Dos caminos se cruzan en medio del mar [Pasado][Privado][Maximilian - Spade]

Si existía un dios del mar y uno del cielo, seguramente estaban enojados y mucho. Las olas chocaban con fuerza unas con otras, el viento era implacable y los rayos hacían que el cielo resplandeciera. Estaba en problemas, la pequeña embarcación en donde viajaba no podría resistir semejante espectáculo de la naturaleza y para colmo, mi acompañante, Fyodor, no hacía más que alterar más mis nervios.

-¡Teniente, moriremos, estoy completamente seguro!-gritó Fyodor a los cuatro vientos, justo antes de que un relámpago atravesara el cielo y un estrepitoso trueno resonara en nuestros oídos.

-No me digas  teniente, ya no soy una marine y deja de gritar, me pones nerviosa-le dije, intentaba mantener la calma y no golpearlo, después de todo, él era el menor de lo problemas. Suspiré resignada, a final de cuentas, aunque no lo aparentara estaba tan preocupada como mi compañero.

Estábamos en un barco pesquero pequeño que, aunque tenía una cabina de mando en la cual refugiarnos, era evidente que no había sido construido para viajar por alta mar, pero era todo lo que habíamos podido conseguir en la última isla a la que fuimos y ahora cada vez que una ola golpeaba contra el, amenazaba con voltearlo. Había sido un suicidio decidir viajar en este bote, pero tampoco podía quedarme tranquila en una sola Isla sabiendo que ahora resultaba que tenía un papel de “se busca”, parece que últimamente tenía solo problemas.
 
Por un rato más las cosas se mantuvieron iguales, mi compañero alterado y yo intentando mantener la calma; sin embargo, en cuestión de segundos un impacto hizo que los dos nos estremeciéramos.
 
Salimos a la cubierta, si es que así se le podía llamar, y ahí vimos la cruel realidad: El barco había encallado. Se había quedado atrapado en un grupo de rocas que ninguno de los dos vio.
 
-¡Ahora sí! Estamos condenados-Fyodor se arrodilló en el piso del barco, en posición de completa derrota y desánimo. No era para menos, si las cosas estaban mal, ahora se pondrían peor o tal vez no.
 
-No lo creo-Volví a entrar a la cabina y busqué entre las pocas pertenencias que tenía y volví a salir con una pistola de bengala entre mis manos. Apunté al aire y disparé. Fyodor se asustó y no entendió porque había gastado la única bengala que teníamos hasta que vio una sombra en medio de la niebla que cubría el mar, la sombra de un barco. Si en ese barco venía la marina, una banda pirata o lo que fuera…Era un riesgo que íbamos a asumir, más bien que yo iba a asumir, solo esperaba que hubieran visto el disparo.

Había funcionado. Bien, ahora a ver con qué clase de personas nos encontraríamos en ese barco. Realmente no me hacía mucha gracia haber tenido que pedir ayuda a unos completos desconocidos, pero ya no había forma de retractarse.

Pasado unos minutos un hombre de cabello morado llegó a lo que quedaba de la embarcación y de alguna forma nos convenció de subir a su barco, que más daba, no es como si tuviéramos más opción, así que fui dentro de la pequeña cabina, tomé la mochila negra en donde llevaba mis pertenencias y arreglé mi abrigo para que no notaran que llevaba en mi cinturón dos pistolas y una navaja, armas que solo utilizaría a menos que fuera necesario. Mi compañero me imitó y cuando estuvimos listos salimos y nos encontramos con una escalerilla que nos llevaría a la cubierta del otro barco.

Al estar en el último escalón, di un salto y quedé en la cubierta, frente a mí había un singular grupo de personas, a los que debía agradecer por haber atendido a la llamada de S.O.S improvisada; sin embargo, el hecho de que un barco grande no llevara ninguna bandera que los identificara me había descolocado un poco.

-Gracias, gracias, gracias-no supe en que momento mi compañero había llegado a cubiera, pero a final de cuentas fue él  quien terminó hablando primero y haciendo una reverencia en modo de agradecimiento. Yo solo pude suspirar e imitar su gesto, solo que de un modo menos impulsivo.

-Les agradezco haber atendido a la llamada y disculpen por haberlos involucrado en esta situación-dije con un educado tono de voz, que escondía la desconfianza que sentía al tratar con ellos.

Seguí al pelinegro a donde fuera que nos llevara. El silencio que invadía el lugar mientras bajaba por las escaleras a los niveles inferiores del barco me parecía de lo más incómodo, aunque, para ese momento sentí que Fyodor se había relajado y el sujeto que nos guiaba no parecía peligroso a simple vista, pero no me gustaba fiarme de las apariencias y menos con alguien que conocía hace unos cinco minutos. Bufé molesta, había actuado sin pensar al pedir ayuda a unos extraños y ahora, irónicamente, sentía que me ahogaba por culpa de mi propia decisión o tal vez, solo estaba exagerando, como solía hacer casi siempre.

Finalmente, luego de bajar por escaleras que me parecieron eternas, llegamos a lo que parecía ser un comedor. Dentro había un panda...!Un panda parado en dos patas!...Y hasta ahora lo notaba, no supe como es que no me había dado cuenta de él cuando subí al barco, ¡Ah sí!, mi falta de observación pudo haber sido culpa del shock de casi morir en medio del mar.

-Oye, Maximilian-dije con esparanza de captar la atención del pelinegro-.¿Cómo es que puedes tener un panda de mascota?-Y ahí estaba haciendo gala de mi gran capacidad para socializar, podía preguntar más cosas, pero eso era lo primero que había salido de mi boca al ser lo que más llamó mi atención en ese momento. El rubio que tenía como compañero solo se dió un golpe en la cara con la palma de su mano y suspiró pesadamente, sin poder creer lo que acababa de oir.

Miré el plato de comida que habían colocado frente a mi. ¿Cómo se supone que debía comportarme en momentos así?. La comida lucía deliciosa y el hambre casi que me estaba matando, pero sentía recelo de comer.

Mi compañero se había sentado al lado mio y él si no pensó dos veces antes de agarrar un tenedor y pinchar las papas, pero antes de que se metiera la comida a la boca, fue interrumpido por las palabras del pelinegro. En la habitación reinó un silencio momentáneo, solo interrumpido por la tranquila voz del panda que anunciaba lo obvio.

De reojo, miré a Fyodor, su mirada parecía nerviosa, supuse que yo lucía igual...a mi modo, claro está. Suspiré pesadamente y decidí romper con la incomodidad creada. Por un momento intentaría ser menos desconfiada.

–Vaya, lamento mi falta de educación. Creo que la emoción del momento hizo que olvidara lo primero que se hace al conocer a alguien. Mi nombre es Spade, mucho gusto–hablé de forma tranquila y dibujé una débil sonrisa en mi rostro –.Y mi compañero de viaje es...

–Fyodor–fui interrumpida por la voz del rubio, que sonrió ampliamente, como si en solo unos segundos hubiera recuperado toda confianza en si mismo y se hubiera olvidado de como, solo unos minutos antes, lloraba por no morir –Es un placer –dijo mientras extendía su mano hacia Maximilian.

Tanto Fyodor como yo tomamos una de las toallas que trajo la pequeña chica de cabello celeste y le agradecimos con un gesto de nuestras cabezas mientras que comenzábamos a secarnos nuestros cabellos y escuchábamos lo que el pelinegro tenía que decir.

-¿¡Piratas!?-mi acompañante gritó alarmado, pero su voz no interrumpió lo que Maximilian estaba diciendo. Fyodor había vuelto a tomar su actitud temerosa y lo único que pude hacer fue poner una mano sobre su hombro para darle una señal de que podía estar tranquilo, presentía que podíamos confiar en el chico que nos había rescatado.

-Son un extraño grupo de piratas-contesté con sinceridad, pero sin nungún animo de ofender-.La verdad es que no esperaba tener tanta suerte cuando lancé la señal de ayuda-dije antes de ser interrumpida por el sujeto que hace un momento nos había rescatado de la embarcación pesquera, o bueno, lo que quedaba de ella.

-Un placer, joven Ryuto-respondí con una sonrisa, un poco incómoda por el trato tan caballeroso, no estaba acostumbrada a eso-Soy Spade y ¿Cómo que madame? No soy una anciana-hice un mohín de molestia que cambié por uno más relajado al ver como el líquido rojo que formaba el vino se escurría entre el cristal de las copas.

Tomé una de las copas entre mis dedos y saboreé el vino tinto mientras que escuchaba las palabras de Maximilian.

-Eso sería de gran ayuda, no puedo rechazar la oferta. Muchas gracias, chicos-mi voz sonaba mucho más relajada y mi actitud lo reflejaba, además, en los mares era mejor tener aliados que enemigos. No podía seguir actuando de forma tan seca como siempre lo hacía.

−¡Chocolate! –mi voz se dejó oír en un tono algo infantil, algo por lo que me sonrojé levemente, pero no pude evitarlo, el chocolate era mi dulce favorito y ver un gran pastel luego de estar días en alta mar comiendo cosas de dudosa procedencia hizo que se me hiciera agua la boca. El banquete que tenía en frente era lo mejor que podía ver.
 
La voz de un sujeto alto nos hizo a Fyodor y a mi tensarnos un poco, la pregunta que hizo me sacó de lugar por un momento; sin embargo, respiré profundo y estaba dispuesta a contestarla cuando la voz de Maximilian me detuvo.
 
Sonreí ante lo dicho y comencé a comer. Debía admitir que el dulce estaba delicioso, al igual que el resto de la comida. Jamás había conocido a un panda cocinero, de hecho, tampoco había conocido a un panda que hablara y se parara en dos patas como una persona. Estaba pensando en preguntar dónde conseguir un compañero de viaje como ese. Era tierno y servicial.
 
−Hige, ¿Cierto? –me dirigí al panda−.Mis felicitaciones, tu comida está deliciosa. Sinceramente, es lo mejor que he probado en mucho tiempo−no mentía ni exageraba, hace mucho que no disfrutaba tanto de una cena y cuando terminé de comer entonces decidí responder las preguntas del sujeto alto.
 
−Por cierto, respondiendo a tu pregunta−miré al hombre−.Solo para aclarar, no somos pescadores si en algún momento lo pensaron−hice la aclaración aunque no era necesario, después de todo, Fyodor vestía un pantalón de tela negro y una elegante camisa celeste y yo, vestía de modo más informal, unos jeans y un abrigo negro, pero no tenía la pinta de ser pescadora−.La razón por la que viajamos en un bote tan pequeño por alta mar es que yo tenía que salir de una isla, costara lo que costara, y este chico de aquí creyó que era buena idea acompañarme−revolví el cabello de Fyodor como si fuera un niño y sonreí tímidamente.

−No hay nada que perdonar, lo comprendo. Somos dos desconocidos que se encontraron en alta mar, además, creo que habrán notado que mi compañero y yo también estábamos algo incómodos cuando llegamos−me dirigí a Maximilian  con un calmado tono de voz y dejé que siguiera con la conversación.
 
−Ya sabía yo que tanta caballerosidad debía tener algo escondido−dije sin pensarlo cuando escuché las palabras del pirata que ya se iba del comedor, pero aún tenía una pregunta más que hacerle antes de que la conversación terminara, así que lo seguí y lo tomé por el hombro para detenerlo.
 
−Espera, Maximilian−dije lo suficientemente alto para que me escuchara−.No conocemos tu barco y, una vez más, discúlpanos por causar tantas molestias, pero podrías indicarnos dónde están los baños. La verdad es muy incómodo estar tan mojada, me siento sucia y además, me debilita−susurré las últimas dos palabras mientras miraba a un lado. Mi ropa se había secado un poco por el tiempo que había pasado, pero la sensación de humedad aún se sentía por todo mi cuerpo, era horrible y más porque había llegado a mojarme con agua salada cuando el barco encalló.
 
Fyodor llegó detrás de mí, por lo visto no le agradó la idea de quedarse solo en el comedor, bien, podía entenderlo, ya que de por sí era incómodo estar de visitante en un barco desconocido, y se cruzó de brazos a un lado de mí.

