Que alguien me guíe [Privado - Pasado] (Sarah - Nobunaga)

Atraco mi barco en esta isla, Hallstat, un lugar enorme, que no podría visitar estando sola, necesito alguien que me guíe. Antes de bajar del Lawdanum Belladona, me dispuse a amarrar las cuerdas, y guardar las velas. Debía ir a mi camarote a por mi bolsa de dinero. Y por supuesto darme un buen paseo por la zona, pues a pesar de ser cartógrafa, nunca había estado en la inmensidad de esta isla. En el paseo me encontraba con gente que me miraba de mil maneras distintas, unos más alegres, otros menos, algunos se reían, otros se asustaban, pero sobretodo me miraban mal.

Veía la vastedad de aquel lugar, casas enormes, comercios, y mucha gente por la calle, todo en un ambiente medieval. El ambiente olía a comida, y especias. De los restaurantes de mi alrededor uno me pareció adecuado para mí, pues tenía mesas por fuera, y así no tendría que estar como una paloma en una caja de zapatos. Mientras avanzaba hacía aquel restaurante, los niños jugaban a mi alrededor, querían subirse sobre mí para ver las inmediaciones de su isla, desde mi altura, pues nunca habían visto una chica como yo. Sonriendo ante tanta petición, subí a dos niños a mis hombros, dejé que mirasen un rato los alrededores, y luego los bajé. Mi estomago ya empezaba a rugir, así que era hora de ponerse a comer. Me acerqué al lugar, y pedí.

-Hola, quería tomar una cerveza, y la chuleta más grande que tengas poco hecha, gracias -digo sonriendo, sin dejar que la chica me diese la carta, en casi cualquier restaurante hay chuletas, y esta no era la excepción, si no me lo hubiera dicho. Un poco después, llegó con la cerveza, sin la comida, pues aun debían estar preparándola. Di un sorbo de mi cerveza, y esperé hasta que la chica que me trajese mi comida. Esperando pacientemente, mientras veía a los niños jugando, y las gentes de la isla comprando en las tiendas de alrededor.

Un día bastante tranquilo en el reino donde se podía disfrutar de un cielo azul maravilloso, nada mal. En este paso si no estalla pronto una guerra con lo que sea he de morir de aburrimiento ha pasado ya un par de años desde que no he estado en una, pero la vida misma me ha enseñado que no importa cuánto tu corazón añora algo con todas tus fuerzas, es el mismo destino que decidirá cuándo será el momento de enfrentarte a las adversidades de la vida. Mi total prioridad en este momento es revivir el clan y eso es el único enfoque que debería tener en mi vida.

Al ir caminar por la calle central, pude notar como los niños jugaban muy felices al alrededor y me saludan muy amablemente. “Señor Nobunaga” suelen decirme, joder que no me molesta ser llamado así pero no me veo tan viejo, eso te lo puedo asegurar, pero qué más da, es hora de ir por un rico desayuno. Al llegar a mi sitio donde suelo concurrir suelo ver a la mismas personas amables que atienden con toda la amabilidad del mundo, pero he notado algo fuera de este mundo para mí, una hermosa mujer semi-gigante, lo más probable que no sea de por acá ya que no se suele notar este tipo de personas aquí en Hallstat. Me dispuse a sentarme a las afueras de restaurante, la chica me reconoció al instante se acercó para preguntarme solo una cosa.

- Nobunaga, ¿lo mismo de siempre? - me dijo muy sonriente a lo que yo conteste - Por supuesto, nunca cambiare mi hermoso sake acompañado de un delicioso tazón de arroz con carne de res, pero lo más importante, ¿Quién es ella? - la chica observo a la enorme dama al yo realizar aquella pregunta, a lo que se acercó aún mas a mí mirándome de manera picarona y hablando en tono muy bajo - joooo, ¿Nobunaga interesado en la dama que se encuentra delante de nosotros? - yo solo di una sonrisa muy tranquila respondiendo con total confianza - puede ser, pero hoy es un dia especial, asi que lo que coma ella lo invito yo - ella se dio la vuelta y trajo al momento una enorme botella de sake caliente. Al destaparla pude disfrutar de su hermoso aroma mientras que, solo me disponía a esperar la comida al mismo tiempo que observaba a la chica, yo estando en la mesa a sus espaldas, seguro que ni notara que existo.

