Amaiar Silverfang
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Amaiar suspiró, por fin algo libre de carga. Con la tripulación ocupada no tenía que temer por que se desmadraran debido al temor, y los DDM habían hecho bien su función, por lo que muy pronto estarían los buques reunidos. Puede que algunos pensaran que era mejor separarse, pero el Capitán tenía otros planes en mente. Su objetivo no era únicamente buscar un tesoro, sino más bien aprovecharlo como cebo para atraer a gente a la que capturar. Así que perder un poco de tiempo de ventaja no era tan malo, pues permitiría que la luz atrajese a más moscas antes de soltar el gas anti-insectos... Dicho así suena un poco macabro, pero Silverfang sabía lo que su plan implicaba realmente, así que no tenía que darle explicación ninguna a nadie.
Mientras el navío ponía rumbo al punto de encuentro, el joven se tomó un momento para admirar el paisaje. Realmente era una isla exótica como poco, y los misterios que la rodeaban no eran para menos. En realidad, puede que se alegrase de que las historias fueran ciertas, pues no todos los días uno tiene la oportunidad de ver aquella clase de fenómenos. Incluso la flora tenía pintas extrañísimas, algo lógico si Amaiar recordaba que la isla seguramente pasase largos periodos de tiempo bajo el nivel de agua.
Cuando los cuatro barcos estuvieron próximos a la costa, Amaiar sonrió y se acercó a la borda para verlos bien. En uno de ellos, el primero que había llegado, pudo distinguir al Gyojin Danio Rerio despedir algunos destellos dorados bajo el sol. El comodoro lucía imponente y respetable, y Silverfang pensó en que estaría bien si algún día él luciese así de apto para el cargo.
Por otro lado, los buques gemelos que se acercaron por el otro lado traían bastante escándalo de su parte, y con expresión confusa, el Marine trató de distinguir algo. A sus oídos llegaron sonidos difusos y entremezclados, pero pudo distinguir algo sobre unas hamburguesas. ¿Hamburguesas? ¿Qué tenían que ver las hamburguesas con...? Haciéndose una idea, no pudo evitar golpear su frente con la palma de la mano tan fuerte que produjo un sonoro ruido de chasquido. "No me digas que se ha vuelto a escaquear..." Pensó, rezando para que su corazonada fuera errónea. Los rumores sobre marines con un largo historial a sus espaldas no escaseaban, y Al Naion no era una excepción. Y lo peor de todo era que Silverfang se temía que de haber desaparecido repentinamente, su hermana decidiera seguirle y se fuera también. Aquello dejaría bastante mermados los efectivos disponibles para la operación, idea que no le hacía ninguna gracia.
- De acuerdo... - Susurró imperceptiblemente, lamiéndose los labios. Los notaba resecos. -... Toca empezar a pensar en un plan B y C...
Mientras una parte de él revisaba diversas estrategias afrontables según qué circunstancias se dieran, comenzó a dar instrucciones para que anclaran el navío y dispusieran el desembarco. Les llevaría un ligero rato poner a flote los botes necesarios, así como separar los grupos para que fueran llegando a la costa lo antes posible. No tenían TANTO tiempo que perder, al fin y al cabo.
Al tiempo que sus últimas órdenes se comenzaban a llevar a cabo, decidió confirmar sus sospechas hablando directamente con los responsables disponibles de los otros buques.
- ¡Eh! ¡Tú! - Le gritó a un recluta que pasaba en ese momento cerca de la borda del barco de Al. - ¿Qué ocurre? ¿Dónde están tus superiores?
Minutos más tarde, Amaiar sujetaba con tanta fuerza la madera del barco que casi la quiebra, debido a la frustración. Ahora que tenía un poco más de información, aun así no podía hacer nada más. Tendrían que apañárselas como pudieran. Decidió echar un vistazo al otro barco, y tratar de entablar contacto directo con Lara.
- ¡Oye, disculpa! - Repitió el proceso con otro recluta de aquel navío. - ¿Está la teniente Naion disponible?
Debía saber cuál era la postura de Lara en ese momento. Hasta que no supiera si podía contar con ella y sus marines, no podría efectuar ninguna decisión definitiva sobre la forma de avanzar sobre el terreno. Bastante tenía ya con cuidar a su propio grupo como para tener que hacerse responsable de todos aquellos también. Con suerte el Gyojin le echaría una mano cuando llegasen todos a tierra...
Mientras el navío ponía rumbo al punto de encuentro, el joven se tomó un momento para admirar el paisaje. Realmente era una isla exótica como poco, y los misterios que la rodeaban no eran para menos. En realidad, puede que se alegrase de que las historias fueran ciertas, pues no todos los días uno tiene la oportunidad de ver aquella clase de fenómenos. Incluso la flora tenía pintas extrañísimas, algo lógico si Amaiar recordaba que la isla seguramente pasase largos periodos de tiempo bajo el nivel de agua.
Cuando los cuatro barcos estuvieron próximos a la costa, Amaiar sonrió y se acercó a la borda para verlos bien. En uno de ellos, el primero que había llegado, pudo distinguir al Gyojin Danio Rerio despedir algunos destellos dorados bajo el sol. El comodoro lucía imponente y respetable, y Silverfang pensó en que estaría bien si algún día él luciese así de apto para el cargo.
Por otro lado, los buques gemelos que se acercaron por el otro lado traían bastante escándalo de su parte, y con expresión confusa, el Marine trató de distinguir algo. A sus oídos llegaron sonidos difusos y entremezclados, pero pudo distinguir algo sobre unas hamburguesas. ¿Hamburguesas? ¿Qué tenían que ver las hamburguesas con...? Haciéndose una idea, no pudo evitar golpear su frente con la palma de la mano tan fuerte que produjo un sonoro ruido de chasquido. "No me digas que se ha vuelto a escaquear..." Pensó, rezando para que su corazonada fuera errónea. Los rumores sobre marines con un largo historial a sus espaldas no escaseaban, y Al Naion no era una excepción. Y lo peor de todo era que Silverfang se temía que de haber desaparecido repentinamente, su hermana decidiera seguirle y se fuera también. Aquello dejaría bastante mermados los efectivos disponibles para la operación, idea que no le hacía ninguna gracia.
- De acuerdo... - Susurró imperceptiblemente, lamiéndose los labios. Los notaba resecos. -... Toca empezar a pensar en un plan B y C...
Mientras una parte de él revisaba diversas estrategias afrontables según qué circunstancias se dieran, comenzó a dar instrucciones para que anclaran el navío y dispusieran el desembarco. Les llevaría un ligero rato poner a flote los botes necesarios, así como separar los grupos para que fueran llegando a la costa lo antes posible. No tenían TANTO tiempo que perder, al fin y al cabo.
Al tiempo que sus últimas órdenes se comenzaban a llevar a cabo, decidió confirmar sus sospechas hablando directamente con los responsables disponibles de los otros buques.
- ¡Eh! ¡Tú! - Le gritó a un recluta que pasaba en ese momento cerca de la borda del barco de Al. - ¿Qué ocurre? ¿Dónde están tus superiores?
Minutos más tarde, Amaiar sujetaba con tanta fuerza la madera del barco que casi la quiebra, debido a la frustración. Ahora que tenía un poco más de información, aun así no podía hacer nada más. Tendrían que apañárselas como pudieran. Decidió echar un vistazo al otro barco, y tratar de entablar contacto directo con Lara.
- ¡Oye, disculpa! - Repitió el proceso con otro recluta de aquel navío. - ¿Está la teniente Naion disponible?
Debía saber cuál era la postura de Lara en ese momento. Hasta que no supiera si podía contar con ella y sus marines, no podría efectuar ninguna decisión definitiva sobre la forma de avanzar sobre el terreno. Bastante tenía ya con cuidar a su propio grupo como para tener que hacerse responsable de todos aquellos también. Con suerte el Gyojin le echaría una mano cuando llegasen todos a tierra...
Yoshi
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Oí la voz del chico detrás mio, parecía más seria de lo normal y mucho más dura como si hubiese envejecido o madurado de golpe o pareciese apreciar algún peligro mortal, yo no podía percibir aquella sensación de peligro inminente pero tal vez él si de alguna forma.
Nos adentramos los dos en la cueva, era de una oscuridad total y completa parecía que podía encender todas las luces del mundo que aquella oscuridad se las tragaria una a una y practicamente se volvería más oscura.
Derrepente olí algo, era un olor muy extraño que no sabría describirlo nunca había olido algo como eso, tambien es cierto que nunca había hecho expeleologia y no sabia si las cuevas olian así siempre de por si y si aquel olor por decirlo de alguna manera era olor a cueva,
Pero parecía que me equivocaba y aquello no era normal pues Isaac me preguntó contrariado que era aquel extraño olor.
Me encojí de hombros aunque claro el no podía verlo. -No tengo ni idea, no había olido algo así en mio vida.- por mi mente paso que a lo mejor olia a sangre, la había olido más veces y de alguna manera me recordaba aunque a una sangre pasado y putrefacta ¿La sangre se podía pudrir? de todas formas expulsé aquellos macabros pensamientos de mi cabeza y me agarré a la pared de la cueva. -Vamos- le susurré a mi acompañante.
Empecé a descender por la cueva a ciegas, poco a poco la oscuridad lo envolvía todo más y era imposible no tropezarse de vez en cuando y perder el equilibrio aunque con suerte conseguí no caerme al agarrarme a la pared de piedra. No sabía cuanto tiempo llevabamos así en completa penumbra descendiendo pero se hacia cada vez más pesado y el olor más y más fuerte, al final después de un rato jadeando agotado me apoyé en la pared. -Parece que es interminable, tal vez deberiamos volver.- Propuse, no creía que hubiese nada interesante en aquella cueva o bueno tal vez si lo creía pero ya estaba harta de andar a oscuras tanto tiempo.
Nos adentramos los dos en la cueva, era de una oscuridad total y completa parecía que podía encender todas las luces del mundo que aquella oscuridad se las tragaria una a una y practicamente se volvería más oscura.
Derrepente olí algo, era un olor muy extraño que no sabría describirlo nunca había olido algo como eso, tambien es cierto que nunca había hecho expeleologia y no sabia si las cuevas olian así siempre de por si y si aquel olor por decirlo de alguna manera era olor a cueva,
Pero parecía que me equivocaba y aquello no era normal pues Isaac me preguntó contrariado que era aquel extraño olor.
Me encojí de hombros aunque claro el no podía verlo. -No tengo ni idea, no había olido algo así en mio vida.- por mi mente paso que a lo mejor olia a sangre, la había olido más veces y de alguna manera me recordaba aunque a una sangre pasado y putrefacta ¿La sangre se podía pudrir? de todas formas expulsé aquellos macabros pensamientos de mi cabeza y me agarré a la pared de la cueva. -Vamos- le susurré a mi acompañante.
