Aki D. Arlia
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Aki tenía un serio problema. Nada urgente, por supuesto. Se había disfrazado antes de salir de la posada. Llevaba el pelo recogido en dos coletas y teñido de negro con un tinte de los que se iban al lavarlo, y lentillas de color verde. La ropa que llevaba, aunque ajustada, no llamaba especialmente la atención ya que se había cubierto con una capa de viaje oscura. ¿Por qué tantas precauciones? Había vuelto a ver su cartel colgado por las calles de la ciudad. Y su recompensa había aumentado, lo que la frustraba y la hacía sentirse orgullosa a partes iguales. Además, ¿De dónde habrían sacado esa foto? Lo único que le venía a la mente es que hubieran saqueado el castillo de Derian. Pero bueno, sin duda salía favorecida. Y rodeada de piratas y malhechores en los carteles de Wanted, destacaba sin dudarlo... lo que no le convenía.
Así que se había disfrazado y salido de la posada para dar un paseo y hacer turismo. Ya había terminado lo que venía a hacer, podía tomarse un par de días de vacaciones antes de volver a Samirn. Sin embargo, no había contado con lo enorme del reino y antes de poder darse cuenta, estaba irremediablemente perdida entre las callejuelas. Una parte de ella quería elevarse volando sobre los edificios y volver de una vez a su posada, pero... seguramente sería contraproducente. Así que siguió caminando, tratando de encontrar una manera de volver a las calles más grandes o al menos ver una tienda o una señal que le sonara un poco.
Al final, cansada de caminar, llegó a una plaza y se sentó en el banco. No es que no hubiera gente a la que preguntar, pero no le agradaba la idea de entablar contacto con extraños justo ahora. Simplemente no le apetecía. Cerró los ojos un momento mientras bostezaba y al abrirlos de nuevo se encontró con un hombre con bigote de morsa delante suya. La miraba como si fuera una piruleta.
-¿Te has perdido, conejito?-Le preguntó con una sonrisa.
-Eso parece. Intentaba alejarme de ti y mira dónde he acabado.- Le respondió ella también sonriendo. El hombre tardó un par de segundos en reaccionar y fruncir el ceño. Masculló un ''No seas tan chula, mocosa'', y fue a agarrarla por el hombro. Aki suspiró y esquivándolo, pasó por debajo de su brazo y le dio una patada en el trasero sin siquiera mirar. Él, sorprendido, perdió el equilibrio y cayó sobre el banco.
Mientras, la ahora morena atravesó la plaza sin prisas. -Qué hambre...
Así que se había disfrazado y salido de la posada para dar un paseo y hacer turismo. Ya había terminado lo que venía a hacer, podía tomarse un par de días de vacaciones antes de volver a Samirn. Sin embargo, no había contado con lo enorme del reino y antes de poder darse cuenta, estaba irremediablemente perdida entre las callejuelas. Una parte de ella quería elevarse volando sobre los edificios y volver de una vez a su posada, pero... seguramente sería contraproducente. Así que siguió caminando, tratando de encontrar una manera de volver a las calles más grandes o al menos ver una tienda o una señal que le sonara un poco.
Al final, cansada de caminar, llegó a una plaza y se sentó en el banco. No es que no hubiera gente a la que preguntar, pero no le agradaba la idea de entablar contacto con extraños justo ahora. Simplemente no le apetecía. Cerró los ojos un momento mientras bostezaba y al abrirlos de nuevo se encontró con un hombre con bigote de morsa delante suya. La miraba como si fuera una piruleta.
-¿Te has perdido, conejito?-Le preguntó con una sonrisa.
-Eso parece. Intentaba alejarme de ti y mira dónde he acabado.- Le respondió ella también sonriendo. El hombre tardó un par de segundos en reaccionar y fruncir el ceño. Masculló un ''No seas tan chula, mocosa'', y fue a agarrarla por el hombro. Aki suspiró y esquivándolo, pasó por debajo de su brazo y le dio una patada en el trasero sin siquiera mirar. Él, sorprendido, perdió el equilibrio y cayó sobre el banco.
Mientras, la ahora morena atravesó la plaza sin prisas. -Qué hambre...
Gamzee
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Gamzee hizo un doble mortal sobre la esquina de la oxidada barandilla. Aquel lugar era perfecto para todo tipo de acrobacias, y los dos hermanos estaban aprovechándolo al máximo. Las manos de Eezmag se apoyaron en la barra de acero mientras Gamzee observaba los tejados de los edificios, más abajo. Estaban en una de las partes altas de la ciudad, observando bajo ellos la zona del puerto, mientras jugaban en las barandillas de una empinada escalera de mármol que sin duda estaba allí para que ellos pudieran practicar acrobacias. Los dos hermanos se encontraban en una posición bastante antinatural, con el mayor de ellos rodeando la barandilla con las manos, con expresión casi lacónica, mientras hacía la vertical. Sus piernas estaban entrelazadas con las de Gamzee, que se encontraba cabeza arriba sobre él. Tenía la mano puesta a modo de visera sobre los ojos, observando el horizonte:
- ¡Miraaaaaa hermaaaaaaaano! -dijo, señalando el mar a lo lejos, tras la enorme barriada-. Allí está el mar... es tan azul... ¡Honk!
- Sí... -respondió únicamente el mayor de los dos, mientras se impulsaba con los brazos en la barandilla, dando una vuelta de campana y aterrizando de pie, mientras su hermanito se soltaba del enganche de las piernas y aterrizaba de pie a su lado.
Eezmag miró con cierto pesar el suelo: unos cartones arrugados de zumo de naranja con una extraña sustancia verde que goteaba de ellos eran los únicos restos de su comida.
- Creo que deberíamos buscar algo de comer. -dijo entonces, a lo que Gamzee respondió con alegría.
- ¡Comida! ¡Comida! ¡Yujuuuuu! -gritó, alzando los brazos por encima de la cabeza.
- ¡Miraaaaaa hermaaaaaaaano! -dijo, señalando el mar a lo lejos, tras la enorme barriada-. Allí está el mar... es tan azul... ¡Honk!
- Sí... -respondió únicamente el mayor de los dos, mientras se impulsaba con los brazos en la barandilla, dando una vuelta de campana y aterrizando de pie, mientras su hermanito se soltaba del enganche de las piernas y aterrizaba de pie a su lado.
Eezmag miró con cierto pesar el suelo: unos cartones arrugados de zumo de naranja con una extraña sustancia verde que goteaba de ellos eran los únicos restos de su comida.
- Creo que deberíamos buscar algo de comer. -dijo entonces, a lo que Gamzee respondió con alegría.
- ¡Comida! ¡Comida! ¡Yujuuuuu! -gritó, alzando los brazos por encima de la cabeza.
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Llegó un punto en el que Aki iba agarrándose a las paredes, arrastrándose mientras buscaba un lugar donde comer, su estómago haciendo ruido y la gente evitando a la extraña mujer. Puede que en realidad solamente hubiera pasado hora y media desde el momento en que salió de la posada y estuviera exagerando, o puede que no. Nunca lo sabremos.
Al fin, tras lo que pareció un viaje interminable, vislumbró algo a lo lejos. Se frotó los ojos, no estando segura de si era un espejismo. Se acercó más, temerosa de que no fuera cierto. Pero... si...¡Lo era! El logo triangular no podía mentirle. ¡Era una auténtica pizzeria!
Echó a correr obviando lo mal que estaba hasta ese momento y llegó hasta las puertas del sagrado lugar. Se entretuvo mirando el menú, sin saber bien qué escoger. Al final, entró y llegó hasta el mostrador. Apoyó los pechos en la madera y la cabeza en las manos y llamó al camarero con voz melosa.
-¡Nee, nee! Tráeme una pizza con bacon, por favor... Se bueno y que sea muy, muuuy grande. Tengo demasiada hambre, dame de comeer. -Y le guiñó un ojo.
El efecto fue inmediato y el hombre salió disparado a la cocina. Tres minutos después el olor a pizza recién hecha inundó a Aki. El camarero llegó cargando con una enorme pizza que posó en la barra. La morena pagó con una sonrisa y se fue dejándole allí tirado.
Tan pronto llegó a la calle se fue a una pared y se sentó, posando la caja con la pizza frente a ella. Comenzó a comer enseguida, emitiendo sonidos de agrado.
-¡Dios, qué rica está!
Al fin, tras lo que pareció un viaje interminable, vislumbró algo a lo lejos. Se frotó los ojos, no estando segura de si era un espejismo. Se acercó más, temerosa de que no fuera cierto. Pero... si...¡Lo era! El logo triangular no podía mentirle. ¡Era una auténtica pizzeria!
Echó a correr obviando lo mal que estaba hasta ese momento y llegó hasta las puertas del sagrado lugar. Se entretuvo mirando el menú, sin saber bien qué escoger. Al final, entró y llegó hasta el mostrador. Apoyó los pechos en la madera y la cabeza en las manos y llamó al camarero con voz melosa.