Comía tranquilamente, mientras observaba de reojo a un hombre alto de cabello largo y bruno. Se sentó justo detrás de mi, mirando hacía mi espalda. Como mujer educada que soy, preferí ponerme en el asiento de mi mesa que quedaba frente a el, para vernos mutuamente. Al ver como me observaba me sonreí, pues no esperaba tanta atención. Tenía la apariencia de un hombre alegre y divertido, fuerte, y muy juvenil.

Me llamó mucho la atención aquel hombre, hasta el punto, de que moví mi mano inconscientemente, saludándole. Vi como le llevaban algo en una jarrita, probablemente sería Sake. Cuando me dí cuenta, ya había terminado de comer, pero me atrajo tanto aquel hombre, que estaba decidida a conocerle. Pedí a la chica que viniese levantando la mano, como en el colegio.

-¿Puedes traerme la cuenta por favor? -le pregunté a la chica amablemente. Todo estaba riquísimo.

-Lo siento, el caballero de aquella mesa ha querido pagar su cuenta -dijo la mujer mientras señalaba al hombre que llevaba mirando un buen rato. Me sorprendí ciertamente, pues no me lo esperaba para nada.

-De acuerdo, iré a darle las gracias yo misma -le dije a la chica, dejando unas monedas más como propina.

Me levanté con lo que me quedaba de cerveza, y me acerqué a él.

-Hola, ¿puedo sentarme? -le dije señalando con mi mano una de las sillas.

¿Sera que mi ojo me está engañando?, esa hermosa mujer había notado mi presencia, tanto así que cambio su asiento solo para observarme y saludarme además de que trae una sonrisa encantadora. Pude notar como pidió que le dieran la cuenta, seguro le sorprendió el haberse enterado que yo pagaría por ella, por mí más que encantado.  Cuando ella se levantó y se acercó a mi preguntándome  que si ella podía sentarse mi respuesta sería más que obvia, sonriente y carismático como de costumbre.

- Por mi encantado, si es que a una mujer tan hermosa como vos no le molesta para nada sentarse con un cincuentón como yo - al recalcar mi edad no pude evitar reírme un poco, la verdad es que me causaba gracia ser alguien que no aparenta la edad que tiene, pero por algo la vida me ha dado un cuerpo sano y una mente hábil - Mi nombre es Nobunaga y es un gusto para mi poder compartir la mesa contigo-.

Tan solo un solo trago fue suficiente para acabar con esa botella de sake, estaba totalmente sediento así que disfrute cada segundo al vaciar la botella y tan solo estaba comenzando. Al momento de llegar mi comida, ese hermoso tazón de arroz, mire directamente a la mesonera con de manera tranquila para pedir muy educadamente - Otra botella de Sake Por favor, y a la dama dele lo que pida, que Nobunaga invita-.

Cuando aceptó que me sentase con él, dejé mi cerveza sobre la mesa.

-Gracias por invitarme, pero, y espero que no te parezca mal, ¿porque me has invitado?, ¿nos conocemos? -dije poniendo cara de falsa circunstancia, pues me parecía curioso que alguien que no me conociese, me pagase mi cuenta.

Al estar frente a él, noté que no solo no le molestaba mi presencia, si no que además el hacía feliz. Tenía un parche en un ojo, no se como lo habrá perdido, pero prefiero no preguntarle, sé que me quedo mirando su ojo, para ser uno es muy bonito, lleva un largo cabello negro, y parece ser bajo su ropa que está... bastante fuerte.

-Yo soy Sarah, encantada -dije sonriendo. De un trago terminó la recién traída botella de Sake. Madre mía, espero que no se emborrache. Me sonreí cuando pensé eso.

-Así que cincuentón ¿eh?, quien lo diría, por tu físico... diría que no tienes mas de 30 o 33 años -dije sonriendo.

-Te conservas muy bien -dije mientras agarraba mi jarra para darle un buen trago.

-Y bueno, ¿eres de aquí?, o como yo, ¿solo viniste a dar una vuelta¿ -dije señalando la ciudad.

