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Akuma no mi
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Kotaro notó su mano ser estrechada por aquel tipo con aspecto de guerrero. Parecía ser un buen tipo y el asesino del sombrero mostró una sonrisa amable ante todo. Mientras no estuvieran en bandos contrarios, podían ser grandes colegas. Tampoco creía que lo contratasen para ir por aquel tipo, era demasiado imposible, por lo que pensó que ese tío sería un gran socio. El moreno entonces comprobó que la batalla había terminado y entonces soltó un suspiro al ver que se equivocó. Algunos idiotas del otro bando continuaban queriendo guerra, aunque era una jodida locura que lo hicieran. Iban a ser asesinados sin dificultad, pero si querían caer en la batalla, así sería. El asesino entonces se quedó mirando al carro de combate.
Su nuevo compañero no tardó en montarse en él, pidiéndole con gloria y fervor que montase. Le ofreció la mano y todo. Entonces Surfer la tomó con fuerza y montó con él a aquel sitio en el que irían a la guerra. El asesino no sabía mucho sobre cuerpo a cuerpo ni esas cosas, pero tenía sus armas en perfecto estado para utilizarlas en caso de ser necesario. Sin duda, debía empezar a mejorar el poder de su fruta si quería joder a sus oponentes de alguna forma. Por el momento iría junto a aquel hombre a la última embestida, para de una vez dejar el trabajo hecho y tener vía libre para cobrar el dinero reclamado. Necesitaba bañarse en berries para sentirse bien o de lo contrario se iría apenado.
- Te acompañaré a la batalla, mi buen amigo. Es la hora de que demos el golpe final que tanto se merecen estos hombres del infierno.
Sus azulados ojos se abrieron algo más de lo normal y entonces estiró su mano a un lado, sacando unas tres agujas que quedaron en los huecos de sus nudillos. El asesino usaba su precisión y agilidad para luchar. Se relamió despacio y esperó a ver lo que pasaba en aquella jodida guerra.
Su nuevo compañero no tardó en montarse en él, pidiéndole con gloria y fervor que montase. Le ofreció la mano y todo. Entonces Surfer la tomó con fuerza y montó con él a aquel sitio en el que irían a la guerra. El asesino no sabía mucho sobre cuerpo a cuerpo ni esas cosas, pero tenía sus armas en perfecto estado para utilizarlas en caso de ser necesario. Sin duda, debía empezar a mejorar el poder de su fruta si quería joder a sus oponentes de alguna forma. Por el momento iría junto a aquel hombre a la última embestida, para de una vez dejar el trabajo hecho y tener vía libre para cobrar el dinero reclamado. Necesitaba bañarse en berries para sentirse bien o de lo contrario se iría apenado.
- Te acompañaré a la batalla, mi buen amigo. Es la hora de que demos el golpe final que tanto se merecen estos hombres del infierno.
Sus azulados ojos se abrieron algo más de lo normal y entonces estiró su mano a un lado, sacando unas tres agujas que quedaron en los huecos de sus nudillos. El asesino usaba su precisión y agilidad para luchar. Se relamió despacio y esperó a ver lo que pasaba en aquella jodida guerra.
- Sarka:
- Hablar con Worwuld, ir con él en el carro.
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Madara alzó una ceja al ver que todos los miembros del grupo se habían bajado por sus propios métodos incluso antes que aterrizase. Malditos ineptos de mi****. Se habían atrevido a usarlo como tanque y ni siquiera usaban sus alas como puente. Soltó un suspiro ocultando su arma y mirando hacia la ciudad. Si Beros estaba llegando, lo esperaría en el centro de aquel sitio. Mostró una sonrisa ladeada y acto seguido se estiró un poco. Tenía algunas quemaduras por el cuerpo, pero no era algo que le molestase mucho. Debía centrarse en el objetivo de terminar con el pretor de Zilda cuanto antes y sin pensárselo. De esa forma podría tener una riqueza mayor a la que ya disponía en su precioso barco secreto. El cual tenía escondido en un lugar muy seguro y en el que no le molestarían de ninguna manera. Empezó a reír despacio al imaginarse así mismo en billetes. Acto seguido alzó la voz.
- Ya que veo que todo el mundo puede volar como si fueseis putos pájaros del averno, fuera de mi lomo, capullos. Bueno, solo los hombres.
Dijo al mismo tiempo que pensaba mejor su respuesta. Soltó un pequeño suspiro y acto seguido se dio la vuelta dirigiendo su mirada hacia la ciudad. Era el momento de terminar con todo de una maldita vez y por ello se relamió despacio. Alzó su arma señalando el Oeste y entonces alzó sus alas negras. Continuaba en forma humana, pero podía usarlas de esa forma para poder volar. De aquella forma parecía una especie de demonio más que un dragón, pero le daba lo mismo. Entonces gritó con fuerza al mismo tiempo que sus ojos tomaban un color intenso y rojizo.
- ¡A la carga!
Ordenó al mismo tiempo que salía volando hacia el Oeste con una sonrisa siniestra y con su espadón en mano. Era el momento de la diversión y no pudo evitar empezar a reír de forma siniestra al mismo tiempo que una especie de aura azulada le recorría levemente.
- Ya que veo que todo el mundo puede volar como si fueseis putos pájaros del averno, fuera de mi lomo, capullos. Bueno, solo los hombres.
Dijo al mismo tiempo que pensaba mejor su respuesta. Soltó un pequeño suspiro y acto seguido se dio la vuelta dirigiendo su mirada hacia la ciudad. Era el momento de terminar con todo de una maldita vez y por ello se relamió despacio. Alzó su arma señalando el Oeste y entonces alzó sus alas negras. Continuaba en forma humana, pero podía usarlas de esa forma para poder volar. De aquella forma parecía una especie de demonio más que un dragón, pero le daba lo mismo. Entonces gritó con fuerza al mismo tiempo que sus ojos tomaban un color intenso y rojizo.
- ¡A la carga!
Ordenó al mismo tiempo que salía volando hacia el Oeste con una sonrisa siniestra y con su espadón en mano. Era el momento de la diversión y no pudo evitar empezar a reír de forma siniestra al mismo tiempo que una especie de aura azulada le recorría levemente.
- Team Dragón:
- Hablar con el equipo y salir volando en forma humana hacia el centro de la ciudad, esperando que me sigan.
Meneíllos
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Con una mueva, se sacudió el ojo de encima y dejó que cayese al suelo. Entonces observó con una una sonrisa los resultado de su carga: el terreno tras él estaba lleno de cadáveres calcinados y humeantes. Aquellos imbéciles no tenían ni una oportunidad contra él. Comenzó a mirar a su alrededor, comprobando el estado de la batalla: no parecía que sus esfuerzos estuvieran logrando marcar una diferencia real. Es más, el conflicto estaba recrudeciéndose. Era evidente que pronto Sarka aplastaría a Zal, pero a un gran precio si no aceleraban aquel proceso. Debían reservar el mayor número de fuerzas y recursos posibles para poder aplastar a las otras tres facciones. Zilda no debería representar un gran problema debido a su falta de fuerzas militares, pero podrían ser una molestia debido a su avanzada tecnología. Por otro lado, las hordas de fanáticos de Balt podrían probar llegar a ser tan resilientes como aquellos bárbaros de Zal. De Meln sabía menos, pero era muy posible que también fuesen otro gran obstáculo.
- Y ahora... ¿cuál debería ser mi siguiente movimiento?
Se fijó en una de aquellas enormes bestias, sobre la cual cabalgaba un ser horrible, similar al pretor caído. ¿Uno de sus generales? En todo caso estaba herido. Tal vez fuese su momento de brillar... comenzó a deslizarse en su dirección en forma de flujo, continuando con su terrible carga y arrasando a las tropas enemigas que no se apartaran a tiempo. Al llegar junto al rinoceronte deforme, ascendió rápidamente y dejó que la nube ardiente continuara su camino hacia la bestia y el general, envolviéndolos, ahogándolos y quemándolos. Si lo lograba, acto seguido extendería un largo brazo de humo hasta la nube para esta en contacto con ella y poder manipularla.
- Pyro Chains: Grand Finale!
Empleando su Flaming Wrath hizo que parte de la nube se convirtieran en cadenas que envolverían a la bestia y al supuesto general, surgiendo directamente del humo que los rodeaba. Acto seguido chasquearía los dedos y tanto la nube como las cadenas expelerían grandes llamaradas. Su intención era asar vivos a montura y jinete, acabando con ellos desde una distancia segura. Era una combinación letal: Además de estar a altas temperaturas que abrasarían a ambos, el humo era tóxico e iba cargado de ceniza volcánica en suspensión que dañaría sus pulmones. Si eso no funcionaría, las llamaradas harían el resto del trabajo. Observó de fondo cómo unos enormes vehículos metálicos habían llegado, preparándose para poner rumbo a la ciudad. Parecía que Grum no quería perder más tiempo del necesario con los restos de Zal. Debería acabar rápido con aquel tipo y unirse al grupo del pretor.
- Demostradme vuestro poder, Zalnita... si es que podéis sobrevivir - comentó en tono burlón, dando una calada a su puro.
- Y ahora... ¿cuál debería ser mi siguiente movimiento?
Se fijó en una de aquellas enormes bestias, sobre la cual cabalgaba un ser horrible, similar al pretor caído. ¿Uno de sus generales? En todo caso estaba herido. Tal vez fuese su momento de brillar... comenzó a deslizarse en su dirección en forma de flujo, continuando con su terrible carga y arrasando a las tropas enemigas que no se apartaran a tiempo. Al llegar junto al rinoceronte deforme, ascendió rápidamente y dejó que la nube ardiente continuara su camino hacia la bestia y el general, envolviéndolos, ahogándolos y quemándolos. Si lo lograba, acto seguido extendería un largo brazo de humo hasta la nube para esta en contacto con ella y poder manipularla.
- Pyro Chains: Grand Finale!
