El Encuentro [Capítulo]

Cuando quise darle unos golpecitos a la pared para ver si sonaba hueco, mi puño atravesó el material y yo caí a través del muro por inercia.

Terminé de bruces emitiendo un gruñido de sorpresa, para ver cómo Klaus atravesaba la pared como si no estuviese allí y se situaba a mi lado.
Me incorporé para mirar a mi alrededor, y pude ver al señor molesto sonriéndome.
¿Cómo narices...? No, no era posible. Había adelantado... Había esquivado a ese viejo hacía tiempo. ¿Había caminado en círculos? Pero aquellas presencias...

El tipo volvió a hacer tres preguntas y se quedó en silencio, esperando mi respuesta.
¿Así que la única manera de pasar era responder las preguntas?
Aquello no tenía sentido.

Llevaba horas perdiendo el tiempo. La batalla se estaba llevando a cabo delante de mis narices, y no había conseguido ni uno sólo de mis objetivos. No había encontrado nada en Meln, no había encontrado nada en la central y ahora que quería ir a la Ciudad Imperial para ver si ahí, finalmente, había algo... este tipo se interponía en mi camino. Carraspeé y me acerqué al puente al tiempo que indicaba a Klaus con una seña que se mantuviese alejado de mí.

- Hola, muy buenas tardes. Llevo un ratito jugando al ratón y al gato, contigo, ¿no? Ha sido divertido. Pero ya me aburro. Así que ahora seré yo la que te haga a ti tres preguntas. La primera, ¿quieres morir? La segunda, ¿prefieres morir envenenado o despedazado en cachitos? Y, la tercera, ¿por qué no debes enfadar a la cruel asesina que tienes delante? Son preguntas muy sencillitas de responder. Te daré dos minutos. Oh, espera. He cambiado de opinión. Se te ha acabado el tiempo -dije, mientras desenfundaba a Hikari y Yami.

Seguidamente, apuntaría y descerrajaría una ráfaga de cinco disparos. Por un lado, dos de los disparos procederían de Yami, en dirección a su pecho y su muslo derecho, donde las balas envenenadas se clavarían. Por otro lado, tres de los disparos procederían de Hikari y, de acertar, las balas se adherirían al hombro izquierdo, lado derecho del abdomen y muslo izquierdo. Seguidamente, accionaría el gatillo secreto de Hikari, activando sus balas y haciéndolas explotar.

Para mi sorpresa, el falso yo logró evitar mi primer ataque con aparente facilidad. Incapaz de golpearle o sujetarle, retraje la cadena, haciendo volver la mano a su lugar. Mientras lo hacía, observé como imitaba mi movimiento, lanzando su propio puñetazo contra Edward. Este lo esquivó también, para acto seguido tratar de sujetarlo. Por mi parte, aproveché el momento que la ofensiva de mi nuevo compañero me proporcionaba para pensar en un nuevo ataque.

"Su brazo es igual al mío, por lo que físicamente debemos de tener ciertas similitudes. Eso es obvio. Pero el disparo de Krauser no le ha hecho absolutamente nada, así que no somos exactamente iguales".

Por lo poco que pude deducir, supongo que de algún modo obtuvieron información sobre nosotros mientras estuvimos en Zilda. ¿Quizás por las malditas pulseras que nos dieron? Pero cómo lo hubiesen hecho ahora poco importaba, debíamos centrarnos en derrotarlos lo antes posible.

"Si fuera una copia exacta a mi, superándole en número deberíamos poder vencerlo fácilmente". Pensé, aunque sintiéndome algo molesto por ello. "Pero si se trata de una versión mejorada... esto podría ser complicado".

- En fin, algo tendré que hacer.

Al tiempo que hago el comentario para mi mismo, me lanzo de lleno al combate. Tras una breve carrera llego hasta el clon, que se encuentra bajo ataque del revolucionario. Aguardo unos segundos, esperando al momento oportuno. Y lo encuentro cuando el rubio se echa a un lado, dejándome una apertura perfecta. Con los brazos en guardia, doy dos rápidos pasos al frente, primero el pie izquierdo y luego el derecho, acortando así la distancia entre mi oponente y yo. Hago entonces un amago de golpear con la diestra directo a su mandíbula para, esperando que subiese la guardia para cubrir el golpe, descargar un potente gancho con la zurda en su estómago. De lograrlo, retrocedería un paso, para enseguida lanzar un segundo golpe, esta vez con mi rodilla derecha buscando su mandíbula.

Team Quimera:

El muchacho de cabellos dorados reaccionó rápidamente ante la llegada de la pelirroja e incluso con aquel comentario logró sacar una sonrisa a la pelirroja, lo cual le pareció todo muy repentino. Mientras el robot se preparaba, Yoko le pidio a Neo que tuviese mucho cuidado. No sabían nada de como era aquel robot o como lucharía, pero ya tuvieron escarmiento con la pandilla de lagartos que les dejó unos buenos arañazos.

La máquina que había ante ellos estaba compuesta por herramientas como taladros y una especie de alas metálicas. Yoko se fijó enseguida en aquel detalle, no sabía si el chico sabría volar, pero las luchas eran mejor en tierra que en aire. Antes de nada, el chico le pidió que se encargase de las alas, algo que ella ya tenía en mente. Asintió con la cabeza y sacó sus dos espadas.

-Bien... - Musitó. Después de deshacerse del robot nuestro ángel se presentaría ante el desconocido.

En cuanto el muchacho comenzó a distraer al robot Yoko encontró el momento adecuado. Imbuyó sus espadas en haki; rauda y veloz, se acercó por detrás volando, tratando de no hacer ruido. Su intención darles un buen corte a cada una. Aunque estaba preparada para ayudar al rubio en cualquier momento, por si no era capaz de contener al robot.

"Bueno, ¿y ahora qué?", pensó el joven revolucionario. Los ataques dieron en el blanco, como debía ser, pero hubo un problema en todo aquello. El ataque de Galia, las ráfagas heladas de Ryuken y... sea lo que sea que el pelinegro hubiera hecho, terminaron por traspasar a los pueblerinos, como si ésas personas no se encontraran allí. ¿Quizás se trataban de ilusiones? Era muy probable, por lo que no debería haber problemas para cruzar por allí. En ese instante, el frío desapareció del lugar. El joven suspiró y movió sus músculos para evitar el entumecimiento. Una vez que se cercioró que pudiera mover bien sus extremidades, clavó su mirada en las ilusiones. ¿Qué deberían hacer ahora?

– Por otro lado – pensó Ryuken mientras una sonrisa algo maliciosa aparecía en su rostro.

Normalmente él era una persona inexpresiva, pero en esa situación se dio el lujo de salirse del guión. Por el sonido de los disparos que se podían escuchar más arriba, el viejo debió haber sacado de sus casillas a alguien. Aquello era música para sus oídos, puesto que ese malnacido lo había frustrado como nunca antes nadie lo había hecho. Su parte retorcida se regocijaba por el mero hecho que ese imbécil pudiera estar muerto ahora; se lo tenía bien merecido el hijo de perra.

– Estoy de acuerdo. No vale la pena malgastar energías con meras ilusiones. Vayámonos de este lugar cuanto antes – le respondió a su compañera una vez que recuperó la compostura.

Empezó a ir hacia la salida, pero algo llamó su atención. Galia dio un suspiro y, por la expresión de su rostro, tuvo la sensación que esos comentarios le afectaron un poco. Ryuken suspiró pesadamente y aumento el ritmo hasta colocarse a su lado. Suavemente jugó con sus cabellos un poco durante algunos segundos.

– No dejes que los comentarios de unos desconocidos te afecten. Para mi, para Dranser y demás seres queridos no lo eres, y eso es lo que importa – bueno, en su caso era sencillo decir eso. Pasar tantos años recibiendo insultos como demonio, monstruo, asesino y demás, terminaron por hacer que el joven rebelde se volviera inmune a los insultos.

Meln T9:

Alice contuvo las ganas de golpearse la cara al ver tal situación bizarra. No tenía idea de cuanto tiempo habían perdido desde que encontraron ese inmenso hombre, pero supuso que un buen rato ya pasó. Le hubiera dado lo mismo... si es que el interrogatorio hubiera tenido sus frutos, pero solo le sacaron un par de gritos al hombre. Así no iban a llegar a ninguna parte, y estarían todo el rato cuestionando al sujeto sin que aquello diera fruto. Bueno, tampoco podía quejarse del todo. No es como si la situación diera un giro positivo si ella se involucraba. Podía usar encantos femeninos o cosas por el estilo (sin llegar al extremo), pero dudaba que tuviera resultado alguno. Al menos el encuentro desencadenó ciertos momentos humorísticos, como el mordisco a la mano de Al que sucedió ahora mismo. La única reacción de la albina, fue la de poner su mano en su boca y girarse hacia un lado para que no le vieran. Por suerte, solo duró unos segundos y volvió a su semblante habitual.

– Parece que se enojó – pensó de forma divertida.

Tal amenaza haría hasta el más valiente de los hombres que hablara. No podía culparle; ciertamente debía doler una patada en ese lugar. Normalmente ella hubiera estado más en contra de eso, pero a este punto ya se le estaba acabando la paciencia. ¿Qué es lo que diría Lorenz ahora? Ah, cierto: la paciencia es una virtud. Tenía mucho de eso, pero incluso ella tenía un límite, y se le estaba agotando. Alice suspiró y guardó sus tantos; al parecer no los necesitaría.

– Taiga-san, ¿se encuentra bien? – le preguntó preocupadamente a su superior.

Lo veía con la mirada algo perdida, además que parecía que estuviera tambaleándose un poco. Eso era... ¿Mareo? Muy raro, por lo que vio no había nada que pudiera haber desencadenado una sensación así. O puede que el rubio fuera más sensible en esos temas y captó algo que los demás no pudieron. Ya daba lo mismo, ahora lo importante era saber si el joven se encontraba bien o no.

Balt:

Tras abandonar la muralla y caminar por la ciudad el marine encontró un lugar idílico donde poder vaguear a voluntad sin que nadie le puede molestar, un lugar donde olvidarse de todo y simplemente descansar para poder recuperar energía. El lugar es perfecto, hay tranquilidad, no parece haber nadie y, lo mejor de todo, hay una hamaca, lo cual hace que el lugar sea el indicado. Joseph apoya su arma a un lado de la hamaca y se tumba sobre esta para descansar y vaguear. Todo va bien hasta que de pronto tres grandes luces y un molesto sonido de explosión se perciben claramente impidiendo que se pueda dormir o relajarse. El marine, sospechando que algo va mal y quedarse quieto sería una mala idea se levanta de la hamaca y recoge su arma para salir de allí caminando con naturalidad y calma, como si nada estuviese ocurriendo.

El ambiente sigue oliendo a muerte y no parece que la guerra vaya a llegar a un final pronto, pero eso al marine ya no le interesa, todo se ha vuelto demasiado surrealista y carece ya de sentido para él. Sus pasos lo llevan camino al centro de la ciudad en la que se encuentra mientras busca alguna señal de vida o de que hay que hacer a continuación, pero mientras no encuentre nada no se alterará. Sus ojos de color escarlata no pierden detalle de lo que ve, pues pese a que no pretende pelear o enfrentar a nadie, tampoco es que quiera ser pillado con la guardia baja y que lo maten fácilmente. Al parecer el lugar está completamente desierto, al menos en la zona por la que camina el joven pelirrojo, pero no por ello descartará la posibilidad de que se encuentren más personas en su misma situación o peor, esperando a que un incauto baje la guardia para poder atacarlo.

Estaba tan feliz de haberme rencontrado con la peliblanca que no le dí mucha importancia a nada de lo que pasaba a mi alrededor, a la gente que había a mi alrededor, a los nuevos aliados que habíamos encontrados, a que hacían o hablaba el resto de mis compañeros... tal vez por esto me sorprendí aún más cuando de un momento a otro me vi suspendida en el aire. ¿Quien había hecho aquello y por qué? ¿Había sido una de las personas allí reunidas ¿Lo habían avisado? Y lo más importante... ¿Quien tenía un poder tan inmenso como para hacer aquello? Bastó con un simple vistazo a las caras de mis compañeros para darme cuenta de que ninguno era responsable de aquello y que tampoco me había perdido demasiado pues parecían igual de estupefactos que yo ante aquella extraña situación. Bastaba de tanta pregunta y pensamiento extraño, si no hacía algo rápido me la iba a pegar y no solo yo si no también todos los Crimson, Alice y el resto de gente que estaba a mi alrededor. Pensé en transformarme y echar a volar, yo sobreviviría a la caída perfectamente y podría sostener a otra persona que también resultara ilesa y obviamente esa persona iba a ser Kimura pero... ¿Que pasaría con los demás?

Por suerte uno de los nuevos tipos con los que estábamos reaccionó más pronto que yo, construyendo de la nada un maravilloso tobogán de hielo por el que todos descendimos. Al deslizarme por el tobogán y aterrizar en tierra di con mi culo en el suelo pero no lo dí importancia, otra vez mi cabeza se había evadido de todo y de todos y reflexionaba sobre el hombre rubio, aquello era sin duda obra de una akuma y no había que ser muy inteligente para poder relacionarle con el puente de hielo que habíamos cruzado hacía ya... ¿Un rato? había llegado un momento en que ya la percepción del tiempo me parecía de lo más difusa. Me sonaba mucho aquella akuma y también aquel hombre... ¿Quien era y por que me sonaba tanto? Oí sonido de batalla y me puse de pies de un salto, madre mía todas aquellas cavilaciones estaban haciendo que no me enterara de nada de lo que pasaba a mi alrededor y que me quedara siempre muy rezagada respecto a mis compañeros, ni siquiera sabía donde estaba ¿Una ciudad? ¿Como habíamos acabado allí? Y... ¿Por que estábamos allí al fin y al cabo?.

Los ruidos que había oído antes se hacían cada vez más fuertes así que tuve que dejar mis preguntas de despistada a un lado y me concentré en encontrar la fuente de aquel escándalo... No conseguí ver nada solo dos robots destrozados en el suelo ¿Quién había sido el causante de aquello? Se volvieron a escuchar gritos y entonces aquel ente invisible que había acabado con aquellas cosas mecánicas se volví a dejar ver, como no Kimura ¿Aquel hombre no podía estar dos segundos sin liarla?  
Pero no podía pensar en aquello, un hombre gritando se había vuelto bastante furioso con nosotros, supuse que por la destrucción de los robotitos aunque sus palabras eran bastante extrañas. Mi capitán le intentó reducir del todo pero se inició una batalla que ni siquiera podía seguir de lo rápido que iba ante mis ojos.
¿Que estaba pasando? Parecía que me había vuelto incapaz de hacer algo más que no fuese quedarme allí como un pasmarote mirando a todo el mundo sin verles, por dios ya era hora de espabilar mis compañeros me necesitaba, era la hora de mostrar que era útil para algo.

Desperté de lo que para mi había sido casi una ensoñación, desperté justo en el instante en el que veía a Bizvan irse acompañado de Ciaran ¿Por que cojones se separaban ahora? Tuve intención de gritarles o de irme con ellos o de hacer algo pero otra cosa llamó más mi atención. Kimura seguía peleándose con aquel tipo y también el rubio había intervenido. Analicé mi alrededor y me di cuenta de que mientras yo había estado embobada nos habíamos quedado pocos, a decir verdad solo estábamos los dos hombres pegando a aquel tipo, Tobias a mi lado, Alice y otro hombre que no conocía pero al que nadie parecía prestar mucha atención.

Era el momento de intervenir en la pelea que se estaba desarrollando. Esto debió pensar también Tobias pues el pelinegro se adelantó con una de sus técnicas raras hacía donde estaba teniendo lugar la pequeña batalla.
-¡Alice!- Llamé la atención  a la chica, era hora de ayudar a los chicos que se habían adelantado, no tenía tiempo para preocuparme de Bizvan y Ciaran, si les pasaba algo era su culpa por separarse y bueno, seguro que no les pasaba nada. -¡Vamos!- Y sin esperar su respuesta desenvainé mi arco y eché a correr hacía delante, en medio de la carrera me terminé transformando en mi forma híbrida para poder subir volando a uno de los edificios cercanos y me quede allí agazapada, observando si venían más enemigos y apuntando con una flecha al hombre que nos había atacado por si se escapaba de los tres hombres y tenía que eliminarle con una flecha limpia mientras lo distraían.

Resumen Balt: