El hombre árbol, que resultó llamarse Kodama, se presentó a ambos piratas de forma muy cordial. Su mano era áspera como la envoltura de un tronco antiguo y viejo, pero lleno de vida al mismo tiempo. El pelirrojo le miraba expectante, no sabía si era una raza extraña de hombres árboles que habitaban en alguna parte del mundo, escondido en una isla de seres como Kodama, o si era un usuario de alguna fruta del diablo que le otorgara el poder de un árbol o la madera; pero la razón era que le gustaba.
“¿Se uniría a nuestra banda?” –discurría Zane, observando a Yoai de reojo.
Aquella estúpida y siniestra cría continuaba actuando como si la guerra en la que se encontrara fuera un simple juego para ella, mostrándose infantil y quejosa. Zane sabía que la forma de actuar de Yoai tenía algo raro y que, posiblemente, estaba planeando algo, ¿pero el qué? Todos allí, -Spanner, árbol-men y él-, la miraban con desconfianza, mientas de forma poco sutil intentaba abrir la puerta del castillo con poco éxito.
Fue entonces cuando un gallardo hombre con una motosierra y una guerrera aparecieron en escena con violencia, juzgando y criticando la forma en la que la pretora de Meln debía ser sentenciada. Poco después, desde el cielo comenzó a descender un ser alado que se posó sobre el tejado de una casa. El capitán pirata usó su vista de pájaro y la observó, era una mujer de estatura media, de cabellos violáceos y grandes alas. La cual no tardó en bajar al ver como la situación entre el cyborg y la guerrera se caldeaba, para dar un dantesco discurso sobre la destrucción de todos los presentes y el renacimiento de la nación –o eso fue lo que entendió Zane, que no paraba de mirar a Spanner y como el nerviosismo se apoderaba de él.
—Creo que ya sabes mi decisión, socio. Pero tú deberías calmarte, un buen espadachín mantiene la temple aunque la situación sea difícil… ¡Ah! Y recuerda la más noble y antigua de las traiciones piratas –le guiñó un ojo y dio un par de pasos hacia adelante.
—¡Tú, pajarita! –señaló con su dedo índice a la pelimorada–. ¿Estás hablando en serio o te encuentras en esos días del mes? ¿Acabar con todos en la guerra y rehacer todo de nuevo? –soltó una carcajada seca e irónica, intentando provocar a la mujer. Cambiando su semblante a uno más serio casi al instante–. No me haga reír. Solo te voy a decir una cosa, pajarita… mi banda está en esta isla y si piensas que voy a dejar que acabes con todos… estás muy equivocada.
Zane metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña cápsula que llevó a su boca. Inmediatamente después, al mismo tiempo que su cuerpo se volvía más musculado, desenfundó dos de sus katanas, concretamente aki no hikari y Samauindo, y se impulsó hacia la mujer con sus aceros en cruz)
“¿Se uniría a nuestra banda?” –discurría Zane, observando a Yoai de reojo.
Aquella estúpida y siniestra cría continuaba actuando como si la guerra en la que se encontrara fuera un simple juego para ella, mostrándose infantil y quejosa. Zane sabía que la forma de actuar de Yoai tenía algo raro y que, posiblemente, estaba planeando algo, ¿pero el qué? Todos allí, -Spanner, árbol-men y él-, la miraban con desconfianza, mientas de forma poco sutil intentaba abrir la puerta del castillo con poco éxito.
Fue entonces cuando un gallardo hombre con una motosierra y una guerrera aparecieron en escena con violencia, juzgando y criticando la forma en la que la pretora de Meln debía ser sentenciada. Poco después, desde el cielo comenzó a descender un ser alado que se posó sobre el tejado de una casa. El capitán pirata usó su vista de pájaro y la observó, era una mujer de estatura media, de cabellos violáceos y grandes alas. La cual no tardó en bajar al ver como la situación entre el cyborg y la guerrera se caldeaba, para dar un dantesco discurso sobre la destrucción de todos los presentes y el renacimiento de la nación –o eso fue lo que entendió Zane, que no paraba de mirar a Spanner y como el nerviosismo se apoderaba de él.
—Creo que ya sabes mi decisión, socio. Pero tú deberías calmarte, un buen espadachín mantiene la temple aunque la situación sea difícil… ¡Ah! Y recuerda la más noble y antigua de las traiciones piratas –le guiñó un ojo y dio un par de pasos hacia adelante.
—¡Tú, pajarita! –señaló con su dedo índice a la pelimorada–. ¿Estás hablando en serio o te encuentras en esos días del mes? ¿Acabar con todos en la guerra y rehacer todo de nuevo? –soltó una carcajada seca e irónica, intentando provocar a la mujer. Cambiando su semblante a uno más serio casi al instante–. No me haga reír. Solo te voy a decir una cosa, pajarita… mi banda está en esta isla y si piensas que voy a dejar que acabes con todos… estás muy equivocada.
Zane metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña cápsula que llevó a su boca. Inmediatamente después, al mismo tiempo que su cuerpo se volvía más musculado, desenfundó dos de sus katanas, concretamente aki no hikari y Samauindo, y se impulsó hacia la mujer con sus aceros en cruz)
- Meln:
- Enfrentarse a la mujer alada, comerse una rumble ball, cambiar a su forma tanque y atacarla
- Cosas usadas:
- -1 Rumble ball
-Forma tanque: El usuario se transforma en un Suzaku antropomorfo con un gran volumen muscular, disminuyendo su velocidad a la mitad. En cambio, es capaz de triplicar su fuerza y resistencia.
Atributos en forma tanque:
Fuerza: x21 (x7 de la pasiva por x3 de la forma tanque)
Resistencia: x15 (x5 de la pasiva por x3 de la forma tanque)
Velocidad: x75 (x5 de la pasiva por 30/2 de la racial de la akuma en forma híbrida)
Agilidad: x60 (x4 de la pasiva por x15 de la racial de la akuma en forma híbrida)
Reflejos: x5 (Racial de la forma híbrida)
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Lo mataré... mataré a ese violín por humillarme de esta forma. ¿Cómo narices ha rebotado un violín contra el suelo para luego darme en la cara... y acabar en las manos de Al de nuevo? No tiene sentido, o mucha suerte tiene Al o ese violín no es normal. Piensa por sí solo, estoy seguro que está vivo, me mira, se ríe de mí, cada nota es una carcajada que se clava en mi orgullo. Me vengaré, juro que lo haré, mi venganza será fría como el invierno ártico y ardiente como las vengadoras llamas de diez mil soles. Maldecirás a tu creador por el día en que te trajo a la luz. Así que ríete, ríete ahora que puedes, y comienza tu vida de miedo, sabiendo que en el momento menos esperado, la espada colgante de Damocles caerá sobre ti, partiéndote por la mitad. Y mientras miras las cenizas humeantes de lo que una vez fue tu vida, te arrepentirás de el día que te cruzaste en el camino del bastardo equivocado...
- A todo esto ¿Por qué Kai está intentando violar a Al? ¿Por qué la catedral está siendo bombardeada por rayos? ¿De dónde ha salido esta tormenta?
- No lo sé, llevas un par de minutos con la mirada perdida murmurando cosas sobre vengarte de un violín. Créeme que no se cual de todas las escenas es peor. - Contestó Zinogre en mi cabeza.
- ¿Sabes qué? Da igual. Necesitamos librarnos de esta cosa. - Dije mirando a Al, luego a Kai, luego a mi arma, luego a Kai. - Tengo un plan... Al si no te importa mantenlo quieto ¿Quieres?
Caminé hasta colocarme a la espalda de Kai, me remangué el brazo derecho, apunté con cuidado y traté de hundir en brazo todo lo que pude en la espalda de Kai. Suerte que era un logia, mi mano se hundió sin problemas en las llamas de su cuerpo. Estaba caliente, mucho, a una persona normal se le hubiera carbonizado el brazo al instante. Comencé a absorber toda la temperatura que pude y a concentrarla en un pequeño punto entre los dedos de mi mano izquierda. Era demasiada, más de lo que era seguro que controlase... pero no estaba ahí para tener cuidado, tenía que forzar mis límites, necesitaba más.
- Arthur detente, no es seguro seguir. Tu cuerpo no lo aguantará. - Me advirtió mi compañero en mi mente.
- Estaré... bien. -Contesté en voz alta con algo de dificultad.
- Te sangra la nariz.
- Estaré. Futuro. No he dicho cuando.
- Y ahora el ojo derecho.
- Si no te callas... no... me puedo... ¡CONCENTRAR! - Grité a la vez que extraía el brazo del cuerpo de Kai. No se cómo se lo tomaría, pero comparado con el calor que era capaz de generar sólo había tomado prestada una fracción. - Bien... ya tengo lo que quería. Al, digo... señor Naion, trate de retenerlo aunque sea un par de segundos. Trataré de ponerle fin a esto.
Dicho eso miré a mi brazo derecho, tenía la mitad derecha de mi ropa quemada y mi piel chamuscada y humeante, había perdido la concentración sobre el brazo por un momento. En cambio en el otro brazo, ahí estaba, una diminuta esfera de calor concentrado, brillante como un sol y, seguramente, tan caliente como uno. Sólo tenía que concentrarme para que el calor no saliera de esa esfera... aunque era difícil. Miré a la armadura con mi arma todavía clavada. 0 Raiser lo primero, un reactor de cristal carmesí se formó en mi espalda, justo después unas placas a sus lados. De nuevo Burst Mode, la técnica que me permitía forzar los límites de mi cuerpo, no sabía que pasaría si la usaba por segunda vez, pero creo que ya he sobrepasado los límites. Slayer Armor, una armadura ligera salió para cubrir mis brazos y piernas, Por último pero no menos importante... Zinogre.
Salté hacia la cabeza de la estatua y extraje mi arma, la cual se agrandó al tocar mi mano hasta superar los tres metros. Luego volé para ganar altura. Miré mi arma y luego a la mano que contenía el sol en miniatura, mis yemas comenzaban a abrasarse y la sangre manaba por mi nariz por mantener la concentración sobre tantas cosas, tenía que mantener la mente calmada. Este último paso era crucial, tenía que visualizarlo. Una hoja, hoja larga en la punta de Zinogre, tenía que meter esa imagen en la cabeza sin fallas, un hueco y el plan explotaría en mi cara. Por un momento ignoré mis dudas, mis miedos y mis distracciones, llevé el sol a mi arma y éste se fundió con ella. Entre las puntas gemelas de Zinogre emergió un punto brillante, el cual rápidamente tomó una forma alargada. Ahora tenía la forma base, tenía que forjar ese sol todo lo que diera de sí. Alargué la forma y la aplané, formando una hoja de tamaño desproporcionado, no sabía exactamente cuanto pues la luz cegadora me impedía calcularlo. Ahora empuñaba a Zinogre, un arma legendaria, y en el extremo de su cuchilla había una enorme hoja de calor puro. Se me nublaba la vista, todo estaba rojo, sólo podía ver una cosa... el enemigo.
Descendí a toda velocidad con la intención de lanzar un único tajo con aquella hoja forjada con un sol. Un tajo circular pensado para partir con luz y llamas todo lo que encontrase.
- A todo esto ¿Por qué Kai está intentando violar a Al? ¿Por qué la catedral está siendo bombardeada por rayos? ¿De dónde ha salido esta tormenta?
- No lo sé, llevas un par de minutos con la mirada perdida murmurando cosas sobre vengarte de un violín. Créeme que no se cual de todas las escenas es peor. - Contestó Zinogre en mi cabeza.
- ¿Sabes qué? Da igual. Necesitamos librarnos de esta cosa. - Dije mirando a Al, luego a Kai, luego a mi arma, luego a Kai. - Tengo un plan... Al si no te importa mantenlo quieto ¿Quieres?
Caminé hasta colocarme a la espalda de Kai, me remangué el brazo derecho, apunté con cuidado y traté de hundir en brazo todo lo que pude en la espalda de Kai. Suerte que era un logia, mi mano se hundió sin problemas en las llamas de su cuerpo. Estaba caliente, mucho, a una persona normal se le hubiera carbonizado el brazo al instante. Comencé a absorber toda la temperatura que pude y a concentrarla en un pequeño punto entre los dedos de mi mano izquierda. Era demasiada, más de lo que era seguro que controlase... pero no estaba ahí para tener cuidado, tenía que forzar mis límites, necesitaba más.
- Arthur detente, no es seguro seguir. Tu cuerpo no lo aguantará. - Me advirtió mi compañero en mi mente.
- Estaré... bien. -Contesté en voz alta con algo de dificultad.
- Te sangra la nariz.
- Estaré. Futuro. No he dicho cuando.
- Y ahora el ojo derecho.
- Si no te callas... no... me puedo... ¡CONCENTRAR! - Grité a la vez que extraía el brazo del cuerpo de Kai. No se cómo se lo tomaría, pero comparado con el calor que era capaz de generar sólo había tomado prestada una fracción. - Bien... ya tengo lo que quería. Al, digo... señor Naion, trate de retenerlo aunque sea un par de segundos. Trataré de ponerle fin a esto.
Dicho eso miré a mi brazo derecho, tenía la mitad derecha de mi ropa quemada y mi piel chamuscada y humeante, había perdido la concentración sobre el brazo por un momento. En cambio en el otro brazo, ahí estaba, una diminuta esfera de calor concentrado, brillante como un sol y, seguramente, tan caliente como uno. Sólo tenía que concentrarme para que el calor no saliera de esa esfera... aunque era difícil. Miré a la armadura con mi arma todavía clavada. 0 Raiser lo primero, un reactor de cristal carmesí se formó en mi espalda, justo después unas placas a sus lados. De nuevo Burst Mode, la técnica que me permitía forzar los límites de mi cuerpo, no sabía que pasaría si la usaba por segunda vez, pero creo que ya he sobrepasado los límites. Slayer Armor, una armadura ligera salió para cubrir mis brazos y piernas, Por último pero no menos importante... Zinogre.
Salté hacia la cabeza de la estatua y extraje mi arma, la cual se agrandó al tocar mi mano hasta superar los tres metros. Luego volé para ganar altura. Miré mi arma y luego a la mano que contenía el sol en miniatura, mis yemas comenzaban a abrasarse y la sangre manaba por mi nariz por mantener la concentración sobre tantas cosas, tenía que mantener la mente calmada. Este último paso era crucial, tenía que visualizarlo. Una hoja, hoja larga en la punta de Zinogre, tenía que meter esa imagen en la cabeza sin fallas, un hueco y el plan explotaría en mi cara. Por un momento ignoré mis dudas, mis miedos y mis distracciones, llevé el sol a mi arma y éste se fundió con ella. Entre las puntas gemelas de Zinogre emergió un punto brillante, el cual rápidamente tomó una forma alargada. Ahora tenía la forma base, tenía que forjar ese sol todo lo que diera de sí. Alargué la forma y la aplané, formando una hoja de tamaño desproporcionado, no sabía exactamente cuanto pues la luz cegadora me impedía calcularlo. Ahora empuñaba a Zinogre, un arma legendaria, y en el extremo de su cuchilla había una enorme hoja de calor puro. Se me nublaba la vista, todo estaba rojo, sólo podía ver una cosa... el enemigo.
