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Castor ya lo tenía muy claro. Aquel tipo no quería tocar el puñal al parecer, no paraba de hablar y no hacía lo pedido. El castaño estaba empezando a cansarse y estaba a punto de sacar su arma de fuego. De repente llegó la superior, diciendo que se dieran prisa y que el objetivo estaba completado. Sin embargo aquello no iba a quedar así y el murciélago no iba a librarse por parte del asesino. Tan solo debía de tocar un objeto y nada más pero estaba quejándose demasiado y el CP plateado sospechaba demasiado.
Ahora ignoró las palabras de la peliverde y simplemente dio un paso hacia el enorme ser alado estirando algo más el puñal. – Por última vez. Toca la hoja del puñal unos segundos y mírame a los ojos. Si no lo haces pienso llevarte detenido. – La mirada del loco ahora era algo más seria que de costumbre. El anciano cada vez estaba más nervioso y la paciencia de Castor se estaba agotando. Incluso estaba pensando en usar la fuerza si era necesario. Si no era ningún usuario ¿Qué diablos le costaba tocar una jodida hoja? Algo no tenía sentido y si era historiados como bien había dicho, debía saber sobre la existencia de las frutas seguro.
El agente terminó frunciendo el ceño. – ¡Akumas! Frutas que la ingerirlas dan poderes sobrenaturales. El usuario pierde la capacidad de nadar y se debilita ante el material del que está hecho mi puñal. Ahora tócalo y no me hagas repetirlo o deberé llevarte a un calabozo por no colaborar con el gobierno mundial. – De repente dejó de mirar a aquel ser alado y se fijó en la chica. Estaba demasiado buena y aquello hizo sonreír de lado al asesino pero enseguida volvió a lo suyo y mantuvo la mirada en los ojos del murciélago sin dejar de tener su haki activado en ningún momento.
Ahora ignoró las palabras de la peliverde y simplemente dio un paso hacia el enorme ser alado estirando algo más el puñal. – Por última vez. Toca la hoja del puñal unos segundos y mírame a los ojos. Si no lo haces pienso llevarte detenido. – La mirada del loco ahora era algo más seria que de costumbre. El anciano cada vez estaba más nervioso y la paciencia de Castor se estaba agotando. Incluso estaba pensando en usar la fuerza si era necesario. Si no era ningún usuario ¿Qué diablos le costaba tocar una jodida hoja? Algo no tenía sentido y si era historiados como bien había dicho, debía saber sobre la existencia de las frutas seguro.
El agente terminó frunciendo el ceño. – ¡Akumas! Frutas que la ingerirlas dan poderes sobrenaturales. El usuario pierde la capacidad de nadar y se debilita ante el material del que está hecho mi puñal. Ahora tócalo y no me hagas repetirlo o deberé llevarte a un calabozo por no colaborar con el gobierno mundial. – De repente dejó de mirar a aquel ser alado y se fijó en la chica. Estaba demasiado buena y aquello hizo sonreír de lado al asesino pero enseguida volvió a lo suyo y mantuvo la mirada en los ojos del murciélago sin dejar de tener su haki activado en ningún momento.
C. K.
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La mujer suspira, mientras observa al murciélago y al anciano. Parece que Castor tiene problemas con el primero de los dos. La mujer se acerca a él y dice:
- Está bien, señor. Puede usted tocar el arma de mi compañero, no es necesario que sea por el filo, o puede acompañarnos a nuestro barco para hacer el proceso allí, usted elige -la mujer tiene prisa, y un maldito hombre animal no va a retrasarla más aún en su regreso a la isla judicial-. De verdad, le aconsejo que haga caso a mi compañero y toque su arma, el ir hasta el barco tan solo le quitará más tiempo de su preciada investigación de las ruinas locales.
Tras eso, se acerca al tabernero, y tras observarlo con detenimiento, mira a Castor y le pregunta:
- ¿Este hombre está limpio? -la mujer observa al nervioso anciano, que parece cada vez más alterado, posiblemente por el shock de haber visto todos aquellos cuerpos en su taberna. Esperando la respuesta afirmativa de su compañero, la mujer se dispone a dejar que el pobre hombre se vuelva a su negocio a atender sus obligaciones. Tampoco hay que obligarlo a quedarse si no tiene nada raro. Mientras tanto, observa a Castor y al animal, aún con la empuñadura de su arma agarrada. La tensión del ambiente es palpable.
- Está bien, señor. Puede usted tocar el arma de mi compañero, no es necesario que sea por el filo, o puede acompañarnos a nuestro barco para hacer el proceso allí, usted elige -la mujer tiene prisa, y un maldito hombre animal no va a retrasarla más aún en su regreso a la isla judicial-. De verdad, le aconsejo que haga caso a mi compañero y toque su arma, el ir hasta el barco tan solo le quitará más tiempo de su preciada investigación de las ruinas locales.
Tras eso, se acerca al tabernero, y tras observarlo con detenimiento, mira a Castor y le pregunta:
- ¿Este hombre está limpio? -la mujer observa al nervioso anciano, que parece cada vez más alterado, posiblemente por el shock de haber visto todos aquellos cuerpos en su taberna. Esperando la respuesta afirmativa de su compañero, la mujer se dispone a dejar que el pobre hombre se vuelva a su negocio a atender sus obligaciones. Tampoco hay que obligarlo a quedarse si no tiene nada raro. Mientras tanto, observa a Castor y al animal, aún con la empuñadura de su arma agarrada. La tensión del ambiente es palpable.
