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Nocturne93
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Estaba llegando, esperaba encontrarle allí, si no en nuestro próximo encuentro acabaría con él de verdad. Solo una vez nos encontramos, y acabamos luchando en un combate que parecía ir a muerte, pero al final acabó cediendo con un agujero en el vientre y una daga en el cuello. Si me tocaba hacer lo mismo hoy, esa daga acabaría rebanando su pescuezo, pues si algo no tolero es que me tomen a la ligera y me engañen en mis propias narices.
Hacía unos días había llamado por DDM a aquél que se hacía llamar Noa Kasanova. Si sus palabras fueron ciertas en nuestro primer encuentro, ahora contábamos con cierto tipo de alianza entre él y mi tripulación, los Crimson Wolves. Aunque ya sabía cómo luchaba él, sus habilidades me dejaron pasmado en cierto modo. Aquellos edificios quedaron reducidos a un montón de escombros y polvo, y tan solo con un movimiento. Estoy seguro de que podríamos llegar a algún acuerdo, podríamos ayudarnos mutuamente, y esa era la intención de éste encuentro.
Le cité en las ruinas al sur de la isla de Ireos, una que está completamente deshabitada, ahí podríamos destrozar todo cuando haga falta sin miedo a que hayan heridos ni nada por el estilo, podríamos entrenar el tiempo necesario, y en el barco había traído tantas provisiones que dudaba que nos hiciese falta ir a por más, y si así fuera, el barco no estaba solo, siempre podría mandarles a reponer las bodegas.
Finalmente llegué. Aquello eran unas ruinas realmente espectaculares, la vegetación ya se había apoderado de todo lo que antaño había sido construído por el hombre. Era una imagen que tenía cierta belleza, todo hay que decirlo. Caminé hasta llegar a una pequeña plaza, fue ahí donde me senté y me paré a esperar a que llegase el miembro del Cypher Pol. Por su bien, esperaba que acudiese a la llamada, por más que me dijese que vendría no conozco a esa persona, no se hasta qué punto me puedo fiar de él.
Hacía unos días había llamado por DDM a aquél que se hacía llamar Noa Kasanova. Si sus palabras fueron ciertas en nuestro primer encuentro, ahora contábamos con cierto tipo de alianza entre él y mi tripulación, los Crimson Wolves. Aunque ya sabía cómo luchaba él, sus habilidades me dejaron pasmado en cierto modo. Aquellos edificios quedaron reducidos a un montón de escombros y polvo, y tan solo con un movimiento. Estoy seguro de que podríamos llegar a algún acuerdo, podríamos ayudarnos mutuamente, y esa era la intención de éste encuentro.
Le cité en las ruinas al sur de la isla de Ireos, una que está completamente deshabitada, ahí podríamos destrozar todo cuando haga falta sin miedo a que hayan heridos ni nada por el estilo, podríamos entrenar el tiempo necesario, y en el barco había traído tantas provisiones que dudaba que nos hiciese falta ir a por más, y si así fuera, el barco no estaba solo, siempre podría mandarles a reponer las bodegas.
Finalmente llegué. Aquello eran unas ruinas realmente espectaculares, la vegetación ya se había apoderado de todo lo que antaño había sido construído por el hombre. Era una imagen que tenía cierta belleza, todo hay que decirlo. Caminé hasta llegar a una pequeña plaza, fue ahí donde me senté y me paré a esperar a que llegase el miembro del Cypher Pol. Por su bien, esperaba que acudiese a la llamada, por más que me dijese que vendría no conozco a esa persona, no se hasta qué punto me puedo fiar de él.
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Había pasado ya algún tiempo desde que Kimura y yo habíamos tenido aquel combate tan intenso, las heridas ya habían sanado aunque algunas habían dejado marcas que no se irían tan fácilmente. Lo cierto era que ya tenía ganas de volver a enfrentarme al Marine y de tener una pequeña revancha por lo sucedido aquel día. No se si fue cosa del destino, el karma o vete tu a saber qué, pero justo cuando mas pensaba en aquello, de pronto el DDM sonó.
La conversación que mantuvimos fue mas bien escueta, Kimura no quería un combate serio como el anterior si no mas bien quería que tuviésemos un encuentro donde mejorar nuestras habilidades. Por mi parte la idea era perfecta, hacía algún tiempo que me había quedado estancado, sintiendo la necesidad de romper ese muro, ese límite y seguir aumentando mi poder. Los términos que establecimos fueron simples, una isla perdida del North Blue conocida por el nombre de Ireos, más concretamente en el sur de esta. Un lugar donde poder llevar nuestras técnicas y habilidades hasta el límite sin tener que dar explicaciones luego al Gobierno o a la Marina. Mi compañero de entrenamiento ponía la comida... Así que no podía pedir más.
El lugar donde nos habíamos citado eran unas ruinas... Espera... Esto me suena de algo... ¿Otra vez en unas ruinas? ¿En serio? Mira que no me gusta destrozar antiguos vestigios de civilizaciones pasadas... Pero bueno, nadie va a quejarse de unas ruinas de una isla que nadie conoce. Pues eso, en el sur de la isla se supone que hay unas ruinas, las cuales destrozaremos hasta mejorar y pulir nuestras habilidades.
Llegué allí gracias a un Eternal Pose... Cualquiera encuentra ese lugar de mala muerte con un Log Pose. Con este objeto y la ayuda de un pequeño grupo de mercenarios que encontré por el North Blue, conseguí llegar a Ireos sano y salvo, tuve la suerte de que justo fuésemos a desembarcar en la zona sur de la isla. Me dejaron un bote para que pudiese alcanzar tierra y ellos marcaron a seguir con sus turbios negocios, podía haberles arrestado pero tampoco es algo que necesite la atención de un CP, la Marina puede encargarse de esta chiquillada.
Apenas tardé en alcanzar la playa, la única de la isla que podía ver, el resto parecía un enorme sistema montañoso impracticable desde el mar o al menos esa sensación daba desde mi perspectiva, pero eso no me interesaba mucho, el navío de los Crimson Wolves estaba anclado justo donde habíamos acordado, Kimura ya estaba en la isla casi con total seguridad. Desembarqué rápidamente y me adentré en las ruinas para encontrar al Marine.
No tardé mucho en verle, se encontraba en medio de las ruinas observando el panorama. Me acerqué a él mientras le echaba un ojo al lugar que quería que "destruyésemos". - Menudo sitio has ido a elegir Kimura... Es casi como cuando nuestro primer encuentro pero con mas plantas. ¿No sabía yo que eras tan nostálgico?-.Ya a su altura dejé caer una bolsa negra con mis pertenencias, armas, mudas de ropa... Lo necesario para pasar una temporada en Ireos.
La conversación que mantuvimos fue mas bien escueta, Kimura no quería un combate serio como el anterior si no mas bien quería que tuviésemos un encuentro donde mejorar nuestras habilidades. Por mi parte la idea era perfecta, hacía algún tiempo que me había quedado estancado, sintiendo la necesidad de romper ese muro, ese límite y seguir aumentando mi poder. Los términos que establecimos fueron simples, una isla perdida del North Blue conocida por el nombre de Ireos, más concretamente en el sur de esta. Un lugar donde poder llevar nuestras técnicas y habilidades hasta el límite sin tener que dar explicaciones luego al Gobierno o a la Marina. Mi compañero de entrenamiento ponía la comida... Así que no podía pedir más.
El lugar donde nos habíamos citado eran unas ruinas... Espera... Esto me suena de algo... ¿Otra vez en unas ruinas? ¿En serio? Mira que no me gusta destrozar antiguos vestigios de civilizaciones pasadas... Pero bueno, nadie va a quejarse de unas ruinas de una isla que nadie conoce. Pues eso, en el sur de la isla se supone que hay unas ruinas, las cuales destrozaremos hasta mejorar y pulir nuestras habilidades.
Llegué allí gracias a un Eternal Pose... Cualquiera encuentra ese lugar de mala muerte con un Log Pose. Con este objeto y la ayuda de un pequeño grupo de mercenarios que encontré por el North Blue, conseguí llegar a Ireos sano y salvo, tuve la suerte de que justo fuésemos a desembarcar en la zona sur de la isla. Me dejaron un bote para que pudiese alcanzar tierra y ellos marcaron a seguir con sus turbios negocios, podía haberles arrestado pero tampoco es algo que necesite la atención de un CP, la Marina puede encargarse de esta chiquillada.
Apenas tardé en alcanzar la playa, la única de la isla que podía ver, el resto parecía un enorme sistema montañoso impracticable desde el mar o al menos esa sensación daba desde mi perspectiva, pero eso no me interesaba mucho, el navío de los Crimson Wolves estaba anclado justo donde habíamos acordado, Kimura ya estaba en la isla casi con total seguridad. Desembarqué rápidamente y me adentré en las ruinas para encontrar al Marine.
No tardé mucho en verle, se encontraba en medio de las ruinas observando el panorama. Me acerqué a él mientras le echaba un ojo al lugar que quería que "destruyésemos". - Menudo sitio has ido a elegir Kimura... Es casi como cuando nuestro primer encuentro pero con mas plantas. ¿No sabía yo que eras tan nostálgico?-.Ya a su altura dejé caer una bolsa negra con mis pertenencias, armas, mudas de ropa... Lo necesario para pasar una temporada en Ireos.
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Noa llegó, cumplió con su palabra de aparecer allí. Y lo primero que hizo fue satirizar el encuentro diciendo que era nostálgico.
-No es eso. Este es el lugar más cercano y deshabitado que he encontrado, y antes que pelear en el bosque, prefiero hacerlo en las ruinas. No es que quiera destruirlas, pero algo así ocurre mejor aquí que en medio de una civilización donde puede haber heridos.
Me levanté de donde estaba sentado esperando y caminé hacia el agente del gobierno para tenderle la mano y saludarle como es debido. El musgo había cubierto la calzada que antaño hubo construída, era como caminar por un pasto, pero más extraño sabiendo que debajo hay edificaciones humanas. Le tendí la mano.
-Me alegra ver que has venido. Como ya sabes mi intención es que entrenemos. No tienes ninguna obligación, pero aquél combate me hizo pensar realmente en que mi poder no es suficiente en ocasiones. Fue un golpe de suerte el que en ese ataque tuyo me agarrases de la mano, de no ser así habría perdido el combate de la peor de las formas. Y ahora que lo recuerdo... ¿Fuiste tú el causante de lo que ocurrió con los edificios? De ser así es una técnica magnífica.
Me estaba yendo por las ramas, y me acababa de dar cuenta, por lo que me di la vuelta y anduve unos pasos en dirección opuesta. Esperaba lograr convencerle para entrenar, aunque si ya había venido era por algo.
-Creo que ambos dos podemos progresar rápidamente si entrenamos duramente. Nuestro nivel está prácticamente a la par, quitando esa técnica absurda y bestial. Los dos podemos progresar si trabajamos juntos, y creo que como miembros de asociaciones aliadas no sería nada extraño de ver. Quien sabe, incluso podemos aprender cosas el uno del otro.
Solté una pequeña risotada mientras volvía a mirar hacia Noa Kasanova. El bulto que había traído parecía ser para unos cuantos días, no cabía duda de que aceptaría, pero aun así quería asegurarme bien de que obtendría por lo menos lo que quería. Algo que no es nada fácil y que requiere de una práctica intensa y forzada. El haki.
-Iré al grano Noa. Mi intención es hacer un entrenamiento concreto, pero es duro y tardío. Por nuestro combate se que por lo menos dominas el Bushoushoku haki, y por lo que parece ser nuestro nivel de control está a la par. Mi intención es potenciar ese haki, tanto el tuyo como el mío. Si hemos de luchar mano a mano en alguna ocasión, quiero que sea con unas técnicas y habilidades perfeccionadas, quiero que tengamos una victoria asegurada indiferentemente del rival al que nos enfrentemos. Y creo que hoy en día eso tan solo puedo hacerlo contigo... Qué me dices Noa. ¿Estás dispuesto a pasarte aquí una temporada entrenando?
Sinceramente no sabía qué es lo que iba a responder, pero esperaba que si. Parecía preparado para pasar unos días aquí, pero esto nos llevaría más de unos días, como mínimo unas semanas, un mes o dos. No se cuánto podremos avanzar ni cuánto tardaremos en hacerlo. Por ello esperaba su colaboración, al fin y al cabo ambos salíamos ganando con ésto.
-No es eso. Este es el lugar más cercano y deshabitado que he encontrado, y antes que pelear en el bosque, prefiero hacerlo en las ruinas. No es que quiera destruirlas, pero algo así ocurre mejor aquí que en medio de una civilización donde puede haber heridos.
Me levanté de donde estaba sentado esperando y caminé hacia el agente del gobierno para tenderle la mano y saludarle como es debido. El musgo había cubierto la calzada que antaño hubo construída, era como caminar por un pasto, pero más extraño sabiendo que debajo hay edificaciones humanas. Le tendí la mano.
-Me alegra ver que has venido. Como ya sabes mi intención es que entrenemos. No tienes ninguna obligación, pero aquél combate me hizo pensar realmente en que mi poder no es suficiente en ocasiones. Fue un golpe de suerte el que en ese ataque tuyo me agarrases de la mano, de no ser así habría perdido el combate de la peor de las formas. Y ahora que lo recuerdo... ¿Fuiste tú el causante de lo que ocurrió con los edificios? De ser así es una técnica magnífica.
Me estaba yendo por las ramas, y me acababa de dar cuenta, por lo que me di la vuelta y anduve unos pasos en dirección opuesta. Esperaba lograr convencerle para entrenar, aunque si ya había venido era por algo.
-Creo que ambos dos podemos progresar rápidamente si entrenamos duramente. Nuestro nivel está prácticamente a la par, quitando esa técnica absurda y bestial. Los dos podemos progresar si trabajamos juntos, y creo que como miembros de asociaciones aliadas no sería nada extraño de ver. Quien sabe, incluso podemos aprender cosas el uno del otro.
Solté una pequeña risotada mientras volvía a mirar hacia Noa Kasanova. El bulto que había traído parecía ser para unos cuantos días, no cabía duda de que aceptaría, pero aun así quería asegurarme bien de que obtendría por lo menos lo que quería. Algo que no es nada fácil y que requiere de una práctica intensa y forzada. El haki.
-Iré al grano Noa. Mi intención es hacer un entrenamiento concreto, pero es duro y tardío. Por nuestro combate se que por lo menos dominas el Bushoushoku haki, y por lo que parece ser nuestro nivel de control está a la par. Mi intención es potenciar ese haki, tanto el tuyo como el mío. Si hemos de luchar mano a mano en alguna ocasión, quiero que sea con unas técnicas y habilidades perfeccionadas, quiero que tengamos una victoria asegurada indiferentemente del rival al que nos enfrentemos. Y creo que hoy en día eso tan solo puedo hacerlo contigo... Qué me dices Noa. ¿Estás dispuesto a pasarte aquí una temporada entrenando?
Sinceramente no sabía qué es lo que iba a responder, pero esperaba que si. Parecía preparado para pasar unos días aquí, pero esto nos llevaría más de unos días, como mínimo unas semanas, un mes o dos. No se cuánto podremos avanzar ni cuánto tardaremos en hacerlo. Por ello esperaba su colaboración, al fin y al cabo ambos salíamos ganando con ésto.
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Kimura reaccionó algo tenso a mi pequeña broma, el Marine parecía estar mas serio de lo que me había parecido... Vaya por Dios, me ha ido a tocar un sosáinas sin sentido del humor. Bueno, al menos sabía exactamente que quería conseguir entrenando, ambos salíamos ganando y de paso me escaquearía un tiempo de mis obligaciones con el CP. No se puede pedir más... Bueno sí, él pone la comida. Se levantó del suelo para saludarme correctamente... Este hombre tiene que venir de familia pija a la fuerza... No se puede ser tan formal en estos días que corren, por muy educado que quiera ser pero bueno, no voy a meterme con su forma de ser... Por lo menos no el primer día en Ireos.
Nada mas saludar comenzó una verborrea que no era normal, menudo discurso se estaba marcando el hombre este de verde... Espera, ¿Que hace de verde? ¿La Marina ha cambiado los uniformes y no me he enterado? Lo cierto era que le quedaba bien, pero no se si ese color es el más indicado para las fuerzas del orden. El monólogo seguía hasta que de pronto llegó a una parte en la que yo estaba involucrado, el derrumbe de aquel edificio en nuestro primer encuentro. Lo cierto era que si ese golpe le hubiera acertado muy posiblemente no seguiría vivo a día de hoy, pero por fortuna la técnica pasó de largo hasta alcanzar ese edificio que se convirtió en polvo casi al instante.
- Esa técnica require mucho entrenamiento y conlleva un gran desgaste físico. Podría intentar enseñártela, pero si algo le ocurre a tu cuerpo será culpa tuya. Aunque no te saldrá gratis, yo también quiero ampliar mi arsenal, así que... Podríamos llegar a algún trato, enseñarnos técnicas mutuamente, por ejemplo.
Tras mi sugerencia, Kimura parecía estar mas interesado en mejorar el dominio de los Hakis, tanto Mantra como Armadura. Eso también era muy buena opción, quizás sería mejor perfeccionar mis habilidades actuales en vez de tratar de aprender una nueva técnica, sí, será lo mejor. Su idea de entrenar era pasar unas vacaciones en Ireos hasta que nuestros Hakis alcanzasen un nuevo nivel. Igual pasar tanto tiempo alejado de Ennies Lobby levantaría sospechas infundadas y me buscaría un follón con mis superiores, pero visto de otro modo... Si esto sale bien, no solo seré mucho más poderoso que ahora si no que encima habré conseguido un "enlace" en buenos términos con la Marina.
- Bueno... Entonces ¿Cuando empezamos a entrenar? No vamos a mejorar si solo estamos aquí hablando sin hacer nada. Así que... ¿Que te parece si empezamos a calentar?-. Por su puesto aquello no era una sugerencia. Me separé un poco de él, a mis pies había una piedra de un tamaño no superior al de una pelota de tenis, eché la pierna hacía atrás para chutar la piedra y que esta fuese impulsada golpeando a Kimura, esa era la idea, nada mas golpear la piedra pensé "Es mas posible que esto pase por entre medias del arco-iris a que le acierte, pero de alguna forma habrá que empezar a entrenar". Luego de proyectar la piedra contra el Marine, recubrí mis brazos con Haki Armadura para seguidamente lanzarme a por el con la intención de cruzar un par de golpes.
Nada mas saludar comenzó una verborrea que no era normal, menudo discurso se estaba marcando el hombre este de verde... Espera, ¿Que hace de verde? ¿La Marina ha cambiado los uniformes y no me he enterado? Lo cierto era que le quedaba bien, pero no se si ese color es el más indicado para las fuerzas del orden. El monólogo seguía hasta que de pronto llegó a una parte en la que yo estaba involucrado, el derrumbe de aquel edificio en nuestro primer encuentro. Lo cierto era que si ese golpe le hubiera acertado muy posiblemente no seguiría vivo a día de hoy, pero por fortuna la técnica pasó de largo hasta alcanzar ese edificio que se convirtió en polvo casi al instante.
- Esa técnica require mucho entrenamiento y conlleva un gran desgaste físico. Podría intentar enseñártela, pero si algo le ocurre a tu cuerpo será culpa tuya. Aunque no te saldrá gratis, yo también quiero ampliar mi arsenal, así que... Podríamos llegar a algún trato, enseñarnos técnicas mutuamente, por ejemplo.
Tras mi sugerencia, Kimura parecía estar mas interesado en mejorar el dominio de los Hakis, tanto Mantra como Armadura. Eso también era muy buena opción, quizás sería mejor perfeccionar mis habilidades actuales en vez de tratar de aprender una nueva técnica, sí, será lo mejor. Su idea de entrenar era pasar unas vacaciones en Ireos hasta que nuestros Hakis alcanzasen un nuevo nivel. Igual pasar tanto tiempo alejado de Ennies Lobby levantaría sospechas infundadas y me buscaría un follón con mis superiores, pero visto de otro modo... Si esto sale bien, no solo seré mucho más poderoso que ahora si no que encima habré conseguido un "enlace" en buenos términos con la Marina.
- Bueno... Entonces ¿Cuando empezamos a entrenar? No vamos a mejorar si solo estamos aquí hablando sin hacer nada. Así que... ¿Que te parece si empezamos a calentar?-. Por su puesto aquello no era una sugerencia. Me separé un poco de él, a mis pies había una piedra de un tamaño no superior al de una pelota de tenis, eché la pierna hacía atrás para chutar la piedra y que esta fuese impulsada golpeando a Kimura, esa era la idea, nada mas golpear la piedra pensé "Es mas posible que esto pase por entre medias del arco-iris a que le acierte, pero de alguna forma habrá que empezar a entrenar". Luego de proyectar la piedra contra el Marine, recubrí mis brazos con Haki Armadura para seguidamente lanzarme a por el con la intención de cruzar un par de golpes.
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Noa pronto sugirió comenzar a calentar, lancé una sonrisa irónica, pues estaba deseando que lo dijese. Conforme dijo eso dio unos pasos atrás, yo me puse en pose defensiva y preparé mi haki, ambos dos. Si los quería mejorar necesitaba exprimirlos al máximo desde el primer momento. Y no pensaba utilizar armas, tan solo valerme de mis puños y piernas para fortalecer mi armadura y mente.
Noa lanzó una piedra, ni siquiera tuve que tratar de esquivarla, se fue bastante por mi derecha. Pero tras la piedra vino él cargando con sus puños ennegrecidos. Venía de frente no tenía ningún problema en bloquearle directamente. Nuestros brazos se chocaban, y aunque era obvio que él tenía más fuerza, conseguía resisterle esos golpes retrocediendo unos pasos.
Llegado el momento pensé en lanzarme a mí mismo al ataque, probando una cosa. A la vez que le bloqueaba un último ataque trataba de transmitir mi haki armadura hacia las piernas para golpearle en un costado, tratar de desesquilibrarlo y ser yo quien comenzase a lanzar golpes, ganchos y patadas. No podía utilizar el haki en varias partes de mi cuerpo a la vez, pero el ir camibándolos a de brazos a piernas constantemente tal vez me ayudase a, en un futuro, poder acostumbrar a mi cuerpo al propio flujo del haki y mejorar mi control sobre él.
Buscaba sus hombros, rodillas y codos, donde un buen golpe le haría bastante daño. Al fin y al cabo, si un combate no te lo tomas en serio, por más que sea un entrenamiento te será complicado hacer progresos.
Arremetía contra Noa con un gesto serio. Realmente me había inmerso en el combate.
Noa lanzó una piedra, ni siquiera tuve que tratar de esquivarla, se fue bastante por mi derecha. Pero tras la piedra vino él cargando con sus puños ennegrecidos. Venía de frente no tenía ningún problema en bloquearle directamente. Nuestros brazos se chocaban, y aunque era obvio que él tenía más fuerza, conseguía resisterle esos golpes retrocediendo unos pasos.
Llegado el momento pensé en lanzarme a mí mismo al ataque, probando una cosa. A la vez que le bloqueaba un último ataque trataba de transmitir mi haki armadura hacia las piernas para golpearle en un costado, tratar de desesquilibrarlo y ser yo quien comenzase a lanzar golpes, ganchos y patadas. No podía utilizar el haki en varias partes de mi cuerpo a la vez, pero el ir camibándolos a de brazos a piernas constantemente tal vez me ayudase a, en un futuro, poder acostumbrar a mi cuerpo al propio flujo del haki y mejorar mi control sobre él.
Buscaba sus hombros, rodillas y codos, donde un buen golpe le haría bastante daño. Al fin y al cabo, si un combate no te lo tomas en serio, por más que sea un entrenamiento te será complicado hacer progresos.
Arremetía contra Noa con un gesto serio. Realmente me había inmerso en el combate.
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Antes de darnos cuenta estabamos envueltos en una llivía torrencial de golpes. Patadas y puñetazos sonaban al hacer contacto con el cuerpo del otro, ya fuera por golpeo directo o por bloquear el ataque. En apenas unos segundos la cosa se puso seria, ninguno de los dos retrocedía aunque pareciera que fuese un paso por delante de él, realmente era solo puro físico. A decir verdad me molestaría mucho que eso nos impidiese tener un entrenamiento equilibrado pero de extrema intensidad, igual debería poner una solución a ese aspecto...
Aquellos pensamientos hicieron que de pronto Kimura tomase la iniciativa obligándome a tener que activar mi Mantra. Sus golpes no se quedaban tan lejos de los míos, ciertamente estábamos muy muy parejos en cuanto a nivel físico, el entrenamiento se ponía interesante cuanto menos. Me fijé en que, al igual que yo, no podía cubrir todo su cuerpo con Haki y lo que hacía era cambiar la zona en la concentraba su Haki, la idea era muy buena para mejorar el manejo de este así que no tardé nada en copiar su idea.
Controlar así el Haki era complicado, no solo tenía que estar pendiente del Mantra si no a la vez de cambiar el flujo y la circulación del Armadura por mi cuerpo, si a todo esto le sumamos la coordinación que tenía que tener para esquivar y bloquear sus puñetazos, patadas, ganchos... El estrés al que estaba sometiendo a mi cuerpo era bastante elevado. No sabía que tiempo podría aguantar así además, el Marine buscaba constantemente las partes más sensibles del cuerpo para tratar de hacer el mayor daño posible, viendo ya sus intenciones, estas partes eran las que mas protegía y trataba de resguardar de sus fieras embestidas.
"Veamos que eres capaz de hacer si no puedes golpearme Marine". Aproveché uno de los movimientos de lanzar un puñetazo de Kimura para cambiar totalmente de estrategia. El estrés al que estaba sometiendo mi cuerpo ya era bastante elevado, pero para mejorar se necesita algo más así que... ¿Que pasaría si a esta combinación le añadimos una técnica del Rokushiki? Usé ese instante para "soltar" mi cuerpo, hacerlo más ligero, más flexible. Así fue como comenzó una nueva batalla no contra Kimura, si no contra mi mismo, en esta batalla se enfrentaban mi resistencia contra las ganas que tenía de tomar la delantera en el encuentro real con el de verde.
Los siguientes minutos iban por buen camino, comencé a evitar sus golpes y podía reaccionar más rápido para asestarle los míos aprovechando las oberturas que dejaba mientras fallaba. Sabía que de seguir así éste primer asalto lo acabaría ganado, no solo había reducido el daño que recibía si no que gracias a ello mis ataques aumentaban su efectividad. Si Kimura no pensaba algo pronto esto se decidiría en unos minutos, de todos modos, esta primera toma de contacto no duraría mucho más, la tensión que soportaba mi cuerpo no se podía aguantar mucho más tiempo, son cosas que ocurren cuando utilizas ambos Hakis más el Kami-e, eso sin contar los cambios que realizaba con el Armadura, el estrés en mi cuerpo no tardaría en darme los buenos días.
Aquellos pensamientos hicieron que de pronto Kimura tomase la iniciativa obligándome a tener que activar mi Mantra. Sus golpes no se quedaban tan lejos de los míos, ciertamente estábamos muy muy parejos en cuanto a nivel físico, el entrenamiento se ponía interesante cuanto menos. Me fijé en que, al igual que yo, no podía cubrir todo su cuerpo con Haki y lo que hacía era cambiar la zona en la concentraba su Haki, la idea era muy buena para mejorar el manejo de este así que no tardé nada en copiar su idea.
Controlar así el Haki era complicado, no solo tenía que estar pendiente del Mantra si no a la vez de cambiar el flujo y la circulación del Armadura por mi cuerpo, si a todo esto le sumamos la coordinación que tenía que tener para esquivar y bloquear sus puñetazos, patadas, ganchos... El estrés al que estaba sometiendo a mi cuerpo era bastante elevado. No sabía que tiempo podría aguantar así además, el Marine buscaba constantemente las partes más sensibles del cuerpo para tratar de hacer el mayor daño posible, viendo ya sus intenciones, estas partes eran las que mas protegía y trataba de resguardar de sus fieras embestidas.
"Veamos que eres capaz de hacer si no puedes golpearme Marine". Aproveché uno de los movimientos de lanzar un puñetazo de Kimura para cambiar totalmente de estrategia. El estrés al que estaba sometiendo mi cuerpo ya era bastante elevado, pero para mejorar se necesita algo más así que... ¿Que pasaría si a esta combinación le añadimos una técnica del Rokushiki? Usé ese instante para "soltar" mi cuerpo, hacerlo más ligero, más flexible. Así fue como comenzó una nueva batalla no contra Kimura, si no contra mi mismo, en esta batalla se enfrentaban mi resistencia contra las ganas que tenía de tomar la delantera en el encuentro real con el de verde.
Los siguientes minutos iban por buen camino, comencé a evitar sus golpes y podía reaccionar más rápido para asestarle los míos aprovechando las oberturas que dejaba mientras fallaba. Sabía que de seguir así éste primer asalto lo acabaría ganado, no solo había reducido el daño que recibía si no que gracias a ello mis ataques aumentaban su efectividad. Si Kimura no pensaba algo pronto esto se decidiría en unos minutos, de todos modos, esta primera toma de contacto no duraría mucho más, la tensión que soportaba mi cuerpo no se podía aguantar mucho más tiempo, son cosas que ocurren cuando utilizas ambos Hakis más el Kami-e, eso sin contar los cambios que realizaba con el Armadura, el estrés en mi cuerpo no tardaría en darme los buenos días.
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El chocar de nuestros golpes impregnados con el haki sonaba con dureza, si hubiese alguien en esa isla ahora mismo estarían mirándonos, seguramente más de uno asustados al ver una batalla así. No pretendíamos herir al otro, no obstante si que debíamos dar duros golpes y esforzarnos al máximo para lograr nuestro objetivo, y por ello cada golpe debía de ser duro y eficaz, como si se tratase de un combate real contra un enemigo real.
Utilicé la estrategia de ir alternando los puñetazos con las patadas, debo reconocer que me costaba cambiar el haki tan rápidamente y en tantas ocasiones, y eso me incitaba a seguir haciéndolo. Era cuestión de tiempo que acabase agotado, además necesitaba tanta concentración que bastaba con un simple golpe de Noa para que me derribase.
De pronto algo extraño pasó con el cuerpo del agente. Cuando le di un puñetazo pude ver como que su cuerpo se deformaba, lo justo para esquivar mi ataque, sonreí y seguí lanzando golpes, me daba igual que me esquivara, el entrenamiento ahora constaba en agilizar y perfeccionar el haki, y lo estaba entrenando a cada golpe.
Pasaron unos minutos y finalmente me detuve. Estaba jadeando, mis ojos se clavaron en los de Kasanova. Apenas podía hablar de lo que me costaba tomar aire, me había agotado física y mentalmente, y ahora que había parado, necesitaría un buen rato para recomponerme. Si entrenábamos así de duro, en poco tiempo podremos lograr avances, diría que algo menos de un mes, dos o tres semanas tal vez. Por desgracia puedo estar muy equivocado.
-Necesito tomar un poco de aire -me dejé caer hacia atrás sentándome sobre aquél musgo que cubría las rocas-. He llegado al límite de mi haki, y mis músculos empiezan a entumecerse.
No se cómo estaría él, pero desde luego muy entero no le veía. Y aun así sentía curiosidad por aquella técnica que había utilizado, una forma de evasión muy extraña, pero por lo que veo también bastante efectiva. Tenía pinta de ser una buena baza, tal vez intentara sacarle algo de información respecto a esa técnica.
Había escuchado que los agentes del gobierno, los miembros del Cypher Pol, poseen unas habilidades especiales, unas técnicas legadas tan solo a los miembros de estos escuadrones. Tal vez solo sean leyendas, pero cuando me enfrenté a él le vi utilizar algunas técnicas bastante singulares, habilidades extraordinarias diría yo. Tal vez no sean ningún tipo de trola, tal vez sean reales, y tenía un agente ahí mismo, enfrente de mi. ¿Porqué no preguntarle?
-Oye Noa. ¿Qué tipo de técnica era esa? He escuchado que los miembros del Cypher Pol tenéis acceso a habilidades especiales. ¿Cómo de cierto es eso? La verdad es que tengo bastante curiosidad.
Esperaba no ser impertinente con esas palabras, al fin y al cabo todavía no es que haya demasiada confianza como para que me revele ese tipo de cosas. Aun así por probar tampoco perdía nada, de modo que tan solo me quedaba esperar a escuchar su respuesta. Mientras yo me relajaba tirado en el suelo, tratando de recuperar el aliento.
Utilicé la estrategia de ir alternando los puñetazos con las patadas, debo reconocer que me costaba cambiar el haki tan rápidamente y en tantas ocasiones, y eso me incitaba a seguir haciéndolo. Era cuestión de tiempo que acabase agotado, además necesitaba tanta concentración que bastaba con un simple golpe de Noa para que me derribase.
De pronto algo extraño pasó con el cuerpo del agente. Cuando le di un puñetazo pude ver como que su cuerpo se deformaba, lo justo para esquivar mi ataque, sonreí y seguí lanzando golpes, me daba igual que me esquivara, el entrenamiento ahora constaba en agilizar y perfeccionar el haki, y lo estaba entrenando a cada golpe.
Pasaron unos minutos y finalmente me detuve. Estaba jadeando, mis ojos se clavaron en los de Kasanova. Apenas podía hablar de lo que me costaba tomar aire, me había agotado física y mentalmente, y ahora que había parado, necesitaría un buen rato para recomponerme. Si entrenábamos así de duro, en poco tiempo podremos lograr avances, diría que algo menos de un mes, dos o tres semanas tal vez. Por desgracia puedo estar muy equivocado.
-Necesito tomar un poco de aire -me dejé caer hacia atrás sentándome sobre aquél musgo que cubría las rocas-. He llegado al límite de mi haki, y mis músculos empiezan a entumecerse.
No se cómo estaría él, pero desde luego muy entero no le veía. Y aun así sentía curiosidad por aquella técnica que había utilizado, una forma de evasión muy extraña, pero por lo que veo también bastante efectiva. Tenía pinta de ser una buena baza, tal vez intentara sacarle algo de información respecto a esa técnica.
Había escuchado que los agentes del gobierno, los miembros del Cypher Pol, poseen unas habilidades especiales, unas técnicas legadas tan solo a los miembros de estos escuadrones. Tal vez solo sean leyendas, pero cuando me enfrenté a él le vi utilizar algunas técnicas bastante singulares, habilidades extraordinarias diría yo. Tal vez no sean ningún tipo de trola, tal vez sean reales, y tenía un agente ahí mismo, enfrente de mi. ¿Porqué no preguntarle?
-Oye Noa. ¿Qué tipo de técnica era esa? He escuchado que los miembros del Cypher Pol tenéis acceso a habilidades especiales. ¿Cómo de cierto es eso? La verdad es que tengo bastante curiosidad.
Esperaba no ser impertinente con esas palabras, al fin y al cabo todavía no es que haya demasiada confianza como para que me revele ese tipo de cosas. Aun así por probar tampoco perdía nada, de modo que tan solo me quedaba esperar a escuchar su respuesta. Mientras yo me relajaba tirado en el suelo, tratando de recuperar el aliento.
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Una gigantesca tempestad se levantó aquel día en Ennies Lobby, el viento hacía imposible salir fuera de casa a pasear mientras que la lluvia acabó inundando gran parte del laberinto que conformaban las calles de la ciudad. Recuerdo que me quedé embobado mirando por la ventana observando como caían rayos en las cercanías de nuestro hogar, el sonido del trueno al golpear el suelo... La sensación de aquel día de hace quince años volvía a mi tras haberse desvanecido sus recuerdos de mi cerebro, todo gracias al tremendo intercambio de golpes que estábamos manteniendo Kimura y yo. Recordar esa sensación que hizo erizar el vello de mis brazos, recordar como mi corazón latía con mas fuerza justo al caer el rayo... Todos esos recuerdos volvieron a mi mente al escuchar la similitud del sonido de los truenos al impactar nuestros puños. Gracias Marine, haré de este recuerdo una realidad.
Con aquellas sensaciones en el corazón y en la mente, el final del intercambio de golpes se acercaba. Mi cuerpo no podía resistir aquel estrés mucho más tiempo, ambos llegamos a un punto en que combinábamos patadas y puñetazos, sumergiéndonos así en dos batallas simultaneas. La primera de ellas, ambos la teníamos asegurada pues aunque era un combate totalmente serio e íbamos con todo a por el contrario, los dos sabíamos que sobreviviríamos a los envites del otro, sin embargo la batalla contra uno mismo ya es una historia distinta. Solo tú sabes el resultado, estás solo contra ti mismo y un muro detrás, ese combate tiene una resolución simple, acaba contigo mismo y destruye el muro. No sirve saltarlo ni sortearlo, ese muro debe ser derribado a base de determinación.
Mas pronto que tarde, ambos nos quedamos sin energía para seguir el entrenamiento. No sabía cuanto tiempo había pasado ni me interesaba saberlo, lo importante de todo fue ese último choque de puños antes de vaciar el tanque de combustible, ese instante donde el tiempo se detuvo y del impacto mi corazón sintió un auténtico trueno golpeándole. Sin embargo, tuve la sensación de que mi cerebro me engañaba, sabía que aquel golpe había sido con muchísima más determinación que cualquiera de los anteriores, el impacto sonaba similar pero era mucho más compacto. Entonces... ¿Porqué me sentía estafado? La respuesta la descubrí justo al cese del entrenamiento y mirar los ojos del hombre vestido de verde. Pondría la mano en el fuego a que él tuvo la misma sensación que yo. Si estaba en lo cierto, ambos evolucionábamos a la par, lo que significaba que tenía un compañero de entrenamiento casi de por vida.
Los dos nos detuvimos a la vez, necesitábamos recuperar el aliento tras un choque tan enérgico y largo como ese. Descansar era lo único que quería, mi cuerpo estaba entumecido a la vez que excitado. Nunca había tenido un intercambio así con nadie, ni si quiera con Azumi. Me dejé caer de espaldas al suelo, ni queriendo habría podido sentarme de un modo mas educado, no tenía energía ni para eso. Tras volver a la calma, Kimura se interesó por el Rokushiki, ¿Hasta que punto debía contarle sobre ello?.No es que no confiase en él pero el Gobierno es bastante estricto en ese tema... Bahh, no sería el primer Marine que acaba desarrollando una técnica del Rokushiki.
-Supongo que te refieres al Rokushiki, no es que solo nosotros tengamos acceso a esas técnicas de combate, si no que desde pequeños hemos sido entrenados para desarrollarlas de manera natural. Tu podrías conseguir usar alguna de ellas, pero necesitarás un entrenamiento sobrehumano que pocos pueden aguantar. No tienen ningún misterio, solo consisten en llevar al límite las capacidades básicas de una persona.
Igual me había ido un poco de la lengua, pero ya que él me estaba ayudando a destruir mi muro, yo podría darle alguna pequeña indicación de cómo alcanzar un nuevo nivel. Espero que sea tan inteligente como aparenta ser y sepa interpretar mis palabras, poco más puedo hacer por él sin meterme en líos, al menos sin comprobar su fidelidad a la Marina y por ende, al Gobierno Mundial.
- Cuéntame más sobre ti Kimura, ¿Porqué la Marina? ¿A que te dedicas? ¿Que metas y objetivos tienes?. Podía parecer un poco abusivo tanta pregunta a la vez, pero quería saber que tipo de persona era, soy de los que prefieren conocer a las personas a través de un buen combate pero eso no me permite saber mucho más sobre él. Quiero saber más sobre él y saber si puede ayudarme en mi propósito de purgar el Gobierno y aniquilar a los traidores.
Ya algo más descansado esperando sus respuestas, le hice un gesto para que me acompañase a comer algo ahora que podíamos (o al menos yo) movernos de nuevo. Me acerqué a donde los hombres del Marine habían descargado los barriles con la comida, improvisé una pequeña encimera y comencé a preparar algo más elaborado de lo que podía ofrecer la Marina, esos alimentos estaban bien para eso, alimentarnos, pero por si solos no iban a darnos energía ni los nutrientes necesarios para mejorar físicamente, necesitamos algo que nos dé mucha más energía y fuerza. Apenas tardé unos minutillos en terminar la comida, un buen plato caliente de pollo con arroz al curry que entraba tanto por el olor como por la vista, no era nada espectacular pero al menos estaríamos mejor alimentados.
Con aquellas sensaciones en el corazón y en la mente, el final del intercambio de golpes se acercaba. Mi cuerpo no podía resistir aquel estrés mucho más tiempo, ambos llegamos a un punto en que combinábamos patadas y puñetazos, sumergiéndonos así en dos batallas simultaneas. La primera de ellas, ambos la teníamos asegurada pues aunque era un combate totalmente serio e íbamos con todo a por el contrario, los dos sabíamos que sobreviviríamos a los envites del otro, sin embargo la batalla contra uno mismo ya es una historia distinta. Solo tú sabes el resultado, estás solo contra ti mismo y un muro detrás, ese combate tiene una resolución simple, acaba contigo mismo y destruye el muro. No sirve saltarlo ni sortearlo, ese muro debe ser derribado a base de determinación.
Mas pronto que tarde, ambos nos quedamos sin energía para seguir el entrenamiento. No sabía cuanto tiempo había pasado ni me interesaba saberlo, lo importante de todo fue ese último choque de puños antes de vaciar el tanque de combustible, ese instante donde el tiempo se detuvo y del impacto mi corazón sintió un auténtico trueno golpeándole. Sin embargo, tuve la sensación de que mi cerebro me engañaba, sabía que aquel golpe había sido con muchísima más determinación que cualquiera de los anteriores, el impacto sonaba similar pero era mucho más compacto. Entonces... ¿Porqué me sentía estafado? La respuesta la descubrí justo al cese del entrenamiento y mirar los ojos del hombre vestido de verde. Pondría la mano en el fuego a que él tuvo la misma sensación que yo. Si estaba en lo cierto, ambos evolucionábamos a la par, lo que significaba que tenía un compañero de entrenamiento casi de por vida.
Los dos nos detuvimos a la vez, necesitábamos recuperar el aliento tras un choque tan enérgico y largo como ese. Descansar era lo único que quería, mi cuerpo estaba entumecido a la vez que excitado. Nunca había tenido un intercambio así con nadie, ni si quiera con Azumi. Me dejé caer de espaldas al suelo, ni queriendo habría podido sentarme de un modo mas educado, no tenía energía ni para eso. Tras volver a la calma, Kimura se interesó por el Rokushiki, ¿Hasta que punto debía contarle sobre ello?.No es que no confiase en él pero el Gobierno es bastante estricto en ese tema... Bahh, no sería el primer Marine que acaba desarrollando una técnica del Rokushiki.
-Supongo que te refieres al Rokushiki, no es que solo nosotros tengamos acceso a esas técnicas de combate, si no que desde pequeños hemos sido entrenados para desarrollarlas de manera natural. Tu podrías conseguir usar alguna de ellas, pero necesitarás un entrenamiento sobrehumano que pocos pueden aguantar. No tienen ningún misterio, solo consisten en llevar al límite las capacidades básicas de una persona.
Igual me había ido un poco de la lengua, pero ya que él me estaba ayudando a destruir mi muro, yo podría darle alguna pequeña indicación de cómo alcanzar un nuevo nivel. Espero que sea tan inteligente como aparenta ser y sepa interpretar mis palabras, poco más puedo hacer por él sin meterme en líos, al menos sin comprobar su fidelidad a la Marina y por ende, al Gobierno Mundial.
- Cuéntame más sobre ti Kimura, ¿Porqué la Marina? ¿A que te dedicas? ¿Que metas y objetivos tienes?. Podía parecer un poco abusivo tanta pregunta a la vez, pero quería saber que tipo de persona era, soy de los que prefieren conocer a las personas a través de un buen combate pero eso no me permite saber mucho más sobre él. Quiero saber más sobre él y saber si puede ayudarme en mi propósito de purgar el Gobierno y aniquilar a los traidores.