Descendí a toda velocidad con la intención de lanzar un único tajo con aquella hoja forjada con un sol. Un tajo circular pensado para partir con luz y llamas todo lo que encontrase.
- Exterior de la catedral. Leed por si acaso:
- Planear una venganza contra un violín. Pedirle prestado un poco de calor a Kai. Formar una hoja de calor puro en mi arma y dar un tajo a la armadura. Dado que no lo especifico y el ataque es bastante grande, el moderador puede decidir todas las consecuencias de mis actos y a quienes afecta.
Eichi Tsukasa
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Mientras Eichi observaba a Alex tratar a los heridos, su mantra detectó algo curioso. Frunció el ceño un poco y empezó a mirar hacia los lados para localizar a las presencias. Se trataba de un soldado de Balt, y al parecer se iba a enfrentar a otras dos personas de una facción contraria. Si aún fuera la persona ingenua de antes, probablemente el joven hubiera decido ayudar sin atenerse a las consecuencias. Tristemente, el príncipe de Péndragon había cambiado demasiado desde que abandonó su isla natal. Quedaba poco de aquel hombre tímido e idealista, y en su lugar ahora se encontraba alguien cínico y con una visión algo gris de la realidad. Esta era una guerra, y gente moría sin remedio alguno. Era una ley de la vida: imposible salvar a todos en medio de una monumental batalla como esta. No, lo mejor era enfocarse directamente en la raíz del problema y solucionarlo lo antes posible. Mientras más rápido lo lograran, más vidas se salvarían y las muertes de los demás no serían en vano. Algunas veces era necesario realizar acciones severas... como sacrificar a unos pocos para salvar a muchos más.
Con esa decisión en mente, el joven pelirrojo le dio la espalda al soldado y se dirigió hacia donde se encontraba la pelirroja, al tiempo que lamentaba otra vida perdida dentro de su consciencia. Al llegar donde se encontraba la pelirroja, el joven notó que su cara se encontraba pálida por alguna razón. No tenía que ser psicólogo para notar el nerviosismo que emanaba de su cuerpo. Eichi frunció el ceño y se dispuso a preguntarle si se encontraba bien, pero no hubo necesidad de eso. Al escuchar las palabras de Alex, no pudo evitar que un estremecimiento recorriera su cuerpo. ¿Acaso había oído bien? Si eso era cierto... entonces esa mujer en verdad iba enserio. No iba a quedar nada de Síderos, y la isla se llevaría consigo a todos los que se encontraban en ella.
– Te voy a acompañar, pero en este caso... es mejor que no te estorbe al volar. Así podremos llegar más rápido – le dijo a la pelirroja mientras le daba la mano.
Sin darle tiempo de que el ángel le cuestionara, Eichi sacó una píldora amarilla de su bolsillo. Dudaba o no si podría usar sus transformaciones de forma natural en su estado actual, por lo que debería tomar medidas drásticas y "forzarlo". Ingirió la pastilla y cerró los ojos, concentrándose en lo que iba hacer. En menos de un minutos, había vuelto a su forma luchadora luego de un largo tiempo.Tiró de forma suave de la mano de la agente y le sonrío tranquilamente a la agente, al tiempo que se alzaba al vuelo.
– Vamos –
Volaron a toda velocidad por algunos minutos, y ambos vieron la destrucción que dejaba la guerra a su paso... ¿Y que mierda había sido eso? El pelirrojo parpadeó y se frotó los ojos. No, no fue su imaginación. Un rayo se alzaba a lo lejos, parecido al que vio luego de su pelea con el caballero oscuro en la muralla. Entrecerró sus ojos y siguió volando a toda marcha; tenía el leve presentimiento que quedaba poco para que todo terminara.
Con esa decisión en mente, el joven pelirrojo le dio la espalda al soldado y se dirigió hacia donde se encontraba la pelirroja, al tiempo que lamentaba otra vida perdida dentro de su consciencia. Al llegar donde se encontraba la pelirroja, el joven notó que su cara se encontraba pálida por alguna razón. No tenía que ser psicólogo para notar el nerviosismo que emanaba de su cuerpo. Eichi frunció el ceño y se dispuso a preguntarle si se encontraba bien, pero no hubo necesidad de eso. Al escuchar las palabras de Alex, no pudo evitar que un estremecimiento recorriera su cuerpo. ¿Acaso había oído bien? Si eso era cierto... entonces esa mujer en verdad iba enserio. No iba a quedar nada de Síderos, y la isla se llevaría consigo a todos los que se encontraban en ella.
– Te voy a acompañar, pero en este caso... es mejor que no te estorbe al volar. Así podremos llegar más rápido – le dijo a la pelirroja mientras le daba la mano.
Sin darle tiempo de que el ángel le cuestionara, Eichi sacó una píldora amarilla de su bolsillo. Dudaba o no si podría usar sus transformaciones de forma natural en su estado actual, por lo que debería tomar medidas drásticas y "forzarlo". Ingirió la pastilla y cerró los ojos, concentrándose en lo que iba hacer. En menos de un minutos, había vuelto a su forma luchadora luego de un largo tiempo.Tiró de forma suave de la mano de la agente y le sonrío tranquilamente a la agente, al tiempo que se alzaba al vuelo.
– Vamos –
Volaron a toda velocidad por algunos minutos, y ambos vieron la destrucción que dejaba la guerra a su paso... ¿Y que mierda había sido eso? El pelirrojo parpadeó y se frotó los ojos. No, no fue su imaginación. Un rayo se alzaba a lo lejos, parecido al que vio luego de su pelea con el caballero oscuro en la muralla. Entrecerró sus ojos y siguió volando a toda marcha; tenía el leve presentimiento que quedaba poco para que todo terminara.
- Balt... ¿En verdad importan las facciones a estas alturas?:
- Vista la ideología actual de Eichi (debido al choque de personalidades con su otro yo) e ingerir una rumble para volver acceder a sus formas (Me quedan 17). Salir volando hacia la catedral... o donde sea que se encuentre la mujer y ver el rayo de Dex a la lejanía
Simo Baker
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Tras una larga carrera desviando plumas metálicas con mis sinawali finalmente llegué al otro lado del puente. Aquel lugar era como el ojo de un huracán, un punto de relativa calma entre el caos de la guerra. En los alrededores se veía una ingente cantidad de explosiones y onda de impactos por todos lados. Incluso pude ver un dragón enorme batiéndose cara a cara con una de las figuras metálicas. No podía evitar sentirme pequeño ante tal situación. ¿Qué podía hacer yo que no quedase eclipsado por el poder desatado de aquella gente?
Avanzando por la la plaza llegué hasta las puertas del palacio. Allí un grupo de gente se estaba reuniendo ante la mujer alada que quería acabar con todo el mundo en la isla. Por lo que escuché de la regañina que esta estaba soltando a tres de ellos intuí que estos eran los pretores. Faltaban dos, por lo que supuse que habrían caído en batalla antes de llegar aquí. Me alegraba de que uno de ellos fuera el maldito líder de Zal, nada bueno habría pasado si él hubiese estado allí. En cuanto al otro que falta no sabría decir quién era, aunque sabía que no era el jefe de Sarka ya que ese era sin duda el hombre con armadura mecánica que se encontraba enfrente de mí. La verdad es que tampoco tenía mucha importancia quién fuera quién, tan sólo que se encontraban todos reunidos recibiendo los reproches de aquella potencial genocida.
No respetaba a los pretores, pero excepto Ruk todos habían parecido respetar la vida de los que no estaban involucrados directamente en el conflicto, cosa que la angelical dama que se encontraba ante ellos no podía decir. Era increíble que se atreviera a cuestionar a aquellos que pretendían ganar la guerra para reconstruir la nación si ella quería hacerla desaparecer completamente. No podía quedarme callado, quizá acabaría muerto por decir la verdad, pero no aguantaba aquella falta de respeto a la vida y a la humanidad. Que hubiese bajas en una guerra era en cierto modo aceptable, pero lo que aquella loca quería hacer era una masacre.
-¡Tú!- grité a la vez que disparaba un dial de fulgor en su dirección para llamar su atención. -Hablas como si fuese superior a todos los demás, pero posiblemente seas elser más despreciable que he visto nunca. Hablas de lo nocivos que son aquellos que han venido a conquistar el trono de Síderos, pero ¿qué hay de aquellos que se han visto atrapados en una guerra que nunca desearon? ¿Qué hay de todos aquellos inocentes que morirán por tu culpa? Una vez hayas acabado con todos ellos, ¿qué será de la nación que un día creció en estas tierras? ¡No quedará nada! Si realmente crees que así lograrás que esta civilización vuelva a ser lo que era es que estás tan loca como pareces.- comencé intentando que se diese cuenta del sinsentido que pretendía crear.
Tras esto activé el amplificador de reacciones de mi chip cerebral para estar listo para responder en caso de que mis palabras me enfureciesen y me atacase. El discurso me había sonado bien, pero tampoco esperaba que surtiese mucho efecto en la angelical asesina. Este había sido más bien un previo para que los pretores se diesen cuenta de la auténtica amenaza que suponía aquella mujer. Hasta ahora habían estado discutiendo entre ellos, ignorando el hecho de que, aunque para ellos podía no ser una amenaza, todo el resto del mundo en la isla estaba bajo riesgo de muerte. Yo por mi parte no tenía pensado acabar mis días allí, por lo que decidí aprovechar la oportunidad para acabar con el mayor peligro presente.
-Y vosotros, pretores. Que se supone que vais a gobernar si dejáis que arrase lo que queda de la nación. Podrías comportaros como auténticos líderes y mostrar que realmente merecéis tal honor.- dije fríamente dirigiéndome a ellos esperando que el orgullo les hiciese actuar correctamente.- Dejad a un lado vuestras diferencias. Si realmente queréis el bien de la nación, debéis hacer lo que sea más justo para todos y cada uno de sus ciudadanos, no actuar de forma egoísta intentando moldearla a vuestro gusto.- continué procurando hacerles ver que debían colaborar por el bien de todos.
Dicho esto pude ver cómo un rayo tremendo hizo añicos parte de la catedral que se encontraba a unos metros de nuestra posición. Sin duda algo estaba sucediendo en aquel lugar, aunque no me centré mucho en eso. Había sido algo impactante, pero aún tenía que estar atento a lo que sucedía en la plaza en la que me encontraba. Un usuario de zoan se había adelantado y se había lanzado al ataque. Al parecer no era el único que estaba disgustado con la actitud de la mujer alada. Esto me alegraba bastante, pues significaba que mis ideas no eran tan alocadas. Sin embargo, no podía evitar preocuparme de por la reacción de los pretores. Al fin y al cabo ellos iban a ser los más relevantes en el resultado final de los acontecimientos, no sólo porque se suponía que eran los más poderosos, si no porque de ellos dependía el resurgimiento de la Síderos.
Avanzando por la la plaza llegué hasta las puertas del palacio. Allí un grupo de gente se estaba reuniendo ante la mujer alada que quería acabar con todo el mundo en la isla. Por lo que escuché de la regañina que esta estaba soltando a tres de ellos intuí que estos eran los pretores. Faltaban dos, por lo que supuse que habrían caído en batalla antes de llegar aquí. Me alegraba de que uno de ellos fuera el maldito líder de Zal, nada bueno habría pasado si él hubiese estado allí. En cuanto al otro que falta no sabría decir quién era, aunque sabía que no era el jefe de Sarka ya que ese era sin duda el hombre con armadura mecánica que se encontraba enfrente de mí. La verdad es que tampoco tenía mucha importancia quién fuera quién, tan sólo que se encontraban todos reunidos recibiendo los reproches de aquella potencial genocida.
No respetaba a los pretores, pero excepto Ruk todos habían parecido respetar la vida de los que no estaban involucrados directamente en el conflicto, cosa que la angelical dama que se encontraba ante ellos no podía decir. Era increíble que se atreviera a cuestionar a aquellos que pretendían ganar la guerra para reconstruir la nación si ella quería hacerla desaparecer completamente. No podía quedarme callado, quizá acabaría muerto por decir la verdad, pero no aguantaba aquella falta de respeto a la vida y a la humanidad. Que hubiese bajas en una guerra era en cierto modo aceptable, pero lo que aquella loca quería hacer era una masacre.
-¡Tú!- grité a la vez que disparaba un dial de fulgor en su dirección para llamar su atención. -Hablas como si fuese superior a todos los demás, pero posiblemente seas elser más despreciable que he visto nunca. Hablas de lo nocivos que son aquellos que han venido a conquistar el trono de Síderos, pero ¿qué hay de aquellos que se han visto atrapados en una guerra que nunca desearon? ¿Qué hay de todos aquellos inocentes que morirán por tu culpa? Una vez hayas acabado con todos ellos, ¿qué será de la nación que un día creció en estas tierras? ¡No quedará nada! Si realmente crees que así lograrás que esta civilización vuelva a ser lo que era es que estás tan loca como pareces.- comencé intentando que se diese cuenta del sinsentido que pretendía crear.
Tras esto activé el amplificador de reacciones de mi chip cerebral para estar listo para responder en caso de que mis palabras me enfureciesen y me atacase. El discurso me había sonado bien, pero tampoco esperaba que surtiese mucho efecto en la angelical asesina. Este había sido más bien un previo para que los pretores se diesen cuenta de la auténtica amenaza que suponía aquella mujer. Hasta ahora habían estado discutiendo entre ellos, ignorando el hecho de que, aunque para ellos podía no ser una amenaza, todo el resto del mundo en la isla estaba bajo riesgo de muerte. Yo por mi parte no tenía pensado acabar mis días allí, por lo que decidí aprovechar la oportunidad para acabar con el mayor peligro presente.
-Y vosotros, pretores. Que se supone que vais a gobernar si dejáis que arrase lo que queda de la nación. Podrías comportaros como auténticos líderes y mostrar que realmente merecéis tal honor.- dije fríamente dirigiéndome a ellos esperando que el orgullo les hiciese actuar correctamente.- Dejad a un lado vuestras diferencias. Si realmente queréis el bien de la nación, debéis hacer lo que sea más justo para todos y cada uno de sus ciudadanos, no actuar de forma egoísta intentando moldearla a vuestro gusto.- continué procurando hacerles ver que debían colaborar por el bien de todos.
