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Aki D. Arlia
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¡Ah, que buen día hace! Estás en tu camarote, y por la ventana ves que el sol brilla con intensidad en el cielo. Has dormido toda la noche como un bendito. Es curioso después de lo que ocurrió ayer... espera, no recuerdas nada. Qué extraño. De todas maneras, te das la vuelta para aprovechar otro ratito, mientras el vaivén del barco te va empujando de nuevo a la inconsciencia.
Estás a punto de quedarte frito, cuando notas algo raro. ¿Y esas cortinas? ¡Esas NO son tus cortinas! ¡¡Tú jamás pondrías cortinas rosas de dodos en tu barco!! ¿Qué deberías hacer? No se oyen voces ni pasos, pero quizás no sería mala idea extremar las precauciones. Ya sabes, es un barco ajeno. ¡Quién sabe qué te aguarda al otro lado!
O tal vez prefieras quedarte en la cama. A salvo, y todo eso. Pero tu estómago ruge, y quizás debieras buscar algo que llevarte a la boca. ¡Allá tú!
Estás a punto de quedarte frito, cuando notas algo raro. ¿Y esas cortinas? ¡Esas NO son tus cortinas! ¡¡Tú jamás pondrías cortinas rosas de dodos en tu barco!! ¿Qué deberías hacer? No se oyen voces ni pasos, pero quizás no sería mala idea extremar las precauciones. Ya sabes, es un barco ajeno. ¡Quién sabe qué te aguarda al otro lado!
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Simo Baker
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Me quito las legañas de los ojos con una mano y vuelvo a mirar a mi alrededor, el camarote no es demasiado grande y decido incorporarme para inspeccionarlo antes de salir por la puerta que hay enfrente de la cama. Sigilosamente me levanto de la cama y echo un vistazo rápido al suelo, allí veo tiradas las ropas que suelo llevar puestas en mi barco. Me visto lentamente procurando no hacer ruido y camino hacia el único mueble del camarote, un gran armario de dos puertas. Lo abro sin poder evitar que la madera hinchada por la humedad haga algo de ruido, pero el riesgo merece la pena, ahí encuentro mi mochila, en la cual solo había unas cuantas monedas, y mis preciados sinawali. Tengo todo lo necesario para salir a explorar el exterior, pero primero decido echar un vistazo por la adornada ventana. El barco esta en mitad del mar y se está moviendo, gracias a lo que puedo deducir que estoy en la parte derecha de la popa del barco.
Por fin me decido a salir, me coloco pegado a la pared y comienzo a abrir despacio la puerta. No se que me encontraré al otro lado y estoy algo nervioso, pero el hambre y mis ganas de aventura me dicen que debo afrontar el riesgo. Habrán oído el ruido del armario, por lo que debo prepararme y tomar una situación ventajosa para poder enfrentarme a lo que pueda suceder.
Por fin me decido a salir, me coloco pegado a la pared y comienzo a abrir despacio la puerta. No se que me encontraré al otro lado y estoy algo nervioso, pero el hambre y mis ganas de aventura me dicen que debo afrontar el riesgo. Habrán oído el ruido del armario, por lo que debo prepararme y tomar una situación ventajosa para poder enfrentarme a lo que pueda suceder.
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Por fin, decides abrir la puerta sinawali en mano y los sentidos alerta. Esta cruje un poco y lentamente, el terrible enemigo se rebela. Oh dios, no estabas preparado para eso. Esas escaleras rebosan agua y jabón, si no tienes cuidado podrías partirte el cuello...
En lo alto, puedes ver un par de rayos de sol. Si decides subir te encontrarás con que es un barco pequeño, pequeñísimo. Puedes abarcarlo con la mirada facilmente y de hecho estabas en el único camarote que posee. Tiene una vela, y el timón está desierto. Igual que todo el barco, por otra parte.
El cielo está mayormente despejado, pero a lo lejos se ven un par de nubes con mala pinta. Aunque no parece que vengan en tu dirección.
Tratando de entender, vuelves a preguntarte por qué no recuerdas nada de anoche. Quizás sería buena idea buscar alguna pista que active tu memoria.
En lo alto, puedes ver un par de rayos de sol. Si decides subir te encontrarás con que es un barco pequeño, pequeñísimo. Puedes abarcarlo con la mirada facilmente y de hecho estabas en el único camarote que posee. Tiene una vela, y el timón está desierto. Igual que todo el barco, por otra parte.
El cielo está mayormente despejado, pero a lo lejos se ven un par de nubes con mala pinta. Aunque no parece que vengan en tu dirección.
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Al salir del camarote quedo muy sorprendido al ver que no había ninguna persona en la cubierta, no tiene lógica que hubiese aparecido acostado en el camarote de un barco en el que no había nadie. Vuelvo a mirar a mi alrededor para asegurarme de que no hay nadie mientras guardo mis sinawali, debo seguir explorando el barco para encontrar algo de información. Lo primero que hago tras subir con muchísimo cuidado, ya que soy consciente de mi torpeza, el tramo de escaleras que lleva a la cubierta, es asomarme por los laterales del barco para asegurarme de que no hay nadie colgando esperando para atacarme. Luego decido recoger las velas para que el barco se detenga y así forzar al dueño a salir si este quiere continuar la marcha. Por último subo cuidadosamente la parte restante de las mojadas escaleras mientras me sujeto firmemente a la barandilla para llegar a la zona del timón, desde donde se aprecia mejor toda la cubierta.
Tras subir al timón me dedico a examinar esa zona en busca de algo que me pueda ser de utilidad. Bajo el timón hay una pequeña brújula que parece estar estropeada por lo mucho que se mueve su aguja y un mapa con multitud de rayas e indicaciones pintadas. La letra de la persona que había escrito en el mapa es horrible, no consigo comprender más que palabras sueltas que no me parecen tener ningún sentido. Al menos ahora lo sé con certeza, debe de haber alguien en el barco. Me apoyo en la baranda que hay frente al timón y me detengo a pensar mientras me despejo un poco gracias a la brisa marina. Todo queda en silencio, silencio… ¡Espera! ¿Qué ha sido eso? Un pequeño golpe se había escuchado debajo de mí.
No tarde en darme cuenta, el camarote en el que me había despertado solo tenía una ventana, mientras que lo normal era tener una a cada lado. Además tampoco había visto ningún tipo de despensa o almacén, lo cual era algo muy raro en un barco, por pequeño que fuese. Con cuidado y volviendo a ser sigiloso bajo por las ahora húmedas escaleras y abro la puerta del camarote. Mis sospechas se confirman, la habitación no cubre el ancho del barco, por lo que debe de haber una sala contigua. Paso un rato examinando la madera sin encontrar nada, pero por suerte vuelvo a escuchar otro golpe que me ayuda a localizar la apertura. Disimulada junto a la borda del barco hay una pequeña hendidura de la cual salen unas líneas que, aunque se disimulan con las de la unión de los tablones, forman un cuadrado. Sin duda esa es la entrada al misterioso habitáculo.
Me acerco intentando no hacer crujir la madera, desenfundo uno de los sinawali lentamente y con la otra mano abro la trampilla de golpe.
Tras subir al timón me dedico a examinar esa zona en busca de algo que me pueda ser de utilidad. Bajo el timón hay una pequeña brújula que parece estar estropeada por lo mucho que se mueve su aguja y un mapa con multitud de rayas e indicaciones pintadas. La letra de la persona que había escrito en el mapa es horrible, no consigo comprender más que palabras sueltas que no me parecen tener ningún sentido. Al menos ahora lo sé con certeza, debe de haber alguien en el barco. Me apoyo en la baranda que hay frente al timón y me detengo a pensar mientras me despejo un poco gracias a la brisa marina. Todo queda en silencio, silencio… ¡Espera! ¿Qué ha sido eso? Un pequeño golpe se había escuchado debajo de mí.