Ya algo más descansado esperando sus respuestas, le hice un gesto para que me acompañase a comer algo ahora que podíamos (o al menos yo) movernos de nuevo. Me acerqué a donde los hombres del Marine habían descargado los barriles con la comida, improvisé una pequeña encimera y comencé a preparar algo más elaborado de lo que podía ofrecer la Marina, esos alimentos estaban bien para eso, alimentarnos, pero por si solos no iban a darnos energía ni los nutrientes necesarios para mejorar físicamente, necesitamos algo que nos dé mucha más energía y fuerza. Apenas tardé unos minutillos en terminar la comida, un buen plato caliente de pollo con arroz al curry que entraba tanto por el olor como por la vista, no era nada espectacular pero al menos estaríamos mejor alimentados.
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Rokushiki. Sonaba bien aquello, una especie de transformación en super-hombres, puesto que si hay que llevar al límite el cuerpo humano, y hacerle superar esos límites, muy humanos no pueden ser aquellos que dominan estas técnicas, que por el nombre tienen pinta de ser seis. Si tan solo se trataba de llevar el cuerpo más allá de su límite, sería bastante costoso, pero unas técnicas de tal poder sería interesante dominarlas. ¿Porqué no intentarlo?
Cada vez que me ponía a entrenar no podía evitar recordar qué hacía allí. A veces lo olvidaba, en otras ocasiones simplemente no deseaba recordarlo. Cada vez que pensaba en ellos, su imagen en el suelo venía a mí. El cuerpo sin vida sangrando mientras un rostro por encima de él se mofa de su superioridad y crueldad. Esa mera imagen hace que me enfurezca y sienta el deseo irrefrenable de ir a por él y matarlo... Por más que esa persona ya esté muerta, nunca hay castigo suficiente para un sucio y repugnante asesino despiadado.
Unas nuevas palabras de Noa me devolvieron a la realidad. En ese momento me di cuenta que estaba apretando los puños y dientes hasta el punto que me estaba doliendo. Relajé la mandíbula y abrí los puños, respiré hondo, ese hombre ya no estaba allí para volver a por ellos, ya habían caído todos los que una vez trataron de asaltar la isla, todos recibieron su merecido y probaron su propia medicina.
Su pregunta fue directa y simple. Porqué había escogido la marina y con qué objetivo. Esa pregunta era un poco delicada y no debería responderle siendo del todo sincero. Mi verdadero objetivo es librar al mundo de todos aquellos que causan el mal aprovechándose de su superioridad o simplemente siendo un vil cabrón. Eso incluye a marines y miembros del gobierno que son corruptos o que se aprovechan de su posición militar para ser unos despreciables por allá por donde pasan. ¿Cómo voy a decirle esto a un miembro del gobierno? Y más todavía siendo alguien que acabo de conocer, no se hasta qué punto puedo confiar en él. No puedo contarle toda la verdad.
Mientras pensaba cómo contestar él se levantó. No dijo nada al hecho de que estuviera callado, tal vez comprendió que fuera algo personal y no insistió en ello, yo tan solo sonreí y me levanté también, tal vez con algo más de dificultad, pero por lo menos me podía mantener en pie y caminar. Pude escuchar cómo le rugía el estómago, no se cuál sería su objetivo en el gobierno mundial, pero desde luego el de ahora era el de comer algo y evitar una muerte prematura.
Nos aproximamos donde mis hombres habían descargado algo de los víveres que había traído. El peliblanco comenzó a mirar y a coger cosas, se improvisó una pequeña mesa con uno de los barriles y comenzó a... ¿Elaborar? ¿Este tipo sabía cocinar aun encima? Ya no contento con que sepa, incluso parece que le gusta pues ni siquiera vino con otra intención que no fuera preparar algo. O bien entendía de cocina, o tenía un hambre voraz y le importaba todo un pimiento.
No tardó en hacer algo. Yo miraba algo asombrado, la verdad es que mirándole no le imaginaba siendo un cocinitas, y era una situación un tanto cómica, en ocasiones no podía evitar reírme al verle. Pero lo que no pude evitar es mostrarme sorprendido cuando probé lo que había preparado. Quién me iba a decir que aun en esta situación iba a poder disfrutar de una buena comida. La situación se volvía más graciosa por momentos, no me lo podía creer. ¿Qué tipo de fichaje había sido el de Noa? Tal vez consiga hacerle entrar a la tripulación como ya hizo un miembro del gobierno, Tobías.
Pero todavía había algo que me reconcomía. Vale que no le fuera a decir toda la verdad, pero creo que como mínimo una respuesta si que debía darle. Me volví a poner un poco serio dejando el plato. Le miré fijamente y comencé a responderle.
-Lo que has dicho antes. Digamos que escogí la marina por ser donde más puedo encontrar aliados para lo que busco... Verás, antes siquiera de pensarme ingresar en la marina, mi pueblo fue brutalmente atacado por unos sádicos piratas. Mataron a todos cuantos se les pusieron por delante. Perdí muchos amigos aquél día, incluso perdí a mi padre. Desde entonces me prometí a mí mismo volverme más fuerte para poder proteger a mi madre y mi hermano pequeño de todos aquellos asesinos. Digamos que lo único que quiero es que se haga la justicia, que todo aquél que causa daño sea castigado. Aunque tenga que hacerlo con mis propias manos, aunque tenga que aniquilar a la mitad de la población... Si son asesinos despiadados, no se merecen ni preocuparnos por sus vidas, tan solo por asegurarnos de su muerte.
Unas palabras un tanto duras, pero era como lo sentía en ese momento. Todavía tenía el recuerdo muy profundizado en mi. Esa cicatriz nunca desaparecería, y tan solo sanaría el día que los mares se conviertan en un lugar más apacible donde vivir, poder viajar sin los problemas de la piratería, ir sin miedo de viaje y no esperar encontrarte algún cazador de piratas luchando a muerte contra un pirata en tu isla de desembarco. Todos esos detalles convierten una vida apacible en una lucha por la supervivencia, y tal y como está hoy día el mundo, no existe esa vida tranquila. La piratería y corrupción es real, y está en todas partes, donde menos te lo esperas. En esta misma isla puede haber una base de piratas y lo desconocemos. Por ello siempre hay que estar alerta, estés donde estés.
-Y tú Noa. Cuál es tu historia. Qué te ha llevado a entrar al gobierno mundial.
Ahora le tocaba a él mojarse, yo incluso creí haber dicho más de lo que debía, tal vez incluso me haya ido de la lengua, lo cierto es que ya ni recordaba las palabras que había dicho ni el gesto con el cual las había transmitido. ¿Cómo de sincero sería Noa?
Cada vez que me ponía a entrenar no podía evitar recordar qué hacía allí. A veces lo olvidaba, en otras ocasiones simplemente no deseaba recordarlo. Cada vez que pensaba en ellos, su imagen en el suelo venía a mí. El cuerpo sin vida sangrando mientras un rostro por encima de él se mofa de su superioridad y crueldad. Esa mera imagen hace que me enfurezca y sienta el deseo irrefrenable de ir a por él y matarlo... Por más que esa persona ya esté muerta, nunca hay castigo suficiente para un sucio y repugnante asesino despiadado.
Unas nuevas palabras de Noa me devolvieron a la realidad. En ese momento me di cuenta que estaba apretando los puños y dientes hasta el punto que me estaba doliendo. Relajé la mandíbula y abrí los puños, respiré hondo, ese hombre ya no estaba allí para volver a por ellos, ya habían caído todos los que una vez trataron de asaltar la isla, todos recibieron su merecido y probaron su propia medicina.
Su pregunta fue directa y simple. Porqué había escogido la marina y con qué objetivo. Esa pregunta era un poco delicada y no debería responderle siendo del todo sincero. Mi verdadero objetivo es librar al mundo de todos aquellos que causan el mal aprovechándose de su superioridad o simplemente siendo un vil cabrón. Eso incluye a marines y miembros del gobierno que son corruptos o que se aprovechan de su posición militar para ser unos despreciables por allá por donde pasan. ¿Cómo voy a decirle esto a un miembro del gobierno? Y más todavía siendo alguien que acabo de conocer, no se hasta qué punto puedo confiar en él. No puedo contarle toda la verdad.
Mientras pensaba cómo contestar él se levantó. No dijo nada al hecho de que estuviera callado, tal vez comprendió que fuera algo personal y no insistió en ello, yo tan solo sonreí y me levanté también, tal vez con algo más de dificultad, pero por lo menos me podía mantener en pie y caminar. Pude escuchar cómo le rugía el estómago, no se cuál sería su objetivo en el gobierno mundial, pero desde luego el de ahora era el de comer algo y evitar una muerte prematura.
Nos aproximamos donde mis hombres habían descargado algo de los víveres que había traído. El peliblanco comenzó a mirar y a coger cosas, se improvisó una pequeña mesa con uno de los barriles y comenzó a... ¿Elaborar? ¿Este tipo sabía cocinar aun encima? Ya no contento con que sepa, incluso parece que le gusta pues ni siquiera vino con otra intención que no fuera preparar algo. O bien entendía de cocina, o tenía un hambre voraz y le importaba todo un pimiento.
No tardó en hacer algo. Yo miraba algo asombrado, la verdad es que mirándole no le imaginaba siendo un cocinitas, y era una situación un tanto cómica, en ocasiones no podía evitar reírme al verle. Pero lo que no pude evitar es mostrarme sorprendido cuando probé lo que había preparado. Quién me iba a decir que aun en esta situación iba a poder disfrutar de una buena comida. La situación se volvía más graciosa por momentos, no me lo podía creer. ¿Qué tipo de fichaje había sido el de Noa? Tal vez consiga hacerle entrar a la tripulación como ya hizo un miembro del gobierno, Tobías.
Pero todavía había algo que me reconcomía. Vale que no le fuera a decir toda la verdad, pero creo que como mínimo una respuesta si que debía darle. Me volví a poner un poco serio dejando el plato. Le miré fijamente y comencé a responderle.
-Lo que has dicho antes. Digamos que escogí la marina por ser donde más puedo encontrar aliados para lo que busco... Verás, antes siquiera de pensarme ingresar en la marina, mi pueblo fue brutalmente atacado por unos sádicos piratas. Mataron a todos cuantos se les pusieron por delante. Perdí muchos amigos aquél día, incluso perdí a mi padre. Desde entonces me prometí a mí mismo volverme más fuerte para poder proteger a mi madre y mi hermano pequeño de todos aquellos asesinos. Digamos que lo único que quiero es que se haga la justicia, que todo aquél que causa daño sea castigado. Aunque tenga que hacerlo con mis propias manos, aunque tenga que aniquilar a la mitad de la población... Si son asesinos despiadados, no se merecen ni preocuparnos por sus vidas, tan solo por asegurarnos de su muerte.
Unas palabras un tanto duras, pero era como lo sentía en ese momento. Todavía tenía el recuerdo muy profundizado en mi. Esa cicatriz nunca desaparecería, y tan solo sanaría el día que los mares se conviertan en un lugar más apacible donde vivir, poder viajar sin los problemas de la piratería, ir sin miedo de viaje y no esperar encontrarte algún cazador de piratas luchando a muerte contra un pirata en tu isla de desembarco. Todos esos detalles convierten una vida apacible en una lucha por la supervivencia, y tal y como está hoy día el mundo, no existe esa vida tranquila. La piratería y corrupción es real, y está en todas partes, donde menos te lo esperas. En esta misma isla puede haber una base de piratas y lo desconocemos. Por ello siempre hay que estar alerta, estés donde estés.
-Y tú Noa. Cuál es tu historia. Qué te ha llevado a entrar al gobierno mundial.
Ahora le tocaba a él mojarse, yo incluso creí haber dicho más de lo que debía, tal vez incluso me haya ido de la lengua, lo cierto es que ya ni recordaba las palabras que había dicho ni el gesto con el cual las había transmitido. ¿Cómo de sincero sería Noa?
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Fue durante la comida cuando el buen Marine decidió desnudar parte de su alma frente a mi, no era una historia apta para contar mientras engullíamos como cerdos pues parte de los hechos harían vomitar al mas pintado. Comencé a comprender mejor a Kimura y su deseo de venganza contra la piratería, posiblemente aquellos hombres no estuviesen vivos pues las amenazas de este mundo son mucho mas poderosas que un puñado de asesinos sin honor, pero eso no impedía que los ojos del capitán de Crimson Wolves se encendieran al narrar su pasado. Sin duda una de las historias mas trágicas que había escuchado en años. Algo en mi interior también comenzaba a arder, quizás la vida del Marine me había afectado más de lo que pensaba o puede que me inspirase para querer alcanzar mi objetivo, no sabía lo que era, solo sabía que no podía quedarme quieto sin hacer nada tras escucharle.
Seguía comiendo hasta que, tras finalizar sus aspiraciones, hizo la pregunta que marcaría nuestra relación de aquí en adelante. Kimura pregunto por mi historia, cual era la razón de que estuviese en el Gobierno... Todo eso tenía exactamente la misma raíz. Héroes Bravos. Ese fue el punto de inflexión en la historia del mundo tal y como lo conocemos hoy en día, ellos me llevaron hasta donde hoy estoy. El Gobierno no es más que el lugar donde decidí ocultarme para elaborar el plan maestro de mi vida. Revolucionar el mundo.
- Bueno... ¿Por donde podría empezar? Supongo que con la edad que tienes... Debes de conocer el legado de los Héroes Bravos. Bien, yo formé parte de ellos. Fui uno de los que pusieron en jaque al Gobierno y al mundo entero con una jugada clave en la que pusimos contra la espada y la pared a todo lo existente en aquel entonces. Poco después de aquello, éramos tan conocidos que no podíamos seguir con nuestras vidas tal y como las conocíamos. Algunos decidieron retirarse de la cacería, otros cambiaron de bando para ocupar un lugar importante en el orden mundial. Yo, decidí aceptar la oferta del Gobierno. De todos los Héroes, yo era el menos poderoso con diferencia, aunque estuve presente en todos los acontecimientos importantes, nadie recuerda mi nombre, nadie sabe que ocurrió conmigo y a nadie le interesa saberlo. Así que opté por lo mejor para mi, ocultarme en el Gobierno para hacerme mucho mas poderoso para, algún día, volver a poner el mundo patas arriba.
Menuda charla le había soltado a Kimura, creo que con aquellas palabras no conseguiría más que desconcertarle, así que mejor le matizaría un poco mis intenciones. Igual malinterpretaba mis palabras y no era plan de hacer enemigos solo por un malentendido.
- Verás, comparto los mismos ideales que el Gobierno, conseguir una paz prospera y duradera. Pero no me gusta el modo que tiene de hacer las cosas, por eso los agentes del CP estamos casi extintos, por no saber llevar bien las cosas y hacer movimientos a lo loco. Por eso, quiero llegar a lo mas alto del Gobierno, para eliminar a todos aquellos que se han infiltrado destrozando nuestros planes. Una vez purgado el Gobierno, uniré el Gobierno y la Marina en una sola bandera, y con el poder de todos, destruiré tanto a la piratería como a la revolución. En resumen, tengo pensado poner el mundo patas arriba y crear un nuevo orden mundial, uno en el que nadie le arrebate la vida a otra persona sin pagar las consecuencias, uno en el que los crímenes no sean premiados como lo hacen los Shichibukai.
Creo que me he pasado hablando... Bueno, al menos ya sabía mis intenciones, mas o menos se parecían a las suyas solo que mi plan involucraba a todo lo existente en este mundo. No sabía como iba a reaccionar el Marine ahora que conocía el más profundo anhelo de mi corazón. -Pero bueno, para ese momento aún queda mucho, por ahora sigamos mejorando nuestro Haki, mi mañana aún está muy lejos-. Le dije con una medio sonrisa, ese era mi sueño, un mundo mejor para todos unidos bajo una sola bandera. La comida ya había volado de nuestros platos para entonces, no tardaríamos mucho en volver al entrenamiento aunque esperaba impaciente una respuesta de su boca. La tensión se podía tocar prácticamente, durante unos segundos la atmósfera se volvió espesa y solo podría volver a la normalidad cuando Kimura la cortase.
Tratando de disimular un poco mis grandes ambiciones de poder, me puse en pie para mirar a mi alrededor, en concreto buscaba un árbol donde poder echar una cabezada y descansar antes de volver a ponernos a entrenar. Mi cuerpo aún se resentía del intercambio de antes así que sería contraproducente reanudar el entrenamiento sin descansar lo necesario, necesitaba que mis nervios, mis músculos, mi piel.... Todo, se acostumbrasen a esta nueva situación, era vital que asimilase todo eso lo más rápido posible, de seguro que Kimura también lo intentaría y si uno de los dos se queda atrás solo entorpecerá al otro.
Había un árbol cuyo tronco y ramas parecían lo bastante resistente para poder aguantar mi peso si lo dejaba caer. De mi bolsa saqué una hamaca blanca, trepé por la corteza para atar los extremos a dos ramas lo suficientemente robustas. Una vez asegurado el sitio, me tumbé en ella para dormir unas horas. -Kimura, tengo que pedirte dos favores, el primero, despiértame en unas dos horas y volvemos al entrenamiento, estamos cargando demasiado los músculos así que descansemos un rato. Y el segundo, quiero que comas carne cada dos horas siempre que estés despierto. Cuando terminemos de entrenar, dentro de dos meses, te explicaré el porqué. Ale, aguuur-. Tras aquellos berridos me di media vuelta y me quedé dormido como un bebé
Seguía comiendo hasta que, tras finalizar sus aspiraciones, hizo la pregunta que marcaría nuestra relación de aquí en adelante. Kimura pregunto por mi historia, cual era la razón de que estuviese en el Gobierno... Todo eso tenía exactamente la misma raíz. Héroes Bravos. Ese fue el punto de inflexión en la historia del mundo tal y como lo conocemos hoy en día, ellos me llevaron hasta donde hoy estoy. El Gobierno no es más que el lugar donde decidí ocultarme para elaborar el plan maestro de mi vida. Revolucionar el mundo.
- Bueno... ¿Por donde podría empezar? Supongo que con la edad que tienes... Debes de conocer el legado de los Héroes Bravos. Bien, yo formé parte de ellos. Fui uno de los que pusieron en jaque al Gobierno y al mundo entero con una jugada clave en la que pusimos contra la espada y la pared a todo lo existente en aquel entonces. Poco después de aquello, éramos tan conocidos que no podíamos seguir con nuestras vidas tal y como las conocíamos. Algunos decidieron retirarse de la cacería, otros cambiaron de bando para ocupar un lugar importante en el orden mundial. Yo, decidí aceptar la oferta del Gobierno. De todos los Héroes, yo era el menos poderoso con diferencia, aunque estuve presente en todos los acontecimientos importantes, nadie recuerda mi nombre, nadie sabe que ocurrió conmigo y a nadie le interesa saberlo. Así que opté por lo mejor para mi, ocultarme en el Gobierno para hacerme mucho mas poderoso para, algún día, volver a poner el mundo patas arriba.
Menuda charla le había soltado a Kimura, creo que con aquellas palabras no conseguiría más que desconcertarle, así que mejor le matizaría un poco mis intenciones. Igual malinterpretaba mis palabras y no era plan de hacer enemigos solo por un malentendido.
- Verás, comparto los mismos ideales que el Gobierno, conseguir una paz prospera y duradera. Pero no me gusta el modo que tiene de hacer las cosas, por eso los agentes del CP estamos casi extintos, por no saber llevar bien las cosas y hacer movimientos a lo loco. Por eso, quiero llegar a lo mas alto del Gobierno, para eliminar a todos aquellos que se han infiltrado destrozando nuestros planes. Una vez purgado el Gobierno, uniré el Gobierno y la Marina en una sola bandera, y con el poder de todos, destruiré tanto a la piratería como a la revolución. En resumen, tengo pensado poner el mundo patas arriba y crear un nuevo orden mundial, uno en el que nadie le arrebate la vida a otra persona sin pagar las consecuencias, uno en el que los crímenes no sean premiados como lo hacen los Shichibukai.
Creo que me he pasado hablando... Bueno, al menos ya sabía mis intenciones, mas o menos se parecían a las suyas solo que mi plan involucraba a todo lo existente en este mundo. No sabía como iba a reaccionar el Marine ahora que conocía el más profundo anhelo de mi corazón. -Pero bueno, para ese momento aún queda mucho, por ahora sigamos mejorando nuestro Haki, mi mañana aún está muy lejos-. Le dije con una medio sonrisa, ese era mi sueño, un mundo mejor para todos unidos bajo una sola bandera. La comida ya había volado de nuestros platos para entonces, no tardaríamos mucho en volver al entrenamiento aunque esperaba impaciente una respuesta de su boca. La tensión se podía tocar prácticamente, durante unos segundos la atmósfera se volvió espesa y solo podría volver a la normalidad cuando Kimura la cortase.
Tratando de disimular un poco mis grandes ambiciones de poder, me puse en pie para mirar a mi alrededor, en concreto buscaba un árbol donde poder echar una cabezada y descansar antes de volver a ponernos a entrenar. Mi cuerpo aún se resentía del intercambio de antes así que sería contraproducente reanudar el entrenamiento sin descansar lo necesario, necesitaba que mis nervios, mis músculos, mi piel.... Todo, se acostumbrasen a esta nueva situación, era vital que asimilase todo eso lo más rápido posible, de seguro que Kimura también lo intentaría y si uno de los dos se queda atrás solo entorpecerá al otro.
Había un árbol cuyo tronco y ramas parecían lo bastante resistente para poder aguantar mi peso si lo dejaba caer. De mi bolsa saqué una hamaca blanca, trepé por la corteza para atar los extremos a dos ramas lo suficientemente robustas. Una vez asegurado el sitio, me tumbé en ella para dormir unas horas. -Kimura, tengo que pedirte dos favores, el primero, despiértame en unas dos horas y volvemos al entrenamiento, estamos cargando demasiado los músculos así que descansemos un rato. Y el segundo, quiero que comas carne cada dos horas siempre que estés despierto. Cuando terminemos de entrenar, dentro de dos meses, te explicaré el porqué. Ale, aguuur-. Tras aquellos berridos me di media vuelta y me quedé dormido como un bebé
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Yo era un marine tratando, secretamente, de purificar la marina, por lo tanto debía de conocer en medida de lo posible los sucesos del pasado que habían hecho que la marina se viese en apuros, cómo habían conseguido poner a la organización contra la espada y la pared. En varias ocasiones se vio muy mermada la moral de la marina, ocasiones donde tuvo una gran cantidad de bajas. Todas estas debía de conocerlas, ya no solamente para entender las debilidades de la cumbre de mi propia organización, sino también para poder ver por donde puedo llegar a ser atacado y estar preparado en todo momento.
Por ello mismo no pude evitar sorprenderme al escuchar el nombre de los Héroes Bravos. Estos en el pasado fueron un conjunto de hombres que se dedicaban a la cacería de piratas, su capitán era un hombre que algunos de los altos cargos temían, y deseaban más su alianza que su enemistad, no estaba claro cuál era su habilidad, pero al parecer algo relacionado con la temperatura. El segundo al mando era un hombre temible, Dain Pie de Hierro, un ser que devastaba con todo lo que se encontrase por delante indiferentemente de lo que fuera o quien fuera. Un verdadero berseker con la habilidad de controlar las rocas. De estos dos hombres se desconoce su paradero, pero los otros dos miembros característicos de la tripulación todavía siguen siendo conocidos por el mundo, todavía navegan.
Uno de ellos es un "aliado" de la marina, conocido como Jack Dralion Stark, un cyborg miembro de los Shichibukai, dicen que es más robot que humano de tantas modificaciones que ha recibido su cuerpo, y que por ello el envejecimiento celular ha pasado a mejor vida. Es algo así como una máquina inmortal por si misma. Todavía sigue haciéndose llamar cazador de piratas, lo cual puede ser un problema para su otro compañero, con quien se dice que siempre tuvo cierta rivalidad. El otro miembro que sigue en los mares era el tercero al mando de los Héroes Bravos, actualmente es el yonkou conocido como Mihasy Hayato. Dicen que el mero hecho de encontrarte con él ya implica la muerte.
Los archivos también hablan de algunos miembros menos conocidos, entre los cuales debía estar el tal Noa. Dice que estuvo en todas las batallas que libraron los Héroes. Por lo tanto él debió estar en Marineford aquella vez, cuando ellos solos pusieron en jaque a la organización. Eran una banda temible, y algunos de sus miembros continúan siéndolo. No pude imaginarme que alguien como él pudiera estar ahí. ¿Entonces qué diantres hace en el gobierno?
Antes siquiera de preguntarle me respondió. Me dijo que compartía sus ideales de paz, aunque las formas que tienen de llevarla a cabo no le atraen. Entonces hizo una afirmación que me dejó la mente nublada. ¿Acaso pensamos igual tanto él como yo? Parece ser que tenemos un objetivo común, eso es demasiado extraño, mucha coincidencia diría yo. No es normal encontrar gente así. La pregunta es. ¿Sería de fiar?
Colgó una especie de hamaca entre dos árboles y me pidió que le despertara en dos horas, además me dijo que cada dos horas comiese carne... No entiendo el porqué, pero se le vio muy decidido diciendo eso, no parecía ser ningún tipo de broma. De momento no tenía motivos para desconfiar de él. De modo que no había razón alguna para hacerlo ahora.
Él se fue a descansar, pero yo no podía hacer eso. Desde siempre, cada vez que había entrenado algo lo había hecho a conciencia y aprovechando cada momento, cada instante. En este momento no podía entrenar mi armadura, necesitaba ahorrar fuerzas, pero lo que si que podía hacer era centrarme y canalizar mi haki de observación. El objetivo sería ampliar el rango que puedo sentir, tratar de alcanzar a distinguir hasta las alimañas que se mueven por la zona, el movimiento del viento, sentir todo cuanto pueda a mi alrededor, tratar de explotar mi kenbunshoku haki. Mientras él descansara, yo entrenaría, el único descanso que haría sería por la noche, y por no acabar muerto en dos días.
Sentí el viento, escuchaba su silbido recorriendo cada metro a mi alrededor, sentía a Noa durmiendo, se balanceaba por el propio aire que chocaba contra su cuerpo y su hamaca, pude sentir su mecer a mi espalda a unos metros. Escuchaba el musgo y la hierba moviéndose, tal vez por el viento, tal vez por insectos, no era capaz de saber el motivo real de ese movimiento. Trataba de ir a más, trataba de centrarme más en esas pequeñas cosas, de expandir mi radio de acción, trataba de abarcar más allá de mi alrededor.
Pasó el tiempo, no sabría decir exactamente cuánto tiempo habría pasado, pero más de una hora seguro. Había perdido la noción del tiempo, ya no sabía ni cuanto había transcurrido, pero si no habían pasado ya esas dos horas poco faltaría. Me acerqué a la "despensa" con forma de barril y cogí algún pedazo de carne. No mucho, si tenía que comer cada dos horas iba a acabar agotándome demasiado pronto. Lo calenté utilizando mi energía de ámbito de fuego, no tenía otra forma, y esa era más rápida, no quería encender ninguna hoguera. Al cabo de un par de minutos el pedazo ya estaba bien hecho, de modo que lo comí y me acerqué al durmiente.
Estaba roncando como un cabrón. ¿Cómo puede dormir así? Solté una de las ataduras de la hamaca para hacerle caer y que así se despertase, le desaté por los pies y comencé a decirle que era la hora de seguir con el entrenamiento. Yo estiré los brazos y los músculos y me preparé para volver a la carga. Me planté en el mismo lugar donde habíamos estado anteriormente y aguardé a que llegase. Una vez estuvo delante de mí comencé la acometida, pero no sin antes decirle una cosa.
-Debo decirte que hay algo en lo cual coincidimos. Yo también deseo acabar con toda la piratería, deseo ascender en la marina y hacer una limpieza interior, tal como tú con el gobierno mundial. Pero para ello necesitamos aumentar mucho nuestro poder. No perdamos el tiempo.
Me lancé hacia él con el haki de armadura recorriendo mis brazos y piernas intermitentemente, trataba de utilizarlo solamente en el instante en el cual iba a golpear y ser golpeado, eso tal vez me ayudaba a potenciar mis reflejos ante los ataques y golpes sorpesa. Como no, continuaba con el mismo proceso de la mañana, golpes aleatorios y alternando entre puñetazos y patadas, tratando de ir lo más rápido posible.
Por ello mismo no pude evitar sorprenderme al escuchar el nombre de los Héroes Bravos. Estos en el pasado fueron un conjunto de hombres que se dedicaban a la cacería de piratas, su capitán era un hombre que algunos de los altos cargos temían, y deseaban más su alianza que su enemistad, no estaba claro cuál era su habilidad, pero al parecer algo relacionado con la temperatura. El segundo al mando era un hombre temible, Dain Pie de Hierro, un ser que devastaba con todo lo que se encontrase por delante indiferentemente de lo que fuera o quien fuera. Un verdadero berseker con la habilidad de controlar las rocas. De estos dos hombres se desconoce su paradero, pero los otros dos miembros característicos de la tripulación todavía siguen siendo conocidos por el mundo, todavía navegan.
Uno de ellos es un "aliado" de la marina, conocido como Jack Dralion Stark, un cyborg miembro de los Shichibukai, dicen que es más robot que humano de tantas modificaciones que ha recibido su cuerpo, y que por ello el envejecimiento celular ha pasado a mejor vida. Es algo así como una máquina inmortal por si misma. Todavía sigue haciéndose llamar cazador de piratas, lo cual puede ser un problema para su otro compañero, con quien se dice que siempre tuvo cierta rivalidad. El otro miembro que sigue en los mares era el tercero al mando de los Héroes Bravos, actualmente es el yonkou conocido como Mihasy Hayato. Dicen que el mero hecho de encontrarte con él ya implica la muerte.
Los archivos también hablan de algunos miembros menos conocidos, entre los cuales debía estar el tal Noa. Dice que estuvo en todas las batallas que libraron los Héroes. Por lo tanto él debió estar en Marineford aquella vez, cuando ellos solos pusieron en jaque a la organización. Eran una banda temible, y algunos de sus miembros continúan siéndolo. No pude imaginarme que alguien como él pudiera estar ahí. ¿Entonces qué diantres hace en el gobierno?
Antes siquiera de preguntarle me respondió. Me dijo que compartía sus ideales de paz, aunque las formas que tienen de llevarla a cabo no le atraen. Entonces hizo una afirmación que me dejó la mente nublada. ¿Acaso pensamos igual tanto él como yo? Parece ser que tenemos un objetivo común, eso es demasiado extraño, mucha coincidencia diría yo. No es normal encontrar gente así. La pregunta es. ¿Sería de fiar?
Colgó una especie de hamaca entre dos árboles y me pidió que le despertara en dos horas, además me dijo que cada dos horas comiese carne... No entiendo el porqué, pero se le vio muy decidido diciendo eso, no parecía ser ningún tipo de broma. De momento no tenía motivos para desconfiar de él. De modo que no había razón alguna para hacerlo ahora.
Él se fue a descansar, pero yo no podía hacer eso. Desde siempre, cada vez que había entrenado algo lo había hecho a conciencia y aprovechando cada momento, cada instante. En este momento no podía entrenar mi armadura, necesitaba ahorrar fuerzas, pero lo que si que podía hacer era centrarme y canalizar mi haki de observación. El objetivo sería ampliar el rango que puedo sentir, tratar de alcanzar a distinguir hasta las alimañas que se mueven por la zona, el movimiento del viento, sentir todo cuanto pueda a mi alrededor, tratar de explotar mi kenbunshoku haki. Mientras él descansara, yo entrenaría, el único descanso que haría sería por la noche, y por no acabar muerto en dos días.
Sentí el viento, escuchaba su silbido recorriendo cada metro a mi alrededor, sentía a Noa durmiendo, se balanceaba por el propio aire que chocaba contra su cuerpo y su hamaca, pude sentir su mecer a mi espalda a unos metros. Escuchaba el musgo y la hierba moviéndose, tal vez por el viento, tal vez por insectos, no era capaz de saber el motivo real de ese movimiento. Trataba de ir a más, trataba de centrarme más en esas pequeñas cosas, de expandir mi radio de acción, trataba de abarcar más allá de mi alrededor.
Pasó el tiempo, no sabría decir exactamente cuánto tiempo habría pasado, pero más de una hora seguro. Había perdido la noción del tiempo, ya no sabía ni cuanto había transcurrido, pero si no habían pasado ya esas dos horas poco faltaría. Me acerqué a la "despensa" con forma de barril y cogí algún pedazo de carne. No mucho, si tenía que comer cada dos horas iba a acabar agotándome demasiado pronto. Lo calenté utilizando mi energía de ámbito de fuego, no tenía otra forma, y esa era más rápida, no quería encender ninguna hoguera. Al cabo de un par de minutos el pedazo ya estaba bien hecho, de modo que lo comí y me acerqué al durmiente.
Estaba roncando como un cabrón. ¿Cómo puede dormir así? Solté una de las ataduras de la hamaca para hacerle caer y que así se despertase, le desaté por los pies y comencé a decirle que era la hora de seguir con el entrenamiento. Yo estiré los brazos y los músculos y me preparé para volver a la carga. Me planté en el mismo lugar donde habíamos estado anteriormente y aguardé a que llegase. Una vez estuvo delante de mí comencé la acometida, pero no sin antes decirle una cosa.
-Debo decirte que hay algo en lo cual coincidimos. Yo también deseo acabar con toda la piratería, deseo ascender en la marina y hacer una limpieza interior, tal como tú con el gobierno mundial. Pero para ello necesitamos aumentar mucho nuestro poder. No perdamos el tiempo.
Me lancé hacia él con el haki de armadura recorriendo mis brazos y piernas intermitentemente, trataba de utilizarlo solamente en el instante en el cual iba a golpear y ser golpeado, eso tal vez me ayudaba a potenciar mis reflejos ante los ataques y golpes sorpesa. Como no, continuaba con el mismo proceso de la mañana, golpes aleatorios y alternando entre puñetazos y patadas, tratando de ir lo más rápido posible.
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Akuma no mi
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Que lugar tan bonito aquel, esponjoso como las nubes y suave como el culito de un bebé. Comencé a retozar en ese mar hermoso que relucía como miles de soles a mis pies. Que hermoso paraje incluso con sus salientes. Ese lugar parecía los típicos pastelitos esponjosos con chocolate fundido por dentro y con una pequeña puntita de azúcar sobre estos. El lugar de mis sueños sin duda, podría morir tranquilamente en ese lugar paradisíaco, tan brillante, tan suave... ¡Tan grandes! Por fin había conseguido soñar con una de as cosas que más me gustaban en el mundo. Esas redondeces tan bellas y preciosas que las mujeres de Dressrosa lucen con tanto esplendor y orgullo. Dios, gracias por traer a mi vida las tet... ¡¡¡¡UUAAAAAGGHHH!!!!
Abrí los ojos de golpe, la hamaca se había ido al carajo y me encontraba tirado en el suelo. -Menuda leche-. Me quejé llevándome la mano a la cabeza. Alcé la cabeza a ver cual podía ser el motivo por el que mi cama se había quedado coja. Allí fue donde vi plantado ante mi a Kimura, le observé extrañado, ¿Qué hacía el marine tan cerca mía? Miré más allá de él, en concreto al árbol donde debería estar atado el cabo que sujetaba la tela. El muy mamón la había soltado adrede. No era algo seguro, pero me dí cuenta de que tenía razón cuando justo tras volver al mundo real me soltó un monólogo el cual no escuché salvo la última frase: -No perdamos el tiempo-.
Lo mato, la madre que lo parió, me había despertado del mejor sueño que cualquier hombre podía desear, un prado hasta donde alcanzaba la vista repleto de pechos. Grandes, pequeños, firme, caídos... Habían de todo tipo de texturas capaces de cumplir las fantasías más pervertidas de cualquiera. Incluidas las mías, que ya es decir mucho. Me levanté poco a poco mientras en tono casi imperceptible repetía una y otra vez: -Oppais-. Terminé de incorporarme cuando Kimura se estaba preparando para reanudar el entrenamiento o esa sensación daba al estirarse. Nos colocamos el uno frente al otro, yo, cabizbajo por el chasco del sueño, no hacía más que repetir aquella palabra constantemente mientras mis ojos se comenzaban a ver vidriosos.
Levanté la mirada apenas unos segundos antes de que el pelirrojo se lanzase contra mi. Pude reaccionar a tiempo activando el Haki Armadura justo en el momento en que iniciamos el choque de golpes, logrando así contraatacar a tiempo golpeando sus puñetazos y patadas con los míos propios. El procedimiento que seguimos esta segunda vez fue exactamente igual que el de la mañana, tratar de cubrir la zona con la que chocábamos de Haki justo antes de hacer contacto, esperando al último momento para impactar. Tras los primeros minutos entrenando, el recuerdo de mis queridas oppais hacía que de vez en cuando me desconcentrase recibiendo algún que otro puño de Kimura, ahí me dí cuenta que necesitaba liberarme de aquel tormento. ¡¡¡OPPAIII!!!-. Le grité a la cara a la vez que colaba en el intercambio un cabezazo imbuido en Haki, añadiendo así una zona más con la que golpear y con la que interactuar en la concentración del Busoshoku.
El entrenamiento aquel día resultó en un empate técnico tras el que los dos acabamos destrozados en el suelo y llenos de magulladuras, luego de recuperarnos, volvimos a poder ponernos en pie, por ese día la práctica había concluido, al igual que Kimura, pensaba que entrenar constantemente nos haría mejorar muy rápido, pero si seguíamos a ese ritmo era muy probable que acabásemos con algún hueso roto. Para tratar de evitar esto, mientras preparaba la cena, le eché un ojo a las heridas del marine, si bien no eran nada preocupante, era mejor tratarlas y prevenir males mayores. Utilizando mi experiencia como médico, podía dar una buena solución a esos "pequeños rasguños", además, le di un buen masaje por los brazos y las piernas para aliviar la tensión a la que había sometido los músculos, de no hacerlo no podría moverse al día siguiente. Quería llevar su cuerpo hasta el más alto límite al que jamás lo haya sometido.
Durante toda la primera semana la rutina fue la misma, entrenamiento matutino, descanso a mediodía para comer y recuperar energías y nuevamente entrenamiento por la tarde hasta la hora de cenar. También preparaba comidas especiales para ambos con las que recuperar energía alimentando los músculos. Kimura quizás no lo supiese pues no se dedica a esto, pero la tensión a la que estábamos llevando nuestros cuerpos era bastante crítica, si no ponía esos medios, acabaríamos colapsando. Mi experiencia como médico y cocinero nos servían perfectamente para esta situación, gracias a esto el entreno lo podíamos llevar al límite perfectamente. "Me encargaré de que esto salga bien".
A lo largo de ese tiempo, Kimura se empeñó en no dejarme dormir ni un solo día más de una hora de siesta. "Que asco de marine". Pensaba para mis adentros cada vez que me despertaba de mis sueños pervertidos, digooo, de mis sueños serios de agente del gobierno... El asunto era que mi querido amigo de pelo llameante era muy original a la hora de despertarme, cada día se le ocurría una nueva manera de perturbar mi descanso, un día me lanzó una manzana desde lo alto del árbol que usaba de anclaje para la hamaca, otro directamente vació un barril de agua sobre mi. Y luego se preguntan porqué rebano pescuezos antes de preguntar... Que asco de vida.
Al término del séptimo día, por mi cabeza pasó una idea brillante para comprobar si de verdad estábamos progresando con el Haki. La prueba era simple, utilizando el Busoshoku, romperíamos distintos materiales hasta ver qué eramos capaces de destrozar. Busqué cerca de nuestro campamento una gran roca para colocarla cerca de un árbol, luego, gracias a la ayuda de los marines que trajo consigo Kimura, conseguí dos escudos de hierro de buen tamaño buscando por el arsenal que llevaban en el barco. Tras un rato en el que lo coloqué todo, la prueba estaba lista. -Kimura, concentra tu Haki en un solo puño, y golpea con todas tus fuerzas, únicamente con fuerza bruta, nada de usar técnicas o habilidades raras. Usaremos esto como marca a superar-. Le dije mientras me preparaba para hacer lo propio. Realizaríamos esta prueba cada semana hasta que pudiésemos al menos hundir el acero, con eso quedaría demostrado que habíamos alcanzado un nuevo nivel en dominio del Haki Armadura.
Abrí los ojos de golpe, la hamaca se había ido al carajo y me encontraba tirado en el suelo. -Menuda leche-. Me quejé llevándome la mano a la cabeza. Alcé la cabeza a ver cual podía ser el motivo por el que mi cama se había quedado coja. Allí fue donde vi plantado ante mi a Kimura, le observé extrañado, ¿Qué hacía el marine tan cerca mía? Miré más allá de él, en concreto al árbol donde debería estar atado el cabo que sujetaba la tela. El muy mamón la había soltado adrede. No era algo seguro, pero me dí cuenta de que tenía razón cuando justo tras volver al mundo real me soltó un monólogo el cual no escuché salvo la última frase: -No perdamos el tiempo-.
Lo mato, la madre que lo parió, me había despertado del mejor sueño que cualquier hombre podía desear, un prado hasta donde alcanzaba la vista repleto de pechos. Grandes, pequeños, firme, caídos... Habían de todo tipo de texturas capaces de cumplir las fantasías más pervertidas de cualquiera. Incluidas las mías, que ya es decir mucho. Me levanté poco a poco mientras en tono casi imperceptible repetía una y otra vez: -Oppais-. Terminé de incorporarme cuando Kimura se estaba preparando para reanudar el entrenamiento o esa sensación daba al estirarse. Nos colocamos el uno frente al otro, yo, cabizbajo por el chasco del sueño, no hacía más que repetir aquella palabra constantemente mientras mis ojos se comenzaban a ver vidriosos.
Levanté la mirada apenas unos segundos antes de que el pelirrojo se lanzase contra mi. Pude reaccionar a tiempo activando el Haki Armadura justo en el momento en que iniciamos el choque de golpes, logrando así contraatacar a tiempo golpeando sus puñetazos y patadas con los míos propios. El procedimiento que seguimos esta segunda vez fue exactamente igual que el de la mañana, tratar de cubrir la zona con la que chocábamos de Haki justo antes de hacer contacto, esperando al último momento para impactar. Tras los primeros minutos entrenando, el recuerdo de mis queridas oppais hacía que de vez en cuando me desconcentrase recibiendo algún que otro puño de Kimura, ahí me dí cuenta que necesitaba liberarme de aquel tormento. ¡¡¡OPPAIII!!!-. Le grité a la cara a la vez que colaba en el intercambio un cabezazo imbuido en Haki, añadiendo así una zona más con la que golpear y con la que interactuar en la concentración del Busoshoku.
El entrenamiento aquel día resultó en un empate técnico tras el que los dos acabamos destrozados en el suelo y llenos de magulladuras, luego de recuperarnos, volvimos a poder ponernos en pie, por ese día la práctica había concluido, al igual que Kimura, pensaba que entrenar constantemente nos haría mejorar muy rápido, pero si seguíamos a ese ritmo era muy probable que acabásemos con algún hueso roto. Para tratar de evitar esto, mientras preparaba la cena, le eché un ojo a las heridas del marine, si bien no eran nada preocupante, era mejor tratarlas y prevenir males mayores. Utilizando mi experiencia como médico, podía dar una buena solución a esos "pequeños rasguños", además, le di un buen masaje por los brazos y las piernas para aliviar la tensión a la que había sometido los músculos, de no hacerlo no podría moverse al día siguiente. Quería llevar su cuerpo hasta el más alto límite al que jamás lo haya sometido.
Durante toda la primera semana la rutina fue la misma, entrenamiento matutino, descanso a mediodía para comer y recuperar energías y nuevamente entrenamiento por la tarde hasta la hora de cenar. También preparaba comidas especiales para ambos con las que recuperar energía alimentando los músculos. Kimura quizás no lo supiese pues no se dedica a esto, pero la tensión a la que estábamos llevando nuestros cuerpos era bastante crítica, si no ponía esos medios, acabaríamos colapsando. Mi experiencia como médico y cocinero nos servían perfectamente para esta situación, gracias a esto el entreno lo podíamos llevar al límite perfectamente. "Me encargaré de que esto salga bien".