-¡Nee, nee! Tráeme una pizza con bacon, por favor... Se bueno y que sea muy, muuuy grande. Tengo demasiada hambre, dame de comeer. -Y le guiñó un ojo.
El efecto fue inmediato y el hombre salió disparado a la cocina. Tres minutos después el olor a pizza recién hecha inundó a Aki. El camarero llegó cargando con una enorme pizza que posó en la barra. La morena pagó con una sonrisa y se fue dejándole allí tirado.
Tan pronto llegó a la calle se fue a una pared y se sentó, posando la caja con la pizza frente a ella. Comenzó a comer enseguida, emitiendo sonidos de agrado.
-¡Dios, qué rica está!
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Los dos hermanos caminaban por la calle. Mientras Gamzee correteaba de aquí para allá, Eezmag lo observaba en silencio, cosiéndose un poco de hilo bajo la piel de la mano derecha. Sin duda aquel par de extraños personajes llamaba la atención de la gente de su alrededor, que los observaban con cierto grado de sorpresa, e incluso algunos, con aversión.
- ¡Honk honk honk! -Gamzee empezó a imitar el ruido de una bocina, estridente y cada vez más y más alto. Eezmag alzó la mirada y lo vio saltando frente a un callejón estrecho y de aspecto abandonado.
- ¿Que pasa, Gam? -preguntó.
- ¡Aquí huele delicioso, bro! -le respondió el otro, sin dejar de pegar saltos. Sus fosas nasales estaban abiertas como ventanas, tratando de recoger el maravilloso aroma que acababan de detectar. Un aroma a queso y bacon, y a masa de pan. Un aroma a pizza.
- Mmmm... -cuando Eezmag alcanzó a su hermano, el pequeño empezó a correr por el callejón tirando cajas y palos en su camino, y riendo como un loco.
- ¡Comida! ¡Comida! ¡Comid...! -de pronto, al girar una esquina, el chico se encontró de frente con una chica de largo pelo negro, con una enorme pizza frente a ella. Sin pensarlo ni un instante, el chico se acercó a la pizza, babeando visiblemente, y metiéndose el dedo índice en la boca, a la altura de la comisura-. Buaaaah... que bien... hueeeeeeeeele.... ¡Honk! -sonrió, acercándose más aún, agachándose hasta que su nariz estuvo a escasos centímetros de la comida.
Mientras tanto, Eezmag avanzaba a paso rápido, tratando de evitar tropezar con todo lo que su hermano había tirado. Debido a su problema de visión, esto no era precisamente sencillo.
- Joder, hermano... deberías controlarte a veces. -murmuró para sí, a modo de pensamiento en voz alta.
- ¡Honk honk honk! -Gamzee empezó a imitar el ruido de una bocina, estridente y cada vez más y más alto. Eezmag alzó la mirada y lo vio saltando frente a un callejón estrecho y de aspecto abandonado.
- ¿Que pasa, Gam? -preguntó.
- ¡Aquí huele delicioso, bro! -le respondió el otro, sin dejar de pegar saltos. Sus fosas nasales estaban abiertas como ventanas, tratando de recoger el maravilloso aroma que acababan de detectar. Un aroma a queso y bacon, y a masa de pan. Un aroma a pizza.
- Mmmm... -cuando Eezmag alcanzó a su hermano, el pequeño empezó a correr por el callejón tirando cajas y palos en su camino, y riendo como un loco.
- ¡Comida! ¡Comida! ¡Comid...! -de pronto, al girar una esquina, el chico se encontró de frente con una chica de largo pelo negro, con una enorme pizza frente a ella. Sin pensarlo ni un instante, el chico se acercó a la pizza, babeando visiblemente, y metiéndose el dedo índice en la boca, a la altura de la comisura-. Buaaaah... que bien... hueeeeeeeeele.... ¡Honk! -sonrió, acercándose más aún, agachándose hasta que su nariz estuvo a escasos centímetros de la comida.
Mientras tanto, Eezmag avanzaba a paso rápido, tratando de evitar tropezar con todo lo que su hermano había tirado. Debido a su problema de visión, esto no era precisamente sencillo.
- Joder, hermano... deberías controlarte a veces. -murmuró para sí, a modo de pensamiento en voz alta.
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Ya llevaba tres pedazos y estaba a punto de empezar el cuarto cuando oyó un estruendo a la vuelta de la esquina. Curiosa, dio un mordisco y se levantó a mirar. En el callejón había dos... ¿Chicos? No parecían muy mayores. Uno corría y lo estaba tirando todo. El otro trataba de seguirle y parecía un poco irritado. Ambos tenían cuernos y la piel muy blanca. Uno de ellos tenía los labios...¿Cosidos?
El que lo había tirado todo frenó al lado de Aki, mirando la pizza con ojos hambrientos y baba en la boca. Se agachó hasta casi tocarla, pero Aki fue más rápida. De un certero movimiento, se agachó y apartó al pizza para que no le cayera baba encima. Entonces ladeó la cabeza y les preguntó a ambos:
-¿Sois de alguna troupe?
Y es que los cuernos y la piel tan pálida que parecía maquillada, además de los labios extraños del otro chico... parecían caracterizados para alguna obra demoníaca y rara. Pero no era un mundo ajeno para Aki. Así que sonriendo y dando por hecho que era así, levantó dos cachos de pizza. Había que ser amable con los artistas de troupe; la vida en el camino no siempre era fácil.
-Si tenéis hambre, podéis coger un par de cachos cada uno. Yo ya he tomado bastante, pero dejadme uno por si acaso.
El que lo había tirado todo frenó al lado de Aki, mirando la pizza con ojos hambrientos y baba en la boca. Se agachó hasta casi tocarla, pero Aki fue más rápida. De un certero movimiento, se agachó y apartó al pizza para que no le cayera baba encima. Entonces ladeó la cabeza y les preguntó a ambos:
-¿Sois de alguna troupe?
Y es que los cuernos y la piel tan pálida que parecía maquillada, además de los labios extraños del otro chico... parecían caracterizados para alguna obra demoníaca y rara. Pero no era un mundo ajeno para Aki. Así que sonriendo y dando por hecho que era así, levantó dos cachos de pizza. Había que ser amable con los artistas de troupe; la vida en el camino no siempre era fácil.
-Si tenéis hambre, podéis coger un par de cachos cada uno. Yo ya he tomado bastante, pero dejadme uno por si acaso.
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Gamzee alzó la vista hacia la mujer morena, con los ojos brillando por la emoción. Eezmag mantuvo su habitual expresión neutra. ¿Les ofrecía pizza? ¿No tenía miedo? ¡Qué mujer más curiosa!
- Muchas gracias. -dijo, mientras agarraba con cierto deje de desconfianza el trozo de pizza.
- ¡Siiiii! -añadió el menor de los hermanos, mientras con un entusiasmo mucho mayor agarraba el suyo y empezaba a devorarlo en apenas un par de segundos, soltando un pequeño pero sonoro eructo que no se molestó en ocultar. Tras eso, quedó con cara sonriente y completamente feliz, saciado por el momento. Un hilillo de queso le colgaba de la comisura del labio, pero no parecía importarle.
Por su parte, Eezmag era mucho más analítico a la hora de comer. Agarró los trozos de bacon con las puntas de los dedos, separándolos con cautela de la capa de queso fundido, y se los fue llevando a la boca con pausa. Estaba delicioso, pero no por ello iba a dejar que aquella extraña amabilidad le hiciera bajar sus defensas. Observó a la morena de ojos verdes de reojo. No era normal encontrarse gente así a menudo.
- ¡Gracias, sis! -dijo el pequeño de los dos, mientras extendía los brazos y rodeaba con ellos el cuerpo de la mujer, en un abrazo bastante fuerte.
- Muchas gracias. -dijo, mientras agarraba con cierto deje de desconfianza el trozo de pizza.
- ¡Siiiii! -añadió el menor de los hermanos, mientras con un entusiasmo mucho mayor agarraba el suyo y empezaba a devorarlo en apenas un par de segundos, soltando un pequeño pero sonoro eructo que no se molestó en ocultar. Tras eso, quedó con cara sonriente y completamente feliz, saciado por el momento. Un hilillo de queso le colgaba de la comisura del labio, pero no parecía importarle.
Por su parte, Eezmag era mucho más analítico a la hora de comer. Agarró los trozos de bacon con las puntas de los dedos, separándolos con cautela de la capa de queso fundido, y se los fue llevando a la boca con pausa. Estaba delicioso, pero no por ello iba a dejar que aquella extraña amabilidad le hiciera bajar sus defensas. Observó a la morena de ojos verdes de reojo. No era normal encontrarse gente así a menudo.
- ¡Gracias, sis! -dijo el pequeño de los dos, mientras extendía los brazos y rodeaba con ellos el cuerpo de la mujer, en un abrazo bastante fuerte.