No tarde en darme cuenta, el camarote en el que me había despertado solo tenía una ventana, mientras que lo normal era tener una a cada lado. Además tampoco había visto ningún tipo de despensa o almacén, lo cual era algo muy raro en un barco, por pequeño que fuese. Con cuidado y volviendo a ser sigiloso bajo por las ahora húmedas escaleras y abro la puerta del camarote. Mis sospechas se confirman, la habitación no cubre el ancho del barco, por lo que debe de haber una sala contigua. Paso un rato examinando la madera sin encontrar nada, pero por suerte vuelvo a escuchar otro golpe que me ayuda a localizar la apertura. Disimulada junto a la borda del barco hay una pequeña hendidura de la cual salen unas líneas que, aunque se disimulan con las de la unión de los tablones, forman un cuadrado. Sin duda esa es la entrada al misterioso habitáculo.
Me acerco intentando no hacer crujir la madera, desenfundo uno de los sinawali lentamente y con la otra mano abro la trampilla de golpe.
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Consigues frenar el barco. Los golpes que oyes, aunque débiles, te guían hasta el habitáculo. Una vez allí lo que encuentras te deja pasmado.
No solo no hay nadie, si no que los golpes los está causando... un pato. La habitación en si no es muy grande; tiene una mesa en el centro y estanterías en las paredes. En una de ellas está subido el pequeño y amarillo patito, que caminando caminando ha tirado un par de figurillas que ocasionaron los ruidos que oíste. Hay cartas ilegibles y mapas que te cuesta reconocer. Aun después de examinarlos todo lo que consigues discernir es que estás en algún punto del North Blue. ¿North Blue...? La cabeza te duele, pero entonces comienzas a recordar.
Anoche decidiste darte un festejo y quizás comiste de más, quizás bebiste de más, quizás aquel tabernero sospechoso te echó algo en el plato porque a partir de ahí todo se vuelve confuso. Tienes imágenes extrañas de ti saliendo del lugar mientras agitabas el puño en el aire... de ti llegando al puerto dispuesto a buscar tu barco y de ti discutiendo con un tipo que decía que el barco era suyo. ¡Qué caradura! O espera... ¿Quizás te equivocaste? Eso explicaría tu situación actual.
El hecho es que no hay comida ni bebida a bordo por lo que has podido comprobar, a no se que quieras comerte al pato. Y tampoco tienes idea de cuanto tiempo pasará hasta llegar a la próxima isla...
Arriba, en el cielo, las nubes de tormenta se acercan cada vez más, y el ambiente se enfría...
No solo no hay nadie, si no que los golpes los está causando... un pato. La habitación en si no es muy grande; tiene una mesa en el centro y estanterías en las paredes. En una de ellas está subido el pequeño y amarillo patito, que caminando caminando ha tirado un par de figurillas que ocasionaron los ruidos que oíste. Hay cartas ilegibles y mapas que te cuesta reconocer. Aun después de examinarlos todo lo que consigues discernir es que estás en algún punto del North Blue. ¿North Blue...? La cabeza te duele, pero entonces comienzas a recordar.
Anoche decidiste darte un festejo y quizás comiste de más, quizás bebiste de más, quizás aquel tabernero sospechoso te echó algo en el plato porque a partir de ahí todo se vuelve confuso. Tienes imágenes extrañas de ti saliendo del lugar mientras agitabas el puño en el aire... de ti llegando al puerto dispuesto a buscar tu barco y de ti discutiendo con un tipo que decía que el barco era suyo. ¡Qué caradura! O espera... ¿Quizás te equivocaste? Eso explicaría tu situación actual.
El hecho es que no hay comida ni bebida a bordo por lo que has podido comprobar, a no se que quieras comerte al pato. Y tampoco tienes idea de cuanto tiempo pasará hasta llegar a la próxima isla...
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¡Un pato! Era un pato. Ya había comenzado a hacerme a la idea de poder pelear. Pero todo lo que había encontrado era un pato.
Parece que estoy pagando el precio por todo lo que había bebido la noche anterior. Al menos ahora que me encontraba más calmado, empezaba a recordar algunas cosas. Estando borracho le había robado el barco a un pobre hombre. No consigo recordar si llegué a golpearlo o no, pero sin duda debo regresar a devolverle el barco.
No sé qué rumbo debería tomar para volver al puerto del que salí. Ojeo un poco los mapas que hay en la habitación pero no descubro nada que no fuera obvio. Me quedo mirando al pequeño patito y mis tripas comienzan a rugir. Se me pasa por la cabeza el freírlo, pero es demasiado adorable para que me atreva a hacerlo. Decido llevármelo fuera de esa sala para que me haga compañía.
Al salir al exterior me encuentro con un cielo nublado y un ambiente más húmedo de lo normal. Al parecer mi nuevo amigo y yo tendremos que mojarnos un poco. Me doy cuenta de que hice bien en recoger las velas, no puedo arriesgarme a que se rompan durante la tormenta. Dejo al pato en la habitación donde había dormido la noche anterior y vuelvo a salir. Cada vez que miro al cielo este se ha oscurecido un poco más. Un fuerte aire frío se levanta en la zona. Espero equivocarme pero parece que va a llover más de lo que esperaba.
Finalmente lo admito, no soy tan buen marino como parezco. No sabría controlar mi barco en una tormenta, aunque esta fuese pequeña. Lo único que puedo hacer es refugiarme en la habitación con el adorable patito.
Parece que estoy pagando el precio por todo lo que había bebido la noche anterior. Al menos ahora que me encontraba más calmado, empezaba a recordar algunas cosas. Estando borracho le había robado el barco a un pobre hombre. No consigo recordar si llegué a golpearlo o no, pero sin duda debo regresar a devolverle el barco.
No sé qué rumbo debería tomar para volver al puerto del que salí. Ojeo un poco los mapas que hay en la habitación pero no descubro nada que no fuera obvio. Me quedo mirando al pequeño patito y mis tripas comienzan a rugir. Se me pasa por la cabeza el freírlo, pero es demasiado adorable para que me atreva a hacerlo. Decido llevármelo fuera de esa sala para que me haga compañía.
Al salir al exterior me encuentro con un cielo nublado y un ambiente más húmedo de lo normal. Al parecer mi nuevo amigo y yo tendremos que mojarnos un poco. Me doy cuenta de que hice bien en recoger las velas, no puedo arriesgarme a que se rompan durante la tormenta. Dejo al pato en la habitación donde había dormido la noche anterior y vuelvo a salir. Cada vez que miro al cielo este se ha oscurecido un poco más. Un fuerte aire frío se levanta en la zona. Espero equivocarme pero parece que va a llover más de lo que esperaba.
Finalmente lo admito, no soy tan buen marino como parezco. No sabría controlar mi barco en una tormenta, aunque esta fuese pequeña. Lo único que puedo hacer es refugiarme en la habitación con el adorable patito.
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Refugiarte en la habitación parece haber sido la mejor de las opciones, porque pronto oyes un trueno y la lluvia no tarda en chocar contra tu barquito. El pato parece tener miedo de los ruidos y se te sube al regazo.
Pasan los minutos y pronto un par de horas, pero la tormenta no para. Cada vez se hace más y más fuerte, hasta que oyes un ruido que te preocupa. Oh dios mio, no puede ser. Otro ruido, más grave, hace retumbar el barco. Si sales del cuarto descubrirás algo horrible.
Uno de los rayos ha caído sobre el mástil, rompiéndolo y provocando que cayera sobre la cubierta... astillándola. Deben de faltar más o menos 20 minutos escasos, antes de que ceda y el barco se hunda.
Ya sabes que no hay comida o bebida a bordo, ¿Se te ocurre algo más que puedas llevarte? Quizás algo a lo que agarrarte hasta que llegues a tierra firme... si llegas. Piensa deprisa, el tiempo corre y el patito se ve cada vez más nervioso.
Pasan los minutos y pronto un par de horas, pero la tormenta no para. Cada vez se hace más y más fuerte, hasta que oyes un ruido que te preocupa. Oh dios mio, no puede ser. Otro ruido, más grave, hace retumbar el barco. Si sales del cuarto descubrirás algo horrible.
Uno de los rayos ha caído sobre el mástil, rompiéndolo y provocando que cayera sobre la cubierta... astillándola. Deben de faltar más o menos 20 minutos escasos, antes de que ceda y el barco se hunda.
Ya sabes que no hay comida o bebida a bordo, ¿Se te ocurre algo más que puedas llevarte? Quizás algo a lo que agarrarte hasta que llegues a tierra firme... si llegas. Piensa deprisa, el tiempo corre y el patito se ve cada vez más nervioso.
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Fuera está lloviendo con fuerza, y al parecer va acompañada por un baile de rayos. No es una situación agradable, pero comienzo a sentirme seguro en el camarote. De pronto pasa algo que me perturba. Suena un tremendo estruendo y el barco se sacude. La sacudida ha sido más grande de lo normal, incluso para estar en una tormenta en medio del mar. Miro preocupado al patito y me dispongo a salir a ver qué ha ocurrido.
Al salir siento como el mundo se me echaba encima. -“No puede ser.”-pienso. El maldito mástil se ha caído llevándose consigo parte de la cubierta del barco. El sitio donde este se había encontrado este aún desprende humo, debe haber sido un rayo. Me echo las manos a la cabeza lamentándome de mi mala suerte, la cual empeora por momentos.
El agua está comenzando a entrar en el barco, por lo que supuongo que no tardará en hundirse. Debo darme prisa en actuar o me iré a pique con la nave. Vuelvo dentro del camarote a ver si había algo útil, pero nada. Cojo al patito, lo metí en mi mochila esperando poder salvarlo y salgo al exterior. Otra vez fuera se me ocurre una idea, necesito algo para mantenerme a flote si el barco se hunde. No parecía haber nada suelto capaz de aguantar mi peso por lo que me giro hacia el camarote y arranco la puerta de una patada. Ya tengo algo flotante flotante, ahora tengo que asegurarme de que las olas no me alejan de él una vez en el mar. Me dirijo corriendo a coger un tramo de cuerda. El tiempo se me acaba debo darme prisa o al hundirse el barco me arrastrará con él. Golpeo el pomo de la puerta para sacarlo y poder atar ahí un extremo de la cuerda. Una vez asegurado ese nudo me dispongo a hacer otro que una el extremo opuesto de la cuerda a mi mano derecha.
Estoy listo, decido no esperar a que el barco se hunda. Compruebo que los nudos estén perfectamente hechos una vez más y me ajusto la mochila y la funda de mis sinawalis. Tras esto, levanto la puerta y salto al agua esperando poder alejarme lo suficiente para que el barco no me succione hacia el fondo del mar.
Al salir siento como el mundo se me echaba encima. -“No puede ser.”-pienso. El maldito mástil se ha caído llevándose consigo parte de la cubierta del barco. El sitio donde este se había encontrado este aún desprende humo, debe haber sido un rayo. Me echo las manos a la cabeza lamentándome de mi mala suerte, la cual empeora por momentos.
El agua está comenzando a entrar en el barco, por lo que supuongo que no tardará en hundirse. Debo darme prisa en actuar o me iré a pique con la nave. Vuelvo dentro del camarote a ver si había algo útil, pero nada. Cojo al patito, lo metí en mi mochila esperando poder salvarlo y salgo al exterior. Otra vez fuera se me ocurre una idea, necesito algo para mantenerme a flote si el barco se hunde. No parecía haber nada suelto capaz de aguantar mi peso por lo que me giro hacia el camarote y arranco la puerta de una patada. Ya tengo algo flotante flotante, ahora tengo que asegurarme de que las olas no me alejan de él una vez en el mar. Me dirijo corriendo a coger un tramo de cuerda. El tiempo se me acaba debo darme prisa o al hundirse el barco me arrastrará con él. Golpeo el pomo de la puerta para sacarlo y poder atar ahí un extremo de la cuerda. Una vez asegurado ese nudo me dispongo a hacer otro que una el extremo opuesto de la cuerda a mi mano derecha.
Estoy listo, decido no esperar a que el barco se hunda. Compruebo que los nudos estén perfectamente hechos una vez más y me ajusto la mochila y la funda de mis sinawalis. Tras esto, levanto la puerta y salto al agua esperando poder alejarme lo suficiente para que el barco no me succione hacia el fondo del mar.
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¡Objetivo conseguido! Ahora flotas en el agua, a unos cuantos metros del barquito. Es una pena que no pudieras devolvérselo a su dueño. Por lo menos estás seguro y bien atado y... oh, no. De repente el cielo se ilumina y para cuando vuelves a mirar el barquito está en llamas. Yo que tú empezaba a patalear y me alejaba.
El patito asoma la cabeza desde la mochila, pero al ver el panorama vuelve a esconderse... pobrecito.
Nadas y nadas, y tarde o o temprano... acabas rendido y agotado sobre la puerta que te ha salvado la vida. Te duermes, y despiertas horas después... no sabes cuantas, solo que el sol está alto en el cielo. Miras a tu alrededor y... ¿Eso de allá es una isla?
Puedes ver la arena... y poco más. Distingues algo verde, pero no reconoces las plantas en la lejanía. A tu alrededor aún flotan un par de restos del barco, así que no puede estar muy lejos. Seguramente en cuanto nades un poco podrías encontrarlo, o lo que quede de él. ¿Qué harás?
El patito asoma la cabeza desde la mochila, pero al ver el panorama vuelve a esconderse... pobrecito.
Nadas y nadas, y tarde o o temprano... acabas rendido y agotado sobre la puerta que te ha salvado la vida. Te duermes, y despiertas horas después... no sabes cuantas, solo que el sol está alto en el cielo. Miras a tu alrededor y... ¿Eso de allá es una isla?
Puedes ver la arena... y poco más. Distingues algo verde, pero no reconoces las plantas en la lejanía. A tu alrededor aún flotan un par de restos del barco, así que no puede estar muy lejos. Seguramente en cuanto nades un poco podrías encontrarlo, o lo que quede de él. ¿Qué harás?
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Me despierto sobre una puerta en medio del mar. La situación me resulta algo confusa, pero pronto lo recuerdo todo a la perfección. Salté al agua con la puerta y nadé con todas mis ganas para alejarme de mi sentenciada embarcación. Recuerdo haber visto como al acababa la tormenta y comenzaba arder el barco por la zona en la que había caído el rayo, haciendo que este se hundiera antes de lo que yo esperaba. Menos mal que decidí saltar al agua antes de que esto sucediera, si no habría tenido que nadar entre tablas ardientes para alejarme.
Intento incorporarme un poco sobre la puerta, logrando ver una isla a lo lejos. También me percato de que hay restos del barco flotando alrededor mío, por lo que la nave no debe andar muy lejos. Dudo entre buscar mi embarcación para recuperar las cosas útiles que pudiesen haber quedado en ella o dirigirme a la isla para poder descansar seguro en tierra firme. Puedo apreciar algo de verde en la isla, aunque no llegó a identificar ninguna planta. Es bastante probable que en esa isla encuentre algún fruto que llevarme a la boca. Comparándola con mi otra opción, ir a la isla parece la mejor. Me parece estúpido tener que bucear en busca de un bote para obtener provisiones y recursos cuando puedo ir a una isla y cogerlos con menos esfuerzo.
Así me decido por comenzar a nadar hacia la isla. Allí podré descansar y dejar que el patito estire las piernas. Y quien sabe, con un poco de suerte algo del barco podría haber llegado a la orilla. Pero bueno antes de investigar tengo que llegar y recuperar el aliento que el mar me ha quitado.