Empecé a descender por la cueva a ciegas, poco a poco la oscuridad lo envolvía todo más y era imposible no tropezarse de vez en cuando y perder el equilibrio aunque con suerte conseguí no caerme al agarrarme a la pared de piedra. No sabía cuanto tiempo llevabamos así en completa penumbra descendiendo pero se hacia cada vez más pesado y el olor más y más fuerte, al final después de un rato jadeando agotado me apoyé en la pared. -Parece que es interminable, tal vez deberiamos volver.- Propuse, no creía que hubiese nada interesante en aquella cueva o bueno tal vez si lo creía pero ya estaba harta de andar a oscuras tanto tiempo.
Fenrir
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El viento agitando el pelo escarlata de Fenrir era una sensación mucho más agradable que la de la brisa marina mientras viajaba en el barco, y el asesino agradeció que aquel medio de transporte fuera más rápido y menos incómodo para sus tripas. Con una mueca seria, el pelirrojo observó la isla desde el aire. Los dracos se dirigían volando hacia el enorme faro que había en el extremo norte de una de las islas. Sin embargo no llegaron hasta el edificio, sino que se detuvieron en lo que parecía ser una enorme plantación de hortalizas. Fenrir no era un experto botánico, pero supuso que el hecho de que hubiera una plantación en una isla que un rato antes había estado sumergido no podía ser algo normal.
- Esto no me gusta... -murmuró, con sus sentidos alerta. Su visión se tornó roja, y todos los colores del mundo desaparecieron en aquel tinte escarlata. Buscó alguna posible amenaza en los alrededores, tal vez aquellos malditos espantapájaros fueran en realidad guerreros disfrazados. O quizás las plantas se tratasen de seres semivegetales devoradores de carne. Después de aquella aparición sobrenatural, pocas cosas le parecerían raras.
El hombre desmontó de su dragón de un salto, aún alerta, y se acercó a inspeccionar uno de los espantapájaros con interés y sospecha. Se llevó la mano a la barbilla, y tras un rápido movimiento apareció tras el monigote, espada en mano, brillante como una forja. Acababa de soltar un tajo ardiente a aquel muñeco. Si no tenía nada raro, probablemente estallaria en llamas de inmediato. Sin embargo, Fenrir no se fiaba. Envainó lentamente observando aquella extraña figura.
Tras eso, miró a sus compañeros, uno a uno. No podía decir siquiera que fueran compañeros... tal vez acompañantes fuese un término más apropiado. Tras mirarlos a todos, tratando de recordar sus aspectos y el de sus espíritus, que se veían como leves auras humeantes a su alrededor, el hombre posó su vista en el faro. Habría jurado que antes había iluminado la niebla. ¿Por qué ahora parecía abandonado y apagado?
Con un gruñido de frustración, el asesino miró su hoja envainada. Necesitaba saciar su sed de sangre, y si iban de aventuras a buscar un tesoro no lo iba a lograr. Con un gesto serio, esperó órdenes de Enra. Si no le convencían, tal vez tomase su propio camino por la isla, buscando alguna presa.
- Esto no me gusta... -murmuró, con sus sentidos alerta. Su visión se tornó roja, y todos los colores del mundo desaparecieron en aquel tinte escarlata. Buscó alguna posible amenaza en los alrededores, tal vez aquellos malditos espantapájaros fueran en realidad guerreros disfrazados. O quizás las plantas se tratasen de seres semivegetales devoradores de carne. Después de aquella aparición sobrenatural, pocas cosas le parecerían raras.
El hombre desmontó de su dragón de un salto, aún alerta, y se acercó a inspeccionar uno de los espantapájaros con interés y sospecha. Se llevó la mano a la barbilla, y tras un rápido movimiento apareció tras el monigote, espada en mano, brillante como una forja. Acababa de soltar un tajo ardiente a aquel muñeco. Si no tenía nada raro, probablemente estallaria en llamas de inmediato. Sin embargo, Fenrir no se fiaba. Envainó lentamente observando aquella extraña figura.
Tras eso, miró a sus compañeros, uno a uno. No podía decir siquiera que fueran compañeros... tal vez acompañantes fuese un término más apropiado. Tras mirarlos a todos, tratando de recordar sus aspectos y el de sus espíritus, que se veían como leves auras humeantes a su alrededor, el hombre posó su vista en el faro. Habría jurado que antes había iluminado la niebla. ¿Por qué ahora parecía abandonado y apagado?
Con un gruñido de frustración, el asesino miró su hoja envainada. Necesitaba saciar su sed de sangre, y si iban de aventuras a buscar un tesoro no lo iba a lograr. Con un gesto serio, esperó órdenes de Enra. Si no le convencían, tal vez tomase su propio camino por la isla, buscando alguna presa.
C. K.
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Catherine suspira, mientras deja que Alice se recupere del viaje. El lugar es extraño, los árboles e incluso el suelo no parecen haber estado bajo el agua poco antes a excepción de un montón de gotas que se deslizan entre las ramas. La agente observa su Den-Den Mushi. Ha pasado apenas un minuto, tiene nueve más antes de dar informe de la situación.
- Agente Alice, ¿podrías utilizar tu forma zoan de nuevo para tratar de identificar ese olor? O para tratar de seguir su rastro, al me... -el sonido de unos crótalos, como una suave campanilla, llama la atención de la peliverde, que se gira en dirección contraria a la que viene ese olor dulce y que le recuerda en cierto modo a la descomposición. "¿Qué ha sido eso?" piensa mientras lleva la mano a su cintura, a la altura de la empuñadura de su espada, de modo preventivo, al tiempo que trata de detectar alguna aura hostil o desconocida en las proximidades.
Tras unos instantes, un pensamiento llega a su cabeza: ese olor dulce puede ser el de algo descomponiéndose, lo cual cobra sentido teniendo en cuenta que el agua de mar puede hacer que las cosas se pudran más rápido debido a la humedad. Con el gesto torcido y la nariz arrugada, la mujer suspira y mira a su compañera.
- Creo que lo mejor será alejarnos de ese olor, al menos de momento. Sospecho que es algo pudriéndose. ¿Te parece bien si investigamos ese sonido? Tú también lo has oído, ¿no? -Catherine mira alrededor, y saca nerviosa el Den-Den Mushi. No, aún no debe usarlo, no han descubierto nada salvo un olor dulzón y un sonido suave y tintineante. Deben seguir antes de comunicarse con sus compañeros.
Cuando su compañera esté lista, comenzará a caminar. En un principio se decidirá por el sonido, salvo que Alice esté muy segura de ir hacia el olor, en cuyo caso la seguirá con cautela.
- Agente Alice, ¿podrías utilizar tu forma zoan de nuevo para tratar de identificar ese olor? O para tratar de seguir su rastro, al me... -el sonido de unos crótalos, como una suave campanilla, llama la atención de la peliverde, que se gira en dirección contraria a la que viene ese olor dulce y que le recuerda en cierto modo a la descomposición. "¿Qué ha sido eso?" piensa mientras lleva la mano a su cintura, a la altura de la empuñadura de su espada, de modo preventivo, al tiempo que trata de detectar alguna aura hostil o desconocida en las proximidades.
Tras unos instantes, un pensamiento llega a su cabeza: ese olor dulce puede ser el de algo descomponiéndose, lo cual cobra sentido teniendo en cuenta que el agua de mar puede hacer que las cosas se pudran más rápido debido a la humedad. Con el gesto torcido y la nariz arrugada, la mujer suspira y mira a su compañera.
- Creo que lo mejor será alejarnos de ese olor, al menos de momento. Sospecho que es algo pudriéndose. ¿Te parece bien si investigamos ese sonido? Tú también lo has oído, ¿no? -Catherine mira alrededor, y saca nerviosa el Den-Den Mushi. No, aún no debe usarlo, no han descubierto nada salvo un olor dulzón y un sonido suave y tintineante. Deben seguir antes de comunicarse con sus compañeros.
Cuando su compañera esté lista, comenzará a caminar. En un principio se decidirá por el sonido, salvo que Alice esté muy segura de ir hacia el olor, en cuyo caso la seguirá con cautela.
Ai Nanasaki
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Ai estaba confusa, no sabía si llegar a tierra firme era mejor o peor que estar a la deriva. No estaba muy segura de lo que podría pasar y sus temores eran variados: animales salvajes, trampas, enemigos poderosos, venenos mortales, insectos… Las palabras de Esmejit la hicieron volver a pisar tierra y se volvió a concentrar. Había escuchado las palabras de Osuka, pero al estar inmersa en sus pensamientos, fue como no escuchar nada. Por ahora, la única voz que lograba evitar que divagara como si estuviera drogada; era la de su líder… Que no se tenía mucha confianza, pero era su líder de todas formas. El olor dulzón de la isla era bastante molesto, más para ella que tenía su olfato mejorado. ”Al carajo identificar gente por el olor” – pensó, con la clara imagen de que el olor que sentía iba a ser permanente.
– ¿Drago…? – Alzó su vista y los vio… Dos malditos dragones iban sobrevolando la isla… Se restregó los ojos y todo, pero eran de verdad. ¿Acaso era posible? Bueno, ella era un Byakko y todo, con aquellas estúpidas frutas todo era posible. Por unos milisegundos, su corazón se aceleró; suspiró y logró recuperar la compostura… Si era posible. La isla le ponía los pelos de punta y sumado a su personalidad un poco cobarde… Sí, no era buena idea que ella estuviera aquí. Se quedó callada, no tenía mucho que aportar; todo quedaba en manos de Osuka y que pudiera crear un pilar de piedra tan alto como para poder escalar. Además, la otra parte del plan del pelirrojo era bastante buena. No debían olvidar que estaban ahí por el tesoro… O la aventura… O ambos.
– ¿Drago…? – Alzó su vista y los vio… Dos malditos dragones iban sobrevolando la isla… Se restregó los ojos y todo, pero eran de verdad. ¿Acaso era posible? Bueno, ella era un Byakko y todo, con aquellas estúpidas frutas todo era posible. Por unos milisegundos, su corazón se aceleró; suspiró y logró recuperar la compostura… Si era posible. La isla le ponía los pelos de punta y sumado a su personalidad un poco cobarde… Sí, no era buena idea que ella estuviera aquí. Se quedó callada, no tenía mucho que aportar; todo quedaba en manos de Osuka y que pudiera crear un pilar de piedra tan alto como para poder escalar. Además, la otra parte del plan del pelirrojo era bastante buena. No debían olvidar que estaban ahí por el tesoro… O la aventura… O ambos.
