Danio Rerio
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Acababa de llegar a Nanohana con mi destacamento, después de unas largas jornadas patrullando las aguas circundantes. Nos dieron a todos varios días de permiso antes de que volviéramos a zarpar hacia alguna otra isla. Por lo que había oído aquí se vendía un perfume exquisito y siempre estaba lleno de gente. Pero a mí lo que más me llamaba ahora mismo la atención era la cantidad de posadas y tabernas que ofrecían jugosas ofertas de comida y bebida haciéndose la competencia unas a otras.
Salí del barco con intención de meterme en la que mas comida y bebida ofreciera, pero mis intenciones pronto fueron frustradas por un grupo de energúmenos que estaban armando jaleo en uno de los bares, y claro, no pude menos de ir a llamarles la atención. La mala pata fue que esos hombres resultaron ser marines, de otro de los barcos atracados allí. Aún así razone con ellos, más bien les amenacé con reportarles si no dejaban de arma jaleo. El tabernero me dio las gracias, pero no me ofreció nada más a cambio de la ayuda, aún así me senté en una de las mesas a la espera de que vinieran a tomarme nota de la comida y bebida.
Cuando al fin me cogieron nota y trajeron la comanda pude comprobar que los carteles que decían que la comida era deliciosas no mentían. La bebida era igual de buena que la comida, y para terminar de rematar la faena un músico ambulante se puso a tocar cerca de la terraza para deleite de todos, eso si era vida, podría pasarme los meses así.
Salí del barco con intención de meterme en la que mas comida y bebida ofreciera, pero mis intenciones pronto fueron frustradas por un grupo de energúmenos que estaban armando jaleo en uno de los bares, y claro, no pude menos de ir a llamarles la atención. La mala pata fue que esos hombres resultaron ser marines, de otro de los barcos atracados allí. Aún así razone con ellos, más bien les amenacé con reportarles si no dejaban de arma jaleo. El tabernero me dio las gracias, pero no me ofreció nada más a cambio de la ayuda, aún así me senté en una de las mesas a la espera de que vinieran a tomarme nota de la comida y bebida.
Cuando al fin me cogieron nota y trajeron la comanda pude comprobar que los carteles que decían que la comida era deliciosas no mentían. La bebida era igual de buena que la comida, y para terminar de rematar la faena un músico ambulante se puso a tocar cerca de la terraza para deleite de todos, eso si era vida, podría pasarme los meses así.
Isorum Arena
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Isorum se encontraba en Nanohana, su ciudad natal y la que conocía con la palma de su mano, tanto la ciudad como la mayoría de sus habitantes. Entró en la taberna para descansar un rato, escuchar de qué se hablaba y demás noticias que los viajeros trataban.
Fue entonces cuando presenció un espectáculo lamentable, una serie de marines llegados a la ciudad la estaban armando en dicho establecimiento, que aunque de permiso, no hacía falta ser un lince para darse cuenta que se trataban de marines. Apartado, Isroum los miraba de mala forma, no le gustaba ese tipo de gente, entonces uno de ellos comenzó a acercarse a él con dos más, burlándose. En ese momento al revolucionario le faltaba poco para estallar. Deseaba llevar a aquel marine a un lugar alejado e impactarle en la cara con un buen puñetazo, a él y a todos los que había allí.
De repente, las cosas cambiaron, otro marine les reprochó su actitud y entonces a pesar de lo que la situación aparentaba, se calmó. A Isorum le gustó aquel gesto, alguien que por ideales se enfrentaba a otros aunque fuera de los suyos, y pensó que aquel hombre los tenía bien puestos.
Al acabar todo, “el cadenas” se dirigió hacia el hombre que desafió a los alborotadores.
-Eh, bien hecho, me ha gustado cómo has actuado, mi nombre es Isorum, aunque me dicen el cadenas. Es un placer ver tipos que le planta cara a este tipo de gente-
Acto seguido se dirigió al tabernero y le dijo que invitaba a su comanda, sin embargo, el tabernero le recordó a Isorum que le debía dinero, este le contestó que ya se lo pagaría, como hacía siempre, tras lo cual, volvió a dirigirse a él.
