Un nuevo conocido (Pasado) [Privado Haxter & Madara Uchiha]

Luego de mi largo camino por los mares decidí finalmente dirigirme a visitar la famosa isla Yotsuba, más concreta mente el pueblo de Shellstown, ubicado en el East Blue. Luego de navegar por un par de horas desembarqué en el puerto del pueblo. Cuando finalmente llegué a tierra decidí que sería una buena idea buscar referencias de los habitantes para ver que lugares visitar primero. En ese momento me dirigí directamente a una tienda de productos del mar que estaba a unos pocos metros de mi ubicación. Cuando me acerqué había un hombre de unos 40 años atendiendo el lugar, a este me aproximé preguntándole:"Hola señor... mi nombre es Juka B.Volpi, me gustaría saber por donde empezar a recorrer el pueblo ya que soy un turista". Ante tal pregunta el hombre me contestó que debería ir a visitar la plaza central que era muy famosa en los alrededores. 

Caminando por donde él me dijo que lo hiciera, llegué finalmente a la supuesta plaza. Cuando esta se reveló pude apreciar la gran cantidad de vegetación que esta tenía. Era una plaza llena de naturaleza y vida, por esa misma razón me aproximé a un banco de la misma sentándome para aspirar el aire puro del lugar. Observando los alrededores pude notar la existencia de una taberna llamada "The Ring", su nombre me llamó la atención y además tenía ganas de tomarme una buena jarra de sake, por lo que no dudé en ir a visitarla. Al adentrarme en la taberna pude ver a muchos rostros disgustados con mi presencia, ya que no sabía a que se debía esa hostilidad, simplemente me senté en la barra del local pidiéndole sake al cantinero y esperando que algo fuera de lo común ocurriese en el hermoso pueblo de Shellstown.

Una isla custodiaba por un cuartel marine podía ser muy peligroso para cualquier criminal. Sin embargo la figura que se acercaba por el aire tenía mucha seguridad sobre sí mismo al pertenecer al Ouka y al no tener ni una sola moneda de oro por su cabeza. El tiempo parecía estar bien dentro de lo que cabía, sin embargo el cielo empezó a nublarse de repente y a oscurecerse. El causante de esto era la criatura que volaba elegantemente por aquel cielo. En un abrir y cerrar de ojos aterrizó en la plaza un inmenso dragón negro. Sus rojizos ojos se clavaron en los edificios para después empezar a tomar una forma más humana.

Finalmente el devastador volvió a su forma habitual. Llevaba aquella coraza roja de titanio y aquella malla negra de manga larga. A su espalda su enorme guadaña y en las manos unos guantes. No pudo evitar dar un suspiro y en ese momento entró en la taberna que había frente a sus ojos “The Ring”. Notó un ambiente algo tétrico y siniestro debido al silencio de las personas, lo que le hizo empezar a reír. – ¡Una ronda gratis para esta gente! ¡Alegrad esas caras! – Tras decir aquello muchos de los tipos del lugar gritaron sonrientes por el ofrecimiento.

Madara había controlado la situación a base de dinero pues tenía bastante en sus arcas. Sin pensárselo se sentó en la barra al lado de un tipo al que ni miró (Juka) y acto seguido soltó una leve carcajada mientras miraba al camarero. – Póngame un solomillo de ternera, un refresco de limón y la corteza del árbol central. – Todo tenía sentido salvo lo último, era una especie de código y aquel hombre asintió dándole un pergamino disimuladamente. El dragón no había visitado aquel lugar por nada.

Mientras bebía lentamente mi jarra ya servida de sake, un ruido de gran impacto sonó en la parte externa de la fachada. Dándome vuelta levemente para ver que había producido ese sonido pude notar como un hombre entraba en la taberna. El llamativo hombre poseía algo parecido a una armadura roja y una malla de color negro que iba debajo de la armadura. Su pelo era negro y relativamente largo, pero lo que más me impresionó fueron sus ojos, su color era rojo con la fuerza y la luminosidad de un rubí, pero estos ojos eran sumamente penetrantes, incluso infundían miedo en una persona normal. 

Mantuve la calma mientras el hombre avanzaba poco a poco por el lugar, toda la gente del mismo mantuvo su seriedad hasta que el extraño dijo:"Una ronda gratis para esta gente! ¡Alegrad esas caras! ". Ese comentario me demostró que este desconocido no venía a dar una pelea... o al menos no por ahora.No me pareció ninguna coincidencia que este hombre se sentara a mi lado, a pesar de que su cara me sonaba de algún lado no lograba reconocerlo y al parecer este hombre si me había identificado. 