Maki
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Maki obtuvo exactamente la respuesta que esperaba: una apasionada plétora de aplausos y vítores. Y eso que no sabía lo que significaba "plétora". Todos los tripulantes del barco que le había rescatado habían entendido a la perfección el significado de su eructil discurso, a pesar de que ni él mismo estaba seguro de cuál era. Lo que llamaba la atención era que le llamasen líder. ¿Por qué lo harían? Quizás se debía a su extraña capacidad para ganar adeptos. O tal vez...
-¿Es que sois revolucionarios o algo así? -preguntó. Si era así tal vez pudieran ayudarle a encontrar a Su Majestad. Puede que incluso el misterioso líder de la revolución estuviese allí, aunque lo dudaba. Le había invitado a su cumple y no había asistido, por lo que no le parecía muy simpático. Ni siquiera le había mandado una tarjeta o algo así.
-Yo soy Augustus, pero podéis llamarme Comandante si queréis -dijo, recordando la forma en que los ghouls le habían llamado hacía ya tiempo.
De repente, uno de los marineros, un tipo que hablaba con sabor a vainilla, señaló un navío que se acercaba por babor. Maki no sabía dónde estaba eso pero vio un barco de la Marina que se acercaba por la izquierda. ¿Qué podrían querer? Tardó un poco en darse cuenta de que no podían tramar nada bueno. Ellos eran revolucionarios, o al menos él lo era, y para los marines eran los malos. Y si ellos eran los malos... ¿no querrían arrestarles? No podía permitir eso, se hablaba fatal de las cárceles. Decían que encerraban a la gente en celdas y ni siquiera les daban las llaves por si querían salir a dar una vuelta.
-¿Qué debemos hacer, Comandante? -exclamó el gyojin-. Oh, espera. Si ese era yo. ¡Muy bien, marineros! Vamos hacia... para... allá, supongo -ordenó señalando la isla que mágicamente había aparecido. Aunque sospechaba que realmente lo que había pasado era que el mar había bajado un poco dejando a la vista la isla. Era mucho más lógico. Por otro lado era un fenómeno tan extraño que se preguntó si no representaba un peligro. Tal vez se viese obligado a salvar el mundo de nuevo.
-¿Y qué hacemos si nos disparan? -preguntó uno de sus nuevos seguidores.
-Ignoradlos. Mi mamá me dijo que ignorase a los que fuesen malos conmigo, así que ya sabéis.
-¿Es que sois revolucionarios o algo así? -preguntó. Si era así tal vez pudieran ayudarle a encontrar a Su Majestad. Puede que incluso el misterioso líder de la revolución estuviese allí, aunque lo dudaba. Le había invitado a su cumple y no había asistido, por lo que no le parecía muy simpático. Ni siquiera le había mandado una tarjeta o algo así.
-Yo soy Augustus, pero podéis llamarme Comandante si queréis -dijo, recordando la forma en que los ghouls le habían llamado hacía ya tiempo.
De repente, uno de los marineros, un tipo que hablaba con sabor a vainilla, señaló un navío que se acercaba por babor. Maki no sabía dónde estaba eso pero vio un barco de la Marina que se acercaba por la izquierda. ¿Qué podrían querer? Tardó un poco en darse cuenta de que no podían tramar nada bueno. Ellos eran revolucionarios, o al menos él lo era, y para los marines eran los malos. Y si ellos eran los malos... ¿no querrían arrestarles? No podía permitir eso, se hablaba fatal de las cárceles. Decían que encerraban a la gente en celdas y ni siquiera les daban las llaves por si querían salir a dar una vuelta.
-¿Qué debemos hacer, Comandante? -exclamó el gyojin-. Oh, espera. Si ese era yo. ¡Muy bien, marineros! Vamos hacia... para... allá, supongo -ordenó señalando la isla que mágicamente había aparecido. Aunque sospechaba que realmente lo que había pasado era que el mar había bajado un poco dejando a la vista la isla. Era mucho más lógico. Por otro lado era un fenómeno tan extraño que se preguntó si no representaba un peligro. Tal vez se viese obligado a salvar el mundo de nuevo.
-¿Y qué hacemos si nos disparan? -preguntó uno de sus nuevos seguidores.
-Ignoradlos. Mi mamá me dijo que ignorase a los que fuesen malos conmigo, así que ya sabéis.
Aetiel
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Una vez todos se hallaron montados en las lagartijas negras, éstas alzaron el vuelo dejando atrás el barco a la vez que cruzaban primero el mar y después la tierra hasta que llegaron al lugar de donde procedía la luz que hasta hace poco iluminaba los alrededores de esa extraña isla salida de las profundidades.
- Esta lagartija no está mal, tengo que hacerme con una - Era lo que el pelinegro pensaba mientras avanzaba a lomos de la oscura criatura.
Una vez descendieron de nuevo a tierra Aetiel realizó un vistazo general a lo que los rodeaba, campos de sembrado y espantapájaros. Esos malditos muñecos no inspiraba confianza en el muchacho que por instinto se echó mano a su pistola. Al parecer los demás todavía esperaban indicaciones del hombre-murciélago y su acompañante, que junto a otra de esas bestias de piel oscura habían descendido junto a ellos. Aunque pronto algo captó la atención del pelinegro, su acompañante pelirrojo había desmontado como él y había atacado a uno de esos espantapájaros.
- Tampoco me gustan pero, ¿para qué cortarlos? - La pregunta iba dirigida hacia el pelirrojo con el tono cansado y carente de emoción propio de Aetiel que mientras observaba los alrededores esperaba alguna instrucción.
- Esta lagartija no está mal, tengo que hacerme con una - Era lo que el pelinegro pensaba mientras avanzaba a lomos de la oscura criatura.
Una vez descendieron de nuevo a tierra Aetiel realizó un vistazo general a lo que los rodeaba, campos de sembrado y espantapájaros. Esos malditos muñecos no inspiraba confianza en el muchacho que por instinto se echó mano a su pistola. Al parecer los demás todavía esperaban indicaciones del hombre-murciélago y su acompañante, que junto a otra de esas bestias de piel oscura habían descendido junto a ellos. Aunque pronto algo captó la atención del pelinegro, su acompañante pelirrojo había desmontado como él y había atacado a uno de esos espantapájaros.
- Tampoco me gustan pero, ¿para qué cortarlos? - La pregunta iba dirigida hacia el pelirrojo con el tono cansado y carente de emoción propio de Aetiel que mientras observaba los alrededores esperaba alguna instrucción.
Nocturne93
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Nos aproximabamos hacia aquella embarcación sin pabellón. Tanto este navío como el que se hallaba en la costa no tenían bandera que indicase su alineación, mientras que nosotros ondeábamos la insignia de la marina en lo alto del palo mayor. Tobías estaba a mi lado y Gusi... Lo cierto es que no me fijé dónde estaba, pero no andaría muy lejos. Mientras, continuábamos aproximándonos a ese navío sin identificar. Tan solo el silencio nos respondió.
No me gustaba tanto silencio, se podía observar movimiento en cubierta, así como una especie de masa extraña sin forma alguna. Por lo menos yo no se la encontraba desde donde estaba, pero algo me decía que ese ser estaba al mando o era algún tipo de preso. Todos se movían a su alrededor mientras ese tan solo parecía hablar y estarse ahí quieto. No me gustaba un pelo. Tanto movimiento por allí y ninguna respuesta. Rápidamente informé a la tripulación que estuviese alerta.
-Timonel. Ponga el barco paralelo. Que los artilleros se preparen, que abran las troneras y a mi señal se preparen para abrir fuego. !Preparaos! Puede que tengamos fiesta.
Entonces rápidamente recordé que la cosa podría complicarse, metí mi mano en uno de los bolsillos y extraje un pequeño ser que funcionaba a modo de teléfono. Un Den Den Mushi especial para llamar a esa persona. No sabía dónde se hallaba, pero si no estaba ocupado nos vendría bien una ayuda. No creo que pudiéramos hacerles frente a dos embarcaciones si se tratasen de enemigos. Todavía no sabía nada, pero quien calla otorga, no podía arriesgarme. Y un navío es muy sencillo de hundir. O por lo menos de dejar tirado en mitad del mar sin velamen.
-Noa. Al habla Kimura. Necesito conocer tu posición. Es posible que necesite tu ayuda si puedes estar próximo. Yo me hallo en la isla de la bruma. Tal vez has oído hablar de ella, los rumores han estado corriendo últimamente. La isla es real, y ha salido de la nada. Necesito que me digas si estás próximo al lugar.
Mientras esperaba una respuesta cogí unas cuantas flechas y mi argo Igurusureiya. Cargué una flecha en él, pero no tensé la cuerda, tan solo me quedé preparado canalizando mi energía de ámbito y volví a intentar contactar con el otro barco. Ahora estábamos más cerca, aunque hablase a gritos me escucharían.
-¡Insisto en que os identifiquéis! ¡No lo volveré a repetir! ¡Quién está al mando y quiénes sois! ¡Es todo cuanto os pregunto!
No me gustaba tanto silencio, se podía observar movimiento en cubierta, así como una especie de masa extraña sin forma alguna. Por lo menos yo no se la encontraba desde donde estaba, pero algo me decía que ese ser estaba al mando o era algún tipo de preso. Todos se movían a su alrededor mientras ese tan solo parecía hablar y estarse ahí quieto. No me gustaba un pelo. Tanto movimiento por allí y ninguna respuesta. Rápidamente informé a la tripulación que estuviese alerta.
-Timonel. Ponga el barco paralelo. Que los artilleros se preparen, que abran las troneras y a mi señal se preparen para abrir fuego. !Preparaos! Puede que tengamos fiesta.
Entonces rápidamente recordé que la cosa podría complicarse, metí mi mano en uno de los bolsillos y extraje un pequeño ser que funcionaba a modo de teléfono. Un Den Den Mushi especial para llamar a esa persona. No sabía dónde se hallaba, pero si no estaba ocupado nos vendría bien una ayuda. No creo que pudiéramos hacerles frente a dos embarcaciones si se tratasen de enemigos. Todavía no sabía nada, pero quien calla otorga, no podía arriesgarme. Y un navío es muy sencillo de hundir. O por lo menos de dejar tirado en mitad del mar sin velamen.
-Noa. Al habla Kimura. Necesito conocer tu posición. Es posible que necesite tu ayuda si puedes estar próximo. Yo me hallo en la isla de la bruma. Tal vez has oído hablar de ella, los rumores han estado corriendo últimamente. La isla es real, y ha salido de la nada. Necesito que me digas si estás próximo al lugar.
Mientras esperaba una respuesta cogí unas cuantas flechas y mi argo Igurusureiya. Cargué una flecha en él, pero no tensé la cuerda, tan solo me quedé preparado canalizando mi energía de ámbito y volví a intentar contactar con el otro barco. Ahora estábamos más cerca, aunque hablase a gritos me escucharían.