He recibido el bombardeo de preguntas con toda la tranquilidad del mundo, de hecho he decir que para mi cada pregunta en este mundo merece ser respondida, no existe pregunta estúpida, es más, considero estúpida aquella pregunta que no es realizada.

-Pues no. Es primera vez que te veo y si te soy muy honesto tu belleza me ha enganchado sin siquiera darme chance a defenderme, te veo como una fortaleza inconquistable y he de admitir que para Nobunaga no ahí fortaleza que no pueda conquistar - he dicho esto riéndome un poco esperando cualquier cosa de este comentario, tal vez sea de su agrado o no pero hablo con total honestidad.

Pude sentir su mirada alrededor de mi cuerpo mientras yo estaba un poco descuidado sin mirarle mientras comía de mi tazón de arroz, ¿33 años? Qué halagador de su parte, pero ya no soy tan joven. Pero aun así tenía que terminar de aclarar sus últimas dos dudas y una adicional que pude sentir solo por instinto.

- Sí, soy de aquí orgulloso habitante de hallstat de hecho mi casa no está muy lejos de aquí - dije mientras le cambia mi mirada en dirección a la de ella mirándole directamente a los ojos - y se que no preguntas por cortesía, pero se nota con ansias que quieres hacerlo y no me molesta la verdad, este ojo lo he perdido en la guerra.

Me sonrío ante ese comentario, así que una fortaleza inconquistable.

-Inconquistable no sé, pero si que soy grande como una fortaleza, y fuerte -dije riendome a carcajadas.

-Habría que ver como me conquistas, si es que puedes -digo guiñandole un ojo, sonriendo de lado.

Vaya, si es de aquí... quizás puede hacerme de guía.

-Me vienes muy bien, no conozco la ciudad, y buscaba alguien que me hiciese de guía -dije cruzando mis brazos, haciendo que se viese un escote demasiado amplio.

Así que perdió el ojo en la guerra, vaya...

-Lamento oír eso, por cierto, ¿me harías de guía?, te lo agradecería -dije mientras me echaba hacía atrás en la silla, mirándole directamente al ojo.

-No te lamente por mi perdida, estoy más que orgulloso de haber podido participar en esa guerra, y el precio no fue importante ya que solo fue mi ojo– dije muy tranquilo, al momento termine de comer mis alimentos dejando el dinero en la mesa y levantándome para luego levantarme de la silla mirando en dirección al cielo, el sol estaba por ponerse y la noche pronto caería.

- Pues puedo ser tu guía no tengo problema, es más te puedo proponer que pases la noche en mi casa si de tu gusto, tengo servidumbre que puede satisfacer tu más mínimos caprichos  - dije sonriéndole muy tranquilamente - pero mientras piensas a lo que puede ser una oferta ven, te invito a seguirme y dar una vuelta por el pueblo-.

Dicho y eso comencé a caminar esperando que ella me siguiese, tenia unos cuantos lugares que enseñarle además de poder llevarla a un sitio específico que ella gustase, pero de momento solo quiero saber un poco más de ella, dentro de todo lo que cabe me intriga.

Así que me invita a su casa, y que además tiene servidumbre que me puede satisfacer mis caprichos, no suena mal del todo.

-De acuerdo, enséñame esos lugares, y luego te digo sobre lo que acabamos de hablar -dije siguiéndole, debía ser extraño para el ir acompañado de una semigigante.

-Y dime, ¿conoces muchos semigigantes? -pregunté mientras le seguía, con los brazos cruzados en mi espalda, caminando despacio, pues mis pisotones hacían retumbar un poco el suelo.

-¿Que si conozco semigigantes? ¡Claro!, son seres maravilloso además de buenos bebedores - al recalcar esta parte emboce una gran sonrisa, recuerdo haber tenido en mis cruzadas la ayuda de unos cuantos de ellos, gracias a mi estrategia y su fuerza logre obtener más de 1 victoria, pero eso fue hace años antes de volver acá, en mis tiempos de entrenamiento - y sobre todo son guerreros fantásticos en el campo de batalla.