A lo largo de ese tiempo, Kimura se empeñó en no dejarme dormir ni un solo día más de una hora de siesta. "Que asco de marine". Pensaba para mis adentros cada vez que me despertaba de mis sueños pervertidos, digooo, de mis sueños serios de agente del gobierno... El asunto era que mi querido amigo de pelo llameante era muy original a la hora de despertarme, cada día se le ocurría una nueva manera de perturbar mi descanso, un día me lanzó una manzana desde lo alto del árbol que usaba de anclaje para la hamaca, otro directamente vació un barril de agua sobre mi. Y luego se preguntan porqué rebano pescuezos antes de preguntar... Que asco de vida.
Al término del séptimo día, por mi cabeza pasó una idea brillante para comprobar si de verdad estábamos progresando con el Haki. La prueba era simple, utilizando el Busoshoku, romperíamos distintos materiales hasta ver qué eramos capaces de destrozar. Busqué cerca de nuestro campamento una gran roca para colocarla cerca de un árbol, luego, gracias a la ayuda de los marines que trajo consigo Kimura, conseguí dos escudos de hierro de buen tamaño buscando por el arsenal que llevaban en el barco. Tras un rato en el que lo coloqué todo, la prueba estaba lista. -Kimura, concentra tu Haki en un solo puño, y golpea con todas tus fuerzas, únicamente con fuerza bruta, nada de usar técnicas o habilidades raras. Usaremos esto como marca a superar-. Le dije mientras me preparaba para hacer lo propio. Realizaríamos esta prueba cada semana hasta que pudiésemos al menos hundir el acero, con eso quedaría demostrado que habíamos alcanzado un nuevo nivel en dominio del Haki Armadura.
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Agilidad
Destreza
Precisión
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Agudeza
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Intercambiamos golpes durante un tiempo, cada vez se le veía a Noa más alterado, o algo así, no sabría decirlo. De pronto se lanzó a por mí con un extraño grito de batalla que consiguió cogerme por sorpresa y darme un buen golpe en la cara, golpe que contrarresté casi al instante devolviéndolo. Así estuvimos durante toda la tarde, hasta que finalmente el sol comenzó a ponerse y caímos rendidos y jadeando en el terreno. Estábamos realmente destrozados y magullados, señal de que había sido un buen día intensivo. Sólo temía no poder aguantar mucho a este ritmo.
-Creo que ya está bien por hoy Noa -dije entre jadeos.
Nos acercamos nuevamente a las provisiones y éste comenzó a preparar otra cosa. Resultó más útil de lo que me imaginaba, y me sorprendía que tuviese ánimos y fuerzas como para ponerse ahora a preparar algo. No me esperaba que fuese a hacer nada, pero seguramente haría algo bien sencillo... ¿Para qué me traje entonces a un cocinero entre mis hombres? Bueno, por lo menos mantendría alimentados al resto de la tripulación mientras estábamos allí. Tampoco quería mandarles de vuelta, podría haber complicaciones y necesitar un médico, que también traje uno. No muy experimentado, pero algo es algo al fin y al cabo.
Aunque casi que no habría importado que no lo hubiese llevado. Mientras estaba preparando algo se me quedó mirando el agente del gobierno. Me quedé un poco asombrado cuando me di cuenta que estaba mirando mis heridas, cogió unas vendas y algunas cosas que no sabía que era y me hizo unos apurados primeros auxilios. Todo parecía bastante normal hasta que de pronto comenzó a masajear mis brazos y piernas, eso ya me dejó en una situación un poco incómoda. ¿Acaso él era...? No se, demasiados cuidados para cuatro tonterías creo yo. Espero que no tratase de llevarme a la otra acera, aunque no lo conseguiría.
-¿Ahora resulta que aparte de cocinero eres médico y fisio? Joder, me ha tocado la lotería contigo -dije entre risas.
Ese día dormí realmente bien para las condiciones en las que estábamos. Este tipo hacía milagros con esas manos, y aunque me había dolido bastante el masaje me relajó una barbaridad. Lo malo resultó al día siguiente, algo que hacía años que no me ocurría, apenas me pude levantar de las agujetas que tenía. Eso debía ser del masaje diabólico que me hizo el muy condenado, tanto dolor con el tremendo cansancio me debió de dejar los músculos más machacados de lo que yo mismo pude imaginar. Ese día tuve que forzarme bastante más, aunque a la hora de estar entrenando ya había entrado en calor y las agujetas retrocedieron un poco. Al mediodía ocurrió lo mismo del día anterior. En venganza por esa paliza con los masajes decidí volver a despertarle de una forma bastante "eficaz".
No, no le solté la hamaca repitiendo como el día anterior, en esta ocasión levanté una piedra a buena distancia y la dejé caer directamente contra su... Marca de masculinidad... La reacción fue realmente instantánea y cómica. Aunque debo reconocer mi error, la intención no era que se cayese al suelo, y nuevamente se comió la hierba que había debajo cuando la piedra, que tampoco es que fuera muy grande pero tampoco pequeña, le aplastó los mini-Kasanova. No pude evitar reirme, pero sentí que pagaría por ello en cualquier momento. Tal vez esa tarde, tal vez en una semana. ¿Cuán vengativo y rencoroso podría ser éste hombre?
Así pasó el segundo día, con duros entrenamientos, comidas demasiado sabrosas para los ingredientes que teníamos allí (realmente me asombraba el talento de este hombre), vendajes por ambas partes y algún que otro masaje, solamente que esta vez prefería hacerlo yo mismo, no quería otra paliza por su parte y dar un masaje tampoco es tan complicado si te dicen dónde hay que hacerlo y con qué fin. De igual modo pasó el tercer día, y el cuarto. Y así hasta el séptimo día, ese día le desperté haciéndole saltar, puse la espada larga perpendicular debajo de él y descolgué un poco uno de los extremos de la hamaca. El salto fue tal que se comió el árbol que tenía enfrente. También era bueno añadir toques de humor de vez en cuando... ¿No?
De pronto ese séptimo día, a media tarde, con todo el agotamiento de medio entrenamiento, decidió hacer un alto diciendo que se le había ocurrido algo. No me dijo el qué, pero si que me pidió que dijera a mis hombres que trajesen dos escudos de metal, por lo menos chapas gruesas y duras de metal. Me quedé pensando, no teníamos escudos que yo supiera, pero me extrañaba que lo quisiera. Entre jadeos no se me ocurrió otra cosa que:
-Si es para la venganza... Déjala para otro día.
Me quedé mirándole, casi me mata con la mirada, por lo que comprendí que era algo serio de verdad y me fui a llamar a uno de los hombres que estaban próximos. Se podrían quejar, por haberles traído allí tenían unas vacaciones de gratis, aunque algunos entrenaban entre ellos, y ese espíritu de lucha me encantaba por parte de esos hombres. No tardaron en traer dos grandes escudos de un metro de alto, de metal. Me quedé un poco embobado, desconocía de dónde los habían sacado y cuando les pregunte tan solo se encogieron de hombros diciendo que lo encontraron en la bodega. Tal vez fuera de algunos de los últimos presos que embarcaron en los calabozos de las bodegas del navío. Una bonita carabela de tres mástiles y cinco velas. Eso me hizo pensar, debía buscar una buena embarcación para los Crimson Wolves.
Colocamos las chapas en unas grandes piedras, la idea era testear nuestros propios avances golpeando ese escudo, cuanto más lo consigamos abollar, mayores serán los progresos. Me parecía una buena idea, la verdad es que estaba buscando una forma para intentar ver cómo progresábamos y sólo se me ocurría tomarlo con las ruínas que nos rodeaban, pero esas edificaciones se deshacen con el propio poder que tenemos ahora mismo, no sería una prueba demasiado fiable, pero esta si que era una buena idea, no podía negarlo. El metal es bien duro, y solo un buen haki debidamente endurecido podría ser capaz de doblar esa gruesa chapa.
Me dijo que le golpease, y me dispuse a ello. Pero de pronto escuché algo que llamó mi atención. Un extraño sonido a las afueras de las ruinas, bastante próximo a nuestra posición. Algo se movió por allí, no estábamos solos. Tan solo pude alcanzar a ver una extraña criatura que se movía entre la maleza, eso estaba claro que no era humano, pero no llegué a ponerle forma. Al parecer la isla no está tan desierta, hay algún tipo de criatura rondando por ahí.
-Noa. ¿Has visto eso?
No se advertían más movimientos, me concentré en mi haki de observación, no percibía absolutamente nada, ni siquiera concentrándome al máximo era capaz de sentir ningún tipo de presencia, no había nada allí, lo que quiera que estuviese en ese lugar había desaparecido. Me quedé mirando a Noa, no se él pero a mí no me gustaba nada eso. Debíamos estar alerta, podría atacarnos de noche, atacar el campamento, a mis hombres. Y lo peor de todo es que podría hacerlo sin que nos diésemos cuenta. Debíamos apresurarnos entrenando si queríamos salir bien parados de aquí. En un momento de debilidad podríamos acabar en verdaderos apuros.
-Sea lo que sea no hay nada. Se ha ido. Por lo menos no percibo nada con mi haki de observación. Si adviertes otra cosa distinta hazmelo saber. Pero de momento...
Me concentré en mi puño izquierdo, al fin y al cabo soy zurdo, me puse en pose agresiva de combate y concentré mi más fuerte bushou en él. Tras unos segundos concentrándome para utilizarlo al máximo, cargué directamente contra el escudo en un fuerte puñetazo que sonó con eco metálico. Tenía el brazo un poco entumecido por todo el entrenamiento de los últimos días, pero estaba seguro de haber golpeado dándolo todo, especialmente con el haki a máxima potencia. El escudo apenas ni se inmutó, más que por el eco que se dispersó hacia las ruinas.
Agité mi puño en señal de entumecimiento, lo cierto es que golpeé con todas mis fuerzas y eso me hizo resentirme un poco. Un duro golpe contra algo todavía más duro. Me dolió la muñeca y los nudillos, si no me sangraban fue por el propio haki armadura, pero si que me había hecho daño de verdad. Me agarré la muñeca con la mano derecha y me quedé mirando al agente del gobierno, dándole a entender que ahora le tocaba a él.
-Pufff si hay que hundir esto, necesitaremos darle duro al entrenamiento Noa. Esto es realmente fuerte.
El sol ya estaba cayendo, era hora de dejar el entrenamiento por hoy. Habíamos perdido mucho tiempo con la tontería del escudo y ya se había hecho demasiado tarde como para continuar dándonos de golpes. Era hora de echar un bocado y prepararnos para pasar la noche. Eso si, pensaba advertir a mis hombres y que avisasen a los que estén en el barco. No estamos solos en la isla, y no sabemos qué hay en los bosques. Debemos mantenernos alerta para evitar hallarnos en verdaderos apuros.
-Creo que ya está bien por hoy Noa -dije entre jadeos.
Nos acercamos nuevamente a las provisiones y éste comenzó a preparar otra cosa. Resultó más útil de lo que me imaginaba, y me sorprendía que tuviese ánimos y fuerzas como para ponerse ahora a preparar algo. No me esperaba que fuese a hacer nada, pero seguramente haría algo bien sencillo... ¿Para qué me traje entonces a un cocinero entre mis hombres? Bueno, por lo menos mantendría alimentados al resto de la tripulación mientras estábamos allí. Tampoco quería mandarles de vuelta, podría haber complicaciones y necesitar un médico, que también traje uno. No muy experimentado, pero algo es algo al fin y al cabo.
Aunque casi que no habría importado que no lo hubiese llevado. Mientras estaba preparando algo se me quedó mirando el agente del gobierno. Me quedé un poco asombrado cuando me di cuenta que estaba mirando mis heridas, cogió unas vendas y algunas cosas que no sabía que era y me hizo unos apurados primeros auxilios. Todo parecía bastante normal hasta que de pronto comenzó a masajear mis brazos y piernas, eso ya me dejó en una situación un poco incómoda. ¿Acaso él era...? No se, demasiados cuidados para cuatro tonterías creo yo. Espero que no tratase de llevarme a la otra acera, aunque no lo conseguiría.
-¿Ahora resulta que aparte de cocinero eres médico y fisio? Joder, me ha tocado la lotería contigo -dije entre risas.
Ese día dormí realmente bien para las condiciones en las que estábamos. Este tipo hacía milagros con esas manos, y aunque me había dolido bastante el masaje me relajó una barbaridad. Lo malo resultó al día siguiente, algo que hacía años que no me ocurría, apenas me pude levantar de las agujetas que tenía. Eso debía ser del masaje diabólico que me hizo el muy condenado, tanto dolor con el tremendo cansancio me debió de dejar los músculos más machacados de lo que yo mismo pude imaginar. Ese día tuve que forzarme bastante más, aunque a la hora de estar entrenando ya había entrado en calor y las agujetas retrocedieron un poco. Al mediodía ocurrió lo mismo del día anterior. En venganza por esa paliza con los masajes decidí volver a despertarle de una forma bastante "eficaz".
No, no le solté la hamaca repitiendo como el día anterior, en esta ocasión levanté una piedra a buena distancia y la dejé caer directamente contra su... Marca de masculinidad... La reacción fue realmente instantánea y cómica. Aunque debo reconocer mi error, la intención no era que se cayese al suelo, y nuevamente se comió la hierba que había debajo cuando la piedra, que tampoco es que fuera muy grande pero tampoco pequeña, le aplastó los mini-Kasanova. No pude evitar reirme, pero sentí que pagaría por ello en cualquier momento. Tal vez esa tarde, tal vez en una semana. ¿Cuán vengativo y rencoroso podría ser éste hombre?
Así pasó el segundo día, con duros entrenamientos, comidas demasiado sabrosas para los ingredientes que teníamos allí (realmente me asombraba el talento de este hombre), vendajes por ambas partes y algún que otro masaje, solamente que esta vez prefería hacerlo yo mismo, no quería otra paliza por su parte y dar un masaje tampoco es tan complicado si te dicen dónde hay que hacerlo y con qué fin. De igual modo pasó el tercer día, y el cuarto. Y así hasta el séptimo día, ese día le desperté haciéndole saltar, puse la espada larga perpendicular debajo de él y descolgué un poco uno de los extremos de la hamaca. El salto fue tal que se comió el árbol que tenía enfrente. También era bueno añadir toques de humor de vez en cuando... ¿No?
De pronto ese séptimo día, a media tarde, con todo el agotamiento de medio entrenamiento, decidió hacer un alto diciendo que se le había ocurrido algo. No me dijo el qué, pero si que me pidió que dijera a mis hombres que trajesen dos escudos de metal, por lo menos chapas gruesas y duras de metal. Me quedé pensando, no teníamos escudos que yo supiera, pero me extrañaba que lo quisiera. Entre jadeos no se me ocurrió otra cosa que:
-Si es para la venganza... Déjala para otro día.
Me quedé mirándole, casi me mata con la mirada, por lo que comprendí que era algo serio de verdad y me fui a llamar a uno de los hombres que estaban próximos. Se podrían quejar, por haberles traído allí tenían unas vacaciones de gratis, aunque algunos entrenaban entre ellos, y ese espíritu de lucha me encantaba por parte de esos hombres. No tardaron en traer dos grandes escudos de un metro de alto, de metal. Me quedé un poco embobado, desconocía de dónde los habían sacado y cuando les pregunte tan solo se encogieron de hombros diciendo que lo encontraron en la bodega. Tal vez fuera de algunos de los últimos presos que embarcaron en los calabozos de las bodegas del navío. Una bonita carabela de tres mástiles y cinco velas. Eso me hizo pensar, debía buscar una buena embarcación para los Crimson Wolves.
Colocamos las chapas en unas grandes piedras, la idea era testear nuestros propios avances golpeando ese escudo, cuanto más lo consigamos abollar, mayores serán los progresos. Me parecía una buena idea, la verdad es que estaba buscando una forma para intentar ver cómo progresábamos y sólo se me ocurría tomarlo con las ruínas que nos rodeaban, pero esas edificaciones se deshacen con el propio poder que tenemos ahora mismo, no sería una prueba demasiado fiable, pero esta si que era una buena idea, no podía negarlo. El metal es bien duro, y solo un buen haki debidamente endurecido podría ser capaz de doblar esa gruesa chapa.
Me dijo que le golpease, y me dispuse a ello. Pero de pronto escuché algo que llamó mi atención. Un extraño sonido a las afueras de las ruinas, bastante próximo a nuestra posición. Algo se movió por allí, no estábamos solos. Tan solo pude alcanzar a ver una extraña criatura que se movía entre la maleza, eso estaba claro que no era humano, pero no llegué a ponerle forma. Al parecer la isla no está tan desierta, hay algún tipo de criatura rondando por ahí.
-Noa. ¿Has visto eso?
No se advertían más movimientos, me concentré en mi haki de observación, no percibía absolutamente nada, ni siquiera concentrándome al máximo era capaz de sentir ningún tipo de presencia, no había nada allí, lo que quiera que estuviese en ese lugar había desaparecido. Me quedé mirando a Noa, no se él pero a mí no me gustaba nada eso. Debíamos estar alerta, podría atacarnos de noche, atacar el campamento, a mis hombres. Y lo peor de todo es que podría hacerlo sin que nos diésemos cuenta. Debíamos apresurarnos entrenando si queríamos salir bien parados de aquí. En un momento de debilidad podríamos acabar en verdaderos apuros.
-Sea lo que sea no hay nada. Se ha ido. Por lo menos no percibo nada con mi haki de observación. Si adviertes otra cosa distinta hazmelo saber. Pero de momento...
Me concentré en mi puño izquierdo, al fin y al cabo soy zurdo, me puse en pose agresiva de combate y concentré mi más fuerte bushou en él. Tras unos segundos concentrándome para utilizarlo al máximo, cargué directamente contra el escudo en un fuerte puñetazo que sonó con eco metálico. Tenía el brazo un poco entumecido por todo el entrenamiento de los últimos días, pero estaba seguro de haber golpeado dándolo todo, especialmente con el haki a máxima potencia. El escudo apenas ni se inmutó, más que por el eco que se dispersó hacia las ruinas.
Agité mi puño en señal de entumecimiento, lo cierto es que golpeé con todas mis fuerzas y eso me hizo resentirme un poco. Un duro golpe contra algo todavía más duro. Me dolió la muñeca y los nudillos, si no me sangraban fue por el propio haki armadura, pero si que me había hecho daño de verdad. Me agarré la muñeca con la mano derecha y me quedé mirando al agente del gobierno, dándole a entender que ahora le tocaba a él.
-Pufff si hay que hundir esto, necesitaremos darle duro al entrenamiento Noa. Esto es realmente fuerte.
El sol ya estaba cayendo, era hora de dejar el entrenamiento por hoy. Habíamos perdido mucho tiempo con la tontería del escudo y ya se había hecho demasiado tarde como para continuar dándonos de golpes. Era hora de echar un bocado y prepararnos para pasar la noche. Eso si, pensaba advertir a mis hombres y que avisasen a los que estén en el barco. No estamos solos en la isla, y no sabemos qué hay en los bosques. Debemos mantenernos alerta para evitar hallarnos en verdaderos apuros.
Kasan
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Akuma no mi
Varios
Kimura se había colocado en posición para golpear el escudo cuando un extraño sonido proveniente de las afueras de las ruinas de la llamó nuestra atención. Por el eco del ruido sabía que ese algo que lo había producido estaba muy cerca de nosotros, y eso no podía ser bueno. Me concentré en el mantra para tratar de encontrar a lo que fuera que había hecho ese ruido, por desgracia se había marchado de mi rango de acción, necesitaba mejorar ya el armadura para poder centrarme en el kenbusho, odio estas situaciones en las que sé que me observan y no puedo hacer nada al respecto. Frustrados por no averiguar nada, tratamos de poner algunas medidas por si aquello que nos vigilaba era hostil, Kimura ordenó a sus hombres que estuviesen atentos asignándoles turnos de vigilancia constantes, puede que con eso mantuviesen las distancias.
Tras ese pequeño incidente, el marine retomó la prueba que había planeado. Éste, se tomó unos segundos para canalizar y endurecer al máximo su haki de armamento para, una vez en su punto álgido, soltar un tremendo puñetazo al escudo. El acero del arma ni se inmutó tras su golpe, sin embargo, la mano de Kimura no corrió la misma suerte. El pelirrojo no dejaba de quejarse de que se le había entumecido el puño, por lo que podía ver de su reacción, no se había roto nada, es más, fue gracias a la concentración de su armadura que se logró salvar de la lesión. Mi buen amigo ya sabía en que punto se encontraba su nivel de dominio, ahora era mi turno. Mientras él recuperaba la sensibilidad, yo me puse frente al otro escudo que había obtenido del arsenal del navío. Separé las piernas dando un paso hacía delante, el puño izquierdo al frente mientras concentraba el haki en el derecho, cerré los ojos durante unos segundos antes de lanzar el puñetazo al escudo.
El golpe hizo que la placa metálica resonase como si de un tambor de guerra se tratase, al estar cerca de las ruinas, el eco parecía el grito de una bestia exhalando su último rugido. A juzgar por el sonido, que fue muy similar en ambos casos, podría decir que seguíamos estando a la par así que no podía bajar la intensidad en los entrenamientos ni un solo momento, de lo contrario el marine se pondría un paso por delante de mi. Tras golpear, pude sentir como todo mi cuerpo se estremecía por la resonancia del escudo, la vibración del choque recorría cada centímetro de mis huesos, comenzando por las falanges de los dedos y subiendo por el brazo hasta perderse la sensación al llegar al hombro. Me di cuenta poco después del impacto, que todo el antebrazo hasta el codo se me había quedado entumecido o dormido como decía mi querida madre, la sensación de hormigueo era extraña. Por un lado me sentía orgulloso de haber podido mantenerme a la par con el pelirrojo, pero por otro lado me lamentaba de que aún con todo ese esfuerzo, mi haki no era lo suficientemente poderoso como para salvarme por completo del golpe.
El atardecer nos sorprendió, se había hecho bastante tarde ese día como para seguir el entrenamiento, además, todos los días acabábamos destrozados de tanto golpearnos, también necesitamos descansar. Al igual que todos los días, comencé a preparar la cena, para esa noche había pensado un plato mas "peculiar"; carne con verduras, arroz y salsa picante. Por desgracia para Kimura, esa noche estaba mas cansado de lo habitual, y escondí el sabor picante de la salsa para que este hiciese su efecto una vez su estomago digiriese la comida, o lo que es lo mismo, para cuando estuviese durmiendo tendría unas ganas enormes de ir al aseo, sería una pena que el marine tuviese diarrea y para colmo no llegase a tiempo a bajarse los pantalones ¿No?
Le debía más de una a mi compañero aunque me gustaba más la idea de devolverle varias de una sola vez. Menos mal que él no tenía mucha idea de cocina, así podía jugar con las especias a mi buen antojo. Una vez la cena estuvo preparada, me aseguré de darle el plato con trampa, mi plato en cambio, aunque tenía el mismo aspecto, la salsa no era picante si no que era de tomate, daba totalmente el pego, no podría descubrir el truco. Cenamos como todos los días hasta la fecha y luego fuimos a dormir. Esperé un poco hasta que Kimura se quedó dormido, me acerqué lentamente hasta sus pies para anudar sus botas entre sí, mi idea era que cuando tuviese que salir corriendo, se tropezase. Por si acaso el plan fallaba, atranqué la puerta del baño con una silla desde dentro, luego me tocó salir por una pequeña ventana pero valía la pena totalmente. También quería atarle una cuerda al cinturón pero igual le despertaba, mejor otro día.
Me fui a dormir al carajo del navío, encima del palo mayor, adoro dormir en lugares altos y al aire libre, el mayor placer que nos han dado los dioses es la suave brisa fresca en una isla de verano, esa brisa que entra por un extremo del pantalón, refrescan las cosas de hombres para luego sacar el calor humano por el otro lado del pantalón, menuda delicia de la vida. Ya hacía algún tiempo que me había quedado como un tronco allí en lo alto, cuando de pronto, una campana hizo que me sobresaltase despertándome de mi querido sueño de oppais. Me asomé por el hueco de la escalera para ver que estaba sucediendo. Los marines a cargo del pelirrojo parecían muy agitados, corrían de un lugar a otro cogiendo pistolas y espadas armándose para enfrentar algo. ¿Sería Kimura el que había dado la orden? Aunque... Por las horas que son... ¡¡El picante ya debería haber hecho efecto!!
Puede que el marine se hubiese dado cuenta de que su "problemilla" era obra mía, pero de ser ese el caso, toda su tripulación sabe donde suelo dormir, no tiene sentido los movimientos que hacían. -Puede ser que aquellos ruidos...-. Dije cuando recordé aquel sonido de hacía unas horas, puede que algún habitante de las isla nos estuviese visitando. Bajé del carajo de un salto para caer a la cubierta del navío marine, igual fue algo precipitado, no me di cuenta de que aún seguía en calzones pero bueno, no creo que a nadie le molesten los motivos de corazones que decoran mi ropa interior. Agarré al primer marine que se me cruzó, no se porqué pero se había sembrado el pánico y los hombres de Kimura no sabían bien que hacer. -Señor Kasanova, ¿Donde se encuentra el Teniente? No lo encontramos y no sabes que hacer en esta situación-. Dijo el recluta con voz temblorosa. -Cálmate, dime que sucede-. Le exigí al pobre que estaba muerto de miedo. -Unos seres extraños han aparecido desde lo profundo de las ruinas y del bosque, estamos rodeados de esas cosas extrañas-. El joven parecía haberse calmado un poco y supo explicarme más o menos lo sucedido.
Solté al recluta para asomarme por la borda a ver cual era la situación, teníamos una pequeña zona iluminada con fogatas, gracias a eso podía ver algo entre tanta oscuridad, me fijé un poco en el aspecto de los enemigos, estos eran de lo más extraño que había visto en mi vida; su aspecto era humanoide aunque con rasgos animales, parecido a la tribu de los Mink aunque en este caso eran todos muy parecidos, tenían rasgos similares a los hipopótamos pero sobre dos patas y con brazos, ojos gigantes, orejas caídas hasta la cadera y con una obesidad notable a simple vista.
Parecían los mayores habitantes de la isla por el número de estos que habían venido a asaltarnos, tenía pinta de que no iban a caer por dos puñetazos, seguramente nos tocaría actuar al pelirrojo y a mi aunque... ¿Donde estaba? Se estaba haciendo de rogar el marine. Dudo que todavía mantuviese los efectos de la cena... ¿O si?
Los reclutas parecían aguantar el avance de estas criaturas, pero eso solo duró unos minutos. El poderío físico de esos seres era muy superior a los subordinados de Kimura, a este paso comenzaría a haber bajas entre sus filas. Para tratar de evitarlo, me lancé al centro de las lineas enemigas utilizando el Soru para esquivar a todo el mundo. Ya posicionado en la boca del lobo, utilicé una técnica que aprendí gracias a un libro antiguo de la biblioteca de Ennies Lobby. Cogí una buena bocanada de aire para seguidamente pegar un grito enorme que llamase la atención de nuestros enemigos. Gracias a un poco de suerte, todos se giraron hacía mi, lo que les daba la oportunidad perfecta a los reclutas de escapar y reorganizarse.-¡¡Huid insensatos!!-. Les grité a los rezagados que se quedaron paralizados por el miedo.
Aquellas "simpáticas" criaturas, no dudaron en lanzarse a por mi como si de una manada de hienas hambrientas se tratasen. Utilizando el Mantra y el Kami-e podía esquivar sus envites sin demasiado problema. Seguramente podría mantenerlos ocupados hasta la llegada de Kimura, pero por si acaso, traté de contra-atacarlos. Aprovechando una de las oberturas entre sus ataques, me impulsé con el Soru para golpear a uno de ellos en plena cara con la rodilla, el golpe hizo bastante ruido aunque, para mi sorpresa y la de todos los presentes, el medio hipopótamo no recibió el más mínimo rasguño. Totalmente sorprendido, en el momento que me quedé estático en el aire tras el golpe, uno de ellos me agarró de la pierna para lanzarme contra un árbol cercano. Menos mal que no parecían muy avispados y gracias a lo que hizo pude salir de la situación en la que me había metido. Antes de chocar contra el cocotero, pude utilizar el Geppou para amortiguar el golpe apoyándome sobre este.
- Vamos a tener que cambiar la estrategia-. Dije mientras recubría mis puños con Busoshoku, la piel de estos seres era casi tan dura como el hierro, no podría penetrar semejante defensa con mis puños al desnudo... Bueno, desnudo entero, al menos el airecito que entraba por el calzón hacía que mantuviese la cabeza fría, y lo que no es la cabeza también.
Tras ese pequeño incidente, el marine retomó la prueba que había planeado. Éste, se tomó unos segundos para canalizar y endurecer al máximo su haki de armamento para, una vez en su punto álgido, soltar un tremendo puñetazo al escudo. El acero del arma ni se inmutó tras su golpe, sin embargo, la mano de Kimura no corrió la misma suerte. El pelirrojo no dejaba de quejarse de que se le había entumecido el puño, por lo que podía ver de su reacción, no se había roto nada, es más, fue gracias a la concentración de su armadura que se logró salvar de la lesión. Mi buen amigo ya sabía en que punto se encontraba su nivel de dominio, ahora era mi turno. Mientras él recuperaba la sensibilidad, yo me puse frente al otro escudo que había obtenido del arsenal del navío. Separé las piernas dando un paso hacía delante, el puño izquierdo al frente mientras concentraba el haki en el derecho, cerré los ojos durante unos segundos antes de lanzar el puñetazo al escudo.
El golpe hizo que la placa metálica resonase como si de un tambor de guerra se tratase, al estar cerca de las ruinas, el eco parecía el grito de una bestia exhalando su último rugido. A juzgar por el sonido, que fue muy similar en ambos casos, podría decir que seguíamos estando a la par así que no podía bajar la intensidad en los entrenamientos ni un solo momento, de lo contrario el marine se pondría un paso por delante de mi. Tras golpear, pude sentir como todo mi cuerpo se estremecía por la resonancia del escudo, la vibración del choque recorría cada centímetro de mis huesos, comenzando por las falanges de los dedos y subiendo por el brazo hasta perderse la sensación al llegar al hombro. Me di cuenta poco después del impacto, que todo el antebrazo hasta el codo se me había quedado entumecido o dormido como decía mi querida madre, la sensación de hormigueo era extraña. Por un lado me sentía orgulloso de haber podido mantenerme a la par con el pelirrojo, pero por otro lado me lamentaba de que aún con todo ese esfuerzo, mi haki no era lo suficientemente poderoso como para salvarme por completo del golpe.
El atardecer nos sorprendió, se había hecho bastante tarde ese día como para seguir el entrenamiento, además, todos los días acabábamos destrozados de tanto golpearnos, también necesitamos descansar. Al igual que todos los días, comencé a preparar la cena, para esa noche había pensado un plato mas "peculiar"; carne con verduras, arroz y salsa picante. Por desgracia para Kimura, esa noche estaba mas cansado de lo habitual, y escondí el sabor picante de la salsa para que este hiciese su efecto una vez su estomago digiriese la comida, o lo que es lo mismo, para cuando estuviese durmiendo tendría unas ganas enormes de ir al aseo, sería una pena que el marine tuviese diarrea y para colmo no llegase a tiempo a bajarse los pantalones ¿No?
Le debía más de una a mi compañero aunque me gustaba más la idea de devolverle varias de una sola vez. Menos mal que él no tenía mucha idea de cocina, así podía jugar con las especias a mi buen antojo. Una vez la cena estuvo preparada, me aseguré de darle el plato con trampa, mi plato en cambio, aunque tenía el mismo aspecto, la salsa no era picante si no que era de tomate, daba totalmente el pego, no podría descubrir el truco. Cenamos como todos los días hasta la fecha y luego fuimos a dormir. Esperé un poco hasta que Kimura se quedó dormido, me acerqué lentamente hasta sus pies para anudar sus botas entre sí, mi idea era que cuando tuviese que salir corriendo, se tropezase. Por si acaso el plan fallaba, atranqué la puerta del baño con una silla desde dentro, luego me tocó salir por una pequeña ventana pero valía la pena totalmente. También quería atarle una cuerda al cinturón pero igual le despertaba, mejor otro día.
Me fui a dormir al carajo del navío, encima del palo mayor, adoro dormir en lugares altos y al aire libre, el mayor placer que nos han dado los dioses es la suave brisa fresca en una isla de verano, esa brisa que entra por un extremo del pantalón, refrescan las cosas de hombres para luego sacar el calor humano por el otro lado del pantalón, menuda delicia de la vida. Ya hacía algún tiempo que me había quedado como un tronco allí en lo alto, cuando de pronto, una campana hizo que me sobresaltase despertándome de mi querido sueño de oppais. Me asomé por el hueco de la escalera para ver que estaba sucediendo. Los marines a cargo del pelirrojo parecían muy agitados, corrían de un lugar a otro cogiendo pistolas y espadas armándose para enfrentar algo. ¿Sería Kimura el que había dado la orden? Aunque... Por las horas que son... ¡¡El picante ya debería haber hecho efecto!!
Puede que el marine se hubiese dado cuenta de que su "problemilla" era obra mía, pero de ser ese el caso, toda su tripulación sabe donde suelo dormir, no tiene sentido los movimientos que hacían. -Puede ser que aquellos ruidos...-. Dije cuando recordé aquel sonido de hacía unas horas, puede que algún habitante de las isla nos estuviese visitando. Bajé del carajo de un salto para caer a la cubierta del navío marine, igual fue algo precipitado, no me di cuenta de que aún seguía en calzones pero bueno, no creo que a nadie le molesten los motivos de corazones que decoran mi ropa interior. Agarré al primer marine que se me cruzó, no se porqué pero se había sembrado el pánico y los hombres de Kimura no sabían bien que hacer. -Señor Kasanova, ¿Donde se encuentra el Teniente? No lo encontramos y no sabes que hacer en esta situación-. Dijo el recluta con voz temblorosa. -Cálmate, dime que sucede-. Le exigí al pobre que estaba muerto de miedo. -Unos seres extraños han aparecido desde lo profundo de las ruinas y del bosque, estamos rodeados de esas cosas extrañas-. El joven parecía haberse calmado un poco y supo explicarme más o menos lo sucedido.
Solté al recluta para asomarme por la borda a ver cual era la situación, teníamos una pequeña zona iluminada con fogatas, gracias a eso podía ver algo entre tanta oscuridad, me fijé un poco en el aspecto de los enemigos, estos eran de lo más extraño que había visto en mi vida; su aspecto era humanoide aunque con rasgos animales, parecido a la tribu de los Mink aunque en este caso eran todos muy parecidos, tenían rasgos similares a los hipopótamos pero sobre dos patas y con brazos, ojos gigantes, orejas caídas hasta la cadera y con una obesidad notable a simple vista.
- Frekous:
Parecían los mayores habitantes de la isla por el número de estos que habían venido a asaltarnos, tenía pinta de que no iban a caer por dos puñetazos, seguramente nos tocaría actuar al pelirrojo y a mi aunque... ¿Donde estaba? Se estaba haciendo de rogar el marine. Dudo que todavía mantuviese los efectos de la cena... ¿O si?
Los reclutas parecían aguantar el avance de estas criaturas, pero eso solo duró unos minutos. El poderío físico de esos seres era muy superior a los subordinados de Kimura, a este paso comenzaría a haber bajas entre sus filas. Para tratar de evitarlo, me lancé al centro de las lineas enemigas utilizando el Soru para esquivar a todo el mundo. Ya posicionado en la boca del lobo, utilicé una técnica que aprendí gracias a un libro antiguo de la biblioteca de Ennies Lobby. Cogí una buena bocanada de aire para seguidamente pegar un grito enorme que llamase la atención de nuestros enemigos. Gracias a un poco de suerte, todos se giraron hacía mi, lo que les daba la oportunidad perfecta a los reclutas de escapar y reorganizarse.-¡¡Huid insensatos!!-. Les grité a los rezagados que se quedaron paralizados por el miedo.
Aquellas "simpáticas" criaturas, no dudaron en lanzarse a por mi como si de una manada de hienas hambrientas se tratasen. Utilizando el Mantra y el Kami-e podía esquivar sus envites sin demasiado problema. Seguramente podría mantenerlos ocupados hasta la llegada de Kimura, pero por si acaso, traté de contra-atacarlos. Aprovechando una de las oberturas entre sus ataques, me impulsé con el Soru para golpear a uno de ellos en plena cara con la rodilla, el golpe hizo bastante ruido aunque, para mi sorpresa y la de todos los presentes, el medio hipopótamo no recibió el más mínimo rasguño. Totalmente sorprendido, en el momento que me quedé estático en el aire tras el golpe, uno de ellos me agarró de la pierna para lanzarme contra un árbol cercano. Menos mal que no parecían muy avispados y gracias a lo que hizo pude salir de la situación en la que me había metido. Antes de chocar contra el cocotero, pude utilizar el Geppou para amortiguar el golpe apoyándome sobre este.
- Vamos a tener que cambiar la estrategia-. Dije mientras recubría mis puños con Busoshoku, la piel de estos seres era casi tan dura como el hierro, no podría penetrar semejante defensa con mis puños al desnudo... Bueno, desnudo entero, al menos el airecito que entraba por el calzón hacía que mantuviese la cabeza fría, y lo que no es la cabeza también.
Nocturne93
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Akuma no mi
Varios
Cuando llegamos al barco Noa volvió a hacer otra de sus maravillas de comida. Un buen plato con carne y especias que seguía sin comprender de donde diantres sacaba cada día. Tenía un sabor bastante sabroso que no había probado nunca, lo cierto es que me agradaba. Me pegué un atracón como hacía días que no, no entiendo porqué ese día hizo más cena de la habitual, me pareció bastante extraño, pero no dije nada, él mismo me dijo que no preguntara nada acerca de ese tipo de cosas y que confiase en él, y lo cierto es que no tenía motivos para desconfiar. Estaban siendo unos días bastante duros pero es algo que merece la pena. Un buen entrenamiento como debe ser, como nunca he tenido con nadie.
Me siento realmente alegre de poder haber encontrado alguien con quien poder entrenar hasta este punto, pues estamos al mismo nivel. Bueno, tal vez él está algo por encima de mí, aunque no es algo que quisiera saber en estos momentos. Aunque si fuese más fuerte que yo, me habría derrotado aquella vez. Aquella vez que utilizó esa calamidad de movimiento que podía haber deshecho la mitad de mi cuerpo, si no él entero. Tan solo pensar en ello hace que sienta escalofríos y una extraña sensación como a quemazón en el estómago. Pensar en ello me revolvía las entrañas y hacía que me de un fuerte escalofrío por todo el cuerpo.
Ya había terminado de comer y sentía el cansancio recorriendo todo mi cuerpo. Realmente el haber llenado el buche me hacía sentir bastante más cansado. Es normal, el cuerpo se relaja y ahora toda la sangre del cuerpo va al estómago a digerir lo recién engullido, el resto de cuerpo se queda más debilitado y todo el cansancio acumulado se ve forzado en esos momentos, incrementando esa sensación de adormecimiento que obligan a uno a levantarse, bostezar cual perezoso y despedirse de sus compañeros de mesa para dejar bien claras sus intenciones de acostarse a descansar toda la noche.
-Ya está bien por hoy. Mañana seguiremos Noa.
Di otro fuerte bostezo y me dirigí a la habitación. Casi había llegado y me di cuenta de que no me había despojado de ciertas armas. Que tampoco se por qué las cargaba pero bueno, tal vez para acostumbrarme a pelear con el peso de las armas sobre mi cuerpo. Entrenar sin ellas no sería más que perder un poco el tiempo. Cuanto más fuerces el cuerpo a mejorar, más rápido lo hará y más eficaz se volverá el entrenamiento. Eso si, todo dentro de ciertos límites, debes conocer tu propio cuerpo para evitar daños innecesarios. Me desabroché el arnés y dejé las dagas gemelas, me quité el cinturón que portaba las tres espadas y la daga Tsume. Me quité la camisa y la cota de mallas, me quité los pantalones y me puse otros más cómodos y cortos. Eso era libertad completa. El torso al descubierto y tan solo una prenda inferior que llegaba a mitad. Eso era frescura total. Con la ventana abierta la corriente era maravillosa. La ocasión idónea para dormir.
Me tumbé con la mirada puesta sobre el techo del camarote. Mis ojos no tardaron mucho en cerrarse y adentrar mi mente en el maravilloso mundo de los sueños, donde allí todo era genial. Lo que desearas lo podías obtener, se veían reflejados tus mayores deseos y ambiciones. Y eso es lo que vi. Llegaba triunfal en un gran buque de guerra al puerto de la isla, desembarqué y, mientras en mi brazo izquierdo destacaba un símbolo que caracterizaba un alto almirante, observaba hacia el frente, donde muchos conocidos, incluso mi querido hermano y mi madre, estaban allí para recibirme con los brazos abiertos. Lo había logrado, había alcanzado la meta en la marina, había conseguido que los piratas no fueran más que un recuerdo del pasado. Había creado un nuevo mundo, un lugar limpio sin la mierda que lo atormentaba día a día.
De pronto todo se volvió oscuro. El cielo se tornaba de un color ocre que se iba tornando en uno más marrón cada vez. Mientras eso ocurría observaba cómo todos los que habían ido a recibirme con los brazos abiertos ahora hacían otra cosa completamente diferente. Unos se reían mientras me señalaban, otros se llevaban la mano a la nariz mientras exclamaban el "pestuzo" que hacía, los más sensibles se desmayaban. En cuanto a mí, un terrible dolor de estómago me hacía retorcerme, sentía que me iban a explotar las entrañas.
Por desgracia esa sensación de dolor era tan real como la ausencia de ropa en mi torso. Me levanté apuradísimo y me dispuse a levantarme y correr al servicio, pero en cuanto puse los pies en el suelo y me levanté, caí a plomo. ¿Pues no me había quitado las zapatillas? ¿Porqué mierda las tenía puestas otra vez? No tenía tiempo ni para desatarlas. Envolví mi mano en energía cortante de viento y corté las cordoneras, saliendo escopeteado de allí y estampándome contra la puerta del escusado.
Pero no abría, e iba siendo hora de evacuar, ya sea por las buenas o por las malas. Un leve aroma a podredumbre salía de mis calzones y casi hasta me hacía vomitar. Tenía que salir de allí. Mi única salvación era la fauna del bosque que estaba cerca. Corrí como pude, desembarqué, me bajé los pantalones y me agaché a la par que comenzaba a escucharse una gran traca, como si alguien estuviese prendiendo fuegos artificiales para dar un buen espectáculo. Amén de decir que el olor era nauseabundo. No tardé en soltar todo lo que estaba ahí acumulado y volver a respirar con tranquilidad.
-Noa. Morirás por esto. Te lo prometo...
De pronto escuché un pequeño crujido procedente del interior del bosque. Había algo o alguien ahí. Eso me hizo recordar a lo ocurrido hacía unas horas. Por lo que utilicé mi haki de observación, y para mi asombro pude sentir que algo venía directo hacia mí. Espero que no fuera llamado por su olfato, sino acabaría muriendo antes de oponer la mínima resistencia. Decidí apartarme unos metros y ocultarme detrás de otro árbol, esperando a que esa criatura llegase.
No tardó mucho en hacerlo, y lo que vi ahí me dejó bastante impresionado. Era de noche pero la luz de la luna era fuerte y permitía a mis ya acostumbrados ojos a ver relativamente bien en la oscuridad. Era una especie de animal enorme con colmillos y un gran cuerno en su frente. Parece ser que se trata de uno de los habitantes de la isla. Iba olisqueando, buscando algo, hasta que se paró en mis... Bueno, en el lastre que me sobraba. Era realmente asqueroso, y parecía que a ese ser no le importaba lo más mínimo el tremendo hedor que salía de ahí. Si fuera de día apuesto a que incluso se vería una nube tóxica emanando de los excrementos.
