El sutil e ingenioso intento de Spanner para entrar al castillo utilizando el poder que le otorgaba su fruta del diablo no fue efectivo. Al parecer, la puerta del edificio estaba hecha de un material que le anulaba los poderes, ¿haki quizá? A saber, después de todo desde que llegaron a aquella isla había visto una infinidad de extraña tecnología; empezando por la realidad virtual en la que estuvieron hacía semanas y acabando por el extraño dispositivo que le dieron los acólitos de meln, el cual seguía en el bolsillo de su pantalón.
—¿Lo intentamos ahora a mi manera? –preguntó el pelirrojo a su compañero, el cual no parecía estar muy conforme.
Sin embargo, antes de recibir una respuesta, una chiquilla ensangrentada corrió hacia la puerta, parándose a poco menos de un metro para reprocharle algo a un hombre de gran envergadura. Zane miró a la muchacha, repasándola de arriba abajo. Le sonaba de algo, ¿pero de qué? ¿De alguna noche loca? No, imposible. Era muy pequeña. Se llevó la mano derecha a la nuca para rascarse y luego chasqueó los dedos a la altura de su oído. –“¡Es la pretora!”–. Pensó, para luego mirar al hombre. ¿O era un árbol?
—¡Hostia puta, Spanner! Mira –señaló al hombre-árbol–. Un árbol que habla –los ojos de Zane se agrandaron e iluminaron como los de un niño que ve un juguete nuevo. Él no era una persona muy impresionable, a no ser que alguna muchacha le enseñara algo de encaje, pero aquello le pareció algo muy guapo.
Sin esperar la respuesta de Spanner, Zane se acercó a la muchacha, sin quitarle el ojo de encima, y escuchó lo que el hombre-árbol le dijo.
“¿Así que quiere parar la guerra?” –pensó el pelirrojo, usando su mantra para saber si aquel ser mostraba hostilidad y estar atento ante cualquier ataque, tanto de él como de Yoai.
—Si quieres parar esta absurda guerra puedes llamarme tu aliado, árbol-men –dijo Zane mostrando la mejor de sus sonrisas, al mismo tiempo que apoyaba ligeramente su mano en el mango de una de sus katanas–. Aunque yo que tú no me fiaba mucho de esta niña, no me ha dado buena espina desde que la vi.
—¿Lo intentamos ahora a mi manera? –preguntó el pelirrojo a su compañero, el cual no parecía estar muy conforme.
Sin embargo, antes de recibir una respuesta, una chiquilla ensangrentada corrió hacia la puerta, parándose a poco menos de un metro para reprocharle algo a un hombre de gran envergadura. Zane miró a la muchacha, repasándola de arriba abajo. Le sonaba de algo, ¿pero de qué? ¿De alguna noche loca? No, imposible. Era muy pequeña. Se llevó la mano derecha a la nuca para rascarse y luego chasqueó los dedos a la altura de su oído. –“¡Es la pretora!”–. Pensó, para luego mirar al hombre. ¿O era un árbol?
—¡Hostia puta, Spanner! Mira –señaló al hombre-árbol–. Un árbol que habla –los ojos de Zane se agrandaron e iluminaron como los de un niño que ve un juguete nuevo. Él no era una persona muy impresionable, a no ser que alguna muchacha le enseñara algo de encaje, pero aquello le pareció algo muy guapo.
Sin esperar la respuesta de Spanner, Zane se acercó a la muchacha, sin quitarle el ojo de encima, y escuchó lo que el hombre-árbol le dijo.
“¿Así que quiere parar la guerra?” –pensó el pelirrojo, usando su mantra para saber si aquel ser mostraba hostilidad y estar atento ante cualquier ataque, tanto de él como de Yoai.
—Si quieres parar esta absurda guerra puedes llamarme tu aliado, árbol-men –dijo Zane mostrando la mejor de sus sonrisas, al mismo tiempo que apoyaba ligeramente su mano en el mango de una de sus katanas–. Aunque yo que tú no me fiaba mucho de esta niña, no me ha dado buena espina desde que la vi.
- Resumen: KODAMA LEE:
- Alucinar con lo superultramega guay que es Kodama *-*
Activar mi mantra para estar atento e intentar que Kodama y yo seamos aliados en la guerra
Alice Branwen
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"Pero... ¿Qué demonios?", pensó la albina mientras parpadeaba lentamente y miraba atónita aquellas cosas que salieron de la catedral. La joven era alguien que difícilmente se sorprendía, ¿pero esto? Cualquiera se sentiría así si viera armaduras del tamaño de un edificio pequeño dando vueltas por ahí. Bueno, ella se uniría a la pelea si no fuera por un simple detalle... no tenía forma alguna de llegar hasta arriba. Tampoco confiaba en atacar las piernas de esas cosas. Una patada de esas cosas y sería todo, capaz que ni siquiera sería capaz de sentirlo. Era un viaje sin regreso hacia el otro mundo. En ese momento, el Taiga le tomó de forma desprevenida y le colocó sobre su espalda.
– Espera, ¿Qué estas haciendo, Taiga-san – dijo mientras se ruborizaba lentamente debido a la posición.
En eso, ocurrió algo que no se esperaba. Sabía de sobra que su superior era un usuario, pero esta era la primera vez que le veía en forma completa. Un lobo... eso es lo que era, ¿pero que clase de lobo te hacía crecer semejantes metros? Alice suspiró algo derrotada, y si no fuera porque estaban en medio de una crisis, era muy probable que hubiera aprovechando el suave pelaje para echarse una siesta rápida. La joven agente movió un poco su cuello hacia un lado para liberar tensión y luego miró de forma determinada a la estatua. Puede que no le hiciera nada con lo que tenía planeado, pero no iba a quedarse así como así sin haberlo siquiera intentado.
Alice cerró sus ojos y se concentró. Un pelaje blanco como la nieve empezó a formarse por todo su cuerpo. Al contrario de su transformación completa normal, esta no era tan corpulenta. Pese a que crecía en altura, su complexión seguía siendo delgada. De hecho, retenía su figura femenina cuando entraba a la forma luchadora. Era la más humanoide de sus transformaciones y, por ende, una de las más cómodas para ella. Acto seguido, desvainó sus dos tantos y cubrió todo su cuerpo en Busoshoku, al igual que sus dos armas.
– Vamos a allá – murmuró mientras fulminaba con la mirada a la armadura.
Usando el Soru, salió despedida hacia la cabeza de Taiga. Una vez allí, alzó sus armas y dio tres cortes simultáneos al casco de la armadura. Había mejorado mucho desde que comenzó; prueba de eso era que podía lanzar tres cortes en la misma fracción de segundo que los espadachines iniciados pueden dar un solo corte. Una vez hecho eso, se retiró un poco del lugar para que esa cosa no le pillara desprevenida. En eso, un olor entró a sus fosas nasales y no pudo evitar que una sonrisa leve apareciera en su rostro.
– Ha pasado tiempo, Kasai-nii. Me temo que no puedo resumir nada cuando recién hemos llegado hacia aquí. Solo sabemos que esas cosas son los enemigos – le dijo mientras apuntaba con una de sus armas al caso de tal colosal ser.
– Espera, ¿Qué estas haciendo, Taiga-san – dijo mientras se ruborizaba lentamente debido a la posición.
En eso, ocurrió algo que no se esperaba. Sabía de sobra que su superior era un usuario, pero esta era la primera vez que le veía en forma completa. Un lobo... eso es lo que era, ¿pero que clase de lobo te hacía crecer semejantes metros? Alice suspiró algo derrotada, y si no fuera porque estaban en medio de una crisis, era muy probable que hubiera aprovechando el suave pelaje para echarse una siesta rápida. La joven agente movió un poco su cuello hacia un lado para liberar tensión y luego miró de forma determinada a la estatua. Puede que no le hiciera nada con lo que tenía planeado, pero no iba a quedarse así como así sin haberlo siquiera intentado.
Alice cerró sus ojos y se concentró. Un pelaje blanco como la nieve empezó a formarse por todo su cuerpo. Al contrario de su transformación completa normal, esta no era tan corpulenta. Pese a que crecía en altura, su complexión seguía siendo delgada. De hecho, retenía su figura femenina cuando entraba a la forma luchadora. Era la más humanoide de sus transformaciones y, por ende, una de las más cómodas para ella. Acto seguido, desvainó sus dos tantos y cubrió todo su cuerpo en Busoshoku, al igual que sus dos armas.
– Vamos a allá – murmuró mientras fulminaba con la mirada a la armadura.
Usando el Soru, salió despedida hacia la cabeza de Taiga. Una vez allí, alzó sus armas y dio tres cortes simultáneos al casco de la armadura. Había mejorado mucho desde que comenzó; prueba de eso era que podía lanzar tres cortes en la misma fracción de segundo que los espadachines iniciados pueden dar un solo corte. Una vez hecho eso, se retiró un poco del lugar para que esa cosa no le pillara desprevenida. En eso, un olor entró a sus fosas nasales y no pudo evitar que una sonrisa leve apareciera en su rostro.
– Ha pasado tiempo, Kasai-nii. Me temo que no puedo resumir nada cuando recién hemos llegado hacia aquí. Solo sabemos que esas cosas son los enemigos – le dijo mientras apuntaba con una de sus armas al caso de tal colosal ser.
- Datos Bélicos:
- - Base: Velocidad [Buey Lv 40], Agilidad [Duelista Lv 40], Poder de Corte [Puro Lv 23], Resistencia [Buey Lv 23]
- Forma Luchadora: Recibe un 100% tanto en agilidad como velocidad debido a la flexibilidad de la forma.
- Multiplicadores totales: Fuerza x7, Resistencia x5, Velocidad x5, Agilidad x2.
- Soru
- Busoshoku Haki [Entrenado] 1/5 Asaltos activado.
- Balt:
- Atacar el casco de la armadura aprovechando su posición en la cabeza de Taiga (forma completa) y hablarle a Kasai.
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No le respondió, pero lo empezó a seguir. Al menos, sería una compañía interesante. En el camino lo escuchaba hablar sobre una legendaria guerrera que una de las pretoras, Yoai, había corrompido. ¿Qué tanto tendría de cierto? Si eso era verdad y ella de verdad existía, solo sería un enemigo más y que nadie conocía. Tuvo sus dudas y no es que lo que hablara no tuviera sentido. Pensando en frío, era una posibilidad y él no era nadie para poner en duda lo que le acababan de decir. Era un extranjero, alguien traído a esa isla solo por el destino y una falsa promesa de oro. Suspiró con pesadez y se quedó pensando. Escuchaba los gritos de guerra y todo lo que pasaba. No se contuvo y habló por el comunicador de la banda.
– Chicos, no sé qué tanta verdad sea – dijo mientras empezaba a darse cuenta de que las cosas estaban llegando a un punto donde poco a poco se decidiría el ganador. – Pero un anciano contó algo sobre una legendaria guerrera, pero que Yoai corrompió – tomó una ligera pausa. La ciudad debería estar cerca. – Si es verdad lo que dice, es una enemiga más. Tengan cuidado… Yo voy camino a la ciudad. – Finalizó.
Necesitaba más datos de lo que el anciano estaba hablando y tenían un poco de tiempo antes de llegar por completo a la ciudad y, por ende, a la guerra. Además, al parecer, su nuevo compañero no tenía problemas en seguirlo y eso ya decía que era bastante fuerte.
– Bien, necesito todos los datos sobre esa legendaria guerrera – le empezó a decir, dejando el comunicador activado para que los de su banda se enteraran de igual manera. – Todo lo que sepas, sea creíble o no. Creo que he visto demasiado como para empezar a dudar de algo en estos momentos. Si quieres ser escuchado, tú momento ha llegado, anciano. – Le dijo sin bajar el ritmo y esperado su respuesta.
Se detuvo unos segundos al sentir como llegaba una presencia que conocía bastante bien. No tardó mucho en estrellarse a su lado y se apresuró a darle una mano para ayudarlo a levantarse. Era su subcapitán, Deathstroke. ¿De dónde carajos había llegado? Sonrió de forma tranquila.
– Hey, Death – le dijo manteniendo la sonrisa. – ¿De dónde has caído? ¿Sabes dónde está nuestro capitán? – Le preguntó.
– Chicos, no sé qué tanta verdad sea – dijo mientras empezaba a darse cuenta de que las cosas estaban llegando a un punto donde poco a poco se decidiría el ganador. – Pero un anciano contó algo sobre una legendaria guerrera, pero que Yoai corrompió – tomó una ligera pausa. La ciudad debería estar cerca. – Si es verdad lo que dice, es una enemiga más. Tengan cuidado… Yo voy camino a la ciudad. – Finalizó.
Necesitaba más datos de lo que el anciano estaba hablando y tenían un poco de tiempo antes de llegar por completo a la ciudad y, por ende, a la guerra. Además, al parecer, su nuevo compañero no tenía problemas en seguirlo y eso ya decía que era bastante fuerte.
– Bien, necesito todos los datos sobre esa legendaria guerrera – le empezó a decir, dejando el comunicador activado para que los de su banda se enteraran de igual manera. – Todo lo que sepas, sea creíble o no. Creo que he visto demasiado como para empezar a dudar de algo en estos momentos. Si quieres ser escuchado, tú momento ha llegado, anciano. – Le dijo sin bajar el ritmo y esperado su respuesta.
Se detuvo unos segundos al sentir como llegaba una presencia que conocía bastante bien. No tardó mucho en estrellarse a su lado y se apresuró a darle una mano para ayudarlo a levantarse. Era su subcapitán, Deathstroke. ¿De dónde carajos había llegado? Sonrió de forma tranquila.
– Hey, Death – le dijo manteniendo la sonrisa. – ¿De dónde has caído? ¿Sabes dónde está nuestro capitán? – Le preguntó.
- Zilda Q13. Blues, Death, leer (?):
- Seguir camino a la ciudad. Hablar con los de mi banda y contarles sobre la guerrera legendaria. Pedirle al anciano que me diera más datos sobre ella, dejando el comunicador abierto para que todos se enteraran de ella. Hablar con Deathstroke.
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La joven estaba algo confusa con todo lo que estaba pasando. En menos de unos segundos, Ivan dijo lo que sea de una bestia en las alcantarillas y su compañero fue con él. Elliot además de eso, se largó también de la zona y finalmente se quedó sola. La chica había escuchado las palabras de su familiar, diciéndole que sus habilidades eran mejores arriba. Ella en ese momento notó en su interior que tenía razón y por ello asintió con la cabeza de forma obediente. Allí estaba entonces, mirando el espectáculo de luces que se estaba formando en todo momento. Parecía algo digno de ver y quiso que los otros dos no se lo perdiesen de ninguna forma. Sin embargo, debía cumplir con su parte y quedarse allí.
- Esto es demasiado aburrido. Yo también habría querido ir con ellos antes de quedarme aquí sola, no hay nada que hacer.
Dijo entonces al mismo tiempo que soltaba un enorme bostezo y se cruzaba de brazos. Tomó asiento en el suelo, colocando su espalda contra una pared y cerrando los ojos. Era como si estuviese a punto de dormirse, cosa que era bastante probable ¿Cuánto llevaba despierta? Muchísimo. La noche anterior había estado nerviosa por la misión que iba a realizar y ahora después de todo lo sucedido, estaba agotada. De nuevo bostezó y finalmente quedó tumbada bocarriba, mirando al cielo con los ojos entrecerrados. Luchaba por no quedarse dormida, pero debía cumplir con las palabras dichas por Ivan. Allí abajo a lo mejor les molestaba con su estilo demoledor y de ataques en área.
- Hmm…
Se quedó un poco pensativa al mismo tiempo que cerraba los ojos y se mantenía calmada. Lentamente su respiración se hizo más profunda y su cuerpo se relajó totalmente. Pasaron unos segundos y abrió los ojos de golpe, negando con la cabeza y tratando de mantenerse despierta. No podía darse el lujo de dormirse allí mismo. Debía continuar vigilando la zona y simplemente dirigió una mirada a la dirección por la que habían ido aquellos dos. Esperaba que estuviesen charlando de cosas amistosas. No es que no se fiara de ellos, pero dos hombres juntos en espacios cerrados podían acabar mal o demasiado bien. Todo dependía del punto de vista. La chica se mantuvo con los ojos abiertos y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dormirse pese al sueño que tenía.
- Esto es demasiado aburrido. Yo también habría querido ir con ellos antes de quedarme aquí sola, no hay nada que hacer.
Dijo entonces al mismo tiempo que soltaba un enorme bostezo y se cruzaba de brazos. Tomó asiento en el suelo, colocando su espalda contra una pared y cerrando los ojos. Era como si estuviese a punto de dormirse, cosa que era bastante probable ¿Cuánto llevaba despierta? Muchísimo. La noche anterior había estado nerviosa por la misión que iba a realizar y ahora después de todo lo sucedido, estaba agotada. De nuevo bostezó y finalmente quedó tumbada bocarriba, mirando al cielo con los ojos entrecerrados. Luchaba por no quedarse dormida, pero debía cumplir con las palabras dichas por Ivan. Allí abajo a lo mejor les molestaba con su estilo demoledor y de ataques en área.
- Hmm…
Se quedó un poco pensativa al mismo tiempo que cerraba los ojos y se mantenía calmada. Lentamente su respiración se hizo más profunda y su cuerpo se relajó totalmente. Pasaron unos segundos y abrió los ojos de golpe, negando con la cabeza y tratando de mantenerse despierta. No podía darse el lujo de dormirse allí mismo. Debía continuar vigilando la zona y simplemente dirigió una mirada a la dirección por la que habían ido aquellos dos. Esperaba que estuviesen charlando de cosas amistosas. No es que no se fiara de ellos, pero dos hombres juntos en espacios cerrados podían acabar mal o demasiado bien. Todo dependía del punto de vista. La chica se mantuvo con los ojos abiertos y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dormirse pese al sueño que tenía.
- Meln:
- Tumbarse aburrida, luchar por no quedarse dormida, pues tiene muchisimo sueño.
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Biz y yo continuamos caminando por el sendero de vuelta por el que habíamos venido para reunirnos con nuestros compañeros. Podría llamarse sexto sentido o algo, pero desde lo más profundo de mi ser, estaba casi segura de que nos íbamos a llevar una buena reprimenda por habernos ido sin avisar. – No sé tú, pero creo que es probable que el capitán Kimura o puede que Tobi, nos echen un buen rapapolvo – dije con una sonrisa un tanto nerviosa.
De todos modos es lo que había, hay que saber afrontar las consecuencias de nuestros actos porque no teníamos excusa ante nuestra pequeña escapada por terreno enemigo. Eso sí, me preguntaba que le habrían hecho al extraño hombre que estaban torturando antes. ¿Habría conseguido escapar de alguna forma y los demás estarían luchando contra él en nuestra ausencia? Apresuré un poco el paso, ya que estaba como un manojo de nervios ante esa posible situación. De pronto, de la nada, una voz de una mujer resonó por todo el lugar. Decía: “Deteneos”, busqué el origen de aquella voz con la mirada pensando que un enemigo estaba próximo… pero no había nada más que edificios y silencio. ¿De dónde vendría esa voz y de quién sería? Miré a Biz preguntándole con la mirada si había escuchado aquella voz también.
Después de quedarnos quietos un momento por si volvíamos a escuchar aquella voz de vuelta, proseguimos nuestra andanza… esta vez en alerta por si las moscas. Al final, conseguimos volver junto a nuestros compañeros de flota y, efectivamente, nada más llegar Tobi nos regañó a lo que solo pude responder agachando la mirada y disculpándome por haberme ido sin decir nada a nadie. El vicealmirante y sus acompañantes se habían ido pero el carnicero de antes había vuelto junto a un extraño individuo que nos miraba con odio. *- Parece que esto va a ponerse muy, muy feo-* pensé mientras desenvainaba mi arma y me disponía a prepararme para el duro encuentro que nos esperaba.
De todos modos es lo que había, hay que saber afrontar las consecuencias de nuestros actos porque no teníamos excusa ante nuestra pequeña escapada por terreno enemigo. Eso sí, me preguntaba que le habrían hecho al extraño hombre que estaban torturando antes. ¿Habría conseguido escapar de alguna forma y los demás estarían luchando contra él en nuestra ausencia? Apresuré un poco el paso, ya que estaba como un manojo de nervios ante esa posible situación. De pronto, de la nada, una voz de una mujer resonó por todo el lugar. Decía: “Deteneos”, busqué el origen de aquella voz con la mirada pensando que un enemigo estaba próximo… pero no había nada más que edificios y silencio. ¿De dónde vendría esa voz y de quién sería? Miré a Biz preguntándole con la mirada si había escuchado aquella voz también.
Después de quedarnos quietos un momento por si volvíamos a escuchar aquella voz de vuelta, proseguimos nuestra andanza… esta vez en alerta por si las moscas. Al final, conseguimos volver junto a nuestros compañeros de flota y, efectivamente, nada más llegar Tobi nos regañó a lo que solo pude responder agachando la mirada y disculpándome por haberme ido sin decir nada a nadie. El vicealmirante y sus acompañantes se habían ido pero el carnicero de antes había vuelto junto a un extraño individuo que nos miraba con odio. *- Parece que esto va a ponerse muy, muy feo-* pensé mientras desenvainaba mi arma y me disponía a prepararme para el duro encuentro que nos esperaba.
- Balt:
- Regresar de vuelta con mis compañeros junto con Biz, asustarme por la voz, ser regañada por Tobi, ponerme en guardia para la pelea
Kaito Kazuki
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En su camino hacia el centro de la isla nada parece cambiar de los momentos anteriores, aburrimiento en medidas exageradas pues nada interesante ocurre, ni un mísero combate, ni un mísero enfrentamiento, a ese paso acabaría por oxidarse si tener forma de entrenarse, algo que le ocasiona un malhumor muy poco aconsejable, pues cuanto peor estado anímico tenga más cruel y sádica será la personalidad que tome control de la consciencia del cazador. |~ Maldito sea el momento en que respondí correctamente a aquella pregunta, quizás podría haberme entretenido con aquél verdugo un rato… ~| Dice en un susurro mientras camina con su bastón resonando en el suelo de la ciudadela. De pronto un grito de una voz femenina se escucha, y el joven se ve incapaz de ubicar el origen de la voz, pero es realmente temible. La voz comienza a echar pestes sobre los pretores, algo que confirma las sospechas del cazador, aquellos “líderes” estaban corrompidos por la sed de poder, la gloria ensució sus almas y ahora no disciernen de lo que es justo y bueno para el pueblo de lo que solo les beneficia a ellos, prueba de ello es la destrucción de las ciudades y las muertes de civiles causadas por la guerra.
En un cruce el joven peliblanco ve a un joven, pero antes siquiera de que pueda entablar conversación con él ni nada, el joven se larga a toda prisa tras una especie de carruaje con cúpula y ¿osos? Qué cosa más rara, un carruaje de osos. El espadachín no le da demasiada importancia y activa su busoushoku para defenderse de las plumas que caen, en caso de que le golpearan pues se mueve esquivándolas y tratando de no ser alcanzado, pues no sabe el daño que podrían causar ni la efectividad de su busoushoku contra las mismas. Ya que no tiene nada mejor que hacer se dirige hacia el carruaje de osos, donde la mujer que en él va tiene una expresión de ira y algo de desesperación en su rostro. En un momento el joven Kazuki mira al punto donde un halo de luz casi ciega al que lo mirara directamente apareció junto a la voz. Allí se encuentra una mujer hermosa, una larga melena violeta ondeando al viento, con una armadura como casi toda la ropa que porta, unas hermosas alas blancas, del más puro blanco, y portando una espada. |~ Menuda presencia… ~| Piensa mientras avanza más rápido para dar alcance al carruaje.
En un cruce el joven peliblanco ve a un joven, pero antes siquiera de que pueda entablar conversación con él ni nada, el joven se larga a toda prisa tras una especie de carruaje con cúpula y ¿osos? Qué cosa más rara, un carruaje de osos. El espadachín no le da demasiada importancia y activa su busoushoku para defenderse de las plumas que caen, en caso de que le golpearan pues se mueve esquivándolas y tratando de no ser alcanzado, pues no sabe el daño que podrían causar ni la efectividad de su busoushoku contra las mismas. Ya que no tiene nada mejor que hacer se dirige hacia el carruaje de osos, donde la mujer que en él va tiene una expresión de ira y algo de desesperación en su rostro. En un momento el joven Kazuki mira al punto donde un halo de luz casi ciega al que lo mirara directamente apareció junto a la voz. Allí se encuentra una mujer hermosa, una larga melena violeta ondeando al viento, con una armadura como casi toda la ropa que porta, unas hermosas alas blancas, del más puro blanco, y portando una espada. |~ Menuda presencia… ~| Piensa mientras avanza más rápido para dar alcance al carruaje.
- Balt:
- Seguir el carruaje y sorprenderse de la presencia de la mujer pelivioleta
Tsang Yue
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El joven agente se separa del grupo, al menos en parte, pues hay un par que siguen su mismo camino, sea por casualidad o de forma intencional, pero eso al joven Yue le importa realmente poco, la verdad es que no le interesa mucho quien haya con él, pero sí lo que hay a su alrededor. Una voz que resuena potente en El Encuentro, deja una sensación temible en el moreno. Aquella voz femenina no puede significar nada bueno, y menos cuando lo que dice es algo que confirma las sospechas del pelinegro, los pretores, que se daban de líderes bondadosos para con los suyos, no son más que desgraciados sedientos de poder, que sacrifican todo por obtenerlo, y para prueba solo es necesario echar un ojo a los habitantes de la isla, que de los pocos que podría haber, han muerto todos o la gran mayoría, a las ciudades y construcciones reducidas a escombros y montones de polvo por la destrucción de la guerra entre pretores. - “¿Cómo puede alguien creer que sería un buen rey si es capaz de causar esta desgracia en su propio reino y a su propio pueblo?” - Se pregunta en un susurro mientras ve como las luces de las centrales se apagan para luego volver a emitir un potente haz de luz a los cielos, dejando un precioso tono rosado muy sutil. Aquello sería digno de recordarse de no ocurrir en mitad de una guerra que ha causado demasiado daño a los habitantes de la isla y a los que fueron a “ayudar” a que un digno rey se coronara.
De pronto las luces van tomando forma, y cuando el violeta desapareces poco tarda el dorado en dejar un simple hilo de luz arremolinado, por él asciende una figura que se va formando hasta que una bella mujer se deja ver. - “Menuda preciosidad…” - Dice en un susurro sorprendido el chico de las guadañas. Es una mujer de un bello cabello violeta brillante con unas alas del más puro blanco, portando como vestimenta una armadura y en sus manos una espada. Cuando la mujer abre al fin los ojos la luz termina por desvanecerse. Pero volviendo al entorno de Tsang, en su camino unas risas, algo que llama la atención del joven que mira de reojo, y no puede evitar sorprenderse aún más con lo que ve, un esqueleto con sombrero, que aún conserva un ojo, apoyado en la iglesia. Otro ruido llama la atención del joven Tsang, quien invoca un perro que le ayudaría en combate. Alguien parece merodear entre los árboles y arbustos del bosque, por el cual el joven cp comienza a caminar, como si no temiera a nada, cosa que realmente es cierta, no hay nada que justifique temor, al menos para Yue. En su camino se encuentra un sombrero de ala ancha colgando de un árbol, en la mente de Tsang ese sombrero le quedaría la mar de bien, por lo que sin dudarlo lo toma y se lo coloca en la cabeza, total, ¿qué podría pasarle?
De pronto las luces van tomando forma, y cuando el violeta desapareces poco tarda el dorado en dejar un simple hilo de luz arremolinado, por él asciende una figura que se va formando hasta que una bella mujer se deja ver. - “Menuda preciosidad…” - Dice en un susurro sorprendido el chico de las guadañas. Es una mujer de un bello cabello violeta brillante con unas alas del más puro blanco, portando como vestimenta una armadura y en sus manos una espada. Cuando la mujer abre al fin los ojos la luz termina por desvanecerse. Pero volviendo al entorno de Tsang, en su camino unas risas, algo que llama la atención del joven que mira de reojo, y no puede evitar sorprenderse aún más con lo que ve, un esqueleto con sombrero, que aún conserva un ojo, apoyado en la iglesia. Otro ruido llama la atención del joven Tsang, quien invoca un perro que le ayudaría en combate. Alguien parece merodear entre los árboles y arbustos del bosque, por el cual el joven cp comienza a caminar, como si no temiera a nada, cosa que realmente es cierta, no hay nada que justifique temor, al menos para Yue. En su camino se encuentra un sombrero de ala ancha colgando de un árbol, en la mente de Tsang ese sombrero le quedaría la mar de bien, por lo que sin dudarlo lo toma y se lo coloca en la cabeza, total, ¿qué podría pasarle?
- Zal:
- - Sorprenderse con la aparición de la mujer y con el esqueleto
- Caminar por el bosque y coger el sombrero
Hayden Ashworth
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Rara vez el dragón encontraba algo capaz de encajar sus puñetazos como si nada. La pétrea figura resistió el golpe sin dificultad alguna. Ni siquiera había podido agrietarle. Estaba claro que no podría atravesar aquella armadura tan solo con su forma humana. Fue entonces cuando el dragón se dio cuenta. La estatua había conseguido mover su escudo para parar el golpe. No solo era increíblemente rápida, sino que además podía predecir golpes por la espalda. ¿Significaba eso que tenía dentro a un ser humano con mantra? O tal vez... ¿Pueden las máquinas tener algo similar? Le dolía la cabeza solo de pensarlo. No le gustaban esas cosas. Fue entonces cuando un grito llamó su atención. Aki, la chica pelirroja, le gritó que se apartase mientras lanzaba uno de sus ataques que el propio dragón había tenido cerca. El dragón presionó los pies contra su escudo y se impulsó, alejándose de la estatua y cayendo al suelo de pie utilizando el Geppou para no dañarse. El ataque de la pelirroja tampoco pareció resultar efectivo.
"Lo mejor será aprovechar su propio peso... Derribarlo."
El dragón pasó de nuevo a su forma híbrida, con aquellas enormes alas creciendo de nuevo a su espalda y aquellos cuernos emergiendo de su frente. Sin embargo, no era suficiente. Debía ir con todo. Respiró hondo y colocó una mano en el suelo mientras se concentraba. Poco a poco, a su alrededor, empezaba a aparecer un aura dorada. Pequeñas piedras se levantaban del suelo, como si una energía las alzara. Entonces, en una explosión de energía, el pelo del dragón se tornó dorado y de punta. Sus ojos hasta ahora ambarinos se tornaron azul claro.
El dragón desapareció del lugar y reapareció a escasos centímetros de la pierna derecha de la estatua. El dragón tenía la pierna alzada y, poco a poco, esta empezaba a tornarse de un color negro azabache y verse rodeada de llamas. Propulsada por el fuego como un cohete, propinó un fuerte puntapié a la pierna de la estatua. Sin embargo, no se detendría en aquel golpe. Nada más darlo, resultase o no, saltaría y utilizaría la propia pierna de la estatua para impulsarse de nuevo, utilizando Geppou para ganar algo de altura. Entonces, atacando de nuevo con la pierna, dirigiría un Rankyaku. Debía castigar los puntos de apoyo del ser si quería derribarla.
En cuanto efectuase sus ataques, el dragón aterrizaría de nuevo, para ver como un enorme lobo se alzaba detrás de todo, implicando con una potente voz que era un aliado. Zuko maldeciría al aire.
"Espero no verme obligado a pasar a completa..."
"Lo mejor será aprovechar su propio peso... Derribarlo."
El dragón pasó de nuevo a su forma híbrida, con aquellas enormes alas creciendo de nuevo a su espalda y aquellos cuernos emergiendo de su frente. Sin embargo, no era suficiente. Debía ir con todo. Respiró hondo y colocó una mano en el suelo mientras se concentraba. Poco a poco, a su alrededor, empezaba a aparecer un aura dorada. Pequeñas piedras se levantaban del suelo, como si una energía las alzara. Entonces, en una explosión de energía, el pelo del dragón se tornó dorado y de punta. Sus ojos hasta ahora ambarinos se tornaron azul claro.
El dragón desapareció del lugar y reapareció a escasos centímetros de la pierna derecha de la estatua. El dragón tenía la pierna alzada y, poco a poco, esta empezaba a tornarse de un color negro azabache y verse rodeada de llamas. Propulsada por el fuego como un cohete, propinó un fuerte puntapié a la pierna de la estatua. Sin embargo, no se detendría en aquel golpe. Nada más darlo, resultase o no, saltaría y utilizaría la propia pierna de la estatua para impulsarse de nuevo, utilizando Geppou para ganar algo de altura. Entonces, atacando de nuevo con la pierna, dirigiría un Rankyaku. Debía castigar los puntos de apoyo del ser si quería derribarla.
En cuanto efectuase sus ataques, el dragón aterrizaría de nuevo, para ver como un enorme lobo se alzaba detrás de todo, implicando con una potente voz que era un aliado. Zuko maldeciría al aire.
"Espero no verme obligado a pasar a completa..."
- Combate de estatuas:
Apartarme del ataque de Aki, pasar a forma híbrida y usar el Dragón interior para multiplicar mi fuerza por cuatro (2 por la forma híbrida, 2 por el Dragón interior) y atacar a la pierna del bicho, para luego fijarme en el lobo.
Fuerza: x9
Resistencia: x6
Forma híbrida: x34
El Dragón Interior: El usuario recibe, de forma temporal, un x2 en Fuerza, velocidad y resistencia durante un tiempo limitado. Sus habilidades de dragón (Aliento de fuego y gas somnífero) también se ven mejorados. Cuando pasa a este modo, un aura dorada recorre el cuerpo de Zuko y hace que su pelo se vuelva dorado y brillante, poniéndose de punta. [3 Post de Duración]
34 x 9 x 2 = x612 de Fuerza
Haki Armadura Superior
Mist D. Spanner
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Spanner se golpeó la cara contra la pared justo después de haber dicho su frase épica. Cayó hacia atrás y se llevó la mano a la nariz, gritando de dolor mientras sangraba. ¡¿Cómo es qué no ha funcionado?! Era la primera vez que el muchacho encontraba algo que no podía atravesar. ¿Haki? No, imbécil. ¿Cómo demonios van a poner haki en una pared?
- Estúpido. Ni pensar puedes -resonó la voz de Haru en su cabeza.
El chico se puso de pie. Ya no estaba junto al castillo. Bueno, sí. Pero en su mente no. Se había transportado a su propio palacio mental, buscando pensar como demonios había ocurrido aquello. Estaba en una enorme librería con ficheros, todos llenos de sus recuerdos y pensamientos.
- ¡Claro! ¡Kairoseki! Serás imbécil...
Volvió en si ante la llamada de su capitán. Se levantó del suelo entonces y, con una ceja alzada mientras se limpiaba la sangre de la cara, miró hacia donde decía el pelirrojo.
- ¿Cómo va a haber un árbol que habl...? -calló al ver el enorme árbol con cara.
Se quedó en completo silencio mientras el capitán parecía intentar negociar con el arbóreo amigo. Fue entonces cuando se fijó que la pretora de Meln, Yoai, estaba allí. Herida. Frunció el ceño. ¿Qué estaba pasando?
- Estúpido. Ni pensar puedes -resonó la voz de Haru en su cabeza.
El chico se puso de pie. Ya no estaba junto al castillo. Bueno, sí. Pero en su mente no. Se había transportado a su propio palacio mental, buscando pensar como demonios había ocurrido aquello. Estaba en una enorme librería con ficheros, todos llenos de sus recuerdos y pensamientos.
- ¡Claro! ¡Kairoseki! Serás imbécil...
Volvió en si ante la llamada de su capitán. Se levantó del suelo entonces y, con una ceja alzada mientras se limpiaba la sangre de la cara, miró hacia donde decía el pelirrojo.
- ¿Cómo va a haber un árbol que habl...? -calló al ver el enorme árbol con cara.
Se quedó en completo silencio mientras el capitán parecía intentar negociar con el arbóreo amigo. Fue entonces cuando se fijó que la pretora de Meln, Yoai, estaba allí. Herida. Frunció el ceño. ¿Qué estaba pasando?
- Meln con Zane y Kodama:
Estar un rato en el palacio mental, levantarme y escuchar a Zane(?)
Vinnie Estacado
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El mafioso sacó las garras con cuidado del interior de la garganta de uno de los soldados de Balt, dejando un pequeño reguero de sangre. Poco a poco, su sed de sangre y destrucción empezaba a verse saciada, pero seguía teniendo hambre. De su espalda recubierta de armadura negra emergió una serpiente que se lanzó rauda y veloz contra el pecho del recién cadáver y, mientras el bastón absorvía el alma del muerto, la enorme serpiente se tragaba su corazón. La serpiente volvió a meterse dentro de su cuerpo y la armadura volvió a cerrarse. Se puso de pie y, entonces, el suelo tembló. Miró a un lado y vio como el suelo se había agrietado en un area que formaba un círculo casi perfecto alrededor de una muchacha pelirroja. Cuando vio que la chica estaba atacando también a soldados de Balt, simplemente se giró, siguiendo con la suyo. Tan solo esperaba que la pelirroja no lo metiese sin querer dentro de aquel área.
Tal como esperaba, el mafioso había empezado a llamar la atención. Un soldado ligeramente distinto al resto se acercó a él. El mafioso lo miró con sus ojos rojizos e inhumanos, así como su figura demoniaca gracias a su armadura. Parecía que a aquel hombre no le asustaba el demonico aspecto del mafioso.
- Como gustes... -dijo colocando la mano frente a su cara, flexionando los dedos índice y pulgar, los cuales seguían manchados de sangre-. No puedo esperar a devorar tu corazón.
Entonces, dio una sacudida con el bastón, buscando utilizar el alma recién absorbida y empujar con la telekinesis del bastón justo la pierna del soldado para desestabilizarlo. Entonces correría hacia delante y atacaría con sus garras a la garganta.
Tal como esperaba, el mafioso había empezado a llamar la atención. Un soldado ligeramente distinto al resto se acercó a él. El mafioso lo miró con sus ojos rojizos e inhumanos, así como su figura demoniaca gracias a su armadura. Parecía que a aquel hombre no le asustaba el demonico aspecto del mafioso.
- Como gustes... -dijo colocando la mano frente a su cara, flexionando los dedos índice y pulgar, los cuales seguían manchados de sangre-. No puedo esperar a devorar tu corazón.
Entonces, dio una sacudida con el bastón, buscando utilizar el alma recién absorbida y empujar con la telekinesis del bastón justo la pierna del soldado para desestabilizarlo. Entonces correría hacia delante y atacaría con sus garras a la garganta.
- Resumen y aclaración de Meln, batalla Milena lee:
Teniendo en cuenta que no he sido mencionado en el post de Milena, a pesar de que según la moderación estamos juntos, me he visto obligado a poner que la veo desde lejos y que, por ende, los dos soldados que se nos acercan no van juntos, sino que uno va para cada uno. Que puedo decir? A nadie le gusta ser ignorado(?) xD
Devorar el corazón de mi última víctima, así como su alma con el bastón. Atacar con la telekinesis del bastón a la pierna del soldado y luego atacar a la garganta con las garras enfundadas en la armadura de la fruta (dureza del cobre, creo recordar)
Rocket Raccoon
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La explosión de la granada pareció agrietar a la estatua. El mapache escuchó la voz de Madara, pero... ¿Por qué? Era un tirador, su lugar estaba en las alturas. Bajar de la dragona sería colocarse en una posición desventajosa, donde poco podría hacer. Sin embargo, se le ocurrió otra idea. Se colocó de pie en la espalda de la dragona y se llevó la mano a la mochila de la espalda con cuidado.
- ¡Dragona! ¡Voy a ver si puedo entrar!
Entonces, antes siquiera de que pudiese responderle, saltó. Nada más saltar presionó un botón en su mochila y esta se abrió de golpe, mostrando dos alas echas de cuero. El viento golpeó sus Rat wings y se levantó en el aire. El mapache utilizó su propia habilidad para controlar el viento y, con cuidado, dirigió su planeo hasta el hombro de una de las estatuas. Debía ir rápido, antes de que aquella cosa se diese cuenta de que tenía a un "mosquito" en él. El mapache se deshizo en arena y, con cuidado, empezó a buscar juntas para poder entrar.
Si la estatua era de verdad un autómata o un robot pilotado por un ser humano, debía de tener juntas que uniesen sus piezas. Ergo, el mapache debería poder entrar dentro. El lugar lógico donde estarían las juntas más cercanas eran aquellas que unían los brazos con los hombros y los hombros con el torso. En cuanto encontrase una, si la encontraba, se colaría en ella como arena.
- ¡Dragona! ¡Voy a ver si puedo entrar!
Entonces, antes siquiera de que pudiese responderle, saltó. Nada más saltar presionó un botón en su mochila y esta se abrió de golpe, mostrando dos alas echas de cuero. El viento golpeó sus Rat wings y se levantó en el aire. El mapache utilizó su propia habilidad para controlar el viento y, con cuidado, dirigió su planeo hasta el hombro de una de las estatuas. Debía ir rápido, antes de que aquella cosa se diese cuenta de que tenía a un "mosquito" en él. El mapache se deshizo en arena y, con cuidado, empezó a buscar juntas para poder entrar.
Si la estatua era de verdad un autómata o un robot pilotado por un ser humano, debía de tener juntas que uniesen sus piezas. Ergo, el mapache debería poder entrar dentro. El lugar lógico donde estarían las juntas más cercanas eran aquellas que unían los brazos con los hombros y los hombros con el torso. En cuanto encontrase una, si la encontraba, se colaría en ella como arena.
- Campo de batalla con estatuas:
> Lanzarse con las Ratwings a una de las estatuas y buscar colarme dentro por las juntas, si es que tiene.
Aki D. Arlia
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Ni siquiera pude terminar mi estrategia; un enorme colmillo se interpuso en mi camino y me aparté al momento. Aterricé en el suelo con una pirueta y contemplé como el guardián nos negaba con la cabeza. Fruncí el ceño, eso no me cuadraba en la cabeza. Eran máquinas...¿No? Al fin y al cabo pertenecían a Zilda. Pero si eran máquinas, o muy avanzadas eran o no tenía sentido que negase con la cabeza como pretendiendo desalentarnos. Era más bien como si intentara comunicarse con nosotros para evitar el conflicto. ¿Había alguien dentro?
Zuko interrumpió mis pensamientos, cambiando de forma y volviendo a atacar al ser de la armadura. Me puse en guardia, pero antes de que pudiera hacer nada otra sombra se unió al combate tapándome la visión. El anillo de Xella vibró en mi mano y sonreí con sorpresa. Había funcionado. Silver se giró tras atacarle, mirándome con esa estúpida sonrisa. Al parecer él tampoco había tenido un día fácil. Me acerqué a él y le puse la mano en el hombro, mirando a la armadura con calma.
-¡Silver! Me alegro de que hayas llegado. No podía haber un mejor momento.
Evalué la situación, combinando mi haki mantra y mi percepción de súcubo para tratar de averigüar más sobre esa estatua, de hecho... miré alrededor. Ahora que me fijaba, cada una era distinta. Aquella contra la que estaba batallando Madara definitivamente tenía formas femeninas. Una sonrisa traviesa se formó en mi cara, ni siquiera traté de ocultarla. Pasé a forma completa y antes de salir volando le dije a mi guerrero:
-Voy a intentar una cosa. Si sale bien abrirá una brecha en su formación y podremos entrar a la catedral. Beros está dentro, sé que Dexter Black está peleando contra él. Nos interesa entrar y ver el percal; quizás podamos ayudar y poner el punto y final de una vez. Si no funciona... buscaremos otra manera de colarnos.
Me elevé hasta estar a la altura de la cara de las armaduras. Busqué en ellas, tratando de encontrar el más mínimo rastro o recuerdo del deseo que un día pudieron sentir. Si lo encontraba me dedicaría a alentarlo, enardecerlo. Lo sentía por Madara, pero si esto funcionaba le dejaría sin presa. Con esas dos armaduras haciendo manitas colarse por las vidrieras de la catedral sería un juego de niños. Intentaría que se vieran en la distancia, que se fijaran el uno en la otra. No necesitarían ni mirarse, sabrían que se deseaban en ese mismísimo momento.
Antes de ver los resultados, volví a tierra y me posé entre Zuko y Dranser. Nuevamente en guardia, me puse seria:
- Si esto funciona tendremos una importante ventaja... y no quiero que la desaprovechemos intentando cargarnos a estos bichos. Está claro que son resistentes y un combate así, contra tantas... es perder el tiempo. Si paramos a Beros se detendrán, ¿No? A ver si hay suerte. Zuko, ¿Ayudarás?
Zuko interrumpió mis pensamientos, cambiando de forma y volviendo a atacar al ser de la armadura. Me puse en guardia, pero antes de que pudiera hacer nada otra sombra se unió al combate tapándome la visión. El anillo de Xella vibró en mi mano y sonreí con sorpresa. Había funcionado. Silver se giró tras atacarle, mirándome con esa estúpida sonrisa. Al parecer él tampoco había tenido un día fácil. Me acerqué a él y le puse la mano en el hombro, mirando a la armadura con calma.
-¡Silver! Me alegro de que hayas llegado. No podía haber un mejor momento.
Evalué la situación, combinando mi haki mantra y mi percepción de súcubo para tratar de averigüar más sobre esa estatua, de hecho... miré alrededor. Ahora que me fijaba, cada una era distinta. Aquella contra la que estaba batallando Madara definitivamente tenía formas femeninas. Una sonrisa traviesa se formó en mi cara, ni siquiera traté de ocultarla. Pasé a forma completa y antes de salir volando le dije a mi guerrero:
-Voy a intentar una cosa. Si sale bien abrirá una brecha en su formación y podremos entrar a la catedral. Beros está dentro, sé que Dexter Black está peleando contra él. Nos interesa entrar y ver el percal; quizás podamos ayudar y poner el punto y final de una vez. Si no funciona... buscaremos otra manera de colarnos.
Me elevé hasta estar a la altura de la cara de las armaduras. Busqué en ellas, tratando de encontrar el más mínimo rastro o recuerdo del deseo que un día pudieron sentir. Si lo encontraba me dedicaría a alentarlo, enardecerlo. Lo sentía por Madara, pero si esto funcionaba le dejaría sin presa. Con esas dos armaduras haciendo manitas colarse por las vidrieras de la catedral sería un juego de niños. Intentaría que se vieran en la distancia, que se fijaran el uno en la otra. No necesitarían ni mirarse, sabrían que se deseaban en ese mismísimo momento.
Antes de ver los resultados, volví a tierra y me posé entre Zuko y Dranser. Nuevamente en guardia, me puse seria:
- Si esto funciona tendremos una importante ventaja... y no quiero que la desaprovechemos intentando cargarnos a estos bichos. Está claro que son resistentes y un combate así, contra tantas... es perder el tiempo. Si paramos a Beros se detendrán, ¿No? A ver si hay suerte. Zuko, ¿Ayudarás?
- Catedral :
- Intentar que la armadura contra la que estábamos y esa contra la que lucha Madara comiencen a hacer cosas nazis, dejando un hueco libre para colarnos (?)
Dexter Black
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-Hinori, el mayor peligro aquí dentro soy yo- fue lo que respondió mientras Zuko abandonaba la catedral. Las ilusiones, golpes y su furia descontrolada eran suficientes para terminar con ella si por un instante dejaba de tener en cuenta su presencia allí-. Si no te vas podría hacerte daño, y me niego a que eso suceda.
Casi diez metros de espada, una aleación de Kairoseki casi pura. Muy peligrosa, tanto que el sudor empezó a caer por su frente mientras iba haciendo cálculos. Tenía que hacerlo muy bien para lograr desequilibrarlo, pero todo se complicaba por momentos. Miró a su izquierda, y su segundo al mando estaba a su lado listo para combatir junto a él. Idiota, ¿Qué iba a ser de la banda si los dos desaparecían? "Está bien, es momento de ganar".
-Marchaos los dos, por favor. No quiero arriesgar más vidas de las necesarias- dijo, sabiendo que iba a ser ignorado. Si algo había aprendido tras tanto tiempo luchando junto a ellos era que si se les metía algo en la cabeza lo iban a cumplir hasta las últimas consecuencias.
Su cuerpo comenzó a crecer, y dos alas azules surgieron de su espalda, que se alargó hasta que una cola brillante como el zafiro ondeó, dando un chasquido. Sus manos seguían carnosas, y la única alteración en su rostro era en sus rasgos, más afilados, junto a unos colmillos más prominentes. El Legado lo dotaba de grandes capacidades, y lo que era más importante en ese momento, tamaño. Daba igual cuán fuerte pudiera llegar a ser si no podía acercarse al Pretor, máxime tras lanzarse a esa velocidad a por él, ejecutando cortes muy abiertos que dejaban al pirata expuesto ante cualquier contraataque. Si entraba en su zona de confort él ganaba, haciéndolo llevar bastantes más golpes de los que deseaba, y sin duda, más de los necesarios.
-Lo siento mucho, chicos- la Fuerza Primordial los empujaría hacia atrás, con la suficiente suavidad como para no herirlos, pero aumentaría la intensidad si trataban de resistirse.
Tras aquello, Nadia estaría en posición, y Rubí desplegado. La enorme cuchilla cubría desde su antebrazo a la punta de los dedos, y se dispuso a entrar en el área de peligro. Primer paso a velocidad normal, caminando, para dar el segundo bastante más veloz, lo justo para alejarse en la dirección del movimiento del arma, obligándolo a girar si quería cortarlo. Si lo hacía intentaría frenarlo de un potente golpe con el brazo izquierdo, oponiendo Rubí al arma, intentando desequilibrarlo momentáneamente. Si no giraba, o si lograba esos segundos que tanto necesitaba, se pondría cara a cara contra la armadura, lo más cerca del pretor que pudiese detectar con su Haki de observación.
-No mereces gobernar- diría, mientras en su cuerpo la garganta se calentaba. Suficiente para quebrar los bancos y las losas, a aquella distancia el resultado sólo podía ser uno.
Rugió. Rugió con todas sus fuerzas, haciendo que la presión de sus pulmones aplastara el suelo bajo su propio peso y las bancadas más cercanas quebrasen, saliendo volando algunas lejos de ellos, en todas direcciones. Rugió tan fuerte que sus propios oídos palpitaron, creando un sonido tan grave y penetrante que los cristales de algunas vidrieras reventaron. Y mientras aún resonaba el eco de su furia en medio del desastre, se alejó tan rápido como pudo, anulando el viento que aferraba a sus compañeros, esperando ver al pretor desequilibrado por la onda sónica, esperando que la sordera lo atacase. Esperaba que Deathstroke y Hinori entendieran por qué los había aprisionado, aunque la muchacha tal vez no lo perdonase.
Posó los pies en el suelo, evitando tocar aquella cosa negra, esperando que Beros intentara algo. No podía ser tan fácil; nunca lo era.
Casi diez metros de espada, una aleación de Kairoseki casi pura. Muy peligrosa, tanto que el sudor empezó a caer por su frente mientras iba haciendo cálculos. Tenía que hacerlo muy bien para lograr desequilibrarlo, pero todo se complicaba por momentos. Miró a su izquierda, y su segundo al mando estaba a su lado listo para combatir junto a él. Idiota, ¿Qué iba a ser de la banda si los dos desaparecían? "Está bien, es momento de ganar".
-Marchaos los dos, por favor. No quiero arriesgar más vidas de las necesarias- dijo, sabiendo que iba a ser ignorado. Si algo había aprendido tras tanto tiempo luchando junto a ellos era que si se les metía algo en la cabeza lo iban a cumplir hasta las últimas consecuencias.
Su cuerpo comenzó a crecer, y dos alas azules surgieron de su espalda, que se alargó hasta que una cola brillante como el zafiro ondeó, dando un chasquido. Sus manos seguían carnosas, y la única alteración en su rostro era en sus rasgos, más afilados, junto a unos colmillos más prominentes. El Legado lo dotaba de grandes capacidades, y lo que era más importante en ese momento, tamaño. Daba igual cuán fuerte pudiera llegar a ser si no podía acercarse al Pretor, máxime tras lanzarse a esa velocidad a por él, ejecutando cortes muy abiertos que dejaban al pirata expuesto ante cualquier contraataque. Si entraba en su zona de confort él ganaba, haciéndolo llevar bastantes más golpes de los que deseaba, y sin duda, más de los necesarios.
-Lo siento mucho, chicos- la Fuerza Primordial los empujaría hacia atrás, con la suficiente suavidad como para no herirlos, pero aumentaría la intensidad si trataban de resistirse.
Tras aquello, Nadia estaría en posición, y Rubí desplegado. La enorme cuchilla cubría desde su antebrazo a la punta de los dedos, y se dispuso a entrar en el área de peligro. Primer paso a velocidad normal, caminando, para dar el segundo bastante más veloz, lo justo para alejarse en la dirección del movimiento del arma, obligándolo a girar si quería cortarlo. Si lo hacía intentaría frenarlo de un potente golpe con el brazo izquierdo, oponiendo Rubí al arma, intentando desequilibrarlo momentáneamente. Si no giraba, o si lograba esos segundos que tanto necesitaba, se pondría cara a cara contra la armadura, lo más cerca del pretor que pudiese detectar con su Haki de observación.
-No mereces gobernar- diría, mientras en su cuerpo la garganta se calentaba. Suficiente para quebrar los bancos y las losas, a aquella distancia el resultado sólo podía ser uno.
Rugió. Rugió con todas sus fuerzas, haciendo que la presión de sus pulmones aplastara el suelo bajo su propio peso y las bancadas más cercanas quebrasen, saliendo volando algunas lejos de ellos, en todas direcciones. Rugió tan fuerte que sus propios oídos palpitaron, creando un sonido tan grave y penetrante que los cristales de algunas vidrieras reventaron. Y mientras aún resonaba el eco de su furia en medio del desastre, se alejó tan rápido como pudo, anulando el viento que aferraba a sus compañeros, esperando ver al pretor desequilibrado por la onda sónica, esperando que la sordera lo atacase. Esperaba que Deathstroke y Hinori entendieran por qué los había aprisionado, aunque la muchacha tal vez no lo perdonase.
Posó los pies en el suelo, evitando tocar aquella cosa negra, esperando que Beros intentara algo. No podía ser tan fácil; nunca lo era.
- Interior de la Catedral:
- Trato de molestar al robot, moviéndome a la misma velocidad de su arma para de pronto darle un golpe. Dejo a elección del moderador si mi ropa es salpicada de esa cosa negra. Si mi estrategia funciona, le rujo en la cara.
Nivel 90: Puede generar vientos huracanados que destruyan edificios de tamaño medio. Su rugido es tan potente que una persona normal a menos de diez metros saldría despedida hasta esa distancia y ensordece completamente a alguien que esté a menos de dos metros.
Aparte, alejo (o lo intento, igual se zafan) a mis compis para no dejarlos sordos, y luego los libero.
Rainbow662
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-Ese bicho está loco -respondió al rubio. A pesar de que ese tipo iba por ahí persiguiendo a gente con sombreros, comprobó aliviado que compartía su aversión por el estrafalario gyojin. Aunque no terminó de entender lo de la libélula.
Juntos, llegaron a una iglesia. El pirata ignoró las ansias de saqueo de su nuevo compañero, tratando de que no se le notase lo cutre que le parecía que quisiese vaciar el cepillo de la iglesia. Pobre, seguramente necesitaría dinero. ¿Y si le daba una moneda o dos? Aunque iba bien vestido como para ser un vagabundo.
Aquella zona era de lo más ruidosa, pero seguramente sería por algún tipo de celebración. Al fin y al cabo, las luces parecían ser parte de una fiesta. "Un momento, ¿luces?". No se había fijado en que ahora todo brillaba. ¿Y quién diablos había gritado? "¿Es que a esta hora toca el espectáculo? Espero que ahora no se ponga nadie a cantar", pensó Arribor al ver como el cielo brillaba como un enorme arcoiris. Era tan bonito como desconcertante, casi como salido del final de un cuento infantil barato. Pero si tenía que elegir entre eso o aguantar a Maki, sin duda prefería lo primero.
Afortunadamente nadie cantó; desafortunadamente, una mujer salida de la nada comenzó a soltar un discurso de lo más intenso sobre... bueno, a saber. Arribor estaba más concentrado en el esqueleto que había junto al árbol.
-Anda mira, ahí estaba el del sombrero.
Claro que, por eso mismo, lo de los pájaros dejando caer sus férreas plumas mientras volaban le pilló desprevenido. Una de ellas casi le saca un ojo pero no le fue difícil apartarla de un manotazo. Por otra parte, de nuevo empezó a congregarse allí un grupo de gente, uno de ellos Zack, que por suerte se había dejado al pez atrás.
-Este sitio se vuelve cada vez más loco -comentó en voz alta. Luego se giró hacia su nakama-. Vuelvo en un segundo, a ver si me entero de qué va esto.
Sin esperar respuesta, hizo una pequeña plataforma con su sangre, se subió encima y la hizo elevarse para ir a hablar con la señora con alas. Igual le explicaba porqué todos los pirados del mundo parecían haber quedado allí para merendar.
- Sarka:
- Hacer una plataforma con su sangre, y usarla para volar hasta donde está la mujer con alas para charlar con ella
Osuka Sumisu
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Se acabó, la pequeña vena de la frente de Osu iba a estallar. El robot le tenía, en palabras menores, hasta la punta de su miembro viril. Si todo lo que había usado era imposible iba a tener improvisar con cosas mejores, aunque ya sin su oportuno aumento de velocidad y la bendición de su compañera gyojin.
La máquina ignoro directamente toda negociación posible entre el revolucionario y aquello. Como respuesta, el autómata ataco a la pelirroja y mientras esperaba que consiguiese esquivarlo. El demonio aprovecho la ocasión para apresar los pies de la maquina al suelo.
- Muy bien, robot toca cojones. He querido hacerlo por las buenas, pero es hora de que digas adiós.
De un pisotón, dos murallas de unos seis metros emergieron en cada lado del robot. Después, con un chasquido en cada mano, las paredes se cubrieron de densas puas bastantes afiladas. Para terminar, junto las manos, a la vez que lo hacían los muros, intentando hacer un sándwich de piedra y acero con el autómata.
Estuviese destruido o solo inmovilizado por aquel amasijo de clavos de piedra, cogió el Den Den de su bolsillo para contactar con el Oficial de su división.
- Oficial Krauser, aquí demonio plateado. El asunto del robot está acabado, creo.- Cogió un segundo de respiro para recuperarse y siguió.- Me dispongo a ir a vuestra posición con aliados. Creo que también estaba en la reunión con Dexter.
Se giró hacia ese par, dándose cuenta de que no sabía el nombre de los jóvenes que le habían apoyado durante el combate.
- Gracias por darme “apoyo tactico”. Soy Osuka, aunque todos me llaman Osu. ¿Tengo el placer de conocer el nombre de la encantadora señorita y su amigable acompañante?
En cuestión de labia, Osu era un poco desvergonzado. Aunque el dijese que la gente se le quería igual.
La máquina ignoro directamente toda negociación posible entre el revolucionario y aquello. Como respuesta, el autómata ataco a la pelirroja y mientras esperaba que consiguiese esquivarlo. El demonio aprovecho la ocasión para apresar los pies de la maquina al suelo.
- Muy bien, robot toca cojones. He querido hacerlo por las buenas, pero es hora de que digas adiós.
De un pisotón, dos murallas de unos seis metros emergieron en cada lado del robot. Después, con un chasquido en cada mano, las paredes se cubrieron de densas puas bastantes afiladas. Para terminar, junto las manos, a la vez que lo hacían los muros, intentando hacer un sándwich de piedra y acero con el autómata.
Estuviese destruido o solo inmovilizado por aquel amasijo de clavos de piedra, cogió el Den Den de su bolsillo para contactar con el Oficial de su división.
- Oficial Krauser, aquí demonio plateado. El asunto del robot está acabado, creo.- Cogió un segundo de respiro para recuperarse y siguió.- Me dispongo a ir a vuestra posición con aliados. Creo que también estaba en la reunión con Dexter.
Se giró hacia ese par, dándose cuenta de que no sabía el nombre de los jóvenes que le habían apoyado durante el combate.
- Gracias por darme “apoyo tactico”. Soy Osuka, aunque todos me llaman Osu. ¿Tengo el placer de conocer el nombre de la encantadora señorita y su amigable acompañante?
En cuestión de labia, Osu era un poco desvergonzado. Aunque el dijese que la gente se le quería igual.
- Osu, Neo y Yoko:
- Hacerle una "doncella de hierro" al robot con piedra
Dejar al robot y dirigirse a la posicion de Krauser
- Krau, lee cerda(?):
- Informar a tito Krau y decirle que va para hacia donde este el
Elya Edelweiss
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Al escuchar las palabras de Milena, me quedé clavada en el sitio. La miré con los ojos muy abiertos, sin poder creerme lo que me estaba contando. ¿Cómo podía haber alguien tan cruel? ¿Qué culpa tenía el niño, que ni había respirado por primera vez? Normal que estuviera enfadada. Compadecía a aquellos que se cruzaran con la chica, pero tenía todo el derecho del mundo a aprovechar la guerra para desahogarse. Para cosas peores la utilizaba otra gente. La miró a los ojos y tan solo le dijo una frase:
-Dame su nombre. Si le veo, pagará su merecido antes de que te lo traiga.
Escucharía su respuesta, si la había, antes de marchar a la batalla. Se alejó de la chica como le había pedido y prácticamente saltó al combate. Comenzó a repartir golpes y a defenderse y atacar con su lanza. Pronto, se sumió en el ritmo de la batalla. Su respiración se normalizó y sus movimientos se hicieron más certeros. El corazón le latía en los oídos, pero el nerviosismo se había ido, llevándose todos sus pensamientos secundarios. Golpe, estocada, salto, agáchate, patada, salto de nuevo... una, y otra, y otra vez. Como en un macabro ballet, la sangre la salpicaba igual que al suelo y ella ni siquiera la sentía. De repente, se dio cuenta de dos cosas.
La primera es que cerca de frente a ella, inmerso también en la pelea, había un hombre de aspecto extraño. De refilón divisó dos ojos rojos y a sus oídos llegó ahogada una frase sobre un corazón. Extraño. Le habría prestado más atención de no ser porque alguien se le acercaba. Y parecía más centrado que la gente contra la que había estado peleando.
Iba a ir a por él, cuando una luz gloriosa la hizo frenar en seco. A su alrededor, la batalla se paró por unos segundos mientras escuchaban a esa mujer celestial. Elya tragó saliva y cayó al suelo hincando la rodilla. No sabía quien era, pero para ella eso era lo único correcto. Hablaba de los pretores, eso lo sabía. Ni uno solo parecía salvarse de la reprimenda que estaban recibiendo, ¿Cómo podían aguantarlo? Solo a ella ya le pitaban los oídos y la mujer, o el ser más bien, ni siquiera sabía de su existencia. Cuando al fin el espectáculo cesó, apenas tuvo tiempo de rodar a un lado para evitar el ataque. La batalla seguía, por supuesto. Así que apretó los dientes y volvió al combate, meneando la cabeza para sacudirse las tonterías de encima. Pero al fin, volvió a fijarse en ese soldado que todavía iba hacia ella. No podía flaquear.
Echó a correr hacia él y saltó en el aire arma en mano, tratando de clavársela en la traquea y atenta para modificar su trayectoria si el hombre hacía algo extraño.
-Dame su nombre. Si le veo, pagará su merecido antes de que te lo traiga.
Escucharía su respuesta, si la había, antes de marchar a la batalla. Se alejó de la chica como le había pedido y prácticamente saltó al combate. Comenzó a repartir golpes y a defenderse y atacar con su lanza. Pronto, se sumió en el ritmo de la batalla. Su respiración se normalizó y sus movimientos se hicieron más certeros. El corazón le latía en los oídos, pero el nerviosismo se había ido, llevándose todos sus pensamientos secundarios. Golpe, estocada, salto, agáchate, patada, salto de nuevo... una, y otra, y otra vez. Como en un macabro ballet, la sangre la salpicaba igual que al suelo y ella ni siquiera la sentía. De repente, se dio cuenta de dos cosas.
La primera es que cerca de frente a ella, inmerso también en la pelea, había un hombre de aspecto extraño. De refilón divisó dos ojos rojos y a sus oídos llegó ahogada una frase sobre un corazón. Extraño. Le habría prestado más atención de no ser porque alguien se le acercaba. Y parecía más centrado que la gente contra la que había estado peleando.
Iba a ir a por él, cuando una luz gloriosa la hizo frenar en seco. A su alrededor, la batalla se paró por unos segundos mientras escuchaban a esa mujer celestial. Elya tragó saliva y cayó al suelo hincando la rodilla. No sabía quien era, pero para ella eso era lo único correcto. Hablaba de los pretores, eso lo sabía. Ni uno solo parecía salvarse de la reprimenda que estaban recibiendo, ¿Cómo podían aguantarlo? Solo a ella ya le pitaban los oídos y la mujer, o el ser más bien, ni siquiera sabía de su existencia. Cuando al fin el espectáculo cesó, apenas tuvo tiempo de rodar a un lado para evitar el ataque. La batalla seguía, por supuesto. Así que apretó los dientes y volvió al combate, meneando la cabeza para sacudirse las tonterías de encima. Pero al fin, volvió a fijarse en ese soldado que todavía iba hacia ella. No podía flaquear.
Echó a correr hacia él y saltó en el aire arma en mano, tratando de clavársela en la traquea y atenta para modificar su trayectoria si el hombre hacía algo extraño.
- zilda:
- Pelear, fangirlear de la chica volante, notice vinnie, saltar sobre el soldado a lo yolo
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Me acercaba a la batalla más lentamente de lo que me gustaría, pero al menos ya podía verla.
Me detuve unos segundos con intención de recuperar el aliento antes de continuar mi carrera hacia la Ciudad, cuando todo se volvió violeta. Miré a mi alrededor para ver unos haces de luces procedentes de mis espaldas, probablemente emitidos desde las centrales de la costa, que se dirigían hacia el centro de la isla y allí, convergían en una torre de luz violeta que me dejó boquiabierta. Pude escuchar entonces una voz femenina resonando en mis oídos.
No estaba gritando, pero era capaz de oírla a pesar de que no podía atisbar su procedencia.
Al mirar al cielo, pude ver a una especie de ángel con un pelirrojo encima un poco más allá, pero aquella voz me hizo ignorarlos casi al instante.
Estaba casi segura de que aquella voz procedía del lugar donde se habían encontrado los haces de luz: Ciudad Imperial.
Casi podía atisbar una figura flotando en la lejanía.
Allí era hacia donde debía dirigirme, sin duda.
Pude ver entonces a Klaus revoloteando en dirección a la ciudad con expresión bobalicona. Casi parecía hechizado.
-Klaus. ¿Conoces a esa mujer? -pregunté, frunciendo el ceño.
- Sí. Me gusta esa señora -afirmó el robot, con tono meloso.
Parpadeé intentando descifrar algún razonamiento válido con la poca información de la que disponía, pero no tenía tiempo de pararme a meditar, así que continué mi carrera en dirección a la ciudad.
Me detuve unos segundos con intención de recuperar el aliento antes de continuar mi carrera hacia la Ciudad, cuando todo se volvió violeta. Miré a mi alrededor para ver unos haces de luces procedentes de mis espaldas, probablemente emitidos desde las centrales de la costa, que se dirigían hacia el centro de la isla y allí, convergían en una torre de luz violeta que me dejó boquiabierta. Pude escuchar entonces una voz femenina resonando en mis oídos.
No estaba gritando, pero era capaz de oírla a pesar de que no podía atisbar su procedencia.
Al mirar al cielo, pude ver a una especie de ángel con un pelirrojo encima un poco más allá, pero aquella voz me hizo ignorarlos casi al instante.
Estaba casi segura de que aquella voz procedía del lugar donde se habían encontrado los haces de luz: Ciudad Imperial.
Casi podía atisbar una figura flotando en la lejanía.
Allí era hacia donde debía dirigirme, sin duda.
Pude ver entonces a Klaus revoloteando en dirección a la ciudad con expresión bobalicona. Casi parecía hechizado.
-Klaus. ¿Conoces a esa mujer? -pregunté, frunciendo el ceño.
- Sí. Me gusta esa señora -afirmó el robot, con tono meloso.
Parpadeé intentando descifrar algún razonamiento válido con la poca información de la que disponía, pero no tenía tiempo de pararme a meditar, así que continué mi carrera en dirección a la ciudad.
- Resumen Meln:
Ver los haces de luz, escuchar la voz, seguir mi camino hacia la ciudad.
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Un calorcillo desagradable ascendió por mi espalda hasta llegarme a la nuca, mientras el pelo se me erizaba ligeramente y yo apretaba los labios con fuerza. Aquel tipo allí abajo... Su mera presencia me provocaba sentir una rabia que desconocía hasta entonces.
"El falso Yoai..." Pensé, con mi mirada fija en él.
Aquel hombre... él era el culpable de que yo estuviera en aquella situación. Él se había aprovechado de mi ingenuidad y deseo de ayudar a los necesitados, y si bien normalmente esto no me importa demasiado, en este caso había sido demasiado grave como para ignorarlo. Su engaño me había costado unirme a una guerra en la que no pintaba nada, y peor de todo: lo había hecho desde la peor facción de todas, aquella que más se oponía a mis ideales. ¿Cómo debía mirar a la cara ahora a mis compañeros marines, sabiendo que apoyé (incluso si fue por poco tiempo) a un ejercito mancillado y corrupto, que no solo no dudaría en matar a civiles inocentes sino que encima buscaría hacerlo? El enfado que tenía conmigo mismo solo era comparable al que tenía con aquel anciano, y su pretora.
Por suerte o por desgracia, tuve que ocultarme rápidamente, pues alguien (a quien no quiero señalar por educación) cometió la insensatez de hacer un ruido delator. Esperé un pequeño rato, y cuando aquellas personas allí reunidas continuaron hablando, pude permitirme relajarme de nuevo.
Volvía a estar en calma. Mente fría. Aquel falso Yoai no podía salir de todo esto sin castigo, la justicia debía ser impartida, pero no me encontraba en un estado adecuado para combatir. Y con aquella facción sin escrúpulos no sabía lo que podía encontrarme si decidía plantar cara directamente. ¿Y si ellos tenían más espadas como la que encontramos afuera? De algún sitio tenía que haber salido, no era descabellado imaginar que tal vez fuera anteriormente posesión de algún otro general de Meln... No, definitivamente no era el momento ni el lugar para dejarme llevar por mis emociones. Debía pensar con lógica y razonamiento, los cuales me decía que lo mejor era seguir recabando información antes de tomar una decisión definitiva.
- Escuchad... - susurré lo más bajito que pude, tras tocarle el hombro a mis dos compañeros para llamar su atención. -... Deberíamos irnos, asegurarnos de que no hay guardias, buscar unas escaleras que bajen hasta ahí. - Señalé vagamente hacia el piso inferior. - Antes de que nos descubran. - Puntualicé.
No esperaba que me hicieran mucho caso, parecían ambos bastante dispuestos a simplemente saltar y meterse de lleno en el "fregao." Pero si por algún milagro escuchaban mi petición, aguardaría un poco a ver si los ancianos decían algo interesante o importante, antes de intentar alejarme tan sigilosamente como pudiera, buscando con la mirada en la sala anterior los pasillos, entradas y aberturas que hubieran. Tal vez había alguna puerta que no había visto antes.
"El falso Yoai..." Pensé, con mi mirada fija en él.
Aquel hombre... él era el culpable de que yo estuviera en aquella situación. Él se había aprovechado de mi ingenuidad y deseo de ayudar a los necesitados, y si bien normalmente esto no me importa demasiado, en este caso había sido demasiado grave como para ignorarlo. Su engaño me había costado unirme a una guerra en la que no pintaba nada, y peor de todo: lo había hecho desde la peor facción de todas, aquella que más se oponía a mis ideales. ¿Cómo debía mirar a la cara ahora a mis compañeros marines, sabiendo que apoyé (incluso si fue por poco tiempo) a un ejercito mancillado y corrupto, que no solo no dudaría en matar a civiles inocentes sino que encima buscaría hacerlo? El enfado que tenía conmigo mismo solo era comparable al que tenía con aquel anciano, y su pretora.
Por suerte o por desgracia, tuve que ocultarme rápidamente, pues alguien (a quien no quiero señalar por educación) cometió la insensatez de hacer un ruido delator. Esperé un pequeño rato, y cuando aquellas personas allí reunidas continuaron hablando, pude permitirme relajarme de nuevo.
Volvía a estar en calma. Mente fría. Aquel falso Yoai no podía salir de todo esto sin castigo, la justicia debía ser impartida, pero no me encontraba en un estado adecuado para combatir. Y con aquella facción sin escrúpulos no sabía lo que podía encontrarme si decidía plantar cara directamente. ¿Y si ellos tenían más espadas como la que encontramos afuera? De algún sitio tenía que haber salido, no era descabellado imaginar que tal vez fuera anteriormente posesión de algún otro general de Meln... No, definitivamente no era el momento ni el lugar para dejarme llevar por mis emociones. Debía pensar con lógica y razonamiento, los cuales me decía que lo mejor era seguir recabando información antes de tomar una decisión definitiva.
- Escuchad... - susurré lo más bajito que pude, tras tocarle el hombro a mis dos compañeros para llamar su atención. -... Deberíamos irnos, asegurarnos de que no hay guardias, buscar unas escaleras que bajen hasta ahí. - Señalé vagamente hacia el piso inferior. - Antes de que nos descubran. - Puntualicé.
No esperaba que me hicieran mucho caso, parecían ambos bastante dispuestos a simplemente saltar y meterse de lleno en el "fregao." Pero si por algún milagro escuchaban mi petición, aguardaría un poco a ver si los ancianos decían algo interesante o importante, antes de intentar alejarme tan sigilosamente como pudiera, buscando con la mirada en la sala anterior los pasillos, entradas y aberturas que hubieran. Tal vez había alguna puerta que no había visto antes.
- resumen los cuatro... digo tres fantásticos:
- Escuchar, sugerir silenciosamente buscar una manera de bajar y asegurarnos de que no hayan guardias, escuchar de nuevo a ver si se dice algo interesante o importante, y si Syxel y Noah me van a seguir regreso a la sala anterior buscando puertas, pasillos o lo que sea que pudiera conducir a unas escaleras.
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Había sido demasiado ambicioso pensar que realmente podía hacer daño real a aquella armadura gigante. A pesar de haber golpeado el que bajo mi vista de ingeniero parecía un punto flaco no le había hecho nada. Bueno, al menos no se podía decir que no lo había intentado, mis nuevos aliados sin duda sabrían agradecer esto. O al menos eso pensé en un primer momento antes de darme cuenta que habían ignorado completamente mi presencia. Vale que había entrado de forma sigilosa y que quizá la protección que habían usado para bloquear el golpe del enemigo les impedía la visión, pero eso no era excusa para quedarse sin reaccionar. Sin duda no se estaban tomando la pelea en serio, si no ya habrían lanzado algún contraataque contra aquella cosa. El ver la pasividad del grupo me molestaba en gran medida, pero aún estaba dispuesto a brindarles mi ayuda si se lanzaban a la batalla.
Al ver que la barrera se partía por un lado mi cara cambió completamente, al fin se habían decidido. O al menos eso creí hasta que vi que el carro guiado por osos que había salido de la protección no se dispuso a ayudarme, tan sólo salió a toda velocidad en dirección a un puente que había a escasos metros de nosotros. La rabia me invadió casi inmediatamente, era increíble que me fuesen a vender de aquella forma cuando había intentado ayudarles. Si esa traición no fuera poco, la armadura, que hasta ese entonces había estado entretenida golpeando la barrera del extraño material e intentando alcanzar el carro de osos, se giró hacia mí. Sabía que estaba jodido, no podía yo solo con aquella cosa, iba a tener que largarme de aquel sitio cuanto antes.
-Puta Dafne.- dije en un susurro cuando vi a la armadura levantar su arma.
Aunque no hubiese tenido el haki de observación habría sabido que venía a continuación. Tenía que moverme rápido si no quería que la enorme espada del gigante metálico me aplastase. Haciendo gala de mi velocidad salté rodando hacia un lado, con lo que logré esquivar bastante justo el ataque. Había logrado evitar ser partido por la mitad, pero la fuerza de la armadura era tremenda. Casi al instante de impactar su arma contra el suelo, se formó un cráter, la tierra cercana se sacudió y se formó una onda que me lanzó a unos cuantos metros.
El golpe que recibí contra el suelo me aturdió bastante, aunque conseguí volver en mí sacudiendo un poco la cabeza. Entre la nube de polvo que se formó pude ver como el color del cielo se enrarecía y una voz preciosa comenzaba a hablar. Sin duda me había golpeado la cabeza, comencé a pensar mientras me levantaba. Tardé unos segundos en darme cuenta de que estaba equivocado, la voz no era causa del golpe, no estaba alucinando, provenía de una mujer al otro lado del puente. Esta comenzó un discurso, pero estaba demasiado ocupado intentando escapar de la maldita armadura, por lo que no pude atender bien a las cosas que decía.
Era consciente de que el polvo no iba a durar mucho concentré mi energía para dar una palmada ensordecedora y lancé dos diales de humo negro activados cerca de la armadura para dificultar su percepción. Hecho esto, activé el camuflaje de mi cubierta protectora junto con su anulador de sensores para evitar que la armadura pudiese saber mi posición. Esperaba que eso fuese suficiente para darme la oportunidad de escapar, por lo que sin perder el tiempo comencé a moverme hacia la figura que había aparecido sobre la iglesia. No tenía claro lo que era, pero parecía importante, seguro que con ella estaba la forma de salir beneficiado de esa guerra.
Ya comenzando a atravesar el puente decidí asegurarme de que la estatua metálica no me podía seguir en caso de que lograse discernir mi posición por lo que usé dos diales de hielo para congelar parte del puente y que no pudiese pasar sin resbalarse.
A medida que avanzaba la voz iba sonando más fuerte y tenía mejor visión. Parecía que mi idea había sido pesia. La mujer de voz angelical quería acabar con todos los presentes en aquella isla, y al otro lado había más armaduras como las que me había atacado al otro lado. Parecía que al fin estaba enredado en el medio de la batalla. No tenía a donde ir, en cualquier dirección había peligro y destrucción. Me gustaba probarme a mí mismo y ver de que era capaz, pero eso era demasiado. Una guerra no es un combate cuerpo a cuerpo ni un deporte de riesgo, en ellas no hay diversión ni posibilidad de ganar, era algo que había aprendido hace tiempo. Había sido un iluso pensando que podía sacar algún beneficio de la situación. Ahora lo veía, no tenía nada que ganar, tan sólo debía luchar por mantenerme vivo. Si lo lograba ya sería algo que agradecer.
Se podía ver una mezcla de rabia, tristeza y miedo en mis ojos, no sabía a donde ir. A mi frente la batalla era mucho más feroz, aunque si volví atrás debería luchar cara a cara contra la armadura. Era una decisión difícil, pero el dolor que me provocó notar como se me clavaba un fragmento metálico en la espalda me forzó a tomar una decisión. El centro de la batalla parecía mejor opción, ahí al menos parecía que las armaduras tenían más problemas para centrar sus golpes en un mismo objetivo. Decidido me arranqué la pluma de metal de la espalda, activé mi armadura de energía y agarré con fuerza mis sinawali. La batalla por mi vida esperaba, por lo que comencé a correr hacia el frente con cuidado de no recibir el impacto otra de las plumas metálicas que habían empezado a caer por la zona.
Al ver que la barrera se partía por un lado mi cara cambió completamente, al fin se habían decidido. O al menos eso creí hasta que vi que el carro guiado por osos que había salido de la protección no se dispuso a ayudarme, tan sólo salió a toda velocidad en dirección a un puente que había a escasos metros de nosotros. La rabia me invadió casi inmediatamente, era increíble que me fuesen a vender de aquella forma cuando había intentado ayudarles. Si esa traición no fuera poco, la armadura, que hasta ese entonces había estado entretenida golpeando la barrera del extraño material e intentando alcanzar el carro de osos, se giró hacia mí. Sabía que estaba jodido, no podía yo solo con aquella cosa, iba a tener que largarme de aquel sitio cuanto antes.
-Puta Dafne.- dije en un susurro cuando vi a la armadura levantar su arma.
Aunque no hubiese tenido el haki de observación habría sabido que venía a continuación. Tenía que moverme rápido si no quería que la enorme espada del gigante metálico me aplastase. Haciendo gala de mi velocidad salté rodando hacia un lado, con lo que logré esquivar bastante justo el ataque. Había logrado evitar ser partido por la mitad, pero la fuerza de la armadura era tremenda. Casi al instante de impactar su arma contra el suelo, se formó un cráter, la tierra cercana se sacudió y se formó una onda que me lanzó a unos cuantos metros.
El golpe que recibí contra el suelo me aturdió bastante, aunque conseguí volver en mí sacudiendo un poco la cabeza. Entre la nube de polvo que se formó pude ver como el color del cielo se enrarecía y una voz preciosa comenzaba a hablar. Sin duda me había golpeado la cabeza, comencé a pensar mientras me levantaba. Tardé unos segundos en darme cuenta de que estaba equivocado, la voz no era causa del golpe, no estaba alucinando, provenía de una mujer al otro lado del puente. Esta comenzó un discurso, pero estaba demasiado ocupado intentando escapar de la maldita armadura, por lo que no pude atender bien a las cosas que decía.
Era consciente de que el polvo no iba a durar mucho concentré mi energía para dar una palmada ensordecedora y lancé dos diales de humo negro activados cerca de la armadura para dificultar su percepción. Hecho esto, activé el camuflaje de mi cubierta protectora junto con su anulador de sensores para evitar que la armadura pudiese saber mi posición. Esperaba que eso fuese suficiente para darme la oportunidad de escapar, por lo que sin perder el tiempo comencé a moverme hacia la figura que había aparecido sobre la iglesia. No tenía claro lo que era, pero parecía importante, seguro que con ella estaba la forma de salir beneficiado de esa guerra.
Ya comenzando a atravesar el puente decidí asegurarme de que la estatua metálica no me podía seguir en caso de que lograse discernir mi posición por lo que usé dos diales de hielo para congelar parte del puente y que no pudiese pasar sin resbalarse.
A medida que avanzaba la voz iba sonando más fuerte y tenía mejor visión. Parecía que mi idea había sido pesia. La mujer de voz angelical quería acabar con todos los presentes en aquella isla, y al otro lado había más armaduras como las que me había atacado al otro lado. Parecía que al fin estaba enredado en el medio de la batalla. No tenía a donde ir, en cualquier dirección había peligro y destrucción. Me gustaba probarme a mí mismo y ver de que era capaz, pero eso era demasiado. Una guerra no es un combate cuerpo a cuerpo ni un deporte de riesgo, en ellas no hay diversión ni posibilidad de ganar, era algo que había aprendido hace tiempo. Había sido un iluso pensando que podía sacar algún beneficio de la situación. Ahora lo veía, no tenía nada que ganar, tan sólo debía luchar por mantenerme vivo. Si lo lograba ya sería algo que agradecer.
Se podía ver una mezcla de rabia, tristeza y miedo en mis ojos, no sabía a donde ir. A mi frente la batalla era mucho más feroz, aunque si volví atrás debería luchar cara a cara contra la armadura. Era una decisión difícil, pero el dolor que me provocó notar como se me clavaba un fragmento metálico en la espalda me forzó a tomar una decisión. El centro de la batalla parecía mejor opción, ahí al menos parecía que las armaduras tenían más problemas para centrar sus golpes en un mismo objetivo. Decidido me arranqué la pluma de metal de la espalda, activé mi armadura de energía y agarré con fuerza mis sinawali. La batalla por mi vida esperaba, por lo que comencé a correr hacia el frente con cuidado de no recibir el impacto otra de las plumas metálicas que habían empezado a caer por la zona.
- Raghersir Cohorte de Balard:
- Enfadarme porque el grupo no reacciona y una se ha pirado en un carro. Odiar a Dafne. Esquivar por los pelos el golpe de la armadura recibiendo algo de daño. Usar el Manual Fusrodah y dos diales de humo negro para entorpecer la percepción de la armadura. Activar mi cubierta protectora con el anulador de sensores para que le cueste aún mas detectarme. Dirigirme hacia el puente. Usar diales de hielo para congelar rápidamente el principio del puente para evitar que me siga. Blablabla la guerra es mala y estoy jodido. Recibir la puñalada de una de las plumas metálicas. Arrancarla, activar mi armadura de energía y salir corriendo hacia el otro lado del puente mientras esquivo más plumas. Esperar que allí, aunque la batalla sea más encarnizada, las armaduras no me hagan tanto focus.
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Al final no parece que pudiera apartarme a tiempo, aunque por suerte me encontraba en el límite del alcance del ataque de Kedra. La onda expansiva me tiró al suelo, y cuando me pude incorporar todo lo que veía era plantas chamuscadas y a la bestia causante de ello en medio del caos, impasible.
Aquello que sentía... ¿Era miedo? Ciertamente, sería de necios no sentir miedo ante aquella muestra de poder destructivo. No era un miedo tonto, como miedo a la oscuridad o a los insectos... Era miedo a que aquel ser decidiera darse la vuelta y me hiciera lo mismo que a Flowey. Era miedo a descubrir que un día tuviera que enfrentarme a él, lo cual podía no ser nunca, o ser ya mismo. Era miedo a la muerte, algo que no sentía desde hacía demasiado tiempo.
Flubber regresó a su forma de masa voladora, temblando toda su superficie de forma lenta y metódica, casi como los latidos de un corazón. Creo que me estaba dando a entender que estaba algo cansado, o tal vez fuera su forma de expresar que él también tenía miedo. Vibrando durante un momento, como un escalofrío, procedió después a posarse sobre mi cabeza. Allí se aplanó y extendió por la parte superior de mi cráneo, tomando un color blanco y mimetizándose a modo de ocultación.
- Te entiendo, colega. - Susurré, deseando en ese momento poder hacer lo mismo y fundirme con el suelo. Pero no podía hacerlo, así que tendría que tratar de hablar con Kedra y apelar a su autocontrol. - Esto... ejem...
Tomé una breve pausa para pensar bien en lo que quería decir. No parecía adecuado hacer chistes sobre perros, lo mismo se enfadaba más... Tampoco parecía que fuera a apreciar ningún tipo de broma o chiste, de todas formas. Mientras sopesaba las palabras en mi cabeza, hice que los Gaster Blaster volviera a mí, y regresaran a sus plataformas en mi espalda para recargarse. No habían agotado ni un tercio de su energía cada uno, pero nunca estaba de más tenerlos al cien por cien.
- ¿Estás bien, compañero? - Le pregunté a Kedra en voz alta para que me escuchase desde donde estaba, al tiempo que me iba acercando lentamente hacia él. - Se acabó, has acabado con ella, no quedan enemigos cerca. - Dije, pensando que tal vez eso lo hiciera regresar a su forma humana. Con la cual sería mucho más cómodo hablar, desde luego.
Aquello que sentía... ¿Era miedo? Ciertamente, sería de necios no sentir miedo ante aquella muestra de poder destructivo. No era un miedo tonto, como miedo a la oscuridad o a los insectos... Era miedo a que aquel ser decidiera darse la vuelta y me hiciera lo mismo que a Flowey. Era miedo a descubrir que un día tuviera que enfrentarme a él, lo cual podía no ser nunca, o ser ya mismo. Era miedo a la muerte, algo que no sentía desde hacía demasiado tiempo.
Flubber regresó a su forma de masa voladora, temblando toda su superficie de forma lenta y metódica, casi como los latidos de un corazón. Creo que me estaba dando a entender que estaba algo cansado, o tal vez fuera su forma de expresar que él también tenía miedo. Vibrando durante un momento, como un escalofrío, procedió después a posarse sobre mi cabeza. Allí se aplanó y extendió por la parte superior de mi cráneo, tomando un color blanco y mimetizándose a modo de ocultación.
- Te entiendo, colega. - Susurré, deseando en ese momento poder hacer lo mismo y fundirme con el suelo. Pero no podía hacerlo, así que tendría que tratar de hablar con Kedra y apelar a su autocontrol. - Esto... ejem...
Tomé una breve pausa para pensar bien en lo que quería decir. No parecía adecuado hacer chistes sobre perros, lo mismo se enfadaba más... Tampoco parecía que fuera a apreciar ningún tipo de broma o chiste, de todas formas. Mientras sopesaba las palabras en mi cabeza, hice que los Gaster Blaster volviera a mí, y regresaran a sus plataformas en mi espalda para recargarse. No habían agotado ni un tercio de su energía cada uno, pero nunca estaba de más tenerlos al cien por cien.
- ¿Estás bien, compañero? - Le pregunté a Kedra en voz alta para que me escuchase desde donde estaba, al tiempo que me iba acercando lentamente hacia él. - Se acabó, has acabado con ella, no quedan enemigos cerca. - Dije, pensando que tal vez eso lo hiciera regresar a su forma humana. Con la cual sería mucho más cómodo hablar, desde luego.
- Restos de Flowey (Kedra lee (???)):
- Caer al suelo, tener miedo, recuperar los Blasters y acercarme lentamente a Kedra mientras le hablo.
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Tan solo cenizas, es lo que quedaba del brutal ataque del pirata. El enorme lobo de cinco metros se hallaba con una rodilla en el suelo, con una amenazante aura recorriéndole y sus ojos de color azulado, sin pupilas. La enorme bestia respiraba agitada por el ataque realizado, el cual había exterminado aquella cosa sin problema alguno. Entonces fue cuando se miró las manos algo confuso. Anuló su haki armadura y simplemente ladeó la cabeza. El enorme monstruo escuchó la voz del esqueleto a su espalda y no tardó en darse la vuelta. Sus fríos ojos como el hielo se clavaron en aquella persona y lentamente fue avanzando hacia ella. El fuego de sus puños aumentó su intensidad y su ceño se frunció mientras avanzaba directo a él. Estando ya cerca, se preparó para lanzarse, pero entonces se autogolpeó en el rostro, tirándose al suelo así mismo.
El lobo se quedó tirado unos momentos y poco a poco fue volviendo a la forma humana, teniendo algo de sangre en el labio inferior. Todas sus técnicas desaparecieron y lo siguiente que hizo fue respirar de forma agitada. El lobo se miró las manos despacio, observando algunos restos de cenizas en ellos. Su expresión cambió a una algo más seria entonces. Apretó los dientes con algo de rabia y después impactó su puño contra el suelo, agrietándolo debido a la fuerza que poseía. No podía creer que hubiese estado a punto de atacar al esqueleto sin motivo. A continuación escupió algo de sangre y después miró directamente a su compañero a los ojos con una expresión bastante seria.
- Lo siento. No puedo creer que Dexter tuviese razón.
Dijo en un tono más bajo lo último. Continuaba siendo un maldito monstruo y cuando activaba todo su poder le costaba controlarse. La rabia se apoderó de él y volvió a golpear el suelo de forma violenta. Poco a poco una sonrisa irónica se fue formando en su rostro. Le siguió una suave carcajada un poco falsa y después una más alta. Era demasiada graciosa la situación. No tardó mucho en colocarse en pie y mirar fijamente a su compañero. No tenía tiempo que perder, pues debía ayudar a su hermano cuanto antes. Dexter era su mejor amigo y no quería dejarle solo y mucho menos fallarle. El cuerpo del lobo negro estaba recubierto de cenizas también y tenía leves quemaduras. Chasqueó la lengua y lo siguiente que hizo fue entrecerrar los ojos. A continuación trató de estirar su mano derecha hacia el esqueleto, esperando a que la estrechase o no ¿Qué sentiría? Había notado cierto temor en aquella persona que no le había hecho nada malo.
- No debes temerme, chico. Ahora, vayamos a ayudar al dragón ¿Está bien? – Le diría en un tono calmado mientras empezaba a trotar siguiendo el olor del yonkou.
El lobo se quedó tirado unos momentos y poco a poco fue volviendo a la forma humana, teniendo algo de sangre en el labio inferior. Todas sus técnicas desaparecieron y lo siguiente que hizo fue respirar de forma agitada. El lobo se miró las manos despacio, observando algunos restos de cenizas en ellos. Su expresión cambió a una algo más seria entonces. Apretó los dientes con algo de rabia y después impactó su puño contra el suelo, agrietándolo debido a la fuerza que poseía. No podía creer que hubiese estado a punto de atacar al esqueleto sin motivo. A continuación escupió algo de sangre y después miró directamente a su compañero a los ojos con una expresión bastante seria.
- Lo siento. No puedo creer que Dexter tuviese razón.
Dijo en un tono más bajo lo último. Continuaba siendo un maldito monstruo y cuando activaba todo su poder le costaba controlarse. La rabia se apoderó de él y volvió a golpear el suelo de forma violenta. Poco a poco una sonrisa irónica se fue formando en su rostro. Le siguió una suave carcajada un poco falsa y después una más alta. Era demasiada graciosa la situación. No tardó mucho en colocarse en pie y mirar fijamente a su compañero. No tenía tiempo que perder, pues debía ayudar a su hermano cuanto antes. Dexter era su mejor amigo y no quería dejarle solo y mucho menos fallarle. El cuerpo del lobo negro estaba recubierto de cenizas también y tenía leves quemaduras. Chasqueó la lengua y lo siguiente que hizo fue entrecerrar los ojos. A continuación trató de estirar su mano derecha hacia el esqueleto, esperando a que la estrechase o no ¿Qué sentiría? Había notado cierto temor en aquella persona que no le había hecho nada malo.
- No debes temerme, chico. Ahora, vayamos a ayudar al dragón ¿Está bien? – Le diría en un tono calmado mientras empezaba a trotar siguiendo el olor del yonkou.
- Equipo Zafiro [Con Sans]:
- Destransformación, pensar, hablar con Sans, correr siguiendo el olor de Dexter.
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Xemnas pasaba de las luces y las voces, era como si no le importasen nada. Él mantenía aquella sonrisa en su rostro y simplemente avanzaba a toda pastilla tratando de llegar hasta el jefe. Sabía que Misa iba junto a él y que pronto podrían llegar hasta la zona de batalla. El chico estaba viviendo de nuevo otra guerra, pero esta vez en el bando que deseaba. Su velocidad poco a poco fue disminuyendo para no cansarse mucho. Dirigió una mirada a la capitana que corría a su lado y después de unos momentos le dedicó una sonrisa dulce. Se frenó un momento cortándole el paso y después de unos instantes agachó la cabeza. Le levantó el pulgar en señal de victoria y después la miró fijamente a los ojos.
- Misa… Eres mi mayor tesoro ¿Me recordarás?
Le dijo entonces con una expresión un poco apenada. Sin esperar respuesta, empezó a correr de nuevo. El rubio sabía que era posible que no viviese mucho más. Si no moría en aquella guerra con las heridas que ya tenía, lo podría hacer en cualquier otro lado. La vida de un marine era realmente difícil y para suerte de él, estaba saliéndole todo bien. Al fin pudo ver a su líder y no tardó mucho en colocarse al lado derecho de Al, dedicándole una sonrisa y frenándose en seco. Tomó aire después de la carrera y entonces golpeó sus puños entre ellos, mostrando una expresión de emoción en su rostro.
- Ya estoy aquí, mi líder.
Dijo con un tono amable. Al mismo tiempo desenvainó su enorme espadón, dirigiendo su mirada hacia las enormes estatuas de doce metros de alto. Dio un paso adelante y señaló a una de aquellas cosas con su arma. En su rostro se pudo ver una expresión calmada. Detectó mediante su haki las presencias de Taiga, Madara y Kasai. Aquello se iba a volver bastante entretenido si todos sus amigos estaban allí. También había visto volar a Kai. Fue entonces cuando una energía azulada y pálida empezó a recorrer al marine despacio.
- A la espera de órdenes, jefe.
- Misa… Eres mi mayor tesoro ¿Me recordarás?
Le dijo entonces con una expresión un poco apenada. Sin esperar respuesta, empezó a correr de nuevo. El rubio sabía que era posible que no viviese mucho más. Si no moría en aquella guerra con las heridas que ya tenía, lo podría hacer en cualquier otro lado. La vida de un marine era realmente difícil y para suerte de él, estaba saliéndole todo bien. Al fin pudo ver a su líder y no tardó mucho en colocarse al lado derecho de Al, dedicándole una sonrisa y frenándose en seco. Tomó aire después de la carrera y entonces golpeó sus puños entre ellos, mostrando una expresión de emoción en su rostro.
- Ya estoy aquí, mi líder.
Dijo con un tono amable. Al mismo tiempo desenvainó su enorme espadón, dirigiendo su mirada hacia las enormes estatuas de doce metros de alto. Dio un paso adelante y señaló a una de aquellas cosas con su arma. En su rostro se pudo ver una expresión calmada. Detectó mediante su haki las presencias de Taiga, Madara y Kasai. Aquello se iba a volver bastante entretenido si todos sus amigos estaban allí. También había visto volar a Kai. Fue entonces cuando una energía azulada y pálida empezó a recorrer al marine despacio.
- A la espera de órdenes, jefe.
- Afueras de catedral:
- Hablar con Misa, llegar hasta Al, y hablarle.
Yoko Littner
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Por desgracia Yoko no encontró nada dentro de aquel robot. Sus esperanzas se desvanecieron en segundos al pensar que ya no podrían resolver esto hablando. El robot se dio la vuelta y la miró con los ojos rojizos. La pelirroja también lo miró. Sabía que aquella máquina los entendía y comprendía, pero se negaba a razonar y... ante eso solo quedaba usar la fuerza. Yoko no se movió hasta que su mantra la anticipó de lo que planeaba el robot.
Esquivó el taladro mecánico a tiempo, impidiendo que la rozase. Después miró al rubio, al parecer se había enfadado tanto que decidió actuar de una vez. Yoko se apartó lo suficiente hasta quedarse al lado de Neo, para no intervenir en aquel "ataque". La pelirroja estaba perpleja al ver como controlaba la piedra.
Esperaba con ansias de que el golpe acabase de una vez con el robot, no podían quedar más que añicos con semejantes piedras. Yoko miró al rubio, el cual estaba hablando con otra persona, aunque el nombre le sonaba bastante...
-No ha sido nada - Respondió con una agradable sonrisa - Soy Yoko.
Tras esto, aún con las pistolas en mano, las guardó en su cintura.
-Al fin... - Miró con cansancio la jaula de piedra del robot. Después se dirigió a Osu -. ¿Dónde está situado? - Inquirió refiriéndose al oficial -. Da igual, te seguimos. No quiero perder más tiempo aquí.
Esquivó el taladro mecánico a tiempo, impidiendo que la rozase. Después miró al rubio, al parecer se había enfadado tanto que decidió actuar de una vez. Yoko se apartó lo suficiente hasta quedarse al lado de Neo, para no intervenir en aquel "ataque". La pelirroja estaba perpleja al ver como controlaba la piedra.
Esperaba con ansias de que el golpe acabase de una vez con el robot, no podían quedar más que añicos con semejantes piedras. Yoko miró al rubio, el cual estaba hablando con otra persona, aunque el nombre le sonaba bastante...
-No ha sido nada - Respondió con una agradable sonrisa - Soy Yoko.
Tras esto, aún con las pistolas en mano, las guardó en su cintura.
-Al fin... - Miró con cansancio la jaula de piedra del robot. Después se dirigió a Osu -. ¿Dónde está situado? - Inquirió refiriéndose al oficial -. Da igual, te seguimos. No quiero perder más tiempo aquí.
- Balt:
- -Esquivar el robot.
-Seguir a Osu.
Tenebrex
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Realmente fue un alivio que los supuestos enemigos cambiaran su trayecto, presumiblemente para no confrontar al equipo de la Quimera (más el marine). Durante el breve instante que tardaron en entrar, Osu volvió a venir a la mente de Edward.
-"Ahora que lo pienso, ¿dónde andará Osu? Ese robot no creo que le haya puesto en verdaderos aprietos, ¿estará ya de camino?" -Se preguntaba, más por curiosidad que por preocupación, pues confiaba bastante en sus capacidades. Antes había dudado un poco, pero teniendo en cuenta que Krauser lo había dejado solo y confiando en el criterio de este, Osu debía estar sano y salvo.
Ya en el interior, pudo observar que todo era un verdadero descontrol. El equipo entero su sumó a la lucha sin más dilación. Había muchísimo ruido y apenas podía oírse cosa alguna aparte de sonidos metálicos, gritos y el ruido de gente desplomándose... Y la chillona voz del enano, cómo no. Sin embargo, hubo una voz que hizo temblar toda la base, una voz femenina que gritaba: "Deteneos". Su origen era imposible de identificar y la sangrienta batalla continuaba, por lo que apenas cambió un ápice la situación aunque podía oírse como seguía hablando.
Llegado el momento, Krauser pidió al grupo que se reagrupara e intentó detener aquel desmadre con palabras, para evitar tener que tomar más vidas. El tono (y el enorme espadón) eran bastante amenazantes y Edward, incluso estando en el mismo bando, fue intimidado. Él desconocía qué resultado tendría la "apelación" del demonio de la niebla, pero lo que era innegable es que habría que ser muy tonto, muy loco o ambas para seguir con el enfrentamiento a sabiendas del enemigo que se buscarían. Edward nunca ha estado de acuerdo con eso de matar a los enemigos, pero desde luego no se iba a enfrentar a Krauser por ello, al fin y al cabo, si no fuera por ellos, ya se habrían matado todos entre ellos.
-"Ahora que lo pienso, ¿dónde andará Osu? Ese robot no creo que le haya puesto en verdaderos aprietos, ¿estará ya de camino?" -Se preguntaba, más por curiosidad que por preocupación, pues confiaba bastante en sus capacidades. Antes había dudado un poco, pero teniendo en cuenta que Krauser lo había dejado solo y confiando en el criterio de este, Osu debía estar sano y salvo.
Ya en el interior, pudo observar que todo era un verdadero descontrol. El equipo entero su sumó a la lucha sin más dilación. Había muchísimo ruido y apenas podía oírse cosa alguna aparte de sonidos metálicos, gritos y el ruido de gente desplomándose... Y la chillona voz del enano, cómo no. Sin embargo, hubo una voz que hizo temblar toda la base, una voz femenina que gritaba: "Deteneos". Su origen era imposible de identificar y la sangrienta batalla continuaba, por lo que apenas cambió un ápice la situación aunque podía oírse como seguía hablando.
Llegado el momento, Krauser pidió al grupo que se reagrupara e intentó detener aquel desmadre con palabras, para evitar tener que tomar más vidas. El tono (y el enorme espadón) eran bastante amenazantes y Edward, incluso estando en el mismo bando, fue intimidado. Él desconocía qué resultado tendría la "apelación" del demonio de la niebla, pero lo que era innegable es que habría que ser muy tonto, muy loco o ambas para seguir con el enfrentamiento a sabiendas del enemigo que se buscarían. Edward nunca ha estado de acuerdo con eso de matar a los enemigos, pero desde luego no se iba a enfrentar a Krauser por ello, al fin y al cabo, si no fuera por ellos, ya se habrían matado todos entre ellos.
- Team Quimera:
- Acordarme de Osu (no he puesto nada de su llamada porque no sé en qué circustancia la recibiremos, si seguiremos combatiendo o estaremos en paz). Oír la voz pero darse cuenta de que no cambia la situación y cagarme con la amenaza de Krau.
Abby
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La princesa chasqueó la lengua, molesta. Su compañero tampoco era capaz de percibir nada así que lo mejor era abandonar el lugar cuanto antes y quitarse esas cosas de la cabeza. Azula estaba segura de que a lo mejor era un efecto de su cabeza, pero al parecer, Castor también lo pensaba. Probablemente estuviesen en peligro, pero eran un buen equipo y a pesar de los calambres que se llevaba siempre su pobre amigo, no le tenía rencor.
En cuanto aligeraron el paso mantuvieron una agradable charla. Quizás si se despejaban un poco sobre lo de las miradas se sentirían mejor, aunque no parecía hacer mucho efecto. La incomodidad perduraba. Azula no podía evitar reírse ante el comentario de Castor, siempre era un exagerado.
-Esos festines que te das son bombas a tu cuerpo - dijo con una sonrisa, refiriéndose a la salud del cuerpo -. Sería interesante visitar las instalaciones. Además, ¿monos que piden droga? Peores cosas se han visto, pero deseo observarlas con mis propios ojos. Espero esa tarjeta con ganas.
Tras la amena charla, Azula divisó a lo lejos a un hombre. Era enorme y en cuanto llegaron reconoció su cara. Nunca tuvo contacto con él, pero los carteles de recompensa le delataban. En cuanto llegó hasta él, se presentó. Drake era su nombre. Al parecer el pobre estaba perdido en mitad de la guerra.
-Soy Azula, y estamos en la misma situación que tú. No tenemos la más mínima idea de qué está pasando. Mi compañero y yo nos dirigíamos hacia el oeste, por si te sirve de ayuda. Pero todo lo que hay por aquí son escombros y ruinas, no encontrarás nada yendo hacia alguna dirección.
En cuanto aligeraron el paso mantuvieron una agradable charla. Quizás si se despejaban un poco sobre lo de las miradas se sentirían mejor, aunque no parecía hacer mucho efecto. La incomodidad perduraba. Azula no podía evitar reírse ante el comentario de Castor, siempre era un exagerado.
-Esos festines que te das son bombas a tu cuerpo - dijo con una sonrisa, refiriéndose a la salud del cuerpo -. Sería interesante visitar las instalaciones. Además, ¿monos que piden droga? Peores cosas se han visto, pero deseo observarlas con mis propios ojos. Espero esa tarjeta con ganas.
Tras la amena charla, Azula divisó a lo lejos a un hombre. Era enorme y en cuanto llegaron reconoció su cara. Nunca tuvo contacto con él, pero los carteles de recompensa le delataban. En cuanto llegó hasta él, se presentó. Drake era su nombre. Al parecer el pobre estaba perdido en mitad de la guerra.
-Soy Azula, y estamos en la misma situación que tú. No tenemos la más mínima idea de qué está pasando. Mi compañero y yo nos dirigíamos hacia el oeste, por si te sirve de ayuda. Pero todo lo que hay por aquí son escombros y ruinas, no encontrarás nada yendo hacia alguna dirección.
- Zal:
- -Charlar con Castor y ayudar a Drake.
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