Empleando su Flaming Wrath hizo que parte de la nube se convirtieran en cadenas que envolverían a la bestia y al supuesto general, surgiendo directamente del humo que los rodeaba. Acto seguido chasquearía los dedos y tanto la nube como las cadenas expelerían grandes llamaradas. Su intención era asar vivos a montura y jinete, acabando con ellos desde una distancia segura. Era una combinación letal: Además de estar a altas temperaturas que abrasarían a ambos, el humo era tóxico e iba cargado de ceniza volcánica en suspensión que dañaría sus pulmones. Si eso no funcionaría, las llamaradas harían el resto del trabajo. Observó de fondo cómo unos enormes vehículos metálicos habían llegado, preparándose para poner rumbo a la ciudad. Parecía que Grum no quería perder más tiempo del necesario con los restos de Zal. Debería acabar rápido con aquel tipo y unirse al grupo del pretor.
- Demostradme vuestro poder, Zalnita... si es que podéis sobrevivir - comentó en tono burlón, dando una calada a su puro.
- Sarka:
- - Quitarme el ojo de la camisa y analizar la situación.
- Atacar al grandote del rinoceronte.
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Hinori continuaba en todo momento junto al pirata, esperando a ver lo que ocurría, pues parecía estar algo preocupado. Nombró al lobo negro y la chica miró unos momentos hacia atrás, pensando sobre su ubicación. Soltó un pequeño suspiro y continuó observando a su capitán. Todo aquel rollo empezaba a hacerse algo repetido y ella quería que todo terminase de una vez para irse a cocinar o algo parecido. Soltó un enorme bostezo y entonces se cruzó de brazos despacio, pensando en qué hacer. Empezaba a pensar la opción de que finalmente pasara de las batallas. No le veía el sentido a cinco grupos de idiotas matándose entre ellos por un trono de algún material común. Soltó un pequeño suspiro y a continuación colocó la mano derecha en su mejilla.
Al darse cuenta de que el dragón alzaba sus alas, ella hizo lo mismo con las suyas, pero finalmente pareció que no iba a ser así. Entonces el dragón dijo que había gente en el templo y ella no tardó en asentir con la cabeza, permaneciendo a su lado en todo momento. Cuando su capitán avanzó hacia la catedral, ella lo siguió con una mirada que expresaba una calma monumental. No le importaba lo que hubiese dentro y simplemente activó su haki de observación para estar preparada a cualquier cosa que sucediese en el interior de aquel sitio. Lo mismo deberían enfrentarse a algo raro, pues ella no se fiaba de la iglesia. Capaces eran de mandarles a un tío con una cruz diciendo ser un Dios ancestral o algo así. No pudo evitar soltar un suspiro de nuevo y pegarse más a Dexter, quedando cerca y guardando la posición con calma.
- Vaya sitio más siniestro. – Susurró al mismo tiempo que avanzaba despacio por la oscuridad junto a su capitán.
Al darse cuenta de que el dragón alzaba sus alas, ella hizo lo mismo con las suyas, pero finalmente pareció que no iba a ser así. Entonces el dragón dijo que había gente en el templo y ella no tardó en asentir con la cabeza, permaneciendo a su lado en todo momento. Cuando su capitán avanzó hacia la catedral, ella lo siguió con una mirada que expresaba una calma monumental. No le importaba lo que hubiese dentro y simplemente activó su haki de observación para estar preparada a cualquier cosa que sucediese en el interior de aquel sitio. Lo mismo deberían enfrentarse a algo raro, pues ella no se fiaba de la iglesia. Capaces eran de mandarles a un tío con una cruz diciendo ser un Dios ancestral o algo así. No pudo evitar soltar un suspiro de nuevo y pegarse más a Dexter, quedando cerca y guardando la posición con calma.
- Vaya sitio más siniestro. – Susurró al mismo tiempo que avanzaba despacio por la oscuridad junto a su capitán.
- Team Zafiro:
- Ir con Dexter.
Rylanor
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Mierda... se había olvidado de preguntarle a Ballarad por el trono. ¿Y ahora que iba a decirle a Dexter? Para colmo parecía que la cosa se complicaba; pues unas enormes armaduras cortaban el paso del grupo. Las analizó con su mantra y percibió una débil presencia en su interior, pero esas cosas no parecían exactamente... vivas. Algo de vida tenían que tener por narices si podía percibir su presencia, pero eran algo diferente a cualquier cosa que hubiese visto hasta entonces.
- No hables. Voy a acercarme a Ballarad - dijo a Dexter.
Descendió junto al carro de la pretora mientras veía a los soldados cargar. A ver cómo se las apañaba ahora para preguntarle... espera, ¿no había dicho algo de Beros? ¿Era el responsable de aquello? Aquella podía ser una buena manera de salir del aprieto.
- ¿El tubitos es responsable de esto? - preguntó, retirándose la máscara - Beros es tan enemigo mío como vuestro, así que es mi deber implicarme en esto pese a que indiqué que sería un mero observador. Indicadme dónde está el trono para ir a ajusticiar a ese ser y me adelantaré. Así podré ir limpiando la zona de las defensas que muy probablemente habrá instalado.
Una vez tuviera la respuesta, Dexter también dado que lo habría escuchado a través del pequeño den den mushi que tenía en su mano. En cuanto supiera la ubicación, se despediría de la pretora con una cortés inclinación de cabeza y alzaría el vuelo hacia el lugar, bajando de nuevo la máscara.
- Ya has oído, ¿no Dexter? - diría de haber recibido la información - Estoy poniendo rumbo al lugar ahora mismo. Tendremos que encargarnos de ese maldito Beros, a saber qué tendrá en mente. Dado que apenas tiene tropas, dudo que pretenda tomar la ciudad por su cara bonita. Mayormente porque es más feo que una rata calva apaleada, pero bueno, creo que ya sabes de sobra a lo que me refiero.
- No hables. Voy a acercarme a Ballarad - dijo a Dexter.
Descendió junto al carro de la pretora mientras veía a los soldados cargar. A ver cómo se las apañaba ahora para preguntarle... espera, ¿no había dicho algo de Beros? ¿Era el responsable de aquello? Aquella podía ser una buena manera de salir del aprieto.
- ¿El tubitos es responsable de esto? - preguntó, retirándose la máscara - Beros es tan enemigo mío como vuestro, así que es mi deber implicarme en esto pese a que indiqué que sería un mero observador. Indicadme dónde está el trono para ir a ajusticiar a ese ser y me adelantaré. Así podré ir limpiando la zona de las defensas que muy probablemente habrá instalado.
Una vez tuviera la respuesta, Dexter también dado que lo habría escuchado a través del pequeño den den mushi que tenía en su mano. En cuanto supiera la ubicación, se despediría de la pretora con una cortés inclinación de cabeza y alzaría el vuelo hacia el lugar, bajando de nuevo la máscara.
- Ya has oído, ¿no Dexter? - diría de haber recibido la información - Estoy poniendo rumbo al lugar ahora mismo. Tendremos que encargarnos de ese maldito Beros, a saber qué tendrá en mente. Dado que apenas tiene tropas, dudo que pretenda tomar la ciudad por su cara bonita. Mayormente porque es más feo que una rata calva apaleada, pero bueno, creo que ya sabes de sobra a lo que me refiero.
- Orden de los gatetes templarios, cohorte de la bruja de hielo:
- - Hablar con Dexter y preguntarle a Ballarad la ubicación del trono.
- Poner rumbo al lugar.
Ryuken Shirou
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Al parecer la sonrisa siniestra de su rostro no se iría por algún tiempo, ¿y por qué se iría? Al viejo de antes había terminado por colmar la paciencia de una persona y recibió unos disparos como regalo. Si fuera por él, le haría un monumento a quien sea que lo haya hecho... y eso que puede hacerlo. No le tomaría nada hacer una pequeña estatua de oro de esa persona. Las palabras de la pelirrosa a Elliot consiguieron que una sensación parecida a la de un pinchazo se apoderara de su ser, pero lo ignoró como siempre. Creía que con el tiempo eso se iría, pero hasta ahora no había tenido resultado. Posiblemente si se alejaba algún tiempo de su compañera eso desaparecería, aunque lo dudaba. Había intentado con todo y no funcionó. El joven suspiró, le sonrío débilmente a su compañera y le siguió con la vista en alto para no perderse.
En eso, el joven se tensó al ver que la oscuridad se apoderaba del lugar. Joder, estúpida isla. Salían de un lío para volver a meterse en otro. Se estaba arrepintiendo por venir a esta isla... aunque algo bueno salió de todo eso. Ryuken acarició su espada y siguió corriendo manteniendo la vista en Galia en todo momento. Debido a su fruta, ella tenía un olfato fuera de lo común, por lo que lo ideal sería seguirle para no perderse. Como dijo ella; lo ideal sería usar la luz para escapar de allí. Antes de ponerse en marcha, le dirigió una palabra al pelinegro.
– Galia tiene un buen olfato, por lo que lo ideal es seguirle... Elliot-san – le dijo al sujeto.
No había nada de malo con ser cordial con él ahora. Ya descubrió que no era una amenaza para la pelirrosa, por lo que podía relajarse con él allí. Además, sea lo que sea que pueda hacer... supuse que podría ayudar más adelante. Asentí en dirección a Elliot con respeto y siguió a su compañera antes que pudiera perderla de vista. Observó que se dirigía al túnel, lo cual estaba bien por él. Ya se estaba hartando de estar durante tanto tiempo bajo tierra, por lo que simplemente quería salir rápido de allí.
En eso, el joven se tensó al ver que la oscuridad se apoderaba del lugar. Joder, estúpida isla. Salían de un lío para volver a meterse en otro. Se estaba arrepintiendo por venir a esta isla... aunque algo bueno salió de todo eso. Ryuken acarició su espada y siguió corriendo manteniendo la vista en Galia en todo momento. Debido a su fruta, ella tenía un olfato fuera de lo común, por lo que lo ideal sería seguirle para no perderse. Como dijo ella; lo ideal sería usar la luz para escapar de allí. Antes de ponerse en marcha, le dirigió una palabra al pelinegro.
– Galia tiene un buen olfato, por lo que lo ideal es seguirle... Elliot-san – le dijo al sujeto.
