Ban Midou IV
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Después de unos momentos caminando, el chico llegó hasta donde se hallaba Meneror combatiendo con un tipo bastante raro. Él por su parte había terminado su batalla y lo siguiente que hizo fue meter ambas manos en los bolsillos. No pensaba meterse si no era una orden o si veía al peliblanco peligrar mucho. Tenía su honor de espadachín ante todo y entonces fue cuando soltó un pequeño suspiro. Desde aquella distancia podía verlos sin problemas. Continuaba pensando en la persona que había matado hacía tan solo unos minutos. Le había pesado más que todas las vidas que había quitado. Trató de mantenerse serio e impasible, pero se notaba que no estaba cómodo consigo mismo.
El mafioso ardiente entonces empezó a observar la pelea entre su líder y el otro tipo. Sinceramente, esperaba que el peliblanco terminase rápido con la pelea, pues no pensaba quitarle su gloria si no era por los motivos anteriores. Entrecerró los ojos despacio y después de unos momentos apretó el puño derecho con algo de rabia ¿Qué culpa tenía Ai de lo pasado? Ninguna. Encima había roto el comunicador. Ban chasqueó la lengua furioso consigo mismo y por ello chocó sus propios nudillos contra su frente, haciéndose una pequeña brecha por la que empezó a sangrar. Su mente estaba hecha un verdadero lío. La culpa de todo la tenía la destrucción de su clan.
- Eichi, Ai… Supongo que… No, no lo creo…
Dijo en un susurro al mismo tiempo que algo de lava bajaba desde su frente hasta las mejillas y un poco de humo negro surgía de su espalda. Entonces se quedó quieto mirando a su jefe pelear, esperando algún momento para ayudarle si la cosa peligraba o esperando sus órdenes. Por su parte, la guerra había terminado, pues casi no quedaban enemigos poderosos, al menos en aquella zona en la que estaba. Notaba las presencias del luchador Zero y el peliblanco de la reunión cerca, pero debía admitir que no le interesaban para nada.
El mafioso ardiente entonces empezó a observar la pelea entre su líder y el otro tipo. Sinceramente, esperaba que el peliblanco terminase rápido con la pelea, pues no pensaba quitarle su gloria si no era por los motivos anteriores. Entrecerró los ojos despacio y después de unos momentos apretó el puño derecho con algo de rabia ¿Qué culpa tenía Ai de lo pasado? Ninguna. Encima había roto el comunicador. Ban chasqueó la lengua furioso consigo mismo y por ello chocó sus propios nudillos contra su frente, haciéndose una pequeña brecha por la que empezó a sangrar. Su mente estaba hecha un verdadero lío. La culpa de todo la tenía la destrucción de su clan.
- Eichi, Ai… Supongo que… No, no lo creo…
Dijo en un susurro al mismo tiempo que algo de lava bajaba desde su frente hasta las mejillas y un poco de humo negro surgía de su espalda. Entonces se quedó quieto mirando a su jefe pelear, esperando algún momento para ayudarle si la cosa peligraba o esperando sus órdenes. Por su parte, la guerra había terminado, pues casi no quedaban enemigos poderosos, al menos en aquella zona en la que estaba. Notaba las presencias del luchador Zero y el peliblanco de la reunión cerca, pero debía admitir que no le interesaban para nada.
- Sarka:
- Mirar la pelea de Meneror esperando orden de intervenir o ver peligrar mucho al jefe. Pensar en cosas.
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La mirada del luchador se clavó en el enorme palacio. Ladeó un poco la cabeza al escuchar tantos ruidos venir de él y lo siguiente que hizo fue soltar un pequeño suspiro. Entonces acarició la cabeza de su gusano, el cual se había enroscado de nuevo en su brazo. Al parecer, tenía alguna especie de relación con aquella persona que Zero exterminó. Lo que no entendió fue ¿Por qué la llamaba puta de los rayos? Además se sorprendió cuando el chico la venció y ahora no quería que nadie viese el rostro de ella. El joven guepardo sintió mucha curiosidad y empezó a caminar hacia aquel palacio tranquilamente. Fue en ese preciso instante cuando alzó un poco la voz para contestarle.
- Hacia ese palacio. Por cierto ¿Qué puedes contarme de ti? Me gustaría saber cuál es tu historia si no te es incómodo contarla. Te he notado algo mal con lo pasado…
El luchador entonces empezó a caminar tranquilamente, pues no tenía ninguna prisa. Ahora estaba más centrado en su pequeño compañero que en llegar al sitio de los ruidos. Ya se imaginaba lo que podía ser teniendo en cuenta que estaban en una guerra, más guerra. Soltó un pequeño suspiro y simplemente esperó paciente.
Debía admitir que le inquietaba la forma en que el gusano trató a la mujer enorme de cabellos verdes. También pensaba que se trataba de su tío reencarnado, pero empezaba a pensar en cosas diferentes. Ese gusano tenía ahora toda su atención. Además, tenía un estilo de lucha bastante sádico y cruel. Debía admitir que prefería los golpes violentos, pero tampoco estaba mal. Se quedó callado mientras avanzaba esperando las palabras de aquel ser que llevaba acompañándole toda la batalla.
- Hacia ese palacio. Por cierto ¿Qué puedes contarme de ti? Me gustaría saber cuál es tu historia si no te es incómodo contarla. Te he notado algo mal con lo pasado…
El luchador entonces empezó a caminar tranquilamente, pues no tenía ninguna prisa. Ahora estaba más centrado en su pequeño compañero que en llegar al sitio de los ruidos. Ya se imaginaba lo que podía ser teniendo en cuenta que estaban en una guerra, más guerra. Soltó un pequeño suspiro y simplemente esperó paciente.
Debía admitir que le inquietaba la forma en que el gusano trató a la mujer enorme de cabellos verdes. También pensaba que se trataba de su tío reencarnado, pero empezaba a pensar en cosas diferentes. Ese gusano tenía ahora toda su atención. Además, tenía un estilo de lucha bastante sádico y cruel. Debía admitir que prefería los golpes violentos, pero tampoco estaba mal. Se quedó callado mientras avanzaba esperando las palabras de aquel ser que llevaba acompañándole toda la batalla.
- Sarka:
- Ir hacia el palacio mientras le pregunto al gusano.
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Suspiró. Dexter había salido y proclamó algunas palabras que la pillaron por sorpresa. Entonces si era él el que estaba luchando en lo que era la antigua catedral. Miró a los lados y se empezó a acercar al grupo de Xemnas. Había escuchado la orden de Al, así que era lo que iba a hacer. Observó en esa dirección y vio al ángel. ”Si la derrotamos, seguramente, pongamos fin a todo” – tragó saliva nerviosa. El ruido que se había ocasionado venía de ella y, sobre todo, la isla vibró a la par que eso pasaba. Igual que caían algunas de las otras estatuas. Todo se estaba desmoronando, literalmente. Vio cómo es que el suelo se empezaba a resquebrajar.
– Mierda…
Empezó a correr a toda velocidad. Por suerte, sus pastillas estaban aún activas, así que su velocidad era tremenda. No tardó mucho en llegar a una zona segura y se dio la vuelta, viendo cómo es que un enorme agujero se había formado. Miró por él, pero solo veía oscuridad. ”¿Qué tan profundo será y que habrá ahí abajo?” – los haces de luz la había impresionado, pero no tanto como esto. De hecho, era una de las cosas que más captó su atención. Por sobre la aparición del ángel y sus palabras.
– ¿Qué carajos está pasando? – dijo, notando que el efecto llegaba a su fin. Suspiró notando algo de cansancio, pero nada muy grave. – ¿Xemnas? ¿Dónde está? – miró a los lados desesperada, buscándolo. – No me digas… – no, era imposible que él hubiera caído, ¿no? Aunque si estaba claro que esa armadura le quitaba mucha velocidad. Observó al agujero, con el corazón apretado. ¿Qué haría si él estaba ahí abajo? – ¡Xemnas! ¡Responde! – Gritó de forma desesperada. ¿Dónde estaba? En su estado, dudaba que pudiera levantarse si caía desde una gran altura… ¿Dónde estaba?
– Mierda…
Empezó a correr a toda velocidad. Por suerte, sus pastillas estaban aún activas, así que su velocidad era tremenda. No tardó mucho en llegar a una zona segura y se dio la vuelta, viendo cómo es que un enorme agujero se había formado. Miró por él, pero solo veía oscuridad. ”¿Qué tan profundo será y que habrá ahí abajo?” – los haces de luz la había impresionado, pero no tanto como esto. De hecho, era una de las cosas que más captó su atención. Por sobre la aparición del ángel y sus palabras.
– ¿Qué carajos está pasando? – dijo, notando que el efecto llegaba a su fin. Suspiró notando algo de cansancio, pero nada muy grave. – ¿Xemnas? ¿Dónde está? – miró a los lados desesperada, buscándolo. – No me digas… – no, era imposible que él hubiera caído, ¿no? Aunque si estaba claro que esa armadura le quitaba mucha velocidad. Observó al agujero, con el corazón apretado. ¿Qué haría si él estaba ahí abajo? – ¡Xemnas! ¡Responde! – Gritó de forma desesperada. ¿Dónde estaba? En su estado, dudaba que pudiera levantarse si caía desde una gran altura… ¿Dónde estaba?
- Balt:
- Seguir la orden de Al y dirigirse al Oeste. Sorprenderse por todo y preocuparse al no ver a Xemnas.
Bizvan
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No parecía que nadie tuviera la intención de marcharse, aunque el panorama no parecía ser el más apropiado.* No tiene caso preocuparme por algo que aún no ocurre… Le dejaré ese problema al Bizvan del futuro.
Antes de comenzar con el avance, Tobías sugirió que algunos deberían ir a realizar reconocimiento e intentar ofrecer ayuda a los ciudadanos heridos a causa del ataque anterior. Antes de sugerir que esa acción se llevara a cabo por cual quiera menos el capitán y él (Tobías), Gusi tomó la iniciativa y nos ordenó a Ciaran y a mí seguirlo.
No tenía idea de que ella presentara habilidades medicas.* ¿Podría ser una psicóloga? *si ese fuera el caso estaría mucho más cerca de cumplir mi objetivo.* Aunque pensándolo bien, en la situación actual sería más conveniente un cirujano… Es muy probable que mi compañera se encuentre enfocada en esa rama de la medicina. *solo especulaba, pero tomando en cuenta nuestro objetivo actual era bastante probable. Ya hablaría con ella más tarde.
Seguí al peliblanco, el lugar se encontraba bastante desolado, ahora sabía que más personas se encontraban en este sitio, sin embargo no se encontró rastro de algún civil herido* Debieron marcharse hace tiempo o la mayoría debe de estar refugiándose en un edificio grande.
Durante un buen rato caminamos sin que nada interesante se presentara… Bueno, para Gusi encontrar un par de pantalones podría haber sido algo sumamente interesante. Por alguna razón me sentí un poco bien al verlo actuar de la manera normal. No tenía idea de si solo se encontraba actuando o realmente su capacidad de aceptar las culeradas de la vida era asombrosa. Por un momento pensé en realizar una broma sobre sugerirle buscar a alguien que le colocara un miembro ciborg con función de vibrador y rotación (tomo un taladro), aunque al final no abrí la boca para nada… No era mi estilo realizar ese tipo de comentarios.
Continuamos caminado hasta llegar a lo que parecía ser una catedral. Los signos de haberse llevado una gran batalla en ese lugar. Pedazos de armaduras se encontraban en el suelo, signos de lo que parecía ser un temblor habían dejado estragos, y personas de las cuales no reconocí a ninguna. Mientras observaba el panorama, me percaté de la presencia del resto de mi nakamas. Tobías se acercó hasta donde nos encontrábamos, aunque su interés parecía estar fijado en el peliblanco.
- Iré a revisar si alguien necesita algo de ayuda. –comenté a Gusi justo en el momento que Tobí se acercó para hablar con él.
No parecía que mi ayuda fuera a ser necesitada, pero no debería haber problemas dar una rápida inspección a los presentes, aunque evitaría acercarme a aquellos que ya estaban siendo atendidos.
Antes de comenzar con el avance, Tobías sugirió que algunos deberían ir a realizar reconocimiento e intentar ofrecer ayuda a los ciudadanos heridos a causa del ataque anterior. Antes de sugerir que esa acción se llevara a cabo por cual quiera menos el capitán y él (Tobías), Gusi tomó la iniciativa y nos ordenó a Ciaran y a mí seguirlo.
No tenía idea de que ella presentara habilidades medicas.* ¿Podría ser una psicóloga? *si ese fuera el caso estaría mucho más cerca de cumplir mi objetivo.* Aunque pensándolo bien, en la situación actual sería más conveniente un cirujano… Es muy probable que mi compañera se encuentre enfocada en esa rama de la medicina. *solo especulaba, pero tomando en cuenta nuestro objetivo actual era bastante probable. Ya hablaría con ella más tarde.
Seguí al peliblanco, el lugar se encontraba bastante desolado, ahora sabía que más personas se encontraban en este sitio, sin embargo no se encontró rastro de algún civil herido* Debieron marcharse hace tiempo o la mayoría debe de estar refugiándose en un edificio grande.
Durante un buen rato caminamos sin que nada interesante se presentara… Bueno, para Gusi encontrar un par de pantalones podría haber sido algo sumamente interesante. Por alguna razón me sentí un poco bien al verlo actuar de la manera normal. No tenía idea de si solo se encontraba actuando o realmente su capacidad de aceptar las culeradas de la vida era asombrosa. Por un momento pensé en realizar una broma sobre sugerirle buscar a alguien que le colocara un miembro ciborg con función de vibrador y rotación (tomo un taladro), aunque al final no abrí la boca para nada… No era mi estilo realizar ese tipo de comentarios.
Continuamos caminado hasta llegar a lo que parecía ser una catedral. Los signos de haberse llevado una gran batalla en ese lugar. Pedazos de armaduras se encontraban en el suelo, signos de lo que parecía ser un temblor habían dejado estragos, y personas de las cuales no reconocí a ninguna. Mientras observaba el panorama, me percaté de la presencia del resto de mi nakamas. Tobías se acercó hasta donde nos encontrábamos, aunque su interés parecía estar fijado en el peliblanco.
- Iré a revisar si alguien necesita algo de ayuda. –comenté a Gusi justo en el momento que Tobí se acercó para hablar con él.
No parecía que mi ayuda fuera a ser necesitada, pero no debería haber problemas dar una rápida inspección a los presentes, aunque evitaría acercarme a aquellos que ya estaban siendo atendidos.
- Resumen Balt C.W.:
- -Seguir a Gusi. -Pensar en cosas sin importancia. -Ver el panorama a las afueras de la catedral. -indicarle a Gusi que iré a revisar si alguien necesita atención medica.
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Por más que miraba no era capaz de encontrar nada interesante. Las ruinas habían sepultado la mayor parte de la superficie del suelo, así que si había algo allí abajo, no podría desenterrarlo con mis débiles manos huesudas... Por otra parte, me extrañaba que para ser una catedral, solo contara con una sala importante... bueno, lo que queda de ella. Esperaba alguna habitación contigua, o un segundo piso, o algo, pero debió derrumbarse todo durante la lucha entre los titanes.
Decepcionado, suspiré y me dí la vuelta para regresar a la entrada, cuando a mitad de camino la tierra tembló. Asustado, hice aparecer uno de los Blaster y me sujeté a él mientras ascendía unos centímetros en el aire, temiendo que el suelo se fuera a caer bajo mis pies, aunque por suerte o por desgracia al final no ocurrió nada... Al menos no donde me encontraba yo.
Al llegar donde se suponía que había dejado a los otros, pude ver que casi todos se había marchado ya. Y tenía una ligera sospecha de hacia adonde, viendo que justo a las afueras de la catedral, donde se suponía que debía haber suelo, y gente, y armaduras, y esas cosas... Bueno, digamos que solo había un boquete.
Al asomarme al borde del vacío pude ver que al fondo había algo parecido a un montón de tierra rodeado por agua, y cada vez menos agua a medida que más tierra y escombros caían encima. También allí habían varias figuras, y pude reconocer a Dexter y compañía además a de a otras cuantas caras más o menos conocidas. ¿Qué coño hacía allí abajo? No parecían heridos, así que seguramente lo mismo que yo: explorar. No negaré que me decepcionaba un poco saber que se me habían adelantado, aunque la idea de que hubiera algún pasaje subterráneo por lo menos parecía ser mi pequeña victoria.
Usando de nuevo el Blaster como improvisado método de flotamiento aéreo, descendí silenciosamente hasta aquella especie de islote junto al resto, desde donde pude apreciar la existencia de algo parecido a una capilla. ¿Capilla? Bueno, estábamos cerca de una catedral, ¿pero no tendría que estar "arriba", en lugar de "abajo"? Con curiosidad creciente no pude evitar acercarme a ver si podía descubrir a qué clase de Deidad o Ente estaba dedicada, y mientras pasé por al lado de todas aquellas personas actué de forma tan casual como pude, como si aquello no fuera más que una excursión escolar.
- Wassup. - Les saludé simplemente.
Decepcionado, suspiré y me dí la vuelta para regresar a la entrada, cuando a mitad de camino la tierra tembló. Asustado, hice aparecer uno de los Blaster y me sujeté a él mientras ascendía unos centímetros en el aire, temiendo que el suelo se fuera a caer bajo mis pies, aunque por suerte o por desgracia al final no ocurrió nada... Al menos no donde me encontraba yo.
Al llegar donde se suponía que había dejado a los otros, pude ver que casi todos se había marchado ya. Y tenía una ligera sospecha de hacia adonde, viendo que justo a las afueras de la catedral, donde se suponía que debía haber suelo, y gente, y armaduras, y esas cosas... Bueno, digamos que solo había un boquete.
Al asomarme al borde del vacío pude ver que al fondo había algo parecido a un montón de tierra rodeado por agua, y cada vez menos agua a medida que más tierra y escombros caían encima. También allí habían varias figuras, y pude reconocer a Dexter y compañía además a de a otras cuantas caras más o menos conocidas. ¿Qué coño hacía allí abajo? No parecían heridos, así que seguramente lo mismo que yo: explorar. No negaré que me decepcionaba un poco saber que se me habían adelantado, aunque la idea de que hubiera algún pasaje subterráneo por lo menos parecía ser mi pequeña victoria.
Usando de nuevo el Blaster como improvisado método de flotamiento aéreo, descendí silenciosamente hasta aquella especie de islote junto al resto, desde donde pude apreciar la existencia de algo parecido a una capilla. ¿Capilla? Bueno, estábamos cerca de una catedral, ¿pero no tendría que estar "arriba", en lugar de "abajo"? Con curiosidad creciente no pude evitar acercarme a ver si podía descubrir a qué clase de Deidad o Ente estaba dedicada, y mientras pasé por al lado de todas aquellas personas actué de forma tan casual como pude, como si aquello no fuera más que una excursión escolar.
- Wassup. - Les saludé simplemente.
- Mi huezo en un pozo. Dentro del 'bujero con la capilla (saludo a los presentes):
- Llegar, saludar como si nada y acercarme a la capilla con curiosidad, intentando discernir por observación (y sin tocar aún) a quién o qué está dedicada.
Sarah Foxxx
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Una vez Zack me hizo las curas pertinentes en la espalda, con un gran dolor miraba a los presentes. Sin duda esta era una de las heridas más dolorosas, y a pesar de que intenté salvar al rubio, no me hizo caso. ``Así la próxima aprenderé a no meterme donde no me llaman´´ -pensé para mi mientras Zack me echaba una cataplasma para el dolor, y me vendaba. Sin darme cuenta de mucho más, fuera se estaban caldeando los ánimos. Maki le dio un puñetazo a Arribor que no lo desdentó de milagro. Tsang se peleaba con el huesudo, y como no, Zack también se metió a la pelea.
Hice un intento en vano de levantarme, pero caí desplomada lo poco que pude alzarme, me dolía una barbaridad aun la espalda. Saqué fuerzas de donde pude, y volvía a levantarme. Arribor y Zack entraban, a ver el lugar, yo con ellos. Iba muy despacio, apoyándome en las paredes.
-Chicos, así no voy a poder luchar si fuese necesario, voy a ser una carga para vosotros -dije mientras encontrábamos un saco de tela. Zack se dirigió a Arribor, diciéndole que guardase su trozo de metal dentro si no tenía agujeros. Yo me quedé con Arribor.
-¿Hay algo dentro? -pregunté, por el mero hecho de cortar de cuajo el silencio que había. Me gustaba el lugar, aunque un poco extraño que una pirata esté dentro de un lugar así. Sin recibir respuesta, Arribor se dirigió al altar, curiosamente le llamaba la atención, ¿por qué sería?
-No te lo he preguntado, ¿te ha hecho daño?, ¿necesitas algo? -dije mirándole, mientras yo me sentaba en el suelo, observando lo que hacía. Intentaba estirarme, sin éxito, pues los puntos me tiraban. Era imposible, si esto le pasase a alguno de mis compañeros, lo ayudaría, pero pesando lo que peso, y con la altura que tengo, ¿quién me va a ayudar a mi si me desmayo ahora?, sería mucha carga para ellos.
Hice un intento en vano de levantarme, pero caí desplomada lo poco que pude alzarme, me dolía una barbaridad aun la espalda. Saqué fuerzas de donde pude, y volvía a levantarme. Arribor y Zack entraban, a ver el lugar, yo con ellos. Iba muy despacio, apoyándome en las paredes.
-Chicos, así no voy a poder luchar si fuese necesario, voy a ser una carga para vosotros -dije mientras encontrábamos un saco de tela. Zack se dirigió a Arribor, diciéndole que guardase su trozo de metal dentro si no tenía agujeros. Yo me quedé con Arribor.
-¿Hay algo dentro? -pregunté, por el mero hecho de cortar de cuajo el silencio que había. Me gustaba el lugar, aunque un poco extraño que una pirata esté dentro de un lugar así. Sin recibir respuesta, Arribor se dirigió al altar, curiosamente le llamaba la atención, ¿por qué sería?
-No te lo he preguntado, ¿te ha hecho daño?, ¿necesitas algo? -dije mirándole, mientras yo me sentaba en el suelo, observando lo que hacía. Intentaba estirarme, sin éxito, pues los puntos me tiraban. Era imposible, si esto le pasase a alguno de mis compañeros, lo ayudaría, pero pesando lo que peso, y con la altura que tengo, ¿quién me va a ayudar a mi si me desmayo ahora?, sería mucha carga para ellos.
- Sarah Sarka (Mil perdones) (Para Arribor):
Obligarne a moverme a pesar de lo que me duele la herida, arrastrarme por la paredes, sentarme, y hacerle preguntas a Arribor
Alexandra Silvercat
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Consternada, comprobé que de nuevo mis intentos de lograr una cooperación pacífica caían en saco roto. Peor aún, comprobé con horror que uno de los que parecía un pretor se adentraba rápidamente en el edificio cercano (de aspecto similar a un palacio), y seguidamente una poderosa alma desaparecía de la faz del mundo. Alguien fuerte había muerto, y a juzgar por los haces de luz negra que ascendían al cielo y el hecho de que parte de las tropas que aún luchaban en las cercanías se habían desmoralizado, solo pude concluir que se trataba de otro pretor. ¿Significaba entonces que los haces azules de antes también simbolizaron la muerte de un pretor? ¿Y los verdes de aún más tiempo atrás? No les había prestado demasiada atención en aquel entonces, pero si simbolizaban aquello...
Una sombra me cruzó el rostro. "Si han muerto tres, entonces solo quedan Balarad y el otro." Pensé, concluyendo la única posibilidad lógica. "Lo que significa que ahora mismo quedan un pretor inútil..." Pensé mirando a la mujer gobernadora de Balt, aún en su extraño afán por saborear el suelo. "... Y un pretor dispuesto a hacer lo que sea por el trono." Pensé mirando hacia la entrada del palacio, por donde el hombre había desaparecido. "Síderos está realmente perdida si depende de que uno de estos dos tome el mando." Apretando los labios en frustración, dediqué un último pensamiento a la mujer alada. "Y eso es lo peor de todo. Que no puedo discutirle esa parte de su argumento. Incluso me sorprendo a mí misma pensando también en cómo podría detener al último pretor antes de que se corone, de no ser porque esta me parece un peligro aún mayor..."
Mientras estaba considerando si era peor destino para los habitantes de Síderos morir rápidamente y en paz, o vivir en un país regentado por un hombre de guerra, Eichi me dedicó de nuevo las palabras que necesitaba oír en ese momento más que nunca, las que me recordaban que debía mantener mis ideales si quería mantener mi integridad como persona. "Por supuesto, ¡la opción siempre es la vida! Puede que sea una vida difícil, pero al menos tendrían la opción de elegir... Elegir rebelarse también es una opción..." Pensé, asustada de mi propio tren de pensamientos. ¿Qué clase de Agente del Gobierno era para pensar en aquellas cosas? Aunque no estaba de servicio... ¡Pero aun así! Incluso si sabía que mi caso era particular, y que siempre había tenido una visión algo... "distorsionada" acerca de mi posición, seguía siendo terrorífico el prospecto de que se derrumbara por completo los cimientos de mi vida, de mi personalidad, de lo que siempre había creído cierto. Y tan aterrorizada estaba, que decidí bloquear todo aquello bajo candado en un rincón de mi mente, y no pensar en ello más. Era momento de dejar de divagar, y comenzar a actuar.
- Ve. - Respondí simplemente a Eichi, intentando mantener una expresión solemne. - Si no puedes salvarlos a todos, salva al menos a aquellos a tu alcance, salva a tus seres queridos. - Le dije, asegurándole que comprendía su situación, antes de ver cómo se alejaba. Y aunque no podía escucharme ya, luego susurré: - Ten cuidado, y no pierdas de vista tus ideales tampoco...
*Nota, a partir de aquí doy por supuesto que Kodama consigue hacer su ataque. En caso contrario, ignorad todo lo que viene debajo, y asumid que simplemente me quedo mirando mientras busco un buen momento para intervenir.*
Cuando volví a mirar hacia la plaza, el escenario era un caos. Una gran cantidad de hojas de planta volaban en todas direcciones, incluyendo hacia donde estaba yo, y mi Mantra me advirtió de que no se trataba de algo inofensivo, y que peligraba si me quedaba quieta. Volé hacia lo alto, manteniéndome a distancia suficiente como para observar el ataque desde arriba y a salvo, pudiendo ver cómo las hojas se apelotonaban y movían como un solo ente. Si no hubiera tenido aquella perspectiva, tal vez no habría visto que estaban formando algo parecido a un puño, y por un momento creí que algo tan inmenso podría llegar a tener algún efecto en la mujer de cabellos violáceos... Hasta que una voz resonó en mi cabeza.
- No sé quién es, pero tiene los poderes de Padre. - Dijo Azrael con preocupación. - Dudo que eso sea suficiente para detenerla.
Fruncí el ceño, cayendo en la cuenta de lo que significaba aquello. Si la mujer-ángel realmente era desconocida para Azrael, entonces no podía tratarse de ninguno de los Arcángeles o figuras angelicales mayores, como los Serafines. Sin embargo, si posee los mismos poderes que El Señor... Era alguien a tener en cuenta. No podía ignorar sus amenazas de genocidio, ¡realmente caería una purga completa sobre Síderos si no era detenida aquí y ahora! ¿Pero cómo? ¿Cómo se suponía que debía ser...?
Una chispa de una idea surgió en mi cabeza. Era prácticamente suicida, pero... podía funcionar. Incluso si la mujer blandía los poderes de Dios, seguía pareciendo más o menos humana (¿Usuaria de Akuma, tal vez?), carnosa y vulnerable, no era como aquellas armaduras gigantes de vete-a-saber-tú-qué-clase-de-metal-era-ese... Y si era humana, podía ser pillada por sorpresa.
- All or nothing. Todo o nada. - Murmuré, a la par que la armadura que me cubría cambiaba de color, así como mis cabellos. Volvía a estar en forma completa. Una pequeña fuerza magnética fue emitida por mi piel, y la misma se tornó de un color marrón aunque no fuera visible por mi ropa y armadura. El marrón pronto se oscureció un poco más por el Haki de Armadura, y noté mis músculos como si se movieran de forma algo mecánica, tosca pero directa al activarse el Tekkai. Para finalizar, una breve pero efectiva oración haría que un aura roja me rodeara, signo de que la Bendición me acompañaba. También hice desaparecer mis alas, puesto que para lo que planeaba hacer eran más una molestia que una ayuda.
Y, sin previo aviso, me lancé volando a través de las hojas que componían la "muñeca" del puño, intentando atravesar el mismo con mi cuerpo formando una barrera de aire a su alrededor debido a mi velocidad de desplazamiento. Estirando mi brazo izquierdo, y ayudado de dicha barrera, formé una punta de lanza con mi cuerpo para tratar de llegar hasta el final, localizando a la mujer-ángel con mi Mantra. en cuanto la tuviera a alcance, con el puño derecho lanzaría el golpe más fuerte que mi cuerpo fuera capaz de soportar sin romperse en pedazos, aunque tomando más riesgos de lo normal sabiendo que podría sanarme a mí misma más tarde... si sobrevivía.
Era, desde luego, una estrategia temeraria y alocada... Justo como yo, la chica que se deja llevar demasiado por sus sentimientos y que solo tenía una tarea en mente en ese momento: detener a quien amenazaba con terminar con la vida de Síderos, incluso si eso conllevaba su propio sacrificio. "No se pueden salvar a todos..." Recordé una vez más, pensando en el nuevo significado de esa frase. "El sacrificio de unos pocos por el bien de muchos... Supongo que es aceptable si esos "pocos" somos yo y el enemigo." Sonreí.
Si conseguía mi objetivo y estaba en lo cierto con mi teoría, la mujer no vería venir mi ataque a través de la tormenta de hojas y le alcanzaría de pleno justo cuando terminase el ataque inicial de Kodama, dejando entre poco y ningún margen para que el ángel recuperara la compostura y por tanto la guardia. Tanto si conseguía derribarla como si no, no retrocedería: pensaba quedarme bien cerca de ella para poder sujetarla y convertirme en un impedimento a su plan de genocidio, incluso si eso me ponía en riesgo.
Una sombra me cruzó el rostro. "Si han muerto tres, entonces solo quedan Balarad y el otro." Pensé, concluyendo la única posibilidad lógica. "Lo que significa que ahora mismo quedan un pretor inútil..." Pensé mirando a la mujer gobernadora de Balt, aún en su extraño afán por saborear el suelo. "... Y un pretor dispuesto a hacer lo que sea por el trono." Pensé mirando hacia la entrada del palacio, por donde el hombre había desaparecido. "Síderos está realmente perdida si depende de que uno de estos dos tome el mando." Apretando los labios en frustración, dediqué un último pensamiento a la mujer alada. "Y eso es lo peor de todo. Que no puedo discutirle esa parte de su argumento. Incluso me sorprendo a mí misma pensando también en cómo podría detener al último pretor antes de que se corone, de no ser porque esta me parece un peligro aún mayor..."
Mientras estaba considerando si era peor destino para los habitantes de Síderos morir rápidamente y en paz, o vivir en un país regentado por un hombre de guerra, Eichi me dedicó de nuevo las palabras que necesitaba oír en ese momento más que nunca, las que me recordaban que debía mantener mis ideales si quería mantener mi integridad como persona. "Por supuesto, ¡la opción siempre es la vida! Puede que sea una vida difícil, pero al menos tendrían la opción de elegir... Elegir rebelarse también es una opción..." Pensé, asustada de mi propio tren de pensamientos. ¿Qué clase de Agente del Gobierno era para pensar en aquellas cosas? Aunque no estaba de servicio... ¡Pero aun así! Incluso si sabía que mi caso era particular, y que siempre había tenido una visión algo... "distorsionada" acerca de mi posición, seguía siendo terrorífico el prospecto de que se derrumbara por completo los cimientos de mi vida, de mi personalidad, de lo que siempre había creído cierto. Y tan aterrorizada estaba, que decidí bloquear todo aquello bajo candado en un rincón de mi mente, y no pensar en ello más. Era momento de dejar de divagar, y comenzar a actuar.
- Ve. - Respondí simplemente a Eichi, intentando mantener una expresión solemne. - Si no puedes salvarlos a todos, salva al menos a aquellos a tu alcance, salva a tus seres queridos. - Le dije, asegurándole que comprendía su situación, antes de ver cómo se alejaba. Y aunque no podía escucharme ya, luego susurré: - Ten cuidado, y no pierdas de vista tus ideales tampoco...
*Nota, a partir de aquí doy por supuesto que Kodama consigue hacer su ataque. En caso contrario, ignorad todo lo que viene debajo, y asumid que simplemente me quedo mirando mientras busco un buen momento para intervenir.*
Cuando volví a mirar hacia la plaza, el escenario era un caos. Una gran cantidad de hojas de planta volaban en todas direcciones, incluyendo hacia donde estaba yo, y mi Mantra me advirtió de que no se trataba de algo inofensivo, y que peligraba si me quedaba quieta. Volé hacia lo alto, manteniéndome a distancia suficiente como para observar el ataque desde arriba y a salvo, pudiendo ver cómo las hojas se apelotonaban y movían como un solo ente. Si no hubiera tenido aquella perspectiva, tal vez no habría visto que estaban formando algo parecido a un puño, y por un momento creí que algo tan inmenso podría llegar a tener algún efecto en la mujer de cabellos violáceos... Hasta que una voz resonó en mi cabeza.
- No sé quién es, pero tiene los poderes de Padre. - Dijo Azrael con preocupación. - Dudo que eso sea suficiente para detenerla.
Fruncí el ceño, cayendo en la cuenta de lo que significaba aquello. Si la mujer-ángel realmente era desconocida para Azrael, entonces no podía tratarse de ninguno de los Arcángeles o figuras angelicales mayores, como los Serafines. Sin embargo, si posee los mismos poderes que El Señor... Era alguien a tener en cuenta. No podía ignorar sus amenazas de genocidio, ¡realmente caería una purga completa sobre Síderos si no era detenida aquí y ahora! ¿Pero cómo? ¿Cómo se suponía que debía ser...?
Una chispa de una idea surgió en mi cabeza. Era prácticamente suicida, pero... podía funcionar. Incluso si la mujer blandía los poderes de Dios, seguía pareciendo más o menos humana (¿Usuaria de Akuma, tal vez?), carnosa y vulnerable, no era como aquellas armaduras gigantes de vete-a-saber-tú-qué-clase-de-metal-era-ese... Y si era humana, podía ser pillada por sorpresa.
- All or nothing. Todo o nada. - Murmuré, a la par que la armadura que me cubría cambiaba de color, así como mis cabellos. Volvía a estar en forma completa. Una pequeña fuerza magnética fue emitida por mi piel, y la misma se tornó de un color marrón aunque no fuera visible por mi ropa y armadura. El marrón pronto se oscureció un poco más por el Haki de Armadura, y noté mis músculos como si se movieran de forma algo mecánica, tosca pero directa al activarse el Tekkai. Para finalizar, una breve pero efectiva oración haría que un aura roja me rodeara, signo de que la Bendición me acompañaba. También hice desaparecer mis alas, puesto que para lo que planeaba hacer eran más una molestia que una ayuda.
Y, sin previo aviso, me lancé volando a través de las hojas que componían la "muñeca" del puño, intentando atravesar el mismo con mi cuerpo formando una barrera de aire a su alrededor debido a mi velocidad de desplazamiento. Estirando mi brazo izquierdo, y ayudado de dicha barrera, formé una punta de lanza con mi cuerpo para tratar de llegar hasta el final, localizando a la mujer-ángel con mi Mantra. en cuanto la tuviera a alcance, con el puño derecho lanzaría el golpe más fuerte que mi cuerpo fuera capaz de soportar sin romperse en pedazos, aunque tomando más riesgos de lo normal sabiendo que podría sanarme a mí misma más tarde... si sobrevivía.
Era, desde luego, una estrategia temeraria y alocada... Justo como yo, la chica que se deja llevar demasiado por sus sentimientos y que solo tenía una tarea en mente en ese momento: detener a quien amenazaba con terminar con la vida de Síderos, incluso si eso conllevaba su propio sacrificio. "No se pueden salvar a todos..." Recordé una vez más, pensando en el nuevo significado de esa frase. "El sacrificio de unos pocos por el bien de muchos... Supongo que es aceptable si esos "pocos" somos yo y el enemigo." Sonreí.
Si conseguía mi objetivo y estaba en lo cierto con mi teoría, la mujer no vería venir mi ataque a través de la tormenta de hojas y le alcanzaría de pleno justo cuando terminase el ataque inicial de Kodama, dejando entre poco y ningún margen para que el ángel recuperara la compostura y por tanto la guardia. Tanto si conseguía derribarla como si no, no retrocedería: pensaba quedarme bien cerca de ella para poder sujetarla y convertirme en un impedimento a su plan de genocidio, incluso si eso me ponía en riesgo.
- Resumen Plaza a las afueras de Palacio (Leer todos los que puedan ver a Kodama y su ataque):
- Aparte de las divagaciones iniciales...
Asumiendo que Kodama logra hacer su ataque de hojas, me transformo en completa (sin alas) y activo todo lo que tengo y puedo usar para lanzar un único asalto a todo o nada. Vuelo a gran velocidad, e intento atravesar directamente el puño de hojas desde arriba (formando una "punta de flecha" con mi cuerpo), dirigiéndome hacia la mujer-ángel a la cual intento localizar con Mantra, utilizando el mencionado ataque de Kodama como "camuflaje" para que la mujer no vea venir mi golpe. Intento calcular de forma que el mío llegue justo después del del hombre árbol (pillando desprevenida a la ángel), aunque si llego simultáneamente y recibo daños extra, los asumiré.- edit: ahora que lo pienso, la escena me recuerda a algo...:
- Cosas usadas:
- - Haki de Armadura Entrenado. (Turno 1 de 5)
- Haki de Observación Desarrollado.
- Tekkai+Tekkai Kempo: El usuario ha desarrollado el uso de su Tekkai a tal punto de que puede moverse y atacar con la técnica activa.
- Forma completa (turno 1 de 5)= 8*2*2=x32 a Fuerza, Resistencia, Reflejos, Agilidad y Velocidad. Además le cubre una armadura de Fulgor de dureza 7 en MOHS.
[Pasiva]Sintonía natural: Los multiplicadores de atributos por tabla Zoan se calculan con la base de la propia usuaria, en lugar de "persona normal." Los atributos afectados son Fuerza, Agilidad, Velocidad y Reflejos. (Resistencia no)
- Bendición de Poder: El bendito es cubierto por un ligero aura de luz Roja, y verá aumentada 50% más su fuerza. (Turno 1 de 3)
- Ámbito de Tierra (Manual Canalización), Bono activo: Alexandra puede aumentar su Fuerza un 100% durante un turno, tras lo cual debe esperar otros dos turnos antes de poder hacerlo de nuevo.
- Ámbito de Electricidad (Raza), Bono activo: Alexandra puede aumentar su Velocidad un 100% durante un turno, tras lo cual debe esperar otros dos turnos antes de poder hacerlo de nuevo.
Total: x32 Resistencia, x32 Agilidad, x32 Reflejos, x32*2=x64 Velocidad, x32*1.5*2=x96 Fuerza.
- Técnica especial: Golpe Desmesurado. Alexandra salta hacia el enemigo cogiendo bastante altura, y al caer realiza un ataque descendente con el puño, con fuerza capaz de agrietar el suelo (pero sin recibir daño por ello). (Este es el ataque potenciado)
Vilya sûlceleb
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El combate se volvió un caos absoluto haciéndome cambiar el rumbo en el aire y mi estrategia. Básicamente la nueva consistió en ver como los de abajo terminaban con la armadura a base de golpes contundentes. Mientras maniobraba por los aires una onda perdida casi me corta a la mitad, cosa que no paso por intervención o suerte, no sabría asegurar cuál de las dos. El mapache debía estar ya dentro de la armadura pues no le veía por ninguna parte. Esperaba que el animal estuviera bien allí dentro y no recibiendo muchos golpes de los bestias de fuera. El cielo se iluminó varias veces de varios colores, al parecer con la muerte de los pretores todo acababa para esa facción. Según lo visto solo quedaban en pie la de Balt y el de Sarka, a menos que me hubiera perdido alguno de los juegos de luces.
Con la ciada de las armaduras, la plaza colapso, cediendo el suelo varias decenas de metros a la redonda y dejando al descubierto el subsuelo. Por el agujero de la plaza se podía apreciar lo que debían ser partes de las catacumbas de la ciudad, y estando tan cerca de un templo, quizás lugar de entierro de antiguos señores, reyes o autoridades. Aterricé cerca del jefe que miraba hacia el interior con lo que parecían unas ganas increíbles de bajar. Tomé la precaución de pasar a la forma humana antes de pisar tierra para evitar que con el peso colapsara más parte de la zona.
-Jefe, ahí abajo pueden tener guardadas reliquias de sus antiguos gobernantes. Es muy posible que muchas de ellas fueran posesiones valiosas, y visto lo visto, puede que de gran poder. Aunque, no fiaría de no que tuvieran trampas instaladas por toda la zona como defensa ante saqueadores, profanadores o intrusos varios. Dicho esto, cuenta conmigo para bajar ahí abajo.
Con la ciada de las armaduras, la plaza colapso, cediendo el suelo varias decenas de metros a la redonda y dejando al descubierto el subsuelo. Por el agujero de la plaza se podía apreciar lo que debían ser partes de las catacumbas de la ciudad, y estando tan cerca de un templo, quizás lugar de entierro de antiguos señores, reyes o autoridades. Aterricé cerca del jefe que miraba hacia el interior con lo que parecían unas ganas increíbles de bajar. Tomé la precaución de pasar a la forma humana antes de pisar tierra para evitar que con el peso colapsara más parte de la zona.
-Jefe, ahí abajo pueden tener guardadas reliquias de sus antiguos gobernantes. Es muy posible que muchas de ellas fueran posesiones valiosas, y visto lo visto, puede que de gran poder. Aunque, no fiaría de no que tuvieran trampas instaladas por toda la zona como defensa ante saqueadores, profanadores o intrusos varios. Dicho esto, cuenta conmigo para bajar ahí abajo.
- Afueras ruinas catedral/Madara lee:
- Desvaríos varios con el combate, caída de las armaduras y muerte de pretores. Posarme cerca de Madara en forma humana y divagar en voz alta acerca de tesoros y trampas de las catacumbas.
Worgulv
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Tras haber bloqueado con éxito el embate de aquel extraño hombre árbol, Grum se lanzó a la carrera internándose dentro del palacio, el hombre se dispuso a correr detrás de él, pero una tormenta de hojas hizo difícil reconocer el camino, ese hombre árbol estaba dando bastante juego en la batalla, Worgulv lo consideraba peligroso, asique opto por la opción de seguir a su comandante.
Cuando el hombre ya estaba por entrar en el palacio, una muchacha de pelo blanco lo intercepto, el hombre reconoció a la pequeña que mucho tiempo atrás, quiso instruirse en el camino de los dioses, y parecía dispuesta a luchar a su lado, el hombre alzo el mentón con orgullo hacia su aprendiz.
`` Sígueme pequeña, tenemos trabajo que hacer y batallas por librar´´ grito el hombre para hacerse oír frente al vendaval de hojas, y adentrándose en el palacio en pos de su pretor. El hombre abandonaba un campo de batalla muy caótico y esperaba no apostar en ciego, a que siguiendo al que era su líder, encontraría batallas mejores. El grupo alcanzo al pretor que estaba a la carrera por un pasillo, Worgulv intento ponerse a su altura, frente a ellos aparecieron tres hombres, uno de ellos se estaba metamorfoseando en una bestia con garras y con el rostro parecido al de su camarada, una mezcla entre un pájaro y un ser humano, emanaba un resplandor rojizo, los otros dos hombres portaban espadas, parecía que sería un combate con honor, sin armas profanas, eso genero una sonrisa en el hombre.
`` Demuestra lo que has aprendido con el tiempo, pequeña´´ dijo a la Liv mientras coloco su martillo con la cabeza rozando el suelo, y pidiendo el favor de los dioses una vez más, cuando los dos espadachines y la bestia, también portando espadas comenzaron su ataque. Uno de los espadachines proyecto múltiples tajos salieron disparados hacia Grum, la bestia y el otro espadachín se lanzaron a por el pretor espada en mano.
El hombre convoco el poder de los dioses para lanzarse a la batalla impulsado por sus alas, con una mirada resplandecientemente gélida en sus ojos, el hombre lanzo un ataque en arco con su martillo, para bloquear el ataque del espadachín que se había lanzado al ataque, ya que el hombre pájaro era demasiado rápido para él, y quizás alguna de las múltiples hondas cortantes que se dirigían al pretor, la voluntad de la batalla seguía presente, no había fallado en su apuesta.
Cuando el hombre ya estaba por entrar en el palacio, una muchacha de pelo blanco lo intercepto, el hombre reconoció a la pequeña que mucho tiempo atrás, quiso instruirse en el camino de los dioses, y parecía dispuesta a luchar a su lado, el hombre alzo el mentón con orgullo hacia su aprendiz.
`` Sígueme pequeña, tenemos trabajo que hacer y batallas por librar´´ grito el hombre para hacerse oír frente al vendaval de hojas, y adentrándose en el palacio en pos de su pretor. El hombre abandonaba un campo de batalla muy caótico y esperaba no apostar en ciego, a que siguiendo al que era su líder, encontraría batallas mejores. El grupo alcanzo al pretor que estaba a la carrera por un pasillo, Worgulv intento ponerse a su altura, frente a ellos aparecieron tres hombres, uno de ellos se estaba metamorfoseando en una bestia con garras y con el rostro parecido al de su camarada, una mezcla entre un pájaro y un ser humano, emanaba un resplandor rojizo, los otros dos hombres portaban espadas, parecía que sería un combate con honor, sin armas profanas, eso genero una sonrisa en el hombre.
`` Demuestra lo que has aprendido con el tiempo, pequeña´´ dijo a la Liv mientras coloco su martillo con la cabeza rozando el suelo, y pidiendo el favor de los dioses una vez más, cuando los dos espadachines y la bestia, también portando espadas comenzaron su ataque. Uno de los espadachines proyecto múltiples tajos salieron disparados hacia Grum, la bestia y el otro espadachín se lanzaron a por el pretor espada en mano.
El hombre convoco el poder de los dioses para lanzarse a la batalla impulsado por sus alas, con una mirada resplandecientemente gélida en sus ojos, el hombre lanzo un ataque en arco con su martillo, para bloquear el ataque del espadachín que se había lanzado al ataque, ya que el hombre pájaro era demasiado rápido para él, y quizás alguna de las múltiples hondas cortantes que se dirigían al pretor, la voluntad de la batalla seguía presente, no había fallado en su apuesta.
- sarka, interior palacio:
- -Encontrarme con Liv
- seguir a Grum
- Defenderlo intentando interceptar el ataque de Mist D. Spanner y parte del ataque de Silver D. Dranser
-USADO-
BENDICIÓN DEL VALHALA :Dos alas surgen en tu espalda, permitiéndote volar a hasta 100 km/h. Al mismo tiempo, tu fuerza se triplica, y tu piel adquiere una dureza próxima a la de Mjolnir (dureza de diamante). Este estado dura 2 turnos, y tras él, sufrirás una debilitación menor. Una vez activas este efecto, no puedes cancelarlo. En este estado, cualquier arma que portes adquirirá la dureza de Mjolnir y un aura brillante la cubrirá.
DESTREZA NÓRDICA: Worgulv puede usar un 30% de su fuerza y añadírsela a su velocidad para ganar inercia y dar un golpe más poderoso a su objetivo, cuando usa esto los ojos de Worgulv despiden cierto resplandor azul gélido.
Haki Entrenado: Desde que se entrena, el usuario puede formar una armadura que repele cualquier impacto físico que fuera a recibir, siempre y cuando la fuerza del atacante no duplique su resistencia, o use un haki igual o mejor. Puede mantenerla durante cinco asaltos consecutivos.
Hayden Ashworth
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Zuko observó como el mapache parlante era, en realidad, parte de la tripulación de Dexter. La vida del Yonkou no dejaba de sorprenderle. Un mapache parlante. Tan solo faltaba un árbol parlante y ya estarían completos. Dexter se levantó, recuperado por fin gracias a su médico. Sin embargo, poco duró de pie. Empezó a caer por el enorme agujero que había quedado en la catedral. Zuko se asomó con cuidado y, como era de esperar, la voz del pirata le dejó claro que seguía vivo. Suspiró aliviado.
Entonces, los miembros de su tripulación bajaron con él, mapache incluido. El chico se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, pero paró en seco. Si de verdad consideraba a Dexter como un amigo... ¿Estaría bien que se marchara? Suspiró poniendo los ojos en blanco.
"Debo estar loco..."
Dando un paso atrás se lanzó por el agujero. Empezó a caer a toda velocidad, sintiendo el aire en su piel. Poco a poco el suelo se acercaba. Cuando estaba a punto de llegar, empezó a propulsarse con fuego para detener su caída y aterrizar de forma segura. Enseguida alcanzó a los Blue Rose.
- Por cierto... -dijo, dirigiéndose sobre todo a aquellos que aún no lo conocían-. Me llamo Zuko.
Entonces, los miembros de su tripulación bajaron con él, mapache incluido. El chico se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, pero paró en seco. Si de verdad consideraba a Dexter como un amigo... ¿Estaría bien que se marchara? Suspiró poniendo los ojos en blanco.
"Debo estar loco..."
Dando un paso atrás se lanzó por el agujero. Empezó a caer a toda velocidad, sintiendo el aire en su piel. Poco a poco el suelo se acercaba. Cuando estaba a punto de llegar, empezó a propulsarse con fuego para detener su caída y aterrizar de forma segura. Enseguida alcanzó a los Blue Rose.
- Por cierto... -dijo, dirigiéndose sobre todo a aquellos que aún no lo conocían-. Me llamo Zuko.
- Catedral, Dexter Hinori y Deathstroke otra vez:
- > Tirarse por el agujero con el resto de los Blue Rose
Simo Baker
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Corría hacia el pretor de Sarka cuando de pronto un zumbido me azotó por la espalda. Noté como algo me empujaba y perdí la conciencia por apenas unos segundos. Cuando volví en mí estaba tirado en el suelo junto a las puertas del palacio. Todo estaba borroso, pero poco a poco me incorporé. Entonces vi algo extraño, había un brazo en el suelo. Tardé unos instantes en darme cuenta de que estaba sucediendo, pero el dolor me lo explicó todo.
Un grito desgarrador se abrió paso a través de mi garganta a la vez que me dejaba caer de rodillas contra el suelo. Una lágrima se escapó de mi ojo mientras agarraba mi extremidad. Aún sentía como si pudiera mover el brazo derecho, pero eso no era más que una ilusión. Sin duda el ataque del señor árbol había sido mucho más potente de lo que me esperaba. No sólo había logrado arrancarme el brazo de cuajo, sino que además había destrozado mi mochila y todo lo que llevaba en ella.
Por un instante el dolor y el trauma no de dejaron reaccionar correctamente; sin embargo, los pasos metálicos de Grum, que parecía haber salido mejor parado que yo del impacto, me hicieron volver en mí. Iba a ser duro, pero debía aguantar. La rabia y odio por aquellos que me habían arrastrado a aquel infierno me impulsaba. No pensaba morir, no me iba a rendir hasta que todos me las pagasen. Con rabia arranque una de las asas de lo que quedaba de mi destrozada mochila y la usé para hacerme un torniquete. Me costó un poco, pero con la boca y la mano izquierda fui capaz de apretarlo bastante bien.
Tras esto volví a levantarme y a ojear los alrededores. La mayoría de los presentes habían seguido a Grum por la apertura del ventanal que había a unos cuantos metros, haciendo un poco menos peligrosa la zona. No obstante también pude darme cuenta de que el hombre árbol estaba volviendo a prepararse para atacar. El miedo invadió mi cuerpo por un segundo y me hizo retroceder, no creía que fuese a poder esquivar su ataque desde el lugar en el que me encontraba. Por suerte, al apoyar mi torturada espalda contra las puertas del palacio, el torniquete que había hecho comenzó a brillar y esta se abrió haciéndome caer de espaldas. Ya ni me acordaba de esa cosa que había encontrado antes, pero me acababa de salvar la vida.
Apresuradamente agarré mi brazo, me puse en pie y comencé a avanzar hacia e interior del palacio, aunque no sin antes reformar mis sinawali del charco de sangre que había formado en el suelo y mandarlos lanzarse contra el ataque del árbol. No sabía que efecto podía tener eso realmente, pero lo hice con la intención de forzar las explosiones lo más lejos posible de mi posición.
A pesar de estar comenzando a marearme no pasé por alto que no era el único en la estancia, aunque tenía la esperanza de que estuviesen demasiado ocupados matándose entre ellos como para cruzar la sala y atacarme. Además también tenía confianza en que mis compañeros de Xella vendrían en mi ayuda una vez hubiesen eliminado el peligro.
Fueron escasos los pasos que di una vez alejado de la entrada. Estaba agotado y notaba el sudor frío bajar por mi frente. Necesitaba reposar un poco por lo que me apoyé en la pared. Desde allí vi algo que hizo que mis ojos se abriesen como platos. En la sala no sólo estaban los combatientes de la plaza, había alguien más. Era Bleyd, a pesar del mareo lo reconocí perfectamente por la mascota esponjosa que lo seguía. Una lagrima de alivio cayó por mi mejilla, era la primera vez que me emocionaba tanto ver a alguien.
Nunca jamás pensé que las habilidades del hombre con el que confraternicé en Hallstat podrían ser tan útiles, aunque tampoco había esperado perder un brazo. En cualquier caso debía lograr que se percatase de mi presencia. No parecía que estuviese enzarzado en la batalla, sin duda podría ayudarme.
-¡BLEYD!- le llamé como pude.- ¡Ayuda! ¡Por favor!- le pedí.
Tenía claro que con esa apelación llamaría bastante la atención, por lo que preparé tanto mi mantra como los potenciadores de reflejos que aún tenía funcionales para poder reaccionar en caso de que alguien intentase adelantársele.
Un grito desgarrador se abrió paso a través de mi garganta a la vez que me dejaba caer de rodillas contra el suelo. Una lágrima se escapó de mi ojo mientras agarraba mi extremidad. Aún sentía como si pudiera mover el brazo derecho, pero eso no era más que una ilusión. Sin duda el ataque del señor árbol había sido mucho más potente de lo que me esperaba. No sólo había logrado arrancarme el brazo de cuajo, sino que además había destrozado mi mochila y todo lo que llevaba en ella.
Por un instante el dolor y el trauma no de dejaron reaccionar correctamente; sin embargo, los pasos metálicos de Grum, que parecía haber salido mejor parado que yo del impacto, me hicieron volver en mí. Iba a ser duro, pero debía aguantar. La rabia y odio por aquellos que me habían arrastrado a aquel infierno me impulsaba. No pensaba morir, no me iba a rendir hasta que todos me las pagasen. Con rabia arranque una de las asas de lo que quedaba de mi destrozada mochila y la usé para hacerme un torniquete. Me costó un poco, pero con la boca y la mano izquierda fui capaz de apretarlo bastante bien.
Tras esto volví a levantarme y a ojear los alrededores. La mayoría de los presentes habían seguido a Grum por la apertura del ventanal que había a unos cuantos metros, haciendo un poco menos peligrosa la zona. No obstante también pude darme cuenta de que el hombre árbol estaba volviendo a prepararse para atacar. El miedo invadió mi cuerpo por un segundo y me hizo retroceder, no creía que fuese a poder esquivar su ataque desde el lugar en el que me encontraba. Por suerte, al apoyar mi torturada espalda contra las puertas del palacio, el torniquete que había hecho comenzó a brillar y esta se abrió haciéndome caer de espaldas. Ya ni me acordaba de esa cosa que había encontrado antes, pero me acababa de salvar la vida.
Apresuradamente agarré mi brazo, me puse en pie y comencé a avanzar hacia e interior del palacio, aunque no sin antes reformar mis sinawali del charco de sangre que había formado en el suelo y mandarlos lanzarse contra el ataque del árbol. No sabía que efecto podía tener eso realmente, pero lo hice con la intención de forzar las explosiones lo más lejos posible de mi posición.
A pesar de estar comenzando a marearme no pasé por alto que no era el único en la estancia, aunque tenía la esperanza de que estuviesen demasiado ocupados matándose entre ellos como para cruzar la sala y atacarme. Además también tenía confianza en que mis compañeros de Xella vendrían en mi ayuda una vez hubiesen eliminado el peligro.
Fueron escasos los pasos que di una vez alejado de la entrada. Estaba agotado y notaba el sudor frío bajar por mi frente. Necesitaba reposar un poco por lo que me apoyé en la pared. Desde allí vi algo que hizo que mis ojos se abriesen como platos. En la sala no sólo estaban los combatientes de la plaza, había alguien más. Era Bleyd, a pesar del mareo lo reconocí perfectamente por la mascota esponjosa que lo seguía. Una lagrima de alivio cayó por mi mejilla, era la primera vez que me emocionaba tanto ver a alguien.
Nunca jamás pensé que las habilidades del hombre con el que confraternicé en Hallstat podrían ser tan útiles, aunque tampoco había esperado perder un brazo. En cualquier caso debía lograr que se percatase de mi presencia. No parecía que estuviese enzarzado en la batalla, sin duda podría ayudarme.
-¡BLEYD!- le llamé como pude.- ¡Ayuda! ¡Por favor!- le pedí.
Tenía claro que con esa apelación llamaría bastante la atención, por lo que preparé tanto mi mantra como los potenciadores de reflejos que aún tenía funcionales para poder reaccionar en caso de que alguien intentase adelantársele.
- Afueras palacio--> Interior palacio:
- Blabla traumita. Hacerme un torniquete. Ver como se abre la puerta por mi objeto de lotería. Regenerar mis sinawali del charco de sangre y mandarles lanzarse contra el ataque de Kodama una vez haya entrado. Entrar al palacio para protegerme. Aprovechar que la sala es grande para alejarme de la entrada y la batalla. Llamar a Bleyd pidiendo ayuda.
- cosas:
- Sinawali especiales: Tienen el capacidad de poder valerse de cualquier habilidad o poder de Raghersir como si estos fuesen una extensión de su cuerpo. En caso de romperse Raghersir puede regenerarlos con su sangre.
Reflejos aumentados: Amplifica las reacciones de tu cuerpo para dotarte de unos mayores reflejos.
Protección de la armadura protectora: Aumenta la resistencia de esta, disminuyendo el daño que recibe el individuo.
Haki observación entrenado.
Power ups físicos: sigilo x3, agilidad x3, velocidad x2, reflejos x2.
Rabia: al recibir daño en combate o ser enfadado Raghersir puede desatar su rabia, aumentando así su fuerza y su resistencia un 100% durante dos turnos (tiene recarga de uso).
Manual puppet master.
Alice Branwen
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Alice, al ver que la armadura caía finalmente, suspiró de alivio y relajó su postura. Ella y Kasai se subieron al lomo de Taiga para ver con mejor claridad el estado del campo de batalla. Salvo la catedral destruida y diversos destrozos en las afueras, pudieron ver que ya no quedaban bandos enemigos por estos lados. Ya todos debían estar en el palacio, empezando con el combate final de la guerra. Aterrizaron en el suelo y el rubio volvió a su forma humana. Escuchó con atención sus palabras y asintió levemente. Si, el agente necesitaba un descanso luego de todo el esfuerzo físico que hizo, por lo que no iba a reprocharle. Además... hicieron lo que pudieron. El resto ya se les había escapado de las manos.
En medio de sus pensamientos, la joven escuchó la pregunta que le hizo Kasai. La albina ladeó su cabeza a un lado y se dispuso a preguntarle, pero no pudo debido a que el Yonkaikyo también caía al suelo, quedando en la misma posición que Taiga. Una gota de sudor resbaló por su sien al ver tal espectáculo, además de que una sonrisa divertida se cruzó por su rostro. Si... no iban a poder moverse por algún tiempo.
- Creo que ustedes no se moverán de aquí por algún tiempo - Alice volvió a su forma humana, provocando que sus ojos se abrieran de par en par al sentir como todo el cansancio acumulado le jugaba una mala pasada. Si... había sido mala idea usar todas sus técnicas de una, pero no le quedaba otra. No se encontraba tan hecho mierda como los otros dos, pero dudaba poder combatir... Al menos por un tiempo. - Y yo tampoco, de hecho - dijo casualmente mientras caía de bruces al suelo, quedándose sentada allí. Si... un descanso no vendría bien.
En medio de sus pensamientos, la joven escuchó la pregunta que le hizo Kasai. La albina ladeó su cabeza a un lado y se dispuso a preguntarle, pero no pudo debido a que el Yonkaikyo también caía al suelo, quedando en la misma posición que Taiga. Una gota de sudor resbaló por su sien al ver tal espectáculo, además de que una sonrisa divertida se cruzó por su rostro. Si... no iban a poder moverse por algún tiempo.
- Creo que ustedes no se moverán de aquí por algún tiempo - Alice volvió a su forma humana, provocando que sus ojos se abrieran de par en par al sentir como todo el cansancio acumulado le jugaba una mala pasada. Si... había sido mala idea usar todas sus técnicas de una, pero no le quedaba otra. No se encontraba tan hecho mierda como los otros dos, pero dudaba poder combatir... Al menos por un tiempo. - Y yo tampoco, de hecho - dijo casualmente mientras caía de bruces al suelo, quedándose sentada allí. Si... un descanso no vendría bien.
- Exterior Capital:
- Descansar y acompañar al dúo mitológico
Ryuken Shirou
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El dolor de cabeza del joven estaba empeorando un poco. Demasiada información en tan poco tiempo, además de que dudaba de lo que era real y ficticio. ¿Ivan era buena persona? No... estaba seguro que esa frialdad no era fingida, ¿o tal vez sí? Puede que simplemente haya sido su paranoia lo que le haya jugado una mala pasada, quién sabe. Lo que si sabía, pese a todo lo sucedido y de que Ivan pudo redimirse ante sus ojos, era que seguía sintiendo disgusto por el castaño. No sabía porque, pero la primera vez que le vio (especialmente cuando abrazaba a Galia), le cogió manía instantánea sin saber el por qué.
- No vale pensar en eso ahora. No, lo que quiero es largarme de esta isla de una vez - pensó Ryuken mientras suspiraba.
En eso, notó como una pequeña piedra caía hacia sus espaldas. El joven espadachín parpadeó y, en medio de su caos mental, miró hacia arriba para ver de lo que se trataba. Lo que faltaba... la jodida cueva se venía encima. Un gruñido escapó de sus labios y bajó la cabeza nuevamente. Al ritmo que iban... posiblemente terminarían encerrados si no hacían algo.
- No os quiero apresurar... Pero sino salimos, nos veremos en problemas - dijo Ryuken, manteniendo su impasibilidad característica.
Ryuken suspiró y se le ocurrió una idea para apresurarse. Ambos los llevaban cargando, por lo que se movían más lento de lo normal. Eso sería un problema... sino fuera por cierto detalles. Con eso en mente, giró su cuerpo un poco y le habló a su compañera, ignorando completamente al castaño.
- Galia, ¿crees poder usar tu forma completa para salir más rápido de aquí? - le preguntó.
- No vale pensar en eso ahora. No, lo que quiero es largarme de esta isla de una vez - pensó Ryuken mientras suspiraba.
En eso, notó como una pequeña piedra caía hacia sus espaldas. El joven espadachín parpadeó y, en medio de su caos mental, miró hacia arriba para ver de lo que se trataba. Lo que faltaba... la jodida cueva se venía encima. Un gruñido escapó de sus labios y bajó la cabeza nuevamente. Al ritmo que iban... posiblemente terminarían encerrados si no hacían algo.
- No os quiero apresurar... Pero sino salimos, nos veremos en problemas - dijo Ryuken, manteniendo su impasibilidad característica.
Ryuken suspiró y se le ocurrió una idea para apresurarse. Ambos los llevaban cargando, por lo que se movían más lento de lo normal. Eso sería un problema... sino fuera por cierto detalles. Con eso en mente, giró su cuerpo un poco y le habló a su compañera, ignorando completamente al castaño.
- Galia, ¿crees poder usar tu forma completa para salir más rápido de aquí? - le preguntó.
- Meln:
- Seguir con su lío mental, dolerle la cabeza, darse cuenta que la cueva se viene encima y preguntarle a Galia si puede usar su forma completa para salir de allí más rápido
Dafne
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Akuma no mi
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Parecía que al fin podía escapar de aquel infierno....pero realmente no era así, pues, mientras intentaba escapar, unos soldados salieron a mi encuentro. Yo solo pude llevarme la mano a mi látigo de zarzas en mi cintura en señal de amenaza en caso de que me atacaran. La situación estaba tensa.
Para mi sorpresa aquellos soldados fueron detenidos por tropas de Balt, a lo que simplemente pude correr nuevamente en dirección contraria como el diablo. me estaba cansando ya de correr y no poder escapar de aquel infierno, a pesar de que, mi obligación era ayudar. Parecía que todo se iba al traste y por si fuera poco, los soldados de Meln caen ante nosotros mientras que un gusano salía de la boca de cada uno de los enemigos para morir al aire libre. ¿Que demonio era eso? No me iba a parar a averiguarlo y corrí hacia el centro de la ciudad nuevamente, escuchando, como múltiples explosiones se daban en la entrada de la ciudad...parecía que no era buena idea volver atrás.
-Mierda, estoy atrapada.... -Pensé para mi por unos segundos hasta que logré vislumbrar entre tanto caos a un batallón de Balt, que estaba ayudando a los civiles a huir. Así que aproveché la ocasión para correr hacia a ellos y presentarme ante aquel batallón, pero sin dar mi nombre.
-Saludos soldados, por favor ayúdenme, necesito que me digan una salida de esta ciudad para poder ayudar a todos los civiles posibles a escapar -Dije preocupada, aunque aquella preocupación parecía más fingida que otra cosa- Necesito que me ayuden por favor, a llegar a un lugar seguro junto a estos civiles, soy guerrera de Balt y tengo como objetivo dar cobertura a los inocentes de esta guerra.
Esperaba que aquel batallón comprendiera mis palabras y me permitiera "ayudar" a la evacuación de los civiles, y de este modo, cuando me fuera posible y la clama estuviera más o menos presente, pedir explicaciones.
Para mi sorpresa aquellos soldados fueron detenidos por tropas de Balt, a lo que simplemente pude correr nuevamente en dirección contraria como el diablo. me estaba cansando ya de correr y no poder escapar de aquel infierno, a pesar de que, mi obligación era ayudar. Parecía que todo se iba al traste y por si fuera poco, los soldados de Meln caen ante nosotros mientras que un gusano salía de la boca de cada uno de los enemigos para morir al aire libre. ¿Que demonio era eso? No me iba a parar a averiguarlo y corrí hacia el centro de la ciudad nuevamente, escuchando, como múltiples explosiones se daban en la entrada de la ciudad...parecía que no era buena idea volver atrás.
-Mierda, estoy atrapada.... -Pensé para mi por unos segundos hasta que logré vislumbrar entre tanto caos a un batallón de Balt, que estaba ayudando a los civiles a huir. Así que aproveché la ocasión para correr hacia a ellos y presentarme ante aquel batallón, pero sin dar mi nombre.
-Saludos soldados, por favor ayúdenme, necesito que me digan una salida de esta ciudad para poder ayudar a todos los civiles posibles a escapar -Dije preocupada, aunque aquella preocupación parecía más fingida que otra cosa- Necesito que me ayuden por favor, a llegar a un lugar seguro junto a estos civiles, soy guerrera de Balt y tengo como objetivo dar cobertura a los inocentes de esta guerra.
Esperaba que aquel batallón comprendiera mis palabras y me permitiera "ayudar" a la evacuación de los civiles, y de este modo, cuando me fuera posible y la clama estuviera más o menos presente, pedir explicaciones.
- Balt:
- Volver sobre mis pasos al ver que la guerra ya estaba a las puertas de la ciudad, ver morir a los soldados de Meln mientras localizo un batallón de Balt, al cual, le solicito ayuda con los civiles pero sin dar mi nombre, tan solo mis intenciones, para de este modo, llegar a un lugar seguro
Ichizake
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Cuando Gerald llegó a la plaza en la que se alzaba el palacio, no pudo sino contemplar embelesado el despliegue de fuerzas allí desatado. Estallidos repentinos, amputaciones, llamaradas y, no menos importante, un extraño ser arbóreo que se movía y convocaba las fuerzas de la naturaleza para enfrentarse a la mujer angelical. Tuvo que hacer un soberbio esfuerzo para apartar los ojos de ese ser y volver a posarlos sobre quien le había llevado allí.
El espadachín liberó las riendas de su mente. Esa oscura parte de él que disfrutaba de usar su habilidad se sintió satisfecha cuando por fin le dio vía libre para actuar a su voluntad. Accedió a la mente de la dama de cabello violeta, hurgando entre sus recuerdos y conocimientos como un arqueólogo estudiaba los huesos de criaturas enterradas. Al principio, como solía pasar siempre, solo vio una serie de imágenes desenfocadas y confusas pertenecientes a vivencias aleatorias. Poco a poco fue controlando el flujo de información que absorbía su cerebro y contempló la totalidad de la increíblemente larga vida de aquella mujer como si contemplase un mural formado por infinitos recuerdos. Entonces comenzó a bucear entre ellos.
Durante unos segundos que a él se le antojaron eones, exploró y aprendió. Vio cuál era la naturaleza de la divina mujer en cuya vida ahondaba, cómo obtuvo su poder, y comprendió la necedad de enfrentarse a ella. Todos los que plagaban esa plaza y osaban alzarse en armas contra la Guardiana de Síderos iban a morir, tal y como acababa de comprender. Si supieran lo que él sabía quizás pudieran salvarse. "La catedral", se dijo para sus adentros. "Debe estar allí". Pero el edificio entero estaba derruido. Seguramente la cripta fuera ya inaccesible por los escombros.
Gerald se apartó de aquella mente trastornada por la traición y el dolor y retrocedió un paso instintivamente. No quería estar cerca de ella siquiera; si de verdad se proponía acabar con los invasores, poco había que pudieran hacer éstos para impedirlo. Se olvidó de Yoai y Meln, de la tecnología para controlar mentes y de los corruptos seres que contaminaba la tierra. La pretora estaba muerta, tal y como la Guardiana sabía, y eso cambiaba radicalmente su objetivo: sobrevivir era lo que en ese momento más importaba, encontrar la forma de lidiar con la sangrienta protectora de Síderos.
Antes de tomar una decisión, echó un último vistazo desde la distancia. Una tormenta de hojas acababa de originarse de la nada y había cubierto al árbol, a la Guardiana y a todos los de los alrededores en su manto verde. El espadachín alcanzó a ver a la pretora de Balt un segundo antes de que se perdiese de vista entre las hojas. A su cabeza acudieron las imágenes que acababa de contemplar, lo que la sacerdotisa Balarad hizo. Aunque no era nada comparado con la locura de Yoai. No le extrañaba que la Guardiana estuviese tan furiosa; vengarse de sus torturadores le parecía una causa justa, aunque si él se veía envuelto la cosa cambiaba.
El espadachín se sintió mal ante la idea que se le había ocurrido. Era cruel y detestable, algo de lo que no se sentía orgulloso. Se resguardó tras el palacio, lo meditó un segundo y luego la puso en práctica.
"Es hora de morir". Formó esas palabras en su cerebro y las envió a la de la Guardiana, al mismo tiempo que recogía las cruentas visiones que había visto dentro de su mente atormentada para hacérselas revivir. Proyectaría en su cabeza sus recuerdos de tortura y guerra, de traición y sangre, todos a la vez, mientras no dejaba de repetir una única frase: "Es hora de morir". Su demonio interior se río a carcajadas mientras otra parte de él se asqueaba, pero aún así no se detuvo. Sabía cuál era la mejor forma de acabar con la amenaza que la Guardiana representaba: debía hacer que ella misma se matase.
- Afueras del palacio:
- Entrar en la mente del ángel - Hacer unos pocos spoilers de la trama del capítulo xD - Ocultarse detrás del palacio par que no le vean desde la plaza - Pensar que la mejor (y quizás única) forma de parar a la Guardiana es que ella misma se suicide - Enviarle a la Guardiana los recuerdos más turbios de su propio pasado, todos a la vez, y al mismo tiempo introducirle la idea de que debe quitarse la vida
Syxel
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No solo no responden a ninguna de las preguntas de Amaiar, sino que afirman ser todos fantasmas. Revelación que, después de todo lo visto, poco me sorprende. Y además explica porque los atravesaba, o el hecho de que no pudiese sentir su presencia. Lo que si llamó mi atención, fue el momento en el que uno de ellos comenzó a toser de manera desmedida, hasta regurgitar una especie de sanguijuela frente a todos los presentes.
Instintivamente di un paso atrás, apretando la empuñadura de la espada, pero aquello no parecía una amenaza. Y, más que yo, se sorprendieron el resto de aquellos ancianos, que comenzaron a murmurar entre ellos palabras que no llegaba a entender en algún idioma desconocido. No terminaba de entender que estaba ocurriendo, pero ya estaba realmente cansado de todo aquello. Y cuando el extraño sacerdote volvió a hablar, continuando con la misma retahíla, mi paciencia alcanzó su límite.
- Aquí solo perdemos el tiempo. - Comuniqué a mis compañeros, al tiempo que volvía a canalizar en mi mano izquierda una pequeña bola de fuego oscuro. Lancé la misma contra la mesa, con intención de prender fuego a toda la comida que había allí. Para acto seguido dar media vuelta y largarme de aquella habitación, dejando a los fantasmas continuar con sus asuntos. Si mis compañeros me seguían, y nada me lo impedía, continuaría en mi recorrido por la fortaleza en busca de cualquier otra cosa de valor o interés.
Instintivamente di un paso atrás, apretando la empuñadura de la espada, pero aquello no parecía una amenaza. Y, más que yo, se sorprendieron el resto de aquellos ancianos, que comenzaron a murmurar entre ellos palabras que no llegaba a entender en algún idioma desconocido. No terminaba de entender que estaba ocurriendo, pero ya estaba realmente cansado de todo aquello. Y cuando el extraño sacerdote volvió a hablar, continuando con la misma retahíla, mi paciencia alcanzó su límite.
- Aquí solo perdemos el tiempo. - Comuniqué a mis compañeros, al tiempo que volvía a canalizar en mi mano izquierda una pequeña bola de fuego oscuro. Lancé la misma contra la mesa, con intención de prender fuego a toda la comida que había allí. Para acto seguido dar media vuelta y largarme de aquella habitación, dejando a los fantasmas continuar con sus asuntos. Si mis compañeros me seguían, y nada me lo impedía, continuaría en mi recorrido por la fortaleza en busca de cualquier otra cosa de valor o interés.
- Los tres mosqueperros y el que siempre va con ellos:
- Después de ver a uno de los ancianos-fantasma escupir la sanguijuela, y escuchar al sacerdote continuar con su sermón, me largo del lugar a seguir buscando por la fortaleza.
Maki
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El Maki violento desapareció tan rápido como había llegado. Un momento estaba dándole la paliza de su vida al asesino de Dimitri -más o menos- y disfrutando del dulce sabor de la victoria, y al otro se había calmado totalmente y su rabia y devoción hacia el Hada habían sido sustituidas por asombro y curiosidad. Al cuerno el Hada, había encontrado un nuevo ídolo al que seguir. Cuando vio como la raspa de pescado humana se desmontaba bajo la potencia de su ataque, dividiéndose en un montón de huesos, pensó que había derrotado a un villano peligroso del juego. Luego lo vio reconstruirse como si fuese un puzzle y se olvidó de todo.
-¡¡¡¡¡¡¡Ohhhhhhhhhhhh!!!!!!!!! ¡Es alucinante! -exclamó el gyojin, recuperando su carácter pacífico habitual-. ¡¿Cómo has hecho eso?! ¡¿Y cómo puedo hacerlo yo?!
Sin dejar de hacer preguntas atropelladas una tras otra, Maki iba dando vueltas alrededor del saco de huesos para averiguar qué era exactamente. No dejaba de intentar toquitearlo y desmontarlo a ver si volvía a reconstruirse. ¡Era como un juguete! Uno de esos que podían montarse y desmontarse y con los que se podían construir castillos y cosas.
-Yo me llamo Augustus, ¿y tú? ¿Qué eres? ¿Eres un monstruo? ¿Una raspa de pescado? ¿Qué eres? Seamos amigos. ¿Qué eres?
Maki había encontrado un nuevo héroe y, al igual que él hacía, comenzó a reírse a carcajadas sin saber muy bien el porqué. Pero el motivo daba igual. Al fin y al cabo, si Raspas se reía de algo es que era gracioso.
- Facción de los engendros:
- Flipar con el esqueleto y convertirlo en un nuevo ídolo a seguir
Silver
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La advertencia inicial de Krauser tuvo un efecto aún mayor del que había previsto, logrando que absolutamente todos los presentes cesasen en su enfrentamiento. A pesar de ello, la situación aún era considerablemente tensa, pues ambos bandos parecían dispuestos a continuar con su batalla en cualquier momento. El oficial revolucionario, consciente de ello, se subió a lo alto de una mesa y comenzó a hablar de nuevo, dirigiéndose a todos. Su discurso fue algo más largo que el anterior, y muchas de las revelaciones que hizo me pillaron completamente por sorpresa. A mí y a todos, eso seguro. Conocía parte de la historia, al menos la versión oficial, pero muchos de los detalles que dio contradecían gran parte de lo que todo el mundo creía. Decenas de preguntas se sucedían en mi cabeza, pero no quise interrumpirle. Cuando todo el asunto de la guerra terminase, me gustaría hablar con él acerca de ese tema con más calma de la que la situación nos permitía.
Para cuando terminó de hablar, todos parecían mucho más calmados. Suspiré satisfecho, ya que todo estaba al fin bajo control. Pero la calma duró poco, pues hubo una pequeña explosión en el interior de la base, y aparecieron un nuevo grupo de individuos. Los lideraba un tipo realmente extraño, de cabello blanco y vestimenta extravagante, cuya forma de hablar me resultaba extrañamente irritante. Durante un buen rato, se sucedieron una serie de conversaciones entre Krauser, sus compañeros allí presentes, los hombres de Zilda, las pequeñas criaturas rebeldes y el peliblanco. No presté demasiada atención, ni siquiera cuando apareció Osuka con dos nuevos acompañantes. Pues en mi cabeza solo podía dar vueltas una y otra vez a las palabras que el ex-almirante había dicho.
Finalmente todo se había aclarado, y llegaron a un acuerdo. Los hombres de Zilda tomarían los barcos para volver a su isla, no sin antes encerrar al peliblanco y sus hombres en el interior de la base. No me quedó muy claro que harían los pequeños, pero Krauser y el resto volveríamos a dirigirnos directos al centro de la isla, a la dichosa Ciudad Imperial, donde nos encontraríamos con Dexter y los demás. Antes de marcharse, nos ofrecieron utilizar sus vehículos, a lo que gustosos accedimos. Sin dudarlo ni un instante, fui directo a una de las motos. Tras arrancarla, me dirigí a Krauser.
- Os sigo - dije con una sonrisa en el rostro.
Para cuando terminó de hablar, todos parecían mucho más calmados. Suspiré satisfecho, ya que todo estaba al fin bajo control. Pero la calma duró poco, pues hubo una pequeña explosión en el interior de la base, y aparecieron un nuevo grupo de individuos. Los lideraba un tipo realmente extraño, de cabello blanco y vestimenta extravagante, cuya forma de hablar me resultaba extrañamente irritante. Durante un buen rato, se sucedieron una serie de conversaciones entre Krauser, sus compañeros allí presentes, los hombres de Zilda, las pequeñas criaturas rebeldes y el peliblanco. No presté demasiada atención, ni siquiera cuando apareció Osuka con dos nuevos acompañantes. Pues en mi cabeza solo podía dar vueltas una y otra vez a las palabras que el ex-almirante había dicho.
Finalmente todo se había aclarado, y llegaron a un acuerdo. Los hombres de Zilda tomarían los barcos para volver a su isla, no sin antes encerrar al peliblanco y sus hombres en el interior de la base. No me quedó muy claro que harían los pequeños, pero Krauser y el resto volveríamos a dirigirnos directos al centro de la isla, a la dichosa Ciudad Imperial, donde nos encontraríamos con Dexter y los demás. Antes de marcharse, nos ofrecieron utilizar sus vehículos, a lo que gustosos accedimos. Sin dudarlo ni un instante, fui directo a una de las motos. Tras arrancarla, me dirigí a Krauser.
- Os sigo - dije con una sonrisa en el rostro.
- Team Quimera:
- Escucho cada una de las conversaciones desde el discurso inicial de Krauser hasta la decisión final de los hombres de Zilda. Cuando se suben al todoterreno, yo escojo una de las motos. Luego seguiré al vehículo de Krauser hasta donde toque.
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Me interné en el laboratorio sin mucho problema. En serio, deberían mejorar la seguridad de esos sitios. Aquellas puertas resultaban demasiado sencillas de abrir. Cualquiera con tres dedos de frente podría ingeniárselas para entrar. O quizá no. En fin.
Ante mí, se encontraba el paraíso.
Hacía tanto tiempo que no pisaba un laboratorio en condiciones, que ya casi me había olvidado de cómo eran.
Pero si aquel fuese un laboratorio normal y corriente, probablemente no habría reaccionado de la forma en que lo hice. No.
Aquel era EL laboratorio.
Ante mí, se encontraba el paraíso.
Hacía tanto tiempo que no pisaba un laboratorio en condiciones, que ya casi me había olvidado de cómo eran.
Pero si aquel fuese un laboratorio normal y corriente, probablemente no habría reaccionado de la forma en que lo hice. No.
Aquel era EL laboratorio.
Colgando de las paredes, montones de brazos metálicos, algunas armas y cachivaches aquí y allá. El paraíso de los implantes metálicos y de las pistolas peligrosas. Para una obsesa de los cyborg y las pistolas como yo, aquello era como haber muerto y haber ido a Valhalla.
Miré a mi alrededor sin poder reprimir mi ilusión y felicidad por encontrarme en aquel lugar.
Si no tuviera un mínimo de modales y educación, en esos momentos me estaría babando como quien piensa en una comida deliciosa mientras se encuentra hambriento.
-Son... preciosos... -murmuré, al tiempo que alargaba mis dedos para toquetear uno de los brazos metálicos.
- ¿Lo son? -se preguntó Klaus, levitando con curiosidad a mi alrededor.
Continué con una pistola que parecía tremendamente peligrosa y casi me hace alcanzar el éxtasis. No sólo tenía pinta peligrosa, era una preciosidad. Una preciosidad que no dudé en guardarme.
Al mirar al suelo, pude ver entonces un tubo brillante, quizá de cobre, reluciendo por entre la maraña de cables que estaba pisando con sumo mimo. Lo seguí con la mirada, y la visión de lo que tenía enfrente me abofeteó.
Un... Enorme... Botón... ¡Rojo!
Me humedecí los labios al tiempo que lo observaba con avidez. Ese botón rojo y enorme en medio de la sala, llamándome. Diciéndome "púlsame, púlsame". ¿Cómo podía resistirme?
Quiero decir, aunque pudiese resistirme, yo nunca hacía esas cosas. Me dejaba llevar por mis instintos y satisfacía todas mis necesidades. Lo de resistirse a la tentación no era lo mío, precisamente.
Así que me acerqué hacia el botón como quien se reencuentra con su ser amado.
- ¡Haru! ¡No pulses ese botón! -gritó Klaus. Pero ya era demasiado tarde.
Mi mano ya había hecho contacto con la superficie carmesí y estaba presionando el botón mientras en mi rostro se dibujaba una sonrisa bobalicona.
Debo admitir que, en ocasiones, no pienso las cosas antes de hacerlas.
Miré a mi alrededor sin poder reprimir mi ilusión y felicidad por encontrarme en aquel lugar.
Si no tuviera un mínimo de modales y educación, en esos momentos me estaría babando como quien piensa en una comida deliciosa mientras se encuentra hambriento.
-Son... preciosos... -murmuré, al tiempo que alargaba mis dedos para toquetear uno de los brazos metálicos.
- ¿Lo son? -se preguntó Klaus, levitando con curiosidad a mi alrededor.
Continué con una pistola que parecía tremendamente peligrosa y casi me hace alcanzar el éxtasis. No sólo tenía pinta peligrosa, era una preciosidad. Una preciosidad que no dudé en guardarme.
Al mirar al suelo, pude ver entonces un tubo brillante, quizá de cobre, reluciendo por entre la maraña de cables que estaba pisando con sumo mimo. Lo seguí con la mirada, y la visión de lo que tenía enfrente me abofeteó.
Un... Enorme... Botón... ¡Rojo!
Me humedecí los labios al tiempo que lo observaba con avidez. Ese botón rojo y enorme en medio de la sala, llamándome. Diciéndome "púlsame, púlsame". ¿Cómo podía resistirme?
Quiero decir, aunque pudiese resistirme, yo nunca hacía esas cosas. Me dejaba llevar por mis instintos y satisfacía todas mis necesidades. Lo de resistirse a la tentación no era lo mío, precisamente.
Así que me acerqué hacia el botón como quien se reencuentra con su ser amado.
- ¡Haru! ¡No pulses ese botón! -gritó Klaus. Pero ya era demasiado tarde.
Mi mano ya había hecho contacto con la superficie carmesí y estaba presionando el botón mientras en mi rostro se dibujaba una sonrisa bobalicona.
Debo admitir que, en ocasiones, no pienso las cosas antes de hacerlas.
- Resumen Meln:
Entrar al laboratorio, flipar por colores, coger la pistola, alcanzar el nirvana, pulsar el botón rojo.
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Puto mosquito de los huevos. Ese pesado no paraba de molestar de ninguna de las formas. El agente decidió dejar al lobo con su diarrea y entonces tomó rumbo al Oeste junto a su compañera Azula. La velocidad que emplearon fue normal, pues tampoco había tanta prisa. Como buenos agentes del Cipher Pol, debían ser lo más disimulados posibles sin que nadie se diese cuenta de ellos.
- Qué putas ganas de llegar a mi casa y acostarme. Estoy harto de estabas batallas en campo abierto, soy un puto espía, no un gladiador.
Dijo quejándose como de costumbre mientras se remangaba la camisa roja. El puto mosquito había picado su pie y no tardó en hacerle fruncir el ceño. Estuvo a nada de liarse a tiros con él, pero no era la opción más acertada. Se relajó un poco al mismo tiempo que se estiraba unos momentos y después se rascaba la cabeza. Los jefes estaban de obras y eso no le entró muy bien en la cabeza. Tendría que recopilar todo sobre Síderos en su mente y después informar.
- Aumentemos el ritmo.
Dijo el asesino plateado saliendo disparado con el soru mientras mantenía la vista al frente. Observó que la princesa del rayo iba con él en todo momento y volvió a mirar al frente. Un poco sudor bajó desde su frente hasta las cejas, pero era normal después de todo lo que estaba haciendo el pobre hombre. A saber cómo iba la guerra con los tíos de Zal, pues él mismo ya sabía que lo de ser uno de ellos tal vez había dejado de colar.
- Qué putas ganas de llegar a mi casa y acostarme. Estoy harto de estabas batallas en campo abierto, soy un puto espía, no un gladiador.
Dijo quejándose como de costumbre mientras se remangaba la camisa roja. El puto mosquito había picado su pie y no tardó en hacerle fruncir el ceño. Estuvo a nada de liarse a tiros con él, pero no era la opción más acertada. Se relajó un poco al mismo tiempo que se estiraba unos momentos y después se rascaba la cabeza. Los jefes estaban de obras y eso no le entró muy bien en la cabeza. Tendría que recopilar todo sobre Síderos en su mente y después informar.
- Aumentemos el ritmo.
Dijo el asesino plateado saliendo disparado con el soru mientras mantenía la vista al frente. Observó que la princesa del rayo iba con él en todo momento y volvió a mirar al frente. Un poco sudor bajó desde su frente hasta las cejas, pero era normal después de todo lo que estaba haciendo el pobre hombre. A saber cómo iba la guerra con los tíos de Zal, pues él mismo ya sabía que lo de ser uno de ellos tal vez había dejado de colar.
- Zal:
- Ir con el soru hacia el Oeste con AZula.
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El rubio suspiró al escuchar a la chica decir su hombre a voces y mirar a todos lados. Estaba un poco ciega por lo que veía y esperaba que su hermosa vista estuviese bien. Xemnas estaba junto a Al, como de costumbre. No se separaba de su jefe en las misiones ni para ir a cagar. Se rascó un poco la cabeza y escuchó las palabras de Al sobre ir hacia el Oeste. Entonces fue cuando le dedicó una dulce sonrisa a su chica.
- Estoy aquí, Misa. Es hora de continuar con esta locura, no hemos terminado.
Dijo caminando hacia ella y dándole un leve mordisco cariñoso en la nariz. A continuación sonrió un poco y empezó a seguir a su líder, esperando que la chica también lo hiciera. Su mirada estaba fija en el Oeste. Había evitado el derrumbamiento permaneciendo cerca de aquella cosa creada por el hombre de hielo. Además de usar sus ámbitos de salto para evadir la situación. Ahora tenía ganas de que todo terminase de una buena vez.
- Al-san ¿Cuál es el plan?
Preguntó en un tono serio mientras le seguía. Portaba todo el tiempo su armadura y el yelmo de combate para ejercer de tanque en cualquier momento. Estaba listo para evitar cualquier cosa que tratase de atacarles.
- Estoy aquí, Misa. Es hora de continuar con esta locura, no hemos terminado.
Dijo caminando hacia ella y dándole un leve mordisco cariñoso en la nariz. A continuación sonrió un poco y empezó a seguir a su líder, esperando que la chica también lo hiciera. Su mirada estaba fija en el Oeste. Había evitado el derrumbamiento permaneciendo cerca de aquella cosa creada por el hombre de hielo. Además de usar sus ámbitos de salto para evadir la situación. Ahora tenía ganas de que todo terminase de una buena vez.
- Al-san ¿Cuál es el plan?
Preguntó en un tono serio mientras le seguía. Portaba todo el tiempo su armadura y el yelmo de combate para ejercer de tanque en cualquier momento. Estaba listo para evitar cualquier cosa que tratase de atacarles.
- Exterior Catedral:
- Seguir a Al tras hablar con Misa y hablarle a Al.
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Iba a responderle algo a Sheev, pero nada de lo que me venía a la cabeza sonaba apropiado. La revelación de que sí, efectivamente, aquellos hombres estaban ya muertos, era algo que me esperaba a la vez que no. Es decir, lo había considerado, pero me parecía demasiado irreal... Y entonces caí en la cuenta:
¡Estaba soñando! Era la única explicación posible. Aún estaba inconsciente por el cansancio de pelear contra el General Melniano, y estaba teniendo alucinaciones. Eso explicaría la absurdez de la espada que encontramos, la absurdez de la presencia de fantasmas, la absurdez de que justo mientras nosotros llegábamos a la base nuestro objetivo se iba... es decir, cosas como eso último no pasan en la vida real, son demasiado irónicas, demasiado "ley de Murphy", ¿no? Leyendas urbanas sin fundamento.
Así pues, habiendo llegado a la conclusión lógica, pude relajarme sabiendo que nada de lo que ocurría allí dentro era real. Allí podía actuar con naturalidad, no necesitaba ser tan formal, preocupado o estricto, podía tomármelo con calma para compensar la seriedad que volvería a invadir mi mundo una vez saliera de aquel sueño. De todas formas los sueños nunca tienen sentido, así que cualquier cosa extraña que ocurriera podía achacarla al bizarrismo natural del mundo onírico.
- Buah, tí~o... - Exclamé asqueado, estirando la "i" más de la cuenta al ver el repugnante espectáculo que dio el sacerdote. - Eso no mola nada, vomitar gusanos no entra en mi lista de cosas aceptables que presenciar en un sueño... Ay... - Murmuré, notando que me subía la bilis. Habiendo abandonado mi fachada seria, también me sentía bastante más escrupuloso que de costumbre... - *Bleeergh* - Vomité sobre el suelo, una mezcla de verde con trozos de verdura aún sin digerir y algo de rojo que parecía sangre. - Joder, este sueño es demasiado realista, aún noto el sabor del experimento de bento que hice antes de bajarme del barco esta mañana... Y creedme, no fue un buen experimento, resulta que mezclar calamares en su tinta con yogur y ensalada de remolacha es un plato prácticamente incomestible. - Le aseguré a los presentes. - Y eso que en la teoría no sonaba tan mal, pero la tinta de calamar tiene un compuesto que...
Antes de darme cuenta estaba dando un discurso sobre las propiedades de la tinta de calamar y de porqué no debía mezclarse con yogur, añadiendo algunos consejos sobre la preparación de la remolacha para que no ofuscase el sabor del resto de la ensalada. Tardé apenas unos minutos, pero pareció ser suficiente para que la imagen residual de Syxel que había creado mi subconsciente para aquel sueño se hartara y decidiera irse.
- Vaya, pensé que pensaba que era un tipo al que le gustaba la comida, supongo que pensé mal. - Murmuré para mí mismo encogiéndome de hombros. - Aun así, me pregunto qué ocurriría si me pongo a explorar este lugar. De verdad, la imaginación es una cosa increíble. - Dije, sopesando el tamaño del castillo imaginario que mi sueño había creado. - En fin, gracias por todo amigos, pero tengo que explotar los límites de este sueño, ya que es la primera... no, segunda vez que tengo eso que llaman "sueño lúcido." ¡Hasta luego! - Me despedí de los fantasmas (ignorando por completo el discurso consiguiente que dieron) antes de seguir a mi subconsciente con forma de Syxel.
Aunque fuera un sueño, tenía que tener cuidado. Si algo había aprendido leyendo sobre este fenómeno, era que no podía forzarlo a hacer cosas raras, por mucho que eso fuera lo más atractivo de la experiencia. Si el sueño perdía estabilidad, me despertaría antes de tiempo y corría el riesgo de quedar atrapado en mi subconsciente, como una especie de limbo en el que mi mente se encerraría para evitar que el caos producido me causara un trauma severo. Así pues, no me quedaba más remedio que actuar como si fuera el mundo real, hasta cierto punto. Eso incluía seguir a la forma física de mi subconsciente, ya que sabría mejor que nadie lo que hacer y hacia dónde ir sin que ello recurriese en el derrumbe del sueño.
¡Estaba soñando! Era la única explicación posible. Aún estaba inconsciente por el cansancio de pelear contra el General Melniano, y estaba teniendo alucinaciones. Eso explicaría la absurdez de la espada que encontramos, la absurdez de la presencia de fantasmas, la absurdez de que justo mientras nosotros llegábamos a la base nuestro objetivo se iba... es decir, cosas como eso último no pasan en la vida real, son demasiado irónicas, demasiado "ley de Murphy", ¿no? Leyendas urbanas sin fundamento.
Así pues, habiendo llegado a la conclusión lógica, pude relajarme sabiendo que nada de lo que ocurría allí dentro era real. Allí podía actuar con naturalidad, no necesitaba ser tan formal, preocupado o estricto, podía tomármelo con calma para compensar la seriedad que volvería a invadir mi mundo una vez saliera de aquel sueño. De todas formas los sueños nunca tienen sentido, así que cualquier cosa extraña que ocurriera podía achacarla al bizarrismo natural del mundo onírico.
- Buah, tí~o... - Exclamé asqueado, estirando la "i" más de la cuenta al ver el repugnante espectáculo que dio el sacerdote. - Eso no mola nada, vomitar gusanos no entra en mi lista de cosas aceptables que presenciar en un sueño... Ay... - Murmuré, notando que me subía la bilis. Habiendo abandonado mi fachada seria, también me sentía bastante más escrupuloso que de costumbre... - *Bleeergh* - Vomité sobre el suelo, una mezcla de verde con trozos de verdura aún sin digerir y algo de rojo que parecía sangre. - Joder, este sueño es demasiado realista, aún noto el sabor del experimento de bento que hice antes de bajarme del barco esta mañana... Y creedme, no fue un buen experimento, resulta que mezclar calamares en su tinta con yogur y ensalada de remolacha es un plato prácticamente incomestible. - Le aseguré a los presentes. - Y eso que en la teoría no sonaba tan mal, pero la tinta de calamar tiene un compuesto que...
Antes de darme cuenta estaba dando un discurso sobre las propiedades de la tinta de calamar y de porqué no debía mezclarse con yogur, añadiendo algunos consejos sobre la preparación de la remolacha para que no ofuscase el sabor del resto de la ensalada. Tardé apenas unos minutos, pero pareció ser suficiente para que la imagen residual de Syxel que había creado mi subconsciente para aquel sueño se hartara y decidiera irse.
- Vaya, pensé que pensaba que era un tipo al que le gustaba la comida, supongo que pensé mal. - Murmuré para mí mismo encogiéndome de hombros. - Aun así, me pregunto qué ocurriría si me pongo a explorar este lugar. De verdad, la imaginación es una cosa increíble. - Dije, sopesando el tamaño del castillo imaginario que mi sueño había creado. - En fin, gracias por todo amigos, pero tengo que explotar los límites de este sueño, ya que es la primera... no, segunda vez que tengo eso que llaman "sueño lúcido." ¡Hasta luego! - Me despedí de los fantasmas (ignorando por completo el discurso consiguiente que dieron) antes de seguir a mi subconsciente con forma de Syxel.
Aunque fuera un sueño, tenía que tener cuidado. Si algo había aprendido leyendo sobre este fenómeno, era que no podía forzarlo a hacer cosas raras, por mucho que eso fuera lo más atractivo de la experiencia. Si el sueño perdía estabilidad, me despertaría antes de tiempo y corría el riesgo de quedar atrapado en mi subconsciente, como una especie de limbo en el que mi mente se encerraría para evitar que el caos producido me causara un trauma severo. Así pues, no me quedaba más remedio que actuar como si fuera el mundo real, hasta cierto punto. Eso incluía seguir a la forma física de mi subconsciente, ya que sabría mejor que nadie lo que hacer y hacia dónde ir sin que ello recurriese en el derrumbe del sueño.
- Nota off-rol importante:
- Sé que en este post me estoy saliendo un poco de lo que es la psicología normal de mi personaje, y pido disculpas por ello. Sin embargo, hay una razón para esto, y es que estos últimos días he estado hirviendo con ideas y me sentía inspirado para hacer algo cómico, tras leer ciertos libros durante mi estancia de vuelta en casa de mis padres. Ninguno de mis otros personajes parecía estar en una situación adecuada, y no tengo tiempo para postear mucho más, así que no me pude aguantar más y decidí explotar el escenario en el que estaba presente Amaiar, incluso si él no está diseñado para ser un personaje principalmente cómico.
De nuevo, pido disculpas, y ruego que se me permita este antojo, volverá a su estado normal en la siguiente moderación. Gracias por comprenderlo.
- Resumen Mosquetero 2:
- Delirar y seguir a Syxel.
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El temblor del techo hizo que la chica alzase una ceja quedando un poco confusa. El lugar se iba a venir abajo si no salían cuanto antes y por ello soltó un suspiro considerable. Lo siguiente que hizo fue cerrar los ojos mientras asentía a las palabras de Ryuken. Sin pensarlo mucho, fue cambiando su cuerpo al de una especie de tigre negro como la noche, de azulados ojos y dientes inquietantes. El bello animal invitó a subir a los dos a su lomo. En cuanto ellos subieran, saldría corriendo rumbo a la salida. Se notaba que iba con prisa para que el derrumbamiento no terminara con sus vidas. Debía admitir que se había quedado con las ganas de ver a aquel ser.
- Espero que todo esto termine pronto. No quiero volver a tener nada que ver con cuevas en la vida. – Dijo al mismo tiempo que soltaba un pequeño suspiro.
Una vez salió fuera miró a su alrededor y no pudo ver nada destacable. No sabía lo que hacer y por ello empezó a caminar sin rumbo hacia el Oeste. En su mente se formaron un par de ideas de lo que podrían encontrar. La opción más lógica serían cadáveres y destrucción. Ella tan solo quería volver a la base rebelde y dormir. Estaba agotada y el golpe en la cabeza no fue del todo muy sano para ella. Encima con el mal rato que había pasado con los dos mendrugos. Continuó trotando despacio mientras mantenía la mirada fija al frente.
- No sé si vamos en la dirección correcta…
- Espero que todo esto termine pronto. No quiero volver a tener nada que ver con cuevas en la vida. – Dijo al mismo tiempo que soltaba un pequeño suspiro.
Una vez salió fuera miró a su alrededor y no pudo ver nada destacable. No sabía lo que hacer y por ello empezó a caminar sin rumbo hacia el Oeste. En su mente se formaron un par de ideas de lo que podrían encontrar. La opción más lógica serían cadáveres y destrucción. Ella tan solo quería volver a la base rebelde y dormir. Estaba agotada y el golpe en la cabeza no fue del todo muy sano para ella. Encima con el mal rato que había pasado con los dos mendrugos. Continuó trotando despacio mientras mantenía la mirada fija al frente.
- No sé si vamos en la dirección correcta…
- Galia y su Harem:
- Salir de la cueva en forma completa con los dos al lomo y poner rumbo al Oeste.
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Mi apuesto amigo melenudo se acercó hasta nosotros, moviendo su extraño cuerpo de hombre con cara de mujer, mientras planteaba la loca idea de bajar a la capilla del agujero. No me agradaba lo más mínimo meterme en un sitio cerrado, lleno de piratas y demás peligros que desconocíamos. Pero la idea de que hubiera un pene mágico allí abajo me hacía morderme la lengua. Era improbable que hubiera eso en ese lugar, pero ¿y si sí? No podía permitir que Tobías se quedara con mi imprevisible fantasía.-Acepto bajar contigo.- dije pensando en las fabulosas habilidades que tendría mi nuevo miembro. En ese momento, más miembros de la banda decidieron bajar a la aventura y descubrir los grandes misterios que la pequeña capilla nos escondía, la cual sospechaba que ya estaría bien desvalijada observando la gran cantidad de gente que había bajado al lugar.
Al ver que varios de mis nakamas, de los cuales desconocía si sabían volar, iban a bajar. Decidí dar uso de mis nuevas habilidades adquiridas en esa isla y de las cuales aun desconocía. Recordaba haber hecho volar a Yoai cuando estaba en peligro, pero aun no sabía como lo había activado. Me puse a reflexionar, recordando todo lo que había hecho con ella, hasta llegar al punto de que la bese. Sin pensármelo mucho, me acerque a Bizvan y le di un beso en la mejilla, después de aleje de él dando una voltereta hacía detrás y me puse a mover las manos y los brazos de forma muy estrafalaria, mientras concentraba toda mi mente en despegar su cuerpo del suelo. Los segundos pasaban y un sudor frio, además de una enorme vena en mi frente, me hacían darme cuenta de que algo fallaba.
Me acerque de nuevo a Bizvan y me puse a observar su cuerpo, reflexionando si mis poderes no funcionaban por la musculatura de mi enorme compañero. Pero algo dentro de mí decía que me estaba equivocando. Mientras observaba el cuerpo de Bizvan, mis ojos se quedaron fijos en sus labios y entonces recordé el enorme beso que me dio Yoai, directo a los labios. La lancé con rapidez a los labios de Biz y le besé (metiéndole un poco de lengua, por si con un simple pico fallaba), después volví a hacer la misma acción de dar una voltereta y mover los brazos. Si Bizvan conseguía relajarse y dejaba que controlara su cuerpo, este levitaría unos metros por encima del suelo. Si por el contrario, este no aceptaba mis poderes, le habría dado un morreo innecesario.
Como no sabía si el problema (en el caso de que Biz no levitara) era causa de su cuerpo, decidí probar la misma teoría con el resto de la banda. Los cuales seguramente esquivarían mis besos o dejarían que los besara en la mejilla, pero indirectamente conseguí tocar a todos mis compañeros a pesar de no saber cómo activar mi nueva técnica. Para hacer la gracia y molestar un poco a Tobías, cuando realicé la acción de besar a todos mis compañeros, me incliné en el suelo y adquirí una pose de atleta a punto de correr. Le miré unos segundos con una sonrisa picara y dije con una voz sensual y varonil: -Soru.
Hubo unos segundos de tremendo silencio y admiración. Por la mente de mis compañeros pasaba la vaga idea de que yo, su vice capitán, había aprendido la técnica del gobierno llamada “soru”. Suspiré pesadamente y salí corriendo de manera absurda y moviendo los brazos como un monigote, mientras emitía un ruido similar a una oveja en una montaña rusa. Una vez me acerqué a todos mis nakamas e intenté besarlos, me dirigí al gran agujero y me lancé de cabeza. Gritando en el aire: - ¡Tonto el último!
Al ver que varios de mis nakamas, de los cuales desconocía si sabían volar, iban a bajar. Decidí dar uso de mis nuevas habilidades adquiridas en esa isla y de las cuales aun desconocía. Recordaba haber hecho volar a Yoai cuando estaba en peligro, pero aun no sabía como lo había activado. Me puse a reflexionar, recordando todo lo que había hecho con ella, hasta llegar al punto de que la bese. Sin pensármelo mucho, me acerque a Bizvan y le di un beso en la mejilla, después de aleje de él dando una voltereta hacía detrás y me puse a mover las manos y los brazos de forma muy estrafalaria, mientras concentraba toda mi mente en despegar su cuerpo del suelo. Los segundos pasaban y un sudor frio, además de una enorme vena en mi frente, me hacían darme cuenta de que algo fallaba.
Me acerque de nuevo a Bizvan y me puse a observar su cuerpo, reflexionando si mis poderes no funcionaban por la musculatura de mi enorme compañero. Pero algo dentro de mí decía que me estaba equivocando. Mientras observaba el cuerpo de Bizvan, mis ojos se quedaron fijos en sus labios y entonces recordé el enorme beso que me dio Yoai, directo a los labios. La lancé con rapidez a los labios de Biz y le besé (metiéndole un poco de lengua, por si con un simple pico fallaba), después volví a hacer la misma acción de dar una voltereta y mover los brazos. Si Bizvan conseguía relajarse y dejaba que controlara su cuerpo, este levitaría unos metros por encima del suelo. Si por el contrario, este no aceptaba mis poderes, le habría dado un morreo innecesario.
Como no sabía si el problema (en el caso de que Biz no levitara) era causa de su cuerpo, decidí probar la misma teoría con el resto de la banda. Los cuales seguramente esquivarían mis besos o dejarían que los besara en la mejilla, pero indirectamente conseguí tocar a todos mis compañeros a pesar de no saber cómo activar mi nueva técnica. Para hacer la gracia y molestar un poco a Tobías, cuando realicé la acción de besar a todos mis compañeros, me incliné en el suelo y adquirí una pose de atleta a punto de correr. Le miré unos segundos con una sonrisa picara y dije con una voz sensual y varonil: -Soru.
Hubo unos segundos de tremendo silencio y admiración. Por la mente de mis compañeros pasaba la vaga idea de que yo, su vice capitán, había aprendido la técnica del gobierno llamada “soru”. Suspiré pesadamente y salí corriendo de manera absurda y moviendo los brazos como un monigote, mientras emitía un ruido similar a una oveja en una montaña rusa. Una vez me acerqué a todos mis nakamas e intenté besarlos, me dirigí al gran agujero y me lancé de cabeza. Gritando en el aire: - ¡Tonto el último!
- Exterior Catedral (Crimson Wolves):
Hacer el tonto, activar copiloto de vuelo (o por lo menos intentarlo) y lanzarme de cabeza al agujero
*Copiloto de vuelo: El usuario puede designar un personaje objetivo que no se resista, y darle la habilidad de volar. Sin embargo, está supeditado a la voluntad de Gusi, por lo que sólo podrá volar si ninguno se niega a ello. Si el Usuario se desconcentra, el copiloto asciende de forma descontrolada.
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