Dicho esto pude ver cómo un rayo tremendo hizo añicos parte de la catedral que se encontraba a unos metros de nuestra posición. Sin duda algo estaba sucediendo en aquel lugar, aunque no me centré mucho en eso. Había sido algo impactante, pero aún tenía que estar atento a lo que sucedía en la plaza en la que me encontraba. Un usuario de zoan se había adelantado y se había lanzado al ataque. Al parecer no era el único que estaba disgustado con la actitud de la mujer alada. Esto me alegraba bastante, pues significaba que mis ideas no eran tan alocadas. Sin embargo, no podía evitar preocuparme de por la reacción de los pretores. Al fin y al cabo ellos iban a ser los más relevantes en el resultado final de los acontecimientos, no sólo porque se suponía que eran los más poderosos, si no porque de ellos dependía el resurgimiento de la Síderos.
- Raghersir Plaza de los pretores:
- Avanzar desviando las últimas plumas con mis sinawali. Admirar de lejos la batalla de la catedral. Llegar a la plaza de los pretores e indignarme por las palabras de la ángel. Disparar a la mujer con alas un dial de fulgor para llamar la su atención y soltarle un discurso sobre lo mala que es. Dirigirme a los pretores e instarles a colaborar para eliminar la amenaza y hacer lo mejor para la nación. Ver a Zane lanzarse al ataque y los rayos producidas por Dexter.
Alexandra Silvercat
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- No te lo discutiré. - Respondí no sin cierta alegría tras estrechar la mano del pelirrojo.
Al parecer necesitaba de alguna especie de droga para poder potenciarse a sí mismo, pues le vi ingerir una pastilla amarilla que no supe reconocer. Había oído hablar de demasiados medicamentos y potenciadores extraños, así que no podía saber sin más detalles qué clase de sustancia era aquella. Aun así estaba segura de que no sería algo perfecto, esas cosas suelen tener efectos secundarios o perjudiciales en el cuerpo del consumidor, y si Eichi estaba dispuesto a tomar ese riesgo con tal de llegar antes y salvar Síderos, eso demostraba lo férrea que era su determinación, y la razón principal de que lo admirase.
"No puedo ser menos." Pensé, desplegando un par de alas blancas en mi espalda. Intentaría conseguir un poco de velocidad extra batiéndolas mientras volaba, incluso si no las necesitaba y solo servían de adorno... Un adorno que no me solía gustar demasiado llevar, pero por esta vez haría la vista gorda ya que se trataba de una situación excepcional.
Al despegar el vuelo, pusimos rumbo rápidamente hacia todavía más el centro de la ciudad: la mujer-ángel de antes había sobrevolado aquella zona, y podía asumir que seguiría en las inmediaciones si pretendía evitar que los pretores se alzaran gobernantes de Síderos. Al fin y al cabo para esto supuestamente tenían que sentarse en algo así como un trono, según tenía entendido y si la memoria no me fallaba... ¿Y qué mejor lugar en una isla cuya forma era tan curiosa que en pleno centro para poner dicho lugar de poder?
Mientras nos acercábamos, pasamos por encima de diversas escenas que me forcé a ignorar, pues si bien me dolía pensar que estaba abandonando a aquella gente, realmente lo que iba a hacer era intentar asegurarme de que pudieran sobrevivir. De nada me serviría ayudarlos ahora si luego caía Fuego Sagrado del cielo y ardía todo lo que abarcaba la vista y más. "Prioridades, Alex... La eficiencia es lo más importante ahora, recuerda el entrenamiento de Agente..." Pensé, centrándome en un gran edificio que había algo más allá, parecido a una iglesia o una catedral. Llamaba la atención sobre el resto de edificios, así que tal vez fuera ese el punto que buscábamos.
Y como confirmando mis sospechas, prácticamente al momento de verlo, el edificio recibió el impacto de un enorme relámpago. No, llamarlo solo relámpago sería quedarse corta... Aquella columna luminosa duró bastante tiempo para ser simplemente un relámpago, y tenía pinta de ser bastante potente, a juzgar por su tamaño y luminosidad. El mortal rayo gigante cayó sobre la catedral, derruyendo por completo la parte superior de esta y una buena porción del resto de la edificación. "Mierda. ¿Llegamos tarde?" Pensé alarmada mientras aceleraba aún más, suponiendo que aquello sería cosa del "ángel falso". Aunque se parecía bastante a la otra columna eléctrica que vimos a lo lejos cuando salimos por primera vez de la Capital.
No importaba, lo relevante era que definitivamente aquel sitio era uno a tener en cuenta, sobretodo al ver la multitud de gente a los alrededores. Peleaban entre todos contra golems gigantes, muy similares (si no los mismos) al que me había encontrado yo previamente. Y al parecer incluso entre tantos les estaba costando... Parece que había tomado una buena decisión al huir de aquel lugar la primera vez. Aunque esta vez tendría que ignorarlos también, no estaba segura de poder hacer algo contra aquellas moles, salvo molestar al resto de combatientes con mi presencia... además de que seguía teniendo que buscar directamente a la mujer alada.
Al parecer necesitaba de alguna especie de droga para poder potenciarse a sí mismo, pues le vi ingerir una pastilla amarilla que no supe reconocer. Había oído hablar de demasiados medicamentos y potenciadores extraños, así que no podía saber sin más detalles qué clase de sustancia era aquella. Aun así estaba segura de que no sería algo perfecto, esas cosas suelen tener efectos secundarios o perjudiciales en el cuerpo del consumidor, y si Eichi estaba dispuesto a tomar ese riesgo con tal de llegar antes y salvar Síderos, eso demostraba lo férrea que era su determinación, y la razón principal de que lo admirase.
"No puedo ser menos." Pensé, desplegando un par de alas blancas en mi espalda. Intentaría conseguir un poco de velocidad extra batiéndolas mientras volaba, incluso si no las necesitaba y solo servían de adorno... Un adorno que no me solía gustar demasiado llevar, pero por esta vez haría la vista gorda ya que se trataba de una situación excepcional.
Al despegar el vuelo, pusimos rumbo rápidamente hacia todavía más el centro de la ciudad: la mujer-ángel de antes había sobrevolado aquella zona, y podía asumir que seguiría en las inmediaciones si pretendía evitar que los pretores se alzaran gobernantes de Síderos. Al fin y al cabo para esto supuestamente tenían que sentarse en algo así como un trono, según tenía entendido y si la memoria no me fallaba... ¿Y qué mejor lugar en una isla cuya forma era tan curiosa que en pleno centro para poner dicho lugar de poder?
Mientras nos acercábamos, pasamos por encima de diversas escenas que me forcé a ignorar, pues si bien me dolía pensar que estaba abandonando a aquella gente, realmente lo que iba a hacer era intentar asegurarme de que pudieran sobrevivir. De nada me serviría ayudarlos ahora si luego caía Fuego Sagrado del cielo y ardía todo lo que abarcaba la vista y más. "Prioridades, Alex... La eficiencia es lo más importante ahora, recuerda el entrenamiento de Agente..." Pensé, centrándome en un gran edificio que había algo más allá, parecido a una iglesia o una catedral. Llamaba la atención sobre el resto de edificios, así que tal vez fuera ese el punto que buscábamos.
Y como confirmando mis sospechas, prácticamente al momento de verlo, el edificio recibió el impacto de un enorme relámpago. No, llamarlo solo relámpago sería quedarse corta... Aquella columna luminosa duró bastante tiempo para ser simplemente un relámpago, y tenía pinta de ser bastante potente, a juzgar por su tamaño y luminosidad. El mortal rayo gigante cayó sobre la catedral, derruyendo por completo la parte superior de esta y una buena porción del resto de la edificación. "Mierda. ¿Llegamos tarde?" Pensé alarmada mientras aceleraba aún más, suponiendo que aquello sería cosa del "ángel falso". Aunque se parecía bastante a la otra columna eléctrica que vimos a lo lejos cuando salimos por primera vez de la Capital.
No importaba, lo relevante era que definitivamente aquel sitio era uno a tener en cuenta, sobretodo al ver la multitud de gente a los alrededores. Peleaban entre todos contra golems gigantes, muy similares (si no los mismos) al que me había encontrado yo previamente. Y al parecer incluso entre tantos les estaba costando... Parece que había tomado una buena decisión al huir de aquel lugar la primera vez. Aunque esta vez tendría que ignorarlos también, no estaba segura de poder hacer algo contra aquellas moles, salvo molestar al resto de combatientes con mi presencia... además de que seguía teniendo que buscar directamente a la mujer alada.
- Resumen PP (poder pelirrojo):
- - (antes) Reaccionar ante la visión, pedirle ayuda a Eichi y transformarme en híbrida de nuevo.
- (ahora) Volar a gran velocidad hacia la Catedral, guiada por el rayo de Dexter, y buscar desde el aire a la mujer ángel de antes por los alrededores, evitando en lo posible acercarme a las estatuas o la gente que pelea contra ellas al recordar lo que pasó la última vez que me enfrenté a una.
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La primera vez que lo vi, fueron sus palabras las que me hicieron comprender que mi espada solo se utilizaría en favor de los Crimson Wolves. Aquel hombre no solo era bueno en el combate, su labia se encontraba más allá de lo que podía haber imaginado.* Realmente me gustaría ser como él… *envainé mi espada mientras observaba al hombre de los tatuajes reflexionar.
Las siguientes palabras de Kimura fueron dirigidas a nosotros. Era obvio que más adelante surgirían problemas que pondrían a prueba nuestro temple.- Yo… -no puedo mentir, por un momento me quedé sin palabras, tenía miedo, miedo de morir en una guerra en la cual me había metido sin siquiera conocer a mis enemigos y lo que era peor, sin conocer a mis supuestos aliados.
Yoshi no perdió tiempo en dar a conocer su respuesta. Estoy seguro que no soy el único al cual aquello no le sorprendió, después de todo ambos compartían una unión más íntima y era obvio que la joven no dejaría que el capitán caminara solo hacia los brazos de la muerte.
Apreté mi puño con tanta fuerza que mis uñas provocaron pequeñas heridas.* ¿Estar lejos de las personas importantes para mí? *no cometería el mismo error 2 veces, esta vez estaría ahí para ayudar a mis seres queridos. Dejé de apretar mi puño y en mi rostro se formó una sonrisa.- ¿No hay ordenes? En ese caso por propia voluntad decido acompañar a mi capitán. –aun sí Kimura decía que era mejor que huyéramos, no podría ser capaz de mirar ninguno de los Crimson Wolves si decidía huir.* Incluso si tengo que ir al infierno, siempre estaré ahí para apoyarlos en lo que pueda.
El capitán nuevamente comenzó a hablar con los hombres, quienes parecieron tomar la decisión de retirarse pacíficamente. La joven rubia se apresuró a alcanzarlos y pareció darles algo.* ¿Sangre? *me pareció notar una pequeña mancha. Antes de pedirle a la joven que me dejara examinarla, se presentó alguien a quien no esperaba ver, al menos no en ese momento.
Gusi había aparecido, lo cual sería bueno de no ser por el hecho de su aspecto actual. Su rostro se encontraba manchado de sangre, aunque no parecía haber heridas que provocaran ese sangrado. Antes de poder realizar una mejor evaluación, el teniente se desplomó en el suelo.
Corrí detrás de Yoshi con intención de auxiliar a mi nakama, y en el momento que estuvimos cerca del peliblanco… Toda la preocupación desapareció de golpe, me limité a mirar a Yoshi pateando a Gusi mientras le reclamaba por la broma.
Dejando lo anterior de lado, Gusi comenzó a explicarnos todo lo sucedido mientras estuvo solo. Me quedé sin habla al escuchar sobre su pérdida. Parecía haber recibido un tratamiento adecuado, o de lo contrario no podría entender cómo diablos era capaz de caminar o incluso realizar una broma tan pesada.
El otro punto de interés tenía que ver con lo relacionado con el enemigo.* No pienso retractarme. *sería difícil, pero no dejaría a mis compañeros.
Al ver de nuevo la sangre en el rostro de Gusi recordé a la ex-cazadora. Me acerqué a ella y pedí que me permitiera revisarla, le explicaría que creía haber visto algo de sangre y en caso de haber una herida, que me permitiera realizar primeros auxilios. Claro que si ella afirmaba no tener nada o se negaba, yo no insistiría.
Las siguientes palabras de Kimura fueron dirigidas a nosotros. Era obvio que más adelante surgirían problemas que pondrían a prueba nuestro temple.- Yo… -no puedo mentir, por un momento me quedé sin palabras, tenía miedo, miedo de morir en una guerra en la cual me había metido sin siquiera conocer a mis enemigos y lo que era peor, sin conocer a mis supuestos aliados.
Yoshi no perdió tiempo en dar a conocer su respuesta. Estoy seguro que no soy el único al cual aquello no le sorprendió, después de todo ambos compartían una unión más íntima y era obvio que la joven no dejaría que el capitán caminara solo hacia los brazos de la muerte.
Apreté mi puño con tanta fuerza que mis uñas provocaron pequeñas heridas.* ¿Estar lejos de las personas importantes para mí? *no cometería el mismo error 2 veces, esta vez estaría ahí para ayudar a mis seres queridos. Dejé de apretar mi puño y en mi rostro se formó una sonrisa.- ¿No hay ordenes? En ese caso por propia voluntad decido acompañar a mi capitán. –aun sí Kimura decía que era mejor que huyéramos, no podría ser capaz de mirar ninguno de los Crimson Wolves si decidía huir.* Incluso si tengo que ir al infierno, siempre estaré ahí para apoyarlos en lo que pueda.
El capitán nuevamente comenzó a hablar con los hombres, quienes parecieron tomar la decisión de retirarse pacíficamente. La joven rubia se apresuró a alcanzarlos y pareció darles algo.* ¿Sangre? *me pareció notar una pequeña mancha. Antes de pedirle a la joven que me dejara examinarla, se presentó alguien a quien no esperaba ver, al menos no en ese momento.
Gusi había aparecido, lo cual sería bueno de no ser por el hecho de su aspecto actual. Su rostro se encontraba manchado de sangre, aunque no parecía haber heridas que provocaran ese sangrado. Antes de poder realizar una mejor evaluación, el teniente se desplomó en el suelo.
Corrí detrás de Yoshi con intención de auxiliar a mi nakama, y en el momento que estuvimos cerca del peliblanco… Toda la preocupación desapareció de golpe, me limité a mirar a Yoshi pateando a Gusi mientras le reclamaba por la broma.
Dejando lo anterior de lado, Gusi comenzó a explicarnos todo lo sucedido mientras estuvo solo. Me quedé sin habla al escuchar sobre su pérdida. Parecía haber recibido un tratamiento adecuado, o de lo contrario no podría entender cómo diablos era capaz de caminar o incluso realizar una broma tan pesada.
El otro punto de interés tenía que ver con lo relacionado con el enemigo.* No pienso retractarme. *sería difícil, pero no dejaría a mis compañeros.