Caminando al caminar, nuestra primera parada fue la zona comercial. Un lugar lleno de movimiento y gente de todo tipo tratando de ganarse la vida por el honorable oficio del mercadeo, desde armas pasando por comida llegando a lo que sería la venta de joyas. Algunos de los vendedores de por aquí me saludan muy amablemente, yo como era de costumbre hacia una leve reverencia para corresponder a su amabilidad. Además de que los niños siempre corrían a mi alrededor llamándome “viejo Nobunaga”. Aunque eso es lo de menos, después de todos estos pequeños niños son parte del futuro de este país.

- Primera parada, zona comercial… tal vez quieras comprara algo ya que estamos de paso.

Así que ha conocido semigigantes, interesante, estaría bien saber a que gente ha conocido, quien sabe, quizás haya conocido a mis padres. La primera parada por lo visto será en una zona comercial.

-Mi problema es que soy ``muy bajita´´ , ¿no lo ves?, nótese la ironía -digo sonriendo, mientras me señalo a mi misma por la evidencia de mi tamaño.

Un lugar precioso, lleno de comercios, y grandes tiendas, no tan grandes como yo para mi desgracia. Observo a mi alrededor un sinfín de tiendas.

-Por cierto, no te he respondido a tu anterior pregunta, claro que acepto tu invitación -digo sonriendo con los ojos cerrados. Veremos si soy capaz de entrar en su casa.

Así que ella ha aceptado la invitación del Dairokuten Mao, muy bien. Pues mi trabajo como “guía turístico” mucho más simple a partir de este punto, si realmente tengo que ser honesto tenía planeado ofrecer una vez más ser una invitada mas es mi "humilde" casa, pero veo que ella misma lo ha aceptado de antemano, cosa que estoy muy agradecido, hace mucho tiempo no tengo visitas en casa.

Aunque antes de llegar a casa di unas cuantas vueltas más con ella mostrándole sitios turísticos del lugar como: Lugares históricos, restaurantes, casas antiguas y entre otras muchas cosas. Mi objetivo era que se llevara una muy buena impresión de Hallstat. Aunque  ¿donde exactamente queda mi hogar?, no muy a lo lejos realmente, en el bosque  no muy alejado del pueblo. Después de todo tanto ajetreo de la  ciudad podría cansar a cualquiera, incluso a mí

- Ultima parada...  Mansión de la Familia Oda.

Hermosa y tradicional, una mansión de 3 pisos, cada uno separado 10 metros. Al llegar a la puerta que eran de 5 metros de alto, me dispuse a descalzarme y entrar dentro de ella, todo bien pulido y totalmente de madera, con cuadros de lo que solía ser mi familia, mis hermanos, mis padres y yo. Además dentro de ella se encontraban no menos de 5 féminas y 5 caballeros, dentro de ese numero se encontraba la lider de mi servidumbre, Hinata.

- Bienvenido a casa, Dairokuten Mao-sama - dijo Hinata, al momentos todos y cada uno de mis sirvientes se inclinaron para darme una cálida bienvenida.

- Joder Hinata... sabes lo que opino de las formalidades

tan solo ella sonrió para luego retirarse todos, al momento de eso yo me di la vuelta, tenía que aclarar solo un minusculo detalle antes de que ella entrara a mi hogar.

- Por favor… no entres con zapatos en mi hogar… el piso acaba de ser pulido.

Mansión Oda.:

Me enseñó muchos lugares, históricos, casas antiguas, los mejores restaurantes. Este paseo me estaba dejando un gran sabor de boca, poca gente se atrevería a pasear con una muchacha de 5 metros, pero eso a él no parecía molestarle en absoluto. Después de dar un paseo, me llevó a una gran mansión, lo que el probablemente llamaba, ``humilde´´ hogar.

-Vaya, así que esta es la mansión Oda -me quedé impresionada, pues era una casa enorme, sobretodo por las puertas, parecían hechas especialmente para mí. Salió una chica, que debía de ser una sirvienta de Nobunaga. Le dio la bienvenida al hombre con una reverencia, al igual que las personas que la acompañaban.

Me fijé en Nobunaga, que le dijo de forma ``sutil´´ que no le gustaban esas bienvenidas. Cuando ya íbamos a entrar me dijo que me quitase los zapatos, pues el suelo estaba recién pulido.

-Por supuesto, si el gran Oda lo pide, la gran Sarah debe hacerle -dije riendo, pues era una broma, y como sabía que le molestaba, hice a mayores una reverencia.

Entré al interior con el hombre, esperando a ver a donde me llevaba.

“Que no me gustan las formalidades joder” he pensado dentro de mi. Dentro de mi morada todo estaba realmente preparado para responder a cualquier capricho mío sin siquiera dudarlo por un momento, pero antes que nada yo tendría que prepararme y ella también.

- Hinata, lleva a la Señorita Sarah a una aviación de huéspedes a tomar una ducha y prepara un kimono para ella… si no tenemos la talla tienen 30 minutos para fabricar uno con la tela que tenemos, yo estaré esperando en la patio trasero.

Dicho eso me dispuse a ponerme camino a mi parte favorita de la casa, mientras que Hinata se te acerco amablemente haciendo una leve reverencia ante ti, para hacer una preguntas acerca de tus tallas.

- Sarah-sama, que talla es usted, le pido por favor que me diga tanto de arriba para abajo, y color favor suyo si gusta compartirlo.

El hombre pedía a la sirvienta que me llevasen a una habitación de invitados. El se fue por un lado, mientras yo seguía por otro a la chica. Le encargó que me preparasen un kimono de mi talla en 30 minutos. No se si van a poder hacer un kimono para una mujer de casi 5 metros en 30 minutos, pero en fin, el gran Oda lo pide, y al gran Oda obedecen.

Le di mis tallas a la mujer, y le pedí que me pusiera rojo y negro en el kimono, que lo preparase como quisiera, pero que llevase esos dos colores. En cosa de 30 minutos, tal y como pidió Nobunaga, salí con el kimono puesto al patio trasero, tal como pidió. Me quedé apoyada en el marco de la puerta, mirando al hombre, que no aparentaba ni queriendo la edad que tenia.

Ahí estaba él, esperando a su invitada en el patio de atrás de su hogar. En este parte de la caza se podría admirar un Sakura, aquel hermoso árbol de color rosa que, admirar era toda una experiencia única para muchos. Sentado sobre un puff, este estaba esperando a la Sarah que llegará junto a él. Mando a buscar para ella un puff de color Azul marino para que pudiera sentarse junto a él y disfrutar de la vista de su agradable jardín. En medio de ambos se encontraba una pequeña mesa que contenía sake, sushi y uno que otro dulce japonés. A un lado de esta mesa se encontraba un narguile , un instrumento que es utilizado para sacar vapor de carbones cuyo sabor podían cambiar, este tendría una manguera en cada lado, al parecer Nobunaga estaría dispuesto a darle toda la comodidad posible su invitada.

- Cuéntame… ¿cuál es tu profesión?, tengo que añadir que ese kimono te queda fantástico - dijo esto tomando una manguera llevando la boquilla a sus labios, dio una profunda bocanada para luego llenar el aire de vapor, por el olor del humo se trataba de esencia de sake.

- Espero que no sea molesto para ti el olor a sake, es mas puedes usar la otra manguera para fumar... si es de tu agrado... no es tabaco, nunca he sido de fumar tabaco en mi vida - dijo este llevándose luego un sushi a la boca, luego de comerlo prosiguió con sus palabras - solo tengo mucha curiosidad sobre… esta “fortaleza impenetrable” que esta ante mí. - dijo sonriéndole con mucha tranquilidad.

Desde donde estaba me invitó a sentarme. Había un puff azul marino donde me senté, frente a mí había una mesa con sushi, sake, y dulces japoneses. Desde luego es un gran anfitrión. Puso una boquilla de una manguera en la boca, saco un vapor de olor a sake, me dijo que esperaba que ese olor no me molestase.

-En absoluto, a mi los olores no me incomodan -dije sonriendo.

-Y gracias por el kimono y tu amabilidad -dije haciendo un ligero ladeo de cabeza hacia la izquierda.

Prosiguió comentándome que podía coger la otra manguera y fumar.

-Nunca he fumado, no es algo que me atraiga, pero gracias -dije mientras cogía a la vez que él una pieza de sushi.

-Así que tienes curiosidad por mí, adelante, estoy frente a ti, pregúntame lo que quieras -dije después de tragar el trozo de sushi.