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Hacía dos días que había llegado al Archipiélago Sabaody después de mi fuga casi milagrosa. Donde nada más desembarcar, el pequeño bote que había usado se había hundido lo cual me dio un poco de lastima, pero en las condiciones en las que estaba no me extrañaba que hubiese acabado. Me pase todo el primer dia escondido por si las moscas, no quería que aparecer mucho aun en público sobre todo cuando se oían todavía rumores de que cerca de Sabaody había ocurrido una batalla naval entre piratas y “comerciantes” de la que había huido. Je, comerciante, que cara mas dura. Ahora los esclavistas estaban dentro del gremio de comerciantes, manda huevos.
En aquel momento estaba hambriento, lo último que había comido había sido aquella poco sabrosa fruta que me había convertido en un hombre salero. Al menos no volvería a quejarme de que la comida le sabía sosa, aunque esto no me servía de mucho sin poder probar bocado. Todo el dinero que había conseguido no me serviria ni para pasar unos cuantos días y lo necesitaba para pagar a alguien con barco para que me llevase a Kabushi a reencontrarme con mi familia, si es que seguían allí.
Me había dado una pateada bastante larga para llegar a los Groves donde los agentes de la ley no se atrevían a adentrarse y donde alguien con mi apariencia pasar más desapercibido que en otras zonas más adineradas. Me había detenido en el Grove 17 cuando de una taberna donde salía un olor casi celestial de algo cocinando. Pero no podía hacer nada, no tenía que derrochar el dinero que necesitaba por lo que me senté en uno de los escalones que tenía la entrada y simplemente me puse a llenar el estomago de solo el olor mientras suspiraba.- Dios, mataría por un arroz con verduras de los que comía antes...
En aquel momento estaba hambriento, lo último que había comido había sido aquella poco sabrosa fruta que me había convertido en un hombre salero. Al menos no volvería a quejarme de que la comida le sabía sosa, aunque esto no me servía de mucho sin poder probar bocado. Todo el dinero que había conseguido no me serviria ni para pasar unos cuantos días y lo necesitaba para pagar a alguien con barco para que me llevase a Kabushi a reencontrarme con mi familia, si es que seguían allí.
Me había dado una pateada bastante larga para llegar a los Groves donde los agentes de la ley no se atrevían a adentrarse y donde alguien con mi apariencia pasar más desapercibido que en otras zonas más adineradas. Me había detenido en el Grove 17 cuando de una taberna donde salía un olor casi celestial de algo cocinando. Pero no podía hacer nada, no tenía que derrochar el dinero que necesitaba por lo que me senté en uno de los escalones que tenía la entrada y simplemente me puse a llenar el estomago de solo el olor mientras suspiraba.- Dios, mataría por un arroz con verduras de los que comía antes...
Era una tarde como otra cualquiera en el archipiélago durante mis vacaciones. Me encontraba en la taberna de la vieja Maite, como cada día, degustando uno de sus asequibles menu’s diarios, cuando un grupo formado por más de diez hombres de aspecto desconfiado entró en la cantina pidiendo ron y armando barullo.
“No podían ir a la de Vic, no. Tenían que venir aquí a dar por culo” –pensé, mientras le llevaba una cucharada de arroz con pollo.
Pasado un buen rato, después de que más de un cliente habitual hubiera tenido más de un encontronazo verbal con nuestros invitados, un extraño sujeto entró en la taberna. Sin pensárselo pasó por medio de los hombres, apoyándose en la barra y comentando algo en voz alta. En cuanto vi eso no supe si aquel chico era un ingenuo o un inconsciente. Sin embargo, en cuanto se giró y le vi disfrazado de aquella manera, solo pude pensar que era un muchacho con problemas mentales.
Algo molestos, varios de los maleantes que estaban hasta las botas de algo más de alcohol por lo que había podido observar, no tardaron en desenfundar más de un arma, con intención de atacar al chico.
—¡Hombre, Ricardo! –intervine pasando por medio de ellos–. ¿Ahora te acabas de recoger de la fiesta de Leti? –pregunté alzando la voz para que todos me escucharan–. Guarrón, dime, ¿te la calzaste? ¿o solo la acompañaste a casa? –me acerqué a él agarrándolo por el hombro–. Sígueme el rollo si quieres salir vivo de aquí –le guiñé un ojo.
Los hombres nos miraron.
—¿Molestamos? –pregunté.
—¿Tú qué coño crees? –respondió uno de ellos–. Iros a marujear a otro lado y no molestéis.
—Vale, vale. Lo siento –contesté.
“No podían ir a la de Vic, no. Tenían que venir aquí a dar por culo” –pensé, mientras le llevaba una cucharada de arroz con pollo.
Pasado un buen rato, después de que más de un cliente habitual hubiera tenido más de un encontronazo verbal con nuestros invitados, un extraño sujeto entró en la taberna. Sin pensárselo pasó por medio de los hombres, apoyándose en la barra y comentando algo en voz alta. En cuanto vi eso no supe si aquel chico era un ingenuo o un inconsciente. Sin embargo, en cuanto se giró y le vi disfrazado de aquella manera, solo pude pensar que era un muchacho con problemas mentales.
Algo molestos, varios de los maleantes que estaban hasta las botas de algo más de alcohol por lo que había podido observar, no tardaron en desenfundar más de un arma, con intención de atacar al chico.
—¡Hombre, Ricardo! –intervine pasando por medio de ellos–. ¿Ahora te acabas de recoger de la fiesta de Leti? –pregunté alzando la voz para que todos me escucharan–. Guarrón, dime, ¿te la calzaste? ¿o solo la acompañaste a casa? –me acerqué a él agarrándolo por el hombro–. Sígueme el rollo si quieres salir vivo de aquí –le guiñé un ojo.
Los hombres nos miraron.
—¿Molestamos? –pregunté.
—¿Tú qué coño crees? –respondió uno de ellos–. Iros a marujear a otro lado y no molestéis.
—Vale, vale. Lo siento –contesté.
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Me puse a mirar la tabla de precios de las comidas, la cual para mi alegría eran lo suficientemente baratas como raspar un poco la cartera. Tan solo pensar que por fin iba a comer algo decente hacía que me hiciera la boca agua.
Me percate que dentro de aquella taberna había un par de tipos problemáticos que parecían tener ganas de pelea. Seguramente porque iban borrachos hasta las trancas de a saber cuantos mejunjes embriagadores. La cosa parecía que iba acabar en pelea cuando algunos de aquellos tipejos sacaba su arma con aspecto amenazadora. Quise responder a aquella amenaza desenvainando la gran espada que tenía atada a la espalda. Ningún borracho anormal iba a dejarme sin mi comida. Pero, antes de poder hacerlo, un joven de pelos rojizos interrumpió aquella tensión, hablándome a mí de forma extraña, llamándome Ricardo por alguna razón y preguntándome si me había tenido tema con alguna mujer después de una fiesta que desconocía su existencia .
Antes de preguntarme a mí mismo si aquel chaval era el más borracho de todos aquellos o simplemente se estaba equivocando de persona cuando, disimuladamente, me dijo que le siguiera la corriente si no la quería palmarla allí. En parte tenía razón el pelirrojo, en antaño me hubiese despachado a aquellos capullos, pero ahora y con el estómago vacío lo hubiese pasado putas, por lo que hice lo mejor que pude de mis dotes interpretativas y le seguí el rollo.
- Pues tiene gracia el asunto, la tía no se cansaba nunca porque tiene una gemela y las muy viciosas se iban turnando cuando no miraba! -si alguna vez mi mujer se enterase de que había dicho eso me montaría un follon de los gordos.
- Pero como te puedes ligar a dos gemelas, si con lo fideo que eres te podría llevar el viento si no llevases ese armatoste atado a la espalda!- dijo uno de los borrachos a la vez que echaba un trago a su jarra, refiriéndose a la espada que llevaba, mientras el resto se reían como descosidos.
Yo por mi parte los ignore hasta que salir de aquel lugar, donde lo primero que hice fue pegarle a una piedra que había en el suelo una patada por no haber podido haber comido por una panda de idiotas.
- Gracias por sacarme de aquel apuro, si no llegas a intervenir ya estaría en el otro barrio.- de repente un potente rugido sonó en mi estómago, que parecía que se había escapado un león por el lugar.- Ugh… perdona, llevo ya varios días sin comer apenas y saber que he perdido la oportunidad de llevarme a la boca por esos imbéciles me ha dado más hambre. Me llamo Nox. ¿Puedo saber el nombre de quien me ha salvado el culo allí dentro?
Me percate que dentro de aquella taberna había un par de tipos problemáticos que parecían tener ganas de pelea. Seguramente porque iban borrachos hasta las trancas de a saber cuantos mejunjes embriagadores. La cosa parecía que iba acabar en pelea cuando algunos de aquellos tipejos sacaba su arma con aspecto amenazadora. Quise responder a aquella amenaza desenvainando la gran espada que tenía atada a la espalda. Ningún borracho anormal iba a dejarme sin mi comida. Pero, antes de poder hacerlo, un joven de pelos rojizos interrumpió aquella tensión, hablándome a mí de forma extraña, llamándome Ricardo por alguna razón y preguntándome si me había tenido tema con alguna mujer después de una fiesta que desconocía su existencia .
Antes de preguntarme a mí mismo si aquel chaval era el más borracho de todos aquellos o simplemente se estaba equivocando de persona cuando, disimuladamente, me dijo que le siguiera la corriente si no la quería palmarla allí. En parte tenía razón el pelirrojo, en antaño me hubiese despachado a aquellos capullos, pero ahora y con el estómago vacío lo hubiese pasado putas, por lo que hice lo mejor que pude de mis dotes interpretativas y le seguí el rollo.
- Pues tiene gracia el asunto, la tía no se cansaba nunca porque tiene una gemela y las muy viciosas se iban turnando cuando no miraba! -si alguna vez mi mujer se enterase de que había dicho eso me montaría un follon de los gordos.
- Pero como te puedes ligar a dos gemelas, si con lo fideo que eres te podría llevar el viento si no llevases ese armatoste atado a la espalda!- dijo uno de los borrachos a la vez que echaba un trago a su jarra, refiriéndose a la espada que llevaba, mientras el resto se reían como descosidos.
Yo por mi parte los ignore hasta que salir de aquel lugar, donde lo primero que hice fue pegarle a una piedra que había en el suelo una patada por no haber podido haber comido por una panda de idiotas.
- Gracias por sacarme de aquel apuro, si no llegas a intervenir ya estaría en el otro barrio.- de repente un potente rugido sonó en mi estómago, que parecía que se había escapado un león por el lugar.- Ugh… perdona, llevo ya varios días sin comer apenas y saber que he perdido la oportunidad de llevarme a la boca por esos imbéciles me ha dado más hambre. Me llamo Nox. ¿Puedo saber el nombre de quien me ha salvado el culo allí dentro?
La mirada de enfado de los borrachos se clavaba sobre nosotros, pero ya estaba acostumbrado a situaciones como aquellas. Trabajar en una taberna desde mi más tierna infancia me había hecho saber con qué gente se puede jugar y con quien no, y ellos eran una panda de personajes subidos de alcohol, así que hice oídos sordos. Llevé al enmascarado a mi mesa, mientras las burlas de los hombres hacían mella en su orgullo. Algún que otro comentario me hacía gracia, porque parecían tener razón, ¿éste sujeto con dos mujeres a la vez? En la vida.
