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Al fin, relajo. Nos tomamos un tiempo con Taiga y nos íbamos a reencontrar en otra isla. Ambos, luego de nuestras cazas y buenas ganancias, necesitábamos un descanso y dormir como la gente. Después de todo, los tipos malos no se iban a morir de un día para otro y no nos íbamos a quedar sin trabajo. Bueno… Trabajo… No era un cazarrecompensas, solo le daba algo de transporte al cazador y él me daba la mitad de las ganancias. Una relación que se formó en Arabasta y que a día de hoy era una amistad fuerte. Suspiré y bajé del barco, lo amarré al puerto y esperaba que nadie se lo robara. ”Bien, vamos” – A pesar de ser casi mediodía estaba oscuro como en la noche más oscura. Había llegado, sin querer, a Hallstat. Lugar de la última gran guerra entre el Shichibukai Derian Markov contra el Gobierno Mundial y sus aliados. Una donde se perdieron muchas vidas… Todo por el simple ego demasiado alto que tenía aquel Shichibukai.
– No es la mejor isla… Pero, al menos, creo que estaré solo. – Susurré con calma. Dudaba que hubiera alguien aquí y de haberlo, ¿sería hostil? Viendo lo que ellos vivieron, me permitía dudarlo, me permitía creer que no harían nada ante un simple forastero que buscaba descansar bien. Caminaba atento a todo lo que me rodeaba, de hecho, iba con mis dos espadas en mis manos y listo para atacar a la primera de cambio. No dudaría en defenderme de un ataque y atacaría a matar de ser necesario, no quería llegar a ese punto, pero nunca se sabía que podía pasar en la isla donde se había formado una guerra sin cuartel.
Caminaba sin rumbo, hasta que lo vi… Otro hombre de gran poder, el Shichibukai Dexter Black. Si mi memoria no me fallaba, su recompensa era casi de 400 millones y un poco más. Una gota de sudor frío recorrió mi espalda. Él era famoso por su gran poder y, con la ayuda de Byakuro Kyoya, derrotar a un Yonkou. Se decía que estaba a pasos de conquistar el Nuevo Mundo y coronarse como el Rey de los Piratas. Un hombre tan fuerte que, quizás, para el Gobierno era un alivio tenerlo de aliado y no en su contra.
– No creo en el destino, ¿sabes? – dije mientras pensaba que hacer. Quería comprobar la diferencia entre nosotros. – Pero, encontrarte aquí y en esta isla, debe significar algo – mi tono era tranquilo aunque mis espadas temblaban. Estaba nervioso, demasiado y apenas me reconocía. No le tenía miedo a nada, pero tenerlo de frente era otra cosa. – Quizás, solo quizás, signifiqué que debo saber que tan fuerte es el mundo y que mi arrogancia baje. Entonces, ¿pelearías o tendré que forzarte? – Sonreí de medio lado mientras me ponía en guardia. Separé un poco mis piernas, y puse mis espadas a la altura de mis hombros. ¿Qué me diría? ¿Cómo reaccionaría?
– No es la mejor isla… Pero, al menos, creo que estaré solo. – Susurré con calma. Dudaba que hubiera alguien aquí y de haberlo, ¿sería hostil? Viendo lo que ellos vivieron, me permitía dudarlo, me permitía creer que no harían nada ante un simple forastero que buscaba descansar bien. Caminaba atento a todo lo que me rodeaba, de hecho, iba con mis dos espadas en mis manos y listo para atacar a la primera de cambio. No dudaría en defenderme de un ataque y atacaría a matar de ser necesario, no quería llegar a ese punto, pero nunca se sabía que podía pasar en la isla donde se había formado una guerra sin cuartel.
Caminaba sin rumbo, hasta que lo vi… Otro hombre de gran poder, el Shichibukai Dexter Black. Si mi memoria no me fallaba, su recompensa era casi de 400 millones y un poco más. Una gota de sudor frío recorrió mi espalda. Él era famoso por su gran poder y, con la ayuda de Byakuro Kyoya, derrotar a un Yonkou. Se decía que estaba a pasos de conquistar el Nuevo Mundo y coronarse como el Rey de los Piratas. Un hombre tan fuerte que, quizás, para el Gobierno era un alivio tenerlo de aliado y no en su contra.
– No creo en el destino, ¿sabes? – dije mientras pensaba que hacer. Quería comprobar la diferencia entre nosotros. – Pero, encontrarte aquí y en esta isla, debe significar algo – mi tono era tranquilo aunque mis espadas temblaban. Estaba nervioso, demasiado y apenas me reconocía. No le tenía miedo a nada, pero tenerlo de frente era otra cosa. – Quizás, solo quizás, signifiqué que debo saber que tan fuerte es el mundo y que mi arrogancia baje. Entonces, ¿pelearías o tendré que forzarte? – Sonreí de medio lado mientras me ponía en guardia. Separé un poco mis piernas, y puse mis espadas a la altura de mis hombros. ¿Qué me diría? ¿Cómo reaccionaría?
Dexter Black
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Las últimas palabras del monarca resonaron en su mente mientras la imagen del vampiro se deshacía en polvo, que llevaba el viento. ¿Había acabado ya? ¿Tan pronto? Una guerra entera en el mar del Norte, en su mar... Su hogar sitiado y él podría haber terminado con todo antes de empezar. ¿Por qué sólo la muerte de Byakuro lo había sacado de su error? No tenía por qué haber dejado morir a nadie. En realidad, no era mucho mejor que Derian. Tal vez el destino del North Blue fuera ser conquistado por las hordas de Hallstat, y él sólo se estuviera interponiendo en él. ¿Qué era lo más justo? No había salvado a nadie aquel día, y la venganza no satisfacía su corazón quebrado; nada le devolvería ya a la gente que se había perdido durante las refriegas.
Su sangre hacía, en cierto modo, un recorrido hermoso a lo largo de su brazo, goteando de su mano inerte en el final del recorrido para unirse al charco carmesí que se empezaba a formar bajo sus pies, mientras un intenso dolor empezaba a recorrer todo su cuerpo, casi paralizándolo en el acto, y una lágrima cayó, haciendo ondas sobre el rojo antes de que sus rodillas chocando contra el suelo terminaran de perturbar aquel delicado equilibrio. ¿Era la impotencia o el tajo lo que lo hería? Haber perdido tanta gente en tan poco tiempo le hacían ver todo con una óptica oscura y una perspectiva negra, maliciosa. ¿Por qué se permitía el lujo de disfrutar en su ilusión de poder cuando no era capaz de proteger a nadie? ¡Ése había sido su objetivo! Y no era capaz de llegar a lograrlo.
-No puedo...- dijo, hablando a la tierra, agarrando un puñado con la única mano útil que tenía en aquel momento. De nuevo lo tiró al suelo, viendo cómo se dispersaba en una nube marrón que poco a poco se desvanecía-. No sirvo para esto.
Las lágrimas acompañaron el dolor, y una tras otra recorrieron su rostro mientras caían como la lluvia en esa noche oscura. ¿Por qué era todo tan horrible en aquel lugar? La tierra húmeda tras un apocalipsis, el olor a nueva vida mientras los efluvios de la putridez aún nacía de las entrañas de la tierra. ¿Cuánta gente más había terminado sus días en el interior de aquellas tierras malditas? El orgullo megalómano de un rey, una soberbia descontrolada... Y la dejadez del dragón. Había más culpables, no lo dudaba, pero él era uno de ellos, y de los más importantes si no el que más. Había enfrentado sin ningún miedo al Tirano, ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por qué no ahorrar los cientos de miles de vidas que se habían perdido? Pero para qué engañarse, sabía que eso tenía que pasar y era natural. Era Byakuro lo que había inclinado la balanza; Los días de Little Garden, las tardes de poker en Rainbase y la lucha en busca de Zero, encerrando a su banda. Casi había muerto el cazador allí, y había desaparecido un tiempo después de Mariejoa... Era la segunda vez que el pelipúrpura, ahora peliblanco, nadaba en las aguas del Estigia... "Vas a ir con una leyenda a tus espaldas, amigo". El Mundo iba a recordarlo siempre; Byakuro no moriría jamás.
– No creo en el destino, ¿sabes?
Escuchó esas palabras mientras su brazo dejaba de sangrar, y aprovechó parte de sus fuerzas para tirar al suelo la chaqueta raída, y quitarse la camisa destrozada. "Cómo me recuerda este niño a Midorima", pensó, mientras arrancaba un jirón más o menos limpio para vendarse la herida, y se preguntaba qué le pasaría por la cabeza a aquel tipo. Quería luchar con un desconocido porque sí. Bueno, desconocido no, ya que al parecer sabía quién era, pero viéndolo llorar, sangrar y tener las ropas destrozadas tal vez a otra clase de persona no se le ocurriría.
-Sería mi segunda derrota de hoy- dijo, con voz queda, terminando de arreglar su cura improvisada-. Creo que voy a decir que no esta vez.
Se levantó con lentitud, débil por la pérdida de sangre aunque ésta poco a poco fuese volviendo más rápido de lo que cabría esperar en alguien normal. Su cuerpo de más de dos metros relucía envuelto en sudor y lágrimas, mientras la noche se rompió, y el primer rayo de sol lo iluminó, para abrirse desde él en torno a toda la isla. "El punto donde Derian lo creó, el primero en perderse", pensó, mirando al cielo.
-¿Has venido aquí buscando pelea? Llegas varios días tarde, la guerra ya ha terminado- hizo una pausa, mirándolo a los ojos. ¿Qué podía pretender aquel tipo?-. Si has venido buscando pelear conmigo, creo que no buscas a la persona indicada- comenzó a caminar para alejarse de él. Por pura disposición, debería pasar por su lado.
Ligeramente tambaleándose y con un brazo caído avanzaba inexorable, y ya a su lado le diría una última cosa.
-Sólo hay una forma de forzarme a combatir; y no quieres descubrirla.
Su sangre hacía, en cierto modo, un recorrido hermoso a lo largo de su brazo, goteando de su mano inerte en el final del recorrido para unirse al charco carmesí que se empezaba a formar bajo sus pies, mientras un intenso dolor empezaba a recorrer todo su cuerpo, casi paralizándolo en el acto, y una lágrima cayó, haciendo ondas sobre el rojo antes de que sus rodillas chocando contra el suelo terminaran de perturbar aquel delicado equilibrio. ¿Era la impotencia o el tajo lo que lo hería? Haber perdido tanta gente en tan poco tiempo le hacían ver todo con una óptica oscura y una perspectiva negra, maliciosa. ¿Por qué se permitía el lujo de disfrutar en su ilusión de poder cuando no era capaz de proteger a nadie? ¡Ése había sido su objetivo! Y no era capaz de llegar a lograrlo.
