Roland von Klauswitz
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-Impresionante, para una chiquilla -reconoció el árbol. La niña había logrado detener su ataque con sus brazos desnudos, haciendo gala de una fuerza que nadie le atribuiría dado su pequeño cuerpo. Quizás la lucha fuese a ser más complicada de lo que...
Un momento, ¿a dónde demonios iba? ¡La pretora se estaba escapando! Se marchaba volando en su escarabajo mientras los otros dos atacaban a los marines. Kodama echó un vistazo a Gusi, que aún continuaba ahí. ¿Sería capaz de escapar por su cuenta de esos enormes insectos? Por si acaso, le dejó otra burbuja que podría usar para intentar alejarse de allí, y de inmediato emprendió la persecución. Ahora que había visto lo peligrosa que era Yoai, no pensaba dejarla escapar.
Voló en su pompa de jabón todo lo rápido que pudo, extendiendo sus ramas para intentar agarrar al escarabajo y luego contraerlas para llegar hasta él. No toleraría que huyese; sería una mancha en su reputación además de un enorme peligro para todo Síderos. En realidad, comenzaba a pensar que no saldría nada bueno de aquella guerra sin importar cuál de los cinco bandos ganase.
El problema era que no confiaba en que luchar en el aire fuese la mejor de las opciones. Aún quedaban otros dos escarabajos y cualquier de ellos podía atacarle también. Recubrió su burbuja con Haki por si acaso; no quería caer al vacío. Lo siguiente era llevar la lucha a tierra firme.
Junto varios de sus ramas en una forma que recordaba a un cañón de una escopeta. Usó su energía para hacer brotar varias bellotas en el interior de la cavidad formada con las ramas y comenzó a hacerlas girar. En cuanto se vio preparado, comenzó a disparar una ráfaga de bellotas cargadas con su Haki, mucho más potentes que cualquier bala. No le gustaba mucho imitar las armas humanas, pero no pensaba seguir luchando en un terreno donde tenía desventaja.
- Balt?:
- Darle otra burbuja a Gusi para que pueda alejarse si quiere - Largarse tras Yoai volando con su pompa (recubierta de Haki) - Intentar agarrar al escarabajo con sus ramas - Disparar bellotas para tratar de derribarlo
- Ataque usado:
- Kyokuko Shinseina Kudamono (cañón de frutos sagrados): Kodama junta varias de sus ramas con frutos, dándoles forma de cañón. De esta forma, hace girar las bellotas en el interior de ese cañón artificial y aumenta en gran medida la velocidad y la fuerza de disparo siendo capaz de derribar paredes con un solo disparo. Puede realizar tantos disparos como quiera siempre que disponga de suficiente energía, la cual puede obtener hundiendo sus raíces en el suelo.
Kaito Kazuki
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Las cosas se ponen curiosamente extrañas, Al, quien había comenzado con la tortura, detiene el ataque de todos los que se encontraban tratando de sacarle información al sujeto a base de torturarle, tanto física como psicológicamente. Pero no queda ahí todo, tras eso, el vicealmirante se esfuma como una mota de polvo en el viento, sin saber mucho de quienes son los que se encuentran con él el joven cazador prefiere seguir su camino en solitario, si no conoce a alguien no puede fiarse de que no le jueguen una mala pasada o le tiendan una trampa. ¿Quién le asegura que no le usarían de cebo, escudo o algo así para poder salvarse ellos? Nadie, pues parecen ser gente que se conoce desde hace tiempo y convive junta mucho tiempo. Por lo que el cazador decide emprender su camino, en silencio, sin despedidas ni explicaciones, solo echa a andar como si nada, para en un momento desaparecer de la vista de cualquier que le estuviera siguiendo con la mirada.
1~ Solo espero que a partir de ahora pueda tener algo entretenido que hacer, esto ha sido un aburrimiento, aquél verdugo tenía buena pinta pero quedó en un mero interrogatorio, un muermo. ~| Piensa con la personalidad cambiada nuevamente, pues ahora su mente ansía un desafío, un reto. Había notado unas presencias antes, pero pasaron casi inadvertidas para el espadachín que trataba de sacarle información al sujeto acerca de la dichosa central pero ahora no percibe nada, casi como si hubiera sido una alucinación del cazador. Sus pasos le llevan al centro de la isla, seguramente allí encontraría algo con lo que entretenerse, y si no, pues ya buscaría algo que hacer mientras todo el jaleo de la guerra termina.
1~ Un momento, si todo esto lo organizaron los líderes de cada facción, seguro que allá dónde se encuentren estos se encontrará la acción. He de ir allí. ~| Dice en voz alta, aunque nadie le escucharía, al fin y al cabo se encuentra solo. Pero tras pensarlo se da cuenta de que no tiene ni idea de donde se encuentran los líderes de las facciones, que ha deambulado cual vagabundo por el reino sin saber donde iba ni donde se encontraban los demás, de modo que sigue su camino, atento por si pudiera encontrar a alguien que le indicara que los líderes están cerca.
1~ Solo espero que a partir de ahora pueda tener algo entretenido que hacer, esto ha sido un aburrimiento, aquél verdugo tenía buena pinta pero quedó en un mero interrogatorio, un muermo. ~| Piensa con la personalidad cambiada nuevamente, pues ahora su mente ansía un desafío, un reto. Había notado unas presencias antes, pero pasaron casi inadvertidas para el espadachín que trataba de sacarle información al sujeto acerca de la dichosa central pero ahora no percibe nada, casi como si hubiera sido una alucinación del cazador. Sus pasos le llevan al centro de la isla, seguramente allí encontraría algo con lo que entretenerse, y si no, pues ya buscaría algo que hacer mientras todo el jaleo de la guerra termina.
1~ Un momento, si todo esto lo organizaron los líderes de cada facción, seguro que allá dónde se encuentren estos se encontrará la acción. He de ir allí. ~| Dice en voz alta, aunque nadie le escucharía, al fin y al cabo se encuentra solo. Pero tras pensarlo se da cuenta de que no tiene ni idea de donde se encuentran los líderes de las facciones, que ha deambulado cual vagabundo por el reino sin saber donde iba ni donde se encontraban los demás, de modo que sigue su camino, atento por si pudiera encontrar a alguien que le indicara que los líderes están cerca.
- Balt:
- - Separarse de los Crimson
- Ir rumbo al centro de la ciudadela atento por si encuentra alguien y maldiciendo el aburrimiento de su estancia en el reino.
Ichizake
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El ánimo de Gerald estaba cada vez más ensombrecido. No solo por la casi total oscuridad, ni por el nauseabundo aspecto de todo lo que inundaba el túnel por el que caminaba, sino por el olor. Ese fétido olor que se le metía en la nariz le trajo recuerdos de los peores campos de batalla que jamás había pisado. Mil cadáveres en plena descomposición serían sin duda una delicia más apetecible para las fosas nasales que el aire que respiraba.
Por ese motivo, en cuanto vio como una puerta se abría, no se cuestionó siquiera a dónde conduciría, ni qué nuevas tétricas sorpresas aguardaban al otro lado. Ascendió las escaleras a paso ligero, ya sin disimular demasiado su mal humor, y emergió al fresco aire del mundo exterior. Respiró hondo para olvidar cuanto antes el recuerdo del subsuelo y se deleitó con la luz del sol que ya creía que no volvería a ver. Ni siquiera se percató de la presencia del extraño hasta unos segundos después.
No conocía en absoluto al hombre que ahora abrazaba a Galia, con su pálida piel y su fría mirada. Gerald le miró fijamente a los ojos, evaluando su amenaza. El hombre parecía conocer a ambos revolucionarios, aunque fuese al menos de nombre. Gerald supuso que tenía algún tipo de relación con la chica, mas no dedicó más tiempo a reflexionar sobre el tema. Ahora que había concluido su aventura subterránea, continuar solo le parecía más acertado. Había perdido mucho tiempo allí abajo y todo por esperar a ambos revolucionarios. Avanzaría mucho más rápido por su cuenta.
Pero el tal Ivan Roux, como se hacía llamar, resultaba ciertamente interesante. Gerald basaba buena parte de su vida en las mentiras, y sabía reconocer a un mentiroso a leguas. ¿Ese hombre preocupado por una bestia que podía atacar a la gente? ¿En las cloacas? Era poco creíble. Los ojos de Roux, si es que era su nombre real y no había mentido como él lo había hecho, no reflejaban precisamente empatía. Pero él no era quien para dar lecciones de honestidad, así que no dijo nada. No le habría dado más vueltas de no ser por...
La tensión y la sensación de peligro que le había embargado desde su llegada a la isla se relajó ante las palabras del desconocido. No tenía porqué desconfiar de ese hombre, que al fin y al cabo no parecía peligroso. Y tenía razón en cuanto a que no quería seguir por allí. Era una buena idea...
"¿Qué estás haciendo?", pensó Gerald. Luego transmitió esas palabras en dirección a la mente del desconocido. ¿Acababa de intentar influirle? ¿Tenía ese hombre algún tipo de poder mental? Para alguien que dominaba ese tipo de trucos, detectar cuando alguien trataba de manipularle no era difícil.
El espadachín dudó sobre si irrumpir en sus recuerdos y devolverle el golpe. Disfrutaría destrozando su mente, sin duda, pero no le pareció buena idea; era mejor no correr riesgos con ese tipo de gente. Además, contentar esas siniestras ansias solo por placer sentaría un precedente peligroso para él. Así que se marchó.
-Mucha suerte con vuestra bestia, señor Roux, ya nos veremos -añadió con un énfasis especial-. Galia, Ryuken... ha sido un placer -y dicho esto se alejó a paso ligero.
- Meln:
- Blablabla blablabla - Relajarse ante la hipnosis del bueno de Ivan - Darse cuenta de que le ha influido de alguna forma - Alejarse de allí hacia... algún sitio
Rainbow662
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Arribor no podría soportar de nuevo la experiencia de ir con Maki. El gyojin era demasiado para él, una pesadilla peor que cualquier otra que pudiera atormentarle por las noches. Y dado que el pez se dirigía también hacia sus compañeros, imagino que el terror hacia él sería algo compartido en la tripulación. Ni siquiera Franklin se atrevía a salir en presencia de tal bestia.
"Hay que ser astuto", se dijo Arribor. "Tarde o temprano se irá y te dejará en paz". Pero no creía en eso realmente, esa cosa no se iría jamás. Ya había aprendido que no podía esperar nada tan bueno como que se marchase por su propia iniciativa. Librarse de él era casi imposible. Eso le dejaba con la única opción de huir él. En esa ciudad en ruinas dudaba que pudiese encontrarle.
Y entonces apareció otro: un joven rubio que parecía conocer al gyojin y que hablaba con tanta incoherencia como él. ¿Qué diablos era un NPC? Las siglas se le daban fatal a Arribor. Y tampoco entendía de sombreros, que parecía ser lo que ese extraño recién llegado buscaba. Incluso salió corriendo para perseguir a alguien que llevaba un sombrero y al que debía vencer para ganar. "¿Para ganar qué? Otro loco...".
Sin embargo, el gyojin no le siguió. Arribor vio como hablaba con Zack y de inmediato se ponía como loco hablando de un molusco o algo así. Realmente era una pérdida de tiempo tratar de buscar la lógica en todo aquello. No, no soportaría volver a pasar por eso. Así que Arribor hizo lo que cualquiera en su sano juicio habría hecho:
-Espera, yo me voy contigo -le dijo al tipejo fetichista de los sombreros antes de salir corriendo tras él como si la vida le fuese en ello.
- Sarka:
- Pensar en cómo hacer que Maki se pire y le deje en paz - Como eso no va a pasar, echar a correr detrás de Yarmin. Todo por alejarse de ahí xD
Tsang Yue
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La situación se vuelve surrealista cuanto menos, las cosas no van como el joven podía haberse imaginado al encontrarse, la gente comienza a irse de allí una vez que aquella extraña criatura se limita a acurrucarse y dormir. Parece cansada, ¿de qué se cansaría? A saber, pero eso al cp no le interesa en lo más mínimo, pues quiere algo de acción para entretenerse y no tener que ponerse a seguir a nadie de los que se van, no los conoce, por lo que no termina de fiarse de seguirles, y menos sabiendo que uno de ellos es un peligroso pirata. Por su parte busca rápidamente la chica con la que estaba antes de que se encontraran con ese grupo de individuos, por no llamarlos otra cosa. Tras unos pocos segundos de búsqueda da con ella, y se acerca con cuidado de no buscarse bronca con ninguno de los que estuvieran presentes allí, cierto es que quiere acción, pero que eso lleve a algo útil.
Conforme se acerca nota que el entorno es distinto, la tensión ya no es tata como antes, y el cinismo de los piratas es parte del pasado. -“Bueno, ¿qué harás tú Corinna? Si quieres podemos seguir buscando a tu amigo, de todos modos, tampoco es que tenga a nadie que me espere ni nada parecido.”- Dice una vez llega junto a la marine, con una sonrisa amable y un tono tranquilo y sereno. Esperará unos minutos, si la muchacha le responde afirmativamente concretará la ruta con ella, de lo contrario simplemente comenzaría a vagar en solitario nuevamente.
Conforme se acerca nota que el entorno es distinto, la tensión ya no es tata como antes, y el cinismo de los piratas es parte del pasado. -“Bueno, ¿qué harás tú Corinna? Si quieres podemos seguir buscando a tu amigo, de todos modos, tampoco es que tenga a nadie que me espere ni nada parecido.”- Dice una vez llega junto a la marine, con una sonrisa amable y un tono tranquilo y sereno. Esperará unos minutos, si la muchacha le responde afirmativamente concretará la ruta con ella, de lo contrario simplemente comenzaría a vagar en solitario nuevamente.
- Zal:
- - Buscar a Corinna y proponerle seguir buscando a su amigo.
Amaiar Silverfang
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- ¡JODEEEEER! ¡MADRE MÍA!
Al recibir la hoja entre mis manos, me vi tan abrumado por la cantidad de poder destructivo que vi en mi mente, que no pude sino exclamar de asombro mientras me quedaba anonadado. La imagen de aquella columna de fuego no parecía ser una representación literal del poder de la espada, pero incluso si tan solo se trataba de una metáfora me quedó claro que su potencial era algo como no había presenciado nunca antes.