Le agradecí a Maximilian y cuando se retiró de la habitación de las chicas me dirigí al baño. Saqué mi ropa de la mochila que cargaba, estaba aún húmeda y tuve que ponerla a secar, sabía que se quedaría en donde la dejé hasta el día siguiente o hasta que estuviera seca, habría preferido lavarla; sin embargo,  no tenía idea en donde estaba la lavandería y además, era tarde y el clima no era el mejor.
 
Después de revisar mi ropa y tenderla, llené la bañera con agua tibia y me relajé por un rato. Un baño relajante, sin tener que preocuparme por nada era una de las cosas que más extrañaba y que, de verdad, necesitaba.
 
−Esto es lo mejor−hundí mi cara un poco en el agua y me quedé en el baño un rato más, hasta que Ariana llegó y me prestó algo de ropa para dormir. De ahí en adelante, hablé un rato con ella sobre cosas sin tanta importancia y después me quedé dormida en una cama en el cuarto de la chica.
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Amanecía, los rayos del sol se colaron por la ventanilla de la habitación. Parpadeé unas cuantas veces antes de abrir mis ojos por completo y estirar mi cuerpo.
 
− ¿Dónde estoy? ­–me levanté de la cama y miré alrededor de la habitación−. ¡Oh, cierto! En el barco de los piratas−me dije a mi misma.
 
Entré al baño de la habitación y revisé que mi ropa estuviera seca y por suerte lo estaba. Me di un baño matutino y luego de vestirme, con unos pantalones de mezclilla negros, una camiseta roja oscura y zapatos de “bailarina”, salí a la cubierta del barco. Como era de día podía apreciar mejor su estructura, aún estaba algo mojado, pero fuera de eso no había más rastro de la fuerte tormenta del día anterior.
 
−Vaya, así debía haber permanecido el clima ayer−susurré al aire mientras que me acercaba a la borda del barco y me fijaba en el horizonte−. ¿Uh? ¿Y eso?−El cielo estaba completamente despejado y el mar muy tranquilo y lo único que llamaba la atención un gran barco que se veía a lo lejos, no parecía un acorazado ni un barco pirata, al menos no a simple vista.

Me tomó por sorpresa la serie de acciones que siguieron luego que la tripulación salió a la cubierta y vio el crucero que se acercaba. Había escuchado de él, pero nunca me había desvivido por querer vacacionar en ese lugar, me parecía algo muy formal, no encajaría y me sentiría terriblemente incómoda entre tantas personas con clase y ahora, parece que iba a subir.

Escuché lo que dijo Maximilian con respecto al traje que lo obligaron a usar y reí un poco antes de subir por la cuerda que llevaba al enorme crucero. Una vez arriba me encargué de ver si había algún empleado cerca de esa parte del barco, pero para nuestra suerte, parece que a esa hora todos estaban muy ocupados entreteniéndose con quien sabe que, así que no se iban a ir a la parte más desolada del crucero solo porque sí.

Miré hacia abajo, esperando a que los demás subieran, en especial Fyodor, tenía una propuesta que hacerle y seguramente le iba a agradar.

−Suban rápido, la zona está despejada−grité hacia los que aún venían escalando por la cuerda del arpón. Me sorprendía que pudiera soportar tanto peso sin resbalarse. Se notaba que había quedado muy bien clavado en la madera del navío−“¡Piratas! Siempre haciendo estragos a donde vayan, aunque tengan pinta de ser buenos”−pensé mientras que una risita escapaba de mis labios y volvía a mirar hacia abajo, para ver que tanto habían avanzado los piratas y mi compañero de viaje.

Mientras que Maximilian y Owen cambiaban su ropa a una más formal, me alejé de Ariana y Ryuto junto con Fyodor y cuando estuvimos lo suficientemente lejos de ellos me animé para decirle la idea que se me había ocurrido a mi compañero de viaje.
 
−Fyodor, sabes que viajando conmigo no vas a lograr mucho y sabes también que este crucero recorre los mares a su parecer, haciendo paradas en diferentes islas…−miré a las orbes verdes del chico rubio antes de seguir hablando−…Debes seguir viajando aquí, es más seguro.
 
− ¿¡Aaaaah!? ¡Imposible! No puedo viajar solo, no conozco a nadie aquí, además…Prometí que iba a cuidar de cualquier herida que tuvieras mientras viajáramos juntos, no me voy a quedar aquí.
 
Dejé escapar un suspiro de fastidio, ese hombre era realmente testarudo. Por cierto, supongo que les interesará saber la razón por la que este curioso personaje de nombre Fyodor me acompaña, bueno, las cosas son simples: Cuando estaba en mi isla natal, luego de que tuviera un incidente con un vicealmirante y un capitán de la marina, este chico ayudó a cuidar de mis heridas y por alguna razón, dos semanas después, cuando iba a salir de la isla, este chico decidió acompañarme en mi viaje, al menos hasta la siguiente isla, por lo visto tenía cosas que hacer fuera de mi isla natal, Smaragdos, y por culpa de su testaruda forma de ser terminó acompañándome, a pesar de que le dije que era una mala idea.
 
−Escucha Fyodor, se supone que quedamos en separarnos en la siguiente isla y ¿No te parece mejor viajar de forma segura? Tú no estás hecho para vivir la vida de un pirata y ahora mismo estamos viajando con unos, además...A mí me están buscando, si te ven conmigo quedarás involucrado−solté todo lo que pensaba de un solo golpe, agradecía que el chico quisiera seguir cuidándome, pero no iba a arriesgarme a que saliera herido por mi culpa, ya casi habíamos muerto antes en la tormenta.
 
−No me interesa.
 
−Idiota, piénsalo un poco−podía ver en la mirada de mi acompañante que de verdad quería seguir viajando conmigo. ¿Tanto se había acostumbrado?, sea cual sea la respuesta a esa pregunta, podía hacer un trato justo con él−.Te propongo algo, en seis meses a partir de hoy nos volveremos a encontrar en alguna de las islas de los Blues. Eso me dará tiempo de conseguir dinero y otras cosas y te dará tiempo a ti de conseguir la información que quieras. ¿Qué dices?
 
El chico me miró dudoso, nervioso, la verdad no sabía describir la emoción que se dibujaba en su rostro, pero al final soltó un suspiro de resignación y movió la cabeza de arriba a abajo, en señal de aceptación.
 
−Iré a buscar mi mochila en el barco, después de todo, seis meses no son mucho−sonreí ante la respuesta del chico y le di una señal para que volviéramos con Ariana y Ryuto antes de que los otros dos piratas volvieran.
 
−Si no les importa, volveré al barco, tengo que buscar mis cosas−el rubio no esperó una respuesta y bajó por la soga el arpón, justamente unos segundos antes de que Maximilian y Owen volvieran, vistiendo con unos elegantes trajes.
 
Solté una leve risa al ver el rostro de vergüenza que tenía Maximilian, era divertido ver cómo se avergonzaba tanto solo por usar un traje.
 
−Oye, oye, quita esa cara, no te ves mal. Por cierto… ¿Creen que sea buena idea separarnos para ver que encontramos en este crucero? Es que es realmente enorme−pregunté por curiosidad, mientras paseaba mi vista por los alrededores del barco.

Había decidido recorrer por mi cuenta una parte del barco y, sinceramente, no es que me emocionara mucho el hecho de estar en un crucero con gente muy educada, seguramente, la mayoría nobles y puede que algún otro marine, pero al final ya estaba ahí y debía dedicarme a disfrutar lo que pudiera.

Caminé por la cubierta, hasta llegar a una zona donde había piscinas y demás recreaciones, había mucha gente, algunos charlando, otros tomando el sol y unos que otros jugando y correteando, estos últimos, niños o jóvenes. Pasé de largo por ese lugar, no me sentía a gusto y entré a los salones del barco.

Pasé por un restaurante, aún estaban sirviendo el desayuno, era tipo buffet y como se supone que las personas habían pagado un paquete por “todo incluido” (o al menos eso decía uno de los folletos que encontré en una especie de recepción por la que había pasado minutos antes), yo podía darme el lujo de comer gratis.

