Es hora de la verdad. Ushio vs Milena [Pas-Pri]

Milena aterrizó en la arena de aquella playa, caminando tranquilamente hasta la mitad de la misma. Su expresión era bastante calmada y lo primero que hizo fue caminar hacia el bosque. El motivo era bastante claro, no iba a permitir que su casa sufriese daños. Dentro tenía pruebas de investigación. Tampoco se adentró mucho, pues era tontería. No iban a partir el mundo en dos. La chica entonces escuchó las palabras que había dicho el joven moreno y lo siguiente que hizo fue sonreír de lado. A lo mejor podían ocurrírsele ideas divertidas por si su victoria ocurría. Verlo bailar vestido de princesa podía ser divertido, aunque también la idea de que comiese un plato preparado por ella a base de bichos y algo más exótico. Soltó una pequeña carcajada siniestra y después se dio la vuelta.

- Norma primordial, si mi casa muere, tú mueres con ella. Quitando eso, el combate termina si uno de los dos se aburre, pues no pienso estar tres años a espadazos. Este es tu entrenamiento, no el mío. Y tienes rocas de sobra para hacer pesas e isla para correr. Si consigues que me rinda, haré lo que te dé la gana durante un mes. Pero no puede involucrar mi posición en el gobierno. Si te rindes o pierdes tú, lo mismo ¿Qué te parece?

Una vez dijo aquello, mostró una sonrisa un poco siniestra. Era el momento de comenzar con aquella batalla y por su parte no iba a perder. Cerró los ojos estando bastante calmada y tras unos momentos se relamió. Llevó la mano derecha hasta su cintura, sacando su preciosa espada. Llevaba una sudadera negra y un pantalón del mismo tono. En los pies unas sandalias. Debajo de la ropa unos vendajes que cubrían sus pechos. En cuanto tuvo la espada en mano entrecerró los ojos y sin pensárselo lanzó tres cortes al aire. Dos de ellos iban directos al pecho y estómago del moreno. El otro fue hacia el árbol de al lado, para de esa forma tirarlo hacia una dirección al azar y causar algo de molestia en el escenario.

- Adelante…

“Bien, Ushio. Tu velocidad contra mi fuerza…” Pensó al mismo tiempo que observaba al moreno adelantarse y romper sus ondas con las suyas propias. Eso sumado al ataque que le pudo esquivar hacía tiempo a su velocidad le dio una idea. Si poseía aquello conocido como haki de observación, estaba en un problema. Se mantuvo callada escuchando el ambiente y observando los movimientos que estaba haciendo el moreno. Se relamió despacio al ver que partía el árbol en dos y los troncos caían a los lados. Primera etapa de su plan concluida. Era el momento de continuar con lo que quería hacer, y por ello mostró una mirada realmente temible. Iba a empezar lo más flojo posible, para después aumentar el ritmo de golpe usando el poder de su fruta. La gravedad en manos de una científica como ella era un terrible peligro para los que la rodeaban.

- Creo que no hace falta que te diga que como quemes mi casa, te dejare hecho un tronco. Además no tendremos relaciones en seis años.

Dijo con el ceño fruncido y hablando en serio. Si encima le quemaba su isla, iba a tener que usar todo su poder para cortarlo en trozos sin miedo alguno. La pelirroja entonces esperó su ataque en llamas, y cuando lo vio acercarse sonrió de lado. Con su fuerza y velocidad, no tendría problemas para manejar una espada. De un corte bastante violento impactó en una de las katanas, la negra, tratando de lanzarla de su mano. Al mismo tiempo saltaría hacia arriba, elevando sus piernas al darse cuenta de a dónde iba el ataque. La espada blanca alcanzó a hacerle un corte en la espinilla y eso la hizo soltar un quejido de dolor. Al menos el fuego le cauterizaría la herida y no le daría muchos problemas.