-No puedo...- dijo, hablando a la tierra, agarrando un puñado con la única mano útil que tenía en aquel momento. De nuevo lo tiró al suelo, viendo cómo se dispersaba en una nube marrón que poco a poco se desvanecía-. No sirvo para esto.
Las lágrimas acompañaron el dolor, y una tras otra recorrieron su rostro mientras caían como la lluvia en esa noche oscura. ¿Por qué era todo tan horrible en aquel lugar? La tierra húmeda tras un apocalipsis, el olor a nueva vida mientras los efluvios de la putridez aún nacía de las entrañas de la tierra. ¿Cuánta gente más había terminado sus días en el interior de aquellas tierras malditas? El orgullo megalómano de un rey, una soberbia descontrolada... Y la dejadez del dragón. Había más culpables, no lo dudaba, pero él era uno de ellos, y de los más importantes si no el que más. Había enfrentado sin ningún miedo al Tirano, ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por qué no ahorrar los cientos de miles de vidas que se habían perdido? Pero para qué engañarse, sabía que eso tenía que pasar y era natural. Era Byakuro lo que había inclinado la balanza; Los días de Little Garden, las tardes de poker en Rainbase y la lucha en busca de Zero, encerrando a su banda. Casi había muerto el cazador allí, y había desaparecido un tiempo después de Mariejoa... Era la segunda vez que el pelipúrpura, ahora peliblanco, nadaba en las aguas del Estigia... "Vas a ir con una leyenda a tus espaldas, amigo". El Mundo iba a recordarlo siempre; Byakuro no moriría jamás.
– No creo en el destino, ¿sabes?
Escuchó esas palabras mientras su brazo dejaba de sangrar, y aprovechó parte de sus fuerzas para tirar al suelo la chaqueta raída, y quitarse la camisa destrozada. "Cómo me recuerda este niño a Midorima", pensó, mientras arrancaba un jirón más o menos limpio para vendarse la herida, y se preguntaba qué le pasaría por la cabeza a aquel tipo. Quería luchar con un desconocido porque sí. Bueno, desconocido no, ya que al parecer sabía quién era, pero viéndolo llorar, sangrar y tener las ropas destrozadas tal vez a otra clase de persona no se le ocurriría.
-Sería mi segunda derrota de hoy- dijo, con voz queda, terminando de arreglar su cura improvisada-. Creo que voy a decir que no esta vez.
Se levantó con lentitud, débil por la pérdida de sangre aunque ésta poco a poco fuese volviendo más rápido de lo que cabría esperar en alguien normal. Su cuerpo de más de dos metros relucía envuelto en sudor y lágrimas, mientras la noche se rompió, y el primer rayo de sol lo iluminó, para abrirse desde él en torno a toda la isla. "El punto donde Derian lo creó, el primero en perderse", pensó, mirando al cielo.
-¿Has venido aquí buscando pelea? Llegas varios días tarde, la guerra ya ha terminado- hizo una pausa, mirándolo a los ojos. ¿Qué podía pretender aquel tipo?-. Si has venido buscando pelear conmigo, creo que no buscas a la persona indicada- comenzó a caminar para alejarse de él. Por pura disposición, debería pasar por su lado.
Ligeramente tambaleándose y con un brazo caído avanzaba inexorable, y ya a su lado le diría una última cosa.
-Sólo hay una forma de forzarme a combatir; y no quieres descubrirla.
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Un silencio enorme se formó o yo sentía que el tiempo avanzaba más despacio. Sea como sea, las palabras del Shichibukai fueron una… ¿Sorpresa? La verdad, me habían tomado por asombro, en mi mente, por un segundo o varios, me imaginé estar combatiendo contra él y, obviamente, perdiendo. Pasó por mi lado, tambaleándose y dejándome una advertencia… Solo había una forma de provocarlo y no quería saberla. No había que ser una eminencia para darse cuenta que algo no andaba bien con ese tipo, obviando la clara herida en su hombro y el charco de sangre que había dejado… Pero, había algo más. Guardé mis espadas. ”Eres un idiota, Ushio” – pensaba mientras lo veía pasar.
– Sé que la guerra acabó hace días – dije mientras apretaba las manos. – No vine buscando pelea contra ti o contra nadie – una leve pausa, un suspiro y de vuelta a mi calma de siempre. – Ni siquiera me he presentado, soy Ushio – un suave viento levantó algo de polvo entre nosotros. – No puedo luchar contra alguien en ese estado y que ni siquiera acepta.
El paisaje era desolador. Una isla después de una guerra era un escenario agobiante, triste y deprimente. No fue otra cosa que el gran orgullo de un rey megalómano, que llevo a toda esta destrucción. Pérdidas de miles de vidas inocentes, separar familias, destruir hogares y esperanzas. En sí, se podría decir que así era el ser humano, que pasara lo que pasara, de una forma u otra, se acababa en el mismo desenlace: Guerras. Había ocurrido hace unos 150 años atrás, en la Gran Era de los Piratas y hace no mucho que todo había sido inestable. Loguetown, Mariejoa y ahora Hallstat se hundieron en las llamas de la destrucción.
Me giré. Aún tenía algo que decirle, aún tenía preguntas que esperaba que él pudiera responder. Era la primera persona que veía que venía desde el Nuevo Mundo. Mi primer contacto con alguien que lograba, quizás, en obtener el poder que tanto deseaba. Suspiré… Seguía nervioso, su mera presencia y tenerlo de frente era sentir una gran presión en el pecho.
– Supongo que me dejé llevar por mi arrogancia y disculpa si te moleste – no me creía tan estúpido, pero desafiar a Dexter de esa forma… Si él hubiera sido diferente, seguramente, yo ni siquiera estaría respirando ahora mismo. – Quería… Quiero ver que tan lejos estoy de mis objetivos – mi tono era tranquilo. De cierta forma, me había relajado al ver que no había entrado en batalla con él. No es que me gustara esa idea, por dentro, ardía en llamas de intercambiar golpes…. Pero no se podía. No ahora y no en esta isla. – Mi viaje partió hace poco. No tengo experiencia en el océano y no sé qué significa perder a alguien o ser tan fuerte para proteger a todos – miré al cielo unos segundos. – Si me permites, quisiera preguntarte algo… ¿Qué se siente ser tan fuerte? – una breve pausa. – ¿Qué se siente tener un poder absoluto?
– Sé que la guerra acabó hace días – dije mientras apretaba las manos. – No vine buscando pelea contra ti o contra nadie – una leve pausa, un suspiro y de vuelta a mi calma de siempre. – Ni siquiera me he presentado, soy Ushio – un suave viento levantó algo de polvo entre nosotros. – No puedo luchar contra alguien en ese estado y que ni siquiera acepta.
El paisaje era desolador. Una isla después de una guerra era un escenario agobiante, triste y deprimente. No fue otra cosa que el gran orgullo de un rey megalómano, que llevo a toda esta destrucción. Pérdidas de miles de vidas inocentes, separar familias, destruir hogares y esperanzas. En sí, se podría decir que así era el ser humano, que pasara lo que pasara, de una forma u otra, se acababa en el mismo desenlace: Guerras. Había ocurrido hace unos 150 años atrás, en la Gran Era de los Piratas y hace no mucho que todo había sido inestable. Loguetown, Mariejoa y ahora Hallstat se hundieron en las llamas de la destrucción.
Me giré. Aún tenía algo que decirle, aún tenía preguntas que esperaba que él pudiera responder. Era la primera persona que veía que venía desde el Nuevo Mundo. Mi primer contacto con alguien que lograba, quizás, en obtener el poder que tanto deseaba. Suspiré… Seguía nervioso, su mera presencia y tenerlo de frente era sentir una gran presión en el pecho.
– Supongo que me dejé llevar por mi arrogancia y disculpa si te moleste – no me creía tan estúpido, pero desafiar a Dexter de esa forma… Si él hubiera sido diferente, seguramente, yo ni siquiera estaría respirando ahora mismo. – Quería… Quiero ver que tan lejos estoy de mis objetivos – mi tono era tranquilo. De cierta forma, me había relajado al ver que no había entrado en batalla con él. No es que me gustara esa idea, por dentro, ardía en llamas de intercambiar golpes…. Pero no se podía. No ahora y no en esta isla. – Mi viaje partió hace poco. No tengo experiencia en el océano y no sé qué significa perder a alguien o ser tan fuerte para proteger a todos – miré al cielo unos segundos. – Si me permites, quisiera preguntarte algo… ¿Qué se siente ser tan fuerte? – una breve pausa. – ¿Qué se siente tener un poder absoluto?
Dexter Black
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Dexter detuvo en seco su avance mientras el muchacho se presentaba. Se había olvidado el bastón, y ahora Nadia estaba tirada en el suelo junto a las armas del rey. Mientras continuaba su cháchara, Dexter se giró y observó el paisaje, prestando especial atención en lo que había tras él. Desolación y muerte, roca destruida y dos espadas en el suelo; una colina medio derruida y un suelo erosionado en anillo alrededor de la zona de combate. Y Nadia resbalando por una ligera pendiente hasta detenerse en una leve depresión. No podía dejar los ojos de la Doncella en Hallstat, mucho menos después del tiempo que habían compartido y de aquella última vez en el Ojo, donde Nadia se quebró y debió reforjarla.
-Yo soy Dexter- respondió, sin prestar demasiada atención a sus palabras. Era obvio que ya sabía quién era, así que las presentaciones sobraban un poco. Sin embargo la educación nunca estaba de más-. No, no puedes.
Su voz se notaba apagada y algo cansada, aunque la postura que mantenía erguida le daba un aspecto elegante en su sencillez; desnudo de torso para arriba, marcado de cicatrices en espalda y pecho... Y la vieja marca de su cuello, que acarició embargado en recuerdos de aquella época en que Legim sólo era un borracho más y Midorima una preocupación por recién unirse a las filas de Kedra... Las cosas cambiaban tanto de un año para otro, ya ni decir que tras cuatro o cinco había mundos de distancia, o universos enteros por recorrer... Quién sabe. Era notorio el dolor que notaba en su brazo, y algunas muecas traicioneras podían hacer ver a cualquiera que su porte orgulloso sólo camuflaba heridas más allá de las meramente físicas.
-No puedes pretender enfrentar todo lo que veas- comentó, comenzando a caminar hacia Nadia. Empezaba a cojear ligeramente, tal vez al tirarse al suelo antes se había torcido el tobillo, pero con la supresión de dolor ni siquiera lo notó. Para qué negarlo, estaba hecho polvo aquel día, y si tuviera enemigos siguiéndolo activamente, probablemente ésa fuera la mejor oportunidad de atacar-. Luchar nunca debe ser la primera opción, y mucho menos cuando no conoces a quien encaras- se aproximó al arma, y con sumo cuidado la agarró, tratando de no caerse. Necesitaba descansar-. Y mucho menos hay que ser tan arrogante- soltó un quejido mientras se levantaba. El corte tiraba mucho de su musculatura, aunque por lo menos era un corte limpio y sanaría bien.
