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Kasan
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A regañadientes, Hayate claudicó dándome permiso para ausentarme una semana del campamento base. Recogí varias pertenencias que necesitaría para sobrevivir en el bosque durante ese tiempo, realmente solo necesitaba de mis armas y provisiones que guardé en una bolsa. Me despedí de todos con una gran sonrisa dejando al capitán el último, le estreché la mano antes de partir. - Solo son siete días, no te mueras de hambre sin mí.- Le dije bromeando. Di media vuelta para aventurarme en la espesura del bosque, no tardé mucho en percatarme de que algo allí iba mal, me había percatado desde el primer momento en que pisé la isla de cierta flor carmesí, no podía asegurarlo a ciencia cierta, pero había escuchado de reportes del gobierno de cierta flor que poblaba la isla, según estos informes, si sufrían el más mínimo rasguño, todas las flores que la rodeasen liberarían al aire una toxina alucinógena que causaba el suicidio en pocas horas.
No había ido a aquella isla para investigar la flora, pero si que me gustaría poder llevarme una muestra y examinarla detenidamente en Ennies Lobby con mas tiempo, el problema era extraerla sin verme afectado por los efectos nocivos de ésta. Ya pensaría en algún método a lo largo de la semana. Por ahora me limitaría a no dañar ninguna de estas flores a la vez que me adentraba en lo más profundo del bosque. El tiempo pasaba mientras seguía caminando, no sabría decir cuanto tiempo había pasado desde mi partida del campamento, pero cuanto más me adentraba los colores de las hojas iban cambiando. De pronto parecía como hubiera cambiado la estación en esa parte de la isla, el follaje adquiría un tono marrón que cada vez se hacía más rojizo hasta parecer que habían sido bañados en sangre. Me encantaba ese color.
Diría que habrían pasado ya como unas dos horas y media, solo había avanzado en línea recta, sabía que no había dado vueltas en círculos porque no volví a ver el color típico de las hojas de los árboles. Para mi sorpresa, una vez dentro de ese paraje otoñal, en el suelo parecían haber rastros de unas ruinas antiguas. Era probable que antaño hubiera aquí algún tipo de civilización aunque a día de hoy sería casi imposible habitar la isla, entre las criaturas y la flora... No me importaban demasiado las ruinas, a decir verdad solo buscaba un claro donde poder montar un segundo campamento donde vivir estos siete días. Poco había encontrado, ningún espacio era lo suficientemente grande como para poder entrenar. Opté por tomar un descanso, al estar rodeado de tanto árbol hacía que la humedad bajo estos fuese muy alta, vamos, que tenía los sobacos tan sudados que podría ahogar a una persona.
Luego de beber un poco de agua y dar un bocado, iba a volver a ponerme en marcha nuevamente cuando pensé que, si no podía adaptarme a ese medio, siempre podía adaptar el medio a mi. Una vez cruzado a la zona otoñal de la isla las flores tóxicas parecían escasear, eso me lo ponía más sencillo para "Hacer hueco". -Puede ser un buen momento para empezar a entrenar esa técnica-. Con una sacudida de brazo, utilicé lo que aprendí en el manual Aura de Filos para crear un filo de unos cuarenta centímetros. En el momento que hice mía la técnica apenas podía cortar hierro, pero de eso hace ya mucho tiempo, era probable que ahora mismo pudiese evolucionar esa habilidad. - Si no recuerdo mal, lo básico era hacer fluir un pulso constante de energía... Voy a probar a aumentar ese flujo, mientras sea constante debería de funcionar-. Concentrándome en el filo, incrementé la energía que enviaba. El tamaño del filo se alargó hasta alcanzar el metro de longitud. Me sorprendí bastante al ver que casi por instinto había conseguido duplicarlo sin mucho esfuerzo, o eso pensaba hasta que fui consciente de dos cosas. La primera era que aunque no gastase energía como tal (Ya que es un circuito cerrado que recorre mi cuerpo), era complicado mantener ese nuevo flujo y la segunda que al menos por ahora necesitaría concentrarme mucho hasta adaptarme.
Apenas podía mantener la técnicas unos cinco minutos sin perder la concentración, pero era tiempo suficiente para practicar. Sin contar con domarla a la perfección, era inútil si no me acostumbraba a su nuevo tamaño, al alcance y a sus nuevos límites. Antes de ponerme a practicar, necesitaba más espacio, aprovecharía para probar a Masamune, si, así fue como decidí bautizarla. Podía sentir que su poder de corte era mucho mayor, ahora podía clavar el filo en la madera sin mayor dificultad que como si de mantequilla se tratase. Aumentar la energía no solo aumentaba el tamaño si no también su potencia. -Tengo una semana para llegar hasta Kimura cortando árboles-. Ese sería el plan para dar por finalizado el entrenamiento, teniendo en cuenta que por ahora solo podía mantener activado Masamune cinco minutos y necesitaba unos veinte de descanso hasta poder volver a usarlo, el plazo de tiempo era muy ajustado si quería cumplir mi promesa con el pelirrojo.
No había ido a aquella isla para investigar la flora, pero si que me gustaría poder llevarme una muestra y examinarla detenidamente en Ennies Lobby con mas tiempo, el problema era extraerla sin verme afectado por los efectos nocivos de ésta. Ya pensaría en algún método a lo largo de la semana. Por ahora me limitaría a no dañar ninguna de estas flores a la vez que me adentraba en lo más profundo del bosque. El tiempo pasaba mientras seguía caminando, no sabría decir cuanto tiempo había pasado desde mi partida del campamento, pero cuanto más me adentraba los colores de las hojas iban cambiando. De pronto parecía como hubiera cambiado la estación en esa parte de la isla, el follaje adquiría un tono marrón que cada vez se hacía más rojizo hasta parecer que habían sido bañados en sangre. Me encantaba ese color.
Diría que habrían pasado ya como unas dos horas y media, solo había avanzado en línea recta, sabía que no había dado vueltas en círculos porque no volví a ver el color típico de las hojas de los árboles. Para mi sorpresa, una vez dentro de ese paraje otoñal, en el suelo parecían haber rastros de unas ruinas antiguas. Era probable que antaño hubiera aquí algún tipo de civilización aunque a día de hoy sería casi imposible habitar la isla, entre las criaturas y la flora... No me importaban demasiado las ruinas, a decir verdad solo buscaba un claro donde poder montar un segundo campamento donde vivir estos siete días. Poco había encontrado, ningún espacio era lo suficientemente grande como para poder entrenar. Opté por tomar un descanso, al estar rodeado de tanto árbol hacía que la humedad bajo estos fuese muy alta, vamos, que tenía los sobacos tan sudados que podría ahogar a una persona.
Luego de beber un poco de agua y dar un bocado, iba a volver a ponerme en marcha nuevamente cuando pensé que, si no podía adaptarme a ese medio, siempre podía adaptar el medio a mi. Una vez cruzado a la zona otoñal de la isla las flores tóxicas parecían escasear, eso me lo ponía más sencillo para "Hacer hueco". -Puede ser un buen momento para empezar a entrenar esa técnica-. Con una sacudida de brazo, utilicé lo que aprendí en el manual Aura de Filos para crear un filo de unos cuarenta centímetros. En el momento que hice mía la técnica apenas podía cortar hierro, pero de eso hace ya mucho tiempo, era probable que ahora mismo pudiese evolucionar esa habilidad. - Si no recuerdo mal, lo básico era hacer fluir un pulso constante de energía... Voy a probar a aumentar ese flujo, mientras sea constante debería de funcionar-. Concentrándome en el filo, incrementé la energía que enviaba. El tamaño del filo se alargó hasta alcanzar el metro de longitud. Me sorprendí bastante al ver que casi por instinto había conseguido duplicarlo sin mucho esfuerzo, o eso pensaba hasta que fui consciente de dos cosas. La primera era que aunque no gastase energía como tal (Ya que es un circuito cerrado que recorre mi cuerpo), era complicado mantener ese nuevo flujo y la segunda que al menos por ahora necesitaría concentrarme mucho hasta adaptarme.
Apenas podía mantener la técnicas unos cinco minutos sin perder la concentración, pero era tiempo suficiente para practicar. Sin contar con domarla a la perfección, era inútil si no me acostumbraba a su nuevo tamaño, al alcance y a sus nuevos límites. Antes de ponerme a practicar, necesitaba más espacio, aprovecharía para probar a Masamune, si, así fue como decidí bautizarla. Podía sentir que su poder de corte era mucho mayor, ahora podía clavar el filo en la madera sin mayor dificultad que como si de mantequilla se tratase. Aumentar la energía no solo aumentaba el tamaño si no también su potencia. -Tengo una semana para llegar hasta Kimura cortando árboles-. Ese sería el plan para dar por finalizado el entrenamiento, teniendo en cuenta que por ahora solo podía mantener activado Masamune cinco minutos y necesitaba unos veinte de descanso hasta poder volver a usarlo, el plazo de tiempo era muy ajustado si quería cumplir mi promesa con el pelirrojo.
Nocturne93
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Akuma no mi
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Noa no se demoró demasiado en desaparecer de allí, se armó con sus enseres, es decir, sus armas, y partió hacia la espesura del bosque, no sin antes bromear sobre mi alimentación. Siguiendo su consejo dudaba que acabase muy desnutrido, y más comiendo cada pocas horas. No obstante ese tiempo me venía de perlas, podría parar a concentrarme en mi técnica, comenzar a depurarla, habituar mi cuerpo al uso de la energía, exprimir mis habilidades y tratar de conseguir dominar aquella técnica.
Todavía tenía intriga en lo ocurrido, no sabía cómo diantres había logrado algo así, lo único que sabía es que me sentía arrinconado, quería acabar con aquellos estorbos lo antes posible, temía por lo que le pudiera ocurrir a Noa o a mis hombres, y lo di todo aún a pesar de mis propias energías, en las cuales ni siquiera pensé, tan solo liberé una gran cantidad de mi propia energía. No se realmente qué ocurrió, pero cuando alcé la vista, todas esas criaturas habían sucumbido, y se había abierto un claro en el bosque. La curiosidad, y ganas por saber qué diablos había ocurrido, hizo que comenzara a concentrar mi energía para llamar a mi compañero animal.
Rápidamente comenzó a materializarse mi fiel aliado. Poco a poco la energía comenzó a condensarse hasta formar una criatura con aspecto de lobo blanco, no obstante en esta ocasión tenía unas motas más oscurecidas recorriendo su cuerpo, además de un emblema extraño en su frente. Me aproximé a él y comencé a acariciarle. Como un fiel cachorro, el animal se acurrucó y recubió mis caricias agachando ligeramente la cabeza, como si supiera en su consciencia que quería examinar esa marca en la frente. Una especie de ojo rodeado de diversas marcas, en la zona inferior una especie de lágrima que se juntaba con el hocico del animal, por la zona superior algo similar a una corona con tres picos.
Comprendí que algo había cambiado en él, pero no entendí qué era. Me quedé acariciandole durante unos minutos, después comprendí que si quería hacer aquello, debía hacer algo similar a lo que se proponía Noa, debía aislarme para tener una perfecta concentración conmigo mismo, para no perder progresos y lograr así mi objetivo. Tenía poco tiempo, y debía aprovecharlo, pero antes debía asegurarme que mis hombres no tendrían ningún tipo de problema.
Me aproximé a uno de mis hombres, aquél con quien más confianza tenía, y le puse al cargo de todos los hombres. Era un marine con alta experiencia, un marinero con gran iniciativa propia y al cual pensaba recomendar para un ascenso, estaba seguro de que esa persona podría dar más de sí si tan solo se le permitiese una oportunidad para demostrar su talento. En alguna conversación con él, me reveló que tan solo le asignaban tareas sencillas y sin mayor importancia, como esto de acompañar a un alto cargo a un lugar para no hacer nada, y ese tipo de cosas le irritaban al no poder demostrar su valía como marine. Algo me decía que ese tipo podría ser un buen marine.
Le di ordenes claras y específicas, que no me interrumpiesen a menos que fuese estrictamente necesario, durante el día estaría entrenando en solitario en los bosques más próximos, por la mañana me llevaría los víveres necesarios para el día y regresaría por la noche para descansar y reabastecerme para el día siguiente. Cualquier problema que se presentase, no tendrían más que utilizar un DDM que les facilité y que conectaba directamente con otro que siempre llevaría encima. Confié en ese marine, y esperaba no equivocarme en esa decisión.
Decidido, y tras desearles buena suerte a mis hombres, marché hacia los bosques cercanos. Me alejé pero lo suficiente como para tener controlado el navío. Lo veía a la lejanía, pues no había gran espesura en los bosques de esa zona. Ya había pasado el mediodía, no quedaría mucho, pero si había algo que quería probar. Me senté y me concentré en amasar el doble de la energía que utilizaba con normalidad para liberar al lobo blanco. Tardé un buen rato en conseguir que esa cantidad de energía quedara estabilizada y preparada para poder descargarla a la vez, aproximadamente tardé como una media hora que se me hizo increíblemente eterna. Entonces abrí los ojos y liberé esa energía, tratando de conformar el aspecto de mi amigo.
El cuerpo comenzó a formarse, no obstante en esa ocasión observé algo extraño, sus patas eran el doble de oscuras, grandes y peludas. Un espeso pelaje recubría el cuerpo de este animal, más convertido en un huargo que en un simple lobo, una criatura con unas garras que realmente daba miedo verlas, su rostro era más fiero y los dientes que mostraban parecía que pudieran quebrar incluso una placa de acero. Apostaba que aquella que utilizamos Noa y yo para comprobar la evolución de nuestro Bushou la destrozaría de dos mordiscos.
Me levanté y me quedé observándolo. Aquel lobo era casi tan alto como yo, con el pelaje extra que tenía, incluso llegaba a ser más alto todavía. Miraba al frente, directamente a sus ojos, su mirada era desafiante, como si fuera una criatura llena de odio y furia. No obstante di un paso hacia él y éste se quedó quieto, sin hacer nada. Me planté justamente frente a él y éste a fin de cuentas no dejaba de ser mi viejo amigo. Su aspecto había cambiado, su fuerza también, lo descubrí cuando empujó su cabeza contra mí y casi me tira al suelo, no obstante el ser del animal sigue siendo el mismo, y su apego continúa igual. Le acaricié y me quedé mirándole. El emblema de su frente había sido modificado. Del ojo ahora no caía una lágrima, era una marga menos definida, y lo que antes había tres picos hacia arriba, ahora había dos, pero caían también hacia abajo. La lágrima se había convertido en un tercer pico, y el ojo se apreciaba más cerrado que en su forma más dócil (aparentemente).
Mientras me quedaba pensando y analizando todo, el lobo desapareció. Al parecer al utilizar más energía para la canalización del animal, este es más poderoso, pero su poder se disipa con mayor rapidez, haciendo que desaparezca más pronto que antes. Me sentí bastante cansado, cogí la bolsa de provisiones y comí algo para recuperar las fuerzas. Aquella bestia sin duda era poderosa, pero ni por asomo era capaz de hacer aquello que vi. ¿Tanto poder utilicé en aquella ocasión? Ahora estoy cansado, y tan solo he sacado a este lobo, no quería ni imaginar cuanto tendría que lograr canalizar para lograr sacar algo más poderoso aún.
Aquella noche me volví pronto, el hombre al mando me informó de la situación, diez minutos para decirme que no había pasado nada transcendental. Le insistí en que se relajase, no tenía por qué tomarse todo esto tan en serio, tan solo debía asegurar la integridad del grupo, y si no ocurría nada no era necesario hacer un informe verbal tan largo. No tardó en disculparse, obviamente con todas las formalidades del mundo, le recordé que aquello no era necesario, que podía tratarme como a un igual, que lo único que marcaba la diferencia entre un rango y otro eran las obligaciones, pero eso no debía de significar que te mereciesen un mayor respeto o que se cagasen en los pantalones tan solo por verte. Al menos ese era mi punto de vista para con mis hombres. Aunque también hay diferencia en cuanto al poder de combate.
Los dos días siguientes transcurrieron muy lentos en mi mente, todo el santo día canalizando grandes cantidades de energía, tratando de aumentar el flujo de mi propio cuerpo, lograba invocar a mi compañero cada vez más rápido, el avance era rápido, más de lo que me esperaba, estar todo el día concentrado en lo mismo hacía lo suyo, y aquello era ya algo rutinario, mi cuerpo se había acostumbrado al fluir de la energía por mi cuerpo gracias al intenso entrenamiento del haki, y esto no me costó demasiado. No obstante había algo que no lograba, y era sacar algo más poderoso. Estaba completamente convencido de que este lobo más grande no habría sido capaz de causar ese destrozo en el bosque.
Decidí sobrellevar la energía por encima de mis límites actuales. Tenía que lograrlo, el tiempo se me echaba encima y no podía conseguirlo. Comencé a frustrarme, acumulé el doble de la energía necesaria para sacar a Huargo, pues así decidí llamar al lobo de mayor tamaño, cerré los ojos y me concentré a más no poder. Traté de recordar la sensación que tuve aquellos días atrás mientras me enfrentaba a esos seres con hocico porcino. Comencé a sentirme nervioso, a la vez que sentí algo de furia. Esas criaturas realmente nos habían provocado muchos problemas, y no estaba dispuesto a permitirles cogernos de sorpresa una vez más. Cuando quise darme cuenta estaba liberando toda esa energía, y lo que vi al abrir los ojos me dejó patidifuso.
No creía lo que estaba viendo yo mismo. Lo que debía ser mi lobo, ahora era una criatura que no podía ser definida a partir de ningún tipo de animal. Estaba a cuatro patas, tenía el porte del lobo. Su pelaje ahora parecía haber desaparecido y convertido en una piel de una tonalidad realmente oscura. La marca de la frente se había convertido en una especie de gema que se ramificaba hacia la parte posterior de su cabeza. El rostro tenía unos cuernos enormes y un hocico como aquellos seres. Se podía observar una furia inmensa en él, bufaba como un toro enfurecido por el hocico, exhalando una pequeña cantidad de vaho que se tornaba visible y levantaba el polvo del terreno. No obstante, lo más destacado de todo aquello era su tamaño, de alto era el doble que yo, sobrepasaba los tres metros, y la longitud era en proporción. No pude ni levantarme, tan solo me quedé boquiabierto y comencé a jadear.
Apenas unos instantes después, esa bestia desapareció, aunque pude ver sus ojos clavados directamente en mis pupilas, y un escalofrío recorrió mi espalda, señal del pánico que había sentido durante unos instantes. Me sentía bastante cansado, un poco más que cuando hacía dos días había invocado al huargo. Ahora ya sabía lo que debía de hacer.
Lo único que no entendía era el motivo por el cual ahora mi viejo amigo había salido con esa apariencia. Al parecer el haber liberado su poder con el reflejo de aquellos seres me habían provocado, inconscientemente, que tomara esa forma. Sufrió una metamorfosis provocada por aquellas criaturas que nos habían atacado. Ellos mismos habían hecho evolucionar al lobo y le habían ayudado a conseguir un poder que realmente temía en estos instantes.
Ese día todavía no había terminado, de modo que recuperé fuerzas, comí algo y volví a mi entrenamiento. En esta ocasión ya estaba más relajado, sabía lo que necesitaba para conseguir mi objetivo, ahora tan solo necesitaba concentración. Es si, nunca pensé que echaría de menos a Noa, la comida no es la misma sin él, pero no quedaba otro remedio, por lo menos tampoco era ninguna bazofia. El cocinero que traje conmigo de entre la tripulación, se encargaba de prepararme algunos alimentos que durasen para el día siguiente.
Por fortuna para mi propio entrenamiento, los días pasaron y no hubo ninguna complicación. Mi cuerpo se iba habituando al gran uso de la energía y cada vez me costaba menos amasar la gran cantidad de energía necesaria para invocar a aquella bestia, no obstante no liberaba esa energía, la amasaba, la concentraba y la estabilizaba, no obstante liberarla podría suponerme un gasto importante de energía, y dudaba poder hacerlo varias veces al día, por lo que tras hacer todo eso, la repartía por todo el cuerpo y la dejaba fluir, dejándola ir de nuevo por mi flujo para después volver a comenzar de cero. Era un entrenamiento más duro de lo que parecía, pero era la única forma que había encontrado para ello.
Todavía tenía intriga en lo ocurrido, no sabía cómo diantres había logrado algo así, lo único que sabía es que me sentía arrinconado, quería acabar con aquellos estorbos lo antes posible, temía por lo que le pudiera ocurrir a Noa o a mis hombres, y lo di todo aún a pesar de mis propias energías, en las cuales ni siquiera pensé, tan solo liberé una gran cantidad de mi propia energía. No se realmente qué ocurrió, pero cuando alcé la vista, todas esas criaturas habían sucumbido, y se había abierto un claro en el bosque. La curiosidad, y ganas por saber qué diablos había ocurrido, hizo que comenzara a concentrar mi energía para llamar a mi compañero animal.
Rápidamente comenzó a materializarse mi fiel aliado. Poco a poco la energía comenzó a condensarse hasta formar una criatura con aspecto de lobo blanco, no obstante en esta ocasión tenía unas motas más oscurecidas recorriendo su cuerpo, además de un emblema extraño en su frente. Me aproximé a él y comencé a acariciarle. Como un fiel cachorro, el animal se acurrucó y recubió mis caricias agachando ligeramente la cabeza, como si supiera en su consciencia que quería examinar esa marca en la frente. Una especie de ojo rodeado de diversas marcas, en la zona inferior una especie de lágrima que se juntaba con el hocico del animal, por la zona superior algo similar a una corona con tres picos.
- marca:
- lobo:
Comprendí que algo había cambiado en él, pero no entendí qué era. Me quedé acariciandole durante unos minutos, después comprendí que si quería hacer aquello, debía hacer algo similar a lo que se proponía Noa, debía aislarme para tener una perfecta concentración conmigo mismo, para no perder progresos y lograr así mi objetivo. Tenía poco tiempo, y debía aprovecharlo, pero antes debía asegurarme que mis hombres no tendrían ningún tipo de problema.
Me aproximé a uno de mis hombres, aquél con quien más confianza tenía, y le puse al cargo de todos los hombres. Era un marine con alta experiencia, un marinero con gran iniciativa propia y al cual pensaba recomendar para un ascenso, estaba seguro de que esa persona podría dar más de sí si tan solo se le permitiese una oportunidad para demostrar su talento. En alguna conversación con él, me reveló que tan solo le asignaban tareas sencillas y sin mayor importancia, como esto de acompañar a un alto cargo a un lugar para no hacer nada, y ese tipo de cosas le irritaban al no poder demostrar su valía como marine. Algo me decía que ese tipo podría ser un buen marine.
Le di ordenes claras y específicas, que no me interrumpiesen a menos que fuese estrictamente necesario, durante el día estaría entrenando en solitario en los bosques más próximos, por la mañana me llevaría los víveres necesarios para el día y regresaría por la noche para descansar y reabastecerme para el día siguiente. Cualquier problema que se presentase, no tendrían más que utilizar un DDM que les facilité y que conectaba directamente con otro que siempre llevaría encima. Confié en ese marine, y esperaba no equivocarme en esa decisión.
Decidido, y tras desearles buena suerte a mis hombres, marché hacia los bosques cercanos. Me alejé pero lo suficiente como para tener controlado el navío. Lo veía a la lejanía, pues no había gran espesura en los bosques de esa zona. Ya había pasado el mediodía, no quedaría mucho, pero si había algo que quería probar. Me senté y me concentré en amasar el doble de la energía que utilizaba con normalidad para liberar al lobo blanco. Tardé un buen rato en conseguir que esa cantidad de energía quedara estabilizada y preparada para poder descargarla a la vez, aproximadamente tardé como una media hora que se me hizo increíblemente eterna. Entonces abrí los ojos y liberé esa energía, tratando de conformar el aspecto de mi amigo.
El cuerpo comenzó a formarse, no obstante en esa ocasión observé algo extraño, sus patas eran el doble de oscuras, grandes y peludas. Un espeso pelaje recubría el cuerpo de este animal, más convertido en un huargo que en un simple lobo, una criatura con unas garras que realmente daba miedo verlas, su rostro era más fiero y los dientes que mostraban parecía que pudieran quebrar incluso una placa de acero. Apostaba que aquella que utilizamos Noa y yo para comprobar la evolución de nuestro Bushou la destrozaría de dos mordiscos.
Me levanté y me quedé observándolo. Aquel lobo era casi tan alto como yo, con el pelaje extra que tenía, incluso llegaba a ser más alto todavía. Miraba al frente, directamente a sus ojos, su mirada era desafiante, como si fuera una criatura llena de odio y furia. No obstante di un paso hacia él y éste se quedó quieto, sin hacer nada. Me planté justamente frente a él y éste a fin de cuentas no dejaba de ser mi viejo amigo. Su aspecto había cambiado, su fuerza también, lo descubrí cuando empujó su cabeza contra mí y casi me tira al suelo, no obstante el ser del animal sigue siendo el mismo, y su apego continúa igual. Le acaricié y me quedé mirándole. El emblema de su frente había sido modificado. Del ojo ahora no caía una lágrima, era una marga menos definida, y lo que antes había tres picos hacia arriba, ahora había dos, pero caían también hacia abajo. La lágrima se había convertido en un tercer pico, y el ojo se apreciaba más cerrado que en su forma más dócil (aparentemente).
- Marca:
- Lobo Huargo:
- Este pero sin jinete
Mientras me quedaba pensando y analizando todo, el lobo desapareció. Al parecer al utilizar más energía para la canalización del animal, este es más poderoso, pero su poder se disipa con mayor rapidez, haciendo que desaparezca más pronto que antes. Me sentí bastante cansado, cogí la bolsa de provisiones y comí algo para recuperar las fuerzas. Aquella bestia sin duda era poderosa, pero ni por asomo era capaz de hacer aquello que vi. ¿Tanto poder utilicé en aquella ocasión? Ahora estoy cansado, y tan solo he sacado a este lobo, no quería ni imaginar cuanto tendría que lograr canalizar para lograr sacar algo más poderoso aún.
Aquella noche me volví pronto, el hombre al mando me informó de la situación, diez minutos para decirme que no había pasado nada transcendental. Le insistí en que se relajase, no tenía por qué tomarse todo esto tan en serio, tan solo debía asegurar la integridad del grupo, y si no ocurría nada no era necesario hacer un informe verbal tan largo. No tardó en disculparse, obviamente con todas las formalidades del mundo, le recordé que aquello no era necesario, que podía tratarme como a un igual, que lo único que marcaba la diferencia entre un rango y otro eran las obligaciones, pero eso no debía de significar que te mereciesen un mayor respeto o que se cagasen en los pantalones tan solo por verte. Al menos ese era mi punto de vista para con mis hombres. Aunque también hay diferencia en cuanto al poder de combate.
Los dos días siguientes transcurrieron muy lentos en mi mente, todo el santo día canalizando grandes cantidades de energía, tratando de aumentar el flujo de mi propio cuerpo, lograba invocar a mi compañero cada vez más rápido, el avance era rápido, más de lo que me esperaba, estar todo el día concentrado en lo mismo hacía lo suyo, y aquello era ya algo rutinario, mi cuerpo se había acostumbrado al fluir de la energía por mi cuerpo gracias al intenso entrenamiento del haki, y esto no me costó demasiado. No obstante había algo que no lograba, y era sacar algo más poderoso. Estaba completamente convencido de que este lobo más grande no habría sido capaz de causar ese destrozo en el bosque.
Decidí sobrellevar la energía por encima de mis límites actuales. Tenía que lograrlo, el tiempo se me echaba encima y no podía conseguirlo. Comencé a frustrarme, acumulé el doble de la energía necesaria para sacar a Huargo, pues así decidí llamar al lobo de mayor tamaño, cerré los ojos y me concentré a más no poder. Traté de recordar la sensación que tuve aquellos días atrás mientras me enfrentaba a esos seres con hocico porcino. Comencé a sentirme nervioso, a la vez que sentí algo de furia. Esas criaturas realmente nos habían provocado muchos problemas, y no estaba dispuesto a permitirles cogernos de sorpresa una vez más. Cuando quise darme cuenta estaba liberando toda esa energía, y lo que vi al abrir los ojos me dejó patidifuso.
No creía lo que estaba viendo yo mismo. Lo que debía ser mi lobo, ahora era una criatura que no podía ser definida a partir de ningún tipo de animal. Estaba a cuatro patas, tenía el porte del lobo. Su pelaje ahora parecía haber desaparecido y convertido en una piel de una tonalidad realmente oscura. La marca de la frente se había convertido en una especie de gema que se ramificaba hacia la parte posterior de su cabeza. El rostro tenía unos cuernos enormes y un hocico como aquellos seres. Se podía observar una furia inmensa en él, bufaba como un toro enfurecido por el hocico, exhalando una pequeña cantidad de vaho que se tornaba visible y levantaba el polvo del terreno. No obstante, lo más destacado de todo aquello era su tamaño, de alto era el doble que yo, sobrepasaba los tres metros, y la longitud era en proporción. No pude ni levantarme, tan solo me quedé boquiabierto y comencé a jadear.
- Gran bestia:
Apenas unos instantes después, esa bestia desapareció, aunque pude ver sus ojos clavados directamente en mis pupilas, y un escalofrío recorrió mi espalda, señal del pánico que había sentido durante unos instantes. Me sentía bastante cansado, un poco más que cuando hacía dos días había invocado al huargo. Ahora ya sabía lo que debía de hacer.
Lo único que no entendía era el motivo por el cual ahora mi viejo amigo había salido con esa apariencia. Al parecer el haber liberado su poder con el reflejo de aquellos seres me habían provocado, inconscientemente, que tomara esa forma. Sufrió una metamorfosis provocada por aquellas criaturas que nos habían atacado. Ellos mismos habían hecho evolucionar al lobo y le habían ayudado a conseguir un poder que realmente temía en estos instantes.
Ese día todavía no había terminado, de modo que recuperé fuerzas, comí algo y volví a mi entrenamiento. En esta ocasión ya estaba más relajado, sabía lo que necesitaba para conseguir mi objetivo, ahora tan solo necesitaba concentración. Es si, nunca pensé que echaría de menos a Noa, la comida no es la misma sin él, pero no quedaba otro remedio, por lo menos tampoco era ninguna bazofia. El cocinero que traje conmigo de entre la tripulación, se encargaba de prepararme algunos alimentos que durasen para el día siguiente.
Por fortuna para mi propio entrenamiento, los días pasaron y no hubo ninguna complicación. Mi cuerpo se iba habituando al gran uso de la energía y cada vez me costaba menos amasar la gran cantidad de energía necesaria para invocar a aquella bestia, no obstante no liberaba esa energía, la amasaba, la concentraba y la estabilizaba, no obstante liberarla podría suponerme un gasto importante de energía, y dudaba poder hacerlo varias veces al día, por lo que tras hacer todo eso, la repartía por todo el cuerpo y la dejaba fluir, dejándola ir de nuevo por mi flujo para después volver a comenzar de cero. Era un entrenamiento más duro de lo que parecía, pero era la única forma que había encontrado para ello.
Kasan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Si existe la reencarnación, en mi próxima vida quisiera ser leñador. No se si era mi estúpido afán por destrozarlo todo pero era jodidamente divertido ver como los árboles caían al suelo gracias a Masamune. Por mucho que no pudiera mantener la técnica activada tanto tiempo como me gustaría, escuchar el estruendo a mi alrededor cuando los troncos golpeaban el suelo hacía que intentase forzarme más en desarrollar esa nueva habilidad. El tiempo pasaba y poco a poco iba avanzando. El primer día por mucho que me lo pasase como un niño pequeño, lo cierto era que acabé destrozado por el esfuerzo, necesitaba seguir acostumbrándome a esa situación de estrés. No era complicado utilizarla, lo difícil era perfeccionar su uso. La primera noche fuera del campamento fue bastante solitaria la verdad, pasé la noche en lo alto de uno de los árboles, no quería que las alimañas de la noche me asaltasen. Allí en lo alto cené para más tarde dormir, la temperatura de la isla hacía bastante confortable dormir a la intemperie.
Los dos días siguientes se asemejaron al primero con un par de diferencias, el tiempo que podía mantener Masamune había aumentado hasta casi los quince minutos mientras que el descanso se redujo a unos diez minutos. No podía decir que la había dominado hasta probarla en una batalla real pero ahí estaban las pruebas y los hechos que demostraban que ese entrenamiento estaba casi completado. Ahora solo quedaba terminar de salir de la espesura del bosque volviendo así al campamento. La tercera noche estaba de celebración, una fiesta sin invitados pero oye, no se puede tener todo. Lo cierto era que me había sido sencillo, tanto que quise darle una vuelta de tuerca más al entrenamiento. El filo emergía de mi mano porque era donde concentraba el flujo de energía, ¿Que pasaría si en vez de en la mano lo hiciera... No se, en un pie?. Que asco daba cuestionarlo todo en esta vida, bien dice el dicho que "La curiosidad mató al gato", pero a este gato le gustaba demasiado tentar a la suerte. De noche, sentado en una rama, puse a prueba esta teoría, traté de enfocar los avances de estos tres días en distintas zonas del cuerpo, primero en los pies, luego en los codos, en las rodillas... En todos los lugares del cuerpo donde podría tener utilidad hacer crecer un filo. Tanto utilizar esa base había hecho que florecer esa energía por mi cuerpo fuera como un juego de niños.
Ya era el cuarto día, con el descubrimiento de poder crear filos desde cualquier parte del cuerpo, intenté seguir talando árboles haciendo uso de las distintas partes del cuerpo. Sobre todo los pies, gracias al arco que describía al lanzar las patadas los árboles caían de dos en dos y algunas veces si estaban muy juntos, de tres en tres. Gracias a eso descubrí una nueva forma de combatir utilizando esta técnica de crear filos por todo mi cuerpo. Hacía tiempo que consideraba mi propio cuerpo como mi arma, pero ahora todavía más. Este tiempo con Hayate había sido todo un lujo, gracias a él había avanzado de sobre manera en cuanto a campo de batalla se refiere, tanto la increíble mejora con el Haki armadura como esta motivación a llevar al límite la habilidad filosa, le debo mucho más al pelirrojo de lo que él se pueda llegar a imaginar.
Los días seguían pasando y ya para el sexto día era capaz de controlar el flujo de energía a la perfección, no solo eso si no que se me ocurrían mil variaciones más para ese poder, si no fuera porque solo me quedaba un día para volver me habría quedado allí algún tiempo para seguir perfeccionando su uso, pero lo primero era cumplir la promesa que tenía con el marine. Seguía derrumbando árbol tras árbol, algunos con los filos de las manos, otros con los pies, alguno que otro con los codos... De vez en cuando me daba la vuelta comprobando el nuevo camino que había hecho a mi paso. Por un lado me sentía algo mal, al fin y al cabo el bosque no tenía culpa de mi entrenamiento, pero por otro estaba muy orgulloso de lo que había conseguido.
Por fin había llegado el último día, era cuestión de minutos que apareciese por el campamento, había pasado mucho tiempo sin hablar con nadie y ya tenía ganas de poner a Kim al día de mis avances, casi parecía un niño aguardando a contarle a su madre lo que había hecho en el colegio ese día. Al fin, entre la espesura, el claro del campamento se dejaba entrever, eso significaba que solo quedaban diez árboles para completar esta aventura. Creé un filo en cada mano y eché a correr en línea recta mientras a mi paso segaba uno tras otro la vegetación que se interponía en mi camino. Ya por fin, tras cortar el último, la luz que se adentraba al camino me cegó durante unos segundos, varios parpadeos más tarde, se alzaba ante mí una bestia que jamás en la vida habría imaginado que existiese.