Ella no tenía haki de observación y eso iba a ser una molestia, por lo que decidió hacer el viejo truco que tenía en mente. De dos tajos cortó otros dos árboles en dos, haciendo que ambos pedazos cayesen a los lados. Entonces lanzó una onda cortante hacia el joven, exactamente hacia su pierna izquierda. Le diese o no, se desplazaría hasta él con su buena velocidad y trataría de lanzarle tres tajos. Uno iba a la misma pierna que la onda, mientras que los otros dos los hizo cerrando los ojos y moviendo la espada a los lados sin ver. De esa forma podría burlar su posible haki, pero también se arriesgaba a ir a partes sensibles como el cuello sin querer. Sin saber si le había dado o no, cortó otro árbol en dos y miró hacia el chico con una expresión un poco siniestra.

- ¿Usas haki, Ushio? ¿O tus reflejos son mejores que la última vez?

Los cortes de la pelirroja fueron evadidos por el moreno, cosa que le hizo fruncir un poco el ceño. Tal y como había confirmado, poseía un haki bastante interesante. Si podía adelantarse a ella, iba a tener que usar toda su velocidad para poder tener alguna posibilidad. Los ojos de la científica se entrecerraron, observando los restos de troncos que había por el suelo. No tardó en cortar más pedazos en fragmentos más pequeños, para después clavar su mirada en el moreno. Sus palabras la hicieron alzar la ceja izquierda. Si era el nakama de un yonkou ¿Debía ser fuerte por ello? No tenía por qué, pero eso a ella le daba lo mismo. Luchaba con una sola espada y apenas podía usar técnicas debido a su poco tiempo. Pero aun así, prefería luchar con la capacidad de su espada simplemente. Era el momento de ir usando algunos trucos por su parte. De esa forma se aseguraría la posible victoria.

Observó entonces al chico lanzar dos ondas contra ella y no iba a tener tiempo para lanzar las suyas propias. La pelirroja extendió su mano hacia el frente, frunciendo el ceño y gritando con fuerza. – ¡Aaaah! – Los fragmentos de troncos que había cortado salieron entonces disparados hacia el frente, como si hubiesen sido repelidos por su mano. Era justo lo que parecía, pues la gravedad negativa era algo que no se le escapaba. Los objetos de madera impactaron contra las ondas y eso provocó una terrible explosión de fuego. Milena tuvo que tirarse a un lado y rodar de forma violenta. El ataque fue bastante extenso y por ello empezó a arder. La pelirroja soltó un quejido de dolor y de un rápido tajo cortó su sudadera. La prenda prendida de fuego cayó al suelo, quedando ella con aquel vendaje que le cubría los senos. Tenía la zona del hombro enrojecida al igual que parte de la espalda y por eso le dolía. Entonces vio que el bosque había empezado a arder y eso le hizo fruncir el ceño.

- ¡Idiota! ¿Cómo lo vamos a apagar? ¡Te vas a enterar!

Milena alzó de nuevo la mano caminando hacia el chico. No tardó en crear un área de gravedad a 6*g en un radio de sesenta metros. Era el momento de contratacar con la sorpresa de sus nuevos poderes. La chica estiró entonces su arma, tomando esta un color negro metálico. Había usado el “endurecimiento” para ese ataque, el cual iba a ser algo fuerte. Un aura verdosa se formó entonces alrededor de la pelirroja, la cual de repente se desplazó hacia Ushio a una velocidad de noventa metros por segundo. Trataría de colocarse a su lado y lanzarle un violento tajo hacia las costillas. Le diese o no, intentaría pisarle el pie con fuerza y después lanzarle un corte más fuerte y violento al pecho. Le diese o no, se retiraría un poco al mismo tiempo que mostraría una sonrisa siniestra. Acto seguido comenzó a levitar, quedando a unos diez metros de altura.

- Supongo que no te esperabas esto. Enfréntate al poder de la gravedad, Ushio. Incluso los científicos del gobierno podemos ser más fuertes que los propios agentes.

Datos:

Milena realizó sus cortes sin frenarse lo más mínimo, por lo que su ataque dio el resultado que esperaba. Una vez se alejó del moreno, cerró su ojo derecho al mismo tiempo que respiraba de forma agitada. Le dolía bastante el hombro y algunas partes de sus brazos, las cuales se habían llevado quemaduras debido a la barrera de fuego. Los vendajes de sus senos casi se habían prendido, pero por suerte eran bastantes. Solo le faltaba quedarse desnuda durante el combate. La chica notó un escozor considerable en las piernas, donde tenía algunas quemaduras más, pero menos graves debido a su pantalón. No pudo evitar soltar un quejido de dolor y clavar su rodilla derecha en el suelo. Su zona continuaba activada y no pensaba anularla por el momento. Escupió a un lado y lo siguiente que hizo fue escuchar las palabras del espadachín que tenía frente a sus ojos.