Luego de pocos segundos de silencio mi actual compañero de mesa le pidió al cantinero una carne de ternera, un refresco de limón y la corteza del árbol central. No entendí porque pidió lo último que mencionó pero ya me sonaba un tipo raro desde antes y continuaba siéndolo más ahora. Al parecer en ese momento mis ojos divisaron que el cantinero asintió, dándole algo al extraño sin que yo lograra ver que era. Luego de hacer esta acción el tabernero entró en su cocina, seguramente para traer la orden de mi compañero. Yo por otro lado aún me mantenía analizando la situación, lo ocurrido segundos antes no era algo normal entre un extraño y un tabernero, al parecer este hombre buscaba algo. Por esa razón moví lenta y disimuladamente mi espada hacia mi mano por si la situación me terminaba comprometiendo.

Luego de tener mi espada entre mis manos, miré nuevamente al hombre sentado a mi lado y luego de pensarlo unos segundos descifre quien era... si no estaba equivocado era uno de los Ouka Shichibukai. Mis nervios aumentaron aunque intenté mantener mi calma, aunque si el ambiente se tornaba peligroso estaría en una posición desventajosa. Mirando de reojo al Shichibukai, le dije: "¿¿Que hace un hombre prestigioso como tu en un lugar tan simple como este??"

El dragón tomó aquel pergamino y lo abrió despacio mientras lo colocaba en la mesa y ponía sus codos de forma exagera en la barra. Así se aseguraba de leerlo solo él y nadie más, si alguien se acercaba lo suficiente como para intentar cotillear lo detectaría con su haki de observación. Aquello le mostraba la ubicación de algo bastante interesante, otro de los tesoros sagrados, ya tenía uno el cual era su guadaña Akaisame. Portar un segundo podía serle de mucha utilidad, ahora memorizó la ubicación y después guardó aquel objeto de papel en su bolsillo derecho, dónde estaría totalmente seguro. Pensaba ir solo pues llevarse a sus hombres allí podía ser demasiado peligroso para ellos, era un sitio dónde solo los más fuertes podían sobrevivir y aunque sus chicos tenían buenas cualidades, no estaban todavía listos. De hecho él mismo iba a tener que ir con muchísimo cuidado.

Estaba pensando en aquellas cosas cuando de repente unas palabras le sacaron de sus pensamientos y fue cuando desvió la mirada para ver de quién se trataba aquella persona que le había hablado. En cuanto vio su rostro no pudo evitar sonreír de lado para después contestarle con un tono calmado y amable. – Se puede decir que negocios ¿Tú qué haces aquí? No sabía que los piratas fueran tan temerarios como para venir a islas de la marina, Juka B. Volpi. – Aquel mercenario tenía la mayoría de los carteles memorizados y aquel hombre tenía un precio interesante. Sin embargo le había reconocido y en lugar de huir o atacarle le había hablado tranquilamente. Aquello provocó que el moreno sonriera de lado y se mantuviera quieto pero alerta. Tenía mucho dinero allí pero tal vez podía sacar algo mejor, ese hombre no parecía el típico criminal asesino.

De repente el camarero le puso su plato de comida seguido de su refresco de limón. El mercenario tomó el vaso despacio con la mano y le pegó un corto trago, refrescándose la boca y sintiendo la ácida sensación en su lengua. Acto seguido miró de nuevo a aquel hombre con una expresión demasiado relajada y sonriente. – Sabes que los Shichibukais cobramos la mitad de las recompensas y además soy un mercenario. Es raro que me saludes, otra persona podría tomar esto como una entrega directa pero no creo que sea tu caso. – Una vez dijo aquello clavó sus ojos en los de él, mostrando unas pupilas más propias de un réptil que de una persona. Estaba demasiado contento con el pergamino de su bolsillo y aquel pirata le había pillado de buenas, ahora deseaba saber que hacía en aquel lugar y con qué propósito le había saludado.