Al sentarnos, el muchacho parecía algo desfallecido, sus tripas sonaron haciéndome soltar una carcajada. Como un buen samaritano le ofrecí de mi comida, que ya estaba algo fría.
—Zane –contesté tras preguntarme mi nombre–, Zane D. Kenshin, ¿y tú eres? –pregunté.
Estuvimos un rato grande hablando. Aquel hombre era buena gente, resultaba raro encontrar a personas con las que poder conversar de temas variados sin conexión alguna. Era agradable… Siempre que aparecía un forastero hablaba de sus sueños y las proezas que le habían llevado hacia allí o simplemente presumían de su recompensa; no cabe decir que todos eran piratas.
Sin darnos cuenta dieron las seis de la tarde, la hora del cierre de la taberna de Maite, quien no dudó en echarnos de allí demostrando sus esplendidos modales.
—Zane si no quieres que te escopeteé el culo págame y vete –dijo la vieja desde la barra.
—Tan simpática como siempre –comenté en voz baja–. ¿Cuánto es abuela?
—Tres mil berries.
Me acerqué a la barra y pague.
En cuanto salimos, el enmascarado que se hacía llamar Nox, estaba algo perdido.
—¿Quieres venirte a mi taberna? Estamos a puntos de abrir y siempre tiene buen ambiente.
Al sentarnos, el muchacho parecía algo desfallecido, sus tripas sonaron haciéndome soltar una carcajada. Como un buen samaritano le ofrecí de mi comida, que ya estaba algo fría.
—Zane –contesté tras preguntarme mi nombre–, Zane D. Kenshin, ¿y tú eres? –pregunté.
Estuvimos un rato grande hablando. Aquel hombre era buena gente, resultaba raro encontrar a personas con las que poder conversar de temas variados sin conexión alguna. Era agradable… Siempre que aparecía un forastero hablaba de sus sueños y las proezas que le habían llevado hacia allí o simplemente presumían de su recompensa; no cabe decir que todos eran piratas.
Sin darnos cuenta dieron las seis de la tarde, la hora del cierre de la taberna de Maite, quien no dudó en echarnos de allí demostrando sus esplendidos modales.
—Zane si no quieres que te escopeteé el culo págame y vete –dijo la vieja desde la barra.
—Tan simpática como siempre –comenté en voz baja–. ¿Cuánto es abuela?
—Tres mil berries.
Me acerqué a la barra y pague.
En cuanto salimos, el enmascarado que se hacía llamar Nox, estaba algo perdido.
—¿Quieres venirte a mi taberna? Estamos a puntos de abrir y siempre tiene buen ambiente.
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Aquel pelirrojo se hacía llamar Zane, el cual comparado con el resto de los borrachuzos, parecía ser una persona bastante amable. Incluso me ofreció parte de su comida en gesto de amabilidad a pesar del lío en el que le había metido. Levantando ligeramente la máscara que cubría mi rostro, dejando ver la parte inferior de esta que estaba cubierta de cicatrices acompañada de un barba canosa mal recortada. Probé bocado de aquel plato, que se había algo frío. Durante unos segundos mi mente se quedo en blanco, había pasado lustros desde que no había comido algo asi. Podía ser que estuviera a medio comer y que necesitaba volver a calentarse, pero era lo mejor que había pasado por mi boca en tanto tiempo. Haciendo que un reguero de lágrimas de felicidad cayeran por el ojo izquierdo, ya que era mi único ojo sano.
La sensación de estar hablando con una persona que no solo lo veía como un objeto como lo habían hecho anteriormente todos aquellos esclavistas, era… gratificante. La primera conversación que había tenido en años se volvió un regalo del cielo. El pelirrojo se parecía al joven lleno de energía que fue en antaño y hacía que la alegría llenase su interior.
Pasaron un par de horas hasta que Zane y yo salimos de aquella tabernas bajo las amenazas de un anciana con pinta de bastante mal humor. El pelirrojo, que al parecer que tambien tenia una taberna, me invitó a esta.
- Me encantaría ir, pero me gustaría saber una cosa ¿Porque me ayudaste? Podía ser otro borracho mas que quería pelea, pero sin embargo me salvaste.
La sensación de estar hablando con una persona que no solo lo veía como un objeto como lo habían hecho anteriormente todos aquellos esclavistas, era… gratificante. La primera conversación que había tenido en años se volvió un regalo del cielo. El pelirrojo se parecía al joven lleno de energía que fue en antaño y hacía que la alegría llenase su interior.
Pasaron un par de horas hasta que Zane y yo salimos de aquella tabernas bajo las amenazas de un anciana con pinta de bastante mal humor. El pelirrojo, que al parecer que tambien tenia una taberna, me invitó a esta.
- Me encantaría ir, pero me gustaría saber una cosa ¿Porque me ayudaste? Podía ser otro borracho mas que quería pelea, pero sin embargo me salvaste.
—Me encantaría ir, pero me gustaría saber una cosa ¿Porque me ayudaste? Podía ser otro borracho más que quería pelea, pero sin embargo me salvaste –me preguntó el enmascarado.
Siendo sincero me hubiera esperado cualquier pregunta salvo aquella, ¿por qué le ayude? Pues no sé, simplemente me salió de dentro. Sin embargo, al verle comer, comprobé que era una persona entrada en años y una respuesta como esa podía ser sospechosa, después de todo, en la zona sin ley del archipiélago… ver a buena gente era algo complicado, todos miraban por ellos mismos y sus allegados, no por extraños.