¿En serio? No podía creerse que ya hubiese terminado la pelea. Apenas llevaban un par de minutos y tan solo había lanzado un ataque. Si el chico había gastado todo su poder en un par de poderes ígneos no entendía sus palabras anteriores. Ella no tardó en colocarse en pie, mirándole a los ojos con el ceño fruncido. Se notaba bastante mosqueada y el corte que realizó a otro de los árboles fue prueba de ello. Desactivó su zona de gravedad para después apretar el puño izquierdo. Estaban allí para entrenar los poderes del pirata y ya se había rendido. Milena no tardó en empezar a caminar hacia él. Escuchó su pregunta, pero no pensaba responderla por el momento. Señaló al joven con su katana, intentado ser lo más amenazante posible. Ella estaba llena de quemaduras y su pierna sangraba un poco. Se notaba magullada y llena de barro por los movimientos que tuvo que realizar, pero pese a ello continuaba en pie.

- ¡¿Cómo puedes estar ahí tirado tan tranquilo!? Has dicho que era el nakama de un yonkou ¿Verdad? No hemos peleado ni cuatro minutos, y ya estás en el suelo rindiéndote. Si una científica te derrota en dos ataques ¡Cualquier marine o agente fuerte te matará!

Milena frunció el ceño todo lo posible. A continuación le dio la espalda y se alejó un poco más, tomando una distancia de siete metros. Sin pensárselo lanzó tres ondas cortantes que fueron a por el chico imbuidas en haki armadura. No pensaba terminar tan rápido un combate como aquel. Él mismo había dicho que era la pelea que ella quería y que terminase de esa forma era muy humillante para el chico ¿Cuántos combates habría ganado? No lo sabía, pero estaba claro que ella quería que fuesen más. Ella misma entonces se realizó un pequeño corte en la frente, haciendo que un hilo de sangre bajase por su nariz, dándole un aspecto siniestro. Sonrió de forma sádica y a continuación alzó la voz todo lo que pudo.

- ¡¿Vas a perder de nuevo!? ¡Espabila de una vez! Levántate como un puto hombre y pelea hasta que tu mente se apague por sí sola. Se supone que estas aquí para entrenar y que no te capturen… ¡Si no continuas luchando te prohíbo salir de esta isla en tu vida!

Gritó con furia al mismo tiempo que varios fragmentos de árboles salían despedidos hacia los lados por el poder de su fruta. Apretó el mango de su katana de forma violenta y empezó a respirar de forma agitada. Su enfado era notorio y todo era para que no pudiesen vencerle a él en una pelea y terminar con su vida. No iba a dejar de usar su haki armadura, el cual estaba listo para seguir combatiendo. Aunque no tuviese energías, más le valía matarse si no quería recibir una buena dosis de cortes violentos.

- ¡En pie!

La pelirroja observó al chico moverse a tiempo para evadir sus ondas. Si no hubiese desactivado su poder, otro gallo hubiese cantado, pero no iba a matarlo por aquello. Sus flequillo fue movido por su mano derecha, pudiendo de esa forma ver mejor lo que ocurría. Había logrado conseguir que continuase con el combate. La espadachín blandió con fuerza su espada, estando atenta a los movimientos de su oponente. Ushio dependía más de sus técnicas que de su propia capacidad con la espada, por lo que decidió mostrarle el poder de los filos del Sur. La pelirroja entrecerró los ojos, manteniendo su haki armadura activado ante todo momento. Le quedaba muchísimo tiempo con él activado y por ello podía darse el lujo de abusar de su magnífico poder. Se relamió despacio la sangre que caía de su frente y a continuación esperó el movimiento del chico.