-¡Insisto en que os identifiquéis! ¡No lo volveré a repetir! ¡Quién está al mando y quiénes sois! ¡Es todo cuanto os pregunto!
Mist D. Spanner
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Spanner bostezó. Estaba aburrido, incluso caminando. De momento nada lo estaba motivando para continuar. A excepción de la aparición de la isla de la nada, por supuesto. Pero aquello no explicaba los rumores de apariciones fantasmales. Llegaron por fin a la orilla de un río, dónde había...
- ¿Qué demonios...?
Unos extraños lagartos parecían tomar el sol junto al río. No parecían caimanes, ni cocodrilos. Spanner se quedó embobado mirándolos, estudiando la anatomía de los animales. Nunca había visto nada así. Tal vez podría acercarse un poco y descubrir que demonios era aquello... Hasta que el pelirrojo le dio un codazo, sacándolo de su ensimismamiento. El pirata le señaló a un hombre que estaba frente a una cueva y preguntó si podía ser aquel el lugar del tesoro. El pelimorado suspiró.
- Supongo que no pasa nada por investigar...
Ya miraría los lagartos luego. Sin embargo, no le dio tiempo siquiera a pensárselo. Zane se transformó y lo cogió de los hombros, llevándolo volando y de forma brusca al otro lado del río. Cayó al suelo de rodillas, asustado por lo rápido que había ido todo. Se levantó, enfadado, y dirigió un golpe a la cabeza del pelirrojo con la funda de su espada.
- ¡Avisa antes!
Cuando se hubo calmado, suspiró de nuevo y miró a la cueva, dónde estaba aquel hombre. Supuso que no pasaría nada por acercarse y preguntar... aunque no se atrevía. El pelimorado no solía fiarse de los desconocidos. Bah, que demonios. Empezó a caminar hacia la cueva y, desde una distancia prudente, habló.
- Ahm... Hola, disculpe. ¿Sabe lo que hay en la cueva?
- ¿Qué demonios...?
Unos extraños lagartos parecían tomar el sol junto al río. No parecían caimanes, ni cocodrilos. Spanner se quedó embobado mirándolos, estudiando la anatomía de los animales. Nunca había visto nada así. Tal vez podría acercarse un poco y descubrir que demonios era aquello... Hasta que el pelirrojo le dio un codazo, sacándolo de su ensimismamiento. El pirata le señaló a un hombre que estaba frente a una cueva y preguntó si podía ser aquel el lugar del tesoro. El pelimorado suspiró.
- Supongo que no pasa nada por investigar...
Ya miraría los lagartos luego. Sin embargo, no le dio tiempo siquiera a pensárselo. Zane se transformó y lo cogió de los hombros, llevándolo volando y de forma brusca al otro lado del río. Cayó al suelo de rodillas, asustado por lo rápido que había ido todo. Se levantó, enfadado, y dirigió un golpe a la cabeza del pelirrojo con la funda de su espada.
- ¡Avisa antes!
Cuando se hubo calmado, suspiró de nuevo y miró a la cueva, dónde estaba aquel hombre. Supuso que no pasaría nada por acercarse y preguntar... aunque no se atrevía. El pelimorado no solía fiarse de los desconocidos. Bah, que demonios. Empezó a caminar hacia la cueva y, desde una distancia prudente, habló.
- Ahm... Hola, disculpe. ¿Sabe lo que hay en la cueva?
Syxel
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Allí estaba de nuevo, frente a mi, mirándome con esos preciosos ojos rojos. El cabello, del mismo color, le cubría la mitad del rostro, pero lo hacía con tanta gracia que parecía que hubiese sido creado para ese propósito. Y su sonrisa, una mezcla entre juguetona y aterradora, cuantos problemas me había buscado esa sonrisa a lo largo de los años.
- Estás aquí.
Balbuceé. Pero ella negó con un simple gesto. Pues claro que no lo estaba, no podía estarlo. Así que debía de ser otro maldito sueño. Quise ponerme en pie y correr hasta ella, pero no podía moverme. Quise advertirla cuando una sombra se materializó a su espalda, pero no pude decir nada. Una ya bien conocida sensación de impotencia se iba apoderando de mi, hasta que finalmente oí algo.
- ¡Syxel!
Oí que me llamaban. Pero no era su voz, ella no decía nada, nunca lo hacía. Sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo, pero no quería despertarme. De cualquier forma, no tuve ocasión de elegir, pues segundos antes de oír la voz de mi compañero llamándome, sentí un tremendo golpe que puso repentino fin a mi ensoñación. Ya no estaba durmiendo, pero tampoco consciente, no había nada.
Cuando volví a abrir los ojos estaba en la misma habitación, aunque solo esta vez. En el centro de esta se encontraba un enorme barril, al cual me acerqué más por inercia que por curiosidad. Al destaparlo pude comprobar, para mi agrado, que se encontraba lleno de lo que parecía cerveza. Sin hacerme preguntas, y sin perder un instante, acerqué la cabeza al dorado néctar con intención de probarlo. Pero justo cuando estaba a punto de dar el primer trago, noté como una mano me sujetaba por detrás de la cabeza y me sumergía hasta los hombros.
- ¡Despierta pequeño cabrón!
De nuevo oí la voz que me llamaba. Al sacar la cabeza tomé aire como si necesitase hinchar los pulmones, y luego tosí como un condenado, escupiendo el agua que había tragado.
"¿Agua?".
Finalmente abrí los ojos, y me di cuenta de que no había habitación, ni barril, ni cerveza, ni mucho menos estaba ella. A mi lado Noah me miraba fijamente. ¿Es que pretendes matarme? Quise preguntarle, pero realmente no quería saber la respuesta, así que omití la pregunta.
- ¿Que hacemos aquí? - Pregunté al ver que nos encontrábamos en tierra - ¿Y nuestra barca?.
En lugar de responder, se limitó a señalar al mar. Seguí su dedo con la mirada hasta percatarme de que, no muy lejos de donde estábamos, la costa se encontraba rodeada de afiladas rocas y peligrosos torbellinos.
- Bueno, al menos esta ha durado más que la última - Me consolé mientras me ponía en pie.
- Estás aquí.
Balbuceé. Pero ella negó con un simple gesto. Pues claro que no lo estaba, no podía estarlo. Así que debía de ser otro maldito sueño. Quise ponerme en pie y correr hasta ella, pero no podía moverme. Quise advertirla cuando una sombra se materializó a su espalda, pero no pude decir nada. Una ya bien conocida sensación de impotencia se iba apoderando de mi, hasta que finalmente oí algo.
- ¡Syxel!
Oí que me llamaban. Pero no era su voz, ella no decía nada, nunca lo hacía. Sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo, pero no quería despertarme. De cualquier forma, no tuve ocasión de elegir, pues segundos antes de oír la voz de mi compañero llamándome, sentí un tremendo golpe que puso repentino fin a mi ensoñación. Ya no estaba durmiendo, pero tampoco consciente, no había nada.
Cuando volví a abrir los ojos estaba en la misma habitación, aunque solo esta vez. En el centro de esta se encontraba un enorme barril, al cual me acerqué más por inercia que por curiosidad. Al destaparlo pude comprobar, para mi agrado, que se encontraba lleno de lo que parecía cerveza. Sin hacerme preguntas, y sin perder un instante, acerqué la cabeza al dorado néctar con intención de probarlo. Pero justo cuando estaba a punto de dar el primer trago, noté como una mano me sujetaba por detrás de la cabeza y me sumergía hasta los hombros.
- ¡Despierta pequeño cabrón!
De nuevo oí la voz que me llamaba. Al sacar la cabeza tomé aire como si necesitase hinchar los pulmones, y luego tosí como un condenado, escupiendo el agua que había tragado.
"¿Agua?".
Finalmente abrí los ojos, y me di cuenta de que no había habitación, ni barril, ni cerveza, ni mucho menos estaba ella. A mi lado Noah me miraba fijamente. ¿Es que pretendes matarme? Quise preguntarle, pero realmente no quería saber la respuesta, así que omití la pregunta.
- ¿Que hacemos aquí? - Pregunté al ver que nos encontrábamos en tierra - ¿Y nuestra barca?.
En lugar de responder, se limitó a señalar al mar. Seguí su dedo con la mirada hasta percatarme de que, no muy lejos de donde estábamos, la costa se encontraba rodeada de afiladas rocas y peligrosos torbellinos.
- Bueno, al menos esta ha durado más que la última - Me consolé mientras me ponía en pie.
Shieng Long
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El barco empezaba a acercarse a tierra, por fin. Éramos muchos en aquel barco, contando además el navío de Al y el de la otra brigada que los seguía y había contactado con ellos por DDM. Escuchó las palabras de Misa con atención.
- Ya queda poco, Misa.
La zona en la que había querido anclar estaba cada vez más cercana y, por lo visto, los demás barcos la estaban siguiendo. Se quedó en cubierta, mientras a su alrededor los reclutas más novatos corrían de un lado a otro, atando cabos o deshaciéndolos para poder llegar antes a tierra. Fue entonces cuando escuchó un grito a su izquierda.
- ¡Oye, disculpa! ¿Está la teniente Naion disponible?
Se giró y vio a un confuso recluta que miró a su alrededor, buscando contestar al hombre que le había gritado aquella pregunta desde el barco de al lado. El hombre, en cuanto vio a Lara, la señaló. Hecho aquello, empezó a correr junto a sus compañeros. La chica se acercó al castillo del barco para poder hablar con aquella persona. Pudo verlo. Joven y de pelo blanco... Lo reconoció enseguida de los papeles que había estado mirando y archivando durante tanto tiempo.
- Capitán Silverfang- dijo a modo de saludo-. ¿Es urgente? ¿No sería mejor esperar a tocar tierra para hablar?
- Ya queda poco, Misa.
La zona en la que había querido anclar estaba cada vez más cercana y, por lo visto, los demás barcos la estaban siguiendo. Se quedó en cubierta, mientras a su alrededor los reclutas más novatos corrían de un lado a otro, atando cabos o deshaciéndolos para poder llegar antes a tierra. Fue entonces cuando escuchó un grito a su izquierda.
- ¡Oye, disculpa! ¿Está la teniente Naion disponible?
Se giró y vio a un confuso recluta que miró a su alrededor, buscando contestar al hombre que le había gritado aquella pregunta desde el barco de al lado. El hombre, en cuanto vio a Lara, la señaló. Hecho aquello, empezó a correr junto a sus compañeros. La chica se acercó al castillo del barco para poder hablar con aquella persona. Pudo verlo. Joven y de pelo blanco... Lo reconoció enseguida de los papeles que había estado mirando y archivando durante tanto tiempo.