Al ver de nuevo la sangre en el rostro de Gusi recordé a la ex-cazadora. Me acerqué a ella y pedí que me permitiera revisarla, le explicaría que creía haber visto algo de sangre y en caso de haber una herida, que me permitiera realizar primeros auxilios. Claro que si ella afirmaba no tener nada o se negaba, yo no insistiría.
- Resumen Balt. C.W.:
- -Impresionarme por las capacidades de dialogo de Kimura. -Creer haber visto sangre en el uniforme de Yoshi. -Decidir seguir a Kimura. -Odiar un poco a Gusi. -Pedirle a Yoshi que me deje revisarla y en caso de haber una herida (o que me deje revisarla) realizar primeros auxilios.
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El anciano no respondió. De hecho, solo guardó silencio. Desactivo su comunicador y se quedó viendo a Deathstroke con calma. Su haki estaba activado, después de todo, no había olvidado que estaba en una guerra. ”¿Por qué? ¿Sigues aquí?” – pensó un poco decaído al sentir la presencia de Milena. La conocía de sobra, sabía que era ella, de reojo miró en su dirección y notó que estaba peleando y con una espada nueva. ¿De dónde carajos la habría conseguido? Negó con la cabeza y se quedó esperando la respuesta de su subcapitán.
– No jodas…
Susurró al ver las intenciones de él. Sacó sus espadas y bloqueó ese ataque. Esos tres segundos fueron más que suficientes para hacerlo. Aprovecho la fuerza y retrocedió un par de metros. ¿Por qué lo atacaba? ¿No eran nakamas? Lo miró de forma confusa, ¿qué le estaría pasando? No lo iba a atacar. No atacaba a sus propios camaradas… ”Excepto a Dexter… Pero eso es otra historia.” – pensó recordando que lo había atacado en Little Garden. Aunque claro, era lo que tenía pensar en que estaba efectos de alguna droga que lo estaba haciendo ver cosas fuera de la realidad.
– ¿Qué sucede? ¿Por qué me atacas? ¿Acaso no me recuerdas? – lo interrogó, sin bajar sus espadas. Estaba preparado para cualquier cosa. – Soy Ushio. Tu nakama, ¿verdad? Déjate de tonterías – su tono era bastante serio, al igual que su mirada. No era un juego divertido. – Anda, vamos. Tenemos que llegar a la ciudad. Dexter nos necesita – esperaba que con sus palabras entrara en razón. – Hagamos como que esto nunca pasó. No fue nada grave. Vamos, subcapitán. – Le dijo bajando un poco la seriedad y finalizó mostrando una sonrisa.
Se acercó al anciano. Esperaba que entendiera la situación y no hiciera nada. Era su propio nakama y podía resolver ese tipo de cosas sin tener que recurrir a la violencia. Quizá estaba bajo el efecto de algún ataque enemigo o alguna Akuma no mi. Suspiró con calma y se ganó un par de pasos delante del anciano, sin quitarle la mirada a su compañero.
– No hagas nada, ¿vale? – le susurró. – Ya suficiente tengo con que Dexter convoque tormentas de rayos. – Había mirado la intensa luz que había caído en un único punto. ¿Tan dura sería su batalla? Por sus palabras anteriores, estaba claro que su rival era Beros. ¿Estarían luchando? Tenía que acabar rápido con todo y llegar ahí cuanto antes. Esperaría la respuesta de su nakama y actuaría acorde a lo que hiciera. ¿Lo volvería a atacar?
– No jodas…
Susurró al ver las intenciones de él. Sacó sus espadas y bloqueó ese ataque. Esos tres segundos fueron más que suficientes para hacerlo. Aprovecho la fuerza y retrocedió un par de metros. ¿Por qué lo atacaba? ¿No eran nakamas? Lo miró de forma confusa, ¿qué le estaría pasando? No lo iba a atacar. No atacaba a sus propios camaradas… ”Excepto a Dexter… Pero eso es otra historia.” – pensó recordando que lo había atacado en Little Garden. Aunque claro, era lo que tenía pensar en que estaba efectos de alguna droga que lo estaba haciendo ver cosas fuera de la realidad.
– ¿Qué sucede? ¿Por qué me atacas? ¿Acaso no me recuerdas? – lo interrogó, sin bajar sus espadas. Estaba preparado para cualquier cosa. – Soy Ushio. Tu nakama, ¿verdad? Déjate de tonterías – su tono era bastante serio, al igual que su mirada. No era un juego divertido. – Anda, vamos. Tenemos que llegar a la ciudad. Dexter nos necesita – esperaba que con sus palabras entrara en razón. – Hagamos como que esto nunca pasó. No fue nada grave. Vamos, subcapitán. – Le dijo bajando un poco la seriedad y finalizó mostrando una sonrisa.
Se acercó al anciano. Esperaba que entendiera la situación y no hiciera nada. Era su propio nakama y podía resolver ese tipo de cosas sin tener que recurrir a la violencia. Quizá estaba bajo el efecto de algún ataque enemigo o alguna Akuma no mi. Suspiró con calma y se ganó un par de pasos delante del anciano, sin quitarle la mirada a su compañero.
– No hagas nada, ¿vale? – le susurró. – Ya suficiente tengo con que Dexter convoque tormentas de rayos. – Había mirado la intensa luz que había caído en un único punto. ¿Tan dura sería su batalla? Por sus palabras anteriores, estaba claro que su rival era Beros. ¿Estarían luchando? Tenía que acabar rápido con todo y llegar ahí cuanto antes. Esperaría la respuesta de su nakama y actuaría acorde a lo que hiciera. ¿Lo volvería a atacar?
- Zilda?:
- Defenderme del ataque de Deathstroke (haki mantra superior) No atacar y esperar su respuesta. Asombrarse ante lo que hizo Dexter y quedar atento a lo que pasara a su alrededor.
Alice Branwen
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Alice frunció el ceño y chasqueó su lengua al ver que su ataque no había funcionado. Ella era una agente más del montón, y pese a eso había decido a pelear claramente lo que parecía ser un combate imposible, al menos para ella. ¿Por qué decidió unirse entonces? Simplemente porque odiaba sentirse inútil. Todas sus peleas habían sido una decepción hasta ahora. Kasai, Alex, Misa (pese a que dio pelea)... Y lo más importante, su encuentro con Jin. Nunca antes se había tenido tan impotente como aquel día. Ni siquiera durante su estadía en la prisión de los nobles, se había sentido así. Incluso la parte de ella que mantenía oculta había salido a flote, sin que pudiera haber hecho nada. No, no iba a echarse para atrás. No esta vez, pelearía aunque supiera que no tenía nada que hacer en medio de todos estos monstruos.
– Es hora de despertar, Alice – le dijo esa vocecilla en su mente, pero por primera vez... No le ignoró. Simplemente aceptó esa parte de ella para poder centrarse en su pelea con la armadura. Ya no iba a dudar, pese a la adversidad.
Sacó una pastilla roja de sus bolsillos y se la echó a la boca. Pelearía con todo lo que tenía en su arsenal. Inmediatamente, cambió a una forma mucho más robusta. Esta era mucho más resistente, fuerte y grande que su forma completa original. Además de eso, un aura azulada empezó a cubrir su cuerpo. Incluso sus tantos se vieron afectados por esto, alargando su filo original. Sabía de sobra que usar todas sus técnicas de una, podía ser un suicidio, pero a estas alturas... estaba dispuesta a todo.
– Aquí vamos –
Usando el soru, desapareció del lugar y apareció justo frente al casco de la armadura. Sin decir otra palabra, empuñó con firmeza sus armas y empezó con su ataque. Fueron nueve cortes en total, todos fueron dados al mismo lugar para poder enfocar todos sus ataques y hacerlos más efectivos. En su noveno asalto, en vez de cortar como lo hacía normalmente, intentó perforar uno de sus tantos en el casco de la armadura. Funcionara o no su ataque, volvería a su forma luchadora y se apartaría usando el Soru en caso que aquella cosa empezara a responder.
– Es hora de despertar, Alice – le dijo esa vocecilla en su mente, pero por primera vez... No le ignoró. Simplemente aceptó esa parte de ella para poder centrarse en su pelea con la armadura. Ya no iba a dudar, pese a la adversidad.
Sacó una pastilla roja de sus bolsillos y se la echó a la boca. Pelearía con todo lo que tenía en su arsenal. Inmediatamente, cambió a una forma mucho más robusta. Esta era mucho más resistente, fuerte y grande que su forma completa original. Además de eso, un aura azulada empezó a cubrir su cuerpo. Incluso sus tantos se vieron afectados por esto, alargando su filo original. Sabía de sobra que usar todas sus técnicas de una, podía ser un suicidio, pero a estas alturas... estaba dispuesta a todo.
– Aquí vamos –
Usando el soru, desapareció del lugar y apareció justo frente al casco de la armadura. Sin decir otra palabra, empuñó con firmeza sus armas y empezó con su ataque. Fueron nueve cortes en total, todos fueron dados al mismo lugar para poder enfocar todos sus ataques y hacerlos más efectivos. En su noveno asalto, en vez de cortar como lo hacía normalmente, intentó perforar uno de sus tantos en el casco de la armadura. Funcionara o no su ataque, volvería a su forma luchadora y se apartaría usando el Soru en caso que aquella cosa empezara a responder.
- Datos Bélicos:
- - Base: Velocidad [Buey Lv 40], Agilidad [Duelista Lv 40], Poder de Corte [Puro Lv 23], Resistencia [Buey Lv 23]
- Forma Luchadora (FL): Recibe un aumento de 100% tanto en agilidad como velocidad debido a la flexibilidad de la forma.
- Forma Corpulenta (FC): Recibe un aumento de 100% tanto en fuerza como resistencia debido a la corpulencia de la forma.
- Blue Force: Su fuerza aumenta en un 100%. 1/2 post
- Blue Flash: Su velocidad aumenta en un 100%
- Blue Slash: El filo de sus tantos se alargan en 50 centímetros y su poder de corte aumenta en un 100%.
- Multiplicadores totales (FC): Fuerza x18, Resistencia x7, Velocidad x6, Agilidad x2.
- Multiplicadores totales (FL): Fuerza x14, Resistencia x5, Velocidad x8, Agilidad x2.
- Soru
- Pastillas Rumble 2.0: Sus formas duran por 7 post activos, pudiendo cambiar sin mayores dificultades. (Me quedan 19 ahora).
- Busoshoku Haki [Entrenado] 2/5 Asaltos activado.
- Balt:
- Entrar en modo determinante(?) Usar todas sus técnicas y atacar al casco de la armadura usando su forma corpulenta. Una vez hecho eso, retirarse usando el Soru y su forma luchadora.
Ai Nanasaki
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– Menuda decepción – susurró con intranquilidad. No había aparecido nadie y, para rematar, todo se estaba saliendo de control. El ángel, lejos de calmarse, volvió a hablar. Su voz reflejaba su creciente enfado y sus palabras calaban hondo en ella. ¿Qué clase de persona era ella? Al parecer, una muy importante. Después de todo, los pretores estaban nerviosos y sus actos eran un tanto… Extraños. – No nos quedemos de brazos cruzados. Te pondré un nombre – dijo mientras guardaba sus espadas un momento, consciente de que era un tanto peligroso. Se cruzó de piernas sobre el lomo de su nuevo amigo. – Serás… Etto… Selin. Sí… Me gusta ese nombre – volvió a sentarse bien y le volvió a acariciar su cuello. – ¡En marcha, Selin! – Gritó con entusiasmo.
Selin frenó de golpe al ver cómo es que una nube negra se formaba justo arriba de la catedral. Se quedó viendo impactada el espectáculo. ¿Quién estaría ahí dentro? ¿Sería un fenómeno natural? Estaba claro que esa no era una nube cualquiera… Era una de tormenta. Por unos momentos dudó de su destino y se quedó quieta, viendo todo, pensativa. ¿Qué debería hacer? Lo mismo podía usar el caballo para irse, nadie se daría cuenta… No había llamado la atención. Negó con la cabeza, ya era tarde como para retractarse de alguna posibilidad de escapar. Se había cansado de huir. Miró con determinación y notó algo interesante; un caballero de negro estaba viendo la batalla. Sin hacer mucho, por no decir nada. ”Es mío” – se dijo con una extraña sonrisa llena de confianza.
– Vamos. Llévame cerca de él. – Le indicó la dirección y empezaron a moverse.
Volvió a sacar sus espadas. Las dos de antes. Era fuerte, lo sentía en su aura. Normalmente evitaría contactos con gente así, pero ya había enfrentado muchos peligros como para ser la misma niña cobarde de siempre. Esperó un poco y cargó su otra espada con electricidad. Escuchó como las chispas empezaban a llenar la espada. Había escuchado el rayo caer sobre la catedral, pero no le dio mucha importancia. Su mirada estaba fija en el caballero negro. ”Me pregunto si el negro sigue a la moda. Es horrible.” – pensó con una sonrisa. Hizo que el caballo se elevara unos seis o cinco metros más, en diagonal a él. Luego, indicó que bajara a toda velocidad mientras ella iba calculando, lo mejor que podía, el momento exacto para atacar. Volvió a usar las mismas ondas de antes y aprovechando el descenso, intentaría cortarle el pecho en un potente doble corte vertical. Funcionara o no, haría que Selin se alejara unos metros y esperaría el ataque de ese sujeto.
– Yo seré tu oponente. Préparate.
Selin frenó de golpe al ver cómo es que una nube negra se formaba justo arriba de la catedral. Se quedó viendo impactada el espectáculo. ¿Quién estaría ahí dentro? ¿Sería un fenómeno natural? Estaba claro que esa no era una nube cualquiera… Era una de tormenta. Por unos momentos dudó de su destino y se quedó quieta, viendo todo, pensativa. ¿Qué debería hacer? Lo mismo podía usar el caballo para irse, nadie se daría cuenta… No había llamado la atención. Negó con la cabeza, ya era tarde como para retractarse de alguna posibilidad de escapar. Se había cansado de huir. Miró con determinación y notó algo interesante; un caballero de negro estaba viendo la batalla. Sin hacer mucho, por no decir nada. ”Es mío” – se dijo con una extraña sonrisa llena de confianza.
– Vamos. Llévame cerca de él. – Le indicó la dirección y empezaron a moverse.
Volvió a sacar sus espadas. Las dos de antes. Era fuerte, lo sentía en su aura. Normalmente evitaría contactos con gente así, pero ya había enfrentado muchos peligros como para ser la misma niña cobarde de siempre. Esperó un poco y cargó su otra espada con electricidad. Escuchó como las chispas empezaban a llenar la espada. Había escuchado el rayo caer sobre la catedral, pero no le dio mucha importancia. Su mirada estaba fija en el caballero negro. ”Me pregunto si el negro sigue a la moda. Es horrible.” – pensó con una sonrisa. Hizo que el caballo se elevara unos seis o cinco metros más, en diagonal a él. Luego, indicó que bajara a toda velocidad mientras ella iba calculando, lo mejor que podía, el momento exacto para atacar. Volvió a usar las mismas ondas de antes y aprovechando el descenso, intentaría cortarle el pecho en un potente doble corte vertical. Funcionara o no, haría que Selin se alejara unos metros y esperaría el ataque de ese sujeto.
