo por aquellos inocentes en peligro. Shirahama seguía pensando que era un asesino, pero aquellas palabras le hicieron ver una verdad como un templo. No todos los marines son tan malos como él los pintaba, y por ende, quizás y sólo quizás, no todos los piratas fueran tan agresivos y despiadados como barbazul.

Quizás salir al mar con una tripulación... no fuera tan malo como parecía. Podría conocer a gente nueva, hacerse sus amigos... vivir una vida digna de ser vivida, valga la redundancia. Pero había algo que le hacía echarse para atrás. Era el mismo problema que tuvo hace tantos años atrás y que hasta el día de hoy seguía persiguiéndole. Con una sonrisa, pero con una mirada de melancolía, comenzó a hablar, esta vez notablemente mucho más calmado.

- Sinceramente... no creo que pueda cambiar mi opinión sobre ti tan rápidamente. Tengo mis principios, y lo que hiciste hoy fue algo excesivo, al menos bajo mi punto de vista... No te estoy juzgando, ni mucho menos, creo que en realidad no eres un mal tipo, ya que quiera o no reconocerlo, me salvaste. No sé qué has visto en mí - agarró el collar con fuerza - pero, no sé por qué, tu oferta me ha hecho sentir feliz por un momento. Me gustaría conocer a todos los piratas de tu tripulación, estoy seguro de que son realmente fuertes... pero esa misma motivación de conocerlos a todos, es lo que me hace rechazar tu propuesta. - Kenichi finalmente soltó el collar, mirando a barbazul a los ojos - Aún... soy demasiado débil.

Mirando su puño, pensó en todo lo que había sucedido hasta el momento. Él sabía que no estaba listo para salir al mar, ya fuera como pirata, como un marine, o como los llamados "revolucionarios". Sabía que este mundo era el campo de batalla de una guerra más antigua de lo que él mismo podría imaginar. Se levantó de la silla, y se arrodilló frente a barbazul, haciéndole una reverencia.

- ¡Se lo ruego! ¡Si algún día volvemos a encontrarnos y soy lo suficientemente fuerte como para evitar que alguien pierda la vida frente a mí, por favor... POR FAVOR, DÉJEME UNIRME A SU TRIPULACIÓN! - tomó aire de golpe para seguir hablando - ¡¡QUIERO HACERME FUERTE JUNTO A ALGUIEN A LOS QUE PUEDA LLAMAR AMIGOS Y CUMPLIR MI PROMESA!!

- Sinceramente... no creo que pueda cambiar mi opinión sobre ti tan rápidamente. Tengo mis principios, y lo que hiciste hoy fue algo excesivo, al menos bajo mi punto de vista.- No podía culpar al chico, puede que me pasara algo con esos matones, pero parece que lo que quería dio resultado.- No te estoy juzgando, ni mucho menos, creo que en realidad no eres un mal tipo, ya que quiera o no reconocerlo, me salvaste. No sé qué has visto en mí pero, no sé por qué, tu oferta me ha hecho sentir feliz por un momento. – Efectivamente, había despertado lo que quería en él, esas ganas de pelear, de luchar contra la desigualdad, o eso me pareció.-Me gustaría conocer a todos los piratas de tu tripulación, estoy seguro de que son realmente fuertes... pero esa misma motivación de conocerlos a todos, es lo que me hace rechazar tu propuesta. Aún... soy demasiado débil.

Me parecía correcto, Rose quizá me matara si me presentaba con un chico que no supiera hacer nada en el barco, y muy posiblemente el pobre muriera pronto. Justo tras decirme esas palabras se levantó para luego arrodillarse ante mí y hablarme de una manera totalmente diferente, una que nunca había escuchado hasta ese momento:

- ¡Se lo ruego! ¡Si algún día volvemos a encontrarnos y soy lo suficientemente fuerte como para evitar que alguien pierda la vida frente a mí, por favor... POR FAVOR, DÉJEME UNIRME A SU TRIPULACIÓN! – Parecía bastante decidido, como podría negarme a ello. - ¡¡QUIERO HACERME FUERTE JUNTO A ALGUIEN A LOS QUE PUEDA LLAMAR AMIGOS Y CUMPLIR MI PROMESA!!

-Chico será un placer aceptarte en ese caso, ahora bebamos para celebrarlo.-Pedí dos jarras más.-Mañana partiré al alba, aún no me reuniré con mi tripulación si quieres acompañarme hasta la siguiente isla al llegar serás libre de hacer tu voluntad.

Bebí lo que tenía de la anterior jarra y la que trajeron brindando a su salud, deje el dinero de las cervezas y me fui, no muy lejos pues lo observaría un rato más, pero no le obligaría a venir conmigo.

La gente se sorprendió al ver al joven practicante de Ryu Hiza arrodillarse ante barbazul, pero poco le importaba en ese momento. La respuesta del pirata le gustó más de lo que se esperaba, era una promesa. Se haría mucho más fuerte para no ser un estorbo, e impediría que se derramara más sangre de la necesaria en los bastos mares del Grand Line. Pero por ahora, tenía una promesa aún más importante que cumplir, y lo recordaba al agarrarse el collar. El pirata le ofreció una ronda de cervezas, a la cual Kenichi se apuntó, ya que tenía sed acumulada desde hace bastante tiempo. Barbazul brindó a la salud de Kenichi, a lo que el susodicho contestó de la misma forma, bebiéndose todo el contenido de la jarra.

Para su asombro, el pirata pagó por las bebidas, algo que le vino bastante bien, dado que estaba bastante corto de dinero. La nueva propuesta del pirata se basaba en navegar con él hasta la siguiente isla, en la cual partirían por caminos distintos. Esta vez, era necesario rechazarla.

- Lo siento... tengo una rutina demasiada estricta de entrenamiento, además de que aún tengo unos asuntos pendientes en esta isla. - Se levantó y se despidió con una reverencia - Le agradezco el hecho de haberme salvado e invitarme a su tripulación... - agarrando su colgante, terminó - volveremos a vernos, y la próxima vez, verás lo fuerte que puedo llegar a ser.

El pirata abandonó la estancia, mientras el chico decidió irse por la puerta de atrás para evitar más despedidas, ya que las odiaba debido a traumas del pasado. Miró su colgante, decidido una vez más a hacerse más fuerte, esta vez por su bien y la de sus posibles compañeros en el futuro. Así que entrando en el denso bosque, el cual se encontraba cerca del pueblo, prosiguió su camino para convertirse en un maestro de su estilo de lucha.

- Lo siento... tengo una rutina demasiada estricta de entrenamiento, además de que aún tengo unos asuntos pendientes en esta isla. – Me volvió a hacer una reverencia - Le agradezco el hecho de haberme salvado e invitarme a su tripulación... – tras un momento termino.- volveremos a vernos, y la próxima vez, verás lo fuerte que puedo llegar a ser.

Estaba deseando encontrarme con él y comprobar cómo había mejorado el chico. Me fui hasta el bosque cercano, tenía hambre por lo que en forma completa cacé un par de pájaros de los que deje solo las plumas y huesecillos. Había sido un día movido, pero había descubierto algo, el poder de las acciones sobre los demás puede ser de provechó. Dado que el chico no vendría conmigo me dirigí a la costa y partí esa misma noche con el viento favorable que soplaba desde el este. No tenía rumbo fijo, pero esperaba grandes aventuras en la siguiente isla, fuera cual fuera esta.

El mar estaba en calma cuando llegué a la barca, extendí la vela y me apresure a separarme de tierra, quería coger una corriente cuanto antes. No me gustaba estar demasiado tiempo en el mar por aquella zona, mucho tránsito de marines preguntones y mercaderes asustadizos de cañones fáciles. Así mientras el sol salía por el horizonte yo navegaba a la aventura.