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Aki observó al pequeño devorar la pizza con una sonrisa. Parecía un niño mucho más pequeño de lo que probablemente era. ¿Cuánto hacía que no veía a un niño? Tras pensarlo unos momentos, llegó a la conclusión de que un rato antes había visto uno, en aquella extraña plaza. Pero, ¿Hablado o interactuado siquiera con ellos? Años. Quizás el trato que había hecho con Lilith no era tan malo; no tenía idea de como comportarse con un niño, como para pensar en tener uno.
Se dio cuenta de que el que parecía el mayor la miraba desconfiado, pero estaba disfrutando también la pizza. Tal vez habían tenido alguna mala experiencia en la ciudad. Si ella se había perdido, seguro que era normal que esos dos también. Y en los callejones aguarda toda clase de gente... La joven se levantó y se desperezó mientras sonreía. Una comida les sentaría bien. Y al fin al cabo ser desconfiado no era algo malo, para nada. Seguramente les resultara útil... así que no lo comentaría.
Estaba pensándolo cuando notó algo cálido y apretado en su cintura. Miró hacia abajo y vio que el pequeño le estaba abrazando. Al oír lo que dijo, los ojos de Aki se abrieron en sorpresa. Dudando, le abrazó de vuelta sin saber bien qué hacer. Le acarició un poco la cabeza y le dejó ir, algo sonrojada. Era la primera vez que alguien tan joven se le acercaba así, y no estaba segura de qué pensar.
-Vaya... me alegro de que te haya gustado tanto.-Miró al mayor y recapacitó. -De que os haya gustado. Mi nombre es... Rias, encantada.-No podía soltar su verdadero nombre tan a la ligera, pero aun así era de mala educación no presentarse. -Lo cierto es que a lo mejor me podéis devolver el favor. Compré esta pizza porque me había perdido y tenía mucha hambre. Por casualidad, no sabréis dónde se encuentra la posada La Buena y la Brava, ¿No?
Se dio cuenta de que el que parecía el mayor la miraba desconfiado, pero estaba disfrutando también la pizza. Tal vez habían tenido alguna mala experiencia en la ciudad. Si ella se había perdido, seguro que era normal que esos dos también. Y en los callejones aguarda toda clase de gente... La joven se levantó y se desperezó mientras sonreía. Una comida les sentaría bien. Y al fin al cabo ser desconfiado no era algo malo, para nada. Seguramente les resultara útil... así que no lo comentaría.
Estaba pensándolo cuando notó algo cálido y apretado en su cintura. Miró hacia abajo y vio que el pequeño le estaba abrazando. Al oír lo que dijo, los ojos de Aki se abrieron en sorpresa. Dudando, le abrazó de vuelta sin saber bien qué hacer. Le acarició un poco la cabeza y le dejó ir, algo sonrojada. Era la primera vez que alguien tan joven se le acercaba así, y no estaba segura de qué pensar.
-Vaya... me alegro de que te haya gustado tanto.-Miró al mayor y recapacitó. -De que os haya gustado. Mi nombre es... Rias, encantada.-No podía soltar su verdadero nombre tan a la ligera, pero aun así era de mala educación no presentarse. -Lo cierto es que a lo mejor me podéis devolver el favor. Compré esta pizza porque me había perdido y tenía mucha hambre. Por casualidad, no sabréis dónde se encuentra la posada La Buena y la Brava, ¿No?
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Gamzee alzó la mirada por encima de los voluptuosos pechos de la mujer, clavando sus ojos amarillos en los de ella, negando con la cabeza. Eezmag imitó a su hermano.
- No llevamos mucho tiempo aquí. -dijo el mayor de los dos. Los hilos de su boca se tensaban y destensaban con cada palabra que decía, dándole un aspecto ligeramente siniestro.
- ¡Pero podemos buscarlo juntos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Seguro que allí hay mucha comida! ¡Y música! ¡Y podemos hacer baba verde, tío! -exclamó Gamzee a los cuatro vientos. Si había alguien en un radio de cuatro manzanas, era probable que lo hubiese escuchado. Eezmag soltó un ligero suspiro. Verdaderamente su pequeño hermano no sabía ser discreto.
- Está bien... -accedió pesadamente, mientras sacaba de nuevo su aguja y continuaba con su labor de costura en el dedo. Aquella mujer les había dado comida, podían devolverle el favor, y si conseguían encontrar algo más para comer, sería perfecto.
- ¡Yujuuuu! -Gamzee saltó de alegría, casi clavándole uno de los cuernos a Aki sin querer.
Eezmag le agarró de la mano y ambos empezaron a caminar por el callejón, en una dirección al azar. En cierto momento, el menor de los dos se giró hacia la ahora pelinegra y dijo:
- Por cierto, me llamo Gamzee, y este es mi hermano Eezmag. -el mayor de los hermanos soltó otro suspiro. Definitivamente, debía enseñar a su hermano a pasar más desapercibido.
- No llevamos mucho tiempo aquí. -dijo el mayor de los dos. Los hilos de su boca se tensaban y destensaban con cada palabra que decía, dándole un aspecto ligeramente siniestro.
- ¡Pero podemos buscarlo juntos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Seguro que allí hay mucha comida! ¡Y música! ¡Y podemos hacer baba verde, tío! -exclamó Gamzee a los cuatro vientos. Si había alguien en un radio de cuatro manzanas, era probable que lo hubiese escuchado. Eezmag soltó un ligero suspiro. Verdaderamente su pequeño hermano no sabía ser discreto.
- Está bien... -accedió pesadamente, mientras sacaba de nuevo su aguja y continuaba con su labor de costura en el dedo. Aquella mujer les había dado comida, podían devolverle el favor, y si conseguían encontrar algo más para comer, sería perfecto.
- ¡Yujuuuu! -Gamzee saltó de alegría, casi clavándole uno de los cuernos a Aki sin querer.
Eezmag le agarró de la mano y ambos empezaron a caminar por el callejón, en una dirección al azar. En cierto momento, el menor de los dos se giró hacia la ahora pelinegra y dijo:
- Por cierto, me llamo Gamzee, y este es mi hermano Eezmag. -el mayor de los hermanos soltó otro suspiro. Definitivamente, debía enseñar a su hermano a pasar más desapercibido.
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Aki suspiró con una sonrisa. Por supuesto, habría sido demasiada suerte. Observó como el más pequeño saltaba ilusionado hablando de ir a buscar la posada. Entre tanta ilusión, le clavó uno de los cuernos. La ahora morena frunció el ceño mientras se frotaba distraidamente uno de los pechos y apartaba con delicadeza al joven. Se arrodilló a su lado y con cuidado palpó el cuerno. No era papel maché, ni ningún material usual para disfraces. De hecho, era más firme que nada que se fuera a fabricar con el fin de entretener.
-¿Baba verde?- Preguntó distraída mientras lo seguía examinando. En verdad era un misterio. O mucha calidad tenía su troupe o no eran de mentira. Apartó un poco de pelo, con discreción y vio que efectivamente no eran algo fingido. Se apartó entonces y miró al hermano mayor. Estaba cosiendo algo en su propio dedo. ¿De dónde habían salido estos dos? El pequeño seguía ilusionado y el mayor parecía algo frustrado con su hermano; quizás por lo mucho que gritaba. Aki suspiró de nuevo y se acercó a revolverle el pelo al mayor.
-Encantada. No sois de ninguna troupe, ¿Verdad? Perdona mi ingenuidad. Coses muy bien, ya me gustaría tener esa soltura con la aguja.
Volvió a apartarse para no incomodarle y dio una palmada con una sonrisa. Actores o no, ahora que se habían ofrecido a acompañarla no iba a volver sola por esas calles del demonio tan enrevesadas. Escogió una dirección al azar y les hizo un gesto a los hermanos.
-Si conseguimos llegar antes de que se ponga el sol, os invito a la cena y al desayuno. ¿Venís?-Añadió con una sonrisa amable.
-¿Baba verde?- Preguntó distraída mientras lo seguía examinando. En verdad era un misterio. O mucha calidad tenía su troupe o no eran de mentira. Apartó un poco de pelo, con discreción y vio que efectivamente no eran algo fingido. Se apartó entonces y miró al hermano mayor. Estaba cosiendo algo en su propio dedo. ¿De dónde habían salido estos dos? El pequeño seguía ilusionado y el mayor parecía algo frustrado con su hermano; quizás por lo mucho que gritaba. Aki suspiró de nuevo y se acercó a revolverle el pelo al mayor.
-Encantada. No sois de ninguna troupe, ¿Verdad? Perdona mi ingenuidad. Coses muy bien, ya me gustaría tener esa soltura con la aguja.
Volvió a apartarse para no incomodarle y dio una palmada con una sonrisa. Actores o no, ahora que se habían ofrecido a acompañarla no iba a volver sola por esas calles del demonio tan enrevesadas. Escogió una dirección al azar y les hizo un gesto a los hermanos.
-Si conseguimos llegar antes de que se ponga el sol, os invito a la cena y al desayuno. ¿Venís?-Añadió con una sonrisa amable.