– Yo seré tu oponente. Préparate.
- Balt… En algún lugar rondeando la catedral:
- Ponerle nombre a su transporte. Decidir atacar al general de Meln.
- Datos bélicos:
- Power Ups pasivos: x1.5 reflejos, x1.5 velocidad, x1.5 agilidad, x1.5 resistencia.
Forma humana de su fruta: x10 reflejos, agilidad, velocidad. X8 fuerza.
Total: x15 reflejos, velocidad, agilidad, x8 fuerza y x1.5 resistencia (todo sobre la base de un humano normal)
Kenbunshoku Haki Desarrollado.
Denki No Kami (su espada nueva): Al usar esta espada, Ai es capaz de liberar ondas de electricidad. Estas ondas alcanzan los 40 m/s y tienen un alcance de hasta 40 metros. Esta espada tiene un filo tan afilado, que puede cortar acero como si fuera papel. Además, la hoja siempre esta electrificada, por lo que sus cortes son siempre cargados en electricidad y son capaces de dejar la zona que corta dormida por dos post. Es de calidad O Wazamono.
Vilya sûlceleb
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La mole de metal, o lo que sea, parece ser bastante más ágil de lo que en un principio pudiera haber creído. Se adelanta a mis movimientos de forma espectacular, tanto, que me pille en medio del vuelo hacía su cabeza con un tremendo golpe que me hace retroceder en el aire varios metros de distancia. El dolor es agudo, pero no parece que se me haya roto nada, o al menos, eso espero. Aunque seguramente la zona me duela durante muchísimo tiempo. El mayor problema ahora es frenar, extiendo las alas a modo de paracaídas para frenarme. El dolor del pecho se agudiza haciéndome soltar un rugido. A pesar del dolor, consigo frenarme.
Desde mi nueva posición, veo como la catedral sufre cortes, y partes de la misma ceden cayendo al interior. Además, una gigante nube oscura se ha formado sobre la misma. Desde esta nube surge un potente haz de luz blanca, que supongo es un rayo, aunque mucho más potente de lo que jamás hubiera podido imaginar. Tras unos segundos de ceguera, en los que trato de moverme de forma errática, a fin de evitar posibles ataques, recupero la vista para ver como ha quedado de destruida la catedral.
Después de ese espectáculo, me fuerzo a pensar de nuevo en mi combate, esa armadura no se va a destruir solita. Me lanzó hacía el cielo con la intención de descolar a la mole a la que enfrento. Cuando pienso que he subido lo suficiente, trato de colocarme en un punto ciego sobre la cabeza de la misma y salgo disparada de nuevo hacía la estatua. Seguramente a mucha velocidad la pudiera hacer añicos, pero sin duda también me haría añicos yo. Asique esta vez no trato de impactar a mucha velocidad contra el casco de la armadura, aunque de llegar si trato de destrozarlos con las garras.
Desde mi nueva posición, veo como la catedral sufre cortes, y partes de la misma ceden cayendo al interior. Además, una gigante nube oscura se ha formado sobre la misma. Desde esta nube surge un potente haz de luz blanca, que supongo es un rayo, aunque mucho más potente de lo que jamás hubiera podido imaginar. Tras unos segundos de ceguera, en los que trato de moverme de forma errática, a fin de evitar posibles ataques, recupero la vista para ver como ha quedado de destruida la catedral.
Después de ese espectáculo, me fuerzo a pensar de nuevo en mi combate, esa armadura no se va a destruir solita. Me lanzó hacía el cielo con la intención de descolar a la mole a la que enfrento. Cuando pienso que he subido lo suficiente, trato de colocarme en un punto ciego sobre la cabeza de la misma y salgo disparada de nuevo hacía la estatua. Seguramente a mucha velocidad la pudiera hacer añicos, pero sin duda también me haría añicos yo. Asique esta vez no trato de impactar a mucha velocidad contra el casco de la armadura, aunque de llegar si trato de destrozarlos con las garras.
- Exterior catedral:
- Forzarme a frenar a pesar del dolor, ver el espectáculo de luces de Dexter. Ganar altura para tratar de aprovechar algún punto ciego de la armadura para lanzarme a por su cabeza, aunque no a mucha velocidad, no quiero ser papilla de dragona.
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La reacción de la chica fue la esperada por cualquiera que hubiese logrado su meta, mostró una sonrisa tras haber logrado agrietas aquella zona junto a sus compañeros. Entonces pudo notar aquella enorme espada desplazarse hacia ella, levantando algunos pedazos de losas de piedra. No tardó en canalizar su energía a su alrededor, formando una especie de escudo rosado. El impacto fue repelido al menos un veinte por ciento y de esa forma el ataque perdió bastante potencia. La chica salió disparada hacia un lado imbuida en haki armadura y con un terrible dolor de brazos, pues se había cubierto con ellos. Era una sensación demasiado horrible, como si se hubiese fracturado alguno de los brazos, pero no fue así. Apretó los puños con fuerza conteniendo un enorme quejido.
Justo entonces lanzó una potente patada hacia la pared a la que iba, formando una terrible onda de choque que al estallar la mandó a ella contra el suelo. Rodó con algo de agilidad y notando su cuerpo dolorido. Pudo ver una especie de estatua frente a la otra en lado del que ella había ido, pues no iba a quedarse quieta en ningún momento y menos pudiendo volar. Empezó a jadear un poco mientras observaba al pretor caer al suelo y murmurar cosas extrañas. Lo que más llamó la atención de la morena fue el enfado de su capitán. Ella tampoco estaba tan herido y mucho menos la había salvado aquella cosa enorme, ella sola podía salir sin problemas de aquella situación. Notó el aura del dragón volverse más peligrosa y ella misma aumentó su propia aura del “alma rota”. Las venas de sus brazos se marcaron más todavía.
- ¿Qué demonios…?
Susurró al ver las auras que envolvían al yonkou. Sin pensárselo salió volando hacia el techo, atravesándolo imbuida en su aura explosiva y quedando sobre los cielos. La pirata se movió a un lado y se mantuvo alejada mientras miraba un poco desde lejos la situación. Esperando a meterse en cuanto pasase algo. Quedó deslumbrada por el enorme foco azulado que salió de los cielos, impactando de aquella forma contra el edificio y arrasando a su alrededor. Ella fue desplazada hacia atrás por el impacto, pero aun así se mantuvo firme mirando desde lejos con el ceño fruncido y sus energías recorriendo sus brazos en forma de auras.
Justo entonces lanzó una potente patada hacia la pared a la que iba, formando una terrible onda de choque que al estallar la mandó a ella contra el suelo. Rodó con algo de agilidad y notando su cuerpo dolorido. Pudo ver una especie de estatua frente a la otra en lado del que ella había ido, pues no iba a quedarse quieta en ningún momento y menos pudiendo volar. Empezó a jadear un poco mientras observaba al pretor caer al suelo y murmurar cosas extrañas. Lo que más llamó la atención de la morena fue el enfado de su capitán. Ella tampoco estaba tan herido y mucho menos la había salvado aquella cosa enorme, ella sola podía salir sin problemas de aquella situación. Notó el aura del dragón volverse más peligrosa y ella misma aumentó su propia aura del “alma rota”. Las venas de sus brazos se marcaron más todavía.
- ¿Qué demonios…?
Susurró al ver las auras que envolvían al yonkou. Sin pensárselo salió volando hacia el techo, atravesándolo imbuida en su aura explosiva y quedando sobre los cielos. La pirata se movió a un lado y se mantuvo alejada mientras miraba un poco desde lejos la situación. Esperando a meterse en cuanto pasase algo. Quedó deslumbrada por el enorme foco azulado que salió de los cielos, impactando de aquella forma contra el edificio y arrasando a su alrededor. Ella fue desplazada hacia atrás por el impacto, pero aun así se mantuvo firme mirando desde lejos con el ceño fruncido y sus energías recorriendo sus brazos en forma de auras.
- Interior Catedral:
- Asumir como he visto coherente en lugar de llevarme acciones cerradas, alejarse mientras se queda mirando a una distancia prudente y lista para entrar cuando haya visibilidad.
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Dranser no llegó a cortar nada pese a su monstruosa velocidad, era raro que no siquiera hubiese dañado el pulgar. De todas formas, debido a que una vez que realizó el corte continuó su camino hacia abajo y por lo tanto no recibió ningún golpe. A no ser que ese armadura hubiese lanzando el dedo como una pieza boomerang o algo por el estilo. Acto seguido se quedó mirando la situación desde lejos. Le parecía algo un poco incoherente la situación, pero se las arreglaría para atacar a distancia. Era un espadachín, pero tenía muchísimos recursos. Alzó su arma con calma y después soltó un suspiro.
Ahora aparecía un dragón más en la zona. No le impresionaba mucho, pues ya había un par de ellos por allí y un jodido lobo enorme. Aquello se estaba convirtiendo en un circo gigante y lo siguiente que hizo fue mirar a la estatua con una calma brutal. Entrecerró los ojos con una calma brutal y a continuación empezó a lanzar cortes al aire. En poco tiempo había lanzado quince rápidos tajos. Quince ondas cortantes que se triplicaron en el aire, formando un total de cuarenta y cinco. Estaban imbuidas en haki armadura y todas iban hacia el enorme ser. Apuntó bien para no darle al dragón y tras aquello empezó a volar.
- Esta no es mi guerra, que aburrimiento. Bueno, terminaré de ayudar a la jefa y me largaré a la base. Maldito Krauser… – Susurró entonces de forma calmada.
Lo siguiente que hizo fue dar un bostezo enorme y agitar un poco los brazos. Se quedó mirando a la pelirroja y se mantendría cerca por si necesitaba ayuda en algún momento. Por lo demás, las estatuas parecían estar bien atendidas por el resto de personas que había en la zona. Muchos tíos dando estacazos para su opinión.
Ahora aparecía un dragón más en la zona. No le impresionaba mucho, pues ya había un par de ellos por allí y un jodido lobo enorme. Aquello se estaba convirtiendo en un circo gigante y lo siguiente que hizo fue mirar a la estatua con una calma brutal. Entrecerró los ojos con una calma brutal y a continuación empezó a lanzar cortes al aire. En poco tiempo había lanzado quince rápidos tajos. Quince ondas cortantes que se triplicaron en el aire, formando un total de cuarenta y cinco. Estaban imbuidas en haki armadura y todas iban hacia el enorme ser. Apuntó bien para no darle al dragón y tras aquello empezó a volar.
- Esta no es mi guerra, que aburrimiento. Bueno, terminaré de ayudar a la jefa y me largaré a la base. Maldito Krauser… – Susurró entonces de forma calmada.
Lo siguiente que hizo fue dar un bostezo enorme y agitar un poco los brazos. Se quedó mirando a la pelirroja y se mantendría cerca por si necesitaba ayuda en algún momento. Por lo demás, las estatuas parecían estar bien atendidas por el resto de personas que había en la zona. Muchos tíos dando estacazos para su opinión.
- Exterior:
- Evitar el ataque (Tras hablar con un adm tuve permiso para asumir las acciones cerradas SOLO en caso de no poder esquivar) atacar desde lejos y vigilar a Aki.
Kaito Kazuki
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El joven cazador llega a una plaza, frente a un ostentoso castillo donde la pretora de Balt sale del carruaje que precedía al espadachín. ¿Cómo no? El joven tendría que haber pensado en ello, en esas situaciones solo aquellos con verdadero poder tienen vehículos y esas criaturas tampoco son muy habituales de ver, al menos Kaito no ha visto ninguna en todo el tiempo que lleva en la isla. 1~ Debí imaginar que alguno de los pretores sería el que fuera en el carruaje… ~| Piensa el cazador mientras observa todo a su alrededor. Un hombre con una espada en forma de sierra y una armadura que le hace más similar a un protagonista de historia de ciencia ficción que a un guerrero en la realidad, aunque el aspecto de su cuerpo y su expresión hacen ver que es un guerrero de gran poder. Mientras tanto la dama pelivioleta descansa sobre el tejado del castillo mientras una niña, que se abstrae y trata de evadir todo lo que sucede, intenta entrar por una enorme puerta sin lograrlo, aquello parece un absurdo acto de una obra surrealista. Kazuki no sabe bien que pinta en aquella situación, pero ya que está allí algo tendrá que hacer. Por suerte las plumas dejan de caer, un peligro menos por el que preocuparse, y las aves se alejan, a saber, a dónde se dirigirán, pero al menos ya no les causarán muchos más problemas a los que quedan allí.
Tras unos intercambios de palabras entre los pretores y la extraña mujer esta última levanta su arma, una espada hermosa que encaja a la perfección con el resto de la armadura y la apariencia de la mujer, que tiene todas las pintas de ser un ángel, aunque Kazuki no confía en nadie, por mucho que se parezca a un ángel. Y tras las palabras que enuncia la pelivioleta se prepara para lo que pueda pasar.
Tras unos intercambios de palabras entre los pretores y la extraña mujer esta última levanta su arma, una espada hermosa que encaja a la perfección con el resto de la armadura y la apariencia de la mujer, que tiene todas las pintas de ser un ángel, aunque Kazuki no confía en nadie, por mucho que se parezca a un ángel. Y tras las palabras que enuncia la pelivioleta se prepara para lo que pueda pasar.
- Solitario(¿Balt?):
- Observar el entorno y prepararse para lo que pueda pasar
Aki D. Arlia
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Aki bajó a tierra al oír aquel sonido metálico. La otra armadura no había reaccionado, pero esta... ¿Qué demonios? Antes de que pudiera comentar nada, alguien saltó y le cortó el... la... de verdad, ¿Qué demonios acababa de observar? Su cara era un poema. Meneó la cabeza y se apartó, dejando que Dranser y el resto de gente que había por la zona continuara atacando. Entonces... no había nadie dentro de las armaduras. Se giró hacia la catedral, acababa de escuchar otro de esos horribles rugidos. La pelea debía de estarse recrudeciendo, no había otra explicación. ¿Estaría Beros resistiendo mucho? Al menos ya no caían plumas asesinas del cielo.
Agarró nuevamente su sai, dispuesta a colarse en la catedral y hacer que el pretor se arrodillara ante ella, pero algo la detuvo. En el cielo, directamente encima del edificio, había una horrible nube negra. Por instinto giró la cabeza, cerrando los ojos instantes antes de que el rayo impactara. Para cuando volvió a mirar de la catedral solo quedaban escombros. La pelirroja observó la escena, impresionada y algo intimidada. No hacía falta acercarse; Beros tendría que ser un dios para haber sobrevivido a algo así. Miro a su alrededor, ¿Las estatuas seguirían moviéndose por su cuenta? Quedarse a averiguarlo parecía inútil. A lo lejos parecía estar pasando algo, podía distinguir un enorme edificio. ¿Podía ser un palacio? Quizás valiera la pena acercarse a ver el espectáculo.