-¿Qué haces por aquí?-
Fue entonces cuando presenció un espectáculo lamentable, una serie de marines llegados a la ciudad la estaban armando en dicho establecimiento, que aunque de permiso, no hacía falta ser un lince para darse cuenta que se trataban de marines. Apartado, Isroum los miraba de mala forma, no le gustaba ese tipo de gente, entonces uno de ellos comenzó a acercarse a él con dos más, burlándose. En ese momento al revolucionario le faltaba poco para estallar. Deseaba llevar a aquel marine a un lugar alejado e impactarle en la cara con un buen puñetazo, a él y a todos los que había allí.
De repente, las cosas cambiaron, otro marine les reprochó su actitud y entonces a pesar de lo que la situación aparentaba, se calmó. A Isorum le gustó aquel gesto, alguien que por ideales se enfrentaba a otros aunque fuera de los suyos, y pensó que aquel hombre los tenía bien puestos.
Al acabar todo, “el cadenas” se dirigió hacia el hombre que desafió a los alborotadores.
-Eh, bien hecho, me ha gustado cómo has actuado, mi nombre es Isorum, aunque me dicen el cadenas. Es un placer ver tipos que le planta cara a este tipo de gente-
Acto seguido se dirigió al tabernero y le dijo que invitaba a su comanda, sin embargo, el tabernero le recordó a Isorum que le debía dinero, este le contestó que ya se lo pagaría, como hacía siempre, tras lo cual, volvió a dirigirse a él.
-¿Qué haces por aquí?-
Danio Rerio
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Mientras escuchaba la música un chico se me acercó, alto, de piel morena y cabello rizado y oscuro. Parecía que no me iban a dejar descansar tranquilo aunque estuviera de servicio, aunque para mí sorpresa el joven solo me quería agradecer lo que había hecho con los marines.
-Eh, bien hecho, me ha gustado cómo has actuado, mi nombre es Isorum, aunque me dicen el cadenas. Es un placer ver tipos que le planta cara a este tipo de gente
Isorum le dijo al tabernero que le apuntara lo que yo había pedido a su cuenta, pero parecía que la cuenta del chico ya estaba bastante llena. A pesar de ella el hombre accedió, ya fuera porque sabia que el chico era de fiar o por que posiblemente le había salvado de que hubiera un altercado en el bar y era su forma de agradecérmelo sin perder dinero.
-¿Qué haces por aquí?- Me preguntó el chico.
-Me encuentro de permiso, y disfrutando de la comida, la bebida y la música de este bonito sitio. Mi nombre es Danio y te agradezco mucho tu ofrecimiento. ¡Camarero!- llame al hombre- ¿Podría traerme un vaso de agua, por favor?- a pesar de que todavía tenia la jarra llena de cerveza el camarero no se sorprendió.
En cuanto llegó el agua me la eché por encima y le di unos berrys al joven. Aquel ambiente me secaba bastante la piel, que estaba acostumbrada a mucha humedad.
-Bien, así mejor. ¿A qué se debe tan curioso mote, El Cadenas?
-Eh, bien hecho, me ha gustado cómo has actuado, mi nombre es Isorum, aunque me dicen el cadenas. Es un placer ver tipos que le planta cara a este tipo de gente
Isorum le dijo al tabernero que le apuntara lo que yo había pedido a su cuenta, pero parecía que la cuenta del chico ya estaba bastante llena. A pesar de ella el hombre accedió, ya fuera porque sabia que el chico era de fiar o por que posiblemente le había salvado de que hubiera un altercado en el bar y era su forma de agradecérmelo sin perder dinero.
-¿Qué haces por aquí?- Me preguntó el chico.
-Me encuentro de permiso, y disfrutando de la comida, la bebida y la música de este bonito sitio. Mi nombre es Danio y te agradezco mucho tu ofrecimiento. ¡Camarero!- llame al hombre- ¿Podría traerme un vaso de agua, por favor?- a pesar de que todavía tenia la jarra llena de cerveza el camarero no se sorprendió.