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Gamzee abrió los ojos, ilusionado ante la promesa de una cena y un desayuno gratis. Aquella mujer tan amable iba a darles comida gratis, y eso es algo que ningún hombre, tenga cuernos de treinta centímetros en la cabeza o no, puede rechazar. Eezmag observó con su habitual inexpresión facial el gesto de Aki. Le había tocado el pelo. Se pasó la mano por el lugar, con aire distraído, frotando la zona para comprobar que no le había colocado nada.
- Gracias. -respondió ante el cumplido de la mujer acerca de sus dotes de costura.
- ¡Comida! ¡Comida! ¡Comidaaa! -gritó Gamzee de nuevo. Aquel era sin duda un milagro. Conseguir comida de forma tan sencilla solo podía ser obra divina. Eezmag observó a su hermano, y por primera vez se le pudo ver sonreír levemente, antes de volver a su expresión indiferente. Guardó hilo y aguja en su traje de esqueleto y apoyó su mano en el hombro de Gamzee.
- Vamos, bro. -le dijo, con tono susurrante, mientras tiraba de él con firmeza pero suavidad.
Los tres empezaron a caminar por el callejón en silencio. Eezmag observaba el cielo sobre sus cabezas, en completo silencio, abstraído. No podía diferenciar los detalles, pero sí la luz que venía de aquel lugar. Gamzee, a cambio, se fijaba en las paredes de los edificios que conformaban aquella red de callejuelas. Los desconchones de las paredes le llamaban la atención, con sus curiosas formas, los olores de los cubos de basura con restos de fruta y comida, las farolas oxidadas en las paredes... todo era un espectáculo sensorial para él. El chico señaló un gorrión que revoloteó sobre sus cabezas.
- ¡Mira, mira! Un pájaro -de a saber donde, el chico había sacado una pequeña maza de malabares de vivos colores. La agarró con firmeza y echó a correr tras el pájaro. Eezmag trató de agarrarlo, pero el pequeño echó a correr sin él. Apenas hubo recorrido un par de metros, cuando se pisó los cordones de los zapatos y cayó al suelo de forma estrepitosa. La maza salió disparada hacia arriba para acabar cayendo sobre la cabeza del chico, con un sonoro "clonk". Gamzee empezó a reírse en su extraña posición, haciendo un ruido similar a una bocina-. ¡Honk, honk honk!
- Gracias. -respondió ante el cumplido de la mujer acerca de sus dotes de costura.
- ¡Comida! ¡Comida! ¡Comidaaa! -gritó Gamzee de nuevo. Aquel era sin duda un milagro. Conseguir comida de forma tan sencilla solo podía ser obra divina. Eezmag observó a su hermano, y por primera vez se le pudo ver sonreír levemente, antes de volver a su expresión indiferente. Guardó hilo y aguja en su traje de esqueleto y apoyó su mano en el hombro de Gamzee.
- Vamos, bro. -le dijo, con tono susurrante, mientras tiraba de él con firmeza pero suavidad.
Los tres empezaron a caminar por el callejón en silencio. Eezmag observaba el cielo sobre sus cabezas, en completo silencio, abstraído. No podía diferenciar los detalles, pero sí la luz que venía de aquel lugar. Gamzee, a cambio, se fijaba en las paredes de los edificios que conformaban aquella red de callejuelas. Los desconchones de las paredes le llamaban la atención, con sus curiosas formas, los olores de los cubos de basura con restos de fruta y comida, las farolas oxidadas en las paredes... todo era un espectáculo sensorial para él. El chico señaló un gorrión que revoloteó sobre sus cabezas.
- ¡Mira, mira! Un pájaro -de a saber donde, el chico había sacado una pequeña maza de malabares de vivos colores. La agarró con firmeza y echó a correr tras el pájaro. Eezmag trató de agarrarlo, pero el pequeño echó a correr sin él. Apenas hubo recorrido un par de metros, cuando se pisó los cordones de los zapatos y cayó al suelo de forma estrepitosa. La maza salió disparada hacia arriba para acabar cayendo sobre la cabeza del chico, con un sonoro "clonk". Gamzee empezó a reírse en su extraña posición, haciendo un ruido similar a una bocina-. ¡Honk, honk honk!
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Comenzamos a caminar. El mayor había sonreido, lo que hizo que Aki se sintiera bien. No estaba muy segura de como lidiar con esos niños, pero no parecían muy diferentes al resto de las personas. Solo por fuera... y eso no era una novedad. Todos tenemos un pasado, ¿Cierto?
E pequeño, Gamzee, se adelantó mirando hacia todas partes como si fuera la primera vez que veía la luz del sol. Era muy alegre y tenía mucha energía... tanta que tropezó y se calló. Hablando de no se qué pájaro y con una extraña maza en la mano, de repente su cara dio contra el pavimento.
Aki estaba a su lado en cuestión de medio segundo, sujetándole y asegurándose de que estaba bien. Pero el niño tan solo se... ¿Reía? Parecía una bocina, pero por su cara podía decir que si se estaba riendo. La maza le había dado en la cabeza, pero no parecía tener ninguna herida. Un vistazo a su hermano mayor le hizo ver que no era la única que se había preocupado. Suspirando, le sentó y le ató los cordones con cuidado. ¿Por qué se tomaba tantas molestias? Tenía la sensación de que si seguía pensando en ello comenzaría a avergonzarse de la respuesta. Así que terminó y se levantó, apartándose discretamente un par de pasos.
-Parece que estés hecho de hierro. Ten cuidado, no vaya a ser que un día le des un disgusto a tu hermano. Y deja al pájaro en paz. Voy a daros comida, no necesitas perseguir al pobre. A ti no te gustaría... ¿Verdad?- Le comentó con una sonrisa. Si comenzaba a atacar a los pájaros llamarían todavía más la atención y eso sería un problema.
E pequeño, Gamzee, se adelantó mirando hacia todas partes como si fuera la primera vez que veía la luz del sol. Era muy alegre y tenía mucha energía... tanta que tropezó y se calló. Hablando de no se qué pájaro y con una extraña maza en la mano, de repente su cara dio contra el pavimento.
Aki estaba a su lado en cuestión de medio segundo, sujetándole y asegurándose de que estaba bien. Pero el niño tan solo se... ¿Reía? Parecía una bocina, pero por su cara podía decir que si se estaba riendo. La maza le había dado en la cabeza, pero no parecía tener ninguna herida. Un vistazo a su hermano mayor le hizo ver que no era la única que se había preocupado. Suspirando, le sentó y le ató los cordones con cuidado. ¿Por qué se tomaba tantas molestias? Tenía la sensación de que si seguía pensando en ello comenzaría a avergonzarse de la respuesta. Así que terminó y se levantó, apartándose discretamente un par de pasos.
-Parece que estés hecho de hierro. Ten cuidado, no vaya a ser que un día le des un disgusto a tu hermano. Y deja al pájaro en paz. Voy a daros comida, no necesitas perseguir al pobre. A ti no te gustaría... ¿Verdad?- Le comentó con una sonrisa. Si comenzaba a atacar a los pájaros llamarían todavía más la atención y eso sería un problema.
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El chico se levantó con una sonrisa. El golpe apenas parecía haberle afectado. Asintió alegremente a la explicación de la chica, mientras se levantaba. Eezmag se acercó a él y suspiró pesadamente de nuevo. Miró a Aki y le dijo:
- Gracias, Rías... mi hermano puede ser demasiado impulsivo a veces. -dijo, a modo de disculpa. A continuación observó el callejón por el que su hermano había visto salir volando al pájaro. Aquella era una opción tan buena como cualquier otra para continuar caminando.
Durante un buen rato, el grupo avanzó por las callejuelas, sin más incidentes extraños, hasta que llegaron a lo que parecía una pequeña plaza encajonada entre varios edificios. Unos cuantos locales daban a aquella plaza, tal vez alguno de ellos fuera el que buscaba la mujer, o tal vez no. El caso es que Gamzee empezó a corretear alrededor de la plaza, mientras Eezmag le seguía de cerca, haciendo cabriolas y volteretas.
- ¡Yupiii! -reía el menor, mientras su hermano mayor saltaba sobre sus hombros, usándolo de trampolín para impulsarse hasta un tejado bajo cercano. Gamzee se agarró a los tobillos de su hermano, saltando con él y alcanzando la cornisa también.
- Gracias, Rías... mi hermano puede ser demasiado impulsivo a veces. -dijo, a modo de disculpa. A continuación observó el callejón por el que su hermano había visto salir volando al pájaro. Aquella era una opción tan buena como cualquier otra para continuar caminando.
Durante un buen rato, el grupo avanzó por las callejuelas, sin más incidentes extraños, hasta que llegaron a lo que parecía una pequeña plaza encajonada entre varios edificios. Unos cuantos locales daban a aquella plaza, tal vez alguno de ellos fuera el que buscaba la mujer, o tal vez no. El caso es que Gamzee empezó a corretear alrededor de la plaza, mientras Eezmag le seguía de cerca, haciendo cabriolas y volteretas.