Tan absurdo me pareció lo que vi en mi cabeza que ni siquiera le encontré un método de uso o activación. Todo lo que podía entender era esa única imagen, esa muestra de destrucción gratuita sin origen ni fin claros. Por supuesto podía suponer que los botones en el mango tenían algo que ver, pero no era nada seguro. Y la espada en malas manos tampoco era segura, ya que estamos... Pero Syxel de momento no me había parecido una mala persona, de hecho hasta me caía bien, y eso es difícil. Supuse que si él se la quedaba, le daría un buen y responsable uso.
- Ten cuidado con esto, ¿quieres? - Le advertí antes de devolvérsela. - Puedo asegurarte que esta mierda es peligrosa hasta para el que la use... Tengo un sexto sentido para estas cosas.
¿Que por qué se la daba en vez de quedármela? Bueno, no soy de los que van recogiendo espadas tiradas por ahí normalmente, prefiero forjármelas o comprármelas yo mismo. Por otra parte mi deseo con respecto a aquel tipo de obras de arte no era de posesión, sino de descubrimiento: Lo que me gusta es tener el arma entre mis manos, estudiarla, memorizar sus características, aprender de ellas... pero no quedármela. Y menos cuando podría ser tan peligrosa, no confío demasiado en mi habilidad manejándolas. Pero tampoco quería dejarla tirada y que la recogiera cualquiera, y temía que si se la dejaba a la Marina acabaría en manos de algún oficial corrupto. El peligris, sin embargo, me pareció que era el tipo de espadachines que apreciarían darle un buen uso a tal hoja, y puede que tuviera la destreza necesaria para ello. Esperaba no equivocarme...
--------
Una vez dentro de la fortaleza, me pareció sospechoso lo vacía que estaba. Mi Mantra no parecía detectar presencias inmediatas, al menos no hostiles, lo que significaba que o no nos habían descubierto, o realmente no había nadie allí. O me había fallado el Haki, también era una posibilidad aunque algo más remota.
El simple sonido de los pasos se expandía de forma terrible por la sala, amplificándose, y me quedó claro que allí el sigilo nos valdría de poco. "Ahora que lo pienso..." Se me pasó por la cabeza. "Con todo el ejército que acabamos de ver salir, no es tan raro pensar que realmente no quede un alma aquí dentro. Aunque me parece extraño que no haya quedado ni un guardia o algo así. ¿Será que aún no lo hemos visto?"
En silencio, le hice una serie de gestos con las manos a mis dos compañeros, sugiriéndoles que avanzáramos y exploráramos con cuidado y pegándonos a las paredes. El objetivo era la luz violácea del fondo, que parecía surgir de un piso inferior y tendría que salir de algún sitio, ¿no? Tal vez aquel sí que fuera un buen punto donde comenzar, pues hasta donde sé quedarse mirando el polvo del suelo y los ácaros del aire no nos serviría de nada. Teníamos que tomar algunos riesgos... como de costumbre. Para empezar, la cosa era si necesitábamos (o siquiera si podríamos) hacerlo sigilosamente... Porque como la madera del suelo haga tanto ruido cada vez que demos un paso, avanzar a hurtadillas sería perder el tiempo, así que en ese caso abandonaría las delicadezas para optar por un método más directo y veloz.
Al recibir la hoja entre mis manos, me vi tan abrumado por la cantidad de poder destructivo que vi en mi mente, que no pude sino exclamar de asombro mientras me quedaba anonadado. La imagen de aquella columna de fuego no parecía ser una representación literal del poder de la espada, pero incluso si tan solo se trataba de una metáfora me quedó claro que su potencial era algo como no había presenciado nunca antes.
Tan absurdo me pareció lo que vi en mi cabeza que ni siquiera le encontré un método de uso o activación. Todo lo que podía entender era esa única imagen, esa muestra de destrucción gratuita sin origen ni fin claros. Por supuesto podía suponer que los botones en el mango tenían algo que ver, pero no era nada seguro. Y la espada en malas manos tampoco era segura, ya que estamos... Pero Syxel de momento no me había parecido una mala persona, de hecho hasta me caía bien, y eso es difícil. Supuse que si él se la quedaba, le daría un buen y responsable uso.
- Ten cuidado con esto, ¿quieres? - Le advertí antes de devolvérsela. - Puedo asegurarte que esta mierda es peligrosa hasta para el que la use... Tengo un sexto sentido para estas cosas.
¿Que por qué se la daba en vez de quedármela? Bueno, no soy de los que van recogiendo espadas tiradas por ahí normalmente, prefiero forjármelas o comprármelas yo mismo. Por otra parte mi deseo con respecto a aquel tipo de obras de arte no era de posesión, sino de descubrimiento: Lo que me gusta es tener el arma entre mis manos, estudiarla, memorizar sus características, aprender de ellas... pero no quedármela. Y menos cuando podría ser tan peligrosa, no confío demasiado en mi habilidad manejándolas. Pero tampoco quería dejarla tirada y que la recogiera cualquiera, y temía que si se la dejaba a la Marina acabaría en manos de algún oficial corrupto. El peligris, sin embargo, me pareció que era el tipo de espadachines que apreciarían darle un buen uso a tal hoja, y puede que tuviera la destreza necesaria para ello. Esperaba no equivocarme...
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Una vez dentro de la fortaleza, me pareció sospechoso lo vacía que estaba. Mi Mantra no parecía detectar presencias inmediatas, al menos no hostiles, lo que significaba que o no nos habían descubierto, o realmente no había nadie allí. O me había fallado el Haki, también era una posibilidad aunque algo más remota.
El simple sonido de los pasos se expandía de forma terrible por la sala, amplificándose, y me quedó claro que allí el sigilo nos valdría de poco. "Ahora que lo pienso..." Se me pasó por la cabeza. "Con todo el ejército que acabamos de ver salir, no es tan raro pensar que realmente no quede un alma aquí dentro. Aunque me parece extraño que no haya quedado ni un guardia o algo así. ¿Será que aún no lo hemos visto?"
En silencio, le hice una serie de gestos con las manos a mis dos compañeros, sugiriéndoles que avanzáramos y exploráramos con cuidado y pegándonos a las paredes. El objetivo era la luz violácea del fondo, que parecía surgir de un piso inferior y tendría que salir de algún sitio, ¿no? Tal vez aquel sí que fuera un buen punto donde comenzar, pues hasta donde sé quedarse mirando el polvo del suelo y los ácaros del aire no nos serviría de nada. Teníamos que tomar algunos riesgos... como de costumbre. Para empezar, la cosa era si necesitábamos (o siquiera si podríamos) hacerlo sigilosamente... Porque como la madera del suelo haga tanto ruido cada vez que demos un paso, avanzar a hurtadillas sería perder el tiempo, así que en ese caso abandonaría las delicadezas para optar por un método más directo y veloz.
- Resumen Trío Libertinario:
- Divagaciones varias, sugiero en silencio acercarnos a ver qué carajos es la luz y de dónde sale. La cosa sería intentar acercarnos con cuidado y sin hacer demasiado ruido, pegándonos a las paredes... aunque si la madera bajo nuestros pies va a crujir a cada paso que demos, que le den al sigilo y voy rápida y directamente.
Yoko Littner
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Chocar de cabeza fue suficiente para que el ángel acabase inconsciente en los brazos de Neo cual princesa. Tardó un poco en despertar y ni siquiera llegó a escuchar las palabras que tenía su amigo para ella. Con el golpe, había dejado de ser un ángel y volvió a convertirse en la pelirroja de siempre.
Abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue la cara de Neo. Esta no pudo evitar sonreír y se puso de pie. La verdad es que era una situación extraña ver a alguien más alto que Neo en sus brazos, no sabía que tenía tanta fuerza.
Mientras tanto, el rubio seguía enfrentándose al robot, pero no sabía cuanto tiempo podría aguantar. La pelirroja apoyó las manos en sus dos pistolas, mirando de arriba abajo al robot. Después, se giró a Neo.
-Mientras estaba desmayada tuve una especie de alucinación, un hombre estaba dentro del robot, manejándolo. Si descubro que hay alguien dentro podríamos llegar a un acuerdo hablando y no con los puños; de paso evitamos que le hagan más daño al chico.
Tras aquel breve comentario se quedó a unos metros del robot.
-¡Basta! - Vociferó, a lo mejor se detenía - ¡Apártate! - Le gritó al rubio para que tuviese cuidado.
Tras eso, activó su mantra para comprobar si de verdad el robot estaba siendo manejado. De no ser así no tendría más remedio que usar la pistola eléctrica. Aquel robot no era la máxima prioridad de la pelirroja, pero si intentaba dañar a personas inocentes no le quedaba más remedio que combatirlo. El mal había que exterminarlo, además, estaba muy confiada en su alucinación, aunque la situación en la que se dio era bastante diferente en el lugar en el que estaban; era ella, junto con dos chicos más dentro de un robot, enfrentándose a otro robot, todos gigantes. La mente humana no tenía límites.
Abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue la cara de Neo. Esta no pudo evitar sonreír y se puso de pie. La verdad es que era una situación extraña ver a alguien más alto que Neo en sus brazos, no sabía que tenía tanta fuerza.
Mientras tanto, el rubio seguía enfrentándose al robot, pero no sabía cuanto tiempo podría aguantar. La pelirroja apoyó las manos en sus dos pistolas, mirando de arriba abajo al robot. Después, se giró a Neo.
-Mientras estaba desmayada tuve una especie de alucinación, un hombre estaba dentro del robot, manejándolo. Si descubro que hay alguien dentro podríamos llegar a un acuerdo hablando y no con los puños; de paso evitamos que le hagan más daño al chico.
Tras aquel breve comentario se quedó a unos metros del robot.
-¡Basta! - Vociferó, a lo mejor se detenía - ¡Apártate! - Le gritó al rubio para que tuviese cuidado.
Tras eso, activó su mantra para comprobar si de verdad el robot estaba siendo manejado. De no ser así no tendría más remedio que usar la pistola eléctrica. Aquel robot no era la máxima prioridad de la pelirroja, pero si intentaba dañar a personas inocentes no le quedaba más remedio que combatirlo. El mal había que exterminarlo, además, estaba muy confiada en su alucinación, aunque la situación en la que se dio era bastante diferente en el lugar en el que estaban; era ella, junto con dos chicos más dentro de un robot, enfrentándose a otro robot, todos gigantes. La mente humana no tenía límites.
- balt:
- -Comentarle a Neo el plan.
-Comprobar con el mantra si el robot tiene una persona dentro.
Maki
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Tenía que admitir que el tabaco era con diferencia lo más asqueroso que jamás había comido. Porque los cigarrillos se comían, ¿no? Era lo que siempre había supuesto, así que lo engulló de un bocado. Pero resultó tener un sabor horripilante; y eso que tenía un largo historial de probar cosas raras. Miró fijamente al chico de pelo azul que se lo había dado. ¿Por qué no le había avisado de que estaba tan malo? Ese chico resultó ser amigo del tuerto, por lo que no le sorprendía que hiciese cosas malas.
Ese mismo tipo le avisó de algo que tardó un poco en comprender. Le dijo que su amigo estaba en peligro. ¿Quién? ¿Se refería a Molly? ¿Acaso alguien le estaba amenazando? Si era así tenía que detenerlo, tenía que...
-Quiero más -dijo de repente. Volvió a mirar al del pelo azul, que decía llamarse Chuck o algo así, y extendió la mano abierta hacia él-. ¿Tienes más tabaco? Sabe fatal pero quiero más.
Lo cierto era que no entendía por qué quería más de esa cosa asquerosa, pero sentía que lo necesitaba. Empezaba a ponerse nervioso con cada segundo que pasaba. Ni siquiera se dio cuenta de que Sonrisas acababa de llegar y de que estaba hablando con el NPC tuerto. Maki no sabía lo que era un NPC, pero si para Sonrisas tenía sentido, para él también. Por desgracia, su amigo rubio se largó corriendo para perseguir a alguien con un sombrero. Tenía mucho sentido, por supuesto, pero el gyojin era incapaz de seguirle.
-¡Sonrisas! ¿Dónde vas?
Echó a correr tras Sonrisas pero tuvo que parar antes de alcanzarle. ¡Maldita sea, cuanto necesitaba comerse un cigarrillo! ¿Qué llevarían esas cosas? Eso daba igual; tenía que conseguir más. Se acercó a Chuck y se lo pidió.
-Dame otro, dame otro, dame otro, dame otro, dame otro, dame otro, dame otro, dame otro, dame otro.
- Diría que Zal, pero quien sabe:
- Volverse adicto a la nicotina - Acercarse a Chuck (Zack) para que le dé tabaco (irá a donde él vaya, de momento)
El pelirrojo volvió su cuerpo a forma humana a excepción de sus alas –intentando ahorrar energía–, y fue volando hacia el gran portón principal de aquel suntuoso castillo, con su compañero a las espaldas. Tras ellos, posiblemente custodiando aquel lugar, estaban dos seres de piedra con su mirada fijada en el frente.
“No parecen muy fuertes” –pensó Zane, poco antes de intentar abrir la puerta.
La entrada al castillo estaba cerrada. Llevó su mano al mango de una de sus katanas, con la intención de cortar la puerta en dos, pero Spanner le paró comentando una gran evidencia, que con él no había puertas cerradas. Zane sonrió y se cruzó de brazos. Entonces, su compañero entró en el castillo, dejándolo fuera durante unos segundos hasta que sacó su mano. El pelirrojo la agarró y traspasó la puerta.
-No sé como soportas esto. Qué sensación más extra… -se quedó callado al ver la grandiosidad de aquel lugar por dentro, todo decorado con cuadros, estatuas y armaduras–. Vaya, vaya… ¿dónde crees que estará el salón de los tesoros Spanner? –preguntó, mientras hacía desaparecer sus alas.
“No parecen muy fuertes” –pensó Zane, poco antes de intentar abrir la puerta.
La entrada al castillo estaba cerrada. Llevó su mano al mango de una de sus katanas, con la intención de cortar la puerta en dos, pero Spanner le paró comentando una gran evidencia, que con él no había puertas cerradas. Zane sonrió y se cruzó de brazos. Entonces, su compañero entró en el castillo, dejándolo fuera durante unos segundos hasta que sacó su mano. El pelirrojo la agarró y traspasó la puerta.
-No sé como soportas esto. Qué sensación más extra… -se quedó callado al ver la grandiosidad de aquel lugar por dentro, todo decorado con cuadros, estatuas y armaduras–. Vaya, vaya… ¿dónde crees que estará el salón de los tesoros Spanner? –preguntó, mientras hacía desaparecer sus alas.
- REsumen Meln:
- Entrar al castillo con Spanner, dándole antes la manita (De aqui a 3 post me la ligo (?))
Syxel
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Con la espada de nuevo entre mis manos, escuché con curiosidad la advertencia de Amaiar. No dudaba de sus palabras, aunque tampoco entendía como podía saberlo. Sin embargo, me costaba creer que fuese para tanto. La observé de nuevo, con mayor detenimiento. Era cierto que parecía muy poco común pero nada en ella, ni tan siquiera los dos pequeños botones en los que no había reparado la primera vez, me daba motivos para creer que fuese tan peligrosa.
- Descuida. Si es como dices, estará mejor en mis manos que en las de estos cabrones de Meln -le tranquilicé.
Con cierto cuidado, más por la insistencia de mi compañero que por mi propia preocupación, me la ceñí a la cintura, junto a la espada de ébano. Habría que ver como de útiles me serían, pero al menos con ellas podía reemplazar mis katanas perdidas. Lo cual, aunque parezca extraño, me daba algo de tranquilidad. Sin perder más tiempo, volví a sujetarles a ambos, para ascender volando una vez más hasta lo alto de la fortaleza. En cuanto estuvimos arriba pudimos entrar al interior de la misma pasando a través del tragaluz que habíamos visto antes. Al llegar al interior, nos encontramos en el centro de una enorme estancia. Miré a mi alrededor con curiosidad, buscando cualquier cosa que me pareciese útil o de valor, o bien llamase mi atención. Mas el lugar parecía completamente desierto. Haciendo uso del haki de observación tampoco pude sentir presencia alguna, al menos no en las cercanías. Lo que si pude ver fue una luz violácea, aunque a cierta distancia de donde estábamos.
Con una serie de gestos e indicaciones con las manos Amaiar trató de decirnos, por lo que pude intender, que tratásemos de no hacer ruido o llamar la atención mientras explorábamos. Asentí, conforme con su petición. Pero en cuanto di el primer paso, la madera bajo nuestros pies crujió de tal manera que el ruido resonó en todo el lugar. Miré de nuevo al peliblanco, encogiéndome de hombros.
- Al menos lo he intentado.
Dicho eso, eché a andar en la dirección de la que provenía aquella extraña luz. No me molesté en tratar de no hacer ruido u ocultar mi presencia, cosa que a esas alturas sería algo inútil. Aunque si me mantuve alerta y con la mano cercana a la empuñadura de mi espada. Pues era plenamente consciente de que acabábamos de entrar en la boca del lobo.
- Descuida. Si es como dices, estará mejor en mis manos que en las de estos cabrones de Meln -le tranquilicé.
Con cierto cuidado, más por la insistencia de mi compañero que por mi propia preocupación, me la ceñí a la cintura, junto a la espada de ébano. Habría que ver como de útiles me serían, pero al menos con ellas podía reemplazar mis katanas perdidas. Lo cual, aunque parezca extraño, me daba algo de tranquilidad. Sin perder más tiempo, volví a sujetarles a ambos, para ascender volando una vez más hasta lo alto de la fortaleza. En cuanto estuvimos arriba pudimos entrar al interior de la misma pasando a través del tragaluz que habíamos visto antes. Al llegar al interior, nos encontramos en el centro de una enorme estancia. Miré a mi alrededor con curiosidad, buscando cualquier cosa que me pareciese útil o de valor, o bien llamase mi atención. Mas el lugar parecía completamente desierto. Haciendo uso del haki de observación tampoco pude sentir presencia alguna, al menos no en las cercanías. Lo que si pude ver fue una luz violácea, aunque a cierta distancia de donde estábamos.
Con una serie de gestos e indicaciones con las manos Amaiar trató de decirnos, por lo que pude intender, que tratásemos de no hacer ruido o llamar la atención mientras explorábamos. Asentí, conforme con su petición. Pero en cuanto di el primer paso, la madera bajo nuestros pies crujió de tal manera que el ruido resonó en todo el lugar. Miré de nuevo al peliblanco, encogiéndome de hombros.
- Al menos lo he intentado.
Dicho eso, eché a andar en la dirección de la que provenía aquella extraña luz. No me molesté en tratar de no hacer ruido u ocultar mi presencia, cosa que a esas alturas sería algo inútil. Aunque si me mantuve alerta y con la mano cercana a la empuñadura de mi espada. Pues era plenamente consciente de que acabábamos de entrar en la boca del lobo.
- Los tres mosqueteros:
- Me guardo la espada y entramos a la fortaleza. Dado que no veo nada ni a nadie en la sala, avanzamos hasta el lugar del que proviene la extraña luz.
Ryuken Shirou
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Mientras escuchaba el molesto monólogo de villano de tercera de Ivan, el joven aprovechó de desvainar a Balmung y la dejó descansando a su lado. No mostraba ningún indicios de ponerse en guardia, cuando la realidad era muy distinta. La cosa acerca de como Ryuken solía pelear, era que no poseía un estilo propio del que pudiera jactarse. Todo lo que aprendió, fue en base a supervivencia. Además... un estilo salvaje y aleatorio era adecuado para una persona como él; un vil salvaje pese a todo lo ocurrido, a final de cuentas. Sabía muy bien que le iba a terminar pasando no tener un estilo de combate apropiado, pero de momento todo le servía. Golpes aleatorios, usar el entorno, objetos... Podía verse como algo deshonorable, pero el joven necesitaba seguir viviendo a como de lugar. No podría volver a verle el rostro a su madre si caía ahora. Luego de tanto sufrimiento, tanto odio hacia sí mismo, tanta culpa... ¿Solo para que todo terminara así? No, no lo iba a permitir. Ryuken apretó con fuerza el mango de Balmung y su filo empezó a brillar, aclarándose cada vez más a medida que pasaba el tiempo.
Parecía como si el rebelde no estuviera escuchando las palabras de Ivan, pero no era verdad. Simplemente se negaba a responder por el momento, pese a que quería hacerlo. Por primera vez en mucho tiempo, sentía furia hacia otro ser humano. Anteriormente solo seguía su propio instinto y desesperación para atacar a otra persona. No sentía ni rabia, ni pena. Tan solo era alguien vacío, como si de una cáscara se tratase, pero ahora era distinto. No quería atacar para saciar su problema mental, tampoco para proteger... Simplemente quería hacer sufrir y matar a la persona que tenía delante por su propia cuenta, solamente para saciar su furia contra el castaño. No le molestaban los insultos. Gusano, escoria, plebeyo, monstruo... ¿Qué mas daba? Hacía tiempo que cosas tan simples como esas no tenían efecto en él, pero una cosa era decírselo a él... y otra muy distinta era meterse con su compañera. Ella era libre para hacer lo que quisiera, Ivan y los Markov no tienen derecho para dictar su vida y controlarla como se les antojara. Obviamente sentiría culpa, eso estaba claro, pero ella misma eligió su destino y no iba a dejar que alguien más le dijese lo que debiera hacer.
Debió haberlo supuesto. Al parecer el castaño tenía algún tipo de poder en sus ojos, puesto que primero fue lo anterior y ahora esto. Ryuken sentía como parte de sus fuerzas le abandonaba, a la vez que se sentía un poco más cansado y débil de lo normal. El castaño, pese a ser un hijo de puta de los que no había, era astuto a la hora de combatir. No importaba, algo tan simple como eso no iba a detenerle. Su resistencia era más alta de lo normal debido a lo sucedido en el orfanato. Pelear y sobrevivir casi las veinticuatro horas del día. Pese a que era algo inhumano, debía admitir que sirvió para construir de forma eficaz su resistencia natural. Gracias a eso, el cansancio pasó a segundo plano en su caso. Lo sentía como cualquier persona normal, simplemente aprendió a ignorarlo y concentrarse en lo que vendría siendo su presa. Por otro lado, su debilidad sería más molesto que eso, pero no era como si durara para todo el combate... ¿no? Por si las dudas, evitaría mirar a Ivan a los ojos nuevamente.
Al ver como un grupo de murciélagos se acercaba a toda velocidad hacia donde se encontraba parado, el joven actuó casi de forma instintiva. Se giró hacia un lado, esquivando los murciélagos que esquivaban todo a su paso... y eso le costó un poco. Solo años de supervivencia e instinto propio, lograron que el joven se girara justo para cuando recibía un corte de su muñeca. Ryuken siseó debido al dolor, pero no se iba a detener con eso. Rápidamente cambió a Balmung a su otra mano y dio tres cortes al cuerpo de Ivan: uno a la rótula, otro a la muñeca donde tenía la daga y el otro en el torso, en este último soltaría la energía que tenía acumulada en la espada y le daría con una onda cortante helada. Le diera o no, Ryuken se quedaría en el mismo lugar mientras miraba como el castaño se alejaba.
Una de las ventajas por ser ambidextro, es que podía empuñar cualquier espada con sus dos manos. Ryuken chasqueó su lengua y cortó un pedazo de su ropa, para luego hacer una venda improvisada en su muñeca dañada. Acto seguido la dejó atrás para curarla (manual micaiah) y luego la dejaría reposando en su posición normal. Por ahora, haría que Ivan creyera que inutilizó una de sus manos. Tal vez le sería útil más adelante.
– Ella esta lo suficientemente grande para elegir su destino, Roux. Si en verdad la apreciaras, entonces aceptarías como quiere vivir su vida – lo que dijo fue lo suficientemente alto para que resonara por las cloacas. – Sin embargo, te doy la razón en algo. Mis manos están demasiado ensangrentadas para alguien como Galia, pero – su voz tranquila pasó a ser una de furia, se podía notar el veneno en cada sílaba de lo que decía. – No le pertenece a alguien tan manipulador y controlador como tú, quien solo la quiere como un objeto, y eso es algo que ella no es – Ryuken escupió a un lado y le dirigió una mirada llena de odio al castaño. – Además, ¿por qué te interesa tanto la vida de los Markov?Puedo entender adulación, al igual que algún tipo de fanatismo, pero esto va más allá de eso. Es como si... – de imprevisto, sus ojos de abrieron notablemente y luego lo entrecerró. – Con que se trataba de eso – su tono fue más silencioso que antes, pero igual se escuchaba a la perfección en aquel lugar. Había visto el emblema de antes en la daga, y eso sumado a como hablaba... Quién hubiera pensado que se trataba de eso. Ryuken no dijo nada más, tan solo siguió mirando fríamente a su oponente.
Parecía como si el rebelde no estuviera escuchando las palabras de Ivan, pero no era verdad. Simplemente se negaba a responder por el momento, pese a que quería hacerlo. Por primera vez en mucho tiempo, sentía furia hacia otro ser humano. Anteriormente solo seguía su propio instinto y desesperación para atacar a otra persona. No sentía ni rabia, ni pena. Tan solo era alguien vacío, como si de una cáscara se tratase, pero ahora era distinto. No quería atacar para saciar su problema mental, tampoco para proteger... Simplemente quería hacer sufrir y matar a la persona que tenía delante por su propia cuenta, solamente para saciar su furia contra el castaño. No le molestaban los insultos. Gusano, escoria, plebeyo, monstruo... ¿Qué mas daba? Hacía tiempo que cosas tan simples como esas no tenían efecto en él, pero una cosa era decírselo a él... y otra muy distinta era meterse con su compañera. Ella era libre para hacer lo que quisiera, Ivan y los Markov no tienen derecho para dictar su vida y controlarla como se les antojara. Obviamente sentiría culpa, eso estaba claro, pero ella misma eligió su destino y no iba a dejar que alguien más le dijese lo que debiera hacer.
Debió haberlo supuesto. Al parecer el castaño tenía algún tipo de poder en sus ojos, puesto que primero fue lo anterior y ahora esto. Ryuken sentía como parte de sus fuerzas le abandonaba, a la vez que se sentía un poco más cansado y débil de lo normal. El castaño, pese a ser un hijo de puta de los que no había, era astuto a la hora de combatir. No importaba, algo tan simple como eso no iba a detenerle. Su resistencia era más alta de lo normal debido a lo sucedido en el orfanato. Pelear y sobrevivir casi las veinticuatro horas del día. Pese a que era algo inhumano, debía admitir que sirvió para construir de forma eficaz su resistencia natural. Gracias a eso, el cansancio pasó a segundo plano en su caso. Lo sentía como cualquier persona normal, simplemente aprendió a ignorarlo y concentrarse en lo que vendría siendo su presa. Por otro lado, su debilidad sería más molesto que eso, pero no era como si durara para todo el combate... ¿no? Por si las dudas, evitaría mirar a Ivan a los ojos nuevamente.
Al ver como un grupo de murciélagos se acercaba a toda velocidad hacia donde se encontraba parado, el joven actuó casi de forma instintiva. Se giró hacia un lado, esquivando los murciélagos que esquivaban todo a su paso... y eso le costó un poco. Solo años de supervivencia e instinto propio, lograron que el joven se girara justo para cuando recibía un corte de su muñeca. Ryuken siseó debido al dolor, pero no se iba a detener con eso. Rápidamente cambió a Balmung a su otra mano y dio tres cortes al cuerpo de Ivan: uno a la rótula, otro a la muñeca donde tenía la daga y el otro en el torso, en este último soltaría la energía que tenía acumulada en la espada y le daría con una onda cortante helada. Le diera o no, Ryuken se quedaría en el mismo lugar mientras miraba como el castaño se alejaba.
Una de las ventajas por ser ambidextro, es que podía empuñar cualquier espada con sus dos manos. Ryuken chasqueó su lengua y cortó un pedazo de su ropa, para luego hacer una venda improvisada en su muñeca dañada. Acto seguido la dejó atrás para curarla (manual micaiah) y luego la dejaría reposando en su posición normal. Por ahora, haría que Ivan creyera que inutilizó una de sus manos. Tal vez le sería útil más adelante.