No había nada de malo con ser cordial con él ahora. Ya descubrió que no era una amenaza para la pelirrosa, por lo que podía relajarse con él allí. Además, sea lo que sea que pueda hacer... supuse que podría ayudar más adelante. Asentí en dirección a Elliot con respeto y siguió a su compañera antes que pudiera perderla de vista. Observó que se dirigía al túnel, lo cual estaba bien por él. Ya se estaba hartando de estar durante tanto tiempo bajo tierra, por lo que simplemente quería salir rápido de allí.
- Meln T9(?):
- Pensamientos homicidas contra el viejo, ponerse celoso de Ichi(?) y seguir a Galia por el túnel sin perderla de vista.
Bizvan
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No me encontraba muy lejos, pero si mirara hacia atrás no me sería posible ver a mis compañeros o a los hombres del vicealmirante Al.
Miraba a mí alrededor con interés por aquel lugar tan deshabitado (o por lo menos eso aparentaba). No podía creer que este lugar se encontrara abandonado, de hecho no sería de extrañar que personas se encontraran ocultas en los edificios temerosas al escuchar los gritos de aquel cocinero… O por el contrario podíamos encontrarnos rodeados de enemigos, otra opcion podría ser que el hombre se encontrara ganando tiempo, auqnue no tenía claro cuál sería el motivo.* No, quizás estoy pensando demasiado en eso. *aun así no podía sentirme tranquilo sin estar completamente seguro de no haber más enemigos.
Un par de pasos me indicó que alguien me había seguido, giré un poco mi cabeza para ver de quien se trataba. Ciaran se encontraba a unos cuantos pasos.* ¿Decidió acompañarme o alguien la mandó? *no me sorprendería que alguien más se percatará de mi separación.
Antes de siquiera pensar en otra cosa, un alarido me provocó colocarme en guardia sosteniendo la espada con ambas manos. No podía ver nada, pero el sonido continuaba y parecía provenir del suelo. Incliné mi cabeza un poco al ver a una ardilla, la cual era la fuente de aquel chillido tan extraño.
- Jamás había escuchado a una ardilla hacer semejante ruido. -¿Acaso mi presencia la había asustado?, no, ese sonido parecía como si estuviera sufriendo.- ¿Habías escuchado algo así antes Ciaran? –pregunté a mi compañera sin dejar de mirar al peludo.
Un escalofrió recorrió mi espalda con cada segundo que transcurría en presencia de la ardilla. Era un poco escalofriante que el primer ser vivo (sin contar al cocinero) que me encontrara en este lugar solitario fuera un roedor gritando desgarradoramente.
Un poco preocupado por el extraño comportamiento del animal moví mi espada en su dirección con esperanza de ahuyentarla (y también de hacerla callar).
Si la ardilla se marchaba continuaría caminando de manera precavida un poco más.
En caso de que la ardilla me ignoré, intentaré nuevamente ahuyentarla.
Miraba a mí alrededor con interés por aquel lugar tan deshabitado (o por lo menos eso aparentaba). No podía creer que este lugar se encontrara abandonado, de hecho no sería de extrañar que personas se encontraran ocultas en los edificios temerosas al escuchar los gritos de aquel cocinero… O por el contrario podíamos encontrarnos rodeados de enemigos, otra opcion podría ser que el hombre se encontrara ganando tiempo, auqnue no tenía claro cuál sería el motivo.* No, quizás estoy pensando demasiado en eso. *aun así no podía sentirme tranquilo sin estar completamente seguro de no haber más enemigos.
Un par de pasos me indicó que alguien me había seguido, giré un poco mi cabeza para ver de quien se trataba. Ciaran se encontraba a unos cuantos pasos.* ¿Decidió acompañarme o alguien la mandó? *no me sorprendería que alguien más se percatará de mi separación.
Antes de siquiera pensar en otra cosa, un alarido me provocó colocarme en guardia sosteniendo la espada con ambas manos. No podía ver nada, pero el sonido continuaba y parecía provenir del suelo. Incliné mi cabeza un poco al ver a una ardilla, la cual era la fuente de aquel chillido tan extraño.
- Jamás había escuchado a una ardilla hacer semejante ruido. -¿Acaso mi presencia la había asustado?, no, ese sonido parecía como si estuviera sufriendo.- ¿Habías escuchado algo así antes Ciaran? –pregunté a mi compañera sin dejar de mirar al peludo.
Un escalofrió recorrió mi espalda con cada segundo que transcurría en presencia de la ardilla. Era un poco escalofriante que el primer ser vivo (sin contar al cocinero) que me encontrara en este lugar solitario fuera un roedor gritando desgarradoramente.
Un poco preocupado por el extraño comportamiento del animal moví mi espada en su dirección con esperanza de ahuyentarla (y también de hacerla callar).
Si la ardilla se marchaba continuaría caminando de manera precavida un poco más.
En caso de que la ardilla me ignoré, intentaré nuevamente ahuyentarla.
- Resumen Balt:
- -Sentirme extrañado por la ardilla, intentar hacer que se marche y de ser posible caminar un poco más siendo precavido.
Sarah Foxxx
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Después del sonido de queja de aquel bicho, miraba a mi alrededor, era obvio que esto se estaba caldeando demasiado. Y para empeorar las cosas, después apareció… ``algo´´, que empezó a hablar muy acaloradamente con Arribor.
`` ¿Pero qué coño es esa cosa? ´´ -pensaba para mí, un ser con forma de pez, pero de pez que han inflado y poco después derretido, que ser más horrible a la vista. Miraba resignada al bueno de Zack, sobre todo porque tenemos que soportar las tonterías del loco de nuestro capitán. Por suerte, tenemos voz y voto para decir las cosas, nadie nos calla la boca, y todos nos tratamos igual.
Estos dos iniciaron una pelea absurda de ``lo has hecho, no, no lo he hecho´´, sobre el asesinato de un caracol. ¿Qué demonios importaba el caracol? Por lo visto era muy preciado para… ¿Maki?, sí, creo que ese fue el nombre que escuché. No les hice mucho caso, hasta que aquel bicho extraño se acercó a mí, y me hizo una pregunta.
-Si te digo la verdad, no, no tengo vértigo, pero sí que me molesta que se me pregunte algo, y no se me deje hablar -dije con un gran mal carácter, interponiéndome en su camino, pero como quien ve llover, pasó de mí, y comenzó a hablar con Zack.
-Esto es surrealista, un pez discutiendo con Arribor, haciendo preguntas absurdas de las que no quiere oír la respuesta, estamos intentando aun averiguar cuando comenzamos la pelea, y, por si fuera poco, estamos ``deseosos´´ de saber que paso con el dichoso caracol -digo esto último con ironía, puesto que no me importaba lo más mínimo, solo quería luchar, o largarnos, pero algo ya.
-Pues nada, cuando los señores decidan pelear, o irse, que me avisen, yo voy a sentarme un rato -dije apoyándome en una roca, dejando mi bö a mi lado, no sin agarrarlo bien por si acaso.
``Increíble, esto más que una lucha, parece una reunión de antiguos alumnos del colegio´´ -pensé mientras observaba todo el movimiento, y aquel hombre/mujer- mantis. Ya ni sabía que era aquel bicho.
`` ¿Pero qué coño es esa cosa? ´´ -pensaba para mí, un ser con forma de pez, pero de pez que han inflado y poco después derretido, que ser más horrible a la vista. Miraba resignada al bueno de Zack, sobre todo porque tenemos que soportar las tonterías del loco de nuestro capitán. Por suerte, tenemos voz y voto para decir las cosas, nadie nos calla la boca, y todos nos tratamos igual.
Estos dos iniciaron una pelea absurda de ``lo has hecho, no, no lo he hecho´´, sobre el asesinato de un caracol. ¿Qué demonios importaba el caracol? Por lo visto era muy preciado para… ¿Maki?, sí, creo que ese fue el nombre que escuché. No les hice mucho caso, hasta que aquel bicho extraño se acercó a mí, y me hizo una pregunta.
-Si te digo la verdad, no, no tengo vértigo, pero sí que me molesta que se me pregunte algo, y no se me deje hablar -dije con un gran mal carácter, interponiéndome en su camino, pero como quien ve llover, pasó de mí, y comenzó a hablar con Zack.
-Esto es surrealista, un pez discutiendo con Arribor, haciendo preguntas absurdas de las que no quiere oír la respuesta, estamos intentando aun averiguar cuando comenzamos la pelea, y, por si fuera poco, estamos ``deseosos´´ de saber que paso con el dichoso caracol -digo esto último con ironía, puesto que no me importaba lo más mínimo, solo quería luchar, o largarnos, pero algo ya.
-Pues nada, cuando los señores decidan pelear, o irse, que me avisen, yo voy a sentarme un rato -dije apoyándome en una roca, dejando mi bö a mi lado, no sin agarrarlo bien por si acaso.
``Increíble, esto más que una lucha, parece una reunión de antiguos alumnos del colegio´´ -pensé mientras observaba todo el movimiento, y aquel hombre/mujer- mantis. Ya ni sabía que era aquel bicho.
- Sarka (Los telerin y su p___ madre(?):
- Flipar con la situación, ver discutir algo absurdo a Arribor y Maki, seguir flipando otro poco, responder a una pregunta que no quieren que responde (por Maki), y sentarme a ver el percal hasta que decidan pelear o irse
Aki D. Arlia
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Ah, al fin. Entre todos habían reducido los malditos droides o lo que fuesen a cenizas. Complacida, la pelirroja se deshizo la coleta mientras daba un par de pasos para desentumecerse. Tras la cabalgata en el dragón y el vuelo improvisado agradecía que sus zapatos volvieran a tomar contacto con el suelo firme. Sonriendo, comenzó a caminar mientras observaba el paisaje a su alrededor.
En verdad, pese a que hubiera algunos edificios que aún se sostenían en pie, se notaban los estragos de la guerra. Rastrojos, ruinas, restos. Por todas partes. El lugar estaba devastado, lo que la hizo ponerse seria. No era algo reciente, había ocurrido una guerra anterior. La pelirroja frunció el ceño, ahora que caía en ello no le hacía ninguna gracia. Si no era la primera vez que se batallaba por el trono de Encuentro, ¿quién se alzó con la victoria la última vez? Porque hasta donde ella sabía los cinco contendientes habían llegado a la isla desde fuera y ninguno parecía tener más derecho que otro. Claro que todos tenían sus motivos, y los habían expuesto a la hora de reclutar a la gente. Si no ella no estaría ahí. Pero había algo más, estaba claro.