Decidí salir a ver si esa criatura era hostil o amigable. Pero algo me detuvo. Seguía con mi kenbunshoku activado, y ya no sentía una presencia, ahora sentía cerca de diez presencias, y aumentaban. Era un ataque. No solo eran criaturas extrañas y bastante obesas, sino que parecían tener cierta inteligencia. Nos habían estado observando y ahora se preparaban para atacarnos. Maldita sea, ¿cómo no nos hemos dado cuenta antes de todo esto?
Había que hacer algo, pero no tenía armas. Esperaba que no fueran enemigos de verdad. Hice una estupidez y salí silbando para llamar a uno de ellos. El ser ese, que cabe decir que es bastante horroroso, aunque tal vez esa cara se le haya quedado de oler ese potaje de carne putrefacta que acababa de soltar por detrás. Comenzó a caminar hacia mí, y su rostro no parecía decir "Ven que te voy a dar un abrazo amigo mío". Incluso veía que cargaba su puño para pegarme.
-Esperaba no tener que llegar a ésto...
Extendí los brazos antes de que llegase a mí, cerré los ojos unos instantes y me concentré en mi técnica de creación de figuras con mi propia energía. Me aseguré de darles la suficiente consistencia y dejé fluir esa energía a través de mis manos, soltándola y haciéndole formar dos espadas, algo como sables curvos que quedaron bastante compactos y densos. Entonces abrí los ojos y ese ser ya estaba en mi posición, cargando el puño. Esquivé con una finta y le asesté un buen tajo con la espada de mi mano derecha. La cual había quedado con un tono negruzco bastante extraño, mientras que la otra era blanca, justo como lo había pensado hacer. Al parecer la magia que me había hecho soltar ese lastre estaba fluctuando con mi energía. Maldito seas Noa.
El corte le hizo sangrar en el brazo, la bestia se quejaba, pero la espada se había mellado. ¿Qué tipo de piel tienen estas malditas criaturas? Reparé la espada aportando más energía y la recubrí de mi ámbito de viento para hacer su filo extremadamente cortante, entonces le hundí el extremo en el cuello, el cual si no llego a utilizar mi haki no consigo atravesar, y aun así costosamente. La criatura dejó de gritar. No quería llamar mucho la atención, y más estando prácticamente desnudo, tan solo con unas zapatillas que habían aparecido misteriosamente en mis pies, y el pantalón corto que me había puesto para dormir.
De pronto el que esa criatura gritase no me importó lo más mínimo, pues escuché un pedazo de bramido ensordecedor proveniente del pequeño campamento improvisado justo al desembarcar del barco. Estaban siendo atacados. Comencé a correr en aquella dirección. Pronto pude ver que Noa estaba en mitad de un pequeño ejército de estas criaturas. Seguramente estaría desarmado él también. Me subí rápidamente a la copa de un árbol, concentré mi haki en las espadas y las lancé a dos criaturas que estaban próximas a Noa. Les haría caer, tal vez con una pequeña herida.
-¡Cógelas Noa, los puños no sirven! -le grité desde lo más alto del árbol.
Volví a crear otras espadas iguales. Esperaba no tener que repararlas mucho, o me quedaría sin energías antes de acabar con todos esos tipos. Bajé de allí y comenzó la juerga. Esas criaturas no daban tregua, llegaba una detrás de otra, tenía que hacer movimientos rápidos, y por más que me forzaba, con el haki imbuido en mis espadas, no era capaz de atravesar esa piel tan dura que tenían. Debía ser algún tipo de armadura, esa piel no puede ser natural de ningún tipo de ser vivo. Al no poder utilizar ataques más potentes para perforar esa armadura natural decidí tratar de abrirme paso hacia Noa esquivando y golpeando a esas bestias. Por lo menos podía hacerles perder el equilibrio, y con lo gordos que están todos caen con facilidad.
Me costó unos minutos y alguna que otra reparación de las espadas, pero finalmente conseguí llegar hasta Noa para ponernos espalda contra espalda. Ni siquiera me fijé si tenía las espadas en la mano, yo tan solo me fijaba en que estábamos rodeados, y él no se pero yo jadeaba agotado. En el último golpe que había dado había logrado perforar la piel de una de las criaturas, que ahora estaba tirado en el suelo, sangrando y quejándose. Era necesaria una concentración extraordinaria para lograr atravesar esa pedazo de piel.
-Noa. Su piel es muy dura, con el haki podemos llegar a atravesarles, pero aun así es muy complicado... ¿Alguna idea?
Entre tanto las criaturas no cesaban sus arremetidas. Me sentía estar contra la espada y la pared. Por fortuna podía ver que no había ninguno de mis hombres allí, tal vez habría alguno herido, pero no veía ningún cadáver próximo. Eso me relajaba. De no ser por ese grito de Noa podría haber tardado más en llegar hasta allí. Tal vez para ese entonces habría sido demasiado tarde. Ahora no estaba concentrado en el Kenbunshoku más que en lo que respecta a sentir movimientos dirigidos hacia mí. No era capaz de determinar ni cuantos enemigos había ni nada más que no sea un "puñetazo por la izquierda, cornada de frente, cornada por flanco derecho, mordisco en la pierna...". Era una situación bastante crítica y estresante.
Comencé a concentrarme todo lo que pude. Más de lo que me podía permitir mis sentidos en ese momento, si es que era posible eso. Conseguí herir a otro más. Esa era la forma. Darlo todo de tí mismo. Concentrarte y sacar un bushou más fuerte del que haya sacado nunca. Si no conseguimos superarnos a nosotros mismos esa misma noche, no seremos capaz de hacer frente a esta oleada que se nos está echando encima.
-Noa. Si no superamos nuestro haki en este momento. Seremos pasto de jabalí... O lo que quiera que sean estas criaturas.
No sabía de donde diantres habían salido, jamás había visto algo parecido y no hacían más que gritar, embestir y golpear. Si esto se alargaba mucho acabaríamos cayendo, aunque eran criaturas extremadamente lentas. Solo existía esa forma. Superarnos a nosotros mismos. Debía de ser capaz, pues no pienso morir a manos de un búfalo orejudo, y menos aún estando prácticamente desnudo. Comencé a concentrarme, mi rostro se tornó serio como si se hubiese desvanecido toda emoción de mi ser. Era el momento de tomarse esto como debe ser tomado. Con la mayor prioridad. Ahora es un asunto de vida o muerte.
Me siento realmente alegre de poder haber encontrado alguien con quien poder entrenar hasta este punto, pues estamos al mismo nivel. Bueno, tal vez él está algo por encima de mí, aunque no es algo que quisiera saber en estos momentos. Aunque si fuese más fuerte que yo, me habría derrotado aquella vez. Aquella vez que utilizó esa calamidad de movimiento que podía haber deshecho la mitad de mi cuerpo, si no él entero. Tan solo pensar en ello hace que sienta escalofríos y una extraña sensación como a quemazón en el estómago. Pensar en ello me revolvía las entrañas y hacía que me de un fuerte escalofrío por todo el cuerpo.
Ya había terminado de comer y sentía el cansancio recorriendo todo mi cuerpo. Realmente el haber llenado el buche me hacía sentir bastante más cansado. Es normal, el cuerpo se relaja y ahora toda la sangre del cuerpo va al estómago a digerir lo recién engullido, el resto de cuerpo se queda más debilitado y todo el cansancio acumulado se ve forzado en esos momentos, incrementando esa sensación de adormecimiento que obligan a uno a levantarse, bostezar cual perezoso y despedirse de sus compañeros de mesa para dejar bien claras sus intenciones de acostarse a descansar toda la noche.
-Ya está bien por hoy. Mañana seguiremos Noa.
Di otro fuerte bostezo y me dirigí a la habitación. Casi había llegado y me di cuenta de que no me había despojado de ciertas armas. Que tampoco se por qué las cargaba pero bueno, tal vez para acostumbrarme a pelear con el peso de las armas sobre mi cuerpo. Entrenar sin ellas no sería más que perder un poco el tiempo. Cuanto más fuerces el cuerpo a mejorar, más rápido lo hará y más eficaz se volverá el entrenamiento. Eso si, todo dentro de ciertos límites, debes conocer tu propio cuerpo para evitar daños innecesarios. Me desabroché el arnés y dejé las dagas gemelas, me quité el cinturón que portaba las tres espadas y la daga Tsume. Me quité la camisa y la cota de mallas, me quité los pantalones y me puse otros más cómodos y cortos. Eso era libertad completa. El torso al descubierto y tan solo una prenda inferior que llegaba a mitad. Eso era frescura total. Con la ventana abierta la corriente era maravillosa. La ocasión idónea para dormir.
Me tumbé con la mirada puesta sobre el techo del camarote. Mis ojos no tardaron mucho en cerrarse y adentrar mi mente en el maravilloso mundo de los sueños, donde allí todo era genial. Lo que desearas lo podías obtener, se veían reflejados tus mayores deseos y ambiciones. Y eso es lo que vi. Llegaba triunfal en un gran buque de guerra al puerto de la isla, desembarqué y, mientras en mi brazo izquierdo destacaba un símbolo que caracterizaba un alto almirante, observaba hacia el frente, donde muchos conocidos, incluso mi querido hermano y mi madre, estaban allí para recibirme con los brazos abiertos. Lo había logrado, había alcanzado la meta en la marina, había conseguido que los piratas no fueran más que un recuerdo del pasado. Había creado un nuevo mundo, un lugar limpio sin la mierda que lo atormentaba día a día.
De pronto todo se volvió oscuro. El cielo se tornaba de un color ocre que se iba tornando en uno más marrón cada vez. Mientras eso ocurría observaba cómo todos los que habían ido a recibirme con los brazos abiertos ahora hacían otra cosa completamente diferente. Unos se reían mientras me señalaban, otros se llevaban la mano a la nariz mientras exclamaban el "pestuzo" que hacía, los más sensibles se desmayaban. En cuanto a mí, un terrible dolor de estómago me hacía retorcerme, sentía que me iban a explotar las entrañas.
Por desgracia esa sensación de dolor era tan real como la ausencia de ropa en mi torso. Me levanté apuradísimo y me dispuse a levantarme y correr al servicio, pero en cuanto puse los pies en el suelo y me levanté, caí a plomo. ¿Pues no me había quitado las zapatillas? ¿Porqué mierda las tenía puestas otra vez? No tenía tiempo ni para desatarlas. Envolví mi mano en energía cortante de viento y corté las cordoneras, saliendo escopeteado de allí y estampándome contra la puerta del escusado.
Pero no abría, e iba siendo hora de evacuar, ya sea por las buenas o por las malas. Un leve aroma a podredumbre salía de mis calzones y casi hasta me hacía vomitar. Tenía que salir de allí. Mi única salvación era la fauna del bosque que estaba cerca. Corrí como pude, desembarqué, me bajé los pantalones y me agaché a la par que comenzaba a escucharse una gran traca, como si alguien estuviese prendiendo fuegos artificiales para dar un buen espectáculo. Amén de decir que el olor era nauseabundo. No tardé en soltar todo lo que estaba ahí acumulado y volver a respirar con tranquilidad.
-Noa. Morirás por esto. Te lo prometo...
De pronto escuché un pequeño crujido procedente del interior del bosque. Había algo o alguien ahí. Eso me hizo recordar a lo ocurrido hacía unas horas. Por lo que utilicé mi haki de observación, y para mi asombro pude sentir que algo venía directo hacia mí. Espero que no fuera llamado por su olfato, sino acabaría muriendo antes de oponer la mínima resistencia. Decidí apartarme unos metros y ocultarme detrás de otro árbol, esperando a que esa criatura llegase.
No tardó mucho en hacerlo, y lo que vi ahí me dejó bastante impresionado. Era de noche pero la luz de la luna era fuerte y permitía a mis ya acostumbrados ojos a ver relativamente bien en la oscuridad. Era una especie de animal enorme con colmillos y un gran cuerno en su frente. Parece ser que se trata de uno de los habitantes de la isla. Iba olisqueando, buscando algo, hasta que se paró en mis... Bueno, en el lastre que me sobraba. Era realmente asqueroso, y parecía que a ese ser no le importaba lo más mínimo el tremendo hedor que salía de ahí. Si fuera de día apuesto a que incluso se vería una nube tóxica emanando de los excrementos.
Decidí salir a ver si esa criatura era hostil o amigable. Pero algo me detuvo. Seguía con mi kenbunshoku activado, y ya no sentía una presencia, ahora sentía cerca de diez presencias, y aumentaban. Era un ataque. No solo eran criaturas extrañas y bastante obesas, sino que parecían tener cierta inteligencia. Nos habían estado observando y ahora se preparaban para atacarnos. Maldita sea, ¿cómo no nos hemos dado cuenta antes de todo esto?
Había que hacer algo, pero no tenía armas. Esperaba que no fueran enemigos de verdad. Hice una estupidez y salí silbando para llamar a uno de ellos. El ser ese, que cabe decir que es bastante horroroso, aunque tal vez esa cara se le haya quedado de oler ese potaje de carne putrefacta que acababa de soltar por detrás. Comenzó a caminar hacia mí, y su rostro no parecía decir "Ven que te voy a dar un abrazo amigo mío". Incluso veía que cargaba su puño para pegarme.
-Esperaba no tener que llegar a ésto...
Extendí los brazos antes de que llegase a mí, cerré los ojos unos instantes y me concentré en mi técnica de creación de figuras con mi propia energía. Me aseguré de darles la suficiente consistencia y dejé fluir esa energía a través de mis manos, soltándola y haciéndole formar dos espadas, algo como sables curvos que quedaron bastante compactos y densos. Entonces abrí los ojos y ese ser ya estaba en mi posición, cargando el puño. Esquivé con una finta y le asesté un buen tajo con la espada de mi mano derecha. La cual había quedado con un tono negruzco bastante extraño, mientras que la otra era blanca, justo como lo había pensado hacer. Al parecer la magia que me había hecho soltar ese lastre estaba fluctuando con mi energía. Maldito seas Noa.
- Espadas:
El corte le hizo sangrar en el brazo, la bestia se quejaba, pero la espada se había mellado. ¿Qué tipo de piel tienen estas malditas criaturas? Reparé la espada aportando más energía y la recubrí de mi ámbito de viento para hacer su filo extremadamente cortante, entonces le hundí el extremo en el cuello, el cual si no llego a utilizar mi haki no consigo atravesar, y aun así costosamente. La criatura dejó de gritar. No quería llamar mucho la atención, y más estando prácticamente desnudo, tan solo con unas zapatillas que habían aparecido misteriosamente en mis pies, y el pantalón corto que me había puesto para dormir.
De pronto el que esa criatura gritase no me importó lo más mínimo, pues escuché un pedazo de bramido ensordecedor proveniente del pequeño campamento improvisado justo al desembarcar del barco. Estaban siendo atacados. Comencé a correr en aquella dirección. Pronto pude ver que Noa estaba en mitad de un pequeño ejército de estas criaturas. Seguramente estaría desarmado él también. Me subí rápidamente a la copa de un árbol, concentré mi haki en las espadas y las lancé a dos criaturas que estaban próximas a Noa. Les haría caer, tal vez con una pequeña herida.
-¡Cógelas Noa, los puños no sirven! -le grité desde lo más alto del árbol.
Volví a crear otras espadas iguales. Esperaba no tener que repararlas mucho, o me quedaría sin energías antes de acabar con todos esos tipos. Bajé de allí y comenzó la juerga. Esas criaturas no daban tregua, llegaba una detrás de otra, tenía que hacer movimientos rápidos, y por más que me forzaba, con el haki imbuido en mis espadas, no era capaz de atravesar esa piel tan dura que tenían. Debía ser algún tipo de armadura, esa piel no puede ser natural de ningún tipo de ser vivo. Al no poder utilizar ataques más potentes para perforar esa armadura natural decidí tratar de abrirme paso hacia Noa esquivando y golpeando a esas bestias. Por lo menos podía hacerles perder el equilibrio, y con lo gordos que están todos caen con facilidad.
Me costó unos minutos y alguna que otra reparación de las espadas, pero finalmente conseguí llegar hasta Noa para ponernos espalda contra espalda. Ni siquiera me fijé si tenía las espadas en la mano, yo tan solo me fijaba en que estábamos rodeados, y él no se pero yo jadeaba agotado. En el último golpe que había dado había logrado perforar la piel de una de las criaturas, que ahora estaba tirado en el suelo, sangrando y quejándose. Era necesaria una concentración extraordinaria para lograr atravesar esa pedazo de piel.
-Noa. Su piel es muy dura, con el haki podemos llegar a atravesarles, pero aun así es muy complicado... ¿Alguna idea?
Entre tanto las criaturas no cesaban sus arremetidas. Me sentía estar contra la espada y la pared. Por fortuna podía ver que no había ninguno de mis hombres allí, tal vez habría alguno herido, pero no veía ningún cadáver próximo. Eso me relajaba. De no ser por ese grito de Noa podría haber tardado más en llegar hasta allí. Tal vez para ese entonces habría sido demasiado tarde. Ahora no estaba concentrado en el Kenbunshoku más que en lo que respecta a sentir movimientos dirigidos hacia mí. No era capaz de determinar ni cuantos enemigos había ni nada más que no sea un "puñetazo por la izquierda, cornada de frente, cornada por flanco derecho, mordisco en la pierna...". Era una situación bastante crítica y estresante.
Comencé a concentrarme todo lo que pude. Más de lo que me podía permitir mis sentidos en ese momento, si es que era posible eso. Conseguí herir a otro más. Esa era la forma. Darlo todo de tí mismo. Concentrarte y sacar un bushou más fuerte del que haya sacado nunca. Si no conseguimos superarnos a nosotros mismos esa misma noche, no seremos capaz de hacer frente a esta oleada que se nos está echando encima.
-Noa. Si no superamos nuestro haki en este momento. Seremos pasto de jabalí... O lo que quiera que sean estas criaturas.
No sabía de donde diantres habían salido, jamás había visto algo parecido y no hacían más que gritar, embestir y golpear. Si esto se alargaba mucho acabaríamos cayendo, aunque eran criaturas extremadamente lentas. Solo existía esa forma. Superarnos a nosotros mismos. Debía de ser capaz, pues no pienso morir a manos de un búfalo orejudo, y menos aún estando prácticamente desnudo. Comencé a concentrarme, mi rostro se tornó serio como si se hubiese desvanecido toda emoción de mi ser. Era el momento de tomarse esto como debe ser tomado. Con la mayor prioridad. Ahora es un asunto de vida o muerte.
Kasan
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Akuma no mi
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Una vez amortiguado el choque contra el cocotero, me di media vuelta para comprobar la situación del campo de batalla. Para mi sorpresa, Kimura estaba en la otra parte del pequeño campamento, por fin había aparecido con una entrada digna de un héroe de leyenda, tan esplendoroso allí subido en el árbol mientras... ¿Que mierda hace desnudo este hombre?. Héroe mis narices, la madre que lo parió, vale que a mi no me diera tiempo a vestirme por el ataque sorpresa. ¿Pero cual era su escusa? Bueno, al menos también lleva puestos unos calzones como yo. Mejor eso que andar con la campana colgando.
Desde allí arriba, el pelirrojo me lanzó dos armas a mis pies, dos pequeñas dagas brillantes que, con todo el dolor de mi corazón, me servían de mondadientes. - En mi pueblo ésto lo usamos para rascarnos la espalda -. Apreciaba mucho el gesto, pero esas armas no me servían de nada, mi estilo era utilizar armas de gran tamaño, no esos juguetes de niños, no dudo que sean unas armas formidables en buenas manos, pero eran las mías las que debían usarlas. Fuera como fuese, agarré ambas armas y eché a correr atravesando la oleada de criaturas que tenía en frente. La cosa era reunirme con el marine como fuese, solos no tendríamos nada que hacer pero juntos podríamos crear una oportunidad. Me lancé contra todos ellos mientras esquivaba sus arremetidas, sus puñetazos y sus cornadas, resultó algo sencillo gracias al Mantra y al Kami-e aunque fue inevitable llevarme algún que otro golpe.
Por fin había llegado a la altura de Kimura. Estábamos espalda contra espalda totalmente rodeados por esas enormes criaturas, mi compañero portaba dos dagas como las que me había lanzado pero con la diferencia de que las mías ya estaban melladas. Inservibles. -Noa. Su piel es muy dura, con el haki podemos llegar a atravesarles, pero aun así es muy complicado... ¿Alguna idea?-. Me dijo el pelirrojo que parecía haberse quedado sin ideas. Por su respiración podía saber que había realizado un gran esfuerzo para llegar hasta aquí, le faltaba el aliento, además estaba algo rasguñado y herido por los envites de estos seres.
"¿Que podemos hacer para salir de esta?" Pensaba para mis adentros mientras contemplaba la compleja situación en la que nos habíamos metido. Rodeados por unos quince de esos mastodontes, sin ideas en la cabeza y desnudos literalmente, menudo problema. Por un momento pensé en escapar utilizando el Geppou dejando al marine tirado para que lo violasen o hiciesen con él lo que quisieran, pero ¿¡Que demonios!? Estábamos aquí para cumplir un objetivo, superarnos a nosotros mismos y ser capaces de vencer en este tipo de situaciones. ¿De que servía este esfuerzo si ahora huíamos? No tenía sentido pedir clemencia. La solución era sencilla, había llegado el momento de ponerse serios.
-Creo que tocamos a siete cada uno compañero-. Le dije a Kimura tras echar un rápido vistazo para comprobar el número de enemigos. -Seguramente podamos con ellos si trabajamos en equipo. Pero no es eso para lo que hemos entrenado ¿No?-. Llegados a este punto, espero que haya entendido lo que quiero hacer. Mi estrategia iba a ser muy sencilla, me llevaría a mis siete pequeñines y comenzaría a repartir con la mano abierta hasta quedarme solo. -Gracias por las armas amigo, pero voy a zanjar esto con mis puños-. Tras aquellas palabras me separé de su espalda avanzando unos cuantos pasos, nuestros enemigos no parecían inmutarse hasta que les pillé por sorpresa.
Lancé dos Rankyakus creando una línea horizontal que dividía el circulo en dos mitades perfectas. Ellos por su cuenta, decidieron moverse para evitar el haz cortante, quedando repartidos en dos grupos. Seguí avanzando para separarnos un poco de Kimura, de este modo ambos teníamos una vía de escape a nuestras espaldas a la que recurrir en caso de necesidad. -Más nos vale que esto salga bien-. Dije en voz baja hablando conmigo mismo mientras miraba el anillo de mi dedo, ese anillo era la clave para salir de esta situación. El poder que podía invocar de él era más que suficiente para partirlos a todos por la mitad sin apenas esfuerzo, pero entonces para qué hemos estado entrenando tanto. Con aquella reflexión tomé la determinación de no utilizar a Zoroo aunque me fuera la vida en ello.
En ángulo de unos 140º, podía ver a todos mis rivales con solo girar la cabeza. Los tenía a todos a la vista, perfectamente organizados para lanzarse a por mi. Paré de caminar, tomé aire y me preparé para lo que venía. Recubrí mis brazos con Busoshoku y también activé el Kenbunshoku. Separé las piernas adoptando una pose meramente defensiva con un brazo por delante del otro. Apenas había terminado de colocarme cuando dos de ellos se lanzaron a por mi mientras otros dos les cubrían las espaldas, venían de frente corriendo como verdaderos mamuts, por suerte su tamaño los hacía muy toscos en sus movimientos que, eran bastante predecibles aún sin el Mantra pero debo reconocer que su sincronización era perfecta. Me eché hacía la izquierda para esquivar el puñetazo de uno, pero eso implicaba recibir el del segundo aunque no como este pensaría. Recibí su puño en la palma de mi mano, la potencia me hizo retroceder un poco pero no me sentía dolorido. Agarré su puño con la mano a la vez que con la otra ejercí presión sobre la cara exterior del codo, haciendo de palanca. Por su propia potencia, salió volando por encima mía rompiéndose el brazo en el ataque. "Son fuertes, pero no controlan su fuerza."
Necesitaría encargarme al menos de cuatro de ellos utilizando este sistema, por ahora uno se había quedado sin brazo así que no sería gran problema de ahora en adelante. Nada mas salir por los aires, sentí una fuerte presión en el costado, uno de los que venían detrás me había pillado desprevenido arrastrándome hacía otro de sus compañeros que había perdido de vista. La situación no pintaba bien para mi, estaba siendo desplazado en dirección a un cuerno que venía directo a atravesarme. Si podía hacer que chocasen entre ellos seguramente quedasen fuera de juego, estaban moviéndose con todas sus ganas y con mucha potencia, sabían combatir en equipo, de eso no tenía duda, pero no podían controlar ese salvajismo que les caracterizaba. Esperé hasta el último momento, me estaba arrastrando empujándome con el hombro, pero mis pies seguían en contacto con el suelo, si a eso se le podía llamar contacto. Puse toda mi fe en el Mantra, justo cuando este me dio la señal de mi muerte, utilicé el Geppou para deslizarme por debajo del que me arrastraba. Si bien me llevé un fuerte pisotón, yo había salido bien parado en comparación al choque que habían tenido.
El choque fue terrible, el cuerno atravesó la cara del que me estaba empujando, quedando su cráneo agujereado de manera muy violenta, tanto que su muerte fue instantánea. Él otro había recibido un placaje de tal magnitud que había perdido el conocimiento tras el golpe. Ambos cayeron redondos al suelo. Desde mi experiencia como médico, seguramente se habría fracturado una docena de huesos, no era nada seguro ya que perdió el sentido sin llegar a quejarse de las heridas, solo eran conjeturas pero viendo el estado de ambos cuerpos... Era casi seguro que estaban fuera de juego.
Quedaban cuatro, los anteriores estaban fuera de combate o malheridos, la situación estaba poniéndose a mi favor aunque esa no era la manera en la que quería derrotarlos, contra tantos me sería imposible intentar superar ese límite, pero con tres de ellos ya era otra historia distinta, por ahora uno más tiene que morder el polvo para que pueda jugármela. Luego del choque, uno de ellos se acercó corriendo pero, en vez de embestirme, empezó a lanzar puñetazos. Podía esquivarlos con cierta facilidad pero la violencia con la que los lanzaba hacía que se me estremeciese el cuerpo cada vez que su puño pasaba cerca de mi cara, si eso me daba me dejaría fuera de juego al instante. Las arremetidas no cesaban, me fije en que no era capaz de combinar patadas y puñetazos, sus extremidades inferiores eran demasiado pequeñas para ello. Eso me ponía la situación mas fácil, solo tenía que esquivar sus ataques para lanzar mi contra. Con esa estrategia, endurecí al máximo mi armadura y comencé a golpearle en los lugares que dejaba desprotegido cuando alargaba el brazo.
Trataba de centrar todos los golpes en la misma zona para romper de algún modo esa armadura que tenía por piel, pero golpearlo hacía recordar a mis puños la prueba del escudo, no sentía el mismo dolor ya que era menos rígido aunque era muy similar el tacto. Después de un intercambio de puñetazos, comenzó a necesitar bocanadas de aire para seguirme el ritmo, gracias a su cansancio pude coger algo de ventaja a pensar de que mis golpes le hacían cosquillas. Los otros dos que quedaron no tardaron demasiado en intervenir. Tenía que quitarme de encima al menos a uno más, contra dos podría centrarme por completo en el uso del Busoshoku. Combatiendo contra los tres, lo máximo que podía hacer era esquivar sus ataques, no me dejaban mucho tiempo para maniobrar entre ataque y ataque.
Unos minutos esquivándolos donde me empezaba a ver contra la espada y la pared, entre los tres me habían conseguido rodear, además, se combinaban bien entre ellos para no cansarse en exceso. Aunque parecían una raza mas estúpida, estaban demostrando un gran trabajo en equipo. No pasó mucho tiempo hasta que tuve que bloquear uno de los golpes, la situación era muy similar a los entrenamientos con Kimura, bloquear los golpes centrándonos únicamente en el haki armadura. Así fue como comencé a recibir todos sus golpes aplicando el haki en el lugar donde iban a hacer contacto.
Los primeros que recibía me parecían muy pesados, dolían pero no podía perder la concentración, si ya hacían bastante daño utilizando el Busoshoku, a saber qué sentiría sin el recubrimiento. Aquello superaba con creces el entrenamiento con el pelirrojo, cada vez sentía más y más dolor. Podía incluso notar como el cuerpo se me llenaba de moratones, esa sensación de inflamación cuando te han curtido bien en una zona... Se estaba poniendo feo el combate. Incapaz de defenderme salvo por el haki, era cuestión de tiempo que me reduciesen, poco a poco me doblegaba hasta el punto en que hinqué la rodilla en el suelo. En ese momento, supe que había alcanzado mi límite, mi cuerpo no me respondía y estaba perdiendo la concentración en la armadura. Todo hasta que llegó ella.
El tiempo a mi alrededor se detuvo, las criaturas se desvanecieron en una cálida luz blanca que bañaba todo el lugar, al final de esta apareció dando saltitos una cara conocida. Era ella, después de quince años la había vuelto a ver, su rostro pálido como la nieve, sus ojos violetas y su cabello plateado, ese vestido que le regaló nuestra madre el mismo día que el ejército revolucionario la apartó de mi lado así como también se llevaron la vida de nuestros queridos padres. Allí estaba ella, -¿Bianca?-. Dije tratando de asimilar lo que sucedía. A malas penas recordaba su cara después de tanto tiempo, pero estaba ahí, delante mía acercándose. -No te preocupes, descansa hermanito. Ya has hecho suficiente. Puedes romper tu promesa-. Dijo ella mientras se paraba enfrente mía.
Aquel recuerdo olvidado regresó. Aquella escena en la que el ejercito revolucionario se llevaba a mi pobre hermana arrancándola de los brazos de mi padre mientras mi madre trataba de protegerme apartándome de ellos para, en un instante de confusión, dejarle una bala a nuestro padre en el cerebro. Recuerdo que la cara de mamá se puso totalmente blanca mientras me sujetaba la cabeza para que no viese el cadáver, viendo su cara se podía saber lo ocurrido. En ese instante no pude evitar echarme a llorar justo donde grité con todas mis fuerzas... -¡¡¡Te salvaré. Te buscaré hasta el fin del mundo y te rescataré!!!-. Tras aquel recuerdo volví a estar frente a frente con Bianca.
-Nunca he dejado de buscarte... Siempre has estado presente a lo largo de mi vida.Yo...-. -Lo se onii-chan, por eso, ya puedes descansar-.Dijo ella cortándome a mitad de hablar. No pude evitar dejar caer lágrimas agachando la cabeza. Sus pequeños brazos me envolvieron, me acurrucó contra su pecho para consolarme. -Yo... Yo...-.Trataba de articular las palabras pero los sollozos y el llanto no me dejaban hablar con claridad. -No voy a romper nuestra promesa Bianca-.Le dije calmándome un poco. -Te salvaré, solo necesito algo más de tiempo-.En ese momento ella sonrió mientras me soltaba. -Entonces déjame ser tu fuerza-. Me besó en la frente con sus cálidos labios para, un segundo más tarde, volver a la realidad.
El tiempo parecía haberse detenido exclusivamente para mi, pero eso me hizo darme cuenta de algo. Nunca he luchado solo, Bianca ha estado siempre a mi lado, no es justo que me rinda ahora. Un puño enorme se dirigía directo hacía mi cara, con un instinto casi animal, golpeé el brazo por abajo para hacer que su golpe pasase por encima mía sin tocarme. -¡¡¡¡GRRRRAAAAAAAAHHHH!!!!.- No pude evitar lanzar un grito de desesperación, durante una etapa de mi vida había olvidado a mi único ser querido en este mundo y encima iba a tirarlo todo por la borda. Me había frustrado conmigo mismo, el odio, la rabia y la ira habían ocupado cada centímetro de mi ser.
Tras el grito, los tres seres que me rodeaban retrocedieron un poco, uno de ellos, el que había lanzado el último puñetazo, se agarraba el brazo mientras gemía de dolor aunque, no me di cuenta de ello. No podía fijarme en algo que no fuese acabar con la vida de esos tres seres, no pensaba estrategias ni tretas que utilizar contra ellos. Iba a ser un mano a mano hasta la muerte. Me lancé rápidamente contra uno de ellos para lanzarle una lluvia de puñetazos en pleno estómago. Para mi sorpresa, estaba mucho mas mullido, no sentía la misma dureza que hacía unos segundos. La criatura cayó al suelo escupiendo sangre por la boca. Unos brazos me agarraron para sujetarme desde la espalda a la vez que me levantaban del suelo, instintivamente lancé un cabezazo atrás donde pude escuchar un sonido similar al crujir de una nuez. Al girarme le vi como sangraba, varias patadas en los costados y rematarlo con un talonazo en la cara fue suficiente para dejarlo noqueado en el suelo. El último enemigo se había quedado paralizado al ver a sus dos camaradas caer de esa manera, no sabía como reaccionar y tampoco le dio tiempo. Con un Soru para ponerme a su altura y un Shigan para penetrar dentro de su tórax, lo último que vio fue como desaparecía de su vista para perforarle el corazón con dos dedos.
-Aún me quedan cosas que aprender Bianca, ten paciencia.-Luego de acabar con la vida del último recuperé la cordura, aquellos sentimientos negativos se desvanecían así como lo hice yo. La presión, el estrés, los recuerdos... Había sido demasiado para mi cuerpo que no podía mantenerse en pie. Inevitablemente, caí al suelo desplomado de espaldas aunque todavía consciente. Me llevé la mano a la cara para secar las lágrimas cuando observé algo distinto. El color del Busoshoku había cambiado, antes era un color negro brillante mientras que ahora lo era de un tono mate, más apagado. Además, para mi sorpresa, seguía activo tras la batalla. Algo había cambiado en ese instante. Ese nuevo recubrimiento parecía haber aparecido cuando Bianca me estaba dando el beso. Me había transmitido su fuerza a través de un recuerdo. Mirarme la mano me recordaba lo sucedido hacía minutos, me fue imposible seguir derramando lágrimas. Luego de un tiempo llorando, el cansancio vino a mi de golpe al desaparecer toda esa tensión haciéndome perder el conocimiento.
Desde allí arriba, el pelirrojo me lanzó dos armas a mis pies, dos pequeñas dagas brillantes que, con todo el dolor de mi corazón, me servían de mondadientes. - En mi pueblo ésto lo usamos para rascarnos la espalda -. Apreciaba mucho el gesto, pero esas armas no me servían de nada, mi estilo era utilizar armas de gran tamaño, no esos juguetes de niños, no dudo que sean unas armas formidables en buenas manos, pero eran las mías las que debían usarlas. Fuera como fuese, agarré ambas armas y eché a correr atravesando la oleada de criaturas que tenía en frente. La cosa era reunirme con el marine como fuese, solos no tendríamos nada que hacer pero juntos podríamos crear una oportunidad. Me lancé contra todos ellos mientras esquivaba sus arremetidas, sus puñetazos y sus cornadas, resultó algo sencillo gracias al Mantra y al Kami-e aunque fue inevitable llevarme algún que otro golpe.
Por fin había llegado a la altura de Kimura. Estábamos espalda contra espalda totalmente rodeados por esas enormes criaturas, mi compañero portaba dos dagas como las que me había lanzado pero con la diferencia de que las mías ya estaban melladas. Inservibles. -Noa. Su piel es muy dura, con el haki podemos llegar a atravesarles, pero aun así es muy complicado... ¿Alguna idea?-. Me dijo el pelirrojo que parecía haberse quedado sin ideas. Por su respiración podía saber que había realizado un gran esfuerzo para llegar hasta aquí, le faltaba el aliento, además estaba algo rasguñado y herido por los envites de estos seres.
"¿Que podemos hacer para salir de esta?" Pensaba para mis adentros mientras contemplaba la compleja situación en la que nos habíamos metido. Rodeados por unos quince de esos mastodontes, sin ideas en la cabeza y desnudos literalmente, menudo problema. Por un momento pensé en escapar utilizando el Geppou dejando al marine tirado para que lo violasen o hiciesen con él lo que quisieran, pero ¿¡Que demonios!? Estábamos aquí para cumplir un objetivo, superarnos a nosotros mismos y ser capaces de vencer en este tipo de situaciones. ¿De que servía este esfuerzo si ahora huíamos? No tenía sentido pedir clemencia. La solución era sencilla, había llegado el momento de ponerse serios.
-Creo que tocamos a siete cada uno compañero-. Le dije a Kimura tras echar un rápido vistazo para comprobar el número de enemigos. -Seguramente podamos con ellos si trabajamos en equipo. Pero no es eso para lo que hemos entrenado ¿No?-. Llegados a este punto, espero que haya entendido lo que quiero hacer. Mi estrategia iba a ser muy sencilla, me llevaría a mis siete pequeñines y comenzaría a repartir con la mano abierta hasta quedarme solo. -Gracias por las armas amigo, pero voy a zanjar esto con mis puños-. Tras aquellas palabras me separé de su espalda avanzando unos cuantos pasos, nuestros enemigos no parecían inmutarse hasta que les pillé por sorpresa.
Lancé dos Rankyakus creando una línea horizontal que dividía el circulo en dos mitades perfectas. Ellos por su cuenta, decidieron moverse para evitar el haz cortante, quedando repartidos en dos grupos. Seguí avanzando para separarnos un poco de Kimura, de este modo ambos teníamos una vía de escape a nuestras espaldas a la que recurrir en caso de necesidad. -Más nos vale que esto salga bien-. Dije en voz baja hablando conmigo mismo mientras miraba el anillo de mi dedo, ese anillo era la clave para salir de esta situación. El poder que podía invocar de él era más que suficiente para partirlos a todos por la mitad sin apenas esfuerzo, pero entonces para qué hemos estado entrenando tanto. Con aquella reflexión tomé la determinación de no utilizar a Zoroo aunque me fuera la vida en ello.
En ángulo de unos 140º, podía ver a todos mis rivales con solo girar la cabeza. Los tenía a todos a la vista, perfectamente organizados para lanzarse a por mi. Paré de caminar, tomé aire y me preparé para lo que venía. Recubrí mis brazos con Busoshoku y también activé el Kenbunshoku. Separé las piernas adoptando una pose meramente defensiva con un brazo por delante del otro. Apenas había terminado de colocarme cuando dos de ellos se lanzaron a por mi mientras otros dos les cubrían las espaldas, venían de frente corriendo como verdaderos mamuts, por suerte su tamaño los hacía muy toscos en sus movimientos que, eran bastante predecibles aún sin el Mantra pero debo reconocer que su sincronización era perfecta. Me eché hacía la izquierda para esquivar el puñetazo de uno, pero eso implicaba recibir el del segundo aunque no como este pensaría. Recibí su puño en la palma de mi mano, la potencia me hizo retroceder un poco pero no me sentía dolorido. Agarré su puño con la mano a la vez que con la otra ejercí presión sobre la cara exterior del codo, haciendo de palanca. Por su propia potencia, salió volando por encima mía rompiéndose el brazo en el ataque. "Son fuertes, pero no controlan su fuerza."
Necesitaría encargarme al menos de cuatro de ellos utilizando este sistema, por ahora uno se había quedado sin brazo así que no sería gran problema de ahora en adelante. Nada mas salir por los aires, sentí una fuerte presión en el costado, uno de los que venían detrás me había pillado desprevenido arrastrándome hacía otro de sus compañeros que había perdido de vista. La situación no pintaba bien para mi, estaba siendo desplazado en dirección a un cuerno que venía directo a atravesarme. Si podía hacer que chocasen entre ellos seguramente quedasen fuera de juego, estaban moviéndose con todas sus ganas y con mucha potencia, sabían combatir en equipo, de eso no tenía duda, pero no podían controlar ese salvajismo que les caracterizaba. Esperé hasta el último momento, me estaba arrastrando empujándome con el hombro, pero mis pies seguían en contacto con el suelo, si a eso se le podía llamar contacto. Puse toda mi fe en el Mantra, justo cuando este me dio la señal de mi muerte, utilicé el Geppou para deslizarme por debajo del que me arrastraba. Si bien me llevé un fuerte pisotón, yo había salido bien parado en comparación al choque que habían tenido.
El choque fue terrible, el cuerno atravesó la cara del que me estaba empujando, quedando su cráneo agujereado de manera muy violenta, tanto que su muerte fue instantánea. Él otro había recibido un placaje de tal magnitud que había perdido el conocimiento tras el golpe. Ambos cayeron redondos al suelo. Desde mi experiencia como médico, seguramente se habría fracturado una docena de huesos, no era nada seguro ya que perdió el sentido sin llegar a quejarse de las heridas, solo eran conjeturas pero viendo el estado de ambos cuerpos... Era casi seguro que estaban fuera de juego.
Quedaban cuatro, los anteriores estaban fuera de combate o malheridos, la situación estaba poniéndose a mi favor aunque esa no era la manera en la que quería derrotarlos, contra tantos me sería imposible intentar superar ese límite, pero con tres de ellos ya era otra historia distinta, por ahora uno más tiene que morder el polvo para que pueda jugármela. Luego del choque, uno de ellos se acercó corriendo pero, en vez de embestirme, empezó a lanzar puñetazos. Podía esquivarlos con cierta facilidad pero la violencia con la que los lanzaba hacía que se me estremeciese el cuerpo cada vez que su puño pasaba cerca de mi cara, si eso me daba me dejaría fuera de juego al instante. Las arremetidas no cesaban, me fije en que no era capaz de combinar patadas y puñetazos, sus extremidades inferiores eran demasiado pequeñas para ello. Eso me ponía la situación mas fácil, solo tenía que esquivar sus ataques para lanzar mi contra. Con esa estrategia, endurecí al máximo mi armadura y comencé a golpearle en los lugares que dejaba desprotegido cuando alargaba el brazo.
Trataba de centrar todos los golpes en la misma zona para romper de algún modo esa armadura que tenía por piel, pero golpearlo hacía recordar a mis puños la prueba del escudo, no sentía el mismo dolor ya que era menos rígido aunque era muy similar el tacto. Después de un intercambio de puñetazos, comenzó a necesitar bocanadas de aire para seguirme el ritmo, gracias a su cansancio pude coger algo de ventaja a pensar de que mis golpes le hacían cosquillas. Los otros dos que quedaron no tardaron demasiado en intervenir. Tenía que quitarme de encima al menos a uno más, contra dos podría centrarme por completo en el uso del Busoshoku. Combatiendo contra los tres, lo máximo que podía hacer era esquivar sus ataques, no me dejaban mucho tiempo para maniobrar entre ataque y ataque.
Unos minutos esquivándolos donde me empezaba a ver contra la espada y la pared, entre los tres me habían conseguido rodear, además, se combinaban bien entre ellos para no cansarse en exceso. Aunque parecían una raza mas estúpida, estaban demostrando un gran trabajo en equipo. No pasó mucho tiempo hasta que tuve que bloquear uno de los golpes, la situación era muy similar a los entrenamientos con Kimura, bloquear los golpes centrándonos únicamente en el haki armadura. Así fue como comencé a recibir todos sus golpes aplicando el haki en el lugar donde iban a hacer contacto.
Los primeros que recibía me parecían muy pesados, dolían pero no podía perder la concentración, si ya hacían bastante daño utilizando el Busoshoku, a saber qué sentiría sin el recubrimiento. Aquello superaba con creces el entrenamiento con el pelirrojo, cada vez sentía más y más dolor. Podía incluso notar como el cuerpo se me llenaba de moratones, esa sensación de inflamación cuando te han curtido bien en una zona... Se estaba poniendo feo el combate. Incapaz de defenderme salvo por el haki, era cuestión de tiempo que me reduciesen, poco a poco me doblegaba hasta el punto en que hinqué la rodilla en el suelo. En ese momento, supe que había alcanzado mi límite, mi cuerpo no me respondía y estaba perdiendo la concentración en la armadura. Todo hasta que llegó ella.
El tiempo a mi alrededor se detuvo, las criaturas se desvanecieron en una cálida luz blanca que bañaba todo el lugar, al final de esta apareció dando saltitos una cara conocida. Era ella, después de quince años la había vuelto a ver, su rostro pálido como la nieve, sus ojos violetas y su cabello plateado, ese vestido que le regaló nuestra madre el mismo día que el ejército revolucionario la apartó de mi lado así como también se llevaron la vida de nuestros queridos padres. Allí estaba ella, -¿Bianca?-. Dije tratando de asimilar lo que sucedía. A malas penas recordaba su cara después de tanto tiempo, pero estaba ahí, delante mía acercándose. -No te preocupes, descansa hermanito. Ya has hecho suficiente. Puedes romper tu promesa-. Dijo ella mientras se paraba enfrente mía.
Aquel recuerdo olvidado regresó. Aquella escena en la que el ejercito revolucionario se llevaba a mi pobre hermana arrancándola de los brazos de mi padre mientras mi madre trataba de protegerme apartándome de ellos para, en un instante de confusión, dejarle una bala a nuestro padre en el cerebro. Recuerdo que la cara de mamá se puso totalmente blanca mientras me sujetaba la cabeza para que no viese el cadáver, viendo su cara se podía saber lo ocurrido. En ese instante no pude evitar echarme a llorar justo donde grité con todas mis fuerzas... -¡¡¡Te salvaré. Te buscaré hasta el fin del mundo y te rescataré!!!-. Tras aquel recuerdo volví a estar frente a frente con Bianca.
-Nunca he dejado de buscarte... Siempre has estado presente a lo largo de mi vida.Yo...-. -Lo se onii-chan, por eso, ya puedes descansar-.Dijo ella cortándome a mitad de hablar. No pude evitar dejar caer lágrimas agachando la cabeza. Sus pequeños brazos me envolvieron, me acurrucó contra su pecho para consolarme. -Yo... Yo...-.Trataba de articular las palabras pero los sollozos y el llanto no me dejaban hablar con claridad. -No voy a romper nuestra promesa Bianca-.Le dije calmándome un poco. -Te salvaré, solo necesito algo más de tiempo-.En ese momento ella sonrió mientras me soltaba. -Entonces déjame ser tu fuerza-. Me besó en la frente con sus cálidos labios para, un segundo más tarde, volver a la realidad.
El tiempo parecía haberse detenido exclusivamente para mi, pero eso me hizo darme cuenta de algo. Nunca he luchado solo, Bianca ha estado siempre a mi lado, no es justo que me rinda ahora. Un puño enorme se dirigía directo hacía mi cara, con un instinto casi animal, golpeé el brazo por abajo para hacer que su golpe pasase por encima mía sin tocarme. -¡¡¡¡GRRRRAAAAAAAAHHHH!!!!.- No pude evitar lanzar un grito de desesperación, durante una etapa de mi vida había olvidado a mi único ser querido en este mundo y encima iba a tirarlo todo por la borda. Me había frustrado conmigo mismo, el odio, la rabia y la ira habían ocupado cada centímetro de mi ser.
Tras el grito, los tres seres que me rodeaban retrocedieron un poco, uno de ellos, el que había lanzado el último puñetazo, se agarraba el brazo mientras gemía de dolor aunque, no me di cuenta de ello. No podía fijarme en algo que no fuese acabar con la vida de esos tres seres, no pensaba estrategias ni tretas que utilizar contra ellos. Iba a ser un mano a mano hasta la muerte. Me lancé rápidamente contra uno de ellos para lanzarle una lluvia de puñetazos en pleno estómago. Para mi sorpresa, estaba mucho mas mullido, no sentía la misma dureza que hacía unos segundos. La criatura cayó al suelo escupiendo sangre por la boca. Unos brazos me agarraron para sujetarme desde la espalda a la vez que me levantaban del suelo, instintivamente lancé un cabezazo atrás donde pude escuchar un sonido similar al crujir de una nuez. Al girarme le vi como sangraba, varias patadas en los costados y rematarlo con un talonazo en la cara fue suficiente para dejarlo noqueado en el suelo. El último enemigo se había quedado paralizado al ver a sus dos camaradas caer de esa manera, no sabía como reaccionar y tampoco le dio tiempo. Con un Soru para ponerme a su altura y un Shigan para penetrar dentro de su tórax, lo último que vio fue como desaparecía de su vista para perforarle el corazón con dos dedos.
-Aún me quedan cosas que aprender Bianca, ten paciencia.-Luego de acabar con la vida del último recuperé la cordura, aquellos sentimientos negativos se desvanecían así como lo hice yo. La presión, el estrés, los recuerdos... Había sido demasiado para mi cuerpo que no podía mantenerse en pie. Inevitablemente, caí al suelo desplomado de espaldas aunque todavía consciente. Me llevé la mano a la cara para secar las lágrimas cuando observé algo distinto. El color del Busoshoku había cambiado, antes era un color negro brillante mientras que ahora lo era de un tono mate, más apagado. Además, para mi sorpresa, seguía activo tras la batalla. Algo había cambiado en ese instante. Ese nuevo recubrimiento parecía haber aparecido cuando Bianca me estaba dando el beso. Me había transmitido su fuerza a través de un recuerdo. Mirarme la mano me recordaba lo sucedido hacía minutos, me fue imposible seguir derramando lágrimas. Luego de un tiempo llorando, el cansancio vino a mi de golpe al desaparecer toda esa tensión haciéndome perder el conocimiento.
Nocturne93
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La situación parecía bastante peliaguda, en estos momentos estábamos espalda contra espalda y rodeados. Debíamos inventar una estrategia para poder contra aquellos seres, aunque es complicado con esa piel tan dura, no podremos combatir contra tantos enemigos a la vez y salir bien de esta. Parecía que a ninguno de los dos se nos ocurría ninguna forma de contraatacarles. Hasta que de pronto Noa habló.
-Creo que tocamos a siete cada uno compañero -¿Enserio pensaba pelear en solitario contra estos seres?-. Seguramente podamos con ellos si trabajamos en equipo. Pero no es eso para lo que hemos entrenado ¿No?
No pude evitar soltar una sonrisa irónica ante esas palabras. Maldita sea, me encantaría que todo fuese así de sencillo, separarlos y lograr acabar con ellos individualmente. Era una idea estúpida, nuestro entrenamiento no estaba todavía completado, no habíamos logrado avanzar mucho en una sola semana, aunque bien es cierto que algo de avance si hemos logrado. En mi caso particular, anteriormente logré herir a una de las criaturas con la hoja, lo cual quiere decir que mi haki está casi preparado para avanzar. Tan solo debo forzarlo un poco más.
-Gracias por las armas amigo, pero voy a zanjar esto con mis puños.
-No esperaba menos de tí. Siete, ¿verdad? Que empiece el baile...
Noa despegó su espalda, comenzando su estrategia que, aunque un tanto kamikaze, si salía bien sería bien efectiva. Lanzó una especie de onda cortante con las piernas, una extraña técnica que nunca había visto, bastante curiosa debo reconocer. Separó el grupo de enemigos en dos, entonces nos separamos, él corrió a una dirección y yo a otra. Debido a su movimiento se ganó la atención de todos estos seres, podía dejar que todos fueran a por él, Pero entonces no tendría gracia. Dando un salto hacia atrás y comenzando a correr en dirección opuesta a Noa fijé mis objetivos y rápidamente lancé puñetazos al aire, repartiendo corrientes de aire a unos 40Km/h.
Por supuesto esto no era suficiente para hacer caer a esos mastodontes, pero el impacto directo en la cabeza lograría llamar su atención, y cuando se girasen tan solo me verían a mí, sosteniendo esas dos maravillosas espadas recién creadas. Salió mejor de lo que esperaba, aquellos siete mostrencos comenzaron a correr, se pusieron a cuatro patas y vinieron directamente a por mí. Eso no es como lo tenía planeado, no obstante esos seres eran demasiado grandes, son como enormes sacos de músculo y carne, lo cual dejaba bastante mermada su movilidad. Pero antes de hacer nada, lo primero era alejarme de allí, no debía mantener una lucha tan próxima al navío y a mis hombres. Pasara lo que pasase, ahora estaba solo contra esos siete.
Comencé a correr con todas mis fuerzas, los conseguía mantener a raya, hasta que decidí que ya era el momento de encararlos. Me di la vuelta y me quedé empuñando esas dos espadas. Los siete venían de frente, corriendo con esos grandes cuernos de frente. Lo único que debía hacer era evadirlos... ¿Pero cómo diablos pensaba hacerlo? Venían en manada, no había un hueco entre ellos. Sonreí a la vez que maldecía a ese agente del gobierno.
-Esperemos que esto salga bien Noa... Solo tendremos esta oportunidad.
Era tal y como siempre lo pensaba. No hay nada como una situación de verdadero peligro para sacar el poder oculto que se encuentra latente en tu cuerpo. En situaciones de verdadero estrés y peligro, el cuerpo se ve afectado de un modo que no logramos averiguar. Lo damos todo sabiendo que nuestra muerte se puede hallar próxima, y no hay nada como exprimir hasta la última gota de tu cuerpo para lograr descubrir tu verdadero potencial. De este modo lograríamos evolucionar nuestro haki ya entrenado. Aunque si por el contrario el ataque había sido precipitado, y nuestro haki no era lo suficientemente poderoso, moriríamos allí mismo, puesto que cuando nos diésemos cuenta de que el combate sería demasiado para nosotros ya estaríamos lo suficientemente malheridos como para no poder dar marcha atrás. Sin escapatoria posible.
Estaban justamente frente a mí, cuatro en primera línea, una línea desigual, uno iba completamente por delante mientras que el resto estaban un poco más atrasados. Solamente había una forma. Salté hacia mi izquierda corriendo hacia esa dirección, apuré todo lo que pude, pero me adentré en los bosques. Por poco me llevo una cornada directa, pasé sin un rasguño por los pelos, y detrás de mí escuché esos seres quejarse, los que estaban en primera línea se detuvieron y fueron embestidos por los de detrás, dudo que alguno tuviera heridas fatales, pero si alguna que otra que me pudiera facilitar dicho encuentro. No paraba de pensar en estrategias, hasta que me di cuenta que habían dejado de embestir, ahora estaban simplemente de pie corriendo hacia mí. Venían cuatro, los otros tres habrían resultado heridos y ralentizados. Era justo lo que necesitaba.
Volví a girarme, en esta ocasión comencé a correr hacia ellos, pude ver los ojos inyectados en sangre de estas criaturas, lo cual me dieron una gran idea. Contra todos a la vez me sería completamente imposible luchar, por más que quiera dar a relucir el entrenamiento, por lo tanto debía tratar de mermar las fuerzas de esas criaturas, y por lo que se un cuerpo puede ser completamente robusto y resistente, pero los ojos son como dos pequeños órganos que están por la parte exterior del cuerpo, son partes blandas y débiles de cualquier cuerpo. Unos objetivos perfectos Debía por lo menos cegar a dos de ellos. Tal vez con suerte incluso les atravesase más de lo necesario y les causaba la muerte directa, pero eso no sería ningún tipo de contratiempo, más bien al revés.
En cuanto estuve a una distancia próxima a ellos salté hacia mi derecha, encarándome con el que estaba más hacia ese costado, fue a golpearme directamente, por suerte para mí esas criaturas son muy lentas, y no son ningún problema para mi agilidad y velocidad personal, ni siquiera tuve que utilizar el haki de observación para saber que me lanzaría un golpe con su mano izquierda y a mano abierta. Me encogí pasando por su costado, colándome por el hueco bajo su brazo y aprovechando ese movimiento para saltarle a la cabeza y clavarle los extremos de las espadas, uno en cada ojo. Ese ser comenzó a retorcerse y chillar de dolor. Ni siquiera me dio tiempo a alejarme, me dio un buen cabezazo en el pecho que me hizo caer hacia atrás.
Levanté la cabeza y vi una fuerte pezuña acercándose peligrosamente a mi cabeza, dispuesto a aplastarme. Si eso me golpea ya puedo despedirme de cargarmelos, y para colmo me había quedado desarmado. Giré esquivando ese pisotón en el último momento, pero otra pezuña me soltó una patada que me estampó directamente contra el tronco de un árbol. Dolió más el golpe de la pata que el choque contra el árbol. Realmente esos seres tenían la piel muy dura, y sus golpes lo eran más todavía. Pero no podía dolerme ahora mismo. Me levanté como pude, dos venían directos a por mí, uno estaba retorciéndose en el suelo y gritando con un agujero en el pecho y el otro yacía muerto, o por lo menos inconsciente, con las dos espadas clavadas en los ojos y el cuerno completamente ensangrentado.
Al parecer ese primero al que había herido había enloquecido y había acabado embistiendo a otro antes de morir, no era tal y como lo había planeado, pero nuevamente había salido bien el asunto. Ahora el problema residía en los dos que venían a por mí directamente, no podía pretender bloquear sus ataques, acababa de comprobar que era completamente inútil. Levantado me veía obligado a forzarme para mantener los ojos abiertos del dolor que sentía en el torso. Me había cogido bien desprevenido y de una forma que no me habría esperado de esas criaturas. Por lo menos ahora el número de enemigos había sido reducido a dos. Restaban cinco de aquellos seres, y seguía sin saber cómo atacar. Volver a hacer eso sería una locura, y mientras aquellos otros tres llegaban debía de reducir estos dos. ¿Pero cómo?
Cuando llegaron a mí volví a esquivar. Tan solo necesitaba trazar un plan y rápido, pero no se me ocurría nada en este momento, tan solo podía esquivar sus golpes, utilicé fintas y mi juego de pies para evadir sus ataques, los cuales cada vez se volvían más rápidos, o tal vez yo me volvía más lento. Llegaba el momento que sentía que no iba a poder esquivarlos. El dolor me estaba consumiendo, creía que me había roto algo, y estaba forzándome demasiado para verme en esa situación. Son criaturas sin inteligencia alguna, animales con el único instinto de atacar y golpear, por lo menos eso es lo que parece y lo que me están demostrando.
Pero aunque eso fuera, no podía hacer mucho más contra ellos. Mis movimientos se veían mermados por el dolor del torso, cada vez tenía más claro que por lo menos una costilla se me había quebrado, en un movimiento sentí un pinchazo en el costado derecho y les dio la oportunidad a esas criaturas de darme un manotazo en toda la cara, lo cual me lanzó de nuevo contra otro tronco, al cual golpeé directamente con la cabeza. Ese golpe me dejó completamente aturdido. No podía acabar con ellos en mi estado actual, por más que contraatacase. Esa situación era muy frustrante. Me levanté, se me había hecho una brecha en la frente y una herida en el interior de la boca, en la mejilla donde me golpearon. La sangre se me acumulaba en la boca y sentía que la cabeza me daba vueltas. Ese golpe había sido realmente duro. Soltamente dos de esos golpes de aquellas criaturas ya me habían dejado así. ¿Qué podía hacer?
Volvieron a por mí, esquivé nuevamente, ahora retrocedía, no iba a permitirles volver a alcanzarme, si lo hacía estaría acabado, otro golpe así en la cabeza y apostaba a que perdería la consciencia. Por otro lado mi haki seguía igual, lo trataba de canalizar, pero esos monstruos no daban pie a mucho más. Además, ahora no tenía mis armas, debía de crearme otras, y para eso necesitaba más concentración. ¿Qué hacer? En ese momento tan solo podía esquivar y esquivar, tratar en todo momento de recibir un solo golpe más, no podía concentrarme en mi propio haki tanto como lo necesitaba.
Entre la tensión de no saber cómo actuar, la presión a la que me estaban sometiendo las criaturas, y los nervios por hallarme en esa situación, no pude evitar chocar contra una raíz saliente de un árbol cercano, lo cual me hizo desequilibrarme. Antes de que me diera cuenta, una de las garras de esos monstruos me oprimía el cuello. Maldición, había caído, me habían atrapado de nuevo. Esa garra era como una mano increíblemente gruesa, me oprimió el cuello y me levantó. Al parecer no son todo instinto, sino que tienen cierta inteligencia, pues al parecer les había cabreado lo suficiente como para querer matarme lentamente, haciendo que me ahogue. Sentía que era el final. No iba a poder hacer nada contra esos tipos. ¿Moriría aquí?
-No te rindas.
Una voz sonó desde dentro de mí. ¿Estaba alucinando? La escuchaba directamente en mi cabeza, no parecía provenir de ningún lugar en concreto, de modo que no había nadie. Pero entonces, ¿qué diablos era esa voz? Noté una sensación que hacía tiempo que no experimentaba. Si algo no me quitaba nunca, ni siquiera para dormir, era aquél colgante. Era lo único que tenía de él, mi único recuerdo, aquello que me hacía seguir luchando sin importar las dificultades que se presentaran en mi camino. Ese colgante que me dio Jiro era mi más preciado objeto, y ahora sentía emanar calor desde él, casi lo sentía quemarme el pecho. ¿Qué diablos significaba eso?
-No puedes caer aquí. Recuerda, debes protegerles.
Conocía esa voz, me resultaba conocida, incluso familiar. Pero no podía ser, esa persona había muerto, estaba alucinando, mi mente me estaba jugando una mala pasada en el peor de los momentos. No obstante, aunque así fuera no le faltaba razón.
-Piensa lo que quieras. Soy una ilusión, o soy real y estoy contigo, como siempre he hecho. -mente por favor, déjame en paz, esto no hay quien lo soporte- Pero tú tienes una promesa que mantener. Sobrevive donde yo no pude. Lamento haberte dado esta carga, pero no puedes renunciar ahora. Resiste, Hayate.
Cerré los ojos. Esa voz no hacía más que atormentarme, tan solo me hizo recordar el duro pasado. Mis ojos se humedecieron a la par que sentía que mis pulmones se quedaban completamente vacíos. ¿Porqué le había escuchado? Después de tantos años, pensé que jamás volvería a escuchar ese tono que tanto me calmaba, era el único que lograba calmarme cuando sentía ira por cualquier motivo. Su voz cálida y amable era la que me hacía resistir y contener la ira dirigida hacia aquellos que realmente no la merecían.
En el pasado muchas veces la frustración se apoderó de mí, y eso siempre me conllevó a la ira. Las circunstancias personales de la vida de un adolescente pueden irritar a cualquiera, y en esa época de la vida todos somos muy sugestionables, pronto se acaba la mecha y estallas en ira con el primero que te encuentras, y generalmente es con tu propia familia. Pues él me conocía más de lo que nunca imaginé, siempre sabía estar a mi lado en aquellos momentos, aguantaba hasta que la mecha de mi paciencia se consumía al máximo y con sus palabras era capaz de calmarme, cada vez que escuchaba su voz sentía el amor y la preocupación de un padre en él, lo cual lograba hacer que me contuviese, e incluso arrepintiese de lo que ni siquiera había llegado a hacer. Daba un rayo de luz a mi oscuridad y relajaba mi ser, apaciguando mi ira.
Cuando marchó me prometí a mí mismo que jamás me dejaría llevar nuevamente por la ira, aprendí a controlar mis impulsos y eso provocó que siempre mantuviera una sonrisa en mi rostro, y tal vez por ese control me vuelvo tan serio cada vez que entro en combate, pues cuando me pongo en esa situación dejo todo mis ser fluir tal y como es realmente. Nunca he sido la mejor de las personas, pero mi padre siempre estuvo ahí para ayudarme, hasta el último momento. Y parece ser, que incluso tras su marcha, él sigue a mi lado, cuidándome como nunca lo había hecho hasta ahora.
Finalmente lo entendía. No podía permitir que mis sentimientos tuvieran esa influencia en mí mismo. Abrí los ojos, apenas ni podía respirar, esa bestia estaba apretando mi cuello hasta el punto que me dolía en gran cantidad. Mi rostro se hallaba humedecido por las lágrimas, pero entre tanta penuria había una sonrisa dibujada. Mi cuerpo se relajó completamente. Mi padre siempre había sido tan sabio para mí que le tenía por una persona con una habilidad fantástica, y ahora ese sentimiento se acrecentaba. Me conocía más de lo que jamás habría esperado, sabía que sufrir esos sentimientos tan solo eran una carga para mi cuerpo, pues nublaban mi mente y me imposibilitaban dar todo lo que tenía. Me entrenó desde pequeño, tal vez sin darse cuenta, tal vez pensando que en algún momento podría llegar a hacer algo con mi vida.
-Gracias... Papá... -hable con un hilo de voz.
La criatura se quedó extrañada sin saber cómo reaccionar, pero tan solo frunció el ceño y apretó más. Sentía un profundo dolor, pero ya se había acabado. No pensaba rendirme bajo ningún concepto. Jiro y mi madre me necesitaban, y no iba a abandonarles todavía, y menos aún de esta forma. Liberé de un plumado todo mi haki golpeando con los dos puños el brazo de aquella bestia. El golpe hizo que me soltase, con lo cual pude volver a respirar, tomé una gran bocanada de aire y tosí mientras daba un salto hacia atrás. Era hora de que las tornas cambiasen. Aquella criatura gritaba con ese brazo caído. El otro le miraba desde su espalda y parecía enfurecerse.
Tan solo les miré con una sonrisa. Extendí mis brazos y de ellos volvieron a aparecer dos espadas idénticas a las anteriormente utilizadas. Miré hacia ellas, mi haki estaba extendiéndose con un fulgor de un tono azul marino muy oscuro. El color de mi armadura había cambiado, y aunque el tono seguía siendo completamente negro, este emitía un fulgor azulado, como un aura que emanaba de mi propia energía interna. Un destello levemente brillante que inundaba todo mi cuerpo sumido en la calma total. La segunda criatura vino hacia mí con rapidez. Evadí con una finta y le propine un total de cuatro cortes en un momento, dos con cada arma, un corte en cada articulación.
Un profundo grito salió de él a la vez que cuatro cortes comenzaban a sangrar y le hacían caer al suelo. No podía mover ninguna de sus patas, aunque no sabía decir exactamente que eran. Esa criatura de aspecto humanoide parecía tener dos brazos, no obstante también se ponían a cuatro patas para embestir con ese cuerno. Me giré para observar al otro tipo. Tenía el brazo roto y venía nuevamente hacia mí. Le esquivé rotando con los pies, girando sobre mí mismo con una pierna como eje. Finalizando el giro aprovechaba esa misma inercia para golpearle con el filo de mi espada a la altura de su cuello. La hoja penetró sin mayor dificultad, como si fuera un cuerpo normal con una piel de dureza normal. Mi haki finalmente había logrado evolucionar, podía sentirlo, un flujo más poderoso al que nunca había sentido. Me sentía magnífico.
Esa criatura, no sabía cómo llamarlos todavía, cayó como un plomo al suelo, como carne muerta, que realmente es en lo que se había convertido. Comencé a caminar desandado lo andado, no tardé en encontrarme con los otros tres, estaban próximos a donde me habían golpeado, al parecer también tienen buen sentido del olfato, pues estaban olisqueando el tronco contra el que me golpeé en la cabeza, el cual tenía unos pequeños restos de sangre. En cuanto me vieron fueron directos a por mí. Pero ahora podía combatirlos, fueran tres o fueran siete. No serían más complicados que cualquier rival sin cerebro.
Con la primera finta cayó el primer ser, otro no tardó en ser atravesado en una herida fatal en su espalda y el tercero trató de huir, pero le corté la escapatoria lanzándole la espada impregnada en el haki, la cual se le clavó directamente en la cabeza, haciéndole caer. Solté la otra espada, que cayó al suelo. Se había acabado, los siete habían caído y yo había logrado sentir la evolución de mi propio haki. Ahora tan solo quedaba una cosa por hacer. Reunirme con Noa.
Volví al punto donde nos habíamos separado, justamente frente al barco, donde había un par de soldados montando guardia, les pregunte por el agente del gobierno, pero ninguno le había visto llegar. Eso me dio mala espina, comencé a correr en la dirección que había ido él. Utilicé mi haki de observación para tratar de buscar su presencia, pero solo sentía cuerpos caídos y sin vida. No me gustaba lo más mínimo. Finalmente le encontré, estaba tirado en el suelo, al parecer inconsciente. No parecía haber dejado a ninguno de aquellos seres con vida, pero no estaba tan seguro de que él estuviera vivo también.
-¡Noa!
Me agaché y le tomé el pulso, todavía latía, seguía vivo.Le cogí entre brazos, ni siquiera me di cuenta que mi haki seguía activo. Fui lo más rápido que pude hasta que llegué a estar frente al barco. Los guardias me vieron llegar y dieron la voz de alarma. Pronto comenzaron a bajar. Pero en cuanto a mí, no podía más, lo había dado todo. Caí arrodillado y dejé el cuerpo de Noa al lado, entonces deshice el haki, aquella leve aura azulada desapareció y el negro de mis brazos también. En ese momento sentí un mareo y el dolor de todo el cuerpo se acrecentó hasta tal punto que la vista se me tornó turbia, haciéndome perder el sentido hasta caer inconsciente. Justo al lado de Noa.
-Creo que tocamos a siete cada uno compañero -¿Enserio pensaba pelear en solitario contra estos seres?-. Seguramente podamos con ellos si trabajamos en equipo. Pero no es eso para lo que hemos entrenado ¿No?
No pude evitar soltar una sonrisa irónica ante esas palabras. Maldita sea, me encantaría que todo fuese así de sencillo, separarlos y lograr acabar con ellos individualmente. Era una idea estúpida, nuestro entrenamiento no estaba todavía completado, no habíamos logrado avanzar mucho en una sola semana, aunque bien es cierto que algo de avance si hemos logrado. En mi caso particular, anteriormente logré herir a una de las criaturas con la hoja, lo cual quiere decir que mi haki está casi preparado para avanzar. Tan solo debo forzarlo un poco más.
-Gracias por las armas amigo, pero voy a zanjar esto con mis puños.
-No esperaba menos de tí. Siete, ¿verdad? Que empiece el baile...
Noa despegó su espalda, comenzando su estrategia que, aunque un tanto kamikaze, si salía bien sería bien efectiva. Lanzó una especie de onda cortante con las piernas, una extraña técnica que nunca había visto, bastante curiosa debo reconocer. Separó el grupo de enemigos en dos, entonces nos separamos, él corrió a una dirección y yo a otra. Debido a su movimiento se ganó la atención de todos estos seres, podía dejar que todos fueran a por él, Pero entonces no tendría gracia. Dando un salto hacia atrás y comenzando a correr en dirección opuesta a Noa fijé mis objetivos y rápidamente lancé puñetazos al aire, repartiendo corrientes de aire a unos 40Km/h.
Por supuesto esto no era suficiente para hacer caer a esos mastodontes, pero el impacto directo en la cabeza lograría llamar su atención, y cuando se girasen tan solo me verían a mí, sosteniendo esas dos maravillosas espadas recién creadas. Salió mejor de lo que esperaba, aquellos siete mostrencos comenzaron a correr, se pusieron a cuatro patas y vinieron directamente a por mí. Eso no es como lo tenía planeado, no obstante esos seres eran demasiado grandes, son como enormes sacos de músculo y carne, lo cual dejaba bastante mermada su movilidad. Pero antes de hacer nada, lo primero era alejarme de allí, no debía mantener una lucha tan próxima al navío y a mis hombres. Pasara lo que pasase, ahora estaba solo contra esos siete.
Comencé a correr con todas mis fuerzas, los conseguía mantener a raya, hasta que decidí que ya era el momento de encararlos. Me di la vuelta y me quedé empuñando esas dos espadas. Los siete venían de frente, corriendo con esos grandes cuernos de frente. Lo único que debía hacer era evadirlos... ¿Pero cómo diablos pensaba hacerlo? Venían en manada, no había un hueco entre ellos. Sonreí a la vez que maldecía a ese agente del gobierno.
-Esperemos que esto salga bien Noa... Solo tendremos esta oportunidad.
Era tal y como siempre lo pensaba. No hay nada como una situación de verdadero peligro para sacar el poder oculto que se encuentra latente en tu cuerpo. En situaciones de verdadero estrés y peligro, el cuerpo se ve afectado de un modo que no logramos averiguar. Lo damos todo sabiendo que nuestra muerte se puede hallar próxima, y no hay nada como exprimir hasta la última gota de tu cuerpo para lograr descubrir tu verdadero potencial. De este modo lograríamos evolucionar nuestro haki ya entrenado. Aunque si por el contrario el ataque había sido precipitado, y nuestro haki no era lo suficientemente poderoso, moriríamos allí mismo, puesto que cuando nos diésemos cuenta de que el combate sería demasiado para nosotros ya estaríamos lo suficientemente malheridos como para no poder dar marcha atrás. Sin escapatoria posible.
Estaban justamente frente a mí, cuatro en primera línea, una línea desigual, uno iba completamente por delante mientras que el resto estaban un poco más atrasados. Solamente había una forma. Salté hacia mi izquierda corriendo hacia esa dirección, apuré todo lo que pude, pero me adentré en los bosques. Por poco me llevo una cornada directa, pasé sin un rasguño por los pelos, y detrás de mí escuché esos seres quejarse, los que estaban en primera línea se detuvieron y fueron embestidos por los de detrás, dudo que alguno tuviera heridas fatales, pero si alguna que otra que me pudiera facilitar dicho encuentro. No paraba de pensar en estrategias, hasta que me di cuenta que habían dejado de embestir, ahora estaban simplemente de pie corriendo hacia mí. Venían cuatro, los otros tres habrían resultado heridos y ralentizados. Era justo lo que necesitaba.
Volví a girarme, en esta ocasión comencé a correr hacia ellos, pude ver los ojos inyectados en sangre de estas criaturas, lo cual me dieron una gran idea. Contra todos a la vez me sería completamente imposible luchar, por más que quiera dar a relucir el entrenamiento, por lo tanto debía tratar de mermar las fuerzas de esas criaturas, y por lo que se un cuerpo puede ser completamente robusto y resistente, pero los ojos son como dos pequeños órganos que están por la parte exterior del cuerpo, son partes blandas y débiles de cualquier cuerpo. Unos objetivos perfectos Debía por lo menos cegar a dos de ellos. Tal vez con suerte incluso les atravesase más de lo necesario y les causaba la muerte directa, pero eso no sería ningún tipo de contratiempo, más bien al revés.
En cuanto estuve a una distancia próxima a ellos salté hacia mi derecha, encarándome con el que estaba más hacia ese costado, fue a golpearme directamente, por suerte para mí esas criaturas son muy lentas, y no son ningún problema para mi agilidad y velocidad personal, ni siquiera tuve que utilizar el haki de observación para saber que me lanzaría un golpe con su mano izquierda y a mano abierta. Me encogí pasando por su costado, colándome por el hueco bajo su brazo y aprovechando ese movimiento para saltarle a la cabeza y clavarle los extremos de las espadas, uno en cada ojo. Ese ser comenzó a retorcerse y chillar de dolor. Ni siquiera me dio tiempo a alejarme, me dio un buen cabezazo en el pecho que me hizo caer hacia atrás.
Levanté la cabeza y vi una fuerte pezuña acercándose peligrosamente a mi cabeza, dispuesto a aplastarme. Si eso me golpea ya puedo despedirme de cargarmelos, y para colmo me había quedado desarmado. Giré esquivando ese pisotón en el último momento, pero otra pezuña me soltó una patada que me estampó directamente contra el tronco de un árbol. Dolió más el golpe de la pata que el choque contra el árbol. Realmente esos seres tenían la piel muy dura, y sus golpes lo eran más todavía. Pero no podía dolerme ahora mismo. Me levanté como pude, dos venían directos a por mí, uno estaba retorciéndose en el suelo y gritando con un agujero en el pecho y el otro yacía muerto, o por lo menos inconsciente, con las dos espadas clavadas en los ojos y el cuerno completamente ensangrentado.
Al parecer ese primero al que había herido había enloquecido y había acabado embistiendo a otro antes de morir, no era tal y como lo había planeado, pero nuevamente había salido bien el asunto. Ahora el problema residía en los dos que venían a por mí directamente, no podía pretender bloquear sus ataques, acababa de comprobar que era completamente inútil. Levantado me veía obligado a forzarme para mantener los ojos abiertos del dolor que sentía en el torso. Me había cogido bien desprevenido y de una forma que no me habría esperado de esas criaturas. Por lo menos ahora el número de enemigos había sido reducido a dos. Restaban cinco de aquellos seres, y seguía sin saber cómo atacar. Volver a hacer eso sería una locura, y mientras aquellos otros tres llegaban debía de reducir estos dos. ¿Pero cómo?
Cuando llegaron a mí volví a esquivar. Tan solo necesitaba trazar un plan y rápido, pero no se me ocurría nada en este momento, tan solo podía esquivar sus golpes, utilicé fintas y mi juego de pies para evadir sus ataques, los cuales cada vez se volvían más rápidos, o tal vez yo me volvía más lento. Llegaba el momento que sentía que no iba a poder esquivarlos. El dolor me estaba consumiendo, creía que me había roto algo, y estaba forzándome demasiado para verme en esa situación. Son criaturas sin inteligencia alguna, animales con el único instinto de atacar y golpear, por lo menos eso es lo que parece y lo que me están demostrando.
Pero aunque eso fuera, no podía hacer mucho más contra ellos. Mis movimientos se veían mermados por el dolor del torso, cada vez tenía más claro que por lo menos una costilla se me había quebrado, en un movimiento sentí un pinchazo en el costado derecho y les dio la oportunidad a esas criaturas de darme un manotazo en toda la cara, lo cual me lanzó de nuevo contra otro tronco, al cual golpeé directamente con la cabeza. Ese golpe me dejó completamente aturdido. No podía acabar con ellos en mi estado actual, por más que contraatacase. Esa situación era muy frustrante. Me levanté, se me había hecho una brecha en la frente y una herida en el interior de la boca, en la mejilla donde me golpearon. La sangre se me acumulaba en la boca y sentía que la cabeza me daba vueltas. Ese golpe había sido realmente duro. Soltamente dos de esos golpes de aquellas criaturas ya me habían dejado así. ¿Qué podía hacer?
Volvieron a por mí, esquivé nuevamente, ahora retrocedía, no iba a permitirles volver a alcanzarme, si lo hacía estaría acabado, otro golpe así en la cabeza y apostaba a que perdería la consciencia. Por otro lado mi haki seguía igual, lo trataba de canalizar, pero esos monstruos no daban pie a mucho más. Además, ahora no tenía mis armas, debía de crearme otras, y para eso necesitaba más concentración. ¿Qué hacer? En ese momento tan solo podía esquivar y esquivar, tratar en todo momento de recibir un solo golpe más, no podía concentrarme en mi propio haki tanto como lo necesitaba.
Entre la tensión de no saber cómo actuar, la presión a la que me estaban sometiendo las criaturas, y los nervios por hallarme en esa situación, no pude evitar chocar contra una raíz saliente de un árbol cercano, lo cual me hizo desequilibrarme. Antes de que me diera cuenta, una de las garras de esos monstruos me oprimía el cuello. Maldición, había caído, me habían atrapado de nuevo. Esa garra era como una mano increíblemente gruesa, me oprimió el cuello y me levantó. Al parecer no son todo instinto, sino que tienen cierta inteligencia, pues al parecer les había cabreado lo suficiente como para querer matarme lentamente, haciendo que me ahogue. Sentía que era el final. No iba a poder hacer nada contra esos tipos. ¿Moriría aquí?
-No te rindas.
Una voz sonó desde dentro de mí. ¿Estaba alucinando? La escuchaba directamente en mi cabeza, no parecía provenir de ningún lugar en concreto, de modo que no había nadie. Pero entonces, ¿qué diablos era esa voz? Noté una sensación que hacía tiempo que no experimentaba. Si algo no me quitaba nunca, ni siquiera para dormir, era aquél colgante. Era lo único que tenía de él, mi único recuerdo, aquello que me hacía seguir luchando sin importar las dificultades que se presentaran en mi camino. Ese colgante que me dio Jiro era mi más preciado objeto, y ahora sentía emanar calor desde él, casi lo sentía quemarme el pecho. ¿Qué diablos significaba eso?
-No puedes caer aquí. Recuerda, debes protegerles.
Conocía esa voz, me resultaba conocida, incluso familiar. Pero no podía ser, esa persona había muerto, estaba alucinando, mi mente me estaba jugando una mala pasada en el peor de los momentos. No obstante, aunque así fuera no le faltaba razón.
-Piensa lo que quieras. Soy una ilusión, o soy real y estoy contigo, como siempre he hecho. -mente por favor, déjame en paz, esto no hay quien lo soporte- Pero tú tienes una promesa que mantener. Sobrevive donde yo no pude. Lamento haberte dado esta carga, pero no puedes renunciar ahora. Resiste, Hayate.
Cerré los ojos. Esa voz no hacía más que atormentarme, tan solo me hizo recordar el duro pasado. Mis ojos se humedecieron a la par que sentía que mis pulmones se quedaban completamente vacíos. ¿Porqué le había escuchado? Después de tantos años, pensé que jamás volvería a escuchar ese tono que tanto me calmaba, era el único que lograba calmarme cuando sentía ira por cualquier motivo. Su voz cálida y amable era la que me hacía resistir y contener la ira dirigida hacia aquellos que realmente no la merecían.
En el pasado muchas veces la frustración se apoderó de mí, y eso siempre me conllevó a la ira. Las circunstancias personales de la vida de un adolescente pueden irritar a cualquiera, y en esa época de la vida todos somos muy sugestionables, pronto se acaba la mecha y estallas en ira con el primero que te encuentras, y generalmente es con tu propia familia. Pues él me conocía más de lo que nunca imaginé, siempre sabía estar a mi lado en aquellos momentos, aguantaba hasta que la mecha de mi paciencia se consumía al máximo y con sus palabras era capaz de calmarme, cada vez que escuchaba su voz sentía el amor y la preocupación de un padre en él, lo cual lograba hacer que me contuviese, e incluso arrepintiese de lo que ni siquiera había llegado a hacer. Daba un rayo de luz a mi oscuridad y relajaba mi ser, apaciguando mi ira.
Cuando marchó me prometí a mí mismo que jamás me dejaría llevar nuevamente por la ira, aprendí a controlar mis impulsos y eso provocó que siempre mantuviera una sonrisa en mi rostro, y tal vez por ese control me vuelvo tan serio cada vez que entro en combate, pues cuando me pongo en esa situación dejo todo mis ser fluir tal y como es realmente. Nunca he sido la mejor de las personas, pero mi padre siempre estuvo ahí para ayudarme, hasta el último momento. Y parece ser, que incluso tras su marcha, él sigue a mi lado, cuidándome como nunca lo había hecho hasta ahora.
Finalmente lo entendía. No podía permitir que mis sentimientos tuvieran esa influencia en mí mismo. Abrí los ojos, apenas ni podía respirar, esa bestia estaba apretando mi cuello hasta el punto que me dolía en gran cantidad. Mi rostro se hallaba humedecido por las lágrimas, pero entre tanta penuria había una sonrisa dibujada. Mi cuerpo se relajó completamente. Mi padre siempre había sido tan sabio para mí que le tenía por una persona con una habilidad fantástica, y ahora ese sentimiento se acrecentaba. Me conocía más de lo que jamás habría esperado, sabía que sufrir esos sentimientos tan solo eran una carga para mi cuerpo, pues nublaban mi mente y me imposibilitaban dar todo lo que tenía. Me entrenó desde pequeño, tal vez sin darse cuenta, tal vez pensando que en algún momento podría llegar a hacer algo con mi vida.
-Gracias... Papá... -hable con un hilo de voz.
La criatura se quedó extrañada sin saber cómo reaccionar, pero tan solo frunció el ceño y apretó más. Sentía un profundo dolor, pero ya se había acabado. No pensaba rendirme bajo ningún concepto. Jiro y mi madre me necesitaban, y no iba a abandonarles todavía, y menos aún de esta forma. Liberé de un plumado todo mi haki golpeando con los dos puños el brazo de aquella bestia. El golpe hizo que me soltase, con lo cual pude volver a respirar, tomé una gran bocanada de aire y tosí mientras daba un salto hacia atrás. Era hora de que las tornas cambiasen. Aquella criatura gritaba con ese brazo caído. El otro le miraba desde su espalda y parecía enfurecerse.
Tan solo les miré con una sonrisa. Extendí mis brazos y de ellos volvieron a aparecer dos espadas idénticas a las anteriormente utilizadas. Miré hacia ellas, mi haki estaba extendiéndose con un fulgor de un tono azul marino muy oscuro. El color de mi armadura había cambiado, y aunque el tono seguía siendo completamente negro, este emitía un fulgor azulado, como un aura que emanaba de mi propia energía interna. Un destello levemente brillante que inundaba todo mi cuerpo sumido en la calma total. La segunda criatura vino hacia mí con rapidez. Evadí con una finta y le propine un total de cuatro cortes en un momento, dos con cada arma, un corte en cada articulación.
Un profundo grito salió de él a la vez que cuatro cortes comenzaban a sangrar y le hacían caer al suelo. No podía mover ninguna de sus patas, aunque no sabía decir exactamente que eran. Esa criatura de aspecto humanoide parecía tener dos brazos, no obstante también se ponían a cuatro patas para embestir con ese cuerno. Me giré para observar al otro tipo. Tenía el brazo roto y venía nuevamente hacia mí. Le esquivé rotando con los pies, girando sobre mí mismo con una pierna como eje. Finalizando el giro aprovechaba esa misma inercia para golpearle con el filo de mi espada a la altura de su cuello. La hoja penetró sin mayor dificultad, como si fuera un cuerpo normal con una piel de dureza normal. Mi haki finalmente había logrado evolucionar, podía sentirlo, un flujo más poderoso al que nunca había sentido. Me sentía magnífico.
Esa criatura, no sabía cómo llamarlos todavía, cayó como un plomo al suelo, como carne muerta, que realmente es en lo que se había convertido. Comencé a caminar desandado lo andado, no tardé en encontrarme con los otros tres, estaban próximos a donde me habían golpeado, al parecer también tienen buen sentido del olfato, pues estaban olisqueando el tronco contra el que me golpeé en la cabeza, el cual tenía unos pequeños restos de sangre. En cuanto me vieron fueron directos a por mí. Pero ahora podía combatirlos, fueran tres o fueran siete. No serían más complicados que cualquier rival sin cerebro.
Con la primera finta cayó el primer ser, otro no tardó en ser atravesado en una herida fatal en su espalda y el tercero trató de huir, pero le corté la escapatoria lanzándole la espada impregnada en el haki, la cual se le clavó directamente en la cabeza, haciéndole caer. Solté la otra espada, que cayó al suelo. Se había acabado, los siete habían caído y yo había logrado sentir la evolución de mi propio haki. Ahora tan solo quedaba una cosa por hacer. Reunirme con Noa.
Volví al punto donde nos habíamos separado, justamente frente al barco, donde había un par de soldados montando guardia, les pregunte por el agente del gobierno, pero ninguno le había visto llegar. Eso me dio mala espina, comencé a correr en la dirección que había ido él. Utilicé mi haki de observación para tratar de buscar su presencia, pero solo sentía cuerpos caídos y sin vida. No me gustaba lo más mínimo. Finalmente le encontré, estaba tirado en el suelo, al parecer inconsciente. No parecía haber dejado a ninguno de aquellos seres con vida, pero no estaba tan seguro de que él estuviera vivo también.
-¡Noa!
Me agaché y le tomé el pulso, todavía latía, seguía vivo.Le cogí entre brazos, ni siquiera me di cuenta que mi haki seguía activo. Fui lo más rápido que pude hasta que llegué a estar frente al barco. Los guardias me vieron llegar y dieron la voz de alarma. Pronto comenzaron a bajar. Pero en cuanto a mí, no podía más, lo había dado todo. Caí arrodillado y dejé el cuerpo de Noa al lado, entonces deshice el haki, aquella leve aura azulada desapareció y el negro de mis brazos también. En ese momento sentí un mareo y el dolor de todo el cuerpo se acrecentó hasta tal punto que la vista se me tornó turbia, haciéndome perder el sentido hasta caer inconsciente. Justo al lado de Noa.