Esa criatura cuadrúpeda tenía vagos rasgos de distintos animales, por un lado tenía un cuerpo más bien parecido al de un cánido pero del tamaño de una casa, sin embargo, los rasgos faciales eran muy parecidos a los de los seres que días atrás nos habían asaltado. Algo dentro de mi se revolvió, de pronto, a modo de flashback recordé los sucesos de nuestro primer enfrentamiento con ellos. No quería que esa situación volviese a darse jamás, ver sufrir a un amigo así como estar al borde de la muerte. -¡¡Jamás!!-. Dije a la vez que arremetí de frente contra lo que fuese aquello. Dí un enorme salto con intención de abatir a la criatura, en ese momento, no se si producto de la adrenalina o que fue lo que ocurrió, pero de manera totalmente inconsciente, aumenté el flujo de energía que estaba aplicando en el filo, estaba totalmente descontrolada, como producto de esto, apareció un filo en mi mano del mismo tamaño que la bestia, el filo no era como los que había formado hasta el momento, al ser en un momento de rabia, tenía forma difuminada. De manera automática, había activado también el Haki armadura, dándole al filo el aspecto de una hoja hecha de puras tinieblas de color azabache.
Lancé una tremenda estocada, tenía la total certeza de que lo partiría en dos. Pero para mi sorpresa, aquella criatura que parecía salida del peor de los libros de pesadillas, desapareció. Sin dejar rastro alguno y dejándome totalmente perplejo, mi cuerpo colapsó. De manera instantánea, tanto el filo como el Haki desaparecieron. Caí al suelo de bruces donde en apenas segundos, Hayate se acercó a mi junto con un grupo de marines para ayudarme. - ¡Noa maldito! ¿Que has traído contigo?-. Gritó el pelirrojo, no tenía ni idea de a que se estaba refiriendo, mientras los marines me llevaban en volandas hasta el barco, giré la cabeza para ver que ocurría. Ahí fue cuando me di cuenta del tremendo error que había cometido.
Al haber talado su hábitat, los seres que poblaban la isla habían estado siguiéndome hasta el campamento para cobrarse su venganza. Habían tantos que era incapaz de hacer el recuento de ellos. Los marines me dejaron en el suelo y se apresuraron a zarpar antes de que nos alcanzasen. Arrastrándome haciendo uso de mis últimas fuerzas, me asomé por estribor donde pude verlos lanzándonos todo tipo de piedras, ramas y trozos de los árboles talados. Por suerte para nosotros, Kimura había sido capaz de prever esto con la suficiente antelación para partir sin que nos alcanzasen. - Perdona Hayate, no me he dado cuenta de que me seguían. He sido estúpido y he puesto a la tripulación en peligro-. Le dije con arrepentimiento. No podía huir de su reprimenda, el cansancio acumulado junto a ese último esfuerzo me habían dejado totalmente agotado. Luego de que Hayate se desahogase conmigo, me dirigí a él. - Vayamos a descansar, creo que tienes cosas que contarme, como qué era esa bestia que desapareció, aunque igual quieres mantenerla en secreto para la próxima vez que nos encontremos-. Tras aquellas últimas palabras concluyó nuestro periplo por esa desconocida isla a la que no pensaba volver en una larga temporada.
Los dos días siguientes se asemejaron al primero con un par de diferencias, el tiempo que podía mantener Masamune había aumentado hasta casi los quince minutos mientras que el descanso se redujo a unos diez minutos. No podía decir que la había dominado hasta probarla en una batalla real pero ahí estaban las pruebas y los hechos que demostraban que ese entrenamiento estaba casi completado. Ahora solo quedaba terminar de salir de la espesura del bosque volviendo así al campamento. La tercera noche estaba de celebración, una fiesta sin invitados pero oye, no se puede tener todo. Lo cierto era que me había sido sencillo, tanto que quise darle una vuelta de tuerca más al entrenamiento. El filo emergía de mi mano porque era donde concentraba el flujo de energía, ¿Que pasaría si en vez de en la mano lo hiciera... No se, en un pie?. Que asco daba cuestionarlo todo en esta vida, bien dice el dicho que "La curiosidad mató al gato", pero a este gato le gustaba demasiado tentar a la suerte. De noche, sentado en una rama, puse a prueba esta teoría, traté de enfocar los avances de estos tres días en distintas zonas del cuerpo, primero en los pies, luego en los codos, en las rodillas... En todos los lugares del cuerpo donde podría tener utilidad hacer crecer un filo. Tanto utilizar esa base había hecho que florecer esa energía por mi cuerpo fuera como un juego de niños.
Ya era el cuarto día, con el descubrimiento de poder crear filos desde cualquier parte del cuerpo, intenté seguir talando árboles haciendo uso de las distintas partes del cuerpo. Sobre todo los pies, gracias al arco que describía al lanzar las patadas los árboles caían de dos en dos y algunas veces si estaban muy juntos, de tres en tres. Gracias a eso descubrí una nueva forma de combatir utilizando esta técnica de crear filos por todo mi cuerpo. Hacía tiempo que consideraba mi propio cuerpo como mi arma, pero ahora todavía más. Este tiempo con Hayate había sido todo un lujo, gracias a él había avanzado de sobre manera en cuanto a campo de batalla se refiere, tanto la increíble mejora con el Haki armadura como esta motivación a llevar al límite la habilidad filosa, le debo mucho más al pelirrojo de lo que él se pueda llegar a imaginar.
Los días seguían pasando y ya para el sexto día era capaz de controlar el flujo de energía a la perfección, no solo eso si no que se me ocurrían mil variaciones más para ese poder, si no fuera porque solo me quedaba un día para volver me habría quedado allí algún tiempo para seguir perfeccionando su uso, pero lo primero era cumplir la promesa que tenía con el marine. Seguía derrumbando árbol tras árbol, algunos con los filos de las manos, otros con los pies, alguno que otro con los codos... De vez en cuando me daba la vuelta comprobando el nuevo camino que había hecho a mi paso. Por un lado me sentía algo mal, al fin y al cabo el bosque no tenía culpa de mi entrenamiento, pero por otro estaba muy orgulloso de lo que había conseguido.
Por fin había llegado el último día, era cuestión de minutos que apareciese por el campamento, había pasado mucho tiempo sin hablar con nadie y ya tenía ganas de poner a Kim al día de mis avances, casi parecía un niño aguardando a contarle a su madre lo que había hecho en el colegio ese día. Al fin, entre la espesura, el claro del campamento se dejaba entrever, eso significaba que solo quedaban diez árboles para completar esta aventura. Creé un filo en cada mano y eché a correr en línea recta mientras a mi paso segaba uno tras otro la vegetación que se interponía en mi camino. Ya por fin, tras cortar el último, la luz que se adentraba al camino me cegó durante unos segundos, varios parpadeos más tarde, se alzaba ante mí una bestia que jamás en la vida habría imaginado que existiese.
Esa criatura cuadrúpeda tenía vagos rasgos de distintos animales, por un lado tenía un cuerpo más bien parecido al de un cánido pero del tamaño de una casa, sin embargo, los rasgos faciales eran muy parecidos a los de los seres que días atrás nos habían asaltado. Algo dentro de mi se revolvió, de pronto, a modo de flashback recordé los sucesos de nuestro primer enfrentamiento con ellos. No quería que esa situación volviese a darse jamás, ver sufrir a un amigo así como estar al borde de la muerte. -¡¡Jamás!!-. Dije a la vez que arremetí de frente contra lo que fuese aquello. Dí un enorme salto con intención de abatir a la criatura, en ese momento, no se si producto de la adrenalina o que fue lo que ocurrió, pero de manera totalmente inconsciente, aumenté el flujo de energía que estaba aplicando en el filo, estaba totalmente descontrolada, como producto de esto, apareció un filo en mi mano del mismo tamaño que la bestia, el filo no era como los que había formado hasta el momento, al ser en un momento de rabia, tenía forma difuminada. De manera automática, había activado también el Haki armadura, dándole al filo el aspecto de una hoja hecha de puras tinieblas de color azabache.
Lancé una tremenda estocada, tenía la total certeza de que lo partiría en dos. Pero para mi sorpresa, aquella criatura que parecía salida del peor de los libros de pesadillas, desapareció. Sin dejar rastro alguno y dejándome totalmente perplejo, mi cuerpo colapsó. De manera instantánea, tanto el filo como el Haki desaparecieron. Caí al suelo de bruces donde en apenas segundos, Hayate se acercó a mi junto con un grupo de marines para ayudarme. - ¡Noa maldito! ¿Que has traído contigo?-. Gritó el pelirrojo, no tenía ni idea de a que se estaba refiriendo, mientras los marines me llevaban en volandas hasta el barco, giré la cabeza para ver que ocurría. Ahí fue cuando me di cuenta del tremendo error que había cometido.
Al haber talado su hábitat, los seres que poblaban la isla habían estado siguiéndome hasta el campamento para cobrarse su venganza. Habían tantos que era incapaz de hacer el recuento de ellos. Los marines me dejaron en el suelo y se apresuraron a zarpar antes de que nos alcanzasen. Arrastrándome haciendo uso de mis últimas fuerzas, me asomé por estribor donde pude verlos lanzándonos todo tipo de piedras, ramas y trozos de los árboles talados. Por suerte para nosotros, Kimura había sido capaz de prever esto con la suficiente antelación para partir sin que nos alcanzasen. - Perdona Hayate, no me he dado cuenta de que me seguían. He sido estúpido y he puesto a la tripulación en peligro-. Le dije con arrepentimiento. No podía huir de su reprimenda, el cansancio acumulado junto a ese último esfuerzo me habían dejado totalmente agotado. Luego de que Hayate se desahogase conmigo, me dirigí a él. - Vayamos a descansar, creo que tienes cosas que contarme, como qué era esa bestia que desapareció, aunque igual quieres mantenerla en secreto para la próxima vez que nos encontremos-. Tras aquellas últimas palabras concluyó nuestro periplo por esa desconocida isla a la que no pensaba volver en una larga temporada.