Madara estaba demasiado calmado, había dejado a Nokotori junto a Qui Gon y Ragerok y pensaba que esos dos podían controlarlo para que no la liase por ahí. Ahora dejo de pensar en los capullos de sus camaradas y se centró en aquella persona. Mientras esperaba una posible respuesta cogió el tenedor y pinchó un trozo de carne para después llevárselo a la boca. Sintió el delicioso manjar de los dioses invadir su paladar y ahora soltó incluso un pequeño gemido de gusto. No entendía porque la carne estaba tan deliciosa, mucho menos entendía a los vegetarianos, los cuales se perdían aquel enorme festín. Por otra parte le convenía pues habrías más carne en el mundo para él.

Segundos después de haber efectuado mi pregunta, el Shichibukai me contestó que estaba allí por negocios, también hizo la misma pregunta a mi. Antes de que siquiera pudiera contestar a la pregunta del hombre de pelo negro, este me miró fijamente y me dijo nuevamente unas palabras, al escuchar lo que dijo quedé medianamente paralizado ya que no había pensado que él sería capaz de intentar siquiera capturarme, pero mantuve mi postura y mi seriedad, mostrandole así una leve sonrisa de confianza y diciéndole:" Madara... supongo que ya tienes bastante dinero acumulado en tus bolsillos, mi recompensa no te aportaría demasiado, además pienso que un hombre como tú no estaría en un lugar como este solo por negocios, más bien creo que estas en algún tipo de búsqueda o similar. Y... te saludo tan abiertamente porque eres un icono de referencia para mi, quiero que sepas que si necesitas mi ayuda en lo que pienses hacer a continuación puedes contar conmigo." 

Manteniendo mi postura recta y mi sonrisa un poco más grande que antes, disimuladamente acerque un poco más mi espada a mí por si el hombre se tornaba hostil. Y al cabo de unos segundos mientras esperaba la reacción de mi compañero de mesa, agregué:"Y si realmente te interesa... no vine por que quise a esta isla, sino que bagando por las aguas simplemente toqué tierra... y aquí me vez, tomando sake en un lugar desconocido para mí, al lado de un Ouka Shichibukai".

Una carcajada salió de repente de la boca del dragón. Las palabras del joven le habían agradado bastante y no pudo evitar darle otro trago a su vaso de limón mientras ahora entrecerraba los ojos y se quedaba mirándole tranquilamente. La verdad es que una búsqueda interesante también formaba parte de buenos negocios pues se conseguía algo a cambio y él ya había localizado su premio. Había terminado su parte y a cambio había recibido el pergamino ¿Qué había hecho a cambio para ello? Cosas que no podía contar a nadie, había empleado la identidad de su hermano para arrasar con unos morosos. Se llevó otro trozo de carne a la boca degustándolo para después mirar de nuevo a aquel hombre.

Al parecer había llegado a aquella isla por casualidad y eso no era nada raro. Muchos hombres perdidos en la mar acababan en destinos no deseados pero siempre era mejor que morir ahogado en el agua por culpa de algún rey marino o del clima. Escuchó las palabras de aquel bucanero mientras seguía comiendo, el chico llevaba la razón al decir que el moreno debía tener mucho dinero. De hecho la suma que tenía llegaba fácilmente a los cuatrocientos millones o quizás algo más, no se había parado a contarlo, aún. Cuando aquella persona dijo que lo consideraba un ícono no pudo evitar ladear la cabeza y mirarle a los ojos con tranquilidad, le empezaba a caer bien aquel hombre. – Vaya no sé qué decir ante eso. Agradezco tu petición de ayuda y entonces quizás en un futuro podamos colaborar. No voy a capturarte ni nada parecido. – Añadió tranquilamente mientras se terminaba la carne y se bebía de un solo trago aquel vaso tan delicioso, dejó el dinero en la mesa de la barra y ahora miró de nuevo a aquella persona. No pudo evitar sonreírle de nuevo para después estirarse un poco.

Pensó unos segundos en algo interesante pero después negó un poco con la cabeza, sin embargo la idea no era tan mala y terminó por proponérselo al hombre de su lado. – Kyofu No Yohei es mi banda. Tengo entendido que eres capitán, no puedo tener relación abierta con vosotros. Tampoco voy a pedirte que te unas a mí pues pareces estar cómodo en tu posición. Pero sí podría aceptar una alianza, lo más discreta posible. Hay misiones que no puedo realizar solo y necesito gente, el dinero iría a partes iguales ¿Qué te parece esta oferta? – Dijo ahora mostrando una sonrisa amplía pensando en si aceptaría aquella alianza con su grupo de mercenarios. Tener aliados bucaneros podía venirle muy bien y a aquel hombre también ser aliados de un Shichibukai en secreto podía ser algo muy interesante para ambos.

Al parecer mi respuesta le había causado gracia a mi compañero, pero para mi suerte este hombre poderoso me dijo que no intentaría capturarme ni nada parecido, sino que al parecer yo le había caído bastante bien. Por mi parte pensaba lo mismo de este sujeto, no parecía aquel tipo de persona que por estar en una posición elevada trata mal a las personas o anda asesinándolas porque si. Pero tampoco parecía un hombre con demasiada paciencia, por lo que decidí intentar hacerme su amigo, pero a su vez mantener siempre mi espada cerca ya que no sabía como podría reaccionar si alguna palabra se me escapaba y a él no le gustaba. 

Luego de unos segundo de silencio el Ouka me comentó también que su banda son los "Kyofu No Yohei", y además me dijo le interesaba una alianza secreta con mi banda para que realizáramos trabajos y acciones que él no podía. Esta idea un poco alocada nos servía a los dos, él mantenía su nombre limpio a la vez que su dinero y por otro lado a mi banda le serviría porque tendríamos como aliado a un hombre fuerte y con grandes influencias en el mundo. 

Ante la propuesta de Madara no se me ocurrió otra idea más que decir que si, esta propuesta me seguía dejando con la boca abierta, ya que no podía creer que luego de llegar a una isla sin planearlo, terminara con una alianza con un Shichibukai, en ese momento pensé para mis adentros: "quizás en la siguiente isla me alíe con algún Yonkou, jajaja". Pero por más que la noticia me emocionara mucho, debía mantener mi posición alegre pero a la vez un poco seria. Así me dirigí al hombre de pelo negro, diciéndole:"Madara... ya que terminamos nuestras bebidas, quieres que te acompañe en tu trayecto por la isla, así continuamos hablando sobre lo de la alianza, puliendo detalles y todo eso...", eso era simplemente una escusa, ya que lo de la alianza ya se había charlado, realmente quería continuar mi amistad con este hombre y también quería comprobar cuál sería su misterioso destino de búsqueda.

El dragón sonrió de lado escuchando las palabras de aquel pirata para después asentir y ponerse en pie. Resultaba algo imponente con su altura y musculatura pero la gente estaba bastante tranquila. Al parecer ahora Volpi quería hablar las cosas dando una vuelta como era normal, de esa forma nadie más podía saber lo que hablaban. Una alianza así le iba a venir genial para seguir liándola desde las sombras, enviando a Kogáto para destruir los objetivos y ocupándose él de hacer de bueno frente a los ojos del gobierno. Madara era un estratega nato y tenía una forma de pensar retorcida pero bastante eficaz.

Ahora empezó a caminar hacia la salida para salir junto a aquel hombre. En ese momento vio la gente ir de un lado a otro con sus quehaceres. Metió las manos en ambos bolsillos y soltó un leve suspiro mientras ahora comenzaba a caminar rumbo a un pequeño bosque apartado del pueblo. No quería que algún marine le viera con el pirata o se vería obligado a capturarlo. Activó su haki de observación para asegurarse de que nadie les seguía y empezó a caminar mientras iba hablando. – Bueno mis condiciones son fáciles de cumplir. Tan solo te mandaré una carta anónima bajo el hombre de “Vader” después tú decides si asistir a la misión. El dinero se repartirá al cincuenta por ciento y en caso de necesitar ayuda militar, el otro debe ayudar. Siempre que sea contra criminales, si estás en peligro por la marina o el gobierno yo no puedo hacer nada pero enviaré a mi mano derecha. – Una vez dijo aquello sonrió de lado.

Al llegar al bosque el moreno notó un ambiente calmado y tranquilo, se sentó en uno de los árboles caídos y se quedó mirando a su compañero. – Bueno ahora quiero escuchar tus condiciones y lo qué propones. – Una vez dijo aquello se cruzó de brazos sonriendo mientras sus ojos tomaban la forma de los de un réptil. Mientras esperaba, el devastador elevó la mano algo aburrido y del suelo empezó a crecer hierba como por arte de magia. Los poderes del dragón negro eran misteriosos y poderosos. El Shichibukai notaba que nadie se acercaba y por si acaso su olfato también estaba alerta por lo que pudiera pasar en aquel bosque de la isla marine.