Sutilmente, con un movimiento de la mano se desabrochó el colgante que llevaba al cuello y atrapó el anillo dorado de Xella que había en él. La joya se deslizó por el hilo con un suave rozar y cayó a la perfección en el dedo anular de Aki. La joven se guardó el hilo en el bolsillo, todo esto sin dejar de caminar. ¿La razón? La señal que emitía la joya era más intensa cuanto más en contacto estuviera con su piel. Si habían de batallar en serio el colgante podía romperse o perderse; el colocarse el anillo en el dedo era una señal de aviso a todo aquel que la conociera bien. Jester estaba avisado de su posición, igual que todos los miembros de Xella. Si bien antes era algo nebuloso, que solo otro anillo dorado podía detectar, ahora hasta los de cobre podrían saber donde andaba. Agarró su sai y su andar se hizo más pausado, elegante. Cauteloso, en guardia como una pantera que acechara a su presa.
-Ya queda poco, ¿verdad? Pronto nos encontraremos con Beros.- Susurró en el silencio.
O eso creía. Porque poco a poco se iban acercando más y más al centro de la ciudadela. Aki volvió a su forma humana y activó el haki mantra. Examinó las presencias de sus compañeros y sonrió ligeramente, gratamente sorprendida con el resultado. Ah, llegaban a lo interesante. Ojalá el pretor apareciera pronto. Le apetecía emplearse a fondo.
La pelirroja se relamió mientras lo pensaba, sus ojos fijos en el horizonte, sus sentidos en alerta máxima.
En verdad, pese a que hubiera algunos edificios que aún se sostenían en pie, se notaban los estragos de la guerra. Rastrojos, ruinas, restos. Por todas partes. El lugar estaba devastado, lo que la hizo ponerse seria. No era algo reciente, había ocurrido una guerra anterior. La pelirroja frunció el ceño, ahora que caía en ello no le hacía ninguna gracia. Si no era la primera vez que se batallaba por el trono de Encuentro, ¿quién se alzó con la victoria la última vez? Porque hasta donde ella sabía los cinco contendientes habían llegado a la isla desde fuera y ninguno parecía tener más derecho que otro. Claro que todos tenían sus motivos, y los habían expuesto a la hora de reclutar a la gente. Si no ella no estaría ahí. Pero había algo más, estaba claro.
Sutilmente, con un movimiento de la mano se desabrochó el colgante que llevaba al cuello y atrapó el anillo dorado de Xella que había en él. La joya se deslizó por el hilo con un suave rozar y cayó a la perfección en el dedo anular de Aki. La joven se guardó el hilo en el bolsillo, todo esto sin dejar de caminar. ¿La razón? La señal que emitía la joya era más intensa cuanto más en contacto estuviera con su piel. Si habían de batallar en serio el colgante podía romperse o perderse; el colocarse el anillo en el dedo era una señal de aviso a todo aquel que la conociera bien. Jester estaba avisado de su posición, igual que todos los miembros de Xella. Si bien antes era algo nebuloso, que solo otro anillo dorado podía detectar, ahora hasta los de cobre podrían saber donde andaba. Agarró su sai y su andar se hizo más pausado, elegante. Cauteloso, en guardia como una pantera que acechara a su presa.
-Ya queda poco, ¿verdad? Pronto nos encontraremos con Beros.- Susurró en el silencio.
O eso creía. Porque poco a poco se iban acercando más y más al centro de la ciudadela. Aki volvió a su forma humana y activó el haki mantra. Examinó las presencias de sus compañeros y sonrió ligeramente, gratamente sorprendida con el resultado. Ah, llegaban a lo interesante. Ojalá el pretor apareciera pronto. Le apetecía emplearse a fondo.
La pelirroja se relamió mientras lo pensaba, sus ojos fijos en el horizonte, sus sentidos en alerta máxima.
- Equipo Dragón - Xella leer :
- Divagar y ponerse en tensión, lista para pelear. Todos los miembros de Xella pueden detectar ahora su presencia en la isla, sin importar su posición.
Liv L Astrid
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El joven pelirrojo no había puesto ninguna pega a que lo llevase a otro lado y mucho menos a luchar por Sarka en vez de por Zal, lanzándose a la batalla gritando el nombre de la facción por la que luchaba y arremetiendo contra la primera bestia que se le puso por delante. Por mi parte justo cuando acabé con una bestia un hombre comenzó a avanzar hacia mí al grito de traidora y que pagaría por lo que había hecho.
-Parece que se te conocía bastante por Zal, sin embargo no me suena de haberle visto antes – dijo Trece con una sonrisa al ver como se acercaba el problema.
-Muy graciosa, mocosa – le contesté – Los traidores habéis sido vosotros al comenzar a atacarme sin motivo, controlad a vuestras bestias – le dije al hombre cuando se había acercado más – además no tenía pensado luchar por vosotros desde un principio.
-Interesante, por suerte para ti todo el mundo está ignorando a este hombre – siguió hablando Trece aunque no le presté demasiada atención.
Viendo que el hombre no se echaba para atrás y seguía avanzando le lancé el hacha con toda la fuerza que pude para que avanzase más rápido para intentar clavársela en el pecho, tras esto desenfundé las espadas y valiéndome de la marca activada y del soru de nuevo corrí a máxima velocidad hacia el hombre que si había conseguido desviar el hacha o esquivarla en el momento en que fuese a recomponerse del ataque estaría encima suyo para intentar decapitarle con las espadas para evitar que pudiese realizar algún ataque.
Hubiese acabado con aquel tipo o no llamaría al hacha como acto reflejo para buscarla, aunque para mi sorpresa esta vendría a mí volando y aprovechando el movimiento de esta y la fuerza que generaría cuando la cogiese, me agaché para realizar un corte circular a la altura de la cadera agachándome y acabar así con las bestias que me habían rodeado.
-Parece que se te conocía bastante por Zal, sin embargo no me suena de haberle visto antes – dijo Trece con una sonrisa al ver como se acercaba el problema.
-Muy graciosa, mocosa – le contesté – Los traidores habéis sido vosotros al comenzar a atacarme sin motivo, controlad a vuestras bestias – le dije al hombre cuando se había acercado más – además no tenía pensado luchar por vosotros desde un principio.
-Interesante, por suerte para ti todo el mundo está ignorando a este hombre – siguió hablando Trece aunque no le presté demasiada atención.
Viendo que el hombre no se echaba para atrás y seguía avanzando le lancé el hacha con toda la fuerza que pude para que avanzase más rápido para intentar clavársela en el pecho, tras esto desenfundé las espadas y valiéndome de la marca activada y del soru de nuevo corrí a máxima velocidad hacia el hombre que si había conseguido desviar el hacha o esquivarla en el momento en que fuese a recomponerse del ataque estaría encima suyo para intentar decapitarle con las espadas para evitar que pudiese realizar algún ataque.
Hubiese acabado con aquel tipo o no llamaría al hacha como acto reflejo para buscarla, aunque para mi sorpresa esta vendría a mí volando y aprovechando el movimiento de esta y la fuerza que generaría cuando la cogiese, me agaché para realizar un corte circular a la altura de la cadera agachándome y acabar así con las bestias que me habían rodeado.
- resumen Sarka:
- enfrnetarme al soldado de Zal que me llama traidora.
Kaito Kazuki
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Aquel hombre persevera en su insistencia de no hablar, de hecho, muerde la mano del vicealmirante, algo que no es muy buena idea que digamos. Mientras tanto el que le había atrapado en un principio parece llegar al límite de su paciencia, y en plena frustración, decide empezar a torturar al hombre. Su técnica es terrible y temible, perforarle los pies con una katana que al parecer congela a todo aquél que es herido por la misma. Eso les ayudaría a que el sujeto no pudiera moverse con la libertad que le gustaría a cualquiera que estuviera en su situación. Pero el cazador duda que esa estrategia llegue a tener un resultado, el hombre parece no temer al dolor físico, pero Kaito posee una forma de torturar que une el dolor físico con una tortura mental que pocos aguantarían.
El joven se acerca con paso decidido mientras su bastón se torna en espada, oculto bajo el kimono y la capa del joven espadachín. Una vez al lado del hombre sonríe malévolamente, vuelve a cambiar su personalidad, el sadismo brilla en su mirada y en la sonrisa que esboza su rostro. |~ Bien, es hora de que hables. Pero lo harás tras escuchar ciertas cosas. ~| Dice mientras con el filo de la katana que surgió del bastón hace un corte en una rodilla del hombre, eso le impediría mover esa pierna al seccionar los tendones. Pero esa no es la peor parte, sino que ese corte conlleva unas voces que provienen del infierno, voces de almas condenadas, lamentándose, maldiciendo. Un murmullo quejumbroso inundaría la mente del hombre durante un tiempo, el suficiente como para hacerle creer que ante él está el mismísimo demonio o la parca, cada cual tiene una visión del causante de las voces en sus cabezas.
El joven se acerca con paso decidido mientras su bastón se torna en espada, oculto bajo el kimono y la capa del joven espadachín. Una vez al lado del hombre sonríe malévolamente, vuelve a cambiar su personalidad, el sadismo brilla en su mirada y en la sonrisa que esboza su rostro. |~ Bien, es hora de que hables. Pero lo harás tras escuchar ciertas cosas. ~| Dice mientras con el filo de la katana que surgió del bastón hace un corte en una rodilla del hombre, eso le impediría mover esa pierna al seccionar los tendones. Pero esa no es la peor parte, sino que ese corte conlleva unas voces que provienen del infierno, voces de almas condenadas, lamentándose, maldiciendo. Un murmullo quejumbroso inundaría la mente del hombre durante un tiempo, el suficiente como para hacerle creer que ante él está el mismísimo demonio o la parca, cada cual tiene una visión del causante de las voces en sus cabezas.
- Balt(Al&cia):
Valia Gyliel
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Al parecer la electricidad no hacía efecto en aquellos seres, cosa extraña si teníamos en cuenta que casi todos los esbirros de Beros tenían partes tecnológicas que en teoría debían ser débiles a las sobrecargas. A pesar de que el rayo no surtió el efecto deseado, aún poseía mi fuerza para atacar y aplastar a esa copia barata de nuestro nuevo compañero. Para mi sorpresa, el enemigo avanzó hacía mí dejando al resto en paz, lo que estaba bien, así podría probar mis fuerzas con él. Aunque alguno de los que los estaban atacando no pareció conforme con la decisión de dejarlos y venir por mí.
Vi como el original trataba de derribar a ese ser cargando con su hombro. Si lo conseguía, había pensado en acercarme a ejecutar a ese ser con mi tridente. No era la manera óptima de luchar, pero teníamos cierta prisa para volver a la batalla principal. De conseguirlo, tendríamos que ayudar a Krauser y el otro hombre. Aunque ese otro, que podía hablar con nosotros a través de la mente nos pidió alejarnos de los enemigos. Parecía que el Demonio de la niebla estaba de acuerdo, así que, si no había conseguido rematar a la copia trataría de separar al chico de ella y alejarlo.
Si mi compañero no conseguía pararlo, interpondría el tridente agarrado con las dos manos en el ataque que lanzara contra mí. Una vez parado, o que me golpeara, si no me incapacitaba, trataría de empujarlo hacía atrás ligeramente para a continuación, haciendo caso de la orden mental, darle una patada con todas mis fuerzas en el pecho para tratar de alejarlo de nuevo hacía la puerta. No sabía que pensaba hacer el hombre, pero el líder parecía fiarse de él, y con eso me bastaba. Además, nuestros esfuerzos hasta ahora no habían dado frutos.
Vi como el original trataba de derribar a ese ser cargando con su hombro. Si lo conseguía, había pensado en acercarme a ejecutar a ese ser con mi tridente. No era la manera óptima de luchar, pero teníamos cierta prisa para volver a la batalla principal. De conseguirlo, tendríamos que ayudar a Krauser y el otro hombre. Aunque ese otro, que podía hablar con nosotros a través de la mente nos pidió alejarnos de los enemigos. Parecía que el Demonio de la niebla estaba de acuerdo, así que, si no había conseguido rematar a la copia trataría de separar al chico de ella y alejarlo.
Si mi compañero no conseguía pararlo, interpondría el tridente agarrado con las dos manos en el ataque que lanzara contra mí. Una vez parado, o que me golpeara, si no me incapacitaba, trataría de empujarlo hacía atrás ligeramente para a continuación, haciendo caso de la orden mental, darle una patada con todas mis fuerzas en el pecho para tratar de alejarlo de nuevo hacía la puerta. No sabía que pensaba hacer el hombre, pero el líder parecía fiarse de él, y con eso me bastaba. Además, nuestros esfuerzos hasta ahora no habían dado frutos.
- Team Quimera:
- Ver lo que pesa. Ponerme en los dos casos posibles, que silver lo consiga o no.
Hayden Ashworth
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Zuko miró con recelo la entrada de la catedral. Suspiró y pasó de nuevo a su forma humana, pasando al interior de esta detrás del Yonko. Miró a su alrededor y activó su mantra. Tal como había dicho el dragón, había gente allí. Si bien su nivel de mantra no era precisamente bajo, el sargento no era capaz de discernir de donde venían las presencias, más allá de aquellas que formaban el grupo al que pertenecía.
Se acercó a la pared derecha de la catedral y colocó la mano en la fría piedra. Respiró con profundidad. Se acercó de nuevo a Dexter, con cuidado.
- ¿Qué crees que podemos encontrar aquí?
Se acercó a la pared derecha de la catedral y colocó la mano en la fría piedra. Respiró con profundidad. Se acercó de nuevo a Dexter, con cuidado.
- ¿Qué crees que podemos encontrar aquí?
- Gatitos:
- - inspeccionar un poco y volver con Dex. Pido disculpas por lo escueto del post, ya que voy un poco a prisas, escribiendo desde el móvil
Rocket Raccoon
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El mapache se colocó el arma en el soporte de su espalda, quedando por fin manos libres. Las armas voladoras habían sido destruidas por fin, aunque el pobre Rocket pensaba que su aportación había sido totalmente inútil.
- Ah... Yo no puedo volar -dijo ante la observación de Madara, aunque bajó de nuevo la voz al ver que seguía ignorado.
El dragón empezó a volar en su forma humana y, como era de esperar, el resto le siguieron. Genial, el mapache iba a quedarse atrás. Una ráfaga de viento empujó el ligero cuerpo del mapache, dirección a donde había marchado el dragón. Cuando tocó el suelo empezó a correr a cuatro patas, dándose empujones ocasionales con el viento. Aun así estaba preocupado por quedarse atrás.
- Ah... Yo no puedo volar -dijo ante la observación de Madara, aunque bajó de nuevo la voz al ver que seguía ignorado.
El dragón empezó a volar en su forma humana y, como era de esperar, el resto le siguieron. Genial, el mapache iba a quedarse atrás. Una ráfaga de viento empujó el ligero cuerpo del mapache, dirección a donde había marchado el dragón. Cuando tocó el suelo empezó a correr a cuatro patas, dándose empujones ocasionales con el viento. Aun así estaba preocupado por quedarse atrás.
- Gatitos:
- - seguir a Madara
Vinnie Estacado
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El mafioso observó el pueblo al que había llegado. Apretó con fuerza el bastón, el cual parecía pedirle a gritos ser alimentado. Vinnie caminó lentamente, observando las casas que formaban parte de aquel pueblecito. El olor a miel llegó a sus fosas nasales. Lo cierto es que era asqueroso. Prefería la carne, sin duda. No parecía haber nadie, sin embargo...
Empezó a oír ruidos de cascos. ¿Caballos? Donde había caballos podría haber gente. Rápidamente empezó a correr hacia donde venían aquellos ruidos. Estaba muerto de hambre.
Empezó a oír ruidos de cascos. ¿Caballos? Donde había caballos podría haber gente. Rápidamente empezó a correr hacia donde venían aquellos ruidos. Estaba muerto de hambre.
- ex-Meln:
- - Dirigirme hacia el ruido de cascos
barbazul
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La mujer en un estado de miedo aún mayor si cabía que antes de la aparición de la armadura solo acertó a señalar hacía una mesa donde estaba aquel aparato. Esperaba que la mujer hubiera seguido hablando como antes, pero apenas repetía una palabra y no de forma muy clara. Yaoi, Yoai, Yaio, no conseguía saber que era. Podía ser la persona que controlaba aquellas cosas, el nombre de la mujer, el de alguien cercano a ella o demasiadas otras cosas. Me acerqué hasta el aparato, marqué el número del capitán y esperé a que diera contestara o se colgara la llamada.
-¿Dexter? – Preguntaría si me lo cogía. – Soy Barbazul, estoy dentro de la ciudad imperial junto a una superviviente. Al parecer la gente que aún queda aquí no apoya a ninguno de los bandos. Hemos sufrido el ataque de una armadura negra bastante extraña, percibía una ligera presencia en su interior, pero no era más que una maquina con partes humanas. Tras el ataque la mujer solo ha conseguido balbucear a la pregunta de a quien pertenecían estas, yaoi, yioa yoai, algo así. Además de eso los miembros de Zal son unas bestias modificadas genéticamente desde que nacen, tuvimos que luchar en una arena nada más llegar, no creo que sean los idóneos para gobernar, ni que sean el mal menor. ¿Qué quieres que haga?
Tras recibir las órdenes del capitán, dedicaría unos minutos a tratar de calmar a la mujer e intentar conseguir algo más de información de los líderes de las facciones. Aunque el principal objetivo sería tranquilizarla. Después de unos minutos, consiguiendo o no tranquilizar a la mujer me pondría a realizar lo que el Yonkou me hubiera encargado hacer en la llamada. Para ayudar a tranquilizarla, busque alguna de las sustancias que sabía servían para relajar el sistema nervioso para administrárselo a la dama.
-¿Dexter? – Preguntaría si me lo cogía. – Soy Barbazul, estoy dentro de la ciudad imperial junto a una superviviente. Al parecer la gente que aún queda aquí no apoya a ninguno de los bandos. Hemos sufrido el ataque de una armadura negra bastante extraña, percibía una ligera presencia en su interior, pero no era más que una maquina con partes humanas. Tras el ataque la mujer solo ha conseguido balbucear a la pregunta de a quien pertenecían estas, yaoi, yioa yoai, algo así. Además de eso los miembros de Zal son unas bestias modificadas genéticamente desde que nacen, tuvimos que luchar en una arena nada más llegar, no creo que sean los idóneos para gobernar, ni que sean el mal menor. ¿Qué quieres que haga?
Tras recibir las órdenes del capitán, dedicaría unos minutos a tratar de calmar a la mujer e intentar conseguir algo más de información de los líderes de las facciones. Aunque el principal objetivo sería tranquilizarla. Después de unos minutos, consiguiendo o no tranquilizar a la mujer me pondría a realizar lo que el Yonkou me hubiera encargado hacer en la llamada. Para ayudar a tranquilizarla, busque alguna de las sustancias que sabía servían para relajar el sistema nervioso para administrárselo a la dama.
- El caballero, Dexter lee:
- Llamar a Dexter con el aparato de le mesa y luego tratar de tranquilizar a la mujer y conseguir algo más de información antes de ir donde me diga mi capitán, o hacer lo que me pida.
Dafne
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Maldita la hora en que me alisté en esta locura. No contenta con que me dieran órdenes, me obligaran a correr, a golpearme, a sudar entre otras cosas, ahora me encontraba peor.
Parecía que aquella inyección rara me había hecho algo que todavía no alcanzaba a comprender. Me encontraba ahora enfrente a las estatuas sin poder pasar al otro lado del puente, pues el iluso que intentó cruzar, ahora estaba saludando a Hades en el otro mundo.
-Podre idiota...-Dije para mis adentros mientras me rascaba la cabeza, y noté que algo me colgaba de ella. ¿Que demonios era?...UNA BERENJENA!.
Mis ojos se pusieron en blanco como si hubiera visto un espectro cayendo al suelo por el susto. A los pocos segundos me levanté viendo como Gera preguntaba a las estatuas mientras que yo con todas mis fuerzas intenté arrancarme aquella cosa horrorosa de mi melena.
-Tira...tira...AYYYY DUELE....tira... tira....AYYY DUELE. -Desistí al poco tiempo hasta que cogí un poco de aire y tiré con toda mis fuerzas con el objetivo de quitarme aquello, lo logré pero creo que iba a sangrar.
A pesar de la fiesta que tenía montada conmigo misma, pude ver como llegaba aquella mujer rubia en un carro tirado por osos.
-Esto yo lo he visto en algún sitio- Pensaba mientras tapaba la herida.
¿Sería amiga?¿Enemiga? Poco pude cavilar debido a que lo hombres que venían con ella cargaron contra las estatuas. Igual era una buena oportunidad de meterme por medio del jaleo que pudieran crear y colarme entre las estatuas, pero primero dejé ver que pasaba, en cualquier caso, me preparé para cualquier cosa. Así que me quedé quieta, esperando alguna oportunidad, pues ahora, me preocupaba más el suero que tenía en mi sangre que la guerra. Esperaba que ne le centro de la ciudad alguien me pudiera ayudar a mi esta vez.
Parecía que aquella inyección rara me había hecho algo que todavía no alcanzaba a comprender. Me encontraba ahora enfrente a las estatuas sin poder pasar al otro lado del puente, pues el iluso que intentó cruzar, ahora estaba saludando a Hades en el otro mundo.
-Podre idiota...-Dije para mis adentros mientras me rascaba la cabeza, y noté que algo me colgaba de ella. ¿Que demonios era?...UNA BERENJENA!.
Mis ojos se pusieron en blanco como si hubiera visto un espectro cayendo al suelo por el susto. A los pocos segundos me levanté viendo como Gera preguntaba a las estatuas mientras que yo con todas mis fuerzas intenté arrancarme aquella cosa horrorosa de mi melena.
-Tira...tira...AYYYY DUELE....tira... tira....AYYY DUELE. -Desistí al poco tiempo hasta que cogí un poco de aire y tiré con toda mis fuerzas con el objetivo de quitarme aquello, lo logré pero creo que iba a sangrar.
A pesar de la fiesta que tenía montada conmigo misma, pude ver como llegaba aquella mujer rubia en un carro tirado por osos.
-Esto yo lo he visto en algún sitio- Pensaba mientras tapaba la herida.
¿Sería amiga?¿Enemiga? Poco pude cavilar debido a que lo hombres que venían con ella cargaron contra las estatuas. Igual era una buena oportunidad de meterme por medio del jaleo que pudieran crear y colarme entre las estatuas, pero primero dejé ver que pasaba, en cualquier caso, me preparé para cualquier cosa. Así que me quedé quieta, esperando alguna oportunidad, pues ahora, me preocupaba más el suero que tenía en mi sangre que la guerra. Esperaba que ne le centro de la ciudad alguien me pudiera ayudar a mi esta vez.
- Balt:
- Pegarme con la berenjena, observar el ataque, y esperar a que aquel ataque me permitiera colarme entre las estatuas para llegar al centro y buscar respuestas sobre la inyección
Vilya sûlceleb
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Los drones no aguantaron la potencia que habíamos desatado contra ellos. En cuanto el ultimo que tenía a la vista quedo destruido solté un rugido de triunfo. No habíamos dejado participar al jefe, y ahora parecía de mal humor por las palabras que dijo. La chica que había estado cerca mío durante el viaje pareció subirse encima mío cuando acabamos, para después bajarse a tierra firme de nuevo. Me caía bien, a pesar de que la dragona tenia reticencias acerca de ella. Bajaría hasta posarse cerca del resto, tratando de aplastar a ninguno de ellos en el proceso.
Manteniendo la forma completa me terminaría echando en el suelo, permitiendo que la joven y el animal se subieran si querían encima. No era tan fuerte como Madara, y, por tanto, no dejaría subir al de la moto. Seguro que aquel trasto pesaba bastante y las pinzas y armadura que portaba tampoco tenían pinta de ser muy livianas. Además, yo no era el mercenario y no dejaba subir a cualquiera en mí. Ahora que lo pensaba, si lo pedía amablemente puede que también lo dejara subir a él. Se subieran o no a mi espalda, cuando el líder del equipo diera la orden de continuar me levantaría y comenzaría a seguirlo volando tras volver a soltar un potente rugido.
Parecía que todos estaban ya en camino, pero faltaba el mapache, ¿Dónde se habría quedado? Me giré buscando pistas de él, hasta encontrarlo corriendo a cuatro patas en la dirección que nos movíamos. Me dio algo pena por él y sus cortas patitas y me acerqué a ver si se subía a mí. En cuanto el animalito se subió a mi lomo, reemprendí el camino, forzaría un poco el ritmo para ponerme a la par del Mercenario, que ahora tenía pinta muy rara con sus alas de dragón en su cuerpo humano.
Manteniendo la forma completa me terminaría echando en el suelo, permitiendo que la joven y el animal se subieran si querían encima. No era tan fuerte como Madara, y, por tanto, no dejaría subir al de la moto. Seguro que aquel trasto pesaba bastante y las pinzas y armadura que portaba tampoco tenían pinta de ser muy livianas. Además, yo no era el mercenario y no dejaba subir a cualquiera en mí. Ahora que lo pensaba, si lo pedía amablemente puede que también lo dejara subir a él. Se subieran o no a mi espalda, cuando el líder del equipo diera la orden de continuar me levantaría y comenzaría a seguirlo volando tras volver a soltar un potente rugido.
Parecía que todos estaban ya en camino, pero faltaba el mapache, ¿Dónde se habría quedado? Me giré buscando pistas de él, hasta encontrarlo corriendo a cuatro patas en la dirección que nos movíamos. Me dio algo pena por él y sus cortas patitas y me acerqué a ver si se subía a mí. En cuanto el animalito se subió a mi lomo, reemprendí el camino, forzaría un poco el ritmo para ponerme a la par del Mercenario, que ahora tenía pinta muy rara con sus alas de dragón en su cuerpo humano.
- Team Dragón:
- Pensar en que Aki me cae bien, reposar echada en el suelo mientras no partimos y luego ir tras Madara. Recoger al mapache por el camino (tengo permiso) y una vez lo tengo acelerar para pillar al grupo.
Simo Baker
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En un principio mi camino parecía tan soso como el que me había llevado hasta la cueva del bunker. Todo era desolación por todos lados y nada de movimiento en el lugar en el que me encontraba. Me sentía como en el ojo de un huracán, estaba seguro de que la isla estaba llena de escenas de acción en ese momento y sin embargo yo estaba tan aislado como un oasis en el desierto. Agradecía la calma que me rodeaba, pero la verdad es que anhelaba tener una auténtica oportunidad de llamar la atención de los pretores, de cualquier otra forma la recompensa por ayudarles no sería tan alta. Hay que reconocer que por mucho que se hable de la igualdad en el mundo no se trata igual a un simple ciudadano que a un héroe de guerra.
Sumido en esos pensamientos seguí andando sin pausa hasta que note algo en el pecho. Era el anillo que Xella, la organización a la que pertenecía, me había entregado. Eso era bueno, significaba que no estaba solo, la mujer que me había reclutado en su momento se encontraba presente en la isla. Se me pasó por la cabeza que quizá la organización tenía planes para el futuro de la nación. Fuera como fuese al menos la aparición de la señal de Aki significaba que pronto las cosas iban a empezar a animarse.
No podía detener mi camino para ponerme a buscarla, pero me interesaba que supiese que andaba por la zona, por lo que me decidí a dejarle una señal. Estaba de suerte, pues la zona en la que me encontraba era un punto por el que se tenía que pasar casi obligatoriamente si se quería llegar al centro de la capital desde la zona este. Si venía del oeste mi marca sería inútil, pero si no estaba completamente seguro de que se toparía con ella. Debía ser algo que me identificase como miembro, pero también tenía que ser algo que diese alguna pista de hacia dónde me dirigía para que pudiese saberlo. Dudé un poco sobre cómo hacerlo porque era muy malo dibujando, pero finalmente me decidí por usar un dial de fuego para carbonizar la pared de un edificio. El dibujo que haría con la negrura del fuego sería el logo de Xella simplificado con una corona sobre él. Lo hice bastante grande para que se pudiese ver de lejos y luego lo difuminé un poco para que sólo aquellos que conocían el logo lo reconociesen a simple vista.
La verdad es que me había quedado bastante bien, pero había perdido bastante tiempo. Era momento de seguir con mi camino, por lo que disparé un dial de fulgor hacia el cielo para que llamase la atención hacia esa zona y me dispuse a correr hacia mi objetivo con mi mantra activado.
Sumido en esos pensamientos seguí andando sin pausa hasta que note algo en el pecho. Era el anillo que Xella, la organización a la que pertenecía, me había entregado. Eso era bueno, significaba que no estaba solo, la mujer que me había reclutado en su momento se encontraba presente en la isla. Se me pasó por la cabeza que quizá la organización tenía planes para el futuro de la nación. Fuera como fuese al menos la aparición de la señal de Aki significaba que pronto las cosas iban a empezar a animarse.
No podía detener mi camino para ponerme a buscarla, pero me interesaba que supiese que andaba por la zona, por lo que me decidí a dejarle una señal. Estaba de suerte, pues la zona en la que me encontraba era un punto por el que se tenía que pasar casi obligatoriamente si se quería llegar al centro de la capital desde la zona este. Si venía del oeste mi marca sería inútil, pero si no estaba completamente seguro de que se toparía con ella. Debía ser algo que me identificase como miembro, pero también tenía que ser algo que diese alguna pista de hacia dónde me dirigía para que pudiese saberlo. Dudé un poco sobre cómo hacerlo porque era muy malo dibujando, pero finalmente me decidí por usar un dial de fuego para carbonizar la pared de un edificio. El dibujo que haría con la negrura del fuego sería el logo de Xella simplificado con una corona sobre él. Lo hice bastante grande para que se pudiese ver de lejos y luego lo difuminé un poco para que sólo aquellos que conocían el logo lo reconociesen a simple vista.
La verdad es que me había quedado bastante bien, pero había perdido bastante tiempo. Era momento de seguir con mi camino, por lo que disparé un dial de fulgor hacia el cielo para que llamase la atención hacia esa zona y me dispuse a correr hacia mi objetivo con mi mantra activado.
- Raghersir(resumen de ambos post), Xella cercanos a P12-O12 leed si eso:
- Decidir pasar del edificio que había visto antes. Marcar el punto del bunker en mi mapa. Dejar dibujado en una pared el logo de Xella con una corona encima como señal para Aki. Disparar un dial de fulgor hacia el cielo para atraer la atención al punto del dibujo. Dirigirme corriendo hacia el centro con el mantra activado en busca del ayuntamiento/palacio/castillo.
El tiempo pareció detenerse. Había llegado al punto de despistarse en medio de aquella sesión de... ¿Qué estaban haciendo? Tanta gente alrededor de un hombre sin miedo, amenazándolo. La mano le dolía, pero no la apartó de golpe, sino que la quitó lentamente y comenzó a alejar el brazo, que poco a poco fue adquiriendo una tonalidad negra y humeante. Querría haber gritado del dolor, pero con lo que le lagrimeaban los ojos ya sería suficiente para que Kimura le perdiese el respeto, así que era suficiente por aquel día.
-Nadie va a tocar a este hombre- dijo quedamente, al tiempo que detenía con la mano desnuda el arma del Marine, y una densa capa de hielo protegía los pies del hombre para evitar las punzadas que pretendía provocarle. ¿Adónde habían llegado? ¿Era ésa la clase de Marina que pretendían llevar al mundo? Sin escrúpulos, poco más que una panda de torturadores-. ¡Ni a hacerle más heridas!
Con su grito Fuego Helado desvió la trayectoria de ambas armas, tanto del cazador como del líder lobo. Había intentado hacer el malo, pero no podía permitir que se dañara a un inocente en su presencia. De hecho, tardó un par de segundos en darse cuenta de que había defendido al hombre, pero no se arrepentía de sus acciones. ¿Qué se les estaba pasando por la cabeza? Todos locos.
-Tú, Kimura. El sujeto no es peligroso, así que baja las armas y vamos a seguir explorando la ciudad- miró al hombre, que aun enterrado en hielo y caramelo mantenía su postura férrea de silencio. El hielo estalló en mil pedazos-. Tú, no sé. Vete a hacer tus cosas de ciudadano. Y si sabes algo avísame- dudaba que lo hiciera, pero con suerte le haría caso-. Y usted- se refirió a Kaito-, me gustaría que mientras forme parte de este equipo mantenga una disciplina- miró a todos-. En general, que todos mantengáis disciplina. ¿Qué clase de espectáculo estamos dando turnándonos para interrogar a un civil probando a cada cual una estrategia más disparatada o cruel? Luego el indisciplinado soy yo.
Recapacitó durante un instante sus palabras. Él mismo había puesto, como burla a Lion D. Karl en su día, La Brigada Indisciplinada a la flota que dirigía. Bueno, como burla y como declaración de intenciones. Nunca esperó que se hubiesen transformado en la división Marine que más galones lucía, a pesar de que sus integrantes fueran, a simple vista, de risa. Pero, ciertamente, el nombre daba a muchas risas y malentendidos.
-En fin, soldados. Marcharé hacia el centro de la ciudad por motivos que desconozco, para ayudar a una gente en la que no confío y con un equipo que no es el mío. Pero, ya que yo no soy su líder, creo que las órdenes deberá darlas a partir de ahora quien ustedes vean oportuno.
Esperaría un momento, a ver si el hombre se marchaba. Una vez tomase delantera, miraría a los Marines y al chico homosexual una vez más, no sin acordarse del Akai Nuraryhion y recorrerlos con los ojos a todos.
-Caballeros, si escuchan rumores de mi muerte, no los crean hasta que vean el cadáver- con aquellas palabras su cuerpo se congeló, para dos segundos más tarde explotar en una nube de escarcha. Dudaba que muchos se fijasen, pero ahí se iba él, oculto entre una infinidad de partículas de hielo en suspensión, directo hacia el Oeste. Tenía que hablar con Arthur, y estaba claro que no iba a contestar al teléfono. Estaba ocupado.
-Nadie va a tocar a este hombre- dijo quedamente, al tiempo que detenía con la mano desnuda el arma del Marine, y una densa capa de hielo protegía los pies del hombre para evitar las punzadas que pretendía provocarle. ¿Adónde habían llegado? ¿Era ésa la clase de Marina que pretendían llevar al mundo? Sin escrúpulos, poco más que una panda de torturadores-. ¡Ni a hacerle más heridas!
Con su grito Fuego Helado desvió la trayectoria de ambas armas, tanto del cazador como del líder lobo. Había intentado hacer el malo, pero no podía permitir que se dañara a un inocente en su presencia. De hecho, tardó un par de segundos en darse cuenta de que había defendido al hombre, pero no se arrepentía de sus acciones. ¿Qué se les estaba pasando por la cabeza? Todos locos.
-Tú, Kimura. El sujeto no es peligroso, así que baja las armas y vamos a seguir explorando la ciudad- miró al hombre, que aun enterrado en hielo y caramelo mantenía su postura férrea de silencio. El hielo estalló en mil pedazos-. Tú, no sé. Vete a hacer tus cosas de ciudadano. Y si sabes algo avísame- dudaba que lo hiciera, pero con suerte le haría caso-. Y usted- se refirió a Kaito-, me gustaría que mientras forme parte de este equipo mantenga una disciplina- miró a todos-. En general, que todos mantengáis disciplina. ¿Qué clase de espectáculo estamos dando turnándonos para interrogar a un civil probando a cada cual una estrategia más disparatada o cruel? Luego el indisciplinado soy yo.
Recapacitó durante un instante sus palabras. Él mismo había puesto, como burla a Lion D. Karl en su día, La Brigada Indisciplinada a la flota que dirigía. Bueno, como burla y como declaración de intenciones. Nunca esperó que se hubiesen transformado en la división Marine que más galones lucía, a pesar de que sus integrantes fueran, a simple vista, de risa. Pero, ciertamente, el nombre daba a muchas risas y malentendidos.
-En fin, soldados. Marcharé hacia el centro de la ciudad por motivos que desconozco, para ayudar a una gente en la que no confío y con un equipo que no es el mío. Pero, ya que yo no soy su líder, creo que las órdenes deberá darlas a partir de ahora quien ustedes vean oportuno.
Esperaría un momento, a ver si el hombre se marchaba. Una vez tomase delantera, miraría a los Marines y al chico homosexual una vez más, no sin acordarse del Akai Nuraryhion y recorrerlos con los ojos a todos.
-Caballeros, si escuchan rumores de mi muerte, no los crean hasta que vean el cadáver- con aquellas palabras su cuerpo se congeló, para dos segundos más tarde explotar en una nube de escarcha. Dudaba que muchos se fijasen, pero ahí se iba él, oculto entre una infinidad de partículas de hielo en suspensión, directo hacia el Oeste. Tenía que hablar con Arthur, y estaba claro que no iba a contestar al teléfono. Estaba ocupado.
- Resumen Balt:
- Irme en busca de Arthur tras frenar a esta panda de asesinos en potencia que tenía por compañeros.
Helado-chan
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Antes siquiera de que el rubiales le gritara que la ayudara Neo ya se estaba lanzando hacia el lugar donde Yoko iba a caer. Tampoco es que haya que ser físico termonuclear para averiguar dónde va a caer una persona. Nada más pillarla en sus brazos como si de una princesa en apuros se tratara dio un par de saltos hacia atrás para alejarse un poco del peligro y ver la situación con algo de perspectiva.
-¿Dejándote caer, preciosa?- bromeó el pelinegro soltándola y ayudándola a ponerse en pie. -Ese escudo es un problema... Aunque esa grieta... ¡Rubiales, mete presión en el bujero!
Y, casi como si ya lo hubiera estado pensando, eso fue lo que hizo, lanzando un ataque con lo que parecía ser un Golem de piedra justo. Neo poco podía hacer cuerpo a cuerpo contra un robot que, encima, tenía un escudo protector; pero aún así seguía pensando en cualquier posibilidad aparte.
-¿Tienes algo que pueda explotar? No vendría mal una explosión en esa grieta.
No esperaba que Yoko tuviera un lanzamisiles o un par de granadas, pero no sé, no sería la primera vez que Neo ve a gente volar cosas por los aires sin necesidad de armas o cosas de ese estilo. De cualquier forma, mientras tanto Neo fue prestando cada vez más atención al bicho metálico en busca de algo que le pudiera servir... No sé qué esperaba encontrar, ¿un interruptor en el que pusiera "on" y "off"? A ver, que conociendo lo extraña que es la vida del pequeño tampoco sería nada tan descabellado que de repente lo tuviera, pero eso.
En caso de que Yoko decidiera volver a lanzarse Neo iría detrás de ella para, si tenía que hacerlo, protegerla con uno de sus glifos escudo o para volver a recoger la princesa que estaba en otro castillo. Y, si había un interruptor, pues oye, darle también sería lo suyo.
-¿Dejándote caer, preciosa?- bromeó el pelinegro soltándola y ayudándola a ponerse en pie. -Ese escudo es un problema... Aunque esa grieta... ¡Rubiales, mete presión en el bujero!
Y, casi como si ya lo hubiera estado pensando, eso fue lo que hizo, lanzando un ataque con lo que parecía ser un Golem de piedra justo. Neo poco podía hacer cuerpo a cuerpo contra un robot que, encima, tenía un escudo protector; pero aún así seguía pensando en cualquier posibilidad aparte.
-¿Tienes algo que pueda explotar? No vendría mal una explosión en esa grieta.
No esperaba que Yoko tuviera un lanzamisiles o un par de granadas, pero no sé, no sería la primera vez que Neo ve a gente volar cosas por los aires sin necesidad de armas o cosas de ese estilo. De cualquier forma, mientras tanto Neo fue prestando cada vez más atención al bicho metálico en busca de algo que le pudiera servir... No sé qué esperaba encontrar, ¿un interruptor en el que pusiera "on" y "off"? A ver, que conociendo lo extraña que es la vida del pequeño tampoco sería nada tan descabellado que de repente lo tuviera, pero eso.