Como si de una adivina se tratase, supo lo que iba a hacer cuando movió sus espadas, por lo que ella hizo lo mismo con la suya propia. Sus propias ondas salieron en busca de las del joven, sin embargo, al poseer solo una, las suyas tardaron un poco más. El impacto volvió a mostrar una enorme llamarada que se dirigió a todas partes debido a que fueron varias. Los ojos de Milena se cerraron, y de un salto se desplazó hacia atrás. El fuego la lanzó por los aires, atravesando un árbol y golpeándose con otro en la espalda. La chica abrió la boca todo lo que pudo, notando que le faltaba el aire. Después de unos momentos escupió algo de sangre, para después gritar de dolor. Sus brazos tenían quemaduras considerables e incluso había empezado a mostrar feas marcas en el izquierdo. En esos momentos se hallaba en el suelo, recuperándose del potente golpe.

El bosque de nuevo estaba ardiendo como era normal, y eso la hizo mostrar una mueca de rabia. Entonces pudo ver un par de ondas más, pero esta vez cortó el árbol de su espalda y corrió hacia ellas. Cuando estuvo cerca rodó por debajo al mismo tiempo que se relamía. Aquellos ataques continuaron hasta chocar con unos árboles más alejados a su espalda. Ella ya estaba corriendo hacia el moreno con el ceño fruncido. Su abdomen estaba un poco negro debido al tizne ocasionado por una quemadura. El pantalón había perdido la manga derecha y en su lugar había una pierna con marcas rojas. Cuando la chica estuvo cerca de él, activó de nuevo la gravedad aumentada a 6 g*. Quería pillarlo desprevenido. Entonces lanzó dos poderosos tajos rumbo a su abdomen y a su pierna derecha. Le diese o no, giraría sobre sí misma y trataría de lanzarle un violento tajo descendente al pecho. En todo momento estaba usando su haki armadura.

- ¡Ya estás apagando el bosque!

Los cortes de la chica habían funcionado a la perfección, la cual se movió a una velocidad considerable para evadir las explosiones. Pudo ver la sangre en la hoja de su espada y eso la hizo soltar un enorme suspiro. El dolor continuaba siendo bastante intenso y tenía zonas de su piel bastante enrojecidas. Mientras el chico podía cauterizar sus heridas, ella no tenía forma de aliviar las quemaduras. Estaba luchando con el poder de su fruta y la espada únicamente. Lo que la molestó fue la poca iniciación del moreno con la espada, pues solo continuaba usando el fuego. El bosque poco a poco iba siendo historia, generando importantes cortinas de humo. La pelirroja entonces frunció el ceño un poco al ver su isla de aquella forma. No tardó mucho en desactivar su gravedad y alejarse del pirata. Trató de calmar su respiración lo mejor posible, pues le empezaba a costar respirar.

Quería meterse un poco en el agua debido al escozor que sentía. Apretó los dientes con rabia y después de unos momentos se quedó mirando al chico. Quedó impresionada cuando todo aquel fuego comenzó a formarse a su alrededor. La cantidad era una bestialidad. Que el chico se rindiese antes la había mosqueado, pues podía todavía realizar cosas como aquella. Ahora estaba satisfecha. Ahora era el momento de terminar con el combate con su propia habilidad con la espada. Salió corriendo a por el chico, cuando de repente se formó aquel inmenso tornado de cuatro metros de alto. Los ojos de la pelirroja se abrieron como platos al no creer lo que estaba viendo. Ese ataque podía marcarla durante mucho tiempo, por no decir para toda la vida. No podía permitir que esa cosa la atrapase entre sus llamas o estaría perdida. Era el momento de arriesgarlo todo en su próximo movimiento.

Sin pensarlo salió corriendo hacia aquel tornado con su katana en la mano derecha. Era como si pretendiese cortarlo en dos con toda su fuerza. Sus ojos se entrecerraron despacio y cuando estuvo a menos de un metro se lanzó de forma violenta hacia el lado izquierdo, tratando de rodar por el suelo. La potencia de aquella cosa la atrapó por unos leves momentos, que fueron un par de segundos o menos. La pelirroja gritó de dolor al mismo tiempo que colocaba los brazos en equis y cerraba los ojos. El dolor que sintió fue impresionante debido a la potencia de aquellas llamas del diablo.

