El Encuentro [Capítulo]

Al parecer el rubio está totalmente dispuesto a evitar cualquier enfrentamiento contra la pretora, sin importar que por su culpa muchas vidas se han perdido. Debido a ese pensamiento se interpuso entre la pretora y el disparo del pelirrojo protegiéndola. Al parecer las cosas iban a complicarse bastante y no parece que se pueda resolver antes de que empeoren. Todo el tema de la guerra, las pretoras y los necios que se involucran demás está empezando a cansar al joven marine, que en ese momento aprieta con fuerza la mano con la que sujeta su arma y suelta un fuerte berrido. Ese berrido es debido a que su mente se está rebelando en contra de todo lo que está sucediendo, sobre todo porque nada tiene sentido ya. Durante ese tiempo es plenamente consciente de su entorno y sabiendo que está en mitad de una batalla se rodea con una barrera para defenderse mientras su personalidad cambia.

Tras una fugaz pero intensa batalla la personalidad del vago se apodera de Joseph. Al entrar esa personalidad en juego Joseph cambia su expresión por completo y guarda su arma antes de dirigirse al otro borde de la muralla ignorando a todos los presentes pues ya no le importan y simplemente molestan. Al llegar al borde crea una pequeña escalera con sus barreras y desciende de la muralla para buscar un sitio donde simplemente sentarse y no hacer nada.

Al parecer Hinori se había quedado atrás. No fue un problema realmente, ya que tardó más bien poco en alcanzar al grupo, y pronto se pegó a él como una hija a su padre. Si no fuera él demasiado joven y ella demasiado mayor, tal vez lo fueran. "Espera, ¿Qué edad tiene?", preguntó para sí. Si no recordaba mal, rondaría la veintena, uno más o dos... ¿Veintiuno? Estaba a un año de superar la barrera del asaltacunas, pero... ¿Realmente pretendía asaltar esa cuna? Tenía el cabello largo, y un gran pecho para un rostro inocente y calmado. Era voluptuosa, pero lo justo y necesario, no más. Por separado todo estaba bien, y en conjunto era guapa, claro, pero no podía verla así. Era la pequeña Markov, en cierto modo su hermana pequeña. "Pero eso no me impedía nada con Alice". Pues era verdad. Pero no era lo mismo; con Alice era más profundo y nacía de otra parte, con Hinori era puramente fraternal. Al menos eso creía.

-Vale, parece que no hay una puerta cerca...- comentó, mientras apartaba una maraña de hiedra para dejar a la vista una estrecha entrada. Se iba a raspar los hombros para entrar-. ¿Qué demonios es esto?

-Howie, I'm Flowey!- gritaba la cosa aquella. Era una flor con cara. ¡Una puta flor con cara! ¡Y se parecía a...! ¿Se parecía a alguien? ¿Acaso eso importaba? No, sin duda no. Era una flor con cara, como no se pareciera a Kodama. Y Kodama era mucho más marrón, y sólido, y con una constitución más de roble. Era un roble, al fin y al cabo.

-Los Osos Libres No Osan Pisar Esto- dijo, un poco sin saber a qué se refería. Esperaba que aquella cosa se quedase tan sorprendida como él, y con las mismas trató de agarrar a sus compañeros y volar hacia arriba, escalando la muralla y bajando al otro lado, no sin antes asegurarse de que la flor no estuviese esperándolo al aterrizar.

¿Por qué huir de una flor? Porque Beros escondía cartas en cada manga, suya o ajena. Representase o no peligro aquello era una obra diabólica y podía estar cargada de explosivos o de lo que fuera que hizo desvanecerse el terreno unos kilómetros a su espalda. ¿Se había sorprendido? Sí, pero los chicos guays no miran a las explosiones. Lo había aprendido de Arribor tiempo atrás, aunque nunca se acordaba de las gafas de sol a juego con el haz de luz. En cualquier caso, Una flor tan alegre y viva en medio de un paraje desolado era muy desconcertante, casi tanto como la llamada de Kai.

-Dime Kai- respondió mientras dejaba a los demás sobre la muralla, si lo habían acompañado. En caso contrario, simplemente se detendría para conversar cómodamente durante un momento. Las alas plegadas, no fuera un elefante volador a confundirlo con el amor de su vida o algo-. Así que niega ser responsable... Mi única pregunta es: ¿Qué haces ahí? ¿Tú no ibas a salvar a tu amigo? Vale, han sido dos. Te diré lo que vamos a hacer; En el hipotético caso de que acepte, ya que no tendrá nada que ocultar, la detienes igual. Es una fanática religiosa, por el amor de Dios. Mira, nunca mejor dicho- rió ante su estúpido comentario-. O mejor, pregúntale cómo se reclama el trono de Encuentro. Si de verdad no oculta nada, te lo dirá sin reparo, ¿No? Bueno, en cualquier caso ofrécele una de esas cosas que hacéis mucho en la Marina, lo de apoyarla con la Fuerza Armada de la Marina si se afilia al Gobierno Mundial y limita su justicia inquisitorial y esas cosas. Si hace lo mejor para Síderos debería aceptar, ¿No? Pidió ayuda para su pueblo, al fin y al cabo.

