Por que los marines somos los mejores [Danio Rerio & Gusi]

Ese día estaba extremadamente cabreado. Me había regañado un nuevo oficial unas 40 veces por tonterías insignificantes y me mandaba tareas demasiado complicadas para mi. Creo que sinceramente me tenía manía o simplemente era una persona odiosa por naturaleza. Menos mal que habíamos llegado a una isla y pude dejar las tareas del barco para cuando volviéramos a zarpar.

Esta isla era conocida por sus enormes hortalizas, las cuales llegaban a tener estaturas colosales. Así pues nuestra misión era sencilla, recolectar víveres para las personas necesitadas de otras islas. Pero esta isla esconde un gran secreto, esta infectada por insectos gigantes muy peligrosos. Lo cual me alegre, así tenia con quien desahogarme.

Bajemos del barco y me dirigí con en primer pelotón a limpiar la zona de posibles animales. Y para mi asombro nada mas llegar a la zona vegetal apareció una mantis de un tamaño colosal.

off:

Nos habían mandado como pelotón de apoyo a una misión de recogida de hortalizas gigantes, el barco de la unidad principal no era demasiado grande pero sí que parecía muy ajetreado. Sobre todo lo relacionado con un marine peli azul al que uno de sus oficiales parecía tener bastante puteado con las tareas. A nosotros no nos mandaban demasiado ya que veníamos de apoyo, pero aún así ayudamos cuando podíamos, yo sobretodo en la cocina que era lo que mejor se me daba y más me gustaba.

Al llegar a la isla me maravillo el tamaño real de las hortalizas y verduras, me gustaría cocinar alguna de ellas, o solo probarlas al natural debían de estar deliciosas. Pero claro no podía ser todo tan bonito como llegar y coger aquellas preciosas plantas, una mantis religiosa de tamaño oso fue nuestro primer visitante. Si todo en la isla era tan grande no quería encontrarme al granjero o sus perros, y muchos menos carnívoros más grandes.

Nada más tocar el barco la playa mi unidad y yo saltamos por la borda y nos dirigimos hacia la mantis, sería un buen plato exótico para la cena si sobrevivíamos. Comenzaron el ataque los tiradores, aunque era difícil darle por sus movimientos. Cuando llegamos al combate cuerpo a cuerpo mi principal fue una de las patas, intentado desestabilizarla lo suficiente como para reducir si velocidad. Mientras el resto de marines llegaba y los menos afortunados acabarían presos de las portentosas mandíbulas del insecto.

Los marines empezaron a separarse. El segundo pelotón salto del barco y algunos disparaban desde el buque. Todo era alucinante, que quede parado viendo como intentaban inmovilizar a aquel bicho horrendo.

Mire al compañero que tenía al lado y también estaba impactado por la escena. Pero para mi asombro la mantis le ataco con las cuchillas de sus brazos y le partió por la mitad. 

Todo un reguero de sangre me salpico. La cual me hizo despertar de mi letargo. Corrí a trepar a lo alto de una hortaliza para evitar un corte de aquel ser.
Desde las alturas pude comprobar la gran matanza que estaba haciendo aquel bicho y peor aun vi como estaba apunto de atacar a mas de mis compañeros. Sin pensarme lo mucho salte al vacío con la intención de caer en la cabeza de aquel bicho y poner fin a su nefasta vida.

Off:

La mantis acabo con un par de marines antes de que la dejáramos medio caída en el suelo. Parecía que estaba a punto de atrapar a otro marine cuando el peli azul cayó desde lo alto de una de las hortalizas consiguiendo derribar al insecto, pero posiblemente a costa de algún hueso roto o lesión parecida. Pedí que subieran a bordo al bicho muerto para cocinarlo, cosa que hicieron a regañadientes. Hicimos un perímetro en torno a la zona para que comenzaran la extracción de las calabazas, tomates, lechugas y coliflores que había cerca.

La extracción de una de las lechugas dejo al descubierto un túnel del tamaño de una persona bastante grande, enseguida montamos un perímetro a su alrededor. No habíamos terminado casi los preparativos cuando varias hormigas comenzaron a salir del túnel. Tenían casi un metro de altura y sus mandíbulas posiblemente podrían cortar a cualquiera de nosotros.

-!Cuidado con sus mandíbulas¡-Grite a mis compañeros- Mantenerlas a raya en la entrada que no puedan salir más del túnel, y vosotros tratar de derribarlo.

Al caer desde lo alto de la hortaliza aplaste con todo el trasero la cabezota de aquel bicho. Manchando me con una sustancia pegajosa que emano de su cabeza.

-Puag... sesos de mantis- dije con cara asco, mientras veía como aquella cosa pegajosa se deslizaba lentamente por mis dedos. Como un moco bien pegajoso.

Un marine que estaba atendiendo a los heridos me acerco una toalla húmeda para limpiarme. Amablemente le di las gracias. 
Cuando hice intención de levantarme una de mis piernas no reacciono como quería. Rápidamente el marine que me había echado la toalla, me sujeto para que no me cayese. Y me mire la pierna, comprobando que la tenía mirando para la isla "Cuenca". Uno de los médicos de la zona se acerco rápidamente.
-Te has dislocado la pierna por la caída. Tengo que colocártela. - acto seguido me extendió una botella de alcohol.
-Bebe esto para calmar el dolor, no nos quedan calmantes. Se han gastado todo en los heridos graves- Y tiro de mi pierna con una gran fuerza, produciendo un gran crujido. Falto poco para desmayarme. Pero pegué un gran tragó de la botella, haciendo que el fuerte sabor del licor me despertara. El dolor era insufrible, mientras entablillaba la pierna a un trozo madera, pegue 3 tragos mas. Era de esperar que al ser un niño y mi pequeño tamaño, me pillara un buen pedo.

Todos mis compañeros estaban recolectando las hortalizas gigantes y transportándolas al barco. Yo me encontraba apoyado en una raíz enorme sin poder hechar ni una mano, ya que tenía que ir con muletas y debido a mi estado, no era lo mas recomendado. Cuando de repente unas hormigas empezaron a salir de una agujero.

Cogí la botella que aun contenía licor y había estado al lado mía todo el rato. Me arranque una tira de mi uniforme. Introduje la tira en la botella y con la ayuda de un marine que pasaba por allí y estaba fumando, encendí la tira.
Lance aquella bomba incendiaria improvisada con todas mis fuerzas a la zona de las hormigas. Lastima que no pude ver el resultado. La lance con demasiada fuerza y debido a que aun estaba un poco borracho, esto hizo que me desequilibrara y cayese de bruces contra el suelo.

Mientras comenzábamos a avanzar para contener a las hormigas algo paso volando por delante y cayó encima de la cueva llenando un área de fuego, justo donde tenían que trabajar para derrumbar el túnel, si descubra quien había sido le haría fregar letrinas hasta el fin del mundo que no parecía estar lejos si las hormigas no dejaban de salir. Estas no parecían tan rápidas y fuertes como la mantis, pero su nuero era una gran ventaja. De momento luchábamos en un tres contra uno a nuestro favor, pero esto empezaba a cambiar por los refuerzos de las hormigas. Use mi control del agua para sofocar parte del incendio mientras los zapadores se ponían a trabajar.

Tras eso cargue contra las hormigas justo donde una acababa de herir a un marine golpeándola en la cabeza y lanzándola hacia atrás. Le di un golpe de karate al cuerpo de una hormiga que tenia al lado para que bajara y frenera la subida de sus hermanas. El resto pareció comprender la idea y lanzaba a patadas los cuerpos cados mientras se defendían de las que ya estaban allí.

Me levante del suelo con toda la cara de barro. Y con fastidió pude comprobar que mi bomba no dio en el blanco. En ese momento vi como uno de los Marines tritón, lanzaba un chorro de agua a una hormiga.

Me puse en pie a pata coja y cogí las muletas. Me acerque donde estaban conteniendo a las hormigas. Me coloque al lado de mi compañero con cara de pez y le dije:

-¿Tú no eres el cocinero?- me puse la mano en la tripa y esta rugió.

-He visto lo que puedes hacer con el agua. ¿Podrías hacer lo mismo con agua con azúcar?. Todo el mundo sabe que las hormigas se chiflan por el azúcar.- alce las manos en dirección a las hormigas gigantes para que se diera cuenta de lo que quería decir.

-Así harás que se ataquen entre ellas y dar tiempo a que los constructores tapen el hoyo.- miré al cielo y pensé: soy un puto genio. Seguro que todo aquello era culpa del alcohol, que me hacía decir lo primero que pensaba.

El peli azul había tenido una buena idea, el único problema era donde sacar el azúcar para mezclarla con el agua, o quizás esperaba que yo la pudiera crear de la nada. Sea como fuere tenía que responderle, pero antes tuve que quitarme de encima a una de las hormigas con un par de golpes a las mandíbulas y luego al fino cacho que unía las bolas grandes para lanzarla de nuevo hacia el agujero. Una vez despachada la hormiga me volví hacia el joven.

-No puedo crear de la nada azúcar, si me consigues muchos kilos podríamos hacer algo pero no creo al resto de la tripulación le gustara eso de quedarse sin azúcar para el viaje de vuelta. Aunque quizás prefieran sus vidas al azúcar.

Una vez terminado de hablar con él me gire para seguir con el combate mientras los zapadores ya trabajaban en la zona superior colocando bombas en agujeros sobre el techo para derrumbarlo, no tardarían demasiado y estábamos aguantando bien a las hormigas.

Tenía razón mi compañero. Me apoye en las muletas poniendo todo el peso en las axilas y me coloque la mano en la barbilla. Mmmm... no quería cabrear a todos los Marines. Ya que no creía que me encontrara un saco de azúcar en el huerto, decidí pensar en frutas dulces. Me puse a mirar a los marines que estaban alrededor y había uno que no estaba haciendo nada. Mas adelante descubriría que le daban miedo las hormigas, pero esto no es importante en la historia.

-¡Eh, tu!. ¡Ven aquí! - El marine que parecía un poco despistado se acerco a mi. Al acercarse me di cuenta de su enorme estatura y de lo corpulento que era. Pero el pobrecito tenía una cara de bobo, que ni aprendiéndose el alfabeto se la quitaba.

-¿Me ayudas con unas cosas grandullón?- le pregunte mientras levantaba una de las muletas, para que viera que estaba invalido. El asintió con la cabeza.

Me acerque a mi compañero tritón y le conteste que iba a resolver el problema del azúcar. Y me dirigí a las profundidades del gran huerto. Acompañado claro esta por el gran Marine, que parecía mi nueva sombra. Al ser solo dos, los grandes bichos con los que nos cruzábamos ni se fijaban en nosotros, pues eramos como hormigas en un huerto normal, que solo las ves si te fijas mucho.

Después de un rato de búsqueda encontré lo que estaba buscando. Una gran pitaya una de las frutas mas dulces del mundo. Le dije a mi enorme amigo que cogiera una y a pesar de que le fruta era mas grande que su cuerpo la cogió con total facilidad.

Al volver colocamos a la zona de las hormigas, el marine coloco la gran fruta al lado de nuestro compañero tritón y le dije:

- Las cañas de azúcar eran demasiado resistentes y grandes para traerlas. Pero tal vez si aprietas este fruto consigas un jugo mas dulce aun.- le dije con una sonrisa picaresca.

Pitaya:

Las hormigas parecían empezar a pasar por encima de sus compañeras heridas y redoblar su ofensiva, si no terminaban pronto los zapadores tendríamos pronto problemas para contenerlas. Estaba peleando contra un par de ellas cuando el peli azul volvió acompañado por un marine que parecía semigigante cargado con una fruta de gran tamaño. Me dijo que si podía usar aquella fruta para extraer el jugo azucarado, le pedí al grandullón que la abriera para ver como era por dentro. Este la apretó hasta que la cascara se desquebrajo dejando a la vista un interior blanco con pepitas negras.

Con el jugo tardaríamos mucho, pero esas pepitas pueden ser la solución, arrancarlas y lanzalas dentro del túnel, eso hará que las empiecen a recolectar y nos quitara a muchas de encima. Cuando los zapadores estén listos lanzaremos lo que quede de la fruta entera hacia abajo, para que un numero mayor entre dentro antes de volarlo y tener que acabar con menos aquí fuera, ¿Te podrás hacer cargo marine?

Me puse a arrancar pipas del fruto con mi compañero grandullón y a lanzar las donde las hormigas. Muchas cedieron , pues se pusieron a recolectar. Pero las hormigas guerreras seguían atacándonos. 

Una de esas hormigas estaba a punto de atacar a un marinero que no pudo contenerla. Las cuchillas de aquella horrible hormiga, estaban a punto de rebanarle. Pero la hormiga empezó a dar cabezazos y a tambalear la cabeza de un lado para otro. 

Un montón de personas salieron de la maleza. Parecían indígenas de la zona, pero según los informes nadie vivía en esa isla ademas de los enormes insectos. Uno de ellos llevaba un silbato, pero no emitía ningún ruido. Dejo de silbar y fue a calmar a la hormiga, como si de un caballo asustado se tratara.

- Iros de nuestra isla. Ya nos habéis robado suficientes alimentos y maltratado a nuestros animales. No queremos empezar una guerra. - dijo con un acento extraño el que parecía el líder. Sus ropas estaban hechas con hojas de las frutas de alrededor. Aunque la mayoría iban desnudos. Tenían lanzas muy peculiares y eran de corpulencia musculosa.

Todo parecía ir mejorando, los refuerzos de las hormigas se reducían a causa de que parte de ellas se ponían a recolectar las semillas que les lanzaban, a pesar de ello un grupo aún numeroso se mantenía luchando sin prestar mucho caso a los proyectiles, y aunque eran contenibles parecían no cansarse, al contrario que nosotros. Mis cualidades físicas mejoraban me permitían pelear en igualdad contra ellas, pero mis compañeros marines no eran capaces de seguir el ritmo. Uno parecía casi ya presa de uno de aquellos insectos cuando repentinamente este se apaciguó. De entre las grandes plantas aparecieron un grupo de lo que parecían indígenas con algo parecido a silbatos en la boca.

-Iros de nuestra isla. Ya nos habéis robado suficientes alimentos y maltratado a nuestros animales. No queremos empezar una guerra. - el que habló parecía tener cierto dominio sobre las hormigas y una posición dominante de su gente. Además se desplazó hasta el animal que casi se come al marine.

-No sabíamos que esta isla estuviera habitada por nadie, y respecto a los animales nos atacaron ellos primero, solo nos defendíamos.-hice una breve pausa mientras me acercaba.- Mi nombre es Danio Rerio, y esta es la primera isla en la que alguien dice ser dueño de las plantas, por otra parte si de verdad son vuestras por que las cultiváis quizás podamos entablar relaciones comerciales.

Me falto poco para echarme a reír con los ropajes de aquella gente. Mire al grandullón que parecía muy serio pendiente de la conversación. Seguro que le costaba. Le hice una seña con el dedo hacia arriba y este me subió a su hombro. El jefe se puso a la defensiva con su arma, no le gustaron las palabras de aquel marine.

- Nosotros no somos los dueños de la isla, son los insectos. Os atacaban porque los estabais robando. Ellos protegen las plantas y nosotros protegemos a los insectos.- dijo cada vez con un tono mas serio.

-No podemos comercial con ustedes, el huerto es de gigantes. Ellos ser dueños de esta isla.- se relajo y cruzo los brazos.

- Creo que deberíamos irnos, ya tenemos todo lo que necesitábamos.- dije desde arriba del grandullón. Con la intención de que los demás marines estuvieran de acuerdo.

off:

No me convencía toda aquella situación, porque iban a tener los gigantes insectos protegiendo la isla, y a unos humanos protegiendo a los insectos. De cualquier manera por lo que decía el peli azul los trabajos de recolección ya habían terminado, por lo que ahora mismo seria prudente retirarse para no empezar una batalla de que la que tenían pocas posibilidades de salir victoriosos.

-Sí, creo que deberíamos retirarnos de aquí. Chicos dejar esos y volver al barco, no os olvidéis los explosivos no queremos un accidente ahora.

Espere a que todos estuvieran en el barco mientras miraba al indígena con los brazos cruzados no se por que siempre hacia de superior siendo aún un simple recluta pero bueno al parecer los oficiales no se habían dignado ni a bajar del barco y alguien tenía que suplir su falta. Una vez todo listo me subí al barco con el resto y me fui hasta el capitán del mismo para presentarle mi informe completo, sin escasear detalles ni olvidarme de mi compañero peli azul que tan bien se había comportado incluso herido.