- Capitán Silverfang- dijo a modo de saludo-. ¿Es urgente? ¿No sería mejor esperar a tocar tierra para hablar?
Hayden Ashworth
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Lo cierto es que volar en forma híbrida usando las llamas para propulsarse era muchísimo menos cansado que el Geppou. Pobre Azula, pensó Zuko, pues ella tenía que seguirlo de aquella manera. El chico volaba dejando tras de sí una estela de fuego que posiblemente sea visible desde el suelo y llame la atención de alguien, pero no le importaba. Finalmente, llegó a tierra, al norte de la isla. Tocó tierra y volvió a su forma humana.
Esperó a que su hermana tocará suelo también y, entonces, se acercó a ella. Colocó las manos en sus hombros y agachó la cabeza, esperando que ella lo mirara también a los ojos. Llevaba mucho tiempo esperando a que estuvieran un rato solos, pues no podían hacer nada juntos delante de los demás. Pero eso no quitaba que el dragón se muriera de ganas de abrazarla y besarla. Se acercó a ella del todo, buscando juntar los labios con los suyos. De ser aceptado, le daría un corto pero suave beso.
- Lo siento... Es que hacía mucho que no...
Algo que vio desde el rabillo del ojo lo hizo callarse. Tras Azula, a lo lejos, una roca parecía haberse movido. El dragón la soltó con cuidado y se puso entre ella y la roca, caminando poco a poco hacía delante. Activó el zoom de sus lentillas, centrándose en la roca, esperando confirmar que aquello había sido tan solo su imaginación.
Esperó a que su hermana tocará suelo también y, entonces, se acercó a ella. Colocó las manos en sus hombros y agachó la cabeza, esperando que ella lo mirara también a los ojos. Llevaba mucho tiempo esperando a que estuvieran un rato solos, pues no podían hacer nada juntos delante de los demás. Pero eso no quitaba que el dragón se muriera de ganas de abrazarla y besarla. Se acercó a ella del todo, buscando juntar los labios con los suyos. De ser aceptado, le daría un corto pero suave beso.
- Lo siento... Es que hacía mucho que no...
Algo que vio desde el rabillo del ojo lo hizo callarse. Tras Azula, a lo lejos, una roca parecía haberse movido. El dragón la soltó con cuidado y se puso entre ella y la roca, caminando poco a poco hacía delante. Activó el zoom de sus lentillas, centrándose en la roca, esperando confirmar que aquello había sido tan solo su imaginación.
Joseph Leto
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Mi disparo alcanzó exitosamente la gaviota provocando su inmediata muerte, haciendo que su carga cayera al barco. Decidí bajar del carajo de una vez a cubierta y lo que vi sobre la misma era una enorme cantidad de periódicos, lo cual indicaba que la gaviota era una mensajera del News Coo que estaba repartiendo el periódico como de costumbre. En ese momento mi mente estaba en guerra por lo que en parte me sentía afligido por ello, pero por otro lado no ya que no había solo una personalidad controlándome. No le iba a dar mucha importancia a los periódicos hasta que vi la foto del que era mi capitán en primera plana. Me agaché a ver lo que ponía y si lo que decía el periódico era cierto la flota a la que pertenecía estaba sin su líder.
Según dicho periódico el Vicealmirante Al Naion acababa de despertar y batir un récord de comer hamburguesas, lo cual encajaba perfectamente con él. Para ese momento mi guerra interior ya había finalizado con la victoria de la personalidad del humorista malo, la cual se especializa en contar chistes cada cual peor que el anterior o a hacer bromas sin ninguna pizca de gracia. Guardé el periódico en uno de mis bolsillos y me acerqué al borde de la nave para ver cuánto nos quedaba hasta poder atracar el barco y seguir a pie.
Según dicho periódico el Vicealmirante Al Naion acababa de despertar y batir un récord de comer hamburguesas, lo cual encajaba perfectamente con él. Para ese momento mi guerra interior ya había finalizado con la victoria de la personalidad del humorista malo, la cual se especializa en contar chistes cada cual peor que el anterior o a hacer bromas sin ninguna pizca de gracia. Guardé el periódico en uno de mis bolsillos y me acerqué al borde de la nave para ver cuánto nos quedaba hasta poder atracar el barco y seguir a pie.
Kei
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Kei había estado siguiendo al muchacho durante un rato, el tramo que tenia mas vegetación y la ocultaba mejor, aunque con el ruido que hacia seguramente se hubiera percatado de que le seguían desde hacia un rato. Mientras le seguía se preguntaba un poco el porque lo hacia en lugar de acercarse y "trabar amistad", como se suele decir " cuatro ojos ven mejor que dos". Cuando ya se decanto por acercarse no se lo pensó dos veces, hizo un pequeño esprint y en cero coma se situó a su lado- Hola, me llamo Kei, espero que no te incomode demasiado que te acompañe un tramo del camino.- dijo con una leve sonrisa- Te he visto en el barco al bajar y nunca se sabe que se puede encontrar uno por estos lares. - Aunque no estuviera muy de acuerdo tampoco le iba a importar demasiado pues no pensaba seguir paseando por aquel lugar sola y no era miedo lo que tenia sino, mas bien precaución.
Iba medio distraída y apenas se fijo en el cambio que había pegado el terreno que poco antes tenia mucha mas vegetación, ahora apenas tenia lo que a ella le parecieron una especie de cactus y se hallaba en una pendiente rocosa. Se percato porque a poco mas y se come el suelo. Miro alrededor algo avergonzada intentando aparentar que no había pasado nada y siguiendo como si tal cosa cuando se percato en una pareja que seguramente iban a hacer lo mismo que ellos en aquella isla "Que mala es la codicia, pero que gane el mejor" pensó mientras seguía sin darle mayor importancia a aquella pareja.
En ese momento como salido de la nada (detrás de una roca) apareció un pez bípedo algo feucho-Me cago en...- balbuceo Kei dando un pequeño respingo mientras la especie de pez les miraba fijamente con esos ojos húmedos y negros como el carbón, no tardo en hacerles señas para que le siguieran pero por algún motivo a Kei no le daba muy buena espina. Miro a su compañero- Tu que dices... le seguimos?- Pregunto para luego volver a ver a aquel ser tan raro.
Iba medio distraída y apenas se fijo en el cambio que había pegado el terreno que poco antes tenia mucha mas vegetación, ahora apenas tenia lo que a ella le parecieron una especie de cactus y se hallaba en una pendiente rocosa. Se percato porque a poco mas y se come el suelo. Miro alrededor algo avergonzada intentando aparentar que no había pasado nada y siguiendo como si tal cosa cuando se percato en una pareja que seguramente iban a hacer lo mismo que ellos en aquella isla "Que mala es la codicia, pero que gane el mejor" pensó mientras seguía sin darle mayor importancia a aquella pareja.
En ese momento como salido de la nada (detrás de una roca) apareció un pez bípedo algo feucho-Me cago en...- balbuceo Kei dando un pequeño respingo mientras la especie de pez les miraba fijamente con esos ojos húmedos y negros como el carbón, no tardo en hacerles señas para que le siguieran pero por algún motivo a Kei no le daba muy buena espina. Miro a su compañero- Tu que dices... le seguimos?- Pregunto para luego volver a ver a aquel ser tan raro.
Kasan
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Akuma no mi
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Poco después de pisar la arena de la isla, ante mi se alzaba una montaña bastante escarpada. Seguramente no sería ningún problema alcanzar la cima de ésta utilizando el Geppou. Alcé la mirada, a simple vista diría que sería algo más de mil metros de altura. -Bien, que empiece la misión-. Dije mientras me preparaba para el ascenso. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que mi acompañante sería el agente Teravan. No había tenido mucha relación con este en el pasado, pero si la suficiente para reconocer su cara. -Será mejor que nos demos prisa y exploremos esto rápido, me gustaría que fuésemos nosotros los que nos quedásemos el tesoro-. "Y si aniquilamos a algún enemigo mejor". Pensé tras dirigirme a mi compañero.
Justo cuando iba a comenzar, un rugido atronador hizo que me parase en seco. Me giré para ver de que se trataba pero mis ojos no daban crédito al tamaño de la criatura que se encontraba al otro lado de la bahía, si bien podía discernir su figura, era incapaz de ver que tipo de animal se alzaba ante nosotros, esto se debía a que la niebla que cubría el pequeño archipiélago no había terminado de disiparse. Quizás si me acercaba un poco más podría ver de que se trataba.¿Por qué no? La misión no había hecho mas que comenzar, podía permitirme unos minutos para investigar al gigantesco ser. De pronto, algo comenzó a vibrar en mi bolsillo. Se trataba del Den Den Mushi, aunque no el que estaba conectado con el resto de agentes, si no el que me ponía en contacto directo con el Marine Kimura Hayate.
-Noa. Al habla Kimura. Necesito conocer tu posición. Es posible que necesite tu ayuda si puedes estar próximo. Yo me hallo en la isla de la bruma. Tal vez has oído hablar de ella, los rumores han estado corriendo últimamente. La isla es real, y ha salido de la nada. Necesito que me digas si estás próximo al lugar-. Fueron las palabras del pelirrojo, lo cierto era que su ayuda podría ser clave para el éxito de la misión.
-Tranquilo Kimura, el CP también está en la isla. Nos ha pasado igual, de pronto la niebla desapareció y delante nuestra estaba la isla. Tenemos que reunirnos, pero a saber donde mierdas estamos. Me encuentro cerca de una montaña, hay una bahía y un enorme bicharraco de esos que tienes que partirte el cuello para verle la cara. Kimura, explora por tu cuenta y cada diez minutos nos llamamos, antes o después deberíamos encontrar un punto de referencia para ambos.
Luego de aquello me aproximé a la criatura utilizando el Geppou, tenía mucha curiosidad por el misterioso ser, a malas, si no era nada interesante, solo habría perdido diez minutos y podría subir a lo alto de la montaña en un periquete, todo dependía de si la criatura era interesante o un simple animal manso. Por si acaso, me mantenía a la espera de la respuesta del Marine, no creo que se oponga a mi propuesta pero tampoco voy a estar esperando toda la vida allí plantado.
Justo cuando iba a comenzar, un rugido atronador hizo que me parase en seco. Me giré para ver de que se trataba pero mis ojos no daban crédito al tamaño de la criatura que se encontraba al otro lado de la bahía, si bien podía discernir su figura, era incapaz de ver que tipo de animal se alzaba ante nosotros, esto se debía a que la niebla que cubría el pequeño archipiélago no había terminado de disiparse. Quizás si me acercaba un poco más podría ver de que se trataba.¿Por qué no? La misión no había hecho mas que comenzar, podía permitirme unos minutos para investigar al gigantesco ser. De pronto, algo comenzó a vibrar en mi bolsillo. Se trataba del Den Den Mushi, aunque no el que estaba conectado con el resto de agentes, si no el que me ponía en contacto directo con el Marine Kimura Hayate.