Al parecer el Shichibukai había aceptado mi propuesta de ir a caminar un poco, al salir de la taberna rumbo a un bosque cercano, el hombre me comentó cuales eran sus términos y condiciones para la futura alianza, ante lo dicho por mi compañero, comenté:" Estoy de acuerdo con tus condiciones, pero... espero que tu mano derecha sea fuerte, lo que más me conviene de esta alianza es la protección, el dinero no es tan importante para mi, si proteges a mi banda en el futuro puedes quedarte con un mayor porcentaje, jeje." En ese momento, antes de esperar una respuesta de mi nuevo aliado agregué:" No se que tengas pensado hacer ahora, pero puedo acompañarte si quieres..."

Tan rápido como terminé mi frase se logró escuchar que a lo lejos venía en fila recta una pequeña unidad de marines, estos estaban acompañados de tambores y trompetas que al sonar revelaban su acercamiento. Por esta razón me oculté detrás de una árbol gigante, esperando que mi compañero hiciera lo mismo para que no nos detectaran.

Las palabras de aquel hombre hicieron al dragón negro sonreír de lado. Su mano derecha era tan poderosa como para eliminar un cuartel en solitario si se mosqueaba. Aunque claro si se comparaba con él aún tenía mucho que aprender. Kogáto era todavía demasiado lanzado y no se pensaba muchísimo las cosas, estaba claro que el zoquete necesitaba entrenamiento antes de poder enviarlo a una misión complicada. Sin embargo para proteger a los hombres de Juka estaría perfectamente capacitado. Lo único que le faltaba era no ser tan pirómano pues últimamente disfrutaba quemando todo lo que se cruzara en su camino. No era tan malo del todo pues siendo un criminal era normal que hiciese destrozos, pero es que a veces podían ser demasiado exagerados.

Ahora aquel tipo siguió hablando y sus palabras cada vez eran más interesantes para el Shichibukai. No le interesaba el dinero pero al moreno si, de modo que aquella proposición le gustó demasiado y no podía rechazarla. Ahora le dijo de acompañarle pero no era posible debido a que tenía que irse a un lugar secreto que ni sus hombres conocían, la base de operación y el campo de entrenamiento personal del dragón. Sin embargo si podía sacarle de aquella maldita isla ya que podía correr peligro por aquel lugar. – Bueno debo irme a hacer unas cosas pero si puedo sacarte al menos de esta isla. – Era lo menos que podía hacer para ayudar a su nuevo aliado. Sin embargo al parecer las cosas se iban a torcer un poco.

Un grupo de marines comenzó a acercarse y a juzgar por el haki de Madara todos eran muy débiles sin excepción. El devastador miró como su socio se escondía tras un árbol pero se quedó confuso al ver a una maldita orquesta en un bosque. Cuando el cabecilla se acercó le dijo al mercenario que necesitaban ensayar para un desfile y solían usar el bosque como lugar de prácticas. – No se preocupe por ello señor marine, yo solo estaba de paso. – Algunos de aquellos hombres no paraban de mirar a los lados de forma seria, lo que provocó que el dragón sostuviera un chasqueo de lengua. Si se pasaban de la raya iba a tener que asesinarles allí mismo. Sin embargo no quería liarla en el lugar y entonces fue cuando se quedó quieto. Aquellos hombres se echaron a un lado y se pusieron a tocar, debían salir de allí cuanto antes y sin que vieran a Juka.

Al parecer mi nuevo aliado no necesitaba mi compañía en la misión que estaba por venir, pero amablemente me comunicó que si lo deseaba me podía sacar de esta isla de marines. Esa propuesta me servía mucho, ya que mi pequeña embarcación seguramente ya estuviese rodeada de marines investigandola y confiscándola, pero antes de que pudiera dar mi respuesta, los hombres de la ley se aproximaron a nuestra ubicación. Mientras Madara los convencía de que solo estaba por allí de paso, los hombres se dedicaron a observar los alrededores para confirmar que no hubiera nada sospechoso. Por suerte para nosotros los hombres fueron bastante tontos al no buscar detrás del árbol donde estaba sentado el Shichibukai, esa era mi ubicación secreta y desde ahí me dispuse a enviar un mensaje a mi aliado. 