Me serví cuanto quise en un plato y me senté en una mesa, alejada de las demás, llegando a la conclusión de que tal vez no había sido tan malo subir a ese crucero. A ese tipo de barcos es a los que entraría como polizonte más adelante, al menos mientras no tuviera mi propia embarcación. Saboreé el jugo de manzana que me había servido, terminé de comer los pancakes que había recubierto a más no poder en miel de maple  y luego disfruté de una ensalada de frutas hasta quedar satisfecha.

−Delicioso−susurré para mí misma, antes de sentarme de forma mucho más cómoda en la silla, aunque me encontré con algo que me hizo volver a mi posición original− ¿Pero qué…?−agarré entre mis manos el objeto− “¡Una billetera! Aaaah, hoy es mi día de suerte, a ver que hay adentro”−pensé mientras que abría la pequeña cartera de cuero negro y revisaba sus compartimientos−“¿No tiene identificación? ¡Bah!, no importa en realidad, así mejor, además tiene…−mis ojos se abrieron como platos al contar la cantidad de dinero, en billetes, que tenía−“¿Medio millón de berries?, ¿qué pobre diablo viene a un crucero con tan poco dinero? De todos modos me sirve”−sonreí y guardé la billetera en uno de los bolsillos de mi pantalón (me había negado a vestirme de forma más formal) y me fui del restaurante antes de que el dueño de la cartera regresara, si es que lo hacía.

Caminé por otros salones, hasta llegar a uno donde vendían artículos de recuerdo. Había muchas cosas, desde playeras, hasta simples pisa papeles; sin embargo, un objeto en especial llamó mi atención. Había una sección dedicada exclusivamente a vender den den mushis personalizados. Me acerqué al lugar, no había mucha gente en la tienda de regalos, así que podía darme el lujo de ver sin preocuparme de que alguien más estuviera esperando a que me quitara para mirar lo mismo que yo.

Mientras tanto, por el tranquilo West Blue, cuatro barcos se acercaban al crucero. A lo lejos no se veían peligrosos, pero era extraño la forma en que comenzaban a hacer una formación alrededor del Morgan Bellis, las personas comenzaron a mirar la escena, algo sorprendidos, ninguno sabía lo que les esperaba.

Estaba dispuesta a comprar un den den mushi bebé, pero antes de que siquiera tuviera la oportunidad de hacer mi pedido al vendedor, los gritos de la gente y la histeria colectiva que se había armado de repente, me hicieron mirar por una ventanilla para ver qué sucedía en la cubierta del barco.

− ¿Qué se supone que pasa aquí? –lo que logré ver por la ventanilla fue a varios sujetos que, con armas, amenazaban a los viajeros−Vaya, esto no me lo esperaba−solté un comentario al aire y salí corriendo para ver si encontraba a los piratas con los que había subido.

Antes, cuando había recorrido el interior del barco, había visto lo que posiblemente era el salón principal del que hablaba Maximilian, así que desde la tienda de regalos me apresuré para llegar allá; sin embargo, cuando iba por medio camino recordé que había dejado a mi compañero de viaje, Fyodor, en el barco. Ahora me preguntaba si había subido de vuelta y la estaba buscando o se había quedado con el panda en el barco de los piratas.

− “¡Maldición! ¿Qué debería hacer?”−miré a todos lados, la mayoría de las personas que estaban en la cubierta corrían hacia el interior del barco para escapar de los hombres que acababan de subirse al gran crucero, por lo poco que había visto, parecía que la seguridad del crucero estaba intentando detenerlo, pero eran muchos−“Supongo que es mejor encontrarme con los demás en el salón, ahí decidiremos que hacer, solo espero que estén allí cuando llegue”

Seguí corriendo hasta llegar al lugar que parecía ser el salón principal, las cosas ahí aún estaban calmadas y desde el interior se escuchaba una canción. Entré con cuidado, sin querer parecer alterada, después de todo, de nada me serviría alterar también a los que no se habían enterado de lo que estaba pasando afuera. Cuando estuve adentro busqué con la mirada a alguno de los chicos de la tripulación y con el único que me encontré fue con Max, que estaba…

− ¿¡Qué hace él en el escenario!? –exclamé sorprendida mientras me acercaba lo más que podía a la tarima, era una suerte que aun ese salón estuviera, relativamente, vacío.