En cuanto llegó el agua me la eché por encima y le di unos berrys al joven. Aquel ambiente me secaba bastante la piel, que estaba acostumbrada a mucha humedad.
-Bien, así mejor. ¿A qué se debe tan curioso mote, El Cadenas?
Isorum Arena
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Isorum observaba al marine refrescarse, era obvio que el clima local no le sentaba bien. El cadenas le observaba con una sonrisa mientras sujetaba y enseñaba unas cadenas de oro y plata colgadas de su cuello, había más en sus pantalones, pero estas eran metálicas.
-Por esto, me gustan mucho las cadenas y siempre llevo algunas por decorado, pero digamos que le mote me lo puso la morralla de éste lugar-.
Lo cierto es que Arena, utilizaba las cadenas metálicas para ponérselas alrededor de los puños, y así aumentar el daño. Era una de las pocas “armas” que alguien como él podía permitirse, además no era ilegal y podía llevarlas donde fuera sin que le dijesen nada.
-Te dejan tener un descanso pero por esta tierra, no parece que tus jefes te agradezcan mucho su trabajo, quiero decir, estás de permiso en un sitio árido, sofocante incluso para mí que me crie aquí y encima con una abundante presencia de bandidos tierra adentro-.
Los combates se producían continuamente, había gente peligrosa desierto adentro, bandas organizadas que atacarían a cualquier descuidado.
-Si vas a visitar más ciudades, no te alejes del curso del río, incluso en el propio desierto hay bandas de criminales que viven allí, no son los desarrapados con alto ego que puedas encontrar en una ciudad-
Sería inusual ver a Isorum hablando con un marine, pero él no detestaba a la persona que se escondía tras el uniforma, solo por llevar el uniforme, odiaba al tipo de persona por su forma de ser y odiaba a la organización como tónica general, y era cierto que no le hacía gracia encontrar a marines del gobierno mundial en sus tierras. Para él Arabasta era la única que tenía que encargarse de sus asuntos, al igual que los soldados del país desértico los únicos soldados establecidos en la tierra.
-Por esto, me gustan mucho las cadenas y siempre llevo algunas por decorado, pero digamos que le mote me lo puso la morralla de éste lugar-.
Lo cierto es que Arena, utilizaba las cadenas metálicas para ponérselas alrededor de los puños, y así aumentar el daño. Era una de las pocas “armas” que alguien como él podía permitirse, además no era ilegal y podía llevarlas donde fuera sin que le dijesen nada.
-Te dejan tener un descanso pero por esta tierra, no parece que tus jefes te agradezcan mucho su trabajo, quiero decir, estás de permiso en un sitio árido, sofocante incluso para mí que me crie aquí y encima con una abundante presencia de bandidos tierra adentro-.
Los combates se producían continuamente, había gente peligrosa desierto adentro, bandas organizadas que atacarían a cualquier descuidado.
-Si vas a visitar más ciudades, no te alejes del curso del río, incluso en el propio desierto hay bandas de criminales que viven allí, no son los desarrapados con alto ego que puedas encontrar en una ciudad-
Sería inusual ver a Isorum hablando con un marine, pero él no detestaba a la persona que se escondía tras el uniforma, solo por llevar el uniforme, odiaba al tipo de persona por su forma de ser y odiaba a la organización como tónica general, y era cierto que no le hacía gracia encontrar a marines del gobierno mundial en sus tierras. Para él Arabasta era la única que tenía que encargarse de sus asuntos, al igual que los soldados del país desértico los únicos soldados establecidos en la tierra.
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El joven me explico su afición por las cadenas, ademas de darme algunos consejos para no caer en malas zonas del país. La verdad es que no había pensado que hacer con este tiempo, mas allá de beber en el local y no moverme mucho.
-Gracias por los consejos. No puedo quejarme de los permisos, el anterior era una isla donde llovió todos los días, quizás mis compañeros se quejen más. De momento no tengo pensado alejarme de esta ciudad pero un baño por el rio seguro que no viene mal.