- ¡Aaaaaaaaaaah!

La espadachín salió disparada contra un árbol, cayendo al suelo y con uno de sus mechones ardiendo. En un rápido movimiento que fue más bien cuestión de reflejos, cortó aquellos cabellos. Una cantidad considerable cayó al suelo, chamuscándose entre aquel fuego. Los vendajes de su pecho ya casi se habían quemado del todo, y la otra manga de su pantalón terminó en un estado pésimo. Parecía que llevaba un pantalón corto y además tenía las piernas llenas de quemaduras. Sus brazos empezaban a notar los efectos del dolor, sobre todo el izquierdo, el cual estaba incluso sangrando. La chica empezó a jadear tirada en el suelo, quejándose del terrible dolor que ocasionaba el fuego. Tiró un momento su espada al lado y comenzó a acariciarse un poco los brazos, conteniendo las ganas de gritar.

- A-aaah…

No pudo evitar sentir la necesidad de soltar un quejido. El golpe también la había dañado bastante y lo siguiente que hizo fue tratar de ver al moreno. Su visión comenzaba a ser algo borrosa y le costaba ver al espadachín. Se colocó en pie de la mejor forma que pudo, notando su cuerpo temblar y estando fatal debido al dolor. Necesitaba bañarse en crema cuanto antes. Esa noche no iba a poder tumbarse sin sentir el dolor en su carne. La orgullosa científica tomó su espada con el ceño fruncido. Después de unos momentos activó la gravedad de nuevo a su máxima potencia. Sin pensárselo, salió disparada hacia la silueta del chico. A su máxima velocidad, trató de lanzarle un único tajo con todas sus fuerzas, el cual fue directo al costado. Le diese o no, giraría sobre sí misma y le lanzaría un par de ondas cortantes. Había estado imbuida en haki todo el tiempo. En cuanto terminase su ataque, se quedaría mirándole con la respiración agitada y soltando leves quejidos debido al dolor. Incluso sus ojos estaban vidriosos, pero no pensaba perder.

El combate había finalizado “La victoria es mía” Pensó al mismo tiempo que miraba al moreno y su estado pésimo. La espadachín respiraba de forma agitada, estando agotada, pero orgullosa del espectáculo que había dado. Su fruta por fin había sido probada en combate y había superado sus expectativas. Una sonrisa ladeada se formó en su rostro, justo para después clavar su rodilla derecha en el suelo. Cerró los ojos con fuerza, apretando el puño izquierdo y guardando su espada en la funda. Era curioso que aquel pedazo de madera no se hubiese quemado. Ella finalmente se quitó el pantalón, quedando en ropa interior, la cual era de color negro. Ahora que estaba casi desnuda, podía apreciarse mejor las heridas. Necesitaba aplicarse la crema cuanto antes y después darle una colleja al moreno.

- Quejica… Ya has comprobado que casi me vences. Puedes durar mucho en un combate si te lo propones. Lección aprendida, estás aprobado.

Dijo en un tono calmado para después cogerlo en brazos sin pensárselo. La chica comenzó a caminar hacia la cabaña como sí él fuese una princesa de cuento y ella el poderoso príncipe. No tardó mucho en llegar, abriendo la puerta con su pierna derecha y dejándolo a él en la cama. Una vez hizo eso se quedó mirándole con tranquilidad. Abrió el segundo cajón de su escritorio y sacó un bote de crema azul. Al abrirlo empezó a aplicarse distintas capaz por el cuerpo, hasta quedar repleta. Su cuerpo ahora estaba bastante aceitoso, y parecía estar muy resbalosa. Algo que podía emocionar a muchísimos hombres, pues todas sus curvas se marcaban. Además sus senos brillaban como si fuesen bolas de oro.

Lo siguiente que hizo fue abrir un botiquín, donde tenía bastantes vendajes. Los tomó con cuidado y después de unos instantes se sentó en la cama junto al espadachín. Usando vendajes básicos comenzó a taparle las feas heridas. Su propio fuego había hecho la mayor parte, y ahora solo debía descansar. Ella estaba conteniéndose el dolor, pero también pensaba hacerlo. De un puñetazo tiró el despertador al suelo para que no sonase. No tenían tiempo límite ni nada por el estilo, por lo que no veía adecuado tener que dormir poco. Lo siguiente que hizo fue tumbarse a su lado, cerrando los ojos pero sin dormirse. No pudo evitar sonreír de lado entonces.