- ¡Yupiii! -reía el menor, mientras su hermano mayor saltaba sobre sus hombros, usándolo de trampolín para impulsarse hasta un tejado bajo cercano. Gamzee se agarró a los tobillos de su hermano, saltando con él y alcanzando la cornisa también.
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Aki miró a su alrededor mientras caminaban. El sol comenzaba a ocultarse y con él la gente de la ciudad. De repente oyó la voz de Eezmag. Con una sonrisa, sacudió la cabeza.
-No te preocupes. Yo era peor a su edad.
En un momento dado, llegaron a una plazoleta. Varios comercios daban a ella, y estaba desierta. Tal vez fue la falta de gente o quizás su intuición, pero Aki reconoció el lugar. ¡Claro! Había estado allí esta mañana, y la posada estaba apenas a un par de calles de distancia. Al final podría llegar, darse un buen baño y olvidar toda la desagradable aventura. Aunque no todo había sido desagradable, pensó mientras miraba a... espera, no veía a los hermanos. ¿Dónde se habían metido?
Y entonces los vio. Estaban en una cornisa cercana, uno subido bocabajo en los hombros del otro. Curiosa postura, sin duda. Mirando a su alrededor, la morena se aseguró de que no hubiera nadie. Pero ya estaba atardeciendo y la gente se había retirado. Sonriendo, abrió y apartó un poco su capa revelando ropas ajustadas y oscuras. De un salto certero, aterrizó en la cornisa con asombrosa agilidad y en completo silencio. Sin comentar lo que acababa de pasar ni darles ninguna explicación, señaló hacia el norte:
-Creo que estamos muy cerca. Vayamos por ahí... y os invitaré a la cena prometida.
Dicho y hecho, saltó al tejado contiguo dando una voltereta en el aire antes de aterrizar. No tenía ningún motivo práctico, tan solo le apetecía. Ultimamente no había podido hacer movimientos extravagantes para no llamar la atención. Pero ahora las calles estaban desiertas... y ella era libre. Al menos de momento.
Vio al fondo el farolillo que había colgado en la entrada de la posada y su cara se iluminó con júbilo. Una cena caliente y un baño la aguardaban.
-No te preocupes. Yo era peor a su edad.
En un momento dado, llegaron a una plazoleta. Varios comercios daban a ella, y estaba desierta. Tal vez fue la falta de gente o quizás su intuición, pero Aki reconoció el lugar. ¡Claro! Había estado allí esta mañana, y la posada estaba apenas a un par de calles de distancia. Al final podría llegar, darse un buen baño y olvidar toda la desagradable aventura. Aunque no todo había sido desagradable, pensó mientras miraba a... espera, no veía a los hermanos. ¿Dónde se habían metido?
Y entonces los vio. Estaban en una cornisa cercana, uno subido bocabajo en los hombros del otro. Curiosa postura, sin duda. Mirando a su alrededor, la morena se aseguró de que no hubiera nadie. Pero ya estaba atardeciendo y la gente se había retirado. Sonriendo, abrió y apartó un poco su capa revelando ropas ajustadas y oscuras. De un salto certero, aterrizó en la cornisa con asombrosa agilidad y en completo silencio. Sin comentar lo que acababa de pasar ni darles ninguna explicación, señaló hacia el norte:
-Creo que estamos muy cerca. Vayamos por ahí... y os invitaré a la cena prometida.
Dicho y hecho, saltó al tejado contiguo dando una voltereta en el aire antes de aterrizar. No tenía ningún motivo práctico, tan solo le apetecía. Ultimamente no había podido hacer movimientos extravagantes para no llamar la atención. Pero ahora las calles estaban desiertas... y ella era libre. Al menos de momento.
Vio al fondo el farolillo que había colgado en la entrada de la posada y su cara se iluminó con júbilo. Una cena caliente y un baño la aguardaban.
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Gamzee y Eezmag observaron a la mujer saltar como una verdadera atleta de gimnasia acrobática, de tejado en tejado, con la agilidad de un gato, o quizás de un mono. El menor de los hermanos la señaló, asombrado por su ligereza, mientras Eezmag observaba los movimientos que realizaba con gesto analítico. Tras unos segundos, y al darse cuenta de que la chica había tomado la iniciativa, el menor de los hermanos se tumbó sobre el tejado, con las piernas en vertical, y silbó a su gemelo. Eezmag echó a correr y saltó, apoyándose en los pies del chico de camiseta negra, y saltando al siguiente tejado con un salto mortal con tirabuzón.
- ¡Bro! -gritó el menor de los dos, levantándose con un fuerte impulso y saltando tras él. Eezmag lo agarró con el brazo y le ayudó a posarse en el techo del edificio sin problemas. Tras eso, observaron a la pelirroja, que seguía avanzando por los tejados, más adelante. Gamzee escupió una flema antes de salir corriendo tras ella, tirando del brazo de su hermano.
Los dos empezaron a saltar los tejados, primero uno y después el otro, pero nunca soltándose. En cierto momento, Eezmag perdió pie, casi precipitándose a la calle bajo ellos, pero Gamzee dio un tirón y el hermano pudo recomponerse y encaramarse al tejado. Con una leve sonrisa, acarició la cabeza de su hermano.
Tras unos minutos, los chicos alcanzaron a la morena, agitados a nivel físico debido a todas las cabriolas y piruetas, pero contentos.
- ¡Bro! -gritó el menor de los dos, levantándose con un fuerte impulso y saltando tras él. Eezmag lo agarró con el brazo y le ayudó a posarse en el techo del edificio sin problemas. Tras eso, observaron a la pelirroja, que seguía avanzando por los tejados, más adelante. Gamzee escupió una flema antes de salir corriendo tras ella, tirando del brazo de su hermano.
Los dos empezaron a saltar los tejados, primero uno y después el otro, pero nunca soltándose. En cierto momento, Eezmag perdió pie, casi precipitándose a la calle bajo ellos, pero Gamzee dio un tirón y el hermano pudo recomponerse y encaramarse al tejado. Con una leve sonrisa, acarició la cabeza de su hermano.
Tras unos minutos, los chicos alcanzaron a la morena, agitados a nivel físico debido a todas las cabriolas y piruetas, pero contentos.
Aki D. Arlia
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Por fin llegué al lugar exacto. Me agazapé en el tejado, mirando en la calle de enfrente la puerta entornada de ''La Buena y la Brava''. Sonreí inconscientemente al imaginar lo que diría la patrona si me viera encaramada al tejado. No era una mujer de las que se amedrentaban fácilmente, y seguramente saldría con el cucharón en la mano y escandalizada a gritarle que descendiera o ... bueno, seguro que cualquier amenaza imaginativa. Pero no tenía ganas para escucharla.
De repente se acordó de los dos hermanos y la carcomió la culpa. Mierda, se había emocionado y los había dejado atrás. Aki se levantó en seguida y se dio la vuelta buscándolos con la mirada entre el mar de tejas que se extendía hasta la lejanía. Tardó unos momentos en darse cuenta de que estaban delante de ella. Sonreída pero complacida de que hubieran podido seguirle el ritmo, se agachó a su lado. Los chicos parecían estar sin aire pero ilesos, en verdad era una gran proeza para alguien de su edad. Edad... ¿Cuántos años tendrían en realidad? A lo mejor era ella que se hacía mayor aun sin aparentarlo. Desechó el pensamiento, eso ahora no importaba.
-Perdón por haberme ido así, me emocioné. La posada ya está ahí, y sale humo de la chimenea... lo que significa que la cena ya se está cocinando. Os la habéis ganado con creces, así que seguidme y os ayudaré a bajar del tejado.
Aki ya había decidido como hacerlo. Solo había dos pisos de altura, pero más valía prevenir. Ella bajó de un par de saltos ayudada de un canalón que había pegado a la pared. Se acercó a la posada y arrastró varios sacos de arroz que todavía no habían llevado adentro hasta la pared por la que había bajado, unos encima de otros. Luego les dijo a los hermanos:
-Ayudaros del canalón, y sujetaros bien. Tratad de caer en los sacos si podéis. No es muy complicado, pero me quedo aquí por si queréis que os recoja.
Una vez estuvieran todos en el suelo, entrarían a la posada y Aki le pediría un colchón a la patrona para los dos hermanos, además de la cena. Ardía en deseos y hambre de saber qué tendrían para comer.
De repente se acordó de los dos hermanos y la carcomió la culpa. Mierda, se había emocionado y los había dejado atrás. Aki se levantó en seguida y se dio la vuelta buscándolos con la mirada entre el mar de tejas que se extendía hasta la lejanía. Tardó unos momentos en darse cuenta de que estaban delante de ella. Sonreída pero complacida de que hubieran podido seguirle el ritmo, se agachó a su lado. Los chicos parecían estar sin aire pero ilesos, en verdad era una gran proeza para alguien de su edad. Edad... ¿Cuántos años tendrían en realidad? A lo mejor era ella que se hacía mayor aun sin aparentarlo. Desechó el pensamiento, eso ahora no importaba.
