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- Aclaración:
- Tengo el permiso de Max para usar a su npc, Ariana.
Maximilian no me hacía caso, era inútil intentar llamar su atención cuando estaba tan concentrado en su canción. Debía calmarme, mantener mi mente fría, entonces vi a alguien con una conocida cabellera celeste y caminé hacia ella.
− ¡Ariana!, ¿ya viste lo qué está ocurriendo allá afuera? –pregunté con un bajo tono de voz, procurando que los demás no me escucharan. La pirata de cabello celeste movió su cabeza de arriba a abajo en señal de “sí”, me tomó de la mano y me guío hasta las cortinas rojas que decoraban parte del salón y ambas nos escondimos detrás de las mismas. Eran lo suficientemente grandes y gruesas como para ocultar a dos personas tan pequeñas como nosotras.
− ¿Se te ha ocurrido algo, no? Oye, sinceramente no puedo meterme en problemas, no respondo por lo que pueda llegar a hacer si me veo en peligro−dije con seguridad, no sé porque presentía que de alguna manera la chica planeaba involucrarnos con esos sujetos.
−Llegaran pronto al salón y para ellos no somos más que simples pasajeros, si no hacemos algo terminaremos como rehenes o quien sabe que nos harán, además…nuestro capitán no dejaría desamparadas a estas personas−susurró la peliceleste mientras miraba por una rendija de las cortinas.
−Este barco tiene quien lo defienda y…−no pude terminar de hablar, el silencio se había apoderado del salón por unos momentos y acto seguido el ruido de pisadas y la voz de hombre, que no había que ser muy inteligente para saber que era de los “tipos malos”, fue lo único que se dejó oír, a parte de un estruendo que sonaba como si la cara de alguien chocara con la madera.
Tanto Ariana como yo apenas y nos asomamos para ver lo que ocurría, el panorama se había puesto feo de un momento a otro, varios hombres rodeaban a los presentes y el que parecía ser su líder ordenaba a los pasajeros que le entregaran todo lo que tenía, sumado a eso, el pirata pelinegro estaba en el suelo, mientras la sangre brotaba de su cabeza.
La gente había comenzado a quitarse todo lo de valor que cargaran consigo mientras que Ariana y yo nos dirigimos una mirada, como si pudiéramos ponernos de acuerdo, y halamos hacía la cortina al sujeto que estaba más cerca de nosotros y más alejado que los demás. Debíamos agradecer porque el hombre era solo un chico de no más de 17 años, delgado e incluso podía decir que un poco afeminado, no fue problema para mi dejarlo inconsciente con un golpe en la nuca y que ambas le quitáramos las armas que tenía. La que llevaba en sus manos que era un rifle de asalto y la que llevaba en su cinturón que era una pistola calibre 45, aparte de unas municiones que también tenía con él.
Le quitamos el sombrero que llevaba y una bufanda de color chocolate que le tapaba parte de la cara y nos repartimos el “botín”. Ariana se quedó con el sobrero y el rifle de asalto yo con la bufanda y la calibre 45, salimos y nos quedamos en nuestro lugar mientras que buscábamos con la mirada a alguien más de la tripulación. Seamos claros, no íbamos a comenzar a disparar como locas a sabiendas que ellos eran más y que estábamos "solas". No podíamos seguir apostando solo a la suerte, ya era mucho con que ninguno de los hombres se diera cuenta de lo que le hicimos a uno de los suyos, todo por estar tan distraídos robándole a los pasajeros.
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Ariana y yo quedamos congeladas cuando se llevaron a Maximilian, ahora habría que buscar a donde lo habían metido.
−Será mejor que nos vayamos ya−le dije a la chica de cabello celeste.
Ambas nos escabullimos en la confusión del momento sin mayor problema y cuando estuvimos en el pasillo nos dimos cuenta de lo bien organizado que era el grupo. No estaban atacando por atacar, habían controlado la situación perfectamente y al parecer ni siquiera los guardias del barco pudieron hacer algo, esto último me pareció obvio ya que el grupo que atacó el barco era realmente numeroso.
−Oigan, ustedes dos−un hombre alto y corpulento nos detuvo a medio camino−.No recuerdo haberlas visto en alguno de nuestros barcos… ¿Quiénes son? – preguntó mientras nos apuntaba con una de sus armas.