- Para echar un polvo que estamos ¿eh? Espero no ponerte nervioso pese al aceite que tengo por todo el cuerpo, debes descansar…

Dijo en un tono muy provocativo mientras se abrazaba a él, haciendo que sus senos se pegasen a su pecho y le dejasen pegajoso también al no tener camiseta. Se quedó allí echada buscando provocarlo al máximo. Su objetivo era descansar también, pero si podía hacerlo dando por culo lo haría. Ella solía ser así. Esperaba no ser violada o algo, pero si el moreno se movía sus heridas podrían abrirse, por lo que sonrió de lado.

De modo que el espadachín quería quedarse con el barco… ¿Y ella como iba a desplazarse de aquel sitio? Tenía un triste bote, pero no pensaba arriesgarse a que una ola la tirase al mar. Entonces se le vino a la mente una idea perfecta y sería que el propio moreno se lo llevase. Entonces notó cómo la pegaba a su pecho y le decía aquello. No pudo evitar sentirse incapacitada debido a que estaba demasiado dolorida como para moverse. Un ligero rubor se formó en su rostro, pero no tardó en chasquear la lengua, queriendo aparentar lo contrario. Estar en aquella situación la hacía sentirse un poco controlada y eso tampoco le agradaba mucho en aquel momento, o a lo mejor sí. Debía pensar bien lo que sentía en esos momentos. Pero cuando vio cero intereses en ella de forma sexual, se desilusionó un poco a decir verdad. Esperaba algo intenso, forzado y emocionante.

- No puedo salir de estos mares y de mi base en el gobierno. Y no pienso relacionarme con piratas, me niego totalmente. Podrías vivir aquí conmigo, nadie te va a molestar y no tienes que aguantar a personas que no soportas. Pero esa es tu decisión…

Una vez dijo aquello, cerró los ojos con toda la calma del mundo. Era la hora de dormir, y dijese lo que dijese, esperaba que fuese algo que le agradase. Tampoco le iba a obligar a nada, pero de aquella forma podían verse muchísimo más. Ella tenía que estar casi todos los días en los laboratorios y no podía darse el lujo de estar lejos. Y tampoco iba a arriesgarse a ser vista con sucios bucaneros. Encima seguro que alguno no le caía bien y trataba de cortarlo en dos. Decidió dejar de pensar en aquellas cosas y finalmente se durmió. Estaba demasiado cansado como para continuar despierta. Sin un incentivo sexual, no había motivo para continuar conteniendo las ganas de dormir como una osa en estado de hibernación.

No tardó en amanecer, bueno, pasaron muchas horas. Los ojos de la pelirroja se abrieron con el primer rayo de Sol y lo primero que hizo fue mirar a la marmota del moreno. Tras soltar un suspiro se levantó como pudo, y después de unos momentos se estiró. Se terminó de quitar los vendajes del pecho y el pantalón. Se colocó otro de color rojo con dibujos de llamas azuladas. En la parte superior se puso una camisa de pijama rojiza, con pocos botones abrochados para ir provocativa como siempre. A continuación abrió la nevera, sacando bastantes latas de comida precocinada. Eran albóndigas de carne con salsa de tomate, calamares fritos, atún, potaje de garbanzos y algunas más con trozos de pechuga de pollo. Abrió unas doce, dos de cada tipo y entonces las metió en un microondas que tenía allí. Se sentó entonces en la silla de su escritorio, en el cual había carpetas sobre experimentos de clonación y criaturas desconocidas. Soltó un suspiro y se quedó mirando a la marmota del espadachín.

- Más te vale coger fuerzas, porque vas a tener que remar si te vas de aquí. Yo en seis horas salgo rumbo a Water Seven para reunirme con un compañero de trabajo.