Para no atraer ni hacer dudar a los soldados de la banda, hice un sonido de un ave que debo admitir que me salió mejor de lo que esperaba. Supuse que Madara se había dado cuenta de que ese sonido venía de mi ubicación por lo que simplemente quedé esperando que los marines se alejaran y que él se acercara a mí para largarnos de una vez por todas de esa isla a la que llegué por puro accidente.

Un extraño sonido llegó ahora a los oídos del moreno. Parecía ser una especie de ave pero él bien sabía de quién se trataba. Una gotita de sudor le cayó por el rostro al pensar que aquello podía ser el fin y ya estaba listo para agarrar su guadaña. Sin embargo aquellos idiotas parecieron creérselo y empezaron a hablar sobre gaviotas y cigüeñas. El moreno suspiro pues ahora estaba más relajado. Aquellos hombres de la ley empezaron a caminar y a alejarse mientras tocaban sus instrumentos. Con el ruido que hacían no le escucharían abandonar la isla y aquello le produjo una sonrisa ladeada.

Ahora estiró la pierna pegando una poderosa patada al árbol tras el que se escondía su compañero. La madera se hizo pedazos y la enorme planta cayó al suelo hecha trozos. Ahora una sonrisa sádica invadió el rostro de Madara. – Eso ha estado cerca pero me temo que es el momento de abandonar esta isla. No quiero quedarme más aquí con tanto marine o me temo que voy a acabar vomitando. – Dicho aquello ahora suspiró mientras sus ojos tomaban un color rojizo brillante. Era como si estuviese a punto de hacer algo grande.

El mercenario empezó a crecer hasta transformarse en un enorme dragón negro. Su piel se rodeó de escamas y de su espalda salieron dos enormes alas. De la parte baja una cola larga acabada en una cuchilla y su hocico se alargó. Dos cuernos también surgieron de su cabeza y ahora se colocó en una postura que invitaba al pirata a montarse. Su haki le decía que aquellos marines continuaban alejándose y eso significaba que no se habían dado cuenta. Era el momento de abandonar la isla y ya solo faltaba que su compañero se montara de una vez en el enorme dragón.

Mi sonido había sido casi perfecto, los soldados de la Marina no se habían percatado de mi presencia y ahora continuaban su camino por el sendero del bosque. Suspiré del alivio, ya que evitamos problemas tanto para ellos como para nosotros. Luego de que la horda de militares saliese de nuestra visión, Madara dio una patada al árbol donde me encontraba, haciéndolo pedazos y demostrando su enorme poder.

A pesar de que estaba sumamente sorprendido por lo ocurrido, mi admiración por ese hombre aumentó cuando vi como empezaba a transformarse en su forma total de la akuma, un dragón negro, con los ojos rojizos del Shichibukai, una cola alargada, que parecía una lanza con su pinta afilada al final. El dragón me dijo que estaba cansado de estar en esa isla, y que si quería me dejaría en algún otro lugar, como confiaba en ese hombre y sabía que aún nos quedaban algunos detalles para conversar, me subí al lomo de mi aliado y esperé para que remontara vuelo, sacándonos de esta isla protegida por las autoridades.

Una vez que aquel pirata se hubo montado, el dragón miró alrededor y supo que ya estaban solos. Desactivó su haki de observación y empezó a mover las alas despacio mientras ahora empezaba a alzarse. El enorme ser quedó a unos treinta metros sobre el suelo y después echó una última mirada a la isla de los marines. No pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra para después echar a volar rumbo a la isla más cercana que hubiese por allí.

De vez en cuando iba haciendo intervalos de mucha velocidad y movimientos lentos para no cansarse o ambos caerían al mar. Por suerte no estaban muy lejos de una que conocía y además con un buen puerto para tomar barcos. De esa forma el pirata podía coger otro rumbo de forma segura y el mercenario podía tomar otro distinto. Cada uno iban a tomar un rumbo diferente pero aquella alianza seguiría en pie. El enorme ser soltó un enorme rugido mientras se dirigía hacia aquella isla que ya divisaba.

Cuando llegó solo tuvo que aterrizar en una explanada y dejar bajar al chico. Por suerte no había mucha gente, solo unos pocos marineros que se quedaron impactados. Después el líder de Kyofu volvió a la forma humana y tras despedirse de su aliado empezó a caminar hacia un pequeño puerto.