−Hay varios novatos, relájate−dijo un sujeto más bajo, con una mirada aburrida−.Ya has visto que nadie en este barco es capaz de detenernos. Preocuparte por estas señoritas es lo de menos−el sujeto sacó un cigarrillo y comenzó a fumar, pasando de largo.
−Entonces procuren hacer bien su trabajo−el hombre más alto lo siguió, por suerte para nosotras el otro tipo lo había convencido.
Seguimos nuestro camino, a este punto los pasillos de los barcos se nos hacían interminables y qué decir de las habitaciones, ¡Eran demasiadas!
−Parece que damos vueltas en círculos y no encontramos a nadie−soltó de repente mi acompañante−.A este paso no podremos salir bien de esto, el plan era encontrar a los demás y encargarnos de estos tipos.
− ¿Quieren encargarse de nosotros? –una mujer hermosa, de cabello rojo, ojos miel y piel bronceada se nos acercó. Llevaba ropa color chocolate y crema, como la mayoría de los asaltantes−.Pero si son dos rebeldes o ¿Tal vez impostoras?
−Annia, ¿Las habías visto antes en el barco? –preguntó un tipo gordo, chaparro y de aspecto, en general, desagradable.
−No, no, Abel, nunca−la mujer nos apuntó con un rifle y el gordo con una pistola−.Será mejor que sean buenas niñas y no opongan resistencia. Suelten esas armas antes de que salgan lastimadas y entreguen todo lo que tengan que sea de valor.
−Eso no pasará−pronuncié algo molesta. Ya no estaba de humor para seguir jugando con estos asaltantes, así que con un movimiento rápido apunté a la cabeza de la mujer y Ariana le apuntó al gordo.
−Oigan, esto no es buena idea−dijo el sujeto con sobrepeso que intentaba calmar la situación−.Somos asesinos, no nos van a intimidar.
− ¿Entonces por qué no disparan? –pregunté, jugando un poco, sabía que si disparaban las balas no iban a afectarnos en realidad.
La pelirroja resultó ser temperamental y antes de siquiera pensarlo apretó el gatillo de su arma; sin embargo, la misma bala que se dirigía hacia mí fue repelida hacía la tal Annia y se incrustó en su pecho, lo que hizo que la mujer cayera al suelo y que el gordo empezara a preocuparse.
−Oe, oe, Annia… ¡Tú! –exclamó mientras me señalaba con su mano libre y amenazaba con apretar el gatillo con su mano temblorosa, pero la peli celeste fue más rápida y antes de que el tipo tuviera la oportunidad de disparar, se encargó de ponerle una bala en la cabeza.
El ruido no fue ignorado y otros asaltantes aparecieron en el pasillo. Ariana y yo nos miramos y sin necesidad de decir una palabra salimos corriendo mientras éramos perseguidas por ocho hombres que nos disparaban al azar. Finalmente, llegamos a un salón donde había un montón de tipos derribados y para sorpresa nuestra, también estaban los demás de la tripulación.
−Tenemos problemas−les grité antes de que ellos pudieran decir algo y señalé a mis espaldas.
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−Son muchos y bien organizados. Se dividieron el barco en grupos más pequeños, eso fue lo que notamos Ariana y yo cuando veníamos, no sería buena idea meterse con ellos−pensé en voz alta y aunque hablaba más para mí que para el resto sabía que me habían escuchado−.No todos van a ser como los que venían persiguiéndonos, ejemplo, ese tal Nicolás Brown. Él no parecía un tipo común.
Hablé con sinceridad, el sujeto tenía un aura amenazante y eso que solo lo había visto de lejos. Quería irme del crucero ya, estaba preocupada por Fyodor y el tierno panda cocinero, después de todo, si los mercenarios buscaban cosas de valor seguramente se iban a fijar en el barco de los piratas.
−Oigan, no sé ustedes, pero creo que deberíamos verificar si el barco está bien. Ahí dejamos nuestras cosas, sé que ellos vienen por el crucero, pero siempre hay algún curioso que le da por ver más allá y termina involucrando cosas que no estaban en el plan en un principio−terminé de decir.
−Lamentablemente, nuestro capitán retó de forma indirecta al líder de los mercenarios, si nos ven por ahí con él seguro que nos van a buscar pelea−la peli celeste lucía un rostro pensativo mientras hablaba−.Creo que debemos separarnos, todos podemos defendernos, así que no creo que haya problema o ¿hay alguna otra idea?
Por el momento no había llegado ningún otro mercenario al salón donde estábamos, pero dudaba que las cosas se quedarían tan tranquilas por mucho más tiempo del que ya había pasado.
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Miré la salida del salón mientras los demás se iban y Maximilian decía algo, podía suponer lo que pensaban hacer y la idea no me parecía la mejor.
−Piratas−suspiré mientras pensaba en las infinitas posibilidades de cosas de las que aquel peculiar grupo sería capaz, luego solo escuché las palabras que me dijo el pelinegro y fruncí el ceño sin poder evitarlo.
−Les agradezco lo que hicieron por Fyodor y por mí, pero se me sigue haciendo difícil confiar en ustedes, lo siento−dije con voz seria mientras me cruzaba de brazos y el pirata parecía hacerme caso omiso. Lo vi tomar una silla y romper los vidrios de una de las ventanas.
−Oye, oye… ¿Cómo que nos vamos?, ¿qué piensas hacer?, ¿caer al mar? No tengo tantas ganas de morir−debía admitir que me había preocupado, no le había dicho a Maximilian que era una usuaria y que, por consiguiente, no podía nadar. Tampoco iba a decirle ese detalle aun.
Escuché una algarabía en el pasillo, como si un grupo de varias personas se acercaran y cuando miré hacia atrás me llevé la sorpresa de que varios sujetos con armas habían entrado al salón.
−Así que por eso este escuadrón no volvía−dijo un sujeto al ver a todos los hombres que estaban tirados en el piso. Rondaba los 40 años, de cabello rubio, algo de barba y aspecto de ser un matón de primera− ¿Ustedes hicieron esto? – preguntó antes de encender un cigarrillo y darse una buena bocanada de humo.
Me acerqué a Maximilian por instinto y tomé su mano, sea lo que sea que estaba pensando me parecía mejor que responderle a esos tipos. No es como que fuera una cobarde, solo quería evitar conflictos innecesarios.
−Bien, pirata, creo que me toca confiar en ti.
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−“¿Un usuario?”−fue lo único que cruzó por mi mente mientras viajaba en la espalda del hombre-tigre. Estaba más impresionada por ver a un usuario tipo zoan, ya que había visto pocos, que por el hecho de que estábamos “escalando” el barco.
Vi los cuatro galeones que eran de los mercenarios, no era necesaria la explicación de lo que pasaba frente a mis ojos, pero no dije nada y solo me dejé llevar, otra vez, por el pirata hasta el lugar por donde habíamos subido al crucero.
−Iré al barco−dije de forma seria antes de dar media vuelta e ir camino hacia allá; sin embargo, antes de comenzar a bajar por la soga del arpón le di un vistazo a la cubierta del crucero en el que nos colamos y algo en especial llamó mi atención. La cabellera rubia de un hombre vestido de camisa celeste y pantalón negro. Sabía muy bien de quien se trataba así que corrí hacia el lugar donde él estaba.
− ¡Fyodor!, ¿qué se supone que haces? –ignoré el hecho de que habían dos tipos que parecían mercenarios, uno en el suelo, herido y otro hincado a un lado de mi compañero. Parecía que estaban intentando curar las heridas del muchacho, que no aparentaba más de veinte años.
−Spade, sobre lo que me dijiste antes…Eso de irme en este crucero porque es más seguro, no lo haré−dijo al mismo tiempo que yo observaba como mi rubio compañero intentaba detener el sangrado del chico que estaba en el suelo−.Me siento incómodo entre tantos nobles, iré con ellos−señaló al mercenario que estaba a un lado de él y que atendía otra de las heridas.
−Oye, si te dije lo del crucero es porque creí que era más seguro que viajar con criminales—suspiré−.De verdad que no entiendes.
−Lo sé y gracias, pero me explicaron el motivo por el que están aquí y sé que no están haciendo las cosas de la mejor manera, pero es lo que la sociedad les ha obligado a hacer. Es la única forma que tienen para atender a su familia−seguía tan metido en la improvisada operación que de verdad me sorprendía que hablara con tanta fluidez−.Cuando subí al barco me asusté y no esperé encontrarme con esto, pero Spartos me explicó que pasaba−señaló al sujeto al lado de él, que también parecía doctor.
− ¿Estás seguro? –dije mientras me arrodillaba junto a ellos.
−Completamente, puedo aprender mucho aquí, además nos volveremos a ver en seis meses, en el árbol del conocimiento de Ohara−parecía muy seguro de lo que decía, el tal Spartos me miró y susurró algo como que podía confiar en ellos. No sabía si creerle al tipo o no, pero no me quedaba más que confiar en la decisión que tomara Fyodor.
−Bien, si es lo que quieres, te deseo suerte−revolví sus cabellos y me levanté del suelo−.No mueras−sonreí y di media vuelta, no sin antes escuchar un “no lo haré” de parte de Fyodor.
Caminé hacia el barco, de verdad no pensaba enfrentarme a esos mercenarios, suficiente escándalo había armado ya con matar a la mujer pelirroja, además ya tenía en mi posesión lo que había ido a buscar al barco: 100,000 berries y como bono extra me llevaba una calibre 45 y una bufanda chocolate. ¡Oh! Y eso sin contar un collar de diamantes que había encontrado en el camino mientras estaba con Ariana y que me había tomado del suelo sin que ella se diera cuenta.
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− ¿Pero qué se supone que pasa aquí? –grité cuando vi como uno de los galeones se encendía en llamas−. ¡Ah! Esto debe ser obra de los piratas.
Desde el galeón en donde estaba volví al crucero por las cuerdas que los mercenarios habían amarrado, una vez a bordo me dispuse a caminar hacia el barco de los piratas, pero dos adolescentes que venían corriendo despavoridos me detuvieron en seco, tras ellos venían sujetos armados gritándoles cosas y disparándoles al azar.
−Oigan, oigan, pueden herir a uno de sus propios compañeros en esta persecución. Maldición, creí que eran más inteligentes−volvía a pensar en voz alta lo que hizo que los sujetos dejaran de correr y de disparar. Le había dado, sin querer, la oportunidad de escapar a los adolescentes.
−Oe, ¿Qué pasa contigo?, ¿crees que puedes insultarnos sin salir herida? –pronunció el tipo que parecía liderar la pequeña persecución.
−En realidad no fue mi intención. ¿No iban tras esos chicos? Adelante, no los detengo más−me aparté del camino para que siguieran en lo que hacían, ya no pertenecía a la marina, no era mi deber detener a esos sujetos; sin embargo, uno se acercó a mí y me puso su arma bajo la barbilla, haciéndome alzar el rostro.
−Tú también debes tener algo de valor guardado, bonita−la cercanía del sujeto, sumado a su mal aliento me asqueó. Justo cuando pensaba pasar de largo de los mercenarios me tenía que encontrar con un grupo problemático.
−“Son de verdad asquerosos. No puedo creer que Fyodor, siendo tan inocente, quiera ir con ellos”−pensé al mirar al tipo.
−Oye, no quiero problemas. Ambos somos adultos, podemos negociar−intenté apartar el frío metal del arma con una de mis manos, mientras que la otra la llevaba a la pistola que había conseguido y en un movimiento rápido la colocaba en la sien del sujeto−.Y, por tu bien espero que lleguemos a u acuerdo.
− ¿Qué quieres? –el matón pasó saliva al notar el arma en su cabeza, seguramente no se esperaba eso.
−Solo que me dejes ir, no tengo nada de valor, igual que ustedes soy una polizonte en este barco, además, no tengo el menor interés en lo que ustedes hagan−dije con seguridad, mirando a los ojos del asqueroso sujeto.
−Bien−apartó el arma y yo aparté la mía, pero no la guardé. Di media vuelta y caminé unos metros antes de escuchar el ruido de una pistola detonando, cosa que ya me esperaba. La bala se detuvo en el aire solo con hacer un gesto con unas de mis manos y se la regresé al sujeto con otro sutil movimiento.