—Simple, si te peleabas podríais haberme destrozado mi momento más sagrado en vacaciones, bueno el segundo –pensé en el baño–, que es comer –sonreí.
Tomamos el camino del este, en dirección a la taberna de Vic. El viejo me había dicho que no me quería por allí en un par de semanas, algo que entendía perfectamente, pues era la quinta vez que le destrozaba la taberna en menos de dos años por culpa de ese “pronto” tan malo que me sale cuando me provocan.
—¿Y tú qué, Nox? ¿Qué te ha llevado al archipiélago? ¿Planeas ir al nuevo mundo?
Siendo sincero me hubiera esperado cualquier pregunta salvo aquella, ¿por qué le ayude? Pues no sé, simplemente me salió de dentro. Sin embargo, al verle comer, comprobé que era una persona entrada en años y una respuesta como esa podía ser sospechosa, después de todo, en la zona sin ley del archipiélago… ver a buena gente era algo complicado, todos miraban por ellos mismos y sus allegados, no por extraños.
—Simple, si te peleabas podríais haberme destrozado mi momento más sagrado en vacaciones, bueno el segundo –pensé en el baño–, que es comer –sonreí.
Tomamos el camino del este, en dirección a la taberna de Vic. El viejo me había dicho que no me quería por allí en un par de semanas, algo que entendía perfectamente, pues era la quinta vez que le destrozaba la taberna en menos de dos años por culpa de ese “pronto” tan malo que me sale cuando me provocan.
—¿Y tú qué, Nox? ¿Qué te ha llevado al archipiélago? ¿Planeas ir al nuevo mundo?
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Segun decia el pelirrojo solo me había salvado para que su hora de comer no se hubiese fastidiado. Seguramente no le gustaba el hecho gracia que mientras hubiese estado comiendo tranquilamente su arroz, la tabernera limpiara con una fregona la sangre de un cadáver que posiblemente podía haber sido yo. Caso aparte, se notaba que el muchacho no era como el resto de personas que había en aquel lugar. La manera de ser de Zane parecía ser un poco ruda pero emanaba bastante bondad, de eso estoy seguro.
Para mi desgracia, aunque ya sabía que iba a pasar, el pelirrojo le pregunto porque me encontraba en Sabaody. Estaba nervioso, ¿Cómo podría reaccionar?
No me acobarde, el chico era buena gente, por lo que empecé a quitarme la venda del brazo derecho. Con cuidado de que nadie más lo viera. Cuando terminó, le mostró como en el brazo tenía la marca de los tenryuubito marcado a fuego.
- Llevo mucho tiempo sin ver la luz del sol sin que nadie me trate como un simple perro y me amenaze con un latigo. El destino fue misericordioso conmigo y me permitió huir de mis cadenas, ahora siendo libre de nuevo. Pero necesito saber si todas las personas de mi pasado siguen a salvo… Ugh… Perdona, supongo que esto sera incomodo. Tendría que haberlo dicho antes de ser tan amable conmigo. Es solo… que hacia mucho que no hablo con otra persona… y… bueno, me gustaría que esto fuera un secreto si no te importa...
Para mi desgracia, aunque ya sabía que iba a pasar, el pelirrojo le pregunto porque me encontraba en Sabaody. Estaba nervioso, ¿Cómo podría reaccionar?
No me acobarde, el chico era buena gente, por lo que empecé a quitarme la venda del brazo derecho. Con cuidado de que nadie más lo viera. Cuando terminó, le mostró como en el brazo tenía la marca de los tenryuubito marcado a fuego.
- Llevo mucho tiempo sin ver la luz del sol sin que nadie me trate como un simple perro y me amenaze con un latigo. El destino fue misericordioso conmigo y me permitió huir de mis cadenas, ahora siendo libre de nuevo. Pero necesito saber si todas las personas de mi pasado siguen a salvo… Ugh… Perdona, supongo que esto sera incomodo. Tendría que haberlo dicho antes de ser tan amable conmigo. Es solo… que hacia mucho que no hablo con otra persona… y… bueno, me gustaría que esto fuera un secreto si no te importa...
—Así que huyendo del gobierno, ¿Eh? –supuse al ver la cicatriz creada por los esclavistas de la isla. Era el primer esclavo “libre” que veía en la isla, todos solían estar con cadenas, en venta o, simplemente, muertos en las calles por el antojo de su amo.
Durante el camino hablamos de lo difícil que había sido la vida de Nox como esclavo. De cómo le habían hecho atrocidades de todo tipo, haciendo que le tuviera más asco al sector del gobierno que seguía permitiendo que hubiera una ley a favor del esclavismo, aunque cada vez eran menos. Es no podía entenderlo, está bien que si tienes mucho dinero hagas poco en tu casa, tengas chofer, cocinero, limpiador… Pero lo que no llegaba a comprender era porqué tenían que tratarlo peor que a los animales; eso me hervía la sangre.
—Dejemos el tema, tío –dije algo enfadado–. Porque me pongo malo, macho.
A un par de manglares de la taberna de Vic llegamos a una zoma muy concurrida, algo muy extraño allí. Decenas de personas estaban aglutinadas en torno a algo, ¿el qué? No llegaba a verlo, pero tenía que ser interesante si había tanta gente alrededor.
—¿Nos acercamos?–le pregunté.
Durante el camino hablamos de lo difícil que había sido la vida de Nox como esclavo. De cómo le habían hecho atrocidades de todo tipo, haciendo que le tuviera más asco al sector del gobierno que seguía permitiendo que hubiera una ley a favor del esclavismo, aunque cada vez eran menos. Es no podía entenderlo, está bien que si tienes mucho dinero hagas poco en tu casa, tengas chofer, cocinero, limpiador… Pero lo que no llegaba a comprender era porqué tenían que tratarlo peor que a los animales; eso me hervía la sangre.
—Dejemos el tema, tío –dije algo enfadado–. Porque me pongo malo, macho.
A un par de manglares de la taberna de Vic llegamos a una zoma muy concurrida, algo muy extraño allí. Decenas de personas estaban aglutinadas en torno a algo, ¿el qué? No llegaba a verlo, pero tenía que ser interesante si había tanta gente alrededor.
—¿Nos acercamos?–le pregunté.
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El pelirrojo se mostró comprensivo ante mi secreto, aunque no podía evitar ver como me miraba de forma curiosa. No todos los días podía ver como alguien había salido de aquel infierno como en el que estuve con la ayuda de nadie. Bueno, puede que un cañonazo que pasaba por ahí, pero eso no cuenta. En el camino le estuve contando las pesadillas que pase todo aquel tiempo aunque preferí no contarle para comenzar cómo había acabado de esclavo. Era mejor no contarle toda la historia, aún no lo conocía lo suficiente.
A punto de llegar a nuestro destino, Zane y yo vimos a una especie de barullo donde se agrupada bastante gente. El pelirrojo me ofreció ir a echar un vistazo, lo cual acepte solo asestando con la cabeza. Intenté abrirme paso entre la multitud, hasta ver aquella horrible visión que hizo que una vena del cuello se me hinchara;
Varios hombres con un carromato que tenía dentro a varias personas de aspecto lamentable entre barrotes. Mientras, otro que era un simple niño tenía una cadena en el cuello, la cual estaba agarrado por un hombre imponente.
- Muy bien señoras y señores… Nuestro siguiente lote, con el número 34. Tenemos a este chico sano, joven y muy obediente. Perfecto si buscáis a alguien que haga las pesadas tareas del hogar que todos odiamos!.- decía uno de esos hombres, que sin duda eran esclavistas, mientras le indicaba al que tenía la cadena que enseñase al público al pobre niño esclavo de cerca.
Por un adoquín sobresalido, el esclavista tropezó, haciendo que soltase la cadena. El niño sin pensarselo dos veces, intentó salir corriendo, pero fue frenado en seco cuando el hombre volvió a coger la cadena y tiró de tal manera que el pobre joven cayó de espaldas y por un instante sentía como no respiraba por el collar.
- Perdonen querido publico, pero ya saben. Los chavales a veces necesitan un poco de disciplina.- el hombre sacó una especie de fusta y empezó a pegarle con esta, mientras el chico simplemente daba gritos de dolor.
No podía permitir aquello, solo era un niño, solo podía tener… trece años? No iba dejar sufrir más ese chaval, por lo que decidí pasar a la acción sin importarme nada. De un rápido movimiento, desfunde y antes de que se dieran cuenta, mi espada estaba en el cuello del hombre de la fusta el cual me miró aterrorizado.
- Deberías de meterte con alguien de tu tamaño. No es divertido si no es igualado. No crees, maldito desgraciado?
A punto de llegar a nuestro destino, Zane y yo vimos a una especie de barullo donde se agrupada bastante gente. El pelirrojo me ofreció ir a echar un vistazo, lo cual acepte solo asestando con la cabeza. Intenté abrirme paso entre la multitud, hasta ver aquella horrible visión que hizo que una vena del cuello se me hinchara;
Varios hombres con un carromato que tenía dentro a varias personas de aspecto lamentable entre barrotes. Mientras, otro que era un simple niño tenía una cadena en el cuello, la cual estaba agarrado por un hombre imponente.
- Muy bien señoras y señores… Nuestro siguiente lote, con el número 34. Tenemos a este chico sano, joven y muy obediente. Perfecto si buscáis a alguien que haga las pesadas tareas del hogar que todos odiamos!.- decía uno de esos hombres, que sin duda eran esclavistas, mientras le indicaba al que tenía la cadena que enseñase al público al pobre niño esclavo de cerca.
Por un adoquín sobresalido, el esclavista tropezó, haciendo que soltase la cadena. El niño sin pensarselo dos veces, intentó salir corriendo, pero fue frenado en seco cuando el hombre volvió a coger la cadena y tiró de tal manera que el pobre joven cayó de espaldas y por un instante sentía como no respiraba por el collar.
- Perdonen querido publico, pero ya saben. Los chavales a veces necesitan un poco de disciplina.- el hombre sacó una especie de fusta y empezó a pegarle con esta, mientras el chico simplemente daba gritos de dolor.
No podía permitir aquello, solo era un niño, solo podía tener… trece años? No iba dejar sufrir más ese chaval, por lo que decidí pasar a la acción sin importarme nada. De un rápido movimiento, desfunde y antes de que se dieran cuenta, mi espada estaba en el cuello del hombre de la fusta el cual me miró aterrorizado.
- Deberías de meterte con alguien de tu tamaño. No es divertido si no es igualado. No crees, maldito desgraciado?
No fue una buena idea desviarnos del camino para ver qué era lo que se encontraba en el centro de tanto bullicio. Al acércanos comprobamos que era una de tantas subastas de esclavos que solían haber en aquella zona. Eran muy populares por sus bajos precios. En comparación con las que hacían cara al público en resto de manglares; los que podríamos decir que son “decentes”, difería mucho el precio, siendo mucho más baratos.
Cuando quise darme cuenta, mi nuevo amigo se había alejado de mi unos metros y estaba dirigiéndose hacia uno de los esclavistas, el cual estaba azotando a un muchacho no mucho más pequeño que yo.
“Vamos no me jodas” –pensé, mientras me cruzaba de brazos e iba hacia el centro de la acción.
Al llegar, Nox estaba rodeado de esclavistas armados. Éstos le amenazaban con bravuconerías e insultos varios, pero el enmascarado no retrocedía. Mientras tanto, yo observaba el panorama. ¿Qué debía hacer? Estaba claro que no podía dejarle solo, pero tampoco era el momento de liarse a hostias con un grupo de esclavistas, sobre todo porque, seguramente, pertenecería a alguna mafia local.
—Venga, venga –dije acercándome hacia donde estaba Noximilien–, vamos a calmarnos –dije guiñándole un ojo.
—Le has guiñado un ojo –dijo uno de ellos.
—No, no he guiñado nada a nadie.
—Que sí –reprochó.
—Que no –dije deslizando mi mano sobre el mango de mi katana, mostrando una sonrisa picaresca–. O tal vez sí.
Tras estas palabras, desenfundé lo más rápido que pude, propinando un corte vertical ascendente en todo su pecho. Para justo después, darle una patada tirándolo de espaldas y apoyar mi espalda con la de Nox.
—Solo haces meterme en líos, eh –solté una pequeña risa.
Cuando quise darme cuenta, mi nuevo amigo se había alejado de mi unos metros y estaba dirigiéndose hacia uno de los esclavistas, el cual estaba azotando a un muchacho no mucho más pequeño que yo.
“Vamos no me jodas” –pensé, mientras me cruzaba de brazos e iba hacia el centro de la acción.
Al llegar, Nox estaba rodeado de esclavistas armados. Éstos le amenazaban con bravuconerías e insultos varios, pero el enmascarado no retrocedía. Mientras tanto, yo observaba el panorama. ¿Qué debía hacer? Estaba claro que no podía dejarle solo, pero tampoco era el momento de liarse a hostias con un grupo de esclavistas, sobre todo porque, seguramente, pertenecería a alguna mafia local.
—Venga, venga –dije acercándome hacia donde estaba Noximilien–, vamos a calmarnos –dije guiñándole un ojo.
—Le has guiñado un ojo –dijo uno de ellos.
—No, no he guiñado nada a nadie.
—Que sí –reprochó.
—Que no –dije deslizando mi mano sobre el mango de mi katana, mostrando una sonrisa picaresca–. O tal vez sí.
Tras estas palabras, desenfundé lo más rápido que pude, propinando un corte vertical ascendente en todo su pecho. Para justo después, darle una patada tirándolo de espaldas y apoyar mi espalda con la de Nox.
—Solo haces meterme en líos, eh –solté una pequeña risa.
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Podia ver como un hilillo de sangre recorria por el filo de la Wazamono, mientras el esclavista intentaba tragar saliva como podía. Por otra parte, el pelirrojo intentaba relajar a los hombres que me rodeaban que se comportaban con mucha hostilidad. Podía permitir que me insultaran una panda de borrachos… Pero dejar que más gente sufriera como sufrí yo? Jamás.
Mientras Zane discutía con ellos porque supuestamente me había guiñado el ojo, aproveche para sacarle la espada del cuello a aquel hombre. Cambiándolo por un corte en el brazo que amputaria su mano, dejando libre al niño que salió corriendo, y un golpe en toda la cara con la empuñadura para dejarlo inconsciente. El pelirrojo dejó paso a las palabras y sacó también su espada, haciendo un corte vertical con bastante soltura. Se notaba no era un novato en el uso de la espada. Nos colocamos espalda con espalda mientras me comento que no paraba de meterle en líos.- Qué quieres que le haga, soy un viejo cabezota. Además, siempre puedes volver a salvarme el culo otra vez.- le comente soltando una pequeña carcajada y me preparaba para pelear contra los enemigos que tenía enfrente mientras que los de detras mio se ocupaba Zane.- Por cierto, si que me has guiñado el ojo, bribón.- bromee a la vez que corría a por el enemigo.
Un corte diagonal acabo con el primero, dejándolo en el suelo y con la espada medio partida. Realmente la comparación de aquella espada mía comparada con una normal era notable, y eso me gustaba. Los esclavistas decidieron demostrar su poco honor atacando tres a la vez, pero ellos no contaban con un desagradable imprevisto. Los sables se hundieron en mi cuerpo, y aquellos hombres cambiaron su cara de satisfacción por una de terror al ver que no era precisamente carne donde habían apuñalado. Donde tenía que haber sangre solo había rastros de sal en el suelo.
- Norma número uno en el combate: Estudia al enemigo hasta que sepas todo de él.- la logia que tenía acojono a los hombres, que apartaron sus armas asustados. Yo por mi parte, utilice la longitud la espada bastarda para darles a los tres con un solo golpe horizontal.- Y nunca vayáis tan agrupados, solo sereis un blanco más fácil de dar.-levante un poco la máscara para poder respirar mejor dando a mostrar una sonrisa que asustaba al resto de enemigos.-Ahora.. .Quien más quiere jarabe de palo?
Me sentía vivo, ¿cuanto hacia que no luchaba de esta manera? Casi veinte años? El corazón me iba a cien por hora, podía sentir como mi espíritu había vuelto, que podía comerme el mundo en un instante. El viejo Nox de antaño había vuelto.
Mientras Zane discutía con ellos porque supuestamente me había guiñado el ojo, aproveche para sacarle la espada del cuello a aquel hombre. Cambiándolo por un corte en el brazo que amputaria su mano, dejando libre al niño que salió corriendo, y un golpe en toda la cara con la empuñadura para dejarlo inconsciente. El pelirrojo dejó paso a las palabras y sacó también su espada, haciendo un corte vertical con bastante soltura. Se notaba no era un novato en el uso de la espada. Nos colocamos espalda con espalda mientras me comento que no paraba de meterle en líos.- Qué quieres que le haga, soy un viejo cabezota. Además, siempre puedes volver a salvarme el culo otra vez.- le comente soltando una pequeña carcajada y me preparaba para pelear contra los enemigos que tenía enfrente mientras que los de detras mio se ocupaba Zane.- Por cierto, si que me has guiñado el ojo, bribón.- bromee a la vez que corría a por el enemigo.
Un corte diagonal acabo con el primero, dejándolo en el suelo y con la espada medio partida. Realmente la comparación de aquella espada mía comparada con una normal era notable, y eso me gustaba. Los esclavistas decidieron demostrar su poco honor atacando tres a la vez, pero ellos no contaban con un desagradable imprevisto. Los sables se hundieron en mi cuerpo, y aquellos hombres cambiaron su cara de satisfacción por una de terror al ver que no era precisamente carne donde habían apuñalado. Donde tenía que haber sangre solo había rastros de sal en el suelo.
- Norma número uno en el combate: Estudia al enemigo hasta que sepas todo de él.- la logia que tenía acojono a los hombres, que apartaron sus armas asustados. Yo por mi parte, utilice la longitud la espada bastarda para darles a los tres con un solo golpe horizontal.- Y nunca vayáis tan agrupados, solo sereis un blanco más fácil de dar.-levante un poco la máscara para poder respirar mejor dando a mostrar una sonrisa que asustaba al resto de enemigos.-Ahora.. .Quien más quiere jarabe de palo?
Me sentía vivo, ¿cuanto hacia que no luchaba de esta manera? Casi veinte años? El corazón me iba a cien por hora, podía sentir como mi espíritu había vuelto, que podía comerme el mundo en un instante. El viejo Nox de antaño había vuelto.
Mi espalda chocaba con la de Nox, al tiempo que girábamos para observar el panorama. Uno, dos, tres… nueve esclavistas, aparte el que ya yacía en el suelo por obra y gracia del encapuchado.
—Dime, ¿cómo nos lo repartimos? Cuatro cada uno y el primero que acabe se queda con el sobrante, ¿o lo que surja? –pregunté, girando mis katanas en círculos.
Tras su respuesta, mi nuevo amigo no tardó en atacar contra el que tenía más a mano, dándole unos buenos golpes, para justo después ser atravesado por varias espaldas, sin recibir daño alguno.
“¡Pero qué coño!” –pensé con asombro, algo que aproveché para atacar al esclavista que tenía frente a mí. Aferrándome al mango de mi katana realicé una diagonal ascendente realizándole un corte en el torso, para luego bajar con violencia la mano y golpearle en el cuello con el mango de mi katana. Seguidamente di un par de pasos hacia atrás, analizando la situación.
Frente a mi continuaban cuatro de los nueve tipejos a los que nos enfrentábamos, uno de ellos con un corte en el pecho. ¿Qué debía hacer? Lo más normal era que huyera y dejara al encapuchado allí, pero hacía tiempo que no me metía en una movida como aquella, y el simple hecho de estar en desventaja, me proporcionaba la misma excitación que estar con una buena mujer en el catre. Así que, sin más dilación, cogiendo el mango de mis aceros a la inversa, teniendo la hoja paralela a mi brazo, corrí hacia mis contrincantes, cabizbajo. El primero de ellos, al que había herido de manera previa, le tocó la peor parte, pues salté sobre él clavándole las katanas en los hombros, inmovilizándole las articulaciones, haciendo que estuviera fuera del combate.
Al sacar mis katanas, me abalancé sobre otro esclavista, que estaba justo a mi derecha, con el cual empecé a intercambiar un choque de espada tras otro, hasta que, casando de tanta parafernalia, bloqueé su espada con mi katana diestra y le clavé en el costado mi siniestra.
Tras eso me alejé un par de pasos, colocándome en posición defensiva, cogiendo mis armas con la hoja hacia arriba, no como las tenía antes.
—Venid aquí –dije, mostrando una sonrisa de oreja a oreja.
—Dime, ¿cómo nos lo repartimos? Cuatro cada uno y el primero que acabe se queda con el sobrante, ¿o lo que surja? –pregunté, girando mis katanas en círculos.
Tras su respuesta, mi nuevo amigo no tardó en atacar contra el que tenía más a mano, dándole unos buenos golpes, para justo después ser atravesado por varias espaldas, sin recibir daño alguno.
“¡Pero qué coño!” –pensé con asombro, algo que aproveché para atacar al esclavista que tenía frente a mí. Aferrándome al mango de mi katana realicé una diagonal ascendente realizándole un corte en el torso, para luego bajar con violencia la mano y golpearle en el cuello con el mango de mi katana. Seguidamente di un par de pasos hacia atrás, analizando la situación.
Frente a mi continuaban cuatro de los nueve tipejos a los que nos enfrentábamos, uno de ellos con un corte en el pecho. ¿Qué debía hacer? Lo más normal era que huyera y dejara al encapuchado allí, pero hacía tiempo que no me metía en una movida como aquella, y el simple hecho de estar en desventaja, me proporcionaba la misma excitación que estar con una buena mujer en el catre. Así que, sin más dilación, cogiendo el mango de mis aceros a la inversa, teniendo la hoja paralela a mi brazo, corrí hacia mis contrincantes, cabizbajo. El primero de ellos, al que había herido de manera previa, le tocó la peor parte, pues salté sobre él clavándole las katanas en los hombros, inmovilizándole las articulaciones, haciendo que estuviera fuera del combate.
Al sacar mis katanas, me abalancé sobre otro esclavista, que estaba justo a mi derecha, con el cual empecé a intercambiar un choque de espada tras otro, hasta que, casando de tanta parafernalia, bloqueé su espada con mi katana diestra y le clavé en el costado mi siniestra.
Tras eso me alejé un par de pasos, colocándome en posición defensiva, cogiendo mis armas con la hoja hacia arriba, no como las tenía antes.
—Venid aquí –dije, mostrando una sonrisa de oreja a oreja.
Noximilien
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
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Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
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Mis músculos me dolían, pero la adrenalina que estaba por todo mi cuerpo. De no empuñar un arma a estar luchando con varios enemigos a la vez era un cambio bastante radical y a la vez una demostración de como aquellos esclavistas no habían peleado contra nadie que no estuviera encadenado.
Por otra parte el pelirrojo se encargaba de la otra mitad de aquellos hombres, a pesar de ser tan joven, tenia una habilidad con sus armas increíblemente buenas. Si la Armada hubiese tenido mas chicos como aquel, la Revolución hubiera ganado esa guerra hace mucho tiempo. No se esperaba que las espadas me atravesaran sin daños, o al menos eso decía su cara y a decir verdad yo tampoco me acordaba. Hacia dos días que me había comido esa fruta de las narices que me había hecho invulnerable a todo daño físico, era eficaz, pero me hacia vulnerable a mas cosas de las que me gustaría; Kairoseki, haki, agua... Representa que era un hombre de mar. Que coño se supone que haría si me caía al océano o algo? Me hundiría como un pedrolo?
Con cuatro de los cinco que tenia yo fuera de combate, chocando la espadas con el ultimo, provocando chispas por los metales. Por mi mejor habilidad con el arma, desvié su sable y lo empuje fuerte contra la caravana que estaban el resto de esclavos asustados por la pelea. Aproveche el momento y rompí el candado de esta, haciendo que los cautivos de los esclavistas huyeran. No iba a dejar que esa gente sufriera como yo sufrí en su momento.
Con la espada a punto de envainar, mire al Zane, que seguía peleando y dudaba si ayudarle ya que parecía estar pasándole en grande.- Yo ya he acabado por este lado. ¿Necesitas ayuda con esos, pelirrojo?
Por otra parte el pelirrojo se encargaba de la otra mitad de aquellos hombres, a pesar de ser tan joven, tenia una habilidad con sus armas increíblemente buenas. Si la Armada hubiese tenido mas chicos como aquel, la Revolución hubiera ganado esa guerra hace mucho tiempo. No se esperaba que las espadas me atravesaran sin daños, o al menos eso decía su cara y a decir verdad yo tampoco me acordaba. Hacia dos días que me había comido esa fruta de las narices que me había hecho invulnerable a todo daño físico, era eficaz, pero me hacia vulnerable a mas cosas de las que me gustaría; Kairoseki, haki, agua... Representa que era un hombre de mar. Que coño se supone que haría si me caía al océano o algo? Me hundiría como un pedrolo?
Con cuatro de los cinco que tenia yo fuera de combate, chocando la espadas con el ultimo, provocando chispas por los metales. Por mi mejor habilidad con el arma, desvié su sable y lo empuje fuerte contra la caravana que estaban el resto de esclavos asustados por la pelea. Aproveche el momento y rompí el candado de esta, haciendo que los cautivos de los esclavistas huyeran. No iba a dejar que esa gente sufriera como yo sufrí en su momento.
Con la espada a punto de envainar, mire al Zane, que seguía peleando y dudaba si ayudarle ya que parecía estar pasándole en grande.- Yo ya he acabado por este lado. ¿Necesitas ayuda con esos, pelirrojo?
Antes de que pudiera enfrentarme al resto de esclavistas, huyeron despavoridos al ver que al superioridad numérica no era un inconveniente para Nox y para mi, que habíamos los habíamos derrotado sin esfuerzo alguno.
—Creo que deberíamos irnos de aquí –dije enfundando una de mis katanas–. Pero antes...
Uno a uno cortamos las cuerdas que rodeaban las manos de los esclavos, quienes nos aclamaban como héroes. Era la primera vez que me pasaba algo así, y no estaba acostumbrado. Pero me sentía muy bien habiendo salvado a aquellos inocentes de una vida de mierda, que era lo que le esperaba. No lograba entender como la gente de esta isla seguía permitiendo aquello, era inconcebible.
—Te has quedado a gusto, ¿eh? –dije a Nox, golpeándole con el codo.
Como teníamos prevismo nos dirigimos a la taberna del viejo Vic, a quien lo le iba a hacer mucha gracia que yo fuera. Sin embargo, era el mejor lugar para beber algo y pasar la noche, y en mi caso de gratis, porque no tenía muchas ganas de gastar dinero.
—Creo que deberíamos irnos de aquí –dije enfundando una de mis katanas–. Pero antes...
Uno a uno cortamos las cuerdas que rodeaban las manos de los esclavos, quienes nos aclamaban como héroes. Era la primera vez que me pasaba algo así, y no estaba acostumbrado. Pero me sentía muy bien habiendo salvado a aquellos inocentes de una vida de mierda, que era lo que le esperaba. No lograba entender como la gente de esta isla seguía permitiendo aquello, era inconcebible.
—Te has quedado a gusto, ¿eh? –dije a Nox, golpeándole con el codo.
Como teníamos prevismo nos dirigimos a la taberna del viejo Vic, a quien lo le iba a hacer mucha gracia que yo fuera. Sin embargo, era el mejor lugar para beber algo y pasar la noche, y en mi caso de gratis, porque no tenía muchas ganas de gastar dinero.
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