-Perdón por haberme ido así, me emocioné. La posada ya está ahí, y sale humo de la chimenea... lo que significa que la cena ya se está cocinando. Os la habéis ganado con creces, así que seguidme y os ayudaré a bajar del tejado.
Aki ya había decidido como hacerlo. Solo había dos pisos de altura, pero más valía prevenir. Ella bajó de un par de saltos ayudada de un canalón que había pegado a la pared. Se acercó a la posada y arrastró varios sacos de arroz que todavía no habían llevado adentro hasta la pared por la que había bajado, unos encima de otros. Luego les dijo a los hermanos:
-Ayudaros del canalón, y sujetaros bien. Tratad de caer en los sacos si podéis. No es muy complicado, pero me quedo aquí por si queréis que os recoja.
Una vez estuvieran todos en el suelo, entrarían a la posada y Aki le pediría un colchón a la patrona para los dos hermanos, además de la cena. Ardía en deseos y hambre de saber qué tendrían para comer.
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Gamzee sonrió como un bobalicón cuando la mujer bajó de un par de saltos a la calle. Miró a su hermano y vio frente a él la enorme chimenea que escupía volutas de humo, una tras otra, al cielo cada vez más tornado en añil. Las tripas del chico empezaron a rugir con fuerza de nuevo, hambrientas.
- Mmmm... ¿bajamos? -el mayor asintió con gesto determinado, incluso con un matiz desafiante en su mirada de ojos blancos y ciegos.
- Vamos. -dijo únicamente, extendiendo los brazos y haciendo crujir sus hombros, restallando los huesos.
Como si lo hubieran practicado mil veces, los dos se colocaron en el borde del tejado, apoyados en los brazos, y se dejaron caer hasta quedar agarrados con las manos a las tejas del borde. Ambos se miraron, asintiendo al mismo tiempo. Y entonces apoyaron los pies en el muro, buscando un apoyo. La repisa de la ventana del segundo piso les valió como tal. Cuando hubieron estado más o menos estables, ambos se impulsaron para pegarse a ésta, agarrándose de la mano. Una vez en esta inestable posición, los dos dieron un paso atrás, cayendo a plomo hasta que las manos que tenían libres agarraron la misma repisa, y sus pies tocaron el marco de la del piso inferior. De nuevo repitieron la maniobra, cayendo poco a poco y de forma controlada, hasta aterrizar al lado de los sacos de arroz.
- Tachaaaaaan -dijo Gamzee, extendiendo los brazos como colofón del truco, mientras Eezmag se ajustaba el mono de esqueleto que llevaba, y que se había arrugado a la altura del hombro-. Cena cena cena cena cena cena... -empezó a repetir con insistencia, los ojos muy abiertos y la boca babeando visiblemente.
- Mmmm... ¿bajamos? -el mayor asintió con gesto determinado, incluso con un matiz desafiante en su mirada de ojos blancos y ciegos.
- Vamos. -dijo únicamente, extendiendo los brazos y haciendo crujir sus hombros, restallando los huesos.
Como si lo hubieran practicado mil veces, los dos se colocaron en el borde del tejado, apoyados en los brazos, y se dejaron caer hasta quedar agarrados con las manos a las tejas del borde. Ambos se miraron, asintiendo al mismo tiempo. Y entonces apoyaron los pies en el muro, buscando un apoyo. La repisa de la ventana del segundo piso les valió como tal. Cuando hubieron estado más o menos estables, ambos se impulsaron para pegarse a ésta, agarrándose de la mano. Una vez en esta inestable posición, los dos dieron un paso atrás, cayendo a plomo hasta que las manos que tenían libres agarraron la misma repisa, y sus pies tocaron el marco de la del piso inferior. De nuevo repitieron la maniobra, cayendo poco a poco y de forma controlada, hasta aterrizar al lado de los sacos de arroz.
- Tachaaaaaan -dijo Gamzee, extendiendo los brazos como colofón del truco, mientras Eezmag se ajustaba el mono de esqueleto que llevaba, y que se había arrugado a la altura del hombro-. Cena cena cena cena cena cena... -empezó a repetir con insistencia, los ojos muy abiertos y la boca babeando visiblemente.
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La morena aplaudió sonriente ante el espectáculo de los hermanos. Normal que le hubieran seguido sin mayores problemas. Agilidad no les faltaba, pero también tenían técnica. Era más que curioso y le hacía preguntarse un montón de cosas que carecían de importancia... porque ya olía la cena. Entró en la posada y asomó la cabeza por la puerta del comedor.
-¡Patrona! Necesito un favor.
Una mujer de pelo rojo fucsia y, efectivamente, con el cucharón en la mano, se personó en la entrada y miró con el ceño fruncido a los dos chicos. Aki posó un brazo en cada hombro para darle a entender que estaban con ella. Con una sonrisa, le explicó:
-Estos hermanos me han hecho un gran favor hoy. Necesito un colchón para ellos y comida para los tres, por favor. Se quedarán esta noche, yo respondo de los gastos.
La enorme mujer sonrió y puso los brazos en jarras mientras miraba al extraño trío. Luego les apuntó con el cucharón.
-¡Más os vale terminarlo todo! Voy a tener que hacer más comida... Angela subirá el colchón.
Aki subió la escalera que llevaba a su habitación esperando que los dos chicos la siguieran. Cuando abrió la puerta, dentro estaba Angela con el colchón. La rubia les sonrió con inocencia y salió educadamente del cuarto. Aki se tiró en su cama, reventada.
-Luego os traeré una manta... en unos minutos nos subirán la cena. - Girándose para mirarles, sonrió y les interrogó. -¿Por qué no me contáis donde aprendisteis todas esas piruetas? Tengo curiosidad.
-¡Patrona! Necesito un favor.
Una mujer de pelo rojo fucsia y, efectivamente, con el cucharón en la mano, se personó en la entrada y miró con el ceño fruncido a los dos chicos. Aki posó un brazo en cada hombro para darle a entender que estaban con ella. Con una sonrisa, le explicó:
-Estos hermanos me han hecho un gran favor hoy. Necesito un colchón para ellos y comida para los tres, por favor. Se quedarán esta noche, yo respondo de los gastos.
La enorme mujer sonrió y puso los brazos en jarras mientras miraba al extraño trío. Luego les apuntó con el cucharón.
-¡Más os vale terminarlo todo! Voy a tener que hacer más comida... Angela subirá el colchón.
Aki subió la escalera que llevaba a su habitación esperando que los dos chicos la siguieran. Cuando abrió la puerta, dentro estaba Angela con el colchón. La rubia les sonrió con inocencia y salió educadamente del cuarto. Aki se tiró en su cama, reventada.
-Luego os traeré una manta... en unos minutos nos subirán la cena. - Girándose para mirarles, sonrió y les interrogó. -¿Por qué no me contáis donde aprendisteis todas esas piruetas? Tengo curiosidad.
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Eezmag se sentó en el suelo del cuarto una vez la chica se tiró en la cama, cruzando las piernas y apoyando los nudillos en el suelo, rozándolo. El mayor de los hermanos observó a la mujer, que parecía bastante cansada, en silencio, hasta que ella preguntó por su pasado. Por lo que él sabía, aquella chica no era una mujer de blanco, pero no podía fiarse lo más mínimo. Observó a su hermano, que había aprovechado el momento de relajación para tirarse a pierna suelta a su lado, con la cabeza apoyada en las manos mientras observaba el techo en silencio.
- Estuvimos en un circo. Allí aprendimos todo. -dijo, de forma parca. No pretendía ser seco del todo, pero las relaciones sociales no eran lo suyo.
El chico miró entonces las paredes de la habitación. Suspiró mientras trataba de imaginarse qué habrían visto aquellos cuatro muros. Posiblemente muchas personas habrían pasado por allí antes que ellos. ¿Quizás un hombre de blanco? El chico sintió un molesto escalofrío recorriéndole la espalda.
- ¡Síiii! ¡El circo! -exclamó entonces Gamzee, incorporándose de golpe, agarrando su maza y colocándosela en la barbilla. A continuación se puso a la pata coja y empezó a improvisar un gracioso baile, haciendo que el bolo se mantuviese en equilibrio-. Con una pelota gigante era más divertido... -dijo entonces, agarrando la maza y sentándose de nuevo.
- Estuvimos en un circo. Allí aprendimos todo. -dijo, de forma parca. No pretendía ser seco del todo, pero las relaciones sociales no eran lo suyo.
El chico miró entonces las paredes de la habitación. Suspiró mientras trataba de imaginarse qué habrían visto aquellos cuatro muros. Posiblemente muchas personas habrían pasado por allí antes que ellos. ¿Quizás un hombre de blanco? El chico sintió un molesto escalofrío recorriéndole la espalda.
- ¡Síiii! ¡El circo! -exclamó entonces Gamzee, incorporándose de golpe, agarrando su maza y colocándosela en la barbilla. A continuación se puso a la pata coja y empezó a improvisar un gracioso baile, haciendo que el bolo se mantuviese en equilibrio-. Con una pelota gigante era más divertido... -dijo entonces, agarrando la maza y sentándose de nuevo.
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-Así que un circo...
Qué recuerdos. Aki sonrió mientras veía al hermano pequeño, Gamzee, haciendo el tonto con la maza. Eso explicaba algunas cosas y le hacía sentir nostalgia. Claro que prefería mil veces su troupe. Siempre estaban en el camino, pero incluso eso era maravilloso... siempre había algo nuevo de ver. Parecía que los pueblos y las aventuras nunca terminaran. De aquella... todo era más fácil. Suspirando, se pasó la mano por el pelo. Había estado tentada de ir a ducharse y quitarse el maldito tinte, pero quizás no fuera buena idea. Los hermanos no parecían tener un pasado fácil y se notaba que el mayor aún no confiaba en ella. Al menos, no del todo. Y no quería estropearlo mostrándoles que había estado disfrazada toda la tarde. Algunas cosas... eran mejor en secreto.
-Cuando era pequeñita, viajaba con una troupe. También teníamos a gente que hacía malabares y piruetas. Incluso funambulistas. Pero lo mejor de todo eran los tigres. Eso sí que lo hecho de menos, más que a todo. Además, y-
-¡Aki? ¡Tengo la cena!
La joven se levantó y fue a abrir, ayudándola a posar los tres platos en la mesa de noche. Arroz, huevos fritos y un bistec de pollo para cada uno. Era el manjar más delicioso que Aki había visto en todo el día.
-Que aproveche.-Les dijo con una sonrisa en cuanto la patrona se hubo marchado.
Qué recuerdos. Aki sonrió mientras veía al hermano pequeño, Gamzee, haciendo el tonto con la maza. Eso explicaba algunas cosas y le hacía sentir nostalgia. Claro que prefería mil veces su troupe. Siempre estaban en el camino, pero incluso eso era maravilloso... siempre había algo nuevo de ver. Parecía que los pueblos y las aventuras nunca terminaran. De aquella... todo era más fácil. Suspirando, se pasó la mano por el pelo. Había estado tentada de ir a ducharse y quitarse el maldito tinte, pero quizás no fuera buena idea. Los hermanos no parecían tener un pasado fácil y se notaba que el mayor aún no confiaba en ella. Al menos, no del todo. Y no quería estropearlo mostrándoles que había estado disfrazada toda la tarde. Algunas cosas... eran mejor en secreto.
-Cuando era pequeñita, viajaba con una troupe. También teníamos a gente que hacía malabares y piruetas. Incluso funambulistas. Pero lo mejor de todo eran los tigres. Eso sí que lo hecho de menos, más que a todo. Además, y-
-¡Aki? ¡Tengo la cena!
La joven se levantó y fue a abrir, ayudándola a posar los tres platos en la mesa de noche. Arroz, huevos fritos y un bistec de pollo para cada uno. Era el manjar más delicioso que Aki había visto en todo el día.
-Que aproveche.-Les dijo con una sonrisa en cuanto la patrona se hubo marchado.
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La chica empezó a decirles que ella había estado en una troupe, de forma similar a ellos. Parecía añorarlo mucho, y empezó a divagar. De no ser porque la otra mujer llegó con la cena, la chica habría seguido hablando sobre el pasado. No era que a Gamzee y a su hermano les molestase, pero en aquel momento tan solo tenían pensamientos para la comida, por lo que cuando el olor a huevos fritos y arroz con carne llegó a sus fosas nasales, no pudieron evitar sonreír. La mujer se levantó de la cama y agarró la cena, dándole un plato a cada uno de los gemelos.
Gamzee se abalanzó sobre el bistec, salivando profusamente y engullendo trozos de carne tan rápidamente como podía. Un par de veces se le atascó a mitad de la faringe, provocándole esa desagradable sensación que da la comida cuando no logras tragarla bien, y cada centímetro que desciende por el tracto digestivo es un suplicio. Por su parte, Eezmag cortó el bistec en pequeños pedazos, agarrándolos con la punta de los dedos y metiéndolos en la boca, entre los hilos que le cosían los labios.
- ¡Delicioso! -exclamó Gamzee, sonriendo y llevándose las manos a la tripa un par de minutos después. Su plato estaba vacío y rebañado, y alrededor de sus labios había un montón de yema de huevo, como si de un extraño pintalabios naranja se tratase. Tras eso, se acercó a la cama y se sentó en el borde, tumbándose después y cerrando los ojos.
- Mmmm... -el mayor de los hermanos observó a la chica. Ahora que ya había comido un poco, estaba más dispuesto a hablar-. Gracias por la comida -dijo en voz baja, sentándose al lado de su hermano y acariciándole el revuelto pelo. Después buscó con la mirada por toda la sala-. ¿Tienes una manta?
Gamzee se abalanzó sobre el bistec, salivando profusamente y engullendo trozos de carne tan rápidamente como podía. Un par de veces se le atascó a mitad de la faringe, provocándole esa desagradable sensación que da la comida cuando no logras tragarla bien, y cada centímetro que desciende por el tracto digestivo es un suplicio. Por su parte, Eezmag cortó el bistec en pequeños pedazos, agarrándolos con la punta de los dedos y metiéndolos en la boca, entre los hilos que le cosían los labios.
- ¡Delicioso! -exclamó Gamzee, sonriendo y llevándose las manos a la tripa un par de minutos después. Su plato estaba vacío y rebañado, y alrededor de sus labios había un montón de yema de huevo, como si de un extraño pintalabios naranja se tratase. Tras eso, se acercó a la cama y se sentó en el borde, tumbándose después y cerrando los ojos.
- Mmmm... -el mayor de los hermanos observó a la chica. Ahora que ya había comido un poco, estaba más dispuesto a hablar-. Gracias por la comida -dijo en voz baja, sentándose al lado de su hermano y acariciándole el revuelto pelo. Después buscó con la mirada por toda la sala-. ¿Tienes una manta?
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La joven comió en silencio sentada en la cama, perdida en sus recuerdos. La comida era casera y estaba deliciosa. Cuando terminó dejó el plato a un lado y miró a los dos hermanos. Gamzee estaba terminando de rebañar el plato como un salvaje, mientras su hermano acababa su parte de manera un tanto más civilizada. Era curioso verlo meter los cachos de carne entre los hilos de su boca.
La morena se acercó y les cogió los platos ya vacíos con una sonrisa. Les pidió que esperasen y bajó a devolvérselos a la patrona; no le gustaba que los acumulase en su habitación. Al subir se encontró al menor tumbado con la boca llena de huevo. Se acercó y le dio un pañuelo al mayor mientras escuchaba su petición acerca de una manta:
-Ten, límpiale la boca antes de que se quede dormido, o a la mañana estará todo pegajoso.
Luego fue hasta un armario que había en un rincón y poniéndose de puntillas agarró una enorme y mullida manta. La llevó hasta el colchón de los hermanos y lo cubrió con ella, arropando a Gamzee en el proceso. Luego se sentó en su propia cama y apoyó la cabeza en las manos.
-Parecéis muy unidos. Eso es... tierno. Tu hermano tiene suerte de tener a alguien que se preocupe tanto por él.
La morena se acercó y les cogió los platos ya vacíos con una sonrisa. Les pidió que esperasen y bajó a devolvérselos a la patrona; no le gustaba que los acumulase en su habitación. Al subir se encontró al menor tumbado con la boca llena de huevo. Se acercó y le dio un pañuelo al mayor mientras escuchaba su petición acerca de una manta:
-Ten, límpiale la boca antes de que se quede dormido, o a la mañana estará todo pegajoso.
Luego fue hasta un armario que había en un rincón y poniéndose de puntillas agarró una enorme y mullida manta. La llevó hasta el colchón de los hermanos y lo cubrió con ella, arropando a Gamzee en el proceso. Luego se sentó en su propia cama y apoyó la cabeza en las manos.
-Parecéis muy unidos. Eso es... tierno. Tu hermano tiene suerte de tener a alguien que se preocupe tanto por él.
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Eezmag cogió el pañuelo que le tendía Aki, observándolo minuciosamente antes de pasarlo por la boca de su hermano pequeño. El menor se encogió sobre la cama, tomando una postura fetal. Eezmag agarró a su hermano con delicadeza, llevándolo al colchón, donde Aki lo arropó. Tras eso, la mujer dijo que era tierno ver lo unidos que parecían estar ellos dos.
- Bueno, somos hermanos. -respondió únicamente el ciego, encogiéndose de hombros, como si aquello lo explicase todo.