Intento incorporarme un poco sobre la puerta, logrando ver una isla a lo lejos. También me percato de que hay restos del barco flotando alrededor mío, por lo que la nave no debe andar muy lejos. Dudo entre buscar mi embarcación para recuperar las cosas útiles que pudiesen haber quedado en ella o dirigirme a la isla para poder descansar seguro en tierra firme. Puedo apreciar algo de verde en la isla, aunque no llegó a identificar ninguna planta. Es bastante probable que en esa isla encuentre algún fruto que llevarme a la boca. Comparándola con mi otra opción, ir a la isla parece la mejor. Me parece estúpido tener que bucear en busca de un bote para obtener provisiones y recursos cuando puedo ir a una isla y cogerlos con menos esfuerzo.
Así me decido por comenzar a nadar hacia la isla. Allí podré descansar y dejar que el patito estire las piernas. Y quien sabe, con un poco de suerte algo del barco podría haber llegado a la orilla. Pero bueno antes de investigar tengo que llegar y recuperar el aliento que el mar me ha quitado.
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Te cuesta, pero logras llegar. El patito es algo más rápido que tú, y para cuando pisas la arena lo encuentras derrengado a la sombra de una pequeña roca. En verdad la isla no parece muy pequeña, ahora que te fijas. Puedes ver el comienzo de una montaña en la lejanía, así como algunas cuevas y una selva al fondo delimitando la playa.
Si te acercas, comprobarás algo muy curioso; no puedes reconocer ninguna de las plantas. Todo lo que llegas a distinguir son algunos helechos aquí y allá. El resto se te antojan desconocidas. Están decoradas con espirales en sus hojas, y extraños colores como violeta o azul. Hay algunas flores amarillas esparcidas, pero eso es todo. Tampoco consigues escuchar rumor de agua por ninguna parte.
El sol está en lo alto, quizás prefieras buscar una sombra. Frente a ti la desconocida naturaleza, a tu derecha las cuevas y a la izquierda la inmensidad del mar y el patito derrengado. Encuentra tu camino.
Si te acercas, comprobarás algo muy curioso; no puedes reconocer ninguna de las plantas. Todo lo que llegas a distinguir son algunos helechos aquí y allá. El resto se te antojan desconocidas. Están decoradas con espirales en sus hojas, y extraños colores como violeta o azul. Hay algunas flores amarillas esparcidas, pero eso es todo. Tampoco consigues escuchar rumor de agua por ninguna parte.
El sol está en lo alto, quizás prefieras buscar una sombra. Frente a ti la desconocida naturaleza, a tu derecha las cuevas y a la izquierda la inmensidad del mar y el patito derrengado. Encuentra tu camino.
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Tras un buen rato peleando contra la corriente marina, finalmente logro alcanzar la orilla. Me resulta muy sorprendente ver como el patito ha llegado allí mucho antes que yo y a penas sin esfuerzo. Ese hecho me frustra un poco, pero me alegra ver que mi pequeño amigo tiene un poco más de independencia. Eso supone que tengo una cosa menos a la que debo que prestar atención. Le dedico una última mirada para asegurarme que está bien antes de comenzar a trazar un plan de supervivencia. No parece que vaya a moverse de la roca sobre la que esta tumbado, puedo estar tranquilo.
Recuperado el aliento comienzo a caminar un poco por la arena para ver mejor lo que hay. Me acerco a la vegetación de la isla, ignorando una especie de cuevas que hay a mi derecha. Quizá en otro tipo de situación me habría atrevido a investigarlas, pero no estoy en posición de hacerlo. Al acercarme, veo que las plantas que hay allí me resultan completamente desconocidas. Son muy extrañas: tienen frutos de colores poco comunes y unas hojas con formas espirales. También hay algunas flores de colores vivos, tan bonitas como escasas. Tengo hambre, pero no me inspira nada de confianza lo que veo. Cualquiera de esas frutas podría ser venenosa, por lo que decido dejarlas aparte de momento. Al menos la flora de la isla me proporciona algo de sombra bajo la que puedo pensar tranquilamente.
Lo principal que debo hacer si quiero salir de allí es lograr que alguien note mi presencia y me rescate. La única forma que se me ocurre para hacerlo es hacer un gran fuego. Además tengo que asegurarme de no morir antes de que mis héroes aparezcan. Por ello me veo forzado a encontrar agua para no caer deshidratado. Teniendo esto claro me levanto con intención de buscar rastro de agua y algo que me sirva para buscar fuego. Cualquier cosa puede valer, desde algo de madera bien seca, hasta alguna piedra metálica y rugosa con la que hacer fuego.
Recuperado el aliento comienzo a caminar un poco por la arena para ver mejor lo que hay. Me acerco a la vegetación de la isla, ignorando una especie de cuevas que hay a mi derecha. Quizá en otro tipo de situación me habría atrevido a investigarlas, pero no estoy en posición de hacerlo. Al acercarme, veo que las plantas que hay allí me resultan completamente desconocidas. Son muy extrañas: tienen frutos de colores poco comunes y unas hojas con formas espirales. También hay algunas flores de colores vivos, tan bonitas como escasas. Tengo hambre, pero no me inspira nada de confianza lo que veo. Cualquiera de esas frutas podría ser venenosa, por lo que decido dejarlas aparte de momento. Al menos la flora de la isla me proporciona algo de sombra bajo la que puedo pensar tranquilamente.
Lo principal que debo hacer si quiero salir de allí es lograr que alguien note mi presencia y me rescate. La única forma que se me ocurre para hacerlo es hacer un gran fuego. Además tengo que asegurarme de no morir antes de que mis héroes aparezcan. Por ello me veo forzado a encontrar agua para no caer deshidratado. Teniendo esto claro me levanto con intención de buscar rastro de agua y algo que me sirva para buscar fuego. Cualquier cosa puede valer, desde algo de madera bien seca, hasta alguna piedra metálica y rugosa con la que hacer fuego.
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Revuelves un poco por la playa y la linde de la selva buscando cosas para hacer fuego y rastro de agua. Sin embargo, no encuentras rastro ni de un solo río o charca y tampoco oyes rumor de agua. Es extraño. ¿Cómo puede haber tanta vegetación sin agua que las riegue?
Por suerte para ti, tienes algo más de éxito en tu otra empresa. Encuentras madera caída entre los primeros árboles, y aunque sigues sin reconocer la especie por lo menos distingues que las ramitas están bien secas. El patito te sigue a todas partes, y al verte interesado en los palitos recoge uno con el pico y te lo tiende. Qué simpático. Igual deberías ponerle nombre, porque no parece que tenga ganas de abandonarte.
De repente, notas que la luz a tu alrededor es diferente a hace un rato. Al elevar la cabeza al cielo, descubres que se está nublando de nuevo. Que falte poco para que comience a atardecer no ayuda. Cerca de las cuevas podrías encontrar las piedras que buscas, pero igual no quieres aventurarte en ellas. De todas maneras, deberías buscar un refugio.
Por suerte para ti, tienes algo más de éxito en tu otra empresa. Encuentras madera caída entre los primeros árboles, y aunque sigues sin reconocer la especie por lo menos distingues que las ramitas están bien secas. El patito te sigue a todas partes, y al verte interesado en los palitos recoge uno con el pico y te lo tiende. Qué simpático. Igual deberías ponerle nombre, porque no parece que tenga ganas de abandonarte.
De repente, notas que la luz a tu alrededor es diferente a hace un rato. Al elevar la cabeza al cielo, descubres que se está nublando de nuevo. Que falte poco para que comience a atardecer no ayuda. Cerca de las cuevas podrías encontrar las piedras que buscas, pero igual no quieres aventurarte en ellas. De todas maneras, deberías buscar un refugio.
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Me desanima un poco no encontrar ni el más mínimo rastro de agua en los alrededores. Es algo bastante desconcertante teniendo en cuenta la cantidad de vegetación que hay en la zona, por lo que me pongo a pensar acerca del tema mientras camino en busca de madera. A unos cuantos metros finalmente encuentro unas cuantas ramas caídas que parecen suficientemente secas como para prenderlas. Esto me anima un poco, ya que me acerca un poco a la vuelta a casa. El siguiente paso es encontrar las piedras necesarias para hacer saltar la chispa. Continúo mirando alrededor hasta que me doy cuenta de que las piedras de las rocas que constituyen las cuevas podrían servirme. Ya lo tengo todo listo, ahora sólo tengo que organizarme un poco y empezar mi plan.
Transporto la madera cerca de la entrada de la cueva con la ayuda del patito, que parece haberse encariñado conmigo. Es tan adorable que me duele pensar que tarde o temprano deberé devolvérselo a su dueño. Sé que eso me traerá problemas, pero un hombre ha de admitir sus errores y pagar por ellos. Una vez en el sitio escogido recojo unas cuantas piedras para ir probando chocarlas. Todo parece ir perfecto, pero como siempre, la mala suerte va detrás de mí. De pronto noto como el calor del sol que antes regaba mi espalda desaparece. Dirijo una mirada al cielo y veo como un montón de nubes comienzan a arremolinarse amenazando con continuar la tormenta.
Sé que mi situación es mala. No me gusta la idea de penetrar en esas oscuras cuevas, pero no estoy dispuesto a dejar que la tormenta me pille en la intemperie. Rápidamente transporto la madera al interior de la cueva para evitar que se moje. Tras esto cojo una de las ramas más grandes que he encontrado para intentar hacer una antorcha con ella. Una vez tenga luz podré adentrarme un poco más en esa cueva y asegurarme de que no es peligrosa. Quizá con un poco de suerte encuentro agua. Esa sería una buena explicación para la falta de ríos o charcas, que el agua de la lluvia se acumulase en corrientes subterráneas.
Transporto la madera cerca de la entrada de la cueva con la ayuda del patito, que parece haberse encariñado conmigo. Es tan adorable que me duele pensar que tarde o temprano deberé devolvérselo a su dueño. Sé que eso me traerá problemas, pero un hombre ha de admitir sus errores y pagar por ellos. Una vez en el sitio escogido recojo unas cuantas piedras para ir probando chocarlas. Todo parece ir perfecto, pero como siempre, la mala suerte va detrás de mí. De pronto noto como el calor del sol que antes regaba mi espalda desaparece. Dirijo una mirada al cielo y veo como un montón de nubes comienzan a arremolinarse amenazando con continuar la tormenta.
Sé que mi situación es mala. No me gusta la idea de penetrar en esas oscuras cuevas, pero no estoy dispuesto a dejar que la tormenta me pille en la intemperie. Rápidamente transporto la madera al interior de la cueva para evitar que se moje. Tras esto cojo una de las ramas más grandes que he encontrado para intentar hacer una antorcha con ella. Una vez tenga luz podré adentrarme un poco más en esa cueva y asegurarme de que no es peligrosa. Quizá con un poco de suerte encuentro agua. Esa sería una buena explicación para la falta de ríos o charcas, que el agua de la lluvia se acumulase en corrientes subterráneas.
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Te adentras en la cueva armado con tu arma improvisada. Según te alejas de la entrada comienzas a oír el rumor de agua, pero no la localizas. Si te acercas a la pared, podrás comprobar que viene de detrás. Debe de haber alguna cueva paralela ¿Estará conectada con esta? El patito va contigo, sigue sin despegársete. O quizás le da miedo la tormenta.
Oyes un trueno a tu espalda en el mismo instante en que a lo lejos ves algo extraño en el suelo de la cueva. Puedes observar que aunque parece terminar al fondo de la ''estancia'' en realidad hay una especie de pasadizo que baja hacia la izquierda. En el suelo, en el centro, puedes ver tres bolas de madera perfectamente redondas. ¿Cómo habrán llegado ahí?
Oyes un trueno a tu espalda en el mismo instante en que a lo lejos ves algo extraño en el suelo de la cueva. Puedes observar que aunque parece terminar al fondo de la ''estancia'' en realidad hay una especie de pasadizo que baja hacia la izquierda. En el suelo, en el centro, puedes ver tres bolas de madera perfectamente redondas. ¿Cómo habrán llegado ahí?
- Decisiones:
- A partir de aquí, pueden ocurrir dos cosas. Una es extraña y la otra extremadamente curiosa a la vez que bastante aleatoria. Te dejo escoger tu camino, respóndeme en un spoiler a la vez que contestes.
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Comienzo a adentrarme en aquella oscura caverna. La luz de la que me provee la antorcha que he improvisado no es gran cosa, pero al menos evita que me tropiece o me choque con lo que tengo enfrente. Me doy cuenta de que el patio me está siguiendo por un graznido que emite. Es adorable que me siga todo el rato, sin embargo esta no es una situación en la que debiese meterse, aún no sé qué puedo encontrar en esa cueva. De todos modos no puedo evitar que vaya detrás de mí, seguro que aunque lo llevase a la entrada me seguiría otra vez asustado por la tormenta. Finalmente decido cogerlo y meterlo en el bolsillo de mi camisa, al menos ahí no le pasara nada sin que yo me entere. Habría sido una pena si una araña, una serpiente o algo así se lo comiese sin que yo me diese cuenta.
Arreglado el tema de mi pequeño amiguito continúo mi camino por la cueva. Hace ya un rato que escucho el rumor del agua en la lejanía, por lo que decido seguirlo a pesar de que esto me aleje de la salida. La curiosidad por saber los misterios que me aguardan en aquel refugio natural mi impulsa. Me encanta disfrutar esa adrenalina que produce el no saber que me espera más adentro. Por otro lado también siento la necesidad de alejarme de la tormenta, que parece estar tomando fuerza a cada momento. Ayudado por el eco me llega el sonido de los truenos, es bastante abrumador. También por la apertura de la cueva se cuela la luz de un rayo, iluminando hasta el que parece el final de la estancia. Sabiendo ya hasta donde está me acerco a ese último rincón de la estancia. Camino palpando la pared lentamente en busca de algún rastro de agua hasta que llego a un punto en el que encuentro un pasadizo. Sé que puede ser peligroso, pero me decido a atravesarlo.
Al final del pasadizo llego a una sala en cuyo medio encuentro tres esferas perfectas de madera. No encuentro la corriente subterránea, pero no cabe duda de que hay alguna sorpresa en esta misteriosa caverna, esas bolas no pueden haber llegado solas hasta ahí. Las guardo en mi mochila sabiendo que no me voy a ver decepcionado. Las aventuras más emocionantes empiezan de las formas más estúpidas, como yo había empezado esta. Con estas bolas en mi poder decido rodear la pared en busca de alguna pista que me ayude a resolver el misterio de las esferas de madera.
Arreglado el tema de mi pequeño amiguito continúo mi camino por la cueva. Hace ya un rato que escucho el rumor del agua en la lejanía, por lo que decido seguirlo a pesar de que esto me aleje de la salida. La curiosidad por saber los misterios que me aguardan en aquel refugio natural mi impulsa. Me encanta disfrutar esa adrenalina que produce el no saber que me espera más adentro. Por otro lado también siento la necesidad de alejarme de la tormenta, que parece estar tomando fuerza a cada momento. Ayudado por el eco me llega el sonido de los truenos, es bastante abrumador. También por la apertura de la cueva se cuela la luz de un rayo, iluminando hasta el que parece el final de la estancia. Sabiendo ya hasta donde está me acerco a ese último rincón de la estancia. Camino palpando la pared lentamente en busca de algún rastro de agua hasta que llego a un punto en el que encuentro un pasadizo. Sé que puede ser peligroso, pero me decido a atravesarlo.