Seguí escuchando la música, mientras bebía sorbos del dorado liquido de mi jarra. No sabía si al chico también le agradaba aquella música o era yo pero no se movía de allí.
-A que te dedicas Isorum, todas esas cadenas restringen mucho en la mayoría de los oficios ¿no?-mientras esperaba que me respondiera le hice un gesto al camarero.- Pon nos otra ronda, a esta pago yo, y pon algún aperitivo también, tengo hambre
-Gracias por los consejos. No puedo quejarme de los permisos, el anterior era una isla donde llovió todos los días, quizás mis compañeros se quejen más. De momento no tengo pensado alejarme de esta ciudad pero un baño por el rio seguro que no viene mal.
Seguí escuchando la música, mientras bebía sorbos del dorado liquido de mi jarra. No sabía si al chico también le agradaba aquella música o era yo pero no se movía de allí.
-A que te dedicas Isorum, todas esas cadenas restringen mucho en la mayoría de los oficios ¿no?-mientras esperaba que me respondiera le hice un gesto al camarero.- Pon nos otra ronda, a esta pago yo, y pon algún aperitivo también, tengo hambre
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Escuchaba con atención sorprendido de que el marinero prefiriese aquella isla, aunque tras escuchar el relato de que lo destinaron a una isla en la que solo había lluvia lo entendió perfectamente. Isorum era un hombre que prefería mil veces el calor al frio, puede que en aquel lugar a veces hubiera desesperación por la lluvia, pero le encantaba ver el cielo azul y un buen sol, no aguantaría mucho tiempo en un lugar en el que no estuviera el Astro rey.
De alguna forma el marino parecía un hombre amistoso, aunque “el cadenas” desconocía si se trataba quizás de una amabilidad por cortesía, no solía tener buena experiencia con los marines.
-Me dedico a lo que me sale cuando puedo, unas chapuzas por aquí y por allá como pintar casas, aunque a veces he llegado a hacer de guardaespaldas. Se que estas cadenas restringen muchos trabajos, pero ¡que les jodan! , yo no voy a cambiar por los caprichos de alguien, además vivo muy bien así, ¿para qué más de lo que tengo?-.
En cierto modo en el fondo a Isorum le dolía ser pobre, con el tiempo se había quedado sin sus amigos de la infancia, sin familia, sin pareja y un futuro brillante, aunque por otro lado, ahora conocía a muchísima más gente, el mismo dueño de la taberna era alguien que le fiaba las deudas, poco a poco se había labrado una red de contactos y se había ganado la confianza de la gente.
-¿Y cómo es que has entrado a los marines? Si te mandan de un sitio a otro todo el día y ni siquiera puedes elegir a donde ir y luego siempre tienes compañeros como los ya vistos-
Tal vez Isorum se pasaba cogiéndole confianza al marine, pero era así, su boca le perdía algunas veces, sin embargo el desparpajo mostrado era lo que garantizaba sus contactos y le permitía seguir con una sonrisa el día a día.
De alguna forma el marino parecía un hombre amistoso, aunque “el cadenas” desconocía si se trataba quizás de una amabilidad por cortesía, no solía tener buena experiencia con los marines.
-Me dedico a lo que me sale cuando puedo, unas chapuzas por aquí y por allá como pintar casas, aunque a veces he llegado a hacer de guardaespaldas. Se que estas cadenas restringen muchos trabajos, pero ¡que les jodan! , yo no voy a cambiar por los caprichos de alguien, además vivo muy bien así, ¿para qué más de lo que tengo?-.
En cierto modo en el fondo a Isorum le dolía ser pobre, con el tiempo se había quedado sin sus amigos de la infancia, sin familia, sin pareja y un futuro brillante, aunque por otro lado, ahora conocía a muchísima más gente, el mismo dueño de la taberna era alguien que le fiaba las deudas, poco a poco se había labrado una red de contactos y se había ganado la confianza de la gente.