Desistió de intentar irse, al menos durante un rato. Estaba agotado tras la lucha, y la tormenta que bullía en su mente no hacía la situación mucho mejor. De hecho, lo hacía desear morirse. ¿Cómo podía haber caído Byakuro en una guerra así? Ni siquiera encarando a Derian, tan sólo... Desvaneciéndose. Era la segunda vez que lo hacía, y aunque no era muy fiable, su instinto le decía de nuevo que no volvería. "Te echaré de menos siempre, amigo".
-No tengo poder para proteger a todos- rió con cierta ironía, pensando en cómo debería haber evitado todo lo malo que llevaba tiempo ocurriendo-. Ni siquiera he podido ayudar a Byakuro en esta lucha contra Derian... Por suerte pudo vencer- hizo una pausa. Estaba empezando a llorar, aunque evitaba parpadear para que no se derramaran las lágrimas-; por desgracia no fui quien de ayudarle- miró de nuevo las espadas de Derian, y se dio cuenta deque sin querer había encumbrado a Byakuro hasta el nivel de Leyenda... ¿Aquel tipo contaría lo que acababa de decirle? Quién sabe.
Miró hacia él entonces, y casi pudo ver viejos conocidos. En realidad se parecía a Midorima bastante, si bien era notable la diferencia. ¿Jugaba de nuevo el destino con él?
-¿Tan fuerte?- soltó un bufido-; ¿Poder absoluto? No te confundas, Ushio. Soy fuerte, pero ni de lejos tengo un poder absoluto. Sin embargo, se siente decepción constante- imágenes de toda la gente perdida pasaba por su mente a borbotones, como si corrientes de agua fuesen-. Tener poder y no saber aprovecharlo es la mayor de las torturas.
Vio una luz chispeando a lo lejos, y un silbido acercándose. ¿Qué demonios sería aquello?
-Y tú, ¿Qué sientes? Respecto a tu existencia, tu fuerza, tu poder... ¿Qué sensación te produce no tener tanto poder como quieres?- no había usado su haki de observación, pero sólo un necio preguntaría por el poder de proteger si ya lo poseyera. Y aunque Ushio parecía muchas cosas, no parecía tan idiota. No tanto, al menos.
-Yo soy Dexter- respondió, sin prestar demasiada atención a sus palabras. Era obvio que ya sabía quién era, así que las presentaciones sobraban un poco. Sin embargo la educación nunca estaba de más-. No, no puedes.
Su voz se notaba apagada y algo cansada, aunque la postura que mantenía erguida le daba un aspecto elegante en su sencillez; desnudo de torso para arriba, marcado de cicatrices en espalda y pecho... Y la vieja marca de su cuello, que acarició embargado en recuerdos de aquella época en que Legim sólo era un borracho más y Midorima una preocupación por recién unirse a las filas de Kedra... Las cosas cambiaban tanto de un año para otro, ya ni decir que tras cuatro o cinco había mundos de distancia, o universos enteros por recorrer... Quién sabe. Era notorio el dolor que notaba en su brazo, y algunas muecas traicioneras podían hacer ver a cualquiera que su porte orgulloso sólo camuflaba heridas más allá de las meramente físicas.
-No puedes pretender enfrentar todo lo que veas- comentó, comenzando a caminar hacia Nadia. Empezaba a cojear ligeramente, tal vez al tirarse al suelo antes se había torcido el tobillo, pero con la supresión de dolor ni siquiera lo notó. Para qué negarlo, estaba hecho polvo aquel día, y si tuviera enemigos siguiéndolo activamente, probablemente ésa fuera la mejor oportunidad de atacar-. Luchar nunca debe ser la primera opción, y mucho menos cuando no conoces a quien encaras- se aproximó al arma, y con sumo cuidado la agarró, tratando de no caerse. Necesitaba descansar-. Y mucho menos hay que ser tan arrogante- soltó un quejido mientras se levantaba. El corte tiraba mucho de su musculatura, aunque por lo menos era un corte limpio y sanaría bien.
Desistió de intentar irse, al menos durante un rato. Estaba agotado tras la lucha, y la tormenta que bullía en su mente no hacía la situación mucho mejor. De hecho, lo hacía desear morirse. ¿Cómo podía haber caído Byakuro en una guerra así? Ni siquiera encarando a Derian, tan sólo... Desvaneciéndose. Era la segunda vez que lo hacía, y aunque no era muy fiable, su instinto le decía de nuevo que no volvería. "Te echaré de menos siempre, amigo".
-No tengo poder para proteger a todos- rió con cierta ironía, pensando en cómo debería haber evitado todo lo malo que llevaba tiempo ocurriendo-. Ni siquiera he podido ayudar a Byakuro en esta lucha contra Derian... Por suerte pudo vencer- hizo una pausa. Estaba empezando a llorar, aunque evitaba parpadear para que no se derramaran las lágrimas-; por desgracia no fui quien de ayudarle- miró de nuevo las espadas de Derian, y se dio cuenta deque sin querer había encumbrado a Byakuro hasta el nivel de Leyenda... ¿Aquel tipo contaría lo que acababa de decirle? Quién sabe.
Miró hacia él entonces, y casi pudo ver viejos conocidos. En realidad se parecía a Midorima bastante, si bien era notable la diferencia. ¿Jugaba de nuevo el destino con él?
-¿Tan fuerte?- soltó un bufido-; ¿Poder absoluto? No te confundas, Ushio. Soy fuerte, pero ni de lejos tengo un poder absoluto. Sin embargo, se siente decepción constante- imágenes de toda la gente perdida pasaba por su mente a borbotones, como si corrientes de agua fuesen-. Tener poder y no saber aprovecharlo es la mayor de las torturas.
Vio una luz chispeando a lo lejos, y un silbido acercándose. ¿Qué demonios sería aquello?
-Y tú, ¿Qué sientes? Respecto a tu existencia, tu fuerza, tu poder... ¿Qué sensación te produce no tener tanto poder como quieres?- no había usado su haki de observación, pero sólo un necio preguntaría por el poder de proteger si ya lo poseyera. Y aunque Ushio parecía muchas cosas, no parecía tan idiota. No tanto, al menos.
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”Es increíble” – pensaba mientras lo veía. Estaba herido, era obvio, más que obvio. Su voz se notaba apagada y por más que mis deseos de enfrentarlo eran fuertes, debía entenderlo. Él había sufrido, por lo que estaba entendiendo, la pérdida de un amigo a manos de Derian. Había perdido a Byakuro, otro gran Shichibukai y, por como hablaba, alguien más que importante para Dexter. ¿Por qué debía pasar eso? Tenía la suerte, quizás, de no haber perdido a alguien… Pero lograba sentir el dolor, la pena, angustia y rabia en las palabras de él. A pesar de tener todo su poder, se sentía vacío… ¿Eso significaba ser tan poderoso? ¿Perder a tus amigos en el proceso? ¿Perder tus lazos? Entre más fuerte era uno, los enemigos aumentaban y las posibilidades que atacaran cualquier punto vital era grande. ”Debo aprender mucho todavía” – No había vivido ni la mitad de cosas que aquel Shichibukai… Y entonces llegaron sus preguntas. No pude evitar apretar mis puños y vacilé unos segundos. Me senté en el suelo y miré al cielo.
– Es una sensación… Extraña, ¿sabes? – empecé a decir con naturalidad. Era débil y lo sabía, me aventuré al mar tratando de cumplir objetivos que, en la práctica, ni siquiera había elegido. No tenía alguna meta en particular y nadaba en un mar de incertidumbres y penas. – Quiero ser tan fuerte para proteger a todos los que me rodean… – un suspiro acompañó aquellas palabras. Recordé con algo de emoción a Taiga, aquel extraño cazador que, de la nada, se había convertido en mi mejor amigo. ¿Qué sería perderlo? De solo pensarlo, mi pecho se apretaba. – Ahora mismo siento que soy una carga – lo fui para mi madre, o así me sentía yo, y, quizás, lo sería también para el cazador. – Quiero tantas cosas, pero tengo miedo. – De forma paulatina, mi cabeza había ido bajando y ahora mis ojos miraban la tierra. Aquella donde estaba derramada la sangre de miles de inocentes.
Por más que quise, no pude evitar que algunas lágrimas salieran de mis ojos y, de forma tranquila y serena, se combinaran con aquella tierra. Mi cuerpo, lentamente, empezó a temblar y apreté, con mi mano derecha, el antebrazo izquierdo. Ahí, en ese pequeño espacio, acurruqué mi cabeza. Debía calmarme, debía mostrarme más fuerte, más yo… ¿O este era ese yo? Aquel que admitía sus miedos, aquel que admitía su verdadera falta de poder y confianza. No había dudado nunca en mi vida, tomaba decisiones y caminos sin detenerme a pensar en nada. ¿A qué me llevaría ese sendero? ¿A qué destino me llevará? ¿Vida o muerte?
– Tengo miedo de, ser tan fuerte, que en el proceso… – tomé una leve pausa y, ahora, con mis ojos lagrimosos miraba a Dexter. – Pierda mi humanidad. Que tener un poder absoluta me carcoma por dentro y… – no me reconocía… Todo había empezado de otra forma distinta… Quería pelear con él y ahora, lentamente, se había transformaba en una conversación donde, más allá de descubrir cosas de él, me descubría a mí mismo. Su mirada triste, su tono de voz apagado y aquellas heridas… ¿Él buscó todo eso? ¿O fue un sinfín de malas decisiones que lo llevaron a este punto? – Al final de todo, lastimar a aquellos que tanto busco proteger – me sequé las lágrimas y me levanté. – Llegados a este punto, debo disculparme contigo – giré sobre mis talones… Ya nada podía hacer acá. Había descubierto que las cosas no eran tan simples, que incluso el hombre más fuerte, podía ser a su vez; el más débil. – Si nos volvemos a ver, que espero así sea, déjame invitarte a alguna cerveza o invitarte a alguna comida – empecé a caminar y alcé mi mano en señal de despedida. – Es lo mínimo que puedo hacer. Después de todo, fui un idiota.
– Es una sensación… Extraña, ¿sabes? – empecé a decir con naturalidad. Era débil y lo sabía, me aventuré al mar tratando de cumplir objetivos que, en la práctica, ni siquiera había elegido. No tenía alguna meta en particular y nadaba en un mar de incertidumbres y penas. – Quiero ser tan fuerte para proteger a todos los que me rodean… – un suspiro acompañó aquellas palabras. Recordé con algo de emoción a Taiga, aquel extraño cazador que, de la nada, se había convertido en mi mejor amigo. ¿Qué sería perderlo? De solo pensarlo, mi pecho se apretaba. – Ahora mismo siento que soy una carga – lo fui para mi madre, o así me sentía yo, y, quizás, lo sería también para el cazador. – Quiero tantas cosas, pero tengo miedo. – De forma paulatina, mi cabeza había ido bajando y ahora mis ojos miraban la tierra. Aquella donde estaba derramada la sangre de miles de inocentes.