Una vena se hinchó en la frente de la pelirroja. El moreno le insistía en llevarse el barco y por su parte no estaba dispuesta a dárselo, pues era suyo. Ella lo había robado, había eliminado a los imbéciles de su interior y había dejado su barco atrás para conseguir aquel. No tardó en cerrar los ojos sin sentir pena alguna por su tono. Miró un momento el microondas y lo escuchó pitas, indicando que era el fin del proceso. Abrió la tapa con calma y una vez puso las cosas en la mesa tomó una de las cucharas que había. Tomó una cucharada de garbanzos y se la llevó a la boca, empezando a masticarlos tranquilamente mientras notaba el sabor recorrerle la boca. Llevaba días sin comer algo tan bueno y eso le había hecho sentir bastante mejor. Soltó un suspiro pesado y miró al espadachín.

- Creo que no me has entendido. Si te doy el barco ¿Cómo voy yo desde el South Blue a Water Seven? Lo tuyo es jugar a los piratas, lo mío trabajar para pagarme la comida… Otro caso, imagina que caigo al agua, me ahogaría por ser usuaria. No puedo darme el lujo de ir en un triste bote.

Una vez dijo aquello tomó otra cucharada de garbanzos, masticándolos y tomando después un pedazo de pan que estaba un poco duro. Le daba lo mismo que fuese de esa forma, pues ella estaba centrada en alimentarse y le daba lo mismo el qué. Sabía bien lo que era la pobreza y a esas alturas continuaba trabajando duro. El suelo que recibía debía gastarlo en materiales para continuar investigando y eso era algo que la molestaba mucho. Cogió un poco de atún y después de masticarlo unos momentos, cerró los ojos. La verdad es que el dolor de las quemaduras no se iba. Trató de contenerlo un poco, pero realmente le escocía. Encima tenía que viajar y si se ponía a remar iba a dolerle muchísimo más. Soltó un suspiro y después miró al chico con una expresión calmada.

- Llévatelo si quieres. No sé qué voy a hacer yo entonces para poder ir a trabajar. Teniendo un capitán que seguro que está forrado y no tienes un vehículo en condiciones, ya me cae peor.

La chica metió la mano bajo la mesa y sacó de una caja de madera un Den den Mushi. Iba a hacer algo que a lo mejor podía salvarle un poco el culo. Por suerte, tenía un amigo en el departamento científico con el que se llevaba bastante bien. Esperaba que pudiese hacerle el favor de recogerla, a cambio… Le daría algo que pidiese de ella. El dinero que tenía o a lo mejor algún favor. Marcó un número y después colgó a toda prisa. Corvo no podría estar cerca, pero pensó en una persona que podría ayudarle. Lo llamó de inmediato y escuchó un sonido extraño. Supo que era el contestador, pero dejaría un mensaje de todas formas.

- Eichi, soy Milena ¿Podrías hacerme un favor? Llámame en cuanto escuches esto. No es ninguna tontería, de verdad. Muchas gracias.  

Una vez dijo aquello, ocultó el caracol y pegó la frente a la mesa. Ella nunca pedía nada y había sido un poco humillante, pero ya nada se podía hacer. Si necesitaba el barco para irse a vivir con los de su banda, no iba a tener problema. Estar en un grupo de piratas podía significar eso, estar siempre con ellos. Ella por su parte, no vivía con los demás científicos aunque podía. Prefería tener aquel sitio íntimo para los dos, aunque ahora solo para ella. A lo mejor llamaba al pelirrojo para que le hiciera alguna visita.

- ¿Seguro que no quieres vivir aquí...?

Al escuchar las palabras del moreno, no pudo evitar chasquear la lengua con fuerza. Empezó a pensar que a lo mejor tenía otra chica en aquello que llamaba el ojo. Incluso podía ofrecerle ir sabiendo que no aceptaría para librarse de sospechas. Empezaba a sospechar bastante al poner el chico tantas pegas. Desde su punto de vista las excusas que le ponía eran idiotas. No podían pillarlos en una isla desierta que tan solo ella vivía allí. No tenía sentido alguno todo lo que estaba diciendo. Cuando le dijo que la iba a llevar alzó una ceja. La había hecho pedir ayuda y ahora para nada, encima insultó a la persona que había evitado su muerte. Apretó el puño de rabia por varias razones. Por llamar imbécil a Eichi y la otra por negarse a vivir con ella. Después de unos momentos le contestó en un tono bastante serio.