-¿Y cómo es que has entrado a los marines? Si te mandan de un sitio a otro todo el día y ni siquiera puedes elegir a donde ir y luego siempre tienes compañeros como los ya vistos-
Tal vez Isorum se pasaba cogiéndole confianza al marine, pero era así, su boca le perdía algunas veces, sin embargo el desparpajo mostrado era lo que garantizaba sus contactos y le permitía seguir con una sonrisa el día a día.
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Vaya, así que el chico era una especie de manitas que trabajaba un poco en todo, me gustaba conocer a gente honrada, sobretodo por el aviso de la gran cantidad de revolucionarios que había por la zona. Ademas que tuviera un gusto por las cadenas como aquel sin importar lo que los demás pensaran de él le daba más crédito a mis ojos. Parecía que aunque distrayéndome de la música podía llegar a tener una conversación interesante. Entonces el muchacho me hizo casi la misma pregunta que yo a él, aunque parecía que pensaba que todos los marines eran como aquellos que había echado del local.
-Me eligieron ellos a mí, pertenezco a unos de los templo de karate de mi pueblo y durante una patrulla secuestraron a unos compañeros míos. Estuve años buscándoles, y cuando los encontré mate a unos traficantes de esclavos y libere a todos. Entonces la marina me invito a entrar y accedí.-tras un sorbo de la jarra nueva continué- Lo de no tener destino fijo esta bien, puedes ver mundo. En casi todas las islas tenemos un par de días de permiso. Y, no todos mis compañeros son como los que has visto, la mayoría solo busca el bien del pueblo, aunque como en todo siempre hay ovejas negras, o ¿No tenéis mafiosos por aquí?
Mientras esperaba la contestación del joven tome otros cuantos tragos de aquella deliciosa cerveza, y aproveché para llevarme a la boca un par de patatas bravas que nos habían puesto para picar. El músico había terminado de tocar, y cuando pasaba pidiendo algo por el espectáculo le di bastante dinero, y le pedí que tocara otro rato más, le daría más cuando terminara. Ademas le dije lo mucho que me gustaba su música y que le recomendaría en la base para que diera algún concierto, si estaba interesado claro.
-Me eligieron ellos a mí, pertenezco a unos de los templo de karate de mi pueblo y durante una patrulla secuestraron a unos compañeros míos. Estuve años buscándoles, y cuando los encontré mate a unos traficantes de esclavos y libere a todos. Entonces la marina me invito a entrar y accedí.-tras un sorbo de la jarra nueva continué- Lo de no tener destino fijo esta bien, puedes ver mundo. En casi todas las islas tenemos un par de días de permiso. Y, no todos mis compañeros son como los que has visto, la mayoría solo busca el bien del pueblo, aunque como en todo siempre hay ovejas negras, o ¿No tenéis mafiosos por aquí?
Mientras esperaba la contestación del joven tome otros cuantos tragos de aquella deliciosa cerveza, y aproveché para llevarme a la boca un par de patatas bravas que nos habían puesto para picar. El músico había terminado de tocar, y cuando pasaba pidiendo algo por el espectáculo le di bastante dinero, y le pedí que tocara otro rato más, le daría más cuando terminara. Ademas le dije lo mucho que me gustaba su música y que le recomendaría en la base para que diera algún concierto, si estaba interesado claro.
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Como el joven no parecía responder me levante y felicite al músico, le comente lo d recomendarle y pague al tabernero la cerveza. Salí del local al asfixiante sol de aquel lugar, volvería al barco donde estaría más fresco y sin distracciones. Por el camino me acerque a varios puestos y tiendas. En la entrada de la base me comentaron que el capitán buscaba gente para partir de inmediato hacia una isla cercana a una misión de extracción. Algo sobre hortalizas de gran tamaño, normalmente no aceptaría ir a misiones así pero lo de plantas gigantes comestibles llamó mi atención bastante así que me apunte. Más reclutas de mi unidad se habían apuntado para la misión por lo que al menos no estaría solo con desconocidos. Según el informe no habría demasiado riesgo, pero la inteligencia naval casi siempre fallaba en ese aspecto y los problemas nos perseguían allí donde íbamos.
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