Por más que quise, no pude evitar que algunas lágrimas salieran de mis ojos y, de forma tranquila y serena, se combinaran con aquella tierra. Mi cuerpo, lentamente, empezó a temblar y apreté, con mi mano derecha, el antebrazo izquierdo. Ahí, en ese pequeño espacio, acurruqué mi cabeza. Debía calmarme, debía mostrarme más fuerte, más yo… ¿O este era ese yo? Aquel que admitía sus miedos, aquel que admitía su verdadera falta de poder y confianza. No había dudado nunca en mi vida, tomaba decisiones y caminos sin detenerme a pensar en nada. ¿A qué me llevaría ese sendero? ¿A qué destino me llevará? ¿Vida o muerte?
– Tengo miedo de, ser tan fuerte, que en el proceso… – tomé una leve pausa y, ahora, con mis ojos lagrimosos miraba a Dexter. – Pierda mi humanidad. Que tener un poder absoluta me carcoma por dentro y… – no me reconocía… Todo había empezado de otra forma distinta… Quería pelear con él y ahora, lentamente, se había transformaba en una conversación donde, más allá de descubrir cosas de él, me descubría a mí mismo. Su mirada triste, su tono de voz apagado y aquellas heridas… ¿Él buscó todo eso? ¿O fue un sinfín de malas decisiones que lo llevaron a este punto? – Al final de todo, lastimar a aquellos que tanto busco proteger – me sequé las lágrimas y me levanté. – Llegados a este punto, debo disculparme contigo – giré sobre mis talones… Ya nada podía hacer acá. Había descubierto que las cosas no eran tan simples, que incluso el hombre más fuerte, podía ser a su vez; el más débil. – Si nos volvemos a ver, que espero así sea, déjame invitarte a alguna cerveza o invitarte a alguna comida – empecé a caminar y alcé mi mano en señal de despedida. – Es lo mínimo que puedo hacer. Después de todo, fui un idiota.
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Dexter terminó dejando caer su espalda sobre el suelo, reposando plácidamente su cuerpo entumecido, antes de dejar a Ushio terminar de hablar. De verdad que se sentía agotado tras la batalla, como nunca antes... "Tampoco nunca antes habías usado tu poder así", dijo su mente, mientras la brisa acariciaba su cuerpo. El abrazo de Alice, y su aroma que no la acompañaba se formaba en su mente, recordando cada caricia y cada beso. La echaba de menos, ¿Qué debía estar haciendo ahora? A la guerra había sobrevivido, su vivre card no mentía, y aunque no tenía claro que hubiera asistido había indicado que estaba en esa dirección durante mucho tiempo, por lo que era lógico suponer que sí, efectivamente, ella había estado librando su batalla.
-¿Alguna vez has amado, Ushio?- preguntó, ya con los ojos cerrados mientras un silbido cada vez más potente se aproximaba-. ¿Alguna vez la falta de poder te ha perjudicado?- poco a poco su voz se calmaba, mientras una respiración lenta hacía que su cuerpo se relajase-. Dime, ¿Crees que cuando tengas poder el miedo desaparecerá?
No sabía si podría invitarlo a reflexionar, pero no perdía nada por intentarlo. Al fin y al cabo demostraba ciertas aptitudes... Necesitadas de ser reformadas, pero que en conjunto no estaban mal del todo. Podría ser un gran espadachín si aprendía a sólo desenvainar cuando fuera necesario. "Tengo curiosidad por sus armas", se dijo, pensando que no estaría de más verlas. La espada de uno era casi como una segunda alma, como una extensión férrea del brazo. Igual que debía pulir su actitud, tal vez el arma no estuviese a la altura de lo que esperaba llegar a ser.
-¿Quién te ha dado permiso para marcharte?- preguntó, riéndose, al escuchar sus pasos alejándose. No le gustaba demasiado que interrumpieran su descanso, pero técnicamente cuando llegó aún no se había puesto a ello. ¿Por qué había sido tan borde con él? Tampoco era que le importase demasiado en realidad, pero no le gustaba que lo tratasen como un maleducado. Su frase tampoco era muy afortunada para cambiar su visión, pero siempre tenía oportunidad de remediarlo-. Por primera vez en meses sale el sol en Hallstat. ¿No quieres quedarte a disfrutarlo?
El muchacho tenía miedo de perder su humanidad en el proceso de obtener poder... Podre iluso, no darse cuenta de que el mundo aplastaría su humanidad poco a poco tuviese poder o no. "No es el poder lo que te deshumaniza, son el resto de los humanos", se dijo, apoyando la cabeza sobre su brazo izquierdo. Parecía que el chico era bastante más profundo de lo que aparentaba, le caía bien. Tal vez fuera algo zoquete, pero merecía la pena conocerlo.
-Ven aquí, anda. No cuesta nada relajarse un rato y tener una charla amistosa con un desconocido.
-¿Alguna vez has amado, Ushio?- preguntó, ya con los ojos cerrados mientras un silbido cada vez más potente se aproximaba-. ¿Alguna vez la falta de poder te ha perjudicado?- poco a poco su voz se calmaba, mientras una respiración lenta hacía que su cuerpo se relajase-. Dime, ¿Crees que cuando tengas poder el miedo desaparecerá?
No sabía si podría invitarlo a reflexionar, pero no perdía nada por intentarlo. Al fin y al cabo demostraba ciertas aptitudes... Necesitadas de ser reformadas, pero que en conjunto no estaban mal del todo. Podría ser un gran espadachín si aprendía a sólo desenvainar cuando fuera necesario. "Tengo curiosidad por sus armas", se dijo, pensando que no estaría de más verlas. La espada de uno era casi como una segunda alma, como una extensión férrea del brazo. Igual que debía pulir su actitud, tal vez el arma no estuviese a la altura de lo que esperaba llegar a ser.
-¿Quién te ha dado permiso para marcharte?- preguntó, riéndose, al escuchar sus pasos alejándose. No le gustaba demasiado que interrumpieran su descanso, pero técnicamente cuando llegó aún no se había puesto a ello. ¿Por qué había sido tan borde con él? Tampoco era que le importase demasiado en realidad, pero no le gustaba que lo tratasen como un maleducado. Su frase tampoco era muy afortunada para cambiar su visión, pero siempre tenía oportunidad de remediarlo-. Por primera vez en meses sale el sol en Hallstat. ¿No quieres quedarte a disfrutarlo?
El muchacho tenía miedo de perder su humanidad en el proceso de obtener poder... Podre iluso, no darse cuenta de que el mundo aplastaría su humanidad poco a poco tuviese poder o no. "No es el poder lo que te deshumaniza, son el resto de los humanos", se dijo, apoyando la cabeza sobre su brazo izquierdo. Parecía que el chico era bastante más profundo de lo que aparentaba, le caía bien. Tal vez fuera algo zoquete, pero merecía la pena conocerlo.
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Mis sentimientos eran un caos total, apenas lograba entender lo que me estaba pasando. Había confesado mi miedo más profundo a un total desconocido. Miedo a perder mi esencia como ser humano y miedo de no tener aquel poder que tanto necesitaba. Muchas personas dependían de mí y, por más que lo intentaba, no podía escapar de aquella responsabilidad. Suspiré de manera pesada y escuché las palabras de Dexter. Sus preguntas fueron… Difíciles, no, no había amado y no tenía la certeza que el miedo, que carcomía mis huesos, desaparecería una vez tuviera aquel gran poder. Entonces fue que me invitó a quedarme… Me giré y lo vi tumbado. Me invitaba a tener una charla amistosa con él.
El astro rey, por primera vez, salía en aquella isla. ¿Hace cuánto no habría salido? Para mí, que saliera, daba más esperanzas y podía significar el inicio de un nuevo comienzo para esta isla… O lo que quedó luego de la guerra. ¿Alguien volvería a habitarla? Suspiré y me senté a su lado, a la derecha de Dexter. Él era el tipo de persona que, seguramente, siempre buscaba el por qué de las cosas. Quizás, las constantes decepciones que se había llevado, a pesar de ser tan fuerte, lo habían llevado a eso. Quizás ya no quería seguir peleando, ya no quería seguir navegando y ahora solo quería un descanso, un leve respiro de todo lo que lo rodeaba. Lo opuesto a mí, yo quería todas las respuestas y seguir mi camino, firme y sin dudar, que mis espadas me abrieran los caminos que necesitara.
– No, Dexter. No he amado… Aún – sabía que lo iba a terminar haciendo. Que iba a sufrir decepciones amorosas y, que si tenía algo de suerte, encontraría a la mujer ideal para mí. – Y, si te soy sincero, no creo que el miedo desaparezca aun cuando tenga el poder que busco – tomé una leve pausa. Un suspiro salió de mis labios y miré al cielo… Lentamente se iba abriendo paso para que el astro rey apareciera e iluminara todo a su paso. – Quizás, acabo de entrar en un círculo vicioso donde solo encontraría enemigos más y más fuertes. Que atacaran a mis amigos… Entonces, ¿qué tan fuerte debería ser? – Apreté mis puños… Impotencia. Esa era la palabra que mejor me podía definir. Mis sentimientos eran puros, lo sabía… Quería proteger a todo aquel que considerara un amigo, proteger a los inocentes y evitar que más catástrofes y guerras siguieran invadiendo el mundo.
– Actualmente, estoy viajando con un cazador. Se llama Taiga Redfield – era mi mejor amigo. ¿Quién diría que una amistad así surgiría entre alguien que cazaba a los de mi bando? Comenzó en Arabasta, y de ahí que no nos habíamos separado… Hasta ahora. Un pequeño descanso para los dos. – Es mi mejor amigo y, seguramente, una persona por la cual daría mi vida – sonreí de medio lado… ¿Qué estaría haciendo ahora? Ya me lo iría a contar cuando nos reuniéramos de nuevo. – Pero, por él y otros que quizás conozca, necesito ser más fuerte. Más y más fuerte… Proteger a mis seres queridos. Evitar lágrimas de inocentes y derramamientos de sangre… – suspiré de forma tranquila. – ¿Crees que es posible, Dexter? Has viajado mucho más que yo, tienes más experiencia que yo en esto… ¿Es posible o busco una utopía? – Pregunté en un tono relajado.
El astro rey, por primera vez, salía en aquella isla. ¿Hace cuánto no habría salido? Para mí, que saliera, daba más esperanzas y podía significar el inicio de un nuevo comienzo para esta isla… O lo que quedó luego de la guerra. ¿Alguien volvería a habitarla? Suspiré y me senté a su lado, a la derecha de Dexter. Él era el tipo de persona que, seguramente, siempre buscaba el por qué de las cosas. Quizás, las constantes decepciones que se había llevado, a pesar de ser tan fuerte, lo habían llevado a eso. Quizás ya no quería seguir peleando, ya no quería seguir navegando y ahora solo quería un descanso, un leve respiro de todo lo que lo rodeaba. Lo opuesto a mí, yo quería todas las respuestas y seguir mi camino, firme y sin dudar, que mis espadas me abrieran los caminos que necesitara.
– No, Dexter. No he amado… Aún – sabía que lo iba a terminar haciendo. Que iba a sufrir decepciones amorosas y, que si tenía algo de suerte, encontraría a la mujer ideal para mí. – Y, si te soy sincero, no creo que el miedo desaparezca aun cuando tenga el poder que busco – tomé una leve pausa. Un suspiro salió de mis labios y miré al cielo… Lentamente se iba abriendo paso para que el astro rey apareciera e iluminara todo a su paso. – Quizás, acabo de entrar en un círculo vicioso donde solo encontraría enemigos más y más fuertes. Que atacaran a mis amigos… Entonces, ¿qué tan fuerte debería ser? – Apreté mis puños… Impotencia. Esa era la palabra que mejor me podía definir. Mis sentimientos eran puros, lo sabía… Quería proteger a todo aquel que considerara un amigo, proteger a los inocentes y evitar que más catástrofes y guerras siguieran invadiendo el mundo.
– Actualmente, estoy viajando con un cazador. Se llama Taiga Redfield – era mi mejor amigo. ¿Quién diría que una amistad así surgiría entre alguien que cazaba a los de mi bando? Comenzó en Arabasta, y de ahí que no nos habíamos separado… Hasta ahora. Un pequeño descanso para los dos. – Es mi mejor amigo y, seguramente, una persona por la cual daría mi vida – sonreí de medio lado… ¿Qué estaría haciendo ahora? Ya me lo iría a contar cuando nos reuniéramos de nuevo. – Pero, por él y otros que quizás conozca, necesito ser más fuerte. Más y más fuerte… Proteger a mis seres queridos. Evitar lágrimas de inocentes y derramamientos de sangre… – suspiré de forma tranquila. – ¿Crees que es posible, Dexter? Has viajado mucho más que yo, tienes más experiencia que yo en esto… ¿Es posible o busco una utopía? – Pregunté en un tono relajado.
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Re: [Presente][Privado][Dex - Ushio] ¡Quiero unirme a tu banda! ¿Me aceptas? {Jue 3 Mar 2016 - 1:10}
Dexter escuchó la réplica de Ushio. No había amado; aún era joven, al fin y al cabo. Él tardó veintiún años en ver a una mujer como algo más que una diversión temporal, y aún sólo había querido a tres en toda su vida. No creía, al fin y al cabo, que el miedo desaparecería. No lo hacía, al fin y al cabo. ¿Acaso alguien podía creer así? Algún idiota obseso, tal vez. ¿Él en algún momento? No, él jamás entrenó para vencer sus temores, aunque ellos lo impulsaran a entrenar. Sabía que debía afrontarlos y la única manera era así, de la manera que llevaba haciéndolo toda la vida: Entrenando. Ya no estaba Tomas para acompañarlo, ni Nadia para esconderse en su regazo, ese regazo donde nada malo pasaba...
-¿Por qué quieres ser fuerte?- preguntó, de nuevo sin abrir los ojos. Seguía escuchando aquel silbido cada vez más potente, cada vez más cercano. Ya se imaginaba lo que debía ser, pero siguió hablando-. Puede que algún día no encuentres más enemigos, pero... Eres espadachín. ¿Has oído hablar de Akira y el Dragón?
Se quedó un rato reflexionando acerca de la leyenda. Por mucho tiempo que entrenara, por muchas horas días y meses que dedicara a perfeccionar su combate, jamás podría derrotarse a sí mismo. Era una verdad que no podía ignorar, y tampoco quería. Algún día tal vez hiciera daño a la gente que quería, pero por el momento no tenía esa intención y podía evitarlo. Por el momento aquello estaba en su mano; aunque quería poder protegerlos de todo. ¿Sería eso posible algún día? Una Marina que sólo persiguiera verdaderos criminales, que escuchara a la revolución y unos renegados que supieran perdonar a toda esa gente que se equivocó... Era un sueño absurdo, imposible de lograr. Pero así era Dexter, capaz de soñar hasta con las reflexiones más nimias.
-Taiga Redfield... ¿Redfield como Krauser?- no pudo evitar preguntarlo, saliendo de su embobe momentáneo. Pensar en una vida pacífica en la que Alice y él no fueran tratados como delincuentes comenzaba a invadir su mente, y con la dulzura del momento se dejaba llevar. Al fin y al cabo, entre el cálido sol y el viento que los mares traían, ni siquiera el desolado paisaje a su alrededor podía impedirle imaginar un mundo ideal-. En fin, perdona el lapsus- se disculpó. La verdad es que no era muy relevante aquel apellido, y aunque sería muy raro cosas peores había contemplado-. No creo que lo consigas nunca. La Marina está corrupta, y no hablemos del régimen que legitiman; La mayor parte de los piratas sólo navegan por saquear y destruir, por llenar sus bolsillos y qué más da quién caiga para ello... Y la Revolución es la peor de todas. Cuenta con la simpatía del pueblo, pero antepone sus estrategias políticas a un levantamiento popular. ¿Cuánto duraría el gobierno si todo el planeta se alzase en su contra? La única razón por la que no lo hacen es porque no tienen un verdadero aprecio a los oprimidos, tan sólo quieren asentarse como una fuerza distinta, y si algo falla poder escurrir el bulto... De todas formas, en teoría eso no debiera preocuparme, ¿No? La revolución se supone mi enemiga, su falta de coordinación y pocas agallas debería gustarme. No, no lo hace. Sólo el día que la Revolución encare de frente sus problemas el mundo terminará teniendo paz.
¿De verdad pensaba eso? ¿O, en cambio, hablaba el odio y la impotencia que sentía? Si la Revolución hubiese tomado partido en aquel lugar, probablemente Byakuro no habría muerto. Él no tenía por qué morir, ¿Por qué se lo habían cobrado tan injustamente? "Qué más da... La deuda está saldada", pensó. No lo estaba, pero pensarlo iba a ser la mejor forma de sobrellevarlo, al menos por el momento.
-Creo que voy a incorporarme- dijo, irguiéndose para adoptar una postura sentada-, estar tumbado en la tierra es malo para mi pelo- acarició a Nadia-. Espero que las utopías existan, en realidad. No puedo evitar ser pesimista, pero de verdad, ojalá un día luchar no sea necesario. ¿A ver qué tal lo haces?
Señaló con el dedo su cuello, esperando que le atacara. ¿Entendería la indirecta? No iba a luchar, pero tal vez se llevase una sorpresa con el jovencito.
-¿Por qué quieres ser fuerte?- preguntó, de nuevo sin abrir los ojos. Seguía escuchando aquel silbido cada vez más potente, cada vez más cercano. Ya se imaginaba lo que debía ser, pero siguió hablando-. Puede que algún día no encuentres más enemigos, pero... Eres espadachín. ¿Has oído hablar de Akira y el Dragón?
Se quedó un rato reflexionando acerca de la leyenda. Por mucho tiempo que entrenara, por muchas horas días y meses que dedicara a perfeccionar su combate, jamás podría derrotarse a sí mismo. Era una verdad que no podía ignorar, y tampoco quería. Algún día tal vez hiciera daño a la gente que quería, pero por el momento no tenía esa intención y podía evitarlo. Por el momento aquello estaba en su mano; aunque quería poder protegerlos de todo. ¿Sería eso posible algún día? Una Marina que sólo persiguiera verdaderos criminales, que escuchara a la revolución y unos renegados que supieran perdonar a toda esa gente que se equivocó... Era un sueño absurdo, imposible de lograr. Pero así era Dexter, capaz de soñar hasta con las reflexiones más nimias.
-Taiga Redfield... ¿Redfield como Krauser?- no pudo evitar preguntarlo, saliendo de su embobe momentáneo. Pensar en una vida pacífica en la que Alice y él no fueran tratados como delincuentes comenzaba a invadir su mente, y con la dulzura del momento se dejaba llevar. Al fin y al cabo, entre el cálido sol y el viento que los mares traían, ni siquiera el desolado paisaje a su alrededor podía impedirle imaginar un mundo ideal-. En fin, perdona el lapsus- se disculpó. La verdad es que no era muy relevante aquel apellido, y aunque sería muy raro cosas peores había contemplado-. No creo que lo consigas nunca. La Marina está corrupta, y no hablemos del régimen que legitiman; La mayor parte de los piratas sólo navegan por saquear y destruir, por llenar sus bolsillos y qué más da quién caiga para ello... Y la Revolución es la peor de todas. Cuenta con la simpatía del pueblo, pero antepone sus estrategias políticas a un levantamiento popular. ¿Cuánto duraría el gobierno si todo el planeta se alzase en su contra? La única razón por la que no lo hacen es porque no tienen un verdadero aprecio a los oprimidos, tan sólo quieren asentarse como una fuerza distinta, y si algo falla poder escurrir el bulto... De todas formas, en teoría eso no debiera preocuparme, ¿No? La revolución se supone mi enemiga, su falta de coordinación y pocas agallas debería gustarme. No, no lo hace. Sólo el día que la Revolución encare de frente sus problemas el mundo terminará teniendo paz.
¿De verdad pensaba eso? ¿O, en cambio, hablaba el odio y la impotencia que sentía? Si la Revolución hubiese tomado partido en aquel lugar, probablemente Byakuro no habría muerto. Él no tenía por qué morir, ¿Por qué se lo habían cobrado tan injustamente? "Qué más da... La deuda está saldada", pensó. No lo estaba, pero pensarlo iba a ser la mejor forma de sobrellevarlo, al menos por el momento.
-Creo que voy a incorporarme- dijo, irguiéndose para adoptar una postura sentada-, estar tumbado en la tierra es malo para mi pelo- acarició a Nadia-. Espero que las utopías existan, en realidad. No puedo evitar ser pesimista, pero de verdad, ojalá un día luchar no sea necesario. ¿A ver qué tal lo haces?
Señaló con el dedo su cuello, esperando que le atacara. ¿Entendería la indirecta? No iba a luchar, pero tal vez se llevase una sorpresa con el jovencito.
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Re: [Presente][Privado][Dex - Ushio] ¡Quiero unirme a tu banda! ¿Me aceptas? {Jue 3 Mar 2016 - 2:33}
¿Por qué quería ser más fuerte? La única respuesta que tenía, para aquella pregunta, era proteger a mis seres queridos. ¿Era suficiente? Me cuestionó sobre una leyenda… De Akira y el Dragón, la verdad… No la conocía. ¿Por qué mi respuesta era inválida? ¿Había una respuesta válida para una pregunta tan banal? Me quedé en silencio esperando la respuesta de él a mis siguientes preguntas. Siendo sinceros… Ni yo me creía capaz de conseguir algo así, buscaba una utopía, al final de cuentas. Algo que en muchos años de “evolución” el humano corriente no ha logrado alcanzar. Ni siquiera cuando sabe de sus errores, los repite una y otra vez. ”¿Qué carajos es ese silbido?” – Mi imaginación voló por los aires al pensar en las posibilidades. La peor, aunque menos probable, un misil. ”Nadie estaría tan loco… ¿O sí?” – le quité cierta relevancia a aquel sonido y le presté la atención necesaria a Dexter.
– No, no conozco aquella leyenda. – Dije aprovechando el pequeño embobamiento de Dexter. ¿Qué le estaría pasando por la cabeza? Era un hombre que, a mi parecer, no hablaba mucho y, quizás, solo se cuestionaba sobre sus decisiones una y otra vez. No era capaz de leer la mente de nadie, aunque tampoco quería, y aunque pudiera hacerlo, dudaba que me diera algún resultado exitoso con él. Su mente era un caos, y se notaba. Su rostro mostraba una tristeza mezclada con cierta rabia. Entre más conversaba con él, más me sorprendía su forma de ser… Y, sin querer admitirlo, se estaba convirtiendo en la persona que querría ser algún día de estos. No solo por su gran poder, sino que también por su aquella personalidad que tenía.
Suspiré con calma y escuché la respuesta de Dexter. ”Ese tal Krauser me suena…” – pensé cuando me cuestionó sobre el apellido de Taiga. La verdad, me sonaba mucho aquel apellido y hasta ahora no me lo había cuestionado. ¿De dónde lo había escuchado? Sí, tenía memoria fotográfica, pero aun así la memoria tenía sus vacíos y, en ese vacío, estaba en donde escuché, por primera vez, el apellido de mi mejor amigo. ”Ya le preguntaré sobre su relación con Krauser. Quizás me llevo una sorpresa.” – me dije a mi mismo con tranquilidad. Dexter estuvo unos segundos más en silencio, como ido, y luego continuó… Finalmente, negando toda posibilidad de conseguir lo que le había preguntado. Al final de cuentas, era una utopía y las utopías eran eso; sueños imposibles de alcanzar. Un ideal que no se podría cumplir. Por más que quisiera, la Marina y el gobierno iban a seguir siendo corruptos y la Revolución no haría más que seguir anteponiendo sus estratagemas antes que los reprimidos. Para él, si aquel bando, algún día, llegara a encarar sus problemas, el mundo encontraría su paz. ¿Sería verdad?
Unos cuantos segundos más de silencio. Dexter, al final, decidió ponerse de pie. Afirmó que creía en las utopías, pero que no podía evitar ser negativo. Buscaba el derecho a no pelear más y fue entonces que me preguntó cómo lo hacía. Me levanté con una sonrisa, mientras notaba que el silbido se acercaba y era más y más fuerte, ¿qué carajos era? Suspiré con calma y miré a los ojos a Dexter. Tuve que mirar hacia arriba de lo alto que era… Me separé unos pasos y desenvainé mis dos espadas. ¿Cómo debería afrontarlo? ”Aunque sea como sea, me dará una paliza” – pensé con cierto aire divertido. Era imposible ganar ante él, no ahora…
– Me dejas con la duda, Dexter… ¿Has amado? – pregunté mientras me ponía en guardia y me concentraba un poco más. – Bien… Aquí voy. – Sonreí de medio lado y me impulsé con ambas piernas para acortar las diferencias con él. Con mi espada negra, busqué hacerle un corte en su pecho, mientras que la blanca se dirigía a su cuello… Luego, con velocidad, usaría ambas espadas para hacer una equis en su torso y, finalmente, usando las dos atacaría a sus dos piernas tratando de dejarlas inmovilizadas un tiempo. ”Esto es divertido”
– No, no conozco aquella leyenda. – Dije aprovechando el pequeño embobamiento de Dexter. ¿Qué le estaría pasando por la cabeza? Era un hombre que, a mi parecer, no hablaba mucho y, quizás, solo se cuestionaba sobre sus decisiones una y otra vez. No era capaz de leer la mente de nadie, aunque tampoco quería, y aunque pudiera hacerlo, dudaba que me diera algún resultado exitoso con él. Su mente era un caos, y se notaba. Su rostro mostraba una tristeza mezclada con cierta rabia. Entre más conversaba con él, más me sorprendía su forma de ser… Y, sin querer admitirlo, se estaba convirtiendo en la persona que querría ser algún día de estos. No solo por su gran poder, sino que también por su aquella personalidad que tenía.
Suspiré con calma y escuché la respuesta de Dexter. ”Ese tal Krauser me suena…” – pensé cuando me cuestionó sobre el apellido de Taiga. La verdad, me sonaba mucho aquel apellido y hasta ahora no me lo había cuestionado. ¿De dónde lo había escuchado? Sí, tenía memoria fotográfica, pero aun así la memoria tenía sus vacíos y, en ese vacío, estaba en donde escuché, por primera vez, el apellido de mi mejor amigo. ”Ya le preguntaré sobre su relación con Krauser. Quizás me llevo una sorpresa.” – me dije a mi mismo con tranquilidad. Dexter estuvo unos segundos más en silencio, como ido, y luego continuó… Finalmente, negando toda posibilidad de conseguir lo que le había preguntado. Al final de cuentas, era una utopía y las utopías eran eso; sueños imposibles de alcanzar. Un ideal que no se podría cumplir. Por más que quisiera, la Marina y el gobierno iban a seguir siendo corruptos y la Revolución no haría más que seguir anteponiendo sus estratagemas antes que los reprimidos. Para él, si aquel bando, algún día, llegara a encarar sus problemas, el mundo encontraría su paz. ¿Sería verdad?
Unos cuantos segundos más de silencio. Dexter, al final, decidió ponerse de pie. Afirmó que creía en las utopías, pero que no podía evitar ser negativo. Buscaba el derecho a no pelear más y fue entonces que me preguntó cómo lo hacía. Me levanté con una sonrisa, mientras notaba que el silbido se acercaba y era más y más fuerte, ¿qué carajos era? Suspiré con calma y miré a los ojos a Dexter. Tuve que mirar hacia arriba de lo alto que era… Me separé unos pasos y desenvainé mis dos espadas. ¿Cómo debería afrontarlo? ”Aunque sea como sea, me dará una paliza” – pensé con cierto aire divertido. Era imposible ganar ante él, no ahora…
– Me dejas con la duda, Dexter… ¿Has amado? – pregunté mientras me ponía en guardia y me concentraba un poco más. – Bien… Aquí voy. – Sonreí de medio lado y me impulsé con ambas piernas para acortar las diferencias con él. Con mi espada negra, busqué hacerle un corte en su pecho, mientras que la blanca se dirigía a su cuello… Luego, con velocidad, usaría ambas espadas para hacer una equis en su torso y, finalmente, usando las dos atacaría a sus dos piernas tratando de dejarlas inmovilizadas un tiempo. ”Esto es divertido”
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Re: [Presente][Privado][Dex - Ushio] ¡Quiero unirme a tu banda! ¿Me aceptas? {Vie 4 Mar 2016 - 1:41}
-Corre por el mundo adelante que Akira era un poderoso samurai de Wano, tan poderoso que los Shoguns se inclinaban ante él y los Daimyos lo invitaban a su corte de igual a igual. Un día, un dragón arrasó su aldea y Akira montó en cólera- hizo una pausa, recordando cómo, cuando se la habían contado a él, aún intentaban que manejase hábilmente una espada. Había demostrado no ser capaz de hacer más que simples movimientos, y no fue hasta mucho más tarde cuando llegó a comprender su uso más especializado... "Aunque hace tiempo de eso ya"-. Persiguió al dragón, que sin dejar rastro atacaba pueblo tras pueblo, ciudad tras ciudad- se relamió los labios, con cierta parsimonia, como si esperase que Ushio le preguntara qué sucedía-. Más de sesenta años en los que Akira persiguió a su presa y jamás logró cazarla, hasta que en el final de sus días, ya en el lecho de muerte, entendió lo que sucedía: Él era el dragón.
Aquello podía, y debía, interpretarse de dos formas: La primera era que el ansia de venganza nunca se saciaba, provocando la destrucción de todo a su paso; La segunda representaba cómo la búsqueda de poder por poder llegaba a convertir al hombre en una bestia infame. Aunque no le gustaba el símil del dragón, en Wano era visto las veces como portador de luz y destrucción, una fuerza rompiente y demoledora, equitativa e igualitaria... Ley, en sus sentidos más benignos y macabros. Macabros como la comprensión del joven, que malinterpretando su petición comenzó a lanzar una andanada de tajos en dirección a él. Cuello, pecho, más pecho y finalmente las piernas... "Enérgico, sin duda", pensó mientras veía rebotar las armas sin cortar un ápice de carne, repelidas por un momentáneo brillo negruzco que lo protegió.
-No ha estado mal, aunque te ha faltado hacer un salto mortal invertido con doble tirabuzón mientras sonríes al público. Te daría un seis por esta actuación, aún tienes mucho que mejorar.
Aunque, con los golpes físicos llegaban las puñaladas emocionales... No era su intención, seguramente, pero sentaba como si lo fuera. Más aún ahora que se dirigía a un tiempo de exilio e iba a pasar una buena temporada alejado de todo lo que quería, y de su eterna búsqueda. Sabía que algún día la tendría siempre para él, o al menos siempre con él... ¿Tal vez muy difícil lograrlo? Podía pasar mucho tiempo, y aunque él podría ver civilizaciones caer dada su longevidad, esperaba tener el mayor tiempo a disfrutar de ella... Se estaba yendo por las ramas.
-Amar es una palabra muy seria- respondió, evidentemente dispuesto a mentir en cierto modo. Ocultar, maquillar y difuminar la verdad... Sí, algo así-. He querido muchas cosas, y cogido aprecio a otras tantas. Pero amar... Poco, la verdad.
Concentró energía en un puño y se alejó del espadachín, haciendo cálculos a cada cual más preciso, o incierto. La composición del suelo, incluso la humedad podían variar muchas cosas en esa cuestión, pero iba a intentarlo.
Visualizó un loto, y trató de simplificar su forma para poder acertar con un solo golpe a lo que pretendía. Con una fuerza que hizo temblar todo, una marea de polvo se levantó a su alrededor, y cuando se disipó había algo similar a un loto, con elevación y depresión en el margen de cada pétalo, formando un homenaje eterno en la tierra que vio al Shichibukai morir. Nadie podría olvidar el loto que marcó Hallstat.
-En fin, Ushio... me debes una cerveza, ¿No?