-Silver, aquí no queda mucho que hacer. Voy hacia allá, el resto de los pretores deben estar ahí si es lo que creo. Gracias por tu ayuda, de verdad. Si te apetece acompañarme serás bien recibido, en caso contrario... busca a alguien que te mire esos cortes, por si acaso.
Tras eso se iría volando en dirección a la otra plaza. Al llegar, la escena la dejó un poco descolocada. También allí había gente, y parecían importantes. La dama del cielo... ¿Se dirigía hacia aquí? Podía oír lo que decía y no le dejaba indiferente. La gente del centro, el hombre del brazo mecánico y la niña... ¿Serían otros pretores? Reconocía a Ballarad, el resto le eran completos extraños. Sin embargo su mantra apoyaba la teoría. Aki frunció el ceño. Toda la isla estaba en guerra mientras ellos se gritaban y una niña intentaba colarse en un palacio. ¿Qué clase de comportamiento era ese? ¡Tenían a cientos, por no decir miles, de personas a sus órdenes!
-Hasta aquí hemos llegado.
La súcubo aterrizó en la plaza, a unos metros de los dos pretores. Todavía con los sai en la mano y completamente en guardia, sin olvidarse de la niña, hizo que el deseo que servía sus órdenes aumentara en sus cabezas más y más, hasta el punto de no dejarles pensar. Si funcionaba, lo redigiría hacia el suelo. Que se quedaran allí, lamiendo el polvo de la tierra que tanto ansiaban. No valía la pena, ninguno la valía. Eso se sabía con solo mirarlos.
-La próxima vez deberían investigar a sus mercenarios.
Agarró nuevamente su sai, dispuesta a colarse en la catedral y hacer que el pretor se arrodillara ante ella, pero algo la detuvo. En el cielo, directamente encima del edificio, había una horrible nube negra. Por instinto giró la cabeza, cerrando los ojos instantes antes de que el rayo impactara. Para cuando volvió a mirar de la catedral solo quedaban escombros. La pelirroja observó la escena, impresionada y algo intimidada. No hacía falta acercarse; Beros tendría que ser un dios para haber sobrevivido a algo así. Miro a su alrededor, ¿Las estatuas seguirían moviéndose por su cuenta? Quedarse a averiguarlo parecía inútil. A lo lejos parecía estar pasando algo, podía distinguir un enorme edificio. ¿Podía ser un palacio? Quizás valiera la pena acercarse a ver el espectáculo.
-Silver, aquí no queda mucho que hacer. Voy hacia allá, el resto de los pretores deben estar ahí si es lo que creo. Gracias por tu ayuda, de verdad. Si te apetece acompañarme serás bien recibido, en caso contrario... busca a alguien que te mire esos cortes, por si acaso.
Tras eso se iría volando en dirección a la otra plaza. Al llegar, la escena la dejó un poco descolocada. También allí había gente, y parecían importantes. La dama del cielo... ¿Se dirigía hacia aquí? Podía oír lo que decía y no le dejaba indiferente. La gente del centro, el hombre del brazo mecánico y la niña... ¿Serían otros pretores? Reconocía a Ballarad, el resto le eran completos extraños. Sin embargo su mantra apoyaba la teoría. Aki frunció el ceño. Toda la isla estaba en guerra mientras ellos se gritaban y una niña intentaba colarse en un palacio. ¿Qué clase de comportamiento era ese? ¡Tenían a cientos, por no decir miles, de personas a sus órdenes!
-Hasta aquí hemos llegado.
La súcubo aterrizó en la plaza, a unos metros de los dos pretores. Todavía con los sai en la mano y completamente en guardia, sin olvidarse de la niña, hizo que el deseo que servía sus órdenes aumentara en sus cabezas más y más, hasta el punto de no dejarles pensar. Si funcionaba, lo redigiría hacia el suelo. Que se quedaran allí, lamiendo el polvo de la tierra que tanto ansiaban. No valía la pena, ninguno la valía. Eso se sabía con solo mirarlos.
-La próxima vez deberían investigar a sus mercenarios.
- Plaza Palacio:
- Mirar la situación en la catedral y salir volando a la otra plaza. Tratar de liarla parla haciendo que los pretores se pongan a lamer el suelo. (?)
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El capitán había calculado bien sus pasos y el rugido que soltó le dio de lleno en el pecho de la armadura, además había detenido la espada giratoria, el rugido había resonado bastante fuerte por todo el interior de la catedral dejándome un pequeño pitido durante un par de segundos en los oídos “menos mal que nos alejamos de eso, habría estado en problemas se me hubiese quedado” pensé cuando se me pasó el pitido.
La cosa continuó bastante bien para nosotros, pues aunque me pareció que la ilusión de Hinori no fue creible para nuestro enemigo que encaró a la verdadera en vez de la ilusión, la Hinori verdadera había conseguido acercarse hasta la armadura y le había logrado golpear en el centro del pecho, haciendo que la armadura se resquebrajase y cuando me di cuenta el bosque se había desvanecido, al igual que la Hinori que había creado “¿otra ilusión? Era del capitán o de Beros” me pregunté observando el panorama. Para haber sido un plan un poco improvisado había salido a las mil perfecciones quedando solo el tener que terminar de inutilizarla y con otro buen golpe creía que sería suficiente.
Pero no todo fueron alegrías y en apenas unos segundos la armadura lanzó un tajo a la chica, cortando el suelo y haciendo que el capitán perdiese el equilibrio y cayese al suelo, por mi parte comencé a avanzar a toda velocidad hacia la armadura con la intención de detenerla pero era demasiado tarde, no me daba tiempo a llegar. La joven salió volando hasta chocar contra la pared de la catedral, no me pareció que tuviese ninguna herida a simple vista tan solo el golpe contra la pared, y a la misma velocidad que antes volvió a ir hacia la cocinera de la banda, una velocidad que me resultó imposible de seguir, tocándome ver el que sería el trágico final de la joven. Sin embargo, la joven de alguna forma salió volando hacia el techo de la catedral y la armadura se había quedado quieta.
La armadura se llevó los brazos a la cabeza y comenzó a gritar, como si sufriese por dentro, mientras de las grietas de la armadura salía algo y hacía un agujero en esta. Cayó de rodillas al suelo y por el agujero una sustancia negra con algo más, parecía Beros, y usando el haki de observación pude notar que su presencia era muy débil. Me había quedado paralizado por el extraño cambio de los acontecimientos tan extraños que acababan de pasar cuando escuché mi nombre dentro de mi cabeza, era la voz del capitán aprovechando el vinculo telepático que había abierto antes entre nosotros, su voz era seria y sonaba muy peligrosa, por suerte para mí no era enemigo porque si lo fuese estaría en problemas. Me ordenó llevarme a Hinori fuera y que ayudase en el combate que había fuera, además añadió que no entrase en la catedral hasta que él me lo ordenase.
No quise discutir nada con el yonkou, sin perder ni un segundo busqué a Hinori con la visita y pude ver que había roto el techo de la catedral, estaba fuera y parecía a salvo, luego le haría una revisión por si había tenido algún efecto el ataque de la armadura. Miré una última vez antes de salir al capitán y noté el gran poder que se estaba formando, estando algo más calmado tomé rumbo a la salida de la catedral. En la entrada encontré una túnica, negra con algunas líneas en azul, la cogí y me la puse, tenía bastantes bolsillos dentro de esta y me gustó bastante con tantos bolsillos me permitía llevar más utensilios sin problemas. Una vez fuera de la catedral el tiempo había cambiado drásticamente, pasando de un día normal a un día completamente nublado no nubes de tormenta, ¿sería cosa del capitán? Imaginaba que sí, por lo que usando el poder de mi akuma ayudé a concentrar la electricidad en el punto que se estaba acumulando, luego me preparé para entrar al combate con las armaduras de la plaza.
La cosa continuó bastante bien para nosotros, pues aunque me pareció que la ilusión de Hinori no fue creible para nuestro enemigo que encaró a la verdadera en vez de la ilusión, la Hinori verdadera había conseguido acercarse hasta la armadura y le había logrado golpear en el centro del pecho, haciendo que la armadura se resquebrajase y cuando me di cuenta el bosque se había desvanecido, al igual que la Hinori que había creado “¿otra ilusión? Era del capitán o de Beros” me pregunté observando el panorama. Para haber sido un plan un poco improvisado había salido a las mil perfecciones quedando solo el tener que terminar de inutilizarla y con otro buen golpe creía que sería suficiente.
Pero no todo fueron alegrías y en apenas unos segundos la armadura lanzó un tajo a la chica, cortando el suelo y haciendo que el capitán perdiese el equilibrio y cayese al suelo, por mi parte comencé a avanzar a toda velocidad hacia la armadura con la intención de detenerla pero era demasiado tarde, no me daba tiempo a llegar. La joven salió volando hasta chocar contra la pared de la catedral, no me pareció que tuviese ninguna herida a simple vista tan solo el golpe contra la pared, y a la misma velocidad que antes volvió a ir hacia la cocinera de la banda, una velocidad que me resultó imposible de seguir, tocándome ver el que sería el trágico final de la joven. Sin embargo, la joven de alguna forma salió volando hacia el techo de la catedral y la armadura se había quedado quieta.
La armadura se llevó los brazos a la cabeza y comenzó a gritar, como si sufriese por dentro, mientras de las grietas de la armadura salía algo y hacía un agujero en esta. Cayó de rodillas al suelo y por el agujero una sustancia negra con algo más, parecía Beros, y usando el haki de observación pude notar que su presencia era muy débil. Me había quedado paralizado por el extraño cambio de los acontecimientos tan extraños que acababan de pasar cuando escuché mi nombre dentro de mi cabeza, era la voz del capitán aprovechando el vinculo telepático que había abierto antes entre nosotros, su voz era seria y sonaba muy peligrosa, por suerte para mí no era enemigo porque si lo fuese estaría en problemas. Me ordenó llevarme a Hinori fuera y que ayudase en el combate que había fuera, además añadió que no entrase en la catedral hasta que él me lo ordenase.
No quise discutir nada con el yonkou, sin perder ni un segundo busqué a Hinori con la visita y pude ver que había roto el techo de la catedral, estaba fuera y parecía a salvo, luego le haría una revisión por si había tenido algún efecto el ataque de la armadura. Miré una última vez antes de salir al capitán y noté el gran poder que se estaba formando, estando algo más calmado tomé rumbo a la salida de la catedral. En la entrada encontré una túnica, negra con algunas líneas en azul, la cogí y me la puse, tenía bastantes bolsillos dentro de esta y me gustó bastante con tantos bolsillos me permitía llevar más utensilios sin problemas. Una vez fuera de la catedral el tiempo había cambiado drásticamente, pasando de un día normal a un día completamente nublado no nubes de tormenta, ¿sería cosa del capitán? Imaginaba que sí, por lo que usando el poder de mi akuma ayudé a concentrar la electricidad en el punto que se estaba acumulando, luego me preparé para entrar al combate con las armaduras de la plaza.
- resumen interior de la catedral:
- ver toda la situación, recibir las ordenes del capitán, encontrarme la capa que pedí en la lotería, salir de la catedral, ayudar a reunir electricidad a Dexter y preparme para pelear en la palza
Liv L Astrid
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El hombre de Zal había muerto de una vez, y la batalla de ambos ejércitos seguía aunque notaba que con menos intensidad que antes. El soldado había muerto en el acto tras ese último ataque combinado del marine y mío, el ataque fue tal que no le había dado tiempo ni de sorprenderse del poder del ataque muriendo en el acto con los ojos llenos de odio, un odio que nunca explotaría, de pronto algo comenzó a caer sobre nosotros, comenzó a provocarme cortes.
-Tenkkai – dije en voz baja para adquirir gran resistencia para evitar que me siguiesen haciendo cortes, lo que cayó rebotó en mi cuerpo y luego en el suelo, por lo que pude ver eran unas plumas metálicas.
-Vaya, en vez de agua os llueven plumas metálicas, que pintoresca es esta isla – dijo Trece de forma alegre.
Pensé en la marca e hice que esta se volviese de color verde para que los cortes que había recibido se fuesen curando poco a poco, nunca me había preocupado por esto pero la ropa ya había recibido bastantes cortes y comenzaba a estar hecha una mierda, llena de cortes y con un poco de sangre alrededor de estos por las heridas. Miré al hombre que yacía en el suelo y le clavé una espada en las vertebras del cuello, si estaba aun vivo, aunque lo dudaba, de esa forma me aseguraría para futuros sustos. Luego le di la vuelta y ayudándome de una espada le quité los colmillos superiores y le ofrecí uno al marine como trofeo por el combate y como prueba de que lo había derrotado, el otro me lo guardé en algún bolsillo que aun estuviese en condiciones de guardar algo.
-Es posible que tras los escombros de la muralla haya más diversión, aunque no tengo problemas en seguir aquí, también me lo estoy pasando bien – le dije después de ofrecerle el colmillo y prepararme por si atacaban más bestias.
-Tenkkai – dije en voz baja para adquirir gran resistencia para evitar que me siguiesen haciendo cortes, lo que cayó rebotó en mi cuerpo y luego en el suelo, por lo que pude ver eran unas plumas metálicas.
-Vaya, en vez de agua os llueven plumas metálicas, que pintoresca es esta isla – dijo Trece de forma alegre.
Pensé en la marca e hice que esta se volviese de color verde para que los cortes que había recibido se fuesen curando poco a poco, nunca me había preocupado por esto pero la ropa ya había recibido bastantes cortes y comenzaba a estar hecha una mierda, llena de cortes y con un poco de sangre alrededor de estos por las heridas. Miré al hombre que yacía en el suelo y le clavé una espada en las vertebras del cuello, si estaba aun vivo, aunque lo dudaba, de esa forma me aseguraría para futuros sustos. Luego le di la vuelta y ayudándome de una espada le quité los colmillos superiores y le ofrecí uno al marine como trofeo por el combate y como prueba de que lo había derrotado, el otro me lo guardé en algún bolsillo que aun estuviese en condiciones de guardar algo.
-Es posible que tras los escombros de la muralla haya más diversión, aunque no tengo problemas en seguir aquí, también me lo estoy pasando bien – le dije después de ofrecerle el colmillo y prepararme por si atacaban más bestias.
