[Pasado] Nuevo en las filas [Priv. Shieng - Galia]

La chica llevaba ya un buen rato corriendo por la zona. Solo a ella se le ocurría tratar de activar una bomba sin tener ni idea de cómo hacerlo. Había quemado parte de la habitación de Dranser y eso le había costado una bronca y un castigo. La chica trataba de mantener el ritmo, pero después de cuarenta minutos, estaba agotada. Sus cabellos rosados estaban sueltos ese día y sus ojos azules brillaban un poco. Tenía ganas de tirarse al suelo y suplicar un poco de piedad, pero se veía que le era imposible. A saber si el espadachín la estaba vigilando de alguna forma.

- Solo he quemado un colchón y medio escritorio, no es para tanto…

Susurró mientras soltaba algunos jadeos. Vestía con una camiseta negra de tirantes y un pantalón corto. También poseía unas sandalias de madera y portaba su arma en la espalda, metida en una funda enorme. Se dio cuenta de que había un hombre entrenando por aquel sitio y decidió fingir una conversación para descansar. Si la estaban vigilando no habría problema por preocuparse por una isla de la revolución. La chica trotó un poco y se frenó junto a aquel hombre, soltando unos jadeos impresionantes. Estaba reventada.

- H-hola ¿Quién eres?

Impresionante. Así de buenas y sin mirarlo. Estaba desesperada por poder frenarse y rezaba por qué no la estuviesen vigilando de alguna forma. Observaba a aquel tipo con mucha envidia, debido a que él no estaba corriendo y ella sí. No era justo, estaba por pedirle que también fuese castigado de alguna manera. La vida era cruel con ella y no con los demás. Encima ese tipo era bastante alto y eso la dejaba a ella en una situación peor. Recuperó un poco el aliento y miró un poco a su alrededor, asegurándose de que el oficial no iba tras ella volando.

La chica soltó un suspiro de alivio y se sentó en el suelo, teniendo un aliento mejor debido a que ya no estaba corriendo y no olía a su líder por ningún lado. Aquel hombre se presentó como un cadete y eso la hizo sonreír. Al menos no iba a estar con un posible superior o alguien a quién mandar. Ambos eran del mismo rango y eso solo la hacía algo feliz. Se quitó un poco el cabello de la cara y se quedó mirándolo unos momentos. Parecía que estaba entrenando y eso podía ser algo interesante a decir verdad.

- Galia, cadete también. Es un placer conocerte, hombre alto.

Dijo observando su altura para después quedarse tumbada bocarriba y soltar el mayor de los suspiros. Necesitaba estar algo más cómoda y por eso bajó unos grados la temperatura del sitio, haciendo el clima más calmado y a gusto. El calor no iba con ella. Se quedó aparentemente sin fuerzas allí tumbada y con una expresión a gusto, pero iba a continuar hablando con aquella persona a la que había interrumpido. Soltó un pequeño suspiro y después le habló en un tono calmado.

- ¿Qué haces aquí? Te he visto entrenando y me preguntaba qué clase de lucha utilizas o qué estilos te basas. No conozco a muchos luchadores.

Galia escuchó las palabras de aquel hombre con una sonrisa amable en el rostro. Le parecía interesante lo del estilo final de los animales y le extrañaba que alguien no pudiese usar todo algún día. La verdad es que entendía poco de combates con puños, pues ella había sido entrenada bajo el arte de los mandobles de tamaño considerable. No pudo evitar soltar un suspiro y quedarse mirando fijamente a aquel hombre. Le pegaba el estilo del mono, al verlo con aquel pelo y rostro, era lo que veía. No era na malo, ella adoraba los monos. Eran animales monísimos y encima encantadores. Aunque el estilo del dragón también sonaba bien.

- ¿Nadie puede dominar los estilos de los seis animales? ¿Cuál te gustaría a ti? El mono o el dragón parecen bastantes interesantes, aunque yo por mi especie debería elegir el tigre.

Dijo soltando una risa calmada. Entonces iluminó sus ojos en un tono dorado para que el hombre entendiese a qué se refería con aquello. La joven tenía el poder de una fruta mitológica y aquello le encantaba sinceramente. Pudo ver que él también se había sentado y eso hacía que no fuese tan alto como en pie. Se relajó un poco y lo siguiente que hizo la joven fue colocar su mano derecha en la mejilla.

- Me parece bastante interesante ¿Qué haces en la rebelión entonces? Pensaba que los monjes iban a su bola y seguían órdenes desde arriba…

Dijo refiriéndose claramente a los dioses, pues es lo que tenía entendido. Había muchos tipos de monjes, pero ella solo conocía a los nombrados. Esperaba que aquel hombre pudiera alimentar su curiosidad con sus palabras.

Una sonrisa se formó en el rostro de la pelirosa al ver que aquel hombre podía ser un gran tipo. Eso de centrarse en los estilos y el maestro la habían hecho tener un poco de curiosidad, pero cuando observó el fuego en su palma de la mano, no pudo evitar quedar algo impresionada. Ella mismo planeaba dominar varios elementos también, pero era novata en dos de ellos y por el momento se le daba bien otro en concreto. La joven cerró los ojos mostrando una expresión calmada y después miró al hombre con toda la tranquilidad del mundo.

- Yo por el momento soy una novata en el uso del rayo y del viento, pero mi elemento estrella es otro que domino y es curioso, porque somos contrarios.