Aquello podía, y debía, interpretarse de dos formas: La primera era que el ansia de venganza nunca se saciaba, provocando la destrucción de todo a su paso; La segunda representaba cómo la búsqueda de poder por poder llegaba a convertir al hombre en una bestia infame. Aunque no le gustaba el símil del dragón, en Wano era visto las veces como portador de luz y destrucción, una fuerza rompiente y demoledora, equitativa e igualitaria... Ley, en sus sentidos más benignos y macabros. Macabros como la comprensión del joven, que malinterpretando su petición comenzó a lanzar una andanada de tajos en dirección a él. Cuello, pecho, más pecho y finalmente las piernas... "Enérgico, sin duda", pensó mientras veía rebotar las armas sin cortar un ápice de carne, repelidas por un momentáneo brillo negruzco que lo protegió.
-No ha estado mal, aunque te ha faltado hacer un salto mortal invertido con doble tirabuzón mientras sonríes al público. Te daría un seis por esta actuación, aún tienes mucho que mejorar.
Aunque, con los golpes físicos llegaban las puñaladas emocionales... No era su intención, seguramente, pero sentaba como si lo fuera. Más aún ahora que se dirigía a un tiempo de exilio e iba a pasar una buena temporada alejado de todo lo que quería, y de su eterna búsqueda. Sabía que algún día la tendría siempre para él, o al menos siempre con él... ¿Tal vez muy difícil lograrlo? Podía pasar mucho tiempo, y aunque él podría ver civilizaciones caer dada su longevidad, esperaba tener el mayor tiempo a disfrutar de ella... Se estaba yendo por las ramas.
-Amar es una palabra muy seria- respondió, evidentemente dispuesto a mentir en cierto modo. Ocultar, maquillar y difuminar la verdad... Sí, algo así-. He querido muchas cosas, y cogido aprecio a otras tantas. Pero amar... Poco, la verdad.
Concentró energía en un puño y se alejó del espadachín, haciendo cálculos a cada cual más preciso, o incierto. La composición del suelo, incluso la humedad podían variar muchas cosas en esa cuestión, pero iba a intentarlo.
Visualizó un loto, y trató de simplificar su forma para poder acertar con un solo golpe a lo que pretendía. Con una fuerza que hizo temblar todo, una marea de polvo se levantó a su alrededor, y cuando se disipó había algo similar a un loto, con elevación y depresión en el margen de cada pétalo, formando un homenaje eterno en la tierra que vio al Shichibukai morir. Nadie podría olvidar el loto que marcó Hallstat.
-En fin, Ushio... me debes una cerveza, ¿No?
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Mi ataque fue repelido sin problemas por él. Mis espadas simplemente rebotaron y no alcancé a cortar nada de su carne… ¿Me lo esperaba? Sí. Claro que lo hacía, habría que ser muy iluso si pensaba que podría derrotarlo y más todavía si, con mi nivel actual, pretendía herirlo. Como él dijo, me faltaba mejorar y lo sabía. No solo por cumplir una meta más importante que, quizás, derrotar a esos dos hermanos. Mi verdadero objetivo era ser considerado el más fuerte de todos los espadachines del mundo. Una meta difícil, una misión casi imposible y suicida. Tendría que llegar lo más lejos e ir superando a miles de enemigos. ¿Qué debería hacer? Por ahora, solo me relajaría y seguiría hablando con Dexter.
Me respondió de forma tranquila, no había amado… Mucho. Le había cogido aprecio y querido muchas cosas, pero amar era una palabra grande incluso para él. Se alejó y guardé mis espadas. ¿Qué iba a hacer? Un silencio inundó todo, un silencio solemne y entonces todo sucedió. En un abrir y cerrar de ojos, la tierra empezó a temblar con gran fuerza… ”Increíble…” – Y Dexter golpeó el aire. Se levantó una gran nube de polvo y algunas rocas y se formó un loto en la isla. ¿Un gesto de despedida? Parecía serlo, parecía ser que era el homenaje final a su amigo. ”Descansa en paz, Byakuro” – No, no lo conocí y no tendría chance de hacerlo. Pero, sacrificó su vida por un… ¿Bien mayor? Quizás. Se merecía todos los honores, sin su sacrificio quizás otra historia se contaría. Derian seguiría vivo con sus locos planes de conquista. Arrasando ciudad tras ciudad, matando a todo aquel que se opusiera a él, inocentes o no… Sin Byakuro… Derian hubiera sido la peor amenaza del mundo.
– Cuando quieras me cobras esa cerveza. – Respondí con una sonrisa. Conocerlo fue una nueva oportunidad. De demostrarme que, quizás, buscar el poder absoluto no era necesario. Suspiré y miré al cielo, finalmente, el sol se hacía dueño y señor del cielo en Hallstat. Años de oscuridad, al fin, se había acabado. Años de opresión, de… Quizás, sufrimiento y malos ratos. Pero ahora, todo había acabado. ¿Qué haría ahora Dexter? ¿Cuáles serían sus metas?
– ¿Qué harás ahora, Dexter? – le pregunté suponiendo que él ya había acabado todo esto. Suspiré con calma… – ¿Cuál es tu meta? ¿Cuál es tu sueño? – Quizás eran las tres últimas preguntas que le haría. No podía irme sin saber las metas y sueños de alguien como él. Después de todo, en un mundo como este, los sueños eran lo único que no nos podían robar o corromper. Lo único que, pasase lo que pasase, se iba a mantener a lo largo del tiempo.
Me respondió de forma tranquila, no había amado… Mucho. Le había cogido aprecio y querido muchas cosas, pero amar era una palabra grande incluso para él. Se alejó y guardé mis espadas. ¿Qué iba a hacer? Un silencio inundó todo, un silencio solemne y entonces todo sucedió. En un abrir y cerrar de ojos, la tierra empezó a temblar con gran fuerza… ”Increíble…” – Y Dexter golpeó el aire. Se levantó una gran nube de polvo y algunas rocas y se formó un loto en la isla. ¿Un gesto de despedida? Parecía serlo, parecía ser que era el homenaje final a su amigo. ”Descansa en paz, Byakuro” – No, no lo conocí y no tendría chance de hacerlo. Pero, sacrificó su vida por un… ¿Bien mayor? Quizás. Se merecía todos los honores, sin su sacrificio quizás otra historia se contaría. Derian seguiría vivo con sus locos planes de conquista. Arrasando ciudad tras ciudad, matando a todo aquel que se opusiera a él, inocentes o no… Sin Byakuro… Derian hubiera sido la peor amenaza del mundo.
– Cuando quieras me cobras esa cerveza. – Respondí con una sonrisa. Conocerlo fue una nueva oportunidad. De demostrarme que, quizás, buscar el poder absoluto no era necesario. Suspiré y miré al cielo, finalmente, el sol se hacía dueño y señor del cielo en Hallstat. Años de oscuridad, al fin, se había acabado. Años de opresión, de… Quizás, sufrimiento y malos ratos. Pero ahora, todo había acabado. ¿Qué haría ahora Dexter? ¿Cuáles serían sus metas?
– ¿Qué harás ahora, Dexter? – le pregunté suponiendo que él ya había acabado todo esto. Suspiré con calma… – ¿Cuál es tu meta? ¿Cuál es tu sueño? – Quizás eran las tres últimas preguntas que le haría. No podía irme sin saber las metas y sueños de alguien como él. Después de todo, en un mundo como este, los sueños eran lo único que no nos podían robar o corromper. Lo único que, pasase lo que pasase, se iba a mantener a lo largo del tiempo.
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Re: [Presente][Privado][Dex - Ushio] ¡Quiero unirme a tu banda! ¿Me aceptas? {Dom 6 Mar 2016 - 1:58}
-Vamos, ¿Vas a ignorar que me refiera a tu ataque como un teatrillo?- preguntó, falsamente indignado, mientras se tendía en el suelo de nuevo-. No se te da mal, pero te queda mucho camino por recorrer, tanto con la espada como con los ojos. Si te señalo el cuello es para ver la fuerza de tu golpe, no para que te emociones y armes un escándalo- se frotó los labios. Debería haberse llevado un cacao-. No era demasiado difícil, y de hecho estoy seguro de que me habrías impresionado más. ¿No crees que un único golpe poderoso siempre es más eficaz? Cuantos más movimientos, más huecos en tu defensa; y escalan de forma exponencial- miró hacia él por un instante-. No digo que lo hayas hecho mal, pero si lanzas varios golpes tienes que asegurarte de no dejar huecos entre uno y otro; hacer que sean naturales.
El dolor agarrotaba el brazo, pero por fin volvía a sentir el codo y la mano. Iba a tardar un par de días en tenerlo al cien por cien, pero al menos no lo perdería. Comenzar su retiro manco no era algo que le agradara, aunque lo pudiera recuperar en un mes. "¿Y adónde irás?", dijo una voz en su cabeza, tal vez propiciada por las preguntas del muchacho. No lo sabía, la verdad; no había muchos sitios donde se encontrase a gusto, y Alice tendría cosas que hacer, casi seguro. No quería ser un lastre para su vida mientras él no podía ni controlar la suya... ¿Qué iba a hacer? La idea de navegar los mares en solitario se hacía tan deseable... Pero no podría sobrevivir a las tormentas y extraño clima del Nuevo Mundo él solo. Por muy fuerte que fuera, el mar lo era más. ¿Qué debía hacer? La única respuesta clara, y desaparecer un tiempo se consolidaba cada vez más como su única opción... "Byakuro, ¿Por qué...?".
-Lo que voy a hacer... Por un tiempo descansar, supongo. Llevo muchos años sin tomarme un tiempo para mí y me merezco unas buenas vacaciones. Luego supongo que volveré a la carga, como siempre, pero no sé... Todo es tan complejo, la verdad. Él no debía morir aquí hoy, ni toda la gente que cayó en la guerra... Me ha dejado algo tocado, lo siento.
Las lágrimas trataron de caer por sus ojos, pero se detuvieron casi al momento, cuando a unos escasos cien metros de ellos un misil explotó. "Así que eso era", pensó, imaginando a santo de qué vendría eso. ¿Tal vez lo habían descubierto? Fallar el primer tiro significaba que el segundo daría en el blanco. Por lo menos si tardaba tanto tiempo como el otro podía echar una buena siesta, la verdad.
-¿Sabes? Hace mucho tiempo que no me preguntan eso, y quien lo hizo también intentó pegarme nada más verme- respondió, recordando aquel primer combate en Tequila Wolf con Midorima-. Hace tiempo mi sueño era escuchar la canción perfecta, encontrar al mejor músico... Esas cosas sencillas- hizo una pausa, pensando en si sería buena idea contarle su sueño en los últimos años. Tal vez, como la mitad de aquella conversación, algo maquillado-. Hoy en día mi sueño no parece tan difícil; Hay una mujer. Pero tengo que romper el equilibrio del Mundo si quiero que tengamos futuro. Por eso mi meta es lograr la paz; que el mundo se reconcilie consigo mismo.