Miró hacia abajo, tratando de evitar la zona donde la flor estaría, y descendería en el primer punto donde pudiera no toparse con aquella cosa. Si hacía falta, bajaría a sus compañeros con él.

-En fin, si te contesta afirmativamente y todo eso, vuelve a llamarme y aviso a los demás. Ah, y después de darme el toque avisa a todos los amigos que tengas, los vamos a necesitar.

Resumen Sagrada Orden Templaria de los Mininos Justicieros:

Ese tipo parecía desafiarnos, hasta trató de darme un cabezazo, no obstante en cuanto vi que su color de piel comenzaba a cambiar, traté de clavarle el puñal en la espalda, en ese punto la herida no sería mortal, pero un golpe de esas características en la columna podría dejarle serios daños. No llegué a clavarlo, pues tuve que esquivar ese cabezazo, y tampoco quería matarlo antes de obtener información, el vicealmirante Al Naion, capitán de los Kiritsu Ryodan, le había hecho unas preguntas y... ¿¡Kiritsu Ryodan!? No me había parado a pensar en ello. ¿Ese hombre era...? No puede ser, le daba por muerto, no escuché nada al respecto.

Envainé las dagas sin darme cuenta de si estaban manchadas de sangre o no, es decir, no sabía siquiera si había logrado dañarle, ahora estaba fijándome bien en el aspecto de Al Naion. Apenas le había visto un par de ocasiones antes de que se le considerase muerto, fueron varios meses donde no dio señales de vida, recordé aquella sensación de amargura, no pude evitar alejarme de aquella tripulación, y eso explicaría cómo es que él conoce mis habilidades, aunque sean un poco siquiera. Me sentía realmente estúpido por no haberle reconocido hasta ese momento.

El tipo cuyo tono de piel ahora parecía ser más bien morado estaba parado frente a nosotros, amenazándonos. Había cometido un error al dejarle escapar, y parecía que nos había tomado por enemigos. Me encargaría de darle a entender la verdad, ya fuera por las buenas o por las malas. Desenfundé mis dos mejores armas, la hoja del Caos, y la hoja Fiordiana. Rápidamente comencé a sentir el poder de ambas dos fluyendo, así como escuchaba la voz de la hoja de viento, la sentía más clara que nunca. Tenía la firme determinación de no decepcionar tanto a mis hombres como al vicealmirante, y más después de haber abandonado su flota sin previo aviso.

-Permítame, vicealmirante -dije en un tono muy bajo hacia Al Naion, después me dirigí a aquél extraño tipejo-. Cálmese, nadie le ha atacado. En territorio enemigo desconocemos quienes pueden ser aliados, y quienes rivales. Tan solo tomé la precaución de asegurarnos de no ser cogidos desprevenidos. Ahora hay dos opciones. Podríamos hablar tranquilamente, responder las preguntas, o bien podemos dejar que nuestras armas hablen. Personalmente preferiría no recurrir a las espadas, pero si no me deja otra opción, sepa que no me quedaré atrás.

Me puse en posición defensiva con ambas armas empuñadas y preparado. No había dicho nada, pero me había puesto delante de todos, pensaba encargarme de ese tipo, no le iba a dejar opción de tocar a mis camaradas, le demostraría al vicealmirante que no fue en vano  mi marcha de Kiritsu. Le demostraría que me volví realmente más poderoso.

Balt:

El interrogatorio resultó bastante infructuoso, y quien dice infructuoso dice que un Marine intentó apuñalar a su rehén y el tipo del bastón pareció querer hacer trucos de magia con una copa de alcohol. Estaba rodeado de idiotas. Al menos Kai, con toda su tontería, era capaz de aterrorizar al más pintado, se pusiera como se pusiese, y sin lugar a dudas resultaba mucho más contundente. De hecho, aquella llama comparada con la de su segundo al mando era una mera broma. "¿Por qué no iríamos juntos?", se preguntó, aún mientras todo no parecía terminar, recordando todo lo que se habían dicho minutos antes de separarse. Arthur estaba en Sarka, y Kai en Zilda. Jack, al parecer, había terminado en Meln. ¿Cómo había terminado en Meln? No importaba tampoco, sólo faltaría que Xemnas estuviera apoyando a Zal para haber hecho el verdadero cisma de Kiritsu Ryodan.