-Noa. Al habla Kimura. Necesito conocer tu posición. Es posible que necesite tu ayuda si puedes estar próximo. Yo me hallo en la isla de la bruma. Tal vez has oído hablar de ella, los rumores han estado corriendo últimamente. La isla es real, y ha salido de la nada. Necesito que me digas si estás próximo al lugar-. Fueron las palabras del pelirrojo, lo cierto era que su ayuda podría ser clave para el éxito de la misión.
-Tranquilo Kimura, el CP también está en la isla. Nos ha pasado igual, de pronto la niebla desapareció y delante nuestra estaba la isla. Tenemos que reunirnos, pero a saber donde mierdas estamos. Me encuentro cerca de una montaña, hay una bahía y un enorme bicharraco de esos que tienes que partirte el cuello para verle la cara. Kimura, explora por tu cuenta y cada diez minutos nos llamamos, antes o después deberíamos encontrar un punto de referencia para ambos.
Luego de aquello me aproximé a la criatura utilizando el Geppou, tenía mucha curiosidad por el misterioso ser, a malas, si no era nada interesante, solo habría perdido diez minutos y podría subir a lo alto de la montaña en un periquete, todo dependía de si la criatura era interesante o un simple animal manso. Por si acaso, me mantenía a la espera de la respuesta del Marine, no creo que se oponga a mi propuesta pero tampoco voy a estar esperando toda la vida allí plantado.
Alice Branwen
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Alice escuchó atentamente la orden de su superior. Como ya se tenía previsto, formaría parejas para explorar la isla de mejor manera. El que hablaba mucho le había tocado con el tipo al cual le gastó la broma del pedo antes. El caballero del té iría con uno de los líderes que estaba a cargo de ese pequeño grupo, mientras que ella iría con la otra mujer del grupo, que además era la otra líder. No iba a poner atado con eso. La peliverde parecía de fiar, y además era muy profesional en su forma de actuar. De todas formas, si ocurría algún imprevisto, podrían contactar por DDM a los demás. El plan era simple: investigar y avisar cada diez minutos.
La joven peliblanca veía tranquilamente como los demás agentes salían del barco para cumplir con su deber. Mientras, ella esperaba a que su superior terminara de calentar. Una vez que hizo eso, la agente se acerco hasta ella y le preguntó si dominaba el geppou. Suspiró y negó con la cabeza; por lo que podía recordar, tan solo conocía el Kami-E y Soru, y este último aprendió a dominarlo hace tan solo unos días atrás. Recuerdos de como solía chocar con todo lo que estuviera a su paso invadieron su mente, lo que provocó un pequeño rubor en sus mejillas.
En eso, la peliverde se colocó detrás de ella, tomándola de la cintura y cabeza en el proceso. Antes que la peliblanca pudiera pregunta del porqué de eso, la agente empezó a volar a gran velocidad junto a ella. Aquello le tomó por sorpresa, por lo que no pudo evitar soltar un pequeño grito. Al pisar tierra, la mujer tuvo que realizar esfuerzo para no caer y perder la compostura. Una vez que se encontraba totalmente recuperada, una enorme sonrisa apareció en su rostro. Definitivamente tenía que aprender esa técnica por cualquier medio posible.
Escuchó las ordenes de su superior, a lo que simplemente asintió. Estiró sus brazos y piernas, luego pasó a forma completa sin decir palabra alguna. Se colocó al lado de la peliverde, y empezó a caminar por el terreno y a oler sus alrededores. Al cabo de unos segundos, la peliblanca captó cierto olor que provenía desde la dirección en la que iban. Era... dulce, agradable incluso. No solo era ese aroma, sino que además se pudo escuchar cierto sonido que provenía desde la dirección opuesta. ¿Que podía hacer? ¿Seguir el aroma o ir a investigar de donde provenía ese sonido? Dudas empezaban a aparecer en su mente. ¿Que pasa si se equivocaba con su elección?
Al parecer, no hubo nada de que preocuparse. La peliverde había tomando el control de la situación y eligió ir a por aquél sonido. Un suspiro de alivio escapó de sus labios, sintiendo como la presión le abandonaba. Caminó cerca de la agente CK (había investigado el nombre de todos los que iban en esa misión), mientras agudizaba su oído para poder captar mejor el sonido cuando se volviera a escuchar. De algo si estaba segura; aquella isla le daba mala espina.
La joven peliblanca veía tranquilamente como los demás agentes salían del barco para cumplir con su deber. Mientras, ella esperaba a que su superior terminara de calentar. Una vez que hizo eso, la agente se acerco hasta ella y le preguntó si dominaba el geppou. Suspiró y negó con la cabeza; por lo que podía recordar, tan solo conocía el Kami-E y Soru, y este último aprendió a dominarlo hace tan solo unos días atrás. Recuerdos de como solía chocar con todo lo que estuviera a su paso invadieron su mente, lo que provocó un pequeño rubor en sus mejillas.
En eso, la peliverde se colocó detrás de ella, tomándola de la cintura y cabeza en el proceso. Antes que la peliblanca pudiera pregunta del porqué de eso, la agente empezó a volar a gran velocidad junto a ella. Aquello le tomó por sorpresa, por lo que no pudo evitar soltar un pequeño grito. Al pisar tierra, la mujer tuvo que realizar esfuerzo para no caer y perder la compostura. Una vez que se encontraba totalmente recuperada, una enorme sonrisa apareció en su rostro. Definitivamente tenía que aprender esa técnica por cualquier medio posible.
Escuchó las ordenes de su superior, a lo que simplemente asintió. Estiró sus brazos y piernas, luego pasó a forma completa sin decir palabra alguna. Se colocó al lado de la peliverde, y empezó a caminar por el terreno y a oler sus alrededores. Al cabo de unos segundos, la peliblanca captó cierto olor que provenía desde la dirección en la que iban. Era... dulce, agradable incluso. No solo era ese aroma, sino que además se pudo escuchar cierto sonido que provenía desde la dirección opuesta. ¿Que podía hacer? ¿Seguir el aroma o ir a investigar de donde provenía ese sonido? Dudas empezaban a aparecer en su mente. ¿Que pasa si se equivocaba con su elección?
Al parecer, no hubo nada de que preocuparse. La peliverde había tomando el control de la situación y eligió ir a por aquél sonido. Un suspiro de alivio escapó de sus labios, sintiendo como la presión le abandonaba. Caminó cerca de la agente CK (había investigado el nombre de todos los que iban en esa misión), mientras agudizaba su oído para poder captar mejor el sonido cuando se volviera a escuchar. De algo si estaba segura; aquella isla le daba mala espina.
Simo Baker
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Avanzamos a una velocidad decente gracias a la muleta que hizo el semigiante para su amigo y a la constante ayuda que le aportábamos. Así no tardamos en salir de la zona de costa llena de corales y comenzamos a penetrar en un área más rocosa. A medida que aumentaba la altura el suelo tomaba un color grisáceo que daba un toque deprimente al paisaje. Comenzaba a estar nervioso, no había mucha cobertura ahí y era posible que más gente hubiese tenido nuestra misma idea. Ya estábamos casi en lo más alto, pero como era de esperar la salud del nórdico había ido empeorado por momentos. Debimos haber buscado un sitio más seguro para el antes, las rocas de la zona no me parecían ser suficiente para que se escondiese. Me habría gustado llevarlo a un sitio más protegido pero el marinero dejó claro que no iba a avanzar más. Era entendible, tras todo el ejercicio debía dolerle mucho. Fue finalmente Jack, su amigo, el que accedió a dejarlo ahí. Sacó una navaja y se la ofreció para que pudiera protegerse. Yo por mi parte saqué un tarro con el ungüento que había obtenido en Isla Copo y se lo ofrecí.
-Échate un poco por la zona afectada cada vez que te duela mucho. No te curará, pero aliviara bastante el dolor.- le dije con cara de pena.- Y recuerda mantenerte vivo, aún tendremos que volver a casa cuando tengamos todos los tesoros.- añadí intentando subirle el ánimo.
Tras esto vi cómo mi grandullón compañero me hacía un gesto para que me acercase. Tras avanzar un poco yo también lo vi, algo se movió entre las rocas que había más adelante. Jack comenzó a avanzar seguro hasta llegar a una cueva que había más adelante. Allí dio un grito instando a identificarse a la persona que hubiese entrado antes que nosotros, si es que era una persona. En mi cabeza surgieron dos posibilidades, que fuese un mercenario como nosotros o que fuese un pirata. Comencé a desear que fuese la opción del pirata, siendo dos es como si fuese dinero gratis. Tampoco debía apresurarme, tendríamos que avanzar al interior de la cueva de todos modos para encontrarnos con aquel individuo. Miré por última vez a mi compañero antes de entrar para asegurarme que me seguiría. El parecía tan convencido como yo. La aventura comenzaba a hacerse divertida.
-Échate un poco por la zona afectada cada vez que te duela mucho. No te curará, pero aliviara bastante el dolor.- le dije con cara de pena.- Y recuerda mantenerte vivo, aún tendremos que volver a casa cuando tengamos todos los tesoros.- añadí intentando subirle el ánimo.
Tras esto vi cómo mi grandullón compañero me hacía un gesto para que me acercase. Tras avanzar un poco yo también lo vi, algo se movió entre las rocas que había más adelante. Jack comenzó a avanzar seguro hasta llegar a una cueva que había más adelante. Allí dio un grito instando a identificarse a la persona que hubiese entrado antes que nosotros, si es que era una persona. En mi cabeza surgieron dos posibilidades, que fuese un mercenario como nosotros o que fuese un pirata. Comencé a desear que fuese la opción del pirata, siendo dos es como si fuese dinero gratis. Tampoco debía apresurarme, tendríamos que avanzar al interior de la cueva de todos modos para encontrarnos con aquel individuo. Miré por última vez a mi compañero antes de entrar para asegurarme que me seguiría. El parecía tan convencido como yo. La aventura comenzaba a hacerse divertida.
Igor kronk
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Akuma no mi
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Que pesadito era este tío todo el día dando la murga con que quería hacer un trato y bla bla bla. Me encontraba ignorando al cáncer de persona que era mi acompañante cuando un horrible sonido, unido a un descenso estrepitoso en la velocidad de navegación me sobresalto. Mi compañero se saco de la manga una baraja... gran momento para echar un guiñote. Yo por mi parte mantuve la compostura como todo un valiente.
¡¡¡Ahhh!!! Monstruo marinooo salvese quien pueda. Comienze a lanzar todo aquello que esta a mi alcance desde los remos a barriles e incluso intento tirar a mi compañero de barco contra el tentáculo al grito de Muere ser espeluznante. Cuando me quede sin cosas que tirar busque valientemente el mejor sitio para huir del condenado barco, no fuer que el dueño de ese brazo le diera por venir a darnos un caluroso y mortal abrazo
¡¡¡Ahhh!!! Monstruo marinooo salvese quien pueda. Comienze a lanzar todo aquello que esta a mi alcance desde los remos a barriles e incluso intento tirar a mi compañero de barco contra el tentáculo al grito de Muere ser espeluznante. Cuando me quede sin cosas que tirar busque valientemente el mejor sitio para huir del condenado barco, no fuer que el dueño de ese brazo le diera por venir a darnos un caluroso y mortal abrazo
Joan D. Lluquer
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Gracias a Dios, ya no me hundía. Una gran sensación de satisfacción recorrió mi cuerpo a la vez que miraba a lo que se supone que era el mar. Ahora, era un amasijo de rocas y corales de diversos y reconfortantes colores. Agarré mi katana con la mano izquierda, sin desenvainarla todavía. Al norte tenía una zona cubierta de varios árboles frutales, con frutos de varios colores. Las zonas este y noreste tenían un suelo de un color gris plomizo. Me giré, y vi como un cangrejo de color gris rojizo trepaba a la embarcación que había divisado antes. Sin pensármelo dos veces, saqué uno de mis trabucos de la mochila y comprobé que estuviera cargado. Luego, cerré un ojo y alargué un brazo. Cuando el cangrejo miró hacia mí, le apunté en la barriga y apreté el gatillo. Un fuerte 'Bang' sonó, a la vez que esperaba a ver si el cangrejo recibía el impacto . Las personas de la embarcación me miraron y me alzaron las manos indicándome que había algo detrás mía.
Me giré y vi a otro de esos bichos infernales alzando sus pinzas de manera amenazante contra mí. Rápidamente, desenvainé y le traté de dar un tajo en el estómago. Veía como unas rocas se acercaban hacía mí, así que pensé que debían ser otros cangrejos. Conté unas tres o cuatro piedras que se movían. Miré a una de esas cosas que se acercaban hacia mi y le lancé una onda cortante vertical para tratar de hacerlo salir de debajo del suelo o, con suerte, darle y esperar que su caparazón fuera lo suficientemente blando como para matarlo.
Dejé que se acercaran. Después de tanto viaje a través del mar un poco de acción me vendría bien para desperezarme. Cuando uno de ellos estuvo lo suficientemente cerca, metí uno de mis trabucos en el bolsillo a la vez que daba un saltito hacia atrás. La bestia emergió del suelo, pero yo le intenté aplicar Dragon Impact en el estómago, intentando destrozarlo. Al segundo, cuando salió de la tierra, le intenté atravesar el estómago con la katana.
Después me giré para ver si venían más de aquellas criaturas, esperando que las otras estuvieran muertas.
Me giré y vi a otro de esos bichos infernales alzando sus pinzas de manera amenazante contra mí. Rápidamente, desenvainé y le traté de dar un tajo en el estómago. Veía como unas rocas se acercaban hacía mí, así que pensé que debían ser otros cangrejos. Conté unas tres o cuatro piedras que se movían. Miré a una de esas cosas que se acercaban hacia mi y le lancé una onda cortante vertical para tratar de hacerlo salir de debajo del suelo o, con suerte, darle y esperar que su caparazón fuera lo suficientemente blando como para matarlo.
Dejé que se acercaran. Después de tanto viaje a través del mar un poco de acción me vendría bien para desperezarme. Cuando uno de ellos estuvo lo suficientemente cerca, metí uno de mis trabucos en el bolsillo a la vez que daba un saltito hacia atrás. La bestia emergió del suelo, pero yo le intenté aplicar Dragon Impact en el estómago, intentando destrozarlo. Al segundo, cuando salió de la tierra, le intenté atravesar el estómago con la katana.
Después me giré para ver si venían más de aquellas criaturas, esperando que las otras estuvieran muertas.
Abel T. Nightroad
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El joven se encontraba acomodando las velas en la parte superior del mástil, pues tras un viaje y un mar movido, es posible que las mismas se volteen o se enrosquen sin que se pueda hacer mucho desde el suelo de cubierta. Por otra parte, la tripulación parecía bastante eficaz, todos a una trabajando para reunirse en el punto en que el capitán había indicado, de otro modo aquello podría ser una verdadera catástrofe, más de una vez había visto Abel un barco hundirse por el dominio de la anarquía y el pánico entre la tripulación.
Desde aquella posición le resultó sencillo observar cómo se acercaban los demás barcos a ellos, un gyojin, o algo parecido, se encontraba al mando de uno de ellos, mientras que de otros dos que se acercaban por el otro costado, provenía un escándalo asombroso, llegando claramente una palabra, hamburguesas. |~¿Qué coño hacen hablando de comida en una situación como ésta?~| Pensó el joven espadachín mientras se acomodaba en el carajo hasta que el barco se detuvo. |~Al fin la hora de desembarcar.~| Dijo mientras saltaba de forma sutil aterrizando en cubierta a tiempo de escuchar como el capitán al mando hablaba con quién parecía estar al mando de la otra embarcación.
|~Capitán, ¿algo que pueda hacer ahora que está casi todo listo o ya esperamos a desembarcar?~| Pregunta al capitán al mando para asegurarse de no realizar ninguna actitud que comprometiera al grupo.
Desde aquella posición le resultó sencillo observar cómo se acercaban los demás barcos a ellos, un gyojin, o algo parecido, se encontraba al mando de uno de ellos, mientras que de otros dos que se acercaban por el otro costado, provenía un escándalo asombroso, llegando claramente una palabra, hamburguesas. |~¿Qué coño hacen hablando de comida en una situación como ésta?~| Pensó el joven espadachín mientras se acomodaba en el carajo hasta que el barco se detuvo. |~Al fin la hora de desembarcar.~| Dijo mientras saltaba de forma sutil aterrizando en cubierta a tiempo de escuchar como el capitán al mando hablaba con quién parecía estar al mando de la otra embarcación.
|~Capitán, ¿algo que pueda hacer ahora que está casi todo listo o ya esperamos a desembarcar?~| Pregunta al capitán al mando para asegurarse de no realizar ninguna actitud que comprometiera al grupo.
Dharkel Asrai Nymraif
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La agitación entre la vegetación a mis espaldas me puso alerta, ocasionando que posase levemente la zurda sobre el mango de una de las katanas. Bien podría ser uno de aquellos mercenarios que me habían confundido por uno de sus camaradas o, tal vez, algún animal autóctono que me consideraba su presa. Varios metros más adelante finalmente hizo su aparición.
Giré sobre mi talón izquierdo a la par que comenzaba a desenvainar el arma cuando una joven pelirroja que rondaba mi edad “se me echó encima”. Reprimí el impulso, dejando media katana a la vista y la devolviéndola a su lugar original. Ésta se presentó como Kei.
- Supongo que no me das otra opción. Soy Éinkil, nuevo tripulante - respondí con mi habitual seriedad. No importaba lo que pasase. No podía descubrir que era un polizón, aunque hubiese sido involuntariamente.
Poco a poco fuimos dejando atrás la inusual vegetación, llegando a una elevación rocosa que carecía del verdor previo, salvo por algún que otro arbusto situado sin patrón alguno. Mi reciente compañera de viaje hizo un ademán de caer al suelo, mas pudo controlar la situación y mantenerse en pie.
“Tan solo espero que no me toque hacer de niñera…” - Pensé. No era común en mí juzgar a una persona simplemente por una primera impresión. Era algo que me había costado aprender por las malas en mi “noble” oficio.
En la distancia podíamos observar como otra pareja se dirigía hacia nuestro destino… de tener alguno. Lo primordial era saber dónde me hallaba exactamente y huir del lugar. Mientras meditaba si acercarme a aquellos viandantes para que me ofreciesen algún tipo de guía, Kei me alarmó.
- ¿Un gyojin? - Dije casi en un susurro. Ante nosotros se dibujaba una figura humanoide con formas de pez. No podía estar completamente seguro. Tan solo había leído sobre ellos en libros carentes de ilustraciones. Híbridos humanoides mitad pez mitad humano, decían -. ¿Seguir a un espécimen desconocido por un camino inexplorado? Claro, ¿qué puede salir mal? - Todo. Me respondí a mí mismo. ¿Me acaba de envalentonar? ¿O era la curiosidad la que se había apoderado de mis palabras? No tardé en descartar la primera opción -. A la primera señal de problemas, corre en dirección opuesta - sugerí a mi compañera mientras comenzaba a seguir a aquel ser.
Giré sobre mi talón izquierdo a la par que comenzaba a desenvainar el arma cuando una joven pelirroja que rondaba mi edad “se me echó encima”. Reprimí el impulso, dejando media katana a la vista y la devolviéndola a su lugar original. Ésta se presentó como Kei.
- Supongo que no me das otra opción. Soy Éinkil, nuevo tripulante - respondí con mi habitual seriedad. No importaba lo que pasase. No podía descubrir que era un polizón, aunque hubiese sido involuntariamente.
Poco a poco fuimos dejando atrás la inusual vegetación, llegando a una elevación rocosa que carecía del verdor previo, salvo por algún que otro arbusto situado sin patrón alguno. Mi reciente compañera de viaje hizo un ademán de caer al suelo, mas pudo controlar la situación y mantenerse en pie.
“Tan solo espero que no me toque hacer de niñera…” - Pensé. No era común en mí juzgar a una persona simplemente por una primera impresión. Era algo que me había costado aprender por las malas en mi “noble” oficio.
En la distancia podíamos observar como otra pareja se dirigía hacia nuestro destino… de tener alguno. Lo primordial era saber dónde me hallaba exactamente y huir del lugar. Mientras meditaba si acercarme a aquellos viandantes para que me ofreciesen algún tipo de guía, Kei me alarmó.
- ¿Un gyojin? - Dije casi en un susurro. Ante nosotros se dibujaba una figura humanoide con formas de pez. No podía estar completamente seguro. Tan solo había leído sobre ellos en libros carentes de ilustraciones. Híbridos humanoides mitad pez mitad humano, decían -. ¿Seguir a un espécimen desconocido por un camino inexplorado? Claro, ¿qué puede salir mal? - Todo. Me respondí a mí mismo. ¿Me acaba de envalentonar? ¿O era la curiosidad la que se había apoderado de mis palabras? No tardé en descartar la primera opción -. A la primera señal de problemas, corre en dirección opuesta - sugerí a mi compañera mientras comenzaba a seguir a aquel ser.
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Sur, reunir los tres barcos en esa dirección fue la información que escuché. No parecía una mala idea, pero si el capitán tenía planeado algo como eso, era probable que sus intenciones no solo fueran las de ir por el tesoro solamente.