Nocturne93
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Era el cuarto día desde que Noa había partido, llegaba casi el mediodía, y estaba completamente agotado. La canalización de tales cantidades de energía resultaba agotador, y de liberarla cada vez que la estabilizaba dentro de mí estaría ya sin poder mover un solo músculo, completamente agotado y falto de mis propias energías. Era un entrenamiento más peligroso de lo que parecía, no tenía más que despistarme un momento para que esa energía fuera liberada, lo cual me dejaría bastante agotado, puesto que todavía no controlaba del todo tal gasto de poder de un solo golpe.
El resto del día estuve haciendo lo mismo, obviamente tras descansar un poco y comer un plato bastante pobre, pero suficiente como para recuperar mis energías perdidas y volver a la carga con la maldita canalización. Al final del día acabé realizando esa canalización tal cantidad de ocasiones que perdí la cuenta, aunque realmente nunca la llevé desde el principio.
Amaneció el quinto día. Desde el barco, el hombre destinado en el carajo, el puesto del vigía, avisaba día tras día de movimientos extraños en el bosque, incluso de la caída de árboles por las zonas lejanas de la isla. No obstante cada vez se aproximaban más hacia nosotros. Yo en seguida pensé que se trataría de Noa, por lo que no le di muchas vueltas de tuerca al asunto, desde el primer día que le conocí, me di cuenta de que parecía ser una persona a la cual le gustaba destruir cosas, de no haber logrado apartarme, habría tenido la misma suerte que aquél edificio en ruinas que cayó convertido en escombros. Todavía sentía escalofríos sobre ese golpe.
Durante ese día y el próximo, noté un gran avance, hasta el punto que el sexto día me di cuenta que era capaz de manipular toda esa cantidad de energía en tiempo récord, lo suficiente para poder emplearlo finalmente en mitad de un combate. Aunque cabe destacar que todo el entrenamiento que hice con el haki, también influyó en este, sin darme cuenta, estuve entrenando mi cuerpo para esta propia técnica durante todo el tiempo que entrené el bushou junto al agente del gobierno. Aunque bien pensado, ese entrenamiento me serviría para cualquier tipo de técnica que utilizase mi propia energía, lo cual era la gran mayoría de mis habilidades.
Amaneció el séptimo día, este era el día en el cual se suponía que vendría Noa, y viendo la destrucción de árboles desde el punto más alto del barco, tenía pinta de llegar hoy. Era el día de comprobar cuanto había logrado avanzar mi técnica. Aunque mi cuerpo había estado prepandose durante todo el tiempo que estuvimos aquí, la técnica la estaba enfocando esa última semana, y tenía curiosidad por ver como había logrado evolucionar. Era el momento de poner las cartas sobre la mesa y darlo todo.
Me planté en el mismo lugar de siempre, durante toda la mañana continué con el entrenamiento de siempre, pero tras coger fuerzas decidí poner dicha técnica en práctica. Cometí el error de decirlo la noche anterior, y aunque pocos fueron los que me escucharon, se corrió la voz, y cuando estaba preparándome, poco importó que estuviese alejado, algunos mirones llegaron. Se trataban de esconder, pero no fueron capaces de evitar que me diese cuenta de su presencia, aunque les ignoré haciendoles creer que no me había dado cuenta.
Canalicé mi energía, casi por última vez. Entonces la liberé, haciendo salir aquella gran bestia sin posible descripción aparente, la cual comenzó a arramblar contra los árboles cercanos, dejando un rastro de destrucción donde todo se había convertido en astillas y polvo. La criatura desapareció, en cuanto se aleja lo suficiente de mí, pierdo el control ante tal cantidad de poder y se desvanece. Lo hice una vez más, ahora necesitaba forzar mi cuerpo, lo había acostumbrado a la canalización de energía, pero no al gran gasto que eso conllevaba, era consciente que en combate real no podría utilizar esto mucho, sería prácticamente imposible de no entrenarlo más.
En cuanto lo lancé por tercera vez, la destrucción era tal que pensé que tendría que marcharme de allí y ponerme en otro lugar, pero ya era suficiente entrenamiento. De pronto, algo ocurrió, algo que no había pasado hasta ahora. Sonó el DDM que le había dejado al hombre al cargo en el barco. Me quedé extrañado, pero respondí al instante.
-Al habla Kimura.
-Señor, debe volver rápidamente al campamento y al barco -su voz se notaba algo quebrada y desesperada.
-¿Cuál es el problema?
-¡Han vuelto, están viniendo esas criaturas de la otra vez!
¡No! El campamento estaba en peligro, Noa todavía no había vuelto, y para colmo había cometido el error de utilizar esta técnica varias veces seguidas, no sabía cuánto podría hacer más, pero tendría que aguantar hasta que Noa regresase. No pensaba dejarle tirado allí. Rápidamente guardé el DDM, avisé a los hombres que había cerca, los cuales se asombraron un poco al darse cuenta que sabía que estaban ahí, y nos pusimos en marcha rauda y veloz. Activé mi haki de observación en el camino, preparándome para lo peor.
Cuando llegamos pude ver que todavía no había un ataque directo, me calmó a la vez que me enfureció. ¿Por qué me habían avisado para algo así? Comenzaba a atardecer, el día pronto llegaría a su fin, y Noa todavía sin aparecer. Entonces fue cuando me explicaron el motivo de mi urgente llamada.
Al parecer, el hombre vigía había estado vigilando los claros que Noa había ido abriendo con el catalejo, y por ellos había logrado divisar movimientos extraños, en varios. Cuando se quiso dar cuenta, había un gran número de aquellos rinocerontes avanzando hacia la posición del barco. No cabía duda, era un ataque masivo. Habíamos logrado repeler dos veces a esas criaturas, y ahora venían con todo a por nosotros. Solo debíamos aguantar hasta la llegada de Noa. Esperaba poder soportarlo. Agradecí a los hombres y les ordené desmantelar el campamento y dejar el barco preparado para zarpar en cualquier momento. en cuanto a mí, me quedé en la posición del barco, sentado en el suelo, con los ojos cerrados y concentrado en mi haki de observación a la vez que amasaba energía. Si lanzaba la gran bestia contra ellos, arrasaría una buena parte de sus fuerzas en un momento, el resto tan solo sería proteger el barco y aguardar la llegada de Noa. Esperaba que estuviese bien, que no le hayan atrapado. Aunque estaba claro que les había llamado él con su rastro de destrucción, les ha estado provocando durante toda la semana, aun con unas tropas desmoralizadas, tales provocaciones vuelven agresivo a cualquiera.
Finalmente comencé a notar presencias cercanas, no estaban demasiado próximas, una un poco más adelantada que el resto, pero apenas había diferencia, no podría tratarse de Noa, tal vez algún tipo de líder de ellos, alguien que les guiaba hacia la batalla... Lo cual era bastante extraño en esas criaturas, no les tenía por unos seres tan organizados como para eso, al menos con los ataques que habíamos recibido. Estaba ya delante de mí, a escasos metros. Era el momento de lanzar el ataque.
El sonido del crujir del árbol que tenía delante, fue la señal para lanzar mi movimiento. Me levanté a la vez que desencadenaba la criatura que había estado entrenando durante toda esta semana. Era una gran cantidad de energía, pero era lo necesario para ello. La bestia apareció y comenzó a avanzar hacia adelante. Hasta que escuché una voz que no podía tratarse de ningún tipo de criatura, la conocía, se trataba del agente del gobierno. En cuanto me di cuenta deshice el efecto, difuminé la energía concentrada en la bestia para que esta desapareciera sin causarle daños a Noa. Aunque con la imagen que pude ver en esos instantes no parecía que una criatura normal de ese tamaño pudiera hacerle nada.
Entonces fue cuando me invadió la furia, no solo había traído a todos esos seres detrás de él, sino que encima me había hecho utilizar mi carta de triunfo para mermar sus fuerzas de forma considerable. No pude evitar gritarle con toda mi furia.
-¡Noa maldito! ¿Que has traído contigo?
Parecía que no se había dado ni cuenta de todo eso, pues se quedó algo anonadado. Mis hombres llegaron por detrás, el agente estaba completamente agotado, se le podía ver. O desde luego era lo que dejaba a entender su cara descompuesta y las rodillas que tenía clavadas en el terreno, todo esto acompañado de los jadeos que exhalaba. Los marines le cogieron mientras yo me preparaba. Canalicé un arco y una flecha de mi energía propia y aguardé respirando hondo hacia la parte posterior desde donde había venido Noa. Había que ganar algo de tiempo hasta que lograran llevar al destrozado agente al barco, el cual ya estaba preparado.
-Zarpar y dejad un cabo colgando.
-¡Pero señor!
-¡OBEDECE MARINE! -bramé enfurecido.
Nunca había hablado así a ninguno de mis hombres, pero tal era mi frustración en ese momento, y tan difícil lo veía el posible escape, que no pude evitar actuar de esa forma. Noa no podría ayudarme, y mientras pasaban por detrás de mí, pude ver cómo llegaban esas criaturas. Me concentré, solo había una cosa que podía hacer, una técnica de energía acompañada de Kazekaiho y mi Bushou, no estaba muy desarrollado, pero la confusión de lo ocurrido haría que dudasen unos instantes, prácticamente sería como una explosión, y eso nos haría ganar algo de tiempo.
-Vamos pequeños. A ver cuantos me llevo por delante...
Lancé la flecha en cuanto vi esas criaturas lo suficientemente cerca para que el impacto fuese lo suficientemente efectivo para que hubiera el mayor número de bajas posibles. La flecha comenzó a atravesar aquellas criaturas, pero la primera fila pasó entre dos de ellas, el impacto venía acompañado de una onda de choque que hizo que aquellos dos se desestabilizasen y chocasen contra otros, provocando un caos entre ellos. Los seres se detuvieron ante tal impacto, a su vez algunos se horrorizaron, o enfurecieron, no sabría leer las emociones de esos seres por sus gestos faciales, observando los que habían caído con aquella flecha.
-Me esperaba más que eso.
Comencé a notar un gran mareo, estaba agotado por el excesivo consumo de energía de hoy. Demasiadas veces había utilizado la técnica del lobo, esto pasaría factura durante la próxima semana. Aun así me mantuve firme, no pensaba caer allí, no en ese momento, todos los que estaban detrás de mí me necesitaban, y necesitaba mantener mi mente calmada. Era exactamente como aquella primera vez, aquella ocasión donde había visto a mi padre, hacía poco más de una semana. Ese sentimiento, ese calor interior. Me sentía como nunca antes, me estaba enfrentando directamente a algo que no era capaz de vencer por mí mismo, y menos todavía en ese estado. No sabría contar cuantos enemigos tenía delante. Lo único que sabía, es que había gente que necesitaba que yo aguantase ahí, y por supuesto, había gente que necesitaba que continuase con vida. Y no pensaba defraudarles a ninguno de ellos.
Las criaturas comenzaron a cargar de nuevo. Lancé una mirada hacia atrás, todos habían llegado al barco y las velas ya estaban izadas. La embarcación comenzaría a moverse pronto, tan solo necesitaba una cosa más para aguantarlos. Sonreí, no pensaba rendirme bajo ningún concepto. Miré hacia los lados, veinte metros, era cuanto necesitaba. Lancé un bramido a la vez que me arrodillaba y lanzaba todas las energías que me quedaban. Ante mí se formó un muro de mi propia energía condensada que abarcó unos quince metros de largo y tenía quince centímetros de grosor.
Las criaturas llegaron hasta el muro y se estrellaron, formando una marabunta en contra del muro. Yo en cambio estaba arrodillado, sin poder moverme, completamente falto de energías. Pero escuchaba la voz en mi cabeza, una voz que me pedía... No, no me pedía, me exigía que me levantase y comenzase a retroceder. Miré hacia adelante, el muro se estaba resquebrajando. No tenía mucho tiempo.
Me armé de unas energías que no sabía ni de donde diantres las estaba recogiendo. Me di la vuelta y comencé a marchar lo más rápido que pude hacia atrás. El barco se movía, todavía podía llegar a alcanzar ese cabo. Marines desde el barco me gritaban que corriese, podía ver la cuerda que había en el mar, estaba a pocos metros de la orilla, habían cogido el cabo más largo al parecer, menos mal. Llegué a la orilla, las criaturas habían destruído el muro a base de fuerza bruta y estaban a punto de alcanzarme, me aferré al cabo y en seguida los marines comenzaron a tirar de él, arrastrándome hasta estar en cubierta, donde quedé tumbado y jadeando.
-Perdona Hayate, no me he dado cuenta de que me seguían. He sido estúpido y he puesto a la tripulación en peligro.
Se le podía ver arrepentido en sus palabras, y más le valía, he estado a punto de morir ahí abajo solo para poder escapar. Quería decirle algo, pero en ese momento no pude, simplemente no podía hablar de tanto que estaba jadeando, acababa de burlar a la muerte de una forma muy apurada, y estaba tan agotado que sin ser consciente acabé quedando inconsciente allí mismo tumbado boca arriba en cubierta. Apostaba que muchos se temerían lo peor, pero con Noa al lado sería capaz de darse cuenta de que simplemente había agotado hasta la última pizca de mis energías y había caído de agotamiento.
Una cosa estaba bien clara tras todo este tiempo. El entrenamiento no había resultado en vano, el darnos de palos entre nosotros fue lo mejor, era una persona fuerte, y había resultado exitoso el entrenamiento. Eso si, jamás pensaba volver a esa isla, ni aunque me pagasen. Ya había tenido suficiente de aquellas criaturas. Con esto se acababa un nuevo viaje, uno que sin duda no olvidaría jamás, ya sea para bien o para mal.
El resto del día estuve haciendo lo mismo, obviamente tras descansar un poco y comer un plato bastante pobre, pero suficiente como para recuperar mis energías perdidas y volver a la carga con la maldita canalización. Al final del día acabé realizando esa canalización tal cantidad de ocasiones que perdí la cuenta, aunque realmente nunca la llevé desde el principio.
Amaneció el quinto día. Desde el barco, el hombre destinado en el carajo, el puesto del vigía, avisaba día tras día de movimientos extraños en el bosque, incluso de la caída de árboles por las zonas lejanas de la isla. No obstante cada vez se aproximaban más hacia nosotros. Yo en seguida pensé que se trataría de Noa, por lo que no le di muchas vueltas de tuerca al asunto, desde el primer día que le conocí, me di cuenta de que parecía ser una persona a la cual le gustaba destruir cosas, de no haber logrado apartarme, habría tenido la misma suerte que aquél edificio en ruinas que cayó convertido en escombros. Todavía sentía escalofríos sobre ese golpe.
Durante ese día y el próximo, noté un gran avance, hasta el punto que el sexto día me di cuenta que era capaz de manipular toda esa cantidad de energía en tiempo récord, lo suficiente para poder emplearlo finalmente en mitad de un combate. Aunque cabe destacar que todo el entrenamiento que hice con el haki, también influyó en este, sin darme cuenta, estuve entrenando mi cuerpo para esta propia técnica durante todo el tiempo que entrené el bushou junto al agente del gobierno. Aunque bien pensado, ese entrenamiento me serviría para cualquier tipo de técnica que utilizase mi propia energía, lo cual era la gran mayoría de mis habilidades.
Amaneció el séptimo día, este era el día en el cual se suponía que vendría Noa, y viendo la destrucción de árboles desde el punto más alto del barco, tenía pinta de llegar hoy. Era el día de comprobar cuanto había logrado avanzar mi técnica. Aunque mi cuerpo había estado prepandose durante todo el tiempo que estuvimos aquí, la técnica la estaba enfocando esa última semana, y tenía curiosidad por ver como había logrado evolucionar. Era el momento de poner las cartas sobre la mesa y darlo todo.
Me planté en el mismo lugar de siempre, durante toda la mañana continué con el entrenamiento de siempre, pero tras coger fuerzas decidí poner dicha técnica en práctica. Cometí el error de decirlo la noche anterior, y aunque pocos fueron los que me escucharon, se corrió la voz, y cuando estaba preparándome, poco importó que estuviese alejado, algunos mirones llegaron. Se trataban de esconder, pero no fueron capaces de evitar que me diese cuenta de su presencia, aunque les ignoré haciendoles creer que no me había dado cuenta.
Canalicé mi energía, casi por última vez. Entonces la liberé, haciendo salir aquella gran bestia sin posible descripción aparente, la cual comenzó a arramblar contra los árboles cercanos, dejando un rastro de destrucción donde todo se había convertido en astillas y polvo. La criatura desapareció, en cuanto se aleja lo suficiente de mí, pierdo el control ante tal cantidad de poder y se desvanece. Lo hice una vez más, ahora necesitaba forzar mi cuerpo, lo había acostumbrado a la canalización de energía, pero no al gran gasto que eso conllevaba, era consciente que en combate real no podría utilizar esto mucho, sería prácticamente imposible de no entrenarlo más.
En cuanto lo lancé por tercera vez, la destrucción era tal que pensé que tendría que marcharme de allí y ponerme en otro lugar, pero ya era suficiente entrenamiento. De pronto, algo ocurrió, algo que no había pasado hasta ahora. Sonó el DDM que le había dejado al hombre al cargo en el barco. Me quedé extrañado, pero respondí al instante.
-Al habla Kimura.
-Señor, debe volver rápidamente al campamento y al barco -su voz se notaba algo quebrada y desesperada.
-¿Cuál es el problema?
-¡Han vuelto, están viniendo esas criaturas de la otra vez!
¡No! El campamento estaba en peligro, Noa todavía no había vuelto, y para colmo había cometido el error de utilizar esta técnica varias veces seguidas, no sabía cuánto podría hacer más, pero tendría que aguantar hasta que Noa regresase. No pensaba dejarle tirado allí. Rápidamente guardé el DDM, avisé a los hombres que había cerca, los cuales se asombraron un poco al darse cuenta que sabía que estaban ahí, y nos pusimos en marcha rauda y veloz. Activé mi haki de observación en el camino, preparándome para lo peor.
Cuando llegamos pude ver que todavía no había un ataque directo, me calmó a la vez que me enfureció. ¿Por qué me habían avisado para algo así? Comenzaba a atardecer, el día pronto llegaría a su fin, y Noa todavía sin aparecer. Entonces fue cuando me explicaron el motivo de mi urgente llamada.
Al parecer, el hombre vigía había estado vigilando los claros que Noa había ido abriendo con el catalejo, y por ellos había logrado divisar movimientos extraños, en varios. Cuando se quiso dar cuenta, había un gran número de aquellos rinocerontes avanzando hacia la posición del barco. No cabía duda, era un ataque masivo. Habíamos logrado repeler dos veces a esas criaturas, y ahora venían con todo a por nosotros. Solo debíamos aguantar hasta la llegada de Noa. Esperaba poder soportarlo. Agradecí a los hombres y les ordené desmantelar el campamento y dejar el barco preparado para zarpar en cualquier momento. en cuanto a mí, me quedé en la posición del barco, sentado en el suelo, con los ojos cerrados y concentrado en mi haki de observación a la vez que amasaba energía. Si lanzaba la gran bestia contra ellos, arrasaría una buena parte de sus fuerzas en un momento, el resto tan solo sería proteger el barco y aguardar la llegada de Noa. Esperaba que estuviese bien, que no le hayan atrapado. Aunque estaba claro que les había llamado él con su rastro de destrucción, les ha estado provocando durante toda la semana, aun con unas tropas desmoralizadas, tales provocaciones vuelven agresivo a cualquiera.
Finalmente comencé a notar presencias cercanas, no estaban demasiado próximas, una un poco más adelantada que el resto, pero apenas había diferencia, no podría tratarse de Noa, tal vez algún tipo de líder de ellos, alguien que les guiaba hacia la batalla... Lo cual era bastante extraño en esas criaturas, no les tenía por unos seres tan organizados como para eso, al menos con los ataques que habíamos recibido. Estaba ya delante de mí, a escasos metros. Era el momento de lanzar el ataque.
El sonido del crujir del árbol que tenía delante, fue la señal para lanzar mi movimiento. Me levanté a la vez que desencadenaba la criatura que había estado entrenando durante toda esta semana. Era una gran cantidad de energía, pero era lo necesario para ello. La bestia apareció y comenzó a avanzar hacia adelante. Hasta que escuché una voz que no podía tratarse de ningún tipo de criatura, la conocía, se trataba del agente del gobierno. En cuanto me di cuenta deshice el efecto, difuminé la energía concentrada en la bestia para que esta desapareciera sin causarle daños a Noa. Aunque con la imagen que pude ver en esos instantes no parecía que una criatura normal de ese tamaño pudiera hacerle nada.
Entonces fue cuando me invadió la furia, no solo había traído a todos esos seres detrás de él, sino que encima me había hecho utilizar mi carta de triunfo para mermar sus fuerzas de forma considerable. No pude evitar gritarle con toda mi furia.
-¡Noa maldito! ¿Que has traído contigo?
Parecía que no se había dado ni cuenta de todo eso, pues se quedó algo anonadado. Mis hombres llegaron por detrás, el agente estaba completamente agotado, se le podía ver. O desde luego era lo que dejaba a entender su cara descompuesta y las rodillas que tenía clavadas en el terreno, todo esto acompañado de los jadeos que exhalaba. Los marines le cogieron mientras yo me preparaba. Canalicé un arco y una flecha de mi energía propia y aguardé respirando hondo hacia la parte posterior desde donde había venido Noa. Había que ganar algo de tiempo hasta que lograran llevar al destrozado agente al barco, el cual ya estaba preparado.
-Zarpar y dejad un cabo colgando.
-¡Pero señor!
-¡OBEDECE MARINE! -bramé enfurecido.
Nunca había hablado así a ninguno de mis hombres, pero tal era mi frustración en ese momento, y tan difícil lo veía el posible escape, que no pude evitar actuar de esa forma. Noa no podría ayudarme, y mientras pasaban por detrás de mí, pude ver cómo llegaban esas criaturas. Me concentré, solo había una cosa que podía hacer, una técnica de energía acompañada de Kazekaiho y mi Bushou, no estaba muy desarrollado, pero la confusión de lo ocurrido haría que dudasen unos instantes, prácticamente sería como una explosión, y eso nos haría ganar algo de tiempo.
-Vamos pequeños. A ver cuantos me llevo por delante...
Lancé la flecha en cuanto vi esas criaturas lo suficientemente cerca para que el impacto fuese lo suficientemente efectivo para que hubiera el mayor número de bajas posibles. La flecha comenzó a atravesar aquellas criaturas, pero la primera fila pasó entre dos de ellas, el impacto venía acompañado de una onda de choque que hizo que aquellos dos se desestabilizasen y chocasen contra otros, provocando un caos entre ellos. Los seres se detuvieron ante tal impacto, a su vez algunos se horrorizaron, o enfurecieron, no sabría leer las emociones de esos seres por sus gestos faciales, observando los que habían caído con aquella flecha.
-Me esperaba más que eso.
Comencé a notar un gran mareo, estaba agotado por el excesivo consumo de energía de hoy. Demasiadas veces había utilizado la técnica del lobo, esto pasaría factura durante la próxima semana. Aun así me mantuve firme, no pensaba caer allí, no en ese momento, todos los que estaban detrás de mí me necesitaban, y necesitaba mantener mi mente calmada. Era exactamente como aquella primera vez, aquella ocasión donde había visto a mi padre, hacía poco más de una semana. Ese sentimiento, ese calor interior. Me sentía como nunca antes, me estaba enfrentando directamente a algo que no era capaz de vencer por mí mismo, y menos todavía en ese estado. No sabría contar cuantos enemigos tenía delante. Lo único que sabía, es que había gente que necesitaba que yo aguantase ahí, y por supuesto, había gente que necesitaba que continuase con vida. Y no pensaba defraudarles a ninguno de ellos.
Las criaturas comenzaron a cargar de nuevo. Lancé una mirada hacia atrás, todos habían llegado al barco y las velas ya estaban izadas. La embarcación comenzaría a moverse pronto, tan solo necesitaba una cosa más para aguantarlos. Sonreí, no pensaba rendirme bajo ningún concepto. Miré hacia los lados, veinte metros, era cuanto necesitaba. Lancé un bramido a la vez que me arrodillaba y lanzaba todas las energías que me quedaban. Ante mí se formó un muro de mi propia energía condensada que abarcó unos quince metros de largo y tenía quince centímetros de grosor.
Las criaturas llegaron hasta el muro y se estrellaron, formando una marabunta en contra del muro. Yo en cambio estaba arrodillado, sin poder moverme, completamente falto de energías. Pero escuchaba la voz en mi cabeza, una voz que me pedía... No, no me pedía, me exigía que me levantase y comenzase a retroceder. Miré hacia adelante, el muro se estaba resquebrajando. No tenía mucho tiempo.
Me armé de unas energías que no sabía ni de donde diantres las estaba recogiendo. Me di la vuelta y comencé a marchar lo más rápido que pude hacia atrás. El barco se movía, todavía podía llegar a alcanzar ese cabo. Marines desde el barco me gritaban que corriese, podía ver la cuerda que había en el mar, estaba a pocos metros de la orilla, habían cogido el cabo más largo al parecer, menos mal. Llegué a la orilla, las criaturas habían destruído el muro a base de fuerza bruta y estaban a punto de alcanzarme, me aferré al cabo y en seguida los marines comenzaron a tirar de él, arrastrándome hasta estar en cubierta, donde quedé tumbado y jadeando.
-Perdona Hayate, no me he dado cuenta de que me seguían. He sido estúpido y he puesto a la tripulación en peligro.
Se le podía ver arrepentido en sus palabras, y más le valía, he estado a punto de morir ahí abajo solo para poder escapar. Quería decirle algo, pero en ese momento no pude, simplemente no podía hablar de tanto que estaba jadeando, acababa de burlar a la muerte de una forma muy apurada, y estaba tan agotado que sin ser consciente acabé quedando inconsciente allí mismo tumbado boca arriba en cubierta. Apostaba que muchos se temerían lo peor, pero con Noa al lado sería capaz de darse cuenta de que simplemente había agotado hasta la última pizca de mis energías y había caído de agotamiento.
Una cosa estaba bien clara tras todo este tiempo. El entrenamiento no había resultado en vano, el darnos de palos entre nosotros fue lo mejor, era una persona fuerte, y había resultado exitoso el entrenamiento. Eso si, jamás pensaba volver a esa isla, ni aunque me pagasen. Ya había tenido suficiente de aquellas criaturas. Con esto se acababa un nuevo viaje, uno que sin duda no olvidaría jamás, ya sea para bien o para mal.
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