En caso de que Yoko decidiera volver a lanzarse Neo iría detrás de ella para, si tenía que hacerlo, protegerla con uno de sus glifos escudo o para volver a recoger la princesa que estaba en otro castillo. Y, si había un interruptor, pues oye, darle también sería lo suyo.
- YOKO, NEO Y OSUKA:
Recoger a Yoko cual princesa y alejarse un poco para no tener ataque sorpresa(?)
Preguntarle a Yoko si tiene explosivos o algo (?)
Mirar a ver si el robot tiene algún interruptor de "on" y "off" para desconectarlo sin más(??????)
#LaVidaDelSupportLaVidaMejor
Gareth Silverwing
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-Hmm... Si. Está claro que esta silla de montar no es de mi tamaño. - Dije para mí mismo mientras trataba de acomodarme sobre el lomo de aquella bestia.
Quien dice acomodarse dice tratar de aguantar una especie de rodea bestial en el cual el toro no sólo trata de tirarte, sino también de comerte y en el cual hay un montón de jinetes que tratan de lanzarse a por ti para matarte... y que ese rodeo esté en medio de una guerra... en la cual no hace más que llover fuego. Pero oye, nada con lo que no pudiese trabajar, total, Kai era peor los días de pizza en el comedor del cuartel. En fin, hora de ponerse serios.
- Escúchame bien bicharraco y espero que puedas entenderme porque sino tenemos un problema. Estoy algo cansado así que o te calmas o a lo mejor invento un nuevo plato a base de lomo de cocodrilo mutante. ¿Me... He... Explicado... Bien? - Dije con el tono más amenazante posible en lo que parecía su oído mientras daba una patada a uno de los hombres de Zal que trataba de tirarme. - Si eres un buen chico nos sacarás de aquí antes de que nos frían a fuego de artillería y me llevarás junto con ese convoy que se dirige a la ciudad. - Le indiqué sin cambiar el tono.
Me llevase o no trataría de llegar al lugar donde se estaban reuniendo las tropas de Sarka. Manteniendo mi arma en alto todo el tiempo que pudiese confiaba en que los soldados que comandé antes la reconociesen y evitasen que me atacasen como a un enemigo.
Quien dice acomodarse dice tratar de aguantar una especie de rodea bestial en el cual el toro no sólo trata de tirarte, sino también de comerte y en el cual hay un montón de jinetes que tratan de lanzarse a por ti para matarte... y que ese rodeo esté en medio de una guerra... en la cual no hace más que llover fuego. Pero oye, nada con lo que no pudiese trabajar, total, Kai era peor los días de pizza en el comedor del cuartel. En fin, hora de ponerse serios.
- Escúchame bien bicharraco y espero que puedas entenderme porque sino tenemos un problema. Estoy algo cansado así que o te calmas o a lo mejor invento un nuevo plato a base de lomo de cocodrilo mutante. ¿Me... He... Explicado... Bien? - Dije con el tono más amenazante posible en lo que parecía su oído mientras daba una patada a uno de los hombres de Zal que trataba de tirarme. - Si eres un buen chico nos sacarás de aquí antes de que nos frían a fuego de artillería y me llevarás junto con ese convoy que se dirige a la ciudad. - Le indiqué sin cambiar el tono.
Me llevase o no trataría de llegar al lugar donde se estaban reuniendo las tropas de Sarka. Manteniendo mi arma en alto todo el tiempo que pudiese confiaba en que los soldados que comandé antes la reconociesen y evitasen que me atacasen como a un enemigo.
- Sarka:
- Hacerme amijo de la bestia que he montado y abrirme paso para llegar al convoy de Sarka que se dirige a la ciudad.
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-¿Sabes qué? Casi prefiero quedarme aquí abajo- dije a Teravan casi por instinto al ver cómo Maki ascendía. Íbamos a estar más seguros sin él, eso estaba claro. Espera, eso es mentira. Probablemente no haya un sitio más seguro en esta maldita isla que al lado del tipo fuerte al que podemos usar de cebo. Salvo que si el cebo nos lleva por los sitios peligrosos en lugar de ser nuestro apoyo, esto pierde mucho.
He perdido los nervios. ¿Vale? He perdido los nervios. Hasta las narices estoy ya de ese enano mental ya. Me voy ahora mismo arriba y me lo cargo. Adiós Augustus, adiós y que te follen mucho ese cadáver orondo y flatulento que vas a dejar. Respiré hondo, y me erguí de nuevo, quitando las arrugas que había hecho en el pantalón al apoyarme en él. Me ajusté la corbata y guardé el arma, preparado para matarlo según lo viese.
Comencé a ascender las escaleras con determinación y la mejor de mis sonrisas, mirando al frente y manteniendo mi expresión más cautivadora. Sin duda era un gran contraste con mi expresión interna, totalmente acobardada, al ver a Arribor Neus en persona. Y parecía que Augustus y él se conocían. Es hora de analizar la situación: Se conocen, pero no se llevan bien. Al menos eso parece, aunque podría ser un chance. Por otro lado, al parecer Arribor tiene tendencia a comer cosas... Extrañas. O eso o Maki dice frases sin sentido, lo cual no es de extrañar en él.
-Maki, es un NPC aliado- le dije, disimulando mi mentira con un saludo al pirata-. Para ganar el juego hay que vencer a los que llevan sombrero de ala ancha. Por ese lado, ¡Mira!
Señalé a un punto, y salí corriendo hacia él como si me fuera la vida en ello. Con suerte me seguiría, y, de lo contrario, al menos me había librado de él. Ahora que lo pienso, ¿No debería haber avisado a Teravan de esto? Que le den, es sólo un juguete.
He perdido los nervios. ¿Vale? He perdido los nervios. Hasta las narices estoy ya de ese enano mental ya. Me voy ahora mismo arriba y me lo cargo. Adiós Augustus, adiós y que te follen mucho ese cadáver orondo y flatulento que vas a dejar. Respiré hondo, y me erguí de nuevo, quitando las arrugas que había hecho en el pantalón al apoyarme en él. Me ajusté la corbata y guardé el arma, preparado para matarlo según lo viese.
Comencé a ascender las escaleras con determinación y la mejor de mis sonrisas, mirando al frente y manteniendo mi expresión más cautivadora. Sin duda era un gran contraste con mi expresión interna, totalmente acobardada, al ver a Arribor Neus en persona. Y parecía que Augustus y él se conocían. Es hora de analizar la situación: Se conocen, pero no se llevan bien. Al menos eso parece, aunque podría ser un chance. Por otro lado, al parecer Arribor tiene tendencia a comer cosas... Extrañas. O eso o Maki dice frases sin sentido, lo cual no es de extrañar en él.
-Maki, es un NPC aliado- le dije, disimulando mi mentira con un saludo al pirata-. Para ganar el juego hay que vencer a los que llevan sombrero de ala ancha. Por ese lado, ¡Mira!
Señalé a un punto, y salí corriendo hacia él como si me fuera la vida en ello. Con suerte me seguiría, y, de lo contrario, al menos me había librado de él. Ahora que lo pienso, ¿No debería haber avisado a Teravan de esto? Que le den, es sólo un juguete.
- Ex-Zal:
- Me alejo hacia una cosa inventada.
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Habíamos conseguido llevar al pretor hasta los doctores, habíamos soportado su charla inconexa y ahora que parecía encontrarse mucho mejor había nuevos juguetes. Como si lo bestia que era ya no fuera suficiente parecía no haber estado peleando al cien por cien de sus fuerzas, lo que sin duda me dejaba en una posición bastante deprimente. Comparado con toda la gente que allí se había reunido yo era un grano de arena entre montañas. Kotaro había trabado amistad con uno de los grandes combatientes, así que, decidí unirme a ellos en el carro que habían traído para lo que parecía ser el comienzo de la invasión a la ciudad. No creía que hubiera pegas, y esperaba que Kotaro hablase por mí de ponerse en duda mi valía allí, aunque no había podido demostrársela mucho tenía ya varias muertes a mis espaldas y había ayudado a llevar al pretor.
-Kotaro, han comentado ya el plan, quiero decir, sabemos ya donde vamos dentro de la ciudad, o seguimos como hasta ahora improvisando nuestros movimientos. – girándome hacía el hombre que ahora carecía de brazo le digo. – Encantado, me llamo Rezvan. Ha sido impresionante verte luchar. Honras a todo Sarka con tus acciones en batalla.
Y era verdad, se había lanzado a combatir a un enemigo muy superior de frente, no como otros cobardes que habrían aprovechado para atacar por la espalda, deshonrado a todo aquel que alguna vez hubiera combatido a su lado llamándolo hermano. Incluso había tenido la fuerza suficiente para rematar al enemigo caído para que no sufriera una agónica muerte desangrándose en medio del campo de batalla. Ahora tendríamos una nueva oportunidad de ganar gloria y honor en la ciudad. Esperaba que fuéramos los primeros en llegar para tomar ventaja en el campo de batalla, y que las bajas de esta no se notaran tanto.
-Kotaro, han comentado ya el plan, quiero decir, sabemos ya donde vamos dentro de la ciudad, o seguimos como hasta ahora improvisando nuestros movimientos. – girándome hacía el hombre que ahora carecía de brazo le digo. – Encantado, me llamo Rezvan. Ha sido impresionante verte luchar. Honras a todo Sarka con tus acciones en batalla.
Y era verdad, se había lanzado a combatir a un enemigo muy superior de frente, no como otros cobardes que habrían aprovechado para atacar por la espalda, deshonrado a todo aquel que alguna vez hubiera combatido a su lado llamándolo hermano. Incluso había tenido la fuerza suficiente para rematar al enemigo caído para que no sufriera una agónica muerte desangrándose en medio del campo de batalla. Ahora tendríamos una nueva oportunidad de ganar gloria y honor en la ciudad. Esperaba que fuéramos los primeros en llegar para tomar ventaja en el campo de batalla, y que las bajas de esta no se notaran tanto.
- Sarka:
- Montarme con Kotaro y Worgulv. Hablar con el primero y presentarme y alagar al segundo. Divagar.
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