Al final del pasadizo llego a una sala en cuyo medio encuentro tres esferas perfectas de madera. No encuentro la corriente subterránea, pero no cabe duda de que hay alguna sorpresa en esta misteriosa caverna, esas bolas no pueden haber llegado solas hasta ahí. Las guardo en mi mochila sabiendo que no me voy a ver decepcionado. Las aventuras más emocionantes empiezan de las formas más estúpidas, como yo había empezado esta. Con estas bolas en mi poder decido rodear la pared en busca de alguna pista que me ayude a resolver el misterio de las esferas de madera.
- Decisión:
- Vamos a lo extraño, que no haya entrado hasta el fondo de la cueva para nada.
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Mientras tanteas las paredes de la cueva descubres una abertura en un extremo... que se deshace en otro pasillo. Estaba bien oculto, no podías haberlo notado. Pero ahora que te fijas puedes ver sombras al fondo. Como si hubiera un fuego encendido y su luz se reflejase en la pared. Oyes un murmullo, que antes apagaba el sonido del agua. Son voces, pero no las distingues.
Si sigues el pasadizo, comprobarás que puedes asomarte sin temor; más rocas te ocultan de quien quiera que esté allí. Y lo que ves te deja boquiabierto y confuso: Cuatro hombres, apenas cubiertos con pantalones toscos de gamuza, están saltando alrededor de una hoguera. Son de piel oscura y llevan una especie de lanzas curvas en la mano. Es como si estuvieran bailando, pero van descalzos y no hacen ruido al aterrizar en el frío suelo una y otra vez. No ves bártulos, comida ni bebida a su alrededor. Sin embargo, en el suelo hay desperdigadas algunas bolas más como las que encontraste en la otra sala.
¿Qué harás, pequeño explorador?
Si sigues el pasadizo, comprobarás que puedes asomarte sin temor; más rocas te ocultan de quien quiera que esté allí. Y lo que ves te deja boquiabierto y confuso: Cuatro hombres, apenas cubiertos con pantalones toscos de gamuza, están saltando alrededor de una hoguera. Son de piel oscura y llevan una especie de lanzas curvas en la mano. Es como si estuvieran bailando, pero van descalzos y no hacen ruido al aterrizar en el frío suelo una y otra vez. No ves bártulos, comida ni bebida a su alrededor. Sin embargo, en el suelo hay desperdigadas algunas bolas más como las que encontraste en la otra sala.
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Rodeando la pared me topo con un pasadizo como el que había atravesado antes, aunque este estaba más oculto. Como yo ya esperaba la caverna no acababa ahí, estaba claro que iba a haber algo más en las profundidades de aquellos túneles. Me he adentrado demasiado como para irme sin saber cuál era el misterio de las esferas de madera, y aunque empiezan a rugirme las tripas, esto es más importante para mí. Conforme avanzo por el pasillo voy comenzando a escuchar unas voces que habían sido disimuladas hasta ahora por el rumor del agua. También comienzo a ver una serie de luces y sombras provenientes de la estancia a la que me dirijo. No sé si serán amistosas, pero no cabe duda de que allí hay personas alrededor de un fuego.
Llego hasta el final de la conexión entre salas, donde encuentro una serie de rocas tras las que ocultarme. Desde allí decido pararme a observar a las personas que están presentes en la habitación. Son cuatro hombres de piel oscura, todos armados con una especie de lanzas curvas. Parecen estar realizando una especie de baile tribal alrededor de una hoguera. Por el suelo también puedo ver varias de esas bolas de madera, seguramente sean ellos los que las han hecho. Antes de salir de mi escondite decido examinar una de las bolas que he recogido antes a ver si me puede dar algo de información.
Si encuentro algo interesante en esa bola retrocederé a la sala anterior para analizarla más a fondo. Si no, observaré un poco el terreno y saldré a la vista de esos extraños individuos, aunque eso sí, sin alejar mis manos de mis sinawali. Debo comprobar si son hostiles o si pueden ayudarme, no puedo pasar por alto que estoy perdido en una isla desconocida sin agua ni comida.
Llego hasta el final de la conexión entre salas, donde encuentro una serie de rocas tras las que ocultarme. Desde allí decido pararme a observar a las personas que están presentes en la habitación. Son cuatro hombres de piel oscura, todos armados con una especie de lanzas curvas. Parecen estar realizando una especie de baile tribal alrededor de una hoguera. Por el suelo también puedo ver varias de esas bolas de madera, seguramente sean ellos los que las han hecho. Antes de salir de mi escondite decido examinar una de las bolas que he recogido antes a ver si me puede dar algo de información.
Si encuentro algo interesante en esa bola retrocederé a la sala anterior para analizarla más a fondo. Si no, observaré un poco el terreno y saldré a la vista de esos extraños individuos, aunque eso sí, sin alejar mis manos de mis sinawali. Debo comprobar si son hostiles o si pueden ayudarme, no puedo pasar por alto que estoy perdido en una isla desconocida sin agua ni comida.
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Mientras le das vueltas a la bola en las manos notas una pequeña hendidura, y retrocedes para examinarla a la luz. Apenas se ve, parece una veta de la madera, pero puedes notarla al pasar las yemas de los dedos por encima. Recorre toda la bola, pesada en tu mano, partiéndola en dos. Tratas de separar ambas mitades, pero no cede. Sin más pistas, decides presentarte ante los desconocidos.
Siguen bailando. Uno de ellos se da cuenta de tu presencia y avisa al resto. Se giran todos a mirarte y se alejan un poco de ti. Están encorvados, agazapados. El más alejado recoge las bolas que todavía quedaban por el suelo y de alguna manera que escapa a tu comprensión las hace desaparecer entre los pocos pliegues de su escasa ropa. Otro te grita algo, que no entiendes. Suena como una pregunta. Al ver que no das muestras de comprenderlos, se miran y otro de ellos se adelanta.
- ¿Quién tú eres?
Tiene la voz ronca y un acento cuanto menos peculiar. Vocaliza bien, pero su gramática deja mucho que desear. Ninguno de los hombres se ha separado de su lanza, pero tampoco te apuntan con ellas. Parecen en guardia.
Siguen bailando. Uno de ellos se da cuenta de tu presencia y avisa al resto. Se giran todos a mirarte y se alejan un poco de ti. Están encorvados, agazapados. El más alejado recoge las bolas que todavía quedaban por el suelo y de alguna manera que escapa a tu comprensión las hace desaparecer entre los pocos pliegues de su escasa ropa. Otro te grita algo, que no entiendes. Suena como una pregunta. Al ver que no das muestras de comprenderlos, se miran y otro de ellos se adelanta.
- ¿Quién tú eres?
Tiene la voz ronca y un acento cuanto menos peculiar. Vocaliza bien, pero su gramática deja mucho que desear. Ninguno de los hombres se ha separado de su lanza, pero tampoco te apuntan con ellas. Parecen en guardia.
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Manoseando la extraña esfera de madera descubro algo en ella. Es una veta que la recorre dividiéndola en dos mitades iguales. Paso el dedo por encima pensando que hacer. Finalmente se me ocurre que podría contener algo en su interior. Es por ello que comienzo a intentar dividir las dos mitades por la marca. Hago bastante fuerza, pero no acabo consiguiendo nada. Soy consciente de que no voy a lograr nada si sigo así, por lo que vuelvo a mi posición anterior para observar bien el terreno antes de salir.