Énra Kelter
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-No había escuchado de frutas así nunca, en la isla de dónde vengo todas las frutas son deliciosas, pero ninguna da habilidades raras. También pude ser que no nos demos cuenta de ello, no somos gente que fabrique armas, y en mi caso tengo fobia al agua desde pequeño.- Tras ello toque el puñal, quedándome sin energías al momento y cayendo al suelo. En mi cara se podía ver una expresión de sorpresa, pero sorpresa real, ya que era la primera vez que tocaba algo de Kairouseki y no esperaba una perdida así.- Vaya, creo que es esto a lo que se refería. ¿Cómo averiguo ahora que poderes tengo, y espero que no sea delito tener una?
La última parte había sido totalmente genuina, y a pesar de que el loco lo mismo ni quería tragárselo la otra agente parecía más lista e imparcial y si se daría cuenta de que era auténtica sorpresa. De cualquier modo no podían relacionarme con nada de lo ocurrido en esa isla, ni en otras, ya que no había dejado rastro de mercurio en ninguno de mis asesinatos y el vapor es incoloro e inodoro.
La última parte había sido totalmente genuina, y a pesar de que el loco lo mismo ni quería tragárselo la otra agente parecía más lista e imparcial y si se daría cuenta de que era auténtica sorpresa. De cualquier modo no podían relacionarme con nada de lo ocurrido en esa isla, ni en otras, ya que no había dejado rastro de mercurio en ninguno de mis asesinatos y el vapor es incoloro e inodoro.
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El agente observó como aquel tipo se designaba por fin a tocar la hoja. Una vez lo hizo y quedó debilitado el asesino de plata suspiró para después guardar su arma tranquilamente. – No ha sido tan difícil ¿Verdad? – Dijo ahora mientras miraba a su compañera despacio. Acto seguido no pudo evitar mirar al murciélago y alzar una ceja mientras se cruzaba de brazos. – Bueno parece ser que tenemos algo de prisa. Por mi me quedaba a hacerte unos análisis y pruebas para determinar tu tipo de fruta. Aún así daré parte de que el historiador Énra es usuario. Tranquilo que no es delito. – Dicho aquello ahora se ajustó bien el traje.
Miró ahora al anciano y notó lo nervioso que estaba. Por su parte no se sentía cómodo dejando la investigación a medias pero si había prisa no se le podía hacer nada. – El anciano está limpio. Creo que es hora de irse. – Dijo pasando por el lado del hombre y colocando su hoja en la mano del anciano. Este no se debilitó y ahora el castaño se cruzó de brazos. – Bueno jefa, te sigo. – Dijo con toda la calma del mundo mientras suspiraba mirando lo buena que estaba.
Miró ahora al anciano y notó lo nervioso que estaba. Por su parte no se sentía cómodo dejando la investigación a medias pero si había prisa no se le podía hacer nada. – El anciano está limpio. Creo que es hora de irse. – Dijo pasando por el lado del hombre y colocando su hoja en la mano del anciano. Este no se debilitó y ahora el castaño se cruzó de brazos. – Bueno jefa, te sigo. – Dijo con toda la calma del mundo mientras suspiraba mirando lo buena que estaba.
C. K.
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Catherine empieza a caminar hacia el puerto, dejando atrás a los dos civiles. Observa a Castor de reojo. Se siente observada y desnuda en la mente del hombre, y eso no le gusta. Suspira, pensando en lo horrible que es tener compañeros así en el cuerpo.
- Está bien, volvamos al barco. Este lugar me deprime, no sé si a ti te pasa igual... -murmura a media voz, tratando de ignorar las miradas de su compañero por el bien de la misión.
Tras unos minutos, los dos alcanzan el muelle, donde un barco los espera para regresar a Ennies Lobby. Durante el viaje es más que probable que obtengan información del hombre capturado. Suficiente para cerrar el negocio de tráfico ilegal en la isla, y tal vez en las de los alrededores. Eso le llena de satisfacción. Un vez dentro del navío, la chica se dirige a su camarote, y tras echar el pestillo para evitar que nadie la moleste, agarra un bloc de dibujo y se pone a pintar, tratando de crear algo de arte que pueda llegar a gustarle, aunque sabe que la captura del objetivo ha sido un juego de niños en comparación con eso. Por suerte, aún le queda una larga travesía hasta la isla judicial para intentar lograrlo.
- Está bien, volvamos al barco. Este lugar me deprime, no sé si a ti te pasa igual... -murmura a media voz, tratando de ignorar las miradas de su compañero por el bien de la misión.
Tras unos minutos, los dos alcanzan el muelle, donde un barco los espera para regresar a Ennies Lobby. Durante el viaje es más que probable que obtengan información del hombre capturado. Suficiente para cerrar el negocio de tráfico ilegal en la isla, y tal vez en las de los alrededores. Eso le llena de satisfacción. Un vez dentro del navío, la chica se dirige a su camarote, y tras echar el pestillo para evitar que nadie la moleste, agarra un bloc de dibujo y se pone a pintar, tratando de crear algo de arte que pueda llegar a gustarle, aunque sabe que la captura del objetivo ha sido un juego de niños en comparación con eso. Por suerte, aún le queda una larga travesía hasta la isla judicial para intentar lograrlo.
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