-En fin, parece que esto es más tranquilo- dijo, en un suspiro. Guardó con prisa el violín y dejó que su mano reposase en el pomo de Fuego mientras observaba lo que sucedía.

Tras el cazador, Kimura había avanzado en un tono más diplomático y mesurado, bastante más que él. Eso lo comprometía, a no ser que estuviera planteándose jugar a la técnica de "el Bueno y el Malo". En cuyo caso, y aunque era loable que el manco intentase darle vida a ese personaje, no podía evitar sentir que se había quedado incompleto. De nuevo, Arthur habría hecho de tipo duro muy bien mientras Jack lo ablandaba con sus modales y amabilidad. Y mientras tanto Kai y él estarían comiendo unos fritos en el sofá. Sonrió por un momento, mirando al vacío.

-¿Permitirte?- preguntó, en un tono calmado-. ¡Claro, por qué no! ¡¿Qué es lo peor que podría pasar?! ¡¿Que se escapase nuestro rehén?! ¡¿Que se hubiera convertido en una amenaza?!- esperaba que el Marine se diera cuenta de la actuación. Si no, luego podía tener problemas-. ¡Ya me he cansado de ser discreto!

Se acercó con vehemencia no tanto en el rostro como en las piernas a aquel hombre, y se dispuso a darle una patada en la zona genital. Sin embargo, una vez su zapato rozara el suelo, simplemente un cepo de hielo rodearía al ser, dejando los dientes a escasos milímetros de su piel y surgiendo amarraderas que lo sujetarían si lograban conectar en sus brazos. De conseguirlo, se acercaría a esa cosa.

-Mira, es muy sencillo- un tono neutro, impecable, temible-. Si me dices lo que quiero saber, vives. Si no... Bueno, estarás en problemas.

No era mucho de hacer esa clase de cosas, pero de verse en disposición le daría una bofetada lo suficientemente fuerte como para que supiera que iba en serio. No iba tan en serio como esperaba parecer, pero Arthur había demostrado que su técnica era muy útil.

Balt:

Repasemos otra vez. Me dijeron algo de un tesoro en el South Blue. Hasta ahí todo bien, ¿Verdad? Verdad. Lo siguiente que hago es colarme en un barco, que al parecer estaba sobrepoblado de revolucionarios. Ningún problema con eso. El fallo viene cuando empezamos a intercambiarnos los cuerpos, me salen tetas y le pido al cielo que nos devuelva a la normalidad, haciendo que esto suceda. Muy bien, dejando de lado eso, despierto de la vaina en una jaula, ya que se supone que me han atrapado en algún momento, seguramente entre el rumor del tesoro y lo de los revolucionarios. ¿Claro eso? Perfecto.

Salimos a la arena, okey. Todo bien. Nos enfrentamos a Slaughterhorn, y debemos creer por algún motivo que esta isla, de la cual nunca he oído hablar, es real. Acaban de demostrarnos que pueden secuestrar nuestra mente, y yo me he fiado de ellos en lugar de matarlos por la noche uno a uno. Bien, relájate Yarmin, tranquilízate. Me calmo, muy bien, pero independientemente de eso me uno a un Gyojin, seguramente el aliado más fuerte que haya podido nunca conseguir, y es ¡UN COMPLETO ZOQUETE! He dicho que me iba a relajar, pero esto me supera. De verdad que me supera.

Bien, una vez estamos en la isla central, donde deberemos competir, nos sueltan como a animales sin ningún plan. Seguir a la horda y el rastro de cadáveres fruto de una mala planificación. ¡Perfecto! Ah no, porque Maki tiene la solución: ¡Seguir a una libélula! ¡A una puta libélula! Creo que me estoy atascando en esta parte, pero he seguido a una puta libélula porque un hombre pez gota con serias muestras de retraso mental me ha dicho que era buena idea, no sin antes ayudar en una guerra que no me interesa a un tipo que intentó matarme después de secuestrar la cápsula en la que me metió otro tipo que tan sólo quería aprovecharse de mí para esta guerra. ¿Por qué no me he ido lejos ya? No sé si es por miedo o que soy tan subnormal como todos los presentes, pero estoy harto.

Me sequé el sudor de la frente con mi paño, y saqué la pistola en un santiamén, tan rápido como mi brazo más rápido del oeste me permitía, apuntando a uno de los animales extraños. Estaba utilizando a la nueva Creaviudas, así de paso podría probar su potencia de fuego.

-Fiu... Mucho mejor- comenté, finalmente, doblándome un poco hacia delante. El estrés empezaba a disiparse y tal vez estuviera a punto de disparar como un loco. ¿Estoy loco? Todos estamos locos, qué más dará. Simplemente yo tengo un plan.

Zal: