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Akuma no mi
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Había funcionado. Maldita sea había funcionado. Suspiró aliviada y se relajó totalmente. Bien sabía que eso no era una cura milagrosa y que Xemnas debía tener algunas otras heridas. Pero bien sabía que él no lo iba a admitir, debía convencerlo de que le dejara hacerle un chequeo médico rápido como correspondía. Sabía que muchas cosas de las que le podía decir, no las iba a escuchar, pero debía hacerlo… Conocía al vicealmirante mejor que nadie y, por eso mismo, entendía que en una guerra no iba a prestar nada de atención a sus cuidados. Se quedó callada unos instantes mientras pensaba en lo qué debía hacer.
Escuchó sus palabras y asintió casi por inercia. Se levantó con él y miró la puerta. No estaba tan lejos y su mantra no llegaba tan lejano. ¿Qué estaría sucediendo arriba? Todo iba a quedar en manos de los que estuvieran ahí. Seguía sin confiar en lo que ninguna de las pretoras decía, pero Xemnas, al parecer, ya había tomado una decisión. El abrazo, a pesar de hacerla sentir un poco debilitada, fue algo que la trajo de nuevo al mundo. Observó como él empezaba a caminar, ella se quedó un poco retrasada, pero no tardó en ganarse a su lado.
– No debes sobreexplotar tu cuerpo, Xemnas – le dijo con una suave sonrisa. – No es mágico y ambos sabemos que aún te quedan algunas heridas – lo agarró de su mano, sintiéndose debilitada, pero no lo suficiente como para dejar de caminar. – Ya te has lastimado por mi culpa. Solo eso te pido. – Se ganó delante de él e intentaría darle un suave beso en sus labios, duraría apenas unos segundos y luego seguiría su camino junto a él.
– Tienes razón, es hora de ponerle fin a esto – le dijo mientras caminaba un poco más decidida. Ya basta de errores. – Estoy preocupada por el resto. Volvamos rápido. – Dijo mientras notaba que la puerta estaba cerca. No iban a tardar en llegar y volver a subir.
Escuchó sus palabras y asintió casi por inercia. Se levantó con él y miró la puerta. No estaba tan lejos y su mantra no llegaba tan lejano. ¿Qué estaría sucediendo arriba? Todo iba a quedar en manos de los que estuvieran ahí. Seguía sin confiar en lo que ninguna de las pretoras decía, pero Xemnas, al parecer, ya había tomado una decisión. El abrazo, a pesar de hacerla sentir un poco debilitada, fue algo que la trajo de nuevo al mundo. Observó como él empezaba a caminar, ella se quedó un poco retrasada, pero no tardó en ganarse a su lado.
– No debes sobreexplotar tu cuerpo, Xemnas – le dijo con una suave sonrisa. – No es mágico y ambos sabemos que aún te quedan algunas heridas – lo agarró de su mano, sintiéndose debilitada, pero no lo suficiente como para dejar de caminar. – Ya te has lastimado por mi culpa. Solo eso te pido. – Se ganó delante de él e intentaría darle un suave beso en sus labios, duraría apenas unos segundos y luego seguiría su camino junto a él.
– Tienes razón, es hora de ponerle fin a esto – le dijo mientras caminaba un poco más decidida. Ya basta de errores. – Estoy preocupada por el resto. Volvamos rápido. – Dijo mientras notaba que la puerta estaba cerca. No iban a tardar en llegar y volver a subir.
- Balt Q9:
- Seguir a Xemnas. Preocuparse por él y decirle cosas. Ver la puerta.
Worgulv
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Gracias a los curanderos el pretor estaba fuera de peligro aparente, ya estaba ordenando, cuando todavía no habían terminado de coser su herida. Un curandero también se acercó al hombre que comento a tratar su amputación, el hombre miraba su brazo seccionado que descansaba sobre las piernas, casi ni había notado como se separaba de su cuerpo, esperaba que, con ayuda de los curanderos y el tiempo, fuese posible volver a coger el martillo con ambas manos.
La batalla, pese a la muerte de Ruk, no había terminado, parecía que el ejército del ese hombre bestia, no sabía funcionar sin el líder de la manada, las bestias atacaban sin reparo a amigo o enemigo, el que aspiraba a ocupar el puesto de alfa estaba siendo ya diezmado, los fuegos de su propia facción no habían dado descanso en ningún momento, ni lo estaba haciendo ahora.
El hombre que había parado el avance de las bestias, permitiendo al hombre terminar con el combate, se aproximó a él, le ofreció la mano a modo de saludo, mientras reconocía la gloria del hombre por terminar la batalla. Worgul sonrió y le estrecho la mano con fuerza, era la primera persona que le hablaba del honor de la batalla, se alegraba de encontrar un simpatizante al fin, y para colmo quería compartir el néctar de los dioses, el hombre del sombrero no podía llamarle más la atención `` Siempre es un placer honrar a los dioses, en batalla o en buen beber´´.
Aunque desbocada y sin organización, esa horda de bestias, seguía siendo igual de letal, y potencialmente numerosa, las tropas de Sarka se retiraban, dando paso a los carros de combate. El hombre aún se preguntaba como el hombre había sido capaz de avanzar tanto en la profanación de la batalla, si, Worgulv no podía negar de la efectividad de esos artefactos, ¿pero que gloria había en abatir a un oponente a miles de pasos de distancia? Y que más con esa bestia mecanizada, cubría totalmente y ofrecía una fuerza de destrucción aberrante.
Varios hombres de Sarka elevaron a Grum, y lo transportaron a uno de los carros, el hombre no se quedaría en la retaguardia, lejos de la gloria. Worgulv lanzó su brazo al curandero que le estaba atendiendo `` Por favor, sígueme curandero, aun te necesito´´ el hombre subió al acorazado en que habían transportado a Grum, esperando que el curandero le siguiera, `` Te vas a perder la gloria, si te quedas ahí, camarada´´ dijo el hombre ofreciendo de nuevo la mano que le quedaba al hombre del sombrero, para ayudarlo a subirse al carro de combate.
La batalla, pese a la muerte de Ruk, no había terminado, parecía que el ejército del ese hombre bestia, no sabía funcionar sin el líder de la manada, las bestias atacaban sin reparo a amigo o enemigo, el que aspiraba a ocupar el puesto de alfa estaba siendo ya diezmado, los fuegos de su propia facción no habían dado descanso en ningún momento, ni lo estaba haciendo ahora.
El hombre que había parado el avance de las bestias, permitiendo al hombre terminar con el combate, se aproximó a él, le ofreció la mano a modo de saludo, mientras reconocía la gloria del hombre por terminar la batalla. Worgul sonrió y le estrecho la mano con fuerza, era la primera persona que le hablaba del honor de la batalla, se alegraba de encontrar un simpatizante al fin, y para colmo quería compartir el néctar de los dioses, el hombre del sombrero no podía llamarle más la atención `` Siempre es un placer honrar a los dioses, en batalla o en buen beber´´.
Aunque desbocada y sin organización, esa horda de bestias, seguía siendo igual de letal, y potencialmente numerosa, las tropas de Sarka se retiraban, dando paso a los carros de combate. El hombre aún se preguntaba como el hombre había sido capaz de avanzar tanto en la profanación de la batalla, si, Worgulv no podía negar de la efectividad de esos artefactos, ¿pero que gloria había en abatir a un oponente a miles de pasos de distancia? Y que más con esa bestia mecanizada, cubría totalmente y ofrecía una fuerza de destrucción aberrante.
Varios hombres de Sarka elevaron a Grum, y lo transportaron a uno de los carros, el hombre no se quedaría en la retaguardia, lejos de la gloria. Worgulv lanzó su brazo al curandero que le estaba atendiendo `` Por favor, sígueme curandero, aun te necesito´´ el hombre subió al acorazado en que habían transportado a Grum, esperando que el curandero le siguiera, `` Te vas a perder la gloria, si te quedas ahí, camarada´´ dijo el hombre ofreciendo de nuevo la mano que le quedaba al hombre del sombrero, para ayudarlo a subirse al carro de combate.
- Sarka:
- -Recibir atención medica
-Conocer y corresponder a Kotaro
- Seguir a Grum e instar al curandero y a Kotaro para que le sigan
Krieg
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La red no funciona, la base no ha respondido a mi petición de informe. ¿Ha caído todo el sistema? ¿Ha caído la base? El universo parece estar en mi contra, o, al menos, en contra de Zilda. Es una expresión que parece resumir bastante mi situación, aunque el universo no tiene consciencia.
- Señor me temo que no podemos cumplir esa orden. No podemos quebrantar el protocolo: “En caso de emergencia reagrupase en la base para poder reorganizar las filas”.- recita ,como una plegaria aprendida e indiscutible, denegando mi mandato.
Permanezco en silencio mientras se me deniega, de nuevo, mi otra pecitón/idea, aunque esta vez tiene un sustituto de vehículos tripulados. No me vale para lo que quería… pero creo que puedo adaptarlo.
Fijo mis ojos en aquél hombre que ha mencionado el protocolo, como una mera máquina, como una aberración fija que es incapaz de adaptarse al ambiente.
- Un buen protocolo debe tener la capacidad de variarse según la situación en la que uno se encuentre. La base no responde, probablemente estén teniendo problemas con algo… o a lo mejor están todos muertos. Este vehículo no parece estar diseñado para ataques muy específicos dentro de un entorno semi-urbano, ¿verdad? Si no nos giramos, y ese enemigo llega a una base ya en problemas… caput.– avanzo hacia él, en ese movimiento violento cuya finalidad es el amedrentar a alguien en base a la proximidad y a un rostro de gesto serio y tenso- ¡Darás esa orden!- grito en susurro, como tantas veces he visto y oído a los progenitores que reprochan a sus niños en lugares públicos-. SOLDADOS- grito para llamar la atención de los que fueron asignados a mí, se acabó el refuerzo positivo de “chicos”- , iremos hacia la base en los vehículos para intentar tomar por mar las centrales del sur. En el caso de que la base haya sido efectivamente tomada utilizaremos el explosivo para enviar una señal a este vehículo tetrápodo mientras intentamos recuperar el lugar o evacuar a los que queden. Vamos, tenemos mucho que hacer- les repito poniéndome en marcha.
- Señor me temo que no podemos cumplir esa orden. No podemos quebrantar el protocolo: “En caso de emergencia reagrupase en la base para poder reorganizar las filas”.- recita ,como una plegaria aprendida e indiscutible, denegando mi mandato.
Permanezco en silencio mientras se me deniega, de nuevo, mi otra pecitón/idea, aunque esta vez tiene un sustituto de vehículos tripulados. No me vale para lo que quería… pero creo que puedo adaptarlo.
Fijo mis ojos en aquél hombre que ha mencionado el protocolo, como una mera máquina, como una aberración fija que es incapaz de adaptarse al ambiente.
- Un buen protocolo debe tener la capacidad de variarse según la situación en la que uno se encuentre. La base no responde, probablemente estén teniendo problemas con algo… o a lo mejor están todos muertos. Este vehículo no parece estar diseñado para ataques muy específicos dentro de un entorno semi-urbano, ¿verdad? Si no nos giramos, y ese enemigo llega a una base ya en problemas… caput.– avanzo hacia él, en ese movimiento violento cuya finalidad es el amedrentar a alguien en base a la proximidad y a un rostro de gesto serio y tenso- ¡Darás esa orden!- grito en susurro, como tantas veces he visto y oído a los progenitores que reprochan a sus niños en lugares públicos-. SOLDADOS- grito para llamar la atención de los que fueron asignados a mí, se acabó el refuerzo positivo de “chicos”- , iremos hacia la base en los vehículos para intentar tomar por mar las centrales del sur. En el caso de que la base haya sido efectivamente tomada utilizaremos el explosivo para enviar una señal a este vehículo tetrápodo mientras intentamos recuperar el lugar o evacuar a los que queden. Vamos, tenemos mucho que hacer- les repito poniéndome en marcha.
- Resumen Zilda Adam Hacia T-15-16 (Base Zilda):
- Pensar cosas. Aceptar información. Ordenar al tío que de la orden de dar la vuelta para disparar al ejército antes de que se reagrupe y empujarlo hacia la falla (orden del post anterior) + (Haki del rey despertado, no es voluntario, pero que a mí, que uso como recursos protocolos, me cuestionen protocolos… estando como está la situación…) Irme con mis soldados en los cacharros voladores hacia la base.
Sasaki
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Según me puse en camino junto con la pretora alguien me llamó por la espalda, me giré y vi a Heaten me quiso pedir perdón por lo que antes “¿Qué había pasado antes, acaso se refería a que ella ignoró la orden de que se quedase conmigo en el pozo?” pensé mientras lo dijo, después me preguntó el por qué le había intentado proteger antes cuando la pretora se abalanzó sobre ella.
-No hay nada que disculpar, pues no ha habido nada que lamentar. Con respecto a por qué protegerte, es sencillo, eres una marine, y yo también, y me encargo de proteger a los inocentes y a mis compañeros. Además a ella la estamos probando y si te hubiese atacado tendría que responder por ello, ¿qué hubiese complicado la situación? Sí, pero si es por hacer lo correcto no importa. Ahora vamos, antes de que nos dejen atrás.
Hice que Rudolph avanzase un poco más rápido que alcanzase a la pretora mientras avanzábamos por la ciudad, en la cual se unieron al séquito unos guerreros de armadura negra con un color blanco en los ojos, en cuanto entramos en una gran avenida unas enormes armaduras de unos doce metros de altas nos bloquearon el camino, estas tenían un color azul en los ojos, la pretora mencionó que era obra de un tal Beros, quien era posible que fuese otro pretor. Casi sin darme cuenta comencé a soltar azúcar que iba cayendo al suelo y extendiéndose por este hacia las enormes armaduras, avancé un poco más hacia estas y lancé un gran chorro de azúcar sobre ellas, sabiendo que posiblemente no les haría nada, pero esa no era esa la intención, sino más bien era que todo el azúcar posible entrase en los huecos de la armadura, por otra parte cuando el azúcar del suelo llegó a cubrir donde tenían sus pies, hice que el azúcar se hiciese caramelo pero frío, de esa forma intentar que quedasen pegados al suelo y si no era posible que sus movimientos fuesen mucho más lentos.
-No hay nada que disculpar, pues no ha habido nada que lamentar. Con respecto a por qué protegerte, es sencillo, eres una marine, y yo también, y me encargo de proteger a los inocentes y a mis compañeros. Además a ella la estamos probando y si te hubiese atacado tendría que responder por ello, ¿qué hubiese complicado la situación? Sí, pero si es por hacer lo correcto no importa. Ahora vamos, antes de que nos dejen atrás.
Hice que Rudolph avanzase un poco más rápido que alcanzase a la pretora mientras avanzábamos por la ciudad, en la cual se unieron al séquito unos guerreros de armadura negra con un color blanco en los ojos, en cuanto entramos en una gran avenida unas enormes armaduras de unos doce metros de altas nos bloquearon el camino, estas tenían un color azul en los ojos, la pretora mencionó que era obra de un tal Beros, quien era posible que fuese otro pretor. Casi sin darme cuenta comencé a soltar azúcar que iba cayendo al suelo y extendiéndose por este hacia las enormes armaduras, avancé un poco más hacia estas y lancé un gran chorro de azúcar sobre ellas, sabiendo que posiblemente no les haría nada, pero esa no era esa la intención, sino más bien era que todo el azúcar posible entrase en los huecos de la armadura, por otra parte cuando el azúcar del suelo llegó a cubrir donde tenían sus pies, hice que el azúcar se hiciese caramelo pero frío, de esa forma intentar que quedasen pegados al suelo y si no era posible que sus movimientos fuesen mucho más lentos.
- resumen de la cohorte de Balarad:
- contestar a Heaten, seguir al séquito de Balarad y comenzar a preparar el combate contra las armaduras gigantes, usando un suelo que se ha convertido en caramelo pegajoso y lanzándoles azúcar encima
Gusi
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Akuma no mi
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Apoyé mi cabeza, unos segundos, sobre el frío suelo de piedra de la muralla, mientras escuchaba como Kodama esposaba a Yoai y parecía poner fin a la situación. Todo parecía acabar y un extraño alivio rodeaba mi cuerpo a la vez que respiraba un fuerte aroma a aire fresco. Llenando mis pulmones del calma y haciéndome sentir feliz por unos tontos dos minutos. Pero como era de esperar, las malas noticias se acercaban y como siempre a lo grande. Un fuerte sonido estridente, similar a una metralleta a toda potencia, me hizo ponerme alerta y sentir una fuerte ventisca de aire proveniente del lado contrario de la muralla. El fuerte sonido y la nube de polvo que levantaron aquellas cosas hicieron que me tapara los ojos con el brazo y forzará la vista para vislumbrar que ocurría, observando un total de tres escarabajos posándose en el borde de la muralla.
Me quede boquiabierto sin comprender que ocurría, pero al observar como Yoai se montaba en uno de estos escarabajos una leve idea se formo en mi mente. No quise mantenerme cerca de esos enormes bichos y menos de la preciosa Yoai, la cual ya me había destrozado suficiente. Levité a escasos metros del suelo, minimizando el dolor de mis heridas y desplazándome a toda velocidad del lugar. Me desplacé por la superficie de la muralla, como si se tratara de un circuito, mientras observaba como uno de esos escarabajos se lanzaba hacía mí y me miraba con cara de querer jugar un poco con mi diminuto cuerpo.
Levité y levité todo lo rápido que pude, pasando un poco de la burbuja tan extraña que me había creado Kodama. Y no penséis que era porque no me gustaba, sino porque al acercarme a ella, el fuerte viento que provocaba el escarabajo hizo que se fuera volando por el cielo. Mientras me desplazaba a escasos centímetros del suelo, iba disparando con mi escopeta (lanzando balas de aire explosivo e intentando aminorar la persecución de aquel enorme bicho), mientras con la otra mano me proporcionaba primeros auxilios para aminorar la herida.
Observé por unos segundos, como Kodama se lanzaba a la pelea, mientras uno de sus ataques iba directo al escarabajo que me perseguía. Si su ataque daba resultado tenía pensado sacar el trozo de vivre card de Kimura y salir a su busca con la esperanza de poder ayudar a Kodama antes de que fuera demasiado tarde. Me sentía impotente de no poder ayudar a Kodama, pero dada mi situación aquello era lo mejor que podía hacer antes de recuperarme por completo.
Me quede boquiabierto sin comprender que ocurría, pero al observar como Yoai se montaba en uno de estos escarabajos una leve idea se formo en mi mente. No quise mantenerme cerca de esos enormes bichos y menos de la preciosa Yoai, la cual ya me había destrozado suficiente. Levité a escasos metros del suelo, minimizando el dolor de mis heridas y desplazándome a toda velocidad del lugar. Me desplacé por la superficie de la muralla, como si se tratara de un circuito, mientras observaba como uno de esos escarabajos se lanzaba hacía mí y me miraba con cara de querer jugar un poco con mi diminuto cuerpo.
Levité y levité todo lo rápido que pude, pasando un poco de la burbuja tan extraña que me había creado Kodama. Y no penséis que era porque no me gustaba, sino porque al acercarme a ella, el fuerte viento que provocaba el escarabajo hizo que se fuera volando por el cielo. Mientras me desplazaba a escasos centímetros del suelo, iba disparando con mi escopeta (lanzando balas de aire explosivo e intentando aminorar la persecución de aquel enorme bicho), mientras con la otra mano me proporcionaba primeros auxilios para aminorar la herida.
Observé por unos segundos, como Kodama se lanzaba a la pelea, mientras uno de sus ataques iba directo al escarabajo que me perseguía. Si su ataque daba resultado tenía pensado sacar el trozo de vivre card de Kimura y salir a su busca con la esperanza de poder ayudar a Kodama antes de que fuera demasiado tarde. Me sentía impotente de no poder ayudar a Kodama, pero dada mi situación aquello era lo mejor que podía hacer antes de recuperarme por completo.
- Meln:
- Ver escarabajos y huir sobre la muralla- intentar librarme del escarabajo que me persigue y auto curarme (hacer que la herida sea leve, aunque espero que lo confirme el moderador)- esperar una oportunidad para mirar la vivre card de Kimura e ir a pedirle ayuda
- Cosas usadas:
- Escopeta:
-Escopeta recortada de 3 cañones. Tiene balas normales y de aire (las cuales crean explosiones de aire al impactar).
-Manual Micaiah: Gracias a estudiar el manual, aprendes a canalizar energía curativa para curarte (una vez por combate). La herida, en el mismo turno, bajará un nivel. Herida grave > Herida moderada > Herida leve > Herida superficial.
Joseph Leto
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Mientras el joven pelirrojo se encuentra caminando por los bordes de la muralla no parece ocurrir nada. En un momento dado el joven marine se adentra por una calle medio destrozada y es entonces cuando escucha un par de escarabajos gigantes volar hacia donde supuestamente se encuentra Yoai, aunque lo ocurra por allí ya no es de interés. Cuando el joven deja de prestarle atención a los escarabajos y mira al frente ve a una niña llorando en una esquina, lo cual le sorprende de sobre manera. Por una parte, eso se interpone en su camino a descansar tranquilamente sin volver a intervenir en la guerra, por otro lado, no puede ignorar a una niña llorando por muy vago que esté en ese momento. El joven marine se acerca a la niña sin bajar la guardia y le pregunta
¿Qué es lo que te ha hecho llorar, pequeña?
¿Qué es lo que te ha hecho llorar, pequeña?
Ichizake
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Un ruido de disparos rompió el silencio que los espectrales aldeanos armados habían dejado tras su marcha. Gerald no se había percatado verdaderamente de lo ruidosos que eran hasta que no se marcharon por fin, hartos de enfrentarse a la supuesta bruja y sus acompañantes o quizás contentos por haberlos espantado. Por ese motivo el sonido del tiroteo se le antojó tan potente como un trueno en una noche en calma. Al menos le quedaba el consuelo de imaginarse que las balas habían puesto fin al molesto guardián preguntón. Pero ahí no quedaba la cosa.
Por alguna razón, la oscuridad se hizo dueña y señora del mundo. No es que antes tuvieran mucha luz, pero al menos podían ver más allá de sus propias narices. Pero ahora Gerald era incapaz de ver sus propias manos al agitarlas delante de su rostro. Por suerte no duró mucho. Cuando la tenue luz brilló desde lo alto, el espadachín alzó la vista y vio las amorfas figuras descender de las alturas, con su brillo rosado dándoles luz como siniestras estrellas. Más cosas raras, cómo no.
Gerald estaba realmente harto de aquel lugar y ni siquiera se tomó la molestia de preguntarse qué eran esas cosas o si se las podía considerar un peligro. En cualquier caso, la sugerencia de Galia le parecía válida, ya que acabar con sus fuentes de luz sería un problema, así que no tuvo problema alguno en ignorar a esos seres y emprender el camino al exterior. Incluso accedió a darle el número de uno de sus múltiples Den Den Mushi a la revolucionaria; quizás en el futuro pudiese resultarle útil contar con contactos en la Revolución.
Ante sus ojos apareció un nuevo túnel. ¿Era uno nuevo o se trataba del mismo de antes, por el que él había llegado? No lo tenía muy claro ya que los caminos del subsuelo se le antojaba idénticos entre sí, aunque este estaba repleto de un extraño residuo poco agradable a la vista. Sería mejor que intentase no tocarlo mucho.
- Meln:
- Intercambiar números - Tirar por el túnel intentando no tocar ese residuo raro
Maki
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Cuando Maki por fin salió de aquel sótano mugriento se sintió igual de libre que cuando por fin pudo dejar la prisión. La luz del sol era tan brillante como siempre había imaginado, y el aire era fresco y revitalizante. Y por si fuera poco, Molly le esperaba allí fuera. Pero el molusco no estaba ni mucho menos solo. Había un montón de gente allí fuera: una chica enorme que debía de medir como trescientos o cuatrocientos broljks -una unidad de medida de longitud inventada por el propio Maki hacía mucho tiempo-, y cuatro chicos, cada uno más amenazador que el anterior. Pero había uno al que ya conocía.
¡Era el asesino de Dimitri! Ese desalmado que se había comido a su apreciado caracol telépata hacía ya tanto tiempo. ¿Qué hacía él allí? ¿También participaba en el juego? Quizás fuese una prueba que los creadores del juego le habían puesto para así poder ganar. Tal vez tuviera que vengar la muerte de su camarada comiéndose a su verdugo. "Nah, eso sería raro", se dijo el gyojin. Aún así, el hombre tuerto parecía empeñado en seguir negando su horrendo crimen. Pero bueno, Maki sabía que en realidad no era mal tipo. Una vez incluso le salvó la vida.
-Eres muy alta -le dijo a la chica gigante, el doble de alta que él mismo-. ¿Desde ahí arriba no tienes vértigo?
Antes de que pudiera contestarle, simplemente se giró y pasó a explicarle al hombre del parche que no se comiera a Molly.
-A este no puedes comértelo -le advirtió.
-No pienso comerme nada. Y menos algo tan feo como eso -fue su respuesta. Al menos había servido para tranquilizar a Maki.
Le habría gustado continuar charlando con él, pero había algo que le llamaba mucho la atención: un olor muy intenso y molesto. El pez gota se acercó a uno de los acompañantes del tuerto, un chico de pelo azul bastante bajito. Se le quedó mirando fijamente desde arriba, dada su superior estatura, hasta que al final supo a qué se debía aquel aroma.
-Hueles a... -Un sonoro y repentino eructo le interrumpió. Giró un poco la cabeza luego volver a mirar al hombrecillo-. Hueles a tabaco -le dijo sin más-. Dicen que eso sabe muy mal. ¿Me das?
En realidad Maki nunca había fumado pero había visto a mucha gente guay hacerlo. Seguro que era divertido. A Sonrisas le gustaría, si es que aparecía alguna vez.
- Zal?:
- Pedir tabaco a Zack
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El tipo cayó muerto al suelo con relativa facilidad. ¿En serio? ¿Tanto tiempo perdido para nada? Podría habérmelo ahorrado matándolo desde el principio.
- La primera pregunta no anula las demás, porque todas eran retóricas. Viejo senil... -gruñí por lo bajo al tiempo que me acercaba a inspeccionar su cadáver en busca de algo útil o de valor.
Fue entonces cuando me di cuenta de que todo a mi alrededor se había apagado. O quizá ese no era el término adecuado. En fin, que estaba todo a oscuras.
¿Qué narices estaba pasando? Pasadizos brillantes, paredes holográficas, vueltas innecesarias, estancias que cambiaban de apariencia cada dos por tres... ¿Magia? Ja! Eso es lo que un iluso creería. Pero no yo. Tenía que haber una explicación, y una científica y sólida. ¿Telas miméticas? ¿Alguien había inventado un material mimético capaz de cambiar la estancia con sólo un click? Pero entonces, ¿dónde estaba el mecanismo que activaba aquello?
Rebusqué en la ropa del viejo con más interés, hasta que Klaus me golpeó un costado y emitió un gemidito.
- ¿Haru? No veo nada... ¿Dónde estás?
- Estoy aquí. ¿Qué rayos...? -salté entonces, al ver a una especie de... ¿medusas? flotando en mi dirección.
Por su apagada luz pude discernir lo que parecía ser un puente, así que dejé el cadáver del viejo tranquilo y me incorporé para caminar en aquella dirección, no sin antes coger a Klaus para que no se perdiese.
Las presencias parecían estar cada vez más cerca, y sin duda estaban el dirección a ese puente, así que no me quedaba más remedio que fiarme de mis sentidos y caminar a ciegas, afinando al máximo el oído, el olfato y el tacto y ayudándome del haki de observación para continuar.
- La primera pregunta no anula las demás, porque todas eran retóricas. Viejo senil... -gruñí por lo bajo al tiempo que me acercaba a inspeccionar su cadáver en busca de algo útil o de valor.
Fue entonces cuando me di cuenta de que todo a mi alrededor se había apagado. O quizá ese no era el término adecuado. En fin, que estaba todo a oscuras.
¿Qué narices estaba pasando? Pasadizos brillantes, paredes holográficas, vueltas innecesarias, estancias que cambiaban de apariencia cada dos por tres... ¿Magia? Ja! Eso es lo que un iluso creería. Pero no yo. Tenía que haber una explicación, y una científica y sólida. ¿Telas miméticas? ¿Alguien había inventado un material mimético capaz de cambiar la estancia con sólo un click? Pero entonces, ¿dónde estaba el mecanismo que activaba aquello?
Rebusqué en la ropa del viejo con más interés, hasta que Klaus me golpeó un costado y emitió un gemidito.
- ¿Haru? No veo nada... ¿Dónde estás?
- Estoy aquí. ¿Qué rayos...? -salté entonces, al ver a una especie de... ¿medusas? flotando en mi dirección.
Por su apagada luz pude discernir lo que parecía ser un puente, así que dejé el cadáver del viejo tranquilo y me incorporé para caminar en aquella dirección, no sin antes coger a Klaus para que no se perdiese.
Las presencias parecían estar cada vez más cerca, y sin duda estaban el dirección a ese puente, así que no me quedaba más remedio que fiarme de mis sentidos y caminar a ciegas, afinando al máximo el oído, el olfato y el tacto y ayudándome del haki de observación para continuar.
- Resumen Meln:
Inspeccionar el cadáver del señor preguntón para ver si encuentro algo útil o de valor, ver las medusas y dirigirme a lo que parece ser un puente, agudizando mis sentidos mejorados al máximo.
Amaiar Silverfang
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Viendo que el portón no se abría, Syxel optó por volar llevándonos a nosotros con él, elevándonos hasta la parte alta del muro con la intención de pasar así al otro lado. Sin embargo, en cuanto estuvimos en posición, las puertas se abrieron dejando paso a un enorme ejercito encabezado por el general que enfrentamos. Fruncí el ceño mientras lo observaba alejarse cabalgando, como si no nos hubiera visto...
- Maldita sea... - Murmuré. - Tan cerca, y a la vez tan lejos...
Pensé que era una oportunidad demasiado buena como para dejarlo escapar, que una simple lanza bien apuntada y lanzada pondría fin a sus andanzas... Pero el hecho de que detrás suyo hubiera un auténtico ejército como no lo habíamos visto antes me hizo dudar, y para cuando me di cuenta se habían alejado fuera de mi alcance.
- Bueno, supongo que ya no podemos hacer nada más por él, ¿no? - Dijo una voz desilusionada a mi lado. Era Noah.
- Me temo que tienes razón. - Afirmé. - Solo nosotros tres n podemos hacer nada contra todos esos, sería un suicidio. Pero... - Comenté mientras sacaba la amatista de mi bolsillo, el dispositivo de Meln. -... Aún tenemos estos, tal vez podamos colarnos en su base e "investigar" un poco.
Syxel parecía afligido en su orgullo, pero muy a su pesar debíamos dejar que otro se encargara del general ahora. Empecé a mirar por todos lados, buscando un buen punto por donde infiltrarnos en la base para darle un nuevo objetivo con el que se pudiese distraer y pensar en otra cosa, cuando algo me llamó la atención.
En la costa, allí en medio de donde la arena y el agua se encontraban, había una espada clavada. Algo curioso, me pareció, pues no había señales de ningún otro tipo de evento similar cerca, no habían mas espadas a la vista que esa y la forma en la que estaba clavada era demasiado informe como para tratarse de un ritual o tumba. Aquella espada había acabado allí por accidente, tal vez durante un combate, y mi curiosidad no se vio sino aumentada cuando sentí una corazonada que me atraía hacia ella. Era difícil distinguirla bien desde la distancia, pero juraría que tenia un acabado exótico y exquisito.
- Eh, Syx. Fíjate ahí. - Le llamé la atención al peligris sobre aquel punto tan particular. - ¿No te parece raro? Quizá sea un buen punto por donde empezar a investigar, ¿no crees? - ¿El que hablaba era mi yo razonable, pensando realmente que se trataba de algo que nos pudiera llevar a algún lado, o mi yo herrero y amante de las espadas, curioso como pocos y deseoso de tener entre manos aquella pieza aunque fuera una vez? No lo tenía claro, pero sí tenía claro que quería verla más de cerca. - Vamos, olvidémonos de ese melniano por el momento, busquemos una debilidad con la que golpear en el corazón de Meln justo donde les duela.
En mi cabeza la lógica estaba clara: Había demostrado ser una facción que no merecía el trono pasara lo que pasase, así que mi nuevo deber era encontrar la forma de hacer que perdiera la guerra. No podía decir quién debía ganar en su lugar, pero sí tenía claro que cualquier otra no podía ser peor que aquellas aberraciones. Además, me sentía especialmente dolido y usado, al recordar cómo con toda mi buena fe me ofrecí a ayudarlos cuando pensaba que estaban necesitados y me pidieron que les socorriese.
"Pues no quedará así." Pensé, notando cierto rencor carcomerme por dentro. Era una sensación relativamente nueva, que no tenía desde hacía años, décadas incluso. "No pienso dejar que la historia se repita, aunque deba ponerle fin yo mismo." Lleno de determinación, esperé a ver la reacción de mis compañeros. Más que nada porque me ayudaría muchísimo que Syxel nos bajase de aquel sitio ahora que el ejército se había alejado lo suficiente.
- Maldita sea... - Murmuré. - Tan cerca, y a la vez tan lejos...
Pensé que era una oportunidad demasiado buena como para dejarlo escapar, que una simple lanza bien apuntada y lanzada pondría fin a sus andanzas... Pero el hecho de que detrás suyo hubiera un auténtico ejército como no lo habíamos visto antes me hizo dudar, y para cuando me di cuenta se habían alejado fuera de mi alcance.
- Bueno, supongo que ya no podemos hacer nada más por él, ¿no? - Dijo una voz desilusionada a mi lado. Era Noah.
- Me temo que tienes razón. - Afirmé. - Solo nosotros tres n podemos hacer nada contra todos esos, sería un suicidio. Pero... - Comenté mientras sacaba la amatista de mi bolsillo, el dispositivo de Meln. -... Aún tenemos estos, tal vez podamos colarnos en su base e "investigar" un poco.
Syxel parecía afligido en su orgullo, pero muy a su pesar debíamos dejar que otro se encargara del general ahora. Empecé a mirar por todos lados, buscando un buen punto por donde infiltrarnos en la base para darle un nuevo objetivo con el que se pudiese distraer y pensar en otra cosa, cuando algo me llamó la atención.
En la costa, allí en medio de donde la arena y el agua se encontraban, había una espada clavada. Algo curioso, me pareció, pues no había señales de ningún otro tipo de evento similar cerca, no habían mas espadas a la vista que esa y la forma en la que estaba clavada era demasiado informe como para tratarse de un ritual o tumba. Aquella espada había acabado allí por accidente, tal vez durante un combate, y mi curiosidad no se vio sino aumentada cuando sentí una corazonada que me atraía hacia ella. Era difícil distinguirla bien desde la distancia, pero juraría que tenia un acabado exótico y exquisito.
- Eh, Syx. Fíjate ahí. - Le llamé la atención al peligris sobre aquel punto tan particular. - ¿No te parece raro? Quizá sea un buen punto por donde empezar a investigar, ¿no crees? - ¿El que hablaba era mi yo razonable, pensando realmente que se trataba de algo que nos pudiera llevar a algún lado, o mi yo herrero y amante de las espadas, curioso como pocos y deseoso de tener entre manos aquella pieza aunque fuera una vez? No lo tenía claro, pero sí tenía claro que quería verla más de cerca. - Vamos, olvidémonos de ese melniano por el momento, busquemos una debilidad con la que golpear en el corazón de Meln justo donde les duela.
En mi cabeza la lógica estaba clara: Había demostrado ser una facción que no merecía el trono pasara lo que pasase, así que mi nuevo deber era encontrar la forma de hacer que perdiera la guerra. No podía decir quién debía ganar en su lugar, pero sí tenía claro que cualquier otra no podía ser peor que aquellas aberraciones. Además, me sentía especialmente dolido y usado, al recordar cómo con toda mi buena fe me ofrecí a ayudarlos cuando pensaba que estaban necesitados y me pidieron que les socorriese.
"Pues no quedará así." Pensé, notando cierto rencor carcomerme por dentro. Era una sensación relativamente nueva, que no tenía desde hacía años, décadas incluso. "No pienso dejar que la historia se repita, aunque deba ponerle fin yo mismo." Lleno de determinación, esperé a ver la reacción de mis compañeros. Más que nada porque me ayudaría muchísimo que Syxel nos bajase de aquel sitio ahora que el ejército se había alejado lo suficiente.
- Ex-Meln:
- Desvaríos varios y conversaciones banales. Me fijo en la espada y llamo la atención de Syxel para que nos acerque a verla.
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Justo cuando empezaba a moverme para poner en marcha el plan, las enredaderas se aceleraron de repente y trataron de sujetarme. En el momento en el que lancé mi ataque, otras salieron por un ángulo muerto que no había visto, y desviaron el Blaster haciéndo que fallara casi por completo. Me vi en un apuro, y comencé a ascender en el aire sujetándome al otro Blaster cuando una de las enredaderas me sujetó por el huesudo tobillo.
- ¡Mierda! - Se me escapó, mientras la enredadera tiraba de mí hacia abajo.
- *Sonidos burbujeantes de pánico*
Flubber salió de su escondite, extendiéndose al instante por todo mi cuerpo, de la cabeza a los pies, como una fina película de masa metálica que se adaptaba a los recovecos como un líquido, para luego endurecerse. Todo ocurrió tan rápido que para cuando pude reaccionar ya no sabía si lo que sentía entre mis dedos era un guante o un pegote mocoso.
- ¿Pero qué co...? - Pude mascullar, pues al menos mi cara había quedado libre de aquella capa metálica protectora, dejándome la vista libre.
Por todo el área comenzaron a aparecer masas blancas desconocidas, surgiendo de las flores y enredaderas mientras Flowey decía algo sobre "friendliness pellets." Tenían un aspecto inocuo, pero a mis ojos parecían más bien amenazantes, y traté de forcejear para librarme de las enredaderas. Al menos no me hacían daño, gracias a Flubber que actuaba como improvisada defensa, pero eso no quitaba que seguía estando atrapado.
"Bueno, supongo que no hay otra opción..." Pensé, mientras mi ojo izquierdo comenzaba a brillar de color azul intenso. Noté cosquilleos por toda mi piel, como pequeñas corrientes eléctricas cruzando mis nervios de arriba a abajo, y empecé a canalizar toda aquella energía en mis manos...
De repente, una serie de ruidos se oyeron a mi espalda, y noté la onda expansiva ya difusa de algún golpe. Al retorcerme en el sitio pude girarme lo justo para ver que se trataba de uno de los tipos que asistió a la reunión de antes (si bien había llegado tarde y apenas había hablado, era difícil no reconocer a alguien así). Casi me sentía aliviado, pues parecía que me quería ayudar, aunque su siguiente ataque me pasó peligrosamente cerca. De no ser por la dureza que estaba consiguiendo adquirir Flubber, tal vez me hubiera dañado a mí también.
Si el tipo (Kedra) conseguía liberarme, usaría mi Gaster Blaster para lanzar una ráfaga rápida de varios disparos hacia la flor, mientras acumularía una buena cantidad de electricidad concentrada en mi mano y la lanzaría volando hacia las enredaderas que sujetaban el otro Blaster, y así trataría de liberarlo también en cuanto la prisión se aflojase un poco (haciendo que el Blaster volara de nuevo hacia mí).
- No mucho más de lo que ves. - Le diría rápidamente. - Dexter, Hinori y un tipo llamado Zuko se adelantaron, yo me quedé para investigar una flor solitaria que resultó ser mucho más de lo que había a simple vista. - Concluiría señalando al frente. - No esperaba que fuera un dolor de cabeza tan grande, gracias por la ayuda.
- ¡Mierda! - Se me escapó, mientras la enredadera tiraba de mí hacia abajo.
- *Sonidos burbujeantes de pánico*
Flubber salió de su escondite, extendiéndose al instante por todo mi cuerpo, de la cabeza a los pies, como una fina película de masa metálica que se adaptaba a los recovecos como un líquido, para luego endurecerse. Todo ocurrió tan rápido que para cuando pude reaccionar ya no sabía si lo que sentía entre mis dedos era un guante o un pegote mocoso.
- ¿Pero qué co...? - Pude mascullar, pues al menos mi cara había quedado libre de aquella capa metálica protectora, dejándome la vista libre.
Por todo el área comenzaron a aparecer masas blancas desconocidas, surgiendo de las flores y enredaderas mientras Flowey decía algo sobre "friendliness pellets." Tenían un aspecto inocuo, pero a mis ojos parecían más bien amenazantes, y traté de forcejear para librarme de las enredaderas. Al menos no me hacían daño, gracias a Flubber que actuaba como improvisada defensa, pero eso no quitaba que seguía estando atrapado.
"Bueno, supongo que no hay otra opción..." Pensé, mientras mi ojo izquierdo comenzaba a brillar de color azul intenso. Noté cosquilleos por toda mi piel, como pequeñas corrientes eléctricas cruzando mis nervios de arriba a abajo, y empecé a canalizar toda aquella energía en mis manos...
De repente, una serie de ruidos se oyeron a mi espalda, y noté la onda expansiva ya difusa de algún golpe. Al retorcerme en el sitio pude girarme lo justo para ver que se trataba de uno de los tipos que asistió a la reunión de antes (si bien había llegado tarde y apenas había hablado, era difícil no reconocer a alguien así). Casi me sentía aliviado, pues parecía que me quería ayudar, aunque su siguiente ataque me pasó peligrosamente cerca. De no ser por la dureza que estaba consiguiendo adquirir Flubber, tal vez me hubiera dañado a mí también.
Si el tipo (Kedra) conseguía liberarme, usaría mi Gaster Blaster para lanzar una ráfaga rápida de varios disparos hacia la flor, mientras acumularía una buena cantidad de electricidad concentrada en mi mano y la lanzaría volando hacia las enredaderas que sujetaban el otro Blaster, y así trataría de liberarlo también en cuanto la prisión se aflojase un poco (haciendo que el Blaster volara de nuevo hacia mí).
- No mucho más de lo que ves. - Le diría rápidamente. - Dexter, Hinori y un tipo llamado Zuko se adelantaron, yo me quedé para investigar una flor solitaria que resultó ser mucho más de lo que había a simple vista. - Concluiría señalando al frente. - No esperaba que fuera un dolor de cabeza tan grande, gracias por la ayuda.
- Gatitos (Sans+Kedra):
- Flubber me cubre para protegerme del daño, aunque no evita que me aprisionen (alcanza una dureza 10 MOHS sin estorbar los movimientos, es su capacidad de objeto Épico). Suponiendo que Kedra consiga liberarme, le respondo, y lanzo un ataque doble:
- El Gaster Blaster que tengo al lado dispara una ráfaga de entre cinco y diez disparos de potencia media ("fuego rápido", que satura al enemigo con cortas ráfagas de disparos de energía rápida. Potencia 150 kV/45 kW a 100 rpm) en dirección a la flor.
- Mientras, yo canalizo mi ámbito de Electricidad en mis manos para disparar un par de cargas concentradas hacia las enredaderas que sujetan mi segundo Blaster, con intención de hacer que se libere si la sujeción disminuye.
Ámbito de Profesión (Nivel 30): Consume el ámbito para mejorar el ya existente.
-Pasiva/Escénica: La electricidad presente en el cuerpo del usuario se concentra, potencia y compacta aún más, ganando una mejora escénica: Sans puede cambiar el color de su electricidad a placer, dándole el tono que desee.
- Técnica: Permite al usuario generar, manipular y lanzar más electricidad que antes (ahora son grandes cantidades). Esto se traduce en que Sans puede crear más cargas de electricidad algo más intensa que antes.
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De nuevo, mis ataques parecen no causarle la más mínima molestia. De hecho, más bien soy yo el que nota cierto dolor al propinar el puñetazo contra su vientre. Sensación que me hace apretar la mandíbula para contener un quejido. Sorprendido, retrocedo de un salto, guardando las distancias por si decidiese contraatacar. Abro y cierro el puño varias veces, tratando de aliviar la sensación, mientras continúo con la mirada fija en mi oponente.
- ¿De qué cojones estás hecho? - Le pregunté, aún a sabiendas de que no obtendría respuesta alguna por su parte.
Sin previo aviso, como tratando de pillarnos por sorpresa, decide pasar a la ofensiva. Al igual que había hecho yo hacía apenas unos segundos, echó a correr. Tratando de pasar entre nosotros para, según pude suponer, atacar a otro de los compañeros de Krauser, una joven que se había acercado para prestarnos apoyo en el combate. Aún no había cruzado palabra alguna con ella, pero a simple vista supuse que se trataba de una gyojin. No podía estar seguro de si ella tendría más suerte que nosotros al enfrentarlo, pues en ocasiones ya había oído hablar de la extraordinaria fuerza que caracteriza a los de su raza. Pero tampoco estaba dispuesto a comprobarlo.
Así pues, tan rápido como pude, eché a correr en su dirección, mientras él hacía lo mismo en dirección a la gyojin. Mi intención era embestirle, golpeando con mi hombro a la altura de su costado, tratando de derribarle. Una vez estuviésemos ambos en el suelo, trataría de cruzar mis piernas alrededor de su cintura, y mis brazos bajo los suyos, cruzando ambas manos tras su nuca. De conseguir mi objetivo, trataría de mantenerle inmovilizado el mayor tiempo posible. Con la esperanza de que a alguno de mis compañeros se le ocurriese alguna forma más efectiva de atacarle.
- ¿De qué cojones estás hecho? - Le pregunté, aún a sabiendas de que no obtendría respuesta alguna por su parte.
Sin previo aviso, como tratando de pillarnos por sorpresa, decide pasar a la ofensiva. Al igual que había hecho yo hacía apenas unos segundos, echó a correr. Tratando de pasar entre nosotros para, según pude suponer, atacar a otro de los compañeros de Krauser, una joven que se había acercado para prestarnos apoyo en el combate. Aún no había cruzado palabra alguna con ella, pero a simple vista supuse que se trataba de una gyojin. No podía estar seguro de si ella tendría más suerte que nosotros al enfrentarlo, pues en ocasiones ya había oído hablar de la extraordinaria fuerza que caracteriza a los de su raza. Pero tampoco estaba dispuesto a comprobarlo.
Así pues, tan rápido como pude, eché a correr en su dirección, mientras él hacía lo mismo en dirección a la gyojin. Mi intención era embestirle, golpeando con mi hombro a la altura de su costado, tratando de derribarle. Una vez estuviésemos ambos en el suelo, trataría de cruzar mis piernas alrededor de su cintura, y mis brazos bajo los suyos, cruzando ambas manos tras su nuca. De conseguir mi objetivo, trataría de mantenerle inmovilizado el mayor tiempo posible. Con la esperanza de que a alguno de mis compañeros se le ocurriese alguna forma más efectiva de atacarle.
- Team Quimera:
- Trato de derribar a mi copia mientras esta va a por Valya. De conseguirlo, una vez estemos ambos en el suelo trato de inmovilizarlo. Ofreciendo a mis compañeros una buena oportunidad para atacarle.
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Suspiré rascándome la coronilla, no parecían malos tipos, y sin embargo su aura no engañaba. Además mi luz les había dañado... No tenía del todo claro aún qué se suponía que debíamos hacer con ellos, aunque la historia que contaba era algo convincente. Busqué en la mirada de Eichi algún indicio silencioso de decisión, y como parecía querer confiar aunque fuera un poco en los dos sujetos, no me quedó de otra que hacer lo propio. Al fin y al cabo confío en Eichi, y si él decide darles un voto de duda a nuestros ex-oponentes, puede que tuviera sus razones.
- No sé hasta qué punto podemos promerterlo... - Mencioné. -... ya que puede que nuestros esfuerzos no sean suficientes. Pero daremos todo lo que tenemos por conseguir un gobierno justo en Síderos, en eso sí tienes mi palabra. - Le aseguré.
Más tarde, tras descansar un poco (que Eichi lo iba necesitando, y a mi tampoco me venía mal volver a forma humana un rato), cuando salimos de la central tocaba decidir nuestro siguiente movimiento.
- Bueno, la columna aquella rara de rayos y nubes parece haber desaparecido, pero no estoy segura de querer acercarme demasiado. - Le dije al pelirrojo. - Y en la Capital aún están esas cosas, pero también vimos a un montón de gente dirigirse hacia allí... Si el corazón del conflicto se traslada hasta la Ciudad Imperial, tal vez no nos quede más remedio que volver, y rezar para que esta vez con más ayuda podamos enfrentar a los constructos... De todas formas, solo por asegurarme, déjame echar un vistazo. Espera aquí.
Tras eso, ascendí en el aire para tener una buena panorámica de toda la zona, y pude ver efectivamente a lo lejos un conglomerado de fuerzas pegadas a la muralla de la Ciudad, junto a una de criatura bastante grande y de aspecto extraño, y lo que parecía ser un carro tirado por osos. A juzgar por los colores, a un lado estaba nuestro Balt, y podía suponer que Balarad estaría por allí cerca... puede que junto al carro o dentro de él, si no me fallaba la memoria ese debía ser su medio de transporte... Al otro lado, podría haber estado cualquiera de las otras dos facciones, aunque me decanté por asumir que el negro era el color de Meln, según nos habían contado. Eso, además de la tierra que se moría a los pies del muro por aquel lado, dejando un rastro por donde habían pasado como un camino de putrefacción.
Descendí de nuevo, poniendo cara de asco y contándole todo lo que había visto a Eichi, así como le hecho de que los dos ejércitos parecían haber llegado a un parón, pues no los veía en conflicto a gran escala. Tal vez fuera un buen momento para ir y ver qué estaba pasando con nuestros propios ojos...
Si aceptaba la propuesta, le llevaría volando yo misma, cargando con cuidado con él para que no se cayese. Mi sugerencia sería llevarlo a mi espalda, ya que no necesitaba las alas no le estorbarían si las hacía desaparecer, y podría volar perfectamente mientras él reunía fuerzas.
- No sé hasta qué punto podemos promerterlo... - Mencioné. -... ya que puede que nuestros esfuerzos no sean suficientes. Pero daremos todo lo que tenemos por conseguir un gobierno justo en Síderos, en eso sí tienes mi palabra. - Le aseguré.
Más tarde, tras descansar un poco (que Eichi lo iba necesitando, y a mi tampoco me venía mal volver a forma humana un rato), cuando salimos de la central tocaba decidir nuestro siguiente movimiento.
- Bueno, la columna aquella rara de rayos y nubes parece haber desaparecido, pero no estoy segura de querer acercarme demasiado. - Le dije al pelirrojo. - Y en la Capital aún están esas cosas, pero también vimos a un montón de gente dirigirse hacia allí... Si el corazón del conflicto se traslada hasta la Ciudad Imperial, tal vez no nos quede más remedio que volver, y rezar para que esta vez con más ayuda podamos enfrentar a los constructos... De todas formas, solo por asegurarme, déjame echar un vistazo. Espera aquí.
Tras eso, ascendí en el aire para tener una buena panorámica de toda la zona, y pude ver efectivamente a lo lejos un conglomerado de fuerzas pegadas a la muralla de la Ciudad, junto a una de criatura bastante grande y de aspecto extraño, y lo que parecía ser un carro tirado por osos. A juzgar por los colores, a un lado estaba nuestro Balt, y podía suponer que Balarad estaría por allí cerca... puede que junto al carro o dentro de él, si no me fallaba la memoria ese debía ser su medio de transporte... Al otro lado, podría haber estado cualquiera de las otras dos facciones, aunque me decanté por asumir que el negro era el color de Meln, según nos habían contado. Eso, además de la tierra que se moría a los pies del muro por aquel lado, dejando un rastro por donde habían pasado como un camino de putrefacción.
Descendí de nuevo, poniendo cara de asco y contándole todo lo que había visto a Eichi, así como le hecho de que los dos ejércitos parecían haber llegado a un parón, pues no los veía en conflicto a gran escala. Tal vez fuera un buen momento para ir y ver qué estaba pasando con nuestros propios ojos...
Si aceptaba la propuesta, le llevaría volando yo misma, cargando con cuidado con él para que no se cayese. Mi sugerencia sería llevarlo a mi espalda, ya que no necesitaba las alas no le estorbarían si las hacía desaparecer, y podría volar perfectamente mientras él reunía fuerzas.
- Resumen Balt (O9 hacia O12):
- Salir de la central tras hacer un comentario y tomarnos un descanso, volar para ver lo que ocurre en la distancia, distinguir lo que puedo suponer que son los ejércitos de Balt y Meln (cuando aún estaban juntos, no sé cómo estarán ahora), proponerle a Eichi dirigirnos hacia allí para tratar de tener una mejor visión de la guerra desde dentro (y tal influirla).
Si acepta, viendo que está hecho polvo aún, le llevaré a mi espalda mientras vuelo para que pueda seguir reuniendo fuerzas, ya que yo soy la que está más fresca de los dos (al menos no estoy exhausta como él).
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Los ataques de Krauser no habían sido efectivos contra el clon, tan solo unos ligeros cortes en la piel falsa de este, por mi parte el ataque tan solo funcionó en parte, pues mi objetivo que era derribar la puerta no lo había conseguido y acabar con el clon tampoco, tan solo conseguí abollar la puerta y descubrir que el clon era realmente un robot con mi forma física, pero sin haberme transformado. El robot en un rápido movimiento, me agarró de la pierna y me lanzó por donde había venido a bastante velocidad, no era ningún problema hasta que noté que algo me agarró justo cuando iba a extender mis alas para frenar en seco alguien me agarró por la espalda, era Krauser, al no poder detenernos el golpe hizo que cayésemos por el suelo, lo cual a mi no me provocó ningún daño por la armadura aunque si sentí los golpes de las armas en esta además de alguno con el revolucionario. Nos levantamos a la vez y estiré un poco el hombro izquierdo que era el que más daño había recibido.
-¿Necesitas alguna cura? – le dije telepáticamente a Krauser – por cierto gracias, te interesará saber que es un robot, así que no puede transformarse como yo, y el material del que está hecho es kairoseki – no sabía bien el por qué pero me había sentido un poco más débil cuando me lanzó, quizás cuando aun tenía el haki activado.
El revolucionario desenfundó su espada gigante y dijo que si quería hacerle algo debía de ser con esa, y tras eso con una nube de niebla donde estarían sus piernas salió disparado hacia el robot, para cuando lo alcanzó realizó un corte con su enorme espada y luego se puso a girar para lanzarle un golpe descendente, por mi parte en el momento en el que comenzó a girar aproveche el pequeño viento que se formó para mantenerlo y hacerlo más rápido y poderoso.
-Alejaros de los robots – dije mentalmente a todos los miembros del equipo mientras hacía más grande el viento que controlaba.
En apenas unos instantes cree un tornado que giraba a su máxima velocidad que se situaba entre el equipo y los robots, este tornado iba en su dirección con la intención de arrastrarlos y que se los llevase volando para que no nos diesen más problemas y quizás el tornado pudiese abrir la puerta de la base.
-¿Necesitas alguna cura? – le dije telepáticamente a Krauser – por cierto gracias, te interesará saber que es un robot, así que no puede transformarse como yo, y el material del que está hecho es kairoseki – no sabía bien el por qué pero me había sentido un poco más débil cuando me lanzó, quizás cuando aun tenía el haki activado.
El revolucionario desenfundó su espada gigante y dijo que si quería hacerle algo debía de ser con esa, y tras eso con una nube de niebla donde estarían sus piernas salió disparado hacia el robot, para cuando lo alcanzó realizó un corte con su enorme espada y luego se puso a girar para lanzarle un golpe descendente, por mi parte en el momento en el que comenzó a girar aproveche el pequeño viento que se formó para mantenerlo y hacerlo más rápido y poderoso.
-Alejaros de los robots – dije mentalmente a todos los miembros del equipo mientras hacía más grande el viento que controlaba.
En apenas unos instantes cree un tornado que giraba a su máxima velocidad que se situaba entre el equipo y los robots, este tornado iba en su dirección con la intención de arrastrarlos y que se los llevase volando para que no nos diesen más problemas y quizás el tornado pudiese abrir la puerta de la base.
- resumen Team Quimera:
- seguir peleando, hago un tornado y lo envío contra los robots avisando a resto del equipo de que se retire para no salir volando
Tenebrex
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El joven no debería de sorprenderse, pues ocurrió lo mismo que la vez anterior... Sus ataques eran totalmente inútiles, solo consiguió hacerse daño en la rodilla.
-"¿Pero de qué demonios está hecho? Es como si cayera de rodillas al suelo, no se ha movido lo más mínimo... ¿Tan débil soy? Buf... como duele."- Pensó mientras estiraba la pierna un poco. Por suerte, el falso Silver no había contraatacado, al menos no contra él, por lo que pudo tener un pequeño respiro. Al cabo de unos segundos, Edward se dio cuenta de las intenciones de su oponente, pretendía atacar a Valia. Quizás porque confiaba en ella y en Silver, quizás por que no le dio tiempo a reaccionar o quizás porque le dolía la rodilla, no actuó, se quedó de pie mirando la escena.
Silver se dirigía a proteger a la gyojin y, de pronto, Edward oyó una voz en su cabeza, sin duda alguna debía ser Deathstroke. Con que alejarse del "robot" ¿eh? Aunque puede que fuera obvio, el rubio no había dado por sentado que fueran robots, pero sí, es más que probable que lo fueran.
Ya que el marine se encontraba en plena acción con su copia robótica, había que hacer algo con tal de alejarlo. Edward desconocía por completo qué pretendía hacer Deathstroke... pero es de la tripulación del Yonko Dexter, por lo que no dudó de sus habilidades. Su intención era embestir a la mayor velocidad posible, convirtiendo sus pies en ruedas, al robot, para mandarlo lo más lejos posible, y después agarrar a Silver y retroceder juntos.
Es posible que estuvieran perdiendo una oportunidad de oro al cortar el combate tan abruptamente, pero era una apuesta que tenían que hacer ¿qué alternativa tenían? ¿Seguir aporreando ese robot que no parecía ni notar los golpes? Si lo que fuera que Deathstroke tenía planeado tenía efecto, el combate estaría decidido, si no... Tendrían que buscar otra argucia, porque la lucha convencional quedaba descartada.
-"¿Pero de qué demonios está hecho? Es como si cayera de rodillas al suelo, no se ha movido lo más mínimo... ¿Tan débil soy? Buf... como duele."- Pensó mientras estiraba la pierna un poco. Por suerte, el falso Silver no había contraatacado, al menos no contra él, por lo que pudo tener un pequeño respiro. Al cabo de unos segundos, Edward se dio cuenta de las intenciones de su oponente, pretendía atacar a Valia. Quizás porque confiaba en ella y en Silver, quizás por que no le dio tiempo a reaccionar o quizás porque le dolía la rodilla, no actuó, se quedó de pie mirando la escena.
Silver se dirigía a proteger a la gyojin y, de pronto, Edward oyó una voz en su cabeza, sin duda alguna debía ser Deathstroke. Con que alejarse del "robot" ¿eh? Aunque puede que fuera obvio, el rubio no había dado por sentado que fueran robots, pero sí, es más que probable que lo fueran.
Ya que el marine se encontraba en plena acción con su copia robótica, había que hacer algo con tal de alejarlo. Edward desconocía por completo qué pretendía hacer Deathstroke... pero es de la tripulación del Yonko Dexter, por lo que no dudó de sus habilidades. Su intención era embestir a la mayor velocidad posible, convirtiendo sus pies en ruedas, al robot, para mandarlo lo más lejos posible, y después agarrar a Silver y retroceder juntos.
Es posible que estuvieran perdiendo una oportunidad de oro al cortar el combate tan abruptamente, pero era una apuesta que tenían que hacer ¿qué alternativa tenían? ¿Seguir aporreando ese robot que no parecía ni notar los golpes? Si lo que fuera que Deathstroke tenía planeado tenía efecto, el combate estaría decidido, si no... Tendrían que buscar otra argucia, porque la lucha convencional quedaba descartada.
- Team Quimera:
- No hacer nada para evitar que el falso Silver ataque. Tras el aviso de Deathstroke, lo embisto y agarro al verdadero para retroceder.
Syxel
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Me alejé unos pasos, para poder contemplar la fortaleza en su conjunto. A nuestra llegada a la isla, habíamos salido con tanta prisa que ni me había fijado en la peculiar estructura, formada por la unión de las mismas naves que nos habían traído hasta Encuentro. Meln no parecía ser una nación que destacase por su tecnología, pero he de reconocer que aquello era una obra, cuanto menos, curiosa. Incapaz de abrir las puertas tras varios intentos, optamos por buscar una entrada alternativa. Pero viendo que no parecía haber ninguna en las cercanías, opté por la que me pareció la opción más sencilla: volar. Así pues, cargando con mis compañeros ascendí rápidamente hasta llegar a lo alto de la fortaleza.
Una vez arriba, enseguida encontramos un tragaluz desde el que se podía ver el interior. Creí que sería una buena vía de acceso, pero antes de poder intentar nada, un pequeño temblor me interrumpió. Sorprendido, noté como el suelo, o más bien el techo, temblaba ligeramente bajo mies pies. Dando paso a continuación a un increíblemente intenso haz de luz de color morado, que surgía desde la misma fortaleza y ascendía hasta el cielo, tiñendo este del mismo color, al menos hasta donde alcanzaba la vista. A este peculiar acontecimiento le siguió el sonoro estruendo de los grandes portones de la fortaleza, abriéndose de par en par. Nos acercamos al borde mismo del tejado, para observar desde las alturas lo que ocurría, pero tratando de no ser descubiertos.
Lo primero que vieron mis ojos fue al guerrero al que perseguíamos, ataviado con una nueva armadura, y a lomos de un caballo. El claro color de la montura destacaba con los tonos oscuros de la armadura de su jinete, haciendo que este destacase por encima del resto. Por un instante me sentí tentado de lanzarme al ataque, saltando desde las alturas. Pero me detuve al ver que, además de nuestro enemigo, del interior de la fortaleza salía todo un ejército de caballeros. Estos le seguían, marchando tras él. A simple vista debía de haber decenas, incluso algunos cientos de enemigos. Aún con ello, sentí como me invadía la necesidad de atacar. Después de todo por lo que tuvimos que pasar, la idea de dejarle marchar sin más me devoraba por dentro. Pero cualquiera, incluso yo, se daría cuenta de que hacerlo sería igual a firmar mi propia sentencia de muerte. Y, por consiguiente, la de Noah y Amaiar, quienes aún después del duro combate habían decidido seguirme sin tener por qué hacerlo.
Apreté los puños y la mandíbula con tanta fuerza que, probablemente, me habría hecho sangrar. Aunque tan centrado como estaba en contener mis ansias ni me percaté de ello. Y así permanecí durante varios minutos, mientras el numeroso ejército se alejaba en dirección al centro de la isla, donde supuse se estaría librando la mayor parte de la guerra entre las diferentes facciones. Aunque a esas alturas, ya poco me importaba todo eso. La curiosidad que me había llevado a aceptar participar en todo aquello, ahora no era más que resentimiento hacia Meln, y hacia mi mismo por haberles seguido el juego, aún a sabiendas de que no eran de fiar; y sobre todo, una considerable sensación de impotencia por no haber podido derrotar a aquel guerrero.
- Eh, Syx. - Habló Amaiar, llamando mi atención - Fíjate ahí, ¿no te parece raro?
Seguí con la vista la dirección que señalaba, para encontrar a cierta distancia una espada, clavada en la costa. Pude notar que emitía cierto fulgor morado, similar al que minutos antes había cubierto el cielo por completo. Lo cual me dio a entender que pertenecía a algún guerrero de Meln. Pero, ¿cómo había acabado allí?
- Quizá sea un buen punto por dónde empezar a investigar, ¿no crees? - Continuó el peliblanco - Vamos, olvidémonos de ese melniano por el momento, busquemos una debilidad con la que golpear en el corazón de Meln, justo donde les duela.
Sus palabras sonaban convincentes. Y, aunque no hubiese sido así, tampoco nos quedaban muchas más alternativas. Por lo que, resignado, me puse en pie y, cargando nuevamente con mis compañeros, bajábamos volando hasta situarnos próximos a la costa. Miré entonces al lugar donde se encontraba aquella peculiar arma.
- Noah, ¿podrías traérmela? - Le pedí al gyojin. Pues la espada se encontraba en el agua, y por poco profunda que esta fuese, no podía arriesgarme a quedar debilitado tan cerca como estábamos de nuestros enemigos.
Esperé a que volviese y me la entregase. Luego, sujetándola entre mis manos, la observé con cierta fascinación. No supe reconocer el material del que estaba hecha, pero era notablemente ligera, pese a su tamaño. La empuñadura era amplia, y no contaba con guarda. En su lugar, dos pequeños agujeros adornaban el punto donde esta terminaba, dando comienzo a la hoja. En general parecía una pieza magnífica, un arma de gran valor. Aunque tras la decepción que me llevé con la espada de ébano que había conseguido en el último encuentro, tampoco quise precipitarme al juzgarla.
Una vez arriba, enseguida encontramos un tragaluz desde el que se podía ver el interior. Creí que sería una buena vía de acceso, pero antes de poder intentar nada, un pequeño temblor me interrumpió. Sorprendido, noté como el suelo, o más bien el techo, temblaba ligeramente bajo mies pies. Dando paso a continuación a un increíblemente intenso haz de luz de color morado, que surgía desde la misma fortaleza y ascendía hasta el cielo, tiñendo este del mismo color, al menos hasta donde alcanzaba la vista. A este peculiar acontecimiento le siguió el sonoro estruendo de los grandes portones de la fortaleza, abriéndose de par en par. Nos acercamos al borde mismo del tejado, para observar desde las alturas lo que ocurría, pero tratando de no ser descubiertos.
Lo primero que vieron mis ojos fue al guerrero al que perseguíamos, ataviado con una nueva armadura, y a lomos de un caballo. El claro color de la montura destacaba con los tonos oscuros de la armadura de su jinete, haciendo que este destacase por encima del resto. Por un instante me sentí tentado de lanzarme al ataque, saltando desde las alturas. Pero me detuve al ver que, además de nuestro enemigo, del interior de la fortaleza salía todo un ejército de caballeros. Estos le seguían, marchando tras él. A simple vista debía de haber decenas, incluso algunos cientos de enemigos. Aún con ello, sentí como me invadía la necesidad de atacar. Después de todo por lo que tuvimos que pasar, la idea de dejarle marchar sin más me devoraba por dentro. Pero cualquiera, incluso yo, se daría cuenta de que hacerlo sería igual a firmar mi propia sentencia de muerte. Y, por consiguiente, la de Noah y Amaiar, quienes aún después del duro combate habían decidido seguirme sin tener por qué hacerlo.
Apreté los puños y la mandíbula con tanta fuerza que, probablemente, me habría hecho sangrar. Aunque tan centrado como estaba en contener mis ansias ni me percaté de ello. Y así permanecí durante varios minutos, mientras el numeroso ejército se alejaba en dirección al centro de la isla, donde supuse se estaría librando la mayor parte de la guerra entre las diferentes facciones. Aunque a esas alturas, ya poco me importaba todo eso. La curiosidad que me había llevado a aceptar participar en todo aquello, ahora no era más que resentimiento hacia Meln, y hacia mi mismo por haberles seguido el juego, aún a sabiendas de que no eran de fiar; y sobre todo, una considerable sensación de impotencia por no haber podido derrotar a aquel guerrero.
- Eh, Syx. - Habló Amaiar, llamando mi atención - Fíjate ahí, ¿no te parece raro?
Seguí con la vista la dirección que señalaba, para encontrar a cierta distancia una espada, clavada en la costa. Pude notar que emitía cierto fulgor morado, similar al que minutos antes había cubierto el cielo por completo. Lo cual me dio a entender que pertenecía a algún guerrero de Meln. Pero, ¿cómo había acabado allí?
- Quizá sea un buen punto por dónde empezar a investigar, ¿no crees? - Continuó el peliblanco - Vamos, olvidémonos de ese melniano por el momento, busquemos una debilidad con la que golpear en el corazón de Meln, justo donde les duela.
Sus palabras sonaban convincentes. Y, aunque no hubiese sido así, tampoco nos quedaban muchas más alternativas. Por lo que, resignado, me puse en pie y, cargando nuevamente con mis compañeros, bajábamos volando hasta situarnos próximos a la costa. Miré entonces al lugar donde se encontraba aquella peculiar arma.
- Noah, ¿podrías traérmela? - Le pedí al gyojin. Pues la espada se encontraba en el agua, y por poco profunda que esta fuese, no podía arriesgarme a quedar debilitado tan cerca como estábamos de nuestros enemigos.
Esperé a que volviese y me la entregase. Luego, sujetándola entre mis manos, la observé con cierta fascinación. No supe reconocer el material del que estaba hecha, pero era notablemente ligera, pese a su tamaño. La empuñadura era amplia, y no contaba con guarda. En su lugar, dos pequeños agujeros adornaban el punto donde esta terminaba, dando comienzo a la hoja. En general parecía una pieza magnífica, un arma de gran valor. Aunque tras la decepción que me llevé con la espada de ébano que había conseguido en el último encuentro, tampoco quise precipitarme al juzgarla.
- Ex-Meln:
- Veo como el general se aleja junto a su ejército, lamentándome por no poder terminar nuestro combate. Luego bajo volando a Amaiar y Noah hasta la costa, y le pido a este último que me traiga la espada. He acabado el post en este momento por si ocurriese cualquier cosa, sea buena o mala, al cogerla. Si todo va bien, me gustaría que se considerase que hemos vuelto a subir y entramos a la fortaleza por el tragaluz que habíamos encontrado, para evitar tener que hacer una ronda en la que simplemente subimos y entramos.
Gera
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Gera estaba consternada esperando a que ocurriese algo en aquel puente. De repente, las estatuas comienzan a moverse y con un tono fuerte deniegan el paso. Al mismo tiempo plantan las hachas en el suelo formando así, una barrera poco apetecible para traspasar. La botánica mira a Dafne y no ve gran cosa en su mirada, siente que está casi sola en esto.
Ante esta situación, Gera se giró y observó su alrededor. Pudo ver más allá dos hombres, o al menos, eso parecía. Uno era pelirrojo, bastante fuerte y el otro era moreno, aunque desde aquella posición no podía verlos con claridad. Decidió acercarse un poco más, caminando con cautela, no se fiaba de nadie pero no tenía en ese momento nada más que hacer ya que no podía pasar por el puente ni retroceder.
Miró a Dafne y le dijo que venía ahora mismo, y con la misma, se fue acercando a los dos muchachos. Lo cierto era que le inquietaban bastante pero dejó a un lado sus miedos y les preguntó si sabían llegar al centro y si conocían alguna manera de cruzar el puente.
A medida que iba haciendo la pregunta pudo escuchar un ruido muy fuerte, eran unos hombres que arremetían contra las estatuas, Gera no sabía realmente si esto iba a funcionar ya que los seres inertes que allí estaban resultaban bastante imponentes.
En ese momento, se quedó absorta ante aquella situación. Esperaba que le contestasen aquellos dos hombres pero ante ese momento de lucha salvaje, se quedó completamente paralizada.
Ante esta situación, Gera se giró y observó su alrededor. Pudo ver más allá dos hombres, o al menos, eso parecía. Uno era pelirrojo, bastante fuerte y el otro era moreno, aunque desde aquella posición no podía verlos con claridad. Decidió acercarse un poco más, caminando con cautela, no se fiaba de nadie pero no tenía en ese momento nada más que hacer ya que no podía pasar por el puente ni retroceder.
Miró a Dafne y le dijo que venía ahora mismo, y con la misma, se fue acercando a los dos muchachos. Lo cierto era que le inquietaban bastante pero dejó a un lado sus miedos y les preguntó si sabían llegar al centro y si conocían alguna manera de cruzar el puente.
A medida que iba haciendo la pregunta pudo escuchar un ruido muy fuerte, eran unos hombres que arremetían contra las estatuas, Gera no sabía realmente si esto iba a funcionar ya que los seres inertes que allí estaban resultaban bastante imponentes.
En ese momento, se quedó absorta ante aquella situación. Esperaba que le contestasen aquellos dos hombres pero ante ese momento de lucha salvaje, se quedó completamente paralizada.
- Balt:
- escuchar la negativa de las estatuas, observar a Dafne, girarse y ver a dos hombres cerca, ir hacia ellos para preguntarles si sabían qué hacer con las estatuas, observan como las atacan y quedarse absorta.
Osuka Sumisu
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“Maldita sea, este robot es el dolor de cabeza personificado” pensaba Osu mientras forcejeaba contra la máquina. El ángel intentó atacar las alas como le pidió el revolucionario, pero el resultado fue ver como la mujer alada se chocaba contra el robot como una mosca contra un cristal.
- La madre que le parió. ¿Un escudo también? Esto es injusto.- Se quejó el sargento, a la vez que giraba la cabeza mirando al chico que estaba acompañando a la rubia.- ¡Rápido, cógela antes de que caiga!
El autómata empezó a acercarse tirando de la cuerda que le unía con el brazo. Como en ese momento era Osu el que tenia mas fuerza de los dos, el robot fue al brazo y no al contrario. El revolucionario soltó el brazo que ya había cogido bastante impulso y los taladros no parecían muy amistosos, pero se le acababa el tiempo de relación.
Cuando, se le encendió una pequeña bombillita, con un plan, con el que podría salir bien parado de aquel ataque. El entorno de piedra iba a serle de gran ayuda. Hundiéndose en el suelo tras salir de la forma Golem, se desplazó una distancia sin dejar de controlar al coloso de piedra. Por mucho que fuese un Golem, seguía siendo piedra que Osu podía controlar. El solo se metía dentro para estar protegido de los ataques, pero esta vez iba a tener que ser más ingenioso que una máquina.
Solo esperaba que el robot creerse que el revolucionario seguía dentro del gigante pétreo. Cuando el robot de acercarse lo suficiente, haría que el Golem juntas los puños y le diera un golpe desde arriba como un martillo, apuntando justamente a una grieta notable que se veía en el campo de fuerza de la maquinaria.
- Aún no han hecho una lata lo suficiente tocapelotas para enfrentarme!-. Dijo después de que su Golem le hubiese asestado a la maquinaria.
- La madre que le parió. ¿Un escudo también? Esto es injusto.- Se quejó el sargento, a la vez que giraba la cabeza mirando al chico que estaba acompañando a la rubia.- ¡Rápido, cógela antes de que caiga!
El autómata empezó a acercarse tirando de la cuerda que le unía con el brazo. Como en ese momento era Osu el que tenia mas fuerza de los dos, el robot fue al brazo y no al contrario. El revolucionario soltó el brazo que ya había cogido bastante impulso y los taladros no parecían muy amistosos, pero se le acababa el tiempo de relación.
Cuando, se le encendió una pequeña bombillita, con un plan, con el que podría salir bien parado de aquel ataque. El entorno de piedra iba a serle de gran ayuda. Hundiéndose en el suelo tras salir de la forma Golem, se desplazó una distancia sin dejar de controlar al coloso de piedra. Por mucho que fuese un Golem, seguía siendo piedra que Osu podía controlar. El solo se metía dentro para estar protegido de los ataques, pero esta vez iba a tener que ser más ingenioso que una máquina.
Solo esperaba que el robot creerse que el revolucionario seguía dentro del gigante pétreo. Cuando el robot de acercarse lo suficiente, haría que el Golem juntas los puños y le diera un golpe desde arriba como un martillo, apuntando justamente a una grieta notable que se veía en el campo de fuerza de la maquinaria.
- Aún no han hecho una lata lo suficiente tocapelotas para enfrentarme!-. Dijo después de que su Golem le hubiese asestado a la maquinaria.
- Con Yoko y Neo:
- Soltar el brazo para que no venga tan rapido
- Decir a Neo que ayude a Yoko
- Salir del Golem desde el suelo y controlarlo desde el exterior sin que me vea. (que se tenga en cuenta que estoy hundido en el suelo de piedra a una distancia segura y sin asomar nada ewe)
- El Golem (sin nadie dentro) le hace un “Hulk aplasta!” directa a la grieta del escudo
Dexter Black
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Dexter miró a su espalda, como por acto reflejo. Tenía la sensación de que algo malo estaba sucediendo, aunque no sabía el qué. Habían avanzado ya bastante, y la ciudad seguía manteniendo esa artificial atmósfera de calma que había terminado por envolverlos. En aquella ciudad reinaba un silencio triple. El más obvio de ellos era la calma hueca y resonante, hecha de todo lo que no se escuchaba. Si hubiera soplado el viento, golpeando los cascotes que había por doquier o movido los carteles de lo que en esas ruinas una vez fueron locales, el primer silencio no existiría. Sin embargo, escuchaba los ruidos de pisadas y la respiración tranquila de sus compañeros, artificial, como la calma antes de la tormenta. Era una especie de aleación, un contrapunto. El tercer silencio no era fácil de notar, aunque cualquiera que leyera lo suficiente podría haberlo notado. Estaba en las manos del pirata, y en aquellas botas impolutas pese a todo el ir y venir. También se encontraba en su capa, ondeante a un viento inexistente, o a su piel con un suave matiz plateado. Así debía ser, pues suyo era el tercer silencio, más denso, que envolvía a los otros dos; el silencio de un plagio hombre que enfrenta a la muerte.
-Esto no me gusta nada- su voz quebró la tupida cortina de paz que los cubría por completo. Hasta se sentía más ligero de repente, como si se hubiera quitado realmente un peso de encima-. ¿Dónde se habrá metido Kedra?
Miró a Hinori por un instante y volvió a dar la espalda a todo. La muralla poco a poco se alejaba, pero seguía siendo un muro imponente en tamaño y forma. Totalmente liso, sin apenas detalles, construido con la única intención de encerrar la Ciudad Imperial. ¿Habría murallas antes de la guerra? Suponía que sí, al fin y al cabo la isla estaba en tan mal estado que construir aquello no sería prioritario, pero no entendía por qué se necesitaba un muro de tan grandes dimensiones de otro modo. Era una obra magnífica y terrible al mismo tiempo, que lo fascinaba y aterraba a partes iguales. Tan grande como para contener salas anexas interiores, seguramente trampas para los que se atreviesen a entrar sin la guía de los pretores. Pero si eso era cierto, había enviado al pequeño esqueleto a su muerte. "Enviado... Bueno, se ha ido él al alejarse", pensó.
Dio un par de pasos en dirección a la muralla, desplegando las alas y listo para despegar cuando activó su Haki de Observación. No sólo notó a Kedra junto a Sans, lo que lo hizo sentir mucho más tranquilo, sino que donde antes no fijó la mirada notaba algo. No tenía muy claro el qué, pero alguien había en ese lugar. Su cuerpo volvió a la completa normalidad sin mediar palabra sobre la disciplina que había impuesto y había estado a punto de romper, y se fijó en la catedral. Altas torres de campanario, negras y enmohecidas por una eternidad de descuido, vidrieras rotas y una puerta abierta de par en par. ¿Quién podría estar en un lugar así en medio de una guerra? Aunque bien pensado era un refugio bastante eficiente.
-Hay gente ahí- dijo, señalando el templo que se alzaba ante ellos. Si algo sabía tras tanto tiempo era que los dioses no existían, pero de hacerlo dudaba que lo considerasen un buen fiel. Al fin y al cabo criminal, libertino y usuario no era la combinación ideal que un sacerdote esperara encontrar en un fiel, aunque había cosas raras en todas partes-. Creo que es un buen punto para empezar la investigación.
¿De verdad era un buen punto? Se frotó las manos. No lo tenía claro en absoluto, aunque tampoco tenía nada mejor. Con resolución y un paso mucho más firme de lo que esperaba comenzó a moverse hacia el interior de la catedral. Podía sentir a Kai en la distancia; se había vuelto a ir de excursión sin darle sus respuestas y estaba nuevamente a ciegas. El plan había vuelto a torcerse, pero eran demasiados como para cambiarlo de nuevo. ¿Dónde estaba Akagami cuando hacía falta?
Se adentró en la oscuridad, atento a todo lo que sus sentidos detectaran. Estaba listo para lo que Encuentro pudiera ofrecerle, ¿Estaba Encuentro listo para él?
-Esto no me gusta nada- su voz quebró la tupida cortina de paz que los cubría por completo. Hasta se sentía más ligero de repente, como si se hubiera quitado realmente un peso de encima-. ¿Dónde se habrá metido Kedra?
Miró a Hinori por un instante y volvió a dar la espalda a todo. La muralla poco a poco se alejaba, pero seguía siendo un muro imponente en tamaño y forma. Totalmente liso, sin apenas detalles, construido con la única intención de encerrar la Ciudad Imperial. ¿Habría murallas antes de la guerra? Suponía que sí, al fin y al cabo la isla estaba en tan mal estado que construir aquello no sería prioritario, pero no entendía por qué se necesitaba un muro de tan grandes dimensiones de otro modo. Era una obra magnífica y terrible al mismo tiempo, que lo fascinaba y aterraba a partes iguales. Tan grande como para contener salas anexas interiores, seguramente trampas para los que se atreviesen a entrar sin la guía de los pretores. Pero si eso era cierto, había enviado al pequeño esqueleto a su muerte. "Enviado... Bueno, se ha ido él al alejarse", pensó.
Dio un par de pasos en dirección a la muralla, desplegando las alas y listo para despegar cuando activó su Haki de Observación. No sólo notó a Kedra junto a Sans, lo que lo hizo sentir mucho más tranquilo, sino que donde antes no fijó la mirada notaba algo. No tenía muy claro el qué, pero alguien había en ese lugar. Su cuerpo volvió a la completa normalidad sin mediar palabra sobre la disciplina que había impuesto y había estado a punto de romper, y se fijó en la catedral. Altas torres de campanario, negras y enmohecidas por una eternidad de descuido, vidrieras rotas y una puerta abierta de par en par. ¿Quién podría estar en un lugar así en medio de una guerra? Aunque bien pensado era un refugio bastante eficiente.
-Hay gente ahí- dijo, señalando el templo que se alzaba ante ellos. Si algo sabía tras tanto tiempo era que los dioses no existían, pero de hacerlo dudaba que lo considerasen un buen fiel. Al fin y al cabo criminal, libertino y usuario no era la combinación ideal que un sacerdote esperara encontrar en un fiel, aunque había cosas raras en todas partes-. Creo que es un buen punto para empezar la investigación.
¿De verdad era un buen punto? Se frotó las manos. No lo tenía claro en absoluto, aunque tampoco tenía nada mejor. Con resolución y un paso mucho más firme de lo que esperaba comenzó a moverse hacia el interior de la catedral. Podía sentir a Kai en la distancia; se había vuelto a ir de excursión sin darle sus respuestas y estaba nuevamente a ciegas. El plan había vuelto a torcerse, pero eran demasiados como para cambiarlo de nuevo. ¿Dónde estaba Akagami cuando hacía falta?
Se adentró en la oscuridad, atento a todo lo que sus sentidos detectaran. Estaba listo para lo que Encuentro pudiera ofrecerle, ¿Estaba Encuentro listo para él?
- Resumen Gatitos:
- Avanzar hacia la catedral.
Anon K. Noah
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- Bueno, supongo que ya no podemos hacer nada más por él, ¿no?
Mis palabras denotaron mi desilusión mientras observaba al general cabalgando hacia el horizonte, liderando una partida de guerra de cientos si no miles de soldados mezcla de descerebrados, caballeros, legionarios y demás índole. Su salida había sido anunciada con un potente haz de luz disparado hacia el cielo, aunque como no parecía afectarnos no le dimos mucha más importancia por el momento. Al fin y al cabo estábamos todos ocupados lamentándonos por dentro de que tanto esfuerzo al final fuera en vano. Ni siquiera yo estaba dispuesto a lanzarme de cabeza contra aquella horda, no deseaba morir por gusto y desperdiciando la oportunidad de rematar la faena más adelante (si es que nos era brindada tal ocasión).
- Me temo que tienes razón. - Dijo Amaiar. - Solo nosotros tres no podemos hacer nada contra todos esos, sería un suicidio. Pero... - Comentó mientras sacaba una amatista de mi bolsillo, que reconocí como el dispositivo de Meln. -... Aún tenemos estos, tal vez podamos colarnos en su base e "investigar" un poco.
Sonreí ante la sugerencia del peliblanco, pues sospechaba que la "investigación" de la que hablaba no tenía mucho que ver con la ciencia. Maestro de los eufemismos debían de llamarlo en su casa, aunque yo siempre fui bastante directo en todo así que decorar los actos con palabras vacías no era algo que pudiera valorar demasiado, más allá de la gracia que me hacía la ironía.
- Bueno, pues entonces solo hay que bajar y...
Antes de que pudiera terminar la frase, me dí cuenta de que Amaiar miraba algo en el agua de forma fija, y cuando llamó la atención de Syxel pude confirmarlo: había algo allí clavado en la arena de la costa, hundido en el agua de mar hasta lo que podía suponer que era gran parte de la hoja. Pareció captar el interés de mi capitán también, y pues ya que estamos a mí tampoco me parecía demasiado normal que hubiera algo como eso así como así, por lo que también sentí algo de curiosidad.
Mi capitán nos bajó hasta allí volando en silencio, y me pidió que me adentrara en el agua para recogerla, supuse que no le convencía demasiado la idea de meterse él mismo dada su incapacidad para nadar. Nunca entendería por qué la humanidad rechazaría tal don con tal de obtener esos poderes extraños de las frutas...
Con mucho cuidado, pero también con firmeza, trataría de extraer la espada de su lugar de reposo y le echaría un vistazo. Suponiendo que lo lograra sin mayores problemas, la describiría de esta forma: El mterial no era nada que hubiera visto antes en mi vida, y si la ponía de filo apenas se veía la hoja de lo fina y afilada que estaba. Su empuñadura era bastante larga, y parecía ciertamente metálica salvo por algunas partes como las garraderas, que parecían plástico. La espada no tenía guarda, pero poseía dos orificios paralelos al filo en su empuñadura, además de un botón rojo... No, espera, dos botones, uno rojo y uno negro apenas visible, que no habría encontrado de no haberme fijado bien.
Luego le pasaría la espada a Syxel para que la viese por él mismo, tras lo cual Amaiar también le echaría un vistazo antes de dársela definitivamente de nuevo a mi capitán. Una vez aclaráramos que aquella espada podía ser de utilidad y valor, y si no ocurría nada extraño digno de mención, Syxel nos acercaría de nuevo volando hasta un tragaluz presente en la estructura de la fortaleza, por donde suponía que podríamos entrar al interior.
Mis palabras denotaron mi desilusión mientras observaba al general cabalgando hacia el horizonte, liderando una partida de guerra de cientos si no miles de soldados mezcla de descerebrados, caballeros, legionarios y demás índole. Su salida había sido anunciada con un potente haz de luz disparado hacia el cielo, aunque como no parecía afectarnos no le dimos mucha más importancia por el momento. Al fin y al cabo estábamos todos ocupados lamentándonos por dentro de que tanto esfuerzo al final fuera en vano. Ni siquiera yo estaba dispuesto a lanzarme de cabeza contra aquella horda, no deseaba morir por gusto y desperdiciando la oportunidad de rematar la faena más adelante (si es que nos era brindada tal ocasión).
- Me temo que tienes razón. - Dijo Amaiar. - Solo nosotros tres no podemos hacer nada contra todos esos, sería un suicidio. Pero... - Comentó mientras sacaba una amatista de mi bolsillo, que reconocí como el dispositivo de Meln. -... Aún tenemos estos, tal vez podamos colarnos en su base e "investigar" un poco.
Sonreí ante la sugerencia del peliblanco, pues sospechaba que la "investigación" de la que hablaba no tenía mucho que ver con la ciencia. Maestro de los eufemismos debían de llamarlo en su casa, aunque yo siempre fui bastante directo en todo así que decorar los actos con palabras vacías no era algo que pudiera valorar demasiado, más allá de la gracia que me hacía la ironía.
- Bueno, pues entonces solo hay que bajar y...
Antes de que pudiera terminar la frase, me dí cuenta de que Amaiar miraba algo en el agua de forma fija, y cuando llamó la atención de Syxel pude confirmarlo: había algo allí clavado en la arena de la costa, hundido en el agua de mar hasta lo que podía suponer que era gran parte de la hoja. Pareció captar el interés de mi capitán también, y pues ya que estamos a mí tampoco me parecía demasiado normal que hubiera algo como eso así como así, por lo que también sentí algo de curiosidad.
Mi capitán nos bajó hasta allí volando en silencio, y me pidió que me adentrara en el agua para recogerla, supuse que no le convencía demasiado la idea de meterse él mismo dada su incapacidad para nadar. Nunca entendería por qué la humanidad rechazaría tal don con tal de obtener esos poderes extraños de las frutas...
Con mucho cuidado, pero también con firmeza, trataría de extraer la espada de su lugar de reposo y le echaría un vistazo. Suponiendo que lo lograra sin mayores problemas, la describiría de esta forma: El mterial no era nada que hubiera visto antes en mi vida, y si la ponía de filo apenas se veía la hoja de lo fina y afilada que estaba. Su empuñadura era bastante larga, y parecía ciertamente metálica salvo por algunas partes como las garraderas, que parecían plástico. La espada no tenía guarda, pero poseía dos orificios paralelos al filo en su empuñadura, además de un botón rojo... No, espera, dos botones, uno rojo y uno negro apenas visible, que no habría encontrado de no haberme fijado bien.
Luego le pasaría la espada a Syxel para que la viese por él mismo, tras lo cual Amaiar también le echaría un vistazo antes de dársela definitivamente de nuevo a mi capitán. Una vez aclaráramos que aquella espada podía ser de utilidad y valor, y si no ocurría nada extraño digno de mención, Syxel nos acercaría de nuevo volando hasta un tragaluz presente en la estructura de la fortaleza, por donde suponía que podríamos entrar al interior.
- Ex-Meln:
- Ver al Caballero Negro alejarse desilusionado, dejar que Syxel nos baje a la costa, tratar de sacar la espada del agua y pasársela a los otros dos para que la miren tras echarle yo mismo un vistazo rápido. Si nada raro ocurre, dejar que Syxel nos intente colar por un tragaluz.
Amaiar Silverfang
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Al acercarnos a la espada, la sensación que tenía de que se trataba de una pieza única crecía en mi interior. Algo de esa espada me llamaba por dentro, como susurrando mi nombre en una oscuridad absoluta. ¿Era aquello alguna manifestación del poder de la espada, si es que tenía? ¿O era mi propia Akuma, reaccionando ante la naturaleza insólita de tal arma? No lo sabía, pero desde luego era una sensación que me daba al mismo tiempo miedo y atracción.
El gyojin se acercó a coger la espada para nosotros, ya que estaba clavada en un punto del mar adonde sería peligroso que los usuarios de fruta nos acercásemos. Me pasé la lengua por los labios, nervioso, y giré un poco el cuello hacia un lado y otro para asegurarme de que no me había hecho nada raro con el último intento de detener el parásito.
(Suponiendo que logre extraer la espada sin problemas) Cuando el hombre-pez terminó de estudiarla (en lo cual no tardó demasiado), le pasó la espada a Syxel para que hiciera lo propio, y traté de ocultar mi ansiedad cuando vi que estaba por terminar y le dije:
- Pásamela un momento, por favor. También quiero verla.
Cuando la tuve entre mis manos, si bien no fue por demasiado tiempo, una sensación abrumadora invadió mis sentidos. Aquella espada no era normal, eso estaba claro, ¿pero hasta qué punto? Durante los segundos que me atreví a sujetarla, hice que mi mente indagara en su interior y estudiara todo lo que pudiera sobre aquel desconocido material: su poder, su potencial, cómo activarla... el precio a pagar por usarla. Si tenía algún tipo de compensación oscura o maldición, lo sabría al instante, por lo que podría alertar a mis compañeros y dejar la espada de nuevo clavada en la tierra allí mismo. Aunque si no parecía peligroso simplemente sujetarla... Tras estudiarla a fondo en esos preciosos segundos, la devolvería a Syxel.
Tras todo esto, el peligris al parecer quería hacernos volar de nuevo hasta un tragaluz, por el cual nos podríamos meter a la fortaleza, y me parecía un plan correcto así que me dejaría llevar si nada nos lo impedía.
El gyojin se acercó a coger la espada para nosotros, ya que estaba clavada en un punto del mar adonde sería peligroso que los usuarios de fruta nos acercásemos. Me pasé la lengua por los labios, nervioso, y giré un poco el cuello hacia un lado y otro para asegurarme de que no me había hecho nada raro con el último intento de detener el parásito.
(Suponiendo que logre extraer la espada sin problemas) Cuando el hombre-pez terminó de estudiarla (en lo cual no tardó demasiado), le pasó la espada a Syxel para que hiciera lo propio, y traté de ocultar mi ansiedad cuando vi que estaba por terminar y le dije:
- Pásamela un momento, por favor. También quiero verla.
Cuando la tuve entre mis manos, si bien no fue por demasiado tiempo, una sensación abrumadora invadió mis sentidos. Aquella espada no era normal, eso estaba claro, ¿pero hasta qué punto? Durante los segundos que me atreví a sujetarla, hice que mi mente indagara en su interior y estudiara todo lo que pudiera sobre aquel desconocido material: su poder, su potencial, cómo activarla... el precio a pagar por usarla. Si tenía algún tipo de compensación oscura o maldición, lo sabría al instante, por lo que podría alertar a mis compañeros y dejar la espada de nuevo clavada en la tierra allí mismo. Aunque si no parecía peligroso simplemente sujetarla... Tras estudiarla a fondo en esos preciosos segundos, la devolvería a Syxel.
Tras todo esto, el peligris al parecer quería hacernos volar de nuevo hasta un tragaluz, por el cual nos podríamos meter a la fortaleza, y me parecía un plan correcto así que me dejaría llevar si nada nos lo impedía.
- ExMeln:
- Resumen anterior: Desvaríos varios y conversaciones banales. Me fijo en la espada y llamo la atención de Syxel para que nos acerque a verla.
Resumen actual: Asumiendo que Noah consigue sacar la espada, pasa por las manos de los tres para que todos podamos verla y valorarla. Yo me ayudo del poder de mi Akuma para esto, y si descubro que solo por sujetarla ya nos está causando algún mal, aviso a mis compañeros y la clavo de nuevo en la tierra allí mismo. De lo contrario simplemente se la dejo de nuevo a Syxel, y sigo su plan de volar hasta el tragaluz (de nuevo, suponiendo que no ocurra nada más).
Nivel 20: El usuario puede empezar a usar su poder de forma práctica, aunque con resultados menores. Empieza a ver claramente las condiciones necesarias para activar/utilizar las armas que tengan poderes, así como la habilidad de la que disponen y el potencial que pueden alcanzar en manos expertas.
Eichi Tsukasa
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Eichi entrecerró sus ojos y miró con sus penetrantes ojos rojizos a la pareja. Pudiera ser que esos dos estuvieran mintiendo acerca de todo lo que dijeron, pero... su explicación fue muy convincente. Además, era casi imposible fingir tal hostilidad. La pregunta ahora era, ¿cómo debían proseguir? La respuesta era obvia: abandonar la central por el momento. No tenían más remedio que creerles, puesto que el pelirrojo en verdad no quería que la situación escalara a algo más peligroso. Dejando el ese tema de lado, hubo algo en la explicación de la pareja que caló hondo en él. Una simple palabra que podía tomarse de varias formas distintas, pero que para él tenía un solo significado. Imágenes de su infancia pasaron por su cabeza y el joven cerró sus puños con furia.
– Peón, ¿eh? – pensó con irritación el príncipe.
Había sido llamado esa palabra por casi toda su maldita vida. Peón, muñeco... pero lo peor fue "fantasma". Alguien que ni siquiera era digno de existir dentro del castillo. Como resultado, casi nadie reconocía su existencia, y eso era algo peor que ser un títere que podían usar como su antojo y que pudieran despojar en cualquier momento. Eichi inhaló y exhaló varias veces para poder calmarse. Luego de eso, mostró una expresión calmada mientras escuchaba las palabras de Alex. Asintió para si mismo, sintiéndose satisfecho por esa respuesta. Puede que confiar demasiado les jugara una mala pasada luego, pero no tenían otra.
– Bueno, dejamos la central a su cuidado. Que os vaya bien... ¿Cuáles son sus nombres? – terminó por preguntar. En medio de la calentura de la pelea, el pelirrojo olvidó la regla de cortesía de presentarse a su oponente. Aunque bueno, las reglas de una guerra eran distintas. – Mi nombre es Eichi Tsukasa – esperaría la respuesta de la pareja y luego saldría de la central para tomar un poco de aire fresco.
Al cabo de un rato, cuando el pelirrojo repuso algo de su energía perdida, escuchó la propuesta de la joven. Ciertamente volver a la capital era algo peligroso, pero con toda la gente que parecía dirigirse hacia allí... supuso que la amenaza de los caballeros mecanizados no parecían tal amenaza ahora. Además, conocía su punto débil, por lo que sabría donde atacar si volvían a enfrentarse a una de esas cosas. Eichi esperó que Alex volviera para decirle acerca de su decisión. Escuchó atentamente sus palabras y frunció el ceño un poco. ¿Putrefacción? Era curioso, además no podían evitar el conflicto a gran escala para siempre.
– Si no te incomoda, lo agradecería. No tengo idea si mis transformaciones se repusieron, pero viendo mi situación actual, prefiero no usarlas a no ser que fuera necesario – le explicó a su compañera mientras esperaba con curiosidad lo que iba hacer.
– Peón, ¿eh? – pensó con irritación el príncipe.
Había sido llamado esa palabra por casi toda su maldita vida. Peón, muñeco... pero lo peor fue "fantasma". Alguien que ni siquiera era digno de existir dentro del castillo. Como resultado, casi nadie reconocía su existencia, y eso era algo peor que ser un títere que podían usar como su antojo y que pudieran despojar en cualquier momento. Eichi inhaló y exhaló varias veces para poder calmarse. Luego de eso, mostró una expresión calmada mientras escuchaba las palabras de Alex. Asintió para si mismo, sintiéndose satisfecho por esa respuesta. Puede que confiar demasiado les jugara una mala pasada luego, pero no tenían otra.
– Bueno, dejamos la central a su cuidado. Que os vaya bien... ¿Cuáles son sus nombres? – terminó por preguntar. En medio de la calentura de la pelea, el pelirrojo olvidó la regla de cortesía de presentarse a su oponente. Aunque bueno, las reglas de una guerra eran distintas. – Mi nombre es Eichi Tsukasa – esperaría la respuesta de la pareja y luego saldría de la central para tomar un poco de aire fresco.
Al cabo de un rato, cuando el pelirrojo repuso algo de su energía perdida, escuchó la propuesta de la joven. Ciertamente volver a la capital era algo peligroso, pero con toda la gente que parecía dirigirse hacia allí... supuso que la amenaza de los caballeros mecanizados no parecían tal amenaza ahora. Además, conocía su punto débil, por lo que sabría donde atacar si volvían a enfrentarse a una de esas cosas. Eichi esperó que Alex volviera para decirle acerca de su decisión. Escuchó atentamente sus palabras y frunció el ceño un poco. ¿Putrefacción? Era curioso, además no podían evitar el conflicto a gran escala para siempre.
– Si no te incomoda, lo agradecería. No tengo idea si mis transformaciones se repusieron, pero viendo mi situación actual, prefiero no usarlas a no ser que fuera necesario – le explicó a su compañera mientras esperaba con curiosidad lo que iba hacer.
- Balt O9 hacia O12:
- Despedirse de la pareja, preguntarle sus nombres, descansar un poco para recomponer energías y acceder a lo que dijo Alex
Ivan Markov
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Demasiado poder reunido demasiado cerca... debía andarse con ojo. Para colmo, perdió el contacto con su sirviente no muerto. ¿Destruido? A menos que algo estuviese cortando la conexión (lo cual era harto improbable), esa era la única opción. ¿Y ahora, qué hacía? A un lado una presencia claramente superior a él, a otro un grupo de ellas dirigiéndose al puente donde esperaban los robots. Podía intentar adentrarse hacia el centro de la ciudad por las callejuelas, al menos hasta el mar, pero... por allí estaba el enorme pájaro que peleaba contra Drake. ¿Habría terminado ya la batalla? ¿Cómo habría finalizado? En fin, aquella guerra estaba resultando terriblemente infructuosa para él. Primero se veía obligado a huir porque su guardaespaldas se enfrascaba en una batalla contra un ser demasiado poderoso para ellos y luego perdía a sus sirvientes no muertos. Algo frustrado, merodeó sigilosamente entre las callejuelas sin rumbo fijo, preguntándose qué hacer a continuación.
- Zero... - murmuró para sí.
Aquel cabeza de chorlito... ¿dónde se habría metido? Le había ordenado reunirse con él y ni siquiera había recibido una confirmación. "Juró servirme... recibirá un castigo tras esto, por descontado." Estaba bastante molesto por toda aquella situación, pues no hacía más que dar vueltas de un lado para otro. Ni siquiera sabía cómo iba la batalla en el frente para su bando, pues no tenía manera de volver. Y tras ver cómo estaban de defendidas las centrales del interior de la ciudad, seguir tomándolas en nombre de Zal (más aún totalmente en solitario) le parecía poco menos suicida que tirar todas sus armas al suelo y avanzar por la ciudad cantando a voz en grito. Con un gesto de rabia, sacó su den den mushi y marcó el número del cazador.
- ¿Dónde carajo estás? Te he dicho que necesito que vengas. Estoy rodeado de gente bastante poderosa; creo que aún no han detectado mi posición, o al menos no me han prestado atención. Te lo recuerdo, estoy en la zona oriental de la ciudad. Ahora mismo estoy en...
Comenzó a mirar a su alrededor, buscando algo que le permitiera darle indicaciones más precisas a Zero. Se fijó en unas escaleras que descendían a lo que parecía el acceso a un sótano... centrándose en su haki determinó que no había presencia alguna allá abajo. Tal vez sería un buen lugar donde refugiarse mientras su sirviente no llegaba. Entonces vio un cartel tirado en el suelo, y lo leyó en alto con cierta incredulidad:
- ¿Calle de la alcachofa? En fin, la localizarás porque está cerca de la puerta de la muralla oriental, en las coordenadas O12. Ahora mismo voy a refugiarme en un sótano, es el del edificio que queda enfrente de la casa con una estatua sin cabeza en el tejado - suspiró con cierta frustración - No sé qué estás haciendo, pero más te vale tener una buena excusa para no haber venido.
Tras terminar la conversación, bajó a hurtadillas por las escaleras y comenzó a olisquear y tratar de escuchar al otro lado de la puerta. En el caso de que le pareciera seguro, trataría de abrir la puerta y entrar. Si estaba cerrada congelaría los bordes de la cerradura con su técnica de la llama helada y reventaría la madera cercana de un puñetazo con haki.
- Zero... - murmuró para sí.
Aquel cabeza de chorlito... ¿dónde se habría metido? Le había ordenado reunirse con él y ni siquiera había recibido una confirmación. "Juró servirme... recibirá un castigo tras esto, por descontado." Estaba bastante molesto por toda aquella situación, pues no hacía más que dar vueltas de un lado para otro. Ni siquiera sabía cómo iba la batalla en el frente para su bando, pues no tenía manera de volver. Y tras ver cómo estaban de defendidas las centrales del interior de la ciudad, seguir tomándolas en nombre de Zal (más aún totalmente en solitario) le parecía poco menos suicida que tirar todas sus armas al suelo y avanzar por la ciudad cantando a voz en grito. Con un gesto de rabia, sacó su den den mushi y marcó el número del cazador.
- ¿Dónde carajo estás? Te he dicho que necesito que vengas. Estoy rodeado de gente bastante poderosa; creo que aún no han detectado mi posición, o al menos no me han prestado atención. Te lo recuerdo, estoy en la zona oriental de la ciudad. Ahora mismo estoy en...
Comenzó a mirar a su alrededor, buscando algo que le permitiera darle indicaciones más precisas a Zero. Se fijó en unas escaleras que descendían a lo que parecía el acceso a un sótano... centrándose en su haki determinó que no había presencia alguna allá abajo. Tal vez sería un buen lugar donde refugiarse mientras su sirviente no llegaba. Entonces vio un cartel tirado en el suelo, y lo leyó en alto con cierta incredulidad:
- ¿Calle de la alcachofa? En fin, la localizarás porque está cerca de la puerta de la muralla oriental, en las coordenadas O12. Ahora mismo voy a refugiarme en un sótano, es el del edificio que queda enfrente de la casa con una estatua sin cabeza en el tejado - suspiró con cierta frustración - No sé qué estás haciendo, pero más te vale tener una buena excusa para no haber venido.
Tras terminar la conversación, bajó a hurtadillas por las escaleras y comenzó a olisquear y tratar de escuchar al otro lado de la puerta. En el caso de que le pareciera seguro, trataría de abrir la puerta y entrar. Si estaba cerrada congelaría los bordes de la cerradura con su técnica de la llama helada y reventaría la madera cercana de un puñetazo con haki.
- Zal:
- - Llamar a Zero y echarle bronca.
- Tratar de entrar en el sótano, forzando la puerta si es necesario.
Tobías Thorn
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La cosa estaba saliéndose de madre. Casi todos los presente habíamos amenazado al tipo de una manera o de otra y no conseguíamos nada. Claramente el tipo había llegado a su límite mental y no iba decirnos nada. Se había cerrado completamente en banda y para colmo el superior al cargo ni había reaccionado ante el acto de canibalismo, mientras que por otro lado mis nakamas cada uno hacía lo que le daba la gana. Bizvan y Ciaran habían desaparecido sin más, cuando estábamos en mitad de territorio enemigo, mientras que Yoshi, a pesar de demostrar que sus intenciones eran buenas al hacer de vigía, había roto la formación.
Sin ninguna duda esperaba que Kimura dado el momento les diese unas lecciones de disciplina, porque sino iba a tenérselas que dar yo mismo. Esas acciones se estaban volviendo inadmisibles y se merecían su correctivo, aunque el pelirrojo parecía no percatarse de nada de eso. Él comenzó a seguir intentando lo que ninguno habíamos conseguido, pero llegando al extremo más físico. No me gustaba aquella manera de actuar de mi capitán, puesto que dudaba qu3 fuese a sacar nada. Este tipo sólo conseguía hacernos perder más y más tiempo.
Desde mi punto de vista deberíamos de noquearlo y dejarlo allí plantado. No sabíamos como estarían las tropas aliadas, quizás necesitasen ayuda o quizás ya habría acabado la guerra, pero desde luego aquí plantado hablando con un demente no lo íbamos a averiguar, sin embargo seguí manteniendo mi prisión improvisada de sirope. Porque por mucho que pensase que estábamos perdiendo el tiempo no iba a mostrar la misma insubordinación habiendo tanto altos cargos presentes. Mi moralidad ante mi oficio no me lo permitía por mucho que tuviese ganas de largarme a buscar por mi mismo aquellas respuestas que tanto ansiábamos. Sentía que en cualquier otro lugar podría estar siendo de mucha más ayuda.
Sin ninguna duda esperaba que Kimura dado el momento les diese unas lecciones de disciplina, porque sino iba a tenérselas que dar yo mismo. Esas acciones se estaban volviendo inadmisibles y se merecían su correctivo, aunque el pelirrojo parecía no percatarse de nada de eso. Él comenzó a seguir intentando lo que ninguno habíamos conseguido, pero llegando al extremo más físico. No me gustaba aquella manera de actuar de mi capitán, puesto que dudaba qu3 fuese a sacar nada. Este tipo sólo conseguía hacernos perder más y más tiempo.
Desde mi punto de vista deberíamos de noquearlo y dejarlo allí plantado. No sabíamos como estarían las tropas aliadas, quizás necesitasen ayuda o quizás ya habría acabado la guerra, pero desde luego aquí plantado hablando con un demente no lo íbamos a averiguar, sin embargo seguí manteniendo mi prisión improvisada de sirope. Porque por mucho que pensase que estábamos perdiendo el tiempo no iba a mostrar la misma insubordinación habiendo tanto altos cargos presentes. Mi moralidad ante mi oficio no me lo permitía por mucho que tuviese ganas de largarme a buscar por mi mismo aquellas respuestas que tanto ansiábamos. Sentía que en cualquier otro lugar podría estar siendo de mucha más ayuda.
- Resumen Balt:
- Divagar, pensar correctivos paras los nakamas desobedientes y más divagaciones
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Dranser caminaba tranquilamente con ambas manos en los bolsillos y el ojo derecho cerrado. Se sentía mejor respecto a su combate, pues esta vez no estaba incapacitado por falta de energía. Eso quería decir que estaba mejorando poco a poco. Pese a que sus hakis no eran tan poderosos como los de sus compañeros, él seguía esforzándose y planeaba algo bonito después de todo aquello. Miró su comunicador unos momentos y pensó en reunirse con del demonio de la niebla, pero después de todo a saber dónde andaba. No quería molestarle con el DDM y por ello suspiró. Recordó también que Galia estaba por la zona y seguramente el capullo de Ryuken también. Qué collejón se iban a llevar los dos en cuanto los encontrase. Siempre tenía que estar metiendo la pata.
Un sonido llamó la atención del chico entonces ¿Lamentos? ¿Quién podía estar llorando en aquel sitio lleno de jodidas armaduras vivientes? Sintió una mala vibración recorrerle todo el cuerpo, pero si podía ayudar a aquella persona mejor. Soltó un nuevo suspiro comprobando que su espada estaba en su sitio y después de unos momentos empezó a caminar hacia la ubicación de aquellos quejidos. Aumentó el haki de observación lo máximo que pudo para tener detección de todo a su alrededor. Así le sería mucho más fácil encontrar al culpable de aquellos lloros que estaba sintiendo. A medida que avanzaba alzó la voz.
- Soy Silver D. Dranser, oficial de la rebelión ¿Necesitas ayuda?
Su tono fue bastante alto y su mirada era calmada. No se iba a complicar la vida y esperaría una respuesta mientras avanzaba en línea recta hacia el origen del ruido. El depredador de la rebelión le daba demasiada pereza continuar en aquella isla y tan solo quería dormir un poco en cuanto pudiese. El sueño le estaba invadiendo de forma exagerada y era a causa de su jodida manía de querer dormir cada cinco minutos. Se había llegado a acostumbrar y todo.
Un sonido llamó la atención del chico entonces ¿Lamentos? ¿Quién podía estar llorando en aquel sitio lleno de jodidas armaduras vivientes? Sintió una mala vibración recorrerle todo el cuerpo, pero si podía ayudar a aquella persona mejor. Soltó un nuevo suspiro comprobando que su espada estaba en su sitio y después de unos momentos empezó a caminar hacia la ubicación de aquellos quejidos. Aumentó el haki de observación lo máximo que pudo para tener detección de todo a su alrededor. Así le sería mucho más fácil encontrar al culpable de aquellos lloros que estaba sintiendo. A medida que avanzaba alzó la voz.
- Soy Silver D. Dranser, oficial de la rebelión ¿Necesitas ayuda?
Su tono fue bastante alto y su mirada era calmada. No se iba a complicar la vida y esperaría una respuesta mientras avanzaba en línea recta hacia el origen del ruido. El depredador de la rebelión le daba demasiada pereza continuar en aquella isla y tan solo quería dormir un poco en cuanto pudiese. El sueño le estaba invadiendo de forma exagerada y era a causa de su jodida manía de querer dormir cada cinco minutos. Se había llegado a acostumbrar y todo.
- Zilda:
- Caminar hacia el origen de los llantos con el mantra activado.
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