En ese momento, Gamzee empezó a roncar levemente, como un gato ronroneando. El mayor de los dos se giró hacia él, observando que todo fuera bien, y tras eso volvió a mirar a la mujer:
- Yo tengo suerte de tenerlo a él. No podría estar sin mi hermano. Aunque es cierto que a veces se mete en líos -el chico se observó el dedo, pensativo. El hilo que había cosido unas horas antes seguía allí, firmemente agarrado en la piel, hundiéndose en la carne. Durante unos segundos, el joven quedó completamente abstraído-. De todos modos, solo nos tenemos el uno al otro.
Tras eso, el chico se acercó a su hermano, y tras volver a comprobar de nuevo que no le pasaba nada raro, se tumbó a su lado, en el suelo, dejándole el colchón. Sus ojos se quedaron fijos en el techo, viendo sin mirar. El menor de los dos empezó a murmurar algo en sueños, palabras ininteligibles que no parecían significar nada. Eezmag suspiró.
- ¿Y tú? -preguntó únicamente. Obviamente la pregunta iba hacia Aki, pero en aquel contexto, podía significar muchas cosas.
- Bueno, somos hermanos. -respondió únicamente el ciego, encogiéndose de hombros, como si aquello lo explicase todo.
En ese momento, Gamzee empezó a roncar levemente, como un gato ronroneando. El mayor de los dos se giró hacia él, observando que todo fuera bien, y tras eso volvió a mirar a la mujer:
- Yo tengo suerte de tenerlo a él. No podría estar sin mi hermano. Aunque es cierto que a veces se mete en líos -el chico se observó el dedo, pensativo. El hilo que había cosido unas horas antes seguía allí, firmemente agarrado en la piel, hundiéndose en la carne. Durante unos segundos, el joven quedó completamente abstraído-. De todos modos, solo nos tenemos el uno al otro.
Tras eso, el chico se acercó a su hermano, y tras volver a comprobar de nuevo que no le pasaba nada raro, se tumbó a su lado, en el suelo, dejándole el colchón. Sus ojos se quedaron fijos en el techo, viendo sin mirar. El menor de los dos empezó a murmurar algo en sueños, palabras ininteligibles que no parecían significar nada. Eezmag suspiró.
- ¿Y tú? -preguntó únicamente. Obviamente la pregunta iba hacia Aki, pero en aquel contexto, podía significar muchas cosas.
Aki D. Arlia
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Aki escuchó en silencio las palabras de Eezmag, mientras los suaves ronquidos de Gamzee llenaban el cuarto. Era la primera vez en todo el día que le oía hablar tanto; era obvio que su hermano era un tema importante para él. Si no tenían a nadie más... era normal que hubiesen acabado dependiendo tanto el uno del otro. Eran como opuestos y como tales, se complementaban. ¿Serían así todos los hermanos? De repente, la asaltó una duda. ¿Tendría ella hermanos? O hermanas. No era algo que se le hubiera ocurrido preguntar, pero... no, no tenía sentido.
Sacudió la cabeza para ahuyentar sus estúpidos pensamientos y entonces oyó su pregunta. ¿Sola? ¿Con Samirn y Xella a su cargo? No... no realmente. Y por supuesto, además estaba...
-Hay alguien que se preocupa por mi. Siempre nos separamos... pero tarde o temprano nos encontramos. Es algo extraño.
Recordando algo, la morena se levantó y fue a bajar las persianas y cerrar la puerta. A veces clientes borrachos de la posada trataban de entrar, y lo odiaba. Esperaba que esa noche no fuera así.
-También tengo gente a la que cuido. Pero nunca he... dependido así de nadie. Podrías decir que es algo bueno, pero en cierta manera os envidio.-Le confesó con una amable sonrisa.
Sacudió la cabeza para ahuyentar sus estúpidos pensamientos y entonces oyó su pregunta. ¿Sola? ¿Con Samirn y Xella a su cargo? No... no realmente. Y por supuesto, además estaba...
-Hay alguien que se preocupa por mi. Siempre nos separamos... pero tarde o temprano nos encontramos. Es algo extraño.
Recordando algo, la morena se levantó y fue a bajar las persianas y cerrar la puerta. A veces clientes borrachos de la posada trataban de entrar, y lo odiaba. Esperaba que esa noche no fuera así.
-También tengo gente a la que cuido. Pero nunca he... dependido así de nadie. Podrías decir que es algo bueno, pero en cierta manera os envidio.-Le confesó con una amable sonrisa.
Gamzee
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Eezmag asintió en silencio, desde su posición tumbada. El chico suspiró, observando a su hermano dormir a su lado. Cuando la chica dijo que los envidiaba, dijo:
- No nos envidies. No es fácil ser nosotros -tras eso, carraspeó-. No digo que tú lo tengas fácil, pero al menos tienes un sitio al que puedes llamar "hogar" -señaló con la mano el cuarto-. Nosotros hoy estamos aquí, y mañana quien sabe -volvió a carraspear-. No quiero dar lástima, solo decir las cosas como son.
El chico se giró, apoyándose de lado. Observaba la suave respiración de Gamzee a su lado, parecía estar soñando con algo bonito, pues una sonrisa tonta se había dibujado en su boca, dejando ver sus afilados dientes. Eezmag cerró los ojos, aunque hacía un esfuerzo por mantenerlos abiertos. Estaba cansado, y pese a todo no quería dormirse. No era que no se fiase de la mujer, pero sentía que si se dormía podría llegar a pasarle algo malo a él o a su pequeño hermano. En su fuero interno, pensó en pedir un café o algo para mantenerse despierto, pero con el estómago lleno y aquella temperatura agradable era muy fácil caer en la tentación de un sueño reparador.
- No nos envidies. No es fácil ser nosotros -tras eso, carraspeó-. No digo que tú lo tengas fácil, pero al menos tienes un sitio al que puedes llamar "hogar" -señaló con la mano el cuarto-. Nosotros hoy estamos aquí, y mañana quien sabe -volvió a carraspear-. No quiero dar lástima, solo decir las cosas como son.
El chico se giró, apoyándose de lado. Observaba la suave respiración de Gamzee a su lado, parecía estar soñando con algo bonito, pues una sonrisa tonta se había dibujado en su boca, dejando ver sus afilados dientes. Eezmag cerró los ojos, aunque hacía un esfuerzo por mantenerlos abiertos. Estaba cansado, y pese a todo no quería dormirse. No era que no se fiase de la mujer, pero sentía que si se dormía podría llegar a pasarle algo malo a él o a su pequeño hermano. En su fuero interno, pensó en pedir un café o algo para mantenerse despierto, pero con el estómago lleno y aquella temperatura agradable era muy fácil caer en la tentación de un sueño reparador.
Aki D. Arlia
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Akuma no mi
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Me quedé perpleja al oír las palabras del joven. Entre divertida y exasperada ante la idea de vivir en la posada, me levanté cruzándome de brazos.
-¿Perdona? Yo he sido nómada toda mi vida. Este sitio es agradable y acogedor para pasar un par de días, pero no podría vivir aquí. Si hay algún sitio al que pueda llamar ''hogar''... está a mares de distancia de esta habitación.
Dejé caer los brazos, algo cansada. Había sido un día largo para todos. Vio que Eezmag estaba casi cayéndose dormido y esbozó una sonrisa.
-Duerme tranquilo. Acompaña a tu hermano bajo la manta, yo... yo cuidaré de vosotros. No será mi primera noche en blanco. - Añadió yendo hasta el armario y cogiendo un libro. Era completamente negro, encuadernado en piel, y tenía un marcapáginas rojo. Lo había sacado de la biblioteca privada de la sacerdotisa para tener algo que leer en su viaje, pero hasta ahora no había tenido tiempo. Se sentó en la cama, apoyada contra el cabecero y miró de reojo hacia los dos hermanos.
No era fácil renunciar a estar alerta, pero todo el mundo necesita una noche de descanso de vez en cuando. Aun si viene de mano de una desconocida.
-¿Perdona? Yo he sido nómada toda mi vida. Este sitio es agradable y acogedor para pasar un par de días, pero no podría vivir aquí. Si hay algún sitio al que pueda llamar ''hogar''... está a mares de distancia de esta habitación.
Dejé caer los brazos, algo cansada. Había sido un día largo para todos. Vio que Eezmag estaba casi cayéndose dormido y esbozó una sonrisa.
-Duerme tranquilo. Acompaña a tu hermano bajo la manta, yo... yo cuidaré de vosotros. No será mi primera noche en blanco. - Añadió yendo hasta el armario y cogiendo un libro. Era completamente negro, encuadernado en piel, y tenía un marcapáginas rojo. Lo había sacado de la biblioteca privada de la sacerdotisa para tener algo que leer en su viaje, pero hasta ahora no había tenido tiempo. Se sentó en la cama, apoyada contra el cabecero y miró de reojo hacia los dos hermanos.
No era fácil renunciar a estar alerta, pero todo el mundo necesita una noche de descanso de vez en cuando. Aun si viene de mano de una desconocida.
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