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Gélida, nuestro pueblo natal, teníamos la gran suerte de que nuestra familia fuese una de las pocas acomodadas de esa ciudad, nuestros padres eran dueños de una de estas minas cuyos minerales eran exportados a Polaris, la capital de Gelum. Gracias a esta situación económica, nunca tuvimos carencias de ningún tipo, no vivíamos como Tenryubittos, pero nunca faltó un plato caliente en la mesa. Nuestra relación con el resto de habitantes era algo tensa, la envidia y los celos hacían que de vez en cuando tuviéramos encontronazos con los vecinos. Por este motivo siempre salíamos juntos a pasear, para poder cuidar el uno del otro.
Nosotros no sabíamos nada y de esto me enteré tras algunos años como agente del gobierno, pero nuestros padres proveían al Cypher Pol con minerales de la isla, estos, poseían cualidades especiales gracias a la propia isla, con lo que eran ideales para crear armas con las que apoyar al orden mundial. Por desgracia, esta información fue robada de Ennies Lobby por un grupo de revolucionarios que lograron infiltrarse con éxito en los archivos clasificados. La Revolución entonces, trazó un plan con el que destruir esa relación mercantil entre Gelum y el Gobierno. Mandaron una brigada de sus mejores hombres para acabar con toda la familia Kasanova, pues su muerte suponía un gran paso en la lucha contra el gobierno. Eso sin mencionar que tanto mi padre como mi madre eran agentes del gobierno especializados en el arte de la infiltración, ellos solos habían logrado destrozar varios refugios de la Revolución, haciendo que estos los tuvieran en el punto de mira.
Cuando aquel grupo de revolucionarios asaltaron nuestro hogar, nadie en Gélida abrió la boca, se limitaron a saquear la casa familiar, a repartirse nuestro patrimonio y a hacer como si nunca hubiéramos existido. Poco después de esto, el bando revolucionario conquistó Gelum, apropiándose de todo, destruyendo el sueño de mis padres así como el legado que habían querido dejarnos a Bianca y a mi. No odio a la revolución por ir contra el gobierno, si no por haber acabado con todo lo que quería en esta vida, con mi hogar, con mis padres, mi hermana... Con todo lo que era importante para mi. El motivo real por el que haré gritar de dolor a cada revolucionario con el que me cruce, es hacerle pasar por el mismo infierno que yo tuve que pasar.
Durante las dos semanas que estuve inconsciente durmiendo, solo soñaba constantemente ese momento en que la sangre teñía de granate el suelo de nuestro hogar, los cuerpos de mis padres permanecían inertes en el suelo así como el secuestro de Bianca. Una y otra vez el mismo sueño como si de un bucle se tratase, un bucle que se reiniciaba una vez subía a bordo de un barco mercantil que me sacaba de la isla, desde donde veía como tenía que dejar atrás todo lo que un día había querido y amado. Era doloroso ver como una y otra vez se repetía la misma imagen, ese instante en que los cuerpos papá y mamá caían al suelo desplomados. Aquellos catorce días fueron una tortura constante hasta que, el último día, sin saber porqué, el sueño cambió. Volvió a mi mente ese instante con Bianca abrazándose a mi, dándome sus fuerzas y su energía. Al igual que mientras combatía contra los seres de esta isla, tras ese beso en la frente, volví a la realidad.
Por fin abría los ojos tras dos semanas en cama, si bien las heridas eran mas bien moderadas, el cansancio fue mucho mayor del que mi cuerpo podía soportar. Los subordinados de Kimura habían podido tratar en condiciones los cortes y roturas que había sufrido a manos de aquellas criaturas. Podía ver vendas por todo mi cuerpo aunque había pasado ya tanto tiempo que la mayoría de las roturas estaban casi cerradas así como los tajos, habían hecho un muy buen trabajo.
Allí me encontraba, tirado en la cama, en uno de tantos camarotes que tendría el navío de los Crimson Wolves. En la habitación no había nadie más, así que haciendo un gran esfuerzo y apoyándome en un pie de gotero, poco a poco me acerqué hasta la puerta. No aguantaba estar encerrado en una habitación mirando el techo. Las heridas dolían a cada paso que daba pero era llevadero, cojeaba levemente de la pierna derecha, justo donde uno de los demonios aquellos me había golpeado, por lo visto tenían mucha mas fuerza de la que recordaba ahora mismo, sobre todo si aún me dolían sus envites.
Ya fuera de la habitación, me encontraba en un pasillo por donde algunos marines rasos hacían sus quehaceres. Nada mas verme uno de ellos, no pudo evitar ponerse a gritar y saltar de la emoción. -¡¡Está vivo!! ¡¡El agente sigue en pie!!-. El muchacho aquel era jodidamente escandaloso, no me extrañaba que lo tuvieran limpiando el suelo. Se acercó corriendo a abrazarme pero segundos antes de hacerlo vio que estaba cojeando y que me había escapado de la habitación sin haber consultado a nadie. Durante un instante parecía que iba a dar la alarma a los médicos pero en vez de eso, me ayudó a salir a cubierta.
"Por fin aire libre" Pensé. La suave brisa mecía mi cabello ahora mas largo tras haber pasado tanto tiempo en esa isla sin cortarlo. Aquella fatídica batalla parecía no haber existido jamás, pero pronto volví al mundo real. Al igual que con el friega suelos, muchos otros marines se alegraron enormemente al ver que podía ponerme en pie. ¿Que se habían pensado? No es tan fácil acabar con mi vida, que se lo digan a todas esas batallas épicas a las que asistí... Aunque luego tocó huir con el rabo entre las piernas, pero sigo en pie, eso es lo que cuenta. Toda aquella alegría que demostraban al verme con vida hizo que reconociese la alianza con Kimura y los Crimson Wolves, muy poca gente se alegraba de verme vivo, en fin, es lo malo que tiene ser tan "popular" entre los revolucionarios.
Luego de tan acalorada vuelta a la vida, tenía curiosidad por dos cosas, la primera y más importante, ¿Que había pasado con Kimura? ¿Habría sobrevivido a esas bestias? - ¿Y Kimura?-. Pregunté a la pequeña multitud que se había reunido a mi alrededor. -En su camarote señor, déjenos acompañarlo hasta allí por favor. No queremos que se agraven sus heridas-. ¿Que mierdas? Me estaba tomando por un discapacitado o algo por el estilo, vale que estuviera cojo, pero joder, se supone que tengo fama de asesino despiadado, tiene que haber algún fallo en la realidad, yo siendo ayudado a caminar cuando soy yo el que deja a gente incapacitada... Que asco de karma.
No tuve más remedio que dejar que varios de ellos me ayudasen a llegar hasta Kimura, se ofrecieron a cargarme pero mi orgullo no me lo permitía, si accedí a que pudiera apoyarme en ellos al caminar, eran mucho mas prácticos que un palo de gotero y mi pierna lo agradecía. El trayecto hasta mi amigo se hizo mas largo de lo que esperaba, quizás porque iba cojeando o quizás porque pensaba que no lo contaría pero verla nuevamente... Durante los cinco escasos minutos que tardamos volvieron a mi mente aquellos recuerdos que creía olvidados, las típicas riñas con Bianca, las broncas de nuestros padres, nuestros abrazos pidiéndonos perdón, los juegos en la nieve... No podía evitar que cayesen lágrimas por las mejillas. -¿Se encuentra bien?-. Dijo uno de los que me ayudaban a caminar, por su rostro parecía preocupado por mi estado de salud. -Duele... El pasado duele-. Le contesté, pareció entender que no me refería a las heridas, y para mi sorpresa reaccionó como nunca lo había hecho otro subordinado. - A veces el pasado puede doler, pero tal y como yo lo veo puedes o huir de él... O, aprender-. Aquella frase se me quedó grabada a fuego en el corazón.
Poco después de la escueta charla, llegamos hasta la puerta. Ninguno de los subordinados del pelirrojo me habían dicho nada sobre su estado así que supuse que debería haber acabado en un estado similar al mio, al menos sabía que seguía vivo. -¡¡¡¡OYEEEEEE!!!! Maldito marine, ¿¡Quien te crees que eres para librarte dos semanas de entrenar conmigo?! Levanta el puto culo y vamos a entrenar, no eres quién para desperdiciar mi tiempo-. Le grité desde el otro lado de la puerta justo antes de abrirla, si estaba durmiendo ya podía ir despertándose o le despertaría a base de tortas.
Nosotros no sabíamos nada y de esto me enteré tras algunos años como agente del gobierno, pero nuestros padres proveían al Cypher Pol con minerales de la isla, estos, poseían cualidades especiales gracias a la propia isla, con lo que eran ideales para crear armas con las que apoyar al orden mundial. Por desgracia, esta información fue robada de Ennies Lobby por un grupo de revolucionarios que lograron infiltrarse con éxito en los archivos clasificados. La Revolución entonces, trazó un plan con el que destruir esa relación mercantil entre Gelum y el Gobierno. Mandaron una brigada de sus mejores hombres para acabar con toda la familia Kasanova, pues su muerte suponía un gran paso en la lucha contra el gobierno. Eso sin mencionar que tanto mi padre como mi madre eran agentes del gobierno especializados en el arte de la infiltración, ellos solos habían logrado destrozar varios refugios de la Revolución, haciendo que estos los tuvieran en el punto de mira.
Cuando aquel grupo de revolucionarios asaltaron nuestro hogar, nadie en Gélida abrió la boca, se limitaron a saquear la casa familiar, a repartirse nuestro patrimonio y a hacer como si nunca hubiéramos existido. Poco después de esto, el bando revolucionario conquistó Gelum, apropiándose de todo, destruyendo el sueño de mis padres así como el legado que habían querido dejarnos a Bianca y a mi. No odio a la revolución por ir contra el gobierno, si no por haber acabado con todo lo que quería en esta vida, con mi hogar, con mis padres, mi hermana... Con todo lo que era importante para mi. El motivo real por el que haré gritar de dolor a cada revolucionario con el que me cruce, es hacerle pasar por el mismo infierno que yo tuve que pasar.
Durante las dos semanas que estuve inconsciente durmiendo, solo soñaba constantemente ese momento en que la sangre teñía de granate el suelo de nuestro hogar, los cuerpos de mis padres permanecían inertes en el suelo así como el secuestro de Bianca. Una y otra vez el mismo sueño como si de un bucle se tratase, un bucle que se reiniciaba una vez subía a bordo de un barco mercantil que me sacaba de la isla, desde donde veía como tenía que dejar atrás todo lo que un día había querido y amado. Era doloroso ver como una y otra vez se repetía la misma imagen, ese instante en que los cuerpos papá y mamá caían al suelo desplomados. Aquellos catorce días fueron una tortura constante hasta que, el último día, sin saber porqué, el sueño cambió. Volvió a mi mente ese instante con Bianca abrazándose a mi, dándome sus fuerzas y su energía. Al igual que mientras combatía contra los seres de esta isla, tras ese beso en la frente, volví a la realidad.
Por fin abría los ojos tras dos semanas en cama, si bien las heridas eran mas bien moderadas, el cansancio fue mucho mayor del que mi cuerpo podía soportar. Los subordinados de Kimura habían podido tratar en condiciones los cortes y roturas que había sufrido a manos de aquellas criaturas. Podía ver vendas por todo mi cuerpo aunque había pasado ya tanto tiempo que la mayoría de las roturas estaban casi cerradas así como los tajos, habían hecho un muy buen trabajo.
Allí me encontraba, tirado en la cama, en uno de tantos camarotes que tendría el navío de los Crimson Wolves. En la habitación no había nadie más, así que haciendo un gran esfuerzo y apoyándome en un pie de gotero, poco a poco me acerqué hasta la puerta. No aguantaba estar encerrado en una habitación mirando el techo. Las heridas dolían a cada paso que daba pero era llevadero, cojeaba levemente de la pierna derecha, justo donde uno de los demonios aquellos me había golpeado, por lo visto tenían mucha mas fuerza de la que recordaba ahora mismo, sobre todo si aún me dolían sus envites.
Ya fuera de la habitación, me encontraba en un pasillo por donde algunos marines rasos hacían sus quehaceres. Nada mas verme uno de ellos, no pudo evitar ponerse a gritar y saltar de la emoción. -¡¡Está vivo!! ¡¡El agente sigue en pie!!-. El muchacho aquel era jodidamente escandaloso, no me extrañaba que lo tuvieran limpiando el suelo. Se acercó corriendo a abrazarme pero segundos antes de hacerlo vio que estaba cojeando y que me había escapado de la habitación sin haber consultado a nadie. Durante un instante parecía que iba a dar la alarma a los médicos pero en vez de eso, me ayudó a salir a cubierta.
"Por fin aire libre" Pensé. La suave brisa mecía mi cabello ahora mas largo tras haber pasado tanto tiempo en esa isla sin cortarlo. Aquella fatídica batalla parecía no haber existido jamás, pero pronto volví al mundo real. Al igual que con el friega suelos, muchos otros marines se alegraron enormemente al ver que podía ponerme en pie. ¿Que se habían pensado? No es tan fácil acabar con mi vida, que se lo digan a todas esas batallas épicas a las que asistí... Aunque luego tocó huir con el rabo entre las piernas, pero sigo en pie, eso es lo que cuenta. Toda aquella alegría que demostraban al verme con vida hizo que reconociese la alianza con Kimura y los Crimson Wolves, muy poca gente se alegraba de verme vivo, en fin, es lo malo que tiene ser tan "popular" entre los revolucionarios.
Luego de tan acalorada vuelta a la vida, tenía curiosidad por dos cosas, la primera y más importante, ¿Que había pasado con Kimura? ¿Habría sobrevivido a esas bestias? - ¿Y Kimura?-. Pregunté a la pequeña multitud que se había reunido a mi alrededor. -En su camarote señor, déjenos acompañarlo hasta allí por favor. No queremos que se agraven sus heridas-. ¿Que mierdas? Me estaba tomando por un discapacitado o algo por el estilo, vale que estuviera cojo, pero joder, se supone que tengo fama de asesino despiadado, tiene que haber algún fallo en la realidad, yo siendo ayudado a caminar cuando soy yo el que deja a gente incapacitada... Que asco de karma.
No tuve más remedio que dejar que varios de ellos me ayudasen a llegar hasta Kimura, se ofrecieron a cargarme pero mi orgullo no me lo permitía, si accedí a que pudiera apoyarme en ellos al caminar, eran mucho mas prácticos que un palo de gotero y mi pierna lo agradecía. El trayecto hasta mi amigo se hizo mas largo de lo que esperaba, quizás porque iba cojeando o quizás porque pensaba que no lo contaría pero verla nuevamente... Durante los cinco escasos minutos que tardamos volvieron a mi mente aquellos recuerdos que creía olvidados, las típicas riñas con Bianca, las broncas de nuestros padres, nuestros abrazos pidiéndonos perdón, los juegos en la nieve... No podía evitar que cayesen lágrimas por las mejillas. -¿Se encuentra bien?-. Dijo uno de los que me ayudaban a caminar, por su rostro parecía preocupado por mi estado de salud. -Duele... El pasado duele-. Le contesté, pareció entender que no me refería a las heridas, y para mi sorpresa reaccionó como nunca lo había hecho otro subordinado. - A veces el pasado puede doler, pero tal y como yo lo veo puedes o huir de él... O, aprender-. Aquella frase se me quedó grabada a fuego en el corazón.
Poco después de la escueta charla, llegamos hasta la puerta. Ninguno de los subordinados del pelirrojo me habían dicho nada sobre su estado así que supuse que debería haber acabado en un estado similar al mio, al menos sabía que seguía vivo. -¡¡¡¡OYEEEEEE!!!! Maldito marine, ¿¡Quien te crees que eres para librarte dos semanas de entrenar conmigo?! Levanta el puto culo y vamos a entrenar, no eres quién para desperdiciar mi tiempo-. Le grité desde el otro lado de la puerta justo antes de abrirla, si estaba durmiendo ya podía ir despertándose o le despertaría a base de tortas.
Nocturne93
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Caminaba por un pasillo completamente oscuro, el suelo parecía estar conformado por agua y la única luz era el reflejo que emitía dicha superficie, que parecía emitir un leve brillo a cada paso que daba. Además de eso tenía una extraña sensación en mi pecho, una enorme presión que sentía que me iba a estallar en algún momento. Sentía un fuerte dolor que cada vez me hacía ir más lento, las piernas me pesaban más a cada paso que daba, me sentía desfallecer.
Finalmente caí arrodillado, el destello de luz iba menguando hasta quedarse todo sumido en la más total de la oscuridad. No podía apreciar nada, absolutamente. La presión iba en aumento, los ojos me lloraban del intenso dolor que sentía. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? ¿Qué era ese lugar? ¿Cómo había llegado? No lograba a entender nada.
Un siseo se escuchó de fondo, un sonido como si de una serpiente se tratase. Ahora más peligros, pues no podía hacer nada, no me quedaba voluntar para moverme, y aunque así fuera, el dolor del pecho cada vez me menguaba más, estaba al borde de comenzar a gritar, me iba a estallar el torso y el dolor comenzaba a ser inaguantable. Me palpé y noté que mi pecho se había hinchado, como si fuese me estuvieran inyectando aire a presión en él.
De arrodillado pasé a estar tumbado. Entonces me percaté que ese terreno no era lo que parecía, no era agua, pues no me mojaba ni me ahogaba, no era ningún terreno sólido, pues me vi con medio cuerpo atravesándolo, no obstante sentía como si flotase en el aire. Y lo más inquietante de todo, sentía como si algo o alguien me arrastrase hacia ese fondo. Me jalaba del brazo, y conforme me arrastraba notaba disminuir esa presión. Mi cuerpo se relajaba conforme me dejaba arrastrar, el dolor amainaba, no quise ni resistirme.
Cuando me quise dar cuenta estaba con los ojos cerrados, los abrí y pude vislumbrar que ahora había luz. Me levanté rápidamente. El cielo brillaba y el sol resplandecía con un gran fulgor que cegaba con tan solo alzar la vista. Estaba tumbado sobre un terreno duro, parecía como roca bien alisada. Me levanté y miré hacia adelante, parecía que me hallaba en lo alto de una torre, y debajo de allí tan solo había agua, un mar en calma con alguna pequeña ola que salía desde la base de esa torre. Un paisaje tan bello como aterrador.
-Lo hiciste, Hayate.
De nuevo aquella voz. La reconocía, era la misma que me había hablado cuando sentía haber perdido la esperanza contra aquellas criaturas. No obstante ahora no la había escuchado desde dentro de mi cabeza, sino desde mi espalda. Tenía miedo de girarme, pero por otra parte sentí el irrefrenable impulso de hacerlo. Una figura estaba plantada detrás de mí, alto, no muy corpulento, ojos marrones y cabello corto y rubio oscurecido. Me quedé petrificado sin saber cómo diablos reaccionar.
-Pa... ¿Padre?
-Si Hayate, soy yo.
-Pero... Tú estás...
-Muerto. Si. Pero aquí me tienes.
Me quedé callado, no sabía cómo reaccionar, ni qué responder. No me importaba absolutamente nada, sea real o no, ahí está, y es consciente de su muerte. ¿Acaso estoy soñando? ¿O he muerto yo también?
Los recuerdos pasados vinieron fugazmente a mí. Había luchado a muerte contra aquellas criaturas y había logrado sobrevivir gracias a esa voz que escuché, su voz, la de mi padre, me animó y dio fuerzas haciéndome recordar por qué estaba luchando, por quién. Tal vez en ese entonces ya estaba muerto. Pero no tiene ningún sentido, no había un una pizca de lógica en todo eso, me llevé las manos a la cabeza, tenía un caos mental absurdo.
-Hayate, relájate. No has muerto todavía.
-¿Entonces cómo es que te estoy viendo? -mis ojos comenzaron a llorar, entré en pánico- Les he fallado, a madre y a Jiro, no he conseguido hacer nada con mi vida, tan solo que me maten unas bestias.
-¿Acaso ya lo has olvidado, hijo mío?
-¿De qué me hablas?
-¿Acaso no te prometí que estaría siempre contigo? ¿Fueras a donde fueras? -se hizo el silencio unos instantes- No les has fallado. No todavía.
Y así era. Desde siempre sentí un fuerte aprecio por esa persona que estaba delante, fue un gran padre y siempre estuvo ahí para ayudarme cuando más lo necesitaba. Cada vez que algo me ocurría, él siempre ponía su mano en mi pecho y me repetía esas palabras que se quedaron grabadas a fuego en mi mente, y corazón. Él siempre estuvo para ayudarme, siempre me animaba a seguir adelante y me protegía cuando estaba en peligro.
Se aproximó hacia mí y volvió a poner la mano en mi pecho, sentí el gran calor y alivio que solamente él logró hacer sentir en mí. Nuevamente de mis ojos comenzaron a brotar lágrimas, mientras él se reía con ternura. Seguía siendo su niño pequeño a fin de cuentas, sonreí también, la alegría me embriagó al poder contemplar su rostro una vez más.
-No lo olvides, hijo mío. Siempre estaré contigo.
No pude evitar el impulso que había estado reprimiendo desde el primer momento que vi su rostro. Me lancé a abrazarle, hacía años que no lo hacía, que no veía su rostro, que no escuchaba su voz. Ahora mismo no era más que su hijo, no me sentía como un miembro de la marina, sino como ese pequeño que siempre acababa respaldado con su amable padre. Cerré los ojos, abrazado a él.
-¿Podremos volver a vernos?
-Cada vez que quieras.
Me relajé y me quedé así, aferrando su cuerpo con fuerza. No supe cuánto duró aquél momento, pero llegó el momento que unos gritos me sacaron de mi mundo de ensueño. Unos golpes y gritos me hicieron levantarme de golpe, incorporándome. A la vez sentí un gran pinchazo en el costado que me hizo dar un gran grito de dolor y volver a tumbarme, casi retorciéndome.
-... no eres quién para desperdiciar mi tiempo.
Este Noa, siempre tan oportuno. Me levanté tranquilamente como pude, tenía todo el cuerpo vendado, pocas partes había que pudiera ver mi propia piel. Maldita sea. ¿Cuánto tiempo había dormido? Mi rostro esbozaba una sonrisa, recordaba todo lo ocurrido, aunque tan solo haya sido un sueño, ha sido muy importante para mí volver a verle. Continuará con vida mientras todavía le lleve en mi corazón.
La puerta se abrió de par en par y pude ver a Noa ayudado por varios de mis hombres, no pude evitar sonreir. Tan duro que parecía y estaba siendo guiado como un anciano desvalido. Aunque no era quién para decir nada, seguramente yo estaba igual o peor que él.
-¡Teniente!
Un marine vino hacia mí, parecía alegrarse de que estuviera vivo, y no era el único, todos los que estaban allí presentes parecían estar celebrando una fiesta al vernos a mí y a Noa despiertos al fin. Escuché que habían pasado dos semanas desde que habíamos caído inconscientes, medio mes desde aquella batalla. Por suerte no hubieron nuevos ataques, de haber sido así habríamos sucumbido sin poder evitarlo.
Me levanté, ese hombre me ayudó, no estaba en condiciones de negar su ayuda. Me acerqué a Noa y le estreché la mano, además de decirle que no es que estemos en buen estado para entrenar nada. Primero debíamos recuperarnos de aquello, y debo reconocer que mis hombres hicieron una gran labor, les felicité a todos y montamos una pequeña fiesta aquella noche, donde todo estaba permitido y no había distinción de rangos, yo era uno más que ellos a su lado y eso les hizo ganar más confianza y poder divertirse como se merecían.
En ese tiempo nuestras heridas se habían logrado sanar bien, pero hasta que no pasó una semana más no estuvimos en condiciones de poder volver a movernos y ejecutar nuestros movimientos con soltura. Casi un mes tuvimos que pasar de recuperación, y resultó bastante frustrante, por lo que de vez en cuando, junto a Noa por supuesto, entrábamos a una habitación y comenzábamos a concentrar y maximizar nuestro haki. Ambos habíamos logrado acabar con esas criaturas gracias a que nuestro haki evolucionó en aquella situación, y debíamos saber controlarlo como era debido, por lo que nos concentrábamos en canalizar nuestro máximo potencial del haki, sin movernos siquiera, de modo que no forzábamos las heridas de nuestro cuerpo y aun así lográbamos avanzar con nuestro entrenamiento. Además ese tipo de meditación también nos ayudaría después a dominar nuestro haki de observación.
Al cabo de una semana y media desde que nos despertamos volvimos a reunirnos en el campo de entrenamiento, con varios marine alrededor, querían observar el fruto de nuestro entrenamiento de primera mano.
-Vamos Noa. Veamos cuánto ha evolucionado nuestro haki.
Finalmente caí arrodillado, el destello de luz iba menguando hasta quedarse todo sumido en la más total de la oscuridad. No podía apreciar nada, absolutamente. La presión iba en aumento, los ojos me lloraban del intenso dolor que sentía. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? ¿Qué era ese lugar? ¿Cómo había llegado? No lograba a entender nada.
Un siseo se escuchó de fondo, un sonido como si de una serpiente se tratase. Ahora más peligros, pues no podía hacer nada, no me quedaba voluntar para moverme, y aunque así fuera, el dolor del pecho cada vez me menguaba más, estaba al borde de comenzar a gritar, me iba a estallar el torso y el dolor comenzaba a ser inaguantable. Me palpé y noté que mi pecho se había hinchado, como si fuese me estuvieran inyectando aire a presión en él.
De arrodillado pasé a estar tumbado. Entonces me percaté que ese terreno no era lo que parecía, no era agua, pues no me mojaba ni me ahogaba, no era ningún terreno sólido, pues me vi con medio cuerpo atravesándolo, no obstante sentía como si flotase en el aire. Y lo más inquietante de todo, sentía como si algo o alguien me arrastrase hacia ese fondo. Me jalaba del brazo, y conforme me arrastraba notaba disminuir esa presión. Mi cuerpo se relajaba conforme me dejaba arrastrar, el dolor amainaba, no quise ni resistirme.
Cuando me quise dar cuenta estaba con los ojos cerrados, los abrí y pude vislumbrar que ahora había luz. Me levanté rápidamente. El cielo brillaba y el sol resplandecía con un gran fulgor que cegaba con tan solo alzar la vista. Estaba tumbado sobre un terreno duro, parecía como roca bien alisada. Me levanté y miré hacia adelante, parecía que me hallaba en lo alto de una torre, y debajo de allí tan solo había agua, un mar en calma con alguna pequeña ola que salía desde la base de esa torre. Un paisaje tan bello como aterrador.
-Lo hiciste, Hayate.
De nuevo aquella voz. La reconocía, era la misma que me había hablado cuando sentía haber perdido la esperanza contra aquellas criaturas. No obstante ahora no la había escuchado desde dentro de mi cabeza, sino desde mi espalda. Tenía miedo de girarme, pero por otra parte sentí el irrefrenable impulso de hacerlo. Una figura estaba plantada detrás de mí, alto, no muy corpulento, ojos marrones y cabello corto y rubio oscurecido. Me quedé petrificado sin saber cómo diablos reaccionar.
-Pa... ¿Padre?
-Si Hayate, soy yo.
-Pero... Tú estás...
-Muerto. Si. Pero aquí me tienes.
Me quedé callado, no sabía cómo reaccionar, ni qué responder. No me importaba absolutamente nada, sea real o no, ahí está, y es consciente de su muerte. ¿Acaso estoy soñando? ¿O he muerto yo también?
Los recuerdos pasados vinieron fugazmente a mí. Había luchado a muerte contra aquellas criaturas y había logrado sobrevivir gracias a esa voz que escuché, su voz, la de mi padre, me animó y dio fuerzas haciéndome recordar por qué estaba luchando, por quién. Tal vez en ese entonces ya estaba muerto. Pero no tiene ningún sentido, no había un una pizca de lógica en todo eso, me llevé las manos a la cabeza, tenía un caos mental absurdo.
-Hayate, relájate. No has muerto todavía.
-¿Entonces cómo es que te estoy viendo? -mis ojos comenzaron a llorar, entré en pánico- Les he fallado, a madre y a Jiro, no he conseguido hacer nada con mi vida, tan solo que me maten unas bestias.
-¿Acaso ya lo has olvidado, hijo mío?
-¿De qué me hablas?
-¿Acaso no te prometí que estaría siempre contigo? ¿Fueras a donde fueras? -se hizo el silencio unos instantes- No les has fallado. No todavía.
Y así era. Desde siempre sentí un fuerte aprecio por esa persona que estaba delante, fue un gran padre y siempre estuvo ahí para ayudarme cuando más lo necesitaba. Cada vez que algo me ocurría, él siempre ponía su mano en mi pecho y me repetía esas palabras que se quedaron grabadas a fuego en mi mente, y corazón. Él siempre estuvo para ayudarme, siempre me animaba a seguir adelante y me protegía cuando estaba en peligro.
Se aproximó hacia mí y volvió a poner la mano en mi pecho, sentí el gran calor y alivio que solamente él logró hacer sentir en mí. Nuevamente de mis ojos comenzaron a brotar lágrimas, mientras él se reía con ternura. Seguía siendo su niño pequeño a fin de cuentas, sonreí también, la alegría me embriagó al poder contemplar su rostro una vez más.
-No lo olvides, hijo mío. Siempre estaré contigo.
No pude evitar el impulso que había estado reprimiendo desde el primer momento que vi su rostro. Me lancé a abrazarle, hacía años que no lo hacía, que no veía su rostro, que no escuchaba su voz. Ahora mismo no era más que su hijo, no me sentía como un miembro de la marina, sino como ese pequeño que siempre acababa respaldado con su amable padre. Cerré los ojos, abrazado a él.
-¿Podremos volver a vernos?
-Cada vez que quieras.
Me relajé y me quedé así, aferrando su cuerpo con fuerza. No supe cuánto duró aquél momento, pero llegó el momento que unos gritos me sacaron de mi mundo de ensueño. Unos golpes y gritos me hicieron levantarme de golpe, incorporándome. A la vez sentí un gran pinchazo en el costado que me hizo dar un gran grito de dolor y volver a tumbarme, casi retorciéndome.
-... no eres quién para desperdiciar mi tiempo.
Este Noa, siempre tan oportuno. Me levanté tranquilamente como pude, tenía todo el cuerpo vendado, pocas partes había que pudiera ver mi propia piel. Maldita sea. ¿Cuánto tiempo había dormido? Mi rostro esbozaba una sonrisa, recordaba todo lo ocurrido, aunque tan solo haya sido un sueño, ha sido muy importante para mí volver a verle. Continuará con vida mientras todavía le lleve en mi corazón.
La puerta se abrió de par en par y pude ver a Noa ayudado por varios de mis hombres, no pude evitar sonreir. Tan duro que parecía y estaba siendo guiado como un anciano desvalido. Aunque no era quién para decir nada, seguramente yo estaba igual o peor que él.
-¡Teniente!
Un marine vino hacia mí, parecía alegrarse de que estuviera vivo, y no era el único, todos los que estaban allí presentes parecían estar celebrando una fiesta al vernos a mí y a Noa despiertos al fin. Escuché que habían pasado dos semanas desde que habíamos caído inconscientes, medio mes desde aquella batalla. Por suerte no hubieron nuevos ataques, de haber sido así habríamos sucumbido sin poder evitarlo.
Me levanté, ese hombre me ayudó, no estaba en condiciones de negar su ayuda. Me acerqué a Noa y le estreché la mano, además de decirle que no es que estemos en buen estado para entrenar nada. Primero debíamos recuperarnos de aquello, y debo reconocer que mis hombres hicieron una gran labor, les felicité a todos y montamos una pequeña fiesta aquella noche, donde todo estaba permitido y no había distinción de rangos, yo era uno más que ellos a su lado y eso les hizo ganar más confianza y poder divertirse como se merecían.
En ese tiempo nuestras heridas se habían logrado sanar bien, pero hasta que no pasó una semana más no estuvimos en condiciones de poder volver a movernos y ejecutar nuestros movimientos con soltura. Casi un mes tuvimos que pasar de recuperación, y resultó bastante frustrante, por lo que de vez en cuando, junto a Noa por supuesto, entrábamos a una habitación y comenzábamos a concentrar y maximizar nuestro haki. Ambos habíamos logrado acabar con esas criaturas gracias a que nuestro haki evolucionó en aquella situación, y debíamos saber controlarlo como era debido, por lo que nos concentrábamos en canalizar nuestro máximo potencial del haki, sin movernos siquiera, de modo que no forzábamos las heridas de nuestro cuerpo y aun así lográbamos avanzar con nuestro entrenamiento. Además ese tipo de meditación también nos ayudaría después a dominar nuestro haki de observación.
Al cabo de una semana y media desde que nos despertamos volvimos a reunirnos en el campo de entrenamiento, con varios marine alrededor, querían observar el fruto de nuestro entrenamiento de primera mano.
-Vamos Noa. Veamos cuánto ha evolucionado nuestro haki.
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Al abrir la puerta, un maltrecho Kimura seguía aún con vida. Postrado en la cama, el marine estaba vendado casi por completo. Maldita momia. Pensé mientras uno de sus subordinados le ayudaba a ponerse en pie. Gracias al apoyo de los marines pudimos llegar a estrecharnos la mano. Estábamos en la mierda, seguramente necesitaríamos algún tiempo de descanso antes de volver al entrenamiento, aunque ahora no era momento de preocuparse por mejorar, era momento de celebrar que habíamos sobrevivido a aquella escaramuza, que podíamos contarle esto a nuestros nietos. La momia que tenía por compañero coincidió conmigo y aquella noche los Crimson Wolves organizamos una fiesta en la que el alcohol corría a mares, la comida parecía que la rifaban y donde tuve la oportunidad de estrechar lazos con la tripulación.
Un mes sin poder entrenar, ni hacer movimientos forzosos, ni masturb... Digooo, ni poder pasear sin escolta... Durante ese tiempo, teníamos cada uno a un soldado raso a nuestro servicio para que no tuviéramos que hacer nada brusco. Parecíamos ancianos. Lo que nos consolaba era que durante ese tiempo, nos juntábamos para concentrarnos en el Haki armadura, únicamente nos centrábamos en su control, sin movernos, canalizando ese momento en que evolucionamos en plena batalla. Necesitaba poder alcanzar ese nivel sin tener que pensar en la promesa de Bianca constantemente, así que primero, pensaba en ella para conseguir sacar el máximo potencial del Bushoushoku para luego, vaciar mi mente y tratar de mantenerlo. Al principio era duro, evidentemente no podía sacarla de mis pensamientos tan fácilmente, pero tras todo un mes repitiendo ese mismo proceso, mi cuerpo se acostumbró a ese cambio.
Poco tiempo pasó hasta que nos recuperamos totalmente, con un par de pruebas médicas, pude determinar que nuestros cuerpos se encontraban al cien por cien y que podíamos volver al entrenamiento. Kimura, alegre de saber esa noticia, pensó que era buen momento para ver nuestra evolución, habíamos estado todo un mes practicando nuestra concentración, por mi parte, sabía sobre mi propia evolución, desde el inicio a día de hoy, el nivel que tenía con el Haki había subido de nivel exponencialmente. Tanto así que hasta la tonalidad negra del propio recubrimiento ahora era de un tono azabache mate, en ocasiones, emitía un leve aura también negra aunque translúcida.
Volvimos a nuestro patio de juegos particular, allí, varios de los Marines nos esperaban. Sabían que no tardaríamos mucho en volver a entrenar y no querían perderse nuestros avances. Se nos había ocurrido un combate de demostración, serio como las anteriores veces, pero mas que para seguir entrenando, para ver cual era nuestro nivel actual. Nos colocamos en el centro del corrillo que hacían los espectadores, no me gustaba mucho la idea de que estuviéramos rodeados, igual eso nos entorpecía mientras combatíamos, pero luego supuse que si se veían en peligro darían un paso atrás.
Cara a cara nuevamente con mi compañero de juegos, había llegado la hora de la verdad, el momento de demostrar que el entrenamiento había dado sus frutos y que podíamos pasar a otro tipo de práctica. Hacía tanto tiempo desde nuestro último combate que ya no recordaba lo que imponía el pelirrojo. Era la hora de la verdad. Me coloqué en posición de combate a la vez que canalizaba el Haki por ambos brazos y piernas, ahora era capaz de recubrir más parte del cuerpo con una densidad mucho mayor. Me concentré un instante mas hasta que apareció esa señal inequívoca de que había alcanzado mi máximo nivel. El aura negra apareció justo donde el recubrimiento. Miré mis manos durante un segundo antes de prevenir a Kimura de mi ataque. -Mas te vale haber mejorado o te dejaré peor de lo que estábamos-. Con aquella advertencia, me lancé contra el Marine en busca de un intercambio de golpes como los que habíamos tenido tiempo atrás. Era el momento de darlo todo. No me decepciones.
Un mes sin poder entrenar, ni hacer movimientos forzosos, ni masturb... Digooo, ni poder pasear sin escolta... Durante ese tiempo, teníamos cada uno a un soldado raso a nuestro servicio para que no tuviéramos que hacer nada brusco. Parecíamos ancianos. Lo que nos consolaba era que durante ese tiempo, nos juntábamos para concentrarnos en el Haki armadura, únicamente nos centrábamos en su control, sin movernos, canalizando ese momento en que evolucionamos en plena batalla. Necesitaba poder alcanzar ese nivel sin tener que pensar en la promesa de Bianca constantemente, así que primero, pensaba en ella para conseguir sacar el máximo potencial del Bushoushoku para luego, vaciar mi mente y tratar de mantenerlo. Al principio era duro, evidentemente no podía sacarla de mis pensamientos tan fácilmente, pero tras todo un mes repitiendo ese mismo proceso, mi cuerpo se acostumbró a ese cambio.
Poco tiempo pasó hasta que nos recuperamos totalmente, con un par de pruebas médicas, pude determinar que nuestros cuerpos se encontraban al cien por cien y que podíamos volver al entrenamiento. Kimura, alegre de saber esa noticia, pensó que era buen momento para ver nuestra evolución, habíamos estado todo un mes practicando nuestra concentración, por mi parte, sabía sobre mi propia evolución, desde el inicio a día de hoy, el nivel que tenía con el Haki había subido de nivel exponencialmente. Tanto así que hasta la tonalidad negra del propio recubrimiento ahora era de un tono azabache mate, en ocasiones, emitía un leve aura también negra aunque translúcida.
Volvimos a nuestro patio de juegos particular, allí, varios de los Marines nos esperaban. Sabían que no tardaríamos mucho en volver a entrenar y no querían perderse nuestros avances. Se nos había ocurrido un combate de demostración, serio como las anteriores veces, pero mas que para seguir entrenando, para ver cual era nuestro nivel actual. Nos colocamos en el centro del corrillo que hacían los espectadores, no me gustaba mucho la idea de que estuviéramos rodeados, igual eso nos entorpecía mientras combatíamos, pero luego supuse que si se veían en peligro darían un paso atrás.
Cara a cara nuevamente con mi compañero de juegos, había llegado la hora de la verdad, el momento de demostrar que el entrenamiento había dado sus frutos y que podíamos pasar a otro tipo de práctica. Hacía tanto tiempo desde nuestro último combate que ya no recordaba lo que imponía el pelirrojo. Era la hora de la verdad. Me coloqué en posición de combate a la vez que canalizaba el Haki por ambos brazos y piernas, ahora era capaz de recubrir más parte del cuerpo con una densidad mucho mayor. Me concentré un instante mas hasta que apareció esa señal inequívoca de que había alcanzado mi máximo nivel. El aura negra apareció justo donde el recubrimiento. Miré mis manos durante un segundo antes de prevenir a Kimura de mi ataque. -Mas te vale haber mejorado o te dejaré peor de lo que estábamos-. Con aquella advertencia, me lancé contra el Marine en busca de un intercambio de golpes como los que habíamos tenido tiempo atrás. Era el momento de darlo todo. No me decepciones.
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Estábamos el uno frente al otro, a nuestro alrededor varios marines que parecía que no querían perderse lo que estaba apunto de ocurrir. Les hice un gesto con la mano izquierda para que se mantuvieran al margen, si no se alejaban lo suficiente podrían acabar resultando heridos, y eso si que no lo pensaba permitir. Ahora que tanto Noa como yo habíamos logrado recuperarnos no quería que hubiera más accidentes, y menos todavía ser nosotros los causantes. Nos miramos preparándonos, en cualquier momento eso iba a ser un sinfín de potentes golpes.
Me concentré en mi haki a la vez que me preparaba para su acometida, no sería yo quien comenzase esto. No tardó mucho en advertirme, no sabía cuánto había mejorado, tan solo esperaba que él estuviera a la altura de seguir el ritmo a mi haki. Me puse en posición defensiva, desenfundé la espada maestra y canalicé mi haki en ella, en un instante el color de mi haki comenzó a extenderse a lo largo de esta espada. Algo que no me había percatado me llamó un poco la atención, pero tan solo fue la señal de que mi haki había cambiado. Antes se trataba de un tono negruzco opaco, ahora más bien el color era más bien de una textura satinada con un pequeño resplandor violáceo tan oscuro que apenas se apreciaba, pero en el reflejo de la hoja imbuída por el bushou si podía llegar a apreciarse.
Sonreí y en ese momento Noa se lanzó con todo a por mí, pude ver su propio haki, también había cambiado, no cabía duda de que él también había mejorado bastante. Con sus puños fue directo a por mí, con una mano en la empuñadura de la espada, y la otra en la parte plana, bloqueé el primer golpe, el sonido sonó tan seco y chocante que pensé que la hoja de la espada se iba a quebrar, pero ese arma había resistido cosas peores que esas, y estaba recubierta con mi propio haki, suerte si no se hacía daño él mismo.
Conforme bloqueé vino otro golpe con el puño que le quedaba libre todavía. Aproveché el movimiento de su propia inercia y, con su puño clavado en mi espada, la giré para hacer que se resbajase a la vez que rotaba mi cuerpo, esquivando si ataque doble y lanzándome a darle un codazo en toda la espalda, golpe que no llegué a dar efectivamente, puesto que él también esquivó. Ya sabía cómo me movía en combate, era casi bastante obvio que fuera a esquivarme, aunque tampoco me importaba mucho, esto era simplemente para comprobar el nivel de nuestro haki.
Estuvimos un rato devolviéndonos los golpes, cada uno sonaba con un estruendo entre metálico y seco. Esos golpes realmente eran potentes, y si no bloqueaba bien me ganaría en fuerza. Finalmente me acertó un golpe que me dio un poco de refilón, pero aproveché ese pequeño momento para golpearle en la cara con la parte plana de mi espada, entonces cada uno dimos un salto hacia atrás. Su puñetazo fue fuerte, pero en el último momento logré imbuir esa parte de mi cuerpo también de haki. No solo había aumentado mi potencia con este, sino que además ahora podía extenderlo más por mi cuerpo.
Conforme nos separamos dejé la postura de guardia y me quedé mirando mi puño mientras lo abría y cerraba, apretándolo con fuerza. Lo notaba, realmente me había vuelto más habilidoso en el dominio del haki, esas malditas criaturas habían provocado que hiciésemos explotar ese entrenamiento que habíamos estado haciendo todo este tiempo. No pude evitar sentir una intensa felicidad por todo esto, me quedé mirando a Noa, había sido una idea fabulosa ir a entrenar con este hombre, realmente podría emplearme a fondo y exprimir mis habilidades físicas, solo de este modo pude lograr este avance en mi bushoushoku haki. Era genial.
-Parece que el entrenamiento da resultado Noa. Lo noto.
Me acerqué a los soldados, se habían alejado hasta tal punto que solo un par de ellos se atrevían a quedarse cerca como para contemplar el combate directamente, me aproximé a uno de ellos y le pedí que trajera aquellas chapas de metal de la otra vez. No tardaron en estar ambas dos apoyadas en una gran roca cercana. Me quedé mirando a Noa, aquella idea que tuvo fue buena, era hora de comprobar hasta qué punto habíamos mejorado.
Me acerqué a una de ellas e hice lo mismo de la primera vez, cerré los ojos y me concentré en el haki, acumulándolo todo en mi puño izquierdo, mi brazo dominante. Cuando sentí que estaba al máximo de poder de mi haki abrí los ojos y me planté flexionando las rodillas. Lancé el puñetazo girando mi cintura para darle mayor potencia al golpe y soltando un grito para descargar toda la potencia de mi puño.
El golpe resonó con un potente eco metálico. La primera ocasión no logré hacerle nada al metal, pero ahora la chapa se vio fuertemente aboyada. No hacía falta más pruebas, el haki se había endurecido más, y mi control sobre el mismo había evolucionado hasta tal punto que me sorprendió, podía recubrir bastante más partes de mi cuerpo de este haki sin necesidad de concentrarme demasiado. Un verdadero avance.
-No cabe duda Noa, esto funciona.
Me quedé de brazos cruzados mirando a mi compañero de entrenamiento, era su turno de golpear aquella placa, seguramente él le haría más marcas a la plancha, mi especialidad no es que sea la fuerza, pero la de este hombre si, como minimo acabará el doble de aboyada que la mía, y eso tenía ganas de verlo.
Pero por supuesto, no pensaba dar por finalizado aquello. Todavía quedaban cosas por hacer, y hasta que no terminase de dominar bien este haki no pensaba detenerme.
Me concentré en mi haki a la vez que me preparaba para su acometida, no sería yo quien comenzase esto. No tardó mucho en advertirme, no sabía cuánto había mejorado, tan solo esperaba que él estuviera a la altura de seguir el ritmo a mi haki. Me puse en posición defensiva, desenfundé la espada maestra y canalicé mi haki en ella, en un instante el color de mi haki comenzó a extenderse a lo largo de esta espada. Algo que no me había percatado me llamó un poco la atención, pero tan solo fue la señal de que mi haki había cambiado. Antes se trataba de un tono negruzco opaco, ahora más bien el color era más bien de una textura satinada con un pequeño resplandor violáceo tan oscuro que apenas se apreciaba, pero en el reflejo de la hoja imbuída por el bushou si podía llegar a apreciarse.
Sonreí y en ese momento Noa se lanzó con todo a por mí, pude ver su propio haki, también había cambiado, no cabía duda de que él también había mejorado bastante. Con sus puños fue directo a por mí, con una mano en la empuñadura de la espada, y la otra en la parte plana, bloqueé el primer golpe, el sonido sonó tan seco y chocante que pensé que la hoja de la espada se iba a quebrar, pero ese arma había resistido cosas peores que esas, y estaba recubierta con mi propio haki, suerte si no se hacía daño él mismo.
Conforme bloqueé vino otro golpe con el puño que le quedaba libre todavía. Aproveché el movimiento de su propia inercia y, con su puño clavado en mi espada, la giré para hacer que se resbajase a la vez que rotaba mi cuerpo, esquivando si ataque doble y lanzándome a darle un codazo en toda la espalda, golpe que no llegué a dar efectivamente, puesto que él también esquivó. Ya sabía cómo me movía en combate, era casi bastante obvio que fuera a esquivarme, aunque tampoco me importaba mucho, esto era simplemente para comprobar el nivel de nuestro haki.
Estuvimos un rato devolviéndonos los golpes, cada uno sonaba con un estruendo entre metálico y seco. Esos golpes realmente eran potentes, y si no bloqueaba bien me ganaría en fuerza. Finalmente me acertó un golpe que me dio un poco de refilón, pero aproveché ese pequeño momento para golpearle en la cara con la parte plana de mi espada, entonces cada uno dimos un salto hacia atrás. Su puñetazo fue fuerte, pero en el último momento logré imbuir esa parte de mi cuerpo también de haki. No solo había aumentado mi potencia con este, sino que además ahora podía extenderlo más por mi cuerpo.
Conforme nos separamos dejé la postura de guardia y me quedé mirando mi puño mientras lo abría y cerraba, apretándolo con fuerza. Lo notaba, realmente me había vuelto más habilidoso en el dominio del haki, esas malditas criaturas habían provocado que hiciésemos explotar ese entrenamiento que habíamos estado haciendo todo este tiempo. No pude evitar sentir una intensa felicidad por todo esto, me quedé mirando a Noa, había sido una idea fabulosa ir a entrenar con este hombre, realmente podría emplearme a fondo y exprimir mis habilidades físicas, solo de este modo pude lograr este avance en mi bushoushoku haki. Era genial.
-Parece que el entrenamiento da resultado Noa. Lo noto.
Me acerqué a los soldados, se habían alejado hasta tal punto que solo un par de ellos se atrevían a quedarse cerca como para contemplar el combate directamente, me aproximé a uno de ellos y le pedí que trajera aquellas chapas de metal de la otra vez. No tardaron en estar ambas dos apoyadas en una gran roca cercana. Me quedé mirando a Noa, aquella idea que tuvo fue buena, era hora de comprobar hasta qué punto habíamos mejorado.
Me acerqué a una de ellas e hice lo mismo de la primera vez, cerré los ojos y me concentré en el haki, acumulándolo todo en mi puño izquierdo, mi brazo dominante. Cuando sentí que estaba al máximo de poder de mi haki abrí los ojos y me planté flexionando las rodillas. Lancé el puñetazo girando mi cintura para darle mayor potencia al golpe y soltando un grito para descargar toda la potencia de mi puño.
El golpe resonó con un potente eco metálico. La primera ocasión no logré hacerle nada al metal, pero ahora la chapa se vio fuertemente aboyada. No hacía falta más pruebas, el haki se había endurecido más, y mi control sobre el mismo había evolucionado hasta tal punto que me sorprendió, podía recubrir bastante más partes de mi cuerpo de este haki sin necesidad de concentrarme demasiado. Un verdadero avance.
-No cabe duda Noa, esto funciona.
Me quedé de brazos cruzados mirando a mi compañero de entrenamiento, era su turno de golpear aquella placa, seguramente él le haría más marcas a la plancha, mi especialidad no es que sea la fuerza, pero la de este hombre si, como minimo acabará el doble de aboyada que la mía, y eso tenía ganas de verlo.
Pero por supuesto, no pensaba dar por finalizado aquello. Todavía quedaban cosas por hacer, y hasta que no terminase de dominar bien este haki no pensaba detenerme.
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Kimura quería probar cosas nuevas durante este entrenamiento, para mi sorpresa, desenvainó su espada tratando de aplicarle Haki. A ninguno de los dos nos sorprendió el hecho de que consiguiera a la primera imbuirle su aura tiznándose esta de negro. Intercambiamos golpes durante un largo tiempo, así como en los anteriores enfrentamientos, no había uno que se pusiera por delante del otro aun que combatir con una espada le daba una ligera ventaja, ya que de vez en cuando le daba por bloquear mis ataques con su parte plana, de hacerlo con el filo acabaría dañado por mi propia fuerza. Supongo que el marine pensaba que era mas estúpido de lo que creía, pero nada más lejos de la realidad. Cuando el trataba de parar mi ataque con su arma, disminuía la potencia de mis puños en el último segundo y me centraba todavía más en mi armadura.
Tras un rato de duros golpes que resonaban por todas partes, el pelirrojo trató de hacer eso que temía, tratar de bloquear mi puño con el filo de la espada, justo antes de chocar, paré en seco el puño a escasos centímetros del arma. De pronto una onda expansiva a nuestro alrededor hizo levantarse una racha de viento mezclada con el polvo del suelo, los marines a nuestro alrededor cayeron de culo mientras rápidamente seguíamos con el entrenamiento. Los dos lo estábamos dando todo en cada puñetazo y cada estocada, decir que íbamos al cien por cien era quedarse corto.
Sentía como mi dominio sobre el Haki había aumentado exponencialmente, era capaz de endurecerlo mucho más y como señal de ello ahí estaba el aura negra que aparecía en la zona imbuida, a su vez, era capaz de cubrir mucho más terreno en mi piel, ni mucho menos era cuerpo entero, pero podía endurecer suficiente extensión como para no necesitar ir moviendo las partes en las que me centraba. Aquello me llenaba de orgullo, satisfacción y sed de sangre. ¿Que esperabais? Por algo soy un asesino del Gobierno, solo me centro en acabar con revolucionarios, pero las ganas de ver correr la sangre no hacían mas que aumentara a cada nuevo límite que alcanzaba.
No tardamos mucho en parar de golpearnos, no por el cansancio, nada de eso, simplemente llegamos a la conclusión de que era el momento de ver la mejora real. Mientras Kimi colocaba aquellos escudos de acero que hacía un mes intentamos doblar, yo no podía dejar de mirarme a las manos, no terminaba de entender porqué de mi Haki emanaba ese aura negra. No me disgustaba, al contrario, me encantaba que destacase, pero quería saber el motivo de ello. En primera instancia lo achaqué a los sentimientos que habían hecho despertar este nuevo nivel de Haki.
Con ayuda de sus subordinados, los escudos estaban listos para la prueba final. Kimura no tardó en colocarse en posición y descargar toda esa experiencia que habíamos adquirido a lo largo del entrenamiento en un solo puñetazo con Haki. El resultado fue una abolladura tremenda en el acero del arma. Que hubiera dejado así la chapa me sorprendió muchísimo. No pensaba que fuese débil, pero eso no era solo a causa de haber mejorado su Busoshoku, también se había vuelto mas fuerte. Ahora que lo pensaba era normal, todas las veces que nos enfrentábamos lo hacíamos dándolo todo, no me sorprendía que sus puños fuesen mas poderosos aún sin el recubrimiento.
Era mi turno, el momento de demostrar que todo lo sufrido en estas semanas había dado sus frutos. Me coloqué frente al objetivo con los pies horizontales el uno al otro, durante unos segundos cerré los ojos dejando mi mente en blanco. Tras unas respiraciones más profundas y sin abrir aún los ojos, adelanté la pierna izquierda a la par que cerraba el puño derecho llevándolo hacía atrás preparando el golpe. Abrí los ojos de golpe activando el Haki en todo el brazo derecho. Seguidamente, lancé el puño contra el escudo. Una humareda de arena se levantó al chocar mis nudillos contra el acero. No podía ver nada.
Volví a la posición inicial mientras el polvo se posaba otra vez en el suelo. Ya con la humareda disipada y ansioso por ver el resultado de mi entrenamiento, para mi sorpresa el escudo había desaparecido. ¿Lo había desintegrado? De pronto me notaba algo más pesado de lo normal, igual era el cansancio de haber intercambiado golpes y ahora la prueba final, pero ¿Tan cansado? Eso si que no era normal. Lo primero era ver donde estaba el arma, había sentido mi puño golpearlo, así que cabía la posibilidad de que lo hubiera mandado volando. Miré a uno de los Marines que estaban observando. -¿Has visto el escudo?-. Le pregunté, igual él había visto por donde había salido volando.
Tembloroso, el subordinado de los lobos señaló mi mano. No sabía que trataba de decirme, no me dolía la mano ni nada tras el golpe, aunque si que sentía que no podía abrir el puño. Miré mi mano y... ¿Hola? ¿Que hace el escudo aquí? Mi puño había penetrado el acero hasta casi medio antebrazo. Con razón me sentía mas pesado, como que llevaba un escudo colgando de la mano. Levanté el brazo mientras miraba el destrozo que le había hecho. Me sorprendía hasta a mi, no sabía como era capaz de dejar así el escudo. Quedé totalmente anonadado ante los hechos. De pronto los marines rasos vinieron hasta mi felicitándome por el logro.
Luego de tantas felicitaciones, Kimura se acercó para ayudarme a sacar el brazo. Nos quedamos mirando el escudo con cara de drogadictos, no entendíamos lo que acababa de pasar. Tras un rato dándole vueltas, optamos por tirar el acero. ¿Que podíamos hacer ahora? Este tiempo en la isla había sido fructífero, sin duda habíamos sabido aprovecharlo muy bien. Pero, ¿Y ahora qué? Podíamos seguir entrenando pero no se yo si podíamos romper esta nueva barrera, no habíamos llegado a poner a prueba del todo este límite y quizás arriesgásemos nuestras vidas si lo intentábamos. ¿Que hacemos ahora Kimura? Sin duda somos más poderosos, pero podríamos arriesgas nuestras vidas si seguimos forzando tanto el Haki.
Tras un rato de duros golpes que resonaban por todas partes, el pelirrojo trató de hacer eso que temía, tratar de bloquear mi puño con el filo de la espada, justo antes de chocar, paré en seco el puño a escasos centímetros del arma. De pronto una onda expansiva a nuestro alrededor hizo levantarse una racha de viento mezclada con el polvo del suelo, los marines a nuestro alrededor cayeron de culo mientras rápidamente seguíamos con el entrenamiento. Los dos lo estábamos dando todo en cada puñetazo y cada estocada, decir que íbamos al cien por cien era quedarse corto.
Sentía como mi dominio sobre el Haki había aumentado exponencialmente, era capaz de endurecerlo mucho más y como señal de ello ahí estaba el aura negra que aparecía en la zona imbuida, a su vez, era capaz de cubrir mucho más terreno en mi piel, ni mucho menos era cuerpo entero, pero podía endurecer suficiente extensión como para no necesitar ir moviendo las partes en las que me centraba. Aquello me llenaba de orgullo, satisfacción y sed de sangre. ¿Que esperabais? Por algo soy un asesino del Gobierno, solo me centro en acabar con revolucionarios, pero las ganas de ver correr la sangre no hacían mas que aumentara a cada nuevo límite que alcanzaba.
No tardamos mucho en parar de golpearnos, no por el cansancio, nada de eso, simplemente llegamos a la conclusión de que era el momento de ver la mejora real. Mientras Kimi colocaba aquellos escudos de acero que hacía un mes intentamos doblar, yo no podía dejar de mirarme a las manos, no terminaba de entender porqué de mi Haki emanaba ese aura negra. No me disgustaba, al contrario, me encantaba que destacase, pero quería saber el motivo de ello. En primera instancia lo achaqué a los sentimientos que habían hecho despertar este nuevo nivel de Haki.
Con ayuda de sus subordinados, los escudos estaban listos para la prueba final. Kimura no tardó en colocarse en posición y descargar toda esa experiencia que habíamos adquirido a lo largo del entrenamiento en un solo puñetazo con Haki. El resultado fue una abolladura tremenda en el acero del arma. Que hubiera dejado así la chapa me sorprendió muchísimo. No pensaba que fuese débil, pero eso no era solo a causa de haber mejorado su Busoshoku, también se había vuelto mas fuerte. Ahora que lo pensaba era normal, todas las veces que nos enfrentábamos lo hacíamos dándolo todo, no me sorprendía que sus puños fuesen mas poderosos aún sin el recubrimiento.
Era mi turno, el momento de demostrar que todo lo sufrido en estas semanas había dado sus frutos. Me coloqué frente al objetivo con los pies horizontales el uno al otro, durante unos segundos cerré los ojos dejando mi mente en blanco. Tras unas respiraciones más profundas y sin abrir aún los ojos, adelanté la pierna izquierda a la par que cerraba el puño derecho llevándolo hacía atrás preparando el golpe. Abrí los ojos de golpe activando el Haki en todo el brazo derecho. Seguidamente, lancé el puño contra el escudo. Una humareda de arena se levantó al chocar mis nudillos contra el acero. No podía ver nada.
Volví a la posición inicial mientras el polvo se posaba otra vez en el suelo. Ya con la humareda disipada y ansioso por ver el resultado de mi entrenamiento, para mi sorpresa el escudo había desaparecido. ¿Lo había desintegrado? De pronto me notaba algo más pesado de lo normal, igual era el cansancio de haber intercambiado golpes y ahora la prueba final, pero ¿Tan cansado? Eso si que no era normal. Lo primero era ver donde estaba el arma, había sentido mi puño golpearlo, así que cabía la posibilidad de que lo hubiera mandado volando. Miré a uno de los Marines que estaban observando. -¿Has visto el escudo?-. Le pregunté, igual él había visto por donde había salido volando.
Tembloroso, el subordinado de los lobos señaló mi mano. No sabía que trataba de decirme, no me dolía la mano ni nada tras el golpe, aunque si que sentía que no podía abrir el puño. Miré mi mano y... ¿Hola? ¿Que hace el escudo aquí? Mi puño había penetrado el acero hasta casi medio antebrazo. Con razón me sentía mas pesado, como que llevaba un escudo colgando de la mano. Levanté el brazo mientras miraba el destrozo que le había hecho. Me sorprendía hasta a mi, no sabía como era capaz de dejar así el escudo. Quedé totalmente anonadado ante los hechos. De pronto los marines rasos vinieron hasta mi felicitándome por el logro.
Luego de tantas felicitaciones, Kimura se acercó para ayudarme a sacar el brazo. Nos quedamos mirando el escudo con cara de drogadictos, no entendíamos lo que acababa de pasar. Tras un rato dándole vueltas, optamos por tirar el acero. ¿Que podíamos hacer ahora? Este tiempo en la isla había sido fructífero, sin duda habíamos sabido aprovecharlo muy bien. Pero, ¿Y ahora qué? Podíamos seguir entrenando pero no se yo si podíamos romper esta nueva barrera, no habíamos llegado a poner a prueba del todo este límite y quizás arriesgásemos nuestras vidas si lo intentábamos. ¿Que hacemos ahora Kimura? Sin duda somos más poderosos, pero podríamos arriesgas nuestras vidas si seguimos forzando tanto el Haki.
Nocturne93
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Akuma no mi
Varios
Noa se plantó delante de aquella plancha, yo me quedé con los brazos cruzados y observando atentamente a mi compañero. El primer golpe logró causarle una pequeña mella a esa plancha metálica, ahora que nuestro haki había logrado evolucionar, debía de lograr hacer bastante más, y puesto que él encadena golpes más poderosos, debería ser capaz de lograr un efecto mayor que el que lo conseguí hacer. Observé sus movimientos, se preparó respirando hondo y concentrándose al máximo en su haki. Pude verlo, y sobre todo pude notarlo, era un haki más evolucionado que aquél que con el cual comenzamos este entrenamiento hace ya unas semanas.
Lanzó un durísimo puñetazo que impactó contra ese metal. El efecto que logró me dejó impresionado, el cruce de mis brazos se deshizo y no pude evitar mostrar un rostro de asombro. Noa había abierto los ojos y estaba buscando la plancha de acero que había golpeado. Realmente ya no estaba donde había sido puesta, pero el resultado, y la reacción de este al verla, hizo que comenzase a reírme un poco por lo bajo, y no solo por lo chistoso de la situación, sino por el hecho de que había sido un golpe tan poderoso, con un haki tan fuerte, que el puño atravesó el acero. ¿Acaso eso era posible? Sentía que si me daba uno de esos puñetazos realmente me partiría en dos, y sin necesidad de utilizar esa técnica tan jodidamente fuerte.
Preguntó donde estaba el escudo, no pude evitar soltar una risotada irónica. Uno de mis hombres se quedó señalando su brazo, más bien señalaba la plancha, le indicaba a Noa dónde estaba. La cara del agente, al ver el acero incrustado en su antebrazo, fue tal que no pude evitar comenzar a reírme a carcajadas, me llevé las manos al estómago y me encogí del esfuerzo de las risas, y eso que me estaba conteniendo, dos marines se quedaron conmigo como preocupados, el resto se quedaron aplaudiendo y felicitando al agente del gobierno. Era tan surrealista que no pude evitar reaccionar de esa forma. Es decir, primero no éramos capaces de hacerle una pequeña abolladura al metal, ahora él no solo lo logra, sino que la atraviesa por completo y se le queda clavada en el brazo. Eso no era ni normal.
Conteniendo las risas, y con los ojos llorosos por el ataque, me acerqué a mi compañero de entrenamiento para echarle una mano con eso, lo tendría difícil él solo. Desde luego nuestras caras eran de incredulidad total, aunque la mía parecía estar más con un gesto que daba a entender cierta locura emocional. Nunca dejaba de asombrarme, y creo que este tipo de cosas ya no me impactaban como antes, por lo que en esta ocasión la reacción fue realmente distinta de la habitual. Tal vez todavía me sentía agotado por lo ocurrido cuando logramos evolucionar nuestro haki. Seguía sintiendo curiosidad por aquellas criaturas, y ahora que sabían nuestra posición tenía algo de temor a un contraataque.
Finalmente, y a base de estirar del acero, logramos desencajarlo del antebrazo de Noa. Después de quejidos por parte suyo por sacarlo a la fuerza, lo cual si hubiera quitado su haki le habría desgarrado el brazo entero, nos quedamos mirando ese pedazo de metal ya inservible. Tan solo esperaba que no fuera importante para nada de la embarcación, pues de ser así ya no iba a tener demasiada utilidad. Después nos quedamos mirándonos el uno al otro, habíamos avanzado bastante, había resultado un entrenamiento realmente fructífero, pero ya poco podíamos hacer más. No podíamos continuar exprimiendo nuestro haki de ese modo, podría ser peligroso y mi compañero parecía pensar lo mismo, se preguntaba qué hacer. Yo tan solo puse mi mano en su hombro y le respondí lo que creía.
-¿Qué hacemos? Hemos logrado avanzar, pero todavía debemos acostumbrar nuestro cuerpo al uso de este haki. No estamos acostumbrados, debemos conocer nuestros propios límites, de modo que lo suyo sería continuar con un entrenamiento más ligero, solamente para comprobar nuestro límite en su uso. Y ni siquiera necesitamos luchar entre nosotros.
No era bueno forzar nuestros cuerpos, pero si no conocemos ni siquiera nuestros propios límites podemos llegar a estar en problemas. Decidido a ello fui a coger la plancha y continuar dándole de golpes, no obstante me di cuenta de que la noche comenzaba a caer y que sería buena idea dejar el entrenamiento por hoy. Comenzamos a recogerlo todo, Noa se puso a preparar algo para la cena, le ayudé a ello, más que nada por que quería tener alguna distracción, llevaba los últimos días pensando sin parar en lo que había ocurrido. No tenía la menor idea de qué ocurrió ni de porqué vi a mi padre, era una sensación extraña que me hizo cambiar en cierto modo.
Comencé a hacer las pequeñas cosas que me decía el agente, además de todo eso quería comentar algunas cosas con él. Prácticamente habíamos terminado nuestro entrenamiento, le daba cuatro o cinco días más para lograr finalizarlo, y estaba haciendo algo que me dijo desde el primer día, recordaba esas palabras y me dijo que simplemente confiara en él, y eso hice, pero ahora sentía curiosidad. Además de ello necesitaba saber exactamente qué le ocurrió para lograr evolucionar su propio haki. Y le contaría mi propia historia. Mientras pelaba una cebolla comencé a hablarle.
-Fue extraño Noa -mi voz sonaba un poco melancólica por el recuerdo-. Vi algo que no me habría imaginado poder volver a ver. Tenía a una de esas criaturas estrangulándome, estuve a punto de morir en un instante Noa, pero me pasó algo extraño, vi a alguien que se que está muerto. Lo vi, hablé con él -la cebolla hizo que me saltasen lágrimas, y como buen idiota me restregué los ojos con las manos, lo cual hizo que el escozor me hiciera quejarme. Parecía que estaba llorando a lágrima viva-. Joder... Me ayudó, me salvó la vida y me enseñó a liberar todo el potencial que había acumulado con el entrenamiento contigo -me senté con un trapo para quitarme ese escozor de los ojos-. Logré acabar con todos ellos y te encontré inconsciente, bastante alejado de la batalla. Estaba bastante herido, pero conseguí acercarnos al barco antes de perder la conciencia. Pero tengo curiosidad por saber qué te pasó para que acabases así, y sobre todo qué te ocurrió, tu haki era igual que el mío, y después ya habías mejorado también una barbaridad. ¿Cómo lo hiciste? -Después de esa pregunta comencé a reirme- ¿Y para qué diablos querías que estuviera comiendo carne cada dos horas? Llevo desde el primer día con la pregunta en la cabeza.
Escuché todo lo que tenía que decirme, pero mientras ya habíamos terminado de preparar aquél último manjar del día. Realmente este tipo sabía hacer bien las cosas, me quedé impresionado el primer día, y aún a día de hoy me seguía asombrando el gusto que sacaba con los escasos ingredientes de los cuales disponíamos. La cena fueron todo risas y rememorar el gran puñetazo rompe-planchas de Noa, fue una noche tranquila, pero nuevamente me vería tenso, desde el último problema que tuvimos tenía cierto pánico cuando llegaba la noche. Tras todo me vi asomado por estribor, observando a la isla. La noche era silenciosa, como si no hubiese una sola alma allí. Me sentía algo extraño y nostálgico, el recuerdo de la imagen de mi padre todavía estaba muy presente en mi mente, y en mi corazón.
Noté un pequeño ardor en mi pecho, sentía que todavía estaba conmigo, le sentía presente en mi interior y solamente con ese pensamiento no podía evitar esbozar una sonrisa. Siempre le había tenido cerca de mí, y jamás me imagine que pudiera haber seguido conmigo aún tras su muerte. Lo que no entendía era cómo nunca le había sentido, ni oído. ¿Acaso sería mi imaginación diciéndome solamente lo que quería saber? Aunque así fuera, es como si realmente estuviera conmigo, pues mientras su recuerdo perdurase en mi corazón, él seguiría conmigo, seguiría vivo en mi memoria. Escuché unos pasos por atrás, parecía que todavía había alguien despierto, pero no quería girarme. El recuerdo de aquello había provocado el mismo efecto que la cebolla de la cena, tenía los ojos llorosos, pero por felicidad. Todavía tenía mucho que hacer en este mundo, y no pensaba marcharme hasta lograr una vida mejor para el aquellos que valoraba, para mis queridos hermano pequeño y madre.
Con el rostro más sereno me giré y me quedé apoyado de espaldas a la barandilla del barco, me quedé mirando a quien estaba allí delante. No esperaba a otra persona a decir verdad. Le dediqué una pequeña sonrisa, dando a entender que sabía quién era, y comencé a hablarle con un tono realmente relajado, aunque en el fondo estaba nervioso.
-¿No puedes dormir? Yo desde aquél día me cuesta conciliar el sueño, pensando que podemos ser atacados de nuevo no logro relajarme en la cama. Este lugar se ha convertido en uno muy peligroso, en asegurarlo todo deberemos zarpar, calculo que en unos tres o cuatro días podremos tenerlo todo dispuesto, además, todavía necesitamos entrenar un poco más. Tan solo no nos tenemos que volver a confiar como la primera vez.
Lanzó un durísimo puñetazo que impactó contra ese metal. El efecto que logró me dejó impresionado, el cruce de mis brazos se deshizo y no pude evitar mostrar un rostro de asombro. Noa había abierto los ojos y estaba buscando la plancha de acero que había golpeado. Realmente ya no estaba donde había sido puesta, pero el resultado, y la reacción de este al verla, hizo que comenzase a reírme un poco por lo bajo, y no solo por lo chistoso de la situación, sino por el hecho de que había sido un golpe tan poderoso, con un haki tan fuerte, que el puño atravesó el acero. ¿Acaso eso era posible? Sentía que si me daba uno de esos puñetazos realmente me partiría en dos, y sin necesidad de utilizar esa técnica tan jodidamente fuerte.
Preguntó donde estaba el escudo, no pude evitar soltar una risotada irónica. Uno de mis hombres se quedó señalando su brazo, más bien señalaba la plancha, le indicaba a Noa dónde estaba. La cara del agente, al ver el acero incrustado en su antebrazo, fue tal que no pude evitar comenzar a reírme a carcajadas, me llevé las manos al estómago y me encogí del esfuerzo de las risas, y eso que me estaba conteniendo, dos marines se quedaron conmigo como preocupados, el resto se quedaron aplaudiendo y felicitando al agente del gobierno. Era tan surrealista que no pude evitar reaccionar de esa forma. Es decir, primero no éramos capaces de hacerle una pequeña abolladura al metal, ahora él no solo lo logra, sino que la atraviesa por completo y se le queda clavada en el brazo. Eso no era ni normal.
Conteniendo las risas, y con los ojos llorosos por el ataque, me acerqué a mi compañero de entrenamiento para echarle una mano con eso, lo tendría difícil él solo. Desde luego nuestras caras eran de incredulidad total, aunque la mía parecía estar más con un gesto que daba a entender cierta locura emocional. Nunca dejaba de asombrarme, y creo que este tipo de cosas ya no me impactaban como antes, por lo que en esta ocasión la reacción fue realmente distinta de la habitual. Tal vez todavía me sentía agotado por lo ocurrido cuando logramos evolucionar nuestro haki. Seguía sintiendo curiosidad por aquellas criaturas, y ahora que sabían nuestra posición tenía algo de temor a un contraataque.
Finalmente, y a base de estirar del acero, logramos desencajarlo del antebrazo de Noa. Después de quejidos por parte suyo por sacarlo a la fuerza, lo cual si hubiera quitado su haki le habría desgarrado el brazo entero, nos quedamos mirando ese pedazo de metal ya inservible. Tan solo esperaba que no fuera importante para nada de la embarcación, pues de ser así ya no iba a tener demasiada utilidad. Después nos quedamos mirándonos el uno al otro, habíamos avanzado bastante, había resultado un entrenamiento realmente fructífero, pero ya poco podíamos hacer más. No podíamos continuar exprimiendo nuestro haki de ese modo, podría ser peligroso y mi compañero parecía pensar lo mismo, se preguntaba qué hacer. Yo tan solo puse mi mano en su hombro y le respondí lo que creía.
-¿Qué hacemos? Hemos logrado avanzar, pero todavía debemos acostumbrar nuestro cuerpo al uso de este haki. No estamos acostumbrados, debemos conocer nuestros propios límites, de modo que lo suyo sería continuar con un entrenamiento más ligero, solamente para comprobar nuestro límite en su uso. Y ni siquiera necesitamos luchar entre nosotros.
No era bueno forzar nuestros cuerpos, pero si no conocemos ni siquiera nuestros propios límites podemos llegar a estar en problemas. Decidido a ello fui a coger la plancha y continuar dándole de golpes, no obstante me di cuenta de que la noche comenzaba a caer y que sería buena idea dejar el entrenamiento por hoy. Comenzamos a recogerlo todo, Noa se puso a preparar algo para la cena, le ayudé a ello, más que nada por que quería tener alguna distracción, llevaba los últimos días pensando sin parar en lo que había ocurrido. No tenía la menor idea de qué ocurrió ni de porqué vi a mi padre, era una sensación extraña que me hizo cambiar en cierto modo.
Comencé a hacer las pequeñas cosas que me decía el agente, además de todo eso quería comentar algunas cosas con él. Prácticamente habíamos terminado nuestro entrenamiento, le daba cuatro o cinco días más para lograr finalizarlo, y estaba haciendo algo que me dijo desde el primer día, recordaba esas palabras y me dijo que simplemente confiara en él, y eso hice, pero ahora sentía curiosidad. Además de ello necesitaba saber exactamente qué le ocurrió para lograr evolucionar su propio haki. Y le contaría mi propia historia. Mientras pelaba una cebolla comencé a hablarle.
-Fue extraño Noa -mi voz sonaba un poco melancólica por el recuerdo-. Vi algo que no me habría imaginado poder volver a ver. Tenía a una de esas criaturas estrangulándome, estuve a punto de morir en un instante Noa, pero me pasó algo extraño, vi a alguien que se que está muerto. Lo vi, hablé con él -la cebolla hizo que me saltasen lágrimas, y como buen idiota me restregué los ojos con las manos, lo cual hizo que el escozor me hiciera quejarme. Parecía que estaba llorando a lágrima viva-. Joder... Me ayudó, me salvó la vida y me enseñó a liberar todo el potencial que había acumulado con el entrenamiento contigo -me senté con un trapo para quitarme ese escozor de los ojos-. Logré acabar con todos ellos y te encontré inconsciente, bastante alejado de la batalla. Estaba bastante herido, pero conseguí acercarnos al barco antes de perder la conciencia. Pero tengo curiosidad por saber qué te pasó para que acabases así, y sobre todo qué te ocurrió, tu haki era igual que el mío, y después ya habías mejorado también una barbaridad. ¿Cómo lo hiciste? -Después de esa pregunta comencé a reirme- ¿Y para qué diablos querías que estuviera comiendo carne cada dos horas? Llevo desde el primer día con la pregunta en la cabeza.
Escuché todo lo que tenía que decirme, pero mientras ya habíamos terminado de preparar aquél último manjar del día. Realmente este tipo sabía hacer bien las cosas, me quedé impresionado el primer día, y aún a día de hoy me seguía asombrando el gusto que sacaba con los escasos ingredientes de los cuales disponíamos. La cena fueron todo risas y rememorar el gran puñetazo rompe-planchas de Noa, fue una noche tranquila, pero nuevamente me vería tenso, desde el último problema que tuvimos tenía cierto pánico cuando llegaba la noche. Tras todo me vi asomado por estribor, observando a la isla. La noche era silenciosa, como si no hubiese una sola alma allí. Me sentía algo extraño y nostálgico, el recuerdo de la imagen de mi padre todavía estaba muy presente en mi mente, y en mi corazón.
Noté un pequeño ardor en mi pecho, sentía que todavía estaba conmigo, le sentía presente en mi interior y solamente con ese pensamiento no podía evitar esbozar una sonrisa. Siempre le había tenido cerca de mí, y jamás me imagine que pudiera haber seguido conmigo aún tras su muerte. Lo que no entendía era cómo nunca le había sentido, ni oído. ¿Acaso sería mi imaginación diciéndome solamente lo que quería saber? Aunque así fuera, es como si realmente estuviera conmigo, pues mientras su recuerdo perdurase en mi corazón, él seguiría conmigo, seguiría vivo en mi memoria. Escuché unos pasos por atrás, parecía que todavía había alguien despierto, pero no quería girarme. El recuerdo de aquello había provocado el mismo efecto que la cebolla de la cena, tenía los ojos llorosos, pero por felicidad. Todavía tenía mucho que hacer en este mundo, y no pensaba marcharme hasta lograr una vida mejor para el aquellos que valoraba, para mis queridos hermano pequeño y madre.
Con el rostro más sereno me giré y me quedé apoyado de espaldas a la barandilla del barco, me quedé mirando a quien estaba allí delante. No esperaba a otra persona a decir verdad. Le dediqué una pequeña sonrisa, dando a entender que sabía quién era, y comencé a hablarle con un tono realmente relajado, aunque en el fondo estaba nervioso.
-¿No puedes dormir? Yo desde aquél día me cuesta conciliar el sueño, pensando que podemos ser atacados de nuevo no logro relajarme en la cama. Este lugar se ha convertido en uno muy peligroso, en asegurarlo todo deberemos zarpar, calculo que en unos tres o cuatro días podremos tenerlo todo dispuesto, además, todavía necesitamos entrenar un poco más. Tan solo no nos tenemos que volver a confiar como la primera vez.
Kasan
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Precisión
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Akuma no mi
Varios
El capitán de los Crimson Wolves, sin saber muy bien que decirme ante la pregunta, se sinceró con lo que consideraba que deberíamos hacer para dar por finalizado este entrenamiento. Desde si punto de vista, deberíamos tratar de encontrar el límite en que nos encontrábamos por separado, combatir entre nosotros no tendría mucho sentido, siempre nos conteníamos un mínimo por si acaso al otro le fallaban las fuerzas no dejarlo malherido. Aunque no lo reconociese, sabía que era así, ya había combatido contra Hayate en el pasado y conocía de sobra su auténtico potencial en batalla, de seguro que él se había dado cuenta de que los dos lo hacíamos, por eso la sugerencia de separarnos una temporada.
Luego de la pequeña charla sobre los nuevos objetivos, pasamos el día haciendo los preparativos para dejar la isla en poco tiempo, era probable que no pasásemos allí dos días más y querían dejar todo listo para que solo fuese zarpar dejando atrás este lugar repleto de monstruosas criaturas. Empezaba el atardecer, el pelirrojo se había ofrecido a ayudarme hacer la cena de aquel día, me sorprendió mucho la verdad, en todo este tiempo no lo había hecho ni una sola vez. Me quedé mirándolo unos segundos, luego de pasar por tanto juntos, sabía mas o menos intuir cuando necesitaba hablar, en su rostro se reflejaba la melancolía, como si quisiera contarme algo que ya parecía olvidado... Al verle, esos mismos sentimientos llegaron a mi haciendo que mi hermana pequeña volviera a invadir todos mis pensamientos.
Comenzamos a cocinar mientras el resto de la tripulación seguía con las tareas que se les habían asignado, no quería que el manazas del pelirrojo estropease la cena así que lo puse a pelar patatas, cortar pimientos, lavar frutas... Vamos, cosas básicas que hasta el más torpe podría hacer sin echar por tierra los platos. Durante el tiempo en el que estuvimos entre los fogones, el marine comenzó relatarme lo que le había sucedido en el combate contra los habitantes de la isla. Su historia era muy similar a lo que me había ocurrido a mi, escucharle hizo que se me saltaran las lágrimas, no por lo tierno de sus palabras si no por el recuerdo de Bianca que cada vez que parecía irse volvía con más y más fuerza. A mi nuevo ayudante de cocina también le resbalaba alguna que otra lágrima por la mejilla. Con que son las cebollas ¿Eh?. Pensé entre que sonreía al oír su escusa.
-El tiempo se paró Kim, no se que pasó exactamente, pero esa bestia que estaba apunto de acabar con mi vida se quedó parada durante unos segundos. Todo desapareció a mi alrededor, todo estaba de color blanco. Creía que era el "más allá" una vez morías. En ese breve tiempo, mi hermana apareció para abrazarme. -Mi historia se quedó ahí, no me salían palabras para seguir contando lo sucedido. Tras unos segundos de silencio, el lobo alfa lanzó una pregunta para tratar de cortar la tensión del ambiente. Quería saber porqué le hice comer como un muerto de hambre durante todo este tiempo. -¿No tienes espejo en tu camarote? Desnúdate frente a el y me cuentas. Un entrenamiento sin la correcta alimentación no dará buenos frutos, el terreno tiene que ser fértil para que la semilla pueda crecer. -Le dije mientras le daba golpecitos en el estómago tratando de hacerle entender, que con esa dieta que le había impuesto, seguramente se habría vuelto más atlético.
Poco después de darle explicaciones fue cuando terminamos de hacer la cena. Todo transcurrió sin problemas, durante toda la comida rememorábamos todo lo que habíamos vivido estos meses aquí, fue muy divertido ver lo bien que se lo pasaban todos, el pela-patatas, aunque tenía cara mustia, desde la pelea con esos seres siempre le pasaba al caer la noche. La cena terminó y con ello los marines se fueron a dormir. El pelirrojo se quedó en cubierta con sus pensamientos, yo mientras tanto, subí al carajo, en el palo mayor, para tumbarme y ver las estrellas. El cielo estaba totalmente despejado esa noche, se podía ver casi todas las constelaciones de esa época del año. Necesitaba algo así, un tiempo para mi con la finalidad de ordenar mis pensamientos. Bianca, el CP, los Crimson Wolves... Eran muchas cosas en las que pensar, tanto así que luego de un rato me dormí.
Habían pasado un par de horas cuando de pronto me desperté, seguía siendo de noche, me levanté del nido como pude a fin de bajar por el mástil. Entre tanto, podía ver a Kimura apoyado sobre la barandilla del barco, bajaba cuando escuché algo proveniente de la arboleda que nos rodeaba, durante un instante, la misma sensación que aquella vez en la que vinieron a por nosotros había vuelto, eran las criaturas. Terminé de bajar para acercarme al melancólico capitán, ya a sus espaldas, me contó lo que ya sospechaba, padecía insomnio a causa del ataque semanas atrás. No sabía como iba a reaccionar si le contaba mis sospechas, aunque todo depende de la forma en la que se lo dijera. -Aún duelen los recuerdo ¿Verdad?. Recuerdas nuestro primer combate, bueno, digamos competición mejor. Ganaste tu el combate, ahora en el entrenamiento, aunque es casi un empate, debes admitir que he ganado, esa placa de acero me ha dado la razón. Bien, ¿Que te parece si desempatamos?. Nuestros amigos de la última vez han vuelto. -Le dije mientras me colocaba a su lado y señalaba a los árboles, estos movían sus ramas imagino que del avance del enemigo. -Tal y como has dicho, sin vacilar. ¡¡Con todo!! -Luego de aquel grito estaba bastante excitado por la situación, me fue totalmente inevitable saltar del barco y echar a correr por el aire directo a por el enemigo.
A mitad de camino entre nosotros, activé el anillo que siempre llevaba puesto para hacer surgir mi armadura. Seguía avanzando a la vez que todo mi cuerpo se iba cubriendo con las respectivas partes del "uniforme de trabajo". Ya con todo en su sitio, dejé de caminar sobre el aire para pisar tierra con un pie, nada más pisar, utilicé el Soru a la vez que saltaba hacía adelante. La primera de las criaturas que asomó entre los árboles se encontró con mi rodilla imbuida en este nuevo Haki que rezumaba un aura azabache, la potencia del golpe fue tal que sentía como le había hundido parte del cráneo antes de mandarlo a volar varias decenas de metros, cargándose en su camino todo con lo que chocaba, ya fuese vegetación u otros seres de su especie. Frente a mi se abría un camino donde, al final de este habían criaturas por el suelo tratando de recobrar el equilibrio al haber sido derribadas. Esa sensación de haber conseguido darle la vuelta a un enfrentamiento que unas semanas atrás habría supuesto mi muerte, era para mí casi como tener sexo, igual en los Héroes Bravos había pasado demasiado tiempo con Mihasy hasta el punto de que se me pegase su sadismo, pero joder, que bien sienta el crujir de sus huesos contra mis puños.
Tras un segundo de duda e incluso hasta hacer el gesto de ir a recular, cargaron contra mi del mismo modo que la primera vez. Lo hacían con los cuernos por delante, con muchísima violencia en sus movimientos y con la idea de, nuevamente, tratar de dejarme como las brochetas de la comida del mediodía. Sacudí los brazos para que las dagas que dormían en los antebrazos de la armadura descendiesen hasta mis manos. Aplicando Haki en ambas, las clavé de punta justo en las cabezas de los dos primeros que trataron de embestirme. Me empujaron para atrás por la potencia con la que venían, pero a su vez, ambas dagas se clavaron casi hasta el mango. Luego de retroceder varios metros, tiré de las armas, estas tenían toda la hoja bañada en sangre. Ambos cadáveres parecían fuentes hasta que la presión sanguínea disminuyó haciendo un charco a su alrededor. La escena hizo que los otros seres parasen el ataque, pensaba que se irían con el rabo entre las piernas, pero para mi sorpresa, desenvainaron armas de filo de gran tamaño, jamás habría dicho que serían capaces de manejar armas. Eran de tamaño considerable y hasta amenazantes, pero no iba a echarme atrás solo por eso.
Casi como si fuesen otro tipo de seres, comenzaron a atacarme con las armas casi con la misma habilidad que los marines de rango bajo, he de reconocer que eran habilidosos, pero demasiado lentos como para poder alcanzarme. Tras esquivar varios de los envites, me cansé de tanto jueguecito, solo era divertido si podían llegar a tocarme, pero así solo conseguían que la inflamación que albergaba mi pantalón fuese a menos. Con rápidos y potentes tajos partía con facilidad las armas de las que disponían, luego de romperlas, el filo recubierto en Haki era capaz de cortar su piel como fuese mantequilla. Fue realmente sencillo acabar con la vida de esos engendros, ya no suponían reto alguno para mi. Con el rabo entre las piernas, comenzaban a huir mientras lanzaban gritos al aire, supongo que era su forma de pedir ayuda o de avisar de que no había sudo buena idea volver aquí, o al menos eso creía.