Era una forma poética de verlo, pero no estaba mintiendo, al fin y al cabo.
El dolor agarrotaba el brazo, pero por fin volvía a sentir el codo y la mano. Iba a tardar un par de días en tenerlo al cien por cien, pero al menos no lo perdería. Comenzar su retiro manco no era algo que le agradara, aunque lo pudiera recuperar en un mes. "¿Y adónde irás?", dijo una voz en su cabeza, tal vez propiciada por las preguntas del muchacho. No lo sabía, la verdad; no había muchos sitios donde se encontrase a gusto, y Alice tendría cosas que hacer, casi seguro. No quería ser un lastre para su vida mientras él no podía ni controlar la suya... ¿Qué iba a hacer? La idea de navegar los mares en solitario se hacía tan deseable... Pero no podría sobrevivir a las tormentas y extraño clima del Nuevo Mundo él solo. Por muy fuerte que fuera, el mar lo era más. ¿Qué debía hacer? La única respuesta clara, y desaparecer un tiempo se consolidaba cada vez más como su única opción... "Byakuro, ¿Por qué...?".
-Lo que voy a hacer... Por un tiempo descansar, supongo. Llevo muchos años sin tomarme un tiempo para mí y me merezco unas buenas vacaciones. Luego supongo que volveré a la carga, como siempre, pero no sé... Todo es tan complejo, la verdad. Él no debía morir aquí hoy, ni toda la gente que cayó en la guerra... Me ha dejado algo tocado, lo siento.
Las lágrimas trataron de caer por sus ojos, pero se detuvieron casi al momento, cuando a unos escasos cien metros de ellos un misil explotó. "Así que eso era", pensó, imaginando a santo de qué vendría eso. ¿Tal vez lo habían descubierto? Fallar el primer tiro significaba que el segundo daría en el blanco. Por lo menos si tardaba tanto tiempo como el otro podía echar una buena siesta, la verdad.
-¿Sabes? Hace mucho tiempo que no me preguntan eso, y quien lo hizo también intentó pegarme nada más verme- respondió, recordando aquel primer combate en Tequila Wolf con Midorima-. Hace tiempo mi sueño era escuchar la canción perfecta, encontrar al mejor músico... Esas cosas sencillas- hizo una pausa, pensando en si sería buena idea contarle su sueño en los últimos años. Tal vez, como la mitad de aquella conversación, algo maquillado-. Hoy en día mi sueño no parece tan difícil; Hay una mujer. Pero tengo que romper el equilibrio del Mundo si quiero que tengamos futuro. Por eso mi meta es lograr la paz; que el mundo se reconcilie consigo mismo.
Era una forma poética de verlo, pero no estaba mintiendo, al fin y al cabo.
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Re: [Presente][Privado][Dex - Ushio] ¡Quiero unirme a tu banda! ¿Me aceptas? {Dom 6 Mar 2016 - 9:58}
Escuché con atención el consejo de Dexter. A decir verdad… Tenía razón. Un ataque en conjunto, era más débil que uno con toda tu fuerza. Si lo hacía, debía cuidar de no dejar huecos. Suspiré con calma mientras iba anotando cada una de sus palabras en mi memoria. Sabía que mi camino era complicado y que me faltaba mucho por aprender. Había conocido al más fuerte del mundo y quizás me estaba dando el lujo de conocerlo a fondo. Quizás no lo estaba notando, pero sus palabras estaban haciendo un cambio en mí, quizás era el tipo de persona que ocasionaba aquello en cada uno quien tenía el privilegio de conocerlo. Yo fui un afortunado, la verdad. Un verdadero afortunado.
Escuché sus metas y lo que haría. Iba a desaparecer del mapa y darse un tiempo para él. Necesitaba un descanso y tener un poco de paz. Antes de seguir, un misil estalló a unos cien metros de nosotros. Finalmente, luego de decir que hace tiempo no le preguntaban sobre su sueño. Y afirmar, que quien lo hizo también le quiso pegar nada más verlo dijo que su sueño era conseguir la paz, romper el equilibrio del mundo para poder estar con una mujer. De todos los sueños, era el único que tenía cierto sentido. Tener la paz para poder estar con la mujer que él amaba. Era poético y bastante interesante… Seguramente, si había alguien de conseguir aquello, era él.
– Gracias, Dexter – empecé a decir con calma. ¿Sería tiempo de volver con Taiga? Sin mí era capaz de hundir el barco… Sí, ya era hora de volver. – Mejoraré… No solo físicamente – no todo era la fuerza física… Debía ser tan fuerte mentalmente que nadie pudiera tumbarme con simples palabras. – Cuando nos veamos de nuevo, cóbrame la cerveza. Estaré ansioso de beber algo contigo – pasé por su lado. Ya era hora de marchar… De volver con mi mejor amigo y seguir contribuyendo, de alguna manera, a que la paz, inestable como ninguna otra, siguiera progresando. – En fin, mi camarada me debe estar esperando – ¿lanzarían otro misil? Normalmente, los primeros siempre fallaban y el segundo era tiro a matar. Quizás lo lanzaban, pero yo ya estaría bastante lejos. – Nos vemos, Dexter. Cuídate y buena suerte. – Suspiré y me empecé a alejar. Ya era hora de marchar.
Escuché sus metas y lo que haría. Iba a desaparecer del mapa y darse un tiempo para él. Necesitaba un descanso y tener un poco de paz. Antes de seguir, un misil estalló a unos cien metros de nosotros. Finalmente, luego de decir que hace tiempo no le preguntaban sobre su sueño. Y afirmar, que quien lo hizo también le quiso pegar nada más verlo dijo que su sueño era conseguir la paz, romper el equilibrio del mundo para poder estar con una mujer. De todos los sueños, era el único que tenía cierto sentido. Tener la paz para poder estar con la mujer que él amaba. Era poético y bastante interesante… Seguramente, si había alguien de conseguir aquello, era él.
– Gracias, Dexter – empecé a decir con calma. ¿Sería tiempo de volver con Taiga? Sin mí era capaz de hundir el barco… Sí, ya era hora de volver. – Mejoraré… No solo físicamente – no todo era la fuerza física… Debía ser tan fuerte mentalmente que nadie pudiera tumbarme con simples palabras. – Cuando nos veamos de nuevo, cóbrame la cerveza. Estaré ansioso de beber algo contigo – pasé por su lado. Ya era hora de marchar… De volver con mi mejor amigo y seguir contribuyendo, de alguna manera, a que la paz, inestable como ninguna otra, siguiera progresando. – En fin, mi camarada me debe estar esperando – ¿lanzarían otro misil? Normalmente, los primeros siempre fallaban y el segundo era tiro a matar. Quizás lo lanzaban, pero yo ya estaría bastante lejos. – Nos vemos, Dexter. Cuídate y buena suerte. – Suspiré y me empecé a alejar. Ya era hora de marchar.
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Dexter escuchó las palabras de Ushio, y lo dejó marchar. No tenía mucho que responder, y allí, arrullado por el lejano sonido de las olas y bajo el amparo del sol, no necesitaba más que cerrar los ojos y dejarse llevar. La brisa acariciaba su torso desnudo, y poco a poco fue cayendo presa de un sueño profundo donde sólo estaban él y Bya. Él y Bya una última vez, cazando criminales y disfrutando de los éxitos una vez más.
Pasó el tiempo. Tal vez horas, quizá días, y Dexter finalmente despertó. La sensación de vacío no disminuía, y la muerte del cazador seguía pesando en él. Sin embargo, se iba acostumbrando a aquella sensación de dolor; ya no era un malestar constante, sino más bien un pinchazo que le recordaba la ausencia de su mejor amigo. ¿Algún día dejaría de sentir eso? Todavía notaba de vez en cuando la memoria de Nadia hincándose en lo más hondo de él, pero cada vez más difusa y amortiguada. En cualquier caso, la tierra de Hallstat siempre llevaría la huella de Byakuro en ella.
Se irguió y contempló cómo la gente iba volviendo a su día a día, reconstruyendo el país que se había destruido en una batalla, cuanto menos, estúpida. Sin embargo debía reconocer que era necesario aquel evento: todos habían aprendido a valorar lo que tenían; en los peores casos, perdido lo que no valoraban debidamente. No era bonito pensar así, ni había orgullo en conformarse con aquello. La guerra nunca cambiaría, pero la humanidad sí podía hacerlo. La sociedad en la que vivían era tan destructiva que la vida de todos peligraba, y todo lo querido podía ser borrado de la historia en menos de un instante. Un pestañeo, un suspiro, y con el vaho del frío aliento de la muerte sobre la espalda todo estaba condenado.
Estiró las piernas y terminó de levantarse, comenzando a caminar intentando no llamar la atención de nadie. Algunos lo miraban, extrañados por qué podía estar haciendo él ahí. La noticia del rey muerto pronto correría por todos los rincones, y la gente creería que Byakuro había terminado sus días con una última heroicidad: Librar al mundo de Derian Markov. ¿Y él? Él necesitaba descansar.
Pasó el tiempo. Tal vez horas, quizá días, y Dexter finalmente despertó. La sensación de vacío no disminuía, y la muerte del cazador seguía pesando en él. Sin embargo, se iba acostumbrando a aquella sensación de dolor; ya no era un malestar constante, sino más bien un pinchazo que le recordaba la ausencia de su mejor amigo. ¿Algún día dejaría de sentir eso? Todavía notaba de vez en cuando la memoria de Nadia hincándose en lo más hondo de él, pero cada vez más difusa y amortiguada. En cualquier caso, la tierra de Hallstat siempre llevaría la huella de Byakuro en ella.
Se irguió y contempló cómo la gente iba volviendo a su día a día, reconstruyendo el país que se había destruido en una batalla, cuanto menos, estúpida. Sin embargo debía reconocer que era necesario aquel evento: todos habían aprendido a valorar lo que tenían; en los peores casos, perdido lo que no valoraban debidamente. No era bonito pensar así, ni había orgullo en conformarse con aquello. La guerra nunca cambiaría, pero la humanidad sí podía hacerlo. La sociedad en la que vivían era tan destructiva que la vida de todos peligraba, y todo lo querido podía ser borrado de la historia en menos de un instante. Un pestañeo, un suspiro, y con el vaho del frío aliento de la muerte sobre la espalda todo estaba condenado.
Estiró las piernas y terminó de levantarse, comenzando a caminar intentando no llamar la atención de nadie. Algunos lo miraban, extrañados por qué podía estar haciendo él ahí. La noticia del rey muerto pronto correría por todos los rincones, y la gente creería que Byakuro había terminado sus días con una última heroicidad: Librar al mundo de Derian Markov. ¿Y él? Él necesitaba descansar.
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