- resumen Sarka:
- ver el desenlace del combate, protegerme con el Tenkkai de la lluvia de plumas, quitarle los colmillos superiores al soldado que acabamos de cargarnos, proponerle a Venom ir a la ciudad para ver si hay más movida
Helado-chan
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A ver, Neo sabía perfectamente dónde se había metido y que aquello iba a ser peligroso, sí; sabía que, lo más seguro, es que no tuviera tiempo alguno para descansar e, incluso, sabía que podía llegar a recibir heridas graves o a perder la vida. Sí, sabía todo eso y estaba preparado para ello, después de todo, ¿qué era lo peor que podía pasar? Al fin y al cabo para él el mundo era un pequeño patio de recreo en el que jugar.
Lo único que no sabía es que iba a estar siendo llevado de un lado a otro de manera constante como si fuera un niño que no se valía por él mismo. Sí que podía ser verdad que en algún que otro momento había estado un poco en pesca con sus cosas, ¡¿pero en aquella ocasión?! ¡En aquella estaba totalmente atento al robot! ¡Si había sido él el que había propuesto huir como la perra que es! Si es que, estas son las cosas que pasan cuando mides metro cincuenta: que todo el mundo cree que eres un crío.
-Etto... Enano a ángel, enano a ángel... ¿Podrías? No sé... ¿Soltarme? Huir de esta forma es muy incomodo!
Y es que ser arrastrado unos cincuenta metros -si no más- por el cuello de la chaqueta... Pues bueno, hay que admitir que es incómodo. Peeero bueno, acabaron aterrizando lejos del robot y de sus taladros de la muerte. Neo se sacudió el traje blanco de Balt con un sonoro "ejem" y se quedó mirando en la dirección en la que estaba el trozo de metal. Osuka, que se había presentado antes, estaba contactando con algún compañero para ver si conseguía algo de información.
-Sigo pensando que mi idea de correr como cerdas es mejor. Y lo siento por no presentarme antes, Osuka, estaba empanao. Neo, un placer... Si no nos matan y ese tipo de cosas tan chachis. Creo que la próxima dejaré a Shiro elegir el sitio para irnos de vacaciones...
Y nada, ahí estaban. Tres chicos con un robot asesino con taladros a la vuelta de la esquina esperando instrucciones para saber si seguir luchando o huir como si no hubiera un mañana. Neo no estaba haciendo mucho, pero por lo menos estaba atento por si pasaba cualquier cosa.
-Y sigo pensando que mi idea es la clave.
Lo único que no sabía es que iba a estar siendo llevado de un lado a otro de manera constante como si fuera un niño que no se valía por él mismo. Sí que podía ser verdad que en algún que otro momento había estado un poco en pesca con sus cosas, ¡¿pero en aquella ocasión?! ¡En aquella estaba totalmente atento al robot! ¡Si había sido él el que había propuesto huir como la perra que es! Si es que, estas son las cosas que pasan cuando mides metro cincuenta: que todo el mundo cree que eres un crío.
-Etto... Enano a ángel, enano a ángel... ¿Podrías? No sé... ¿Soltarme? Huir de esta forma es muy incomodo!
Y es que ser arrastrado unos cincuenta metros -si no más- por el cuello de la chaqueta... Pues bueno, hay que admitir que es incómodo. Peeero bueno, acabaron aterrizando lejos del robot y de sus taladros de la muerte. Neo se sacudió el traje blanco de Balt con un sonoro "ejem" y se quedó mirando en la dirección en la que estaba el trozo de metal. Osuka, que se había presentado antes, estaba contactando con algún compañero para ver si conseguía algo de información.
-Sigo pensando que mi idea de correr como cerdas es mejor. Y lo siento por no presentarme antes, Osuka, estaba empanao. Neo, un placer... Si no nos matan y ese tipo de cosas tan chachis. Creo que la próxima dejaré a Shiro elegir el sitio para irnos de vacaciones...
Y nada, ahí estaban. Tres chicos con un robot asesino con taladros a la vuelta de la esquina esperando instrucciones para saber si seguir luchando o huir como si no hubiera un mañana. Neo no estaba haciendo mucho, pero por lo menos estaba atento por si pasaba cualquier cosa.
-Y sigo pensando que mi idea es la clave.
- NEO OSUKA Y YOKO:
- Dejarme arrastrar por Yoko, seguir pensando en que huir es la clave y estar en guardia.
#LaVidaDelSupportLaVidaMejor
#EstoPasaPorNoTenerAP
#NoMoreTanky
#AlaMierdaLaGuerra
Elya Edelweiss
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Elya aterrizó, oyendo el golpe sordo del cadáver cayendo a su espalda. Pero tan pronto levantó la vista volvió a fruncir el ceño. Otro hombre, portador de una blanca armadura y un espadón rojo de sangre la estaba mirando. No solo a ella. A su lado se encontraba el tipo de antes. Esa armadura o cosa que le recubría el cuerpo era turbia, pero la peliblanca no estaba para fijarse en esos detalles. No en mitad del combate.
Sin embargo, sus palabras sí que llegaron a sus oídos. Mientras se enderezaba y sujetaba bien su arma, le respondió con calma pese a que no le hablaba a ella:
- Con todo el respeto, no sea usted tan presuntuoso. Mis anhelos me han llevado hasta aquí por su propio pie, sin comando de nadie. Soy yo la que elige servir y en el momento en que eso cambie marcharé de nuevo. Quizás aquí al caballero le suceda igual. Pero hasta entonces, me temo... solo nos queda luchar.
Con una mano agarró su colgante, mientras sus ojos se aceraban fijos en el enemigo. -Soledad...-Susurró en la inmensidad, y el tornado acudió a ella. El cristal en su pecho refulgió mientras ella se erguía en el aire, hasta los dos metros de altura. A sus pies, un tornado mortal danzaba llevándola con suerte hasta la victoria. Empuñó su arma, endureciéndola, y cargó contra el caballero dispuesta a clavársela en la juntura de la armadura mientras le embestía.
Sin embargo, sus palabras sí que llegaron a sus oídos. Mientras se enderezaba y sujetaba bien su arma, le respondió con calma pese a que no le hablaba a ella:
- Con todo el respeto, no sea usted tan presuntuoso. Mis anhelos me han llevado hasta aquí por su propio pie, sin comando de nadie. Soy yo la que elige servir y en el momento en que eso cambie marcharé de nuevo. Quizás aquí al caballero le suceda igual. Pero hasta entonces, me temo... solo nos queda luchar.
Con una mano agarró su colgante, mientras sus ojos se aceraban fijos en el enemigo. -Soledad...-Susurró en la inmensidad, y el tornado acudió a ella. El cristal en su pecho refulgió mientras ella se erguía en el aire, hasta los dos metros de altura. A sus pies, un tornado mortal danzaba llevándola con suerte hasta la victoria. Empuñó su arma, endureciéndola, y cargó contra el caballero dispuesta a clavársela en la juntura de la armadura mientras le embestía.
- Zilda:
- Cabrearse, responder a Vinnie y utilizar las siguientes cosicas contra el señorito armadura:
Técnica: Soledad: El tornado que me aísla: Cuando activa esta técnica, el cristal brilla con una luz blanca, capaz de cegar a cualquiera a tres pies de distancia menos a su portadora. A su alrededor se forma poco a poco (Medio post de carga) un tornado de energía (F1) que la levanta dos metros en el aire y es capaz de destruir cosas a su paso. Ella es inmune al estar en el ‘’ojo’’, y puede controlarlo gracias al colgante. Le otorga un x3 a velocidad mientras esté activo y puede durar máximo 3 post. Puede utilizarlo una vez por rol y es completamente silencioso ya se esté moviendo o destrozando algo o a alguien.
Ámbito obtenido por pertenecer a la raza ''Humana''.
-Pasivo: Su arma se recubre con un brillo acerado que emite una pequeña luz.
-Activo: Puede endurecer toda su arma hasta equipararla al mejor de los aceros, sin que esto modifique su peso.
.Nota: La primera técnica no aparece en la ficha porque la consiguió en estediario, pero estoy esperando a poder reclamar el ascenso para actualizarlo toh junto (?)
"Hola Al, ¿Qué tal estás? He tardado mucho, pero es que había mucho tráfico" habría sido una presentación mucho mejor. Las cosas se habían desmadrado por todos lados, empezando por el pelirrojo. En un orden más estricto, lo primero raro eran los cuatro brazos de aquella estatua de metal, que habían frenado su hoja sin dificultades. Aún le costaba controlar una figura de semejante tamaño, a lo cual el enano no contribuyó demasiado. Sin la música que lo envolvía el cascanueces quedó en un delicado equilibrio, quieto, y Al resbaló al tiempo que Kai, caballerosamente, intentaba ayudarlo a sostenerse.
-Gracias, tío. Las cosas se están ponie... Eh, eh, ¡Eh!- qué pretendía ahora el chico de fuego era impredecible, aunque tenía sus sospechas al notar aquella cabeza de gamba rozar su culo. ¿Kai era homosexual? ¿Desde cuándo? ¿Y por qué no lo invitaba a cenar primero?-. ¡¿Cómo que aquí llega Kai, pedazo de Mendrugo?!
Notó aquel chusco de pan con su Haki de observación. Era una acción terriblemente hostil, invasiva, y con diferencia la exploración de su sexualidad más involuntaria nunca vivida. Y no iba a consentirlo. Mientras los brazos de Kai lo agarraban su torso se volvió hielo, y a la altura de su ombligo se rompió mientras impulsaba su cintura hacia delante, elevando la pierna derecha por su entrepierna, intentando, como buen amigo, bajarle el calentón de una patada en los cojones. Con Haki.
Una vez libre su cuerpo se reformó y recuperó su violín. Iba a tocar de nuevo, pero utilizó el instrumento para taparse los ojos, o tal vez hubiera quedado ciego. El temblor de aquel rayo lanzado por Dexter alcanzó a su figura de hielo, que empezó a resquebrajarse. Mierda, tenía que empezar ya o no podrían contarlo. En fin, era hora de pasar a la ofensiva total.
-Arthur, amigo- dijo, con un tono muy tranquilo y una sonrisa que no auguraba nada bueno para el pelirrojo. Señaló el único pene desnudo del lugar con el arco del lugar-. Agarra esa cosa, si te cabe en las manos, y quítale el calentón- empezó a tocar todo lo rápido que pudo, y el Cascanueces empezó a reformarse, aunque le costó recuperar el hilo de lo que estaba tocando. Si volvía a empezar se crearía otro, y si tardaba demasiado los movimientos no serían todo lo precisos que debían. Hablando de deber, ¿Arthur había aceptado? Espera, ¿Iba a hacerle una "bueno, eso" a Kai? Miró hacia atrás mientras trataba de encerrar todo menos su pene a su compañero, pero Arthur rompió la espalda de la prisión helada y atravesaba su pecho-. Definitivamente, esto ha sido menos erótico de lo que esperaba.
Tenía dos preocupaciones. La primera, no perder el compás. La segunda, y más importante, no perder su virginidad anal. Aunque el término era demasiado general, podía aplicarse a la situación. Una chica virgen con consoladores seguía siendo virgen, ¿No? Además, esas chicas con arnés genital siempre pedían permiso y lo llamaban Alice... Era un sacrificio necesario para acostarse con algunas mujeres, especialmente las homosexuales tenían tendencia a decir aquella frase. "Primero tú y luego yo", decían, evidentemente infravalorando al Marine. Por un buen rato no importaba un rato bueno con algunas agujetas. Además, casi todas compartían la sensibilidad con él y no se pasaban de brutas. Kai parecía de las brutas. Brutas y putas. Debía ser una leatherona. Pero en su tiempo libre que hiciera lo que quisiese. Eso sí, iba a escribir una carta al Maestro del chico, ese almirante que parecía ir drogado por la vida. Bueno, la iba a firmar. Arthur la iba a escribir.
-Estío Gulo- susurró, y la espada de hielo se derritió mientras un glotón de fuego salía de ella, lanzándose contra la armadura de oro. No sería nada comparado con lo que haría Arthur, pero le ablandaría el juguete. tras eso, generaría dos espadas algo más cortas, una en cada mano, y se prepararía para una defensa más eficiente mientras el enano trabajaba.
-Gracias, tío. Las cosas se están ponie... Eh, eh, ¡Eh!- qué pretendía ahora el chico de fuego era impredecible, aunque tenía sus sospechas al notar aquella cabeza de gamba rozar su culo. ¿Kai era homosexual? ¿Desde cuándo? ¿Y por qué no lo invitaba a cenar primero?-. ¡¿Cómo que aquí llega Kai, pedazo de Mendrugo?!
Notó aquel chusco de pan con su Haki de observación. Era una acción terriblemente hostil, invasiva, y con diferencia la exploración de su sexualidad más involuntaria nunca vivida. Y no iba a consentirlo. Mientras los brazos de Kai lo agarraban su torso se volvió hielo, y a la altura de su ombligo se rompió mientras impulsaba su cintura hacia delante, elevando la pierna derecha por su entrepierna, intentando, como buen amigo, bajarle el calentón de una patada en los cojones. Con Haki.
Una vez libre su cuerpo se reformó y recuperó su violín. Iba a tocar de nuevo, pero utilizó el instrumento para taparse los ojos, o tal vez hubiera quedado ciego. El temblor de aquel rayo lanzado por Dexter alcanzó a su figura de hielo, que empezó a resquebrajarse. Mierda, tenía que empezar ya o no podrían contarlo. En fin, era hora de pasar a la ofensiva total.
-Arthur, amigo- dijo, con un tono muy tranquilo y una sonrisa que no auguraba nada bueno para el pelirrojo. Señaló el único pene desnudo del lugar con el arco del lugar-. Agarra esa cosa, si te cabe en las manos, y quítale el calentón- empezó a tocar todo lo rápido que pudo, y el Cascanueces empezó a reformarse, aunque le costó recuperar el hilo de lo que estaba tocando. Si volvía a empezar se crearía otro, y si tardaba demasiado los movimientos no serían todo lo precisos que debían. Hablando de deber, ¿Arthur había aceptado? Espera, ¿Iba a hacerle una "bueno, eso" a Kai? Miró hacia atrás mientras trataba de encerrar todo menos su pene a su compañero, pero Arthur rompió la espalda de la prisión helada y atravesaba su pecho-. Definitivamente, esto ha sido menos erótico de lo que esperaba.
Tenía dos preocupaciones. La primera, no perder el compás. La segunda, y más importante, no perder su virginidad anal. Aunque el término era demasiado general, podía aplicarse a la situación. Una chica virgen con consoladores seguía siendo virgen, ¿No? Además, esas chicas con arnés genital siempre pedían permiso y lo llamaban Alice... Era un sacrificio necesario para acostarse con algunas mujeres, especialmente las homosexuales tenían tendencia a decir aquella frase. "Primero tú y luego yo", decían, evidentemente infravalorando al Marine. Por un buen rato no importaba un rato bueno con algunas agujetas. Además, casi todas compartían la sensibilidad con él y no se pasaban de brutas. Kai parecía de las brutas. Brutas y putas. Debía ser una leatherona. Pero en su tiempo libre que hiciera lo que quisiese. Eso sí, iba a escribir una carta al Maestro del chico, ese almirante que parecía ir drogado por la vida. Bueno, la iba a firmar. Arthur la iba a escribir.