– Ella esta lo suficientemente grande para elegir su destino, Roux. Si en verdad la apreciaras, entonces aceptarías como quiere vivir su vida – lo que dijo fue lo suficientemente alto para que resonara por las cloacas. – Sin embargo, te doy la razón en algo. Mis manos están demasiado ensangrentadas para alguien como Galia, pero – su voz tranquila pasó a ser una de furia, se podía notar el veneno en cada sílaba de lo que decía. – No le pertenece a alguien tan manipulador y controlador como tú, quien solo la quiere como un objeto, y eso es algo que ella no es – Ryuken escupió a un lado y le dirigió una mirada llena de odio al castaño. – Además, ¿por qué te interesa tanto la vida de los Markov?Puedo entender adulación, al igual que algún tipo de fanatismo, pero esto va más allá de eso. Es como si... – de imprevisto, sus ojos de abrieron notablemente y luego lo entrecerró. – Con que se trataba de eso – su tono fue más silencioso que antes, pero igual se escuchaba a la perfección en aquel lugar. Había visto el emblema de antes en la daga, y eso sumado a como hablaba... Quién hubiera pensado que se trataba de eso. Ryuken no dijo nada más, tan solo siguió mirando fríamente a su oponente.
- Datos Bélicos:
- - Manual Excalibur. (Onda fría al absorber la temperatura de la hoja de Balmung)
- Manual Micaiah.
- Balmung: Espada europea de un metro y treinta centímetros y de calidad Saijo o Wazamono. Su filo siempre está a -30 grados bajo cero, por ende sus cortes pueden causar congelamiento y entumecimiento en las zonas que corte. Además, puede lanzar ráfagas de viento (misma temperatura) cada vez que oscila. Como dato final, al ser una espada con vida, solo puede ser usada por Ryuken y para este no pesa más que una pluma. Si otra persona intenta tomarla, le será casi imposible levantarla.
- Resumen:
- - Enfurecerse por el monólogo de Ivan.
- Responder al ataque con el suyo propio.
- Dar su propio monólogo cual hipócrita(?).
- Lo del post anterior https://www.onepiece-definitiverol.com/t19302p425-el-encuentro-capitulo#188013
Joseph Leto
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Tras hablar con la joven niña que se encuentra llorando, esta le dice al joven marine o que la hace llorar señalando el tejado donde se halla un misterioso sujeto rubio cantando que es un trolazo. Eso es algo que supera con creces lo que el joven pelirrojo considera común y raya lo absurdo, pero no puede abandonar a un niño llorando sin ayudarlo. Joseph empuña su cruz y sin moverse mucho apunta al joven y grita
¿Quién eres y que haces por estos lares?
Joseph se gira hacia la muchacha y pregunta en voz baja ¿Qué es lo que le ha hecho ese sujeto para que llores así?
¿Quién eres y que haces por estos lares?
Joseph se gira hacia la muchacha y pregunta en voz baja ¿Qué es lo que le ha hecho ese sujeto para que llores así?
- p10 balt:
- Preguntar al rubio quien es y que hace en ese lugar.
Preguntar a la niña que le hizo el rubio.
Alexandra Silvercat
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Mientras sobrevolaba la ciudad con Eichi a mi espalda, pude comprobar que las antes vacías calles ahora estaban atestadas de soldados combatiendo. La guerra en su mayor expresión de la palabra estaba ocurriendo allí en la Capital, y nosotros solamente estábamos viendo una parte de ella...
La vista era horrorosa. Incluso para alguien que ha visto la muerte de cerca en numerosas ocasiones, aquello estaba en una escala totalmente diferente. Las explosiones, los gritos, la sangre... ¿Cómo podía el ser humano, con sus dones y privilegios, llegar a cometer atrocidades como las que estaba viendo yo en ese momento?
- Eichi... ¿Es así siempre? - Le pregunté con una voz quebrada por el dolor. - Cuando el hombre emprende una guerra, ¿es esto lo que ocurre? - No estaba segura de si él tendría una respuesta clara, y mis preguntas se convirtieron en retóricas, más para mí misma que para alguien en particular. - ¿Es que no se dan cuenta de que así no se soluciona nada?
- Es la naturaleza humana, Alex... - Dijo una voz en mi cabeza. Azrael parecía entristecido, aunque no tanto como yo, y recordé que él habría pasado seguramente por innumerables escenas como esa. - Cuando no pueden tener lo que desean, llegan a extremos inconcebibles con tal de obtenerlo. Ya sea bienes, amor, poder o cualquier otra cosa que se te ocurra, el Hombre siempre encuentra una excusa para la matanza.
- "¿No podemos hacer nada? ¿No puede el Señor hacer nada?" - Le pregunté en mi mente, exasperada.
- El Señor no actúa directamente nunca, eso iría contra el orden natural de las cosas. - Me respondió simplemente. - La Humanidad debe labrar su propio camino, y por tanto su Destino. Si los humanos eligen la vía de la Muerte, hasta que no sean ellos los que elijan abandonarla seguirán habiendo guerras como esta. - Sentenció.
Una lágrima solitaria recorrió mi mejilla, al mismo tiempo que recordé una imagen que se me quedó grabada a fuego en la memoria: aquella imagen del chico de la caja del barco, la encarnación de los estragos que el conflicto causaba en las personas. Recordé a mi amigo Gil, cuando partió también a participar en una guerra en el North Blue, y al cual no volví a ver después de aquello. Recordé el dolor que sentí, la impotencia, y me pregunté si todas las familias habrían sentido aquello al despedir (posiblemente por última vez) a sus seres queridos, antes de que partiesen a la batalla. Me pregunté muchas cosas sobre aquellos hombres que ahora luchaban a muerte por unos ideales que tal vez ni siquiera compartieran o recordaran.
Y recordé una canción, una que había escuchado algún tiempo atrás y que en su momento no entendía. Ahora de repente me pareció que su letra tenía sentido, y de forma inconsciente comencé a cantarla, mientras intentaba poner en orden mis pensamientos. La música sonaba únicamente en mi cabeza, pero para mí era tan real como si estuviera sonando de verdad, y recordando los compases y el ritmo noté un deseo crecer en mi interior, más y más fuerte. Para cuando terminé, había algo que tenía más claro que nunca...
- Bueno, pues yo soy Humana. - Declaré de repente en voz alta sin darme cuenta. - ¡Y mi elección es la Vida! ¡Agárrate pelirrojo! - Exclamé al tiempo que descendía a gran velocidad. - Voy a cometer una locura. - Le avisé. - No te obligaré a seguirme, podría ser arriesgado. ¿Quieres que te deje en el suelo primero?
Ante su negativa no pude sino sonreír, y tracé de nuevo mi trayectoria para volar en paralelo al suelo, manteniéndome a pocos metros de distancia de los grupos de soldados. Lo que iba a intentar seguramente fuera en vano, pero si había una pequeña posibilidad de que funcionara, debía tomarla. Si no lo intentaba siquiera entonces sí que perdería la oportunidad por completo.
- ¡Escuchadme todos! - Exclamé mientras pasaba por encima de los combatientes, tratando de evitar meterme de lleno en el "fuego cruzado" entre ellos. - ¡Detened esta locura!
Seguramente me ignorarían. Posiblemente incluso si conseguía llamar la atención de alguno, solo duraría un segundo. Incluso puede que alguno de ellos tratase de golpearme de forma deliberada (por eso mantenía cierta distancia y volaba con cuidado). Mi tabardo de Balt quedaba oculto por la armadura de Fulgor de mi transformación, así que ambos bandos eran susceptibles de asumir que era enemiga de ellos... Pero no podía rendirme, tenía que conseguir que dejasen de luchar al menos un momento, y oyesen lo que tenía que decirles. Haciendo acopio de toda la potencia que mis pulmones permitían, así como de toda la fuerza de voluntad que pude reunir, lancé un único grito:
- ¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAD!
Noté mis cuerdas vocales dañarse por aquel esfuerzo sobrehumano, y seguramente al final del día acabaría afónica (algo que no me ocurría desde hacía tiempo, curiosamente). Pero en ese momento no pensaba en mi propio bienestar, sino en poner fin a la lucha sin sentido, fuera como fuera. Tanto si se detenían como si no yo me mantendría en movimiento, continuaría recorriendo la zona por el aire, dando la vuelta antes de alejarme demasiado y repitiendo el mismo camino al revés (básicamente sobrevolando el lugar en círculos). Y mientras tanto, iría hablando en voz bastante alta, rozando el gritar y soltando todo lo que creía importante decir, rezando para que tarde o temprano me escuchasen de verdad y sopesaran el significado de mis palabras:
- ¿Por qué os matáis los unos a los otros? ¿Por qué lucháis, en lugar de cooperar? ¿No sois todos ciudadanos de Síderos, antes que seguidores de una facción? Vuestros gobernantes os han traído para que peleéis por ellos, para que vuestros sacrificios sirvan como peldaños en la ascensión hacia el poder. ¡Pero el sacrificio será en vano! ¿Cuánto tardará en surgir otra guerra? ¿Cuánto hasta que nuevas vidas tengan que ser desperdiciadas? Cuando el polvo se asiente y solo queden cadáveres en el campo de batalla, ¿qué quedara para gobernar? ¿Qué será de Síderos? ¡Preguntaos!
En este punto tomaría bastante aire, y ascendería de nuevo un par de metros para tener una buena panorámica. Quería poder ver si mi discurso estaba teniendo efecto, y que los que me estuvieran buscando con la mirada pudieran encontrarme más fácilmente, por pocos que fueran. Tenía la esperanza de que en cuanto unos pocos se giraran, los que estuvieran cerca se fijasen y lo hicieran también, y así poco a poco dejar que la curiosidad hiciera su trabajo. Luego continuaría:
- Nosotros que somos seres humanos, la "raza inteligente"... ¿Qué hay de inteligente en lo que estáis haciendo? Mirad a vuestro alrededor, ¡no hay excusa para lo que está tomando lugar aquí! Puede que hayan diferencias de opinion e ideales entre vosotros, ¿pero merece la pena morir por esa diferencia? ¿Merece la pena matar? Sois todos hombres de una misma tierra, ¡y la estáis destruyendo! ¿Para qué? ¿Para quién? ¡Pensadlo, recapacitad! ¡Vuestro objetivo no debería ser arrasar al prójimo, sino entenderlo y razonar con él! ¡Abrazad la Vida, no la Muerte! ¡Detened esta violencia carente de significado! ¡Os estáis auto destruyendo como país, y así es como se auto destruye también nuestra raza! ¿Qué será del futuro en Síderos, del futuro del Hombre? ¡A este paso no quedará nada salvo polvo!
Si conseguía llegar tan lejos, seguramente me empezaría a quedar sin aliento. Pero también, si conseguía llegar tan lejos, y la batalla había parado para oírme hablar, entonces habría merecido la pena. En este punto tomaría una breve pausa de nuevo para coger aire y observar: ¿Alguien me estaba escuchando? ¿Cuántos lo hacían? Dependiendo del resultado de mis acciones, intentaría seguir enumerando razones por las que pensaba que la guerra no tenía sentido, y debía terminar, o cambiaría de perspectiva y comenzaría un discurso diferente, apelando a la esperanza y las opciones de futuro. Al fin y al cabo, mi objetivo final, más allá de detener temporalmente la lucha, era conseguir cambiar la mentalidad de aquellos soldados, hacerles comprender que habían alternativas, que la opción bélica no era la única, ni la más fácil.
Miré brévemente a mi espalda, donde aún estaba Eichi. ¿Qué opinaría de todo aquello? ¿Estaría de acuerdo conmigo, me apoyaría, o trataría de disuadirme? A estas alturas sería un poco difícil, pero si tenía algo que decir estaba tan dispuesta a escucharlo como esperaba que me escucharan a mí...
La vista era horrorosa. Incluso para alguien que ha visto la muerte de cerca en numerosas ocasiones, aquello estaba en una escala totalmente diferente. Las explosiones, los gritos, la sangre... ¿Cómo podía el ser humano, con sus dones y privilegios, llegar a cometer atrocidades como las que estaba viendo yo en ese momento?
- Eichi... ¿Es así siempre? - Le pregunté con una voz quebrada por el dolor. - Cuando el hombre emprende una guerra, ¿es esto lo que ocurre? - No estaba segura de si él tendría una respuesta clara, y mis preguntas se convirtieron en retóricas, más para mí misma que para alguien en particular. - ¿Es que no se dan cuenta de que así no se soluciona nada?
- Es la naturaleza humana, Alex... - Dijo una voz en mi cabeza. Azrael parecía entristecido, aunque no tanto como yo, y recordé que él habría pasado seguramente por innumerables escenas como esa. - Cuando no pueden tener lo que desean, llegan a extremos inconcebibles con tal de obtenerlo. Ya sea bienes, amor, poder o cualquier otra cosa que se te ocurra, el Hombre siempre encuentra una excusa para la matanza.
- "¿No podemos hacer nada? ¿No puede el Señor hacer nada?" - Le pregunté en mi mente, exasperada.
- El Señor no actúa directamente nunca, eso iría contra el orden natural de las cosas. - Me respondió simplemente. - La Humanidad debe labrar su propio camino, y por tanto su Destino. Si los humanos eligen la vía de la Muerte, hasta que no sean ellos los que elijan abandonarla seguirán habiendo guerras como esta. - Sentenció.
Una lágrima solitaria recorrió mi mejilla, al mismo tiempo que recordé una imagen que se me quedó grabada a fuego en la memoria: aquella imagen del chico de la caja del barco, la encarnación de los estragos que el conflicto causaba en las personas. Recordé a mi amigo Gil, cuando partió también a participar en una guerra en el North Blue, y al cual no volví a ver después de aquello. Recordé el dolor que sentí, la impotencia, y me pregunté si todas las familias habrían sentido aquello al despedir (posiblemente por última vez) a sus seres queridos, antes de que partiesen a la batalla. Me pregunté muchas cosas sobre aquellos hombres que ahora luchaban a muerte por unos ideales que tal vez ni siquiera compartieran o recordaran.
Y recordé una canción, una que había escuchado algún tiempo atrás y que en su momento no entendía. Ahora de repente me pareció que su letra tenía sentido, y de forma inconsciente comencé a cantarla, mientras intentaba poner en orden mis pensamientos. La música sonaba únicamente en mi cabeza, pero para mí era tan real como si estuviera sonando de verdad, y recordando los compases y el ritmo noté un deseo crecer en mi interior, más y más fuerte. Para cuando terminé, había algo que tenía más claro que nunca...
- Bueno, pues yo soy Humana. - Declaré de repente en voz alta sin darme cuenta. - ¡Y mi elección es la Vida! ¡Agárrate pelirrojo! - Exclamé al tiempo que descendía a gran velocidad. - Voy a cometer una locura. - Le avisé. - No te obligaré a seguirme, podría ser arriesgado. ¿Quieres que te deje en el suelo primero?