No tardaron en perderse entre la maleza, desde mi punto de vista, este había sido ese punto final que necesitaba el entrenamiento, pero la noche no acabaría ahí. Tras la batalla decidimos hacer guardia toda la noche por si se les ocurría volver. La primera guardia me tocó a mi, y para hacerla coloqué una roca en el centro del claro para recostarme, también encendí una hoguera para el frío, luego del combate me había helado. Tuve mucho tiempo para pensar en todo lo ocurrido, pero por mi obsesión de entrenar, la noche la pasé intentando encontrar la manera de seguir mejorando. Hacía algún tiempo, en Ennies Lobby, encontré una enciclopedia con la que aprendí varias técnicas de combate, entre ellas, había una que me permitía concentrar mi energía en los dedos para crear un filo capaz de cortar hierro. Me preguntaba si esa habilidad sería capaz de traspasar la carne de aquellos seres, con esa duda en mente, utilicé parte de esa noche en ingeniármelas para hacer mas poderosa esa técnica.
Pensaba mientras la activaba y desactivaba así como utilizaba una pequeña variación que era crear filos más pequeños en los dedos. Luego de varias horas haciendo guardia, recordando las instrucciones del libro, llegué a una conclusión sobre como llevarla al siguiente nivel. Lo básico era concentrar tu energía en la punta de los dedos imaginando un filo, con un poco de práctica el primer paso era sencillo, según el manual, no hacía falta enviar demasiada energía, que lo importante era darle la forma. ¿Y si utilizaba más?. La teoría estaba hecha, ahora solo quedaba ponerla en práctica. Según mis cálculos junto a lo que tardé en aprender lo básico, diría que en una semana de entrenamiento intensivo debería bastar para lograrlo. Al día siguiente me sumergiría en el bosque para en solitario desarrollar la nueva técnica.
Concluyó mi turno con lo que fui a despertar a Kimura, a los marines mas novatos les costó conciliar el sueño tras aquel ataque, algunos incluso durmieron con las armas bajo la almohada a modo de prevención. Ya con el pelirrojo haciendo guardia hasta el amanecer, subí al carajo para echar una cabezada hasta que el sol apareciese. Apenas fueron unas dos horas de descanso pero más que suficiente. Preparé el desayuno de toda la tripulación, comimos juntos como cada mañana desde que nos habíamos instalado en la isla, al término, cuando cada uno se puso manos a la obra con sus quehaceres, busqué al pelirrojo para contarle lo que había pensado. - Kimura, creo que el entrenamiento de Haki ya está terminado, a día de hoy no creo que podamos mejorar más hasta que descubramos el límite que tenemos ahora. Necesito un tiempo para unas investigaciones dentro del bosque, espero que no te importe que me vaya una semana.- Le pedí a Hayate, no creo que me pusiera pegas y menos tras demostrarle que me las podía apañar perfectamente si me atacaban
Luego de la pequeña charla sobre los nuevos objetivos, pasamos el día haciendo los preparativos para dejar la isla en poco tiempo, era probable que no pasásemos allí dos días más y querían dejar todo listo para que solo fuese zarpar dejando atrás este lugar repleto de monstruosas criaturas. Empezaba el atardecer, el pelirrojo se había ofrecido a ayudarme hacer la cena de aquel día, me sorprendió mucho la verdad, en todo este tiempo no lo había hecho ni una sola vez. Me quedé mirándolo unos segundos, luego de pasar por tanto juntos, sabía mas o menos intuir cuando necesitaba hablar, en su rostro se reflejaba la melancolía, como si quisiera contarme algo que ya parecía olvidado... Al verle, esos mismos sentimientos llegaron a mi haciendo que mi hermana pequeña volviera a invadir todos mis pensamientos.
Comenzamos a cocinar mientras el resto de la tripulación seguía con las tareas que se les habían asignado, no quería que el manazas del pelirrojo estropease la cena así que lo puse a pelar patatas, cortar pimientos, lavar frutas... Vamos, cosas básicas que hasta el más torpe podría hacer sin echar por tierra los platos. Durante el tiempo en el que estuvimos entre los fogones, el marine comenzó relatarme lo que le había sucedido en el combate contra los habitantes de la isla. Su historia era muy similar a lo que me había ocurrido a mi, escucharle hizo que se me saltaran las lágrimas, no por lo tierno de sus palabras si no por el recuerdo de Bianca que cada vez que parecía irse volvía con más y más fuerza. A mi nuevo ayudante de cocina también le resbalaba alguna que otra lágrima por la mejilla. Con que son las cebollas ¿Eh?. Pensé entre que sonreía al oír su escusa.
-El tiempo se paró Kim, no se que pasó exactamente, pero esa bestia que estaba apunto de acabar con mi vida se quedó parada durante unos segundos. Todo desapareció a mi alrededor, todo estaba de color blanco. Creía que era el "más allá" una vez morías. En ese breve tiempo, mi hermana apareció para abrazarme. -Mi historia se quedó ahí, no me salían palabras para seguir contando lo sucedido. Tras unos segundos de silencio, el lobo alfa lanzó una pregunta para tratar de cortar la tensión del ambiente. Quería saber porqué le hice comer como un muerto de hambre durante todo este tiempo. -¿No tienes espejo en tu camarote? Desnúdate frente a el y me cuentas. Un entrenamiento sin la correcta alimentación no dará buenos frutos, el terreno tiene que ser fértil para que la semilla pueda crecer. -Le dije mientras le daba golpecitos en el estómago tratando de hacerle entender, que con esa dieta que le había impuesto, seguramente se habría vuelto más atlético.
Poco después de darle explicaciones fue cuando terminamos de hacer la cena. Todo transcurrió sin problemas, durante toda la comida rememorábamos todo lo que habíamos vivido estos meses aquí, fue muy divertido ver lo bien que se lo pasaban todos, el pela-patatas, aunque tenía cara mustia, desde la pelea con esos seres siempre le pasaba al caer la noche. La cena terminó y con ello los marines se fueron a dormir. El pelirrojo se quedó en cubierta con sus pensamientos, yo mientras tanto, subí al carajo, en el palo mayor, para tumbarme y ver las estrellas. El cielo estaba totalmente despejado esa noche, se podía ver casi todas las constelaciones de esa época del año. Necesitaba algo así, un tiempo para mi con la finalidad de ordenar mis pensamientos. Bianca, el CP, los Crimson Wolves... Eran muchas cosas en las que pensar, tanto así que luego de un rato me dormí.
Habían pasado un par de horas cuando de pronto me desperté, seguía siendo de noche, me levanté del nido como pude a fin de bajar por el mástil. Entre tanto, podía ver a Kimura apoyado sobre la barandilla del barco, bajaba cuando escuché algo proveniente de la arboleda que nos rodeaba, durante un instante, la misma sensación que aquella vez en la que vinieron a por nosotros había vuelto, eran las criaturas. Terminé de bajar para acercarme al melancólico capitán, ya a sus espaldas, me contó lo que ya sospechaba, padecía insomnio a causa del ataque semanas atrás. No sabía como iba a reaccionar si le contaba mis sospechas, aunque todo depende de la forma en la que se lo dijera. -Aún duelen los recuerdo ¿Verdad?. Recuerdas nuestro primer combate, bueno, digamos competición mejor. Ganaste tu el combate, ahora en el entrenamiento, aunque es casi un empate, debes admitir que he ganado, esa placa de acero me ha dado la razón. Bien, ¿Que te parece si desempatamos?. Nuestros amigos de la última vez han vuelto. -Le dije mientras me colocaba a su lado y señalaba a los árboles, estos movían sus ramas imagino que del avance del enemigo. -Tal y como has dicho, sin vacilar. ¡¡Con todo!! -Luego de aquel grito estaba bastante excitado por la situación, me fue totalmente inevitable saltar del barco y echar a correr por el aire directo a por el enemigo.
A mitad de camino entre nosotros, activé el anillo que siempre llevaba puesto para hacer surgir mi armadura. Seguía avanzando a la vez que todo mi cuerpo se iba cubriendo con las respectivas partes del "uniforme de trabajo". Ya con todo en su sitio, dejé de caminar sobre el aire para pisar tierra con un pie, nada más pisar, utilicé el Soru a la vez que saltaba hacía adelante. La primera de las criaturas que asomó entre los árboles se encontró con mi rodilla imbuida en este nuevo Haki que rezumaba un aura azabache, la potencia del golpe fue tal que sentía como le había hundido parte del cráneo antes de mandarlo a volar varias decenas de metros, cargándose en su camino todo con lo que chocaba, ya fuese vegetación u otros seres de su especie. Frente a mi se abría un camino donde, al final de este habían criaturas por el suelo tratando de recobrar el equilibrio al haber sido derribadas. Esa sensación de haber conseguido darle la vuelta a un enfrentamiento que unas semanas atrás habría supuesto mi muerte, era para mí casi como tener sexo, igual en los Héroes Bravos había pasado demasiado tiempo con Mihasy hasta el punto de que se me pegase su sadismo, pero joder, que bien sienta el crujir de sus huesos contra mis puños.
Tras un segundo de duda e incluso hasta hacer el gesto de ir a recular, cargaron contra mi del mismo modo que la primera vez. Lo hacían con los cuernos por delante, con muchísima violencia en sus movimientos y con la idea de, nuevamente, tratar de dejarme como las brochetas de la comida del mediodía. Sacudí los brazos para que las dagas que dormían en los antebrazos de la armadura descendiesen hasta mis manos. Aplicando Haki en ambas, las clavé de punta justo en las cabezas de los dos primeros que trataron de embestirme. Me empujaron para atrás por la potencia con la que venían, pero a su vez, ambas dagas se clavaron casi hasta el mango. Luego de retroceder varios metros, tiré de las armas, estas tenían toda la hoja bañada en sangre. Ambos cadáveres parecían fuentes hasta que la presión sanguínea disminuyó haciendo un charco a su alrededor. La escena hizo que los otros seres parasen el ataque, pensaba que se irían con el rabo entre las piernas, pero para mi sorpresa, desenvainaron armas de filo de gran tamaño, jamás habría dicho que serían capaces de manejar armas. Eran de tamaño considerable y hasta amenazantes, pero no iba a echarme atrás solo por eso.
Casi como si fuesen otro tipo de seres, comenzaron a atacarme con las armas casi con la misma habilidad que los marines de rango bajo, he de reconocer que eran habilidosos, pero demasiado lentos como para poder alcanzarme. Tras esquivar varios de los envites, me cansé de tanto jueguecito, solo era divertido si podían llegar a tocarme, pero así solo conseguían que la inflamación que albergaba mi pantalón fuese a menos. Con rápidos y potentes tajos partía con facilidad las armas de las que disponían, luego de romperlas, el filo recubierto en Haki era capaz de cortar su piel como fuese mantequilla. Fue realmente sencillo acabar con la vida de esos engendros, ya no suponían reto alguno para mi. Con el rabo entre las piernas, comenzaban a huir mientras lanzaban gritos al aire, supongo que era su forma de pedir ayuda o de avisar de que no había sudo buena idea volver aquí, o al menos eso creía.
No tardaron en perderse entre la maleza, desde mi punto de vista, este había sido ese punto final que necesitaba el entrenamiento, pero la noche no acabaría ahí. Tras la batalla decidimos hacer guardia toda la noche por si se les ocurría volver. La primera guardia me tocó a mi, y para hacerla coloqué una roca en el centro del claro para recostarme, también encendí una hoguera para el frío, luego del combate me había helado. Tuve mucho tiempo para pensar en todo lo ocurrido, pero por mi obsesión de entrenar, la noche la pasé intentando encontrar la manera de seguir mejorando. Hacía algún tiempo, en Ennies Lobby, encontré una enciclopedia con la que aprendí varias técnicas de combate, entre ellas, había una que me permitía concentrar mi energía en los dedos para crear un filo capaz de cortar hierro. Me preguntaba si esa habilidad sería capaz de traspasar la carne de aquellos seres, con esa duda en mente, utilicé parte de esa noche en ingeniármelas para hacer mas poderosa esa técnica.
Pensaba mientras la activaba y desactivaba así como utilizaba una pequeña variación que era crear filos más pequeños en los dedos. Luego de varias horas haciendo guardia, recordando las instrucciones del libro, llegué a una conclusión sobre como llevarla al siguiente nivel. Lo básico era concentrar tu energía en la punta de los dedos imaginando un filo, con un poco de práctica el primer paso era sencillo, según el manual, no hacía falta enviar demasiada energía, que lo importante era darle la forma. ¿Y si utilizaba más?. La teoría estaba hecha, ahora solo quedaba ponerla en práctica. Según mis cálculos junto a lo que tardé en aprender lo básico, diría que en una semana de entrenamiento intensivo debería bastar para lograrlo. Al día siguiente me sumergiría en el bosque para en solitario desarrollar la nueva técnica.
Concluyó mi turno con lo que fui a despertar a Kimura, a los marines mas novatos les costó conciliar el sueño tras aquel ataque, algunos incluso durmieron con las armas bajo la almohada a modo de prevención. Ya con el pelirrojo haciendo guardia hasta el amanecer, subí al carajo para echar una cabezada hasta que el sol apareciese. Apenas fueron unas dos horas de descanso pero más que suficiente. Preparé el desayuno de toda la tripulación, comimos juntos como cada mañana desde que nos habíamos instalado en la isla, al término, cuando cada uno se puso manos a la obra con sus quehaceres, busqué al pelirrojo para contarle lo que había pensado. - Kimura, creo que el entrenamiento de Haki ya está terminado, a día de hoy no creo que podamos mejorar más hasta que descubramos el límite que tenemos ahora. Necesito un tiempo para unas investigaciones dentro del bosque, espero que no te importe que me vaya una semana.- Le pedí a Hayate, no creo que me pusiera pegas y menos tras demostrarle que me las podía apañar perfectamente si me atacaban
Nocturne93
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Akuma no mi
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La noche era fría, y me rostro parecía transmitir cierta melancolía que el agente del gobierno logró ver reflejada. Si era cierto que los recuerdos son dolorosos, y estaba seguro de que sabía bien de lo que hablaba. Esa revelación, haber tenido esa imagen... era prácticamente lo mismo que me había ocurrido a mí, en su caso se trataba de su hermana, debe ser duro perder a un hermano, en mi caso fue mi padre, y fue algo realmente doloroso, pero no quiero ni pensar lo que sentiría o lo que sería capaz de hacer si Jiro desapareciese de este mundo. Ahora mismo era el foco de mi vida, él es mi convicción, mi motivo para ser un buen marine y volverme alguien más fuerte, alguien capaz de protegerle a él y a madre.
Nuevamente, con el recuerdo, mis húmedos ojos se desbordaron, haciendo que las lágrimas brotasen y cayeran por mi rostro hasta caer al vacío. La imagen de mi padre volvía a estar patente en mi mente, no solo fue la evolución del haki, hubo algo más extraño allí, mi haki evolucionó, pero eso no lograba explicar todo lo que ocurrió, los cuerpos de esas criaturas fueron cortados con demasiada facilidad aún para tratarse de un haki evolucionado. "Padre, ¿qué hiciste en mí?".
Las últimas palabras de Noa hicieron que se me dibujase una sonrisa en el rostro, realmente parecía como un toma y daca, cada vez eramos uno el vencedor, en distintos duelos, no obstante no pude evitar reirme por la ironía de la situación. Mis temores se hicieron crecientes junto a sus palabras, de pronto la mirada de Noa se veía algo entusiasmada por aquella situación. Nuevamente éramos atacados al parecer. Activé mi haki de observación y miré atentamente hacia los árboles, concentrándome en esa zona. Cada día había estado dedicando un rato a la concentración de mi haki y mi Kenbunshoku en concreto, no hacía más que eso, acostumbraba a mi cuerpo para potenciarlo en este mismo lugar, no obstante sabía que no habría tiempo para continuar este entrenamiento. Pronto deberíamos marchar si los ataques se volvían más continuos.
Aquellas bestias avanzaban, lo sentía. Lancé una mirada cómplice a Noa, y al momento este se lanzó sobrevolando los cielos mientras pateaba la nada, era como si corriese por el aire. No dejaba de sentir curiosidad por las técnicas de los agentes del gobierno, algún día debía buscar alguna técnica similar, eso podría resultar francamente útil. Mientras se alejaba no podía evitar sentirme desconcertado a la vez que emocionado y aterrado. Se tomaba la situación como un reto, casi morimos contra aquellas criaturas. ¿Y dice que estamos empatados?
-Ja. Pero si fui yo quien sacó tu cuerpo inconsciente de los bosques -murmuré aún a sabiendas de que no me iba a escuchar, pues ya se había alejado lo suficiente-. Realmente te gano por uno... Pero si así lo quieres, no perderé contra tí.
Desenfundé mis espadas y comencé a correr hacia la pasarela de desembarque. Me lancé hacia los bosques a seguir a mi compañero de entrenamiento. Aunque más que eso, con el tiempo que habíamos pasado juntos, más bien podría decir que es mi amigo, apenas nos conocíamos de nada, aceptó venir a este lugar junto a mí, donde luchamos codo con codo, entrenamos juntos para superarnos el uno al otro y en estas semanas hemos estrechado bastante nuestra relación como para hablar de amistad. Aunque en este momento más bien somos como rivales, pero él así lo ha querido. Pienso ser mejor que él, y no me daré por vencido por más criaturas que vengan. Tengo un as bajo la manga.
Con mi haki activado comencé a avanzar en busca de esas criaturas, me agazapé tras el tronco de un árbol grueso y concentré mi energía. Debía ganar, debía seguir adelante, por ellos, por mi familia. "Padre, los protegeré. Te lo prometo" Esos monstruos cornudos llegaron a mi posición y les cogí por sorpresa con una potente onda de corte, una hacia cada dirección, impregnada en mi propio bushou. Las ondas emergieron con un destellante tono violáceo envolviéndolas. Gritos porcinos sonaron al instante, los primeros que recibieron la onda sufrieron graves heridas, pero ahora me encontraba rodeado de un gran número de esas criaturas. Lo tenía todo planeado, pero antes necesitaba concentrarme lo suficiente "Obsérvame padre, te lo demostraré".
Comencé a correr mientras aquellas bestias me seguían, los primeros se pusieron a cuatro patas y fueron directos a embestirme, era justo lo que esperaba. Sonreí y me di la vuelta liberando mi energía, un muro formado por ella apareció, grueso como él solo, y alto como un metro. Aguardé a que estuviesen cerca y salté encima de dicho muro. Las bestias que se estrellaron se quedaron con el cuerno clavado, dejando la parte superior de sus cabezas completamente invulnerables. Mi hoja pasó con relativa facilidad por ellas, provocándoles heridas fatales. Desde la altura pude observar que no eran tantos como parecía, ahora quedaban unos siete. Continuaban siendo más de los que podía enfrentar simultáneamente. Pero tenía un plan.
Pocas veces me encontraba con él, pero tenía el apoyo de un viejo compañero de batalla. Estaba recolectando mi energía para llamarle, y era el momento. Allí en las alturas tenía un pequeño momento de relax, aunque esas bestias embestían y debía descender. Salté por el lado donde estaban los cuerpos inertes, cuyos cuernos se habían clavado, y me preparé. Caí arrodillado y dando acopio de toda mi fuerza y energía lancé un golpe con la espada hacia atrás, liberando una gran cantidad de mi energía. Entonces fue cuando apareció, mi compañero animal, aquél lobo blanco hizo su aparición y comenzó a lanzarse hacia las criaturas. Me quedé unos instantes observándole, era extraño, no parecía el mismo de siempre, me dio la sensación de verle más grande de lo normal.
No tuve mucho tiempo para pensar en ello, rápidamente mi Kenbunshoku me alertó de un peligro inminente y tuve que bloquear haciendo una cruz con mis espadas y manteniendo la compostura. Un cuerno golpeó directamente en ese punto y me arrastró cerca de dos metros. Un poco más y me atrapa. No obstante me sorprendí a mí mismo, había detenido a esas criaturas solamente con mi haki y mi fuerza física, cuando nunca he sido una persona realmente fuerte. ¿Sería este el resultado del entrenamiento de Noa? Decía que esa dieta de comer tanta carne al día era para fortalecer el cuerpo, y bien es cierto que sentía mis músculos más robustos y tensos, pero no sabía que hubiera podido llegar hasta este punto.
Sonreí a esa bestia y observé ese gesto enfurecido que me dedicó. Giré mi cuerpo y desvié su cuerno, el cuerpo de esa bestia se tambaleó hacia mi derecha y perdió el equilibrio, yo avancé mientras cortaba su carne con ambas espadas imbuídas en mi Bushoushoku. Le desgarré todo el cuerpo por un lateral, ese ser se quedó tirado en el suelo gritando cual puerco cuando lo degollan. En ese momento observé al frente. Aquél lobo realmente era más grande y fue destrozado por cuatro de esas criaturas. ¿El lobo había conseguido acabar con la vida de dos de ellos? No solo su tamaño había aumentado, también su fuerza al parecer. Observé atentamente y había dos de esas criaturas con el cuello desgarrado por la mandíbula de mi viejo amigo. Pero ya había agotado sus energías. No entendía que diantres había ocurrido, pero era distinto a mi compañero animal de siempre.
Cinco criaturas todavía en pie. Era hora del todo o nada. Sorprendentemente, y sin saber de donde, habían sacado cada uno un espadón de grandes dimensiones, se podría decir que eran tan grandes o más incluso que ellos mismos. ¿Dónde diantres las guardaban?. Se acercaban hacia mí. Eran cinco, armados con una hoja realmente grande, pero se podía ver que sus movimientos eran torpes. Ahora tenía algo mejor que hacer. Había una cosa que quería probar. Me concentré, relajé mis músculos y concentré energía en mi cuerpo mientras cerraba los ojos. Aquél muro desapareció, estaba llevando toda la concentración de mi cuerpo a mi energía y mi Kenbunshoku.
Se acercaban torpemente, lo sentía, se aproximaban, a su vez mi energía aumentaba exponencialmente, la reunía como quien amasa arena en la playa para construir una empalizada. Necesitaba probar algo, pero cuando me quise dar cuenta había perdido la concentración en mi Kenbunshoku y esas criaturas estaban más cerca de lo que me esperaba, hasta el punto que tuve que saltar hacia atrás para evitar la muerte, aunque lo que no pude evitar fue una herida en mi brazo derecho que me hizo soltar la espada. Posé mis pies en el suelo y me arrodillé. Tenía la energía acumulada, una gran cantidad, nunca había liberado tanta a la vez para una sola técnica, y el caso era que quería comprobar si mis sospechas eran ciertas. "No pienso caer aquí. No caeré tan fácilmente estúpidos seres". Les miraba directamente al rostro, en ese momento volvieron a la carga. Estaban ya bastante cerca cuando:
-¡ID AL INFIERNO! -bramé algo enfurecido por la situación.
Liberé en ese momento toda la energía a la vez, invoqué nuevamente a mi compañero animal. Un destello violáceo me cegó por unos instantes y cerré los ojos por acto reflejo. Cuando los abrí, lo que pude ver fue que todo lo que había delante de mí, aproximadamente a unos veinte metros, había sido completamente arrasado. Esas cinco criaturas no estaban, y la cabeza comenzó a darme vueltas "Demasiada energía en un momento... ¿Pero qué diantres fue eso?" Caí arrodillado y jadeando, todos habían caído, y el terreno había sido bastante mal parado. No se qué había ocurrido en ese momento, pero lo que si sabía era que había confirmado mis sospechas, ahora no había salido el lobo de siempre, ni siquiera el anterior, algo más grande que incluso yo mismo temía. ¿Qué diantres había sido eso?
Me acerqué a uno de aquellos seres, estaba sangrando, miraba a la nada, todavía consciente. Le observé mientras la luz de sus ojos se apagaba para siempre. Mi haki me decía que ya no quedaba nadie por los alrededores, y menos mal, puesto que estaba agotado. Miré de un lado a otro, mi espada maestra había salido volando también por aquella liberación de energía. Tardé unos instantes, y finalmente la encontré clavada en un tronco de un árbol caído, el cual había sido completamente resquebrajado. La saqué con cierta dificultad. Había agotado una gran cantidad de mi energía en ese movimiento, y no sabía exactamente cómo había ocurrido, necesitaba averiguarlo, y para eso necesitaba tiempo, por lo menos necesito una semana para hacerme a ello, tal vez dos.
Emprendí el camino de vuelta, algo agotado. Noa ya había regresado y estuvimos de acuerdo en que habría que montar guardias. Seguramente observó mi lamentable aspecto agotado y me dijo que él haría la primera guardia, no me negué, incluso se lo agradecí, estaba bastante claro que no tenía el cuerpo realmente preparado para aguantar un turno de noche, primero debía retomar fuerzas y descansar, aunque la noche ya estaba bien entrada, y los turnos serían cortos. Me acosté tras tomar una bebida rica en azúcar que me ayudaría a recobrar mis energías. Caí rendido, ese insomnio fue fácilmente contrarrestado con la falta de energías.
Fui despertado por Noa, no sabía cuánto había pasado, dos horas, tres... Lo único que sabía es que estaba suficientemente agotado como para no poder entablar un combate, pero mis energías estaban recuperándose, a algunos enemigos si podría combatir con mis armas. Me planté en puesto improvisado por Noa, era un buen lugar para sentarse y continuar concentrándose, relajado, con toda la atención puesta en ti mismo y en los alrededores próximos. Comencé a meditar, concentré mi haki de observación, traté de extender el aura tanto como pudiese, tal y como había estado haciendo todas estas semanas en cuanto tenía tiempo para concentrar y meditar sobre mi Kenbunshoku. De pronto cambié de idea. Me concentré y liberé a mi compañero, el lobo blanco de siempre salió y se quedó a mi lado, como si de una mascota se tratase. No había peligro, no sabía por qué diantres lo había convocado.
-Viejo amigo. ¿Que te ocurrió antes?
En el momento en el cual estuve concentrando una gran cantidad de energía, el lobo salió algo modificado, salió más grande, más poderoso, resulta lógico pensar que a cuanta más energía gastes, más poderoso será el golpe dado, pero nunca había pensar que pudiera aplicarse a esta técnica. Todo este tiempo, el lobo blanco no ha sido más que una pequeña porción del poder que puede llegar a alcanzar esta técnica. Debo lograr dominar esto. Estaba decidido, emplearía el tiempo necesario para mejorar esta técnica. Yo me volvía más poderoso, y mi compañero de viaje, mi lobo, también lo haría.
Finalmente amaneció un nuevo día, los rayos de luz me devolvieron al mundo real. Me había pasado toda la guardia con mi compañero animal, que al final acabó desvaneciéndose, y concentrado en mi kenbunshoku haki, atento al entorno, si alguien se acercaba lo notaría. En el momento que los rayos de sol me hicieron despertar de mi ensueño de concentración, sentí una débil presencia a mi espalda. Lo reconocí, era uno de mis hombres, y al parecer vino para avisarme de que el agente del gobierno se había despertado y había preparado un desayuno. Le agradecí y fui a comer. No tardé en engullir aquél alimento, me quedé contemplando mis puños y brazos, entendí finalmente el proceso de la "dieta" de Noa, había conseguido tonificar mi cuerpo a base de una pequeña dieta simple y diaria. Era realmente increíble lo que había logrado en poco tiempo este hombre, lo notaba en mi cuerpo y mis músculos.
Volví al puesto de antes, esta vez no para montar guardia, sino para comenzar a prepararme, antes de marcharnos de allí quería saber hasta qué punto era capaz de llevar ya mi técnica voluntariamente. Además el mismo entrenamiento me serviría para concentrar mi kenbunshoku, al fin y al cabo consistía en concentrar energía y adaptar al cuerpo a esa cantidad, lo mismo era con el haki, habituar al cuerpo a ampliar el rango, centrarme más en él y tratar de avanzar como con el haki de armadura, aunque no es que me centrase en él, pero llevaba todo este tiempo practicando, y creía notar algo los efectos.
Nuevamente una presencia me llamó la atención, esta era más poderosa, me percaté en él, y sin duda alguna su poder había crecido desde el momento que llegamos a este lugar, lo sentía, eso era su haki. Me levanté antes de que me dijese nada y me quedé encarado hacia él, se notaba que algo quería decirme, y así era. Su idea era investigar el bosque durante una semana, apartado de todo. No me parecía la mejor de las ideas, pero por otra parte, él sabe defenderse mejor que nadie, su fuerza es devastadora y esas criaturas no podrán con él. No obstante no se qué es lo que querría investigar.
-No creo que sea buena idea Noa... No obstante tampoco creo que me hagas demasiado caso. Si necesitas ayuda en tu investigación, ven aquí, estaré esperándote. No nos marcharemos hasta que estés de vuelta.
Le tendí la mano para estrechársela. Una semana fuera, era justo lo que necesitaba para habituar al cuerpo al gasto de energía, depurar esta técnica y lograr evolucionarla como había logrado con el bushoushoku haki. Ambos habíamos avanzado juntos, y algo me decía que no tan solo en cuanto al haki. Yo sentía mi cuerpo mucho mejor preparado físicamente, me sentía más fuerte, con un haki más concentrado y poderoso. Tan solo con esto me sentía satisfecho, este tiempo aquí, apartados, había merecido la pena. Aun así, pensaba aprovechar el tiempo al máximo.
Nuevamente, con el recuerdo, mis húmedos ojos se desbordaron, haciendo que las lágrimas brotasen y cayeran por mi rostro hasta caer al vacío. La imagen de mi padre volvía a estar patente en mi mente, no solo fue la evolución del haki, hubo algo más extraño allí, mi haki evolucionó, pero eso no lograba explicar todo lo que ocurrió, los cuerpos de esas criaturas fueron cortados con demasiada facilidad aún para tratarse de un haki evolucionado. "Padre, ¿qué hiciste en mí?".
Las últimas palabras de Noa hicieron que se me dibujase una sonrisa en el rostro, realmente parecía como un toma y daca, cada vez eramos uno el vencedor, en distintos duelos, no obstante no pude evitar reirme por la ironía de la situación. Mis temores se hicieron crecientes junto a sus palabras, de pronto la mirada de Noa se veía algo entusiasmada por aquella situación. Nuevamente éramos atacados al parecer. Activé mi haki de observación y miré atentamente hacia los árboles, concentrándome en esa zona. Cada día había estado dedicando un rato a la concentración de mi haki y mi Kenbunshoku en concreto, no hacía más que eso, acostumbraba a mi cuerpo para potenciarlo en este mismo lugar, no obstante sabía que no habría tiempo para continuar este entrenamiento. Pronto deberíamos marchar si los ataques se volvían más continuos.
Aquellas bestias avanzaban, lo sentía. Lancé una mirada cómplice a Noa, y al momento este se lanzó sobrevolando los cielos mientras pateaba la nada, era como si corriese por el aire. No dejaba de sentir curiosidad por las técnicas de los agentes del gobierno, algún día debía buscar alguna técnica similar, eso podría resultar francamente útil. Mientras se alejaba no podía evitar sentirme desconcertado a la vez que emocionado y aterrado. Se tomaba la situación como un reto, casi morimos contra aquellas criaturas. ¿Y dice que estamos empatados?
-Ja. Pero si fui yo quien sacó tu cuerpo inconsciente de los bosques -murmuré aún a sabiendas de que no me iba a escuchar, pues ya se había alejado lo suficiente-. Realmente te gano por uno... Pero si así lo quieres, no perderé contra tí.
Desenfundé mis espadas y comencé a correr hacia la pasarela de desembarque. Me lancé hacia los bosques a seguir a mi compañero de entrenamiento. Aunque más que eso, con el tiempo que habíamos pasado juntos, más bien podría decir que es mi amigo, apenas nos conocíamos de nada, aceptó venir a este lugar junto a mí, donde luchamos codo con codo, entrenamos juntos para superarnos el uno al otro y en estas semanas hemos estrechado bastante nuestra relación como para hablar de amistad. Aunque en este momento más bien somos como rivales, pero él así lo ha querido. Pienso ser mejor que él, y no me daré por vencido por más criaturas que vengan. Tengo un as bajo la manga.
Con mi haki activado comencé a avanzar en busca de esas criaturas, me agazapé tras el tronco de un árbol grueso y concentré mi energía. Debía ganar, debía seguir adelante, por ellos, por mi familia. "Padre, los protegeré. Te lo prometo" Esos monstruos cornudos llegaron a mi posición y les cogí por sorpresa con una potente onda de corte, una hacia cada dirección, impregnada en mi propio bushou. Las ondas emergieron con un destellante tono violáceo envolviéndolas. Gritos porcinos sonaron al instante, los primeros que recibieron la onda sufrieron graves heridas, pero ahora me encontraba rodeado de un gran número de esas criaturas. Lo tenía todo planeado, pero antes necesitaba concentrarme lo suficiente "Obsérvame padre, te lo demostraré".
Comencé a correr mientras aquellas bestias me seguían, los primeros se pusieron a cuatro patas y fueron directos a embestirme, era justo lo que esperaba. Sonreí y me di la vuelta liberando mi energía, un muro formado por ella apareció, grueso como él solo, y alto como un metro. Aguardé a que estuviesen cerca y salté encima de dicho muro. Las bestias que se estrellaron se quedaron con el cuerno clavado, dejando la parte superior de sus cabezas completamente invulnerables. Mi hoja pasó con relativa facilidad por ellas, provocándoles heridas fatales. Desde la altura pude observar que no eran tantos como parecía, ahora quedaban unos siete. Continuaban siendo más de los que podía enfrentar simultáneamente. Pero tenía un plan.
Pocas veces me encontraba con él, pero tenía el apoyo de un viejo compañero de batalla. Estaba recolectando mi energía para llamarle, y era el momento. Allí en las alturas tenía un pequeño momento de relax, aunque esas bestias embestían y debía descender. Salté por el lado donde estaban los cuerpos inertes, cuyos cuernos se habían clavado, y me preparé. Caí arrodillado y dando acopio de toda mi fuerza y energía lancé un golpe con la espada hacia atrás, liberando una gran cantidad de mi energía. Entonces fue cuando apareció, mi compañero animal, aquél lobo blanco hizo su aparición y comenzó a lanzarse hacia las criaturas. Me quedé unos instantes observándole, era extraño, no parecía el mismo de siempre, me dio la sensación de verle más grande de lo normal.
No tuve mucho tiempo para pensar en ello, rápidamente mi Kenbunshoku me alertó de un peligro inminente y tuve que bloquear haciendo una cruz con mis espadas y manteniendo la compostura. Un cuerno golpeó directamente en ese punto y me arrastró cerca de dos metros. Un poco más y me atrapa. No obstante me sorprendí a mí mismo, había detenido a esas criaturas solamente con mi haki y mi fuerza física, cuando nunca he sido una persona realmente fuerte. ¿Sería este el resultado del entrenamiento de Noa? Decía que esa dieta de comer tanta carne al día era para fortalecer el cuerpo, y bien es cierto que sentía mis músculos más robustos y tensos, pero no sabía que hubiera podido llegar hasta este punto.
Sonreí a esa bestia y observé ese gesto enfurecido que me dedicó. Giré mi cuerpo y desvié su cuerno, el cuerpo de esa bestia se tambaleó hacia mi derecha y perdió el equilibrio, yo avancé mientras cortaba su carne con ambas espadas imbuídas en mi Bushoushoku. Le desgarré todo el cuerpo por un lateral, ese ser se quedó tirado en el suelo gritando cual puerco cuando lo degollan. En ese momento observé al frente. Aquél lobo realmente era más grande y fue destrozado por cuatro de esas criaturas. ¿El lobo había conseguido acabar con la vida de dos de ellos? No solo su tamaño había aumentado, también su fuerza al parecer. Observé atentamente y había dos de esas criaturas con el cuello desgarrado por la mandíbula de mi viejo amigo. Pero ya había agotado sus energías. No entendía que diantres había ocurrido, pero era distinto a mi compañero animal de siempre.
Cinco criaturas todavía en pie. Era hora del todo o nada. Sorprendentemente, y sin saber de donde, habían sacado cada uno un espadón de grandes dimensiones, se podría decir que eran tan grandes o más incluso que ellos mismos. ¿Dónde diantres las guardaban?. Se acercaban hacia mí. Eran cinco, armados con una hoja realmente grande, pero se podía ver que sus movimientos eran torpes. Ahora tenía algo mejor que hacer. Había una cosa que quería probar. Me concentré, relajé mis músculos y concentré energía en mi cuerpo mientras cerraba los ojos. Aquél muro desapareció, estaba llevando toda la concentración de mi cuerpo a mi energía y mi Kenbunshoku.
Se acercaban torpemente, lo sentía, se aproximaban, a su vez mi energía aumentaba exponencialmente, la reunía como quien amasa arena en la playa para construir una empalizada. Necesitaba probar algo, pero cuando me quise dar cuenta había perdido la concentración en mi Kenbunshoku y esas criaturas estaban más cerca de lo que me esperaba, hasta el punto que tuve que saltar hacia atrás para evitar la muerte, aunque lo que no pude evitar fue una herida en mi brazo derecho que me hizo soltar la espada. Posé mis pies en el suelo y me arrodillé. Tenía la energía acumulada, una gran cantidad, nunca había liberado tanta a la vez para una sola técnica, y el caso era que quería comprobar si mis sospechas eran ciertas. "No pienso caer aquí. No caeré tan fácilmente estúpidos seres". Les miraba directamente al rostro, en ese momento volvieron a la carga. Estaban ya bastante cerca cuando:
-¡ID AL INFIERNO! -bramé algo enfurecido por la situación.
Liberé en ese momento toda la energía a la vez, invoqué nuevamente a mi compañero animal. Un destello violáceo me cegó por unos instantes y cerré los ojos por acto reflejo. Cuando los abrí, lo que pude ver fue que todo lo que había delante de mí, aproximadamente a unos veinte metros, había sido completamente arrasado. Esas cinco criaturas no estaban, y la cabeza comenzó a darme vueltas "Demasiada energía en un momento... ¿Pero qué diantres fue eso?" Caí arrodillado y jadeando, todos habían caído, y el terreno había sido bastante mal parado. No se qué había ocurrido en ese momento, pero lo que si sabía era que había confirmado mis sospechas, ahora no había salido el lobo de siempre, ni siquiera el anterior, algo más grande que incluso yo mismo temía. ¿Qué diantres había sido eso?
Me acerqué a uno de aquellos seres, estaba sangrando, miraba a la nada, todavía consciente. Le observé mientras la luz de sus ojos se apagaba para siempre. Mi haki me decía que ya no quedaba nadie por los alrededores, y menos mal, puesto que estaba agotado. Miré de un lado a otro, mi espada maestra había salido volando también por aquella liberación de energía. Tardé unos instantes, y finalmente la encontré clavada en un tronco de un árbol caído, el cual había sido completamente resquebrajado. La saqué con cierta dificultad. Había agotado una gran cantidad de mi energía en ese movimiento, y no sabía exactamente cómo había ocurrido, necesitaba averiguarlo, y para eso necesitaba tiempo, por lo menos necesito una semana para hacerme a ello, tal vez dos.
Emprendí el camino de vuelta, algo agotado. Noa ya había regresado y estuvimos de acuerdo en que habría que montar guardias. Seguramente observó mi lamentable aspecto agotado y me dijo que él haría la primera guardia, no me negué, incluso se lo agradecí, estaba bastante claro que no tenía el cuerpo realmente preparado para aguantar un turno de noche, primero debía retomar fuerzas y descansar, aunque la noche ya estaba bien entrada, y los turnos serían cortos. Me acosté tras tomar una bebida rica en azúcar que me ayudaría a recobrar mis energías. Caí rendido, ese insomnio fue fácilmente contrarrestado con la falta de energías.
Fui despertado por Noa, no sabía cuánto había pasado, dos horas, tres... Lo único que sabía es que estaba suficientemente agotado como para no poder entablar un combate, pero mis energías estaban recuperándose, a algunos enemigos si podría combatir con mis armas. Me planté en puesto improvisado por Noa, era un buen lugar para sentarse y continuar concentrándose, relajado, con toda la atención puesta en ti mismo y en los alrededores próximos. Comencé a meditar, concentré mi haki de observación, traté de extender el aura tanto como pudiese, tal y como había estado haciendo todas estas semanas en cuanto tenía tiempo para concentrar y meditar sobre mi Kenbunshoku. De pronto cambié de idea. Me concentré y liberé a mi compañero, el lobo blanco de siempre salió y se quedó a mi lado, como si de una mascota se tratase. No había peligro, no sabía por qué diantres lo había convocado.
-Viejo amigo. ¿Que te ocurrió antes?
En el momento en el cual estuve concentrando una gran cantidad de energía, el lobo salió algo modificado, salió más grande, más poderoso, resulta lógico pensar que a cuanta más energía gastes, más poderoso será el golpe dado, pero nunca había pensar que pudiera aplicarse a esta técnica. Todo este tiempo, el lobo blanco no ha sido más que una pequeña porción del poder que puede llegar a alcanzar esta técnica. Debo lograr dominar esto. Estaba decidido, emplearía el tiempo necesario para mejorar esta técnica. Yo me volvía más poderoso, y mi compañero de viaje, mi lobo, también lo haría.
Finalmente amaneció un nuevo día, los rayos de luz me devolvieron al mundo real. Me había pasado toda la guardia con mi compañero animal, que al final acabó desvaneciéndose, y concentrado en mi kenbunshoku haki, atento al entorno, si alguien se acercaba lo notaría. En el momento que los rayos de sol me hicieron despertar de mi ensueño de concentración, sentí una débil presencia a mi espalda. Lo reconocí, era uno de mis hombres, y al parecer vino para avisarme de que el agente del gobierno se había despertado y había preparado un desayuno. Le agradecí y fui a comer. No tardé en engullir aquél alimento, me quedé contemplando mis puños y brazos, entendí finalmente el proceso de la "dieta" de Noa, había conseguido tonificar mi cuerpo a base de una pequeña dieta simple y diaria. Era realmente increíble lo que había logrado en poco tiempo este hombre, lo notaba en mi cuerpo y mis músculos.
Volví al puesto de antes, esta vez no para montar guardia, sino para comenzar a prepararme, antes de marcharnos de allí quería saber hasta qué punto era capaz de llevar ya mi técnica voluntariamente. Además el mismo entrenamiento me serviría para concentrar mi kenbunshoku, al fin y al cabo consistía en concentrar energía y adaptar al cuerpo a esa cantidad, lo mismo era con el haki, habituar al cuerpo a ampliar el rango, centrarme más en él y tratar de avanzar como con el haki de armadura, aunque no es que me centrase en él, pero llevaba todo este tiempo practicando, y creía notar algo los efectos.
Nuevamente una presencia me llamó la atención, esta era más poderosa, me percaté en él, y sin duda alguna su poder había crecido desde el momento que llegamos a este lugar, lo sentía, eso era su haki. Me levanté antes de que me dijese nada y me quedé encarado hacia él, se notaba que algo quería decirme, y así era. Su idea era investigar el bosque durante una semana, apartado de todo. No me parecía la mejor de las ideas, pero por otra parte, él sabe defenderse mejor que nadie, su fuerza es devastadora y esas criaturas no podrán con él. No obstante no se qué es lo que querría investigar.
-No creo que sea buena idea Noa... No obstante tampoco creo que me hagas demasiado caso. Si necesitas ayuda en tu investigación, ven aquí, estaré esperándote. No nos marcharemos hasta que estés de vuelta.
Le tendí la mano para estrechársela. Una semana fuera, era justo lo que necesitaba para habituar al cuerpo al gasto de energía, depurar esta técnica y lograr evolucionarla como había logrado con el bushoushoku haki. Ambos habíamos avanzado juntos, y algo me decía que no tan solo en cuanto al haki. Yo sentía mi cuerpo mucho mejor preparado físicamente, me sentía más fuerte, con un haki más concentrado y poderoso. Tan solo con esto me sentía satisfecho, este tiempo aquí, apartados, había merecido la pena. Aun así, pensaba aprovechar el tiempo al máximo.
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