-Estío Gulo- susurró, y la espada de hielo se derritió mientras un glotón de fuego salía de ella, lanzándose contra la armadura de oro. No sería nada comparado con lo que haría Arthur, pero le ablandaría el juguete. tras eso, generaría dos espadas algo más cortas, una en cada mano, y se prepararía para una defensa más eficiente mientras el enano trabajaba.
- Resumen Afueras de la catedral:
- Patada en los genitales a Kai, Estío Gulo a la armadura.
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Su ataque no había funcionado, bueno… No del todo. Entre todos los que la estaban atacando al mismo tiempo, era obvio que esa cosa no iba a aguantar tanto. Apoyó una rodilla en el suelo y miró toda la situación. Había notado la nube negra, al igual que el nuevo, pero furioso discurso del ángel que acababa de llegar. Suspiró con calma y se concentró en el enemigo que tenía por delante, debía hacer algo más para ayudar. Xemnas había logrado cortar una pieza metálica, no se veía algo de utilidad, pero ahí estaba. Se levantó y se quedó quieta unos momentos, los suficientes para ver cómo es que un rayo caía en la catedral y el suelo tembló con fuerza y casi pierde el equilibrio. Sea quien sea que estuviera luchando ahí, era una batalla descomunal y de proporciones épicas.
– Concéntrate en tu enemigo, Misa. No en otras cosas. – Se dijo mientras se golpeaba suavemente sus mejillas.
Observó los otros ataques, pero el que se veía más peligroso fue un potente tajo y a pesar de la distancia, lograba sentir la enorme temperatura que esa cosa estaba transmitiendo. ¿Debería volver a atacar? El corte era de, al menos, el tamaño de la estatua. No, desactivó su técnica y solo se quedó con el efecto de su píldora blanca. Debería esperar y ver el resultado de ese ataque, quizá no era necesario volver a atacar. ”Esa cosa debe caer” – pensó mientras se acercaba un poco, quedando a unos diez metros de la estatua de descomunal tamaño. Se cruzó de brazos y se quedó pendiente a todo lo que pasara, su haki estaba activado por si alguien decidía atacarla por la espalda o aprovechando que no estaba atenta a su alrededor. Su mirada se estaba centrando en la estatua y en el resultado de aquel ataque. ”¿Cuánta más fuerza me hace falta?”
– Concéntrate en tu enemigo, Misa. No en otras cosas. – Se dijo mientras se golpeaba suavemente sus mejillas.
Observó los otros ataques, pero el que se veía más peligroso fue un potente tajo y a pesar de la distancia, lograba sentir la enorme temperatura que esa cosa estaba transmitiendo. ¿Debería volver a atacar? El corte era de, al menos, el tamaño de la estatua. No, desactivó su técnica y solo se quedó con el efecto de su píldora blanca. Debería esperar y ver el resultado de ese ataque, quizá no era necesario volver a atacar. ”Esa cosa debe caer” – pensó mientras se acercaba un poco, quedando a unos diez metros de la estatua de descomunal tamaño. Se cruzó de brazos y se quedó pendiente a todo lo que pasara, su haki estaba activado por si alguien decidía atacarla por la espalda o aprovechando que no estaba atenta a su alrededor. Su mirada se estaba centrando en la estatua y en el resultado de aquel ataque. ”¿Cuánta más fuerza me hace falta?”
- Balt batalla de las estatuas:
- Alejarse un poco, sorprenderse por el rayo que impactó en la catedral. Desactivar su técnica y esperar el resultado del ataque de Arthur para hacer su siguiente movimiento.
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Un ligero escozor llegó hasta las escamas de aquella bestia, la cual notó una sensación incómoda en la zona dañada. Al mirar al suelo se dio cuenta de aquellas plumas metálicas. Frunció el ceño despacio y estiró la lengua de la cabeza central unos ocho centímetros. Sin duda alguna, daba un poco de mal rollo. El monstruo miró el cadáver de su oponente y después soltó un increíble rugido. Aquella serpiente humanoide de gran tamaño empezó a decrecer hasta tener su estatura normal y su forma humana. El color de sus ojos pasó de nuevo a azulado y una sonrisa siniestra se formó en su rostro. Se relamió lentamente y después clavó su mirada en la chica de cabellos blancos que tenía delante de sus orbes.
- Tal vez debería haberme esforzado un poco menos. De todas formas ¿No ha sido tan espantoso no? – Dijo soltando una pequeña risa siniestra.
Se ajustó bien el chaleco verde que poseía y la cinta con el escudo de la marina. Ahora que estaban en el bando de Sarka, no se le ocurría qué hacer, pues no tenían la información necesaria sobre aquel grupo. Tan solo sabía lo típico de que tenían mucha artillería visto lo visto. El marine observó a sus perros demonio empezar a comerse el cuerpo de aquel tipo y por ello sonrió un poco. Chasqueó los dedos anulando a sus bestias y después tomó el hacha de aquel capullo. La miró con cuidado y acto seguido la extendió hacia la joven de cabellos blancos como la nieve.
- No es mi estilo, pero creo que podría servirte a ti o al menos como recuerdo de guerra por parte de una serpiente un poco violenta. – Mencionó clavando sus azulados ojos en la chica y extendiendo el arma hacia ella.
Tomó el colmillo con una sonrisa ladeada y entonces asintió a sus palabras. Empezó a caminar hacia la muralla con ella.
- Tal vez debería haberme esforzado un poco menos. De todas formas ¿No ha sido tan espantoso no? – Dijo soltando una pequeña risa siniestra.
Se ajustó bien el chaleco verde que poseía y la cinta con el escudo de la marina. Ahora que estaban en el bando de Sarka, no se le ocurría qué hacer, pues no tenían la información necesaria sobre aquel grupo. Tan solo sabía lo típico de que tenían mucha artillería visto lo visto. El marine observó a sus perros demonio empezar a comerse el cuerpo de aquel tipo y por ello sonrió un poco. Chasqueó los dedos anulando a sus bestias y después tomó el hacha de aquel capullo. La miró con cuidado y acto seguido la extendió hacia la joven de cabellos blancos como la nieve.
- No es mi estilo, pero creo que podría servirte a ti o al menos como recuerdo de guerra por parte de una serpiente un poco violenta. – Mencionó clavando sus azulados ojos en la chica y extendiendo el arma hacia ella.
Tomó el colmillo con una sonrisa ladeada y entonces asintió a sus palabras. Empezó a caminar hacia la muralla con ella.
- Sarka:
- Observar a mis perros demonio comerse el cuerpo, ofrecer a mi compi el hacha del tío. Ir hacia la muralla con ella tras coger el colmillo.
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Xemnas no había cortado lo que se esperaba y no tardó mucho en alzar una ceja de forma confusa. Debía admitir que su corte al menos había terminado con algo de carne, pero no se esperaba aquella. De todas formas no pensaba rendirse y después de unos momentos soltó un enorme grito de guerra. Era el momento de continuar usando su poder al máximo antes de se desvaneciera. El aura del “Emperador” estaba a punto de desaparecer. Su aumento de fuerza debía de ser aprovechado al máximo y por ello el rubio se concentró al máximo. Justo pudo ver sobre él a su compañero pelirrojo de la banda. Era el momento de ayudarle a cumplir su objetivo de atacar. Alzó su arma y saltó unos cuatro metros contra aquella cosa.
- ¡Mírame cuando te ataque!
El vice-almirante le gritó con fuerza a la armadura tratando de distraerla de alguna forma para que su compañero pudiese hacerla trizas. Sin pensárselo, trató de lanzarle un potente corte en la zona de la rótula para al menos tratar de cortar un poco de aquel metal con su kairouseki. Le diese o no, trataría de colocar los pies en la enorme pierna de la armadura y salir disparado hacia atrás para no estorbar a Arthur. Su haki armadura estaba activado todo el tiempo. El rubio entonces empezó a sentir calor por su cuerpo y por ello trató de alejarse un poco más. Quedó cerca de Misa y a una distancia segura mientras empuñaba su arma y miraba hacia su compañero. Sus cabellos blancos volvieron a ser rubios y perdió el incremento.
- La cosa se está poniendo calentita. Me temo que puede que sea el fin de esta guerra. Después me pienso tomar tres días libres mínimo. – Dijo riendo el rubio mientras observaba el ataque de su compañero de flota.
- ¡Mírame cuando te ataque!
El vice-almirante le gritó con fuerza a la armadura tratando de distraerla de alguna forma para que su compañero pudiese hacerla trizas. Sin pensárselo, trató de lanzarle un potente corte en la zona de la rótula para al menos tratar de cortar un poco de aquel metal con su kairouseki. Le diese o no, trataría de colocar los pies en la enorme pierna de la armadura y salir disparado hacia atrás para no estorbar a Arthur. Su haki armadura estaba activado todo el tiempo. El rubio entonces empezó a sentir calor por su cuerpo y por ello trató de alejarse un poco más. Quedó cerca de Misa y a una distancia segura mientras empuñaba su arma y miraba hacia su compañero. Sus cabellos blancos volvieron a ser rubios y perdió el incremento.
- La cosa se está poniendo calentita. Me temo que puede que sea el fin de esta guerra. Después me pienso tomar tres días libres mínimo. – Dijo riendo el rubio mientras observaba el ataque de su compañero de flota.
- Exterior:
- Tratar de distraer a la estatua intentando cortarle la rodilla para que el ataque de Arthur no falle, correr.
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- Ushio, de la tripulación del Yonkou Dexter. Solo es una rata cobarde escondida tras un ser temible. Yo misma terminaré con su vida en cuanto me sea posible.
Dijo en un tono serio para después contemplar a sus oponentes caer al suelo de forma violenta ante el poder de su gravedad. Su gesto era bastante serio, pero entonces pudo ver a una persona aguantar la presión. Tal vez encontraba un motivo de muerte con él. Chasqueó los dedos anulando su poder especial y tras aquello desenvainó su espada. Su expresión se volvió fiera y sanguinaria. Era como si estuviese en un estado similar al de la locura. Empezó a reír sin miedo alguno y entonces mordió su propio labio inferior, sangrando por esa zona y notando un pinchado en el pecho. Debería vivir en la soledad y debería empezar a hacerse a la idea de que la cordura no era buena compañera.
- ¡Hahahahaha! ¡Ven por mí!
Gritó con fuerza al mismo tiempo que sus ojos se abrían un poco más de la cuenta y corría a una velocidad impresionante ante su oponente. Lo primero que hizo fue tratar de pasar por su derecha, pero ya llegando hacia él volvió a aumentar la gravedad, esta vez a 6g* y se cambió de lado. Intentó pasar por su izquierda y de un potente corte intentó partirlo en dos por la altura del pecho. Le diese o no, se quedaría mirándolo de forma sádica y después lanzaría tres ondas cortantes. Buscaba su cabeza, cuello y entrepierna.
- ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! – Gritó varias veces con el ceño fruncido.
Dijo en un tono serio para después contemplar a sus oponentes caer al suelo de forma violenta ante el poder de su gravedad. Su gesto era bastante serio, pero entonces pudo ver a una persona aguantar la presión. Tal vez encontraba un motivo de muerte con él. Chasqueó los dedos anulando su poder especial y tras aquello desenvainó su espada. Su expresión se volvió fiera y sanguinaria. Era como si estuviese en un estado similar al de la locura. Empezó a reír sin miedo alguno y entonces mordió su propio labio inferior, sangrando por esa zona y notando un pinchado en el pecho. Debería vivir en la soledad y debería empezar a hacerse a la idea de que la cordura no era buena compañera.
- ¡Hahahahaha! ¡Ven por mí!
Gritó con fuerza al mismo tiempo que sus ojos se abrían un poco más de la cuenta y corría a una velocidad impresionante ante su oponente. Lo primero que hizo fue tratar de pasar por su derecha, pero ya llegando hacia él volvió a aumentar la gravedad, esta vez a 6g* y se cambió de lado. Intentó pasar por su izquierda y de un potente corte intentó partirlo en dos por la altura del pecho. Le diese o no, se quedaría mirándolo de forma sádica y después lanzaría tres ondas cortantes. Buscaba su cabeza, cuello y entrepierna.
- ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! – Gritó varias veces con el ceño fruncido.
- Meln:
- Atacar al hombre a muerte con la espada legendaria en un ataque de locura y haciendo combinaciones con la gravedad.
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Kedra no entendía lo que estaba pasando. Algunas estatuas enormes estaban dando la lata en la zona y había muchas personas enfrentándolas. Su mirada se centró en la zona de la catedral y entonces fue cuando se quedó mirando por unos momentos al esqueleto. Parecía que ambos estaban colaborando de buena forma. Debía informarse si pertenecía a alguna banda pirata o algo por el estilo. El luchador entonces continuó siguiendo el olor de su amigo, hasta que pudo presenciar el enorme espectáculo. El cielo quedó iluminado de una forma realmente impresionante y una ráfaga de rayos empezó a caer sobre aquel edificio del que manaba el olor de su hermano. Sabía de sobra que debía de ser el causante y no tardó en fruncir un poco el ceño. Entonces fue cuando salió corriendo hacia aquella dirección.
- Lo siento, pero pienso meterme en ese sitio ¿Te unes?
Dijo con un tono serio mientras apretaba los puños. El pirata empezó a trotar despacio hacia la posición donde debía estar Dexter. Lo haría obviamente cuando parase el espectáculo, no iba a ser tan loco de meterse en mitad del ataque. Esperaba que el dragón estuviese bien, de lo contrario él mismo se ocuparía de acabar con la vida del que hubiese osado tocarle. Kedra iba a una velocidad tranquila, pues no tenía prisa. Que le cayera un rayo no estaba entre sus planes. Si alguna estatua se metía en su camino, la echaría al suelo de un par de golpes, pero esperaba no perder mucho el tiempo.
- Putos rayos… – Susurró entonces al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
- Lo siento, pero pienso meterme en ese sitio ¿Te unes?
Dijo con un tono serio mientras apretaba los puños. El pirata empezó a trotar despacio hacia la posición donde debía estar Dexter. Lo haría obviamente cuando parase el espectáculo, no iba a ser tan loco de meterse en mitad del ataque. Esperaba que el dragón estuviese bien, de lo contrario él mismo se ocuparía de acabar con la vida del que hubiese osado tocarle. Kedra iba a una velocidad tranquila, pues no tenía prisa. Que le cayera un rayo no estaba entre sus planes. Si alguna estatua se metía en su camino, la echaría al suelo de un par de golpes, pero esperaba no perder mucho el tiempo.
- Putos rayos… – Susurró entonces al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
- Exterior:
- Correr hacia el olor de Dexter (esperando a que pase el espectaculo mortal primero)
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