−Oye, te dije que no era buena idea−el otro grupo de hombres, que eran solo seis, me miró con enojo, y comenzaron a disparar, teniendo como resultado lo mismo que le había pasado al primer sujeto que me amenazó−.Si que son molestos−le dije a uno de los sujetos que quedaba vivo porque la bala había terminado en una de sus piernas y no en una zona vital.
−Espera−me agaché a un lado de él, se estaba arrastrando y no se me hizo difícil detenerlo solo con agarrar su cabello−.No quiero que vayas a decirle a los demás lo que pasó aquí, cuando dije que no tenía interés en ustedes era en serio, pero tampoco voy a dejar que me ataquen porque sí.
Golpeé al muchacho con la culata de mi arma, me aseguré de que estuviera inconsciente, le quité una linda navaja que el chico llevaba consigo y de paso una mochila que dentro tenía muchos berries y algunas prendas. Ya había pasado mucho tiempo desde que me había despedido de Fyodor y ahora si debía regresar al barco de los piratas, esperaba no tener más inconvenientes.
Caminé por la cubierta del crucero y en un momento me detuve al notar algo extraño a lo lejos. Siete sombras se acercaban al crucero, le rogué a todos los dioses que no fueran refuerzos y cuando los barcos se hicieron más claros, noté que, por buena o mala suerte no lo eran.
− ¡La marina! –grité alarmada. Lo que dio la voz a las personas que estaban cerca, tanto mercenarios como pasajeros. Algunos gritaron de pánico y otros de alegría. Entendí que ahora si era momento de irme de ahí−¡Maldición! Debo encontrar a Max.
Entré a los salones del barco y corrí hasta tropezar con el pelinegro que estaba buscando.
−Maximilian−tomé aire antes de seguir hablando− ¡La marina! Se acercan unos buques de la marina. Hay que salir de aquí−dije mientras lo tomaba de los hombros y lo zarandeaba como si fuera un muñeco.
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El maldito líder de los mercenarios se había levantado luego del ataque de Maximilian y, cómo no, iba directo a atacarlo por la espalda, pero el rápido movimiento de un recién llegado lo detuvo con una simple patada en la cabeza que hizo que resonara el suelo. No podía decir si ese hombre se volvería a levantar luego de semejante golpe, pero eso era lo que menos me importaba ahora.
−F-Fox Burles−susurré por lo bajo mientras daba unos pasos hacia atrás. Lo respetaba, no, mejor dicho, lo respeto. Es un hombre, que a pesar de tener una actitud relajada, es muy serio cuando se trata de su trabajo como marine, además es muy fuerte y habilidoso.
Palidecí, mi temor de encontrarme con la marina se había hecho realidad e iría a Impel Down sin remedio. Me crucé de brazos y miré hacia otro lado, sentí deseos de esconderme detrás de Ryuto, que era el más cercano a mí en ese momento, pero no me dio tiempo porque antes de que pudiera moverme sentí como me miró. No sabía qué hacer, comenzó a revelar demasiada información, pero casi me dio un infarto, de la alegría, cuando escuché lo último que dijo.
Lo miré sorprendida, no sabía si contestarle o salir corriendo en ese mismo instante, sea como sea, me quedaba claro que solo tendría una oportunidad como esa en mi vida y no podía desaprovecharla.
−Vicealmirante Burles, gracias−hice una leve reverencia, como si no recordara que ya no estaba en la marina. Luego de eso, salí del salón lo más rápido que pude, sin importarme si los demás venían tras de mí o no.
Una vez en la cubierta del crucero, me aseguré de ver que el galeón en donde estaba Fyodor seguía a salvo y de hecho, me di cuenta que ya había partido.
−Espero que la persecución de la marina no llegue a mayores. Ese Fyodor es un idiota muy inocente−dije para mí, antes de seguir mi camino hasta llegar a donde estaba la cuerda del arpón por el que habíamos subido. Tenía suerte que los buques de la marina aún estaban algo lejos, así que más relajada por lo que había pasado bajé de vuelta al barco de los piratas y me tiré en la cubierta. Estaba agotada y sabía que vendrían muchas preguntas luego de lo que dijo el vicealmirante Burles.
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