Tras tener clara la distribución de la sala acabo presentándome ante los misteriosos individuos. Tardan un poco en percatarse de mi presencia, pero a los pocos segundos de que uno de ellos me viera, todos retroceden. Parece que los he asustado, pues tres de ellos se colocan en guardia mientras que el cuarto, el cual se encuentra más alejado se pone a recoger y guardar las bolas. Al menos el hecho de que se pongan en posición defensiva en lugar de atacar me dice que no son agresivos. Levanto las manos para que vean que no pretendo hacerles ningún daño. Uno de ellos comienza a gritar cosas inentendibles para mí en tono interrogativo. La situación me incomoda un poco, pero por suerte uno del grupo parece hablar la lengua común y me repite la cuestión, quieren saber quién soy.
La voz ronca de mi interlocutor y la posición amenazante de esos hombres hacen que se me acelere el corazón. Mi principal objetivo es lograr que se calmen, si logro razonar con ello no solo conseguiré saber que son esas extrañas bolas, si no que quizá también puedan ayudarme.
-Soy amigo.- digo llevándome una mano al pecho.- Estoy perdido.- continuo.
Tras esto saco las bolas de la mochila, las dejo en el suelo y las empujo para que rueden hacia ellos. Mientras hago esto mantengo una mano cercana a mis armas, tengo que estar preparado por si se da el caso de que interpreten mis actos como hostiles. Aun así devolverles sus bolas perdidas me parece una buena forma de que sepan que no soy una amenaza.
-¿Es vuestro?- les pregunto mientras lo hago.
Tras tener clara la distribución de la sala acabo presentándome ante los misteriosos individuos. Tardan un poco en percatarse de mi presencia, pero a los pocos segundos de que uno de ellos me viera, todos retroceden. Parece que los he asustado, pues tres de ellos se colocan en guardia mientras que el cuarto, el cual se encuentra más alejado se pone a recoger y guardar las bolas. Al menos el hecho de que se pongan en posición defensiva en lugar de atacar me dice que no son agresivos. Levanto las manos para que vean que no pretendo hacerles ningún daño. Uno de ellos comienza a gritar cosas inentendibles para mí en tono interrogativo. La situación me incomoda un poco, pero por suerte uno del grupo parece hablar la lengua común y me repite la cuestión, quieren saber quién soy.
La voz ronca de mi interlocutor y la posición amenazante de esos hombres hacen que se me acelere el corazón. Mi principal objetivo es lograr que se calmen, si logro razonar con ello no solo conseguiré saber que son esas extrañas bolas, si no que quizá también puedan ayudarme.
-Soy amigo.- digo llevándome una mano al pecho.- Estoy perdido.- continuo.
Tras esto saco las bolas de la mochila, las dejo en el suelo y las empujo para que rueden hacia ellos. Mientras hago esto mantengo una mano cercana a mis armas, tengo que estar preparado por si se da el caso de que interpreten mis actos como hostiles. Aun así devolverles sus bolas perdidas me parece una buena forma de que sepan que no soy una amenaza.
-¿Es vuestro?- les pregunto mientras lo hago.
- Técnicas:
- Activo este bonus por si acaso les da por atacarme.
Análisis: tras observar el terreno durante un rato (1 post) se obtiene información útil sobre él, por lo que se obtiene un x1,5 en agilidad, velocidad y reflejos mientras estés en la zona.
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Los cuatro hombres siguen pendientes de cada uno de tus movimientos. Cuando dices la palabra ''perdido'', te parece ver algo en sus ojos, como una chispa de reconocimiento. Pero en cuanto tiras las bolas desaparece, y a todas luces parecen confusos. Dos de ellos bajan las lanzas, como si descartaran la posibilidad de que puedas atacarles. Uno de ellos se adelanta y recoge las bolas.
Se mueve de manera extraña, no sabrías definirlo exactamente. Con las piernas más separadas de lo normal, algo encorvado sobre si mismo y caminando a un ritmo extraño, sin apoyar los talones apenas. Con toda naturalidad, mientra sujeta dos de las bolas gira la tercera sobre si misma. Frunce el ceño y le da un golpe contra el suelo antes de volver a probar. Ahora sí, se desenrosca y revela que está hueca. En su interior hay restos de un fino polvillo rosa.
Comprueba las otras dos, mientras sus compañeros le miran por encima del hombro con expresión aburrida. El que te ha hablado también está pendiente, pero al final se gira hacia ti y te dice:
- [i¿Amigo? ¿Etelo amigo? Hm.. ¡Ven![/i]
Les grita algo a los otros y se ponen en marcha sin prestarte demasiada atención; dejan la fogata encendida y parecen adentrarse todavía más en la cueva. ¿Les seguirás?
Se mueve de manera extraña, no sabrías definirlo exactamente. Con las piernas más separadas de lo normal, algo encorvado sobre si mismo y caminando a un ritmo extraño, sin apoyar los talones apenas. Con toda naturalidad, mientra sujeta dos de las bolas gira la tercera sobre si misma. Frunce el ceño y le da un golpe contra el suelo antes de volver a probar. Ahora sí, se desenrosca y revela que está hueca. En su interior hay restos de un fino polvillo rosa.
Comprueba las otras dos, mientras sus compañeros le miran por encima del hombro con expresión aburrida. El que te ha hablado también está pendiente, pero al final se gira hacia ti y te dice:
- [i¿Amigo? ¿Etelo amigo? Hm.. ¡Ven![/i]
Les grita algo a los otros y se ponen en marcha sin prestarte demasiada atención; dejan la fogata encendida y parecen adentrarse todavía más en la cueva. ¿Les seguirás?
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Toda la esperanza que me había dado la reacción de los indígenas al escuchar que estaba perdido desaparece conforme les enseño las bolas. No parecen entender nada, aunque tampoco hay nada que entender, solo quiero ganarme un poco su confianza. Quizá no lo haya hecho de la forma más adecuada, pero parece que mis acciones están dando su fruto, pues dejan de un lado su posición defensiva. Me quedo bastante intrigado, aún algo nervioso por la incertidumbre de lo que puede pasar, mientras uno de ellos se acerca de forma extraña a recoger las esferas.
El hombre que ha tomado las bolas parece estar intentando algo con una de ellas. La retuerce como si pretendiese que pasase algo, aunque según mi experiencia no serviría de nada. De pronto se agacha y la golpea contra el suelo. Después de eso la bola gira perfectamente, dejando ver que en su interior contiene restos de una especie de polvo rosa. Mi cara de sorpresa debe de ser un auténtico cuadro, no había descubierto el misterio de las bolas antes porque estaba atascada. El encargado de las bolas revisa las otras dos mientras el resto le miran con caras que muestran algo de desinterés, no parece que vaya a suceder nada especial.
Finalmente el que me había hablado anteriormente se gira hacia mí y me insta a seguirle. Me doy cuenta de que su dominio de mi lengua es peor del que había pensado en un primer momento, aunque eso no hace que disminuya mi interés por lo que tiene que mostrarme. Tras esto grita algo a los demás miembros del grupo y comienzan a adentrarse aún más en la cueva. No tengo intención de quedarme atrás, quiero saber qué es lo que esconden allí. Además, en caso de necesitar encontrar la salida, la luz de la fogata que han dejado atrás podría servirme de guía en mi camino de vuelta.
El hombre que ha tomado las bolas parece estar intentando algo con una de ellas. La retuerce como si pretendiese que pasase algo, aunque según mi experiencia no serviría de nada. De pronto se agacha y la golpea contra el suelo. Después de eso la bola gira perfectamente, dejando ver que en su interior contiene restos de una especie de polvo rosa. Mi cara de sorpresa debe de ser un auténtico cuadro, no había descubierto el misterio de las bolas antes porque estaba atascada. El encargado de las bolas revisa las otras dos mientras el resto le miran con caras que muestran algo de desinterés, no parece que vaya a suceder nada especial.