- La persona a la que he llamado le debo la vida. No es ningún imbécil. En el pasado me acosté un par de veces con él, fue cariñoso conmigo, amable y una gran persona. Eichi es como mi hermano pequeño. Yo no insulto a tu banda, no insultes tú a los míos… – Dijo un poco ofendida.

Finalmente se colocó en pie, caminando hacia un viejo cajón que tenía y buscando una pequeña pócima que tenía guardada, pero al parecer no tuvo suerte. En el estado en el que estaba, cualquiera podía derrotarla fácilmente. De todas formas eso le daba lo mismo, no creía que esa noche un asesino en serie apareciera para matarla. Tenía que ser mucha casualidad para eso. Se sentó de nuevo en la mesa, usando el tenedor para pinchar una albóndiga de carne y morder la mitad, saboreando el delicioso sabor que tenía. Una vez lo hizo, entrecerró los ojos despacio. Dirigió su mirada hacia el moreno, pensando entonces en qué hacer. Finalmente le habló con calma.

- No van a pillarnos de ninguna forma. Esta isla está pérdida y solo vivo yo, además de que puede saber quién viene mucho antes de que llegue. No sé qué te cuesta quedarte aquí conmigo… Si tan importante es para ti esa banda pirata deberías…

No llegó a terminar la frase. Cada vez estaba más convencida de que había otra persona en ese sitio. Apretó un momento los puños, sintiendo una rabia que no podía contener de ninguna forma. Se trató de relajarse y después de unos momentos tomó aire. Finalmente le habló en un tono bastante serio. Se notaba que ella estaba pasándolo un poco mal después de tanto suplicarle que se quedara con ella.

- Ushio… ¿Qué ocurre? ¿Hay otra? Somos…somos… Lo más normal es que dos personas que se… Vivan juntas… Este es un sitio neutral, tú no tienes que aguantar estúpidos miembros del gobierno y yo no tengo que aguantar piratas…¿Tanto te cuesta?

La pelirroja suspiró al sentir los cariños que le daba el espadachín. No tenía ganas de tirarlo a un lado, de hecho, no, más bien no quería. Cerró los ojos dejándose con toda la calma del mundo, pero manejando el tenedor buscando el atún, pues continuaba con hambre. Ahora que lo tenía allí con ella y no con la posible otra en su banda, todo andaba sobre ruedas. Lo malo era que iba a tener que decirle a Eichi que había sido una falsa alarma. Las tonterías del moreno cada día iban de mal en peor. Iba a tener que darle una colleja fuerte en otro momento, pero por ahora no iba a ser posible. Soltó un pequeño suspiro y después de unos instantes le abrazó con fuerza. No creía que después de tanto insistir lo hubiese logrado. Pero al menos ya no tenía que preocuparse de nada.

Ahora quería terminar su desayuno, por lo que empezó a comer atún tranquilamente mientras también iba pinchando calamares y albóndigas. Tenía bastante apetito ese día. Después debería volver a aplicarse aquella crema para las quemaduras. Antes de nada pensaba darse una buena ducha, para de esa forma ir en condiciones a trabajar. Cuando hubo terminado se colocó en pie y se limpió la boca con una servilleta. Después se quedó mirando tranquilamente al espadachín y le sonrió de lado. Sus sonrisas no eran especialmente dulces, de hecho, parecía un aviso de cortarle la cabeza mientras dormía. Se relamió despacio y después de unos momentos le guiñó el ojo con toda la calma del mundo.

- Mejor me ducho después, creo que antes te voy a violar.

Dijo en un tono calmado. Después se dirigió a una caja que tenía debajo de la cama, la cual se llamaba “Buen chico”. A saber qué diablos había allí, pero pensaba usar unas cuantas cosas en el moreno. Incluido aquello que le hacía ilusión, era una especie de arnés de color negro. También tenía pinzas, esposas y demás. Era el momento de divertirse, pero como buena pícara que era, no pensaba sacar la artillería hasta que estuviese atado. Empezó a silbar de forma inocente y sacó una mordaza, la cual le pasó al moreno.

- Ponte eso…