Ante su negativa no pude sino sonreír, y tracé de nuevo mi trayectoria para volar en paralelo al suelo, manteniéndome a pocos metros de distancia de los grupos de soldados. Lo que iba a intentar seguramente fuera en vano, pero si había una pequeña posibilidad de que funcionara, debía tomarla. Si no lo intentaba siquiera entonces sí que perdería la oportunidad por completo.
- ¡Escuchadme todos! - Exclamé mientras pasaba por encima de los combatientes, tratando de evitar meterme de lleno en el "fuego cruzado" entre ellos. - ¡Detened esta locura!
Seguramente me ignorarían. Posiblemente incluso si conseguía llamar la atención de alguno, solo duraría un segundo. Incluso puede que alguno de ellos tratase de golpearme de forma deliberada (por eso mantenía cierta distancia y volaba con cuidado). Mi tabardo de Balt quedaba oculto por la armadura de Fulgor de mi transformación, así que ambos bandos eran susceptibles de asumir que era enemiga de ellos... Pero no podía rendirme, tenía que conseguir que dejasen de luchar al menos un momento, y oyesen lo que tenía que decirles. Haciendo acopio de toda la potencia que mis pulmones permitían, así como de toda la fuerza de voluntad que pude reunir, lancé un único grito:
- ¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAD!
Noté mis cuerdas vocales dañarse por aquel esfuerzo sobrehumano, y seguramente al final del día acabaría afónica (algo que no me ocurría desde hacía tiempo, curiosamente). Pero en ese momento no pensaba en mi propio bienestar, sino en poner fin a la lucha sin sentido, fuera como fuera. Tanto si se detenían como si no yo me mantendría en movimiento, continuaría recorriendo la zona por el aire, dando la vuelta antes de alejarme demasiado y repitiendo el mismo camino al revés (básicamente sobrevolando el lugar en círculos). Y mientras tanto, iría hablando en voz bastante alta, rozando el gritar y soltando todo lo que creía importante decir, rezando para que tarde o temprano me escuchasen de verdad y sopesaran el significado de mis palabras:
- ¿Por qué os matáis los unos a los otros? ¿Por qué lucháis, en lugar de cooperar? ¿No sois todos ciudadanos de Síderos, antes que seguidores de una facción? Vuestros gobernantes os han traído para que peleéis por ellos, para que vuestros sacrificios sirvan como peldaños en la ascensión hacia el poder. ¡Pero el sacrificio será en vano! ¿Cuánto tardará en surgir otra guerra? ¿Cuánto hasta que nuevas vidas tengan que ser desperdiciadas? Cuando el polvo se asiente y solo queden cadáveres en el campo de batalla, ¿qué quedara para gobernar? ¿Qué será de Síderos? ¡Preguntaos!
En este punto tomaría bastante aire, y ascendería de nuevo un par de metros para tener una buena panorámica. Quería poder ver si mi discurso estaba teniendo efecto, y que los que me estuvieran buscando con la mirada pudieran encontrarme más fácilmente, por pocos que fueran. Tenía la esperanza de que en cuanto unos pocos se giraran, los que estuvieran cerca se fijasen y lo hicieran también, y así poco a poco dejar que la curiosidad hiciera su trabajo. Luego continuaría:
- Nosotros que somos seres humanos, la "raza inteligente"... ¿Qué hay de inteligente en lo que estáis haciendo? Mirad a vuestro alrededor, ¡no hay excusa para lo que está tomando lugar aquí! Puede que hayan diferencias de opinion e ideales entre vosotros, ¿pero merece la pena morir por esa diferencia? ¿Merece la pena matar? Sois todos hombres de una misma tierra, ¡y la estáis destruyendo! ¿Para qué? ¿Para quién? ¡Pensadlo, recapacitad! ¡Vuestro objetivo no debería ser arrasar al prójimo, sino entenderlo y razonar con él! ¡Abrazad la Vida, no la Muerte! ¡Detened esta violencia carente de significado! ¡Os estáis auto destruyendo como país, y así es como se auto destruye también nuestra raza! ¿Qué será del futuro en Síderos, del futuro del Hombre? ¡A este paso no quedará nada salvo polvo!
Si conseguía llegar tan lejos, seguramente me empezaría a quedar sin aliento. Pero también, si conseguía llegar tan lejos, y la batalla había parado para oírme hablar, entonces habría merecido la pena. En este punto tomaría una breve pausa de nuevo para coger aire y observar: ¿Alguien me estaba escuchando? ¿Cuántos lo hacían? Dependiendo del resultado de mis acciones, intentaría seguir enumerando razones por las que pensaba que la guerra no tenía sentido, y debía terminar, o cambiaría de perspectiva y comenzaría un discurso diferente, apelando a la esperanza y las opciones de futuro. Al fin y al cabo, mi objetivo final, más allá de detener temporalmente la lucha, era conseguir cambiar la mentalidad de aquellos soldados, hacerles comprender que habían alternativas, que la opción bélica no era la única, ni la más fácil.
Miré brévemente a mi espalda, donde aún estaba Eichi. ¿Qué opinaría de todo aquello? ¿Estaría de acuerdo conmigo, me apoyaría, o trataría de disuadirme? A estas alturas sería un poco difícil, pero si tenía algo que decir estaba tan dispuesta a escucharlo como esperaba que me escucharan a mí...
- Resumen ¿Balt?:
- Pensamientos sobre la guerra, tristeza y dolor, canto una canción (seguramente solo la oiga Eichi), me lleno de determinación y desciendo hasta quedarme a pocos metros de los soldados. Hablé con Eichi por privado, me dijo que no quería que lo soltase aún, y así lo he constatado en el post, con su permiso. Comienzo a volar en círculos por la zona, recorriendo un amplio rango para tratar de hacer llegar mis palabras a cuantos pueda. Lanzo el grito más desgarrador que me permite mi cuerpo y mi voluntad, desgañitándome para intentar hacer que se detenga el conflicto. Procedo después, tanto si lo logro como si no, a intentar ir dando un discurso mientras sigo volando, con esperanza de que en algún momento mis palabras calen en el corazón de las personas y les haga recapacitar. En algún punto del mismo trato de volver a ascender un poco para ser más visible (y también ver mejor el área desde la perspectiva aérea), e intento continuar el discurso. Termino recuperando el aliento (en caso de haber logrado llegar tan lejos en mis intenciones) y observando el impacto que haya tenido mi discurso en el trocito de guerra que ocurría bajo mis pies.
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Precisión
Intelecto
Agudeza
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Varios
Observé, asombrado, como el ataque del hombre árbol parecía causar algo de daño a la bestía que me perseguía, dándome tiempo para alejarme más de él. Dejé de curarme, pues sentía que la herida ya no era grave, a pesar de seguir produciéndome dolor. Me guardé el arma, en la parte de atrás del pantalón y empecé a cargar mis guantes hasta el punto de adquirir el color negro que deseaba.
Mientras me alejaba, no dejaba de quitarle ojo a la enorme bestia que parecía seguir dispuesta a hacerme pupita. Mientras el enorme bicho se acercaba a mí, yo seguía levitando por encima de la muralla, mientras entre mis manos sacaba un pequeño trozo de papel que no paraba de observar. Aquel trozo de papel era la vivre card de Kimura, con la cual tenía pensado localizarle, para informarle y pedirle ayuda. Pero su dirección es algo que sinceramente me costó un rato averiguar, pues la persecución y el constante movimiento por mi parte, impedía saber si el papel se movía por una leve corriente de aire o porque me estaba indicando la dirección de mi superior. Para mi asombró y después de comprobarlo un par de veces, descubrí que el trozo de papel me indicaba al interior de la muralla.
Así pues y sin pensármelo mucho, me lancé por la muralla, observando de reojo al escarabajo que me perseguía, el cual si se acercaba demasiado recibiría tal puñetazo que no volvería a ser el mismo. Utilicé mis habilidades para ralentizar mi descenso precipitado, observando lo que parecía ser (lo que diga el staff) en el interior de la muralla, observando lo difícil que me resultaría encontrar a mi nakama.
Mientras me alejaba, no dejaba de quitarle ojo a la enorme bestia que parecía seguir dispuesta a hacerme pupita. Mientras el enorme bicho se acercaba a mí, yo seguía levitando por encima de la muralla, mientras entre mis manos sacaba un pequeño trozo de papel que no paraba de observar. Aquel trozo de papel era la vivre card de Kimura, con la cual tenía pensado localizarle, para informarle y pedirle ayuda. Pero su dirección es algo que sinceramente me costó un rato averiguar, pues la persecución y el constante movimiento por mi parte, impedía saber si el papel se movía por una leve corriente de aire o porque me estaba indicando la dirección de mi superior. Para mi asombró y después de comprobarlo un par de veces, descubrí que el trozo de papel me indicaba al interior de la muralla.
Así pues y sin pensármelo mucho, me lancé por la muralla, observando de reojo al escarabajo que me perseguía, el cual si se acercaba demasiado recibiría tal puñetazo que no volvería a ser el mismo. Utilicé mis habilidades para ralentizar mi descenso precipitado, observando lo que parecía ser (lo que diga el staff) en el interior de la muralla, observando lo difícil que me resultaría encontrar a mi nakama.
- Meln:
- Huir del escarabajo- saltar al interior de la muralla- usar la vivre card para encontrar a Kimura
Si el escarabajo decide atacarme le golpeare con esto:
-Guantes: Puede recargar la potencia de los golpes a 1500º y crear explosiones de fuego al impactar contra algo, produciendo quemaduras de tercer grado. Las explosiones son de 2 metros de diámetro, pudiendo dejar restos de llamas al igual que un cóctel molotov.
Y haki desarrolado: solo lo activó en el caso de ser atacado por el escarabajo
Tenebrex
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Finalmente, el ataque de Deathstroke surtió efecto, su clon acabó destruido y el otro fue eliminado poco después por un desconocido. Edward estaba muy sorprendido por el poder de Deathstroke, pero también estaba algo cabizbajo, él no había podido ser de gran ayuda y no le gustaba sentir que no era útil. Para más inri, tras mostrar sus tremendas capacidades, Deathstroke tuvo que dejar el grupo, parece ser que, aunque su capitán no reclamaba su presencia, él vió necesario acudir a él. El rubio empezó a eapecular, preguntándose qué clase de poder tenía que le permitía tener alas para volar y generar tornados, ¿alguna zoan extraña? Quién sabe.
Volviendo un poco a la escena, parece ser que lo que fuera que le habían disparado al falso Silver había acabado con él definitivamente. La puerta de la base estaba abierta y dentro podía observarse cómo se enfrentaban un buen número de individuos. Por raro que pareciese, todos llevaban ropas similares, lo que hacía pensar que pertenecían al mismo bando. -"¿Una revuelta interna?"- Pensó Edward. Al instante recordó que la conversación que Dexter tuvo con Krauser había sido escuchada por muchos, ¿sería posible que hubiera instigado a la revolución de algunos miembros de Zilda?
-Por Síderos, rebeláos contra el traidor Beros- Dijo una vocecilla, presumiblemente perteneciente a la figura que había derrotado al falso marine. Desde luego daba a entender que sí que había una rebelión. Edward contuvo la risa por respeto y esperó que el líder respondiera, era él el que debía decidir.
Apenas empezó el joven a relajarse un poco, pudo ver cómo unos drones con personas encima se acercaban... si eran amigos o enemigos lo desconocía, por lo que se puso en guardia y avisó al grupo.
-¡Chicos! ¡Mirad allí!- Dijo señalando hacia los drones. ¿Es posible que tuviera que luchar de nuevo? Sí, pero deseaba no tener que hacerlo.
Volviendo un poco a la escena, parece ser que lo que fuera que le habían disparado al falso Silver había acabado con él definitivamente. La puerta de la base estaba abierta y dentro podía observarse cómo se enfrentaban un buen número de individuos. Por raro que pareciese, todos llevaban ropas similares, lo que hacía pensar que pertenecían al mismo bando. -"¿Una revuelta interna?"- Pensó Edward. Al instante recordó que la conversación que Dexter tuvo con Krauser había sido escuchada por muchos, ¿sería posible que hubiera instigado a la revolución de algunos miembros de Zilda?
-Por Síderos, rebeláos contra el traidor Beros- Dijo una vocecilla, presumiblemente perteneciente a la figura que había derrotado al falso marine. Desde luego daba a entender que sí que había una rebelión. Edward contuvo la risa por respeto y esperó que el líder respondiera, era él el que debía decidir.
Apenas empezó el joven a relajarse un poco, pudo ver cómo unos drones con personas encima se acercaban... si eran amigos o enemigos lo desconocía, por lo que se puso en guardia y avisó al grupo.
-¡Chicos! ¡Mirad allí!- Dijo señalando hacia los drones. ¿Es posible que tuviera que luchar de nuevo? Sí, pero deseaba no tener que hacerlo.
- Team Quimera:
- Sorprenderse por la fuerza de Deathstroke y su partida. Observar el interior de la base, escuchar al extraño con voz de pito (esperando que sea Krauser el que responda) y ver los drones. Avisar al equipo por si son enemigos.
Osuka Sumisu
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La estrategia no le funcionó al revolucionario, otra vez. El golem acabo hecho añicos por el destructivo taladro de las narices. Aquella máquina era demasiado potente para que el revolucionario pudiese contra él. Tenía suerte de que había guardado las distancias desde el principio, o si no, todos aquellos escombros se le hubiesen sido de tumba. La rubia fue recogida por su amigo más bajito, pero, aun desmayada, se convirtiese en una pelirroja. A pesar de que las pelirrojas eran las que más fácil enamoraban a Osu, tenía el asunto que hacer con ese robot.
Simplemente trago saliva mientras intentaba pensar que hacer. ¿Tan débil era aún, o el autómata era un adversario era demasiado complicado? Caso aparte, el sargento no quería rendirse, aunque su cerebro le estuviese diciendo que se fuese de una condenada vez hace un buen rato, pero su orgullo le decía mensajes contradictorios.
La ahora pelirroja se interpuso entre el revolucionario y el gigante de metal, tratando de detener la pelea e empezar a usar el dialogo. Hasta ahora no había caído en que podía haber alguien dentro de aquel armatoste y aunque le doliese, su código moral no le dejaría matarlo a pesar de no poder verlo. A lo mejor no era mala idea después de todo. Una vez que la pelirroja que la pelirroja, que según creía el tenia mantra, empezaría a intentar un dialogo.
- Quizá mi amiga tiene razón, se lo que es estar en una guerra. Te prometen muchas cosas; mujeres, riquezas, fama… Puede estar bien, pero solo al principio. Al final todo eso se acabara y solo te conocerán por haber matado a gente que ni conocías, porque te lo pidió alguien que ni siquiera estuvo en el frente mientras perdías a tus compañeros. ¿Verdad?
Osu solo esperaba que funcionase esa estrategia, sino no habría más remedio que seguir atacando. Hubiese o no alguien dentro.
Simplemente trago saliva mientras intentaba pensar que hacer. ¿Tan débil era aún, o el autómata era un adversario era demasiado complicado? Caso aparte, el sargento no quería rendirse, aunque su cerebro le estuviese diciendo que se fuese de una condenada vez hace un buen rato, pero su orgullo le decía mensajes contradictorios.
La ahora pelirroja se interpuso entre el revolucionario y el gigante de metal, tratando de detener la pelea e empezar a usar el dialogo. Hasta ahora no había caído en que podía haber alguien dentro de aquel armatoste y aunque le doliese, su código moral no le dejaría matarlo a pesar de no poder verlo. A lo mejor no era mala idea después de todo. Una vez que la pelirroja que la pelirroja, que según creía el tenia mantra, empezaría a intentar un dialogo.
- Quizá mi amiga tiene razón, se lo que es estar en una guerra. Te prometen muchas cosas; mujeres, riquezas, fama… Puede estar bien, pero solo al principio. Al final todo eso se acabara y solo te conocerán por haber matado a gente que ni conocías, porque te lo pidió alguien que ni siquiera estuvo en el frente mientras perdías a tus compañeros. ¿Verdad?
Osu solo esperaba que funcionase esa estrategia, sino no habría más remedio que seguir atacando. Hubiese o no alguien dentro.
- Osu, Yoko y Neo:
- Si Yoko detecta a una persona dentro del robot, intentar solucionar las cosas con dialogo y no con los puños(?)
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La situación se empezaba a poner demasiado complicada. Al menos las estatuas habían pasado de ellos tres y ahora tenían delante al supuesto pretor de Balt, aunque metido en una especie de máquina gigante y bastante imponente. Hinori entonces chasqueó la lengua observando lo que estaba pasando. De todas formas se sentía segura como para pelear al lado de su capitán. Tenía técnicas de sobra para arreglárselas de sobra. Sabría usar bien sus cartas en todo momento y nada la iba a hacer retroceder. Se colocó en posición de combate soltando un suspiro y entonces escuchó la voz del dragón. Lo que dijo hizo a la morena fruncir unos momentos el ceño y acto seguido negó con la cabeza. No pensaba dejarle solo en aquella situación y por eso se quejó como de costumbre solía hacer siempre en aquel tipo de cosas.
- No pienso largarme…
De nuevo el dragón dijo que se largasen de allí, y esta vez con un tono muchísimo más serio. El tal Zuko trató de convencerla, pero ella negó de nuevo mirando a aquel joven a los ojos algo apenada. No tardó mucho en agachar la cabeza y cerrar los ojos. Hinori permaneció quieta en todo momento, sin moverse ni un poco. Su respiración parecía calmada en todo momento. Debía admitir que tenía un intenso dolor en el pecho. No podía describir aquella sensación de impotencia que la estaba recorriendo. Apretó los puños con bastante fuerza y después se mordió la lengua con algo de fuerza. Temblaba debido a la orden de su capitán. En ese momento se colocó delante de él, mirándole a los ojos de forma seria. Los orbes de la morena estaban un poco vidriosos y eso se notaba bastante. Era como si estuviese a punto de romper a llorar y por ese mismo motivo se sentía algo avergonzada.
- ¡He dicho que no! Estoy harta de ser solo la cocinera del equipo… Yo me uní a ti, Dexter. Eres la única persona que me queda en el mundo… No voy a dejarte solo en una pelea como esta y a perderte de vista. Se supone que somos una maldita familia, nuestros sueños es cumplir los sueños de los nuestros… ¡Y el mío está aquí! Puedes echarme después de eso si te da la gana, pero no voy a permitirte luchar solo.
Hinori apretó los puños al mismo tiempo que un tono negro azabache cubría sus brazos totalmente. Su ceño se frunció más de lo normal y acto seguido continuó mirando al dragón con algo de nervios. Su altura la hacía quedar algo por debajo, pero igualmente no le importaba. Su mantra también estaba activado por lo que pudiese pasar. Soltó un enorme suspiro y acto seguido estuvo a punto de lanzarle un golpe a Dexter, pero se contuvo. Las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de la chica, la cual ya no se aguantaba más. Trató de hacerse la fuerte, pero ya le resultaba imposible. Unas hermosas alas blancas hechas de energía salieron de su espalda, dándole un aspecto más angelical. Entrecerró los ojos dirigiéndole una seria mirada al dragón y después sonriéndole de forma dulce.
- Yo creía que había nacido para estar sola, pero tú me diste un motivo para vivir. He estado muchos años contigo, capitán… Y acepté mi destino hace ya tiempo, el cual es morir a tu lado. Si tengo que terminar mi existencia haciendo lo que más quiero, lo haré y ni siquiera tú lo vas a impedir. Moriré luchando junto a la persona que he amado durante tanto tiempo y a la cual continúo amando…
Dijo de repente apretando los puños de nuevo y formando una especie de aura grisácea a su alrededor, activando de esa forma su energía explosiva. Le dio la espalda a Dexter y acto seguido se colocó a su lado, alzando ambos puños. Se echó unos metros a un lado para después soltar todo el aire que tenía dentro. No quería que un ataque de aquella cosa pudiese darles a ambos. Ya podía morir tranquila, pues había dicho el secreto que llevaba guardando años y se había sentido muy orgullosa. Mostró una sonrisa dulce y después esperó el primer ataque de aquel ser, pues pensaba luchar hasta la muerte junto a Dexter aunque él no quisiese.
- No pienso largarme…
De nuevo el dragón dijo que se largasen de allí, y esta vez con un tono muchísimo más serio. El tal Zuko trató de convencerla, pero ella negó de nuevo mirando a aquel joven a los ojos algo apenada. No tardó mucho en agachar la cabeza y cerrar los ojos. Hinori permaneció quieta en todo momento, sin moverse ni un poco. Su respiración parecía calmada en todo momento. Debía admitir que tenía un intenso dolor en el pecho. No podía describir aquella sensación de impotencia que la estaba recorriendo. Apretó los puños con bastante fuerza y después se mordió la lengua con algo de fuerza. Temblaba debido a la orden de su capitán. En ese momento se colocó delante de él, mirándole a los ojos de forma seria. Los orbes de la morena estaban un poco vidriosos y eso se notaba bastante. Era como si estuviese a punto de romper a llorar y por ese mismo motivo se sentía algo avergonzada.
- ¡He dicho que no! Estoy harta de ser solo la cocinera del equipo… Yo me uní a ti, Dexter. Eres la única persona que me queda en el mundo… No voy a dejarte solo en una pelea como esta y a perderte de vista. Se supone que somos una maldita familia, nuestros sueños es cumplir los sueños de los nuestros… ¡Y el mío está aquí! Puedes echarme después de eso si te da la gana, pero no voy a permitirte luchar solo.
Hinori apretó los puños al mismo tiempo que un tono negro azabache cubría sus brazos totalmente. Su ceño se frunció más de lo normal y acto seguido continuó mirando al dragón con algo de nervios. Su altura la hacía quedar algo por debajo, pero igualmente no le importaba. Su mantra también estaba activado por lo que pudiese pasar. Soltó un enorme suspiro y acto seguido estuvo a punto de lanzarle un golpe a Dexter, pero se contuvo. Las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de la chica, la cual ya no se aguantaba más. Trató de hacerse la fuerte, pero ya le resultaba imposible. Unas hermosas alas blancas hechas de energía salieron de su espalda, dándole un aspecto más angelical. Entrecerró los ojos dirigiéndole una seria mirada al dragón y después sonriéndole de forma dulce.
- Yo creía que había nacido para estar sola, pero tú me diste un motivo para vivir. He estado muchos años contigo, capitán… Y acepté mi destino hace ya tiempo, el cual es morir a tu lado. Si tengo que terminar mi existencia haciendo lo que más quiero, lo haré y ni siquiera tú lo vas a impedir. Moriré luchando junto a la persona que he amado durante tanto tiempo y a la cual continúo amando…
Dijo de repente apretando los puños de nuevo y formando una especie de aura grisácea a su alrededor, activando de esa forma su energía explosiva. Le dio la espalda a Dexter y acto seguido se colocó a su lado, alzando ambos puños. Se echó unos metros a un lado para después soltar todo el aire que tenía dentro. No quería que un ataque de aquella cosa pudiese darles a ambos. Ya podía morir tranquila, pues había dicho el secreto que llevaba guardando años y se había sentido muy orgullosa. Mostró una sonrisa dulce y después esperó el primer ataque de aquel ser, pues pensaba luchar hasta la muerte junto a Dexter aunque él no quisiese.
- Sagrada orden:
- Hablar cosas yanderes con Dexter y prepararme.
Anon K. Noah
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De repente en cuanto recibió la espada, Amaiar se puso como loco, y le dijo una advertencia a Syxel que en mi opinión no venía demasiado a cuento. Al fin y al cabo a estas alturas ya debería saber que mi capitán era alguien acostumbrado a los riesgos y amante del peligro, ¿qué sentido tenía ahora pedirle que tuviera cuidado con una espadita de nada? Además que aparte de bonita tampoco parecía la gran cosa, me costaba creer que realmente fuera a ser tan peligrosa.
Una vez dentro de la fortaleza no se veía un alma, y de nuevo Amaiar trató de advertirnos en silencio de que no armáramos escándalo. En serio, ese chico a veces se preocupa demasiado. Como acompañando mis pensamientos, Syxel dio un paso... y la madera rechinó por toda la sala como si acabara de activar un altavoz.
- La leche. - Dije, asombrado con la capacidad de acústica que tenía aquella gran habitación.
Viendo que el tema sigilo se había ido a tomar por saco, tanto el peligris como yo avanzamos a paso ligero hasta lo que parecía ser una luz de color violeta que salía de un piso inferior, atraídos por ella al ser algo ciertamente destacable entre tanto silencio y vacío. Detrás nuestro vino con expresión consternada el peliblanco, y su cara era un verdadero poema. Al ver su rostro no pude evitar notar una carcajada intentando escapar de mi boca, aunque conseguí aguantarme a duras penas. Curiosamente sentí cierta simpatía por él, recordando cuántas veces puse yo mismo esa cara en numerosas ocasiones en el pasado, culpa del mismo peligris para rematar la ironía. Con intención de animarlo un poco dije:
- Vamos hombre, no nos mires así. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Una vez dentro de la fortaleza no se veía un alma, y de nuevo Amaiar trató de advertirnos en silencio de que no armáramos escándalo. En serio, ese chico a veces se preocupa demasiado. Como acompañando mis pensamientos, Syxel dio un paso... y la madera rechinó por toda la sala como si acabara de activar un altavoz.
- La leche. - Dije, asombrado con la capacidad de acústica que tenía aquella gran habitación.
Viendo que el tema sigilo se había ido a tomar por saco, tanto el peligris como yo avanzamos a paso ligero hasta lo que parecía ser una luz de color violeta que salía de un piso inferior, atraídos por ella al ser algo ciertamente destacable entre tanto silencio y vacío. Detrás nuestro vino con expresión consternada el peliblanco, y su cara era un verdadero poema. Al ver su rostro no pude evitar notar una carcajada intentando escapar de mi boca, aunque conseguí aguantarme a duras penas. Curiosamente sentí cierta simpatía por él, recordando cuántas veces puse yo mismo esa cara en numerosas ocasiones en el pasado, culpa del mismo peligris para rematar la ironía. Con intención de animarlo un poco dije:
- Vamos hombre, no nos mires así. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
- Resumen Dos hombres y medio (?):
- Sigo al grupo, empiezo a sentir simpatía por Amaiar y suelto la frase prohibida que siempre invoca a Murphy (?).
Zack Suky
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La cosa no estaba saliendo como yo quería, ya que aquel ser extraño no pareció molestarse mucho porque aquel tipo atacase al bicho, que ajeno a todos nosotros se estaba intentando dormir, aunque más asombroso fue comprobar como el tipo de las guadañas comenzó a pasar del bicho con la misma rapidez que había mostrado en querer atacarlo. Todo el mundo se comportaba de forma extraña, pero la palma se la llevó contra todo pronóstico un tipo que salió del mismo lugar que el individuo come cigarros gritando tonterías.
El circo que se estaba montando me hubiese llegado incluso a hacer gracia de lo rocambolesco que era, pero entonces el tuerto echó a correr tras el rubio pirado quedándonos allí tirados. Estaba acostumbrado a actitudes así por parte del pirata, pero me sorprendió bastante que nos dejase allí tirados en medio de una guerra, a la que él nos había traído, con tal de irse de al lado del bicho gorrón. Miré unos instantes a mi compañera para ver la reacción de esta y transmitirle mi desaprobación, aún que no pude porque de nuevo el engendro se dirigió a mí.
- ¿Pues no decías que no te gustaban? - pregunté sin poder evitar que una sonrisa aflorase en mi rostro cuando me imaginé al espécimen como si fuese un perro pidiendo una pelota. - Toma otro, pero creo deberíamos mirar a Molly, el hombre malo que antes le ha atacado quizás lo haya herido. Míralo, puede que esté allí desangrándose ahora mismo -dije siguiendo el mundo de locuras del ser, aunque intentando conseguir caldear el ambiente de alguna manera. Empezaba a aburrirme.
Quizás pudiese convencer al devora cigarrillos que podíamos ser amigos, incluso estaba dispuesto a que fuese una especie de mascota para la banda. Seguramente eso haría que le diese un infarto a Arribor y ahora mismo nada más saciaría mi frustración y aburrimiento que eso u algo similar, así que de momento seguiría al lado de aquel ser hasta que encontrase algo mejor que hacer o me aburriese de él también.
El circo que se estaba montando me hubiese llegado incluso a hacer gracia de lo rocambolesco que era, pero entonces el tuerto echó a correr tras el rubio pirado quedándonos allí tirados. Estaba acostumbrado a actitudes así por parte del pirata, pero me sorprendió bastante que nos dejase allí tirados en medio de una guerra, a la que él nos había traído, con tal de irse de al lado del bicho gorrón. Miré unos instantes a mi compañera para ver la reacción de esta y transmitirle mi desaprobación, aún que no pude porque de nuevo el engendro se dirigió a mí.
- ¿Pues no decías que no te gustaban? - pregunté sin poder evitar que una sonrisa aflorase en mi rostro cuando me imaginé al espécimen como si fuese un perro pidiendo una pelota. - Toma otro, pero creo deberíamos mirar a Molly, el hombre malo que antes le ha atacado quizás lo haya herido. Míralo, puede que esté allí desangrándose ahora mismo -dije siguiendo el mundo de locuras del ser, aunque intentando conseguir caldear el ambiente de alguna manera. Empezaba a aburrirme.
Quizás pudiese convencer al devora cigarrillos que podíamos ser amigos, incluso estaba dispuesto a que fuese una especie de mascota para la banda. Seguramente eso haría que le diese un infarto a Arribor y ahora mismo nada más saciaría mi frustración y aburrimiento que eso u algo similar, así que de momento seguiría al lado de aquel ser hasta que encontrase algo mejor que hacer o me aburriese de él también.
- Sarka:
- -Flipar con todo y seguir hablando con Maki tras darle otro cigarro.
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Xemnas se frenó en seco al escuchar a las tropas de Meln gritar de aquella forma. Sin pensárselo desenvainó su enorme espadón, mostrando una expresión más seria de la normal. Estaba cansado de tanta tontería y esta vez no lo iba a detener nadie. Un haz de energía blanca comenzó a rodearle despacio y aquello provocó que gruñese un poco. Se colocó al lado de Misa para protegerla de cualquier amenaza y se preparó para lanzarse de nuevo contra el ejército enemigo. Había terminado con uno él solo, podría volver a imitar su hazaña. Notaba el dolor en su cuerpo debido a la caída brutal, pero parecía ser que podía luchar. Su resistencia era sorprendentemente alta. Escupió a un lado y frunció el ceño. En ese momento el comunicador sonó y no tardó nada en cogerlo.
- ¡Enseguida, jefe!
Gritó el rubio al mismo tiempo que ocultaba su arma y después ignoraba la guerra como si nunca hubiese existido. Era el momento de la batalla de verdad y el plan de Al había empezado por lo que se veía. Cogió su artilugio de Balt y lo tiró al suelo, pisándolo con fuerza y rompiéndolo para después sonreír de forma calmada. El Vice-Almirante entonces le hizo una señal a su chica y empezó a trotar despacio hacia las coordenadas que Al le había dicho. Al fin podía dejarse de estupideces con el bando de los religiosos y mostrar el poder de la marina. Aunque últimamente viendo lo podrida que estaba con Joseph por ella, decidió no fiarse mucho de la facción en sí. Xemnas le dedicó una mirada dulce a Misa y después le guiñó el ojo despacio.
- No te separes de mí ni un solo momento, capitana-chan.
Le dijo sonriendo de forma alegre. Había pasado de los palurdos del equipo de Balt, incluidos los capullos que pasaron de sus palabras. Menos mal que Kodama era un tío con dos dedos de luces. Aumentó un poco la velocidad mientras trataba de controlar su respiración de la mejor forma posible. No quería llegar hecho mierda después de todo lo que había tenido que soportar en aquella jodida guerra.
- ¡Enseguida, jefe!
Gritó el rubio al mismo tiempo que ocultaba su arma y después ignoraba la guerra como si nunca hubiese existido. Era el momento de la batalla de verdad y el plan de Al había empezado por lo que se veía. Cogió su artilugio de Balt y lo tiró al suelo, pisándolo con fuerza y rompiéndolo para después sonreír de forma calmada. El Vice-Almirante entonces le hizo una señal a su chica y empezó a trotar despacio hacia las coordenadas que Al le había dicho. Al fin podía dejarse de estupideces con el bando de los religiosos y mostrar el poder de la marina. Aunque últimamente viendo lo podrida que estaba con Joseph por ella, decidió no fiarse mucho de la facción en sí. Xemnas le dedicó una mirada dulce a Misa y después le guiñó el ojo despacio.
- No te separes de mí ni un solo momento, capitana-chan.
Le dijo sonriendo de forma alegre. Había pasado de los palurdos del equipo de Balt, incluidos los capullos que pasaron de sus palabras. Menos mal que Kodama era un tío con dos dedos de luces. Aumentó un poco la velocidad mientras trataba de controlar su respiración de la mejor forma posible. No quería llegar hecho mierda después de todo lo que había tenido que soportar en aquella jodida guerra.
- Balt:
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No conseguí hacer que el segundo Blaster se soltara, lo que significaba que aquellas plantas eran más resistentes de lo normal. Imaginaba que los relámpagos que lancé habrían prendido fuego a las enredaderas y las debilitarían, como cuando cae un rayo del cielo sobre un árbol, pero no fue así.
Seguidamente las bolitas blancas que antes flotaban de forma casi inocente a nuestro alrededor comenzaron a explotar, generando una reacción en cadena que pronto cubrió todo el área. Aquello me pilló de sorpresa, no imaginaba que la tal Flowey usaría un ataque de área tan amplio que podría darle a ella misma, así que apenas tuve tiempo de apartar la cara y cerrar los ojos, esperando mi destino. Por suerte, Flubber era mucho más resistente de lo que esperaba, y su protección me salvó casi por completo del daño... Aunque la masa metálica no era del todo aislante, y noté el calor invadir mi cuerpo de forma incómoda. Lo peor de la explosión fue la onda expansiva, esa parte no había forma de pararla, y si bien quedó amortiguada por mi amigo protector, no pudo evitar por completo que me sacudiera un poco por dentro, desorientándome temporalmente.
Entre el mareo y que había cerrado los ojos para no quedarme ciego, me costó darme cuenta de que de nuevo se aproximaban enredaderas hasta nosotros. Imaginaba que nuestro enemigo no se quedaría quieto tras lanzar solo un ataque, por lo que ya me esperaba aquel movimiento por su parte, aunque de todas formas me costaría evitarlo. Conseguí retroceder lo justo como para que no me atrapasen por completo, pero aun así las enredaderas alcanzaron a sujetarme un brazo, y yo apenas podía mantener el equilibrio.
Una gota de sudor frío resbaló por mi cráneo, tenía que liberarme como fuera, y no sabía si podía contar con Kedra, pues él tendría sus propios problemas con los que lidiar. Así pues en lugar de forcejear inútilmente, lo que intenté hacer fue algo más inesperado: Con la mano del brazo que tenía sujeto, intentaría agarrar yo mismo la enredadera y tirar para tensarla, viendo así desde dónde se originaba. Luego intentaría canalizar gran cantidad de electricidad usando aquella enredadera como si fuera un cable, haciendo que los relámpagos surcaran su superficie e interior desde el extremo que tenía yo hasta su base.
Si mi teoría era correcta, aquellas plantas no eran normales y había algo o alguien controlándolas, por lo que era muy probable que si mi electricidad llegaba hasta el punto donde convergía todo, desde allí se expandiría hasta alcanzar el "centro de mando", bien fuera este robótico o biológico. Mi esperanza era que al ocurrir eso, algo fallase en el sistema (ya fuera natural o artificial), inutilizando las enredaderas.
Mientras tanto, el primer Blaster (el que seguía libre) continuaría disparando ráfagas rápidas, apuntando directamente a Flowey si seguía a la vista, y a las enredaderas a nuestro alrededor de lo contrario. Tenía algunas marcas negras en su superficie, parecía que las explosiones lo habían alcanzado de refilón, aunque por suerte las había soportado bien. Eso me aliviaba, si me quedaba sin arma estaría en una situación demasiado desventajosa...
Seguidamente las bolitas blancas que antes flotaban de forma casi inocente a nuestro alrededor comenzaron a explotar, generando una reacción en cadena que pronto cubrió todo el área. Aquello me pilló de sorpresa, no imaginaba que la tal Flowey usaría un ataque de área tan amplio que podría darle a ella misma, así que apenas tuve tiempo de apartar la cara y cerrar los ojos, esperando mi destino. Por suerte, Flubber era mucho más resistente de lo que esperaba, y su protección me salvó casi por completo del daño... Aunque la masa metálica no era del todo aislante, y noté el calor invadir mi cuerpo de forma incómoda. Lo peor de la explosión fue la onda expansiva, esa parte no había forma de pararla, y si bien quedó amortiguada por mi amigo protector, no pudo evitar por completo que me sacudiera un poco por dentro, desorientándome temporalmente.
Entre el mareo y que había cerrado los ojos para no quedarme ciego, me costó darme cuenta de que de nuevo se aproximaban enredaderas hasta nosotros. Imaginaba que nuestro enemigo no se quedaría quieto tras lanzar solo un ataque, por lo que ya me esperaba aquel movimiento por su parte, aunque de todas formas me costaría evitarlo. Conseguí retroceder lo justo como para que no me atrapasen por completo, pero aun así las enredaderas alcanzaron a sujetarme un brazo, y yo apenas podía mantener el equilibrio.
Una gota de sudor frío resbaló por mi cráneo, tenía que liberarme como fuera, y no sabía si podía contar con Kedra, pues él tendría sus propios problemas con los que lidiar. Así pues en lugar de forcejear inútilmente, lo que intenté hacer fue algo más inesperado: Con la mano del brazo que tenía sujeto, intentaría agarrar yo mismo la enredadera y tirar para tensarla, viendo así desde dónde se originaba. Luego intentaría canalizar gran cantidad de electricidad usando aquella enredadera como si fuera un cable, haciendo que los relámpagos surcaran su superficie e interior desde el extremo que tenía yo hasta su base.
Si mi teoría era correcta, aquellas plantas no eran normales y había algo o alguien controlándolas, por lo que era muy probable que si mi electricidad llegaba hasta el punto donde convergía todo, desde allí se expandiría hasta alcanzar el "centro de mando", bien fuera este robótico o biológico. Mi esperanza era que al ocurrir eso, algo fallase en el sistema (ya fuera natural o artificial), inutilizando las enredaderas.
Mientras tanto, el primer Blaster (el que seguía libre) continuaría disparando ráfagas rápidas, apuntando directamente a Flowey si seguía a la vista, y a las enredaderas a nuestro alrededor de lo contrario. Tenía algunas marcas negras en su superficie, parecía que las explosiones lo habían alcanzado de refilón, aunque por suerte las había soportado bien. Eso me aliviaba, si me quedaba sin arma estaría en una situación demasiado desventajosa...
- Resumen Sans Gatitos hasta las narices de Flowey:
- Flubber me cubre de las explosiones, absorbiendo gran parte del daño y las quemaduras. No evita del todo que la onda expansiva me desoriente, ni bloquea la luminosidad, por lo que esquivar las enredaderas me resulta complicado. Consiguen atraparme por el brazo, y decido usar la situación a mi favor: sujeto y trato de tensar la enredadera, para ver hasta donde llega (o lo que es lo mismo, desde donde viene). Luego canalizo gran cantidad de electricidad en forma de relámpagos que recorran dicha enredadera hasta llegar a lo que imagino que será el "origen", con la esperanza de que así lleguen a un punto desde el cual expandirse hasta el verdadero control, y lo deje frito para inutilizar aquellas plantas. Mientras tanto, el Gaster Blaster que me queda libre sigue disparando ráfagas rápidas, intentando darle directamente a Flowey si puedo verla, o de lo contrario intentando abatir las otras enredaderas (como las que aún sujetan el segundo Blaster).
Tobías Thorn
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Mi mente se encontraba a punto de colapsar tras los últimos acontecimientos. El cinismo y el sarcasmo de todos los que se marcharon me quedaron en parte sorprendido, pero ninguno como el rubio helado. ¿Tenía los cojones de mostrarse tan digno cuando había sido él el desencadenante de aquel interrogatorio tan macabro? Por no hablar que me molestaba sobre manera verme incluido en el mismo saco de aquellas palabras dichas. Me había limitado a inmovilizar al tipo a apremiarlo a que contestase, mientras que el marine que nos había dejado allí colgado había sido el primero en hablar de cortar miembros. Quizás por toda la frustración que me causó la situación, sumado a la desobediencia de mis nakamas y la de la extraña situación que me había estado sucediendo, me encontré lanzando un grito intentando expulsar cada mal vibración de mi cuerpo mientras cerraba los ojos. Ahora mismo tenía ganas de estar en cualquier lugar menos en este y no quería ver nada de lo que pasaba en mi alrededor por unos instantes.
Demasiada ansiedad y tensión acumulada desde que nos vimos atrapados en aquella inmunda celda de la mano de dios hasta llegar aquí, donde sólo conseguía sentirme más y más agobiado por momentos. Menos mal que había decidido lanzar el grito, porque ya me sentía a punto de desmayarme por la presión. Lo más seguro es que mis nakamas se sorprendieran por mis actos, pero más lo estaban haciendo ellos conmigo y ya me daba igual todo. Quizás así me escuchasen mis nakamas que se habían ido y volviesen, o algún enemigo real con el que poder desahogarme. No estaba acostumbrado a perder el control sobre mí mismo de esta manera y me sentía completamente descolocado. Si al menos estuviese Gusi él sería el culpable de todo y así tendría a alguien a quien culpar, pero en esta situación era difícil quejarse a alguien que había estallado en una fina ventisca.
Demasiada ansiedad y tensión acumulada desde que nos vimos atrapados en aquella inmunda celda de la mano de dios hasta llegar aquí, donde sólo conseguía sentirme más y más agobiado por momentos. Menos mal que había decidido lanzar el grito, porque ya me sentía a punto de desmayarme por la presión. Lo más seguro es que mis nakamas se sorprendieran por mis actos, pero más lo estaban haciendo ellos conmigo y ya me daba igual todo. Quizás así me escuchasen mis nakamas que se habían ido y volviesen, o algún enemigo real con el que poder desahogarme. No estaba acostumbrado a perder el control sobre mí mismo de esta manera y me sentía completamente descolocado. Si al menos estuviese Gusi él sería el culpable de todo y así tendría a alguien a quien culpar, pero en esta situación era difícil quejarse a alguien que había estallado en una fina ventisca.
- Resumen Balt:
- -Alucinar con lo que ha pasado y divagar sobre ello. Terminar gritando por la frustación intentando liberar tensiones y pensar que ojalá estuviese Gusi para que todo fyese culpa suya.
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Krauser observó a su compañero largarse diciendo algo de un asunto que el demonio de la niebla no llegó a pillar. Igualmente, supuso que Deathstroke tendría algo más importante que hacer, y por ello levantó el pulgar en señal de que no pasaba nada. El oficial de la rebelión entonces observó la situación. La batalla contra los clones había terminado y él estaba como nuevo. Contempló al pequeño ser reventarle la cabeza al clon del marine con facilidad y aquello le hizo sonreír. De modo que… Ahora tenían refuerzos. A juzgar por las palabras del pequeño ser, estaban en contra del jodido Beros. Fue en ese momento cuando el revolucionario alzó su enorme espadón, señalando la enorme base de Zilda y empezando a hablar con fuerza.
- No sé quién demonios son estos pequeños, pero ahora son nuestros aliados ¡Edward, Silver, Valia! ¡Adelante!
Gritó dándose cuenta de que los drones que se acercaban empezaban a dar un rodeo (cortesía de Adam-chan). Si esos idiotas deseaban luchar desde dentro, el demonio de la niebla terminaría con ellos allí mismo. Krauser comenzó a correr hacia el interior de la base, extendiendo la mano hacia un lado y formando una especie de shuriken pequeño. Subió el brazo hacia arriba y lentamente aquella cosa creció de forma exagerada. Lo lanzó con fuerza y la estrella salió disparada hacia el interior de la base, avanzando y cortando todo a su paso. El demonio fue listo y lo lanzó hacia arriba, para que no cogiese a ninguno de los pequeños. Entonces apretó el puño al mismo tiempo que gritaba con fuerza.
- ¡Tenéis un jodido segundo para rendiros y tirar las armas u os juro que no saldrá nadie de aquí para contarlo, hijos de puta!
En ese momento aquel shuriken de cinco puntas, la cual medía cada una siete metros, explotó formando una bola de energía cortante exagerada, con la cual pretendía eliminar a los miembros de Zilda del interior y de paso dejar la base hecha añicos. La mirada del asesino de le niebla se fijó al frente y sin pensarlo continuó corriendo hacia delante con sus hombres. Esta vez poseía sus machetes en las manos en lugar del espadón. Comenzaba la invasión de la base y había olvidado que debía dejar todo intacto.
- ¡Pequeños, yo os cubro! – Gritó el oficial colocándose el primero y haciendo que todo su cuerpo tomase un color negro metálico. El haki se había activado.
- No sé quién demonios son estos pequeños, pero ahora son nuestros aliados ¡Edward, Silver, Valia! ¡Adelante!
Gritó dándose cuenta de que los drones que se acercaban empezaban a dar un rodeo (cortesía de Adam-chan). Si esos idiotas deseaban luchar desde dentro, el demonio de la niebla terminaría con ellos allí mismo. Krauser comenzó a correr hacia el interior de la base, extendiendo la mano hacia un lado y formando una especie de shuriken pequeño. Subió el brazo hacia arriba y lentamente aquella cosa creció de forma exagerada. Lo lanzó con fuerza y la estrella salió disparada hacia el interior de la base, avanzando y cortando todo a su paso. El demonio fue listo y lo lanzó hacia arriba, para que no cogiese a ninguno de los pequeños. Entonces apretó el puño al mismo tiempo que gritaba con fuerza.
- ¡Tenéis un jodido segundo para rendiros y tirar las armas u os juro que no saldrá nadie de aquí para contarlo, hijos de puta!
En ese momento aquel shuriken de cinco puntas, la cual medía cada una siete metros, explotó formando una bola de energía cortante exagerada, con la cual pretendía eliminar a los miembros de Zilda del interior y de paso dejar la base hecha añicos. La mirada del asesino de le niebla se fijó al frente y sin pensarlo continuó corriendo hacia delante con sus hombres. Esta vez poseía sus machetes en las manos en lugar del espadón. Comenzaba la invasión de la base y había olvidado que debía dejar todo intacto.
- ¡Pequeños, yo os cubro! – Gritó el oficial colocándose el primero y haciendo que todo su cuerpo tomase un color negro metálico. El haki se había activado.
- Team Quimera Base Zilda (Adam, Lee )?) ):
- Super ataque destructor, avanzar por la base lanzando destrucción (?)
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La tontería al final estaba siendo más molesta de lo que pensó el lobo negro. La explosión de las esferas hizo que el cuerpo del cadejo quedases con algunas leves quemaduras y con los ojos cerrados. Estaba algo cegado, pero eso era algo que le daba igual. Notó aquellas enredaderas enroscarse en su cuerpo y no hizo nada por evitarlo. Simplemente se quedó quieto con el ceño fruncido y observando aquella cosa. Iba a descargar toda su rabia acumulada en la pelea contra su oponente. El maldito Kai le quitó la diversión y su grupo de nenazas cobardes también. Esta vez no iba a contenerse y por ello se quedó mirando al esqueleto con una expresión totalmente fría como el hielo. Lentamente sus ojos tomaron un brillo rojizo y fue cuando alzó su voz de forma increíble.
- Yo que tú me apartaba bastante.
En ese momento el cuerpo del lobo negro comenzó a cambiar, llegando a medir cuatro jodidos metros de altura. Su nariz se alargó pasando a ser un hocico y unas orejas lupinas surgieron de su cabeza. El tatuaje además se extendió dándole una enorme protección. Los músculos del lobo empezaron a aumentar algo más y un aura oscura le rodeó. Su mirada ante todo era inexpresiva y observaba a la planta con calma. Ni siquiera ella podría librarse de lo que estaba a punto de hacer el enorme monstruo en su forma híbrida. Kedra activó su haki armadura perfecto al máximo potencial luciendo su nueva técnica. En lugar de ser negro, el haki del cadejo pasó a ser blanco, cubriendo sus brazos y dejando el color morado azabache en las otras zonas. Su cuerpo continuó volviéndose musculoso y su pelaje algo rojizo, al mismo tiempo perdía las pupilas de sus ojos, tomando el globo ocular un tono azul brillante.
Su rostro entonces se llenó de tatuajes oscuros y lentamente fue rodeándose de un aura elevada. Poco a poco aquel brillo pasó a blanco, dándole un aire menos siniestro, pero mucho más fuerte. Su tamaño pasó a ser de unos cinco metros y además soltó un rugido impresionante. Trató de arrancar las enredaderas entonces con pura fuerza bruta y después lanzar un leve movimiento que desencadenaría una onda destructiva para terminar de reventarlas. Si lo lograba saldría disparado hacia la planta y con el puño hacia atrás. No se lo pensaría y entonces soltaría su golpe. Reventaría con un golpe impresionante que desencadenaría una terrible explosión de ocho metros de radio imbuida en haki, tratando de reventar el jardín entero y a las plantas que había. Lo lograse o no, lanzaría tres golpes más similares mientras rugía con fuerza.
- ¡Grrrrrrrrrrrrr!
El monstruo estaba liberado para ejercer sus poderes y no se iba a de tener hasta dejar aquella cosa hecha pedazos en el suelo y sin viva. Esperaba que el esqueleto le hubiese hecho caso y se hubiese apartado del destrozo que estaría liando el lobo negro si se había librado.
- Yo que tú me apartaba bastante.
En ese momento el cuerpo del lobo negro comenzó a cambiar, llegando a medir cuatro jodidos metros de altura. Su nariz se alargó pasando a ser un hocico y unas orejas lupinas surgieron de su cabeza. El tatuaje además se extendió dándole una enorme protección. Los músculos del lobo empezaron a aumentar algo más y un aura oscura le rodeó. Su mirada ante todo era inexpresiva y observaba a la planta con calma. Ni siquiera ella podría librarse de lo que estaba a punto de hacer el enorme monstruo en su forma híbrida. Kedra activó su haki armadura perfecto al máximo potencial luciendo su nueva técnica. En lugar de ser negro, el haki del cadejo pasó a ser blanco, cubriendo sus brazos y dejando el color morado azabache en las otras zonas. Su cuerpo continuó volviéndose musculoso y su pelaje algo rojizo, al mismo tiempo perdía las pupilas de sus ojos, tomando el globo ocular un tono azul brillante.
Su rostro entonces se llenó de tatuajes oscuros y lentamente fue rodeándose de un aura elevada. Poco a poco aquel brillo pasó a blanco, dándole un aire menos siniestro, pero mucho más fuerte. Su tamaño pasó a ser de unos cinco metros y además soltó un rugido impresionante. Trató de arrancar las enredaderas entonces con pura fuerza bruta y después lanzar un leve movimiento que desencadenaría una onda destructiva para terminar de reventarlas. Si lo lograba saldría disparado hacia la planta y con el puño hacia atrás. No se lo pensaría y entonces soltaría su golpe. Reventaría con un golpe impresionante que desencadenaría una terrible explosión de ocho metros de radio imbuida en haki, tratando de reventar el jardín entero y a las plantas que había. Lo lograse o no, lanzaría tres golpes más similares mientras rugía con fuerza.
- ¡Grrrrrrrrrrrrr!
El monstruo estaba liberado para ejercer sus poderes y no se iba a de tener hasta dejar aquella cosa hecha pedazos en el suelo y sin viva. Esperaba que el esqueleto le hubiese hecho caso y se hubiese apartado del destrozo que estaría liando el lobo negro si se había librado.
- Team Zafiro, Kedra y Sans. :
- Bueno, cosas usadas.
Fuerza: X5.700 mas o menos.
Usadas tecnicas Berserker (mirar la de Drake, es la misma, pero está desactualizada) New Akumu primer estilo, Ambito de Luz, Ambito Crash Shinu, Forma híbrida con los stats supremos (?) el haki perfecto, el pu leviathan. Los pasivos y mucha sangre fría. Dejo aquí mi ficha para que todo se vea sin problema. https://www.onepiece-definitiverol.com/t12427-kedra-returns?highlight=kedra
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Escucho la voz de Deathstroke en mi cabeza, avisando de que debíamos alejarnos de los clones, pero ya es demasiado tarde. No me da tiempo a frenar la acometida, alcanzando de lleno a mi copia con el placaje. Y por si eso no era suficiente Edward llega hasta nosotros prácticamente al mismo tiempo. Los tres chocamos de manera brutal, cayendo al suelo. Sin darle mayor importancia al hecho, pues no quería perder tiempo, me puse en pie de un salto y me encaré de nuevo a mi rival. Este hizo lo propio, y por un segundo nuestras miradas se cruzaron. A no muchos metros de nosotros, un tornado de considerable tamaño se había formado, llevándose consigo al otro clon. Supuse que sería cosa de mis compañeros, y no le presté mayor atención. Pues aunque nos hubiésemos librado de uno de ellos, todavía quedaba el otro.
Aún a sabiendas de que no tenía muchas opciones, solo me quedaba hacer lo que mejor se me daba: pelear. Así pues, me dispuse a lanzarme a la carga una vez más, pero no fue necesario. Como salido de la nada, un pequeño hombrecillo se abalanzó sobre mi copia y la derribó, para acto seguido reventarle, literalmente, la cabeza con el disparo de una escopeta. El impacto hizo volar pequeños pedazos metálicos, cubriendo el suelo de estos, algunos circuitos y lo que parecía ser un montón de aceite.
"Así que al final si que se trataba de un robot".
El grito del pequeño no me pilló por sorpresa. Pues desde que habíamos llegado a ese extraño lugar me había estado preguntado una y otra vez donde se encontrarían sus habitantes y, sobre todo, por qué no habían hecho nada por recuperar su hogar. Como fuera, saber que estábamos del mismo lado me generó una considerable tranquilidad. Quizás no tuviese mucho sentido, pero lo consideré una prueba de que había tomado la decisión correcta al apoyar a Dexter para enfrentar a Zilda.
Pude oír un auténtico escándalo, y me fijé en que las puertas de la base estaban finalmente abiertas. Desde donde estaba, alcancé a ver como en el interior se libraba una auténtica batalla. Rápidamente me acerqué para observar con detalle lo que estaba ocurriendo. Un gran número de pequeñas criaturas, similares a la que nos había ayudado, se enfrentaban a lo que parecían ser los soldados aún leales a Zilda. Los primeros parecían superarles en número, pero la superioridad tecnológica de estos últimos les daba una considerable ventaja. De nuevo no tenía tiempo de pararme a pensar demasiado, aunque tampoco es que lo necesitara. La situación estaba muy clara, y desde mi punto de vista solo había una opción posible. Coincidiendo con mis propios pensamientos pude oír la voz de Krauser a mi espalda, dando la orden de atacar.
- No tienes que decírmelo dos veces - exclamé bien alto, mientras me lanzaba de lleno a la batalla.
Aún a sabiendas de que no tenía muchas opciones, solo me quedaba hacer lo que mejor se me daba: pelear. Así pues, me dispuse a lanzarme a la carga una vez más, pero no fue necesario. Como salido de la nada, un pequeño hombrecillo se abalanzó sobre mi copia y la derribó, para acto seguido reventarle, literalmente, la cabeza con el disparo de una escopeta. El impacto hizo volar pequeños pedazos metálicos, cubriendo el suelo de estos, algunos circuitos y lo que parecía ser un montón de aceite.
"Así que al final si que se trataba de un robot".
El grito del pequeño no me pilló por sorpresa. Pues desde que habíamos llegado a ese extraño lugar me había estado preguntado una y otra vez donde se encontrarían sus habitantes y, sobre todo, por qué no habían hecho nada por recuperar su hogar. Como fuera, saber que estábamos del mismo lado me generó una considerable tranquilidad. Quizás no tuviese mucho sentido, pero lo consideré una prueba de que había tomado la decisión correcta al apoyar a Dexter para enfrentar a Zilda.
Pude oír un auténtico escándalo, y me fijé en que las puertas de la base estaban finalmente abiertas. Desde donde estaba, alcancé a ver como en el interior se libraba una auténtica batalla. Rápidamente me acerqué para observar con detalle lo que estaba ocurriendo. Un gran número de pequeñas criaturas, similares a la que nos había ayudado, se enfrentaban a lo que parecían ser los soldados aún leales a Zilda. Los primeros parecían superarles en número, pero la superioridad tecnológica de estos últimos les daba una considerable ventaja. De nuevo no tenía tiempo de pararme a pensar demasiado, aunque tampoco es que lo necesitara. La situación estaba muy clara, y desde mi punto de vista solo había una opción posible. Coincidiendo con mis propios pensamientos pude oír la voz de Krauser a mi espalda, dando la orden de atacar.
- No tienes que decírmelo dos veces - exclamé bien alto, mientras me lanzaba de lleno a la batalla.
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