Finalmente el que me había hablado anteriormente se gira hacia mí y me insta a seguirle. Me doy cuenta de que su dominio de mi lengua es peor del que había pensado en un primer momento, aunque eso no hace que disminuya mi interés por lo que tiene que mostrarme. Tras esto grita algo a los demás miembros del grupo y comienzan a adentrarse aún más en la cueva. No tengo intención de quedarme atrás, quiero saber qué es lo que esconden allí. Además, en caso de necesitar encontrar la salida, la luz de la fogata que han dejado atrás podría servirme de guía en mi camino de vuelta.
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El que lleva la antorcha marcha primero y te dejan de último. Os adentráis más y más en la cueva, hasta el punto en que te das cuenta de que tenéis que estar penetrando en la montaña o dando vueltas sin sentido. La luz que te arrojaba la fogata a tu espalda pronto desaparece, y te ves obligado a seguir en la penumbra el puntito de luz que es la antorcha que lleva el primero. Los hombres siguen caminando a su manera peculiar y diciéndose cosas a veces. No hablan mucho, pero no parecen tensos ni alertados por tu presencia.
Y de repente, tras un recodo, la magia ocurre. Estabas atento, te diste cuenta de que estábais descendiendo. La temperatura era cada vez más baja y la atmósfera parecía algo más densa. Algo casi imperceptible, pero suficiente como para notar el cambio. Y ahora te encuentras en una enorme, gigantesca, titánica caverna subterránea. Lo suficientemente grande como para albergar un pequeño poblado en su interior. Las moradas tienen forma de cúpula y parecen hechas con arcilla. Hay poca gente, toda como los hombres que te llevaron hasta ahí, y todo el lugar está iluminado con antorchas y fogatas.
No ves ni oyes animales, tampoco te suena el rumor del agua. Los cuatro hombres se desperdigan y parecen tener mejores cosas que hacer que vigilar al extranjero. Qué curioso. ¿Qué pretendes hacer con tu hermosa libertad?
Y de repente, tras un recodo, la magia ocurre. Estabas atento, te diste cuenta de que estábais descendiendo. La temperatura era cada vez más baja y la atmósfera parecía algo más densa. Algo casi imperceptible, pero suficiente como para notar el cambio. Y ahora te encuentras en una enorme, gigantesca, titánica caverna subterránea. Lo suficientemente grande como para albergar un pequeño poblado en su interior. Las moradas tienen forma de cúpula y parecen hechas con arcilla. Hay poca gente, toda como los hombres que te llevaron hasta ahí, y todo el lugar está iluminado con antorchas y fogatas.
No ves ni oyes animales, tampoco te suena el rumor del agua. Los cuatro hombres se desperdigan y parecen tener mejores cosas que hacer que vigilar al extranjero. Qué curioso. ¿Qué pretendes hacer con tu hermosa libertad?
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Caminamos un buen rato por esa caverna, adentrándonos más y más hasta que la luz de la hoguera que me marcaba el punto de vuelta desaparece. La situación me incomoda un poco, pero no parece que mis guías pretendan hacerme nada malo, sólo andan y dicen alguna que otra palabra extraña tranquilamente. A medida que avanzo voy notando como la temperatura disminuye y el aire se enrarece. No cabe duda de que estamos bajando, pero ¿para qué? Quizá con algo de suerte me estén guiando a un lago subterráneo para beber algo, eso sería una maravilla.
Finalmente nuestro objetivo ser revela ante mis ojos, no es para nada lo que esperaba, pero eso no hace que la enorme sorpresa que me llevo sea mala. Construido en una enormérrima apertura, se encuentra el poblado al que supongo pertenecen mis guías. Una vez allí mis acompañantes se marchan dejándome campar a mis anchas por la zona, lo cual me desconcierta un poco. Comienzo a andar entre las casas arcillosas de los habitantes, las cuales tienen forma de cúpula. Todos tienen unos rasgos parecidos en aquel poblado, lo que me hace pensar que no deben estar muy acostumbrados a extranjeros. Comienzo a actuar con precaución, no quiero meterme en problemas por asustar a algún niño. Fijándome un poco más me doy cuenta de que todos los rincones de la población están iluminados por antorchas y hogueras. No es muy grande, pero sin duda toda esa madera tiene que ser costosa de trasladar. También me percato de otra cosa, a la vista no hay ni ganado, ni cultivos, ni ninguna fuente natural de agua, lo que hace que me intrigue el método de subsistencia de aquella gente.
La visita por el pueblo está bien, pero me parece una pérdida de tiempo, por lo que me dirijo a buscar al hombre que me ha llevado ahí para intentar hablar con él. Me es muy importante saber dónde estoy exactamente y si puedo salir de allí, quizá el haya visto otros extranjeros y sepa guiarme hasta ellos. Además también le preguntaré si puede ofrecerme algo de comida o agua aunque sea. He pasado mucho tiempo sin nada de sustento, abusar un poco de la hospitalidad de la tribu no me parece nada descabellado.
Finalmente nuestro objetivo ser revela ante mis ojos, no es para nada lo que esperaba, pero eso no hace que la enorme sorpresa que me llevo sea mala. Construido en una enormérrima apertura, se encuentra el poblado al que supongo pertenecen mis guías. Una vez allí mis acompañantes se marchan dejándome campar a mis anchas por la zona, lo cual me desconcierta un poco. Comienzo a andar entre las casas arcillosas de los habitantes, las cuales tienen forma de cúpula. Todos tienen unos rasgos parecidos en aquel poblado, lo que me hace pensar que no deben estar muy acostumbrados a extranjeros. Comienzo a actuar con precaución, no quiero meterme en problemas por asustar a algún niño. Fijándome un poco más me doy cuenta de que todos los rincones de la población están iluminados por antorchas y hogueras. No es muy grande, pero sin duda toda esa madera tiene que ser costosa de trasladar. También me percato de otra cosa, a la vista no hay ni ganado, ni cultivos, ni ninguna fuente natural de agua, lo que hace que me intrigue el método de subsistencia de aquella gente.
La visita por el pueblo está bien, pero me parece una pérdida de tiempo, por lo que me dirijo a buscar al hombre que me ha llevado ahí para intentar hablar con él. Me es muy importante saber dónde estoy exactamente y si puedo salir de allí, quizá el haya visto otros extranjeros y sepa guiarme hasta ellos. Además también le preguntaré si puede ofrecerme algo de comida o agua aunque sea. He pasado mucho tiempo sin nada de sustento, abusar un poco de la hospitalidad de la tribu no me parece nada descabellado.
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Le encuentras sin problemas, está tejiendo una especie de telas a la entrada de una de las casas. Son varias tiras y las entrelaza a una velocidad endemoniada. Parece concentrado, y cuando le hablas no responde a la primera. Hace un par de nudos estratégicos para poder apartar la tela sin que se deshaga y entonces te mira. Parece algo confuso:
-¿No Etelo amigo? Etelo allá...- Te dice señalando una de las cabañas. Te fijas en que es algo más burda que el resto; su acabado no es liso, se nota más que al fin y al cabo los materiales son primitivos. Sale un fino hilo de humo de lo que presumes será un agujero en el techo.
Mientras mirabas la choza, el chico ha sacado una de las bolas de antes de no sabes dónde. La gira y tras pasar el dedo para agarrar algo del polvo te la tiende. Entretanto, se rechupa el dedo con una cara que definitivamente te recuerda a un niño goloso. ¿Qué demonios?
-¿No Etelo amigo? Etelo allá...- Te dice señalando una de las cabañas. Te fijas en que es algo más burda que el resto; su acabado no es liso, se nota más que al fin y al cabo los materiales son primitivos. Sale un fino hilo de humo de lo que presumes será un agujero en el techo.
Mientras mirabas la choza, el chico ha sacado una de las bolas de antes de no sabes dónde. La gira y tras pasar el dedo para agarrar algo del polvo te la tiende. Entretanto, se rechupa el dedo con una cara que definitivamente te recuerda a un niño goloso. ¿Qué demonios?
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