La joven entonces trató de colocar su mano suavemente sobre la de aquel hombre, haciendo que sintiera un poco de frío, pero nada grave. Entonces formaría una especie de símbolo en forma llama de fuego, pero de un tono azulado y de textura cristalina. Era una figura de hielo con forma de llamas. La dejó en la mano de aquel tipo para que pudiese tocarla y después sonrió mientras se cruzaba de brazos.

- Soy el filo del hielo… Por cierto, no respondiste mi pregunta sobre la rebelión, colega. – Mencionó de forma amistosa.

Ese hombre la había caído muy bien y por ello usó aquello de colega con él. Después hizo que algo de perlitas de hielo se formasen en sus labios y mejillas, dándole a ella un ligero brillo en el rostro y después guiñándole a él un ojo. Eran del elemento contrario y podía ser interesante que pudieran colaborar juntos en más de una misión.

Las palabras de aquel hombre hicieron que Galia sonriese de forma alegre. Sin duda era un buen hombre y sus últimas palabras la hicieron mostrar una expresión algo apenada, pero enseguida desvelaría el motivo. Miró su propia mano, formando pequeñas agujas de hielo y jugando con ellas en sus uñas. Se quedó unos momentos pensativa y pensó en su pasado, en lo que había sucedido y en todo lo que pasó debido a los malditos asaltantes al reino de Hallstat. La pelirosa entonces fijó sus azulados ojos en aquel hombre y le habló con un tono bastante calmado para no mostrar pena por sus palabras.

- Los rebeldes me rescataron cuando era pequeña, de un mercado de esclavos.

Dijo la chica mirando después su mano y las pequeñas agujas de hielo. Tomó unas cuantas y después se pinchó así misma levemente, haciendo un poco de daño, pero sin pasarse. Solía jugar con aquellas cosas y se entretenía muchísimo. Entonces miró de nuevo a aquel hombre que tenía delante de sus orbes y después le dedicó una nueva sonrisa llena de calma.

- Creo que compartimos objetivo entonces y sería bastante bueno colaborar juntos. Pertenezco a la división del escuadrón siete, dentro de la gran división de la Quimera. Estoy en fase de pruebas por comportamiento algo problemático con mis travesuras, pero es lo divertido de vivir.

Dijo con un tono calmado mientras ahora se cruzaba de brazos y continuaba mirando a aquella persona. No podía creer que de las tres subclases de hombres que había en la Quimera, ella estuviese en la más baja junto a Ryuken. Dranser-sensei era cruel y todo por haberle quemado el cuarto. Era un poco injusto en algunas cosas.

La chica escuchó aquella historia con atención, pues le había parecido bastante interesante la forma en que aquel hombre con pelo moreno se había unido a la revolución. Era curioso que los malditos marines también le hubiesen molestado a él. Ambos tenían muchas cosas en común y eso era bastante bueno. La chica mostró una sonrisa ladeada y lo siguiente que hizo fue soltar un pequeño suspiro debido a lo tranquila que estaba. Entonces se fijó en que ese hombre también estaba definido, con ese cuerpo era normal que no necesitase armas. Ella por el contrario disfrutaba con los duelos donde podía cruzar las hojas con los demás y formar batallas interesantes. Lo único malo de ello, es que costaba entrenar sin dañar a los otros o ser dañada. Los filos eran muy peligrosos pero últimamente eran los que mandaban en los combates más serios. Era como si los demás oficiales solo usasen aquel tipo de armas en lugar de pistolas o cosas de largo alcance. Era una curiosidad que la chica tenía desde hacía tiempo, pero entonces dejó de pensar en aquello.

- Los marines siempre andan molestando por lo que veo. Es bastante interesante todo lo que una aprende de los demás cuando para de correr.

Dijo con una pequeña carcajada. Después se colocó en pie estirándose un poco y por último soltó un enorme bostezo. Estaba agotada y esperaba que no la volvieran a castigar de aquella forma pues la cosa había sido un poco cruel. Se preguntaba si su compañero Ryuken estaría entrenando o de lo contrario durmiendo o comiendo. Esperaba que no se lo estuviese pasando mejor que ella, pues no sería justo que acabase con los muslos de pollo.

- Te aconsejo investigarlas y unirte a la que te guste o podrían asignarte a una que no te agrade mucho. Eso suele pasar y por eso es bueno adelantarse antes que los jefes.

La joven sonrió ante las palabras de aquel hombre. Respetaría su decisión y entonces tendría que volver cuanto antes a la base, fingiendo que había estado corriendo. Ese tipo la había ayudado de forma indirecta a descansar y además había sido una buena persona más que conocer. La joven pelirosa soltó un pequeño suspiro al mismo tiempo que movía un poco los brazos a los lados. Finalmente le dedicó una pequeña sonrisa y se estiró. Debería marcharse cuanto antes si quería no ser castigada de nuevo por comportamiento rebelde, una ironía de hecho. Tosió un poco y después de unos momentos alzó su mano para despedirse de aquel hombre que tenía frente a sus ojos.

- Respeto tu decisión. Yo volveré a la base antes de que mi líder me eche la bronca. Espero que nos volvamos a ver, compañero.

Dijo con un tono agradable para después empezar a trotar tranquilamente. Estaba bastante relajada y tranquila por su pequeño descanso y por el momento buscaría a su compañero de banda por aquel sitio. No podía ser muy difícil dar con él y por ello la joven usó su olfato. Rastrearlo no podía ser nada difícil y entonces fue cuando soltó una pequeña carcajada. Se alegraba de estar en la rebelión y no pensaba cambiar de bando. Eran su familia y daría todo para protegerlos de la mejor forma posible. Ellos harían lo mismo con ella y era lo que los unía tanto en el fondo.