La mención de la palabra “Hamburguesas” llamó mi atención, no comprendía el significado de gritar algo como eso.* Quizás es alguna clase de código. *busqué con la mirada algo fuera de lo común, más no hallé nada que provocara a una persona gritar el nombre de esa comida.
Me aparté del borde del barco y me dirigí hacía la zona donde algunos otros marines comenzaba a reunirse. A unos metros de mi un joven cayó sin causarse daño y comenzó a hablar con alguien.* Ahora que lo pienso, no conseguí saber que causó el estruendo de hace rato. *en principio lo relacioné con un posible ataque, aunque lo más seguro es que haya sido algo parecido al surgimiento de la isla.
Me coloqué junto al grupo de marines a la espera de órdenes, pues en ese momento no había mucho por hacer. Miré a mis compañeros, se podía notar que aún continuaban un poco nerviosos, pero gracias a la dirección del capitán no cometerían el mismo error de actuar desordenadamente.
La mención de la palabra “Hamburguesas” llamó mi atención, no comprendía el significado de gritar algo como eso.* Quizás es alguna clase de código. *busqué con la mirada algo fuera de lo común, más no hallé nada que provocara a una persona gritar el nombre de esa comida.
Me aparté del borde del barco y me dirigí hacía la zona donde algunos otros marines comenzaba a reunirse. A unos metros de mi un joven cayó sin causarse daño y comenzó a hablar con alguien.* Ahora que lo pienso, no conseguí saber que causó el estruendo de hace rato. *en principio lo relacioné con un posible ataque, aunque lo más seguro es que haya sido algo parecido al surgimiento de la isla.
Me coloqué junto al grupo de marines a la espera de órdenes, pues en ese momento no había mucho por hacer. Miré a mis compañeros, se podía notar que aún continuaban un poco nerviosos, pero gracias a la dirección del capitán no cometerían el mismo error de actuar desordenadamente.
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El agente observó con calma el terreno tras pisar tierra, una vez escuchó a la pelirroja. Se la veía bastante predispuesta en aquella misión, incluso podría decirse que... ¿Inspirada? Lo cual, a decir verdad, agradaba de forma notable al chico. Tan solo esperaba que no se dejase llevar por sus emociones o podrían meterse en problemas. Suspiró, esperando que no se encontrasen con nadie peligroso por el camino o, al menos, nadie que pudiera sobrepasarle a él. Cuidar de sí mismo era una cosa, pero protegerse a ambos era una completamente distinta. No es que desconfiara de las capacidades de Alexandra, pero prefería evitar ese tipo de situaciones hasta que, al menos, se hubiera demostrado algo de coordinación a la hora de cooperar por parte de ambos.
- Bien... Nos adentraremos en la isla por ahí -comenzó, señalando con el dedo una pequeña apertura en la espesa vegetación de la isla, donde el camino parecía ser algo menos tedioso, aunque dudaba que fuera a darles muchos problemas- Nos tocará bordear la falda de la montaña en cierto punto, pero no debería llevarnos mucho tiempo. Luego volveremos a cambiar la dirección hacia el faro y...
Se calló de golpe y frunció el ceño, girándose rápidamente hacia la chica, pero mirando más allá de esta... Hacia el mar. Un enorme estruendo había sido provocado por una colosal criatura marina. A primera vista habría afirmado que se trataba de un Rey Marino, pero no lo tenía tan claro. Aquella cosa bien podía ser algo más grandes que esos animales, lo cual hizo que se le encogiera el corazón por unos instantes. Acababa de tragarse un barco entero y, probablemente, a la tripulación no le hubiese dado tiempo de abandonar la nave.
- Mierda.
El chico desvió su mirada hacia el barco que les había llevado a tierra, asegurándose de que todo siguiera en orden. Al menos parecía que el resto de agentes ya no se encontraban sobre este, dato que le alivió en cierto sentido. Confiaba en que ese bicho no podría acercarse tanto a al costa, pero en el caso de poder hacerlo al menos no se tragaría a ninguno de sus compañeros. Clavó su mirada en su acompañante y trató de calmarla adoptando una expresión serena.
- Bueno, será mejor que nos demos prisa. Cuanto antes acabemos con la misión antes podremos volver a Enies Lobby.
Volvió a encararse hacia el interior de la isla, tras lo que emprendió la marcha para adentrarse en aquella selva. Antes de dar el primer paso en esta ya se había ocupado de expandir su presencia para tratar de detectar cualquier posible enemigo, todo ello gracias al mantra, claro está. Sus compañeros no se habían alejado demasiado todavía, así que podía percibir débilmente las de algunos de ellos al principio, aunque a cada segundo que pasaba le era más difícil ser consciente de ellas. La de Alexandra, sin embargo, era fácil de distinguir, e incluso le pareció notar que se había fortalecido algo más desde la última vez. Mejor. Probablemente fueran a necesitarlo.
- Bien... Nos adentraremos en la isla por ahí -comenzó, señalando con el dedo una pequeña apertura en la espesa vegetación de la isla, donde el camino parecía ser algo menos tedioso, aunque dudaba que fuera a darles muchos problemas- Nos tocará bordear la falda de la montaña en cierto punto, pero no debería llevarnos mucho tiempo. Luego volveremos a cambiar la dirección hacia el faro y...
Se calló de golpe y frunció el ceño, girándose rápidamente hacia la chica, pero mirando más allá de esta... Hacia el mar. Un enorme estruendo había sido provocado por una colosal criatura marina. A primera vista habría afirmado que se trataba de un Rey Marino, pero no lo tenía tan claro. Aquella cosa bien podía ser algo más grandes que esos animales, lo cual hizo que se le encogiera el corazón por unos instantes. Acababa de tragarse un barco entero y, probablemente, a la tripulación no le hubiese dado tiempo de abandonar la nave.
- Mierda.
El chico desvió su mirada hacia el barco que les había llevado a tierra, asegurándose de que todo siguiera en orden. Al menos parecía que el resto de agentes ya no se encontraban sobre este, dato que le alivió en cierto sentido. Confiaba en que ese bicho no podría acercarse tanto a al costa, pero en el caso de poder hacerlo al menos no se tragaría a ninguno de sus compañeros. Clavó su mirada en su acompañante y trató de calmarla adoptando una expresión serena.
- Bueno, será mejor que nos demos prisa. Cuanto antes acabemos con la misión antes podremos volver a Enies Lobby.
Volvió a encararse hacia el interior de la isla, tras lo que emprendió la marcha para adentrarse en aquella selva. Antes de dar el primer paso en esta ya se había ocupado de expandir su presencia para tratar de detectar cualquier posible enemigo, todo ello gracias al mantra, claro está. Sus compañeros no se habían alejado demasiado todavía, así que podía percibir débilmente las de algunos de ellos al principio, aunque a cada segundo que pasaba le era más difícil ser consciente de ellas. La de Alexandra, sin embargo, era fácil de distinguir, e incluso le pareció notar que se había fortalecido algo más desde la última vez. Mejor. Probablemente fueran a necesitarlo.
Danio Rerio
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Los barcos se dirigían ya hacia nuestra posición, al ser los más cercanos y los que antes llegaríamos al a playa, examine el terreno que teníamos delante, buscando la mejor zona para formar un campamento base, un punto de reunión en caso de emergencias que supiéramos que estaba defendido y a salvo. Encontré dicho sitio un poco más al oeste, una concavidad del acantilado en la que podríamos crear una barricada, y estar cubiertos desde arriba por la roca.
-Desembarcaremos allí, quiero un equipo creando una barricada nada más tocar tierra. Otro que lleve alguna de las armas pesadas y otro que monte el campamento dentro. Dos hombres de guardia en el barco por cada lateral, dos atrás y cuatro adelante. Antorchas por pares entre el campamento y el barco. Tres voluntarios que guíen al resto de marines según desembarquen hasta el campamento.
En cuanto tocamos tierra bajé junto al primer grupo, para ayudar con la empalizada. Esta isla era un total misterio y la seguridad era lo primero. Una vez estuviera todo listo podríamos hacer grupos de exploración por barco o juntos, eso ya como decidiéramos después. Si el resto tenía otras ideas o no querían participar yo no los obligaría, pero no arriesgaría a mis hombres en terreno desconocido sin una referencia segura.
-Desembarcaremos allí, quiero un equipo creando una barricada nada más tocar tierra. Otro que lleve alguna de las armas pesadas y otro que monte el campamento dentro. Dos hombres de guardia en el barco por cada lateral, dos atrás y cuatro adelante. Antorchas por pares entre el campamento y el barco. Tres voluntarios que guíen al resto de marines según desembarquen hasta el campamento.
En cuanto tocamos tierra bajé junto al primer grupo, para ayudar con la empalizada. Esta isla era un total misterio y la seguridad era lo primero. Una vez estuviera todo listo podríamos hacer grupos de exploración por barco o juntos, eso ya como decidiéramos después. Si el resto tenía otras ideas o no querían participar yo no los obligaría, pero no arriesgaría a mis hombres en terreno desconocido sin una referencia segura.
Corvo
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El avancé fue rápido, hasta que llegados a un punto, el terreno se volvió muy rocoso y escarpado. Era un buen sitio para recolectar, sin duda, peor antes debíamos asegurarnos que no había amenazas cercanas. Tras un pequeño barrido, sin novedades mande a uno de los hombres que acompañaban que empezaran con la recolección de muestras minerales de la zona. Asigné un par de drones al equipo de extracción como protección para los viajes que tuvieran que hacer, esperaba que no hubiera problemas dado lo desierto que estaba todo, pero era mejor asegurarse.
-Señor, tras aquella formación hemos divisado a alguien, ¿Ordenes?
-Coloca dos hombres a cada lado de la abertura, que no se les vea.
Me acerqué hasta la zona indicada, una grita de gran tamaño que parecía atravesar la formación rocosa. Al otro lado una figura humana, no parecía estar acompañada ni tener actitud hostil. Aunque claro, las apariencias engañan.
-Por favor identifíquese y deje de avanzar. No me gustaría verme obligado a usar la fuerza, si es un enemigo del gobierno ríndase y no sufrirá ningún daño.
-Señor, tras aquella formación hemos divisado a alguien, ¿Ordenes?
-Coloca dos hombres a cada lado de la abertura, que no se les vea.
Me acerqué hasta la zona indicada, una grita de gran tamaño que parecía atravesar la formación rocosa. Al otro lado una figura humana, no parecía estar acompañada ni tener actitud hostil. Aunque claro, las apariencias engañan.
-Por favor identifíquese y deje de avanzar. No me gustaría verme obligado a usar la fuerza, si es un enemigo del gobierno ríndase y no sufrirá ningún daño.
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